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El regreso de las epidemias: Salud y sociedad en el Peru del siglo XX

Authors:

Abstract

Investigaciones sobre distintas epidemias ocurridas en el Perú durante el siglo veinte; eventos dramáticos de una extraordinaria riqueza informativa que proporcionaban diversas perspectivas sobre la salud pública, la política y la sociedad.
EL REGRESO DE LAS EPIDEMIAS
Salud y sociedad en el Perú del siglo XX
EL REGRESO DE
LAS EPIDEMIAS
Salud y sociedad en el Perú
del siglo XX
MARCOS CUETO
I
EP Instituto de Estudios Peruanos
Serie: Estudios Históricos 22
© IEP Ediciones
Horacio Urteaga 694, Lima 11
TeIf. 332-6194
Fax (5114) 332-6173
E-mail: iepedit@iep.org.pe
ISBN 9972-51-011-5
ISSN 1019-4533
Impreso en el Perú
Ampliación de impresión, octubre del 2000
500 ejemplares
Hecho el depósito legal: 1501132000-3601
Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas de este
libro por cualquier medio sin permiso del Instituto de Estudios Peruanos.
CUETO, Marcos
El regreso de las epidemias: salud y sociedad en el Perú del siglo XX.-Lima: IEP,
1997.-- (Estudios Históricos, 22)
/HISTORIA / SALUD PÚBLICA / ENFERMEDADES INFECCIOSAS /
PESTE BUBÓNICA / FIEBRE AMARILLA / TIFUS / VIRUELA / MALARIA /
CÓLERA / SIGLO XX / NÚÑEZ BUTRÓN, MANUEL / FUNDACIÓN
ROCKEFELLER / PERÚ / LIMA / PUNO /
W/05.01.01/E/22
CONTENIDO
Abreviaturas 8
PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS 11
INTRODUCCIÓN 15
l. LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA EN LIMA
Y EN LA COSTA PERUANA, 1903-1930 25
2. SANIDAD DESDE ARRIBA: LA FIEBRE AMARILLA, LA COSTA
NORTE Y LA FUNDACIÓN ROCKEFELLER 59
3. TIFUS, VIRUELA E INDIGENISMO: MANUEL NÚÑEZ BUTRÓN
Y LA MEDICINA RURAL EN PUNO 87
4. IDENTIDAD REGIONAL Y MALARIA EN EL PERÚ DEL
SIGLO XX 127
5. CULPANDO A LAS VÍCTIMAS: EL CÓLERA DE 1991 173
6. CONCLUSIONES Y EPÍLOGO 219
BIBLIOGRAFÍA 227
Abreviaturas
ACCT Archivo de la Cámara de Comercio de Trujillo, Trujillo.
ADA Archivo Departamental de Ayacucho, Ayacucho.
ADCa Archivo Departamental de Cajamarca, Cajamarca.
ADCu Archivo Departamental del Cuzco, Cuzco.
ADLa Archivo Departamental de Lambayeque, Chic1ayo.
ADP Archivo Departamental de Piura, Piura.
ADPu Archivo Departamental de Puno, Puno.
AGHUB Archivo General e Histórico de la Universidad de Barcelona, Barcelona.
AGN Archivo General de la Nación, Lima.
AHBMC Archivo Histórico de la Biblioteca Municipal del Cuzco, Cuzco.
AID Agencia Internacional del Desarrollo.
AMPa Archivo Municipal de Paita, Piura.
AMPi Archivo Municipal de Piura, Piura.
BFM Biblioteca de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Mayor d
e
san Marcos
BMP Boletín Municipal de Piura
BN Oficina de Investigaciones Bibliográficas y Fondos Especiales de l
a
Biblioteca Nacional, Lima.
DC Diario de Chimbote, Chimbote.
EC El Comercio, Lima.
ED El Deber, Piura.
EGP El Grito del Pueblo, Ferreñafe.
ES (P) El Sol, Piura.
ES(C) El Sol, Cuzco.
ET El Tiempo, Chiclayo
ET (P) El Tiempo, Piura.
FR Fundación Rockefeller.
K Kanatari, Iquitos.
LI(C) La Industria, Chiclayo.
LI(P) La Industria, Piura.
L/(T) La Industria, Trujillo.
LR La Reforma, Trujillo.
O Oiga, Lima.
PMNB-A Papeles de Manuel Núñez Butrón, Arequipa.
PMNB- L Papeles de Manuel Núñez Butrón, Lima.
RAC Rockefeller Archive Center, New York.
RFA Rockefeller Foundation Archive.
RS Runa Soncco, Juliaca.
RSD Resumen Semanal, Desco, Lima.
S Satélite, Trujillo.
SCISP Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública.
PREFACIO Y
AGRADECIMIENTOS
ESTE LIBRO REÚNE una serie de investigaciones sobre distintas
epidemias ocurridas en el Perú durante el siglo veinte. Algo que me atrajo de
las epidemias fue que eran eventos dramáticos de una extraordinaria riqueza
informativa que proporcionaban una gran cantidad de perspectivas sobre la
salud pública y la enfermedad que no siempre estaban disponibles en las
clásicas fuentes de consulta. Es fácil encontrar en los archivos y en las
bibliotecas las referencias a hospitales y facultades de medicina o a las
hazañas médicas de doctores nota
b
les, pero pocas veces sabemos qué
p
ensaban de la medicina y de la salud la gente común y corriente. En una
crisis sanitaria todos parecen tener algo que decir y una variedad de fuentes,
como periódicos, papeles de las prefecturas y boletines municipales,
registran las discusiones sobre el bienestar físico y la salubridad colectiva.
Muchas de las opiniones que aparecen entonces forman consensos,
establecen diferencias y refuerzan patrones sociales y culturales que se van
tejiendo en el largo plazo.
Según este libro las epidemias y las políticas sanitarias destinadas a
combatirlas constituyen hechos fundamentales para explicar la historia de la
medicina y la percepción popular sobre la salud y la enfermedad en el país.
Asimismo sugiero que estos eventos dramáticos tuvieron un gran impacto en
la vida social y cultural peruanas del siglo veinte consolidando la autorida
d
estatal en la salud, contribuyendo a la diferenciación de regiones geográficas
del país, promoviendo una
12 MARCOS CUETO
asociación entre la enfermedad y algunos grupos sociales y creando una
retroalimentación entre las respuestas insuficientes y autoritarias y la
recurrencia de las epidemias. Sin embargo, estos eventos fueron también la
ocasión para comportamientos heroicos entre los médicos y para la aparición
de formas creativas, populares y efectivas de salud pública en la adversidad.
Las primeras instituciones que apoyaron mis investigaciones fueron
Fomciencias de Lima y el Social Science Research Council de Nueva York,
que me permitieron trabajar en archivos peruanos. Un año como
s
cholar in
residence en el Rockefeller Archive Center y otro como Mellonfellow del
Massachusetts Institute of Technology me permitieron acceder a una serie de
ublicaciones conservadas en el National Library of Medicine de
Washington, D.C. ya documentos de instituciones norteamericanas
relacionadas con la historia de la sanidad peruana como la Fundación
Rockefeller. De fundamental importancia fue la beca de la John Simon
Guggenheim Memorial Foundation que me permitió recoger nueva
información, elaborar un análisis más completo y crear una visión de con-
j
unto sobre la evolución de las enfermedades epidémicas y de la salud
ública en el Perú durante el siglo veinte. Asimismo, una beca del Ministerio
de Relaciones Exteriores de España me permitió consultar archivos en
Barcelona y otra beca del Wellcome Trust me llevó a la Biblioteca del
Instituto Wellcome de Londres, quizás la mejor biblioteca de historia de la
medicina en el mundo. El último capítulo sobre el cólera fue posible gracias
a la ayuda de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y del
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales que organizaron un concurso
de investigación sobre "Estado y Salud" en América Latina. La publicación
de este libro ha sido posible gracias al generoso apoyo de la OPS y la John
Simon Guggenheim Memorial Foundation.
