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The marginalia of Marguerite Poretes Le Mirouer des simples ames: Towards a history of the reading of the Chantilly manuscript

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Abstract

This article argues the need to return to the study of the main manuscripts of the "heretical" book written by Marguerite Porete (Le Mirouer des simples ames) and study its codicological aspects which neither the editions, nor the modern translations, have taken into account. The study of the so-called Chantilly manuscript and its marginal marks (manicules, nota bene and iconography) reveal that the material aspect of the book was intended as a guide for the interpretation of the. Such material aspects provide us with information about the text transmission and its reception.
Critica del testo
XV / 1, 2012
viella
Critica del testo, XV / 1, 2012
Pablo García Acosta
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames de
Marguerite Porete: hacia una historia de la lectura
del manuscrito de Chantilly*
By raising the question of annotation, we place the study of
medieval literature in its medieval context as a cultural artifact.
S. G. Nichols1
1. Por una historia de la lectura del Manuscrito de Chantilly
En el año 2010 se cumplieron setecientos años de la quema de
Marguerite dicta Porete, beguina de Valenciennes y autora de Le mi-
rouer des simples ames2. A pesar de la escasa documentación que te-
* Esta investigación ha recibido una ayuda económica del AGAUR (Generali-
tat de Catalunya) a través del «Grupo de investigación de la Bibliotheca Mystica et
Philosophica Alois M. Haas». De entre los miembros de este grupo, quiero agrade-
cer a Victoria Cirlot de la Universitat Pompeu Fabra su generosidad, su capacidad
de discusión y su ánimo difícilmente olvidable. A su vez, quiero agradecer a Blanca
Garí los momentos compartidos con Marguerite como aglutinante. También deseo
dar las gracias a Pedro Rueda de la Universitat de Barcelona, por su inmensa ama-
bilidad, por los consejos y bibliografía de los que me dotó en los comienzos de esta
investigación. Por último, gracias a José A. Ramos Arteaga de la Universidad de
La Laguna por las anchas vías abiertas. El tema de este artículo surgió durante mi
investigación doctoral sobre la imagen en el Mirouer (Poética de la visibilidad del
Mirouer des simples ames de Marguerite Porete, Barcelona 2009, publicada en la
base de datos TDX y consultable on-line en http://www.tesisenxarxa.net/. Para un
resumen teórico y un ejemplo de análisis práctico, v. mi Ermeneutica dell’imma-
gine ne Le Mirouer des simples ames di Marguerite Porete: Il caso dell’aquila di
Ezechiele, en «Atti dell’IVSLA», 168 [2010], pp. 219-254).
1. S. G. Nichols, On the Sociology of Medieval Manuscript Annotation, en Annotation
and Its Texts, ed. by S. A. Barney, New York-Oxford 1991, p. 47.
2. Para conmemorar la gura y obra de la beguina de Valenciennes en el setecien-
tos aniversario de su ejecución, se celebró en Paris el Colloque International Margue-
rite Porete (organizado a caballo entre la academia francesa y la americana), donde se
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nemos sobre su vida, su gura sigue suscitando un interés esencial
en la comunidad académica, que debe acudir a la obra por la que fue
condenada para intentar extraer siquiera un rasgo que nos aclare quién
fue, cómo vivió, qué creía. Por fortuna, el Mirouer fue una suerte de
best-seller medieval y gracias a ello, y a pesar de la susodicha conde-
na, han llegado hasta nosotros diferentes traducciones de un autógrafo
que hoy en día no poseemos, pero que las indagaciones más recientes
conrman escrito primariamente en francés antiguo3. Así, los trabajos
iniciales de edición de R. Guarnieri4, P. Verdeyen5, M. Doiron6 y E.
Colledge7 nos han dotado de unos textos-base sobre los que trabajar a
los que rodea, en cierto sentido, un silencio biográco que no nos per-
sintetizaron muchos de los puntos de vista tradicionales de la historiografía poreteana y
se trazaron algunas perspectivas nuevas sobre la interpretación de su vida y obra.
3. Además de la versión de Chantilly y otros fragmentos franceses, que tendre-
mos ocasión de comentar ampliamente en el curso de este artículo, la difusión del
Mirouer nos ha llegado a través de las siguientes versiones (para la edición estándar
e información sobre cada una de ellas, v. las notas subsiguientes): a) una traducción
latina, única a pesar de las variantes textuales, recogida en cinco manuscritos en la
Biblioteca Vaticana y fragmentariamente en un manuscrito de la Bodleian Library;
b) dos versiones diferentes al italiano desde el texto latino, probablemente del siglo
XIV: de la más antigua sólo conservamos un manuscrito, mientras que la segunda
está consignada en tres; c) una traducción al inglés medio desde el texto francés, re-
alizada entre 1350 y 1360, recogida en tres copias manuscritas. Desde esta versión
se volvió a hacer una nueva traducción al latín.
4. Para el texto del manuscrito de Chantilly, v. Le mirouer des simples ames
– Margaretae Porete Speculum Simplicium animarum, ed. by R. Guarnieri and P.
Verdeyen, Turnhout 1986 (Corpus Christianorum, Continuatio Medievalis, 69), el
texto aquí editado se citará de ahora en adelante como Mirouer. El manuscrito más
antiguo de las versiones italianas, el ms Riccardiano 1468, ha sido editado como
«Appendice» en Lo specchio delle anime semplici, a c. di R. Guarnieri, tr. di G.
Fozzer, comm. di M. Vannini, Milano 1994 (Classici del pensiero cristiano, 9),
pp. 502-624, citado de ahora en adelante como R. Guarnieri et al. Actualmente, D.
Falvay está trabajando en la edición de ambas versiones, como nos comunicó en su
ponencia The two italian versions of the Miroir and its Hungarian Connections, en
el Colloque international Marguerite Porete, v. arriba.
5. Cf. P. Verdeyen, Introduction, en Mirouer, pp. VIII-XII.
6. M. Porete, «The Mirror of Simple Souls». A Middle English Translation,
ed. by M. Doiron, Roma 1968 (extraído de «Archivio Italiano per la Storia della
Pietà», 5), pp. 241-355.
7. Para las glosas explicatorias de la tradición inglesa, v. The Glosses by «M.
N.» and Richard Methley to «Mirror of Simple Souls», ed. by E. College and R.
Guarnieri, Apéndice a ibid., pp. 357-382.
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mite más que ensayar reconstrucciones sobre Marguerite como gura
histórica8. Por otro lado, la difusión de ediciones académicas de las di-
ferentes versiones de la obra ha permitido que las líneas de investiga-
ción se hayan centrado en la inteligencia del texto a nivel teológico, en
el estudio de sus fuentes, de su lenguaje, de sus imágenes o, incluso,
de su auditorio9. Hoy, sin embargo, asistimos a un renacer de los estu-
dios poreteanos focalizado en los avatares materiales de los códices10.
