Content uploaded by Pablo Mendez-Quiros
Author content
All content in this area was uploaded by Pablo Mendez-Quiros on Jan 26, 2016
Content may be subject to copyright.
QHAPAQ HUCHA
CERRO ESMERALDA
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Proyecto acogido a
Ley de Donaciones Culturales [Ley Valdés]
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
EL DOMINIO INCA EN TARAPACÁ
EL CERRO ESMERALDA Y
LA RITUALIDAD DEL TAWANTINSUYU
Entre los años 1400 y 1532 D.C.; los quechuas
que habitaban el valle del Cusco lograron
convertir una pequeña sociedad andina en uno
de los imperios más extensos de América: el
Tawantinsuyu. En este período, se organizó
políticamente un extenso territorio que abarcó
desde el sur de Colombia, Ecuador, Perú, parte
de Bolivia, Chile y Argentina.
En momentos cruciales, los incas realizaron
complejos ceremoniales sobre las principales
cumbres de Los Andes. En estos rituales llamados
Qhapaq Hucha (Capacocha) se ofrendaban
personas, alimentos, bebidas y objetos de gran
simbolismo a las principales waca’s y divinidades
del imperio: Wiracocha (el Hacedor), Inti (el Sol) e
Illapa (el Trueno).
La palabra Qhapaq Hucha es de origen quechua
y se usa para denominar al ritual en sí como al
espacio sacralizado donde se realizaron estas
ofrendas. Etimológicamente, el concepto es
utilizado para nombrar los sacrificios humanos;
sin embargo, su significado profundo remite al
envío de mensajeros para los dioses.
La colección que se exhibe, proviene de una de las
pocas Qhapaq Hucha emplazada bajo los 5.000
metros de altura. El Cerro Esmeralda fue escenario
de este ritual de importancia excepcional para el
Tawantinsuyu, entre los años 1399 y 1475 D.C.
El estudio de sus particularidades, ha entregado
valiosa información para comprender la historia de
los incas y su proceso de expansión en el norte de
Chile. La iconografía, los materiales ofrendados,
las mujeres elegidas y el emplazamiento de
esta Qhapaq Hucha, son un testimonio único
respecto de las relaciones establecidas entre
los tarapaqueños y el Tawantinsuyu antes de
la conquista española. Con el estudio de esta
colección arqueológica, reconstruimos parte de
las estrategias políticas e ideológicas desplegadas
por los incas para incorporar Tarapacá a su
imperio.
Este ajuar funerario es resguardado en el
Museo Regional de Iquique desde el año de su
descubrimiento en 1976, año en que este sitio
arqueológico fue accidentalmente destruido
con dinamita por la instalación de antenas en
su cumbre. Hoy, se presenta a la comunidad
una propuesta que condensa los resultados de
la investigación y los trabajos de conservación
desarrollados entre los años 2011 y 2012. De
esta manera, esperamos contribuir a la valoración
y conocimiento de este legado cultural que
atestigua un capítulo fundamental en la historia
de Tarapacá.
Invitamos a conocer el proceso de incorporación
de la región de Tarapacá al Tawantinsuyu a partir
de un sitio arqueológico único. Esta herencia
cultural es de todos y sólo, seremos capaces de
protegerla si la comprendemos como parte de
nuestro pasado, presente y futuro.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
INCA DOMAIN IN TARAPACA
THE ESMERALDA HILL AND
THE TAWANTINSUYU RITUAL
Between the years 1400 and 1532 A.D. the
Quechuas inhabiting the Cusco valley turned
a small Andean society into one of the most
extensive empires in America: the Tawantinsuyu
Empire. During this period an extensive territory
was politically organized ranging from the south of
Colombia, Ecuador, Peru, and portions of Bolivia,
Chile, and Argentina.
During these crucial times, the Incas performed
complex ceremonial rituals on the main peaks
of the Andes. These rituals were called Qhapaq
Hucha (Capacocha) where people, food,
beverages, and objects of great symbolism were
offered to the main waca’s and divinities of the
empire: Wiracocha (the Creator), Inti (the Sun),
and Illapa (the Thunder).
The words Qhapaq Hucha have Quechua origins
and they are used to describe the ritual and the
sacred place where offerings were performed.
Etymologically, the concept is used to designate
human sacrifices; however, their deeper meaning
refers to sending messengers to the gods.
The collection exhibited in this room stems from
one of the few Qhapaq Hucha located below 5000
meters of altitude. The Esmeralda Hill was witness
to this ritual of exceptional importance for the
Tawantinsuyu, between 1399 and 1475 A.D. The
study of its peculiarities has delivered valuable
information to understand the Inca history and
their expansion process through the north of Chile.
The iconography, offerings, selected women,
and the location of this Qhapaq Hucha are a
unique testimony of the relationships established
between the inhabitants of Tarapaca and the
Tawantinsuyu before the Spanish conquest. The
study of this archeological collection reconstructs
part of the political and ideological strategies
deployed by the Incas to incorporate Tarapaca
into their empire.
These funerary trappings have been stored at
the Regional Museum of Iquique since the year
they were found, 1976, the year in which this
archeological site was destroyed with dynamite to
install antennas at the summit. The community
was presented with a proposal that summarizes
the results of the investigation and conservation
work performed between 2011 and 2012. Thus,
we believe to be contributing to the appreciation
and knowledge of this cultural heritage witness of
an essential chapter of history of Tarapaca.
