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1
Panorama actual de la estructura social chilena
(en la perspectiva de las transformaciones de la historia inmediata)
Documento de Trabajo
Centro de Investigación de la Estructura Social (CIES)
Santiago de Chile, Abril del 2011
Autores:
Carlos Ruiz Encina
1
Giorgio Boccardo Bosoni
2
1
Sociólogo y académico de la Universidad de Chile. Magíster y Doctor © en Estudios Latinoamericanos.
Sub-Director del Centro de Investigación de la Estructura Social (CIES).
2
Licenciado en Sociología. Ayudante de investigación del CIES.
2
Índice
I. Algunos supuestos, límites y posibilidades de este estudio………………….. 4
II. Variaciones recientes en la estructura social chilena. Actualización de
series de clases y grupos sociales según la categorización de León y Martínez 12
II.1 Detalle de las tendencias registradas a partir de la transformación reciente…. 13
II.1.1 Categorías sociales en la agricultura, silvicultura, caza y pesca…………….
17
Los empresarios agrícolas……………………………………………………….... 19
Asalariados agrícolas, campesinos y colonos pobres……………………………... 20
II.1.2 Categorías sociales fuera de la agricultura, silvicultura, caza y pesca……. 22
Empresariado no agrícola…………………………………………………………. 22
Sectores medios…………………………………………………………………… 24
Sectores medios asalariados………………………………………………………. 26
Sectores medios asalariados públicos………………………………………………….. 27
Sectores medios asalariados privados…………………………………………………..
29
b) Sectores medios independientes……………………………………………….. 32
Artesanado tradicional……………………………………………………………..
34
Clase obrera……………………………………………………………………….. 35
Clase obrera minera……………………………………………………………….. 37
Clase obrera industrial y de la construcción……………………………………….
38
Clase obrera del comercio y de los servicios…………………………………….. 39
Grupos marginales…………………………………………………………………
41
Otras categorías…………………………………………………………………… 42
II.2 Principales tendencias de cambio registradas en la estructura social ………... 43
III. Algunos problemas de caracterización de la estructura social actual…… 49
III.1 Obsolescencia de las categorizaciones construidas en base al viejo 51
3
paradigma de modernización………………………………………………………
III.2 Problemas de categorización emanados de las nuevas orientaciones del
proceso de modernización………………………………………………………… 54
III.2.1 En lugar del viejo panorama agrícola: la nueva ruralidad…………………. 57
III.2.2 La crecida nube mesocrática y la significación de la clase de servicio……. 58
III.2.3 Nueva fisonomía del trabajo bajo los procesos del tercerización…………. 72
IV. Bibliografía empleada……………………………………………………… 86
4
Hoy resulta ampliamente aceptada la idea que en las últimas décadas la sociedad
chilena ha sufrido un agudo proceso de cambios de muy diversa índole. Sin embargo,
tal consenso no se acompaña de estudios sistemáticos al respecto. Tampoco de una
interpretación suficientemente abarcadora, o al menos –pese al brillo aislado de
empeños individuales- de una discusión sostenida. Uno de los aspectos de esta
transformación remite a los cambios que registra la estructura social, sobre los cuales,
por cierto, existe en el último tiempo un renovado interés.
El presente trabajo entrega una representación general de la sociedad chilena
actual en perspectiva histórica, es decir, entendida a través de los cambios en la
estructura de clases y grupos sociales desde la óptica del pasado reciente. Para ello
actualiza las series de estructura social construidas según la conocida categorización de
Arturo León y Javier Martínez
3
. Presenta, de esta forma, un panorama global de la
evolución reciente de la sociedad a través de los cambios más generales en los grupos y
clases sociales, ubicando así el presente en relación a las mutaciones más significativas
que experimenta nuestra sociedad en la historia inmediata.
I. Algunos supuestos, límites y posibilidades de este estudio
El estudio de la estructura social reviste un conjunto considerablemente diverso
de estrategias de indagación y análisis, que se vinculan a su vez a un variado universo
de herramientas teórico-metodológicas. Estas últimas enfatizan distintos ámbitos y
aspectos de la realidad social en función directa de lo que se busca relevar. Las series
históricas de variación de la estructura social chilena construidas a partir de la matriz de
análisis formulada por Arturo León y Javier Martínez –de amplio reconocimiento en el
ámbito intelectual e institucional- se basan principalmente en aquellas divisiones que se
establecen en la sociedad a partir de los modos de vinculación de los individuos con los
procesos de trabajo y, en particular, con su posición ocupacional
4
.
El trazado más general de un mapa de la sociedad se establece así a partir de la
división social del trabajo y sus mutaciones más significativas. A continuación
intervienen consideraciones relativas a los niveles de educación, localización geográfica
y estratos etarios, para establecer diferenciaciones -en ciertos casos- al interior del
3
Agradecemos la colaboración prestada por Arturo León y Ernesto Espíndola en la obtención de
antecedentes originarios relativos a las investigaciones que dan lugar a las series indicadas. Agradecemos
también el apoyo en el procesamiento estadístico a Eduardo Toro, Director del Departamento de Estudios
Sociales del INE, y los ayudantes de investigación del CIES Víctor Ballesteros y Rodrigo Fernández.
4
En términos de su formulación original véase Martínez, Javier y Arturo León, Clases y Clasificaciones
Sociales. Investigaciones sobre la Estructura Social Chilena, 1970-1983, CED – SUR Ediciones, 1987.
Respecto su aplicación y actualización, véase Martínez, Javier y Eugenio Tironi, Las Clases Sociales en
Chile. Cambio y Estratificación, 1970-1983, Sur Ediciones, Santiago, 1984, así como Martínez, Javier y
Arturo León, La Estratificación Social en Chile a finales del Siglo XX, Ed. Dolmen, Santiago, 1997.
5
principal factor de análisis apuntado. Es tal modo de abordar la evolución histórica de la
estructura social chilena el que aquí se actualiza, en base a las mismas fuentes de datos
y metodologías empleadas originalmente por dichos autores. Ello con el objeto de
obtener un panorama general y comparativo de la actualidad, con la transformación
reciente como marco de referencia, que permita aproximarnos a los procesos de
diferenciación social que hoy resultan más significativos, a fin de advertir las formas
más adecuadas de abordarlos en su especificidad.
Luego, más allá de los cuestionamientos teóricos relativos a la centralidad del
trabajo en la configuración de la sociedad actual, el esquema de análisis en cuestión lo
asume como variable principal. Aunque no se discute abiertamente al respecto, ello
implica cierta primacía analítica de los factores económicos sobre los procesos
culturales e ideológicos en la conformación de la estructura social, a pesar que en el
último tiempo se ha enfatizado la importancia de estos últimos, en detrimento de los
primeros. La división de la población en grupos desigualmente recompensados,
entonces, se describe aquí de modo principal a través de la estructura ocupacional. Se
trata, en definitiva, de establecer “clases” económicas a partir de la división del orden
ocupacional. Un esquema que describe los trazos gruesos de la desigualdad
ocupacional, aunque no necesariamente integra a nivel empírico los procesos propios de
las relaciones de clase, que autores de distintas orientaciones estiman relevantes.
Aunque no define claramente una línea de análisis de clase, el esquema adoptado
busca aproximarse más a lo anterior, que a una línea propia del análisis de la
estratificación, la cual, utilizando criterios de ocupación, ingreso y estatus
principalmente, se plantea conceptuar las diferencias de comportamiento entre
individuos en relación a cosas tales como inclinaciones, consumo, salud o hábitos
matrimoniales.
También implica opciones frente a otros dilemas relevantes en este campo del
análisis sociológico. Si bien privilegia el análisis de clase, ello está muy lejos de
constituir un campo homogéneo. ¿La clase social es algo que está dado o se hace a sí
misma (por ejemplo, en el conflicto)? Nuevamente, pese a que integra consideraciones
propias del proceso histórico, el esquema adoptado asume una primacía clara de las
condiciones ocupacionales, y lo histórico o relativo a una dimensión de proceso
interviene en la definición de los agrupamientos de las glosas ocupacionales, esto es, en
la construcción de las categorías o agregados que indican grupos y clases sociales
relevantes. Puesto en la jerga de las discusiones actuales, este esquema de análisis de
clase resulta entonces más gradacional que relacional. Actúan como criterios de
diferenciación y unificación, a nivel más básico, las categorías ocupacionales, con lo
que el acento recae en la causalidad social estructural como criterio primario de clase.
Algo que parece compartido por las grandes teorías de las clases, marxista y weberiana:
la condición fundamental del mercado.
6
En la tradición weberiana, la “situación de mercado” resulta el principio decisivo
de diferenciación de clase en las economías modernas (donde hay mercado laboral y de
bienes, y propiedad individual), y la clase es a la vez un principio de estratificación
social. Ahora, el enfoque weberiano, que cuenta entre sus inquietudes más marcadas
aquella por la irreductibilidad de la acción humana como factor explicativo de los
procesos de diferenciación social, y no sólo por las constricciones estructurales de dicha
acción; para detectar la presencia de un rasgo diferenciador, concibe la situación de
mercado en términos de los resultados (o bien de las expectativas individuales sobre los
resultados probables) obtenidos por los individuos en la competencia por las
recompensas materiales. Algo que en el esquema de Martínez y León precisa el modo
que asume la mentada compulsión estructural del mercado.
De otro lado, la tradición marxista plantea restricciones que no incorpora dicho
esquema y vale la pena consignar. Si el criterio anotado deviene, a guisa de resultado,
muy poco restrictivo, puesto que admite en última instancia tantas clases como
diferenciales recompensas (y por eso resulta empíricamente más flexible); en la
perspectiva marxista, aun compartiendo aquel criterio, adopta una constricción decisiva:
las oportunidades del mercado (sobre todo de trabajo) están limitadas por la ubicación
de los individuos en las relaciones sociales de producción que, a su vez, tienden a
corresponder con las de propiedad. Por eso, en la teoría marxista de las clases no sólo
cuentan los resultados sino, principalmente, la distribución inicial de los recursos
económicos (medios de producción y fuerza de trabajo). El comportamiento de mercado
se concibe en el marxismo en sentido esencialmente modal. Los individuos entran en las
relaciones de clase para maximizar su interés particular (ahí coinciden ambas
tradiciones) pero maximizan a partir de unas dotaciones determinadas por las relaciones
dominantes de propiedad. En sus decisiones hay, de tal suerte, un componente de
coacción estructural
5
.
Ha de tenerse en cuenta, además, que asumir como central la perspectiva
ocupacional nada dice del grado de adecuación de la taxonomía adoptada. Dentro de la
misma línea asumida por los autores existe una amplia gama de esquemas de clase
basados en el empleo, formulados con diversos propósitos. En definitiva, se trata de
esquemas de clase diseñados por sociólogos, por lo que la aplicación de distintos
5
A diferencia del enfoque weberiano, en la tradición marxista, además, el resultado de esas decisiones es
la distribución de los individuos en un sistema social de explotación. Y aunque tal correspondencia clase-
explotación no implica que la explotación sea el criterio marxista de diferenciación de clase, tiene un
corolario central en esta perspectiva: la diferenciación de clase, al vincularse con las relaciones de
explotación, implica un antagonismo interclasista, nexo causal entre posición y conflicto que el enfoque
weberiano rechaza. Una concepción polarizada de la estructura de clases de utilidad en el nivel de
abstracción en que opera la tradición marxista -el del modo de producción-, empero menos útil en el
análisis de las sociedades concretas.
7
esquemas de clase a una misma estructura ocupacional puede dar lugar a “mapas de
clase” harto diferentes
6
.
El enfoque empleado prioriza la articulación de una dimensión de totalidad
social para apreciar el peso relativo y la significación de los distintos grupos y clases
sociales, así como su evolución, cambios y reacomodos dentro de la sociedad chilena.
Luego, es un panorama global que, si bien sacrifica percepciones específicas, así como
dimensiones relacionales, permite una apreciación general de los cambios en una mirada
histórica. Lo que no niega consideraciones sobre la estructura social basadas en factores
de diferenciación ligados a fenómenos como el consumo, los estilos de vida o que
elevan a sitial principal la educación. Tampoco desconoce el estudio específico de
grupos y clases sociales, tradición de considerable riqueza en la sociología
latinoamericana.
Producto de una creciente diferenciación entre las ocupaciones, ligada a una
continua división del trabajo que va de la mano de los cambios económicos, técnicos y
sociales que trajo el industrialismo capitalista, se considera que la ocupación resulta
para una mayoría creciente de la población el indicador más significativo de los
distintos niveles de recompensa material, posición social y “oportunidades de vida”. El
hecho de situar en primer lugar a la ocupación como fuente de diferenciación social,
supone que existen en la estructura social diferencias que trascienden el ingreso, el otro
gran factor de medición en los estudios de estratificación, sobre todo económicos y
orientados a investigaciones de mercado. La construcción de grupos ocupacionales,
incluso clases propiamente tal, busca evitar que se reduzcan todas las dimensiones de
diferenciación social a una escala unidimensional, como ocurre con el caso de la
variable ingresos, donde suelen coincidir en un mismo nivel individuos de diferentes
categorías y condiciones ocupacionales con tal de percibir un mismo ingreso, aunque
existan diferencias sustantivas en el tipo de recursos de mercado que controlan, y por lo
tanto, en los determinantes de sus condiciones de vida.
Claro que la perspectiva de grupos ocupacionales reduce una gran cantidad de
ocupaciones a un número pequeño de clases y grupos sociales, por lo que si estos
agrupamientos resultan demasiado agregados tienden a desconocer importantes fuentes
de diferenciación y movilidad; o bien, de otro lado, puede indicar un nivel artificial de
movilidad si diferencia estratos similares, esto es, produce asociaciones espurias. De ahí
uno de los requerimientos de ajuste de estas clasificaciones, en este caso en función de
los cambios históricos en los patrones de diferenciación y movilidad social.
6
En algunos priman orientaciones relativas a escalas subjetivas de prestigio ocupacional, status o posición
social, lo que usualmente describe grupos diferenciados por el estilo de vida. En otros, en cambio, el uso
de la ocupación como indicador o medida de “clase” opera en función de esquemas ocupacionales
“teóricos” de clase construidos en referencia especialmente a las tradiciones apuntadas. De ahí una
discusión entre esquemas “gradacionales” y “relacionales” de clase.
8
Sin embargo, la consideración unilateral de este último elemento también
conduce a equívocos. Ocurre que, en los debates contemporáneos sobre el carácter más
o menos clasista que detenta la estructura ocupacional, tal carácter suele reducirse a la
estabilidad de una posición producto de la carencia de movilidad. Con esto, aparte de
desechar una orientación marxista que asume las clases sociales vinculadas a un
conflicto ineluctable, en base a las dificultades de aplicar tal esquema de enfrentamiento
de clases se relega también toda perspectiva sociológica que considere los conflictivos
procesos de formación, desarrollo y desarticulación de sujetos sociales. Así, no sólo se
desecha la clásica pugna entre burguesía y proletariado, sino que se pierde la visibilidad
de actores sociales relevantes para entender el proceso social. Desaparecen los sujetos
sociales y ocupan su lugar agregados estadísticos, susceptibles de disímiles modos de
intervención para objetivos determinados (focalización de políticas públicas,
consideraciones de mercado, etc.), empero lo social se diluye así en una suma de
individualidades.
En tal sentido, los criterios relativos a la historicidad de los agregados o capas
sociales resultan relevantes para evitar agrupamientos espurios, o sea, agregados de
variables continuas que indican grupos estadísticamente coherentes pero cobijan
asociaciones espurias entre los elementos reunidos. Por eso el esquema de Martínez y
León vincula la construcción de las categorías sociales a un análisis histórico del
proceso social involucrado. Asume así grupos constituidos en cursos histórico-
concretos, para ser examinados a partir de los cambios en la estructura ocupacional. Si
la apelación a las relaciones sociales de trabajo, a través de los datos ocupacionales,
remite sobre todo a actores de base clasista, por otro lado, la consideración de tramos
etarios busca distinguir dentro ello generaciones históricas que han constituido a dichas
clases.
Luego, desde el punto de vista de las series históricas de tales clases
ocupacionales, ello alude a consideraciones sobre las bases sociales de los sucesivos
modelos de desarrollo, en la medida que cada etapa del proceso de crecimiento se
vincula a un modo específico de desarrollo de determinados sectores económicos y la
emergencia y desarticulación de actores sociales. Por eso apunta ciertas ramas de la
economía estimadas más dinámicas en cada caso, lo que indica que ciertos grupos de
posiciones de la estructura ocupacional adoptan mayor o menor valor “estratégico”. Se
asumen así diferenciaciones que buscan captar la significación de los cambios
económicos e institucionales más relevantes del período considerado. Concretamente,
del llamado giro neoliberal y sus cursos de privatización y desmantelamiento de la vieja
centralidad estatal, de desindustrialización y giro primario-exportador, de creciente
gravitación de una égida financiera, entre otros.
