En el contexto de la primera pandemia vivenciada planetariamente
por las redes sociales la pregunta por aquello que reúne, liga,
amalgama y por aquello que es colectivo y común se transforma en
un pivote básico para re-pensar la teoría social en tanto ontología de
lo social.
El libro que aquí tenemos sobre cosmopolitismo, arte público,
filantropía, utopías y pensamiento situado nos orienta a volver sobre
las preguntas claves de la organización de lo social. No quiero
comenzar sin agradecer a mi amigo Luis Herrera Montero su amable
invitación y a los colegas y amigos Juan Duchesne Winter, Fred Evans,
Paola Gramaglia, Isabel Gil Gesto por sus escritos que motivaron e
incentivaron lo que aquí escribo.
En homenaje a los capítulos que componen el libro entregamos aquí
algunas reflexiones finales y de perspectiva sobre lo común como eje
vertebrador de las identidades y sensibilidades personales y
colectivas. Propondremos entender lo común como el resultado de
las conexiones posibles entre el tú y el otro como disposiciones
originarias de la dialéctica de la persona social.
Pensaremos a lo común/tú/ otro desde distintas aristas, desde la
teoría social, incluyendo en dicha teoría social desde cuestiones de
carácter empírico y también de carácter teórico.
Todos sabemos que la pandemia sirve como una lupa que, al
acercarla agranda y deja ver cosas que había antes, pero
aumentadas. Por supuesto que la experiencia actual de encierro, es
una experiencia que es la primera vez que se vive en redes sociales,
es el primer evento de carácter planetario vivido planetariamente
“online” y esto es algo muy complejo, que, desde la Guerra del Golfo,
en adelante fue creciendo y esta pandemia termina completando.
A decir verdad, esta pandemia completa la globalización, hay algunos
que prefieren decir que la ha abolido, y otros que la ha profundizado,
para no caer en esta disyuntiva de integrados o apocalípticos, vamos
a hacer el esfuerzo de aceptar que es un dato de la realidad, es decir,
en el sentido que ha terminado con toda la lógica de la
planetarización realizándola por completo.
En el contexto de la vida vivida en y a través de las redes sociales,
videos, memes, fotos, juegos han poblado esa larga experiencia a la
que continuamos llamando día. Inscripto en este contexto quería
comenzar con un chiste, una broma. Es un meme español que
cuestiona el tema del otro y lo común en tanto faceta crucial y
angustiante de la actualidad. “Está Jesús en una montaña y abajo hay
una multitud de personas: Jesús dice: !Amad al projimo! La multitud
pregunta ¿A Paco también? y alguien afirma: Paco es lo puto
peor...Jesús explica: A ver, ya hemos hablado de eso...Sí Amad a Paco
también. Desde el fondo de la multitud se escucha: ¡Os jodeis por
gilipollas! ...se ve a Jesús tomándose la cabeza diciendo Ahora no,
Paco!”
Lo esencial que la pandemia nos trae es que la humanidad, o por lo
menos lo que hemos estado construyendo en los últimos cuatro o
cinco siglos y a la cual le llamamos humanidad, no condice con el
“comerse al caníbal”, nosotros no nos podemos comer a los peores,
y esto es algo que nos pone enfrente la pandemia, algo que es muy
importante, porque la pandemia, con el distanciamiento social, con
el barbijo, con el no saber cómo se contagia, con el no tener idea
cuándo se va a terminar, así como el no saber qué significa estar
curado o no estar curado, (re) trae esta idea del prójimo, la necesidad
de que al prójimo hay que redefinirlo y con ello a la comunidad. La
encrucijada es: a pesar que Paco sea el peor hay que amarlo.
Lo que el meme encarna e irónicamente pone sobre la mesa, es que,
más allá que es urgente aceptar la prohibición de que no nos
podemos comer al caníbal, el caníbal, tal vez, nos quiera comer a
nosotros. Y ese momento de amenaza, la respuesta a la pregunta
sobre si el caníbal es uno de nosotros o no devine crucial. La pregunta
si podemos ejercer la violencia contra los violentos, si podemos
ejercer la compensación ojo por ojo desafía a un planeta con miedo,
incertidumbre y angustia.
Es en este marco que el problema de la construcción del
otro/tu/común, es uno de los grandes desafíos de la post pandemia,
por eso, el otro en la pandemia, tiene que ser redefinido y tiene que
construirse en función de qué significa el tú y lo común.
En este escrito queremos proponer, el tú, como punto de partida, es
decir, en realidad, toda relación con el otro, empieza con una relación
yo-tú, o si se quiere, del self con el ego, de la subjetividad y de la
intersubjetividad, pero en todo caso, el punto de partida es desde
una relación, que se dispara con la existencia de un tú, para mí y para
el otro; porque, en todo caso, la pregunta es: cuándo yo me convierto
en un tú instanciado como otro.
El segundo tema que vamos a proponer, es (re)pensar idea del
nosotros, como espacio de encuentro, por eso, son los otros, son
ellos y somos nosotros las consecuencias de co-presencias
constitutivas. El nos-otro es el proceso donde la interacción tiene
lugar, donde lo estructural y contingente se conecta en diversas
dimensiones.
En tensión y contextualizado por el tú como punto de partida y el
nosotros como encuentro emerge la necesidad de advertir que el
otro no es algo abstracto, inmaterial, no es que estamos “hablando”
sobre el otro como extracorpóreo, sino que tiene piernas, huesos, cara, come, necesita trabajo, es energía, nutrientes, etc., y esto es un
rasgo fundante de los encuentros entre los varios y los muchos.
Finalmente nos acercaremos, al menos parcialmente, desde la
politicidad del otro a la lógica de lo común. Bajo el supuesto que
siempre la lógica de lo político es la lógica del otro, del Otro con
mayúscula y de los otros en tanto configuraciones de lo comunitario.