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Palabras Clave
El Sistema; problemas; crítica; metodología; investigación; evaluación; medios de comunicación social.
REVISTA INTERNACIONAL
DE EDUCACIÓN MUSICAL
Revista arbitrada
en castellano
publicada por la
Sociedad
Internacional para
la Educación
Musical (ISME).
ISSN: 2307-4841
DOI: 10.12967/
RIEM-2016-4-
p051-060
Nº 4 , Julio 2016.
Este artículo es una
compilación de reflexiones con
respecto a las investigaciones
sobre El Sistema y a la recepción
del primer (y hasta la fecha
único) libro académico sobre este
programa. Resalta la
incertidumbre en el ámbito
internacional de El Sistema
frente a la información que está
saliendo sobre el programa en
Venezuela, y propone varios
argumentos para tomar esa
información en serio y abrir un
debate abierto y honesto sobre
las fallas de El Sistema y las
posiciones que deberían tomar
aquellos que han sido inspirados
por el programa, en vez de
seguir con un elogio ciego o
sencillamente pasar página. La
segunda parte del artículo
reflexiona sobre el futuro de la
investigación académica sobre El
Sistema, centrándose en las
diferencias entre los estudios
cualitativos y cuantitativos, y
entre las investigaciones
académicas y las evaluaciones
realiz adas po r con sultoras.
Termina con unas reflexiones
sobre la posibilidad de un
acercamiento entre los mundos
paralelos de El Sistema y la
investigación crítica.
Antes de pasar página: conectando los mundos
paralelos de El Sistema y la investigación
crítica.
Geoff Baker, Universidad de Londres (Reino Unido)
Resumen
Before you turn the page: Connecting the
parallel worlds of El Sistema and critical
research.
Geoff Baker, University of London (United Kingdom)
This article consists of a
series of reflections on research
on El Sistema and the reception
of the first (and to date only)
academic book on the program.
It underlines the uncertainty of
the international Sistema sphere
in the face of the information
that is emerging about the
Venezue lan pro gram , an d
proposes various reasons for
taking that information seriously
and beginning an open and
honest debate about El Sistema’s
problems and the positions that
those who have been inspired by
the program might take with
regard to them, rather than
continuing with blind eulogy or
turning the page. The second
part of the article considers the
future of academic research on
El Sistema, focusing on the
differences between qualitative
and quantitative studies, and
between academic research and
consultancy evaluations. It
concludes with some reflections
on the possibilities for closing the
gap between the parallel worlds
of El Sistema and critical
research.
Keywords
El Sistema; problems; criticisms; methodology; research; evaluation; media.
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Al salir del último concierto de la Orquesta Sinfónica
Simón Bolívar (OSSB) en el Royal Festival Hall de Londres a
principios de 2016, el periodista Damian Thompson se vio
sorprendido al ver que un puesto de Foyl es estaba vendiendo
cedés de Gustavo Dudamel y la OSSB junto a mi libro. En
su reseña decía: “subtitulado Orquestando a la Juventud
Venezo lan a, [el libro] examina en detalle todas las acusaciones
de abuso sexual, maniobras políticas y engaño musical
realizadas en contra del misterioso ‘sistema’. Uno se pregunta
cuántos miembros de la audiencia, los cuales apenas han
terminado de aplaudir, siquiera le echaron una ojeada”1. Esta
imagen nos muestra un interesante microcosmos sobre la
situación actual: dos mundos paralelos -la industria de El
Sistema y la investigación crítica- sentados uno al lado del
otro, a la vista de todos, pero con serias tensiones entre
ambos que el público en general apenas capta.
No puedo evitar preguntarme en primer lugar cómo es
que el libro estaba a la venta allí. El concierto era una
situación ventajosa para todos: la industria musical y el
público aman El Sistema. ¿Qué espacio podría tener un
estudio crítico en este contexto?, ¿cuántos miembros de la
audiencia se podrían interesar en leer un libro como éste?,
¿está destinado a ser dejado sobre la mesa, a la vista y
recomendado en la contraportada por expertos
internacionalmente reconocidos (Lucy Green y Robert Fink),
pero al mismo tiempo ignorado por el público en general?
Lo que sigue es una compilación de mis reflexiones sobre
esta clase de preguntas y sobre la recepción del primer (y
hasta la fecha único) libro académico sobre El Sistema,
basado en varios años de un minucioso estudio del programa
venezolano.
¿Qué hacer con respecto a Venezuela?
Cuando El Sistema: Orquestando a la Juventud Venezolana fue
publicado a finales de 2014, hubo una reacción inmediata
por parte de periodistas y defensores del programa que
cuestionaron su veracidad, sus argumentos e incluso mi
motivación y honestidad. Pese a que el libro fue evaluado por
pares y basado en un exhaustivo estudio realizado en
Venezuela, y las críticas vinieron principalmente de personas
que tenían muy poco conocimiento sobre el país o su
educación musical, las respuestas negativas obtuvieron
mucha visibilidad en los medios. Dieciocho meses después, el
panorama ha cambiado. Las acusaciones de que el estudio
tenía bases teóricas o metodológicas poco sólidas han sido
desacreditadas gracias a una serie de reseñas académicas
positivas y al respaldo de otros profesionales de ese ámbito,
mientras que la veracidad del contenido ha sido corroborada
tanto de forma privada como públicamente por músicos
venezolanos, siendo el más importante de éstos el violinista
Luigi Mazzocchi (Scripp, 2015). Estudios posteriores
realizados por otros académicos no solo han validado las
críticas escritas en el libro, sino que también las han
profundizado y extendido2. Es por eso que ahora el debate
debe trasladarse a otro plano, y es allí donde surge una
trascendental pregunta: ¿qué hacer con esta información
sobre El Sistema?, ¿continuar negándola, ignorarla, o
enfrentarse a ella?
En el ámbito internacional de El Sistema parece estar
surgiendo un proceso de diferenciación. En el extremo más
progresista, Venezuela ha comenzado a esfumarse de la vista.