En especial, la inquietud que anima dicho examen busca discernir el grado en
que la reestructuración económica e institucional genera condiciones para la formación
de fuerzas sociales capaces de una oposición efectiva a la alianza social autoritaria
9
dominante, y devenir bases sociales de sustentación de la refundación democrática, ya
sea mediante la reanimación de los actores clasistas históricos, o su descomposición y
superación a través de la emergencia de condiciones estructurales nuevas.
Para escrutar la relación entre tales reformas neoliberales y la estructura social
siguen tres dimensiones de análisis. Una, referida a la inorganicidad que adopta la
estructura social, indicativa del grado de desarticulación de las instancias de
cooperación colectiva en los procesos de trabajo, que afecta las condiciones de
formación de actores sociales; en la idea que la organicidad de dicha estructura otorga
los espacios de cohesión social fundamentales para la constitución de los actores. Como
indicador de ello asumen el grado de asalarización (porcentaje de asalariados en la
población activa). La segunda dimensión releva el grado de exclusión de la estructura
social, y con eso la producción de marginalidad, que afecta a su vez la organicidad antes
anotada; para ello consideran la capacidad de integrar en condiciones formales a la
población en edad de trabajar, a través de la proporción de desocupados y trabajadores
del PEM y el POJH, el empleo doméstico y los trabajadores marginales en comercio y
servicios en relación al conjunto de la población activa. Por último examinan la
impermeabilidad de la estructura social, entendida como la capacidad de absorción en
empleos formales de una nueva fuerza de trabajo -nuevos contingentes por motivos
biológicos, culturales o históricos- en el sistema económico, concretamente poblaciones
activas femenina y joven.
En estas distinciones operan supuestos referidos a un ideal de desarrollo. En
especial, se busca diferenciar en la etapa considerada entre cursos de desarrollo y
modernización, y con eso reflexionar sobre el carácter concreto del estilo de
modernización seguido. De ahí la marcada atención en la prolongación o superación de
fenómenos como la informalidad, la exclusión y la desarticulación, registrados en los
años ochenta, a la hora de aplicar el mismo esquema sobre la estructura ocupacional de
la década siguiente.
Si en la originaria sociología de la modernización categorizaciones de este tipo
buscan captar diferenciaciones sociales propias de los cursos de urbanización y
superación de la sociedad tradicional; el esquema de León y Martínez apunta a las
diferenciaciones que emergen con la desarticulación de una sociedad chilena ligada a la
égida desarrollista, buscando distinguir los cambios transitorios asociados a tal
desestructuración (lo que consignan sus estudios iniciales) de aquellos que se proyectan
como parte del modelo de sociedad ligado a dicha refundación capitalista (en
actualizaciones posteriores). Aunque en los años noventa aún atribuyen ciertos
fenómenos a una “recuperación” de la que es difícil hablar. En tal sentido, cabe
replantear algunos factores de diferenciación social para el estudio actual de la
estructura social chilena, lo cual remite a un ejercicio de adecuación taxonómica. Las
series aquí expuestas entregan ciertas luces al respecto.
10
En relación a los debates actuales sobre los análisis de clase y estratificación,
cabe agregar finalmente que la perspectiva asumida en este estudio no aborda cuestiones
relativas a la dominación ni a la explotación como elementos de diferenciación -dos
aspectos relevantes en tal debate- menos aún su discutida posible articulación mutua.
Una discusión que cobra relevancia a partir del estudio de las llamadas “nuevas clases
medias”. En cambio, permite un panorama global de la sociedad chilena actual en
perspectiva histórica que, pese a resultar susceptible de readecuaciones, contribuye a
orientar el estudio de los modos más significativos de diferenciación social y de
configuración de las posiciones de mayor incidencia en el modelo de desarrollo vigente;
especialmente aquellos emergentes, indicativos de esas llamadas “zonas grises” de la
estructura social actual, en las que ha de adentrarse el análisis sociológico.
En definitiva, este esquema no se aleja mucho de la vieja tradición de la
búsqueda de actores, ya fuese antaño para capitanear el desarrollo o un curso
revolucionario, o bien esta vez, para divisar posibles cursos de superación de la etapa
autoritaria y formación del nuevo orden político. Esta matriz de categorías sociales, que
enlaza criterios teóricos con otros de carácter histórico, evitando las definiciones más
gruesas de clase social a través de agregados “más cargados de historicidad”, así como
las meras construcciones de estratos socioeconómicos a partir de variables continuas
(ingreso, instrucción, etc.), apunta en definitiva a la identificación de actores, que los
autores asumen “de base clasista” al definirlos por su posición en las relaciones sociales
de trabajo. El examen cuantitativo se centra en los cambios ocurridos en la clase obrera
y los sectores ligados a los servicios; mientras el trabajo cualitativo escruta al nuevo
tipo de empresario surgido con el régimen militar. Concluyen la disminución absoluta y
relativa del peso de la clase obrera, como tendencia de largo plazo ligada a la aplicación
del modelo. Además, el examen de la composición etaria de los grupos obreros y el tipo
de industria en que se insertan, indica la merma de los grupos con una “conciencia de
clase” generada antaño. En cuanto a la tercerización buscan discernir cuánto obedece a
un desarrollo genuino de la economía -y a una tendencia de largo plazo- y lo que indica
deformaciones propias de un refugio de una situación recesiva. Concluyen ambas cosas.
Sin embargo, este tipo de estudios no capta suficientemente los cambios en grupos
minoritarios, como el empresariado. Un estudio documental que integre otros tipos de
fuentes, debe apoyar la comprensión de los cambios en las relaciones entre los distintos
grupos sociales, que no siempre resultan claras en esquemas como éste.
En términos de las mismas definiciones del esquema considerado resulta lógica
una tarea de adecuación taxonómica, que ajuste al presente la historicidad de las
categorías antes centradas en el impacto del giro neoliberal sobre los viejos grupos y
clases sociales, puesto que, como se verá, muchas de ellas presentan grados de
inadecuación importante. Mutan hondamente las llamadas clases medias, marcando en
gran parte la mentada “zona gris” de la sociedad chilena actual. La irrupción de nuevos
asalariados que no se identifican con la vieja clase obrera, se vincula a la expansión de
nuevas modalidades de trabajo, poco aprehensibles desde las figuras de ocupación
11
tradicional que priman en los datos empleados, abriendo un dilema de insuficiente
asociación entre trabajo y oficio. O bien, los efectos de la “segunda ola privatizadora”,
no tanto aquella de empresas productivas de la industrialización sustitutiva, sino una
que abre un inédito -y único aún- capitalismo de servicio público, erigido sobre un
control privado de áreas como pensiones, salud o educación, se aprecia en términos de
diferenciación social más claramente recién tras un tiempo más largo, como
privatización de las condiciones de vida. Estas cuestiones u otras referidas a cambios en
la informalidad, la tercerización o la ruralidad, se discuten tras revisar los resultados que
arroja la actualización de la matriz de categorías sociales en cuestión.
12
II. Variaciones recientes en la estructura social chilena. Actualización de series de
clases y grupos sociales según la categorización de León y Martínez
Los datos que siguen a continuación, constituyen una actualización de las series
históricas relativas a la estructura social chilena elaboradas según el esquema
clasificador antes indicado, bajo la idea que Chile atravesaba por un curso de ajustes
estructurales vinculado a profundos cambios en el modelo de desarrollo capitalista.
Tales consideraciones cristalizan en un proceder sintáctico que organiza información
proveniente de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), realizada por el Instituto
Nacional de Estadísticas (INE), en función de categorías sociales definidas por los
autores señalados.
Las series elaboradas cubren el período entre los años 1986 y 2009. Con el
objeto de mantener la progresión histórica, se añaden los resultados correspondientes
los años 1971 y 1980, publicados por
Martínez y León (1987).
Los registros de variaciones en la significación de las categorías sociales dentro
del conjunto de la estructura social, confirman algunas tendencias detectadas por
Martínez y León, al tiempo que indican otras, relativas a nuevos ejes de diferenciación
de la estructura ocupacional que actúan sobre la estructura social, con lo cual los
resultados obtenidos proporcionan ciertos elementos para ampliar la discusión sobre
esta última.
13
II.1 Detalle de las tendencias registradas a partir de la transformación reciente
En términos cuantitativos proporcionales, la serie histórica de tendencias
generales de grupos y clases sociales definida según los criterios antes anotados, es la
siguiente:
C
UADRO
1
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍAS SOCIALES
,
1971-2009
(En porcentajes de la PEA nacional)
Categorías sociales-grandes grupos (incluye
cesantes)
Periodo (años)
1971 1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Empresarios agrícolas 0,3% 0,4% 0,9% 0,9% 0,6% 0,5% 0,4% 0,4%
Asalariados agrícolas 10,1% 6,5% 9,8% 9,5% 7,7% 7,2% 6,6% 5,9%
Campesinado y colonos pobres 8,3% 7,5% 8,1% 7,9% 6,6% 5,6% 5,3% 4,2%
Resto PEA agrícola no clasificada en otro grupo - 0,1% 0,1% 0,1% 0,1% 0,1% 0,2% 0,1%
Sub total categorías sociales en agricultura,
silvicultura, caza y pesca 18,3% 14,6% 18,9% 18,4% 15,0% 13,4% 12,5% 10,6%
Empresarios no agrícolas 1,3% 1,4% 2,2% 3,2% 2,6% 2,4% 2,4% 2,2%
Sectores medios asalariados 18,4% 20,3% 21,0% 23,6% 26,4% 26,5% 28,9% 29,7%
Sectores medios independientes 7,8% 9,2% 5,7% 6,2% 8,1% 8,0% 7,9% 7,4%
Artesanado tradicional 6,2% 5,2% 4,8% 5,1% 5,3% 5,3% 4,9% 4,9%
Clase obrera minera 1,3% 1,3% 0,7% 1,0% 0,8% 0,5% 0,4% 0,5%
Clase obrera industrial y de la construcción 25,8% 11,1% 10,0% 12,1% 13,2% 10,4% 10,9% 10,1%
Clase obrera del comercio y los servicios 7,4% 12,0% 11,9% 12,7% 13,1% 14,6% 14,7% 15,9%
Grupos marginales 9,6% 10,4% 11,9% 12,0% 10,8% 10,6% 10,4% 10,1%
PEM & POJH 0,0% 3,8% 4,1% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0%
Cesantes y BTPV 3,1% 10,4% 8,8% 5,7% 4,7% 8,3% 6,9% 8,6%
Resto 0,8% 0,3% 0,0% 0,0% 0,0% 0,1% 0,1% 0,1%
Sub total categorías sociales fuera de
agricultura, silvicultura, caza y pesca 81,7% 85,4% 81,1% 81,6% 85,0% 86,6% 87,5% 89,4%
Total
100,0
%
100,0
%
100,0
%
100,0
%
100,0
%
100,
0%
100,
0%
100,
0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción de los años 1971 y 1980
7
.
7
Para los años 1971 y 1980 se asumen los resultados obtenidos por Martínez y León. Véase Martínez,
Javier y Arturo León: Clases y clasificaciones sociales. Investigación sobre la estructura social chilena,
1970-1983. Santiago: Centro de estudios del desarrollo (CED), 1987. Los resultados desagregados, para
14
Antes de examinar las variaciones que experimentan las distintas categorías
sociales, conviene reparar en un registro mayor, referido al principal criterio de
diferenciación que emplea la taxonomía en cuestión, esto es, el grado de disparidad que
alcanza la división fundamental que plantea al interior de la sociedad chilena, entre las
categorías sociales vinculadas a la agricultura, silvicultura, caza y pesca y, de otro lado,
aquellas que están simplemente fuera del agrupamiento anterior. Como se aprecia en el
cuadro 1, durante el curso seguido hasta el presente se produce una caída sostenida de
las primeras, al tiempo que aumenta el peso de aquellas categorías fundamentalmente
asociadas al proceso de urbanización, en virtud de la creciente importancia que
adquieren las ocupaciones vinculadas a éste último.
Desde 1986 se observa un descenso sostenido del peso relativo del conjunto de
las categorías sociales en agricultura, silvicultura, caza y pesca, que en 2009 alcanza en
total sólo un 10,6 % de la población económicamente activa (PEA) nacional; mientras
que aquellas ubicadas fuera de lo anterior alcanzan en este mismo año una significación
de 89.4 % de la PEA nacional. Tal disparidad conmina a replantear el criterio de
distinción rural-urbano como eje de diferenciación principal en el análisis de la sociedad
chilena actual. Esta tendencia da lugar a que, por ejemplo, subcategorías vinculadas a
los servicios o al comercio presenten una significación mayor en la PEA, que la
totalidad de las categorías sociales asociadas a la agricultura, silvicultura, caza y pesca.
En razón de lo anterior, una vez examinado el detalle el comportamiento de las
distintas categorías y subcategorías sociales que contempla el modelo de análisis
empleado, podemos examinar una alternativa de reformulación de la diferenciación
principal a establecer, en función de los comportamientos que las diferentes distinciones
asumen en la actualidad, y discutir algunas de sus implicancias.
el año 1971, de las “Categoría sociales en agricultura, silvicultura, caza y pesca”, se toman de Martínez,
Javier y Arturo León: “La estratificación social chilena hacia fines del siglo XX” En Serie Políticas
Sociales de la CEPAL, 52 (2001); aunque tales resultados presentan inconsistencias estadísticas menores,
no alteran las variaciones estructurales detectadas por los autores. En razón de esto, se ha preferido
mantenerlos con el objeto de conservar la serie histórica completa.
Para los años 1990 y 1995 se emplean resultados de elaboración propia, a pesar que Martínez y León
publican resultados correspondientes a dichos años en el citado trabajo de 2001, dado que la categoría
“Cesantes y BTPV” adopta allí valores de 1 % en 1990 y 0,6 % en 1995, lo cual, aparte de resultar fuera
de proporción dentro de las series históricas, altera el peso relativo de las restantes categorías. Ante ello,
se optó por presentar una elaboración propia que, a partir de una misma serie histórica de datos
ocupacionales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), que corre desde esos años hasta el presente,
permite obtener significaciones numéricas de tal categoría que resultan más cercanas a las propias
estadísticas de desempleo publicadas por el INE. Los resultados obtenidos en el resto de las categorías
presentan valores más próximos a los entregados por Martínez y León en el mentado estudio.
Los registros correspondientes a los años 1986, 2000, 2005 y 2009 que contiene el Cuadro 1 son de
elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) para dichos años, del
INE, en función de los algoritmos de procesamiento estadístico proporcionados por Arturo León.
15
Otra perspectiva de lo anterior se obtiene si se observa la significación numérica
absoluta, en miles de personas (ver cuadro 2), correspondiente a las distintitas categorías
y subcategorías sociales para el año 2009.
C
UADRO
2
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍAS SOCIALES DESAGREGADAS
,
2009
(En miles de personas)
Categorías sociales desagregadas (incluye cesantes) Periodo
2009
Empresarios agrícolas 26,8
Empresarios agrícolas exportadores 14,0
Empresarios agrícolas no exportadores 3,5
Terratenientes 7,0
Otros empresarios agrícolas 2,3
Asalariados agrícolas 431,3
Proletariado agrícola de la zona central 203,3
Proletariado Agrícola de la zona centro-sur 95,3
Asalariados rurales de la zona triguera 40,3
Proletariado empresas ganaderas y lecheras del sur 27,1
Proletariado ganadero Magallanes 3,8
Resto proletariado agrícola 21,5
Asalariados pesca 16,8
Proletariado forestal 23,2
Campesinado y Colonos Pobres 309,7
Campesino indígena del norte grande 10,2
Campesino pobre del norte chico 14,5
Campesino de la zona central 9,2
Campesino de la zona centro-sur 48,2
Campesino de la Araucanía 61,5
Campesino de la zona sur 29,7
Campesino chilote 9,1
Colonos pobres 4,9
Otros campesinos 41,1
Campesinos de la Región Metropolitana 27,1
Pescadores artesanales 33,6
Trabadores madereros independientes 20,6
Resto PEA agrícola no clasificada en otro grupo 8,6
Resto PEA agrícola 8,6
Sub total categorías sociales en agricultura, silvicultura, caza y pesca 776,5
Empresarios no agrícolas 161,9
Burguesía comercial 31,1
Empresariado capitalista industria 24,6
Empresariado capitalista servicios 24,7
Empresariado capitalista resto 81,5
Sectores medios asalariados 2185,4
Empleados de comercio 370,7
Burocracia estatal tradicional alta 38,4
Burocracia estatal tradicional media 98,6
Burocracia estatal tradicional baja 91,6
Burocracia estatal moderna alta 28,7
Burocracia estatal moderna media 188,8
Burocracia estatal moderna baja 81,5
Burocracia moderna servicios privados alta 165,7
16
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)
8
.
