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Baby-led weaning, a valid approach to complementary feeding?

Authors:

Abstract and Figures

Usually complementary feedings include, at least temporarily, pureed foods or spoon foods until infant is able to grasp food and feed herself. In daily practice time for chewable foods has delayed is this is a cause of eating problems in late infancy. Baby-led weaning (BLW) is an alternative approach for introducing complementary foods that emphasises infant self-feeding rather than adult spoon-feeding. In this way infants early joins family meals and share familial menu. Some small observacional studies suggest that this approach enhances eating patterns, although benefits for health are still to be probed. Its diffusion is according to the recommendations from the WHO to delay complementary feedings till 6 months of age. Many of the considerations of these phylosophy could be applied to most infants, although it is difficult to agree in some radical aspects (opposition to pureed foods). Main unanswered questions are: do infants following BLW obtain sufficient nutrients, including energy and iron? Are iron deficiency, choking and growth faltering real concerns for those following BLW approach? Is the technique suitable for all infants? Up to date, it seems important that pediatricians know about BLW approach, its benefits and risks.
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PEDIÁTRICA
Acta Pediatr Esp. 2013; 71(4): 99-103
NUTRICIÓN INFANTIL
99
REVISIÓN
Alimentación complementaria dirigida por el bebé
(«baby-led weaning»). ¿Es una aproximación válida
a la introducción de nuevos alimentos en el lactante?
J.M. Moreno Villares1, M.J. Galiano Segovia2, J. Dalmau Serra3
1Pediatra. Unidad de Nutrición Clínica. Hospital Universitario «12 de Octubre». Madrid. 2Pediatra. Centro de Salud
«María Montessori». Leganés (Madrid). 3Pediatra. Unidad de Nutrición y Metabolopatías. Hospital Universitario
«La Fe». Valencia
Fecha de recepción: 11/03/13. Fecha de aceptación: 15/03/13.
Correspondencia: J.M. Moreno Villares. Unidad de Nutrición Clínica. Hospital Universitario «12 de Octubre». Avda. de Córdoba, s/n. 28041 Madrid.
Correo electrónico: josemanuel.moreno@salud.madrid.org
Resumen
Tradicionalmente, la introducción de la alimentación comple-
mentaria pasa por un periodo de alimentación triturada, hasta
que el lactante adquiere las habilidades para tomar comida en
trocitos. En la práctica, el momento de la introducción de alimen-
tos no triturados se ha ido retrasando, lo que ha llevado a una
mayor frecuencia de problemas en la alimentación en esa edad.
La alimentación complementaria guiada por el bebé (baby-led
weaning) se basa en que sea el propio lactante quien se alimenta
llevándose la comida a la boca, en vez de ser alimentado con una
cuchara por un adulto. En esta práctica, el lactante se incorpora
pronto a la comida familiar y comparte su menú, manteniendo la
lactancia materna. Algunos estudios observacionales de pequeño
tamaño sugieren que esta técnica favorece los patrones de ali-
mentación, aunque no se ha podido demostrar si se plasma en
efectos beneficiosos para la salud. Su difusión surge a raíz de la
recomendación de la Organización Mundial de la Salud de retrasar
la introducción de la alimentación complementaria hasta los 6 me-
ses, en un momento en que el lactante ha alcanzado hitos impor-
tantes en su desarrollo, lo que haría posible que se alimentara por
sí mismo. Algunos de los aspectos contenidos en esta filosofía
serían válidos para la mayoría de los lactantes, aunque es difícil
aceptarlo en su radicalidad (oposición a las comidas con cuchara).
Las principales dudas que se plantean respecto a esta técnica
son saber si el lactante recibe suficiente variedad de nutrientes y
en una cuantía suficiente (p. ej., el hierro), si existe riesgo de atra-
gantamiento y si la técnica es aplicable en todos los niños.
A fecha de hoy, parece importante que los pediatras conoz-
camos en qué consiste esta técnica de alimentación y podamos
responder a las preguntas de los padres sobre su eficacia y
seguridad.
©2013 Ediciones Mayo, S.A. Todos los derechos reservados.
Palabras clave
Lactante, alimentación complementaria, lactancia materna,
atragantamiento
Abstract
Title: Baby-led weaning, a valid approach to complementary
feeding?