La voz más respetada y persuasiva en este círculo es la de
Jonathan Govias, quien ha asegurado que “el futuro de El
Sistema se encuentra fuera de Venezuela”3. La impresión de
que el debate se ha trasladado hacia el norte, de que la gente
inspirada por El Sistema ya no siente la necesidad de hablar
sobre Venezuela, fue evidente en el reporte de la reunión de
Sistema Fellows de enero de 2016 en Boston, en el cual no se
hace ninguna mención sobre Venezuela, Abreu o Dudamel, y
en la ausencia de temas y disertantes venezolanos en el
congreso Reframing El Sistema en Baltimore en abril de 20164.
Se percibe un deseo de pasar página con respecto a
Venezuela. No obstante, en el otro extremo del espectro, el
idolatrar al programa venezolano y sus líderes continúa
siendo algo común y evidente. En el foro Sistema Global, por
ejemplo, muchas personas parecen seguir negando las
recientes revelaciones sobre Venezuela, o simplemente no se
han informado sobre ellas o han rehusado hacerlo; el
resultado de esto es que la fantasía utópica de El Sistema aún
sigue teniendo peso. Allí encontramos que los
pronunciamientos públicos de Abreu y Dudamel son tratados
y repetidos como palabras de gurúes y el programa
venezolano es considerado como el modelo a seguir en el
mundo.
Aunque tengo mucho más aprecio por las posiciones del
ala progresista, me preocupa que en ninguno de los dos
extremos exista un debate abierto y honesto sobre las fallas de
El Sistema, o sobre las posiciones sobre las mismas que
toman aquellos que han sido inspirados por el programa. Yo
diría que la urgencia de seguir avanzando también debe ser
balanceada con una mirada al pasado, de lo contrario el
optimismo y constructividad puede caer en negación y
encubrimiento, y las oportunidades para aprender de los
errores se verán disminuidas. Actualmente, por lo menos en
el debate público, las fallas casi no son abordadas (siendo el
blog de Jonathan Govias prácticamente la única excepción),
ni existe una discusión detallada sobre los estudios que las
examinan -y este enfoque plantea cuestiones tanto éticas
como pragmáticas-.
Por ejemplo, aún no he visto ninguna discusión pública
sobre la evidente desigualdad de género que existe en la élite
de El Sistema, como la distribución 80:20 entre hombres y
mujeres en la Orquesta Simón Bolívar o la ausencia de
directoras (tanto musicales como administrativas). De igual
manera, el tema de las relaciones sexuales entre profesores
(por lo general hombres) y estudiantes (por lo general
mujeres) apenas ha sido tocado. Luigi Mazzochi confirmó a
Scripp (2015) que esta práctica era algo normal dentro de El
Sistema, como yo lo había descubierto durante mi
investigación de campo. Ha habido un silencio total por parte
Antes de pasar página: conectando los
mundos paralelos de El Sistema y la
investigación crítica.
por Geoffrey Baker, Universidad de Londres (Reino Unido)
REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
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del ámbito de El Sistema sobre este serio problema. La esfera
inspirada por este programa tampoco ha podido lidiar con la
contradicción entre su discurso generalmente progresista y el
hecho de que su padre fundador, José Antonio Abreu, es un
acérrimo conservador y un ultra disciplinario que en el
pasado ha estado aliado con políticos de derecha de dudosa
reputación. Se afirma que su proyecto forma ciudadanos,
pero no cuenta con ninguna de las estructuras o procesos
democráticos que son centrales para la ciudadanía (Baker, en
prensa) y depende de la explotación (bajos salarios y
beneficios y derechos laborales mínimos) de gran parte de su
fuerza laboral. ¿Realmente estos no son temas de interés ni
de importancia para los miembros progresistas en el ámbito
inspirado por El Sistema?
De todas maneras, es razonable cuestionar si
efectivamente la esfera inspirada por El Sistema debería
abordar estos temas. ¿Por qué no pasar página? Después de
todo, estos son problemas venezolanos: ¿es necesario que los
extranjeros se involucren en esta discusión?
En cierta manera, la respuesta es no. Existe muy poca
presión externa sobre la esfera de El Sistema para tratar
temas como estos. La prensa, la industria de la música, los
bancos de desarrollo y los gobiernos están enamorados de El
Sistema. No está en los intereses de las instituciones e
individuos que ya se han declarado hinchas del programa, y
que incluso han puesto grandes cantidades de dinero en el
mismo, el promover o difundir un debate crítico que pueda
socavar sus propias acciones y convicciones. Considerando
que el pensamiento crítico es muy poco atractivo para los
actores más poderosos, la investigación académica puede ser
ignorada sin problemas, y esto es principalmente lo que está
sucediendo hoy en día a ese nivel institucional.
Sin embargo, Venezuela no solo está lejos, «por allá”»,
también está «por aquí», en forma de visitas de las más
prestigiosas orquestas de El Sistema, en especial la Simón
Bolívar. Los testimonios de miembros actuales y pasados de
esta orquesta indican que existen importantes interrogantes
sobre cómo es manejada5. ¿Se deberían ignorar estos
problemas y recibir a la orquesta como a la realeza a donde
quiera que vaya?, ¿son realmente modelos ideales para los
niños de Europa y América del Norte las personas que han
llegado a la cima de este sistema altamente competitivo y
autoritario, gobernado por la palanca [o tráfico de
influencias], el jalado de bolas [o servilismo] y una intolerancia
total a la crítica? La predisposición de la esfera de El Sistema
de ignorar las verdades incómodas sobre la orquesta y el
programa detrás de ella envían un mensaje inequívoco,
incluso si son solo pocos los que lo escuchan: olvídense de la
«acción social por la música», esto se trata simplemente de la
música.