Este artículo se encuadra dentro de tal renacimiento e intentará acer-
carse al manuscrito conservado en Chantilly, Musée Condé, ms 157;
F XIV, ancien 98611, no tanto como el vehículo del texto francés del
Mirouer, sino como un artefacto cultural, como un dispositivo histó-
rico de lectura, que necesita ser entendido e interpretado de manera
global, potenciando el estudio de los aspectos materiales a los que no
8. A esto hay que añadir, por supuesto, la otra documentación que rodea «el
caso Porete»: sobre todo, los documentos del proceso inquisitorial (cf. los valiosos
documentos editados y comentados en P. Verdeyen, Le procés d’inquisition contre
Marguerite Porete et Guiard de Cressonessart, en «Revue d’Histoire Ecclésiasti-
que», 81 [1986], pp. 47-94), y las noticias que encontramos en las dos crónicas, la
de la G. de Nangis, coetáneo a la quema de Marguerite, y la de G. des Preis o d’Ou-
tremeuse: para referencias bibliográcas y un buen comentario sobre ambas, v. R.
Guarnieri et al, pp. 11-17. Por otro lado, dos buenas introducciones a la gura y
obra de Marguerite, que la insertan en la tradición de la mística femenina medieval,
se encuentran en los capítulos: Margarita Porete († 1310), en G. Épiney-Burgard y
É. Zum Brunn, Femmes trouvadours de Dieu, Turnhout 1988, y B. Garí, El anona-
damiento del alma en Marguerite Porete, en V. Cirlot, B. Garí La mirada interior.
Escritoras místicas y visionarias en la Edad Media, Madrid 1999, pp. 207-237.
9. La literatura secundaria comienza a ser inmensa. Como bibliografía bá-
sica, v. p. e. C. Müller, Marguerite Porete et Marguerite d’Oingt de l’autre côté
du miroir, New York 1999, pp. 11-18, sobre todo las nn. 20-22. Para bibliografía
actualizada, v. S. A. Kocher, Allegories of Love in Marguerite Porete’s “Mirror of
Simple Souls”, Turnhout 2008, pp. 191-202.
10. El debate sobre las características de Ch (v. nota siguiente) como texto
base ha sido abierto por R. E. Lerner, que en su artículo New Light on The Mirror
of Simple Souls, en «Speculum», 85 (2010), pp. 91-116, discute la validez de Ch
como texto francés able, tomando como base algunos fragmentos del Mirouer
en francés antiguo descubiertos en la Biblioteca Pública de Valenciennes por G.
Hasenohr. Estos están editados y son discutidos por su inventora en G. Hasenohr,
La tradition du Miroir des simples âmes au XVe siecle: de Marguerite Porete (†
1310) à Marguerite de Navarre, en «Comptes rendus des séances de l’Academie
des inscriptions et belles-lettres», 143 (1999), 4, pp. 1347-1366.
11. De ahora en adelante, Ch.
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se ha acercado la crítica anterior12. Evidentemente, la idea de afrontar
aquí el análisis completo de los márgenes de los 119 folios de Ch es
absurda. Sin embargo, en las páginas que siguen queremos sentar unas
bases a través de la discusión de conguraciones concretas de folios
que, por un lado, muestren la riqueza de estos marginalia y, por otro,
supongan un primer paso tanto para el debate académico como para
la realización de un futuro estudio en profundidad sobre este tema. En
todo caso, debemos referirnos, antes de comenzar estos análisis, a la
descripción más completa que se ha hecho de Ch, que es la que reali
Romana Guarnieri en su fundamental obra de 196513.
Allí, en tres páginas, la estudiosa italiana se encarga de los acci-
dentes materiales del manuscrito con la meticulosidad y cuidado que
caracterizaban su escritura. Nos habla, por ejemplo, y siguiendo el
modelo de la descripción codicológica tradicional, de las medidas del
libro. Y es que cuando hablamos de Ch lo hacemos de un libro peque-
ño, compacto (20.5 x 14.7 centímetros). Este tamaño sumado a las
marcas de sus poseedoras que encontramos en su f. 1r14; al hecho de
12. Como su título indica, este artículo toma su enfoque esencial en las corrien-
tes de historia de la lectura que se han venido desarrollando en las últimas décadas.
Han sido especialmente importantes los puntos de vista desarrollados por B. Cer-
quiglini, Eloge de la variante: Histoire critique de la philologie, Paris 1989; S. G.
Nichols, Philology in a Manuscript Culture, en «Speculum», 65 (1990), 1, pp. 1-10
y S. Wenzel, Reections on (New) Philology, ibid., pp. 11-18; así como I. Illich, In
the Vineyard of the Text. A Commentary to Hugh’s “Didascalicon”, Chicago 1993.
De forma más especíca, también hemos tomado ideas e inspiración de algunas re-
copilaciones provenientes de ámbito estadounidense que citaremos en su momento y
que se concentran en los marginalia de ciertas obras de la cultura medieval de manera
rica e innovadora. Para el caso de los manuscritos del Mirouer ha sido especialmente
estimulante la lectura del estudio de M. Cré sobre el manuscrito de la British Library,
ms Additional 37790, que contiene una de las versiones inglesas del Mirouer, notas
de lector y otros textos de tipo místico-contemplativo que ella trata siempre en su
carácter misceláneo (Vernacular Mysticism in the Charterhouse: A Study of London,
British Library, MS Additional 37790¸Turnhout 2006). V., a su vez, su Women in
the Charterhouse? Julian of Norwich’s Revelation of Divine Love and Marguerite
Porete’s Mirror of Simple Souls in British Library, MS Additional 37790, en Writing
Religious Women. Female Spirituality and Textual Pratices in Late Medieval Eng-
land, ed. by C. Whitehead and D. Reveney, Cardiff 2000, pp. 43-62.
13. R. Guarnieri, Il movimento del Libero Spirito. Testi e documenti, Roma
1965 (estratto da «Archivio Italiano per la Storia della Pieta», 4), pp. 502-504.
14. Gracias a esta nota sabemos que perteneció a varias monjas de la Comu-
nidad de Damas Religiosas de la Madeleine. En su f. 1r leemos: «Ce present livre
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que sólo contenga una obra, el Mirouer; y a la extremada uniformidad
de su corpus e incluso, como veremos, de sus marginalia, nos indica
que nos encontramos ante un objeto diseñado para el uso individual,
para ser transportado y leído cómodamente en privado15. Por otro lado,
Guarnieri nos habla de las marcas de agua que nos permiten situar la
fabricación del libro en la región de Orleans, en un marco temporal
que va de 1450 a 153016. El nacimiento del códice en esta región pa-
rece conrmada por la inscripción que también encontramos en el f.
1, en el que leemos «De conventu magdalenes prope aurellianis»17. La
combinación de estos datos permite a la estudiosa italiana encuadrar
la producción de Ch en un paisaje más o menos nítido: el de la Región
de Orleans a nales del siglo XV-inicios del XVI.
Además de estas evidencias materiales, en el segundo párrafo
Guarnieri nos describe otras señales que porta el manuscrito y que
ya podemos encuadrar dentro del material marginal que caracteri-
za a Ch: los números de foliación, las signaturas y los reclamos18.
