ArticlePDF Available

Abstract

La riqueza heterogénea del Vocabulario de Correas invita a realizar una aproximación amplia a la paremiología desde el género, más allá de la misoginia del refranero, sin duda uno de sus rasgos temáticos sobresalientes, pero que no es el tema de este trabajo. Sí tratamos de contemplar cómo las fi guras femeninas aparecen representadas por su propia voz, para observar cómo hablan en los refranes, escenifi - cando el estereotipo de sus conductas y palabras. Y de “las mujeres de la fraseología” llegaremos a “la fraseología de mujeres”, es decir, aquella que les es propia y lleva su huella, porque forma parte de su educación a través de la transmisión oral de saberes prácticos y de consejos morales
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 245
REFRANES Y GÉNERO
1
ISABEL ECHEVARRÍA ISUSQUIZA
2
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Resumen
La riqueza heterogénea del Vocabulario de Correas invita a realizar una aproximación amplia a la pare-
miología desde el género, más allá de la misoginia del refranero, sin duda uno de sus rasgos temáticos
sobresalientes, pero que no es el tema de este trabajo. Sí tratamos de contemplar cómo las guras feme-
ninas aparecen representadas por su propia voz, para observar cómo hablan en los refranes, esceni -
cando el estereotipo de sus conductas y palabras. Y de “las mujeres de la fraseología” llegaremos a “la
fraseología de mujeres”, es decir, aquella que les es propia y lleva su huella, porque forma parte de su
educación a través de la transmisión oral de saberes prácticos y de consejos morales.
Palabras clave: Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales género, paremiología, voz femenina
en el refranero, el habla de las mujeres.
Abstract
The aim of this article is to study Gonzalo Correas’s Vocabulario de refranes y frases proverbiales from the
perspective of gender, since its heterogeneous richness allows us to analyze it beyond the proverbs’
misogyny. By examining those proverbs spoken in female voice we can gather information about the
stereotypes regarding female conduct and speech. In turn, from this female phraseology one can inden-
tify and trace marks of female speech in uenced by their upbringing and by oral transmission, practical
know-how and moral sayings.
Key words: Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, gender, proverbs, female’s voice in
proverbs’s collections, female speech.
1
Una versión más amplia de la última parte de esta investigación (§ 4. Fraseología de mujeres), fue pre-
sentada en el Congreso Internacional de Fraseología y Paremiología celebrado en Santiago y Lugo (IX-
2006) y se ha publicado con el título “Refranes y frases de mujeres en el Vocabulario de Correas” (Echeva-
rría Isusquiza, 2007), trabajo al que remitimos para una ejempli cación más completa de este apartado.
2
Universidad del país Vasco. Correo: isabel.echevarria@ehu.es. Recibido: 28-11-2010. Aceptado: 27-02-
2011.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
246 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
1. EL VOCABULARIO DE CORREAS, LOS REFRANES, LA LITERATURA Y
LA LENGUA
Con el Vocabulario de refranes y frases proverbiales de Gonzalo Correas (1627)
3
,
culmina la tradición paremiográ ca que arranca en Castilla en los siglos XIII y XIV,
cuando ven la luz las primeras colecciones de refranes. Pero el Vocabulario rebosa
interés más allá de la paremiología, por la riqueza y heterogeneidad de los materiales
que reúne, casi 25.000 refranes, frases proverbiales y expresiones muy diversas. Los
refranes, unos 18.000, ocupan la 1ª parte de la colección, que incorpora lo esencial, si
no la totalidad de la materia paremiológica recogida por sus predecesores
4
. Por ello,
cabe considerar que los refranes del Vocabulario comprenden un período entre el XIV y
la época de compilación del repertorio (primer cuarto del XVII)
5
.
La aportación original de la obra es muy notable, pues alrededor de 8.000
paremias son fruto de la tarea de inmersión en la tradición popular oral, que ocupó
a Correas entre 1608 y 1625. Por estas fechas, que coinciden con los últimos años de
su vida, es fama que aprovechaba los días de mercado para ponerse en un sillón
en la cabeza del puente de Salamanca a comprar refranes nuevos a los campesinos
que llegaban a la ciudad. Correas había adoptado las extravagantes ideas del Dr.
López Madera, de acuerdo con las cuales el castellano existía ya en el momento de la
formación del latín. Esta posición según certeramente observa Combet (1971: 172) le
comprometía tal vez más aún a profundizar en el conocimiento de su propia lengua,
que él situaba en la jerarquía lingüística en segundo lugar, inmediatamente después
del griego. Si el Arte de la lengua castellana
6
y el Vocabulario de refranes deben quizá su
nacimiento a estas tesis insostenibles, ambas obras sobrepasan su destino original (la
gramática una y la paremiología la otra) para abocar a una zona aún inexplorada en su
época, lo que llamamos folklore (Combet, 1971: 173 y ss.).
3
Como se sabe, la obra no fue publicada en vida del autor; El “manuscripto en papelón” del Vocabula-
rio se supone que el borrador estaría terminado hacia 1627, legado por el autor al Colegio Trilingüe,
quedó olvidado en Salamanca y se consideró perdido durante mucho tiempo. La edición que utiliza-
mos está basada en la edición crítica de Combet, con una transcripción modernizada para una mayor
manejabilidad. En palabras del editor R. James (2000: X), se trata de "un texto doblemente revisado",
que puede utilizarse "en con anza, como versión dedigna, aunque modernizada, de la colección del
maestro Correas".
4
Y así lo declara el título: Vokabulario de Refranes, i Frases Proverbiales i otras formulas komunes de la lengua
kastellana, en ke van todos los impresos antes, i otra gran kopia que xunto el Maestro Gonzalo Korreas, […] (apud
Combet, 1971: 168). Se re ere a Pedro Vallés (1549), Hernán Núñez (1555) y Juan de Mal Lara (1568), en
sus refraneros respectivos; con otras fuentes secundarias, como el Diccionario de vocablos castellanos de
Sánchez de la Ballesta (1587), etc.
5
Además del “Prólogo de la edición de 1967” (Combet, [1967] 2000), debe verse el estudio fundamen-
tal de L. Combet (1971), especialmente, por lo que se re ere a Correas, la 2ª parte, cap. IV, pp. 167-177
(“Gonzalo Correas et le Vocabulario de refranes”), de donde tomamos las observaciones anteriores. Com-
bet consagra también a Correas el análisis de la tercera parte de sus Recherches, y los Apéndices I y II
(1971: 179-288, 387-388, 389-446).
6
El Arte de la lengua Española Castellana, preparada para la impresión en 1625, pero no publicada en vida,
es la otra gran obra del maestro Correas.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 247
Correas no se limitó a reunir aquellas formulaciones que tenían carácter
preceptivo (sentencias, adagios, máximas, aforismos, etc.) sino que acogió, en general,
todo lo que le pareció notable en la comunicación cotidiana: estereotipos y clichés,
giros curiosos, chistes, adivinanzas, pullas, juramentos, maldiciones, etc., así como
una in nidad de coplas, estribillos, y canciones. Y presenta deliberadamente esta
extensa colección de documentos verbales con las deformaciones fonéticas, semánticas
o sintácticas propias de su vida exclusivamente oral
7
. Las glosas del Vocabulario se
atienen a aclarar las di cultades interpretativas, con explicaciones que Correas toma de
la herencia popular, que es la que le proporciona sus mejores textos (Combet, íbidem).
Una muestra de los géneros populares tradicionales que podemos hallar en el
Vocabulario es el “coloquio con sorda”:
¿Cómo estáis, casada? -Barriendo y regando cada mañana. -¿Cómo estáis, os digo?- A la aceña fue mi
marido. -¿Vos trasoídes? - Una hanega y dos celemines. -¿Sois sorda? - Buena y gorda. -¡Válate el diablo
con la mujer! -Dios vaya con él. (VR, 109)
8
Los que Correas llama “juegos de conversación”, como estos:
¡Ay! -¿Qué tenéis, amor? -Mal de corazón. -¿Quién os lo causó? -El de lo verde. O la de lo azul; u otra
cualquiera color que quieran decir. (VR, 114)
Los mosquitos, ¿tienen ojos? -Sí, mis ojos. -¿Pican bien? -Sí, mi bien. -¿Pican en la palma? -Sí, mi alma.
-¿Y en la oliva? -Sí, mi vida. -¿Quiéreste casar conmigo? -Sí, que lo digo. -¿Quiéresmele dar? -Ni llegar.
(VR, 473)
Las muchas canciones y versos infantiles, algunos de los cuales se acompañan
de explicaciones acerca de su contexto pragmático:
Sal, sol, solito, / y estáte aquí un poquito; / por hoy y mañana, / y por toda la semana. / Aquí vienen las
monjas / cargadas de toronjas; / no pueden pasar / por el río de la mar; / pasa uno, pasan dos, / pasa la
madre de Dios, / con su caballito blanco / que relumbra todo el campo; / aquí viene Periquito / con un
cantarito / de agua caliente, / que me espanta a mí y a toda la gente. (VR, 719)
Sal, lagartija, que matan a tu hija; sal al sol, sal, que la llevan a quemar.
Dicen esto los chiquillos, buscando lagartijas entre las piedras. (VR, 718)
Milano, toma este diente y damo otro sano.
Dicen esto los muchachos arrojando el diente que mudan sobre un tejado, y acomódase a otras
cosas que truecan por mejores. (VR, 525)
Mentís. -No es deshonra, mas es palavra de ruin persona. -Tal como vos. -Bésame el culo y andá con Dios.
Esto responden los muchachos cuando se desmienten, con que se descargan bastantemente; y
fuera bueno que a veces bastara entre hombres. (VR, 517)
7
Vid. R. Jammes ([1967] 2000). Se verán después algunos ejemplos, pero vaya aquí una muestra: “Irés
por lana, y vernés tresquilada”, de donde el propio Correas comenta: “A lo rústico, por “iréis” y “ver-
néis” (VR, 402).
8
Los refranes se citan en cursiva para distinguirlos de las glosas que acompañan a algunos. Aprovecho
asimismo para advertir que la ejempli cación que este trabajo ofrece es abundante pero no exhaustiva;
sin embargo, el examen del corpus en que este estudio se basa sí es exhaustivo y completo.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
248 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Correas no deja de advertir la conexión entre literatura y refranes. Así, de Madre
la mi madre, guardas me ponéis; que si yo no me guardo, mal me guardaréis, comenta que “Es
Refrán que salió de cantar (VR, 481)”
9
. Y de Pésame de vos, el conde, señala que “Quedó
en refrán del cantar viejo (VR, 636)
10
; como el siguiente estribillo convertido en refrán:
¡Para la muerte que a Dios debo, de perejil está el mortero!
Contra los que se espantan y hacen caramillo de cosas de nonada. Es estribillo de aquel cantar:
“Comadres, las mis comadres, / yo tengo dos criadas / muy bellacas y muy malas; / por estarse
arrellanadas / nunca limpian el majadero; / ¡para la muerte que a Dios debo, / de perejil está
el mortero!” (VR, 622)
En palabras de Menéndez Pidal (1982: 35), “los romances estaban tan presentes
en la memoria de todos, que sus versos uían a cada paso, en la conversación ordinaria,
como elementos fraseológicos del idioma”. Y aunque son incontables los relatos
propuestos como explicación de los dichos, sin embargo la opinión de Correas es
que no hay necesariamente prelación entre literatura y fraseología, pues “De cuentos
ngidos se hacen refranes, y de refranes se ngen cuentos”:
Buen provecho te hagan los salvadillos.
