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68 Blanco A y cols. El lobo mexicano en el contexto cultural prehispánico
AMMVEPE 2007; 18(3): 68-76 AMMVEPE Vol. 18, No. 3 • Mayo-Junio 2007
pp 68-76
ARTÍCULO DE REVISIÓN
* Sección de Biología, Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. **Posgrado Facultad de Filoso-
fía y Letras, Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.
*** Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.
Sobretiros: Alicia Blanco
Puente de Tecamachalco 17, Naucalpan de Juárez. Edo. de México, 39300.
El lobo mexicano
(Canis lupus baileyi) en el contexto
cultural prehispánico: las fuentes escritas
The Mexican wolf (Canis lupus baileyi)
in the prehispanic cultural context: the chronicles
Alicia Blanco,* Bernardo Rodríguez,** Raúl Valadez***
RESUMEN
Parte importante del conocimiento que podemos tener respecto de las relaciones
hombre-fauna en culturas del final del periodo prehispánico lo constituyen los
códices y los textos escritos por españoles a lo largo del siglo XVI. Caso poco
conocido, pero definitivamente presente lo constituye el lobo mexicano (Canis lupus
baileyi), el cual es descrito como especie y con un simbolismo asociado. Estas obras
indican que el término cuetlachtli era el que se empleaba para designar al lobo, cuyo
significado sería “ser animalesco que ataca”, se le consideraba símbolo de fuerza,
de energía, de la guerra, de órdenes militares, del fuego, del Sol y también estaba
relacionado con diversos actos de sacrificio.
Palabras clave: Lobo mexicano, México prehispánico.
ABSTRACT
Important part of the knowledge which we can have respect to the relations man-
fauna in cultures of the end of the pre-Hispanic period constitutes the codices and
texts written by Spaniards throughout century XVI. Case little well-known, but
definitively present constitutes the Mexican wolf (Canis lupus baileyi), which is
described like species and with a symbolism associate. These works indicate that the
term cuetlachtli was the one that it used to designate to wolf, whose meaning would
be “to be animalesco that attacks”, considered force symbol him, of energy, the war,
military orders, the fire, the Sun and also it was related to diverse acts of sacrifice.
Key words: Mexican wolf, pre-Hispanic Mexico.
INTRODUCCIÓN
Sin duda el lobo es el animal más contro-
vertido para la naturaleza humana. Pocos
son los casos de organismos que despier-
ten más temor y odio hacia el hombre y, sin
embargo, son numerosos los relatos de
culturas antiguas y modernas en los que
se indica que Homo sapiens y Canis lupus
serían capaces de llegar a un nivel de em-
patía tal que incluso crías de alguna de es-
tas especies podría ser amamantada por
hembras de la otra; hemos perseguido al
lobo de forma tan efectiva que en esta épo-
ca se encuentra en grave peligro de extin-
ción y, sin embargo, su descendiente do-
méstico, el perro, existe en todos los rinco-
nes del mundo ocupados por el humano.
Para comprender esta incongruencia es
indispensable reflexionar acerca de la enor-
me similitud ecológica que hay entre am-
bas especies. Es normal que considere-
mos a los grandes simios como los seres
vivos más semejantes a nosotros, lo cual,
filogenéticamente hablando, es correcto,
pero en lo que se refiere a sus caracterís-
ticas ecológicas, lobo y hombre somos
enormemente similares, no por nada fue
con ellos que se dio lugar al primer even-
to de domesticación.
La similitud ecológica que existe entre
ambos es tal que el producto inevitable
fue una competencia en un nivel difícil de
imaginar. Las crónicas europeas hablan
frecuentemente de ciclos en los cuales a
mayor desarrollo humano se daba una vir-
tual desaparición de lobos y cuando el
número de hombres disminuía, después
de guerras o grandes desastres natura-
les, las manadas de lobos se convertían
en dueños de amplias zonas, siendo in-
cluso capaces de entrar a los poblados en
busca de alimento.
Como hemos mostrado en un artículo
anterior,1 gracias a los hallazgos arqueo-
zoológicos y diversos ejemplos iconográ-
ficos sabemos que los lobos eran anima-
les conocidos y aprovechados por
diversas culturas prehispánicas del cen-
tro de México, habiéndose llegado hasta
el grado de mantener ejemplares cautivos
por varios meses para sacrificarlos en ce-
remonias de muy alto nivel o bien buscar
a machos adultos y emplearlos como se-
mentales para fecundar a perros hembras
a fin de obtener híbridos.2-5 Su valor sim-
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1. Historia General de las Cosas de
Nueva España, escrita por Fray Ber-
nardino de Sahagún, empleándose en
este estudio dos versiones: el facsími-
le de la obra, al cual se le conoce como
Códice Florentino6 del cual se utiliza-
ron las imágenes presentes, así como
el texto en español y la versión en in-
glés llamada Florentine Codex,7 ya
que en ella se hace una traducción li-
teral del texto náhuatl.
2. Obras completas, Tomo III Historia
Natural de Nueva España, del natu-
ralista español Francisco Hernández.8
3. Libellus de Medicinalibus Iindorum
Herbis, obra mejor conocida como
Códice de la Cruz-Badiano y escrita
por el médico mexica Martín de la
Cruz.9
4. Vocabulario en lengua castellana/
mexicana, mexicana/castellana, ela-
borado hacia la mitad del siglo XVI por
Fray Alonso de Molina.10
5. Monarquía Indiana, de Fray Juan de
Torquemada.11
6. Historia de las Indias de Nueva Es-
paña e islas de la tierra firme12 de Fray
Diego Durán.
7. Historia Natural y Moral de las In-
dias de Fray Joseph de Acosta.13
8. Códice Borgia,14 obra mixteca del Pos-
clásico tardío (siglos XIII-XVI d.C.).
9. Códice Chimalpopoca,15 obra escrita
en la segunda mitad del siglo XVI.