Evidentemente, los dos primeros tipos de marcas son posteriores a
la copia: ello es fácilmente comprobable si atendemos al tipo de
est a Jehanne» y «Ce present livre est a Jehanne Bontemps et le donne et delaisse
apres mon trespas a ma lle Seur Claudine Bontemps religieuse au desusdit couvent
de la Madeleine». Sobre la Comunidad de La Madeleine-lès-Orléans, v. Hasenohr,
La tradition cit., p. 1351 y la bibliografía allí citada. Por su parte, R. Guarnieri
reproduce el folio en el estás frases se encuentran, v. Il movimento cit., gura I y lo
comenta en su p. 503.
15. Sobre la lectura silenciosa en la Baja Edad Media, v. P. Saenger, La lectura
en los últimos siglos de la Edad Media, en G. Cavallo, R. Chartier, Historie de la
lectura dans le monde Occidental, Paris 1997, tr. esp. Historia de la lectura en el
mundo Occidental, Madrid 2001, pp. 211-259; así como su Manières de lire médie-
vales, en Histoire de l’édition française, dir. H.-J. Martin et R. Chartier, 4 voll.,
Paris 1982, I, pp. 137 ss. También Illich, Vineyard cit.
16. Proporcionamos aquí el esquema de marcas de agua, que complementa la
información proporcionada por Guarnieri: [Paratextos: f. 2, lis (l); f. 3, cruz (c); f. 6,
l]; f. 9, l; f. 12, c; f. 14, l; f. 15, l; f. 17, l; f. 20, c; f. 22, c; f. 24, c; f. 25, l; f. 28, c; f.
29, l; f. 32, l; f. 34, l; f. 35, c; f. 37, c; f. 40, c; f. 42, l; f. 43, c; f. 45, l; f. 48, l; f. 49
c; f. 52, l; f. 53, c; f. 56, l; f. 58, l; f. 59, c; f. 61, c; f. 63, c; f. 66, l; f. 67, c; f. 70, l;
f. 71, c; f. 73, c; f. 76, l; f. 78, l; f. 79, c; f. 82, l; f. 83, c; f. 86, l; f. 87, c; f. 90, l; f.
91, c; [laguna entre ff. 92 y 93]; f. 94, c; f. 96, c; f. 99, l; f. 101, l; f. 102, c; f. 105,
l; f. 106, c; f. 109, l; f. 111, l; f. 113, l; f. 114, c; f. 116, c; f. 118, c.
17. V. Guarnieri, Il movimento cit., p. 503.
18. Para las signaturas y foliación, v. ibid., p. 502.
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grafía con el que han sido trazadas y la contrastamos con la del resto
del códice. La estudiosa italiana las atribuía al ocio del rilegato-
re, del encuadernador: tal atribución parece correcta, según nuestras
propias indagaciones19. En todo caso, ya que estas marcas han sido
objeto de una interpretación correcta y provechosa no conformarán
el objeto de este artículo. Nosotros nos concentraremos en otras que
conviven con éstas y con el corpus principal del Mirouer: notas bene
que subrayan lugares, los recomiendan y que, en ocasiones, los valo-
ran20; manículas que señalan puntos especícos del texto; esquemas
e, incluso, un ejemplo iconográco, la única imagen que conserva-
mos que posee un vínculo directo con la obra de Marguerite.
***
Introduzcámonos ya en nuestro análisis armando que nunca se
ha ignorado que Ch posee marginalia. Desde la descripción codico-
lógica que de él hizo Romana Guarnieri, a la que nos hemos venido
reriendo, sabemos que21:
Il testo è stato collazionato e corretto da più mani e di varia natura sono le
numerose postille marginali: correzioni e integrazioni di lacune, rinvii ad altri
passi, commenti spesso esclamativi o, più di rado, esplicativi, segnalazione di
passi particolarmente signicativi a mezzo di manine guantate dalle lungue
dita o di Nota bene, pochi rinvii a passi scritturali, oltre a qualche frase di più
difcile intelligenza, che abbiamo riportato in nota ai respettivi passi.
19. Sin embargo, los reclamos son contemporáneos a la copia: su presencia
en los versos de los folios inmediatamente anteriores a aquéllos que contienen una
signatura nos permiten conrmar la existencia de una reencuadernación que segu-
ramente coincide con las actuales guardas con las armas Bourbon-Condé y que se
realizó sobre 1770. Agradecemos a los bibliotecarios de la «Bibliothèque du Châte-
au» su ayuda en lo que a este asunto se reere.
20. W. Schipper da una buena denición de estas anotaciones en Textual Varie-
ties in Manuscript Margins, en Signs on the Edge. Space, Text and Margin in Medieval
Europe, ed. by S. Larratt Keefer and R.-H. Bremmer Jr., Paris-Leuven-Dudley 2007,
p. 27: «The marks draw attention to portions of the main text that someone, whether
the original writer or a later anotator, wanted to emphasize as a particulary sententious
passage, or to indicate a citation from a well-known writer».
21. Guarnieri, Il movimento cit., p. 503. En su edición del CCCM de 1986,
Guarnieri lo repite sintetizándolo: «Le marge contient nombre d’apostilles ajoutées
par différentes mains» (Mirouer, p. VIII).
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Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 251
Esta declaración se complementa, además, con cuatro fotogra-
fías en blanco y negro de algunos de sus folios: sólo en una de ellas,
reproducción del f. 38r de Ch (v. nuestra tab. I)22, podemos apreciar
los marginalia en forma de cinco notas bene en el margen exterior y
dos «manine guantate dalle lungue dita», una en cada margen, ocu-
pando la del derecho también casi la totalidad del margen inferior.
En esta fotografía hay rasgos importantes que se pueden observar
a simple vista y otros a los que sólo podemos tener acceso con una
consulta directa del manuscrito o a una buena digitalización a color
del mismo. Por ejemplo, en la fotografía podemos ver la disposición
de las notas en el margen externo; podemos leer claramente que las
cuatro primeras notas están en francés, mientras que la quinta está
en latín; podemos observar que las notas están subrayadas y que la
manícula23 de la derecha posee una ejecución segura y unos ornatos
bastante elaborados respecto a los de la izquierda. Lo que no podemos
percibir en esta reproducción es, sin embargo, importantísimo para
una lectura correcta de esta página y, por extensión, del manuscrito
entero: no vemos, para empezar, el color rojo estratégicamente distri-
buido en elementos concretos del espacio de escritura24.
Aquí, el rojo está presente en las rúbricas que repasan práctica-
mente cada una de las mayúsculas que nos encontramos, en los subra-
22. Cf. su gura III.
23. El signo está catalogado como el «signe fonctionnel», número 421.14 en
D. Muzerelle, Vocabulaire codicologique, Paris 1985. Sobre este signo, llama la
atención la importancia que ha tenido en la historia de la lectura y los escasos
estudios que hablan sobre ellos. Recientemente, la evolución y uso de este «mar-
cador» está siendo objeto de pesquisas por parte de W. H. Sherman, v. su excelente
Towards a History of Manicule, en Owners, Annotators and the Signs of Reading,
ed. by R. Myers, M. Harris and G. Mandelbrote, Newcastle-London 2005, pp. 19-
48, donde trata la terminología aplicable al signo, revisa la bibliografía que de él se
había ocupado y abre diversos caminos para estudios futuros.