We invite you to become acquainted with the
process of incorporation of the region of Tarapaca
into the Tawantinsuyu Empire from a unique
archeological site. This cultural heritage belongs
to all of us and we will only be able to protect it
if we are able to consider it as part of our past,
present, and future.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Línea de tiempo, región de Tarapacá.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
TARAPACÁ
EN TIEMPOS DEL TAWANTINSUYU
Antes de la llegada de los incas y como resultado
de un largo proceso de interacción con el paisaje
desértico, la sociedad tarapaqueña alcanzó un
significativo desarrollo cultural, económico y
demográfico, particularmente en la precordillera
gracias a su producción agrícola y ganadera.
Las quebradas de Camiña, Tarapacá, Mamiña,
Quisma y Guatacondo, así como el Altiplano y la
costa albergaron una población numerosa que
conformó un sistema social con amplia cobertura
territorial.
La conquista del Collasuyu se inicia, según los
documentos históricos, bajo el gobierno del Inca
Pachacutec quien derrota a los Colla del sur del
Lago Titicaca, en la primera mitad del siglo XV.
Luego, bajo el gobierno de Topa Inca Yupanqui
se habría conseguido el dominio total sobre el
pueblo Colla, extendiendo el poderío incaico
sobre el noroeste argentino y el territorio de Chile
hasta el río Maipo.
Para la incorporación de Tarapacá, el
Tawantinsuyu desarrolló una sofisticada
estrategia de dominación simbólica a partir de
la apropiación de lugares significativos para las
poblaciones locales, incluyendo la fundación de
lugares sagrados para afianzar la restructuración
del paisaje simbólico regional. En consecuencia,
no se produjo una incorporación violenta, sino que
se estableció un espacio de negociación, donde
los líderes y autoridades locales accedieron a
subordinarse al estado incaico, articulando la
producción comunitaria a la estructura política
del imperio, conservando aspectos centrales
de su identidad. El Cerro Esmeralda es el sitio
ceremonial incaico más destacado de la región,
y nos permite situar su incorporación efectiva al
Tawantinsuyu durante las primeras décadas del
siglo XV D.C.
Son varios los elementos que hicieron de Tarapacá
una región atractiva para los incas como era su
producción agrícola y ganadera en la precordillera
y Altiplano, la extracción de productos marinos y
de guano de pájaros en la costa; y la extracción de
minerales en la Cordillera de la Costa, precordillera
y Altiplano. Esta variedad de recursos, junto al
hábil manejo del territorio desarrollado por los
tarapaqueños, constituye la principal motivación
para la incorporación al Tawantinsuyu.
Los principales sitios construidos por los incas se
articularon al sistema de poblados prexistente en
la región, y se relacionan con distintos aspectos del
proceso de dominación. El sitio Inkaguano 2 cerca
del poblado altiplánico de Quebe se relaciona con
funciones ceremoniales y administrativas; por su
parte Collahuasi 36 es un campamento orientado
a la explotación minera; mientras que el principal
centro administrativo incaico se emplazó en el
corazón de la región, y se conoce como Tarapacá
Viejo frente al actual pueblo de San Lorenzo de
Tarapacá.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Sitio Inkaguano 2, Región de Tarapacá.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
LAS REDES VIALES
DEL TAWANTINSUYU
Qhapaq Ñan: Sistema vial incaico compuesto por una serie de caminos preincaicos e incaicos.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Para la administración de este gran territorio bajo
la autoridad del Inca, era fundamental contar
con una red expedita de caminos, centros de
almacenamiento de especies llamados collcas
y una serie de instalaciones anexas al sistema
vial más importante de América como puentes,
albergues, tambos y chasqui huasi.
Este sistema vial se llamó Qhapaq Ñan y se
componía por una serie de caminos preincaicos e
incaicos que fueron articulados para comunicar al
imperio en su vasta extensión. Su extensión total
es difícil de estimar; sin embargo, se calcula en casi
6.000 kilómetros lineales de camino, los cuales
nacían desde el centro del Cusco en dirección
a los cuatro puntos cardinales. Este sistema
estaba compuesto por caminos principales,
donde se invertían importantes recursos
diseñándose modificaciones en el paisaje para
superar obstáculos geográficos, siendo usual la
instalación de una superficie empedrada que se
extendía por muchos kilómetros, especialmente,
en las zonas más pobladas. Para el Desierto
de Atacama, el camino se identifica como una
huella de características variables, incluyendo el
empedrado en la proximidad de algunos poblados
como Socoroma y Caspana o el simple despeje de
piedras y vegetación en la superficie. Este camino
se extendió desde el sur de Colombia hasta Chile
permitiendo el contacto de millones de personas.
En el extremo norte de Chile, el Qhapaq Ñan se
desplazó por la parte alta de la precordillera,
comunicando una serie de pueblos y localidades
como Putre, Socoroma, Zapahuira, Chapiquiña,
Belén, Saxamar, Ticnamar, Codpa, Sahuara,
Nama, continuando hacia Tarapacá y Pica.
Por su parte, en la región de Antofagasta se
conocen dos ramales principales: uno de estos
comunica el altiplano boliviano, Ollagüe y el río
Loa, accediendo a las localidades de Lasana y
Chiu Chiu. Un segundo ramal se desplaza por el
río Salado y sus afluentes, comunicando desde el
Abra de Cupo al sur con las localidades de Topain,
Turi, Ayquina, Caspana el río Salado y San Pedro
de Atacama. En los faldeos del volcán Miño, el
camino procedente del río Loa se une con otro
proveniente de la Pampa del Tamarugal vía
quebrada de Guatacondo y Copaquire. Es probable
que este camino fuera el llamado Camino Real de
los Llanos o de la Costa, el cual atravesaría de
norte a sur la Quebrada de Tarapacá, el oasis de
Pica y la Quebrada de Guatacondo.