Usually complementary feedings include, at least temporar-
ily, pureed foods or spoon foods until infant is able to grasp
food and feed herself. In daily practice time for chewable
foods has delayed is this is a cause of eating problems in
late infancy.
Baby-led weaning (BLW) is an alternative approach for intro-
ducing complementary foods that emphasises infant self-feed-
ing rather than adult spoon-feeding. In this way infants early
joins family meals and share familial menu. Some small obser-
vacional studies suggest that this approach enhances eating
patterns, although benefits for health are still to be probed. Its
diffusion is according to the recommendations from the WHO
to delay complementary feedings till 6 months of age. Many of
the considerations of these phylosophy could be applied to
most infants, although it is difficult to agree in some radical
aspects (opposition to pureed foods).
Main unanswered questions are: do infants following BLW
obtain sufficient nutrients, including energy and iron? Are iron
deficiency, choking and growth faltering real concerns for
those following BLW approach? Is the technique suitable for all
infants?
Up to date, it seems important that pediatricians know about
BLW approach, its benefits and risks.
©2013 Ediciones Mayo, S.A. All rights reserved.
Keywords
Infant, complementary feeding, breastfeeding, chocking
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Introducción
Algunos aspectos relacionados con la introducción de la ali-
mentación complementaria (AC) han sido objeto de reciente
revisión. En las últimas décadas se han producido dos fenóme-
nos interesantes: por una parte, se ha intentado flexibilizar el
consejo alimentario para los lactantes y, por otra, se ha procu-
rado basar esas recomendaciones en datos científicos cuando
los hubiere. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reco-
mienda la lactancia materna exclusiva en los 6 primeros meses
de vida1. A esta recomendación se han adherido un gran núme-
ro de sociedades científicas pediátricas nacionales (Asociación
Española de Pediatría y Asociación Española de Pediatría de
Atención Primaria, entre otras) e internacionales. Sin embargo,
todavía pocas familias esperan a los 6 meses para comenzar a
introducir alimentos distintos de la leche2. Disponemos de es-
casos datos en nuestro país: Santamaría, en una encuesta a
997 madres de niños españoles realizada en 2005, encontró
que la media de edad de introducción de la AC fue de 4,4 ± 2,2
meses (http://www.tdx.cat/handle/1083/242, consultado el 8
de marzo de 2013).
La cronología de introducción de los distintos alimentos que
constituyen la AC tiene más que ver con tradiciones culturales
y con la disponibilidad de alimentos que con razones fisiológi-
cas o hitos del desarrollo.
Forma parte también de la tradición considerar que existe un
periodo crítico para la introducción de alimentos no homoge-
neizados y que, superado éste, podía condicionar la presencia
de dificultades a la hora de avanzar en texturas y aptitudes
masticatorias. Ese periodo ventana se sitúa en torno a los
7 meses de edad. Coulthard et al., en un estudio realizado en
7.821 madres que formaban parte del Avon Longitudinal Study
of Parents and Children, encontraron que los niños en quienes
se introdujeron los alimentos grumosos (lumpy o chewy) en la
dieta después de los 9 meses comían una variedad menor de
frutas y verduras a la edad de 7 años y presentaban una fre-
cuencia mayor de problemas de alimentación a esa edad3.
En los últimos años se ha desarrollado un movimiento, cono-
cido como baby-led weaning (BLW), que propone como alterna-
tiva a la alimentación con cuchara (alimentos triturados, purés,
tarritos comerciales) el uso de alimentos en su forma natural,
que el lactante se lleva a la boca4,5.
Existen pocos datos sobre la seguridad y la eficacia de esta
técnica de alimentación, por lo que consideramos de interés
para el pediatra revisar sus fundamentos, beneficios y riesgos.
Desarrollo madurativo del lactante
relacionado con la alimentación
El primitivo reflejo de prensión de los primeros 2-3 meses des-
aparece antes de que empiece la prensión voluntaria. A las 4
semanas, los recién nacidos todavía suelen tener las manos
cerradas, pero a las 12 semanas casi siempre están abiertas.
En esta fase se puede observar que el niño mira el objeto como
si quisiera cogerlo. Cogerá un objeto si se le coloca en la mano.
A las 16 semanas bate palmas jugando y se quita la ropa. In-
tenta alcanzar un objeto, pero sobrepasa sus posibilidades. A
las 20 semanas coge un objeto voluntariamente.