Durante la investigación he contraído deudas con una serie de personas,
como los asistentes de investigación Mario Marcone, Jorge Blanco y César
Salas, los directores y empleados de los archivos y bibliotecas del Perú y del
extranjero, los entrevistados y médicos como Jaime Calmet, Eduardo
Monge, Humberto Guerra, Uriel García, Roger Guerra García y Carlos
Vidal, que conocieron parte de este trabajo y me dieron su opi
PREFACIO Y AGRADECIMIENTOS 13
nión. De la OPS debo agradecer la comprensión de Pedro Brito, Alberto
Pellegrini y Margarita Petrera. Mi reconocimiento especial para Lourdes
úñez Guillén y para Rosa Jacinta Núñez que me permitieron consultar la
colección de papeles de su padre Manuel Núñez Butrón en Yanahuara,
Arequipa, y en San Martín de Porres, Lima. Asimismo, agradezco a Grade
que apoyó los inicios de este trabajo y a los miembros del Instituto de
Estudios Peruanos, en especial a Carmen Montero, Cecilia Blondet, Aída
agata, Luis Miguel Glave y Carlos Contreras, y a los amigos de la
Universidad Peruana Cayetano Heredia, especialmente a los miembros del
Centro de Salud Pública. Reci
b
í valiosos consejos y aliento de colegas que
trabajan en la historia social y en la historia de la medicina como Nancy
Leys Stepan, Herbert S. Klein, Rafael Varón, Darwin Stapleton, Antonio
Lafuente, Jon Arrizabalaga, Anne Emanuelle Bim, Jaime Benchimol, Julyan
Peard, Ronald Numbers, Diana Obregón, Guenther Risse, Emilio Quevedo,
Paul Wendling y del querido historiador ecuatoriano recientemente fallecido
Eduardo Estrella. A todos ellos muchas gracias.
Debo reconocer la amabilidad de los editores de revistas que permitieron
que artículos míos que se habían publicado entre 1991 y 1992 sean la base
p
ara algunos de los capítulos de este libro. Entre ellas están Histórica, donde
apareció una versión preliminar del artículo sobre la peste en Lima (15
[1991]: 1-26). Otra revista peruana que incluyó un avance de mis estudios
sobre la malaria en La Convención fue Allpanchis (38 [1991]: 153-188). De
una manera parecida salió el artículo "Una reforma fallida: la Fundación
Rockefeller, la malaria y la salud pública en el Perú" en la Revista Peruana
de Ciencias Sociales (2 [1990]: 9-31). Asimismo, el Bulletin of the History
of Medicine publicó "Indigenismo and Rural Medicine in Peru: The Indian
Sanitary Brigade and Manuel Núñez Butrón" (65 [1991]: 22-41). La revista
H
ispanic American Historical Review publicó "Sanitation from Above:
Yellow Fever and Foreign Intervention in Perú, 1919-1922" (72 [1992]: 1-
22). Finalmente quiero dedicar este libro a mi familia, Cecilia, Alejandra,
Rodrigo y Vicente que siempre me apoyaron.
INTRODUCCIÓN
"Indio con viruelas". Detalle de la obra Trujillo del Perú de Baltazar J. Martínez Compañón.
1786.
LAS EPIDEMIAS HAN dejado de ser catástrofes distantes para convertirse
en realidades trágicas en los países pobres y en los desarrollados.l Ello tiene
que ver con la frustración de los sueños de conquista de la enfermedad
infecciosa que surgieron a comienzos .del siglo veinte, con la aparición de
nuevas patologías como el Sida y el Ebola y con una redefinición del
término que incluye cualquier enfermedad que ataca sorpresiva e
intensamente a una colectividad. Algunos historiadores han argumentado
con convicción que las epidemias son el factor oculto y verdadero de la
historia que explica el desenlace de muchos acontecimientos.2Por ejemplo,
que en realidad la civilización griega declinó por la malaria, que la Edad
Media acabó por la peste negra y que los Incas fueron vencidos por la
viruela y el sarampión que llegaron del viejo continente.3 Además, las
epidemias han fascinado a historiadores por otros motivos.
El estudio de las epidemias ha permitido analizar las bases eco lógicas
de la enfermedad colectiva y revelar dimensiones del tejido social que no
aparecen claras en la vida cotidia
1 A lo largo del libro se citará en las notas una versión abreviada de publicaciones y
documentos de archivo, cuyos datos completos aparecen en la bibliografía. Véase Fee y
Fox, AIDS; Mack, Time of Plague; Rosenberg, Explaining Epidemics; Garret, Comin
g
Plague.
2 McNeill, Plagues and Peoples; Crosby, The Columbian Exchange.
3 Sobre los diferentes usos de las epidemias entre médicos, historiadores y escritores, véase
Risse "Epidemics", 2-12.
18 MARCOS CUETO
na.4 Una epidemia magnifica la relación entre los sistemas económicos y las
condiciones de existencia; ilumina dimensiones poco conocidas de las
mentalidades, ideologías y creencias religiosas, e ilustra los esfuerzos y las
carencias por cuidar la salud pública.5Las epidemias son a veces un estímulo
p
ara la ampliación de la autoridad del Estado en áreas sociales que, como la
salud, no siempre estuvieron bajo su responsabilidad y han servido como un
lente de aumento para observar los temores, prejuicios, normas y
estereotipos sobre los enfermos, el cuerpo humano, el género, los grupos
étnicos y las clases sociales.6La variedad de percepciones, prácticas y
testimonios que surgen en una crisis epidémica, hacen evidente que la
enfermedad no es un simple hecho biológico de responsabilidad limitada de
los médicos.
En este sentido existen una serie de trabajos sobre el África y la India
que se inscriben en una de las áreas más dinámicas de la historia social, la
historia de la medicina en las colonias o en países del tercer mundo. Estos
estudios han mostrado que la salud pública ha sido a veces un instrumento
ara aumentar la productividad en las áreas de explotación económica, para
roteger la salud de los colonizadores, para crear estereotipos de inferioridad
de los nativos y para la difusión de una supuesta superioridad de la cultura
occidental que incluía una medicina más racional, eficaz y humanitaria.7
Algunas críticas a esta literatura es que ha prestado poca atención a la
historia natural de la enfermedad, se ha concentrado en las percepciones de
los médicos occidentales sobre áreas atrasadas del mundo y no ha tomado
muy en cuenta la percepción popular de la enfermedad y los patrones de res-
p
uesta de la población a las políticas sanitarias.
4 Briggs, "Cholera and Society"; Rosenberg, The Cholera Years; Evans, Death in Hamburg;
Slack, Impact of Plague; Ranger y Slack, Epidemics and Ideas.
5 Durey, Retum of the Plague; Cipolla, Fighting the Plague.
6 Delaporte, Disease and Civilization.
7 Algunos de los trabajos más recientes son Arnold, Colonizing the Body; Harrison, Public
Hea1th. Sobre América Latina: Silva, Epidemias de la viruela; Cooper, Epidemic
Disease; Frias Núñez, Enfermedad y sociedad.
INTRODUCCIÓN 19
En el Perú la historia de las epidemias, con excepción de algunas
investigaciones demográficas sobre el período colonial, es un área nueva.8
Los historiadores tradicionales de la medicina como Hermilio Valdizán y
Juan B. Lastres iniciaron hace algunas décadas una labor notable en relación
a las percepciones populares de la medicina, para luego concentrarse en la
reconstrucción del desarrollo institucional de la medicina occidental.
Lamentablemente su obra sólo fue continuada irregularmente. Uno de los
objetivos de este libro es contribuir a que la historia social peruana amplíe su
agenda de investigaciones e incluya a la salud y la enfermedad como
dimensiones importantes del pasado para comprender las condiciones de
vida de la población, las ideas populares sobre el bienestar y el deterioro
físico y mental, la consolidación de la autoridad estatal y la dinámica de los
movimientos sociales.
Este estudio quiere contribuir a la historia nacional e internacional sobre
las epidemias y la medicina analizando las causas, el impacto y las
respuestas a diversas enfermedades que atacaron distintos lugares del Perú
durante el siglo veinte.9Algo que distingue a esta investigación de otras es
que no se concentra en un solo tipo de dolencia sino que trata de varias
enfermedades que afectaron a la población peruana con el objetivo de
identificar patrones de respuesta individual, social y estatal que fueron
recurrentes. Uno de los objetivos de este trabajo es tratar de reconciliar la
historia natural y la historia social de la enfermedad prestando atención tanto
a los factores que explican la ecología de las epidemias en el país así como a
las reacciones sociales y a la enfermedad.
Las epidemias fueron producidas principalmente por la pobreza y
también por la carencia de una infraestructura sanitaria adecuada.
Generalmente comenzaron con un brote sorpresivo que luego de cierto
desconcierto fue identificado. Sólo cuando la enfermedad se intensificó se
tomaron medidas de urgencia que incluyeron a veces la creación de
organismos que acabaron integrándose al Estado. Asimismo, hay reaccio
8 Cook, Demographic Collapse; Dobyns, "Outline of Andean Epidemic", 493-515; Polo,
"Apuntes sobre epidemias", 50-109.
9 Véase "Introduction", en Cueto, Missionaries of Science, ix.
20 MARCOS CUETO
nes populares como la huida de los lugares afectados, la atri
b
ución del
contagio a grupos marginales o percibido s como extraños, la resistencia a
los métodos sanitarios autoritarios y la posterior atenuación tanto de la
epidemia como de las medidas sanitarias. En cada epidemia analizo tres
aspectos: el impacto de la enfermedad con una breve explicación de los
factores biológicos y ecológicos que la producen, las técnicas y políticas
implementadas para combatirla y las reacciones sociales. .