Gracias a las investigaciones recientes, es posible
establecer la existencia de tres sectores del
Altiplano de Tarapacá con presencia vial incaica:
un sector norte localizado en las cercanías
del pueblo de Cariquima, otro central situado
principalmente en la depresión del Huasco y
el tercero al sur, emplazado en la cuenca de
Ujina, entre Collahuasi y las cabeceras del río
Loa, permitiendo que los caminos construidos
en el Altiplano de Tarapacá, pudieran articular
localidades distantes en sentido transversal.
En la actualidad, el Qhapaq Ñan ha sido postulado
a la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad
por su valor histórico, arqueológico y patrimonial,
integrándose los distintos tramos que aún se
conservan en los países de Colombia, Ecuador,
Bolivia, Argentina, Chile y Perú, este último gestor
de la iniciativa.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
LOS INCAS
Y LOS SACRIFICIOS HUMANOS
El sacrificio – ofrenda de personas era realizado
por el Tawantinsuyu para buscar el necesario
equilibrio entre el mundo de los hombres y el mundo
divino, ya que existía la creencia que las personas
sacrificadas se convertían en representantes de
los hombres frente a las deidades, los cuales
podrían intervenir en su favor. Estos sacrificios se
efectuaban en circunstancias muy excepcionales
como la muerte, nupcias, nacimiento o ascensión
de un Inca, fenómenos naturales de sequías y
catástrofes, solsticios, momentos de crisis y para
consolidar la dominación de ciertos lugares. Se
realizaba para propiciar el favor de las waca`s
del Tawantinsuyu hacia el soberano buscando su
protección, especialmente en el Collasuyu.
La persona ofrendada encuentra un premio en el
sacrificio, en su relación directa con la divinidad.
El acto del sacrificio, en algunos casos, fue sin
recibir daño físico, mediante la inducción al
sueño eterno a través del uso de alguna bebida;
en otros, por medio de un golpe o trauma o el
haber sido enterrados vivos.
Los destinatarios de los sacrificios eran las
divinidades principales del panteón estatal
incaico, junto con las waca`s o lugares sagrados
principales de cada región. Los sacrificios
humanos que los incas realizaban en el Cusco,
se dedicaban a las tres divinidades principales
del panteón incaico, siendo estas Wiracocha -el
Hacedor-, Inti – el Sol- e Illapa – el Trueno-.
La elección de los niños o jóvenes ofrendados en
sacrificio era determinado por su edad, belleza,
perfección física, virginidad y origen social, siendo
estos niños o niñas hijos de curacas. Los niños
menores de 10 años eran entregados anualmente
como tributo al Inca por parte de las poblaciones
locales. En el caso de las jóvenes habrían
sido adolescentes vírgenes, mujeres jóvenes
escogidas por sus cualidades, acllas, las cuales
provenían de todo el imperio, especialmente de
Cusco.
LA CEREMONIA Y SU ESTRUCTURA
Las ofrendas humanas eran traídas desde los cuatro suyus al
igual que las demás ofrendas para el sacrificio.
En la capital del Tawantinsuyu, la ciudad del Cusco, se
desarrollaba una ceremonia en la plaza principal de Aucaypata
con la presentación de las ofrendas, incluida las personas que
protagonizarían estos rituales.
En esta ceremonia, el Inca redistribuía las ofrendas del
sacrificio a las waca`s más importantes de los cuatro suyus.
Los primeros sacrificios se llevaban a cabo en las
inmediaciones de la ciudad del Cusco y eran destinados a las
deidades de mayor importancia, el Hacedor, el Sol, el Trueno,
la Luna, al Cielo y a la Tierra en Chuquicancha y a la waca
principal del Cusco, Huanacauri.
Desde el Cusco iniciaban la travesía los sacerdotes y las
ofrendas hacia la región y lugar destinado.
Al llegar a la waca respectiva hacia donde se dirigía la comitiva,
se realizaba el sacrificio de los infantes o jóvenes escogidas.
En algunos casos, era necesario varios días para ascender
al lugar del sacrificio, donde se llevaba todo lo necesario
alimentos, animales, ropa de abrigo, leña, las ofrendas. La
ceremonia se llevaba a cabo al amanecer.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Distribución de los Qhapaq Hucha en el Imperio Incaico.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
QHAPAQ HUCHA
DEL CERRO ESMERALDA
Conocido como Cerro Huantaca hasta el siglo XIX,
el Cerro Esmeralda es una de las cumbres de la
Cordillera de la Costa que desde su cima de 905
metros de altura custodian a Iquique. Domina
visualmente el Océano Pacífico y los cerros
costeros, constituyendo un mirador excepcional
del paisaje litoral del Desierto de Atacama.
La motivación de los incas por desarrollar esta
Qhapaq Hucha junto a la costa y no en alguna de
las grandes cumbres del Altiplano, se explica por el
funcionamiento de una importante mina de plata
en Huantajaya, ubicada a unos seis kilómetros
del Cerro Esmeralda en la comuna de Alto
Hospicio y aproximadamente a diez kilómetros al
este de Iquique. Se presume que sería la llamada
Mina del Sol. Este metal fue ampliamente usado
por los incas por su simbolismo relacionado a
la luna, encontrándose como ofrenda en todas
las Qhapaq Hucha andinas en forma de tupus,
brazaletes, figurillas zoomorfas o antropomorfas.