De cuentos ngidos se hacen refranes, y de refranes se ngen cuentos; el déste es: que la zorra
tenía un vecino que muy a menudo daba salvados a un cebón; ella, con hambre, tenía envidia de
aquel regalo; mas consolóse viéndole matar por san Martín, diciendo: “Buen provecho te hagan
los salvadillos”. (VR, 132)
No escupiré, aunque me ahogue.
Quería escupir la mujer y dijo al marido que la diese lugar; dijo él: “No escupáis, que me iré de
la cama”; ella le detuvo diciendo: “No escupiré, aunque me ahogue”. Fíngese el cuento para
para refrán, y el refrán para el cuento. (VR, 567)
Dicho de otro modo, “… de rrefranes se an fundado muchos cantares, i al
contrario de cantares an quedado muchos rrefranes, como son todos los estribillos
de villanzicos i cantarzillos viexos”
11
. Por esta vía, M. Frenk (1961) ha constatado que
entre el mundo del refranero y el de la lírica musical hay como una zona intermedia en
que ambos se encuentran y confunden, de tal modo que, en cuanto a la primacía en la
génesis de unos y otras, “lo más justo será quizá renunciar a establecer prioridades”.
La unidad del torrente de materiales del Vocabulario y el sentido de su mezcla
vienen dados por la naturaleza compartida de refranes y géneros breves de la lírica
9
Y, en efecto, los editores del Vocabulario han localizado los versos correspondientes en el Corpus de la
antigua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII), Madrid, Castalia, p. 1100; así como en E.M. Torner,
Lírica hispánica. Relaciones entre lo popular y lo culto, Madrid, Castalia, nº 115. Hay, naturalmente, identi-
cación de correspondencias en otros muchos ejemplos, citados aquí o no.
10
Como indican R. Jammes y M. Mïr (ibidem, en nota), los versos “Pésame de vos, el conde / porque así
os quieren matar”, pertenecen al romance del Conde Claros, impreso ya en el Cancionero general de 1511:
“En este mismo romance se hallan también otros dos versos célebres (“Que los yerros por amores / dignos
son de perdonar”), que Correas apuntó entre los refranes: Los yerros por amores….”.
11
Estas palabras proceden de la otra gran obra de Correas: el Arte de la lengua española castellana (ed. de
E. Alarcos García, Madrid, 1954, pp. 398-9, apud Combet, 1971: 29).
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 249
popular. Todos ellos son manifestaciones folklóricas del discurso repetido
12
, mensajes
destinados a ser reproducidos en sus propios términos, e incorporados a la competencia
de los hablantes que forman una comunidad idiomática
13
.
Que un verso, una frase de un cuento o del relato de un hecho célebre se incorpore
al habla, signi ca que se ha producido una lexicalización de la tradición literaria.
Pero para que un enunciado literario pase a formar parte del acervo lingüístico de la
comunidad hablante, es necesario que se produzca un proceso de fraseologización: es
decir, dicho fragmento debe perder su ligazón a un contexto único y adquirir un sentido
autónomo
14
. Como unidades fraseológicas
15
, los refranes forman parte del caudal de
frases y combinaciones léxicas ya hechas que el hablante emplea en su discurso, y que
repite tal cual, transmitiendo ideas estereotipadas en términos jos (Schapira, 1999: 47
y ss). Un contemporáneo de Correas, el médico cordobés Francisco del Rosal, autor
también de un repertorio de refranes, bajo el nombre de fórmulas describe estas unidades
como las maneras de hablar, cuyo orden y modo no se puede alterar si no queremos
Barbarizar y destruir el Lenguaje, como hacen oy los Latinos modernos”
16
. Y, en efecto,
la jación, una de las características que identi can y de nen la fraseología, produce
una suspensión de las operaciones propias de la sintaxis libre que se mani esta en el
hecho de que las paremias admiten variantes, pero no la modi cación de cualquiera
de sus componentes. La jación puede considerarse como un medio básico de creación
léxica (Schapira 1999: 12): produce secuencias consolidadas que forman parte del
vocabulario al mismo nivel que las unidades simples, en la medida que son listemas, es
decir, signos memorizados por el hablante en cuanto a su forma y signi cado, y que
son las unidades a las que se aplican las reglas de la gramática
17
.
12
Noción que fue acuñada por E. Coseriu en 1964, fecha de la primera aparición de su “Introducción al
estudio estructural del léxico”; vid. Coseriu (1981: 113-118).
13
De ne así los refranes Lázaro Carreter (1980a: 208-209), quien a rma preferir la expresión “lenguaje
literal”, pues la literatura sería “repetible”, antes que “repetida”. R. Almela y J. Sevilla (2000: 11-12) su-
brayan asimismo que “la paremia, en cuanto texto, forma parte del texto literal”.
14
Vid. Corpas Pastor (1996: 146) donde explica cómo se produce la fraseologización de las citas (enun-
ciados de origen reconocido, a diferencia del refrán, que es anónimo). Remitimos asimismo a la obra
de Ch. Schapira (1999), especialmente el apartado consagrado a la “proverbialisation” (1999: 126-131),
que de ne como “processus linguistique qui implique le gement et crée une nouvelle unité lexicale
phrastique”.
15
Es decir, combinaciones estables de unidades léxicas formadas por dos o más de dos palabras grá -
cas, cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta; de nición con la que excluiríamos,
entre otros, los dialogismos: así, Corpas Pastor, de quien tomamos la de nición, al tratar de los enun-
ciados fraseológicos (1996: 139) excluye explícitamente de tal ámbito las formas dialogadas. También
Schapira (1999: 16) indica expresamente que no tendrá en cuenta los textos que sobrepasen el nivel de
la frase. En este trabajo, sin embargo, y, a pesar de la de nición, no nos limitamos a los refranes sino
que aceptamos el amplio criterio del propio Correas que no excluye de su refranero otros géneros a nes.
16
“Y así informar es instruir en la forma, ò poner en forma. Como si a un Paje le mandamos un recado,
y le damos palabras prescriptas y ordenadas, y le mandamos que no altere una palabra; y esto es pro-
priamente informar; Aunque oy ya se ha ensanchado este vocablo algo más. […]” (F. del Rosal [1601]
1976: 392, s.v. informar).
17
Sobre algunos aspectos de la lexicalización de la literatura, vid. Echevarría y Arbulu (2009).
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
250 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
La fraseología comprende todo tipo de expresiones jas, desde los enunciados
fraseológicos en los que englobamos los refranes, a las locuciones
18
. Los distintos subtipos
de paremia no resultan fáciles de delimitar, pero suele considerarse al refrán como la
paremia por excelencia, por ser la unidad que reúne las características de lexicalización,
autonomía sintáctica y textual, valor de verdad general y carácter anónimo que suelen
caracterizar conjuntamente los ejemplares típicos de esta categoría
19
. El refrán es el
núcleo de la obra de la que nos servimos, la unidad que predomina y da título a la obra
de Correas y a este artículo. No obstante, nos bene ciaremos de la riqueza heterogénea
de nuestra fuente para realizar una aproximación amplia a la paremiología desde el
género.
2. PERTINENCIA DE LA PERSPECTIVA DE GÉNERO
2.1 La expresión gurada del género
La misoginia del refranero es sin duda uno de sus rasgos temáticos sobresalientes,
porque son muchos los refranes cuya única razón de ser es el odio por las mujeres. Este
carácter resulta tan marcado que el propio Correas se ve obligado a atemperar algunas
de sus sentencias; así, tal vez para salvaguardar el crédito del conjunto, a propósito de
“La mujer y la candela, tuércela el cuello si la quieres buena” observa lo siguiente: “Tema es
de refranes lastimar a las pobres mujeres, y hase de entender que hablan de las menos
buenas” (VR, 435)
20
.
Una de las expresiones más claras de la misoginia es la animalización, bien con
la identi cación plena que se condensa en “Una buena cabra, y una buena mula, y una
18
Véase la tipología expuesta en la obra de Corpas (1996), que adoptamos junto con la terminología es-
cogida por esta autora, entre las múltiples denominaciones concurrentes. También hay locuciones en el
Vocabulario -se encuentran en la parte dedicada a las frases proverbiales-, por ejemplo, las siguientes: Venir
a cuento (VR, 904), Poner haldas en cinta (“Disponerse a hacer algo”, VR, 1045), Fray Jarro (“apodo hecho
del vulgo a niños frailillos”, VR, 945), Fiesta de tres capas (“muy solene”, VR, 954), De poco más a menos
(“Decimos hombre, o mujer, o cosa “de poco más a menos”, para apocarlos y deshacerlos”, VR, 904),
De sotaque (“Lo que se da o lleva de más como soborno”, VR, 905), A trochimochi (“mal y sin atención”,
VR, 843), etcétera.
19
Utilizamos el término paremia, que disfruta de amplio uso como sinónimo de refrán y para abarcar la
suma de sentidos de otras denominaciones concurrentes como refrán, proverbio, dicho, máxima, adagio,
sentencia, aforismo y apotegma; vid. Corpas (1996: 135 y ss.). Además, el prototipo de refrán presenta
otras características adicionales, como son signi cado metafórico, particularidades fónicas, anomalías
sintácticas o estructuras sintácticas particulares en las que sus miembros mantienen relaciones precisas,
carácter tradicional y propósito didáctico o dogmático (Arnaud, 1991 y Corpas, 1996). A tal enunciado
prototípico corresponde la caracterización de Combet (1971: 58): «une phrase indépendante anonyme et
notoire qui, sous une forme elliptique, directe ou de préference gurée, exprime poétiquement un ensei-
gnement ou un avis d’ordre moral ou pratique». Vid. en Schapira (1999: 88) una de nición de proverbe
en forma de listado de rasgos típicos, más numerosos pero no obligatorios.
20
También diríamos que “tema es” de trabajos sobre el refranero el tratamiento que de la mujer se hace
en él, pues son muy numerosas las publicaciones que pintan la imagen que proyectan los refranes de las
relaciones entre los géneros, y su papel en la construcción de estos, no solo en la paremiología castellana
sino en las otras vecinas y más o menos próximas a nuestra cultura, desde los griegos. Vid., por ejemplo,
Calero Fernández (1991), Venier (1985), Reyes de la Rosa (1993) o Tarnovska (2000).
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 251
buena mujer, son muy malas bestias todas tres” (VR, 799); o bien mediante asociaciones
como las siguientes:
A la galga y la mujer, no la des la carne a ver (VR, 17)
A la mujer y a la gallina, tuércela el cuello y darte ha la vida (VR, 19)
A la mujer y a la picaza, lo que dirías en la plaza; o lo que vieres en la plaza (VR, 19)
La gallina que canta al maitín, y la mujer que parla latín, nunca hicieron buen n (VR, 419)
Mula que hace “hin” y mujer que parla latín, nunca hicieron buen n (VR, 540)
No solo la mujer, también la pareja humana es representada por una pareja
animal, por ejemplo, el piojo y la pioja, el perro y la gata, el gallo y la gallina, la mula
y el caballo, el vulpo y la vulpeja, el sapo y la sapa:
Dice el piojo a la pioja: “¿Adónde vas, compañera? -A tierra de Hombrera. -Es sabrosa, mas es peligrosa".
(VR, 225)
El perro en el güeso, y la gata en el mueso. “Mueso” por: la pulpa. (VR, 288)
A la mula con halago, y al caballo con el palo. O al revés. (VR, 19)
Canta el gallo, responde el capón: “¡Guay de la casa do no hay varón!” (VR, 153).
