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Aspectos conceptuales e históricos del sentido de coherencia propuesto por Antonovsky:?` una alternativa para abordar el tema de la salud mental

Authors:
Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) / 275
Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 p. 275 - 300
Medellín – Colombia. Jul-Dic de 2008, ISSN 0124-4906
Aspectos conceptuales e históricos del
sentido de coherencia propuesto por
Antonovsky: ¿una alternativa para
abordar el tema de la salud mental?
Conceptual and historical aspects of
the sense of coherence proposed by
Antonovsky: ¿an alternative to aproach
the mental health issue?
Ximena Palacios-Espinosa1 & María. H., Restrepo-Espinosa
Universidad del Rosario, Colombia
Resumen
El presente artículo de revisión tiene como objetivo hacer un recorrido por el
desarrollo del concepto de Sentido de Coherencia (SC), propuesto por Aaron
Antonovsky, antropólogo investigador del Departamento de Sociología de la Salud
de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ben-Gurion de Negev
en Beer Sheva, Israel, desde 1979. El SC ha sido objeto de varios estudios a nivel
mundial en donde muestra su efectividad como herramienta para la promoción de
la salud mental, en tanto es recurso de afrontamiento frente a los retos de la vida.
El SC permite la integración de los entornos, los grupos; así como los individuos a
través de tres ejes: la manejabilidad, la comprensibilidad y la signicatividad.
Palabras clave: Sentido de coherencia, salutogénesis, promoción de la salud,
salud mental, afrontamiento.
Abstract
The present review article constitutes a revision of the Sense of Coherence (SC)
concept developed by Aaron Antonovsky, researcher anthropologist of the
1 La correspondencia relativa a este artículo debe dirigirla a Ximena Palacios Espinosa.
Facultad de Psicología, Universidad del Rosario, Colombia. Dirección postal: carrera 24
n.° 63C-69 – Teléfono: 347 45 70 extensión 309 - Fax: (571) 310 12 75. Correo electrónico:
ximena.palacios@gmail.com
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Sociology Department of the Faculty of Health at the University of Ben-Gurion
of Negev in Beer Sheva at Israel since 1979. The SC has been object of various
studies across the world in search for promoting mental health strategies
through better coping resources against life stressors within individuals, groups,
community agents and actors. The SC considers the interrelationship between
these through three axes: Comprehension, manageability and signicance.
Key words: sense of coherence, salutogenesis, health promotion, mental health,
coping.
En el lenguaje popular, la coherencia, término que encuentra su etimología
en el latín cohaerentĭa, se dene como la “conexión, relación o unión de unas
cosas con otras; una actitud lógica y consecuente con una posición anterior”
(Diccionario de la Real Academia Española, s.f.), o “…de la que no se derivan
contradicciones” (Diccionario Planeta de la Lengua Española, 1990).
Por consiguiente, desde el punto de vista del sentido común, podría
considerarse que tener sentido de coherencia implica tener la capacidad
de asumir una posición lógica y consecuente para organizar la información
recibida y actuar en congruencia con esa posición.
Sin embargo, aunque técnicamente el sustrato del término se conserve, el
objetivo de este artículo es presentar el concepto de sentido de coherencia
(SC), como constructo psicológico de carácter universal que trasciende a
la clase social, al sexo, a la región o a la cultura (Antonovsky, 1987). Es
un concepto con sólidas bases teóricas y empíricas, propuesto por Aaron
Antonovsky varias décadas atrás, no solo haciendo referencia a su desarrollo
histórico sino mostrando sus estrechas conexiones con la salud mental.
De hecho, diversas investigaciones han demostrado la relación entre esta
última y el sentido de coherencia (Antonovsky, 1985; Smith y Meyers, 1997;
Gilbar, 1998; Jorgensen, Frankowski y Carey, 1999; Ristner et al., 2000;
Nilsson, Holmgren y Westman, 2000; Drory, Kravetz y Hirschberger, 2002;
Chumbler et al., 2004; Langeland et al., 2006; Bergsten Brucefors y Hjelte,
2006; Ying, Lee y Tsai, 2007; 2007).
Antecedentes
Hace prácticamente tres décadas que Aaron Antonovsky (1979), investigador
del Departamento de Sociología de la Salud de la Facultad de Ciencias de
la Salud de la Universidad de Ben-Gurion de Negev en Beer Sheva, Israel,
acuñó el término sentido de coherencia (SC). Inicialmente para referirse
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a una orientación duradera pero dinámica, y posteriormente dándole la
categoría de constructo.
El concepto de sentido de coherencia se erige sobre unas bases teóricas
sólidas que van a favorecer su continua presencia en la investigación dentro
del campo de la Psicología, especialmente en algunos campos tales como la
Psicología de la Salud, la Psicología Clínica y la Psicología Social.
Entonces, es necesario denir el concepto tal y como lo hiciera Antonovsky,
mencionando que aunque usualmente el sentido de coherencia se asocia con
el sentimiento de “tener control”, y por consiguiente, con locus de control
interno en un individuo, esta interpretación es incorrecta (Antonovsky,
1979). De hecho, el sentido de coherencia es:
“Una orientación global que expresa el alcance en el que el individuo
tiene un sentimiento de conanza dominante, duradero y dinámico,
caracterizado por una alta probabilidad de predecir los entornos
internos y externos y de que los eventos se desarrollen tan bien como
puede razonablemente ser esperado” (Antonovsky, 1979; p. 123;
Antonovsky, 1987. p. 19; Antonovsky y Sourani, 1988; p. 80).
“Es una tendencia disposicional relativamente estable que conduce a
evaluar las circunstancias de la vida como signicativas, predecibles
y manejables” (Antonovsky, 1987).
Las dimensiones del sentido de coherencia
La denición y comprensión del concepto sentido de coherencia lleva implícita
la presencia de tres dimensiones teórica y empíricamente relacionadas que
lo constituyen, las cuales se han venido mencionando en este artículo: (1)
comprensibilidad, (2) manejabilidad y (3) signicatividad.
La comprensibilidad es el componente cognoscitivo del constructo. De
hecho, los individuos con una elevada comprensibilidad perciben los
estímulos a los que se enfrentan dotándolos de un marco cognoscitivo y
considerando la información como ordenada, consistente, estructurada y
clara en vez de caótica, desordenada, azarosa, accidental o impredecible
(Antonovsky, 1987). En conclusión, está fundamentada en la idea de que el
sentido de coherencia proviene tanto de estímulos internos como externos,
que en el curso de la vida son estructurados, predecibles y explicables.
Es particularmente esta dimensión la que se encuentra ligada a la predicción
o capacidad de predictibilidad de que se habló anteriormente.
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La manejabilidad es el componente instrumental del constructo, que se
dene como el grado en que los individuos entienden que los recursos
adecuados para hacer frente a las demandas del medio se encuentran a
su disposición, bien sea porque están bajo su propio control o bajo el de
otros: los padres, los amigos, el cónyuge, un médico, el Estado o incluso
Dios (Antonovsky, 1987). En conclusión, el individuo posee recursos que
están disponibles para que pueda satisfacer las demandas generadas por
diversos estímulos.
La signicatividad es el componente motivacional del constructo, a través
del cual las demandas son vistas como retos valiosos para involucrarse
e invertir valor en ellos. Una elevada signicatividad es síntoma de una
visión comprometida de ciertas áreas de la vida para las cuales merece la
pena emplear tiempo y esfuerzo, de forma que las demandas a las que se
enfrenta la persona son consideradas como retos dignos de invertir energía
(Antonovsky, 1987).
Este mismo autor reere que el sentido de coherencia es un concepto de
carácter universal, pues trasciende la clase social, el sexo, la religión y la
cultura. De esta manera, si una persona tiene un alto sentido de coherencia,
va a percibir el problema como comprensible, manejable y signicativo
y, por consiguiente, va a seleccionar las estrategias de afrontamiento que
mayor probabilidad de éxito puedan garantizarle. Tendrá, pues, una
conducta de elección exitosa de un amplio repertorio de opciones que tenga
a su disposición (Antonovsky, 1994, citado por Moreno Jiménez, 1999). Al
respecto, Antonovsky (1979), menciona que ver el mundo comprensible,
manejable y signicativo facilitará la selección de conductas y recursos
ecaces para una situación determinada y apropiados para una cultura
especíca.
Lo anterior no implica que la persona tenga un estilo particular de
afrontamiento sino que existen factores que en cualquier cultura, en
cualquier clase social, en cualquier individuo, son la base para un
afrontamiento exitoso de los estresores (Antonovsky, 1994, citado por
Moreno Jiménez, 1999).
Por consiguiente, un individuo puede tener un alto o un bajo sentido
de coherencia (tabla 1); por ejemplo, tener un alto sentido de coherencia
implica conar en que las cosas son claras, lo que no es equivalente a
estar controlado, a modelar el destino propio y tampoco a la capacidad
de determinar la experiencia cotidiana (Antonovsky, 1979. p. 128). El
elemento crucial del sentido de coherencia está centrado en el poder; no
para determinar si el desenlace de una situación depende de uno mismo o
de otros, sino para reconocer en dónde está el poder y dónde debería estar
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ubicado legítimamente. Esto puede darse internamente en el individuo, o
provenir de otros. De esta manera, es la legitimidad lo que asegura a largo
plazo que las cosas van a ser comprensibles y que el sentido de coherencia
no se va a ver vulnerado. Sin embargo, la legitimidad y la justicia no son
conceptos desarrollados por Antonovsky, sino apenas enunciados en
su modelo. A continuación, se presenta una introducción breve a estos
conceptos que han tomado relevancia en el posterior desarrollo de la visión
positiva de la salud.