24. También estas rúbricas (aunque no los subrayados de las notas) habían
sido incluidas por Guarnieri en su descripción de 1965, (Il movimento cit. p. 503):
«Nel testo, titoli e iniziali di capitolo son sempre in rosso; non cosí nella Table, che
ha le iniziali rinforzate soltanto di un tratto verticale rosso». Esta información, con
una leve variación, es repetida en la edición del CCCM de 1986: «Les titres, les ini-
tiales et les personnages du dialogue sont écrits en rouge» (Mirouer, p. VIII). Sobre
la importancia de las letras rojas frente a las negras en lo que a marca autoritaria se
reere, ha hablado S. A. Baron, Red Ink and Black Letter: Reading Early Modern
Autorithy, en AA. VV., The Reader Revealed, Washington D. C. 2001, pp. 19-30.
Pablo García Acosta252
Tab. I - f. 38r (cliché CNRS-IRHT, ©Bibliothèque du Château de Chantilly).
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yados de cada una de las notas bene y en los adornos del guante de la
gran manícula de la derecha. Estos pequeños toques de color confor-
man un contraste tan acusado con el grueso de texto y con las mismas
notas marginales, escritos ambos en tintas pardas, que la construcción
de la página difícilmente se entiende sin ellos. Perdemos, así, la posi-
bilidad de visualizar un esquema de relaciones de lectura que se basa
en el color y en la interrelación de notas, texto del Mirouer y maní-
culas. Por otro lado, al no poder manejar el libro en su totalidad per-
demos la visión de conjunto por la que estos elementos marginales se
distribuyen por todo el manuscrito, no como accesorios secundarios,
sino como verdaderos interfaces de acceso a la lectura.
Como podemos observar, un folio de Ch está revestido de una
complejidad causada en gran parte por su sistema de anotación. Así,
armamos que el análisis de estos marginalia como parte integran-
te del objeto que denominamos Ch es esencial para, al menos, tres
cuestiones básicas: la primera, aportar datos inéditos a una historia
de la recepción del Mirouer25; la segunda, individuar qué lugares del
libro interesaron a ciertos lectores y conrmar que este texto en este
contexto no era sentido como herético, sino que era leído, releído,
admirado y degustado26; la tercera, señalar mediante qué interfaces
se aproximaban al contenido del libro, i. e. cómo leían el manuscrito
o bien lo preparaban para lecturas posteriores, y cómo ello contrasta
con nuestros modos modernos de lectura del texto del mismo.
2. La(s) lectura(s) del Mirouer
Para empezar es necesario asentar que los estratos de lectura
son complejos y que los intentos de atribución de una autoría a sus
marginalia son, por ahora, infructíferos. Respecto a los elementos
25. Historia que, por otro lado, ya han ensayado B. Garí, Mirarse en el espejo:
Historia de la recepción de un texto, en «DUODA», 9 (1995), pp. 99-120 y Kocher,
Allegories cit., pp. 49-56.
26. Nos referimos aquí a la diferencia de valor y función que poseen las manícu-
las y las notas bene frente a, por ejemplo, las glosas de los manuscritos ingleses.
Aquéllas implican la posibilitación de un acceso a la lectura o el subrayado de un
pasaje que se considera importante, digno de ser leído y reencontrado; éstas implican
una explicación del texto, una interpretación del mismo (en el caso inglés, de manera
ortodoxa). Trataremos con detalle estas divergencias a lo largo de este capítulo.
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marginales es obligatorio, con Guarnieri, pensar que hay diferentes
autores27. Las distintas realizaciones de las manículas, por ejemplo,
parecen conrmarlo: las diferencias de estilo (de calidad en el trazo,
de colocación en la página, de tamaños…) y de estrategia lectora (de
uso de las mismas respecto al texto central) son evidentes. En el caso
de las anotaciones, esto está claro tanto porque el análisis paleográ-
co identica distintos tipos de letra28, como porque están redactadas
en diferentes lenguas, francés y en latín29.
Como primer ejemplo de análisis veamos la conguración del
folio 15v (tab. II).
Nos encontramos en pleno «XJe chappitre», aquél en el que el
Alma explica a los contemplativos nueve puntos esenciales sobre el
Alma anonadada. Por supuesto, la forma en la que lo hace es la que
articula todo el libro, el diálogo alegórico entre el Alma y Razón.
Comenzaremos armando que este capítulo, bastante largo para los
estándares del Mirouer, en Ch ocupa desde el folio 14v hasta las pri-
meras líneas del folio 18r. Internamente, el texto se articula a través
de la enunciación por parte de Amor de cada uno de los puntos, que
son una colección de máximas apofáticas, que Razón en principio
no entiende y se hace glosar por Amor. En Ch cada uno de estos
nueve puntos se encuentra estructurado en la página de maneras di-
versas, dentro de la separación general del capítulo: la primera es a
través de la rúbrica con la que comienza la frase. Por ejemplo, en el
folio que reproducimos en la segunda línea «Le quint point es…»
la mayúscula inicial está marcada con rojo. Sin duda, es ésta una
primera muestra de diferentes rasgos que despuntan en este manus-
crito y que nos llevan a pensar en Ch como un libro de devoción de
lectura eminentemente visual. Esta idea se refuerza mediante otro
marcador que nos encontramos en todo el capítulo de manera homo-
génea: las anotaciones al margen que muestran en qué lugar exacto
inician los puntos de interés. En el folio 15v, por ejemplo, vemos
que están marcados los inicios de tres puntos: «Le quart»; «Le .ve
y «Le .vje.». Como decimos, este marcador es homogéneo durante
27. V. la cita que reproducimos en nuestra p. 250.
28. Ya lo armaba Guarnieri, Il movimento cit., p. 503.
29. Las notas en latín conforman una minoría frente a las francesas, que son
mucho más abundantes y normales en Ch.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 255
Tab. II - f. 15v (cliché CNRS-IRHT, ©Bibliothèque du Château de Chantilly).
Pablo García Acosta256
todo el capítulo y conforma una vía rápida de acceso a una parte
determinada del texto.
Nunca debemos olvidar que por denición las anotaciones mar-
ginales de Ch son guías de lectura y no glosas, i. e. las notas nunca
aclaran o hacen una exégesis sobre elementos del corpus textual,
sino que los indican, los individualizan, en el grueso del texto30. Se-
gún nuestra perspectiva, el problema general de las notas bene de Ch
está en determinar si las debemos interpretar como marcas de lector
o, en cambio, como parte del dispositivo de lectura del manuscrito,
i. e. si las anotaciones se realizaron sobre el manuscrito después de
la copia en una lectura individual o si ya las notas (o al menos un
grupo de ellas) venían incorporadas como las rúbricas, la división en
capítulos, la puntuación31En principio, no es posible armar con
seguridad ninguna de las dos posibilidades, ya que, como sabemos,
la tradición del texto francés del Mirouer empieza y acaba con Ch32,
pero miremos más de cerca la distribución de las notas bene.