El estudio de las políticas sanitarias describe el desarrollo institucional
de los organismos de salud, la organización de campañas de control y
erradicación desarrolladas por instituciones nacionales e internacionales, el
uso de vacunas, sueros y técnicas de desinfección y fumigación y las
p
rácticas de médicos, charlatanes y curanderos indígenas. El estudio de las
respuestas sociales implica las actitudes de las autoridades regionales, la
Iglesia, los comerciantes, los médicos y los sectores populares ante medidas
como la suspensión del comercio y las comunicaciones por el cierre de
p
uertos, el desempleo producido por cuarentenas, la quema de viviendas, el
aislamiento de enfermos y la introducción de técnicas sanitarias que
alteraban las costumbres. Debido a que la definición de cada enfermedad es
distinta para cada grupo cultural que la experimenta y se modifica con el
tiempo, he tratado de no juzgar a los actores históricos en función de su
acercamiento a los conocimientos científicos contemporáneos sobre las en-
fermedades.10
El primer capítulo presenta la epidemia de peste bubónica que afectó a
las principales ciudades de la costa peruana entre 1903 y 1930. Esta
epidemia reveló las precarias condiciones de vida urbana, la duplicación de
trabajo por parte de organizaciones dedicadas a la sanidad y la tendencia de
culpar a los grupos más pobres, como los chinos, de ser responsa
b
les del
origen de la enfermedad. En esta primera epidemia existieron médicos que
atendieron esforzadamente a los enfermos en condiciones de adversidad y se
p
lantearon uno de los
10 Sobre la definición de enfermedades, véase Cunningham, "Transforming Plague", 209.
INTRODUCCIÓN 21
dilemas que acompañaría a los sanitarios por mucho tiempo: dedicarse a la
curación o promover medidas de más largo plazo como el saneamiento
ambiental y la organización de instituciones sanitarias estables. La creación
de la Dirección de Salubridad Pública en 1903, la primera agencia nacional
de salud, indica que los sanitarios de comienzos de siglo pudieron en alguna
medida aprovechar positivamente la campaña contra la peste.
En el segundo capítulo se discute la epidemia de fiebre amarilla de 1919-
1922 que atacó localidades de importancia portuaria y azucarera de la costa
norte y que fue controlada gracias a la intervención de la Fundación
Rockefeller. En esta campaña las políticas sanitarias fueron aplicadas de un
modo autoritario, con una gran confianza en la capacidad intrínseca de los
recursos tecnológicos, con poco énfasis en programas comunitarios de
educación y con una concepción que iba a perdurar: que en la lucha contra
las epidemias uno de los principales obstáculos de los sanitarios era la
p
oblación.
El tercer capítulo trata del esfuerzo por combatir el tifus y la viruela en
los Andes y por combinar la sanidad con el indigenismo. Los protagonistas
de esta historia fueron el médico Manuel Núñez Butrón y unas brigadas
sanitarias rurales que trabajaron en Puno durante los años treinta. Este caso
ilustra un esfuerzo exitoso de autoayuda, de colaboración con líderes
naturales de las comunidades, y enfatiza la capacidad de la población de
generar respuestas creativas y eficaces ante la adversidad.
El cuarto capítulo analiza las campañas de control y erradicación de la
malaria, una enfermedad endémica en la costa y en la selva, que se
sucedieron en el siglo veinte. Especial atención recibe la epidemia que
ocurrió en 1932 en Quilla
b
amba, ubicada en la selva del Cuzco. Esta
violenta epidemia mostró la vulnerabilidad de la población migrante, la
p
recariedad de la colonización de la ceja de selva y la resistencia de los
hacendados en construir una infraestructura sanitaria. Este capítulo subray
a
la importancia de patrones diferenciados de enfermedad según las
tradicionales regiones geográficas peruanas de costa, sierra y selva.
El estudio de la barrera ambiental que representaron estos patrones y de
su inflexión en los años sesenta, permite
22 MARCOS CUETO
comprender mejor el encuentro y desencuentro entre grupos culturales
diferentes. Por ejemplo, el control de la malaria fue uno de los grandes
estímulos para la migración de la sierra hacia la costa durante el período
1950-1970, ya que hasta entonces la enfermedad atacaba sobre todo a
serranos migrantes que trabajaban temporalmente en la costa. Muchas veces
estos trabajadores se resistían a migrar a la costa por la so
b
reexplotación a
que eran sometidos y el contagio de enfermedades como la malaria. A parti
r
de los años cincuenta con el rociamiento de insecticidas como el DDT, se
logró un notable control de la enfermedad que estimuló la migración de la
sierra a la costa y a la selva. Este hallazgo no quiere disminuir la importancia
de la crisis agraria, la urbanización y la industrialización en el proceso de
migración, sino agregar un elemento que faltaba en la historia social: el
impacto real y perci
b
ido de la enfermedad. Este mismo capítulo analiza la
frustrada erradicación de la malaria que se desarrolló durante los años
cincuenta. Este fracaso preparó el nuevo contexto donde se asignó meno
importancia a la salud pública.
El quinto capítulo examina la epidemia de cólera de 1991 que causó
oco más de 322,000 casos en todo el país y afectó la exportación de
p
escado, el comercio de alimentos y la industria turística, convirtiéndose
rápidamente en el símbolo de la crisis generalizada que se vivía entonces. El
p
rincipal legado de esta epidemia fue que consolidó una tendencia que atri-
uía la responsabilidad de la enfermedad a las víctimas de la misma,
disminuía la importancia del saneamiento ambiental y consideraba a la salud
p
ública como un asunto individual y familiar y no como una competencia el
Estado.
El título de este libro es una alusión a la retroalimentación que existe
entre la pobreza y la enfermedad. Cada cierto tiempo países pobres como el
Perú vuelven a enfrentar una epidemia que generalmente recibe respuestas
autoritarias, controlistas e insuficientes. Es necesario subrayar, como
señalaban los sanitarios del siglo diecinueve, que la pobreza produce en-
fermedad, pero la enfermedad también produce pobreza reflejada en
desempleo, incapacidad para afrontar la vida y la muerte.
Existe en este libro el deseo de ser relevante en términos
contemporáneos. El estudio sobre las epidemias puede contri
INTRODUCCIÓN 23
buir a una reflexión contemporánea del Perú, es decir, pensar en una
p
erspectiva de larga duración en el abismo existente entre los problemas
sociales y los recursos disponibles para solucionarlos, los límites del
esfuerzo individual en la lucha contra la adversidad, la relación que existe
entre la fragmentación étnica y las políticas sociales autoritarias y desconti-
nuadas, las dificultades reales e imaginarias que han existido para la
convivencia de distintos grupos humanos y la recurrencia de soluciones
temporales como respuestas a las crisis.
Los peruanos experimentan hoy un marcado deterioro de su salud, el
retorno de varias enfermedades que parecían controladas y la amenaza que
se desaten nuevas epidemias. Hay la esperanza del autor que este estudio
sugiera que la historia futura puede ser distinta y mejor.
1
La ciudad y las ratas: LA PESTE BUBÓNICA EN LIMA Y EN
LA COSTA PERUANA, 1903-1930
Aviso del diario El Comercio. Tomado de El siglo XX en el Perú a través de El Comercio.
Tomo 1,1901-1910. Lima 1991.
Puerto del Callao, primero de mayo de 1903.
Cuando la señora Figueroa vestía el cuerpo de su hijo Pedro para el
entierro, palpó una extraña hinchazón en el cuello del cadáver. Nadie le dio
importancia al descubrimiento hasta días después cuando diez de los setenta
trabajadores del Molino donde laboraba Pedro Figueroa enfermaron
gravemente de un mal desconocido que les secaba la lengua, les hinchaba los
ojos, los bañaba en fiebre y les producía bubones del tamaño del huevo de
una paloma en el cuello, la ingle y las axilas. Quizás entonces, algunos
p
ensaron que había una relación entre su sufrimiento, la muerte de Pedro y el
hedor de las ratas muertas del Molino.
Ésta fue una de las primeras noticias en el Perú de una terrible epidemia
de peste bubónica, una enfermedad transmitida por la picadura de las pulgas
de ratas infectadas con el parásito Yersinia pestis y cuyo inicio entre los
seres humanos es precedida por una epizootía de roedores, es decir una
mortandad de las ratas infectadas. 1 Entre 1903 y 1905 la peste se extendió a
Lima ya los principales puertos del país convirtiéndose, poco después, en un
rasgo característico de todos los departamentos de la costa y de algunos de la
sierra. Durante los años en que la peste fue endémica (1903-1930) se
hicieron visibles las graves deficiencias de la vida urbana, se promovió una
p
olítica sanitaria caracterizada por medidas paliativas y se generaron
diversas respuestas sociales e individuales ligadas al miedo, a diferencias
culturales y a intereses económicos.