Cuando alcanza la sedestación, el niño aumenta la movilidad
y desarrolla nuevas habilidades para explorar el mundo a su
alrededor. Los lactantes de 6-12 meses muestran avances en la
comprensión cognitiva y la comunicación, y aparecen nuevas
tensiones alrededor de temas de conexión y separación.
En cuanto al desarrollo cognitivo, el lactante de 6 meses ha
descubierto sus manos y pronto aprenderá a manipular obje-
tos. Al principio, el niño se lo lleva todo a la boca. Con el paso
del tiempo, coge los nuevos objetos, los inspecciona, los pasa
de una mano a otra, los entrechoca, los deja caer y luego se los
lleva a la boca.
Su pinza tiene que pasar varias etapas, desde la pinza ulnar
a la radial, y después a la elaborada (con el índice y el pulgar)
en los últimos 3 meses del primer año. Entre las 40 y las 50
semanas es capaz de coger un objeto entre los pulpejos de los
dedos y el pulgar. La madurez de la pinza también se valora por
la rapidez con la que deja caer los objetos (si se le caen con
frecuencia, es poco probable que sea una pinza elaborada). Al
principio es atáxico y sobrepasa los objetos, pero pronto es
capaz de cogerlos con precisión.
A los 4-5 meses, los niños aproximan los labios al borde de
una taza y pueden alimentarse más rápidamente que con un
biberón. La masticación también se inicia alrededor de los 6
meses, y pueden comer una galleta.
Pueden comer solos desde los 9-10 meses, aunque el uso de
la cuchara se adquiere, como media, a los 15 meses. Primero,
el niño mete los dedos en la comida, y vierte mucha, de forma
accidental o deliberada. En el estudio de Carruth et al., realiza-
do con anterioridad al cambio en la recomendación de la OMS
sobre la duración de la lactancia materna exclusiva6,7, el por-
centaje de niños capaces de sujetar la comida con la mano fue
del 68% a los 4-6 meses, del 85% a los 6-7 meses, y del 96%
a los 7-8 meses. A los 2,5-3 años manejan el tenedor y el cu-
chillo6.
Los niños desarrollan la capacidad de masticar antes de que
tengan la posibilidad de mantener la comida en la boca o de
empujarla hacia atrás para deglutirla8. Alrededor de los 6 me-
ses, los lactantes desarrollan un movimiento masticatorio que,
junto con su capacidad de permanecer sentados por sí solos,
promueve la deglución de trozos de comida mayores y más es-
pesos9.
El desarrollo de preferencias por los alimentos se fundamen-
ta, sobre todo, en la exposición repetida a los alimentos nue-
vos, con el fin de superar la neofobia, o rechazo a los alimentos
nuevos, propia de los omnívoros, entre ellos el ser humano. Se
necesitan entre 5 y 10 exposiciones a un nuevo alimento para
que se aumente su apetencia hacia él. Las oportunidades repe-
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tidas de oler o ver nuevos alimentos favorecen también su
aceptación. Sólo cuando el lactante aprende que la comida es
segura y no le causa enfermedad se reduce ese rechazo inicial.
Una excelente revisión de cómo se adquieren las preferencias
por los alimentos se puede encontrar en el estudio de Birch10.
¿Qué es la alimentación dirigida
por el bebé (BLW)?
La filosofía del BLW propone que, cuando se introduzca la AC,
debe favorecerse que el niño se autoalimente, en oposición a
los purés clásicos, administrados con cuchara.
Este movimiento surge con fuerza en el Reino Unido y Nueva
Zelanda en los últimos años, y preconiza el uso de alimentos
para comer con los dedos (finger foods). Los propulsores de
esta técnica consideran que el uso de alimentos triturados y el
empleo de una cuchara es una forma inadecuada y poco fisio-
lógica de introducir los alimentos en la dieta del lactante.
El fundamento de este consejo se basa en que, mientras que
a los 4 meses (momento en que previamente se sugería la in-
troducción de la AC) un lactante es incapaz de comer por sí
solo, después de los 6 meses su desarrollo neurológico le per-
mite hacerlo y, por tanto, no precisaría modificaciones impor-
tantes en la textura ni que alguien le diese de comer. Como la
adquisición de habilidades para comer solo en cantidades su-
ficientes no se alcanza hasta los 8 meses, la cobertura de esas
necesidades se realizaría con la lactancia materna.
