p.281 L as aves son ovíparas y tienen una estrategia reproductiva muy conservadora en la que los padres calientan los huevos mediante la incu-bación por contacto ave-huevo, con el fin de man-tener un ambiente adecuado para el desarrollo em-brionario. La incubación por contacto es una de las características más conspicuas de la biología aviar. Las aves también construyen nidos para proveer un ambiente aún más controlado para los huevos, y los nidos de muchas especies también proveen protección a los polluelos. La transferencia de calor al huevo se realiza mediante una mayor irrigación sanguínea al parche de incubación o mediante la producción de calor por el padre que incuba. Hay dos estrategias de desarrollo en las aves básicamen-te, desde un tipo " altricial " o nidícola, indefenso, ciego y dependiente al nacer, al tipo " precoz " o ni-dífugo, completamente activo e independiente. En este capítulo se revisan las adaptaciones principa-les del huevo y su desarrollo que tanto éxito le han conferido en su evolución a las aves. Diferencias con el huevo De los reptiles El huevo es un paso evolutivo clave en la reproduc-ción de la Clase Aves pues es una estructura con numerosas y elegantes adaptaciones al ambiente, y al mismo tiempo es una estructura sumamente conservada dentro del grupo. Su morfología y fun-ción está intrincadamente ligada a la unidad de in-cubación que se conforma con el ave y el nido. Los reptiles, la clase de la que se derivaron las aves, son poiquilotermos, ponen sus huevos en el suelo y casi siempre los abandonan a su suerte. Este sustrato tiene una alta conductancia térmica y al-ta humedad, lo que proporciona una temperatura estable a los huevos, pero baja comparada con la de los nidos de las aves. Debido a esto, el desarrollo embrionario de los reptiles es lento. Las aves son homeotermas y adoptaron otra estrategia que es la de mantener calientes los huevos, lo más cercano a su temperatura corporal, y así permitir un desarro-llo embrionario rápido. Para ello, los padres deben regular la temperatura de los huevos y es más fácil hacerlo al ponerlos lejos del piso, como la mayoría de las aves. Esta estrategia trajo nuevos problemas: los huevos están expuestos a la desecación de un ai-re insaturado y pueden estar expuestos a la acción disipadora de calor del viento. Ambos problemas se resuelven resguardando los huevos en un nido. Además de los requerimientos obvios de sus-trato, camuflaje, reguardo y defensa de los huevos, hay otros factores importantes que satisfacer en el nido para los polluelos y su progenitor que son: que tenga temperatura, humedad y composición de ga-ses para la respiración adecuadas, y que los huevos se volteen frecuentemente. Cuando se cumplen es-tas cuatro condiciones, los huevos eclosionan exi-tosamente, aún sin la presencia de los padres. Por lo tanto, los padres deben proveer este microclima, pero dicha provisión puede estar en conflicto con sus propias demandas, como son su necesidad de fo-rrajear y de conservar su calor. Por lo tanto, entran en acción estrategias más finas de conducta y ecoló-gicas para llevar a cabo esta imprescindible función de mantenimiento para su población y especie. Una diferencia fundamental con los huevos de los reptiles es que los de éstos no se requieren voltear durante el desarrollo, de hecho se pueden morir si los voltean, pero en los de las aves el progenitor tiene este importante rol pues de otro mo-do los embriones no se desarrollarán exitosamente, sobre todo el período crítico de la primera parte de la incubación. En los reptiles, un cuidado parental de los huevos se desarrolló varias veces, pero no incluye el intercambio de calor corporal entre adultos y huevos como en las aves. Quizás la incubación se desarrolló junto con la homeotermia, incremen-tando así la tasa de desarrollo embrionario y dis-minuyendo el periodo de incubación y con ello el riesgo de depredación para el adulto y los huevos. Es muy probable que la incubación de contacto sólo se desarrolló en las aves modernas o Neornithes y no en las aves que existieron en el límite del Cretá-cico y el Terciario. Hay algunas excepciones en las aves que no pueden voltear los huevos durante la incubación porque los encierran. Los megapódidos entierran sus huevos en un montón de hojarasca, en la que la descomposición orgánica provee el calor para la incubación y el ave revuelve esta hojarasca fre-cuentemente para obtener el ambiente correcto, pero también el kiwi y algunos colibríes como el ermitaño y vencejos, encierran a sus huevos con lo-do y ya no los voltean. Por lo general, se piensa que el voltear los huevos se hace para evitar que se pe-guen a la cáscara, sin embargo, esta acción parece estar involucrada más con la difusión de iones en