En este sentido, la evidencia principal muestra que las anotacio-
nes de Ch se distribuyen por todo el códice, pero no de manera ho-
mogénea: efectivamente, las encontramos desde su inicio (la prime-
ra nota bene aparece en el f. 9v) hasta el nal (la última nota es la del
f. 117r), pero con una diferencia en su distribución: se concentran
claramente al principio del códice. Si bien también las manículas se
reúnen al principio, después van escaseando hasta desaparecer com-
pletamente a partir del f. 72r. Según nuestra perspectiva, una buena
hipótesis que explicaría esta distribución irregular es la siguiente: en
Ch pudo existir un grupo de notas homogéneo que siguió el proceso
de copia del que nos habla W. Schipper33 hasta formar parte del libro
mismo, de su aparato de lectura. Este grupo primigenio sería engro-
30. Tal y como apunta la descripción de W. Schipper que reproducimos arriba,
en nuestra n. 20.
31. Según W. Schipper (Textual Varieties cit., p. 27, cursivo nuestro), esta copia
de las notas junto con el texto principal fue una práctica habitual: «These annotations
must at one time have been incidental in the sense that they were simply added in the
margins because a reader wanted to mark the passage for himself, but they were cop-
ied along with the main text into new copies of the book, and in the process became a
part of the book itself, instead of remaining strictly marginal and peripheral».
32. Obviando, claramente, los fragmentos en francés antiguo de inuencia
picarda encontrados por Hasenohr, La tradition cit.
33. V. arriba, nuestra n. 31.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 257
sado y se confundiría posteriormente por las anotaciones privadas
de los diversos lectores del manuscrito, que usarían manículas dife-
rentes (pardas o rojas, ornadas o no, sencillas o monumentales…), y
notas bene en distintos formatos (francés, latín, con o sin abreviatu-
ras…) para marcar los pasajes que les interesaban.
Este proceso invasivo de las anotaciones personales que se in-
corporan en copias posteriores pasando a formar parte del libro34 (con
otra terminología, de la obra) se encontraría reforzado, aún como
hipótesis, en el caso de Ch, ya que hay otros códices que también
tienen anotaciones y que desgraciadamente no han sido editados. En
la edición bilingüe y estándar del Mirouer P. Verdeyen, describien-
do codicológicamente los manuscritos latinos, dice sobre el Vat. Lat.
4355 (que él denomina A): «Du début à la n l’on trouve des notes
marginales qui résument l’idée ou mettent en valeur une expression
particuliére. Notre édition ne mentionne pas ces notes de lecteur»35.
Quizá no sea una sospecha vana pensar que un grupo importante de
esas notas que resumen y valoran el corpus del Mirouer coincidan con
las que contienen los márgenes de Ch. Este trabajo de revisión, como
tantos otros en este sentido, debe aún llevarse a cabo no sólo para
emprender una historia de la lectura del Mirouer, sino para acercarnos
más certeramente a la historia de Marguerite y su libro.
Por otro lado, muchas de estas notas marcan el texto a través de
su calicación: no es raro leer en los márgenes de Ch «No[tez] ycy
belle matere» (f. 33r) o «No[tez] ycy merveilles» (f. 37r) o, incluso,
«Cest po[ur] rire» (f. 35r), anotaciones que encauzan la lectura de
manera codicada, pero valorativamente positiva. Tal valoración,
que ya está implícita en el simple hecho de que exista un multitud
de marcas de lector que subrayan partes y temas del libro que nos
ocupa, nos informa, a su vez, de la lectura del Mirouer no como libro
herético, sino como libro de devoción36. A esto debe sumársele que
34. La idea de la anotación como proceso invasivo está en R. Hanna III, Anno-
tation as a Social Practice, en Barney (ed.), Sociology cit., p. 182.
35. Mirouer, Introduction, p. IX. La existencia de marginalia en A y la nece-
sidad de volver a describirlo y compararlo con las otras copias existentes ha sido
notada por Lerner, New Light cit., p. 115, n. 102.
36. Sabemos que Ch probablemente tenía una página de título que fue recorta-
da y de la que aún queda una na tira de papel en el manuscrito. Cabe preguntarse si
aparecería allí el nombre de su autora y de si éste fue el motivo de su censura.
Pablo García Acosta258
los temas que las notas introducen, aquéllos que debían interesar o
que interesaron efectivamente a los lectores de Ch, incluyen algunos
de los más controvertidos pasajes del Mirouer: p. e. la predilección
por los pasos apofáticos37 o por uno de los quince puntos de la con-
dena de Marguerite, que se indica en nota como: «No[tez] q[ue] sans
remors on doit prendre ce q[ue] est a nature necessaire» (f. 25r)38.
***
Volvámonos ahora hacia otro folio, el 37r, que nos permitirá
revisar algunas de las hipótesis que venimos desarrollando en estas
páginas e introducir otras vías de discusión nuevas (tab. III).
Éste se encuentra encabezado por el título del «XXXIIIJe chap-
pitre», que trata «Comment l’Ame dit que d’elle elle ne peut nient»,
esto es, el capítulo parte de un desarrollo apofático puesto en boca
de Amour39. Formalmente, este folio nos permite conrmar que no-
tas y manículas están dispuestas en la página de forma que dan un
acceso privilegiado a ciertos pasos textuales requeridos por el lector.
Por ejemplo, tenemos cuatro notas y tres manículas. Dos de las no-
tas están en latín; una en francés y la última, la del margen interior,
está en un terreno lingüístico ambiguo que oscila entre el vulgar y el
latín. Fijémonos ahora en la distribución espacial de las notas y las
manículas respecto al corpus central. En este folio tres lugares del
texto del Mirouer están doblemente marcados por ambos elementos
(«Et le mieulx […]»; «Cest a dire […]» y «Mais, sire, […]»40). Ade-
más de esto, cada doblete manícula-nota se da en una combinación
diferente, que son las tres que nos encontraremos por todo el ma-
nuscrito: manícula-nota en el margen exterior (bastante normal)41;
37. V., por ejemplo, el f. 37r que analizamos a continuación o el f. 48v, que se
reere al «LJe chappitre» diciendo «Quel bien cest cognoistre nient».
38. Es el punto que sobrevive en el Chronicon de G. de Nangis: «Quod
Anima adnichilata in amore Conditioris sine reprehensione conscietiae vel re-
morsu potest et debet naturae quidquid appetit et desiderat concederé» (citado
por Guarnieri et al, p. 15).
39. Mirouer, p. 110.
40. Ibid., p. 110, 7; p. 112, 14 y 22, respectivamente.
41. El catálogo sería extenso, simplemente propondremos algunos ejemplos
muy claros: ff. 9r; 13r (2); 21r; 23r (2); 30v (2); 31r; 31v; 33v…
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 259
Tab. III - f. 37r (cliché CNRS-IRHT, ©Bibliothèque du Château de Chantilly).
Pablo García Acosta260
manícula en el margen interior-nota en el margen exterior (más raro,
pero con algunas realizaciones)42 y manícula-nota en el margen in-
terior (muy raro)43.