Permitir que los lactantes mayores de 6 meses puedan llevar-
se algunos alimentos a la boca no es una novedad, y muchas
sociedades pediátricas ya los contemplan en sus recomendacio-
nes sobre la introducción de la AC. Lo que realmente marca la
diferencia –su radicalidad– es que el BLW sólo considera la ali-
mentación que el niño pueda llevarse a la boca, señalando co-
mo obsoletos los alimentos triturados o el empleo de la cucha-
ra. En general, se les ofrece a los lactantes trozos de comida
entera con un tamaño y una forma que les permita cogerlos y
llevárselos a la boca (generalmente formas alargadas y estre-
chas). Los padres deciden qué ofrecer, y el niño cuánto y a qué
ritmo. Muchos de los alimentos que formarían parte del BLW
son los mismos que se introducen actualmente en la AC: fruta,
verduras, carne, queso, pan, pescado... Pero algunos de ellos
no, y son casi proscritos, como es el caso de los cereales.
Tampoco es la única de las tendencias relacionadas con la
introducción de la AC que pretenden dotar de mayor naturali-
dad a la alimentación. Una de ellas es la administración de
alimentos premasticados, práctica frecuente en la historia de la
humanidad pero desaparecida de Occidente hace más de un
siglo. Sin embargo, se emplea en algunas sociedades más po-
bres y ha contribuido, y todavía lo hace, a favorecer que los
lactantes reciban una nutrición adecuada. De hecho, en un
tercio de razas en el mundo la premasticación es todavía una
práctica habitual11. En Estados Unidos, el 14% de los cuidado-
res, principalmente en la población afroamericana, premasti-
caban alimentos para sus bebés. La Academia Americana de
Pediatría alertó del riesgo de transmisión de infecciones a los
lactantes con esta práctica, en especial del virus de la inmuno-
deficiencia humana12,13.
¿Cuándo podría comenzarse
esta práctica?
Existen pocos estudios publicados sobre BLW, generalmente
en muestras pequeñas y muy seleccionadas, aunque ha alcan-
zado una gran notoriedad, sobre todo en algunos foros y blogs
en internet (figura 1). A ello ha contribuido el término elegido
para esta técnica o, más bien, esta filosofía de cómo alimentar
al lactante y su alineación con la práctica de una lactancia
materna prolongada y sin restricciones. Otro aspecto que es
causa de confusión es si sólo se entiende por BLW la práctica
de no usar la cuchara (los alimentos que se administran con
ella), o si los niños pueden consumir un mínimo porcentaje
con ella (<10%, según sugieren Brown y Lee14) o si se puede
hablar de ella con una perspectiva más amplia.
Una cuestión clave es saber cuántos niños pueden llevar a
cabo este empeño (comer por sí solos) desde los 6 meses de
edad. Según los datos obtenidos por Wright et al. del estudio
Gateshead Millennium15, sobre 602 lactantes, sólo el 56% de
ellos habían sido capaces de comer algún alimento por sí so-
los, mientras que el 6% no lo había conseguido a los 8 meses.
Los lactantes que no consiguieron llevarse algún alimento a la
boca a los 6 meses tenían menos probabilidades de caminar
sin ayuda al año, en comparación con los que lo consiguieron
(el 38 frente al 54%; p <0,001). En general, ese primer alimen-
to era pan o galletas. De las 604 encuestas respondidas por los
padres se dedujo que a la edad de 8 meses todos, excepto 58
(9,6%), usaban algún alimento para comer con los dedos (fin-
ger foods) al menos una vez al día, pero sólo 309 (51%) lo ha-
cían varias veces al día. Es probable que, aunque el BLW sea
posible en una gran mayoría de niños, pueda ocasionar proble-
mas nutricionales en niños con algún retraso relativo en su
desarrollo.
Figura 1. Entrada a uno de los portales sobre «baby-led weaning»
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¿Es seguro que tomen alimentos
por sí solos a partir de los 6 meses
de edad?
Disponemos de pocos estudios realizados sobre esta práctica,
y se recogen en la revisión de Cameron et al.16. Se trata de una
población de madres muy seleccionada y que puede no ser re-
presentativa de la población. En la revisión citada se encontró
que la mayoría de madres que siguen el BLW dan el pecho a
sus hijos, han cursado más años de estudios y con menos pro-
babilidad se reincorporan al trabajo antes de los 12 meses
después del parto.