1 Sobre la peste Pollitzer, Plague; Kiple, Cambridge World History, 628-631.
28 MARCOS CUETO
L
as ratas y la peste
A comienzos del siglo veinte, Lima y otras localidades de la costa estaban
idealmente ambientadas para cobijar ratas, ratones y pericotes. Estos
roedores podían difundirse fácilmente por el hacinamiento de las
p
oblaciones, la tugurización de las viviendas, la precariedad de las
construcciones, la acumulación de basuras y la persistencia de conductas
antihigiénicas. Estas costumbres incluían el miccionar y defecar en la vía pú-
b
lica y el arrojar cualquier desperdicio confiando en el apetito de gallinazos,
p
erros, burros y otros animales que deambula
b
an por la calle. Una solución
p
arcial a este problema fue el traslado de las basuras en carretas a los así
llamados muladares, que surgieron al final del período colonial como una
manera de concentrar los desperdicios en zonas periféricas urbanas. En la
ciudad de Lima, por ejemplo, gran parte de las sesenta toneladas de basuras
que hacia 1903 se producían diariamente eran llevadas a los muladares
ubicados en las márgenes del río Rímac. Para entonces ya estaban en el perí-
metro urbano. En el de Tajamar, cerdos se alimentaban de desperdicios y
cerca del muladar de Monserrat existía un matadero.2 A la ausencia de un
sistema eficiente de baja policía se sumaba la pésima condición del desagüe.
A pesar de diversos esfuerzos realizados desde mediados del siglo
diecinueve por establecer canales cerrados, la mayoría de localidades ur-
b
anas tenían acequias abiertas que recorrían la vía pública. Las principales
ciudades, como Lima, contaban con un sistema de alcantarillado cerrado
p
ero precario y las viviendas tenían silos de poca profundidad que eran
magníficos criaderos para las ratas. 3
Las viviendas eran en general insuficientes e insalubres. A pesar que
Lima extendió su perímetro urbano en más de un kilómetro entre 1896 y
1904, las viviendas y los servicios no eran los necesarios para una población
que creció aceleradamente de 100,194 pobladores en 1896 a 139,289 en
1903.4 La
2 Tamayo y Mostajo, "Cremación", 1-6.
3 Ribeyro, Saneamiento, 13-14; Gómez, "Sobre la peste."
4 Cisneros, "Monografía de Lima", 179; Málaga, Datos demográficos, 4.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 29
mayoría de las casas se caracterizaba por tener paredes huecas, cavidades
amplias entre el entablado de las habitaciones y el suelo, adobes en la planta
b
aja y telares de quincha en la planta alta, es decir condiciones propicias
p
ara el refugio de las ratas. Según un estudio de la época, ni siquiera las
mejores casas limeñas eran de concreto (lo que hubiese impedido la
introducción de las ratas).5 En el otro extremo social, las condiciones
favorables para los roedores abundaban. En las poblaciones más pobres de la
costa, las viviendas consistían en una reducida habitación alzada con barro o
caña, los mercados se improvisaban en las orillas de los ríos desde donde
contaminaban el agua y el medio ambiente, y las calles eran estrechas y
tortuosas y no tenían pavimentación.
Sistemas ineficaces de eliminación de desperdicios, viviendas hacinadas
y depósitos de alimentos y de granos descuidados que atraían a las ratas,
eran condiciones que imperaban en diversos puntos de la costa. En el puerto
de Mollendo, la salida más importante para las mercaderías del sur, las casas
de madera estaban construidas sobre un plano inclinado y formaban en s
u
b
ase un vacío llamado "sucucho" donde se depositaba la basura y se
guarecían los roedores.6 Por el otro extremo, Paita, el puerto de entrada de la
costa norte, estaba formado por casuchas de caña que se levantaban sobre
calles de tierra y por depósitos de madera de las compañías de vapores y las
casas comerciales. Según un médico del puerto: "La naturaleza de las
construcciones... se presta a las maravillas, para enclaustrar indefinidamente
el germen de la peste. Pocas, poquísimas, son las casas susceptibles de
desinfección" 7
Otra dimensión del problema de la vivienda en las ciudades más
grandes era el de la tugurización. En Lima, por ejemplo, los cuartos amplios
y techos altos de las viejas casonas estaban separados con maderas para
formar varios pisos de pequeñas habitaciones. El objetivo de estas
subdivisiones era
5 Prontuario de Legislación, 3:42-45.
6 Un médico describió los "sucuchos" como "silos malolientes". Ramón Ribeyro, "La peste
en Moliendo", EC, octubre 25,1903,2-3.
7 "Informe del Médico Titular de Paita acerca de la peste bubónica durante agosto de 1905",
en Registro Oficial de Fomento, Dirección de Salubridad Pública, 171-172.
30 MARCOS CUETO
obtener el mayor número de inquilinos. Por reunir a varias familias de
p
obres recursos estas casonas fueron conocidas como "casas de vecindad".
Un médico describió vívidamente el interior de una de estas moradas:
Llegando al segundo piso lo encontramos constituido por pasadizos
estrechos... a ambos lados se encuentran los llamados... departamentos,
pues sólo constan de una sola pieza... de 2 a 3 metros y a los que la luz
y
el aire penetran por una puerta pequeña, encima de la que se ve una
ventanilla que en muchas está cubierto por un lienzo, de modo que es de
imaginarse la obscuridad tan completa que en ellos domina... la
humedad tan grande, hace de cada habitación un foco de insalubridad,
en el que viven... de 2 a 6 personas y más.8
En el centro de Lima se produjo otra forma de hacinamiento: los
callejones. En ellos se aglomeraban las familias, la suciedad y por supuesto,
las ratas. No debe haber sido un caso aislado el siguiente testimonio
p
eriodístico sobre un callejón de la ciudad: "Enormes ratas casi
domesticadas viven allí en amable intimidad con los chicos del vecindario".9
La epidemia sirvió para que los médicos destacaran las precarias
condiciones de vida. Por ejemplo, a fines de 1904 se realizó una evaluación
del tipo de viviendas de donde provenían los 386 casos de peste internados
en el hospital de aislamiento, o Lazareto, que dio como resultado que la
mayoría, 126, eran callejones. 10 El médico Rómulo Eyzaguirre calculó el
p
orcentaje de personas que vivían en menos de una habitación en cada uno
de los cinco cuarteles en que estaba organizada Lima. Este estudio demostró,
una alta tasa de hacinamiento que variaba entre 55 por ciento en el cuartel
dos (que era el más bajo) a 78 por ciento en el cuartel cinco (el más alto).
Eyzaguirre, también relacionó el porcentaje de hacinamiento con las razas y
encontró que los cuarteles más hacina
8 Portella, "La higiene en las casas", 28-29, BFM.
9 "Casas de vecindad", EC, mayo 24, 1903,2.
10 Agnoli, "La peste en Lima", 2.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 31
dos correspondían en una gran proporción a poblaciones de indios y
mestizos (52 por ciento en el cuartel cinco). Esto, sumado al hecho que el
cuartel cinco, próximo al río Rímac, se caracterizaba por tener a familias
p
obres ya los tres principales muladares de la ciudad, explican por qué este
cuartel tuvo la mayor cantidad de internos en el Lazareto (111 del total de
386 internos por peste). 11
A estas condiciones que facilitaban la multiplicación de roedores, se
sumó el crecimiento del comercio internacional a comienzos del siglo veinte
que acentuó el contacto de los puertos peruanos con embarcaciones que
p
rovenían de regiones donde la peste era endémica. El origen de la peste en
el Perú fue atribuido a la embarcación "Serapis" de Bangok, el foco de la
p
andemia de peste que se extendió por el mundo a partir de 1894, que a fines
de diciembre de 1902 acodó en el Callao con más de diez mil sacos de arroz
p
ara el Molino Milne.12 El crecimiento del número de viajes, pasajeros, mer-
caderías y de ratas entre los puertos peruanos, puso en contacto a
p
oblaciones sanas con enfermas. La intensificación del comercio marítimo
alentó el crecimiento desordenado de ciudades y puertos. En un patrón que
se iba a mantener por el resto del siglo veinte, la urbanización del país fue
siempre más rápida que la provisión de la infraestructura sanitaria.