Por lo tanto, es posible afirmar que el ritual y las
ofrendas del Cerro Esmeralda buscaban propiciar
la explotación minera argentífera en Huantajaya.
La realización de este complejo ceremonial
Vista de la ciudad de Iquique desde el Cerro Esmeralda.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
requirió de una sofisticada organización por parte
de las autoridades religiosas del Tawantinsuyu,
comenzando con el traslado de personas y
ofrendas procedentes de los cuatro suyus hacia el
Cusco, donde se realizaban grandes ceremonias
públicas en fechas claves del calendario religioso.
Luego, desde la capital del imperio se iniciaba
un largo peregrinaje que, para esta ofrenda,
culminó después de algunos meses en la cumbre
del Cerro Esmeralda. Al llegar a destino, en un
ambiente de profunda sacralidad, se ofrendó
a las waca’s y deidades una niña de 9 años de
edad y una joven mujer de 19 años, o aclla. Ellas
fueron especialmente elegidas y entregadas
como tributo para este sacrificio.
Las ofrendas que acompañan a estas ñustas
conforman un rico conjunto de piezas textiles,
como: anacos (vestidos), awayos (mantos),
chumpis (fajas), chuspas (bolsitas), talegas
(bolsas), cordeles, cordones, llautu, argollas,
tocado, gorro; objetos de cerámica, como aríbalo,
escudillas, ollas con pedestal y jarros; algunas
piezas de oro y plata como brazalete (Chipana),
tupus, adorno y un contenedor; de Spondylus,
como valvas pulidas y pendientes; de vegetales,
como un recipiente de calabaza, cuchara, tubo de
calabaza, además de pigmentos, gotas de metal
fundido, frutos exóticos, hojas de coca, bebidas,
chicha y alimentos.
La mayoría de las vestimentas no tienen marcas y
desgaste por uso, por lo que fueron confeccionadas
especialmente para la realización del ritual,
durante el cual algunas fueron parcialmente
quemadas producto del uso del fuego como
elemento fundamental en la realización del culto.
1
2
3
1. Mapa ubicación Cerro Esmeralda / 2. Cerámicas encontradas en la cima del Cerro Esmeralda
/ 3. Panorámica de la Cordillera de la Costa desde la cumbre Cerro Esmeralda.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
Piezas parte de la ofrenda, Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda / 1. MRI 0048, Cordón de Faja / 2. MRI 0003, Jarro con asa /
3. MRI 0051, Cordón de Faja / 4. MRI 0025, Cubilete Pirograbado / 5. MRI 0009, Olla con pedestal / 6. MRI 0017, Jarro con dos asas.
1
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
23
4
5 6 7
8 9 10
11 12 13 14
7. MRI 0015, Escudilla 8. MRI 0019, Vala de Spondylus Pulida / 9. MRI 0005, Escudilla / 10. MRI 0006, Escudilla / 11. MRI 0024,
Contenedor de calabaza / 12. MRI 0026, Cuchara / 13. MRI 0021, Pendiente de Spondylus / 14. MRI 0022, Chipana, brazalete de oro.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Ilustración / Recreación artística Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
TEXTILES
PARA TRASCENDER
Durante las primeras décadas de la Colonia, los
cronistas españoles documentaron la compleja
organización de la producción textil en el
Tawantinsuyu, destacando la técnica y calidad
estética de sus enseres tejidos. Como parte de la
relación que estableció el estado incaico con las
autoridades locales en las provincias del imperio,
la entrega de finas vestimentas cumplía la
función de validar el poder de los curacas frente
a sus comunidades. En este contexto, los textiles
por sobre su función utilitaria se constituyeron en
un soporte para la transmisión de mensajes como
la identificación étnica e identitaria, ya que su
uso lo posiciona como parte de acontecimientos
políticos, sociales y religiosos, particularmente en
momentos claves para la ritualidad incaica.
Su importancia determinó que fuesen
confeccionados con especial esmero y dedicación.
Se dedicaron importantes esfuerzos y recursos
para obtener las mejores materias primas y
colores específicos asociados a significados
particulares, por lo que se formaron centros de
producción textil a cargo de especialistas o cumbi
camayocs, conocedores de las técnicas de hilado,
teñido y tejido, mientras que las accllascunas
eran jóvenes vírgenes dedicadas a la confección
de elaborados textiles destinados para el culto,
los sacrificios y para el propio Inca.
Los textiles presentes en distintas Qhapaq Hucha
del Collasuyu muestran patrones tipológicos e
iconográficos totalmente normados por la religión
1. y 2. Detalles del manto (Awayo) restaurado.
1
2
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
estatal. Muestra de ello son los numerosos
sitios de ofrenda donde se registran prendas
de extraordinaria factura, tejidas con particular
fineza, con un repertorio iconográfico compartido,
conocidas como cumbi.
El ajuar del Cerro Esmeralda es representativo de
esta ceremonia. Los estudios realizados permiten
relacionarlo con el conjunto textil ofrendado en
importantes cumbres de la Cordillera de Los Andes
como el Volcán Llullaillaco, Cerro Aconcagua y
Cerro El Plomo.
Este ajuar comprende vestuario exclusivamente
femenino, presentándose como un universo
cuidadosamente planificado y de notable
cohesión. Se compone por al menos 50 piezas
entre las que destacan dieciséis mantos
(awayos y anacos), cinco fajas o chumpi, catorce
contenedores (chuspas / talegas y bolsitas),
dos tocados, entre otros. Las fibras usadas en
su elaboración incluyen lana de llama, alpaca,
vicuña y algodón.