Esta reduplicación de los signos de llamada puede tener varias
explicaciones, diacrónicas y sincrónicas, que nos llevarían a una am-
plia enumeración de hipótesis de autoría. Aquí no nos interesa tanto
tratar de elucidar cuántos autores hay detrás de cada folio, como
comprobar que, en este caso, las manículas y las notas apuntan a los
mismos pasajes y que, por otro lado, esto nos lleva a pensar en una
combinación de las mismas, que se da en muchos lugares del manus-
crito y que parece no deberse tanto a una superposición de estratos
de lectura como a un funcionamiento sígnico buscado y empleado a
conciencia. En todo caso, W. H. Sherman, que en este momento es
el estudioso que mejor ha tratado todo lo referente a las manículas,
nos habla de un manuscrito en el que existe una interrelación clara
entre manículas y notas bene: él arma que la función de tales mar-
cas es intercambiable y que en el caso al que él se reere (las marcas
de un lector a un comentario del De anima aristotélico de 1486) es
evidente que el anotador ha reduplicado la marca, insertando la nota
al lado de la manícula44. Esto es lo que parece ocurrir en muchos
casos de Ch, pero no podemos estar seguros de ello. Para entender
este punto en toda su dimensión, detengámonos antes de dejar atrás
este análisis en un aspecto fundamental del comportamiento de las
manículas de este códice respecto al texto.
En la gran mayoría de los casos las manículas de Ch se compor-
tan como aquí, haciendo referencia al inicio de una frase que está ru-
bricada en rojo («Mais […]»)45. Esta indicación visual se refuerza en
42. Ff. 13v; 19r; 23v; 31v (2)…
43. Esta nota es excepcional incluso en su colocación: sólo en otra ocasión (f.
10r) nos encontramos tal conguración.
44. «The most common function of the manicule (by far) was simply point-
ing to a passage that someone involved in producing or using the book considered
worth nothing (…). In the Folger’s copy of Gaetano Tiene’s 1486 commentary on
Aristotle’s De Anima the pointing hand is functioning as a visually striking version
of the most common annotation at all ─ “nota” or “nota bene”», Sherman, Towards
cit., p. 38. V., a su vez, su Fig. 6, en la p. 39.
45. Sobre «la dimensión visual del acto de rubricar» («the visual dimension of
the rubrication»), v. Nichols, Philology cit., pp. 49-50.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 261
muchos casos iluminando de rojo los adornos del guante y las puntas
de los dedos: esto crea un contraste básico entre las tintas pardas con
las que se escribe el resto de la página y ja un fuerte vínculo visual
entre manícula y rúbrica. La manícula es, pues, una interface exacta
y meticulosa que da acceso al texto46. En el folio que nos ocupa, por
ejemplo, los puntos que ornamentan el guante, la línea central que
lo cruza a la altura de la muñeca y todas y cada una de las puntas de
los dedos (o de las uñas) están pintadas de rojo. Lo mismo ocurre
con las otras dos manículas de la página. Sabemos adónde están se-
ñalando por una cuestión de contrastes, de semántica del color47. De
hecho, en la mayoría de los casos, la manícula no señala directamen-
te a la línea donde se encuentra la información que quiere indicar,
sino la dirección en la que se encuentra la rúbrica: hecho que se hace
evidente al usuario del códice desde el primer vistazo al folio.
Por otro lado, hemos de revisar otro aspecto de la combinación
notas-manículas de Ch: si realmente es difícil separar los estratos
de lectura no es sólo por la falta de información histórica sobre sus
lectores, sino más bien porque en el manuscrito existe una tendencia
a la homogeneización. Con esto nos referimos a que, como venimos
repitiendo desde un principio, las notas y manículas se distribuyen
por todo el libro conformándose a través de rasgos distintivos -
nimos. Esto puede deberse, según nuestra perspectiva, a dos razo-
nes: la primera, que los signos al margen fueran trazados en un arco
temporal relativamente corto, dentro de una comunidad con estra-
tegias lectoras similares48. W. H. Sherman pone de relieve que, en
todo caso, esto puede ser un error de percepción moderna, ya que
46. Sherman, Towards cit., p. 20, subrayados nuestros, nos dice, describiendo
las manículas de un lector de principios del s. XVI: «(…) Parker’s pointing hands
effectively do the work of “indexing” in the expanded sense described by Bartho-
lomaeus pointing, displaying, and leading (or, to use that text’s most striking
formulation, “greeting, showing, and teaching”». Son precisamente estas tres fun-
ciones, formuladas de dos maneras distintas, las que le atribuimos a las manículas
de Ch: ellas son tres semas perfectos para denir la mistagogia. Sobre las funciones
de este signo, v., especialmente, las pp. 35-43.
47. Cf. Baron, Red Ink cit.
48. Como Hanna III, Annotation cit., p. 179, nos informa, el anotador siempre
está mediado por la propia cultura lectora en la que se inserta: en este sentido, esta
tendencia de la que hablamos no consistiría en otra cosa que en una culturalización
de los signos de lectura.
Pablo García Acosta262
«(…) after the signature and the monogram, the manicule was the
most striking personal symbol a reader could develop and deploy
(…). For early modern readers (…) their symbols, and in particular,
their written hands, are more likely to be recognizably theirs»49. La
segunda, que se buscara realmente ese aspecto de homogeneidad
del libro a imagen, por ejemplo, de algunos libros a imprenta del
período incunable.
***
Como último análisis propondremos un folio en el que encon-
tramos un elemento marginal único en Ch: una imagen referida al
texto (tab. IV).
Ante todo debemos subrayar la oposición entre signo conven-
cional de lector (las manículas o las notas bene) frente a esta otra
gura que es especícamente una gura que proviene del Mirouer.
Si nos preguntamos por el porqué de esta armación debemos mi-
rar este folio, de nuevo, en la interrelación de los elementos que lo
componen. En este sentido, tenemos que tener en cuenta las maní-
culas, los comentarios marginales y este dibujo como parte de una
recepción del texto del «XXIIJe chappitre» al que se están reriendo
y con el que están interactuando. Si acudimos a él y lo leemos vere-
mos que allí se plantea un tema común en la mística bajomedieval:
el alma ebria de conocimiento divino50. Si nos acercamos al pasaje
contenido en este folio que comentamos, encontraremos una des-
cripción bastante curiosa, la de un tonel o barril (tonneau)51:
Il advient bien que il y a pluseurs broches en ung tonneau, mais le plus cler
vin, et le plus nouveau, et le plus prouftable, et le plus delictable, et le plus
enyvrant est le vin de la broche de dessus. C’est la boisson souveraine, de
laquelle nu ne boit fors la Trinité. Et de celle boisson sans ce qu’elle en boyve
est l’Ame Adnientie yvre, l’Ame Enfranchie yvre, l’Ame Obliee yvre, mais
49. Sherman, Towards cit., p. 43.
50. Cf. las referencias de B. Garí, El espejo de las almas simples, Madrid
2005, p. 213, n. 82. En este capítulo la ebriedad se introduce en Mirouer, 86: 16.
Hemos tratado la tradición del imaginario del barril y la ebriedad divina en con-
textos plásticos cercanos al Mirouer en nuestra tesis de doctorado, Poética cit., pp.