Sin embargo, también existen razones éticas por las
cuales no podemos simplemente olvidarnos de Venezuela, sin
importar si está «por aquí» o no. La búsqueda de la justicia
social exige una clara identificación de la injusticia social,
donde sea que esté teniendo lugar, por el bien de aquellos
que la sufren y de aquellos que, aunque no la estén sufriendo,
estén en riesgo de ser víctimas de ella. Cada día de silencio
que pasa es un día desperdiciado en lo que respecta a
mejorar las protecciones de los niños dentro de El Sistema. El
programa no muestra señales de identificar o tratar la clase
de problemas de los cuales se dice está plagado, de modo que
el ámbito internacional de El Sistema podría jugar un rol
importante en este caso, alentando, e incluso presionando, a
la organización para que finalmente lo haga. Además, los
problemas que se manifiestan en El Sistema no son para
nada exclusivos del mismo, y el traer a la luz los asuntos de
discriminación, opresión y hostigamiento en la educación
musical podría ser provechoso para futuros estudiantes de
música en lugares lejos de Venezuela, al igual que dentro de
dicho país. Una investigación decidida sobre los abusos
sexuales dentro de El Sistema podría, por ejemplo, contribuir
a un naciente movimiento internacional para hacer más
segura la educación musical especializada e intensiva para
niñas y mujeres jóvenes6, y participar en los esfuerzos de hace
ya tiempo por comprender y mejorar la problemática
dinámica de poder que ha sido encontrada históricamente en
muchas instituciones de educación musical especializada7.
Es por eso que, en este caso, la esfera de El Sistema tiene
una responsabilidad ética, y es una responsabilidad de la cual
no se está haciendo cargo al negarse a reconocer o denunciar
injusticias. Actualmente, esta esfera está promoviendo la
marca de El Sistema y, a través de su silencio público, está
apoyando de manera implícita todo lo que esto conlleva. En
este sentido, el ámbito internacional de El Sistema es
cómplice de las injusticias cometidas en Venezuela, y pasar
página sin hablar públicamente sobre esos problemas
simplemente perpetúa su culpa por asociación.
Esta esfera dice que está «inspirado» en El Sistema y ha
adoptado con gusto el nombre de este programa y la filosofía,
publicidad y acceso a financiamiento que ello conlleva. Es
por eso que no puede ignorar los problemas dentro de su
programa madre. No puede ignorar el hecho de que los
participantes de El Sistema compararon a Abreu no con
Mahatma Ghandi ni con Nelson Mandela, como los
periódicos quieren hacer creer, sino con Adolf Hitler; en un
mensaje reciente, un profesor de uno de los núcleos más
conocidos de Venezuela comparó el programa con la
Juventud Hitleriana. Los amigos músicos de Luigi Mazzocchi
le advirtieron que jamás volvería a trabajar en Venezuela si
permitiera a Larry Scripp utilizar su nombre real. Mazzocchi
habla sobre la «excomunión» de músicos que no obedecieron
a Abreu y en un debate en el congreso RIME (Research In
Music Education) de 2015, un investigador habló sobre los
«refugiados de El Sistema» en el exterior. Estas son
revelaciones muy extraordinarias en el contexto de un
programa de educación musical. Necesitamos llamar a las
cosas por su nombre: la «acción social por la música» que El
Sistema promueve es una forma de fascismo social y cultural.
Este tipo de verdad incómoda es demasiado grande como
para ser ignorada por la esfera internacional de El Sistema, la
cual no puede declarar una dedicación a la justicia social al
mismo tiempo que opera bajo un estandarte que representa
opresión social.
También existen muy buenas razones pragmáticas para
que la esfera de El Sistema no pase página tan rápidamente
con Venezuela. Y es que el ámbito internacional de El
Sistema es como una ciudad construida sobre una falla. En
un principio, la gente no se dio cuenta de que existía porque
no era visible en la superficie, así que comenzaron a construir
sobre ella. Pero pocos años después vino un geólogo y dijo:
“están asentados sobre una falla”. La mayoría de los
residentes respondió diciendo: “yo no veo ninguna falla, te la
estás imaginando”, y continuaron construyendo. Más
adelante, otros geólogos vinieron y dijeron: “no, de verdad
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están construyendo sobre una falla”. Este es el punto en el
que se encuentra la esfera de El Sistema hoy en día. En pocas
palabras, tiene dos opciones: puede continuar ignorando las
advertencias y seguir adelante como lo ha estado haciendo, o
puede hacer caso a las exhortaciones y reconsiderar qué y
cómo está construyendo para poder crear algo más robusto
que pueda soportar un temblor de alta magnitud en el futuro.
No hay duda de que nadie sabe exactamente cuándo
vendrá este temblor o qué tan fuerte será, e incluso habrá
algunos que digan que este temblor nunca vendrá. Pero si un
urbanista adoptara este enfoque, estaría tomando un riesgo
demasiado grande, y en caso de que un temblor de
importante magnitud tuviera lugar, su reputación profesional
se vería manchada y hasta podría ser considerado
criminalmente responsable por el hecho.
Por lo tanto, la pregunta clave que quiero plantear no es
si debiéramos, ni cómo, modificar el modelo conservador
venezola no p ara convertirlo en uno europeo o
norteamericano más progresista; la interrogante es qué es lo
que van a hacer sobre el hecho de que están sobre una falla.
¿Van a deshacerse de los geólogos?, ¿o van a hacer los
edificios de la ciudad resistentes a los terremotos?
Aprender de los errores de El Sistema
Como sugiere la metáfora del urbanista, sería un error
ver a la investigación crítica como algo negativo, pues puede
llevar a resultados positivos si es utilizada de manera
adecuada. Se puede aprender mucho al observar
cuidadosamente los errores cometidos en Venezuela.
Utilizando una analogía diferente, es a través del examen
minucioso de los accidentes de avión que el transporte aéreo
se ha vuelto tan extraordinariamente seguro -no ha sido
gracias a incesantes halagos a los pilotos-. La investigación
crítica puede entonces ser vista no solo como algo
beneficioso, sino que como algo esencial.
El pensar críticamente sobre El Sistema nos permite
explorar las debilidades al igual que las fortalezas de las
estructuras institucionales autoritarias, caudillistas e
impuestas desde arriba. Examinar sus prácticas y valores abre
importantes debates sobre pedagogía, currículos, disciplina,
inclusión social y democracia. Al enfrentarnos a la variedad
de problemas que surgen en el contexto de El Sistema, nos
vemos obligados a pensar en cómo evitarlos y buscar
soluciones. Nos lleva a preguntarnos cuáles son las mejores
formas de promover la solidaridad, la creatividad y la justicia
social a través de la educación musical.