Imagen superior, Manto (Awayo) restaurado, Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
TECNOLOGÍA
TEXTIL
El ajuar de ofrenda del Cerro Esmeralda es un
patrimonio de extraordinario interés por cuanto
reúne un conjunto de textiles representativo de
la ritualidad desplegada por el Tawantinsuyu
en todos sus dominios, donde se distribuyeron
prendas de una sofisticada elaboración, la cual
estaba normada en cuanto a la calidad de los
materiales y el dominio técnico de los artesanos,
para así demostrar la superioridad de su condición
como ofrendas.
La totalidad de este conjunto está confeccionado
en finos hilados de alpaca y, ocasionalmente,
se utilizó pelo de vicuña. En algunas piezas se
observa el uso de hilado de algodón y otra fibra
vegetal para costuras. Todos los hilados tienen
torsión Z2S, hilatura característica de los textiles
inca.
Imagen inferior, detalle torsión Z2S.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
El mejor testigo sobre las normas estandarizadas
para la vestimenta incaica se registra en la
vestimenta miniaturizada de las figurillas de
ofrenda, las que están presentes en todas las
Qhapaq Hucha; pero, que desgraciadamente no
se conservaron en la colección Cerro Esmeralda.
En el vestuario de figurillas procedentes de otros
enterratorios se pueden identificar claramente
las preferencias estéticas y técnicas que
nos permiten afirmar que anacos (vestidos),
awayos (mantilla) y chumpis (fajas) responden
estrictamente a las exigencias establecidas por
el Estado Inca, la fineza de la mayoría de ellos
que corresponderían a tejido de calidad (cumbi) y
casi la totalidad de las prendas están construidas
con técnicas de predominio de faz de urdimbre.
Otra característica técnica significativa son las
cuidadas terminaciones en festón simple y festón
anillado cruzado en sus bordes.
Esta consistencia contrasta con otros artefactos
ofrendados como los diferentes tipos de
contenedores que por su resolución técnica,
características formales y representación,
corresponden a diferentes tipologías de bolsas
y parecieran provenir de distinta procedencia.
Las chuspas poseen tratamientos técnicos y de
terminaciones que se distancian de los patrones
incaicos y su resolución formal y de representación,
es fiel a la de chuspas encontradas en el entierro
de mujeres sacrificadas en el cementerio de
Pachacamac, las que serían de procedencia
serrana, tierras altas de Bolivia o Arequipa. Por
otra parte, una serie de bolsas correspondería
a un tipo de tejido más común (awasca) las que
podrían haber sido confeccionadas por expertas/
os locales. Destacan en el conjunto de bolsas,
una de características excepcionales tejida en
torzal, cuyos únicos referentes hasta el momento,
los encontramos en el enterratorio de altura del
LLullaillaco, una bolsita cubierta en paja brava,
material que proviene del altiplano y dos chuspas
cubiertas con aplicación de plumas de colores rojo
y verde, junto con un tocado, todo lo cual reafirma
la asociación estrecha con la élite incaica.
Un aspecto notable en este conjunto textil, es
la existencia de subconjuntos conformados por
dos o más piezas que poseen características
similares, lo que nos induce a pensar en cierta
intencionalidad, como su asignación a cada
una de las personas enterradas o al objetivo de
representar la concepción dual propia de las
culturas andinas.
Imagen superior, detalle festón anillado cruzado.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
REPRESENTACIÓN ICONOGRÁFICA
DE LOS TEXTILES MAYORES
Las piezas textiles de mayor tamaño han sido
denominadas genéricamente como mantos,
identificándose diecisiete piezas entre mantos
íntegros y fragmentos. Estos textiles cumplieron
funciones de vestido (paño envolvente) y
mantilla (paño sobre los hombros), y reciben
la denominación en quechua de Anaco para
los vestidos y Awayo para las mantillas. Estos
presentan una composición en su manufactura
que incluye diseños e iconografías con patrones
comunes, entre los que se pueden identificar dos
tipologías básicas que reflejan formas de hacer
sumamente estandarizadas.
Los anacos, también conocidos como acsus, son
prendas compuestas por uno, dos o tres paños,
cocidos entre sí para formar un solo manto,
resuelto a base a campos de colores naturales
lisos sin iconografía y paños resueltos con campos
de color, teñido y presencia de iconografía. En
los mantos de colores naturales la superficie se
define en tres campos, dos laterales de un color
y un paño central de color diferente. En suma, los
anacos que comprende la colección se componen
por cinco franjas, una central más dos a cada
lado.
1. Manto Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda / 2. Anaco Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda.
1
2
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Los awayos, en cambio, son prendas que cubren
los hombros y se unen en el centro del pecho
mediante el uso de tupus. Se componen a partir
de tres áreas: un campo central, generalmente de
un solo color claro y dos superficies laterales de
color rojo que presentan bandas (o franjas) con
representación iconográfica. Éstas se componen
a base de tres columnas conformadas por
unidades modulares en espacios rectangulares
que representan una misma figura en colores
contrastantes, amarillo sobre rojo y rojo sobre
amarillo mediados con un módulo sobre fondo
café. Tanto la banda triple como la de una
columna, se encuentra flanqueada por una línea
oscura.
La representación más característica de la
colección, y que se presenta de igual forma
en anacos y awayos es conocida como amaru
(serpiente), una variante bicéfala del tocapu
“llave inca”, el que forma parte de la vestimenta
femenina en las distintas Qhapaq Hucha. En el
caso de los textiles de este ajuar, la versión de
este ícono inserto en los rectángulos esta resuelto
de forma geométrica, presentándose en forma
de rombos abiertos y cerrados acompañados de
pequeños elementos en número de uno, tres o
cuatro.