8
En adelante para fuentes de cuadros y gráficos ver nota 7 de fuente correspondiente al cuadro 1.
Burocracia moderna servicios privados media 363,6
Burocracia moderna servicios privados baja 757,9
Sectores medios independientes 541,6
Comerciantes detallistas 235,9
Profesionales liberales altos 39,8
Otros profesionales y técnicos liberales 76,8
Artesanado moderno 63,3
Pequeña burguesía transportista 125,8
Artesanado tradicional 356,8
Pirquineros 6,5
Artesanado tradicional 220,6
Artesanado de la construcción 129,7
Clase obrera minera 40,3
Proletarios gran minería cobre 3,6
Obreros carbón sector público 0,0
Proletariado pequeña y mediana minería del carbón 1,6
Proletariado pequeña y mediana minería del cobre 25,8
Proletariado pequeña y mediana minería resto 9,3
Clase obrera industrial y de la construcción 739,3
Clase obrera industrial tradicional 234,1
Clase obrera industrial segunda industrialización sustitutiva 172,1
Clase obrera industrial sectores estratégicos privados 11,4
Obreros de la construcción 312,6
Asalariados públicos industrial tradicional 6,1
Asalariados públicos segunda industrialización sustitutiva 0,2
Asalariados públicos sectores estratégicos 1,7
Asalariados públicos de la construcción 1,0
Clase obrera del comercio y los servicios 1165,8
Obreros de comercio 34,8
Asalariados en transporte privado 225,8
Obreros sector servicios 261,2
Asalariados públicos en el transporte, almacenaje y comunicaciones 8,6
Asalariados públicos sector terciario 66,1
Personal de servicio en oficinas privadas 512,3
Personal de servicios en oficinas públicas 57,1
Grupos marginales 744,1
Comerciantes marginales 239,8
Trabajadores marginales de servicios 228,7
Empleados domésticos 275,6
Otras 636,5
PEM & POJH 0,0
Cesantes y BTPV 632,8
Resto 3,7
Sub total categorías sociales fuera de agricultura, silvicultura, caza y pesca 6571,6
Total PEA nacional 7348,1
17
II.1.1 Categorías sociales en la agricultura, silvicultura, caza y pesca
A continuación se presentan las variaciones de las categorías sociales en la
agricultura, silvicultura, caza y pesca. Independientemente de los cambios en la
composición interna de este sector, detallados más adelante, hay que partir del hecho
que la caída general antes indicada del peso relativo en la PEA nacional del conjunto de
categorías sociales aquí comprendidas, aparece vinculado a una disminución relativa de
cada una de las categorías indicativas de las clases o grupos sociales que comprende
este sector de la sociedad, es decir, de los empresarios agrícolas, los asalariados
agrícolas y los campesinos y colonos pobres. Aunque en diversa proporción, en poco
más de veinte años todas estas categorías contribuyen, sin excepción, a una disminución
relativa equivalente a prácticamente la mitad del peso de este sector en la PEA nacional.
C
UADRO
3
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍAS SOCIALES DE LA AGRICULTURA
,
SILVICULTURA
,
CAZA Y PESCA
,
1971-2009
(En miles de personas)
Categorías sociales de la agricultura, silvicultura, caza
y pesca Periodo (años)
1971 1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Empresarios agrícolas 8,4 15,7 37,8 41,6 30,8 29,1 23,8 26,8
Asalariados agrícolas 299,8
236,9
418,1
449,0
407,6
425,6
417,8
431,3
Campesinado y colonos pobres 246 272,7
347,9
374,8
345,8
326,2
339,1
309,7
Resto PEA agrícola no clasificada en otro grupo - 0,7 4,2 3,7 6,4 6,3 9,7 8,6
Total 539,9
526,0
808,0
869,1
790,6
787,1
790,4
776,5
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción de los años 1971 y 1980.
Además, como se observa en el cuadro 3, a partir de 1990 se produce una
disminución absoluta de los campesinos y colonos pobres -con una leve recuperación
entre 2000 y 2005- que revierte el crecimiento alcanzado en los años ochenta. Por otro
lado, desde 1990 en adelante, el volumen absoluto de asalariados agrícolas fluctúa en
forma estancada entre las 400 y 450 mil personas.
Durante el periodo 1995-2009, a pesar de oscilaciones menores, el empresariado
agrícola tiende a una disminución tanto relativa como absoluta de su peso en la PEA
nacional. Este hecho parece ligado a una tendencia a la concentración de la propiedad
en estos sectores, puesto que la disminución del volumen de dicho empresariado ocurre
en condiciones de un crecimiento sostenido de la actividad económica en las ramas
18
vinculadas a él. En efecto, durante el mismo período el PIB del sector crece en forma
marcada
9
. Lo anterior coincide, por lo demás, con lo indicado en estudios que apelan a
otras fuentes documentales
10
. De modo que, lo anterior no indica que disminuye la
empresarialización en el sector (como ocurriría, por ejemplo, a partir de la recuperación
de una pequeña propiedad poco ligada a la producción para el mercado), pero tampoco
muestra cursos de “emprendimiento” como los pregonados por ideologías en boga. Tal
concentración de la propiedad resulta la cara -excluyente- de la empresarialización en la
producción agropecuaria, dado el tipo de modernización que impera allí por varias
décadas, donde la contracción relativa y absoluta del empresariado aparece como un
rasgo maduro de tal orientación.
C
UADRO
4
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍAS SOCIALES DEL SECTOR PISCISILVOAGROPECUARIO
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA agrícola)
Categorías sociales en agricultura, silvicultura,
caza y pesca
11
Periodo (años)
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Empresarios agrícolas 3,0% 4,7% 4,8% 3,9% 3,7% 3,0% 3,5%
Asalariados agrícolas 45,0% 51,7% 51,7% 51,6% 54,1% 52,9% 55,6%
Campesinado y colonos pobres 51,8% 43,1% 43,1% 43,7% 41,4% 42,9% 39,9%
Resto PEA agrícola no clasificada en otro grupo 0,1% 0,5% 0,4% 0,8% 0,8% 1,2% 1,1%
Total 100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
En concordancia con lo anterior, las variaciones internas relativas dentro de este
sector de la sociedad muestran una caída del peso relativo de los empresarios frente al
aumento de la significación relativa de los trabajadores asalariados y una caída también
de los campesinos (ver cuadro 4). Los empresarios experimentan una caída gradual,
cuyas variaciones, aparte de los anotados cursos de concentración, parecen ligadas a las
curvas de expansión de la demanda exportadora que, en fases agudas, tiende a
9
Según los datos del Banco Central, entre los años 2003 y 2009 el PIB agropecuario y silvícola creció en
un 36,99 %, mientras que el PIB de la pesca lo hace en un 11,58%. Fuente: Banco central. Ver en
www.bcentral.cl. La relación entre el PIB del sector de la economía y la categoría social en cuestión se
establece a partir de la definición establecida para esta última en Martínez y León (1987).
10
Las sucesivas actualizaciones del llamado “mapa de la extrema riqueza” realizadas por Fazio (2005),
indican una dinámica de concentración creciente de la propiedad en manos de grupos económicos grandes
y medianos en los sectores forestal, pesquero, frutícola, vitivinícola, avícola y porcino, y lácteo.
11
No se presentan datos desagregados para las categorías sociales de la agricultura, silvicultura, caza y
pesca en 1971.
19
acentuarlos
12
. Mientras que los campesinos y colonos pobres pierden peso relativo en
forma sostenida, en un curso de descampesinización que, aunque anterior, renueva
intensidad desde 1995 en adelante dado el grado de avance que alcanza la
transformación de este sector de la sociedad, alcanzando un mínimo histórico de un 39,9
% del total sectorial en 2009. Por igual razón, los trabajadores asalariados acrecientan -
en forma oscilante pero sostenida- su participación, alcanzando un máximo histórico de
un 55,6 % para el mismo año.
Luego, de modo general estos cambios entre las categorías sociales de la
agricultura, silvicultura, caza y pesca muestran el predominio consolidado del trabajo
asalariado en la PEA del sector, que sigue acentuándose, así como su organización a
manos de menos empresarios de mayor poder económico, lo que traza un panorama de
una fisonomía difícilmente asociable a las viejas nociones locales de tradición y
ruralidad.
En términos específicos, es posible desagregar dicho panorama al punto que lo
permiten las subcategorías sociales que distingue la matriz analítica adoptada. Cabe
hacer notar que las diferencias internas se hacen principalmente a partir de la ubicación
geográfica. Tal es la variable que explica la desagregación del empresariado, los
asalariados y los campesinos y colonos pobres elaborada por León y Martínez, cuya
actualización sigue a continuación.
Los empresarios agrícolas
La matriz adoptada considera cuatro distinciones entre los empresarios agrícolas:
los empresarios agrícolas exportadores, los empresarios agrícolas no exportadores, los
terratenientes y otros empresarios agrícolas. Las variaciones de la significación
numérica de estas subcategorías sociales en el periodo 1980-2009
13
aparecen a
continuación.
12
Durante el periodo 1996-2009, el PIB asociado de las exportaciones del sector agropecuario-silvícola y
pesquero creció en un impresionante 167,2 %. Fuente: Banco central. Ver en www.bcentral.cl.
13
No existen datos desagregados para el año 1971.
20
CUADRO
5
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL EMPRESARIOS AGRÍCOLAS
,
1980-2009
(En miles de personas).
Categoría social empresarios agrícolas
Periodo (años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Empresarios agrícolas exportadores 6,0 14,5 16,9 12,0 13,2 11,7 14,0
Empresarios agrícolas no exportadores 2,3 4,3 5,4 3,8 3,4 3,4 3,5
Terratenientes 4,2 14,1 14,4 10,2 9,5 5,9 7,0
Otros empresarios agrícolas 3,2 4,9 4,9 4,8 3,0 2,8 2,3
Total
15,7
37,8
41,6
30,8
29,1
23,8
26,8
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
El cuadro 5 registra los cambios en la composición absoluta del empresariado
agrícola. Mientras que los empresarios agrícolas exportadores tienden a una paulatina
disminución de su peso absoluto, con oscilaciones vinculadas a la expansión de la
demanda internacional y la concentración de la propiedad, los empresarios agrícolas no
exportadores, ligados al mercado nacional, mantienen una relativa estabilidad desde el
año 1995 en adelante, propia de una dinámica económica donde la expansión y
concentración antes apuntadas existen, pero en rangos considerablemente menores a los
que adopta la dinámica la producción para el mercado externo.
Hay que consignar que la relativa recuperación en 2009 del peso absoluto que
presentan los llamados terratenientes, dentro de una prolongada tendencia a la caída, no
indica una reanimación del propietario agrícola tradicional. Las diferenciaciones
analíticas hechas en base a delimitaciones geográficas, sólo ubica a estos
“terratenientes” en regiones donde tradicionalmente se concentró parte importante de la
oligarquía chilena
14
. De ahí que lo anterior no se puede asociar a la supervivencia de
rasgos propios de la vieja égida hacendal.
Asalariados agrícolas, campesinos y colonos pobres
Las variaciones de las subcategorías de los asalariados agrícolas, campesinos y
colonos pobres, cuya significación absoluta desagregada reúne proporciones reducidas
14
Léase Colchagua, Talca, Linares, Ñuble, Biobío, etc. (León y Martínez, 2008).
21
de la PEA nacional, resultan de poco interés. En su lugar, conviene explorar, de acuerdo
a los criterios geográficos fijados, el grado de vinculación que existe entre los procesos
de descampesinización y asalarización antes anotados, a fin de advertir algunos rasgos
del tipo de modernización imperante, actualmente en fases considerablemente
avanzadas de desenvolvimiento. Para ello se agrupan en una zona común aquellas
subcategorías correspondientes a la zona centro-sur del país (zona donde es posible
indagar tal relación según la distribución geográfica de las categorías de la matriz
empleada), tanto de asalariados agrícolas como de campesinos y colonos pobres. La
posibilidad de observarlos en dicha zona común, se ampara además en indicaciones que
permiten controlar el efecto estacionario, así como la merma de la migración rural
(PNUD, 2008).
C
UADRO
6
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍAS SOCIALES ASALARIADO AGRÍCOLA Y CAMPESINOS Y
COLONOS POBRES EN LA ZONA CENTRO SUR
,
1980-2009
(En miles de personas)
Asalariados agrícolas y campesinos y colonos pobres zona
central y centro-sur
Periodo (años)
1980
1986
1990
1995
200
0
2005
2009
Proletariado agrícola de la zona centro-sur 55,7 89,8 88,9 81,8 81,7 87,7 95,3
Campesino de la zona centro-sur 60,5 78,6 80,8 79,7 57,2 46,8 48,2
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
De tal modo, en el cuadro 6 se observa la tendencia a la asalarización antes
apuntada que, en el caso de la zona centro-sur, se produce desde 1995 en adelante en
forma vinculada a la disminución de la categoría campesinos, dada la contracción que
en ese mismo lapso registra la tendencia anterior a la migración rural, propia de una
estabilización que en el último tiempo experimenta este sector de la población (PNUD,
2008).
22
II.1.2 Categorías sociales fuera de la agricultura, silvicultura, caza y pesca
A continuación se examina el amplio conglomerado de categorías sociales fuera
de la agricultura, silvicultura, caza y pesca. Como se indicó, el universo que agrupa
dichas categorías muestra un crecimiento sostenido de su significación numérica
relativa desde 1986, hasta alcanzar en 2009 un 89,4 % de la PEA nacional.
Empresariado no agrícola
A pesar que este tipo de estudios no capta suficientemente el panorama de
grupos sociales minoritarios, como es el caso, por definición, del empresariado, permite
apreciar ciertos rasgos. En general, pese a un leve crecimiento absoluto, el empresariado
no agrícola pierde peso relativo en la sociedad chilena durante estas décadas. Como en
el caso de sus pares agropecuarios, ello también se asocia a procesos de concentración
de la propiedad, indicados en otros estudios (Fazio, 2005). No obstante, esta vez, las
variaciones en su composición interna resultan más marcadas, señalando un mayor
grado de heterogeneidad al interior del empresariado no agrícola.
C
UADRO
7
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL
E
MPRESARIADO NO AGRÍCOLA
,
1980-2009
(En miles de personas)
Empresariado no agrícola Periodo (Años)
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Burguesía Comercial 21,7 32,3 39,0 41,3 37,0 34,9 31,1
Empresariado Capitalista Industria 10,7 17,6 29,2 26,5 21,5 24,8 24,6
Empresariado Capitalista Servicios 4,4 13,7 20,2 18,9 14,7 19,9 24,7
Empresariado Capitalista Resto 15,1 28,7 61,5 52,4 64,9 74,0 81,5
Total 51,9 92,4 149,9 139,0 138,2 153,6 161,9
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Como se indicó en el cuadro 1, el empresariado no agrícola disminuye su peso
en la PEA nacional desde 1990 en adelante, de 3,2 % a 2,2 % en 2009. Ahora bien, en
términos desagregados, resulta que la burguesía comercial constituye la fracción social
que experimenta la mayor disminución absoluta dentro de dicho empresariado (ver
cuadro 7) desde 1995 en adelante, hecho que coincide con un período de acentuada
expansión del rubro que controla
15
, lo que descarta la idea de una crisis empresarial
15
Durante el período 2003-2009 el PIB del sector comercio, restaurantes y hoteles registra un crecimiento
de un 34,74 %. Fuente: Banco Central. Ver en www.bcentral.cl.
23
ligada a un estancamiento del sector; señala, más bien, uno de los rubros donde la
dinámica de concentración de la propiedad ha resultado más aguda en estos años, dando
lugar, incluso, a cursos de expansión de este empresariado sobre mercados de otros
países de la región.
En cambio, el empresariado capitalista de la industria experimenta una
disminución en los años noventa que, si bien se recupera levemente en la década
siguiente, representa una pérdida de peso relativo vinculada a una dinámica económica
considerablemente menor, indicando un tipo de empresariado que no resulta
especialmente privilegiado dentro del modelo de crecimiento vigente
16
.
Ahora bien, en forma principal el aumento absoluto de los empresarios no
agrícolas se explica por el crecimiento del empresariado capitalista de servicios y,
especialmente, aquél que se consigna genéricamente como empresariado capitalista
resto
17
. En el caso del empresariado de servicios, tras un acelerado proceso de
expansión en los años ochenta, tiende a oscilar en forma asociada a los ciclos
económicos, mostrando una alta sensibilidad a estos. En cambio, dada su excesiva
generalidad, la expansión dominante registrada en la última categoría, resulta indicativa
de la inadecuación de esta taxonomía para explicar los cambios más dinámicos del
actual empresariado chileno.