Tabla 1. Características del individuo con sentido de coherencia alto y de
aquel con sentido de coherencia bajo.
Sentido de la coherencia alto Sentido de la coherencia bajo
Es capaz de ver la realidad y hacer un
juicio de lo deseable en perspectiva con
las fuerzas que operan en la vida.
No está obnubilado por la conanza
aunque tiene un sentimiento de
conanza, de fe, en que las cosas van
a salir bien.
No piensa ni desea que las cosas
siempre tengan un nal feliz, sino que
el nal será “lo que razonablemente se
ha esperado”.
Capacidad sólida para juzgar la
realidad.
Anticipa que las cosas van a salir
mal.
No puede predecir.
La garantía de la satisfacción de sus
necesidades depende del azar o de un
golpe de suerte.
La legitimidad ha sido denida como una propiedad psicológica de una
autoridad, institución o arreglo social, que lleva a la creencia o la convicción
de que el entorno es apropiado, correcto y justo. De esto se derivan las
relaciones entre las decisiones, la orientación hacia la acción y el papel de
las normas en la regulación de las interacciones sociales; y, además, tiene un
impacto importante en el afrontamiento de situaciones difíciles, de crisis o
de conicto (Tyler, 2006). La legitimidad tiene una estrecha relación con el
sentido o la percepción de la justicia con relación a las guras de autoridad
o de poder y la legitimación de sus instituciones. Esto, a su vez, determina
los valores, las costumbres, la devoción a determinadas acciones o el carácter
de los individuos y de los grupos. Así mismo, determina los procesos de
creación de reglas y normatividad, su interpretación y la adherencia a éstas.
El sentido de la justicia es entonces una medida de la legitimidad, tanto en
el ámbito de lo individual como también en lo social, determinante de la
relación con la cultura, ya que juega un reconocido papel en la formación
de la identidad de las personas y de los grupos, de la pertenencia y de los
procesos de participación social. Este supuesto se basa en la creencia de que
la percepción de la justicia cohesiona o no a las personas y los grupos, en
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un proceso que se funda a partir de la experiencia, las condiciones de vida,
su relación con la identidad social y el papel que juega está en el desarrollo
psicológico de los individuos. No es una percepción de la justicia, que
opera desde una dimensión procesal propia de las instancias jurídicas, o
de la imposición del poder; sino desde el reconocimiento de una conciencia
moral y ética que actúa como reguladora de las relaciones sociales en sus
aspectos distributivos en relación a los recursos; y de poder en relación a
los derechos y deberes de cada uno como de los otros (Berti, 2005).
En conclusión, el eje central del sentido de coherencia es el surgimiento de
una orientación positiva hacia la salud y en consecuencia, este concepto
está fundamentado en tres grandes pilares: (1) el modelo salutogénico, (2)
la mencionada orientación positiva de la salud, especícamente desde lo
mental, y (3) el ciclo vital, los cuales se describen a continuación.
El modelo salutogénico
Durante muchos años, la investigación de temas relacionados con la salud
se hizo en el marco del reconocido paradigma biomédico, el cual se enfoca
en la comprensión de los factores de riesgo y en la enfermedad. Por ello,
se ha utilizado con el propósito de identicar y desarrollar estrategias
preventivas dirigidas a controlar factores patogénicos o iatrogénicos. De
acuerdo con Yamazaki (1999), citado por Sumikawa Tsuno y Yamazaki
(2007), la salutogénesis apareció en la década de los años setenta, como
un contraste absoluto al paradigma biomédico, y propuso enfocarse en
la identicación y promoción de estrategias para recuperar, mantener
u optimizar la salud. Desde entonces, se ha reconocido el valor de este
paradigma y su uso se ha extendido particularmente en el campo de la
investigación sobre la promoción de la salud.
De hecho, Antonovsky fue el creador de una teoría y perspectiva
investigativa a la que denominó salutogénesis (Antonovsky, 1987, citado
por Olsson et al., 2006), caracterizada por la premisa de que los estresores
y las dicultades son elementos integrales de la existencia humana (Olsson
et al., 2006). De acuerdo con Antonovsky (1987), esta teoría se deriva del
postulado central de que la heterostasis, la entropía y la senescencia son
características fundamentales de los organismos vivientes. De acuerdo con
Selye (1975), la heterostasis (hetero: diferente a lo usual y stasis: posición) se
entiende como el establecimiento de un nuevo estado constante causado por
la estimulación exógena de mecanismos adaptativos debidos al desarrollo y
mantenimiento de reacciones de defensa inusuales (p. 109). Es un término
adoptado de la siopatología y propuesto por el siólogo canadiense Hans
Selye (1973), que se reere al mantenimiento de la estabilidad siológica
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en circunstancias de cambio, tanto predecible como impredecible, por
adaptación. En el contexto de este artículo, se rescata el referente a las
capacidades adaptativas en el afrontamiento del cambio, pues es a través
de ellas que logra mantenerse la estabilidad. La entropía hace alusión al
desorden de un sistema (Real Academia Española, 2000) y, la senescencia
es sinónimo de envejecimiento.
De acuerdo con Antonovsky (1987), la salutogénesis se deriva del postulado
central de que la heterostasis, la entropía y la senescencia son características
fundamentales de los organismos vivientes y ello supone:
1. El rechazo de una clasicación dicotómica de las personas como
saludables o enfermas y la tendencia a percibir la localización que éstas
tienen en una escala multidimensional del continuo entre malestar y
bienestar.
2. El distanciamiento de buscar la etiología de la enfermedad y la
tendencia a explorar la historia de vida de los seres humanos.
3. La tendencia a identificar los factores que puedan actuar como
mantenedores y promotores de la búsqueda del bienestar. Y en ese
sentido, se focaliza en los recursos de afrontamiento.
4. La tendencia a concebir los estresores de una manera saludable
considerándolos contingentes en las resoluciones de las tensiones.
5. La orientación hacia la búsqueda de fuentes de entropía negativa que
pueden facilitar una postura activa de afrontamiento del organismo a los
entornos, lo que contrasta con la búsqueda de soluciones mágicas.
6. Apartarse de la tendencia a observar las excepciones y particularidades
y preferir hacerse diferentes preguntas y considerar diferentes hipótesis
alternativas.
“Pensar salutogénicamente no solo significa una forma de reapertura,
sino que obliga a orientar las energías, a formular y a avanzar en
la teorización del afrontamiento” (Antonovsky, 1987., p. 13). Y
es precisamente como respuesta a la pregunta salutogénica del
afrontamiento, que Antonovsky formuló el concepto de sentido de
coherencia, fundamentado en diversas fuentes psicológicas y sociales
que favorecieron su desarrollo (tabla 2).
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Tabla 2. Fuentes psicológicas y sociales que favorecieron el desarrollo
histórico del concepto sentido de coherencia.
Fuentes Psicológicas Fuentes sociales
Recursos de Resistencia Generalizada
(RRG).
Trabajo de Engel en el campo de la
Medicina Psicosomática.
Trabajo de Schmale sobre la adaptación
biológica de los organismos.
Trabajo de Seligman sobre la deses-
peranza aprendida.
Trabajo de Wertheim sobre la autono-
mía y la competencia.
Trabajos de Kohn sobre esquizofrenia
y elección.
Trabajos de Kardiner: sobre las
diferencias de los patrones culturales.
sobre la posición ante el cambio
Trabajo de Kardiner y Ovesey sobre la
personalidad como un factor importante
asociado al sentido de coherencia.
Trabajo de Erikson sobre la relación
entre factores sociales y culturales y el
desarrollo de la personalidad.
Nota. Adaptado de Antonovsky (1979; 1987).
Fuentes psicológicas. Las fuentes psicológicas que antecedieron al desarrollo
del concepto sentido de coherencia, fueron:
1. Los Recursos de Resistencia Generalizada (RRG), que se denen
como cualquier característica de una persona, un grupo o un
ambiente, que pueden facilitar el manejo efectivo de la tensión.
La mayor utilidad de estos recursos se traduce en que ayudan a la
persona a afrontar exitosamente los eventos vitales estresantes. En
esta medida, el sentido de coherencia se constituye en un mediador
entre los RRG y la salud de los individuos (Volanen, Suominen,
Lahelma, Koskenvuo y Silventoinen, 2006). Unos adecuados, bien
coordinados y generalizados recursos de resistencia durante la
niñez y la adolescencia, resultan en un fuerte sentido de coherencia
(Antonovsky, 1979, 1987, citados por Honkinen, Suominen, Rautava,
Hakanen, y Kalimo, 2006).
2. El trabajo de Engel en el campo de la Medicina Psicosomática. En este
estudio, Engel abordó la respuesta afectiva frente a la conducta de
claudicar cuando se enfrenta una pérdida real, amenazante y simbólica
de algo valioso, graticante, y que está relacionado con la exacerbación
somática o con la enfermedad psíquica.
A partir de este trabajo surgen los conceptos de desamparo (sentimiento
de estar abandonado por causas externas) y, de desesperanza
(sentimiento de soledad y responsabilidad por una pérdida sin que
haya nada ni nadie que pueda ayudarlo a superarlo).