Canta el gallo, responde la gallina: “¡Amarga la casa do no hay harina!” (VR, 153)
El vulpo y la vulpeja, todos son en la conseja (VR, 305)
No falta un sapo para una sapa; o Nunca falta un sapo para una sapa (VR, 568)
El toro y la vaca, los animales más importantes en la economía tradicional, se
prestan a interesantes re exiones sobre género y poder. Para En la tierra del rey, la vaca
corre al buey (VR, 321), la glosa de Correas dice así: “Porque igualmente se hace justicia
al aco y poderoso, y no hay violencia como suele haber en tierras de señorío”, lo cual
da buena fe de la con anza popular en la justicia real (Combet 1971:185-186); a la par
que nos introduce en la expresión de las relaciones de dominio y obediencia entre
los sexos. Idéntica asociación entre género y jerarquía, acos y poderosos, transmiten
otros refranes que utilizan como vehículo las imágenes con toros y vacas:
Ni temas toro, ni acoses vaca. En la alegoría tiene entera verdad este refrán: que no temas al
valiente, ni en derecho te rindas al poderoso, ni acoses mujer ni persona aca. (VR, 556)
Tira el buey, tira la vaca, más puede el buey que la vaca. Buen refrán, y aviso para avenirse la mujer
con su marido, y el aco con el poderoso, antes de llegar a bregas. (VR, 775)
Tampoco falta la constatación del poder de las mujeres, como cuando “Más
manda la mala con su rabo que el rey con su reinado” (VR, 496). Y el repudio de toda
subversión, ya sin animales interpuestos: Tiraos, padre; posarse ha mi madre; [o] sentarse
ha mi madre, dice Correas que “Es: querer quitar al bueno de la dinidad, para poner al
ruin y menos dino” (VR, 775).
Las glosas permiten veri car una elocuente alianza conceptual entre mujeres
y sirvientes. Así, Quien muda lado, muda estado, se aplica a “La viuda que mejora
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
252 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
casamiento; y el que se arrima a mayor señor” (VR, 688)
21
. Y en la explicación que
sigue a Bien haya el guijón, que me tornó a mi honor, Correas indica que, además de dar a
entender “que sean las mujeres aliñadas y limpias, y bien advertidas con sus maridos”;
se toma también “el guijón” por “el castigo y sofrenada con que se corrigen descuidos
y se enmiendan las mujeres y los inferiores, y ganan con su enmienda y advertencia
la gracia de sus maridos y mayores; y ansí les hace buena obra el castigo, y quien se le
da” (VR, 124).
Volviendo a las abundantísimas metáforas, debemos reparar en que la categoría
gramatical de género permanece como disponibilidad metafórica
22
, que permite que la
pareja humana sea signi cada por cosas cuyas denominaciones se relacionan a través
de la exión, como la caldera y el caldero, o la acenoria y el acenorio:
Con un caldero viejo comprar otro nuevo, y con una caldera vieja comprar otra nueva. Lo primero dice
la moza que se casa con viejo y le espera heredar; lo segundo el mozo que casa con vieja. Es
graciosa semejanza del trueco de tales vasijas (VR, 185).
Doña Acenoria viuda, pide la den adyutorio, porque no tiene acenorio (VR, 244).
Finalmente, comprobamos que la oposición de género representada o expresada
también por el género gramatical de zoónimos y otros nombres comunes, está cargada
de valores semánticos simbólicos y esenciales. Según Correas, preguntar ¿Qué tenemos,
hijo o hija?,Es como decir sí o no, bien o mal” (VR, 673). En otras palabras, en un
plano abstracto, las relaciones de género sirven para manifestar las nociones lógicas
de antonimia y contradicción, personi cadas por hombres y mujeres, a causa de los
con ictos que mantienen.
2.2 Género y especie. Oportunidad de la perspectiva de género
La oposición gramatical de género se considera una oposición binaria privativa,
cuyo término marcado expresa positivamente una propiedad, mientras que el
no marcado posee una doble función: es el valor neutro o no marcado, indiferente
a la noción distinguida; pero además, en cuanto término opuesto al marcado o
caracterizado, supone la ausencia o la negación del término marcado. Así, los empleos
del término marcado con su valor neutro son casos de neutralización
23
. Ahora bien,
muy a menudo las estructuras de la lengua son perturbadas e incluso corregidas por la
fuerza de los usos sociales, que pueden acabar imponiéndose a la razón gramatical. Es
21
La interpretación de Correas proporciona otras muestras: Hacer bailar el agua adelante signi ca “mucho
cuidado en servir y dar gusto a quien se sirve, señor o marido” (VR, 962); Hallar en pesos falsos. Hallar en
mal latín, es decir, hallar haciendo trampas “A mujer, o mozo” (VR, 971-2).
22
Tomamos este análisis de P. Violi (1991: 54), quien se expresa como sigue: “Con otras palabras, puede
a rmarse que el profundo carácter semántico que ha originado la categoría gramatical permanece como
disponibilidad metafórica siempre presente en el idioma, como una posibilidad abierta para producir
efectos sensoriales incluso allí donde el simbolismo primario no se percibe”. Véase, además, el excelente
artículo de F. Bravo (1992) sobre el muy interesante asunto de la creación de antónimos por el procedi-
miento de la antonimia fónica o antifonía.
23
Vid. a este respecto Pena (1999: 4.344) y Ambadiang (1999, § 2.2.6.).
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 253
lo que apreciamos en Como hombre es mujer y vieja, hacen burla de hombre. Como hombre
está preñada, no se puede abajar:Dicho de mujeres aldeanas, y tiene gracia en llamarse
‘hombre’ “ (VR, 174
)
24
. El ejemplo constata el uso popular (tal vez dialectal) de hombre en
la acepción ‘ser humano’, empleado también para mujeres solas, y que es heredero del
latín homo, y puede además ser interpretado como una neutralización de la oposición
mujer / hombre. Pero el comentario de Correas prueba asimismo que el sentido ‘varón’
parece usurpar el terreno de ‘ser humano’, al menos en usos de más prestigio que el
propio de las aldeanas de Sayago. Y así lo advierte un siglo después el Diccionario de
Autoridades:
Viene del Latino Homo, que signi ca esto mismo: y aunque el verdadero signi cado desta voz
comprehende hombre y muger, en Castellano se toma regularmente por el varón. En lo antiguo
se decía Home” (Autoridades, IV: 168).
El Refranero discurre acerca del género humano, de todos cuantos son personas,
pero también les particulariza como mujeres y hombres. En el comportamiento del
pronombre quien advertimos que puede referirse al ser humano en general: A
quien no tiene nada, nada le espanta (VR, 34)
25
. Pero sin duda hay también un quien
inequívocamente masculino:
Quien más no puede, cabe su mujer se acuesta y duerme (VR, 685)
Quien quisiere tener placer, déla de palos a su mujer (VR, 694)
Santo Tomé, quien no tuviere puerco mate la mujer (VR, 725)
Y un quien femenino:
Quien mal marida, siempre ha qué diga (VR, 684)
Quien mal marido tiene, nunca se le muere (VR, 684)
Quien quiere que su marido viva poco, déle a comer sardina en agosto (VR, 692)
Quien mucho mira, poco hila (VR, 687)
Quien por la Madalena vela, echa buena tela (VR, 690)
Quien por San Bartolomé no vela, nunca hace buena tela (VR, 690)
Este quien femenino corrobora la idea de que entre las voces que es posible
escuchar en el Refranero las hay de distinto género, y que los refranes tienen destinatarios
especí cos, como prueban los quien masculinos y femeninos que señalamos, en
enunciados que se dirigen distintamente a hombres y mujeres, porque procuran la
educación particular propia de hombres y diferente de la de las mujeres. Está claro
que, de los siguientes, los primeros hablan a los hombres y los últimos a las mujeres:
Guarte de puta, que deja la bolsa enjuta (VR, 368)
A fraile no hagas cama, de tu muger no hagas ama (VR, 13)
24
Correas explica el dicho en otro lugar, a propósito de la expresión Es un sayagués:Para notar a uno
de grosero, porque los de Sayago son toscos en traje y en habla, no por falta de entendimiento, que le
tienen bueno debajo de la corteza rústica. […] En Salamanca llevaron una sayaguesa ante el corregidor,
y al salir preguntóla otra: “¿Cómo os ha ido?”; ella dijo: “Como hombre era mujer y vieja, no hacen caso
de hombre”; con que signi có el mal despacho” (VR, 342).
25
Otros ejemplos análogos: Quien consigo se aconseja, consigo se lleva la pena (VR, 680); Quien cuando puede
no quiere, cuando quiere no puede (VR, 680); A quien no habla no le oye Dios; o A quien no llama no le oye Dios
(VR, 34), etcétera.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
254 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Aunque con tu mujer tengas barajas, no metas en tu casa pajas (VR, 109)
A la pared mea quien te amansará (VR, 29)
A las diez, deja la calle para quien es. Que se recojan las mujeres que se sientan a sus puertas a las
noches del verano, porque ya la calle es para rondadores (VR, 22)
Come, y duerme, y engorda; si te llamaren hazte sorda (VR, 169)
Guarte del sol de marzo, y estarás hermosa todo el año (VR, 368), etcétera,
Así pues, a menudo hemos de especi car un género en la interpretación de
términos neutros; sin embargo, no es menos signi cativo notar que, inversamente, se
per la una larga serie de paremias y expresiones jas que utilizan motivos femeninos
que se emplean con sentido genérico o humano. Véase, por ejemplo, A la miel, golosas;
y al aceite, hermosas: “A la miel, golosas” se dice cuando acuden muchos a cosa que les
lleva el deseo a participar della”, dice Correas (VR, 18; cursiva nuestra). Puesto que
esta función es la del masculino (género no marcado o inclusivo), consideraremos que
las mujeres encarnan una metáfora del ser humano, análogamente a lo que se ha dicho
de parejas de animales y cosas respecto a la pareja humana:
Con lo que Sancha sana, Marta cae mala (VR, 183)
Díselo tú, Marigüela, que yo no lo entiendo (VR, 235)
Hable mi vecina, y tenga mi costal harina (VR, 374)
No halla Menga cosa que la venga. Mal contentadizos (VR, 569)
Espantóse la muerta de la degollada, como la vio tan desgreñada; o tan mal tocada (VR, 519)
Lo que a la tuerta el ojo; [o] Como a la tuerta el ojo (VR, 462)
Quitáronlo a la tuerta, y diéronlo a la ciega (VR, 703)
En cuanto fui nuera, nunca tuve buena suegra; y en cuanto fui suegra, nunca tuve buena nuera (VR,
311)
Ruéganla que se pea, y cágase. Mofa de los demasiados, que no paran la tarabilla de hablar hasta
que muelen y cansan; como la otra, dura y por ada en comenzar a bailar, y mucho más en no
dejarlo. (VR, 714)
Perdió la vieja los dientes, mas no las mientes (VR, 633)
Meneaos, Lucía, que estáis dormida (VR, 516)
Cualquiera de los anteriores enunciados requiere una interpretación no
apegada al género femenino de las guras a las que se re eren. La mayoría de los
refranes se aplican al discurso de forma metafórica. Por ejemplo, Si la fregona no fregase
el mortero, ¿en qué comería el majadero?, según Correas, “Responde y muerde la moza
al que la llama “fregona”, y da a entender que no se ha de denostar a ninguno por el
o cio y estado en que se sustenta honestamente (VR, 736). Literalmente tenemos una
fregona que, guradamente, habla de cualquiera que sirve y trabaja honradamente;
análogamente, las incontables putas, viejas, comadres y vecinas que pueblan el Refranero
representan personajes convencionales, en escenarios fácilmente identi cables por la
comunidad, que sirven para transmitir signi cados genéricamente humanos.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 255
3. VOCES DE MUJERES
3.1 Las personas del refrán
Las guras femeninas aparecen a menudo representadas por su propia voz,
lo que nos deja observar cómo hablan las mujeres en los refranes. El repertorio de
Correas permite comparar variantes de refranes que di eren en cuanto a la persona
gramatical del sujeto de la enunciación. Por ejemplo, en este: Si con el rey se echó, puta se
halló; que, según Correas, “Varíase”: Si con el rey te echaste, puta te quedaste; Si con el rey
me eché, puta me quedé (VR, 731). En las diferencias se recogen todas las posibilidades
gramaticales de la voz del refrán.