16
Entre los años 2003 y 2009 el PIB del sector manufacturero crece en un 14,52 %. Fuente: Banco
Central. Ver en www.bcentral.cl.
17
En la formulación original esta categoría hace una referencia muy genérica a los directores, gerentes y
propietarios de las ramas que no pertenecen al comercio mayor y menor, restaurantes y hoteles, la
industria manufacturera y de servicios (León y Martínez, 1987). En todo caso, los empresarios registrados
en esta categoría corresponden, en su mayoría a la rama de los servicios; sólo que, a diferencia de
aquellos directamente consignados bajo el rubro de servicios, en razón que operan en forma directa para
el mercado abierto, los empresarios ubicados en esta categoría residual prestan, en su mayoría, servicios a
otras empresas.
24
G
RÁFICO
1
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL EMPRESARIOS NO AGRÍCOLAS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA empresario no agrícola)
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Burguesía Comercial
41,8%
35,0%
26,1%
29,7%
26,8%
22,7%
19,2%
Empresariado Capitalista Industria 20,6% 19,1% 19,5% 19,0% 15,6% 16,2% 15,2%
Empresariado C apitalista Servicios
8,5%
14,9%
13,5%
13,6%
10,7%
13,0%
15,3%
Empresariado Capitalista Resto 29,1% 31,0% 41,0% 37,7% 47,0% 48,2% 50,4%
0,0%
10,0%
20,0%
30,0%
40,0%
50,0%
60,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
El gráfico 1 muestra los marcados cambios experimentados en la composición
interna del empresariado no agrícola durante el periodo 1980-2009. Allí se observa una
abrupta pérdida de peso numérico relativo de la burguesía comercial y, también, aunque
en menor medida, del empresariado capitalista industrial. A su vez, evidencia la
creciente presencia del empresariado vinculado a los servicios, especialmente durante la
última década. No obstante, la expansión dominante de la última categoría alusiva al
“resto” del empresariado, indica la presencia de gravitantes procesos en su interior en
estas décadas que no es posible registrar en este estudio.
Sectores medios
Los sectores medios han experimentado un crecimiento ininterrumpido, desde
mediados de los años ochenta hasta hoy, al punto de erigirse en forma claramente
diferenciada como el sector de mayor significación numérica, relativa y absoluta, dentro
de la sociedad chilena, alcanzando un 37,1 % de la PEA a nivel nacional. Este hecho
25
constituye una de las principales huellas del prolongado crecimiento económico sobre la
estructura social.
La principal distinción relativa a la composición interna de los sectores medios,
indica que la expansión antes consignada responde en forma clara al crecimiento de los
sectores medios asalariados. Incluso, dado que los sectores medios independientes
pierden peso relativo en la PEA nacional, adquiere más celeridad la configuración de
una fisonomía eminentemente asalariada sobre los sectores medios de la sociedad
chilena actual. Como se aprecia en el cuadro 8, mientras los sectores medios asalariados
crecen en forma sostenida a lo largo de todo el período considerado, alcanzando en
2009 un 29,7 % del total de la PEA nacional, el sector medio independiente muestra una
caída relativa desde 1995 en adelante.
C
UADRO
8
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL
S
ECTORES MEDIOS
,
1971-2009
(En porcentaje de la PEA a nivel nacional)
Sectores medios
Periodo (Años)
1971 1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Sectores medios asalariados 18,4% 20,3% 21,0% 23,6% 26,4% 26,5% 28,9% 29,7%
Sectores medios independientes 7,8% 9,2% 5,7% 6,2% 8,1% 8,0% 7,9% 7,4%
Total 26,2% 29,5% 26,7% 29,8% 34,5% 34,5% 36,8% 37,1%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción de los años 1971 y1980.
De tal modo, los sectores medios asalariados se expanden al punto de constituir
la categoría social más numerosa y de mayor crecimiento dentro del conjunto de la
estructura social actual. Una tendencia a la asalarización que se convierte en el rasgo
principal de los sectores medios, a un grado distintivo respecto del panorama anterior, y
cuyo crecimiento continúa, convirtiéndose a la vez en uno de los rasgos más
característicos de la actual estructura social chilena. Luego, contrario a lo que sugieren
ideologías en boga, la dinámica del “emprendimiento” no parece vinculada en forma
significativa al panorama actual de los sectores medios en Chile
18
. Las proporciones de
este cambio se pueden apreciar en el siguiente cuadro:
18
En términos del análisis de Martínez y León, esta tendencia a la asalarización se asocia a un aumento
del grado de organicidad presente en la estructura social, referido a las condiciones de constitución de la
acción colectiva.
26
C
UADRO
9
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS
,
1980-2009
(% sectores medios).
Sectores medios
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Sectores Medios Asalariados 68,9% 71,4% 78,6% 78,9% 78,4% 78,9% 79,2%
Sectores Medios Independientes 31,1% 28,6% 21,37% 21,1% 21,6% 21,1% 20,8%
Total
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Por último, cabe observar que estas tendencia registradas en la composición
interna de los sectores medios actuales, así como en su peso dentro de la sociedad,
aparecen más marcadas si se consideran las significaciones numéricas absolutas
involucradas (ver cuadro 2).
El examen desagregado de la distinción anterior, a nivel de las subcategorías sociales
consideradas para los sectores medios, permite mayores precisiones en esta
caracterización.
a) Sectores medios asalariados
La principal distinción al interior de los sectores asalariados corresponde al origen
estatal o privado del empleo. El comportamiento registrado (ver gráfico 2) muestra que
la fuente principal de la expansión consignada de los sectores medios, radica en forma
marcada en el empleo privado. De modo que, aquella tendencia registrada en Chile en
los años ochenta hacia la “privatización de las clases medias”, en la actualidad no
adopta la forma de una empresarialización de estos sectores, sino la de una asalarización
al alero de la empresa privada.
27
G
RÁFICO
2
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS ASALARIADOS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA nacional)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Sectores medios asalariados
públicos
8,6%
7,1%
6,8%
6,6%
7,3%
6,9%
7,2%
Sectores medios asalariados
privados
11,7%
13,9%
16,9%
19,7%
19,3%
22,0%
22,6%
0,0%
5,0%
10,0%
15,0%
20,0%
25,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980
19
.
Efectivamente, los sectores medios asalariados privados experimentan un
crecimiento significativo en su peso relativo dentro de la PEA nacional, alcanzando un
22,6 % en 2009. Tal expansión ha resultado prácticamente ininterrumpida, mostrando la
alta sensibilidad de este sector de la sociedad a la dinámica económica determinada por
la modalidad de crecimiento vigente
20
. En cambio, de forma distante a lo anterior, los
sectores medios asalariados públicos muestran una relativa estabilidad en torno al 7 %
de la PEA nacional. Las condiciones de alta rotación o estabilidad laboral, en cada caso,
hacen de ambos mundos unos universos diametralmente diferentes, lo que constituye
una marca de la considerable heterogeneidad de estos crecidos sectores medios de la
sociedad chilena actual.
Sectores medios asalariados públicos
El grupo de los sectores medios asalariados públicos se desagrega en tres
subcategorías de burocracias tradicionales (altas-media-baja) y tres subcategorías
19
Para el año 1971 la categoría sector medio asalariado contiene las cifras del sector público y privado.
(León y Martínez, 2001).
20
La excepción a lo anterior registrada en el lapso 1995-2000 responde a una caída en términos absolutos
en 1999, que se expresa en términos de su peso relativo entre los años 1998 y 2001. Su origen, vinculado
a la contracción económica de esos años producto de la crisis asiática, refleja el estrecho vínculo de la
evolución de este sector con los patrones de crecimiento imperantes.
28
correspondientes a burocracias modernas (alta-media-baja)
21
, distinción que, en
definitiva, diferencia aquella burocracia que emerge al alero del modelo desarrollista.
C
UADRO
10
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL
S
ECTORES MEDIOS ASALARIADOS PÚBLICOS
,
1980-2009
(En miles de personas)
Sectores medios asalariados públicos
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Burocracia estatal tradicional alta 9,5 15,4 10,4 13,0 27,6 28,2 38,4
Burocracia estatal tradicional media 44,7 54,4 45,5 53,8 63,4 75,3 98,6
Burocracia estatal tradicional baja 48,0 34,6 43,0 54,4 78,9 78,8 91,6
Burocracia estatal moderna alta 21,3 24,9 30,4 21,7 31,4 27,5 28,7
Burocracia estatal moderna media 118,5
128,0
136,9
146,4
165,1
162,0
188,8
Burocracia estatal moderna baja 69,5 47,7 53,1 60,3 60,1 66,8 81,5
Total
311,5
305
,0
319,3
349,6
426,5
438,6
527,6
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
En términos de la significación numérica absoluta se registra un crecimiento más
marcado en la burocracia estatal tradicional, mientras que la burocracia estatal moderna
lo hace con oscilaciones y a un ritmo menor que la anterior. Luego, a pesar de la
estabilidad general consignada para los sectores medios asalariados públicos, durante el
periodo 1990-2009 se produce un cambio de tendencia en la composición interna de
este grupo, marcada por el aumento de la participación relativa de las burocracias
tradicionales en lugar de las burocracias modernas. Este hecho se relaciona con los
cambios de orientación en la formación de la burocracias públicas, expresada en el
énfasis que adquieren los aspectos procedimentales y regulatorios propios de los
modelos de gestión de la acción estatal actual, en lugar de aquellas dimensiones
vinculadas al desarrollo de servicios sociales (aquellas ligadas a aspectos productivos
pierden significación mucho antes en la composición de la burocracia estatal, con la
privatización de empresas públicas en los años setenta). Como consigna el gráfico
siguiente, este proceso corresponde plenamente al período democrático.
21
Por burocracia tradicional se entiende aquella encargada de administrar los servicios centrales de
gobierno interior, justicia y defensa. En cambio, la burocracia moderna indica aquella relacionada con la
expansión de servicios sociales y de bienestar (educación, salud y previsión) (León y Martínez, 1987).
Las distinciones alta, media y baja corresponden a niveles educacionales, así como a una jerarquización
de las profesiones.
29
G
RÁFICO
3
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS ASALARIADOS PÚBLICOS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA de sectores medios asalariados públicos)
1980 1986 1990 1995 2 000 2 005 2009
Burocracia Estatal Tr adicional 32,8% 34,2% 31,0% 34,7% 39,8% 41,6% 43,3%
Burocracia Estatal Moderna 67,2% 65,8% 69,0% 65,3% 60,2% 58,4% 56,7%
0,0%
10,0%
20,0%
30,0%
40,0%
50,0%
60,0%
70,0%
80,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Sectores medios asalariados privados
En este estudio, la composición interna del amplio grupo de los sectores medios
asalariados privados se considera a partir de subcategorías que diferencian a los
empleados del comercio y las burocracias de servicios privados. A su vez, dentro de
estas últimas se distingue entre estratos alto, medio y bajo conforme a niveles
educacionales y a una jerarquización de profesiones
22
. La evolución del peso relativo de
estas subcategorías, durante el período 1980-2009, se muestra en el siguiente cuadro:
22
La categoría está compuesta por empleados del comercio y burocracias modernas de servicios privados
alta, media y baja. Respecto a esta última la diferenciación se realiza de acuerdo a profesiones, estando
presentes en todas las ramas de actividad sin excepción. La burocracia moderna de servicios privados alta
está compuesta por directores, gerentes, administrativos, arquitectos, ingenieros, médicos y abogados. La
burocracia moderna de servicios privados media está compuesta por paramédicos, enfermeras, rectores,
profesores y maestros, economistas, artistas, escritores y contadores. La burocracia moderna de servicios
privados baja está compuesta por tenedores de libros, mecanógrafos y taquígrafos, operadores de
30
C
UADRO
11
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL
S
ECTORES MEDIOS ASALARIADOS PRIVADOS
,
1980-2009.
(En porcentaje de la PEA nacional)
Sectores medios asalariados privados
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Empleados de comercio 2,4%
3,0%
3,4% 4,2% 3,9%
3,8% 5,0%
Burocracia moderna servicios privados alta 0,9%
1,4%
1,6% 1,8% 1,7%
2,2% 2,3%
Burocracia moderna servicios privados media 1,3%
2,5%
3,1% 3,3% 3,7%
4,7% 5,0%
Burocracia moderna servicios privados baja 7,1%
7,1%
8,8% 10,5%
9,9%
11,3%
10,3%
Total
11,7%
14,0%
16,9%
19,8%
19,2%
22,0%
22,6%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
El marcado aumento de la significación relativa de la burocracia moderna de
servicios privados dentro de la PEA nacional constituye el aspecto más relevante de tal
panorama, revelándose como el componente principal del proceso de expansión actual
de los sectores medios en la sociedad chilena. Al interior de esta burocracia, los
segmentos medio y alto concentran la mayor expansión, aunque el estrato bajo sigue
siendo predominante. De tal modo, la tendencia es hacia una primacía de la burocracia
moderna de servicios privados media y alta.
En efecto, entre los años 1995 y 2009 el segmento alto de esta burocracia
expande de 1,8 a un 2,3 % su participación en la PEA nacional, asimismo el segmento
medio lo hace de 3,3 a un 5,0%, mientras que en el mismo lapso el segmento bajo
registra una leve caída de 10,5 a un 10,3 %. En la medida que lo anterior se relaciona
con los niveles educacionales, este hecho puede resultar indicativo de procesos de
tercerización genuina, que distinguen la experiencia chilena de aquellas acaecidas en la
región (Weller, 2004), marcadas por un mayor peso de la llamada tercerización espuria
que se asocia a bajas calificaciones y niveles educacionales de la fuerza de trabajo, y a
cursos de precarización que asimilan tal tercerización, más bien, a una condición de
refugio ante contracciones económicas y del empleo en general.
En el caso chileno, la prolongada expansión de la cobertura de la educación
superior, parece mostrar a través de lo anterior sus efectos sobre la estructura social. De
ser así, ha de tenerse en cuenta la marcada heterogeneidad asociada a esta última
expansión, expresada en una producción en forma diferenciada de profesionales para
máquinas de oficina, telefonistas, inspectores y despachadores, carteros y mensajeros, otros oficinistas y
afines (León y Martínez, 1987).
31
segmentos muy dispares del mercado laboral, que contribuye a la formación de circuitos
de socialización también rígidamente segmentados, como indican diversos estudios de
movilidad relativos a este sector (Núñez y Gutiérrez, 2004; Núñez y Risco, 2004;
Wormald y Torche, 2004; Torche, 2005).
G
RÁFICO
4
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS ASALARIADOS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA nacional)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
El gráfico anterior muestra la anotada pérdida de peso de la burocracia moderna
de servicios privados baja desde 1995 en adelante, y la expansión de los segmentos
medio y alto de dichas burocracias, al tiempo que el carácter sostenido de esta tendencia
al cambio en la composición interna de la burocracia moderna privada. De tal modo, se
tiene que el crecimiento de la asalarización de los sectores medios se asocia en forma
predominante a una burocratización privada de calificaciones formalmente altas.
Finalmente, los empleados del comercio oscilan en forma estancada, con
variaciones fuertemente asociadas a los cambios de coyunturas económicas.
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Empleados de Comercio
20,76%
21,44%
20,34%
21,42%
20,49%
17,35%
22,36%
Burocracia Moderna Se rvicios Privados Alta
7,96%
9,76%
9,34%
8,99%
8,97%
10,14%
9,99%
Burocracia Moderna Servicios Privados Media
11,06%
17,77%
18,24%
16,67%
19,04%
21,23%
21,93%
Burocracia Moderna Servicios Privados Baja
60,23%
51,04%
52,07%
52,92%
51,50%
51,28%
45,72%
0,00%
10,00%
20,00%
30,00%
40,00%
50,00%
60,00%
70,00%
32
En términos de los volúmenes absolutos (ver cuadro 11), la composición interna
de los sectores medios asalariados privados, los de mayor crecimiento en la estructura
social actual, se tiene que, desde 1995 hasta hoy, los segmentos medio y bajo de la
burocracia moderna de servicios privada se expanden en una medida prácticamente
equivalente, en torno a las 200 000 mil personas. Aunque todas las subcategorías se
expanden en términos absolutos, el crecimiento de la burocracia moderna de servicios
media resulta particularmente significativo respecto de su volumen total.