Toda información obtenida: descripcio-
nes, nombres en náhuatl e imágenes, fue-
ron analizados para obtener una imagen
concreta de cómo era concebido el lobo,
de acuerdo con este conjunto de obras
escritas, y finalmente se comparó esta
imagen con la proporcionada por la ico-
nografía y arqueozoología, a fin de dispo-
ner de una propuesta integral.
RESULTADOS
• Historia General de las Cosas de
Nueva España.6 Obra escrita en la se-
gunda mitad del siglo XVI, constituye
un pilar fundamental para todo aquel
interesado en el universo mesoameri-
cano visto a través del pensamiento
mexica. Dentro de las diferentes ver-
siones que existen de esta época des-
tacan, en primer lugar, los facsimilares
(Códice Florentino) que existen en al-
gunas bibliotecas, entre ellas la del Ins-
tituto de Investigaciones Antropoló-
gicas de la UNAM, a través de las
cuales es posible estudiar los textos
en náhuatl, su traducción al castella-
no y las imágenes incluidas.
Resultado inevitable de su análisis es
la conclusión de que frecuentemente no
existe coincidencia entre la narrativa en
náhuatl y en español, situación derivada
de la presión que ejercieron sobre el fraile
las diversas autoridades eclesiásticas, así
como su propia idiosincrasia. Debido a
esto se considera indispensable que quie-
nes deseen tener una traducción literal del
náhuatl consulten la versión en inglés,
realizada por Ch. Dibble y A. Anderson.7
Para todo aquel interesado en la fauna
o flora el punto de inicio casi obligado es
el libro 11, no porque sea el único espacio
donde se hable de animales o plantas, sino
por su narrativa directa y bien dirigida
hacia lo biológico y utilitario. En el capí-
tulo primero, párrafo segundo “De las
bestias fieras” se habla de los animales
de gran talla, por ejemplo, jaguares, tapi-
res y pumas, y en el folio 5 (anverso de
hoja 159) aparece la imagen de lo que in-
variablemente debemos considerar un
lobo (Figura 1), pues además de su as-
pecto innegable de cánido, las imágenes
del coyote se encuentran más adelante,
ubicadas junto al texto correspondiente;
para el caso que nos atañe, no obstante,
tenemos este dibujo de lobo justo antes
de iniciar la descripción del cuetlachtli,
aunque en el texto en español Sahagún
no hace referencia al nombre como tal, li-
mitándose a describir al organismo:
“Este animal, por la relación, parece que
es oso, y si no es oso no sé a que animal
se compare de los que conocemos; es un
animal velloso, de larga lana: tiene la cola
muy vellosa, como la de la zorra, pero de
color pardo oscuro; tiene la lana verdosa;
cuando es viejo; tiene la orejas pequeñas
y angostas: tiene la cara redonda y an-
cha, casi retrae a la cara de persona: tiene
el hocico grueso: tiene el anelito ponzo-
ñoso: echa el anelito para emponzoñar a
bólico podía tener diversas connotacio-
nes, pero la guerra es lo que en este mo-
mento podemos vincular más claramente.
Otra importante fuente de información
sobre la relación entre hombre mesoame-
ricano y lobo mexicano lo constituyen di-
versas obras escritas al final del periodo
prehispánico o en el primer siglo de la
época colonial. En estos materiales el ele-
mento lobo aparece en diversas ocasio-
nes, aunque de forma tal que la mayoría
de la gente no lo reconoce o llega a la
conclusión de que este animal era prácti-
camente desconocido por los habitantes
de este territorio, imagen por demás falsa
dados los hallazgos arqueozoológicos
existentes,1 pero de enorme relevancia si
recordamos que la gran mayoría de la gente
interesada en las culturas precolombinas,
sin estudios formales de antropología o
historia, recurre invariable y sistemática-
mente a estas fuentes para obtener la in-
formación que se requiere.
OBJETIVOS
En vista de los comentarios anteriores es
objetivo principal del presente artículo pre-
sentar la información relacionada con el
lobo que se encuentra en las más conoci-
das y representativas obras escritas y que
nos han llegado bajo la forma de códices,
en el sentido estricto de la palabra, o como
libros elaborados al inicio de la Colonia.
Un segundo objetivo es analizar los
nombres en náhuatl que aparecen en di-
chas obras, a fin de reconocer por esta
vía, la imagen que se manifestaba de este
animal.
Por último, y como objetivo final, se
compararán los resultados obtenidos con
la información disponible a través de otras
fuentes, a fin de elaborar un esquema ge-
neral de lo que fue la imagen del lobo den-
tro del mundo mesoamericano.
METODOLOGÍA
Proceso fundamental para el presente es-
tudio fue la revisión cuidadosa y exhaus-
tiva de todo escrito donde era factible la
existencia de datos relacionados con el
lobo o de cánidos silvestres. Las obras
empleadas en esta fase fueron:
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lo que topa; el vaho o aire que echa es de
muchos colores, como el arco del cielo;
es muy avisado y pónese en acecho para
matar o cazar.”
Pero la información en náhuatl7 dice:
“12. Cuitlachtli o Cuetlachtli, éste es
lanudo, de pelo enredado, gruñón lano-
so, obscuro, cola tupida. Cuando es vie-
jo, su cola es enmarañada, por todas par-
tes su pelaje es enmarañado. Es de orejas
pequeñas, redondas, redonda, ancha es
su cara, como rostro humano, con hocico
grueso y corto. Jadea mucho; es un gran
silbador. Cuando silba se aterroriza uno.
Es como si un arcoíris saliera de su boca.
Muy listo es –un gran cazador de sorpre-
sa, un espía que se agazapa. El caza; apre-
sa, silba.”
Después del cuetlachtli se describen
a cuatro tipos de felinos y para terminar el
párrafo de las grandes fieras describe a
un animal de nombre itzquincuani:6
“Hay otro animal al cual llaman itzquin-
cuani; quiere decir comedor de perros, que
es de la manera del que arriba se dijo: llá-
mase por este nombre itzquincuani o co-
medor de perros: porque de noche llega
hacia las poblaciones, y desde cerca del
lugar comienza a aullar: y todos los pe-
rros que le oyen le responden aullando, y
van corriendo a donde él está: en estando
juntos con el los perros mátalos que ha
menester para comer, y cómelos: y los
demás vase; su comer son los perros y
hállalos muy sabrosos”. Este animal; se-
gún esta relación parece ser lobo.