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3. El trabajo de Schmale (1972), citado por Antonovsky (1979), en el que
se estudió la adaptación biológica de los organismos. En éste, consideró
que la capacidad de adaptación y de deprivación se reejaba en el
comportamiento y la experiencia psicológica de los seres humanos, lo
que llevó a que concebir la claudicación como la experiencia interna en
la cual el mecanismo de deprivación-conservación ha sido activado.
4. El trabajo de Seligman sobre la desesperanza aprendida, a la cual denió
como el estado psicológico que surge cuando los eventos se perciben
como incontrolables. De hecho, De acuerdo con Seligman (1975), es esa
relación entre la percepción de incontrolabilidad y control real a la que
se le atribuye la baja motivación de las personas con desesperanza. Este
estado es iatrogénico en sí mismo, ya que genera un rápido deterioro
que interere con la ecacia de la persona para afrontar de manera
adaptativa las diferentes situaciones vitales estresantes.
5. El trabajo de Wertheim (1975, 1978), citado por Antonovsky (1979),
sobre la autonomía y la competencia a los que considera procesos
paralelos, interdependientes y dinámicos. Con respecto a este trabajo,
Antonovsky (1979), resalta tres aspectos importantes: (a), el concepto
de desarrollo desde un marco interactivo y dinámico, (b), el énfasis en
que las personas y entornos forman sistemas y que no se focaliza en
la acción-reacción de los patrones de los individuos y (c), la apertura
que hace del tema sobre la necesidad de evitar los prejuicios culturales
al identicar la coherencia como sinónimo de “tener control”. Plantea
la necesidad del balance entre “hacer y experimentar” y el control
adecuado entre la cultura, el sexo y la edad.
Fuentes sociales. Con respecto a las fuentes sociales que antecedieron al
desarrollo del concepto de sentido de coherencia, están:
1. Los trabajos de Kohn sobre esquizofrenia, en los que especícamente
se resalta el planteamiento de un sistema de orientación cognoscitivo-
emocional que está determinado por la percepción de la realidad social.
Así mismo, se rescata el trabajo sobre elección, en el que enfatizó en la
complejidad de la tarea y la accesibilidad de los recursos para solucionar
los problemas (Antonovsky, 1979).
2. El trabajo de Kardiner (s.f) citado por Antonovsky (1979), sobre las
diferencias de los patrones culturales, donde evidenció que grupos
más solidarios fortalecían el ego del individuo y que una experiencia
clara y consistente durante toda la vida es lo que fortalece el sentido
de coherencia.
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3. También tuvo inuencia en el desarrollo del concepto de sentido de
coherencia otro estudio de Kardiner sobre la posición ante el cambio,
en el que encontró que un cambio radical e inestable debilita el sentido
de coherencia.
4. El trabajo de Kardiner y Ovesey (1951), citados por Antonovsky (1979),
sobre la personalidad como un factor importante asociado al sentido de
coherencia, estableciendo algo que denominaron la personalidad básica.
5. El trabajo de Erikson (2000), que mostró la relación entre los factores
sociales y culturales en la medida en que están relacionados con el
desarrollo del yo, integrando los enfoques psicoanalítico y psicosocial.
En esta medida, la sociedad es incorporada en forma de tareas
(virtudes), de desarrollo humano, que en las diferentes etapas del ciclo
vital comprenden aspectos fundamentales tales como la conanza,
esperanza, generatividad, sabiduría e integridad. Estas apuntan hacia
la construcción tanto de un futuro -que orienta en sentido positivo
las capacidades de afrontamiento de los seres humanos- como de la
promoción de una relación armoniosa con el mundo, con los objetos y
con los otros, como procesos activos de desarrollo que duran toda la
vida y que permiten orientarla hacia lo constructivo.
Orientación positiva hacia la salud -especialmente hacia la salud mental- y
el ciclo vital.
Tal y como se mencionó previamente, los otros dos grandes pilares en
los que se fundamenta el sentido de coherencia, además del modelo
salutogénico, son una orientación positiva de la salud, especícamente
desde lo mental, y el ciclo vital.
Para Antonovsky (1985), la salud mental está denida por la capacidad
de afrontamiento de los seres humanos en situaciones de estrés y puede
considerarse conducente hacia el bienestar humano. Para la Organización
Mundial de la Salud (OMS) (2001), citado por OMS (2004), la salud mental
es un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias
aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar
productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad. En este sentido positivo, la salud mental es la base para el
bienestar y funcionamiento efectivo de un individuo y de una comunidad.
Además:
“La salud mental ha sido conceptualizada de manera diversa como
una emoción positiva (afecto), tal como sentimientos felicidad,
incluso un rasgo de la personalidad de los recursos psicológicos de
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autoestima y control, y como resiliencia o capacidad para hacer frente
a la adversidad” (OMS, 2004, p. 22).
Según la OMS (2004), Antonovsky hizo aportes fundamentales al concepto
de salud mental, al indicar que un sentido de coherencia es vital para la
salud mental positiva, ya que involucra la capacidad para responder en
forma exible y constructiva frente a los factores de estrés y frente a los
retos a los que se enfrenta un individuo en el mundo actual, caracterizado
por la complejidad y la exigencia en las demandas cotidianas de la vida.
Pero Antonovsky incluyó un tercer pilar conceptual a su propuesta del sentido
de coherencia: el ciclo vital de Erikson (1959). De acuerdo con ello, Antonovsky
(1979) realizó un análisis que desde la visión sistémica, partió del concepto
de que los seres vivos son un sistema (al igual que la familia, las relaciones
entre grupos e inclusive el universo), cuyo desarrollo está caracterizado por un
ciclo de vida. A su vez, este ciclo puede ser analizado en referencia al cambio,
pues desde el nacimiento hasta su muerte, cada individuo vive un proceso
continuo de cambios caracterizado por retos (no estresores, ni conictos o
problemas), originados tanto al interior como el exterior de este sistema, y
que se pueden orientar hacia una personalidad sana.
Para fundamentar su propuesta, Antonovsky tomó del enfoque del ciclo
vital propuesto por Erikson (2000), los conceptos de virtud, tales como
conanza, esperanza, generatividad y cuidado. Propuso que en la existencia
de un ser humano se pueden plantear tres procesos de organización que se
complementan entre sí: los sistemas orgánicos (soma), el proceso psíquico
(psyché) y, el proceso comunal, consistente en la organización cultural de
la interdependencia de las personas (ethos). La generatividad consiste en la
tendencia hacia la productividad y la creatividad. La esperanza, la delidad
y el cuidado son conceptos que designan orientaciones psicosociales entre
las fuerzas sinérgicas y antagónicas en tres estadios cruciales de la vida
humana. Con base en ello, Antonovsky (1979,1985), planteó que era posible
desarrollar el conocimiento y la comprensión de la salud mental, a través
del estudio del ciclo vital de los seres humanos, y los factores que dan
forma y consistencia a los patrones de respuesta positiva a los retos que va
imponiendo este desarrollo. Así, sostuvo que el sentido de coherencia se
desarrolla durante la niñez y la adultez temprana, y se hace más o menos
estable en este periodo del ciclo vital. De hecho:
“La condición infantil, tanto en términos de la posición familiar, de
las condiciones económicas y de las relaciones sociales en la familia,
las experiencias de vida y la cultura, son algunos de los factores que
inuyen y forman el sentido de coherencia” (Antonovsky, 1987, citado
por Myrin y Lagerström, 2006; p. 340).
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Lo anterior explica que el sentido de coherencia se haya estudiado
en poblaciones de diferentes edades y ciclos vitales. Por ejemplo, en
población infantil para determinar la relación entre soledad y problemas
de lectoescritura (Al-Yagon, Michal, Margalit, Malka, 2006); en población
adulta mayor para comprender la jubilación (Sagy y Antonovsky, 1992); y
en adultos (Phoenix y Winnie, 2008).
De esta manera, Antonovsky (1985, 1987 y 1993), propuso que la salud
mental podía pensarse como una condición ubicada en un continuo entre
dos polos extremos: uno caracterizado por el sufrimiento emocional
y un mal funcionamiento psicológico y el otro caracterizado por la
sensación vibrante de bienestar psicológico. Planteó entonces que la
ubicación del individuo en ese continuo estaba asociada especícamente
a alguna(s) de las siguientes características: (1), al uso de los mecanismos
de defensa, que irían desde el polo de la inconciencia, la rigidez y el
estereotipo, hasta mecanismos exibles, adaptativos y conscientes; (2), a
las estructuras defensivas, que irían desde la incapacidad de modicarse
para dar respuesta (lo que daba como resultado el estancamiento) hasta
la capacidad creativa de crecimiento y desarrollo; (3), a la capacidad
energética, que iría desde una pérdida y mal uso hasta el uso productivo
y generador de esta energía; (4), a los sentimientos que irían desde el
dolor hasta la alegría; (5), a la capacidad de dar y orientarse, que iría
desde el narcisismo hasta el darse uno a los otros; (6), a las relaciones
afectivas, que irían desde la explotación y el uso de los otros hasta la
interacción recíproca.
La investigación sobre sentido de coherencia ha progresado y extendido
rápidamente desde su introducción en 1985. De acuerdo con Sumikawa
Tsuno y Yamazaki (2007), los productos investigativos pueden clasicarse
en dos grandes categorías: (1), aquella que examina el efecto y la función
de sentido de coherencia como moderador de los efectos estresantes sobre
la salud y como predictor de la salud física, mental y del bienestar de las
personas y de los grupos. (2), Aquella que examina la correlación entre los
factores psicosociales y los recursos, así como la capacidad de resistencia,
por ejemplo, correlaciones entre un alto sentido de coherencia y un alto nivel
socioeconómico, unas fuertes creencias religiosas, la ausencia de factores
vitales estresantes, alta percepción de autoecacia, de fortaleza, de locus
de control interno, de autoestima, optimismo, entre otros. Un ejemplo de
ello es el estudio desarrollado por Dejo Vásquez (2007), sobre el sentido
de coherencia como predictor de recursos de afrontamiento en cuidadores
de ancianos.