C
UADRO
12
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL
S
ECTORES MEDIOS ASALARIADOS PRIVADOS
,
1980-2009
(En miles de personas)
Sectores medios asalariados privados
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Empleados de Comercio 88,4 126,9
162,4
223,2 231,6 241,9 370,7
Burocracia Moderna Servicios Privados Alta 33,9 57,7 74,6 93,7 101,4 141,4 165,7
Burocracia Moderna Servicios Privados Media 47,1 105,2
145,6
173,6 215,2 295,9 363,6
Burocracia Moderna Servicios Privados Baja 256,5
302,0
415,7
551,3 582,2 714,9 757,9
Total
425,9
591,8
798,3
1041,8
1130,4
1394,1
1657,9
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
b) Sectores medios independientes
A diferencia del sector anterior, los sectores medios independientes disminuyen en
forma sostenida su peso relativo en la PEA nacional desde 1995 en adelante, hasta un
7,4 % en 2009 (ver cuadro 8). En las condiciones antes descritas, este segmento
“emprendedor” difícilmente responde en este período a aquella “empresarialización
forzada” de los sectores medios que apuntan Martínez, León y Tironi en los años
ochenta. En el caso chileno, a diferencia de lo que también se indica en otras
experiencias regionales (Portes y Hoffman, 2005), esta categoría no parece asociable en
la actualidad a una condición de “refugio” producto de la contracción del empleo
estatal.
33
CUADRO
13
SIGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS INDEPENDIENTES
,
1980-
2009
(En miles de personas)
Sectores medios independientes
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Comerciantes detallistas 198,9 131,4 154,9 207,1 188,2 198,8 235,9
Profesionales liberales altos 16,1 10,0 10,0 23,8 31,2 31,6 39,8
Otros profesionales y técnicos liberales 19,3 16,5 26,2 44,4 59,6 67,5 76,8
Artesanado moderno 44,2 36,9 40,1 56,5 72,8 74,4 63,3
Pequeña burguesía transportista 55,0 49,1 62,7 95,0 117,7 126,5 125,8
Total
333,5
243,8
293,9
426,8
469,5
498,8
541,6
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
El examen de su composición interna (véase cuadro 13) indica que, en general,
las subcategorías distinguidas en el estudio han crecido desde 1986 en términos
absolutos. Dentro de ellos, son los profesionales liberales altos quienes más se
expanden. Sin embargo, como se aprecia en el cuadro 14, al considerar las variaciones
internas relativas de la composición de este sector, resulta que, manteniendo una vieja
tradición, en la pequeña burguesía chilena siguen predominando ampliamente los
comerciantes y transportistas. Los profesionales y técnicos independientes, en cambio,
tienen una participación considerablemente menor.
Luego, aparte de su ligera disminución relativa, tal reproducción de una pequeña
burguesía con niveles de calificación predominantemente bajos interroga por los
alcances de los procesos de modernización que han marcado, ya sea progresiva o
regresivamente, a otros sectores de la sociedad chilena. Lo anterior cuestiona, entre
otras cosas, por los espacios que preserva esta dinámica para los llamados “negocios
enanos del capitalismo”. Para el decenio 1985-1995, los estudios indicaban un aumento
de los ingresos mayor en las posiciones independientes que en aquellas dependientes de
estos sectores medios (Martínez y León, 2001). Sin embargo, con posterioridad a ello,
se advierte que los ingresos más altos corresponden a una reducida franja de este grupo,
al tiempo que en términos mayoritarios exhiben precarias condiciones previsionales y
de seguridad social en general (Wormald y Torche, 2004).
34
C
UADRO
14
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL SECTORES MEDIOS INDEPENDIENTES PRIVADOS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA Sectores Medios Independientes Privados)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Artesanado tradicional
El conjunto de las categorías incluidas en el artesanado tradicional experimentan
una caída de su peso relativo en la PEA nacional entre 1995 y 2009, hasta llegar a un
4,9 % de ésta al final del período.
Sectores medios independientes
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Comerciantes Detallistas 59,6% 53,9% 52,7% 48,5% 40,1% 39,8% 43,6%
Profesionales Liberales Altos 4,8% 4,1% 3,4% 5,6% 6,6% 6,3% 7,4%
Otros Profesionales y Técnicos Liberales
5,8% 6,8% 8,9% 10,4% 12,7% 13,5% 14,2%
Artesanado Moderno 13,3% 15,1% 13,6% 13,2% 15,5% 14,9% 11,7%
Pequeña Burguesía Transportista 16,5% 20,1% 21,4% 22,3% 25,1% 25,4% 23,2%
Total
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
35
G
RÁFICO
5
SIGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL ARTESANADO
,
1980-2009
(En miles de personas)
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Pirquineros
6,0
14,7
12,6
7,0
6,0
4,6
6,5
Artesanado Tradicional
164,1
149,9
158,6
191,9
177,5
219,3
220,6
Artesanado de la Construcción
20,4
40,0
68,9
80,6
124,8
87,0
129,7
0,0
50,0
100,0
150,0
200,0
250,0
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Como se observa, al considerar el hecho anterior en términos desagregados, tal
disminución resulta contenida principalmente por el importante crecimiento absoluto
del artesanado de la construcción, usualmente ligado a condiciones precarias.
Clase obrera
En términos de los estudios sobre la estructura social chilena, los años setenta y
ochenta de la centuria pasada se suelen asociar a la tesis de la “pérdida del peso
estratégico de la clase obrera” (Martínez y Tironi, 1983). Desde entonces, su
significación numérica relativa dentro de la PEA nacional experimenta cierta
recuperación, aunque acotada a límites inferiores a los históricos (ver cuadro 15). De
modo que, si en 1971 ésta representa un 34,5 % de la PEA nacional, en 2009 significa
tan sólo un 26,5 % de la misma. Entre los años 1995 y 2000 vuelve a registrar un
descenso respecto a recuperaciones intermedias, aunque en la última década crece
levemente. En definitiva, se trata de oscilaciones acotadas que confirman la extensión
del proceso, antes consignado, de pérdida del peso histórico relativo de la clase obrera,
durante los veinte años siguientes. Sólo cabe agregar al respecto que, en este estudio, a
diferencia de los originarios, ya no operan las distinciones etarias involucradas para
36
diferenciar las fracciones obreras nuevas, de aquellas que detentan “una socialización
con conciencia de clase” propia del período nacional-popular.
C
UADRO
15
SIGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍA SOCIAL CLASE OBRERA
,
1971-2009
(En porcentaje de la PEA nacional)
Clase obrera
Periodo (Años)
1971
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Clase obrera minera 1,3% 1,3% 0,7% 1,0% 0,8% 0,5% 0,4% 0,6%
Clase obrera industrial y de la construcción 25,8% 11,1% 10,0% 12,2% 13,2% 10,4% 10,9% 10,1%
Clase obrera del comercio y los servicios 7,4% 12,1% 11,9% 12,7% 13,1% 14,6% 14,7% 15,9%
Total
34,5%
24,5%
22,6%
25,9%
27,2%
25,5%
26,1%
26,5%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción de los años 1971 y 1980.
En términos de los cambios en su composición interna, el fenómeno más
relevante que permite consignar el esquema de análisis empleado estriba en la
prolongación del proceso de tercerización (ver cuadro 15), a un punto que, a diferencia
de cualquier registro anterior, en el panorama actual los trabajadores del comercio y los
servicios resultan claramente predominantes dentro de la fisonomía de la clase obrera.
En efecto, si en 1995 el peso relativo de éstos y la clase obrera industrial y de la
construcción resultaban similares, en 2009 los primeros superan a los obreros del sector
secundario en más de 5 puntos porcentuales de la PEA nacional, anotándose como una
de las fracciones sociales de mayor crecimiento dentro del conjunto de la estructura
social.
Sin embargo, cabe anotar que, a diferencia del carácter que asume dicho proceso
de tercerización en los años ochenta, el aumento del peso relativo de los trabajadores
ligados al sector terciario en la actualidad se explica sólo parcialmente a partir de la
caída de la proporción de trabajadores industriales, lo que indica, en definitiva, que el
crecimiento de los obreros del sector comercio y servicios hoy resulta alimentado por
otras categorías sociales. Teniendo en cuenta, además, el proceso marcadamente
expansivo de los sectores medios asalariados, es posible suponer que un volumen
mayoritario de tal crecimiento del peso relativo de los trabajadores del sector terciario
representa procesos de incorporación efectiva de franjas antes ubicadas en una
condición marginal.
37
A su vez, al interior de cada una de estas fracciones es posible obtener registros a
nivel desagregado (pese a que varias de las subcategorías contenidas, actualmente
carecen de significación, planteando requerimientos de adecuación taxonómica).
a) Clase obrera minera
La participación de la clase obrera minera en la PEA nacional se mantiene estable
durante la última década, luego de un descenso entre 1995 y 2000. Sin embargo, si
examinan las variaciones en la composición interna de dicha clase entre 1980 y 2009
(ver cuadro 16), se tiene que al final de este período la inmensa mayoría de los obreros
del sector se encuentran empleados en la pequeña y mediana minería, mientras que la
gran minería disminuye en forma acentuada su participación. En particular, en el caso
del cobre, los trabajadores de la pequeña y mediana minería prácticamente duplican su
significación numérica relativa en el período aludido. Si se toma en cuenta la expansión
sostenida que experimentan las exportaciones cupríferas, y mineras en menor medida,
se aprecia el desarrollo de la gran minería ligado a un tipo de inversión extremadamente
intensiva en capital, y con eso, a una generación reducida de empleos, al punto que
redunda en un cambio de la fisonomía anterior de este sector social.
C
UADRO
16
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL CLASE OBRERA MINERA
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA de la clase obrera minera)
Clase Obrera Minera
Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Proletarios gran minería cobre 21,0% 7,5% 8,1% 10,1% 10,1% 2,7% 8,9%
Obreros carbón sector público 5,8% 0,0% 0,0% 0,0% 0,8% 0,3% 0,0%
Proletariado pequeña y mediana minería del carbón 22,3% 32,3% 26,8% 9,8% 3,8% 7,1% 4,1%
Proletariado pequeña y mediana minería del cobre 32,2% 30,3% 34,3% 42,8% 50,4% 56,4% 64,0%
Proletariado pequeña y mediana minería resto 18,8% 29,9% 30,8% 37,3% 35,0% 33,5% 23,1%
Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Por otro lado, cabe señalar que el esquema de análisis empleado no permite captar
diferenciaciones relativas a las modalidades contractuales involucradas, las que, como
se sabe, han resultado -en estas y otras fracciones aquí consignadas como clase obrera-
determinantes en conflictos sociales de los últimos años, en particular entre trabajadores
contratados y subcontratados.
38
b) Clase obrera industrial y de la construcción
Luego de un drástico descenso entre 1971 y 1986, desde un 25,8 hasta un 10 % de la
PEA nacional, la clase obrera industrial y de la construcción registra una leve
recuperación hacia 1995 para descender nuevamente hasta un 10,1 % en 2009. Sin
embargo, internamente las variaciones de las distintas subcategorías comprendidas
difieren durante este período (ver cuadro 17). En general, son las subcategorías de
obreros de la construcción, de la clase obrera de la industria tradicional
23
y la clase
obrera de la industria de la segunda industrialización sustitutiva
24
, las que explican en
2009 el 97,2 % del total de la clase obrera industrial y de la construcción, mientras que
en 1980 explicaban el 91 %. El resto de las distinciones no sólo resultan completamente
residuales, sino también situadas más allá de los márgenes de error estadísticamente
aceptables en este tipo de estudios.
C
UADRO
17
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL CLASE OBRERA INDUSTRIAL Y DE LA
CONSTRUCCIÓN
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA clase obrera industrial y de la construcción)
Clase obrera industrial y de la construcción Periodo (Años)
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Clase obrera industrial tradicional 45,9% 46,2% 41,8% 41,2% 37,6% 33,0% 31,7%
Clase obrera industrial segunda Industrialización sustitutiva 20,2% 22,2% 27,1% 24,1% 24,5% 22,8% 23,3%
Clase obrera industrial sectores estratégicos privados 4,9% 3,1% 1,1% 1,3% 1,9% 2,0% 1,5%
Obreros de la construcción 24,9% 27,0% 28,8% 32,1% 34,9% 41,2% 42,3%
Asalariados públicos industrial tradicional 1,4% 0,5% 0,3% 0,5% 0,8% 0,8% 0,8%
Asalariados públicos segunda industrialización sustitutiva 0,8% 0,3% 0,4% 0,4% 0,1% 0,1% 0,0%
Asalariados públicos sectores estratégicos 0,7% 0,1% 0,2% 0,1% 0,1% 0,0% 0,2%
Asalariados públicos de la construcción 1,1% 0,7% 0,3% 0,5% 0,1% 0,1% 0,1%
Total 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
23
Esta categoría contempla empleados y obreros privados de ramas alimentos, bebidas, tabaco, textiles,
vestuario, cuero, calzado, muebles, papel, imprentas, barro, loza, porcelana y vidrio. Ver en León Arturo
y Javier Martínez: Clases y clasificaciones sociales. Investigación sobre la estructura social chilena,
1970-1983. Santiago: Centro de estudios del desarrollo (CED), 1987.
24
Esta categoría comprende empleados y obreros privados de ramas industria de la madera (excluyendo
muebles); sustancias y productos químicos; fabricación de productos de caucho y plástico; farmacéutica y
otros productos químicos; industria del cemento; fabricación de productos metálicos, maquinaria, equipos
de construcción, de material de transporte; fabricación de equipos profesionales y científicos. Ver en
León, Arturo y Javier Martínez: Clases y clasificaciones sociales. Investigación sobre la estructura social
chilena, 1970-1983. Santiago: Centro de estudios del desarrollo (CED), 1987.
39
Luego, si se consideran dichas subcategorías gravitantes, se tiene que la clase obrera
de la industria tradicional y de la segunda industrialización sustitutiva disminuyen, en
general, su peso relativo al interior de este sector, mientras que aumenta en forma
sostenida la proporción relativa de los obreros de la construcción, hasta alcanzar un 42,3
% del volumen total de dicha clase.
c) Clase obrera del comercio y de los servicios
Los trabajadores ligados al sector terciario representan la fracción de mayor peso y
expansión dentro de la clase obrera a partir de la última década, constituyendo además
el segmento de trabajadores -no pertenecientes a los sectores medios- de mayor
crecimiento en el conjunto de la estructura social chilena.
En particular, como se aprecia en el cuadro 18, la expansiva participación que exhiben
las categorías asociadas a los servicios, resultan ampliamente predominantes sobre
aquellas ligadas al comercio. En especial el personal de servicios en oficinas privadas,
que entre 1995 y 2009 pasa de 35,5 a un 44,0 % de participación en el total de esta
categoría social. Cabe señalar que, en los estudios sobre los procesos de expansión de
los servicios en América Latina, este tipo de empleos se vinculan a la denominada
tercerización espuria (Weller, 2004).
C
UADRO
18
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL CLASE OBRERA DEL COMERCIO Y DE LOS
SERVICIOS
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA clase obrera del comercio y los servicios)
Clase obrera del comercio y los servicios
Periodo (Años)
1980
1986
1990
199
5
2000
2005
2009
Obreros de comercio 13,8%
6,8% 4,1% 4,2% 4,2% 3,7% 3,0%
Asalariados en transporte privado 26,0%
21,1%
21,5%
22,0%
21,6%
19,4%
19,4%
Obreros sector servicios 14,4%
32,4%
30,8%
27,4%
23,8%
25,1%
22,4%
Asalariados públicos en el transporte, almacenaje y comunicaciones 3,0% 1,5% 1,1% 1,3% 1,2% 1,1% 0,7%
Asalariados públicos sector terciario 8,6% 6,2% 6,4% 5,6% 10,0%
6,8% 5,7%
Personal de servicio en oficinas privadas 30,0%
28,3%
32,6%
37,0%
35,5%
39,7%
44,0%
Personal de Servicios en oficinas públicas 4,3% 3,8% 3,5% 2,7% 3,8% 4,2% 4,9%
Total
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
100,0%
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
40
La relevancia de lo anterior puede dimensionarse mejor si se toma en cuenta su
gravitación dentro de la estructura social en general. El personal de servicios en oficinas
privadas aumenta su participación desde un 4,1 hasta un 7,0 % de la PEA nacional entre
1990 y 2009. A pesar de ello, como se estimó en el análisis de los sectores medios, el
mayor peso relativo en la PEA nacional referida al sector de los servicios se vincula a
posiciones de clase media en la estructura ocupacional.