A un lado está el texto náhuatl con la
siguiente descripción:7
“15. Éste es el mismo que el cuitlamiz-
tli. Por esto es llamado itzquincuani, en
la noche se va hacia los poblados. Llora
desde fuera, Y cuando ha llorado desde
afuera todos los perros le responden. To-
dos aúllan. Todos oyen su aullido. Enton-
ces todos ellos van hacia él. Y cuando
todos ellos lo rodean, cuando todos ellos
hacen círculo alrededor de él, entonces
los captura y a muchos de ellos los puede
comer. Su alimento favorito son los pe-
rros. El los apresa especialmente a ellos;
ellos son elegidos; él los prefiere a ellos.”
Referencias al organismo llamado cue-
tlachtli aparecen en otras partes de la
obra. En el libro II, capítulo 2, folio 62, se
describe la fiesta llamada Tlacaxipehua-
liztli, en la cual se llevaba a cabo, entre
otras actividades, el sacrificio de guerre-
ros capturados, los cuales eran llevados
a una gran piedra circular con una perfo-
ración al centro usada para amarrar un pie
del cautivo, llamada Temalácatl; el sacer-
dote encargado de conducir al prisionero
al sacrificio portaba un pellejo (su piel) de
cuetlachtli y su nombre era Cuitlachue-
hue (lobo viejo).
En el libro VIII, Capítulo 14, se descri-
be a las casas reales, fundamentalmente a
la residencia del Tlatoani mexica y en el
párrafo 8 el texto en español indica que en
su interior existe una sala llamada Totoca-
lli, en la cual estaban mayordomos encar-
gados del cuidado de diversos animales
tales como águilas, papagayos, pericos,
tigres, leones, oncas y gatos cervales. La
lista en náhuatl es más grande en el nú-
mero de organismos citados y además ter-
mina mencionando a minocelotl, cuetla-
chtli, miztli y ocotochtli, siendo todos
ellos felinos (minocelotl sería un tipo de
gato manchado, miztli el puma y ocoto-
chtli el lince), excepto cuetlachtli. Para
fortuna nuestra se incluye una imagen de
la fauna mencionada (Figura 2), apare-
ciendo en ésta cinco aves, un jaguar y un
cuadrúpedo con cuerpo y cola cubierto
de pelo esponjado y largo, patas fuertes,
hocico alargado, orejas grandes y lengua
visible. Evidentemente este animal no es
nada que pueda parecer a un oso o un
felino, siendo por tanto necesario concluir
que es una representación del cuetlacht-
li, bastante semejante a la que aparece en
el libro XI (Figura 1).
Otra imagen muy similar la tenemos en
el libro VIII, Capítulo 11, anverso de folio
19, donde se describe a los asientos en
los cuales descansan los grandes seño-
res y menciona que estaban forrados de
piel de animales fieros, por ejemplo, tigres,
leones, oncas, gatos cervales, osos y cier-
vos. En el texto náhuatl se emplean voca-
blos compuestos en los cuales se habla
de productos ya elaborados a partir de
animales y uno de ellos inicia con “cuet-
la”, de cuetlachtli. Al inicio del capítulo
se presentan dibujos de un águila, un fe-
lino manchado, un lince y otro igual al que
aparece con la descripción del Totocalli
(Figura 2), es decir, un cuetlachtli, en el
que nuevamente es claro su nulo pareci-
do con un oso y su gran semejanza con el
lobo.
En el libro IX, capítulo XIV, párrafo 17,
se describen diversas actividades relacio-
nadas con los mercaderes, entre ellas di-
versos actos de sacrificio de esclavos. El
señor del banquete “estaba sentado jun-
to a una columna, sentado junto a un asen-
tadero de espaldas, y por estrado tenía a
un pellejo de tigre; el asentadero estaba
forrado de un pellejo de cuetlaxtli; esta-
ba mirando hacia lo alto del cu de Huitzi-
lopochtli.”
Por último, en el Libro XII, capítulo
XXXI, folio 57, en el cual relata cómo lle-
garon a tomar Tenochtitlan Cortés y sus
aliados, señala que entran a un patio que
se llamaba Quauhquiaoac sitio que más
adelante llama “Puerta del Águila” y que
la razón de llamarse así “es que en él ha-
bía un águila hecha de piedra tajada. Era
muy grande... y le hicieron como compar-
te y consorte un tigre. Y en la otra parte
estaba un oso mielero,* también de pie-
dra labrado”.
Figura 1. Imagen que aparece en el Códice Floren-
tino6 en el anverso de hoja 159, dentro del párrafo
segundo del capítulo primero, justo antes de iniciar
la descripción del cuetlachtli. Además de su innega-
ble semejanza con un lobo, en las hojas siguientes
se muestra un dibujo de coyote y los datos relativos
a él, lo cual nos obliga a ver esta ilustración como la
más temprana representación de Canis lupus baileyi
que se conozca hasta la fecha.
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• Historia Natural de Nueva España.
Hacia finales del siglo XVI llegó al con-
tinente americano el español Francis-
co Hernández con la consigna de la
corona española de elaborar una obra
en la cual se describieran las riquezas
de las tierras recién conquistadas. En
el tomo III, tratado quinto,8 donde hace
referencia a los mamíferos, existen dos
párrafos de interés para nuestro obje-
tivo por ser los únicos donde hace
mención a posibles lobos:
CAPÍTULO XII. Del ITZCUINQUANI
o comeperros. Es común en esta Nueva
España el ITZCUINQUANI, animal astu-
to y perjuicioso para los indígenas. Se
acerca por las noches a las orillas de los
poblados, y aúlla para atraer a los perros,
que mata y devora; y así, sacrificando a
los fieles guardianes de las casas, asegu-
ra y provee a su vida con un sustento
fácil. Creen algunos que este animal es el
mismo cuitlamiztli, del que antes hemos
hablado.