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Sentido de coherencia: moderador de los efectos estresantes sobre
la salud y predictor de la salud física, de la salud mental y del
bienestar
Los efectos moderadores suponen una acción reguladora, que inuye
e incluso modica los efectos de otras variables o factores, que afectan
una condición determinada. El sentido de coherencia puede actuar como
moderador de los efectos estresantes sobre la salud, en la medida en que
favorece el alcance y mantenimiento de un equilibrio comportamental,
actitudinal, emocional, entre otros, mediado por la comprensión, el manejo
y el signicado que los individuos, los grupos, y por qué no las sociedades,
le den al entorno y a las experiencias vitales estresantes.
De acuerdo con la hipótesis de Antonovsky, un alto sentido de coherencia en
una persona favorece el afrontamiento exitoso de las situaciones estresantes,
así como la comprensión de qué es necesario y el reconocimiento de que tiene
recursos disponibles para afrontarlas (Antonovsky, 1993; Gana, 2001; Al-
Yagon y Margalit, 2006; Abu-Shakra, Keren, Livshitz, Delbar, Bolotin, Sukenik
y Kanat-Maymon, 2006). Una persona con un alto sentido de coherencia tiene
mayor disposición para percibir los ambientes internos y sociales como no
estresantes. De hecho, el sentido de coherencia predice los efectos nocivos
del estrés sobre la salud, en la medida en que disminuye la probabilidad de
reacciones siológicas adversas, y de emociones negativas asociadas con la
percepción de estrés (Konttinen, Haukkala y Uutela, 2008).
Según Suominen, Blomberg, Heleniusy Koskenvuo (2001), el sentido
de coherencia puede considerarse como una habilidad para movilizar y
coordinar recursos personales exitosamente. En esa medida, un fuerte
sentido de coherencia puede también ser asumido como una forma de
compensar las carencias de otras fuentes, y así incorporar y preservar los
efectos benécos de los recursos que están disponibles durante el desarrollo
psicológico.
Un ejemplo de lo anterior puede observarse en el planteamiento de Fiorentino
y Pomazal (1994), citados por Moreno Jiménez (1999), para quienes el sentido
de coherencia puede ser un constructo relevante para comprender los efectos
del estrés sobre la salud e, incluso, puede resultar particularmente valioso en
el desarrollo de modelos interaccionistas del estrés. En sus investigaciones
sobre el síndrome de agotamiento profesional (burnout, en inglés), han
encontrado que el estudio del sentido de coherencia ha sido pobre, quizá
por desconocimiento. Sin embargo, parece que en los últimos años, aunque
todavía de manera incipiente, están surgiendo estudios que demuestran
una relación inversa entre estas dos variables (Palsson, Hallberg, Norberg y
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pa l a c i o s -es p i n o s a & re s t r e p o -es p i n o s a
Bjoervell, 1996). El hallazgo habitual suele consistir en una relación negativa
entre sentido de coherencia, agotamiento emocional y despersonalización
respectivamente, relación que se invierte si se toman en consideración los
sentimientos de realización personal (Baker, North y Smith, 1997, citados por
Moreno Jiménez, 1999). Otro estudio señala cómo los individuos dotados de
un fuerte sentido de coherencia maniestan menores índices de agotamiento
profesional, que aquellos caracterizados por la obtención de puntuaciones
bajas en dicho constructo (Gilbar, 1998).
Es necesario resaltar que en el marco de la aproximación salutogénica,
el ambiente humano es productor de estrés y los estresores provienen
de diversas fuentes (genética, microbiológica, personal, económica,
social, cultural y geopolítica) (Al-Yagon y Margalit, 2006). Y el sentido de
coherencia es un constructo a partir del cual el individuo y la sociedad,
podrían moderar estas condiciones. Al respecto, Borglin, Jakobsson,
Edberg y Hallberg (2006), sugieren que un alto sentido de coherencia puede
considerarse como una dimensión de fortaleza personal. Por consiguiente,
es probable que la adaptabilidad de un individuo, de un grupo de éstos y
de una sociedad, esté relacionada con éste.
En la medida en que se reconozcan los recursos disponibles para el
afrontamiento de la adversidad, se está a la vez reforzando la autoecacia.
Según Antonovsky (1993), el sentido de coherencia tiene mucho en común
con los constructos psicológicos de fortaleza (hardiness), locus de control
y autoecacia.
De acuerdo con Antonovsky y Sagy (1986), citados por Abu-Shakra, Keren,
Livshitz, Delbar, Bolotin, Sukenik, y Kanat-Maymon (2006):
“El modelo salutogénico mantiene que las personas son hábiles para
afrontar las situaciones estresantes de manera tal que puedan tener
sentido del mundo que las rodea. De esta manera, plantean que el
sentido de coherencia es un constructo que predice el éxito en el
afrontamiento de estresores en el continuo “enfermedad” - “bienestar
y una posible solución del conicto” (pp. 32-33).
Por lo tanto, el sentido de coherencia ofrece bases teóricas lo sucientemente
fuertes para explicar cómo el afrontamiento puede crear y determinar de
manera decisoria la habilidad de un individuo para recuperarse (Langeland,
Riise, Hanestad, Nortvedt, Kristoffersen y Wahl, 2006). Un ejemplo de ello
son los resultados del estudio realizado por estos mismos autores en el que
muestran que desarrollar tratamientos elaborados con base en los principios
del modelo salutogénico, afecta signicativamente el afrontamiento de las
personas con problemas mentales.
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De acuerdo con los resultados del estudio realizado por Delgado (2007), las
percepciones de estrés fueron inuidas por la interpretación cognoscitiva de
la enfermedad (en el marco del sentido de coherencia, por el signicado).
Este autor encontró que las personas con un alto sentido de coherencia,
percibieron una mayor calidad de vida, independiente de la severidad de
los síntomas. Mientras que las personas con un bajo sentido de coherencia
exhibieron menores capacidades de afrontamiento sin apoyo externo.
Julkunen y Ahlström (2006), reconocieron también la positiva relación
entre sentido de coherencia alto y percepción subjetiva de tener una mejor
la calidad de vida. Según Eriksson y Lindström (2006), existe una fuerte
relación entre el bienestar psicológico y el sentido de coherencia, que incluso
es más fuerte y directa que entre éste y la salud física.
Así, un individuo con un alto sentido de coherencia tiende a mantener y
a mejorar su salud a través del afrontamiento, efectivo y exible, de los
estresores, adoptando conductas para mejorar su salud y evitando las
conductas no saludables (Antonovsky, 1987).
En conclusión, el sentido de coherencia es a su vez moderador y predictor
de la salud, la enfermedad y el bienestar subjetivo que el individuo traduce
en mejores niveles de calidad de vida.
Relación factores psicosociales y recursos de resistencia
Entre los factores sociales que pueden o no promover un sentido de
coherencia óptimo, cabe mencionar que Antonovsky (1979,1985 y 1987),
hizo especial énfasis en el papel que juegan los entornos y ambientes en el
desarrollo de los sujetos, así como también los roles y las posiciones que
éstos asumen en las diferentes funciones desempeñadas en la vida. Existe
el ejemplo dado por el autor en el cual hace referencia a cómo entornos
sociales no democráticos pero coherentes, promueven altos sentidos de
coherencia en los individuos de esas comunidades y, por lo tanto, están
asociados con altos niveles de resistencia y afrontamiento positivo. En
contraste, entornos democráticos pero no coherentes no necesariamente
promueven altos sentidos de coherencia (Antonovsky, 1985).
Igualmente en sus análisis acerca del papel que cumple el sentido de
coherencia en la familia, para lo que Antonovsky desarrolló una escala
de evaluación subjetiva, la coherencia permite contrastar el sentido que
tienen los individuos frente al grupo familiar en cuanto a los tres ejes:
comprensibilidad, signicatividad y manejabilidad de las situaciones y de
los entornos. Al respecto, cabe mencionar la importancia de la legitimidad.
Es en este sentido que un entorno, una persona, un grupo familiar o una
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sociedad pueden ser vistos como comprensibles, predecibles y manejables,
y el papel que se juega o la posición que se tiene; así como el lugar que
ocupa en la vida de éstos puede ser medido con el sentido (orientación) de
la coherencia en la medida en que permite integrar en una visión aquello
que articula tanto al individuo, como a la familia y a la sociedad.
Desde que Lalonde presentó su informe en Ottawa (Canadá), en 1976, ha
existido una preocupación por resaltar el papel que juegan los entornos y
los contextos en que viven los individuos, en el estado de salud y bienestar
de éstos. Para este autor, el entorno o contexto es una categoría que incluye
todas las materias relacionadas con la salud, que son de origen externo al
cuerpo humano y sobre las cuales el individuo posee poco control o no lo
posee (Lalonde, 1996).