3. Awayo Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda. / 4. Representaciones iconográcas, Amaru.
3
4
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
DUALISMO
Y COSMOVISIÓN INCAICA
La cosmovisión andina concibe al universo de
manera dual, existiendo mitades que interactúan,
se complementan y equilibran.
El Cusco, capital del Tawantinsuyu, se organizaba
en los sectores Hanan y Hurin, los que se reconocen
como parte de una organización territorial,
social y política de la sociedad cusqueña. Esta
división se replicaba en los distintos Huamanis o
provincias que componían el vasto territorio del
Tawantinsuyu, donde se repite la distinción entre
araj y manqha para la denominación de sectores
de un pueblo o ayllus, o entre mallku y t’alla al
nombrar ciertas plantas o cerros. La interacción,
entre estas entidades, se establece a partir de
la necesidad de complemento y no implicaba
la supremacía de una sobre otra, ya que la
reciprocidad favorece la formación de vínculos de
complementariedad económica, social y ritual.
En la colección Cerro Esmeralda, la dualidad del
ritual se manifiesta a través de la consagración
de elementos pares. La presencia de dos cuerpos,
una niña y una aclla, así como de varias piezas
idénticas, denotan que la realización de esta
Qhapaq Hucha se concibe desde el diálogo entre
entidades duales. Su especial composición refleja
un claro y complejo propósito estatal, orientado a
vincular el territorio tarapaqueño al Tawantinsuyu
a través de la realización de un ceremonial de
alta eficacia simbólica. La ofrenda de la niña de
9 años bien pudo ser parte de un mecanismo de
validación del ordenamiento incaico frente a los
curacas tarapaqueños, quienes pudieron entregar
a la muchacha como tributo, destinado al Estado
y a sus propias waca’s locales. La aclla de 19
años, por su parte, habría sido ofrendada al Sol
por su asociación a elementos vinculados al culto
solar, como es el pigmento rojo (cinabrio u óxidos
de hierro) presente en el cuerpo y su vestimenta.
En este contexto, la incorporación de ofrendas
de factura local reflejaría la inclusión de cerros
tutelares tarapaqueños entre los destinatarios
de este ritual, reconfigurando ritualmente la
geografía sagrada al vincularla al orden ritual
incaico.
Imagen inferior, conjunto de cerámicas Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
En la colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda, la dualidad del ritual se manifiesta
a través de la consagración de elementos pares.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
QHAPAQ HUCHA
CERRO ESMERALDA, 1976 – 2012
La ofrenda incaica, recuperada desde el Cerro
Esmeralda, corresponde a un ceremonial donde
dos personas de sexo femenino junto a un rico
ajuar y diversas ofrendas, fueron sacrificadas y
ofrecidas a los dioses. Estos cuerpos sufrieron un
proceso de momificación natural por desecación,
al evaporarse el agua de sus tejidos y órganos.
Este fenómeno es producto de las condiciones de
aridez y salinidad del suelo, propias del ambiente
desértico costero del extremo norte de Chile,
caracterizado por un clima con temperaturas
templadas, baja oscilación térmica entre el día y
la noche, y estaciones poco marcadas.
A través de un análisis bioantropológico se
determinó que las mujeres ofrendadas al
momento de su muerte tenían una edad de 9
y 19 años respectivamente. El estudio de los
cuerpos nos reveló una significativa información
sobre quiénes y cómo fueron estas personas, a
quienes se les seleccionó, especialmente, para
cumplir un rol tan importante para la religiosidad
incaica. El análisis dental y esqueletal de ambos
cuerpos, indican que gozaban de buen estado
nutricional durante su desarrollo, lo que se
aprecia en una excelente dentadura con escaso
desgaste. Además, no existen evidencias de
problemas crónicos de salud, los que habrían
dejado huella en sus huesos. Esta situación
es totalmente coherente con los relatos orales
recogidos por los cronistas durante los primeros
años de la Conquista, quienes documentaron que
las personas ofrendadas a los dioses debían ser
de gran hermosura y sin ninguna mancha en su
cuerpo.
A partir de la realización de análisis AMS, técnica
similar al radiocarbono 14, pero con mayor
precisión, podemos determinar que esta Qhapaq
Hucha se realizó entre los años 1399 y 1475
D.C. Con todo, cabe preguntarnos de qué forma
murieron estas personas durante el ritual. No
es fácil alcanzar una respuesta precisa a esta
pregunta; sin embargo, sí logramos descartar
que éstas hayan sido estranguladas, como se
afirmó en los estudios realizados en la década
del setenta. Una de las causas de muerte más
probables haya sido la asfixia, la cual debe
entenderse como una muerte no violenta que se
produce en un ambiente de profunda sacralidad.
Imagen superior, realización de Tomografía Axial Computarizada a los cuerpos de la Colección Qhapaq Hucha Cerro Esmeralda.
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Proceso de estudio mediante Tomografía Axial Computarizada.
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Aclla
Jóvenes escogidas durante el Tawuantinsuyu de gran
belleza, especialistas en tejido.
Acllahuasi o Casa de las Escogidas
La principal estaba en el Cusco, se encuentra situada
en el actual recinto que ocupa el monasterio de Santa
Catalina de la congregación de religiosas Dominicas,
manteniéndose en la actualidad los muros exteriores.