La evolución de la peste en los principales departamentos atacados que
p
resenta el Cuadro 1:1 indica que las epidemias aparecieron en olas
irregulares con la tendencia a minimizarse allí donde el brote inicial fue
severo. La forma más común de peste fue la bubónica, menos ofensiva y más
dificil de ser adquirida que las otras dos manifestaciones de esta enfermedad
(septicémica y neumónica).13 La enfermedad alcanzó un
11 Ibid.
12 El Perú tuvo más casos de peste que cualquier otro pais latinoamericano, hasta 1930. Mall
y Baughman O'Leary, "Plague", 700.
13 En la peste septicémica, una forma aguda de la bubónica, el bacilo invade la sangre y
causa la muerte antes que aparezcan los bubones. La neumónica empieza como la
b
ubónica y se complica con neumonia. Se difunde por la inhalación del esputo de un
enfermo. De los 940 casos de peste de 1904, e1 86 por ciento fueron bubónicos y sólo tres
por ciento neumónicos, McNulty, "Contribución al estudio", 18, BFM.
32 MARCOS CUETO
p
rimer cenit en 1908 con 1,691 casos y un segundo pico, luego de unas
lluvias torrentosas, en el año de 1926 con 1,200 casos. 14 Las lluvias
inundaron las guaridas de los roedores favoreciendo con ello la invasión de
las viviendas por las ratas. A pesar de su espectacularidad, la peste nunca
causó una mortalidad más alta que otras enfermedades infecciosas como la
tuberculosis.
Hacia 1910 la peste se transformó de una enfermedad cuyo foco eran los
p
uertos, a un mal que tenía un nicho rural, probablemente en las ratas del
campo, que a su vez contagiaban a los cuyes domésticos al ir a las viviendas
a buscar refugio y alimento. Las ratas acudían a los depósitos de maíz, ce-
reales y otras cosechas que existían en los "altillos" de las habitaciones, un
entarimado cercano al techo. Cuando los roedores morían en estos "altillos",
las pulgas caían directamente al piso encontrando en los seres humanos una
nueva fuente de alimento e infección.
Durante las dos primeras décadas de este siglo, la peste fue
p
articularmente severa en la costa norte. Hacia fines de la década que se
inició en 1910, la peste se extendió con intensidad a regiones andinas de
p
oca altura como las sierras de los departamentos de Piura, Lambayeque y
Cajamarca. Ello ocurrió por el transporte de piojos contaminados en las
mercaderías que llevaban los arrieros que hacían el tráfico comercial entre la
costa y la sierra.15 Las comunidades serranas tam
b
ién eran reinfectadas a
través del contacto con focos endémicos de la costa o del Ecuador como
Loja. Entre 1920 y 1930, se registró la peste en Huancabamba y Ayabaca y
se extendió un rumor que existía peste neumónica en Piura.16 En Cajamarca
la peste se inició en las provincias que estaban más próximas a la costa, de
donde salían trabajadores migrantes a las haciendas costeñas. En este
departamento la letalidad fue
14 Moll y Baughman O'Leary, "Plague", 700.
15 En Cajamarca había peste desde comienzos de siglo. Director de Salubridad a Prefecto.
Febrero 14, 1913. Serie Prefectura Cajamarca. Subserie Ministerio de Fomento. Leg. 221,
Años 1913-1920. ADCa.
16 "La organización de los servicios", 23; Ramos Díaz, "Epidemiología de la peste", 776-781;
Macchiavello, "Estudios sobre la peste, IlI", 484-512.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 33
marcada: hasta 1916, 213 de los 351 casos registrados, habían fallecido. 17
Cuadro 1:1
Casos de peste bubónica en la costa norte del Perú: 1903-1930
Quinquenio Paita Chic1ayo Pacasmayo Trujillo Lima Total en
la costa
norte (a)
1903-1905 254 282 377 106 533 1,873
1906-1910 321 542 433 1,729 783 4,300
1911-1915 45 444 367 978 611 3,649
1916-1920 236 132 295 814 492 3,017
1921-1925 169 230 140 422 699 3,448
1926-1930 16 133 270 244 322 1,556
Total 1,041 1,763 1,882 4,293 3,440 17,843
Fuente: C.R. Eskey, "Epidemiological Study of Plague in Perú, 1931", R.G. 90, United States
Public Health Service, Foreign Goverments, "Peru", File 0425, Box 37, National Archives,
Washington, D.C.
(a) El total comprende además Sullana, Piura, Lambayeque, Santa Chancay, Callao,
Cañete, Chincha, Pisco, lea, Camaná e 1slay.
La peste creó su propio círculo de reinfección.18 Al extenderse de los
puertos al campo y a la sierra, nuevos poblados de la costa que se habían
librado en una primera instancia quedaron expuestos a reinfecciones. La
estacionalidad de la peste y la escasez de recursos hizo que los pobladores de
la costa se acostumbraran a que entre los meses de noviembre y marzo, es
decir durante el verano cuando mejoraban las con
17 Director de Salubridad a Prefecto. Noviembre 22, 1916. Serie Prefectura Cajamarca. Sub
serie Ministerio de Fomento. Leg. 221, Años 1913-1920. ADCa.
18 Primero Contumazá y después Cutervo y Hualgayoc. Prefecto a Director de Salubridad,
octubre 18, 1917; septiembre 9,1920 Y julio 12, 1922. Serie Prefectura Cajamarca.
Subserie Libros Copiadores de la Prefectura a los Ministerios. Leg. 659, Años 1916-1922.
Sobre Hualgayoc y Contumazá, Director de Salubridad a Prefecto, septiembre 30, 1921 y
octubre 10, 1921. Serie Prefectura Cajamarca. Sub serie Ministerio de Fomento. Leg. 222,
Años 1921-1929. ADCa.
34 MARCOS CUETO
diciones ambientales para la multiplicación de las ratas, se presentase, con
mayor o menor intensidad, la peste.
¿Cómo enfrentaron los pobladores y las autoridades peruanas la peste en
un contexto que parecía producida? Durante las primeras décadas del siglo
veinte se ensayaron diversas soluciones. La primera respuesta surgió cuando
la peste se extendió del Callao a Lima, cuando se hicieron evidentes las
graves repercusiones económicas de la enfermedad y cuando se generalizó el
temor entre la población.
E
l pánico y la campaña en Lima
A fines de 1903 la peste llegó a Lima creando pánico, los rumores atribuían
cualquier muerte súbita a la peste. A pesar que era desconocida en el país
muchos podían relacionarla con historias apocalípticas de la peste que atacó
a la Europa medieval.19 Mayor preocupación causó la noticia que buques
p
rovenientes del Callao no serían recibidos en ningún puerto del mundo y
que buques extranjeros no vendrían al Perú para evitar cuarentenas. Como
consecuencia subieron los pasajes, el correo, los fletes y los productos de
p
rimera necesidad. La situación era grave ya que uno de los principales
ingresos del gobierno eran las aduanas. Según un diario había que actua
r
rápidamente porque: "No se trata ya simplemente de salvar vidas sino de
salvar nuestros intereses económicos y fiscales". 20
Un obstáculo para la organización de una campaña contra la peste fue la
inexistencia de un aparato sanitario eficiente que cubriese el territorio
nacional. Las municipalidades, que desde fines del siglo diecinueve estaban
encargadas de la higiene urbana y de la baja policía en calles, mercados,
mataderos y edificios, y las Sociedades de Beneficiencia, que controlaban
hospitales y hospicios, fueron rebasadas en una situación crítica como la del
año 1903. Este vacío fue cubierto parcialmente por tres instituciones nuevas:
el Instituto Muni
19 El primer enfermo de peste en Lima fue Cirilo Rojas, un joven indígena que trabajab
a
cerca del camal. Boza, "Contribución al estudio", 5. BFM.
20 "Editorial", EC, septiembre 14, 1903,2.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 35
cipal de Higiene de Lima organizado en 1902, la Dirección de Salubridad
Pública creada en 1903 y la Junta Directiva de la Campaña contra la Peste
Bubónica de la Provincia de Lima, fundada a comienzos de 1904.
El surgimiento de estas instituciones se debió en parte a la sensación de
urgencia que crea una emergencia, un factor que generalmente precipita
cambios legales e institucionales en países pobres como el Perú. La urgencia
sanitaria encontró apoyo en el clima de modernización, que vivía el país a
comienzos del siglo veinte. Después de su derrota en la Guerra con Chile
(1879-1883), el Perú experimentó un crecimiento económico basado en la
exportación de minerales y reconstituyó una élite política representada en el
Partido Civil. Esta era una agrupación de prominentes abogados,
comerciantes y hacendados costeños, que después de pocos años de alianza
con el caudillo Nicolás de Piérola empezaron a gobernar solos, precisamente
hacia 1903.21 El período político que se inició en 1895 con elecciones
controladas es conocido como la "República Aristocrática" y se extendió
hasta 1919. La élite civilista consideró la protección sanitaria de los puertos
y de las ciudades como una responsabilidad del Estado y como un requisito
p
ara el progreso de la economía de exportación.