A menudo, los principios de El Sistema se basan en
creencias problemáticas y no comprobadas. Por ejemplo,
muchas de las afirmaciones sociales que son hechas con
relación a la orquesta sinfónica no están respaldadas por
ningún estudio y, de hecho, muchos de ellos las contradicen.
Constantemente se repite la noción de que la orquesta es un
motor para el trabajo en equipo, cuando en realidad es
considerada por académicos (y muchos músicos
profesionales) como un ejemplo de un equipo disfuncional (p.
ej. Faulkner, 1973; Hackman, 2002)8. La idea de que la
orquesta es un modelo para la sociedad entra en conflicto con
las ideas modernas sobre sistemas complejos adaptables, de
los cuales un conjunto de jazz, por ejemplo, es más
representativo (Barrett, 1998).
Por eso los estudios críticos son importantes para todos
los que trabajan en el ámbito de El Sistema, impulsando a los
profesionales a pensar más a fondo sobre el trabajo en equipo
y sobre la educación musical. Si no se toma en serio al
pensamiento crítico, se corre el riesgo de hacer más daño que
bien. El pensamiento crítico abre las puertas a la idea de que
la orquesta sinfónica no es “un modelo para una sociedad
global ideal”, como asegura Dudamel (Lee, 2012), sino que
más bien puede ser “el modelo de expresión cultural más anti
social”9. Es sólo desde aquí, y no desde la complacencia
acrítica de Dudamel, que los esfuerzos para transformar a la
orquesta en “un vehículo de gran potencial para el cambio
social”10 pueden partir.
También es esencial lidiar con las características
problemáticas de El Sistema para así evitar reproducirlas
internacionalmente. Por ejemplo, es sorprendente que el ex
Sistema Fellow que añadió leves críticas a El Sistema como una
adenda al reporte de Scripp (2015) lo hiciera de manera
anónima. Al negar que el miedo a hablar públicamente sea
tan prevalente en el programa venezolano, los defensores de
El Sistema lo han reproducido en Norteamérica. Una
aversión al debate crítico y una disposición a reprimir en
lugar de encarar ideas desafiantes se ha convertido en algo
generalizado en el mundo de El Sistema, y el surgimiento de
la censura y la auto-censura dentro de la esfera de El Sistema
en América del Norte debería servir como una clara señal de
advertencia de que esta esfera está cayendo en la misma
trampa que su madre venezolana y se deberían tomar
medidas urgentes al respecto11.
Existen muchas otras dinámicas constructivas que
pueden surgir de un escrutinio crítico de El Sistema. Por
ejemplo, sin duda existen lecciones importantes que aprender
de los numerosos observadores serios, considerados y
experimentados que no comprendieron bien El Sistema y no
pudieron ver la serie de injusticias sociales que lleva consigo.
Esto nos dice que la justicia social en la educación musical es
difícil incluso de identificar, más aún de producir, y que es un
tema complejo. Incluso algo tan simple como el proveer a los
niños pobres de lecciones de música puede ser un acto de
justicia social desde una perspectiva, pero un acto de
injusticia desde otra, si se basa en la suposición de que el niño
no tiene cultura y es pobre como resultado de esto, o que la
justicia económica es un objetivo inalcanzable y la música
juega simplemente un rol compensatorio (véase Bates, 2016;
Baker, 2016). La investigación crítica nos obliga a examinar
cómo observamos, qué es lo que ignoramos fácilmente y
cómo podemos ver de manera más aguda; cómo formamos
nuestras opiniones sobre la educación musical y cómo
nuestras creencias previas pueden ser reforzadas por la
propaganda institucional y exhibiciones espectaculares.
Parece ser demasiado fácil el asumir que niños haciendo
música + declaraciones de buenas intenciones = acción social
por la música.
Las investigaciones sugieren que la complacencia es un
peligro en casos como éste: una creencia exagerada que el
poder del hacer música de cualquier tipo tenga algún efecto
transformacional en los jóvenes y el ignorar que la educación
musical tiene el potencial de acarrear costos e incluso de
causar daño (Bowman, 2009; Gould, 2009; Bradley, 2015;
Matthews, 2015). Todos estos son temas importantes de
discusión para los educadores musicales, y mientras más sean
compartidos y debatidos, mayores serán las chances de evitar
este tipo de errores en programas inspirados en El Sistema y
también será más fácil alcanzar resultados positivos. Lo que
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sería tremendamente negativo es que una esfera impulsada
por deseos de inclusión o justicia ignore los debates
contemporáneos sobre los mismos, repitiendo de esta manera
los errores del pasado.
¿Cuál es el futuro de la investigación
académica sobre El Sistema?
Pareciera haber dos tendencias generales en la
investigación sobre El Sistema en la actualidad. Una de ellas
es principalmente cualitativa y se enfoca en preguntas
generales -sociales, políticas, económicas, culturales- aunque
también trabaja a través de la observación estrecha de
prácticas y discursos. La otra es más cuantitativa y se enfoca
más en los resultados académicos y psicosociales (p. ej.
Osborne y otros, 2015). Ambos tienen un rol importante que
cumplir, y los estudios más ambiciosos incluyen ambos
enfoques, pero hay dos inquietudes que me gustaría resaltar
aquí. Una de ellas es que el movimiento defensor de El
Sistema y sus aliados institucionales tienden a ignorar el
primer enfoque y sólo discutir el segundo. La otra es que
estas dos corrientes corren el riesgo de seguir como dos
monólogos en vez de un diálogo.