Anacu
Vestuario femenino también conocido como Acsu
en Aymara. Corresponde a una tela rectangular que
cubre el cuerpo enrollándolo desde las axilas hasta los
tobillos, ajustándose a la cintura mediante una faja o
chumpi.
Chumpi
Faja o cinturón
Chuspa
Bolsa pequeña para guardar hojas de coca.
Inti
Voz quechua para denominar al sol, la principal deidad
de la religiosidad inca
Momia
Cuerpo en el que se han detenido los proceso
naturales de descomposición, por tanto momificación,
es un proceso conservador del cadáver por causas
ambientales o por la aplicación de un tratamiento
intencional.
Quechua
Filiación étnica e idioma de la mayoría de los pueblos
andinos ubicados al norte del lago Titicaca, incluyendo
a los Incas.
Tawantinsuyu
Nombre del imperio en lengua quechua, significa
el imperio de los cuatro suyus. Dividido en cuatro
provincias Collasuyu, Contisuyu, Chinchasuyu y
Antisuyu.
Tejido faz de trama
Técnica textil donde los hilos de la trama cubren
totalmente los hilos de la urdimbre y presenta una
textura acanalada en el sentido de la trama que fue
totalmente cubierta.
Tejido faz de urdimbre
Técnica textil donde los hilos de la urdimbre están
colocados de manera más compacta que los de la trama
y con mayor densidad quedando ocultos totalmente los
hilos de trama.
Uncu
vestimenta masculina, camisa o túnica sin mangas que
llegaba hasta las rodillas cosida en los costados.
GLOSARIO
QHAPAQ HUCHA DEL CERRO ESMERALDA
COORDINACIÓN GENERAL
Orietta Ojeda Berger
CURADORÍA EXHIBICIÓN
Pablo Méndez–Quiros Aranda
ÁREA DISEÑO Y MUSEOGRAFÍA
Coordinación y Diseño de Exhibición
Roberto Gámez Álvarez
Arquitectura salas
Patricio Escobar Úrzua
Diseño vitrinas
Rodrigo Mendoza Aracena
Asesoría museográca
Isabel Alvarado Perales
Montaje exhibición
Catalina Rivera Sánchez
Ejecución obra arquitectura
Eugenio Gallo Bravo, Joel Segovia Contreras
y Carlos Urra Zárate
ÁREA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA
Coordinación e investigación
Pablo Méndez-Quiros Aranda
Bioantropología
Verónica Silva Pinto
Conservación
Tamara Sánchez Álvarez
Recreación artística Qhapaq Hucha.
Claudio Rodríguez Aquea
Colaboradores investigación
Rosa Checura Villegas, Hugo Carrión Méndez,
Cecilia Lemp Úrzua, Alejandra Vidal Elgueta,
Francisca Correa Jofré.
Médico Radiólogo
Gregorio Sarabia Musumeci
Tecnólogo Médico
Aylin Gim Rodríguez
ÁREA INVESTIGACIÓN Y CONSERVACIÓN TEXTIL
Coordinación y registro iconográco
Ana María Rojas Zepeda
Documentación textil
María Soledad Hoces de la Guardia Chellew
Restauración
María Teresa Santibáñez Monsálvez
Asesoría investigación
Isabel Alvarado Perales
ÁREA DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN
Coordinación y diseño
Loreto Ulloa Iglesias
Textos
Orietta Ojeda Berger, Pablo Méndez-Quiros
Aranda, Soledad Hoces de la Guardia Chellew
Fotografías
Roberto Gámez Álvarez, Loreto Ulloa Iglesias,
Pablo Méndez-Quiros Aranda, Sergio González
Miranda, Manuel Alarcón Calderón
ÁREA DE REGISTRO AUDIOVISUAL Y DOCUMENTAL
Coordinación
Orietta Ojeda Berger
Registro y guión
Franklin Jorquera Hurtado
Edición
Fernando Hermosa
Grabaciones
Álvaro Herrera Araya
Canal Tarapacá TV CORMUDESI
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
Rosa Bastos Cortés
Solange González Ruíz
Patricio Muñoz Escribar
Sandra Toro Miranda
Guillermo Ross -Murray Lay - Kim
EQUIPO DE PROFESIONALES
Y COLABORADORES
MUSEO REGIONAL DE IQUIQUE
AUSPICIADORES
BHP Billiton Pampa Norte
Ley de Donaciones Culturales [Ley Valdés]
COLABORACIONES
Centro de Diagnóstico Norte Grande
AGRADECIMIENTOS
Fuerza Aérea de Chile Iª Brigada Aérea
Centro Nacional de Conservación y
Restauración DIBAM
Academia de Idiomas del Norte
Lilian Plaza Bravo Directora Dpto. Asesoría
Jurídica CORMUDESI
Guillermo Ward Gómez Director Dpto. Cultura
CORMUDESI
Dpto. de Salud CORMUDESI, junto con Sr.
Alberto Ibáñez Correa
Imagen inferior / Equipo de trabajo y desarrollo del proyecto.
BIBLIOGRAFÍA
Abal de Russo, Clara, “Arte Textil Incaico”. En ofrendatorios
de la alta cordillera andina. Aconcagua, Llullaillaco, Chuscha.
Fundación CEPPA ediciones, Buenos Aires, 2010
Aldunate del Solar, Carlos, “El Inka en Tarapacá y Atacama” en
Tras la Huella del Inka. Museo Chileno de Arte Precolombino,
Morgan impresores, Santiago, 2001, págs. 18 -33.
Barber Marilyn, Tesis para optar al grado de Magíster, Ontario
Canadá, 2007.