G
RÁFICO
6
SIGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE CATEGORÍAS SOCIALES OBREROS DE LOS SERVICIOS Y EL
COMERCIO
,
1980-2009
(% de la PEA nacional)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
1980
1986
1990
1995
2000
2005
2009
Asalariados en Transporte Privado
3,1%
2,5%
2,7%
2,9%
3,2%
2,9%
3,1%
Obreros Sector Servicios
1,7%
3,8%
3,9%
3,6%
3,5%
3,7%
3,6%
Personal de Servicio e n Oficinas Privadas
3,6%
3,4%
4,1%
4,9%
5,2%
5,8%
7,0%
0,0%
1,0%
2,0%
3,0%
4,0%
5,0%
6,0%
7,0%
8,0%
41
Grupos Marginales
La categoría grupos marginales está integrada por empleados domésticos,
comerciantes marginales y trabajadores marginales de servicios. Según se observa en el
cuadro 1, entre 1990 y 2009 esta categoría disminuye de forma continua su peso relativo
en la PEA nacional, de un 12,0 a un 10,1 %.
Estos resultados coinciden con otros estudios (Tokman, 2006) que indican que
en Chile la informalidad -condición que afecta a gran parte de la categoría grupos
marginales- ha disminuido entre 1990 y 2005 de un 38 a un 32 %, constituyendo la cifra
más baja de América Latina al respecto (cuya media alcanza el 50,3 % en 2005). Ahora
bien, tal como muestra el cuadro 1, en 2009 la categoría alcanza un 10,1 % de
participación relativa dentro de la PEA nacional, lo cual supone que la condición de
informalidad se extiende a otras categorías sociales involucradas, no constituyendo un
rasgo particular de los grupos marginales.
En términos de la composición interna de estos grupos se tiene que, en el
periodo entre 1980 y 2009, pierden peso en forma significativa los empleados
domésticos, mientras que los trabajadores marginales de servicios prácticamente
duplican su participación, lo que resulta indicativo de un cambio relevante en su
fisonomía tradicional. En este mismo sentido, los comerciantes marginales oscilan en
forma acotada durante el mismo período. No obstante, debe considerarse que todas estas
subcategorías presentan un aumento absoluto durante el mismo lapso, lo que en el caso
de los trabajadores marginales de servicios resulta más marcado, al pasar de 62 mil en
1980 a 228,7 mil el 2009.
42
1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Comerciantes Marginales 28,6% 27,1% 27,4% 29,3% 31,9% 33,9% 32,2%
Trabajadores Marginales de Servicios 16,5% 21,3% 22,6% 23,5% 24,3% 26,2% 30,7%
Empleados Domésticos 55,0% 51,6% 50,0% 47,2% 43,8% 39,9% 37,0%
0,0%
10,0%
20,0%
30,0%
40,0%
50,0%
60,0%
G
RÁFICO
6
COMPOSICIÓN INTERNA DE CATEGORÍA SOCIAL
G
RUPOS MARGINALES
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA de grupos marginales)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Otras categorías
Respecto a las otras categorías se observa que la subcategoría PEM y POJH sólo
se encuentran presenten para las mediciones del año 1980 y 1986, dado que sólo en
dicho periodo se desarrollan dichos planes de empleo. Posteriormente se ha mantenido
esta subcategoría sólo con fines de comparación y mantención histórica de la matriz de
categorías sociales.
Las categorías Cesantes y BTPV o Resto presentan valores razonables y en
general mantienen sus valores en el tiempo. Respecto a la primera, al ser clasificación
de taxonomía ocupacional no necesariamente debe coincidir exactamente con las
publicaciones trimestrales de desempleo del INE.
43
II.2 Principales tendencias de cambio registradas en la estructura social
La actualización realizada de las series históricas de variación de la estructura
social chilena permite apreciar, a la luz de una dilatada huella de los cambios
económicos e institucionales ocurridos en la historia inmediata, aquellas
transformaciones sociales que resultan más típicamente vinculadas al modelo de
crecimiento adoptado, tras el colapso del régimen nacional-popular y la orientación
desarrollista a él asociada.
Lo anterior resulta especialmente claro al poder diferenciar tales mutaciones
sociales de larga maduración en el tiempo, de aquellos cambios más bien propios de
turbulentos pero limitados cursos de desarticulación y reordenamiento. Estos últimos, si
bien en su momento resultan impactantes, puestos en tal perspectiva terminan por
revelarse transitorios. De tal modo, hoy resulta apreciable que algunos registros
realizados en los años ochenta y primeros noventa, corresponden a esta última situación.
La imagen entonces obtenida de la metamorfosis de los sectores medios, así como
aquella relativa a los grupos marginales, resultan particularmente indicativas de la
inadecuación de tales apreciaciones acerca de las orientaciones de cambio, cuyo curso
posterior las relega a una condición episódica, bajo el peso de un panorama inédito en
muchos aspectos que termina por abrirse paso.
La mentada privatización de los sectores medios, vinculada al desplome de la
vieja centralidad del empleo estatal, tan acentuada en los años setenta y ochenta, acarreó
una disminución de los grados de asalarización en su interior que, sin embargo, a la
larga sólo resultaron temporales. La relación apreciada en aquél momento, entre dicha
privatización y una “empresarialización forzada” de los sectores medios, expresaba en
realidad una condición de refugio ante la drasticidad que adoptaban los procesos de
reestructuración. Un panorama que luego tiende a desaparecer, al desembocar con
sostenida consistencia, y bajo el ritmo de expansión más acentuado de la estructura
social en general, en una tendencia a la burocratización privada del trabajo asalariado de
calificaciones medias y altas. Ello, al punto de erigir a tal burocracia moderna de
servicios privados en el sector de mayor significación numérica en la sociedad chilena
actual. En cambio, aquellas franjas que dentro de estos sectores medios aparecen
vinculadas al emprendimiento o “empresarialización”, vuelven durante este curso a sus
tasas históricas, al mismo tiempo que a su vieja fisonomía, teniendo en realidad esta
“pequeña burguesía” mucho menos que contar que lo que sugieren los ideologismos en
boga. Al contrario, tal perdida de significación de los sectores medios independientes en
la PEA nacional, y en especial su retorno al tipo más "tradicional" de pequeña burguesía
de baja calificación (artesanado, transportistas, comerciantes), indica que, más allá de
los grupos que inflan esta categoría con el éxodo temporal asociado al desplome del
empleo estatal desde la segunda mitad de los años setenta, se trata en realidad de un
sector que, contrario a lo que soplan los mitos más difundidos, resulta vagamente tocado
44
por el tipo de empresarialización ligado a las modalidades de modernización derivadas
de las transformaciones económicas e institucionales de las últimas décadas.
En el caso de los sectores marginales ocurre otro tanto. Su llamativa expansión
durante los años ochenta, con toda razón entonces motivo de ocupación principal de
estudios económicos y sociológicos, con posterioridad no sólo resulta frenada, sino
ajustada a un patrón de disminución sistemática, que termina por acarrear una
significativa pérdida de su peso dentro de la sociedad, imponiendo así otro de los rasgos
característicos del nuevo panorama social, distintivo inclusive de la realidad local ante
la mayor parte del cuadro regional.
En cambio, otros registros resultan ratificados por el paso del tiempo. En efecto,
de modo opuesto a lo anterior, aquella tendencia detectada entre fines de los años
setenta y primeros ochenta a la “pérdida del peso estratégico de la clase obrera”, resulta
plenamente confirmada en las progresiones históricas obtenidas, como un rasgo
destinado a perdurar. No sólo se “desvanece” sin vuelta la vieja clase obrera, sobre todo
aquella vinculada a los emprendimientos industrializadores y los procesos políticos del
período nacional-popular; sino que, un cambio en su composición interna, tendiente al
predominio de los trabajadores vinculados a los servicios, termina por hacerse
abiertamente dominante en los últimos años.
Asimismo, en el ámbito de los sectores agropecuarios, las tendencias entonces
consignadas a la “descampesinización” y la consiguiente asalarización del trabajo
agrícola, no sólo terminan por predominar en forma prácticamente absoluta; sino que la
antigua división entre un mundo rural y uno urbano claramente diferenciados (planteada
inclusive como la división fundamental de la estructura social chilena entonces) acaba
por quedar obsoleta ante los magros registros observados en las viejas categorías
propias de aquella diferenciación, incapaces de dar cuenta del nuevo panorama.
Por otra parte, en términos más específicos, las series anteriores señalan además
ciertos rasgos que maduran dentro de los sectores considerados. En el caso del
empresariado, pese a que las estrategias de indagación contempladas en este estudio no
resultan las más adecuadas para escrutar grupos minoritarios como éste, indican que su
pérdida general de peso relativo, en un período de sostenida expansión económica,
corresponde a una tendencia a la concentración de la gran propiedad también
consignada en otros análisis (Fazio, 2005). De modo general, junto a la mentada
expansión económica, el mundo de los negocios exitosos adquiere dimensiones que lo
tornan cada vez menos accesible para las “fortunas” medianas y pequeñas. Ello resulta
muy marcado, tanto en el ámbito agropecuario, como comercial y financiero,
precisamente los más dinámicos dentro de la modalidad de crecimiento imperante. En
cambio, dicho fenómeno aparece menos acentuado en el área industrial, la cual resulta
negativamente privilegiada en este contexto, de considerable apertura a las dinámicas de
45
la economía mundial. En definitiva, es la marca de los servicios, junto a la condición
primario-exportadora, la que prima entre el empresariado.
En los crecidos sectores medios se impone en forma indiscutida una burocracia
asalariada de servicios privados moderna, lo que plantea la combinación históricamente
inédita de un carácter asalariado y privado preponderante en estos sectores. Dentro de
ello, las fracciones medias y altas resultan a su vez las más expansivas en los últimos
tres lustros, marcadas por el sostenido crecimiento de los grupos profesionales dentro de
la población económicamente activa. Una expansión que parece todavía no alcanzar un
punto de saturación, y cuyo significado sociocultural es preciso explorar a partir de
análisis específicos. Los registros aquí obtenidos permiten advertir la heterogeneidad
que deriva del volumen de nuevas incorporaciones, propias de su marcado crecimiento
reciente. Tal hecho indica que una parte significativa de esta burocracia privada
moderna se constituye a partir de fracciones de “clase media” de primera generación, lo
cual acentúa su heterogeneidad, al tiempo que dilata, hasta su “maduración socio-
demográfica”, las posibilidades de una acción “de clase” que puede desprenderse de su
condición común asalariada.
Por otro lado, ello contrasta con la pérdida de peso y significación relativa
dentro de los sectores medios tanto de la llamada pequeña burguesía como de los grupos
medios asalariados ligados al empleo público, marcando así una fisonomía claramente
distintiva de toda tradición histórica anterior, en la que éstos últimos resultaban más
relevantes. De aquí, entonces, la configuración de unos nuevos sectores medios, de
significación mayoritaria en la sociedad, a la vez que inédita fisonomía.
En particular, en el caso de la burocracia media dependiente del empleo estatal,
desde 1990 en adelante destaca una tendencia marcada, tanto en grado como
consistencia, al aumento de aquellas ocupaciones vinculadas a las funciones más
coactivas de la acción estatal (judicial, policial, etc.), así como al repliegue de otras
ligadas a los servicios sociales estatales (especialmente educación y salud). Las
primeras, conceptualizadas como burocracia estatal tradicional, aumentan su
significación en la PEA nacional de un 2,1% en 1990 a un 3,1% en 2009; mientras que
las segundas, signadas como burocracia estatal moderna, pierden peso de un 4,7 a un
4,1% durante el mismo lapso. Esto significa -como se señaló- un fuerte cambio en la
composición interna de la burocracia estatal en últimos veinte años, en el que el sector
tradicional pasa de un 31 a un 43,3% mientras que el moderno cae de un 69 a un 56,7%
entre 1990 y 2009. El crecimiento explosivo de la burocracia estatal tradicional resulta
concordante con la introducción de la reforma procesal penal, y el consiguiente aumento
de la dotación del aparato judicial, al tiempo que el marcado crecimiento en los últimos
años de la planta de Carabineros y la Policía de Investigaciones
25
. Mientras que la
25 Implementada en forma gradual desde el año 2000, la reforma procesal penal abarca sucesivamente las
regiones IV y IX durante el primer año, las regiones II, III, VII en el siguiente, luego las regiones I, XI y
46
pérdida de peso de la burocracia estatal moderna concuerda con un magro y oscilante
crecimiento absoluto, especialmente apreciable en los gravitantes ámbitos de educación
y salud, que contrasta fuertemente con el comportamiento de las demás categorías
26
.
Ambos cambios, independientes entre sí pero superpuestos, y difícilmente atribuibles a
variaciones de mercado, representan el efecto de políticas seguidas en los últimos veinte
años en términos de reorientación de la composición de la burocracia estatal.
Tales líneas de reforma en los procesos de formación del Estado tienden al
crecimiento de instancias no electivas que, en muchas ocasiones, concentran una
burocracia pública en espacios institucionales a los que se les atribuye un carácter no
deliberativo, que resultan ajenos a la selección ciudadana y considerablemente
autónomos respecto de las autoridades electivas (gobiernos de turno), lo que limita la
determinación ciudadana sobre la orientación política de la acción estatal, al tiempo que
constituye espacios de crecimiento de tecnocracias cuyo estudio demanda instrumentos
más específicos.
En el caso de la clase obrera, el fenómeno más relevante es el grado de
predominio que alcanzan en su seno las fracciones de trabajadores ligados a los
servicios, dado el continuo proceso de tercerización de la economía y la estructura
social en general, en los últimos tres lustros. Si hasta mediados de los años noventa tal
XII, en 2003 se inicia en las regiones V, VI, VIII y X, y concluye finalmente su implementación en 2005
en la Región Metropolitana (Fuente: Ministerio de Justicia. Ver http://www.minjusticia.cl). Antes de ello,
durante el periodo 1995-2000, el aumento promedio anual del personal del poder judicial era de un 4,7 %.
Bajo la implementación de la apuntada reforma, entre los años 2001-2006, este crecimiento promedio
alcanza un 6,2 %, y específicamente entre 2005-2006 resulta de un 9,8 %. Inclusive, durante el año 2007
todavía registra niveles acentuados de crecimiento, en torno a un 9,6 % anual (Fuente: Estadísticas de
Recursos Humanos del Sector Público, DIPRESS). Como resultado de ello, el número de funcionarios de
Ministerio de Justicia crece de 10.087 hasta 20.592 funcionarios entre 1995 y 2008, lo que significa un
aumento del 104,1 %. Por otro lado, los funcionarios del Ministerio Público pasan de 96 a 3.675 entre
2000 y 2008. Finalmente, los funcionarios del Poder Judicial crecen de 4.439 a 8.932 entre los años 1995
y 2008, representando un aumento del 101,2 %. (Estadísticas de Recursos Humanos del Sector Público
1995-2008, DIPRES).
Por otra parte, y vinculado al mismo tipo de burocracia pública tradicional, la planta de Carabineros de
Chile crece en el período 1990-2010 en un 50.4 %, pasando de 30.512 a 45.882 funcionarios (Fuente:
Congreso de la República de Chile, cuenta sesión 66ª de Cámara de Diputados, agosto del 2010.
http://www.camara.cl). Asimismo, la planta de la Policía de Investigaciones se expande en el período
2000-2009 en un 63,8 %; solamente entre 2004 y 2009 el total de funcionarios que componen la PDI
creció de 7.230 a 10.326 personas, y en particular, el número de oficiales crece de 3.527 a 5.233 en el
mismo lapso (Fuente: www.investigaciones.cl).
26
Entre los años 1998 y 2008 el número de profesores vinculados a la educación pública (municipal)
aumentó en términos absolutos apenas de 78.744 a 80.035 personas; mientras en el mismo lapso, el
número de profesores vinculados a la educación particular subvencionada (privada) creció en 105,1 %,
desde 36.084 hasta 74.024 personas. De este modo, si en 1998 los profesores del sector público
representaban un 58,4 % del total nacional, diez años después esa proporción cae hasta un 45,4 % del
total (Fuente: Departamento de Estudios y Desarrollo, División de Planificación y Presupuesto,
Ministerio de Educación).
47
nivel recién se equipara al de aquellos grupos vinculados a las áreas productivas; hoy,
estos últimos quedan abiertamente rezagados en la composición de la llamada clase
obrera chilena, bajo el creciente predominio de los trabajadores de los servicios. Tal
renovada fisonomía de la clase obrera resulta hoy marcada, además, por otra diferencia
fundamental respecto al panorama de los años ochenta: si en los inicios del curso de
tercerización su aumento se produjo a costa de los trabajadores que resultan expulsados
del sector productivo, dada la “desindustrialización” que entonces arrastra consigo la
apertura externa, hoy el crecimiento de los trabajadores de servicios y el comercio se
alimenta en forma mayoritaria de franjas provenientes de un origen marginal. Lo
anterior significa que, los procesos de tercerización que actualmente muestra esta clase
obrera en su cambio interno, expresan procesos de incorporación vinculados -más allá
de aprensiones posibles acerca de su calidad- a unas crecidas expectativas de
mejoramiento de la calidad de vida.