Es importante observar que las principales afirmaciones
sobre El Sistema venezolano son muy generales y ambiciosas:
son hechas en el plano de lo ético, espiritual y macro-social, y
tienen que ver con valores y carácter. También se enfocan de
manera específica en el poder de la música para derrotar a la
pobreza. La misión de El Sistema es oficialmente el “rescate
pedagógico, ocupacional y ético de la infancia y la juventud,
mediante la instrucción y la práctica colectiva de la música,
dedicada a la capacitación, prevención y recuperación de los
grupos más vulnerables del país”12. Según su visión, el
programa se centra en el “desarrollo integral del ser
humano” y cultiva “valores transcendentales que inciden en
la transformación del niño, el joven y el entorno familiar”,
ofreciendo “una oportunidad para el desarrollo personal en
lo intelectual, en lo espiritual, en lo social y en lo profesional,
rescatando al niño y al joven de una juventud vacía,
desorientada y desviada”13. Por esta razón los estudios
académicos también tienen que tocar estas áreas (aunque no
solamente éstas) y comprobar estas afirmaciones, que forman
la base de la fama global del proyecto, de hecho es aquí en
donde se han enfocado los principales estudios cualitativos y
en donde se encuentran las principales críticas. No hay dudas
de que es valioso e interesante saber si El Sistema ha traído
consigo efectos positivos en otras áreas, pero éste no es el
terreno marcado por El Sistema y discutido por sus críticos.
Los debates más fuertes sobre el programa no se centran en si
aprender música mejora la habilidad cognitiva de los
individuos o su desempeño académico, sino más bien en
temas de política, moral y ética -clase, neoliberalismo,
neocolonialismo- y si la educación debiera ser vista en
términos de salvación, ofreciendo, según asegura Abreu, una
riqueza espiritual que sobrepasa a la pobreza material.
Es así que una evaluación detallada de El Sistema no
puede ser reducida a la medición de los logros de los
estudiantes o incluso su entusiasmo, sino que también debe
tomar en consideración temas políticos y estructurales más
amplios. Por tomar un ejemplo diferente pero relacionado, el
debate sobre la educación privada no gira en torno a si las
escuelas privadas benefician o gustan a quienes asisten a ellas
o no. O tomen el caso de La Tercera Ola, un experimento
realizado en una escuela Secundaria en California en 1967
por un profesor de historia llamado Ron Jones14. El
experimento produjo mejorías inmediatas en disciplina,
motivación y logros académicos. ¿Por qué no fue, entonces,
aplicado a más escuelas? Porque se trataba de un
experimento con el fascismo. El estudiar La Tercera Ola
solamente a través de métodos cuantitativos llevaría a
proponer un sistema de educación fascista. Por eso los
resultados educativos no pueden tomarse en cuenta si los
aspectos sociales, políticos y éticos se dejan aparte.
Por ejemplo, ¿se puede justificar la creación y
mantenimiento de costosos programas en contextos en los
cuales el financiamiento de otras formas de educación
musical y para otros servicios sociales se esté reduciendo, a
veces de manera dramática?, ¿están los programas de El
Sistema financiados por gobiernos como los del Reino Unido
actuando como una cortina de humo o un «velo de
cultura» (Logan, 2016) para distraer la atención de la
sostenida reducción de provisiones sociales y educativas por
parte del Estado bajo la excusa de la austeridad?, ¿está El
Sistema, con sus afirmaciones sin comprobar y francamente
improbables sobre sus milagrosos efectos sobre la pobreza
(Fink, 2016) redirigiendo recursos de programas más efectivos
contra la pobreza y enmascarando en lugar de resolviendo
los problemas sociales estructurales con proyectos paliativos
altamente selectivos pero que se venden bien con la prensa?
En ese caso, una pregunta importante no es si la
educación musical es buena para los niños (una afirmación
generalmente aceptada), sino más bien si la educación
musical de El Sistema -la cual está basada en métodos e ideas
de instrucción de música clásica claramente anticuados- es el
mejor modelo para los niños y la sociedad en general y cuáles
son los costos asociados que trae a los niveles micro y macro
sociales. En el nivel micro, es esencial considerar cómo las
características específicas de El Sistema -a diferencia de otras
formas de aprendizaje musical- pueden tener un efecto en los
resultados. Por ejemplo, los efectos cognitivos de aprender
música son generalmente aceptados; aun así, como Levine y
Levine (1996) demuestran, la falta de control puede llevar a
que los músicos orquestales experimenten altos niveles de
estrés, lo que puede llevar a una reducción en las habilidades
cognitivas. De esta manera, el ambiente orquestal puede
anular algunos de los beneficios del aprendizaje musical,
convirtiéndola en una herramienta ineficiente en la búsqueda
de objetivos cognitivos.
Un artículo reciente sobre música y empatía
(Rabinowitch, 2012) demuestra cómo el aprendizaje musical
puede mejorar la empatía, pero no habla de cualquier tipo de
aprendizaje musical, sino más bien, de un programa
especialmente diseñado para la interacción musical en grupo,
el cual incluye juegos y tareas15. En otras palabras, es
probable que los tipos de experiencias que surgen del
aprendizaje musical estén relacionadas con el tipo de valores
que se les inyecta. El Sistema no habla de empatía, habla de
disciplina, obediencia y buen comportamiento. Es así que
aquí podemos ver uno de los riesgos que existen al trasladar
El Sistema de Venezuela a otros contextos: es un modelo
diseñado, sobre todo, para inculcar valores sociales
específicos relacionados al conformismo, y si otros valores
sociales son más importantes en el contexto nuevo -tales
como la empatía, la creatividad o la autonomía- entonces
puede que sea el modelo equivocado. Vale la pena resaltar
REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
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que este experimento sobre la empatía “enfatizó
repetidamente que no había ningún objetivo que alcanzar a
través de las interacciones aparte de jugar juntos y disfrutar
de la interacción” (ibíd., p. 83). El Sistema, por el contrario,
tiene un enfoque extremadamente orientado a los resultados,
de hecho, es una de los elementos que más lo diferencian. En
Venezuela, todo gira en torno al concierto. Si la empatía o la
creatividad es un resultado deseable importante, ¿por qué
escoger El Sistema y no otra forma de educación musical?16
Otro paso importante a dar por los investigadores en este
área es una interacción crítica más profunda no solo con
programas basados en El Sistema sino también con otros
estudios de los mismos. Un tema que requiere especial
atención son las evaluaciones realizadas por consultoras, las
cuales son un género distinto al de la investigación
académica. Según Logan (2015b), las evaluaciones oficiales de
los programas de El Sistema plantean tantas preguntas como
las que contestan17. Una tarea importante que queda por
delante es la de analizar más a fondo la brecha que existe
entre los estudios académicos y las evaluaciones de
consultoría, brecha que es evidente, por ejemplo, cuando se
comparan los estudios realizados por Allan y otros (2010),
Borchert (2012), Rimmer, Street y Phillips (2014), Logan
(2015a; 2016), y Bull (2016), los cuales presentan una imagen
ambivalente de los programas inspirados por El Sistema en el
Reino Unido y los lisonjeros reportes oficiales como Evaluation
of Big Noise (Scottish Government Social Research, 2011).