CAPÍTULO XXIII. Del CUETLACHT-
LI o lobo de las indias. Es parecido al lobo
de nuestra tierra en color, tamaño y cos-
tumbres, y aún, en mi opinión, de su mis-
ma especie aunque de cabeza más gran-
de. Ataca el ganado vacuno lo mismo que
nuestro lobo, y a veces también al hom-
bre. Se encuentra algunos blancos cuya
imagen damos también. Vive en lugares
cálidos de Nueva España.
• Libellus de Medicinalibus Indorum
Herbis. Ésta es la más antigua obra
escrita sobre medicina prehispánica.9
A lo largo de ella se muestra la enorme
importancia que tenían las plantas
dentro de esta actividad y el elemento
animal, aunque mucho menos emplea-
do, sin duda se encuentra presente.
En este libro, en los folios 39 v. y 62 r
tenemos dos recetas donde se em-
plean materiales de lobo:
“F 39 v. ÁRBOLES Y FLORES PARA
LA FATIGA DEL QUE ADMINISTRA
LA REPÚBLICA Y DESEMPEÑA UN
CARGO PÚBLICO
Cortezas del árbol… En tercer lugar se
empapará el cuerpo con el cerebro y la
hiel de estos animales: tlatlauhqui
ocelotl,† iztac ocelotl, ‡ cuetlachtli,
miztli, § ocotochtli, || coyote¶ y con el
cerebro, hiel y vejiga molidos del iztac
epatl**…”
“F 62 r. QUETZALILIN
Un médico prudente puede, por los
ojos y nariz del enfermo, pronosticar
si ha de morir o ha de sobrevivir…
También se le ha de punzar allí mismo
(el pecho) con un hueso de lobo, bien
afilado, o de águila o de león blanco…”
• Vocabulario en lengua castellana/
mexicana, mexicana/castellana.
Obra escrita en la segunda mitad del
siglo XVI por Fray Alonso de Moli-
na10 y en la cual encontramos a cuet-
lachtli como el nombre náhuatl del
lobo en la sección castellana-mexica-
na, folio 78 y en la mexicana-castella-
na, folio 16.
• Monarquía Indiana.11 Escrito por
Fray Juan de Torquemada, en el Tomo
Segundo, pág. 151, anota que había
un Cu o capilla donde se reverenciaba
a un dios (diosa) que se llamaba Cán-
tico, el cual tenía como carácter po-
seer cabeza de lobo.
• Historia de las Indias de Nueva Es-
paña e islas de la tierra firme.12 Fray
Diego Durán en el Tomo I, pág. 125-
126, nos relata que tanto en Tenochti-
tlan como en Texcoco y Xochimilco, el
templo donde estaba depositada
Chantico era suntuoso, siendo más
en Xochimilco por ser “diosa particu-
lar de los xochimilcas”; el lugar donde
se depositaba la diosa, era conocido
como Tlillan, que quiere decir lugar
de negrura.
En ésta y en otras crónicas se mencio-
na una leyenda en la cual se dice que Chan-
tico fue la primera en hacer una ofrenda
después de comer pescado frito, es decir,
ofrendó, pero no ayunó; que el humo su-
bió al cielo y el dios Tonacatecutli se eno-
jó a tal grado que la maldijo y la transformó
en lobo. El nombre calendárico de Chanti-
co es Chicunahui itzcuintli, 9-perro.
Es conocido por los interesados en la
historia del México prehispánico, que ha-
bía dos órdenes guerreras, mal llamadas
“caballeros águila” y “caballeros tigres”.
Los primeros procedían de la clase gober-
nante, en tanto que los segundos perte-
necían al grupo social dominante, y había
una tercera orden, poco conocida, que
Fray Diego Durán (Tomo I, capítulo XI,
págs.111 y 115) y Fray Joseph de Acosta
(Pág. 351-352) (13) llaman “caballeros par-
dos” (Figura 3), cuyos integrantes pro-
cedían del pueblo, esto es, “nacidos de
gente baja y de hombres de poca suerte”.
Los guerreros pardos al parecer tenían
como animal distintivo al lobo y se distin-
guían por su valor en las batallas, podían
vestirse de algodón, traer zapatos en pa-
Figura 2. Imagen que
se presenta en el libro
VIII en el que se indica
cómo en el Palacio real
mexica se tenían ani-
males bajo custodia de
mayordomos, siendo
uno de ellos el cuetla-
chtli (arriba a la dere-
cha). Al comparar esa
imagen con la figura 1,
es claro que se trata de
un lobo.
*En el texto náhuatl aparece el término cuetlachtli
†Ocelote rojo
‡Ocelote albino
§Puma
|| Lince
¶Coyote
**Zorrillo albino
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72 Blanco A y cols. El lobo mexicano en el contexto cultural prehispánico
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lacio y asistir a los banquetes aunque
nunca, no importando la valentía demos-
trada y los cautivos que hacían, podían
llegar a ser tigres o águilas.
• Códice Borgia.14 Códice de origen mix-
teco, analizado por Edward Seler. En
éste no existen alusiones a entidades
como cuetlachtli, pero sí se hace refe-
rencia a la deidad Chantico. La deci-
moctava sección del Tonalámatl, Ce
ehécatl, 1-viento, en el Códice Borgia,
tiene como regente una deidad feme-
nina, a la que los intérpretes ponen el
nombre de Chantico o Cuaxólotl dio-
sa del fuego de Xochimilco, su nom-
bre se traduce como “la que está en
casa”, (la que viene a hacer el fuego).