145-166, especialmente las pp. 161-164.
51. Mirouer, 86-88: 34-43.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 263
Tab. IV - f. 29v (cliché CNRS-IRHT, ©Bibliothèque du Château de Chantilly).
Pablo García Acosta264
tres yvre, mais plus que yvre de ce que oncques ne beut ne ja ne bevra. Or
ouez et entendez pour plus grant declaration. En ce tonneau de divine boisson
a sans faille pluseurs broches. Ce sçait l’umanité qui est joincte a la personne
du Filz de Dieu, qui boit a la plus noble, après la Trinité ; et la Vierge Marie
boit a celle d’après et est de la plus haulte ceste noble dame yvre. Et aprés
elle, boyvent les ardants Seraphins, sur les ales desquelx ces Franches Ames
volent.
Como vemos, el texto habla de diferentes canillas («pluseurs
broches») distribuidas a diferentes niveles en el barril, diferencián-
dose la que está más arriba («la broche de dessus») por la calidad
del vino que brota de ella («le plus cler vin […] et le plus en-
yvrant»). Si seguimos leyendo, observaremos como la descripción
se complementa con la de otras tres canillas más, que también se
ordenan jerárquicamente según su posición respecto a la primera
(a través de la reiteración de aprés), que determina tanto la calidad
del vino como el bebedor que de cada una de ellas puede saciar su
sed: la humanidad unida a la persona del hijo de Dios («l’umanité
qui est joincte a la personne du Filz du Dieu»), la Virgen María
(«le Vierge Marie») y los ardientes seranes («les ardans Sera-
phins»), respectivamente. En efecto, la miniatura ejecutada por
mano anónima en el margen exterior dibuja, i. e. realiza de manera
puntual, la descripción visual contenida en el texto. Por otro lado,
la deducción referencial está avalada por una línea que brota de la
canilla superior y otra que lo hace de una de las inferiores aproxi-
mándose al grueso de lo escrito, haciendo referencia al lugar donde
comienza su descripción respectiva52.
Por otro lado, reduplicando la referencia al texto, hay dos maní-
culas53 que apuntan a los lugares en los que comienza cada una de las
52. La distribución de las canillas (tanto a nivel escritural como en el tonel di-
bujado) apuntan hacia una concepción mnemotécnica de la imagen, que distribuye
los conceptos numérica y espacialmente, ayudando a la comprensión y a la memo-
ria. V. nuestras nn. siguientes y los estudios, ya clásicos: M. Carruthers, The Book
of Memory, Cambridge 1993 y The Craft of Thought. Meditation, Rethoric and the
Making of Images, 400-1200, Cambridge 1998.
53. Dejaremos de lado, por motivos de discurso, la manícula del superior del
margen exterior. Solamente nos referiremos a las dos manículas más cercanas al
margen inferior. Ambas son de color pardo claro y están ornamentadas con rojo:
la última falange (o la uña) está marcada por este color y la pulsera del guante,
así como los puntos que las decoran son también rojos. Sin duda alguna, estas dos
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 265
decripciones, pero de manera más precisa: la manícula del margen
interior se reere a la oración que inicia la descripción del tonel y
de la primera canilla («Il advient bien […]»); aquélla del margen
exterior, lo hace reriéndose a la descripción de las tres canillas in-
feriores («En ce tonneau […]»). Veamos esquemáticamente cómo se
interrelacionan los elementos que componen el folio (tab. V).
Como vemos, los fragmentos a los que los marginalia dan acce-
so se encuentran triplemente marcados. En primer lugar, por las no-
tas bene, que introducen temáticamente, valoran y guían la lectura;
en segundo lugar, por las manículas, que gracias a la combinación de
tintas pardas y rojas permiten localizar exactamente a qué inicio de
frase se está aludiendo (en este caso, además, la doble marca nota-
manícula es evidente); en tercer lugar, el barril, que desarrolla de
manera plástica lo que el texto describe de manera visual, es un lo-
calizador de éste y no otro pasaje. Por último, debemos armar que
este tonel supone la única representación plástica directamente vin-
culada con el texto de Marguerite que conocemos. En este sentido,
su mera existencia en el margen puede justicar toda una hermenéu-
tica de la imagen en el Mirouer ya que, como toda imagen medieval,
se reviste de una serie de funciones mnemónicas y se justica por
razón teológica54.
3. Los márgenes de Chantilly y el Mirouer futuro
Con estos breves apuntes no hemos querido más que abrir una
vía de estudio que tiene un manuscrito del Mirouer como centro de
sus pesquisas, emitiendo ciertas hipótesis iniciales que un estudio
en profundidad conrmará o rechazará. Creemos que en un caso
como el de Marguerite Porete, lleno de las incógnitas y las lagunas
manículas han sido dibujadas por la misma mano y su tinta parece coincidir con
aquélla del barril (que de base es parda) y con la de las notas marginales de este
folio. El tonel, en sí, está trazado con una tinta de base parda clara, como la que se
usa en el resto de los marginalia del manuscrito. A posteriori, se han intercalado
con las líneas horizontales que cruzan el barril líneas rojas. Las canillas también son
rojas, así como las líneas que conectan la ilustración con el texto. También el bulto
de la izquierda es rojo.
54. El análisis de este folio principia nuestra tesis doctoral y, con el ejemplo
del tonel como base, desarrollamos toda su base teórica, v. Poética cit., pp. 1-28.
Pablo García Acosta266
Tab. V - f. 29v, esquema.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 267
documentales propias de lo que G. Épiney-Burgard y E. Zum Brunn
denominaron «la tradición silenciada»55, no se debe eludir la her-
menéutica de elementos tan ricos como los que Ch contiene en sus
márgenes. En este sentido, una historia completa de la lectura de Ch
aportaría información básica a los estudios de recepción del Mirouer
y nos ayudaría a comprender mejor las guras de Marguerite y su
libro. Y es que creemos que no basta concebir los signos margina-
les como signicativamente vagos, simplemente porque su rango de
codicación sea muy alto. Propondremos un último ejemplo para
intentar mostrar hasta qué punto esta idea de «codicación de los
signos funcionales» puede ser errónea.
Como hemos visto, las notas bene de Ch toman, sin excepción,
una forma imperativa plural que en muchos casos se da sin abrevia-
tura (Notez). Por supuesto, ésta es una forma codicada, tanto en
los márgenes de muchos de los manuscritos franceses de la época
como en aquéllos de algunos incunables, sobre todo de ciertos li-
bros de devoción del norte de Europa contemporáneos a Ch. Pero no
debemos olvidar tampoco que este libro, antes de pasar a la colec-
ción de la Biblioteca Condé, estuvo en posesión de ciertas mujeres
de comunidad de La Madeleine-lès-Orléans. ¿Quizá las notas bene
(o al menos cierto grupo de ellas) fueron pensadas para insertar la
lectura del Mirouer en un contexto comunitario? Encontramos una
nota en el f. 108v que parece apuntar en esta dirección. Allí, en el
margen exterior, leemos: «Notez bien bonnes pucelles». Si bien es
verdad que el vocativo puede ser una alusión a las «Damas en nada
conocidas», a las «Almas simples» a las que continuamente se di-
rige el texto, sería éste un ejemplo único. Miremos a qué pasaje del
Miroeur hace referencia56:
Aprés, la regarday ou propos de sa virginité; mais je tiens d’elle que, se tout le
monde deust avoir esté sauvé par son moyen pour yssir de l’estre de virginité,
elle ne s’i fust ja d’un sel penser consentie, puisque Jhesucrist le povoit de sa
bonté, par le moyen de sa mort, faire.