Las personas del diálogo, yo y , que se utilizan para describir una situación
de la que al mismo tiempo se participa, actúan asimismo como vehículo retórico pues
sirven para precisar al máximo, proporcionando una ilustración viva y dramatizada
del mensaje que se transmite, frente a los términos indistintos de un discurso genérico.
Es posible concebir una escala de abstracción, uno de cuyos extremos corresponde a
los enunciados impersonales, estando el concreto ocupado por aquellos que contienen
marcas de oralidad y fundamentalmente de diálogo
26
: Dice la madre: “¿Qué quieres, hija?
-Que me llamen regaladica". Dice la hija a la madre: "Que me deis con quien me regale". (VR,
225)
El diálogo es el molde lingüístico que permite explicar otras paremias, también
habladas, pero como soliloquio que no obtiene respuesta. Un sinfín de estos enunciados
se distinguen porque una voz femenina re ere en primera persona sus experiencias,
re exiones y sentimientos:
Mal me quieren mis comadres, porque las digo las verdades; bien me quieren mis vecinas porque las digo
las mentiras (VR, 484)
Más gorda está la gallina de mi vecina que la mía (VR, 495)
Más quiero el niño mamoso que hermoso (VR, 498)
Mi marido es cucharatero, Dios me le dio y ansí me le quiero (VR, 521)
La subjetividad que caracteriza estas formas habladas proporciona un modo
más concreto, expresivo e intenso de a rmar lo mismo; y añade un importante valor
a lo comunicado, cual es el que aporta la experiencia como fuente de legitimidad del
conocimiento. Por ejemplo, Quien tuviere hija fea, compre un majuelo; que ansí hizo mi
padre, y casóme luego (VR, 701), en que, aunque sea con ironía, el añadido personal
serviría para demostrar la e cacia del consejo.
26
Aunque excede el propósito de este trabajo, remitimos al estudio de Abascal (2004), como compendio
de perspectivas sobre la oralidad, uno de cuyos géneros es el refrán. Además, en el caso que nos ocupa,
la oralidad ngida es un recurso expresivo.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
256 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
3.2 Voz de mujer denotada
En este apartado veremos algunas muestras inequívocas de voces de mujeres, y,
en primer lugar, las de los personajes femeninos que hablan en los refranes dialogados
o combinaciones de al menos dos enunciados que corresponden a distintas voces,
cuyos géneros están expresamente marcados.
Dialogan hombre y mujer, por este orden de intervención:
Bésame, moza, darte he una pera. -Quítate allá, que tienes bohera. (VR, 122)
En nombre de Dios te estreno, hija de mi suegro. -Majadero, no sois vos el primero. (VR, 325)
Mariquita, ¿y en sábado ciernes? -Ay, señor, pensé que era viernes. (VR, 492)
Mi reina, ¿qué tanto ha que no se peina? -Mi galán, desde San Juan (VR, 522)
Juana, ¿en lo tuyo tienes lana? -Lana y vellocino, mas no por vos, h4d3d4; [o] mezquino. (VR, 405)
27
Juana, de vos hagan una gaita. -Y de vos, mezquino ([o] h4d2d4) hagan un tamborino; y luego, majadero,
hagan un pandero. (VR, 405)
¿Vos, cómo os llamáis? -Yo, Elvira. -¿Y vos? -Yo, Elvirote, por mordella. (VR, 819)
Dialogan mujer y hombre, en este orden:
Acúsome, Padre, que soy puerca. - No lo digáis, hija, que bien se os parece (VR, 44)
Entra en casa, Juan García. -Deja el palo, mujer mía (VR, 332)
Cornudo sois, marido. -Mujer, ¿y quién te lo dijo? (VR, 188)
Marido, cornudo sodes. -Mejor es que hinchar odres (VR, 491)
San Vicente, yo juro y tú tente; que la que a su marido encornuda, a la horca le suba, y si vos lo cr[e]éis,
en la horca perneéis, y si yo lo hago, que muráis ahorcado, y si os falta soga, yo os dé otra; [o que si os falta
soga, yo os daré otra.] -No juréis, mujer querida, que ya sois creída (VR, 724)
Diálogos entre mujeres (madre e hija, vecinas y comadres…):
Madre, ¿qué cosa es casar? -Hija, hilar, parir y llorar (VR, 481)
Comadre andariega, no vó a parte que no vos vea. -Si vos, comadre, estuviésedes en vuestra casa con la
pierna quebrada, no me veríades en cada casa (VR, 168)
¿Tenéis lumbre, Doña Lucía? -La de Dios, Doña Mencía (VR, 769)
U otras cualesquiera, incluso brujas:
Brujas, estrigas de chipitín boca, desta casa no llevaréis sangre ni gota. -Ni désta ni de otra… ni de siete
casas a la redonda… ni de siete calles ni villas a la redonda. - No señora, que nos echaréis a perder a todas.
Es el cuento: que una señora honrada ganó la voluntad a una bruja, para que la dijese cómo
se defenderían de las brujas; ella dijo lo primero deste diálogo; la señora añidió: “Ni désta ni
de otra”, y concedió la bruja; y segunda vez añidió: “siete casas”; y tercera: “siete casas y siete
vilals”; a esto volvió la bruja: “No, señora, que nos echaréis a perder a todas”. Y esto último
puede ser refrán. “chipitín boca” alude a tres etimologías: de “chapa”, de “chape”, de “chupar”
(VR, 131)
Y una mujer responde a un interlocutor neutro en cuanto al género:
Casadica, de vos dicen mal. -Digan, digan, que ellos cansarán (VR, 158).
Colorada estáis, nuestra ama. -Vengo del horno y diome la llama (VR, 167).
Dama, ¿quién os hizo tan aguda? - Agua caliente y levadura (VR, 216).
27
Son refranes escritos en clave para eludir las palabras malsonantes. Las equivalencias vocálicas usadas
Correas son las siguientes: a= , e=2, i =3, o=4 (vid. Combet, 2000: XXX).
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 257
¿Qué hacéis, Madalena Gil? -Mato las pulgas al candil (VR, 669).
Si te casas con Juan Pérez, ¿qué más quieres? -Que repique los cascabeles (VR, 746).
Asimismo, son hablantes visiblemente femeninas aquellas que bien por razones
de implicación léxica, bien por la evidencia de la exión gramatical se declaran como
tales. La concordancia de género y los pronombres delatan una voz de mujer en
Agora, agora, agora que estoy sola (VR, 46)
Aunque me veis que descalza vengo, tres pares de zapatos tengo: unos tengo en el corral, otros en el
muladar, y otros en cas del zapatero; tres pares de zapatos tengo (VR, 110)
Aunque soy manca de la mano, no de la calderita del rabo (VR, 111)
Aunque soy tosca, bien veo la mosca (VR, 111)
Cuitada de mí, que aquí lo puse y no lo hallo aquí ni allí (VR, 212)
Díceme mi madre que soy bonitilla; sábelo Dios y la salserilla (VR, 226)
Duelos me hicieron negra, que yo blanca me era (VR, 245)
Híceme enferma por ser visitada, que si me muriera quedárame burlada (VR, 388)
Ni soy buena, ni soy mala, ni se me tienen los pies en casa (VR, 555)
No me toquéis al aldaba, que no soy enamorada (VR, 582)
Por eso soy yo muy mala, porque digo las verdades y riño lo malo a la clara (VR, 647)
Que no quiero ser casada, sino libre y enamorada (VR, 671)
Si yo dijera “No quiero, no quiero”, no fuera yo amiga del crego (VR, 748)
Yo rascada, y vos querellada (VR, 828)
En cuanto a los indicios léxicos, es muy repetida la expresión mi marido:
Castigóme mi marido con ramo de hinojo, siete meses estuve de mal de coscojo (VR, 161)
Cuándo del pie, cuándo de la oreja, a mi marido nunca le falta queja (VR, 195)
Díceme mi marido que no hile, sino que me ponga a la puerta y mire (VR, 226)
Esperando marido caballero, lléganme las tetas al braguero; o danme las tetas por bajo del pecho (VR, 349)
Las malas tijeras hicieron a mi marido tuerto (VR, 454)
Mi marido es viejo, hermana, no puede subir a la cama (VR, 521)
Mi marido no juega a los dados, mas hace otros malos recaudos (VR, 522)
Mi marido va a la mar, chirlosmirlos va a buscar (VR, 522)
“Lo bien hecho, bien parece”. Y estaban ahorcando a su marido en la plaza (VR, 460)
“Arremete, toro, que yo sé que eres bravo.” Y miraba a su marido (VR, 104)
Otros refranes evocan más claramente un contexto de diálogo al contener una
referencia a un interlocutor en segunda persona o una interpelación, resumiendo en
un enunciado diálogos semejantes a los vistos:
Ayúdame a zamarrear a mi mariduelo, que le tengo en el suelo (VR, 115)
¡Aceite de cepas, marido, que me no! (VR, 43)
Caldo de uvas, marido, que me no (VR, 149)
Cansado venís, marido de arar; ¿qué me hiciera, si hilárades? (VR, 153)
Cual vos sois marido, tal carne traéis: de la punta del cuerno os la dan cada vez (VR, 193)
Amárgame el agua, marido; amárgame, y sábeme el vino (VR, 78)
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
258 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Marido, buscá otra renta, que cuesta muy cara la cornamenta (VR, 490)
Veis aquí, marido, cómo nos perdemos: vos para poco, y yo para menos (VR, 808)
No creáis, marido, lo que vos viéredes, sino lo que yo os dijere (VR, 561)
No es nada, sino que matan a mi marido; [o a mi marido] matan (VR, 566)
Igualmente explícitos son los que exhiben un nombre propio ( Aldonza soy sin
vergüenza, VR, 71), o la autocali cación de la hablante mediante nombres como vieja,
moza, puta, suegra, nuera, etc.:
Ande la loza, que de vieja me tornaré moza (VR, 87)
Ahora que soy moza, quiérome holgar; que cuando sea vieja, todo es tosejar (VR, 51)
Cuando yo era moza, meaba por un punto; ahora que soy vieja, méolo todo junto (VR, 208)
Cuando yo era moza, queríanme los mozos; ahora que soy vieja, burlan de mí todos (VR, 208)
Esta burra me ha de hacer puta, que me lleva a los pastores (VR, 349)
Mentís, doña vieja: que yo fui puta, mas no pelleja (VR, 516)
Mirad quién me llamó puta, sino la Méndez (VR, 526)
Miren quién me llamó puta, sino otra más disoluta (VR, 526)
Yo dueña y vos doncella, ¿quién barrerá la casapuerta? (VR, 826)
3.3 Voz de mujer connotada o inferida
En las muestras vistas hay evidencias lingüísticas inequívocas de una voz
femenina. En cuanto a los indicios léxicos, es indudable que marido contiene un rasgo
semántico relacional ‘(consorte) de mujer’ y que la expresión mi marido implica
28
por ello
un hablante femenino; pero la necesidad de los rasgos semánticos en los signi cados
parece una cuestión de grado, que va de lo imposible a lo obligatorio, pasando por lo
esperable
29
. Si en vez de mi marido tomamos mi rueca, lo más probable y esperable es
también que lo diga una mujer, y consideramos voces de mujer todas las que siguen
porque, por razones de probabilidad contextual, interpretamos que es mujer quien
habla. Será mujer quien se re era en primera persona a objetos y actividades “propios
de mujeres”, y que así son percibidos:
Mi aguja y mi dedal, cien doblas val (VR, 519)
A buscarla ando, la mala de la rueca, y no la hallo (VR, 6)
28
Utilizamos implicar en su uso corriente, sin que implicación se entienda aquí por implicación lógica.