Además de esta diosa, el códice pre-
senta con frecuencia a la deidad cani-
na Xolotl (Figura 4) cuya importan-
cia en esta investigación se mostrará
más adelante. El contexto en el que se
le incluye y los elementos simbólicos
asociados son los siguientes:
El término Xolotl es amplio, pues llega
a abarcar no sólo a una forma de cáni-
do, sino a todo aquello que presenta
dualidad con el Sol, incluyendo a cier-
to dios deforme (Nanahuat-zin) que
según las leyendas fue quien le dio
origen. También se le relaciona con lo
monstruoso, con los gemelos, la com-
pañía y la condición de mensajero.
A Xolotl se le asocia con una olla que
tiene huesos humanos, con punzones
de hueso vinculados con el autosacri-
ficio, al juego de pelota y a los guerre-
ros sacrificados para la casa del Sol.
Incluso se indica que alrededor del
bulto mortuorio de los guerreros se
ataba un xolocozcatl, es decir, una
representación de Xolotl.
Xolotl es compañía del Sol durante su
recorrido nocturno, pero también de
deidades y guerreros muertos. Si con-
sideramos la similitud entre este per-
sonaje y el perro con los conceptos
de compañía y el inframundo vemos
ciertas similitudes, pero el perro es
compañía del humano, Xolotl es un
cánido superior, compañero de enti-
dades superiores.
A Xolotl se le representa como un cá-
nido, pero cubierto de pelo, es decir,
no es, de forma alguna, un perro pe-
lón.
• Códice Chimalpopoca. Compuesto
de tres manuscritos elaborados en la
segunda mitad del siglo XVI, el prime-
ro y tercero fueron hechos en lengua
náhuatl, autores anónimos y el segun-
do en español por el bachiller Don
Pedro Ponce. Este documento al pare-
cer fue copiado de letra de Don Fer-
nando de Alva y fue descubierto por
Lorenzo Boturini (1736-1740). En sus
páginas de guarda se tiene la fecha
1561 a 1684, la cual comprende su rea-
lización y tiempo durante el cual fue
propiedad privada.
El primero y segundo documentos se
conocen bajo los nombres de Anales de
Cuauhtitlán; el tercer documento es Le-
yenda de los Soles. La obra completa fue
traducida al español moderno por Primo
Feliciano Velásquez.15
En la porción que corresponde a la Le-
yenda de los Soles (pág. 121) viene la des-
cripción de cómo se forma nuestro astro:
“... El nombre de este Sol es Naollin
(cuatro movimiento). Éste ya es de noso-
tros, de los que hoy vivimos...antes de
ser este Sol, fue su nombre Nanahuatl,
que era de Tamoanchan. Águila, tigre,
gavilán, lobo... Nanahuatl cayó en el fue-
go y la Luna inmediatamente fue a caer
solo en la ceniza. Cuando aquel fue, pudo
el águila asirle y llevarle. El tigre no pudo
Figura 3. Imagen de
guerreros en el libro IX,
capítulo 17 del Códice
Florentino.6 Detrás del
“caballero águila” hay un
grupo de guerreros, uno
de ellos porta un traje
de un animal de hocico
largo y pelo prominen-
te, aunque no mancha-
do. Considerando que
ni la piel ni el rostro son
“tipo jaguar”, es proba-
ble que se esté repre-
sentado a un “caballero
pardo”, cuyo símbolo
animal era el lobo.
Figura 4. Xolotl, dei-
dad canina relacionada
con Quetzalcoatl, el Sol
nocturno y el inframun-
do.14 En su mano iz-
quierda porta un punzón
de hueso y se le repre-
senta también junto con
una olla de huesos,
ambos símbolos del
sacrificio.
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llevarle, sino que le soltó y se paró en el
fuego, por lo que se manchó; después ahí
se manchó el gavilán y después se cha-
muscó el lobo: estos tres no pudieron lle-
varle. Así que llegó al cielo, le hicieron al
punto mercedes.”
• Lingüística. En las descripciones in-
dicadas existen tres términos vincula-
dos con el concepto lobo, cuetlacht-
li, itzquincuani y Chantico, de los
cuales es importante conocer en sus
raíces. En la lengua náhuatl los nom-
bres generalmente son compuestos y
presentan el calificativo al inicio de la
palabra y el nominativo al final (Cua-
dro 1), siendo normal que en el caso
de animales el nombre termine en “tli”,
lo cual significa animal, bestia. De esta
forma, al conejo se le llamaba tochtli,
cuyo significado sería “animal que
corre”.
Como podemos ver en el cuadro 1, el
término cuetlachtli puede traducirse como
“un ser, tipo animal, que ataca”, mientras
que itzquincuani sería, tal y como lo des-
criben en el Códice Florentino, como
“aquél que posee la capacidad de comer
perros” y la raíz de Chantico se vincula
más bien con su condición de ser una dei-
dad particular. En los tres nombres no exis-
te raíz alguna que les ligue al lobo de ma-
nera directa, siendo más bien claro que en
los dos primeros se vislumbra al animal
en cuestión bajo un pensamiento tenebro-
so, poco definido, que alude más a su ca-
pacidad depredadora que a su propia con-
dición animal.
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN
La información presentada indudablemen-
te indica que el lobo era un organismo
presente dentro del pensamiento
mesoamericano en varias esferas, desde
lo más terrenal hasta lo más simbólico.
• El lobo como especie. Sahagún, Her-
nández, Martín de la Cruz y Molina
hacen referencia indudable al lobo
como animal propio del centro de Méxi-
co, incluso una narrativa tan confusa
como la que vemos en el Códice Flo-
rentino no deja lugar a dudas acerca
de que se le ubica como parte de la
fauna conocida por los mexicas, bien
sea por la imagen tan natural que pre-
senta o bien por el comentario de que
el lobo es el itzquincuani.