En una encuesta realizada a familias de niños que habían
seguido esta técnica de alimentación, en el 57% de los casos el
BLW no implicaba cambios en el menú familiar habitual, lo que
podría suponer que se ofrezca a los niños alimentos demasiado
ricos en sodio17. Algunos autores han sugerido que esta forma
de alimentación ocasiona menos ansiedad en las madres, es
menos restrictiva y ejerce menor presión sobre el niño18.
Cuando se compara la actitud de las madres y la de los pro-
fesionales respecto a la técnica, se observan diferencias nota-
bles. Para los profesionales, las ventajas de esta aproximación
radicarían en disminuir la presión sobre los niños y en hacer los
momentos de la comida familiar más agradables; también sig-
nificaría potenciar la autorregulación y el control del apetito
por el propio niño, y mejoraría sus habilidades para la mastica-
ción y la deglución. Junto a estas ventajas potenciales también
se encontrarían algunos motivos de preocupación, sobre todo
la posibilidad de atragantamientos, pero también que la canti-
dad de comida no sea suficiente y repercuta en el crecimiento
del niño, y la posibilidad de que los aportes de hierro sean in-
suficientes. A algunos profesionales les preocupa que, si no
existe una oferta variada, el BLW conlleve la toma de un núme-
ro reducido de alimentos que limite a la larga la variedad de
una dieta equilibrada.
Para las madres entrevistadas que practicaron el BLW pre-
dominaban los aspectos positivos, entre los que destacan su
capacidad de responder adecuadamente a las claves de ham-
bre y saciedad, y poder compartir la comida familiar. Aunque la
mayoría de ellas (19 de una muestra de 20) reconocía algún
episodio de dificultad con algún trozo (gagging), lo considera-
ban como parte natural del aprendizaje de comer y manejar
texturas nuevas. También muchas de las madres reconocían
que la hora de la comida era un verdadero lío, y muchas veces
ignoraban si el niño estaba jugando con ella o comiendo19.
¿Qué enseñanzas podemos extraer
de la introducción temprana de
alimentos enteros en la alimentación
del lactante?
Una alimentación basada sólo en alimentos triturados y en pa-
pillas exige, sin duda, una participación menos activa por parte
del lactante, y pasa a depender más del cuidador que del pro-
pio niño. Si el cuidador es poco permisivo –o muy intrusivo–,
optará por hacer que el niño termine el plato. En muchas oca-
siones esto significa ir más allá de lo que el niño necesita
(«más allá de su saciedad»). Una de las consecuencias de esta
práctica es un exceso de aporte calórico y/o proteico. Parece
haber una relación directa entre una ingesta proteica más ele-
vada en el periodo de lactante y una ganancia de peso mayor.
Numerosos estudios epidemiológicos han encontrado una aso-
ciación entre la ganancia de peso durante el periodo de lactan-
te, la infancia y la adolescencia y el desarrollo de obesidad y
síndrome metabólico en la edad adulta20,21.
Se ha observado que obligar a comer o el excesivo intrusis-
mo sobre la comida de los niños en los 2 primeros años se
asocia a una mayor adiposidad22.
La transición de la alimentación láctea a la comida familiar
que se produce en el primer año de vida se fundamenta en el
nuevo diálogo que se establece entre el lactante y su cuidador.
No existe un único patrón. En algunas ocasiones, esta relación
se consolida rápidamente y permanece estable, mientras que
en otros es más variable23. Sin embargo, la mayoría de interac-
ciones (díada cuidador-niño) tienden a autoorganizarse y a es-
tabilizarse de una forma consensuada24. Cuanto más activa es
la participación del lactante, más satisfactoria es la relación.
Que un niño pueda dirigir el acto de comer o, al menos, partici-
par activamente llevándose la comida a la boca, facilita la ade-
cuada estabilización de esta relación.
Hemos podido observar en los últimos años un aumento en el
número de padres que experimentan dificultades en la transi-
ción desde la alimentación láctea a la AC. En muchas ocasiones
se ha debido al retraso en la introducción de alimentos sólidos
con el temor de no conseguir que los niños comieran una canti-
dad determinada de alimentos, o por malinterpretar las dificul-
tades que pueden experimentar los niños al manejar comida en
trozos. La rigidez en el consejo alimentario para el lactante ha
podido contribuir a estas dificultades. También otros consejos
encaminados a prevenir riesgos de aspiración (p. ej., la adver-
tencia de señalar que determinados objetos puedan contener
piezas pequeñas, no autorizados en menores 3 años) se han
trasladado a los alimentos, en especial aquellos que se puedan
fraccionar en trozos pequeños (p. ej., manzana, salchichas).