Berenguer José e Iván Cáceres, “Los inkas en el altiplano sur
de Tarapacá: el Tojo revisitado”. en Revista Chungará, Revista
de Antropología Chilena, Vol. 40, Nº 2, 2008, págs. 121 -143.
Berenguer José, Sanhueza Cecilia e Iván Cáceres, “Diagonales
incaicas, interacción interregional y dominación en el Altiplano
de Tarapacá, Norte de Chile”, en En ruta, arqueología, historia
y etnografía del tráfico sur andino, L. Núñez y A. Nielsen,
editores, Encuentro Grupo Editor, Córdoba, 2011, págs. 247
– 283.
Bouysse –Cassagne Thérèse, “Las minas del centro – sur
andino, los cultos prehispánicos y los cultos cristianos” en
Bulletin de L’Institut Francais d’Études andines, 2005, 34,
págs 443 -462.
Ceruti, María Constanza, Lullaillaco. Sacrificios y ofrendas en
un Santuario Inca de Alta Montaña, Universidad Católica de
Salta, Salta, 2003.
Cornejo B. Luís E., “Rituales Inka en las altas cumbres andinas”
en Tras la Huella del Inka. Museo Chileno Precolombino,
Morgan impresores, Santiago, 2001, págs. 104 – 113.
Cruz Pablo, “Huacas olvidadas y cerros santos. Apuntes
metodológicos sobre la cartografía sagrada en los Andes del
sur de Bolivia”. En Estudios Atacameños, Nº 38 págs. 55 – 74.
Chávez Chávez, José Antonio, “Investigaciones arqueológicas
de alta montaña en el sur del Perú” en Chungará, Vol. 33 Nº
2, Arica. Julio 2001.
Checura, Jorge, “Funeraria incaica en el Cerro Esmeralda
Iquique I Región”. En Estudios Atacameños Nº 5, Universidad
Católica del Norte, Antofagasta, 1977, págs. 127 – 144.
Duviols, Pierre. “La Capacocha” en Allpanchis Phuturinqa Vol.
IX, Cusco, 1976, págs. 11 – 57
Gentile . Margarita E. Tocapu: unidad de sentido en el lenguaje
gráfico andino, Museo de La Plata.
Gisbert Teresa, Arze Silvia y Martha Cajías. Arte Textil y Mundo
Andino. Plural editores. Cuarta edición, La Paz, 2010.
Martínez Armijo, Isabel Angélica, “Textiles inca en el contexto
de la Capacocha función y significado”. Tesis para optar al
título de Licenciatura en Arqueología, Universidad Nacional de
San Antonio Abad del Cusco Dpto. Académico de Antropología,
Arqueología y Sociología. Cusco 2011.
Medvinsky Dina, Kai Peronard y Julio Sanhueza, Fajas y
Trenzados: “Textiles incaicos del Cerro Esmeralda. Iquique,
I región”, Documento de Trabajo Nº 5 ediciones internas
Universidad del Norte, Centro Isluga de Investigaciones
Andinas, Iquique, 1979.
Morales, Octavio compilador, Museo Regional de Iquique,
Hallazgo Arqueológico en el cerro Esmeralda 1976. 25 años de
labor científica y cultural 1960 – 1985. Corporación Municipal
de Desarrollo Social de Iquique, Iquique 1985.
Muñoz – Schick Mélica et al, “Oasis de neblina en los cerros
costeros del sur de Iquique, región de Tarapacá, Chile, durante
el evento El Niño 1997 – 1998” , en Revista Chilena de
Historia Natural , 2001, 74:389 – 405.
Ojeda Berger, Orietta, Museo regional de Iquique y sus
colecciones. Cerro Esmeralda, Ancker Nielsen, Isluga, Salitre.
Quebecor World impresores, Santiago, 2011.
Pizarro Pedro, Relación del Descubrimiento y Conquista de
los reinos del Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú,
Fondo Editorial, Perú, 1986.
Sanhueza Tohá, Cecilia, “Territorios, prácticas rituales y
demarcación del espacio en Tarapacá en el siglo XVI” en
Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 13, Nº2,
Santiago, 2008 págs. 57 -75.
Schroedl, Annette, “La Capacocha como ritual político.
Negociaciones en torno al poder entre Cuzco y los curacas”.
En Bulletin de l’Institut Francais d’ Études Andines. 37, 2008,
págs. 19- 27.
Silva Sifuentes, Jorge, El Imperio del Cuatro Suyos, Lima,
editorial Industrial Gráfica, 1995.
Rostworowski de Diez Canseco, María, Historia del
Tahuantinsuyu. Instituto de Estudios Peruanos, cuarta
reimpresión de la segunda edición, Lima 2006
Uribe Rodríguez, Mauricio, “La arqueología del Inka en Chile”
en Revista Chilena de Antropología Nº 15, Universidad de
Chile, Facultad de Ciencias Sociales, 1999 - 2000
Urbina A. Simón, “El Altiplano de Tarapacá en tiempos del
Tawantinsuyo. Arquitectura de las instalaciones incaicas (S. XV
– XVI D.C.)”, Tesis para optar al título de Arqueólogo. Facultad
de Ciencias Sociales. Dpto. de Antropología, Universidad de
Chile, 2009.
Vitry, Christian, “Los espacios rituales en las montañas donde
los inkas practicaron sacrificios humanos” en Paisagens
Culturais. Contrastes sul-americanos. Universidade Federal do
Rio de Janeiro. Escola de Belas Artes. Carlos Terra y Rubens
editores, 2008 págs. 47 -65.