Aunque la Dirección de Salubridad nació en respuesta a la peste, sus
funciones trascendieron el objetivo inmediato de su creación. El temo
r
causado por una enfermedad nueva en el país fue utilizado para crear el
p
rimer organismo estatal enca
r
gado de la salud pública a nivel nacional. Las
organizaciones que precedieron a esta Dirección durante el siglo diecinueve
fueron débiles y poco reconocidas. La Dirección estuvo adscrita al
recientemente creado Ministerio de Fomento y tuvo bajo su control a los
médicos titulares encargados de las provincias, a los lazaretos, a las
estaciones sanitarias establecidas en los puertos y al Instituto Nacional de
Vacuna, responsable de producir la vacuna contra la viruela. Aunque la
Dirección no cumplió un rol destacado en los primeros años de combate a la
p
este, su importancia fue creciendo y fue la base sobre la que se fundó en
1935 un Ministerio encargado de la salud.
21 Miller, "The Coastal Elite"; Burga y Flores Galindo, Apogeo y crisis.
36 MARCOS CUETO
El Instituto Municipal de Higiene fue creado poco antes de la epidemia
p
or el alcalde Federico Elguera, integrante de la élite civilista, quien se
inspiró en los institutos de higiene creados en las principales ciudades
europeas y latinoamericanas desde fines del siglo diecinueve. Entre las
funciones del Instituto estuvieron la producción de sueros y vacunas, la vi-
gilancia de los remedios y alimentos que se vendían y el análisis de orina,
sangre, heces y de la leche de las nodrizas.22 Su primer director fue el
italiano Ugo Biffi quien varias veces identificó en la sangre de los enfermos
el bacilo de la peste y organizó campañas sanitarias en provincias. El trabajo
de Biffi consolidó el prestigio de la bacteriología y de la teoría del germen
de la enfermedad en el Perú. La bacteriología, una disciplina que se
desarrolló desde la década de 1880 en Europa y que se enseñaba en la
Universidad de San Marcos desde 1895, descartó las explicaciones
miasmáticas que atribuían el origen de las enfermedades infecciosas a
materias orgánicas en descomposición que se introducían en la piel o en la
sangre. La Academia Nacional de Medicina utilizó el saber bacteriológico al
formar una comisión que confirmó la naturaleza de la peste analizando el
líquido extraído de los ganglio s de los enfermos donde se halló el bacilo
P
astereulla pestis. 23
La institución que alcanzó mayor notoriedad durante la epidemia fue
aquella creada con el carácter más efímero, la Junta Directiva de la Campaña
contra la Peste Bubónica de la Provincia de Lima. La Junta, organizada al
estilo de las que se formaban durante las epidemias del siglo diecinueve fue
financiada por el Estado y estuvo constituida por representantes del
gobierno, la Municipalidad, la Beneficencia y la Cámara de Comercio de
Lima.24 Juan B. Agnoli, un destacado médico italiano que era Inspector de
Higiene en la administración de Elguera, fue nombrado presidente y tesorero
de la Junta.
El nombramiento de Agnoli indica la necesidad de otorgar el poder de
aplicar medidas sanitarias radicales a alguien res
22 Basadre, Historia, 7:3413-3459; Valdizán, Médicos italianos, 174.
23 El microbio de la peste era conocido desde 1894. Artola, Arce y Lavoreria, La peste. Sobre
la bacteriología peruana, Cueto, Excelencia científica, 120-126. Sobre Bíffi su obra
Saneamiento.
24 Agnoli, "La peste en Líma", 3.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 37
p
etado y experimentado. Formado en la Facultad de Medicina d
e
Bologna, llegó a Lima hacia 1887 convirtiéndose en uno de los médico
s
más importantes del Hospital Italiano. Sus estudios sobre l
a
anquilostomiasis y la tuberculosis fueron publicados en La Crónic
a
Médica, la revista médica peruana más importante de entonces. Gracias
a
su talento, dedicación, formación europea y lazos con la élite limeña (s
e
casó con una dama de alta sociedad), Agnoli pudo alcanzar en poco
s
años lo que muchos profesionales siempre esperan: ser admirado por su
s
colegas y buscado por una numerosa clientela. Este prestigio le permiti
ó
imponer con rigor medidas severas. Agnoli estaba convencido que s
e
p
odía controlar la enfermedad en corto tiempo si se le daban fondo
s
suficientes y poderes ejecutivos.25
La Junta dirigida por Agnoli llegó a emplear a poco más de cie
n
p
eones encargados de la visita a los domicilios, la caza de roedores, e
l
traslado de los enfermos al Lazareto y el entierro de los muertos. Agnol
i
también dirigía a albañiles encargados de tapar las bocas de la
s
madrigueras de las ratas, echar alquitrán a los zócalos, destruir lo
s
tabiques y cielos rasos por donde podían entrar los roedores
y
eventualmente destruir las edificaciones. Asimismo, bajo l
a
responsabilidad de Agnoli una policía de salubridad estaba dedicada
a
vencer la resistencia de la población.26 Es importante destacar que la
s
p
rioridades de la campaña fueron la identificación de los casos, e
l
aislamiento de enfermos y la rápida inhumación de cadáveres. A pesar d
e
su efectividad, la cacería de roedores y la incineración y reconstrucció
n
de locales no llegaron a ser muy importantes.
El procedimiento que habitualmente se seguía cuando era detectad
o
un caso de peste consistía en llevar el enfermo al Lazareto, aislar a lo
s
p
arientes y fumigar con azufre la vivienda. La fumigación fue mu
y
p
opular desde fines del siglo diecinueve debido a la creencia que l
a
enfermedad estaba en el aire o impregnada en los objetos. En los caso
s
extremos se destruía la casa del enfermo. El traslado al Lazareto se hací
a
en
25 Valdizán, Médicos italianos, 133-136; "Agnoli, Juan B." en Valdizán, Diccionario de
Medicina, 1:50.
26 Agnoli,"La peste", 54-55.
38 MARCOS CUETO
carros de zinc construidos especialmente por la Municipalidad; las camillas
en las que eran transportados los enfermos eran incineradas y los que
fallecían eran enterrados rápidamente en lugares apartados del cementerio.
Durante la campaña, Agnoli estableció estrictas medidas como la
p
rohibición que en las casas se críen aves domésticas, perros, cuyes, conejos
y gatos, por el temor que estos difundiesen la enfermedad y la clausura
temporal de colegios, templos, circos y los lugares donde existiera
aglomeración de personas. Estas prohibiciones fueron rezago s de ideas
médicas superadas, porque ya entonces se consideraba que además de la rata
no existía otro animal que fuese un reservorio permanente de la peste y
p
orque la principal forma de contagio de la peste bu
b
ónica era a través de la
p
ulga de la rata (a diferencia de la peste neumónica, más
r
ara en el Perú, que
se produce por un contacto entre personas).27 Asimismo, para ganar la
colaboración de la población se estableció premios pecuniarios. La Mu-
nicipalidad compró en 5 soles cada rata muerta y pagaba una cantidad
p
arecida por la denuncia de un enfermo de peste.28 La medida no duró
mucho porque se denunciaron pocos casos y porque indujo a personas de
p
ocos recursos y menos escrúpulos a organizar criaderos de ratas para
venderlos a la Junta. El pánico a la peste y las medidas que obligaban a un
control policial, generaron diversas reacciones.
L
as respuestas sociales
El cuestionamiento a la intervención sanitaria se originó en parte por las
diferencias que existían con respecto a la percepción de la salud y de la
enfermedad. La peste llegó a un medio donde no tenía hegemonía la
bacteriología y donde no era común que la medicina afectase la vida
cotidiana de las personas. Una muestra de que el cuestionamiento a la
bacteriología se producía entre los propios médicos fue la memoria de 1903
27 "La situación sanitaria", EC, mayo 10, 1903,2; Long, "Cooperative Campaign", 2164.