En esta obra es muy frecuente que a
los carnívoros, las serpientes y otros mu-
chos organismos se les describa rodea-
dos de concepciones mágicas o sobre-
naturales, por lo que no es de extrañar
que al lobo se le maneje de esta forma, ya
sea que se le conciba como cuetlachtli o
como itzquincuani, en todo caso es más
determinante la naturalidad del dibujo
presentado (Figura 1), pues son varias
las ocasiones en las que las ilustracio-
nes tienen muy poco de real, condición
que deriva de conocimiento de oídas en-
tre los informantes de Sahagún y nulo
contacto directo con el animal en cues-
tión. Para el caso que nos atañe es obvio
que la imagen creada es la de un lobo y
por lo mismo es indudable que estas per-
sonas lo habían visto alguna vez en su
vida, incluso es contrastante la naturali-
dad de la representación con la descrip-
ción, pues esto indica que el dibujante
simplemente representó a este animal tal
y como lo conocía, al margen de cómo se
le describió.
Hablar del cuetlachtli por un lado y
del lobo por otro es algo que vemos con
Martín de la Cruz, no así con Hernández y
Molina quienes sin problema los consi-
deran el mismo organismo. Con Sahagún
la situación es confusa, aunque es intere-
sante constatar como la imagen del lobo
fue colocada justo antes de empezar la
descripción del cuetlachtli, como si se
quisiera empalmar imagen y texto del mis-
mo animal en espacios continuos y, por
otro lado, no olvidemos el dato del libro
VIII en el cual se habla del cuetlachtli en
dos ocasiones, mostrando además su ima-
gen (Figura 2), la cual, aunque un tanto
extraña, poco deja a la duda de que se
trata del mismo tipo de cánido presenta-
do en el libro XI (Figura 1). Consideran-
do estos detalles, la conclusión es que
hay evidencia sólida a favor de que en el
Cuadro 1.Cuadro 1.
Cuadro 1.Cuadro 1.
Cuadro 1. Nombres en náhuatl del lobo y entidades asociadas a él y posible significado.16
Nombre Animal Raíces Significado
Itzcuintli Perro Itz = filoso Animal que ataca
cuin = atacar con piezas filosas
tli = bestia (animal)
Tlacomiztli Cacomixtle Tlaco = medio Medio-felino (por su
miztli = felino rostro de aspecto
felinoide)
Tochtli Conejo Toch = correr Animal que corre
tli = animal
Ayotochtli Armadillo Ayo = tortuga Conejo-tortuga (por
tochtli = conejo sus orejas largas)
Mapachtli Mapache Ma = cazar, pescar Animal peludo que
pach = peludo pesca, que caza
tli = animal
Cuetlachtli Lobo Cui = atacar Algo (tipo animal)
tla = algo que ataca
ch = hacia
tli = animal
Itzcuinquani ¿lobo? Itzcuin = perro El que posee la
cua = comer capacidad para
ni = quien hace comer perros
Chantico Deidad femenina Chan = tierra natal Aquello que nos liga
del fuego que posee ti = ligar con nuestro lugar
atributos de lobo co = hacia de origen
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74 Blanco A y cols. El lobo mexicano en el contexto cultural prehispánico
AMMVEPE 2007; 18(3): 68-76
siglo XVI el nombre náhuatl del lobo gris
era cuetlachtli.
Tomando en cuenta la información re-
lacionada con su uso, vemos que Martín
de la Cruz lo asocia con un remedio para
contrarrestar la fatiga de un dirigente y
para evaluar hasta donde una persona
enferma posee aún suficiente energía vi-
tal, es decir, un animal vinculado con la
fuerza y la potencia individual.
En segundo lugar vemos en el Códice
Florentino la piel involucrada con los
asientos de los señores o portándola como
símbolo quien tenía control de actos de
sacrificio, ya fuera el sacerdote Cuitlachue-
hue o el señor del banquete, lo que indica
también relación con el poder. Es impor-
tante también el dato de que el cuetlachtli
sea uno de los animales que se “guarda-
ba” en el Palacio Real mexica, junto con
otros como papagayos, pericos y diversos
felinos, todos ellos de enorme valor mate-
rial (pieles, plumas) y simbólico.6
En Durán encontramos al lobo relacio-
nado con lo militar, pero no dentro de las
altas esferas sociales, sino a nivel más
popular, quizá por una posible asociación
con determinadas etnias propias de las
clases bajas (del centro de Mesoamérica
en el Posclásico), aunque no puede pa-
sarse por alto la semejanza que existiría
entre estos “caballeros pardos” y una
manada de lobos, pues en ambos casos
su sobrevivencia depende primordialmen-
te de su número y capacidad de actuar en
conjunto.
En los niveles simbólicos más altos
vemos a Canis lupus dentro la Leyenda
de los Soles, junto con el jaguar, el águila
y el halcón, los dos primeros presentes
también, junto con el lobo, en la Puerta
del Águila,6,7 lo cual nos permite igualar
simbólicamente a estos animales con el
Sol, el fuego y la guerra.
Chantico no es propiamente un lobo,
pero sí una deidad fuertemente asociada
con él. La diosa, como se indicó, es sím-
bolo del fuego, condición que permite re-
lacionar a nuestro animal con este elemen-
to, justo como aparece vinculado en el
párrafo anterior, dándole así más fuerza a
esta asociación.
Un aspecto interesante de en que ni-
vel era colocado el lobo lo tenemos en el
origen de Chantico. En la Leyenda de los
Soles aparecen relatos de anteriores épo-
cas, denominadas “eras cosmogónicas”,
durante las cuales eran creados mundos,
hombres, mismos que eran destruidos por
acción divina. En una de ellas los hom-
bres sobrevivientes del diluvio hacían
fuego para ahumar pescado, acto que dis-
gusta a los dioses y como castigo les cor-
tan la cabeza y se las pegan en las nalgas,
con lo cual quedan convertidos en perros.
Como vimos, en la obra de Durán se indi-
ca que Chantico fue castigada por accio-
nes similares, pero en este caso se le con-
vierte en lobo ¿por qué en lobo y no en
perro? Ciertamente esto no lo explican en
la obra, pero podemos suponer que den-
tro del orden simbólico existente era lógi-
co y adecuado castigar a un humano con-
virtiéndolo en perro, pues en última
instancia ambos son criaturas terrenales,
pero hacer lo mismo con una diosa (con-
vertirla en perro) quizá era degradarla en
demasía, situación que podía resolverse
si en el castigo se empleaba a un cánido
de nivel superior, es decir, a un lobo.