Una apuesta decidida por favorecer antes la autonomía del
lactante en su alimentación o su participación más activa pue-
de contribuir a normalizar esa situación. En esta línea, algunos de
los aspectos contenidos en el BLW son bienvenidos. Convertirlo
en una alternativa excluyente a la alimentación con cuchara
llevaría a las mismas rigideces y problemas que encontramos
con el consejo contrario. La escasez de estudios y el pequeño
tamaño muestral de los ya publicados nos lleva a ser cautelo-
sos a la hora de modificar pautas de alimentación bien estable-
cidas. Se precisan más datos que permitan garantizar la efica-
cia y la seguridad de esta técnica de alimentación. Asimismo,
no hay datos sobre cómo influiría el tipo de lactancia en el
éxito del BLW.
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Alimentación complementaria dirigida por el bebé («baby-led weaning»). ¿Es una aproximación válida? J.M. Moreno Villares, et al.
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Podemos resumir las cuestiones todavía abiertas de la si-
guiente manera:
¿Es un patrón excluyente o permite tomar cierta cantidad de
alimentos con cuchara?
¿Recibe el niño suficiente cantidad de nutrientes, como hie-
rro? ¿Toma una mayor variedad de alimentos?
¿Ayuda a la prevención de la obesidad por la vía de la autorre-
gulación?
La deficiencia en hierro, los atragantamientos y el fallo de
medro ¿son verdaderas preocupaciones en el BLW?
Conclusiones
Aunque la técnica del BLW sigue siendo casi una desconocida
en España, la rapidez de su instauración en países próximos y
la inmediatez de la transmisión de la información hacen nece-
sario que los pediatras dispongamos de conocimientos sobre
esta práctica, sus posibilidades y sus riesgos. En general, po-
cos son partidarios radicales del BLW, aunque sí de la filosofía
que subyace en esta técnica: hacer que el lactante participe
más activamente en su alimentación, quitar presión a la comi-
da y conseguir que participe antes en la comida familiar. Sin
embargo, decidir cuándo un lactante puede ser capaz de comer
por sí solo sin riesgos de aspiración debe ser una decisión in-
dividualizada, y dependerá de la capacidad de cada niño en
concreto y de las habilidades que haya adquirido.
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Objective To explore Uruguayan pediatricians’ personal recommendations about complementary feeding and to assess if they are aligned with current guidelines and scientific evidence. Design A questionnaire composed of open-ended questions was used to explore foods recommended to start complementary feeding, foods regarded as the most important during the first meals, recommendations for delayed introduction of foods, and foods that should be avoided. Reasons underlying the recommendations were also explored. Setting Montevideo, the capital city of Uruguay (Latin America). Participants A total of 212 pediatricians were recruited during a National Pediatrics Conference, organized by the Uruguayan Society of Pediatrics. Results The recommendations about complementary feeding provided by pediatricians to parents and caregivers in Uruguay seemed not to be fully aligned with the guidelines provided by the Ministry of Health. Pediatricians recommend a rigid food introduction sequence, characterized by the early introduction of soft pureed vegetables and fruits, followed by meat and the delayed introduction of allergenic foods. Food diversity and the concept of ultra-processed were not frequently identified in the responses. Conclusions Results stress the importance of developing educational and communication approaches targeted at pediatricians to contribute to the uptake of updated recommendations regarding complementary feeding.