En ese caso tendríamos que utilizar otra denominación, como hace, por ejemplo, García Murga (2002:
12-20), quien distingue entre entrañamiento e implicación lógica; esta es independiente del contenido y
dependiente de la forma lógica, pues establece relaciones entre formas, sin atender al signi cado de los
términos que aparecen en las formas. De modo que el término apropiado sería entonces entrañamiento
(que traduce el término inglés entailment).
29
Entre las dimensiones del signi cado descriptivo, Cruse (2000: 54-58) distingue las que llama “di-
mensiones relativas”, concernientes a rasgos semánticos más que a signi cados léxicos completos. Di-
ferencia relaciones lógicas necesarias y contingentes, pero observa que lo verdaderamente útil sería
reconocer una escala de necesidad. Lyons (1981) había diferenciado necesidad natural, para las expectati-
vas basadas en las leyes de la naturaleza, y necesidad social, para las basadas en las leyes y convenciones
sociales. Cruse propone también necesidad canónica para casos como el de cuadrúpedo del que esperamos
que, en su “forma canónica”, tenga ‘cuatro patas’.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 259
A mí no puedo, y a mis comadres hilo (VR, 24)
Daime la bota, y quítame la toca; una me cansa, y otra me conforta (VR, 216)
El chichón de la mi barriga, mucho me crece, no sé qué os diga (VR, 264)
El día que no escobeé, entró quien no pensé (VR, 266)
El lunes mojo, el martes lavo, el miércoles cuelo, el jueves saco, el viernes cierno, el sábado amaso, el
domingo que yo hilaría, todos me dicen que no es día (VR, 277)
La servilla al pie, en mal punto me la calcé (VR, 444)
La jervilla al pie, en mala ora [sic] me la calcé. Que suceden cada rato cosas no pensadas. “Jervilla”
es zapato de mujer, abierto por el atar; algunos dicen “servilla”, como “sastre” y “jastre”. (VR,
423)
Alfaya, por alfaya, más quiero pandero que no saya (VR, 71)
Con deseo de zuecos, calcéme estos pucheros (VR, 180)
Por deseo de chapín, metí mi pie en este celemín (VR, 645)
Quítese allá, señor Don Miguel; apártese allá, que le enharinaré (VR, 704)
Regañar, regañar, que no se le tengo de remendar (VR, 707)
30
Los refranes que evocan situaciones de diálogo también nos permiten aplicar
un criterio de expectativas en cuanto al género de los interlocutores, a base de lo que
es esperable. Los intercambios comunicativos que esceni can los productos folklóricos
no son in nitamente variados, sino que re ejan contextos y relaciones sociales típicas.
Las mujeres se relacionan habitualmente con otras mujeres, y a no ser que se indique,
es natural esperar que en los refranes quien llame a la madre sea la hija y no el hijo, y
que se representen diálogos entre dos vecinas o comadres, entre suegra y nuera. Por
ello, consideraríamos que las siguientes serán voces de hija y no de hijos:
A coger amapolas, madre, me perdí; caras amapolas fueron para mí (VR, 8)
Madre, casadme cedo, que se me arrufa el pelo (VR, 480).
Madre, casar, casar, que Zarapico me quiere llevar (VR, 480)
Castígame mi madre, y yo trómposelas; [o] Ríñeme mi madre… (VR, 160)
Y de madre (y no padre):
Adelántate, hijuela, y llámale cornudo (VR, 45)
Mi hija que hipa, de hambre está ahíta; mi nuera que boceza, de harta está tesa (VR, 521)
Vaya con Dios mi hija con su marido; si la matare, si no, vuélvase a casa (VR, 806)
La observación de Correas coincide en esta tesis de la tipicidad de los diálogos
cuando asegura que Más quiero amiga llana que parienta falsa “Dícenlo mujeres” (VR,
498). Por eso inferimos que es mujer (suegra, comadre o vecina) el sujeto enunciador
de los siguientes:
A mi nuera, echando agua y harina, la crece la masa entre las manos (VR, 22)
¿Vistes allá a mi nuera, la de los pabilones en la rueca? (VR, 816)
Comadre andariega, donde vó, allá vos fallo; o adonde voy, allá os hallo (VR, 168)
30
Y Estos mis cabellitos, madre, dos a dos me los lleva el aire (VR, 354), también podemos reconocer a una
mujer, porque esperamos de ella que valore sus cabellos de un modo impensable en un hombre, además
de que el uso de diminutivos es más frecuente y propio de mujeres y niños.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
260 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Agradecémelo, vecinas, que doy salvado a mis gallinas (VR, 46)
Agradecémelo, vecinas, que quiero bien a mis hijas (VR, 47)
Bien me quieren mis vecinas, porque las digo las mentiras (VR, 125)
Fuime a mis vecinas, y avergoncéme; volvíme a mi casa, y consoléme (VR, 361)
Hable mi vecina, y tenga mi costal harina (VR, 374)
La cabra de mi vecina tiene un pie más que la mía (VR, 413)
31
3.4 Voz femenina atribuida por Correas en la explicación o en la interpretación
Correas introduce frecuentes historias explicativas en las que aparecen
personajes femeninos cuyas palabras son responsables de las paremias. A veces narra
una historia, cuento o chiste, aunque sea en breves pinceladas, y otras veces presenta
una interpretación. Se patentiza de esta manera el hecho conocido de que muy
numerosos relatos folklóricos han llegado a nosotros “bajo formas de puros esquemas,
y en ocasiones en la forma residual de unas frases alusivas cuyo sentido hemos de
descifrar”, en palabras de M. Chevalier (1978: 29-30), quien aprecia que “sobre todo es
mani esto el fenómeno en el refranero, si aceptamos la idea de leerlo como colección
de cuentos tradicionales y no únicamente como repertorio de proverbios” (ibidem).
El refrán puede preceder a la historia (y en alguna ocasión así se dice), de modo
que nos encontramos con ilustraciones literarias del uso de los refranes:
No escupiré, aunque me ahogue. Quería escupir la mujer y dijo al marido que la diese lugar; dijo
él: “No escupáis, que me iré de la cama”; ella le detuvo diciendo: “No escupiré, aunque me
ahogue”. Fíngese el cuento para refrán, y el refrán para el cuento. (VR, 567)
Quien va pidiendo, no viene corriendo. Porque no le despachan como quiere. Iba una moza a buscar
sus aventuras para ayudarse a sí y a su ama, y no negociando tan presto, se disculpaba con este
refrán de la tardanza. (VR, 702)
Jura mala en piedra caya. Está glosado en estas coplas: Pariendo juró Pelaya / de no volver a parir;
/ y luego volvió a decir: / “¡Jura mala en piedra caya!” / Como era la vez primera / que en esta
trance se vía, / dijo que aquésta sería / la primera y la postrera. / Mas no hubo bien alzado / la
saya para parir, / cuando la oyeron decir: / “¡Jura mala en piedra caya”. (VR, 368)
Son, sin embargo, mucho más abundantes las historias etiológicas, los ejemplos
de cuentos desarrollados como contexto literario explicativo de las fórmulas. Escogemos
unos pocos:
Aguates, Padre.
Son frutas de las Indias, provocativas a lujuria, como acá piñones, o caracoles, o cantáridas.
Confesándose una mulata, hizo escrúpulo de haber comido aguates para cierta ocasión, y en
el discurso de la confesión y al cabo della, el confesor la preguntó veces, para tener memoria
qué fruta era aquella que había comido; y ella respondía: “Aguates, Padre”, tanto que ella notó
malicia de hacer él memoria, si para otro tal n era. Aplícase a propósitos de tales curiosidades
en Indias, por la gana que él mostró de conocer la fruta y su propiedad. (VR, 49)
31
Naturalmente, también hallamos diálogos entre hombres y mujeres, como los amorosos y otros: Pare-
céis molinero, amor, y sois moledor. Al que es pesado y cansativo. (VR, 624) Vecina, mucho os lo ruego. -Mi fe,
compadre, no quiero. (VR, 807); etcétera.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 261
Apartalde del manzano, no sea lo de antaño.
Que se guarden los hombres de no errar dos veces en una cosa. Es el cuento: que un hortelano se
ngió muerto para tentar y saber lo que tenía en su mujer; y llevándole a enterrar, descansaron
en el camino y pusiéronle junto a un manzano; allí se asió de un ramo y volvió en sí de la muerte
ngida. Otra vez, de ahí a un año, murióse de veras, y llevándole a enterrar, avisó la mujer que
le apartasen del manzano, no fuese lo de antaño, como si el manzano tuviera virtudes de dar
vida. Nótase el desamor de algunas con sus maridos, y de algunos que lo merecen por su dura
condición con ellas. (VR, 96).
Brujas, estrigas de chipitín boca, desta casa no llevaréis sangre ni gota. -Ni désta ni de otra… ni de siete
casas a la redonda… ni de siete calles ni villas a la redonda. - No señora, que nos echaréis a perder a todas.
Es el cuento: que una señora honrada ganó la voluntad a una bruja, para que la dijese cómo
se defenderían de las brujas; ella dijo lo primero deste diálogo; la señora añidió: “Ni désta ni
de otra”, y concedió la bruja; y segunda vez añidió: “siete casas”; y tercera: “siete casas y siete
vilals”; a esto volvió la bruja: “No, señora, que nos echaréis a perder a todas”. Y esto último
puede ser refrán. (VR, 131)
Caerá la azuela, y matará a Garcigüela.
Este refrán, y el otro “Los bobos de Sando y Pedernal”, nacieron juntos deste cuento ngido:
En el tal lugar, dos recién casados, hablando de su gobierno y sucesión o generación, el marido
decía uno, la mujer otro, cada uno a su gusto; el marido quería tener un hijo que le ayudase
en su o cio de carpintero, la mujer que no, sino una hija, y que le casarían, y della tendrían un
nieto, y que le llamarían García; con esto, ya el marido se convencía, y concedióla que fuese
ansí norabuena, que al muchacho le enseñaría desde pequeño, y a él le ayudaría; a esto replicó
la mujer: “No, no, que caerá la azuela, y matará a Garcigüela”. Aplícase a los que con temores
impertinentes no se disponen a hacer nada, y se están atados y entumidos, sin aventurarse a
hacer lo que les está bien; y a “No asamos y ya empringamos”. (VR, 148)
Cruz en lumbre, y cruz en puerta, y cruz en llelda, y no hay sino “entra, entra”.
Mandaban a una bruja mozuela otras viejas que entrase delante en una casa para hacer el mal
que sueln, y halló cruz en todas las cosas. “Llelda” es: la levadura. Y da aviso que se hagan estas
cruces. (VR, 191)
“El bodigo bueno” y “Yo a vos también”, no viene bien, mujer. “Mucho [o]s quiero, María. -Yo a vos
también", eso viene bien.
En una aldea, llegando a ofrecer una casada, díjola el cura muy bajo: “Mucho os quiero, María”;
ella respondió: “Yo a vos también”. Estas palabras della, oyólas el marido, y no las del cura,
y preguntóla después en casa: “¿Qué os dijo el cura?”. Ella trocó la razón: “Que llevaba buen
bodigo”. Replicó el marido: “El bodigo bueno. -Yo a vos también": no viene bien, mujer".
Esaminóla más y confesó la verdad, que había dicho el cura: "Mucho os quiero, María"; ansí
concertó el marido las razones: "Mucho os quiero, María. -Yo a vos también": eso viene bien".