Por último, y retomando el Códice Bor-
gia, es interesante constatar cómo varios
de los elementos vinculados con Xolotl:
los punzones de hueso, el fuego, el Sol y
su asociación con entidades superiores,
son parte del acervo simbólico que ve-
mos relacionados con el lobo, paralelis-
mo que no podemos dejar de pasar por
alto, sobre todo en la medida que consta-
tamos que este “gemelo divino” no es, de
forma alguna, un perro pelón y que su
ámbito natural es lo nocturno y lo divino.
DISCUSIÓN
Una vez que es posible constatar que el
lobo se encuentra involucrado con lo pre-
hispánico tanto en el plano terrenal como
en lo simbólico necesariamente surge la
pregunta: ¿Por qué la información no es
tan abundante y clara como ocurre con el
jaguar? ¿Por qué perdimos su imagen al
paso de los siglos, contrario a lo que ocu-
rrió con otros animales?
Relación hombre-lobo
en tiempos prehispánicos
Un aspecto de indudable importancia den-
tro de esta discusión es comparar los ran-
gos de distribución del lobo gris y el área
que ocupaba Mesoamérica. Como pode-
mos ver en la figura 5, Canis lupus existía
en toda la Altiplanicie Mexicana, la Sierra
Madre Oriental, la Occidental, el centro del
eje neovolcánico y diversas zonas templa-
das desde esta última zona hasta el oriente
de Oaxaca, aunque sólo lo comprendido
del eje volcánico hacia el sur, formarían
parte de Mesoamérica. Todo lo contrario
ocurre con la distribución del jaguar (Pan-
Figura 5. En siglos
pasados el lobo gris se
distribuía en las partes
áridas y bosques del
norte y centro de Méxi-
co (gris claro, gris os-
curo), territorio ocupa-
do por bandas de caza-
dores-recolectores y
denominado “Aridoamé-
rica”. Sólo en el extre-
mo sur de su área de
distribución (gris oscu-
ro) tenía contacto este
cánido con culturas más
evolucionadas, pertene-
cientes a Mesoamérica
(negro y gris oscuro). El jaguar (cuadro chico arriba a la derecha), por el contrario, era habitante común de casi
todo el espacio donde se desarrolló la civilización mesoamericana.
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thera onca), la cual se sobrelapa en 80%
con el territorio de Mesoamérica.17,18
¿Qué importancia tiene este dato den-
tro de nuestros objetivos? Aunque lobo
y jaguar sean depredadores temibles y, por
lo tanto, el hombre prehispánico les otor-
gara un alto peso simbólico, esto sólo
pudo darse hasta el momento en que las
culturas de regiones como la Cuenca de
México entraron a la esfera de la civiliza-
ción, condición que se dio hace unos dos
mil años. Antes de ese momento el lobo
podía ser conocido por numerosas perso-
nas, pero ninguna perteneciente a las re-
giones que fueron la cuna de la civiliza-
ción mesoamericana. Si unimos estos
datos con los del jaguar es claro porque
está presente en la religión del hombre
precolombino a todo lo largo de su histo-
ria, pues no sólo era el más grande depre-
dador del territorio, sino además parte del
acervo simbólico primigenio de quienes
crearon las bases del pensamiento
mesoamericano.
Con base en ello, es justo decir que el
lobo fue un personaje que entra a la his-
toria de esta civilización “por la puerta la-
teral”, es decir, de manera un tanto tardía
y a través de pueblos como el teotihuaca-
no, los cuales, aunque en su momento
hayan dominado cultural, económica y
políticamente el territorio, no fueron los
creadores de la civilización.
Imagen del lobo
en el hombre prehispánico
En la medida que queda más clara la idea
de que el lobo no fue uno de los animales
propios del territorio mesoamericano, co-
nocido por los pueblos que dieron origen
a esta civilización, cobra más fuerza el he-
cho de que más bien este animal forma par-
te de la esfera cultural de la región conoci-
da como “Aridoamérica”, parte de México
en donde las poblaciones humanas man-
tuvieron un esquema de vida de cazado-
res-recolectores, con poco desarrollo de
aspectos como vida urbana o agricultura.
Pueblos como los chichimecas y parte de
los grupos otomíes se desarrollaron en ella
y son numerosos los testimonios que indi-
can como a lo largo de la historia prehispá-
nica se dieron movimientos migratorios de
grupos humanos de esta región hacia
Mesoamérica o bien que fueron absorbi-
dos por la civilización. En función de esto
podemos considerar que la integración del
lobo hacia el conjunto de “animales ilus-
tres” de la religión mesoamericana fue un
evento que se dio conforme aumentó el
contacto entre las dos regiones.
Hemos visto cómo entre los tipos de
guerreros existían aquellos llamados “ca-
balleros pardos”, que aunque fueran va-
lientes y osados, no podían escalar a la
élite de la milicia. Considerando la idio-
sincrasia humana, unido a los datos ante-
riores, no sería de extrañar que los “caba-
lleros águila” y los “caballeros tigre”,
fueran personajes ligados a las altas esfe-
ras de la sociedad, portadores de los sím-
bolos religiosos más altos, más nobles,
aquellos que formaban parte de la histo-
ria mesoamericana desde sus mismos orí-
genes; en tanto que los pardos estaban
ligados a un organismo valiente, sí, pode-
roso, sí, pero no perteneciente a la más
alta alcurnia, sino más bien “propio de
pueblos sin historia, sin importancia”. Esta
diferenciación de los guerreros en función
de su origen y nivel social sin duda fue la
razón de que en los escritos españoles se
hable sólo de aquellos en los que su nivel
social lo amerita, dejando a un lado todo
lo que se relacionaba con lo plebeyo.