Como vemos, nos encontramos en la segunda parte del Mirouer,
en el «CXXVJe chappitre», al principio del regart dirigido a María.
El tema central del fragmento (que, por otro lado, inicia y termina
55. V. referencia bibliográca en nuestra n. 8.
56. Mirouer, 126, 362: 6-10.
Pablo García Acosta268
en este mismo lugar) es su virginidad: cómo es absurdo pensar que
María tuviera que sacricarla para redimir a la humanidad, cuando
sería su hijo el que, a través de su muerte, lo haría. Como sabemos,
aunque María sea una imagen modélica en varios pasajes del Mi-
rouer, su virginidad es un tema que, aparte del fragmento citado,
casi no se trata. Este vocativo único en Ch, «bonnes pucelles», así
como el énfasis temático, parece conrmar el carácter mistagógico
que se le ha atribuido a este segundo bloque de la obra57, y, quizá,
nos da otro índice sobre cómo ésta se leía.
Y es que si de algo nos pueden hablar los marginalia es de re-
cepción. En este sentido, el ejemplo del tonel (tonneau) es señero,
pues la mera existencia de un elemento iconográco que interpreta
el texto de manera visual, nos permite hablar de una comprensión de
la imagen, que se reviste de unos valores plenamente bajomedievales
y requeridos por la autora de la obra. Así, a través de una miniatura
de hechura sencilla, seguramente de realización no-profesional, nos
volvemos hacia una percepción de la imagen, que se ve interiormen-
te y, después, se vierte en el papel. Por otro lado, y siguiendo con el
asunto de la recepción, debemos reiterar que los rasgos de lectura y
apreciación que observamos en Ch nos hacen plantearlo como un
texto que era leído como ortodoxo: no olvidemos que las notas y las
manículas invitan a introducirnos en lugares provechosos o están
ahí para recordar cómo volver a ellos. Las valorizaciones del apa-
rato anotativo, en este sentido, siempre serán positivas, autorizando
implícitamente las doctrinas que señalan.
De manera más general y como conclusión, de este artículo se
deduce la necesidad que existe en los estudios poreteanos de reto-
mar el estudio codicológico de los manuscritos del Mirouer, pero
no simplemente desde la descripción, sino desde una hermenéutica
meticulosa de todos los elementos que los componen58. Ello puede
57. Sobre esta división interna ha hablado B. Garí, Filosofía en vulgar y mi-
stagogía en el ‘Miroir’ de Margarita Porete, en Filosofía in volgare nel Medioe-
vo, Atti del Convegno della Società italiana per lo studio del pensiero medievale
(S.I.S.P.M.) (Lecce, 27-29 settembre 2002), a c. di N. Bray e L. Sturlese, Louvain-
la-Neuve 2003, pp. 133-153.
58. Es obligatorio volver a citar el excelente estudio de M. Cré, Vernacu-
lar cit., que realiza el análisis del manuscrito London, British Library, Additional
37790 en este sentido.
Critica del testo, XV / 1, 2012
Los marginalia de Le Mirouer des simples ames 269
ser importante para determinar ciertos aspectos aún oscuros en los
estudios sobre Marguerite y su libro: por ejemplo, el de la liación
de los manuscritos59. En este sentido, si nos centramos en Ch, debe-
mos armar que la necesidad de completar las descripciones codi-
cológicas de R. Guarnieri describiendo los marginalia del códice,
su función y comportamiento en la página y en la lectura, haciendo
énfasis en asuntos que no han sido tratados aún, como la semánti-
ca de las tintas y de los elementos marginales, la interacción entre
los diversos elementos de la página, su comportamiento dentro del
libro como totalidad, etc. Sólo ocupándonos de estos rasgos podre-
mos elucidar asuntos tan importantes como la posibilidad de que Ch
fuera copiado con un formato determinado que incluyera un grupo
de notas, en francés y distribuidas por todo el manuscrito. Que una
hipótesis como ésta se conrme o se refute abrirá, en todo caso, nue-
vas perspectivas para leer un Mirouer futuro.
59. Ya hemos observado en estas páginas que no sólo Ch posee marginalia
vírgenes: al menos el manuscrito latino que P. Verdeyen denomina A comparte esta
característica. Hasta qué punto son comparables Ch y A en este sentido sólo lo de-
terminará un estudio futuro a fondo.
Article
Full-text available
This article claims a critical return to the study of the main manuscripts of the “heretical” book written by Marguerite dicta Porete (Le Mirouer des simples ames) for analizing codicological aspects which neither the editions, nor the modern translations, have taken into account. In doing so we propose a series of analysis of the so-called Chantilly manuscript (Musée Condé, ms. F xiv 26, cat. 157) and the manuscripts of the Latin tradition kept in the Vatican Library (Biblioteca Apostolica Vaticana, Vat. Lat. 4355; Cod. Rossianus 4; Cod. Chigianus B IV 41; Cod. Chigianus C IV 85 and Vat. Lat. 4953) based on the marginal marks (manicules, nota bene and iconography) which identify those books more as reading devices than as mere material supports of a text. We will show how these elements provide us with information about the text transmission and its reception (its reading)
Por su parte, R. Guarnieri reproduce el folio en el estás frases se encuentran, v. Il movimento cit., figura I y lo comenta en su p. 503. 15. Sobre la lectura silenciosa en la Baja Edad Media, v. P. Saenger, La lectura en los últimos siglos de la Edad Media
  • G Cavallo
  • R Chartier
a Jehanne» y «Ce present livre est a Jehanne Bontemps et le donne et delaisse apres mon trespas a ma fille Seur Claudine Bontemps religieuse au desusdit couvent de la Madeleine». Sobre la Comunidad de La Madeleine-lès-Orléans, v. Hasenohr, La tradition cit., p. 1351 y la bibliografía allí citada. Por su parte, R. Guarnieri reproduce el folio en el estás frases se encuentran, v. Il movimento cit., figura I y lo comenta en su p. 503. 15. Sobre la lectura silenciosa en la Baja Edad Media, v. P. Saenger, La lectura en los últimos siglos de la Edad Media, en G. Cavallo, R. Chartier, Historie de la lectura dans le monde Occidental, Paris 1997, tr. esp. Historia de la lectura en el mundo Occidental, Madrid 2001, pp. 211-259; así como su Manières de lire médievales, en Histoire de l'édition française, dir. H.-J. Martin et R. Chartier, 4 voll., Paris 1982, I, pp. 137 ss. También Illich, Vineyard cit. 16. Proporcionamos aquí el esquema de marcas de agua, que complementa la información proporcionada por Guarnieri: [Paratextos: f. 2, lis (l); f. 3, cruz (c);