Acomódase por lo primero a cosas que no conciertan; por lo segundo, a razones y cosas que
conciertan. (VR, 257)
Hay argumentos más breves:
Toda la noche “Mi alma y mi vida”, y agora cúpele.
Entró un galán a escuras con una negra por yerro, creyendo era blanca. Decíala: “Mi alma y mi
vida”, y a la mañana, viendo que era negra, escupió con asco; y siéntese la negra con lo que dice
el refrán. Hermano déste es el otro: “Mi alma y mi vida…”. (VR, 776)
Regañar, regañar, que no se le tengo de remendar.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
262 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Habíala el marido amenazado y puesto pena que la haría tal cosa, si no le remendaba el jubón.
(VR, 707)
Teritar, carnes malditas, que mañana estaréis en tángano.
De una vieja que se había de casar esotro día. “Tángano”, por: tálamo. (VR, 771)
Y algunas escenas, en las que, más escuetamente aún, unos pocos elementos
pintan una situación en la que se propone un hablante en su contexto, que dota de
sentido a la frase:
Buen Miguel, si désta te escapas, enmendarás la tu vida. Era travieso, y estando en peligro de muerte
se lo decían su madre y sus hermanas. (VR, 132)
Con esto os alumbren a vos, Virgen gloriosa, que no con aceite y malas venturas. Díjolo la vieja por el
vino, acabando de empinar un jarro y dalle buen golpe. (VR, 182)
El fraile se muda, el mozo se casa, el casado se cansa y se va a su casa, el clérigo dura; o el abad dura.
Consejo de vieja a moza enamorada. (VR, 269)
Estando vos ya güesa, mal haréis aquí presa. La moza llama “güesa” al viejo. (VR, 351)
Éste me salga bueno, que es para el cura. Decía esto una feligresa, limpiando con su delantera un
pan que sacaba del horno, aludiendo al otro que estaba debajo del mandil. (VR, 352)
¡Guay de lo que aquí anduvo! Díjolo una vieja dando con el pie a una bragueta que estaba en un
muladar. (VR, 369)
Hágale aire, que no está cocido. Esto es: avive la lumbre y aviente, para que cueza el puchero.
Quería decir con este símil una dama a su pretendiente que la diese más y más, que aún no la
tenía bien sazonada y satisfecha. (VR, 378)
Hasta ver las armas del mal logrado. Dicho por viuda, bebiendo en la taza antigua y grande que en
el hondo tenía las armas del marido. (VR, 383)
Ni por vos ni por otro, sino por este zapato que está roto. Respuesta, preguntada la dama por quién
suspiraba. (VR, 554)
Finalmente, Correas imagina a las mujeres hablando y el coloquio femenino
procura la comprensión de la frase. Nótese que no cuenta aquí historias tradicionales
sino que se limita a presentarnos una escena típica de su tiempo, vinculando algunas
expresiones a sus usuarios más habituales:
A la mujer casera, el marido se la muera.
Suelen parecer caseras algunas mujeres casadas, y ser alabadas sus caserías y granjeos, lo cual
luce, porque gana y lo gobierna el marido, que allega la hacienda y lo cumple todo. Las otras,
con envidia o con prudencia, dicen: “Pocas gracias, si el marido se lo lleva a casa; muérase el
marido y quede sola, y entonces veremos si es casera; antes, no se alabe, que no la sabemos”.
Éste es el sentido deste refrán, no el que le dio el Comendador, que es que se sabrá valer por sí;
lo cual no es culpa en ella ser casera, para condenarla a que se la muera el marido; que antes con
él lo será mejor, y lucirán y criarán bien sus hijos. No le entendió Malara, o Mal Lara” (VR, 19)
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 263
A tu hija muda, véasla viuda.
Este refrán habla como el otro: “A la mujer casera, el marido se la muera”. Aquí dicen lo mesmo
las viudas, defendiéndose: si tu hija es callada y no se queja como las viudas o malcasadas,
múdese el marido en perdido, o enviude, y luego la verás que llora lástimas y tiene querellas
(VR, 38).
Antes santa que nacida.
Lo primero es de Nuestra Señora, […] Lo segundo y ordinario, cuando ven alabar una mujer de
virtuosa, o una madre a su hija, las otras, con enfado o envidia, dicen con desdén e ironía: “Sí
por cierto, antes santa que nacida”, como decir: “No es todo vero lo que dice el pandero” (VR,
93).
4. FRASEOLOGÍA DE MUJERES
Hemos examinado un nutrido conjunto de paremias que presentan semblantes
femeninos ngidos, voces de mujer representadas para transmitir sentidos gurados
que transcienden a menudo su género, porque sirven para hablar de las mujeres, o bien
para por medio de mujeres hablar de otras cosas. Pero los últimos ejemplos facilitan el
tránsito a una clase diferente de expresiones con o sin personajes femeninos, dialogados
o no, pero que pueden considerarse refranes de mujeres, propios de mujeres, usados
distintivamente por ellas.
En la fraseología, como en el léxico, se dan interesantes diferencias que atañen
a la geografía, a la diacronía y a los registros o niveles de uso. Nos preguntamos si
el género es un parámetro de variación en fraseología. Es decir, si hay o ha habido
diferencias en el uso de refranes y otras expresiones por parte de hombres y mujeres.
La respuesta es a rmativa así que veamos cuál es la naturaleza y el calibre de esas
diferencias.
4.1 Marcados por Correas
Sabemos con certeza que algunas expresiones jas, incluidas las paremias, son
típicas o propias de mujeres, porque es el propio Correas quien de ello nos informa.
Nuestro autor observa algunas peculiaridades del comportamiento comunicativo de las
mujeres, sin que quepa ahora mencionar otra cosa que los tópicos sobre su verbosidad
como en Dijo de una hasta ciento,Cuando uno, enojado, dijo mil oprobios; o el que
dijo muchas mentiras y vaciedades. Es más propio de mujeres” (VR, 227). O las peleas
femeninas en las que Dijéronse los nombres de las Pascuas, “Esto es: los nombres grandes
y solenes; llamáronse “bellacas”, “putas”, “alcagüetas” (VR, 227), donde el femenino
está indicado en el género de los apelativos.
Fijémonos en que una de las expresiones del Vocabulario es, precisamente, una
fórmula presentadora de enunciados:
Dicen las mujeres.
Por hablilla; que las preñadas encubren su preñez, y no la dicen hasta que ella se descubre,
porque dicen que si lo dicen sale fea la criatura: También que si el niño se mea en la pila, que
tendrá más hermanos (VR, 912).
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
264 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
La expresión es claramente despectiva, a juzgar por los ejemplos y por el
signi cado de hablilla: “Cuento que no tiene fundamento, mentira que semeja a la
verdad, historia fabulosa” (Autoridades, IV: 110). Precisamente, el Vocabulario registra
una serie de creencias y supersticiones propias de la cultura femenina: Los amores que
comienzan en Cuaresma duran más, dicen las dueñas (VR,470); Si no fuese por la ruda, no
habría criatura, “Dicen las mujeres” (VR, 739); Si supiese la mujer que cría las virtudes de
la ruda, buscarla ía de noche a la luna, “Éste cantan también las brujas” (VR, 745); Con
la hierbalán y la ruda, no se muere criatura, “según opinión de mujeres” (VR, 182); El
remolino al lado, señal de otro hermano, “es dicho de comadres” (VR, 297); La que besare el
pie de San Cristóbal será bien casada, “Dicen esto las mujeres, por burlar de otras que todo
lo creen” (VR, 985), etcétera.
Las expresiones lingüísticas atribuidas por Correas al uso femenino corresponden
a distintas categorías, pero la más importante consta de refranes y fórmulas:
Hombre besador, poco empreñador. Este refrán inventaron las mujeres. (VR, 394)
Lo que la mujer quiere, Dios lo quiere. Dícenlo ellas, que son amigas de su parecer. (VR, 465)
Más quiero amiga llana que parienta falsa. Dícenlo mujeres. (VR, 510)
Más valen tocas negras que barbas luengas. Escoge la mujer que muera el marido antes, y traer luto
por él, que no que él le traiga por ella. (VR, 510)
Más valen tocas que capuz. Escoge que, mal por mal, muera el marido primero. (VR, 510)
Las fórmulas
32
, que componen un grupo verdaderamente nutrido, nos sitúan
mejor en la vertiente pragmática de la fraseología, ya que desempeñan papeles
especí cos en la comunicación: alabar y lisonjear, bendecir y maldecir, amenazar,
imprecar, reñir, expresar alegría, enfado, sorpresa y otras funciones discursivas propias
de apoyos o bordoncillos que se insertan en la conversación. Uno de estos es Como digo
de mi cuento, hermanas de la vida; o amigas de mi alma; o señores de la vida. Según Correas,
“Es ordinario bordoncillo en mujeres, contando algo en veladas. Otros muchos vienen
comentados en parecidos términos:
Ansí pase el toro por su puerta.
Dícese esto con amor a los que se pasan de largo sin hablar con los conocidos, como quejándose
de que no paren; úsanlo mucho las mujeres. (VR, 89)
Bendita sea la madre que te parió.
Dicho de mujeres alabando mucho un sermón, u otra virtud y gracia de mozo o mujer hermosa.
(VR, 121)
Buena cara tienes, buenos hechos harás.
Las gitanas lo usan decir a quien dicen la buena ventura. (VR, 133)
32
Las llamadas fórmulas rutinarias se diferencian de los refranes (y otros tipos de paremias) fundamen-
talmente en dos aspectos: uno, que las paremias poseen signi cado referencial, mientras que en las
fórmulas rutinarias el signi cado es de tipo social, expresivo o discursivo fundamentalmente. El otro
es que las paremias gozan de autonomía textual, mientras que las fórmulas vienen determinadas por
situaciones y circunstancias concretas; vid. Corpas (1996: 132 y 170-213) para los distintos tipos de fór-
mulas.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 265
Para mi santiguada. Juramento ordinario de mujeres; y es: la cara. (VR, 622)
¡Para la mi santiguada, que de donde vino el asno venga la albarda! Lo primero es juramento ordinario
de mujeres, como decir: “Por mi cara santiguada”. (VR, 622).
Arrastrada te veas como la culebra. Arrastrada me vea como la culebra. Dícenlo las mujeres maldiciendo
o amenazando. (VR, 860)
Bonita era yo para no se lo decir (VR, 867)
Doyte la gracia de Dios. Modesta manera de reñir madres a niños. (VR, 916)
Negra cena tú tienes. Dice la madre al muchacho que se anduvo baldío. (VR, 1.006)
Lumbre de mis ojos. Dícenlo las madres a los hijos. (VR, 990)
Mi ce. A la mi fe. Mi fe. Juramentillos de mujeres. (VR, 1.001)
Ni esto. Dícese prendiendo con la uña del dedo pulgar en los dientes de la lumbre, soltando
como mostrando nonada. “No le debo ni esto”; “No le costó ni esto”; o: “No dará ni esto”.