¿Cómo es posible que todos los estudios académicos tienen
importantes reservas sobre el tema, mientras ninguna de las
evaluaciones oficiales produce algo similar?
Más recientemente, en diciembre de 2015, se publicó
una evaluación de El Sistema Aotearoa que fue preparada para
el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Nueva Zelanda y la
Orquesta Filarmónica de Auckland por parte de una
consultora evaluadora de estudios (McKegg y otros, 2015).
Este reporte fue muy bien recibido por la gente que estaba
involucrada en la esfera de El Sistema a nivel internacional,
pero uno no puede evitar preguntarse si hubo alguien que
analizó con detalle la sección de metodología.
El reporte indica que “se utilizó un enfoque de
adaptación de casos exitosos (Brinkerhoff, 2003) con la
utilización de una investigación apreciativa (Preskill &
Catsambas 2006)” (McKegg y otros, 2015, p. 9). En otras
palabras, solo los estudiantes más sobresalientes fueron
incluidos en el estudio, aquellos que fueron identificados por
los líderes y profesores del programa como los más activos o
comprometidos, o quienes mostraban una mejora más
sustancial ya sea en lo social o en lo musical, centrándose la
investigación en sus experiencias más positivas.
Este es un método de investigación algo marginal. No se
menciona en el libro más importante sobre metodologías en
esta área, el Case Study Research de Robert K. Yin (2009). Es
abordado brevemente por Stufflebeam y Coryn (2014),
quienes indican que tiene ciertas fortalezas, como identificar
lo que funciona bien, transmitir tranquilidad a los
patrocinadores y levantar la moral, además de llevar poco
tiempo y ser barato. No obstante, tiene debilidades obvias: es
muy limitado y no así exhaustivo, y tiene un enfoque
cortoplacista. “Esta limitación es considerada como una
debilidad solo si un estudio que utiliza el Método de Casos de
Éxito es interpretado erróneamente como una evaluación
exhaustiva del mérito y valor de un programa” (ibíd., p.
142-3), algo que era prácticamente inevitable una vez que el
reporte llegara a la esfera de El Sistema y los matices
metodológicos fueran pulidos con declaraciones
generalizadas sobre el éxito del programa.
Existen otros problemas más comunes que el reporte
mismo menciona como advertencia, como la falta de datos
de referencia, lo que quiere decir que “es posible que la
diferencia que hemos observado existe debido a que los
estudiantes con muchos logros sean más propensos a seguir
participando del programa” (McKegg y otros, 2015, p. 17),
una conclusión que de hecho se lleva bien con el estudio de
Rimmer, Street y Phillips (2014) sobre El Sistema en
Inglaterra. El estudio se basa en «el juicio general del
profesor», lo que supone reconocer que es en parte subjetivo,
y no toma en cuenta los estudiantes que abandonaron el
programa (una laguna común en estudios de El Sistema). Es
decir, hay razones suficientes para cierto nivel de
escepticismo. Pero el tema de fondo es que el reporte,
mientras que puede ser una herramienta útil para quienes
tengan intereses en el programa, no sirve como una
evaluación exhaustiva del mismo.
La predisposición de los defensores de El Sistema de
celebrar un reporte que se enfoca solo en los aspectos
positivos plantea un interrogante interesante en lo que
respecta a la recepción de mi libro, ya que varias figuras de
ese campo desestimaron mi estudio, incluso llegando a decir
que ni siquiera se trataba de investigación, ya que no
mostraba una imagen «equilibrada» y que una investigación
rigurosa debía serlo. No obstante, los autores del reporte
sobre El Sistema Aotearoa indicaron lo siguiente:
Está bien documentado que es posible aprender mucho
sobre un programa al enfocarse ya sea en casos de éxito o
fracaso -es decir, los casos más extremos-. Estos casos más
extremos arrojan resultados singulares y ofrecen lecciones
que pueden ser aplicadas en aspectos más típicos de un
programa o servicio (McKegg y otros, 2015, p. 9).
Lo que es bueno para el ganso, es bueno para la gansa.
Si un reporte basado en casos exitosos es permisible, entonces
también lo es uno enfocado en fracasos. La única «regla» es
que la metodología debe ser claramente especificada y no se
debe insinuar que los resultados son exhaustivos, tal y como
lo resalté en la página 20 de mi libro (Baker, 2014):
Este libro no es una narrativa completa ni concluyente,
sino un análisis crítico e informado sobre las afirmaciones
y actores principales de El Sistema, resaltando las
preguntas actuales y los debates sobre Abreu y su
programa.
¿Podrían acercarse entre sí los mundos
paralelos?
La justificación para seguir investigando es clara, pero es
igualmente importante abordar mucho más los estudios que
ya existen. Actualmente ya hay suficientes estudios
publicados como para iniciar debates importantes, pero éstos
por lo general son débiles o ausentes, al menos en la esfera
pública. Esta situación presenta difíciles interrogantes sobre el
espacio que existe para la investigación crítica en la esfera de
El Sistema y el valor de llevarla a cabo.
El Sistema tiene lazos con importantes intereses
comerciales e institucionales. Es un pilar esencial de las
marcas de Dudamel, la OSSB, la Filarmónica de Los
Ángeles, el Centro Southbank, y otros. Es por esto que
cualquier debate sobre las ventajas y desventajas del
programa educacional siempre correrá el riesgo de ser
REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
57!
eclipsado por cuestiones promocionales y comerciales. Tales
instituciones e intereses especiales que están comprometidos
con el modelo de El Sistema parecen estar más interesados en
argumentos que justifiquen una postura que ya han tomado
que en la investigación en sí misma. Además, los medios de
comunicación puede desviar o ahogar la conversación en
cualquier momento. El inusual nivel de atención que le han
dado los medios (para tratarse de un tema de educación
musical) ha atraído a figuras mediáticas al debate, pero que
por lo general tienen una comprensión limitada del tema.