Posteriormente, Buck (1996) retoma el concepto de coherencia de Antonovsky
para hacer referencia a los efectos de los entornos en la salud y el bienestar
de los individuos, resaltando entre ellos diversos factores. Entre estos cita
a la violencia, a la polución, a la falta de satisfactores de necesidades y de
deseos o gustos, a las situaciones causantes de estrés, al trabajo no reconocido,
despersonalizado y que no satisfaga la creatividad ni la productividad, a las
situaciones de aislamiento, a la alienación y a la pobreza.
La violencia o violencias, tal y como ha sido reconocido por diversos
autores (De los Ríos, 1989, citado por Secretaría de Salud de Bogotá, 2005;
González, 2005; Walker, Moodie y Herrman, 2004; citados en WHO, 2004),
ocupan uno de los lugares más importantes en la salud pública mundial.
Se plantean la impunidad, la falta de legitimidad y las prácticas culturales
que la legitiman, como factores de mayor peso, tanto en la etiología como
en el mantenimiento la violencia (Franco, 1998).
Así mismo, el sentido de coherencia se consolida como una forma generalizada
y duradera de ver el mundo y la propia vida dentro de él, percepción que
incluye componentes tanto afectivos como cognoscitivos. Por lo tanto, tener
un alto sentido de coherencia es un elemento fundamental de la estructura
de la personalidad básica de un individuo, de la cultura, subcultura y del
contexto histórico en el que está inmerso (Antonovsky, 1979; 124).
En la medida en que el sentido de coherencia es un concepto dinámico,
tal y como lo concibió Antonovsky, puede variar según las experiencias
y eventos vitales. Incluso dichas variaciones pueden ocurrir en un
continuo sin que esto denote inestabilidad del individuo; se modela, pone
a prueba, refuerza y modica durante toda la vida. Por consiguiente, no
está determinado exclusivamente ni por la genética ni por el momento del
desarrollo en el ciclo vital (Antonovsky, 1979). Está determinado por los
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se n t i d o d e c o h e r e n c i a : c o n c e p t o e h i s t o r i a
entornos culturales, las relaciones y las estructuras de signicado que tienen
los individuos y los grupos para regular y ordenar sus interacciones tal y
como lo planteó Erikson (2000), en su enfoque de ciclo vital completado.
“Lo realmente importante es el lugar o la posición en que se está en el
continuo” (Antonosvsky, 1979; p. 124).
De hecho, en la denición del concepto se reconoce la existencia de una
tendencia humana a buscar la consistencia, la generalización, la estabilidad
y la continuidad. Precisamente, un sentido de coherencia fuerte o alto, está
determinado por una percepción de que el entorno interno y externo puede
predecirse y controlarse y esto está estrechamente ligado a los conceptos
de estabilidad y continuidad (Antonovsky, 1979).
Aparecen aquí dos elementos centrales para el sentido de coherencia y para
la comprensión del comportamiento en general, que son la predicción y el
control. De acuerdo con Peña Molino (2004), la predicción se comprende
como un fenómeno básico relacionado con el condicionamiento clásico, y
el control como una forma de incrementar la capacidad de predicción de
un organismo sobre su entorno a través de su actuar. Por consiguiente,
un estímulo será predecible en la medida en que otros estímulos que le
preceden en el tiempo, aparezcan de manera sistemática.
Un estímulo puede ser predecible aunque no sea controlable (Millar,
1981, citado por Peña Molino, 2004). Pero si un evento es predecible,
necesariamente es controlable y por consiguiente, el control podría
entenderse como una forma de predicción (Peña, Molino, 2004. p. 72).
De acuerdo con Ferguson, Dodds y Flannigan (1994), la percepción
de control varía en función de la valoración especíca o general de las
situaciones en las que se encuentre un individuo. De esta manera, existe
la atribución de control cuando una persona percibe que puede controlar
una situación especíca en la que debe realizar una conducta, pero también
existe el locus de control que se reere a las creencias generales, más
duraderas que tiene la persona de sus propias capacidades, prescindiendo
en alguna medida de las características de la situación. Así, dependiendo de
las demandas de la situación y la percepción de autoecacia, una persona
puede reajustar su autopercepción de control en una situación concreta,
pudiendo en determinados casos no realizar la intención de conducta
previamente declarada.
Según Rovira Faixa, Fernández Castro y Edo Izquierdo (2000), la experiencia
de control es relevante para el buen funcionamiento psicológico, ya que
desde la infancia la percepción de control es predictor del bienestar físico
y psicológico.
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Al respecto, Antonovsky (1979) planteó que las ideas de predictibilidad y
legitimidad están estrechamente relacionadas con el fortalecimiento del
sentido de coherencia en un individuo y de los grupos. Tanto, que lo que
hace que los fracasos, el dolor y la frustración sean tolerables, es que haya
un concepto de legitimidad, pues la creencia en ella no requiere de una
compresión intelectual del sentido de coherencia, sino que es suciente
mantener la fe para tener un sentido de coherencia fuerte. Esta hace las
cosas comprensibles, al menos, afectivamente. Es cuando falla la fe, que el
sentido de coherencia se disipa (Antonovsky, 1979).
En palabras simples, la persona con un fuerte sentido de coherencia siente
que el mundo tiene sentido, que puede manejar razonablemente los retos
de la vida diaria y que vale la pena invertir en estos retos, aún si el mundo
objetivo no siempre resulta coherente.
Esto quiere decir que lo central es percibir el mundo como coherente y
como contenedor de lo que es importante para la vida. Por consiguiente,
es necesario para el individuo establecer unos límites para ese mundo
y percibirlo como coherente dentro de ese marco. No obstante, dichos
límites no son rígidos ni jos, pues a mayor sentido de coherencia, mayor
flexibilidad y versatilidad del individuo para afrontar las diferentes
situaciones vitales. De esta manera, el sentido de coherencia determina la
orientación hacia la salud mental y en general lo saludable.
No obstante, tal y como se expuso inicialmente, el interés del artículo está
centrado en la relación entre el sentido de coherencia, la salud mental y
el bienestar del individuo y de los grupos humanos, lo que a su vez está
estrechamente relacionado con el concepto de promoción de la salud.
De hecho, el incremento en las tasas de problemas de salud mental y por
consiguiente de personas que viven en comunidad durante varios años,
resaltan el valor del afrontamiento de las perspectivas de promoción
(Bengel, Strittmatter y Willmann, 1999; Bengtsson-Tops y Hansson, citados
por Langeland et al., 2006).
Promoción de la salud mental
La salud mental ha sido objeto reciente de varios procesos de desarrollo en
las agendas públicas de algunas ciudades. En el documento de Promoción
de la Salud Mental de la OMS (2004), acerca de los conceptos, la evidencia
emergente y la práctica, se retoma la denición de la salud mental del 2001,
en donde ésta se concibe como un estado de bienestar humano en el que
el individuo desarrolla sus habilidades y potenciales, puede adaptarse y
afrontar los retos (estresores), normales de la vida, puede trabajar productiva
y constructivamente, y es capaz de contribuir a su comunidad. Así, la salud
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mental comprende tanto una experiencia subjetiva en el individuo y en
el grupo, que implica no sólo la pertenencia y el reconocimiento, como la
coherencia frente a las expectativas, sino los objetivos y las metas.
La salud mental implica la interrelación en por los menos tres frentes: (1),
los procesos cognoscitivos, (2), los procesos afectivos y (3), las experiencias
relacionales con los otros y con los entornos. Por lo tanto, la salud mental
traduce la capacidad del ser humano para entender, descifrar y transformar
los problemas fundamentales de su existencia, e implica asumir el poder y
desarrollar los recursos para incidir en las condiciones que afectan sus vidas
y las de sus grupos, ya sea en lo familiar o en lo comunitario (Restrepo,
2006). Es en este sentido, que los conceptos de generatividad y cuidado
propuestos por Erikson (2000), y retomados por Antonovsky (1979, 1985),
en el sentido de coherencia, permiten establecer en forma concreta la
relación implícita entre entornos consecuentes, descifrables y articulados
de manera coherente y las acciones de los sujetos en pro del cuidado de
los recursos, de la preservación de la vida y de las próximas generaciones
en los diferentes escenarios y culturas.
La promoción de la salud implica pensar en los recursos que pueden
concretar el bienestar humano, en los individuos, en los grupos y en
las instituciones (Restrepo, 1996). La salud pública viene orientándose
desde algunas décadas hacia la construcción de vida saludable, lo que
comprende acciones entre los diferentes sectores, en relación a los procesos
de comunicación y de educación que pueden contribuir al desarrollo
de los sujetos, sus estilos de vida y sus entornos. Las elecciones buscan
ser orientadas por los principios de justicia y equidad en tanto son
fundamentales para la consecución del bienestar humano y la disminución
de la pobreza y aquellas formas de vulneración de la condición humana.
En este sentido, la acción en procesos de participación, empoderamiento
y políticas públicas que buscan hacer accesibles los medios para construir
vida saludable, vienen orientando el quehacer en salud pública explícita
en la Carta de Ottawa en 1976 (Restrepo, 1996).
El sentido de coherencia constituye una herramienta para la orientación
de las propuestas integradoras, en la medida en que permite orientar
dichas acciones en forma articulada y con posibilidades de inclusión de las
diferentes formas de la existencia humana: individuos, grupos e instituciones
que determinan el desarrollo de las personas y las comunidades (Restrepo
y Málaga, 2006).