Mujeres usan mucho esta frase. Como: “Ni un ceotí”; “Ni un cornado”. (VR, 1.007-1.008)
Noranegra. Por: “En hora negra”; frase muy usada de mujeres. (VR, 1.027)
Para las cinco horas de Dios. Es ordinario decir de mujeres desta manera, con horas, cuando las
esperaron o dieron tantos reales. “Dile ocho reales, para las ocho horas de Dios”; “Esperé cinco
horas, para las cinco horas de Dios”. (VR, 1.035)
Parece molino. Parece aceña. Dicho de mujeres por la casa, si no está bañada en agua; que son muy
amigas de barrer y regar; y más su cara. (VR, 1.036)
Por el alma que tengo en las carnes. Juramento; más ordinario de mujeres. (VR, 1.047)
Por el siglo de cuanto más quiero. Por el siglo de mi madre… de mi padre. Juramentos; más ordinarios
en mujeres. (VR, 1.047)
Como nací para morir. Razón o juramento de mujeres. (VR, 879)
En Dios y en mi ánima. Juramento, más usado de mujeres. (VR, 927)
Estemacá. Por: “Estéme acá”. Las madres, por desembarazarse de los muchachos chicos, los
envían a una parienta o vecina con este recado: “Ve a la señora Fulana, que te dé un poco de
estemacá”; con esto entienden, y detienen al muchacho embebido en algo. (VR, 953)
Hallamos además algunas locuciones
33
y variantes fonéticas y léxicas que se
atribuyen a mujeres, y que son casi siempre deformaciones vulgares de los dichos:
Coronilla de enero, San Sebastián primero; o Corderilla de enero… Viejas que trasoyen y no entienden
mudaron la palabra “corvilla” en “coronilla” o “corderilla” de enero, que es mediado enero; y
repítolo aquí para corregirlo y dejarlo en su modo. (VR, 188)
33
Locuciones nominales, o compuestos sintagmáticos nominales, huso de plata, que “llaman las mujeres”
al dinero con que se pagan las hilanderas (VR, 923); Es un santo (“Cuando las mujeres abonan a quien
quieren”, VR, 942) es una locución verbal atributiva; son locuciones comparativas: Como unas candelas.
Dícenlo mujeres, denotando lindeza en cosa o persona (VR, 1.097); Como unos azúcares. Comparación de
mujeres a cosas dulces (VR, 880); Un mozo como un pino de oro. Las mujeres alaban con esto hijos (VR,
1.096); etcétera. Vid. más ejemplos en Echevarría Isusquiza (2007).
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
266 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
La Ascensión os guarde, Conde, y la Santa Trinidad. El vulgo, y más las mujeres, pronuncian
“ensinción”, “insinción”, o “ansinción”. (VR, 410)
Correas constata también algunas peculiaridades léxicas: “Maza” dicen las
mujeres, por no decir “mala” (VR, 317); ¿Qué cuecen las que no tienen hombre? -Malaventura
con coles. “[…] y llámalo “malaventura” porque esta palabra es muy ordinaria de las
doloridas” (VR, 668)
34
.
En suma, los testimonios de la obra de Correas abonan la idea de que el habla
de las mujeres puede diferir de la de los hombres, aunque en la mayoría de los casos
estemos ante diferencias sutiles, cuantitativas antes que cualitativas
35
. Así lo advierte
nuestro gramático al notar que “úsanlo mucho” o es “más usado de mujeres” u
“ordinario (de mujeres)”, lo que signi ca hábito y frecuencia y no exclusividad, como
cuando reconoce que “hombres lo usan”. Adviértase que Correas se muestra sensible
a las peculiaridades masculinas, como en “En Dios y en mi conciencia. Juramento, más
usado de hombres” (VR, 927). Además, no siempre utiliza el hiperónimo mujer sino
que especi ca un subtipo que combina el género con otra variable: habla así de viejas,
gitanas, brujas, sayaguesas, etc. Las mujeres en general serán las de las clases populares
y de mediana edad, las que hacen los o cios de mujer, cuando se relacionan entre sí.
El cómo y el porqué
36
de las diferencias lingüísticas de género y de las preferencias
léxicas y fraseológicas de unas y otros, son una intensa comunidad de uso femenino en
los espacios comunicativos tradicionales
37
.
4.2 De mujeres: refranero temático
Los refranes de o cios o instrumentales constituyen un subtipo claramente
diferenciado en el acervo paremiológico de las lenguas
38
. Estas paremias conciernen a
trabajos prácticos y técnicos, y se vinculan a la actividad profesional de ciertos grupos
34
Más ejemplos en Echevarría Isusquiza (2007).
35
Pueden encontrarse buenas síntesis de los estudios sobre la sociolingüística del género en español en
Blas Arroyo (2005: 160 y ss.) y Moreno Fernández (1998: 39-40).
36
En la evolución de los estudios de género se ha producido una destacable desesencialización de esta
categoría, que ya no se contempla como un conjunto de características estáticas, determinadas por fac-
tores que escapan al control de los individuos (biológicos o ambientales) y que son estables en los
diferentes contextos. Block (2002) plantea con mucha claridad la evolución de los estudios de género y
la adopción de un punto de vista contextualizado y dinámico, “sociopragmático”, en palabras de San-
taemilia (2002).
37
Un hecho de la cultura tradicional que P. García Mouton (2003: 26) describe así: “La mujer siempre
vivió en comunidad. Alrededor de ella se organizaba la familia en un espacio cerrado y, fuera de él, sus
actividades eran, en general, más sociales que las del hombre, aunque limitadas a un mundo femenino.
[…] Protegidas en un ambiente familiar, donde los lazos serían afectivos y la comunicación constante
con los niños y los mayores, probablemente estaban más que acostumbradas a compartir sus razona-
mientos y a expresar afecto a través de la palabra. La conversación sería, para ellas, una forma de orga-
nizar la vida a su alrededor”.
38
Combet (1971: 27-48) subraya la importancia en el refranero español de los proverbios “de expresión
directa” (no metafórica o gurada, por ejemplo, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy), a la que
pertenecen precisamente los meteorológicos y agrícolas, los artesanos y todo lo que se podría cali car
como proverbios-receta, los médicos e higiénicos, etc.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 267
sociales. En el Vocabulario de Correas hallamos una nutrida colección de refranes que
contienen saberes prácticos, enseñanzas y re exiones relativos a las labores típicamente
femeninas de la época, la profesión de mujer; por ejemplo, el hilado, cuya conexión
con el género es tan estrecha que Correas registra la fórmula A las que hilan, como
“Respuesta a pullas y dichos que pican de hembra; que es: a las mujeres” (VR, 22). Lo
mismo cabe decir de la fabricación del pan, y demás tareas de la economía doméstica,
así como la crianza de los hijos, que son “los o cios de mujer y de casa”, por usar las
palabras del propio Correas:
La hija al huso, y el hijo al escudo. Dice a cuál lado están en el vientre de la madre en su preñez; y
también que a la hija se enseñen los o cios de mujer y de casa, y al varón los de hombre, para
servir en su república, y las armas para defender su patria. (VR, 421)
El hilado, trabajo femenino universal en la época, da lugar a numerosos refranes
de sentido literal: Con escobilla el paño, y la seda con la mano. Se ha de limpiar (VR, 181);
Costurera mala, la hebra de a brazada; o de a vara; o larga (VR, 190); La mazaroca a la osca,
marido a la horca; la mazorca al culo, marido cornudo; la mazorca en medio, marido a concejo
39
;
Cuando de noche se aspa, el diablo en el aspa cabalga (VR, 195), etc.
40
El pan y otras tareas domésticas: La masa de la pulida, con agua y no con harina
(VR, 427); A la moza que mal lava, siete veces le hierve el agua (VR, 18); Más vale rato de sol
que cuarterón de jabón (VR, 506). La crianza es el asunto de Boba madre tuviste si al mes
no te reíste (VR, 128); Cuando el niño dienta, la muerte le tienta (VR, 197); Cuando el niño
endentece, presto hermanece. Cuando el niño endienta, presto emparienta (VR, 197); Niño que
no ríe a las siete semanas, o es ruin, o tiene ruines amas (VR, 559), y otros muchos de la
misma naturaleza.
Asimismo, ciertas fórmulas que condensan algunos conocimiento sobre el
cuerpo femenino y salud e higiene en general, parecen destinadas especí camente
al adiestramiento de mujeres: Con la hierbalán y la ruda, no se muere criatura (VR, 182);
Guarte del sol de marzo, y estarás hermosa todo el año (VR, 368); Si quieres bien empreñar,
guárdate de segundar (VR, 742), etc.
Todas estas recetas sobre siología y cuidados forman parte aún del conjunto
de lecciones materiales destinadas a la esposa. Si a tu marido quieres matar, dale coles por
San Juan (VR, 729) transmite un consejo sobre salud de una forma directa, así que no
parece tener otro sentido que el literal. Sin embargo, los refranes técnicos o profesionales
también permiten una interpretación de corte moral:
Asienta culo, y henchirás huso. Que se asista al trabajo y lucirá. (VR, 106)
El pie en la cuna, las manos en la rueca, hila tu tela y cría tu hijuela (VR, 289)
Cual hilamos, tal andamos (VR, 192)
Dueña que mucho mira, poco hila (VR, 242)
39
Dice Correas que “Tiene lenguaje de la raya de Portugal en tierra de Ciudad Rodrigo, en el Abadengo.
(VR, 427). Según la anotación de Combet (ibidem), es refrán de hilanderas, quizá con alusiones obscenas
por el sentido gurado que solía darse al vocablo hueca.
40
En Echevarría Isusquiza (2007) puede verse una colección de ejemplos más amplia.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
268 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Lino ni lana no quiere solana; [o] ventana; o quintana. Destas tres maneras le acaban, y es todo uno,
porque con la humedad despide mejor la hebra; también quiere atentas y no embebidas en
mirar, y con este sentido se aplica a otras cosas y o cios. (VR, 460)
Y de aquí se pasa a Lino y marido, nunca es escogido (VR, 460), en el que el lino es
un mero pretexto.
4.3 De mujeres: educación, de nición y defensa
Pero también es este un refrán “de mujeres”, porque son “de mujeres” aquellos
que les están dirigidos, más aún porque son ellas mismas las que se instruyen entre
sí. Lo cual ocurre tanto en el caso de los saberes prácticos como en los de índole moral
que tienen que ver con la educación, de nición y también defensa de las mujeres, por
ellas mismas. Está claro que son unas las que aconsejan a otras acerca de cómo actuar
con el marido:
Sírvele como a marido, y guarte dél como de enemigo. Consejo a la casada. (VR, 751)
Al marido, ámale como a amigo, y témele como a enemigo (VR, 61)
Al marido, sírvele como a señor, y guárdate dél como de un traidor (VR, 61)
Comé con él y guárdate dél. Aviso a la mujer casada con su marido (VR, 168)
Tan buen bofetón da el marido malo, como el bueno y honrado (VR, 763)
Tan gran bofetón da, y tan recio, el marido malo como el bueno (VR, 763)
A tu esposo, muéstrale [palabra borrada] mas no del todo. A tu esposo, muéstrale el có, mas no del tó. A
tu marido, muéstrale el codo, mas no del todo (VR, 38)
A tu marido, muéstrale lo otro, mas no del todo (VR, 38)
Ni calentura con frío, ni marido en casa contino (VR, 546)
El testimonio concordante de Correas con rma de nuevo nuestra apreciación:
Al marido malo, ceballo con gallinas de a par del gallo. Reprehenden otras mujeres en esto a la que
regala al marido que no lo merece. Las gallinas de a par del gallo en el gallinero siempre son
las más gordas. Otro sentido es: que se le hagan caricias para salir la mujer con lo que quiere,
conforme al de arriba: “…cegallo…”. Más caritativo fuera que al marido malo, enfermo, se le
cebara y le regalara. Truécanse también las dos primeras palabras: “Al mal marido, cegallo…;
o ceballo…” (VR, 61).
A la hija, tápala la rendrija. Que la quites las ocasiones de tu casa, y no la des mal ejemplo en
que vea lo que haces con tu marido. “Rendrija” es: abertura para ver, y poderse comunicar con
quien gustare”. (VR, 17)
Ni todos los refranes que contienen consejos y avisos para las mujeres podrían
ser considerados de mujeres, ni mucho menos lo serán aquellos que hablan de ellas y
las de nen, entre los que se encuentran, precisamente, los que más odio y desprecio
destilan. Por ejemplo, “En mujeres, y ciegos, y frailes, los mosquitos son elefantes. Que por
poco que sepan y hagan, son muy alabados” (VR, 352), no parece típicamente dicho
por mujer (ni por ciego ni por fraile).