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This review of the developmental readiness of normal, full-term infants to progress from exclusive breastfeeding to the introduction of complementary foods is the result of the international debate regarding the best age to introduce complementary foods into the diet of the breastfed human infant. After a list of definitions, four papers focus on: "Immune System Development in Relation to the Duration of Exclusive Breastfeeding" (Armond S. Goldman); "Gastrointestinal Development in Relation to the Duration of Exclusive Breastfeeding" (W. Allan Walker); "Infant Oral Motor Development in Relation to the Duration of Exclusive Breastfeeding" (Audrey J. Naylor, Sarah Danner, and Sandra Lang); and "Maternal Reproductive and Lactational Physiology in Relation to the Duration of Exclusive Breastfeeding" (Alan S. McNeilly). (SM)
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Baby-Led Weaning (BLW) is an alternative method for introducing complementary foods to infants in which the infant feeds themselves hand-held foods instead of being spoon-fed by an adult. The BLW infant also shares family food and mealtimes and is offered milk (ideally breast milk) on demand until they self-wean. Anecdotal evidence suggests that many parents are choosing this method instead of conventional spoon-feeding of purées. Observational studies suggest that BLW may encourage improved eating patterns and lead to a healthier body weight, although it is not yet clear whether these associations are causal. This review evaluates the literature with respect to the prerequisites for BLW, which we have defined as beginning complementary foods at six months (for safety reasons), and exclusive breastfeeding to six months (to align with WHO infant feeding guidelines); the gross and oral motor skills required for successful and safe self-feeding of whole foods from six months; and the practicalities of family meals and continued breastfeeding on demand. Baby-Led Weaning will not suit all infants and families, but it is probably achievable for most. However, ultimately, the feasibility of BLW as an approach to infant feeding can only be determined in a randomized controlled trial. Given the popularity of BLW amongst parents, such a study is urgently needed.
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Baby-Led Weaning (BLW) is an alternative approach for introducing complementary foods to infants that emphasises infant self-feeding rather than adult spoon-feeding. Here we examined healthcare professionals' and mothers' knowledge of, attitudes to and experiences with, BLW. Healthcare professionals (n=31) and mothers who had used BLW (n=20) completed a semistructured interview using one of two tailored interview schedules examining their knowledge of, attitudes to and experiences with, BLW. Interview notes and transcripts were analysed using content analysis to identify subcategories and extract illustrative quotes. Healthcare professionals had limited direct experience with BLW and the main concerns raised were the potential for increased risk of choking, iron deficiency and inadequate energy intake. Although they suggested a number of potential benefits of BLW (greater opportunity for shared family meal times, fewer mealtime battles, healthier eating behaviours, greater convenience and possible developmental advantages) most felt reluctant to recommend BLW because of their concern about the potential increased risk of choking. In contrast, mothers who had used this style of feeding reported no major concerns with BLW. They considered BLW to be a healthier, more convenient and less stressful way to introduce complementary foods to their infant and recommended this feeding approach to other mothers. Although mothers did not report being concerned about choking, 30% reported at least one choking episode-most commonly with raw apple. Given the lack of research on BLW, further work is needed to determine whether the concerns expressed by healthcare professionals and potential benefits outlined by mothers are valid. The current study suggests that there is a mismatch between healthcare professionals' and mothers' knowledge of, attitudes to and experiences, with BLW.
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Few studies have examined observed maternal feeding behaviors and their potential association with child adiposity. The association between maternal prompting to eat and child adiposity has been inconsistent. This study sought to identify factors associated with maternal feeding behaviors and to test the hypothesis that more maternal prompts to eat, more assertive prompts, and more intrusiveness are associated with greater child adiposity. Children (n = 1218) and their mothers were videotaped eating a standardized snack at ages 15, 24, and 36 mo. Maternal prompts to eat, the percentage of prompts that were assertive, and intrusiveness were coded. Adjusted regression analyses evaluated predictors of prompts, the percentage of assertive prompts, and intrusiveness and the relation of each of these factors with child adiposity (weight-for-length z score at 15 mo and BMI z score at 24 and 36 mo) after control for the child's race-ethnicity and sex, family income-to-needs ratio, and maternal education, weight status, and depressive symptoms. At 36 mo, mothers gave an average of 9.3 prompts; 61% of prompts were assertive, and 48% of mothers were intrusive. Lower maternal education and minority race-ethnicity were associated with a greater percentage of assertive prompts and intrusiveness. A greater percentage of assertive prompts and intrusiveness, but not total prompts, was associated with higher child adiposity. Assertive prompting and an intrusive style had small but significant associations with greater child adiposity. Future work should focus on maternal motivations for assertive and intrusive feeding styles and mechanisms through which these feeding styles might increase child adiposity.
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Baby-led weaning (BLW) is a style of solid food introduction that emphasizes self-feeding rather than spoon-feeding. The purpose of this cross-sectional study was to determine whether parents using BLW change their dietary intake during weaning, and if their babies are offered family foods. Participants kept diet diaries at baseline and three months later, post-BLW implementation. Wilcoxon tests revealed no significant changes in dietary intake during the first three months of weaning, however, parents offered their children 57% of the same foods they were consuming. Results suggest that BLW does not lead to dietary changes among parents during the weaning process.