La carga que tienen los trastornos mentales sobre la salud ha implicado
un importante reconocimiento en la Organización Mundial de la Salud y
en diferentes países. En el informe publicado por esta organización en el
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pa l a c i o s -es p i n o s a & re s t r e p o -es p i n o s a
año 2001, se estimó que más o menos 450 millones de personas padecen de
trastornos mentales y se calcula que una de cada cinco personas padecerá
algún tipo de trastorno durante su vida. La coherencia, tal y como ha sido
desarrollada a partir del trabajo de Antonovsky, resulta un elemento útil
para entender los procesos de articulación o desarticulación de los momentos
vitales de los sujetos y de los grupos, en relación con la institucionalidad y la
pertenencia a determinadas culturas, para promover que éstas puedan estar
orientadas hacia la construcción de la salud y el bienestar de los individuos
y de los grupos (Sagy y Antonvosky, 1992).
En tal sentido, la coherencia permite además la temprana intervención
para agenciar procesos de prevención y de promoción en salud mental.
Como ejemplo es posible mencionar el modelo PRECEDE (del inglés
Predisposing, Reinforcing, and Enabling Causes in education Diagnosis
and Evaluation), desarrollado por Phoenix y Winnie (2008), en Hong Kong,
como estrategia de prevención de la enfermedad y promoción de la salud.
Surgió para desarrollar comportamientos promovedores de salud mental, al
reconocerse los altos costos y la carga que implican los trastornos mentales
en las personas y los grupos de la población mundial. En dicho estudio, se
incluyó el sentido de coherencia como factor de predisposición, el apoyo
social como factor de refuerzo, y los retos diarios de la vida como factor
de desarrollo de resistencia y afrontamiento como causa facilitadora para
la concreción de bienestar. Al comprobarse la efectividad del sentido de
coherencia como factor predictor de salud mental, se conrmó su utilidad
como herramienta para la promoción del bienestar humano y por ende de
salud mental.
Conclusiones
Dos décadas han sucedido a la creación del modelo salutogénico y su
vigencia y utilidad continúan intactas. Es un modelo integrador, que
ha superado su utilización en el marco de la salud física y mental para
extenderse a otras dimensiones de análisis en lo social, lo cultural, entre
otras. En congruencia con la realidad que imponen las problemáticas
psicosociales a nivel mundial, favorece el análisis de las estrategias de
afrontamiento que pueden ser utilizadas por los individuos, los grupos y
las sociedades para asumir las dicultades y todas las condiciones vitales
estresantes inherentes a la existencia.
Para la Psicología y las profesiones anes, el sentido de coherencia propuesto
por Antonovsky constituye una herramienta que integra diferentes enfoques
y dimensiones de la disciplina. Además, permite articular la investigación
empírica fundamentada en la percepción subjetiva y la forma de percibirse
Informes Psicológicos, Vol. 10, No. 11 (2008) / 295
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y percibir el entorno, así como desarrollar investigación empírica en lo
individual, en lo familiar y en lo comunitario.
Se rescata su valía y su funcionalidad al permitir el análisis idiográco de
las situaciones. Esto es, especíco y no generalizado del evento o condición
a abordar, y por consiguiente, la atención en los factores de mantenimiento
del mismo y no en su origen. Adicionalmente, el reconocimiento que hace
de los recursos disponibles en los individuos y los grupos. Esto implica
considerarlos agentes activos, poseedores, constructores y promotores del
cambio y del mejoramiento de sus condiciones vitales.
En lo que respecta a la salud mental, particular asunto de interés de los
autores del presente artículo, el sentido de coherencia ofrece una posibilidad
sólidamente fundamentada para su análisis, explicación y comprensión,
pues al ubicarla en un continuo, favorece la creación y desarrollo de acciones
que permitan el desplazamiento del individuo y de los grupos desde el
polo de sufrimiento emocional y disfuncionalidad psicológica, hacia el
polo caracterizado por el bienestar psicológico. Lo anterior es posible si se
fortalecen estrategias de afrontamiento basadas en el uso de mecanismos
exibles, adaptativos y conscientes frente a los retos, la creatividad, la
economía de los recursos energéticos, de las inversiones comportamentales
que realice, la alegría, la conducta cooperativa y prosocial, la reciprocidad
y la justicia. Por lo tanto, por ser la promoción de la salud mental uno de
los retos fundamentales de la era actual, el sentido de coherencia permite
desarrollar la promoción de ésta desde una visión de corte salutogénico
y orientada hacia la construcción de bienestar y desarrollo humano en
concordancia con los lineamientos contemporáneos de la salud pública.
En el estudio desarrollado por Phoenix y Winnie (2008), tal y como ha
sido mencionado anteriormente, se resalta el informe de la OMS del
2001, en donde se constata que alrededor de 450 millones de personas
han sufrido de trastornos mentales y se espera que para el año 2020 una
de cada 5 padezca de algún trastorno mental. En este sentido, la carga en
vida saludable y el impacto socioeconómico de estos trastornos sobre la
capacidad productiva de los sujetos merece una alta consideración para la
búsqueda de herramientas y de estrategias que orienten la investigación así
como la acción de la psicología y profesionales anes hacia la promoción
de la salud mental.
El estrés es un ejemplo de lo anterior. Es una variable de alto impacto
sobre la salud mental, pues genera un efecto de vulnerabilidad en el
individuo, que se traduce en percibir que sus recursos (cognitivos, afectivos,
comportamentales, emocionales, sociales e incluso siológicos), han sido
sobrepasados por las demandas del ambiente. El sentido de coherencia
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se consolida como una alternativa a su estudio y por qué no, a su control
a través de estrategias de prevención, pero sobre todo, de promoción de
la salud. Lo anterior resulta en particular útil si se considera que el estrés
es una respuesta motivacional desadaptativa que afecta a las personas,
independiente del sexo, la edad, el grupo étnico, entre otros, y que tiene
una carga importante para la salud en general.
Finalmente, se resalta el valor del sentido de coherencia para fundamentar
investigación y acciones efectivas para la comprensión y la explicación de
fenómenos psicológicos y sociales que afectan el bienestar humano dentro
de la relación con contextos especícos y grupos sociales. Así mismo, para
desarrollar estrategias de intervención efectivas para el afrontamiento
de eventos vitales estresantes que pueden constituirse en retos para la
promoción de la salud y del desarrollo humano.
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Recibido, 30 de septiembre de 2008
Revisión recibida, 17 de noviembre de 2008
Aceptado, 27 de noviembre de 2008
... En los años 70, el sociólogo médico Aaron Antonovsky desarrolló el modelo de la teoría salutogénica, que deriva del postulado de que la entropía, la heterostasis y la senescencia son características inherentes a los seres vivos (cf. Restrepo y Palacios, 2008). Este modelo va más allá de la patogénesis al buscar la comprensión de la enfermedad y su tratamiento y entender cómo las personas se mantienen saludables y aumentan su bienestar, enfocándose más en los aspectos positivos promotores de la salud (Bringsén et al., 2009;cf. ...
... El adjetivo "salutogénico" permite comprender el análisis e intervención de tópicos como las dificultades en la salud mental y las enfermedades crónicas desde una perspectiva del desarrollo positivo de la salud (Suárez et al., 2021), que incorpora los activos y circunstancias de que dispone la persona, lo que le permite prevenir la severidad de la enfermedad e incrementar la calidad de vida, la salud percibida y el envejecimiento saludable (Faúndez, 2023); además, aborda tanto la red de apoyo social como el apoyo social emocional (Holt-Lunstan et al., 2010), y se puede incorporar en las políticas públicas de salud en virtud de que hace posible conducir al individuo y a los grupos del sufrimiento y la disfuncionalidad psicológica al bienestar psicológico (Restrepo y Palacios, 2008;Rivera et al., 2011). ...
... El sentido de coherencia (SOC por sus siglas en inglés) es un factor psicológico salutogénico fundamental para lograr un ajuste adecuado a las condiciones cambiantes del entorno (Colomer et al., 2022), y alude a la percepción de la capacidad para manejar de manera independiente cualquier situación de la vida que implique un reto para la promoción de la salud y el desarrollo humano (Rivera et al., 2011); por lo tanto, la persona hace uso de estrategias de afrontamiento que conducen a mantener la estabilidad de tal manera que puede darle sentido a su vida (Bauer et al., 2020;Restrepo y Palacios, 2008). ...
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RESUMEN Objetivo: Analizar las propiedades psicométricas de la Escala de Indicadores de Salud Salutogénica (SHIS) en una muestra de estudiantes universitarios colombianos, para lo cual se utilizó un diseño de corte transversal de tipo instrumental. Participantes: 214 estudiantes universitarios de entre 18 y 30 años de edad. Instrumentos: la referida escala. Resultados: Respecto al modelo de ecuaciones estructurales, la escala SHIS planteó un modelo de diez ítems y cuatro factores que hacen énfasis en la salud mental, la salud psicofísica, la salud emocional y la salud energética, que obtuvieron los mejores indicadores de bondad de ajuste. La varianza total del cuestionario fue de 62.16%, con un índice de consistencia interna ω de .81. Conclusión: El SHIS muestra propiedades psicométricas aceptables para la medición de indicadores salutogénicos percibidos en estudiantes universitarios colombianos. ABSTRACT Objective: to analyze the psychometric properties of the Salutogenic Health Indicator Scale (SHIS) in Colombian university students. The study involved a cross-sectional, instrumental design. Two hundred and fourteen university students aged between 18 and 30 years participated and responded to the Salutogenic Health Indicator Scale (SHIS) by Bringsén et al. (2009). Results: Regarding structural equation modeling, the SHIS scale proposed a 10-item model with four factors emphasizing mental health, psychophysical health, emotional health, and energy in health, which obtained the best goodness-of-fit. The total variance of the questionnaire was 62.16%, with an internal
... Following this approach, in this study we analyze adolescent development from the perspective of dispositional optimism (Carver & Scheier, 2005), hope (Snyder et al., 1991;Snyder, Rand & Sigmon, 2005), self-eficacy (Bandura, 1997Maddux, 2005 and complete sense of coherence; novel theoretical contributions in this ield of study (Antonowski, 1991;Palacios-Espinosa & Restrepo-Espinosa, 2008). Considering these developments, we analyze to what extent common or differential elements are founded in the behavior of adolescents. ...