Sin embargo, hemos de reconocer que hay una serie de refranes dirigidos a
mujeres, y que van de los muy prácticos a los más espirituales, que sí piden por defecto
un contexto de transmisión que es la educación de mujeres por las propias mujeres.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 269
Consejos de belleza, como Guarte del sol de marzo, y estarás hermosa todo el año (VR, 368);
de economía doméstica: “Ni tu lino en tocas, ni tu pan en tortas. Porque lo que está en
menudencias vase de entre las manos sin sentir” (VR, 556). O sobre amores: Hombre
besador, poco empreñador, que según Correas, es refrán que “inventaron las mujeres”
(VR, 394).
Y también resulta lógico suponer que las mujeres se de enden a sí mismas de la
misoginia con el elogio y encarecimiento de sus cualidades y del valor del papel que
desempeñan en la sociedad:
Donde hay mujeres, hay modo (VR, 238)
A quien buena mujer tiene, ningún mal le puede venir que no sea de sufrir (VR, 31)
Dichos de viejas arrancan las piedras (VR, 226)
El consejo de la mujer es poco, y el que no le toma es loco (VR, 262)
Y con ironía, especialmente reconfortantes resultan los que contestan a la
machacona prescripción de que la mujer (más que el hombre) no sea ociosa:
Cogombros y agua de la noria, ¿de qué te quejas, señora?; [o] mujer? (VR, 167)
Puta, y pobre, y buena mujer, no puede ser (VR, 666)
Come, y duerme, y engorda; si te llamaren hazte sorda (VR, 169)
La que mucho hizo se muere, y la que poco, tambiene (VR, 442)
41
Llegados a este punto, que es el nal, vemos recorrido el camino que lleva de
la esceni cación del estereotipo de las conductas y palabras femeninas, vehículo para
transmitir múltiples enseñanzas, a la educación de mujeres a través de la transmisión
oral de saberes prácticos y de consejos morales. En este ámbito he querido destacar
el interés de la fraseología de mujeres (y entiéndase el complemento como genitivo
subjetivo), tal y como se deduce de los usos lingüísticos que corresponden al
desempeño de sus cometidos sociales, y teniendo siempre presente la forma en que el
propio Correas reparaba en ella. Constatamos que el refranero puede ser contemplado
a luz de distinciones que, como el género, permiten reconocer a algunos de sus sujetos,
nombrar las voces de la multitud anónima que forma la comunidad lingüística.
BIBLIOGRAFÍA
Abascal, M.D. (2004): La teoría de la oralidad, Málaga, Analecta Malacitana-Universidad
de Málaga.
Almela Pérez, R. y J. Sevilla Muñoz, (2000): “Paremiología contrastiva: propuesta de
análisis lingüístico”, Revista de Investigación Lingüística, 1: 7-47.
Ambadiang, Th. (1999): “La exión nominal. Género y número”, en I. Bosque y V.
Demonte (Eds.) (1999): Gramática descriptiva de la Lengua Española, Madrid, RAE
/ Espasa Calpe, III: 4843-4914.
41
Creo que la forma cabal de este refrán es la inversa: “La que poco hizo se muere y la que mucho tambiene”,
pues es así como cobra sentido el tópico de la muerte igualadora.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
270 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Arnaud, P.J.-L. (1991): “Ré exions sur le porverbe”, Cahiers de Lexicologie, 59: 5-27.
Blas Arroyo, J.L., (2005): Sociolingüística del español. Desarrollos y perspectiva en el estudio
de la lengua en contexto social, Madrid, Cátedra.
Block, D., (2002): “Language and gender and SLA”, en J. Santaemilia Ruiz et alii (Eds.),
Sexe i llenguatge: la construcció lingüística de les identitats de gènere. Quaderns de
Filología. Estudis Lingüístics, VII: 25-46, Valencia, Universidad de Valencia.
Bravo, F. (1992): “La négation antiphonique en espagnol. La formule de renforcement
“ni ínsulas ni ínsulos”: Étude synchronique et diachronique”, Bulletin Hispanique,
94: 619-672.
Calero Fernández, Mª Á. (1991): La imagen de la mujer a través de la tradición paremiológica
española (lengua y cultura), Barcelona, Publicaciones Universitat de Barcelona,
Tesis doctoral micro chada.
Calero Fernández, Mª Á. (1992): “Nombres parlantes femeninos en la onomástica
paremiológica española”, en M. Ariza et alii (Eds.) (1992): Actas del II CIHLE
(Sevilla, 1991), Madrid, Arco, II: 907-918.
Chevalier, M. (1978): Folklore y Literatura. El cuento oral en el Siglo de Oro, Barcelona,
Crítica.
Combet, L. (1971): Recherches sur le «refranero» castillan, París, Les Belles Lettres.
Combet, L. ([1967] 2000): «Prólogo de la edición de 1967», de Correas, G. ([1967] 2000):
XV-XXXIII.
Corpas Pastor, G. (1996): Manual de fraseología española, Madrid: Gredos.
Correas, G. ([1967] 2000): Vocabulario de refranes y frases proverbiales, texto establecido,
anotado y presentado por Louis Combet, Burdeos, Instituto de Estudios Ibéricos
e Iberoamericanos de la Universidad de Burdeos, 1967. Edición de Louis Combet,
revisada por Robert Jammes y Maïte Mir-Andreu, Madrid, Castalia.
Coseriu, E. (1981): “Introducción al estudio estructural del léxico”, Principios de
semántica estructural, Madrid, Gredos, 2ª ed., 87-142.
Covarrubias y Orozco, S. de ([1612] 1943): Tesoro de la Lengua Castellana o Española,
Madrid, Luis Sánchez; ed. de Martín de Riquer, Barcelona, S.A. Horta (con las
adiciones de Benito Remigio Noydens a la edición de 1673-1674).
Cruse, D.A. (2000): Meaning in Language. An Introduction to Semantics and Pargmatics,
Oxford, Oxford University Press.
De La Rosa, J. (1993): “La misoginia de refranes y frases proverbiales en los relatos
trágicos del siglo XVII en Francia y en España”, Paremia, 2: 199-204.
Echevarría Isusquiza, I. (2007): “Refranes y frases de mujeres en el Vocabulario de
Correas”, Conde Tarrío, G. (Dir.), El componente etnolingüístico de la Paremiología.
The ethnolinguistic Copmponent of Paremiology, Editions Modulaires Européenes
(E.M.E.), Fernelmont (Belgique), 86-116.
245
Refranes y género
ISSN: 0313-1329
Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272 271
Echevarría Isusquiza, I. y Arbulu Aguirre, J. (2008): “Apuntes sobre fraseología y
literatura”, Cadernos de Fraseoloxía Galega, 10: 79-94.
Frenk Alatorre, M. (1965): “Refranes cantados y cantares proverbializados”, NRFH, 15:
155-168.
Frenk Alatorre, M. (1997): “La compleja relación entre refranes y cantares antiguos”, I
Congreso Internacional de Paremiología. Paremia, 6: 235-244.
Frenk Alatorre, M. (ed.) (2004): Lírica española de tipo popular. Edad Media y Renacimiento,
Madrid: Cátedra, 13ª ed.
García Murga, F. (2002): El signi cado, Muenchen, Lincom Europea.
García Mouton, P. (2003): Así hablan las mujeres. Curiosidades y tópicos del uso femenino del
lenguaje, Madrid, La Esfera de los Libros.
Jammes, R. (2000): “Presentación” de Correas, G. ([1967] 2000): IX-XIII.
Lázaro Carreter, F. (1980a): “Literatura y folklore: los refranes”, en Estudios de lingüística,
Barcelona, Crítica: 207-217.
Lázaro Carreter, F. (1980b): “La lengua de los refranes, ¿espontaneidad o arti cio?” en
Estudios de lingüística, Barcelona, Crítica: 219-232.
Lyons, J. (1980): Semántica, Barcelona, Teide.
Menéndez Pidal, R. (1982): “Proemio” de Flor nueva de romances viejos, Madrid, Espasa-
Calpe, 5ª ed.
Moreno Fernández, F. (1998): Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje,
Barcelona, Ariel.
Pena Seijas, J. (1999): “Partes de la morfología. Las unidades del análisis morfológico”,
en I. Bosque y V. Demonte (eds.), Gramática descriptiva de la Lengua Española,
Madrid: RAE / Espasa Calpe, III: 4305-4366.
Real Academia Española ([1726-1739] 1992): Diccionario de la lengua castellana, en que
se explica el verdadero sentido de las vozes, su naturaleza y calidad, con las phrases
o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la
lengua, Madrid, Imprenta de Francisco del Hierro, Impresor de la RAE, 6 tomos.
Edición facsímil, Diccionario de Autoridades, Madrid, Gredos, 3 vols.
Rosal, F. del ([1601] 1992]: Origen y etymología de todos los vocablos originales de la lengua
castellana (1601, Ms. 6929—t 127 de la Biblioteca Nacional: Diccionario etimológico:
Alfabeto primero de Origen y etymología de todos los vocablos originales de la Lengua
Castellana), ed. facsimilar y estudio de Enrique Gómez Aguado, Madrid, CSIC.
Rosal, F. del ([1601] 1976]: Alfabeto tercero. La razón de algunos refranes, ed. de B. Russell
Thompson, Londres, Tamesis.
Santaemilia Ruiz, J. (2002): “Towards a pragmatics of gendered conversation: a few
general considerations”, en J. Santaemilia Ruiz et alii (Eds.), Sexe i llenguatge:
la construcció lingüística de les identitats de gènere. Quaderns de Filología. Estudis
Lingüístics, VII: 93-113, Valencia, Universidad de Valencia.
245
Isabel Echevarría Isusquiza
ISSN: 0313-1329
272 Estudios Humanísticos. Filología 33 (2011). -272
Schapira, Ch. (1999): Les stéréotypes en français. Proverbes et autres formules, París, Ophrys.
Tarnovska, O. (2000): «Refranes machistas ucranianos y españoles», en AADD, Trabajos
de lexicografía y fraseología contrastivas, Granada, Método.
Venier, M.E. (1985): “Como el asno, la mujer. De paremiología femenina”, Diálogos (El
Colegio de México), 21-124: 28-31.
Violi, P. (1991): El in nito singular, Madrid, Cátedra.
245
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
Chapter
Full-text available
Estudia los nombres propios femeninos que aparecen en el Refranero español cuyo contenido semántico denuncia, directamente o por antífrasis, una cualidad física o de carácter del personaje paremiológico que lo posee.
Article
Full-text available
En este número no se incluyeron resúmenes ni palabras clave.
Article
Full-text available
Tradicionalmente considerada como sinónima de « anafonia » o de simple « juego fónico », la noción de antifonía es privilegiada aquí - en detrimento de la de « expresividad », demasiado difusa y escasamente funcional - y redefinida con objeto de explicar, a partir de las implicaciones fónico-ritmicas, morfológicas y semánticas que reviste, la génesis y el funcionamiento de los binomios negativos basados en la alternancia gramatical del género. Este juego flexivo aparece, al término de la descripción, como un procedimiento onomasiología) de carácter predominantemente metalingüístico, instaurador de una verdadera « antonimia de significantes » en el discurso.
Thesis
Inaug.-Diss.--Barcelona, 1990. Includes bibliographical references. [v. 1] Estudio -- [v.2] Refraneros. Microfiche. http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/43136 Puede consultarse en pdf en la web de Tesis doctorales en Red: https://www.tesisenred.net/handle/10803/1604#page=1