28 "La situación sanitaria", EC, mayo 10, 1903, 1.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 39
del médico titular de Piura, donde se alababa la higiene y se dudaba de los
nuevos descubrimientos realizados con el microscopio: "No se ha resuelto
aún si los microbios... son los que producen las enfermedades, o si son ellos
p
roducidos por las alteraciones patológicas del organismo.”29
La falta de uniformidad con respecto al origen de la enfermedad se
tradujo en una diversidad de tratamientos, jabones y remedios producidos
p
or farmacéuticos y charlatanes que eran vendidos como la salvación de l
a
p
este. Entre los más notables estuvieron: el "Jabón Fénico," que aludía al
nombre de un ácido; "Tanglefoot," que además de evitar la propagación de la
p
este destruía las moscas; "Fernet Branca," un licor que se tomaba como
aperitivo antes de la comida; y la "Legía Anti-
b
ubónica" que, además de
desinfectar, refrescaba el cutis, dejaba limpios los pisos de las habitaciones y
mataba todo tipo de insectos. 30 La frecuente propaganda de estos remedios
en los diarios sugiere que fueron aceptados por parte de la po
b
lación. L
a
distribución del suero Haffkine y la vacuna Yersin, promovidos por la Junta,
fue objeto de polémica. Se acusaba a miembros de la Junta de saca
r
p
rovecho de la situación po
r
que estos productos eran relativamente caros e
importados de Francia, y eran vendidos en la botica de uno de los inspecto-
res de la municipalidad. 31
La mayoría de la población no creía que la peste se originase en seres
microscópicos o que fuese de necesidad mortal. Popularmente se empezó a
denominar "secas" o "hinchazones" a la enfermedad. El nombre provenía del
hecho que cuando un paciente llegaba a la convalecencia, los bubones
supuraban y se secaban. Como esto ocurría en el proceso de recuperación se
p
ensaba que la peste no era mortal y frecuentemente atribuían la muerte del
p
aciente a la aplicación del suero antipestoso.32 La medicina doméstica y
tradicional te
29 Emilio Espinoza, "Memoria del médico titular de Piura, 1903", Registro Oficial de
l
Departamento de Piura (marzo 20, 1904), 2-3. ADP.
30 Los avisos en EC, mayo 27, 28, 1903, 1.
31 Prontuario, 3:591-592.
32 Prefecto a Director de Salubridad. Marzo 22, 1906. Serie Prefectura Cajamarca. Subserie
Libros Copiadores de la Prefectura a los Ministerios. Leg. 655, Años 1904-1911. ADCa.
Pérez, "Algunas consideraciones", 70, BFM.
40 MARCOS CUETO
nía sus propias explicaciones. En Cajamarca aún existe una tradición oral,
que quizás se remonta a comienzos de siglo, que considera a la peste como
un ser maligno que no había que ofender u obstaculizar. Según esta
tradición, una niña encuentra a la peste disfrazada como una mujer vestida
de negro que toma ovejas de su corral pero decide no denunciarla.
Posteriormente, la peste devuelve las ovejas que había tomado y la niña no
se enferma. Asimismo, en Cajamarca, las poblaciones indígenas usaron
p
lantas medicinales contra la peste y en lugares como Niepos se les atribuía
haber "extinguido" la peste.33
El suero y la vacuna promovidos por las autoridades fueron rechazados
no sólo por razones culturales. Hasta los años veinte el suero antipestoso fue
un tema controvertido porque era inútil después del quinto día de contraída
la enfermedad y porque la mortalidad en los tratados con suero no era
significativa en relación a aquellos que no lo habían recibido. La vacuna
Haffkine producía fiebre, hinchazón y otras reacciones que incapacitaban
p
or un par de días. Debido a estos efectos la vacuna dejó de ser usada en
1935. Por ello, el suero y la vacuna eran resistidos por la población y a veces
se tuvo que "vacunar por la fuerza".34 Otra razón que explica la resistencia a
las medidas fue la rudeza con que se trató a los enfermos. La búsqueda de
casos escondidos por los familiares y el aislamiento forzoso, infringieron el
límite convencional entre lo público y lo privado. La intervención sanitaria
apoyada por la Municipalidad y el Estado usurpó algo tradicionalmente re-
servado a las familias, el cuidado de los enfermos. El resentimiento se reflejó
en un artículo del escritor Manuel González Prada:
33 Testimonio de Segundo Manosalva Huañambal, La Camaca, en Los hombres de Kishuar,
76-77. Director de Salubridad a Prefecto. Febrero 20, 1909. Serie Prefectura Cajamarca.
Subserie Ministerio de Fomento. Leg. 220, Años 1909-1912. ADCa.
34 Director de Salubridad a Prefecto. Noviembre 22, 1916. Serie Prefectura Cajamarca. Sub
serie Ministerio de Fomento. Leg. 221, Años 1913-1920. ADCa. Butler, Plague, 198.
Gómez de la Torre, "Sobre la peste", 131.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 41
Nada más sagrado que el dormitorio; pero ni a él se le res
p
eta. Al sólo
indicio de infección pestosa, los agentes del Municipio asaltan un cuarto
de dormir... examinan al dueño, para saber si en alguna de
s
us
glándulas quieren asomar los infartos de la bubónica.35
La resistencia también se produjo por desidia y porque se creía que las
medidas sanitarias aumentaban los perjuicios económicos producidos por la
p
este. De especial resonancia fue la resistencia de propietarios a la
incineración de sus locales. Un caso característico fue el del Molino Milne,
el foco de la epidemia. La noticia de que la construcción de una zanja a su
alrededor preparaba la incineración, levantó la protesta de los accionistas
ingleses del Molino y del cónsul inglés. Las protestas se extendieron a Chile,
de donde venía buena parte del trigo y la harina de los molinos de Lima y
Callao. Para impedir la medida, los interesados cuestionaron la existencia de
la peste y sostuvieron que los trabajadores del Molino habían muerto po
r
intoxicación. A pesar de que la Junta acordó pagar el justiprecio del local, la
oposición creció. Los comerciantes temían la interrupción del comercio de
trigo y perder el Molino, que había recibido significativas mejoras.36
Finalmente, las presiones de los propietarios se impusieron y con el
convincente argumento de que no tenía sentido incendiar un local cuando ya
se había extendido la epidemia, impidieron que la medida se aplicara.
Las reacciones más comunes para resistir la intervención médica fueron
individuales y familiares como la negación de la enfermedad, el
ocultamiento de casos, la huida de los lugares afectados, la fuga de los
lazareto s y ocasionalmente, pequeñas revueltas.37 Una de las medidas que
generó mayor
35 González Prada, "Nuestros licenciados Vidriera", en Idem., Horas de Lucha, 173. El
artículo fue publicado en 1903.
36 "El molino mandado quemar"; "La peste reconocida oficialmente"; y "La
b
ubónica e
n
Iquique", EC, mayo 9, 9, 28, 1903, 1,2 Y 4 respectivamente.
37 Según la policía cuando las autoridades buscaban a un enfermo en una vivienda éste er
a
llevado por sus familiares a otra. Subprefecto de Policía a Prefecto. Marzo, 29, 1904.
Fondo Ministerio del Interior. Prefectura Lima. Subprefectura Lima. Leg. 16, Año 1904.
AGN.
42 MARCOS CUETO
oposición fue la desinfección y la incineración de locales. La incineración
fue una medida acorde con la búsqueda de respuestas dramáticas e
inmediatas en las provincias más pobres. Según el médico titular de Chota,
Cajamarca, la incineración era necesaria porque "las chozas," hechas de
adobe, barro y pisos de tierra no admiten otra "desinfección que el fuego".38
En el puerto de Paita se formó una Junta Incineradora en 1905, que con
fondos de la Prefectura de Piura, peritos y actas, tasaba y pagaba las casas
quemadas. El médico del puerto se lamentó que la solución era temporal
orque los propietarios volvían a edificar sus viviendas con las mismas
características de insalubridad.39 Las incineraciones cumplieron un rol
simbólico que independientemente de su efectividad eran espectaculares y
servían para demostrar que las autoridades estaban "haciendo algo."
Este rol simbólico abarcó a las desinfecciones, una medida resistida
p
orque arruinaba los muebles y otros objetos de las viviendas. Un periódico
de Piura se quejaba de que las medidas tomadas en provincias eran
"cosméticas" y añadía: "la Municipalidad cree que al mandar cuatro hombres
a limpiar un muladar por un lado mientras hay cien inmundos por otros ha
cumplido su misión." Asimismo, definía la desinfección como "un poco de
agua con las pocas gotas de kreso [desinfectante] que le quedan... y nada
más." 40 Tomando en cuenta la precariedad de las construcciones la
desinfección era poco útil. Según los mismos sanitarios, de poco servía que
los albañiles bloqueasen las madrigueras de los roedores porque estos "no
tardan... en abrirse nuevas vías de penetración." 41 Señalando la existencia
generalizada de ratas un artículo de El Comercio criticó las medidas
compulsivas porque: "habría que pedir al cielo que hiciese caer una lluvia de
sublimado [sustancia usada como desinfectante] sobre toda la ciudad".42
38 Julián Arce a Nicolás Hernández. Abril 1, 1909. Serie Prefectura Cajamarca. Subserie
Ministerio de Fomento. Leg. 220, Años 1900-1912. ADCa.