Efectivamente, la clase obrera muestra un cambio en su fisonomía interna, donde
las viejas distinciones etarias hoy no detentan la misma capacidad explicativa. Las
nuevas fracciones obreras están sometidas a una tercerización que ya no se vincula a esa
condición de “refugio” que prima bajo la crisis de los años ochenta. Aunque gran parte
de ella se vincule, presumiblemente, a la denominada tercerización espuria (obreros de
servicios de baja calificación y productividad), resulta la contracara -no ajenas entre sí-
de un curso de tercerización genuina ligado a la expansión de la burocracia privada
moderna. De ahí que el crecimiento de estos obreros de “cuello blanco” no sólo indica
un cambio en la fisonomía del mundo de los trabajadores, sino la incorporación de
considerables fracciones sociales tradicionalmente excluidas, que ahora aparecen
encadenadas, en diversas formas, a los servicios “modernos”, expresando la operación
de disímiles mecanismos de integración desde posiciones marginales al mercado.
La presencia de tales encadenamientos, de amplio alcance y muy variados
grados de modernización y formalidad, resulta de especial incidencia en la fisonomía
que adopta la actual de la estructura social. En la medida que atraviesa gran parte del
mundo de los servicios, estos encadenamientos aluden, en definitiva, a las relaciones
entre distintas categorías y grupos sociales dentro de tal ámbito de servicios en
acelerada expansión. De este modo, expresa en forma distintiva las nuevas orientaciones
que asumen los procesos de modernización a partir del llamado giro neoliberal, en la
medida que se constituye en la fuente fundamental de empleos típicos del panorama
social actual, al tiempo que deviene, el de los servicios, uno de los sectores más
sensibles a los ritmos económicos determinados por el modelo de crecimiento vigente.
A su vez, los sectores marginales muestran que, al contrastar su panorama actual
con aquél que detentan en el pasado inmediato, además de perder peso dentro de la
sociedad chilena, cambia su composición con la pérdida de peso de los empleados
domésticos y la expansión de los trabajadores marginales de servicios, trastocando
también su tradicional fisonomía.
48
En definitiva, las series históricas anteriores, muestran el camino seguido hasta
la configuración actual de una estructura social marcada principalmente por el empleo
vinculado a los servicios, ya sea dentro de los grupos empresariales, los sectores
medios, o la llamada clase obrera. La expansión predominante, dentro de cada uno de
esos sectores, de aquellas fracciones vinculadas al sector terciario, expresa además la
mayor exposición que detentan actualmente dichas categorías sociales ante los vaivenes
del crecimiento económico determinados por el modelo vigente.
En la sociedad chilena social actual, debido precisamente al prolongado
crecimiento económico, han resultado más expresivos los sectores medios, registrando
el mayor volumen de incorporación de población económicamente activa, hasta hacerse
predominantes dentro del conjunto de la estructura social, marcando también en tal
sentido un panorama general históricamente inédito, cuya fisonomía mesocrática resulta
también distintiva dentro del contexto latinoamericano hoy apreciable.
49
III. Algunos problemas de caracterización de la estructura social actual
Los esquemas de análisis de la estructura social resultan muy variados,
consideran disímiles esquemas de clases, en función de diversas aplicaciones teóricas y
prácticas. La investigación en ciencia política, sobre los mercados, el comportamiento
electoral o la movilidad social entre otros, sugiere la imposibilidad de calificar de
“erróneos” o “correctos” tales esquemas; antes bien, los esquemas son más o menos
apropiados para determinados propósitos. La discusión que es posible heredar y ajustar
a partir del modelo de análisis asumido en este estudio está referida a los cambios
registrados en el estilo de desarrollo durante la historia reciente, y las mutaciones
presentadas en los principales actores sociales del proceso en que éste se constituye.
Las categorizaciones que contempla este análisis inauguran en su momento una
segunda generación de estudios dentro de la sociología de la modernización, a través del
registro de los principales efectos de la introducción del llamado giro neoliberal en
Chile. La actualización aquí realizada de las series descriptivas de dichos cambios,
resulta indicativa del curso posterior de las transformaciones señaladas. Debido a su
débil ajuste en muchos casos al panorama social actual, sugiere un examen crítico de las
categorías y agrupamientos involucrados.
Las categorizaciones establecidas por León y Martínez resultaron influyentes
para dar cuenta de las diferenciaciones sociales más significativas que emergen con la
apertura del proceso de transformación neoliberal. Ello releva principalmente agudos
cursos de desestructuración, informalización y exclusión, propios de la introducción de
dichas reformas, así como de la crisis económica de los años ochenta. Sin embargo, en
fases más avanzadas de desenvolvimiento de dicho modelo de crecimiento, aparecen
una serie de “zonas grises” en la estructura social, que no resultan suficientemente
aprehendidas por la mirada que establece dicha categorización. Captar los procesos de
diferenciación social más significativos que están en la base de esto nuevos fenómenos
remite entonces a revisar algunos fundamentos de esta categorización.
En definitiva, aquella mirada más centrada en los procesos de desarticulación, en
especial los grados de inorganicidad, exclusión e informalización que acarrean, no da
cuenta en forma suficiente de las líneas más bien estructurantes que sobrevienen con la
superación de las fases más dramáticas de la transformación, y que dan lugar en Chile a
una suerte de “neoliberalismo avanzado”, ya de tres décadas y media de recorrido. En
este sentido, diversos estudios coinciden en distinguir el panorama local frente al resto
de situaciones apreciables en la región; en particular, en una perspectiva marcada por la
superación de muchos de los rasgos que arroja la crisis de los ochenta y el shock inicial
asociado a la introducción de las llamadas reformas neoliberales. Sin embargo, dada su
prolongación en muchos casos latinoamericanos hasta décadas recientes, buena parte de
los estudios sociales aún continúan marcados por las preocupaciones propias de esos
cursos de drástica desestructuración, en condiciones que el análisis de la sociedad
50
chilena actual requiere considerar de modo principal los modos constituyentes -más que
desarticulantes- asociados al estilo de desarrollo vigente, a fin de comprender sus rasgos
más típicos de su fisonomía.
La discusión fundamental contenida en los estudios sobre la estructura social
chilena realizados bajo la matriz de categorías sociales aquí considerada, se articula en
torno a la orientación clásica que asumía el proceso de modernización. En su sentido
más básico, ésta apuntaba al paso de una sociedad rural y tradicional a una
eminentemente urbana y moderna. Tal era la orientación que se asumía como
fundamental en el proceso de modernización, a partir de lo cual el estudio de la
estructura social buscaba escrutar su grado de avance y sus modalidades particulares y,
con esto último, en definitiva, su carácter local concreto. Empero los cambios que
presenta la estructura social chilena actual, producto de las transformaciones
económicas e institucionales que arrancan en el pasado inmediato, indican alteraciones
sustantivas al respecto. De aquí que la fuente principal de los problemas de
inadecuación taxonómica que arroja la actualización de las categorías sociales
articuladas bajo tal perspectiva, resida en los cambios ocurridos en las orientaciones
fundamentales del proceso de modernización. En particular, al paso de aquella
orientación clásica recién anotada, a una marcada fundamentalmente por un curso de
tercerización.
Ambas orientaciones -cada una en su tiempo- avanzan, tanto en Chile como en
América Latina en general, a través de cambios y configuraciones que presentan
considerables grados de especificidad, cuestión que la sociología local abordó en
muchas ocasiones. Como veremos más adelante, tal condición no parece haber
cambiado en la actualidad, aún cuando muchos de los problemas sean nuevos.
A continuación se revisan los principales puntos de obsolescencia que presentan
las categorizaciones empleadas, a partir de los cambios asociados a las profundas
transformaciones abiertas en el pasado inmediato. Luego, se discuten los principales
problemas de categorización social que plantean las nuevas orientaciones adoptadas por
el proceso de modernización en la sociedad chilena en las últimas décadas. Esta última
discusión busca asumir, en términos histórico-concretos, los procesos sociales más
significativos del período reciente, así como las categorías ocupacionales involucradas
en las formas de acción social y política más gravitantes sobre las orientaciones que
adopta el modelo de desarrollo y el proceso de modernización. Lo anterior presupone el
hecho de una desigual distribución de las posibilidades de la agrupación de intereses, de
formación de identidades sociales y de constitución de la acción colectiva al interior de
la estructura social, lo que redunda en que los distintos agregados ocupacionales no
determinen en igual medida posibilidades de la acción sociopolítica de tipo clasista.
Vinculada a este último fenómeno aparece la formación y reproducción de
nuevas formas de desigualdad en la distribución del ingreso y las oportunidades. En este
51
sentido, la proyección temporal obtenida muestra con cierta aproximación, más allá de
las secuelas inmediatas de la impronta inicial del giro neoliberal, aquellos efectos de
largo plazo de un proceso de privatización creciente de las condiciones de vida, como
relevante factor de diferenciación social en el panorama actual; distinto a la división
social del trabajo propiamente tal (y a la taxonomía ocupacional en concreto). Este
hecho se vincula con el peso históricamente inédito que adquiere el ingreso como fuente
de diferenciación social, producto de las orientaciones que adopta la transformación
social. Y en este sentido, remite a distinguir aquellos efectos sociales del primer ciclo de
privatizaciones (ocurrido principalmente en la segunda mitad de los años setenta),
referido sobre todo a las estructuras productivas estatales propias del desarrollismo, de
aquél segundo ciclo que, a diferencia del anterior, resulta orientado más bien al
desmantelamiento de las viejas instituciones de seguridad social, servicios públicos y
bienestar (previsión, salud, educación, vivienda, etc.). En términos de diferenciación
social, los efectos de esta última oleada privatizadora se manifiestan con mayor claridad
sólo en un plazo más largo, como efecto propio de un proceso de privatización de las
condiciones de vida, en esencia diferente del primer ciclo de privatizaciones, de impacto
más inmediato y referido en forma mucho más directa a la estructura ocupacional que,
como se dijo, resulta predominante en el modelo de estudio adoptado.
III.1 Obsolescencia de las categorizaciones construidas en base al viejo paradigma
de modernización
En sus términos más generales, los registros contenidos en las series históricas
de este estudio revelan que la vieja división urbano-rural resulta crecientemente
inoperante para caracterizar los aspectos más sustantivos del panorama actual de la
sociedad chilena, así como el rumbo que asumen sus mutaciones más significativas. Lo
anterior constituye un hecho relativamente singular respecto en la región, puesto que en
muchos países sigue existiendo un gravitante panorama rural, marcado por importantes
rasgos tradicionales aún, que tensiona los procesos de urbanización y modernización.
De tal modo, las distinciones establecidas respecto al panorama piscisilvoagropecuario
resultan, en su mayoría, de escasa significación, como muestran los magros registros
obtenidos en los años más recientes. Los criterios de distribución geográfica que
animaron la taxonomía ocupacional empleada en este ámbito quedan, por tanto,
obsoletos bajo un panorama agrario que -como se verá más adelante- resulta
profusamente marcado por la extensión de los servicios, al tiempo que por algunos
rasgos que parecerían más bien propios de una condición urbana. No en balde, en gran
parte del territorio antes considerado rural, hoy se habla de una nueva complejidad: las
agro-urbes, expresivas del carácter que asume el proceso de modernización en este
territorio.
En términos globales, conviene considerar el significado de la pérdida de peso
general (relativa y absoluta) de la categoría agrícola dentro de la estructura social
52
chilena. Se ha sugerido un cambio de sentido de la noción del agro, a partir de una
suerte de proceso de urbanización que afectaría a dicho territorio. Al punto que se
arguye la imposibilidad de seguir comprendiendo esta realidad bajo el viejo sentido que
le atribuía la sociología de la modernización (una cuestión que, por cierto, constituye
cierta distinción chilena dentro del actual panorama latinoamericano), esto es, asociado
a la sociedad tradicional. El Informe de Desarrollo Humano en Chile Rural 2008 del
PNUD (PNUD, 2008) registra una fuerte actividad piscisilvoagrícola que, en el último
tiempo, viene acortando la brecha con lo urbano, conformando un territorio que, lejos de
desaparecer, crece en forma sostenida. No sólo se trata de un gravitante motor
económico (que aumenta su peso en el PIB, en particular en las exportaciones), sino que
abre oportunidades e incentiva la innovación y modernización, en una medida que hace
difícil considerarlo en extinción. La investigación del PNUD consigna, además, la
extendida percepción de que hay un mundo de oportunidades en la exportación, pero
que eso es sólo para los grandes. Por otro lado, unida a esta percepción de
oligopolización, registra otra que aprecia crecientes procesos de encadenamiento de los
pequeños productores a dichas grandes empresas. En definitiva, producto de una
dilatada maduración de la reinserción primario-exportadora impulsada a partir del
llamado giro neoliberal, la tendencia a la configuración de un nuevo panorama social en
el sector agroalimentario se acaba por manifestar en el largo plazo, tras una primera
década y media de drásticas mutaciones cuya orientación no se advertía claramente.
La clara obsolescencia del eje rural-urbano como distinción principal del
panorama social chileno, así como el avance sostenido, a niveles predominantes, del
proceso de tercerización, sugieren la conveniencia de ubicar a este último en un lugar
fundamental. Conviene de esta forma replantearse la distinción general de la estructura
social chilena por una cuyo centro este dado por la expansión de la producción de
servicios, como sello distintivo del proceso de modernización de las últimas décadas,
cuya especificidad, modalidades y carácter ha de centrar entonces su análisis.
Otro aspecto relevante, en que la categorización empleada se revela obsoleta, es
en la caracterización del panorama empresarial actual. Centrada en la desestructuración
de la anterior égida ligada a la industrialización sustitutiva, cubre adecuadamente el
cambio arrasador que experimenta aquél panorama. Sin embargo, no da cuenta en forma
suficiente de la emergencia de un nuevo empresariado, especialmente a partir de los
reajustes ocurridos en torno a la recuperación de la crisis económica de 1981-82, cuya
consolidación y expansión se proyecta en forma sostenida hasta la actualidad. La
medida en que, precisamente, los registros residuales del empresariado resultan los que
más crecen en el tiempo en esta caracterización, indican la existencia de fenómenos
asociados a este gravitante grupos social cuyos rasgos principales están quedando en la
oscuridad. Una cuestión relevante anida en poder establecer en qué medida se produce
la formación de un nuevo empresariado durante este curso.
53
Aunque este tipo de estudios no permite escrutar de forma adecuada categorías
sociales minoritarias como es, por definición, el empresariado, los registros obtenidos
ratifican en general aquél rasgo más distintivo de su crecimiento reciente apuntado por
otros estudios, a saber, la marcada tendencia a la concentración, al tiempo que el
crecimiento más acentuado del sector vinculado a los servicios, el más sensible a su vez
a los ciclos económicos. La creciente participación que adquiere la categoría
“empresario capitalista resto”, si bien está vinculada en parte importante a empresas que
prestan servicios a otras empresas, primordialmente servicios, requiere ajustes
adecuados a las transformaciones más recientes de este grupo social. Por ejemplo, la
distinción entre empresariado vinculados a actividades orientadas a la exportación o al
mercado interno; o bien, aquella distinción que permite diferenciar entre empresarios
que se desenvuelven en condiciones de control oligopólico o “de competencia”.
Comparativamente, y pese al hecho que no constituía una de sus fuentes
principales de preocupación, la caracterización empleada logra registrar en forma más
amplia el curso de las transformaciones experimentadas en los sectores medios. En
cambio, pese a contarse entre sus propósitos principales, la caracterización de los
cambios posteriores de la clase obrera escapa también a las categorizaciones
establecidas. Configuradas para dar cuenta de los grupos fundamentales constituidos en
torno al proceso de industrialización antes anotado, y la suerte que corre posteriormente
bajo las transformaciones acaecidas, le impide precisamente dar cuenta de las nuevas
fracciones emergentes a partir del proceso de tercerización que avanza hasta hacerse
predominante en este sector, así como de la proliferación de diversas formas de trabajo
asalariado que resultan marcadamente distintas respecto de su fisonomía clásica.
De modo similar, el extendido panorama de la marginalidad presente en el
momento en que se configuran las categorizaciones anteriores, contrasta con los
cambios que adopta el trabajo precario que termina proliferando posteriormente, dando
origen bajo diversas formas a realidades encadenadas -ya no marginales, propiamente
tal, aún cuando en formas precarias- una complejidad eminentemente nueva. De ahí,
entre otras cosas, que se señale posteriormente como inadecuada la anterior asociación
entre marginalidad, que disminuye su peso relativo en la PEA nacional (mostrando las
tasas más bajas de América Latina), con la precariedad e informalidad (Tokman, 2006).