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Although premastication of food for weaning infants might have nutritional benefit, it is also associated with transmission of pathogens. We investigated premastication practices in Cape Town, South Africa, in lower socioeconomic status caregivers of infants below 2 years of age. A previously reported questionnaire was adapted for South African conditions. A convenience sample of infant caregivers was captured at public maternal/pediatric and HIV outpatient clinics and home visits. We interviewed 154 caregivers, 92% of whom were the biological mothers (median age: 29). Of these, 70% were black, and 29% were colored. There were 106 (69%) caregivers who practiced premastication. The median age of infants who received premasticated food was 6 (interquartile range: 4-6) months. Forty-six (43%) infants were teething, and 44 (42%) had oral mucosal lesions while receiving premasticated food. Fifty-five (52%) caregivers reported an oral condition, mostly bleeding gums, mouth sores, and thrush, and 41 (39%) caregivers reported blood in the food. Premasticating caregivers had a significantly lower educational level than those caregivers who did not engage in this practice. Premastication practices were cultural (40%), habit (20%), and on mother's advice (75%). Reasons for premastication were to pretaste (68%), encourage eating (61%), estimate food temperature (85%), and homogenize food (60%). Counselors and caregivers should be aware of the adverse effects of premastication. Education should include advice to avoid premastication and to seek health advice for oral conditions in the caregiver and child. More studies are needed to better define the extent and risks of premastication, including its possible role in increasing HIV-1 transmission.
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Baby-led weaning is an approach to the introduction of solid foods that is being followed by increasing numbers of parents, but what is it, and should health visitors be encouraging it? This paper aims to refresh practitioners' background knowledge of complementary feeding and to outline the key features of baby-led weaning, as well as to explore the evidence that supports this approach as a logical adjunct to the move to six months for the introduction of solid foods. The more common concerns of parents and professionals, such as choking and iron intake, are addressed. Tips for implementing baby-led weaning are included and some of the potential benefits identified.
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An alternative to traditional weaning methods known as baby-led weaning (BLW) appears to be emerging in the UK. This approach advocates bypassing typical weaning practices of spoon-feeding puréed foods or baby rice, encouraging instead the introduction of foods in their whole form to the infant from 6 months old. A key tenet of BLW is self-feeding. Anecdotally, the practice of BLW appears to be gaining in popularity. However, research evidence is scant, and little is known about the nature of BLW and the demography of those who utilize it. This study aimed to characterize a sample of women who have chosen to adopt the BLW method and to describe associated attitudes and behaviours. Six hundred and fifty five mothers with a child between 6 months and 12 months of age provided information about timing of weaning onset, use of spoon-feeding and purées, and experiences of weaning and meal times. Those participants who used a BLW method reported little use of spoon-feeding and purées and were more likely to have a higher education, higher occupation, be married and have breastfed their infant. BLW was associated with a later introduction of complementary foods, greater participation in meal times and exposure to family foods. Levels of anxiety about weaning and feeding were lower in mothers who adopted a BLW approach. These findings provide an insight into BLW practices and the characteristics of a small population of users.
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A controlling maternal feeding style has been shown to have a negative impact on child eating style and weight in children over the age of 12 months. The current study explores maternal feeding style during the period of 6-12 months when infants are introduced to complementary foods. Specifically it examines differences between mothers who choose to follow a traditional weaning approach using spoon feeding and pureés to mothers following a baby-led approach where infants are allowed to self feed foods in their solid form. Seven hundred and two mothers with an infant aged 6-12 months provided information regarding weaning approach alongside completing the Child Feeding Questionnaire. Information regarding infant weight and perceived size was also collected. Mothers following a baby-led feeding style reported significantly lower levels of restriction, pressure to eat, monitoring and concern over child weight compared to mothers following a standard weaning response. No association was seen between weaning style and infant weight or perceived size. A baby-led weaning style was associated with a maternal feeding style which is low in control. This could potentially have a positive impact upon later child weight and eating style. However due to the cross sectional nature of the study it cannot be ascertained whether baby-led weaning encourages a feeding style which is low in control to develop or whether mothers who are low in control choose to follow a baby-led weaning style.