39 "Informe del médico titular", 171-172. "Libro de Actas, Junta Incineradora, Tasadora y
Pagadora, principiado el 5 de agosto de 1905". AMPa.
40 "La peste y los apestados", ES(P) febrero 4, 1915, 1.
41 Agnoli, "La peste", 38.
42 "En la Municipalidad", EC, abril 6, 1904,2.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 43
Las autoridades provinciales tuvieron pocos recursos para combatir los
p
eores es
t
ragos de la epidemia. Por ejemplo, un médico enviado a San
Gregorio, Cajamarca, encontró en 1906 muchas "casas deshabitadas" por la
muerte de familias enteras.43 En 1908, el médico de la provincia de Chota se
quejó de que los materiales para combatir la peste en el poblado de Niepos
llegaron de Lima con un mes de retraso por lo que tuvo que presencia
r
"impasible la muerte de los atacados".44 En este mismo departamento hubo
otras expresiones de la pobreza de recursos. En 1923, el médico
departamental describía la terrible situación de una localidad aislada de
5,000 habitantes de la provincia de Chota en los siguientes términos: "un
círculo de muerte rodea a Huambos y los elementos con que contamos para
la campaña se agotan". El mismo informe describía las condiciones en que a
veces se trabajó:
Hasta el presente he vacunado a 1,037
p
ersonas y salgo a diario a las
estancias, desde las 8 a. m. hasta las 9 p. m. y cada día aquilato la tarea
que me resta. Las lluvias no ce
s
an, ya no son caminos por los que
transito, sino charcos y pendientes de jabón, donde la vida peligra en e
l
deber que me he impuesto y me impondré hasta ver saneados estos
lugares.45
En lugares alejados no podían enviarse materiales o médicos, y el
trabajo se apoyaba en los vacunadores o en improvisados "ayudantes" o
"inspectores" (estudiantes de medicina o personas que recibían un
entrenamiento básico) que perci
43 El informe del médico en Prefecto a Director de Salubridad. Marzo 22, 1906. Serie
Prefectura Cajamarca. Sub serie Libros Copiadores de la Prefectura a los Ministerios. Leg.
655, Años 1904-1911. ADCa.
44 El médico titular era Nicolás Hemández y le escribia a Julián Arce, diciembre 8, 1908 Y
Director de Salubridad a Prefecto. Febrero 9, 1909. Serie Prefectura Cajamarca. Sub serie
Ministerio de Fomento. Leg. 220, Años 1900-1912. ADCa.
45 Augusto Maradiegue a Prefecto. Abril 8, 1923; Y "Resumen de los datos para el censo
general de la república proporcionados por los gobemadores y subprefectos del
departamento de Cajamarca", diciembre 12, 1918. Serie Prefectura Cajamarca. Sub serie
Libros Copiadores de la Prefectura a los Ministerios. Leg. 659, Años 1916-1922. ADCa.
44 MARCOS CUETO
bían un salario modesto y eran equipados con sueros, jeringas, desinfectantes
y venenos para las ratas. Ni siquiera algunos médicos sabían como utiliza
r
todos estos implementos como lo expresa una carta de 1909 del director de
salubridad al médico titular de Chota, donde le reprochaba ignorar el uso de
desinfectantes porque pedía tal cantidad que servirían "para los siguientes
tres años". 46
Las limitaciones del trabajo sanitario y el rol simbólico de las
desinfecciones y las incineraciones fue más acentuado en las provincias
donde las municipalidades no contaban con recursos suficientes para la baja
p
olicía, recibían tardía e insuficientemente los materiales para combatir la
p
este y duplica
b
an funciones con los prefectos. Estos presidían unas Juntas
Departamentales de Sanidad, creadas en 1887 y que funcionaron
irregularmente hasta 1922, parte de unas no bien definidas Juntas
Departamentales. Estas Juntas incluían en sus presupuestos una partida que,
con resignación a los acontecimientos futuros, se denominaba "para combati
r
epidemias".47 En Lima se consideraba que estas Juntas debían apoyar eco-
nómicamente a las municipalidades pero las autoridades provinciales creían
que era necesaria una subvención adicional del gobierno para la sanidad.
Eventualmente, las autoridades limeñas accedían a esta subvención, aunque
p
ara atender los gastos sanitarios del país el fisco sólo tenía una pequeña pa
r
-
tida del presupuesto general. Recién a comienzos del siglo veinte, las
municipalidades empezaron a formar una pequeña burocracia con regidores
especializados en cobro de tributos, gastos ordenados, e inspectores entre los
que había uno de higiene. Las municipalidades pedían lo que consideraban
imprescindible para una campaña: recursos económicos y la fuerza pública.
Un médico de Sullana declaraba que no se po
46 Director de Salubridad a Prefecto. Febrero 27, 1923. Serie Prefectura Cajamarca. Sub serie
Ministerio de Fomento. Leg. 222, Años 1921-1929. Dirección de Salubridad, "Requisitos
para desempeñar los cargos de inspector sanitario o vacunador, junio 6, 1924", Serie
Prefectura Cajamarca. Sub serie Ministerio de Fomento. Leg. 222, Años 1921-1929.
ADCa.
47 Director de Salubridad a Prefecto. Marzo, 10, 1916. Serie Prefectura Cajamarca. Subserie
Ministerio de Fomento. Leg. 221. Años 1913-1920. ADCa.
1/ LA CIUDAD Y LAS RATAS: LA PESTE BUBÓNICA 45
día hacer una verdadera campaña sanitaria "sin el apoyo de
b
uen número de
soldados".48 Otro caso típico fue el del Municipio de Chiclayo que en 1908
tenía una pequeña partida para gastos de higiene que se consumía en los
p
rimeros meses del año.49 La falta de recursos hizo que algunos municipios
tomasen la lucha contra las epidemias como un esfuerzo rutinario que debía
p
roducir cierto control sin una solución de fondo.
En otras localidades el temor a la peste sirvió para tomar más en cuenta
la sanidad y para que algunas municipalidades realizaran funciones de baja
p
olicía. Para prevenir la peste, el Alcalde de Chic1ayo urgió en 1904 al
inspector de higiene que incinere las basuras, implemente la desinfección de
las calles, presione a los agricultores para que limpien las acequias y
p
ublique bandos alertando de la enfermedad. 50 Asimismo, en 1908, un
p
eriódico de Ferreñafe señalaba que con la llegada del verano aparecían
"pequeños charcos de aguas" que "contaminaban" la atmósfera y que era
necesario eliminarlos para evitar el contagio de la peste.51
La resistencia a las medidas sanitarias fue dramática cuando se trató de
identificar a los enfermos. El carro de zinc en que se trasladaba a los
p
estosos en Lima proyectó una imagen tenebrosa y fue conocido
p
opularmente como "la carroza". El conductor, un "indio recio" que vivía en
el Lazareto, tuvo que manejar numerosas veces el carro en medio de tur
b
as
que lo apedreaban. El temor aumentó porque algunos enfermos murieron
antes de la llegada al lazareto (muertes que según Agnoli se debían a la
gravedad del paciente y a lo accidentado del camino).52
La resistencia popular también existió porque en muchos lugares se
consideraba a los familiares y vecinos de los epide
48 Gómez de la Torre, "Sobre la peste", 132.
49 Alcalde a Prefecto. Diciembre 5, 1908. Concejo Provincial de Chic1ayo, Archivo Alcaldía.
Libro Copiador de Comunicaciones, Años 1906-1912. ADLa.
50 Alcalde a Inspector de Higiene. Abril 6, 1904. Concejo Provincial de Chiclayo. Alcaldía.
Libro Copiador de Comunicaciones, Años 1904-1906. ADLa.
51 "Focos de infección", EGP, enero 1, 1908, 1. ADLa.
52 "Carros para apestados", "En el Lazareto de Guía", EC, mayo 30, 1903,3 y octubre 30,
1904,4; y Agnoli, "La peste", 27.
46 MARCOS CUETO
miados como "sospechosos." Ellos eran aislados en casas especiales donde s
e
se quejaban de sufrir "grandes dificultades y molestias".53 Un editorial de
El
Comercio pidió que se altere el rigor del aislamiento y que permanezcan e
n
sus casas "los atacados que tengan en ellas los medios de ser atendidos". 5
4
Invirtiendo las prioridades preventivas de las autoridades, el mismo editoria
l
reclamaba que el traslado al lazareto debía ser: "una medida de protección
a
los enfermos mismos y no a los sanos".
La huida y el ocultamiento de casos fue una opción asociada a l
a
p
oblación de más bajos recursos. Un caso extremo fue el de las autoridades
y
el pueblo de San Gregorio, en Cajamarca, que se pusieron de acuerdo par
a
negar la peste ante las autoridades de Lima y con ello tratar de impedir s
u
aislamiento.