Malentendidos fundamentales, ya sean accidentales o
deliberados, han sido consagrados como verdades y muchos
descubrimientos relevantes simplemente han sido ignorados.
Periodistas que han elogiado a El Sistema en el pasado no
están generalmente abiertos a descubrimientos que puedan
socavar sus opiniones públicas.
Esto no presenta un panorama alentador para un
académico crítico. El trabajar como investigador en medio de
este tipo de fuerzas es como ser una pulga sobre la piel de un
elefante. De hecho, habría que preguntarse si tan siquiera es
posible tener un debate serio, profundo e informado en un
contexto como este, en el que existe una narrativa
fuertemente arraigada desde hace ya un buen tiempo que es
aceptada por instituciones y en la cual muchas personas
creen apasionadamente. La investigación crítica siempre es
vulnerable ante las «historias milagrosas», historias que son
más digeribles y memorables que la investigación y que los
programas, marcas y audiencias prefieren escuchar. ¿Existe
espacio para que estudios disidentes sean reconocidos y
tengan un impacto en este contexto, fuera del mundo
académico, o es esta una esperanza inútil?
El problema no es solo el reducido espacio para la labor
académica crítica, sino que también lo es la gran brecha que
existe entre los estudios académicos y la industria de El
Sistema y sus patrocinadores. Este abismo es ilustrado por las
reacciones que provocó mi libro. Las reseñas en Amazon
pueden ser vistas como indicación de esto: todas son o de
cinco estrellas (el máximo) o de una (el mínimo), no hay
punto medio. Esta dramática bifurcación ha sido reproducida
en reseñas tanto impresas como en redes sociales, en las
cuales periodistas de alto perfil y defensores de El Sistema
han llegado a conclusiones diametralmente opuestas a las de
académicos internacionalmente reconocidos. Mi trabajo ha
sido descrito como «peligrosamente deficiente» por el
periodista Mark Swed y también como «el libro de música de
nuestros tiempos» por el experto en educación musical
Randall Everett Allsup (2016). Nicholas Kenyon, el director
del Centro Barbacana, lo consideró «muy poco convincente»;
Luigi Mazzochi, una ex estrella de El Sistema, dijo que “daba
justo en el clavo” (Scripp, 2015, p. 8) (dicho sea de paso, es
fascinante leer que las experiencias de los músicos
venezolanos parecen “muy poco convincentes” escrito por
una persona que sabe muy poco de Venezuela. A veces la
ficción es más fácil de creer que la verdad). Existen muchos
otros ejemplos como este, y son una indicación de que nos
enfrentamos a mucho más que simples diferencias de
opinión; aquí existe un abismo entre visiones muy
apasionadas sobre la música, la educación y la sociedad,
entre dos mundos paralelos y distantes.
¿Hay alguna esperanza de cerrar esta brecha?, ¿pueden
la investigación y las publicaciones escritas tener algún efecto
sobre esta situación? Más aun, ¿quién leerá este artículo que
estoy escribiendo en este momento?, ¿existe alguna
posibilidad de que siquiera llame la atención de alguien, por
no hablar de ser tomado en cuenta, en esa distante orilla?
Por decirlo de otra manera, ¿qué tendría que suceder
para que Swed, Kenyon y el lobby de los defensores de El
Sistema cambien una opinión que han hecho pública de
manera tan contundente? Después de todo, existe evidencia
de que “cuando las personas están mal informadas, el
entregarles los hechos para que corrijan esos errores solo
tiene el efecto de hacer que se aferren más tenazmente a sus
creencias”18. El debate sobre el cambio climático es un claro
ejemplo de esto, aunque también lo es el apoyo
inquebrantable del que disfruta Donald Trump. Como
Thomas L. Friedman observó recientemente, la mayoría de
los votantes en los Estados Unidos toman sus decisiones
según sus corazonadas, no en detalles o en hechos19. La
esfera de El Sistema parece tener aspectos en común y por
esta razón no veo claramente el sentido de continuar
trabajando en El Sistema. No ha habido ningún
cuestionamiento significativo de mi libro en el mundo
académico, así que la necesidad de acumular más evidencia o
continuar argumentando mi posición dentro de esta esfera es
mínima; y es poco probable que la resistencia proveniente de
afuera del mundo académico vaya a cambiar sin importar los
hechos, detalles o argumentos que yo presente.
No obstante, aún tengo la esperanza de que los mundos
paralelos se acerquen. Cuando he tenido la oportunidad de
interactuar con personas en los niveles medios y bajos del
campo inspirado en El Sistema -profesores de música,
administradores, Sistema Fellows- me he encontrado con gente
agradable y de mente abierta que está dispuesta a conversar y
debatir, y sentí que hubo un genuino intercambio de
opiniones y experiencias. No estoy hablando de una muestra
significativa, y el hecho de que la mayoría de este tipo de
reuniones haya tenido lugar en congresos académicos sugiere
que puede que no sea muy representativa; pero me ha llevado
a creer que, detrás de las batallas de alto perfil en los
periódicos y revistas, sí puede existir un diálogo productivo
entre el movimiento de El Sistema y el mundo académico
crítico, pese a que actualmente se vea limitado por unas
cuantas figuras de autoridad miopes. Asistir al congreso
Reframing El Sistema me afianzó en esta creencia, como cuando
tuve conversaciones estimulantes con varios profesores,
investigadores y directores del ámbito inspirado por El
Sistema. Parece que el apetito para el debate está creciendo
poco a poco.
También me da esperanza el hecho de que el director de
un proyecto inspirado en El Sistema -uno de los críticos más
duros de mi libro cuando éste fue publicado- ha entablado un
diálogo conmigo sobre mi investigación con una mente
abierta, y hemos llegado a construir una relación amigable y
productiva. No pensamos igual, pero las diferencias se han
vuelto constructivas en lugar de destructivas. Este cambio,
debo resaltar, no surgió porque yo haya tenido algún cambio
de opinión o después de que le haya dorado la píldora. Llegó
a ser así porque mi interlocutor se sentó a leer y pensar sobre
mi libro como debe ser. Esta experiencia me lleva a concluir
que los mundos de El Sistema y la investigación crítica no
solo podrían cruzarse, sino que deberían hacerlo. Esto sería
mucho más productivo y éticamente sensato para la esfera
internacional de El Sistema que seguir con su elogio ciego de
Venezuela o el querer pasar página.
REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
58!
Notas
1 http://www.spectator.co.uk/2016/01/was-barenboim-
happy-hiding-inside-a-provincial-orchestra-from-venezuela/.
2 Véase la edición especial de Action, Criticism & Theory for
Music Education, 15(1) (enero de 2016); también Logan 2015a.
3 http://jonathangovias.com/2015/11/08/what-next-for-
sistema/.
4 http://sistemafellows.typepad.com/my-blog/2016/02/
looking-to-the-future.html.
5 Véase http://es.tocarypensar.com/blog/dentro-de-la-
orquesta-sinfnica-simn-bolvar. Ver además Baker (2014) y
Scripp (2015).
6 Véase por ejemplo https://ianpace.wordpress.com y
también http://www.historyandpolicy.org/news/article/
music-education-and-abuse-of-children-and-young-people,
sobre el seminario celebrado el 15 de septiembre de 2015 en
el Institute of Musical Research de Londres.
7 La bibliografía sobre este tema es extensa: véase, p. ej.,
Baker (2014).
8 Véase también http://www.theguardian.com/lifeandstyle/
2016/apr/09/what-im-really-thinking-orchestral-musician.
9 http://jonathangovias.com/2015/04/05/this-is-where-we-
flew/.
10 Ibíd.
11 Véase http://es.tocarypensar.com/blog/censura-y-
autocensura-en-la-esfera-de-el-sistema al respecto.
12 http://fundamusical.org.ve/category/el-sistema/mision-y-
vision/.
13 Ibíd.
14 http://libcom.org/history/the-third-wave-1967-account-
ron-jones.
15 Este artículo fue resaltado por Jonathan Govias.
16 Véase por ejemplo Laurence (2008).
17 Véase también Baker (2014), capítulo 11.
18 http://www.alternet.org/media/most-depressing-
discovery-about-brain-ever. Para una visión más académica,
véase https://www.researchgate.net/publication/
295478583_Making_The_Truth_Stick_and_The_Myths_Fa
de_Lessons_from_Cognitive_Psychology.
19 http://www.nytimes.com/2016/03/09/opinion/only-
trump-can-trump-trump.html
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REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
Revista
Internacional
de Educación
Musical
ISSN: 2307-4841
REVISTA INTERNACIONAL DE EDUCACIÓN MUSICAL. Nº 4, 2016.
EQUIPO EDITORIAL
Editor:
José Luis Aróstegui Plaza, Universidad de Granada (España)
Editora Adjunta:
Rosa María Serrano Pastor, Universidad de Zaragoza (España)
Consejo Editorial
Carlos Abril, Universidad de Miami (Estados Unidos)
María del Carmen Aguilar, Instituto Coral de Buenos Aires
(Argentina)
Miquel Alsina Tarrés, Universidad de Gerona (España)
Carmen Carrillo Aguilera. Universidad Internacional de Cataluña
(España)
Sergio Luiz Figueiredo, Universidad del Estado de Santa Catarina
(Brasil)
Patricia Adelaida González, Universidad Autónoma de Chihuahua
(México)
Claudia Gluschankof, Instituto Levinsky (Israel)
Josep Gustems Carnicer, Universidad de Barcelona (España)
María Cecilia Jorquera Jaramillo, Universidad de Sevilla (España)
Gotzon Ibarretxe Txakartegi, Universidad del País Vasco (España)
Ana Laucirica Larrinaga, Universidad Pública de Navarra (España)
Ana Lucia Louro, Universidad Federal de Santa María (Brasil)
Isabel Cecilia Martínez, Universidad Nacional de La Plata
(Argentina)
Teresa Mateiro, Universidad del Estado de Santa Catarina (Brasil)
María Teresa Moreno, Universidad Laval (Canadá)
Graça Boal Palheiros, Instituto de Educación de Oporto (Portugal)
Jèssica Pérez Moreno, Universidad Autónoma de Barcelona
(España) y Universidad de Londres (Reino Unido)
Gabriel Enrique Rusinek Milner, Universidad Complutense de
Madrid (España)
Patrick K. Schmidt, Universidad de Ontario Occidental (Canadá)
Favio Shifres, Universidad Nacional de La Plata (Argentina)
Maria dels Àngels Subirats Bayego, Universidad de Barcelona
(España)
António Ângelo Ferreira Vasconcelos, Instituto de Educación de
Setúbal (Portugal)
Maria Helena Vieira, Universidad del Miño (Portugal)
Gloria Patricia Zapata Restrepo, Universidad de Antioquía
(Colombia)
Sobre el Autor
Geoff Baker
Geoff Baker es Catedrático en el Departamento de
Música en el Royal Holloway de la Universidad de Londres y
Director del Instituto de Investigacion Musical. Entre sus
libros se incluyen Imposing Harmony: Music and Society in
Colonial Cuzco!(Duke, 2008), que ganó el premio Robert
Stevenson de la Sociedad Musicológica de los Estados
Unidos; Buena Vista in the Club:!Rap, Reggaetón, and Revolution
in Havana!(Duke, 2011); y El Sistema: Orchestrating Venezuela’s
Yo u t h (OUP, 2014). Fue co-investigador del proyecto Growing
Into Music del programa Beyond Text del Consejo de
Investigación en Artes y Humanidades (AHRC) del Reino
Unido, por medio del que hizo una serie de películas sobre
el aprendizaje musical infantil en Cuba y Venezuela, así
como investigador asociado del proyecto del Consejo
Europeo de Investigación (ERC) titulado Music, Digitisation,
Mediation: Towards Interdisciplinary Music Studies.
Más información sobre el autor y su obra en http://
es.tocarypensar.com.
Geoff Baker
Music Department, Royal Holloway University of London
Egham, Surrey TW20 0EX (Reino Unido)
geoff.baker@rhul.ac.uk