Tanto a partir de estos datos como por
la información relacionada con los restos
arqueozoológicos de loberros4,5 e icono-
gráficos de lobos1 tenemos bases firmes
para ver la asociación de este animal con
la milicia. Ciertamente se ha manejado in-
tensamente la idea de que, al menos en el
Posclásico era el coyote el cánido asocia-
do con esta actividad,19 sin embargo, es
sorprendente la forma como podemos en-
contrar las evidencias de que Canis lu-
pus era un símbolo de la guerra, en tanto
que autores como Sahagún6 o Seler14 li-
gan al coyote con elementos más de tipo
artístico, artesanal o con el libido. En Teo-
tihuacan disponemos de la evidencia para
sostener la idea de que este animal estaba
vinculado con la élite militar,1,4 pero, tal y
como lo mencionamos líneas arriba, es po-
sible que su fuerte asociación con ciertas
etnias, linajes o tradiciones hayan hecho
que para tiempos mexicas (un milenio des-
pués de Teotihuacan) se le colocara en
los niveles bajos.
El lobo era un animal de gran valor, as-
pecto que queda demostrado a través de
su presencia en construcciones tan im-
portantes como la Pirámide de la Luna1 y
por aparecer dentro del conjunto de ani-
males que se guardaban en el Totocalli.6
Sin duda gran parte de este valor deriva-
ba en su empleo como animal de sacrifi-
cio, aunque también existiría por su piel,
la cual se utilizaba como parte de la indu-
mentaria de quienes realizaban o contro-
laban los actos de sacrificio de esclavos
o como símbolo de poder. Esta visión
múltiple en el uso del lobo como símbolo
de los actos de sacrificio, del poder y como
un animal para sacrificio no es fácil de
entender, aunque es muy clara, llevándo-
nos a dos opciones:
1. Que el lobo era visto como símbolo de
poder por sus atributos de gran fiera y
por tanto quien portaba su piel, tenía
muebles forrados con ella o lo utiliza-
ba como animal de sacrificio era, por
necesidad, una persona poderosa.
2. Que los humanos que eran sacrifica-
dos poseían atributos que les vincu-
laban con el lobo y, por lo tanto, los
actos de sacrificio eran equivalentes
en cuanto a su razón de ser, variando
sólo en el tipo de especie (Canis lu-
pus u Homo sapiens) a utilizar.
• Xolotl y el lobo. Hemos comprobado que
diversos atributos relacionados al lobo
se ajustan enormemente al simbolismo
presente en Xolotl. A partir de esto es
inevitable considerar la idea de que esta
deidad estaba más ligada a Canis lupus
que a cualquier tipo de perro. En este
momento no nos es posible ser más de-
finitivos en esta afirmación, sin embar-
go, es indispensable concluir que no
podemos seguir sosteniendo la idea de
que Xolotl es un perro pelón porque la
tradición académica así lo ha manejado
desde hace un siglo.
CONSIDERACIONES FINALES
Ignorado e invisible a los ojos de antro-
pólogos y etnozoológos, el lobo parecía
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76 Blanco A y cols. El lobo mexicano en el contexto cultural prehispánico
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ser la excepción de la fauna mayor de
México asociada a la religión de Meso-
américa, sin embargo, el estudio de las
diversas fuentes de información disponi-
bles en el presente demuestran que Canis
lupus formaba parte del “catálogo de ani-
males ilustres”.
Posiblemente el inicio de esta visión tan
extraña empieza con Fray Bernardino de
Sahagún, quien en su obra muestra claras
evidencias de confusión, manejando la in-
formación de forma tal que para muchos fue
preferible concluir que en el Códice Flo-
rentino no se describe al lobo que tratar de
desenmarañar la confusa red construida.
Afortunadamente un examen minucioso de
este y otros libros proporcionan la luz nece-
saria para constatar que esta imagen tan di-
fusa se limita sólo a este escrito.
Los datos presentados a lo largo de
este estudio y uno anterior, permiten con-
cluir que el lobo era bien conocido en tiem-
pos prehispánicos, tanto que incluso sa-
bían cómo mantener cautivas a crías y
obtener híbridos a través de cruzas con
perras. Sin embargo, es factible que la
base de este conocimiento pertenezca a
la región de Aridoamérica y quizá fue has-
ta tiempos teotihuacanos que se integró
a la religión mesoamericana “oficial”, gra-
cias a la importancia que tuvo este animal
dentro de esta cultura y el enorme peso
de ella dentro del México prehispánico.
Asombrosamente los datos arqueo-
zoológicos y de diversas obras antiguas
apoyan firmemente la idea de que al lobo
se le veía como símbolo de la guerra, la
milicia y ciertos linajes o estirpes milita-
res, por lo menos desde hace unos 20 si-
glos, aunque su valor social varió al paso
de los años.
Otra asociación bien documentada la
vemos con la fuerza y la potencia indivi-
dual, la cual podemos llevarla hasta el
punto de que se le viera como símbolo de
poder personal.
La tercera asociación se relaciona con
el sacrificio, tanto de ejemplares lobunos
como de esclavos, aunque no existe en
este momento claridad con respecto a los
elementos rituales en común.
Al lobo lo vemos ligado al Sol y al fue-
go, lo cual le une con ciertas deidades,
como la diosa Chantico.
Por último, tomando a los conceptos,
fuego, Sol y sacrificio como puntos de
referencia, es fácil ampliar el universo del
lobo y vincularlo con Quetzalcoatl a tra-
vés de la deidad canina Xolotl, lo cual
permitiría ligarlo con el espacio nocturno
y el inframundo.
Canis lupus baileyi es una de las es-
pecies de mamíferos mexicanos en mayor
peligro de extinción y por lo tanto es im-
portante recuperar cualquier elemento que
permita ubicarlo dentro del ámbito cultu-
ral mexicano. Reconocer esta historia, la
imagen que se tenía de él y la forma como
era utilizado es un paso necesario dentro
de nuestro compromiso de salvaguardar
nuestra herencia cultural y biológica.
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