... This includes elements such as the interpretation of academic failure as a personal Sagy, 2011). This construct was initially analyzed in relation to health (Moreno, Gonzalez & Garrosa, 1999;Palacios-Espinosa & Restrepo-Espinosa, 2008). However given its active role in maintaining one's health and in coping with stressors, it could be identiied as a new approach to analyze positive development in adolescents, a stage that has also been related to adaptation and as evidenced by several investigations. ...
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p>En este trabajo se analizan en una muestra de 332 adolescentes españoles con distintas trayectorias académicas las relaciones entre cuatro constructos cognitivos emergentes en el campo de la psicología positiva: el optimismo disposicional, la esperanza, la autoeficacia y el sentido de coherencia. Los resultados ponen de manifiesto que se encuentran diferencias estadísticamente significativas entre los adolescentes que han seguido trayectorias académicas de éxito, independientemente de su orientación a la universidad u otras preferencias académicas. Por su parte, se encuentran interrelaciones entre todos los constructos considerados, que si bien pueden definir un perfil de desarrollo positivo adolescente, también suponen distintos elementos del funcionamiento humano que hay que conocer y desarrollar para promover dicho desarrollo positivo adolescente.</p
... ISSN 1727-8120 2023; 23(1): e2512Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud La salutogénesis se deriva del postulado central de que la heterostasis, la entropía y la senescencia son características fundamentales de los organismos vivientes y ello supone el rechazo de una clasificación dicotómica de las personas como saludables o enfermas. Reduce la importancia del origen etiológico de la enfermedad y de los antecedentes personales y familiares y se enfoca en la identificación de los factores que puedan actuar como mantenedores y promotores de la búsqueda del bienestar, asimismo, identifica las variables estresores de una manera saludable.(29) Todo lo planteado conduce a afirmar que la salutogénesis es un modelo de enfoque positivo en salud, que promueve el entendimiento de los mecanismos mediante los cuales, las personas encuentran motivación para afrontar los desafíos que se les presentan durante su vida. ...
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Introducció n: En salud aún prevalece, a escala mundial, el modelo patogénico, el cual acentúa la etiopatogenia de la enfermedad, la curación o rehabilitación. Progresivamente se viene introduciendo el modelo de salutogénesis, que preconiza la importancia de la prevención primaria, el bienestar y la sanidad. El objetivo del artículo consiste en argumentar los nexos entre salutogénesis, curación y sanación, como categorías conectadas a la condición saludable de los sujetos, tomándose como fuente de sustentación el criterio de profesionales de la salud y la consulta de fuentes bibliográficas acreditadas acerca de la temática. Material y métodos: Se emplearon métodos y técnicas teóricos, empíricos y estadísticos. La sistematización teórica permitió caracterizar y relacionar los procesos de salutogénesis, curación y sanación. Se aplicó un cuestionario en línea a profesionales vinculados con el sector de la salud para indagar acerca de las categorías de sanación y curación, de los que se obtuvo respuesta de 35 especialistas. Los datos fueron procesados mediante la estadística descriptiva. Resultados: La exploración develó algunas diferencias y semejanzas entre los procesos curativo y sanador; destacándose el carácter más restringido del primero; en tanto la metodología más versátil y creativa, el carácter transformador y los efectos más duraderos del segundo. Se advierte que el nivel de dominio relativo a ambos procesos no es suficientemente extendido ni notorio, como se requeriría para una labor asistencial más efectiva.
... La base de la teor?a salutog?nica desarrollada por Aaron Anto- novsky consiste en considerar la salud como un movimiento continuo entre el bienestar y la enfermedad 1 . La orientaci?n ...
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Objective: To analyze the factor structure of the OLQ-13 scale and to study the direct relationship between sense of coherence and lifestyles in university students of nursing. Method: Cross-sectional study. Location: University of Jaén. Andalusia, Spain. Participants: 384 students from the first three years of the nursing degree in the University of Jaén. Main measurement: Internal consistency was studied by Cronbach's alpha, reliability test-retest was measured by intraclass coefficient correlation (ICC) and construct validity was analysed by exploratory factor analysis, confirmatory factor analysis and known-groups technique. Results: The internal consistency of the scale was adequate (Cronbach α = 0.809). The ICC for the reliability test-retest was 0.91. The exploratory factor analysis showed 3 factors explaining 50.13% of the variance. The confirmatory factor analysis showed f goodness-of-fit indexes for the proposed model CFI=0.965; RMSA=0.041; GFI=0.963; SRMR=0.041. Statistically significant differences in sense of coherence were found among the subgroups of students with healthy and unhealthy lifestyles (p <0.001). Conclusions: The study confirms the multidimensionality of the OLQ-13 scale, in which 3 factors were identified: external meaningful, comprehensibility and manageability, and internal comprehensibility and manageability. The OLQ-13 may be a valid and reliable scale for use in the Spanish university population.
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Prólogo Dr. Alfredo Carballeda Presentación Dr. Sergio Martinic Valencia Educación emocional mediante microtalleres durante clases virtuales en educación superior Dra. Verónica Lizana Muñoz Narrativas de las tensiones, estrategias y aprendizajes vivenciadas por estudiantes universitarios ante la crisis situacional por el COVID-19 Mg. Margarita Posada Lecompte Desarrollo de competencias inter e intrapersonales en el nivel escolar en contextos de Pandemia Mg. Felipe Quiroz Arriagada Pandemia antes de la pandemia e intervención psicosocial bajo confinamiento del lazo social en el Chile Neoliberal Mg. (c) Nicolás Gómez Gálvez, Lic. Carla Silva Espinoza La escucha y la voz como instrumentos de intervención socioeducativa Dra. Sonia Brito Rodríguez, Dra. (c) Lorena Basualto Porra, Mg. Claudia Flores Rivas,Mg. Ruth Lizana Ibaceta La virtualidad en contexto de pandemia. Escenario incierto de comunicación en la Educación Superior y los modelos de dependencia cultural y sociopolítica, con perspectiva de género Dra. Victoria Gálvez Méndez, Dr. (c) Rodrigo Azócar González Dilemas de la docencia en Trabajo Social en contextos de urgencia y entornos virtuales Mg. Oscar Navarrete Avaria, Dra. (c) Camila Véliz Bustamante Docencia universitaria en tiempos de COVID-19: reflexiones sobre acciones emergentes Dr. Luis Reyes Ochoa, Mg. (c) Jorge Maldonado Maldonado Migrantes internacionales y pandemia: precariedades, desigualdades y oportunidades en salud Dra. Andrea Avaria-Saavedra Procesos de enseñanza y aprendizaje en condiciones de emergencia sanitaria. Experiencias desde propuestas de educación alternativa Mg. Roxana Espinoza Rojas, Mg. Cruz Rivas Valdés Servicio Social territorial en la ciudad metropolitana de Génova, Italia en contexto de COVID-19 Dra. Carola Miranda M.
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Existe coherencia en la gestión territorial si, de manera gradual y en el largo plazo, se evidencia que los proyectos planificados en conjunto con la comunidad, efectivamente, se realizan con calidad y ajustados a cambios exigidos en la relación sociedad-naturaleza. El objetivo de esta investigación fue identificar distintos aspectos para evaluar la coherencia de la gestión territorial y probar algunos de ellos en Colombia. El estudio, se llevó a cabo en cuatro etapas: análisis de la gestión territorial desde la coherencia; análisis de los instrumentos de planeación territorial, en los cuatro principales municipios del país; contraste de datos financieros en el componente ambiental y aplicación de entrevistas a personas representativas de la comunidad. Se logró plantear: tres categorías con 13 parámetros, para la medición de la gestión territorial; el análisis de 24 instrumentos locales en Barranquilla, Bogotá, Medellín y Cali; se profundizó en la forma en que el componente ambiental es preponderante en la gestión territorial y se evidenció con la comunidad, la distancia existente entre el desarrollo planeado y los proyectos realizados. El estudio muestra la urgencia en la transformación de las acciones sobre el territorio local, de manera colectiva, continua, consistente, con calidad y con visión ambiental y global.