Estas últimas características resultan extendidas a otras categorías sociales, no
necesariamente marginales; en particular, en el caso de la informalidad, se señala en
Chile su vinculación significativa a situaciones incluso de ingresos medios y altos. En
cambio, lo que consigna como marginalidad propiamente que, como se dijo,
actualmente no resulta una condición “marginal” sino una más bien precariamente
vinculada, se asocia preferentemente al crecimiento de los llamados "trabajadores
marginales de servicios", los cuales estarían asociados a variados mecanismos de
encadenamiento precarizantes con sectores de la economía que presentan mayores
niveles de formalización y dinamismo. De este modo, se trata de una “marginalidad”
54
encadenada a cursos de tercerización genuina; aunque ella, en sí misma, exprese
fenómenos propios de la llamada tercerización espuria.
III.2 Problemas de categorización emanados de las nuevas orientaciones del
proceso de modernización
Producto de las transformaciones económicas e institucionales de la historia
inmediata, que acarrean cambios sustantivos en la modalidad de desarrollo capitalista en
Chile, las orientaciones más determinantes del proceso de modernización pasan a estar
signadas por un continuo proceso de tercerización, que desplaza al anterior eje rural-
urbano como distinción fundamental, al tiempo que no sólo abarca una proporción
creciente de las ocupaciones en forma directa, sino deviene en modelo bajo el cual se
organizan muchas de aquellas esferas que no detentan directamente una condición de
servicios.
La creciente presencia de este proceso, como orientación predominante del curso
de modernización vigente, aparece ilustrado en la tendencia consistente que se aprecia a
continuación.
G
RÁFICO
7
C
ATEGORÍAS SOCIALES DE SERVICIO V
/
S EL RESTO
,
1980-2009
(En porcentaje de la PEA nacional)
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
55
Tal presencia creciente de las ocupaciones vinculadas a los servicios en la
sociedad chilena actual afecta prácticamente en todos los niveles de jerarquización
social, aún cuando de formas muy diversas y hasta reñidas con los patrones típicos de
tercerización registrados en las sociedades occidentales desarrolladas. Como se aprecia
en el cuadro siguiente, descriptivo de las categorías sociales desagregadas que
usualmente se agrupan dentro y fuera de la esfera de los servicios, los registros
obtenidos expresan su expansión en todos los sectores de la sociedad, sin excepción.
S
IGNIFICACIÓN NUMÉRICA DE LAS CATEGORÍAS SOCIALES DESAGREGADAS
,
S
ERVICIOS V
/
S EL RESTO
,
1980-2009
(En miles de personas)
CATEGORÍAS SOCIALES DE SERVICIO 1980 1986 1990 1995 2000 2005 2009
Empresarios No Agrícolas
Burguesía Comercial 21,7 32,3 39,0 41,3 37,0 34,9 31,1
Empresariado Capitalista Servicios 4,4 13,7 20,2 18,9 14,7 19,9 24,7
Empresariado Capitalista Resto 15,1 28,7 61,5 52,4 64,9 74,0 81,5
Sectores Medios Asalariados
Empleados de Comercio 88,4 126,9 162,4 223,2 231,6 241,9 370,7
Burocracia Estatal Tradicional Alta 9,5 15,4 10,4 13,0 27,6 28,2 38,4
Burocracia Estatal Tradicional Media 44,7 54,4 45,5 53,8 63,4 75,3 98,6
Burocracia Estatal Tradicional Baja 48,0 34,6 43,0 54,4 78,9 78,8 91,6
Burocracia Estatal Moderna Alta 21,3 24,9 30,4 21,7 31,4 27,5 28,7
Burocracia Estatal Moderna Media 118,5 128,0 136,9 146,4 165,1 162,0 188,8
Burocracia Estatal Moderna Baja 69,5 47,7 53,1 60,3 60,1 66,8 81,5
Burocracia Moderna Servicios Privados Alta 33,9 57,7 74,6 93,7 101,4 141,4 165,7
Burocracia Moderna Servicios Privados Media 47,1 105,2 145,6 173,6 215,2 295,9 363,6
Burocracia Moderna Servicios Privados Baja 256,5 302,0 415,7 551,3 582,2 714,9 757,9
Sectores Medios Independientes
Comerciantes Detallistas 198,9 131,4 154,9 207,1 188,2 198,8 235,9
Profesionales Liberales Altos 16,1 10,0 10,0 23,8 31,2 31,6 39,8
Otros Profesionales y Técnicos Liberales 19,3 16,5 26,2 44,4 59,6 67,5 76,8
Pequeña Burguesía Transportista 55,0 49,1 62,7 95,0 117,7 126,5 125,8
Clase Obrera del Comercio y los Servicios
Obreros de Comercio 60,2 34,3 24,8 29,1 36,1 34,6 34,8
Asalariados en Transporte Privado 113,6 106,8 129,5 152,0 185,0 181,6 225,8
Obreros Sector Servicios 63,0 163,9 185,2 189,4 204,3 234,3 261,2
Asalariados Públicos en el Transporte, Almacenaje y Comunicaciones 13,1 7,4 6,6 8,8 10,5 10,7 8,6
Asalariados Públicos Sector Terciario 37,7 31,3 38,5 38,7 85,4 63,9 66,1
Personal de Servicio en Oficinas Privadas 131,2 143,6 196,2 255,9 304,2 371,2 512,3
Personal de Servicios en Oficinas Públicas 18,7 19,4 20,9 18,5 32,2 39,0 57,1
Grupos Marginales
Comerciantes Marginales 107,6 137,7 155,0 166,4 198,7 223,3 239,8
Trabajadores Marginales de Servicios 62,0 108,3 127,8 133,4 151,3 172,8 228,7
Empleados Domésticos 206,9 262,4 282,4 267,8 272,5 263,4 275,6
SUB TOTAL 1881,9
2193,7
2659,0
3134,4
3550,4
3980,8
4710,9
CATEGORÍAS SOCIALES FUERA DE SERVICIOS
Empresarios Agrícolas
Empresarios Agrícolas Exportadores 6,0 14,5 16,9 12,0 13,2 11,7 14,0
Empresarios Agrícolas No Exportadores 2,3 4,3 5,4 3,8 3,4 3,4 3,5
56
Terratenientes 4,2 14,1 14,4 10,2 9,5 5,9 7,0
Otros Empresarios Agrícolas 3,2 4,9 4,9 4,8 3,0 2,8 2,3
Asalariados Agrícolas
Proletariado Agrícola de la Zona Central 111,7 199,4 224,7 195,6 215,0 211,4 203,3
Proletariado Agrícola de la Zona Centro-Sur 55,7 89,8 88,9 81,8 81,7 87,7 95,3
Asalariados Rurales de la Zona Triguera 24,8 45,8 38,5 29,1 33,4 27,0 40,3
Proletariado Empresas Ganaderas y Lecheras del Sur 21,8 32,6 31,6 30,4 30,0 24,6 27,1
Proletariado Ganadero Magallanes 3,8 3,1 3,5 3,2 2,3 1,4 3,8
Resto Proletariado Agrícola 10,0 18,4 22,4 18,2 23,0 27,0 21,5
Asalariados Pesca 0,0 9,6 19,0 17,6 15,7 15,1 16,8
Proletariado Forestal 9,1 19,4 20,3 31,7 24,5 23,6 23,2
Campesinado y Colonos Pobres
Campesino Indígena del Norte Grande 5,5 6,3 6,0 5,6 7,0 6,3 10,2
Campesino Pobre del Norte Chico 14,0 15,4 15,1 15,4 14,4 15,3 14,5
Campesino de la Zona Central 22,5 15,8 17,1 12,8 15,0 15,4 9,2
Campesino de la Zona Centro-Sur 60,5 78,6 80,8 79,7 57,2 46,8 48,2
Campesino de La Araucanía 53,0 75,1 74,9 61,9 66,8 69,0 61,5
Campesino de la Zona Sur 29,3 32,8 35,7 29,7 35,2 37,4 29,7
Campesino Chilote 18,3 16,2 18,1 13,8 14,0 12,6 9,1
Colonos Pobres 4,2 5,0 5,0 5,2 4,4 4,1 4,9
Otros Campesinos 19,5 46,6 64,0 54,3 44,9 54,2 41,1
Campesinos de la Región Metropolitana 17,3 24,3 22,6 22,9 27,7 32,3 27,1
Pescadores Artesanales 28,6 23,0 26,0 31,9 31,3 31,1 33,6
Trabadores Madereros Independientes 0,0 8,8 9,3 12,5 8,3 14,6 20,6
Resto PEA Agrícola 0,7 4,2 3,7 6,4 6,3 9,7 8,6
Empresarios No Agrícolas
Empresariado Capitalista Industria 10,7 17,6 29,2 26,5 21,5 24,8 24,6
Sectores Medios Independientes
Artesanado Moderno 44,2 36,9 40,1 56,5 72,8 74,4 63,3
Artesanado Tradicional
Pirquineros 6,0 14,7 12,6 7,0 6,0 4,6 6,5
Artesanado Tradicional 164,1 149,9 158,6 191,9 177,5 219,3 220,6
Artesanado de la Construcción 20,4 40,0 68,9 80,6 124,8 87,0 129,7
Clase Obrera Minera
Proletarios Gran Minería Cobre 9,7 2,3 3,9 4,5 2,8 0,7 3,6
Obreros Carbón Sector Público 2,7 0,0 0,0 0,0 0,2 0,1 0,0
Proletariado Pequeña y Mediana Minería del Carbón 10,3 9,9 12,8 4,3 1,1 2,0 1,6
Proletariado Pequeña y Mediana Minería del Cobre 14,9 9,3 16,4 18,9 14,2 15,5 25,8
Proletariado Pequeña y Mediana Minería Resto 8,7 9,2 14,7 16,5 9,8 9,2 9,3
Clase Obrera Industrial y de la Construcción
Clase Obrera Industrial Tradicional 185,6 197,1 240,3 286,2 229,6 228,2 234,1
Clase Obrera Industrial Segunda Industrialización Sustitutiva 81,7 94,7 155,5 167,7 149,6 157,8 172,1
Clase Obrera Industrial Sectores Estratégicos Privados 19,8 13,2 6,5 8,9 11,6 13,7 11,4
Obreros de la Construcción 100,4 115,4 165,5 223,3 213,2 284,8 312,6
Asalariados Públicos Industrial Tradicional 5,8 2,2 1,8 3,4 4,8 5,8 6,1
Asalariados Públicos Segunda Industrialización Sustitutiva 3,4 1,3 2,0 2,5 0,7 0,4 0,2
Asalariados Públicos Sectores Estratégicos 2,9 0,2 1,1 0,5 0,8 0,0 1,7
Asalariados Públicos de la Construcción 4,5 2,8 1,7 3,1 0,8 0,6 1,0
SUB TOTAL 1221,8
1524,8
1800,6
1892,6
1829,1
1919,5
2000,7
OTRAS CATEGORÍAS
PEM & POJH 136,6 176,7 0,1 0,0 0,0 0,0 0,0
Cesantes y BTPV 378,4 374,1 268,9 248,1 489,4 440,4 632,8
57
Resto 11,6 1,1 0,1 0,6 3,2 6,9 3,7
SUB TOTAL 526,6 551,9 269,1 248,8 492,7 447,4 636,5
TOTAL POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA 3630,3
4270,4
4728,7
5275,8
5872,2
6347,6
7348,1
Fuente: Elaboración propia a partir de Encuesta Nacional de Empleo (ENE), trimestre octubre-diciembre,
del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a excepción del año 1980.
Sin embargo, tal curso de tercerización de la sociedad chilena está lejos de
constituir un proceso homogéneo ni del todo genuino, lo cual conmina a indagar
mayormente en su carácter y significado.
III.2.1 En lugar del viejo panorama agrícola: la nueva
ruralidad
En términos globales, es preciso considerar el significado de la pérdida de peso
general en la estructura social chilena, tanto relativa como absoluta, de la agrupación de
categorías vinculadas al panorama agrícola. Se ha sugerido la necesidad de introducir un
cambio de sentido de la noción del agro, a partir de una suerte de curso de urbanización
que estaría experimentando en el último tiempo. Ello cierra la posibilidad de seguir
interpretando a dicho ámbito en el viejo sentido de la sociología de la modernización
(una cuestión que, por cierto, constituye cierta distinción de la realidad social chilena
dentro del actual panorama latinoamericano), esto es, asociado a la sociedad tradicional.
El Informe de Desarrollo Humano en Chile Rural del PNUD (2008) registra una fuerte
actividad piscisilvoagrícola que, en el último tiempo, acorta sistemáticamente la brecha
con lo urbano, configurando un territorio que, lejos de desaparecer, crece en forma
sostenida. No sólo constituye un vigoroso motor económico que aumenta su peso en el
PIB, en particular en las exportaciones; sino que abre oportunidades, incentiva la
innovación y contribuye a la modernización del país bajo las orientaciones actualmente
vigentes al respecto, en una medida que hace difícil considerarlo en extinción.
La investigación del PNUD registra una extendida percepción de amplias
oportunidades en la exportación, aunque sólo para los grandes. De otro lado, unido a
esta percepción de oligopolización, consigna crecientes procesos de encadenamiento de
los pequeños productores a dichas grandes empresas. En definitiva, producto de la
maduración de los términos de reinserción capitalista exportadora de la economía
chilena, esta tendencia a la configuración de un nuevo panorama en el ámbito productor
y exportador agroalimentario, se torna recién apreciable en el largo plazo, en la
actualidad como reflejo maduro de las llamadas reformas neoliberales, luego de algunas
décadas en que su crecimiento se entendió como una “condición de refugio”. Luego,
dada tanto su pérdida de representatividad y peso, como de su sentido originario,
conviene sustituir ésta como distinción general fundamental de la estructura social
chilena, por una que considere en su lugar la creciente gravitación del proceso de
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tercerización, que -como se dijo- aparece como el sello distintivo del proceso de
modernización chilena de las últimas décadas.
La ola de cambios producidos en el mundo rural desde los años ochenta,
impulsada desde los mercados, a diferencia de aquella ocurrida en la década de los
sesenta impulsada por el Estado, produce diferencias significativas entre la capacidad de
gestión de oportunidades de pequeños agricultores y la de los medianos o grandes
empresarios agrícolas. De la mano de estas transformaciones, también se desarticula la
trama social de la pequeña agricultura y su correlato de protección, clientelismo,
promoción y fomento institucional, antaño patrocinado desde el Estado. Para los
pequeños agricultores, el nuevo mundo de los “agronegocios globalizados” presenta una
nueva contradicción: no pueden ser productores eficientes para un mercado interno
protegido, ni tampoco llegar a ser productores competitivos en los mercados globales
(Canales, 2006).
El trabajador del nuevo agro trae consigo una nueva fisonomía social. No se le
puede comparar con el antiguo inquilino ni con el afuerino. Tampoco con el obrero
industrial ni con el trabajador del sector servicios. Un rasgo constitutivo de este nuevo
trabajador agrícola es ser temporalmente integrado y temporalmente excluido. Según la
estación del año, pasa de la integración social del consumo y el empleo a la fase
contraria de exclusión y pobreza. Trabaja así en la irregularidad temporal, aun cuando
desde un punto de vista institucional se encuentra bajo una situación contractual formal,
y el trabajo es productivo y globalizado. Por otra parte, los actuales pequeños
agricultores son en gran parte resultado de la propia acción modernizadora del Estado y
de las instituciones y organizaciones dirigentes. Se trata de pequeños productores que
han sido socializados en el programa tecnológico-productivista-empresarial, cuya
actitud no corresponde ya a la tradicional del campesino, en su lugar ha emergido un
productor orientado al mercado interno, intensivo en factores y tecnificado. Sin
embargo, las nuevas reglas de la economía rural -los agronegocios, la competitividad y
la globalización- han venido a replantear la cuestión de la gestión técnica y el sentido
social de la pequeña agricultura, colocando en riesgo su reproducción, no sólo por la
necesidad de su reconversión, sino también por la ausencia, hasta el momento, de
modos exitosos de llevarla a cabo.
III.2.2 La crecida nube mesocrática y la significación de la clase de servicio
Tanto en términos de la figura de un nuevo empresariado, como de la formación
de una expansiva burocracia de servicios moderna, el fenómeno remite a una historia
abierta, en buena medida, por los reajustes realizados al modelo de crecimiento en torno
a la recuperación de la crisis económica de 1982. Bajo el impacto de esta última, la
apertura de un mercado de capitales, la intensificación de la vinculación con el mercado
externo, la privatización de enormes empresas estatales de servicios (la mayoría de las
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empresas estatales industriales que sobreviven a la desindustrialización, lo habían sido
antes de ello), etc., redundan en una mayor profesionalización del manejo y desarrollo
empresarial. La introducción creciente del management