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Antecedentes. El sentido de coherencia es una variable que engloba las siguientes dimensiones: Comprensibilidad (es posible comprender lo que sucede); Manejabilidad (recursos necesarios para solucionar los problemas están a disposición de la persona); y Significatividad (experiencia de que los retos se merecen los esfuerzos). Las personas con un alto SOC muestran menor presencia de sintomatología psicosomática, de síntomas depresivos (Flannery y Flannery, 1990), menores indicadores de psicopatología y menores problemas de salud mental (Terja, et al., 2006). Objetivos. El estudio se dirigió a conocer de modo descriptivo la variable “sentido de coherencia” en 20 personas con diagnóstico de fobia social de una USMC. Método. El diseño de la investigación fue de tipo descriptivo en el que se pretendían conocer las puntuaciones de la variable “sentido de coherencia” evaluado a través del cuestionario SOC-13 de Antonovsky, en una muestra de 20 personas con nivelesleves de depresión (medido mediante el BDI-II de Beck) y diagnóstico de fobia social. Se midió a través del FNE el temor a la evaluación negativa. Resultados. Las personas del estudio muestran niveles bajos en Sentido de Coherencia, siendo el rango de puntuaciones posibles de 13 a 91 puntos, obtuvieron una media de 19,78. Conclusiones. Los resultados confirman las conclusiones arrojadas por los diferentes estudios previamente analizados, pudiendo observar cómo se encuentran puntuaciones inferiores de “sentido de coherencia” en personas con síntomas psicopatológicos (Flannery y Flannery, 1990), y más concretamente en ansiedad social (Burguillos, 2014). Hubo una relación negativa entre el SOC y el temor a la evaluación negativa. Por ello, se hace necesario poner en práctica herramientas psicoterapéuticas basadas en este constructo salutogénico como medio de proteger la salud mental.
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The aim of this study is to assess the relationship between Sense of Coherence (SOC), health behaviors and self-perceived physical and mental health in men and women. 448 undergraduate students participated in this study. The mean age was 21.3 years old (SD = 1.95). SOC, leisure time and sleep predicted better mental health in men. Comprehensibility, leisure time, sleep and physical activity predicted physical health in men. Only manageability and meaningfulness predicted mental health in women. In this group, Manageability, leisure time, physical activity and diet predicted physical health. These results can be used to help design strategies to encourage the adoption of healthy behaviors and healthier coping strategies in late adolescents and emerging adults.
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This paper seeks to characterize the political situation in some of the progressive countries that integrate the CELAC (Latin American and Caribbean Community) and the current world geopolitical situation characterized by the willingness of subjugation that manifest the countries of NATO and Israel with regard to this set of Nations, above all those who integrates UNASUR (Union of South American Nations). In this situation and scenario we will reflect in relation to the practitioners of community psychology in relation to the ideological and ethical pillars of their internships, their definition of democracy, its conceptualization of freedom and equality before the law, their sense of professional coherence.
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SENSE OF COHERENCE AND EMOTIONAL INTELLIGENCE: EFFECT ON SOCIAL ANXIETY OF COLLEGE STUDENTSThe aim of the study was to describe a sample of college students two key variables in health behaviors of individuals, such as the Antonovsky Sense of Coherence (SOC) (1971), and Perceived Emotional Intelligence (IEP) Mayer and Salovey (1990). In the sample of students possible cases of social phobia (FS) that may exist and trends to anxiety and social avoidance are analyzed. With these data, it aims to investigate the possible relationship between the SOC and the Social Phobia, and between it and the IEP. Outcomes among patients with Social Phobia and cases that did not, obtaining significant differences in mean SOC IEP and, these being lower in cases of FS were compared.Keywords: Emotional Intelligence, Sense of Coherence, Social Anxiety.Resumen.El objetivo del estudio ha sido describir en una muestra de estudiantes universitarios dos variables fundamentales en las conductas de salud de las personas, como son, el Sentido de Coherencia de Antonovsky (SOC) (1971), y la Inteligencia Emocional Percibida (IEP) de Mayer y Salovey (1990). En la muestra de estudiantes se analizan los posibles casos de Fobia Social (FS) que puedan existir y las tendencias a la ansiedad y evitación social. Con estos datos, se pretende indagar en la relación que pueda existir entre el SOC y la Fobia Social, y entre ésta y la IEP. Se compararon los resultados entre los casos con Fobia Social y los casos que no la tenían, obteniendo diferencias significativas en las medias de IEP y SOC, siendo éstas inferiores en los casos de FS.Palabras Clave: Inteligencia Emocional, Sentido de Coherencia, Ansiedad Social.
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This paper presents a review of the literature related to the concept and implications of the construct "desirability of control". We present some of the main theories about the origin, nature and variables used to explain the maintenance of the psychological phenomena related to the desirability of control. Clinical evidence of the explanatory power of this construct is also presented. We suggest an experimental procedure to test some of the main hypothesis derived from the theoretical approach describe in the first section of the paper. Implications of desirability of control and related variables for both theory and practice in the genesis and maintenance of emotional problems are discussed.
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Antonovsky (1987) described sense of coherence (SOC) as a global orientation in responding to life stress. Individuals with a stronger SOC tend to resist the harmful effects of stress by defining stimuli as either nonstressors or as being benign. The 336 introductory psychology students who participated in this study completed measures of SOC and other personality constructs that are presumed to be theoretically related to it, such as learned helplessness, self-efficacy, hardiness, and locus of control, as well as measures of stress and physical health. Consistent with the research literature, individuals with a stronger SOC were more likely to be hardy, displayed less learned helplessness, had more self-efficacy, and were less likely to report stress. Regression analysis showed that SOC was predicted by greater general self-efficacy, less perceived stress, greater hardiness, fewer hassles, a more internal locus of control, and being female. Examination of the magnitude of correlations between the measure of SOC and the other personality measures suggested that all of the variables seemed to be measuring the same core construct.
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This study focuses on the marital dyad as the family social system in which the individual experiences stressors and engages in coping. It exploits Antonovsky's (1979, 1987) salutogenic model and its core concept, the sense of coherence (SOC). The developmental stressor is the retirement of a family member. Data were collected in two stages in a sample of 286 middle class, married Israeli retirees. Three questions are considered: (a) How can the SOC be measured at a family level? Four alternative models are proposed. (b) Is the family SOC a good predictor of the individual retiree's adaptation? Positive results were obtained with three models. (c) Does the family SOC further our understanding of retiree adaptation beyond the individual SOC? Among incongruent families (one spouse high SOC, the other low), the salutogenic version of the family SOC seems to be a better predictor of adaptation than the individual SOC.
Article
The sense of coherence (SOC) is a construct that refers to the extent to which one sees one's world as comprehensible, manageable, and meaningful. This article applies the SOC construct to the study of family adaptation. A family SOC scale was developed to measure the perceived coherence of family life. The study tested the hypothesis that the strength of the SOC, central to successful coping with family stressors, is associated with adaptation, here defined in terms of perceived satisfaction with intrafamily and family-community fit. A sample of 60 married Israeli males who were disabled by injury or illness completed SOC and adaptation scales, along with their wives. The data provide strong support for the hypothesis and show a considerable degree of consensus among spouses. The discussion considers the dual meaning of the term "the family SOC," the nature of the links between coherence and adaptation, and the variable conceptions of adaptation.
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The purpose of the present study is to investigate whether family caregivers with a stronger sense of coherence (SOC) who are caring for community dwelling older adults with cognitive impairment are less likely to use mental health services. An adaptation of the Anderson behavioral model of access to health care was employed as a conceptual framework. Data were collected for 304 impaired older adult/family caregiver dyads. Caregiver mental health service use and sense of coherence were measures as well as predisposing factors (age, gender, race, education, type of familial relationship, family size, and co-residence with impaired family member), enabling factors (self-reported awareness of services, travel times to mental health services, social support, and insurance), and need factors (chronic health conditions and distress). The impaired elder’s age, level of physical impairment, and level of memory impairment were also examined. Logistic regression results indicated that caregivers who have a stronger SOC were less likely to use mental health services (OR=0.91, p=0.006). Other significant independent predictors of mental health service use were social support (OR=0.34, p=0.032) and caregivers aiding family members with higher levels of physical impairment (OR=1.14, p=0.033). The results of this study support clinicians and planners developing mental health services that use SOC to mitigate the detrimental effects of caregiving. Future research is needed to target effective measures to positively manipulate this variable.
Article
The role and status of sense of coherence (SOC) in psychological functioning are still unclear. A conceptual model in which sense of coherence mediates the relationship between adverse experiences and psychological well-being was developed and estimated using structural equation modeling. Data was obtained from a sample of 193 adults (30–85 years old). The mediating role of sense of coherence was demonstrated by using the rationale and procedure suggested by Holmbeck. The buffering effect of sense of coherence was demonstrated through multi-group analyses (weak vs. strong SOC groups). Copyright © 2001 John Wiley & Sons, Ltd.
Article
The present study is one of a few that have used ‘sense of coherence’ (SOC) as a dependent variable in an explanatory model. After studying three different samples – 680 students, 180 parents and 315 couples – we conclude that family relational and psychopathological variables contribute significantly to the explanation of SOC (explained variance between 10–27 and 26–50 per cent). In total, we obtained an explained variance of between 42 and 64 per cent. This leads us to the conclusion that in all three samples, SOC is multifaceted and thereby is more than simply an opposite state to depression. Context may play an important part in the explanation of SOC.
Article
Some have argued that as so many constructs are either based on, are sub-components of, or correlates of perceived control, that the term perceived control can be treated in a generic fashion. Others, however, have drawn a number of theoretical distinctions between constructs related to perceived control, such as beliefs and attributions about perceived control. This paper offers an empirical test of these and other distinctions made with regard to constructs related to perceived contro.. Based on a sample of 468 recently blind individuals, 6 measures related to perceived control were subjected to LISREL confirmatory factor analysis. Results indicated that a distinction between constructs related to perceived control beliefs and attributions was empirically justified. It is argued that researchers in the future should note this and state whether or not they are dealing with attributions or beliefs. In addition the validity of the attributional style construct and Sherer's self-efficacy scale was questioned, with the data indicating that these were both related to beliefs and not attributions.