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19. Los grandes campos de dunas actuales
de Canarias
I. Alonso1, L. Hernández2, J. Alcántara-Carrió3, L. Cabrera1 y A. Yanes4
1. Introducción
Las formaciones eólicas de mayor envergadura de Canarias se localizan
en las islas orientales. Gran Canaria contaba hasta hace unas décadas con dos
campos de dunas móviles: Maspalomas y Guanarteme, situados en el sur y
nordeste de la isla respectivamente. El primero de ellos es un campo de dunas
funcional, a pesar de estar sometido a importantes cambios que afectan sus-
tancialmente a su propia existencia, como se verá en el apartado correspon-
diente. Por el contrario, el campo de dunas de Guanarteme ha desaparecido
por completo como consecuencia de la construcción de la ciudad de Las Pal-
mas de Gran Canaria.
Fuerteventura cuenta con dos campos de dunas: Jandía y Corralejo. El pri-
mero de ellos se localiza en el istmo de Jandía, en la costa meridional de la isla.
Es un área que enlaza los macizos de Betancuria y Jandía, con los que limita por
el NE y SW respectivamente. En su mayor parte se trata de un sistema eólico
fósil sobre el que se identica una cierta dinámica eólica actual, si bien de carác-
ter residual. Corralejo, por el contrario, es un campo de dunas móviles que se
extiende en el extremo nordeste de la isla (Fig. 1).
Lanzarote también cuenta con un sistema eólico denominado El Jable. Se
trata de un corredor de arenas que, impulsadas por los vientos alisios, atravesa-
ban la isla de Norte a Sur. Hoy día este corredor ya no es funcional, salvo en el
extremo NE, donde aún quedan algunas morfologías dunares.
El interés paisajístico, geológico y geomorfológico de estas formaciones es
patente, como lo demuestra el hecho de que todos estos espacios (excepto ló-
1. Departamento de Física, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, ialonso@ds.ulpgc.es,
lcabrera@becarios.ulpgc.es
2. Departamento de Geografía, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, lhernandez@dgeo.
ulpgc.es
3. Facultad Ciencias Experimentales, Universidad Católica de Valencia, javier.alcantara@ucv.es
4. Departamento de Geografía, Universidad de La Laguna, ayanes@ull.es
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gicamente el de Guanarteme) están íntegra o parcialmente protegidos por la
legislación territorial. Así, la Ley 12/1987, de 19 de junio, de Declaración de
Espacios Naturales de Canarias, declaró las Dunas de Maspalomas como Paraje
Natural de Interés Nacional, mientras que Corralejo, Jandía y Famara (extremo
NE de El Jable) fueron declarados Parques Naturales en el ámbito de la Comu-
nidad Autónoma Canaria. Esta Ley fue derogada por la Ley 12/1994, de 19 de
diciembre, de Espacios Naturales de Canarias, la cual establece para Maspalo-
mas la categoría de Reserva Natural Espacial, mientras que Corralejo, Jandía y
el norte de El Jable han mantenido la categoría de Parque Natural. Todos estos
espacios son considerados, además, áreas de sensibilidad ecológica.
Por otra parte, la Decisión de la Comisión de 28 de diciembre de 2001
(DOCE 9/1/2002) por la que se aprueba la lista de Lugares de Importancia Co-
munitaria de la región macaronésica, integra los cuatro enclaves mencionados
en la citada lista con las siguientes denominaciones: ES7010007, ES7010032,
ES7010033 y ES7010045 para Maspalomas, Corralejo, Jandía y Archipiélago
Chinito (integrando este último la zona norte de El Jable), respectivamente. La
reciente actualización de la citada lista (Decisión de la Comisión de 25 de enero
de 2008, DOCE 5/2/2008) mantiene estos cuatro enclaves.
integrados por una playa de 6 km de desarrollo continuo. No obstante, en su
sector de exposición sur la misma es conocida como Playa de Maspalomas y en
el oriental como Playa del Inglés, mientras el espacio que media entre ambas se
denomina Punta de La Bajeta. Por último, el área dunar se extiende hacia el inte-
rior hasta contactar con las urbanizaciones de El Inglés y Campo Internacional,
que son el límite septentrional de esta formación (Fig. 2).
2.1. Caracterización geomorfológica
Maspalomas es un sistema muy complejo en razón de la conuencia de una
gran variedad de medios, desde marino y eólico a lacustre y, ocasionalmente,
uvial. Desde un punto de vista geomorfológico, esa complejidad deriva de la
presencia de terrazas y depósitos aluviales, laguna litoral, estructuras sedimenta-
rias del campo de dunas y playas actuales y depósitos marinos fósiles.
Entre las geoformas señaladas sobresalen, en primera instancia, las plata-
formas sedimentarias que circundan dicho sistema. Una primera se sitúa en su
anco oeste y corresponde a un fan-delta recubierto en parte por sus arenas. De
edad holocena, su origen remite a la actividad de la red de drenaje del barranco
de La Data-Fataga, que evacua las aguas de una de las mayores cuencas hídrica
de Gran Canaria. A este cono aluvial se asocia una laguna litoral permanente. La
Charca o El Charco, como así se designa, se distingue en especial por su interés
biótico, pues es lugar de refugio de distintas especies de aves, debido a la pre-
sencia de vegetación hidróla en su entorno. A la terraza considerada se suman,
por el Norte, otras dos pleistocenas dispuestas a 4-6 y más de 20 metros sobre
el cero marino, según se trate de la Terraza Baja o de la Terraza Alta (Terraza del
Inglés), respectivamente. Esta última destaca sobremanera por sus dimensiones
y por el hecho de que su sector meridional se adentra en el campo de dunas
en forma de cuña. Hasta 1965 la práctica ausencia de actividad turística en los
alrededores del campo de dunas permitía que las arenas remontaran el obstáculo
que supone la Terraza Alta, garantizando el necesario aporte sedimentario hacia
el interior del sistema. Con independencia de su emplazamiento y cronología,
las tres terrazas están integradas por sedimentos aluviales, cuya fracción gruesa
está constituida principalmente por fragmentos de rocas volcánicas diferencia-
das. Fruto de manifestaciones mio-pliocenas, su área fuente se sitúa aguas arriba
de la cuenca hídrica de Fataga (Hernández & Mangas, 2004).
Por lo que respecta al campo de dunas actual, su origen se encuentra en un
evento puntual acaecido hace unos 200 años (entre 1785 y 1838), que supuso la
llegada masiva de un considerable volumen de arenas (MMA, 2008). Desde ese
momento este complejo ha estado sometido a un constante proceso de pérdida
Figura 1. Localización de los cuatro grandes sistemas eólicos actuales de Canarias en
Gran Canaria (A), Fuerteventura (B) y Lanzarote (C). (Imágenes base tomadas de
https://mapa.grafcan.es).
2. El campo de dunas de Maspalomas (Gran Canaria)
Maspalomas es el único campo de dunas móviles activo de Gran Canaria. Se
ubica en el sur de la isla, en un ambiente cálido, seco y con un alto porcentaje
de días soleados, como corresponde a un territorio a sotavento del mar de nubes
del alisio. Ocupa una supercie de unos 3.5 km2, colonizada por una vegetación
fundamentalmente xeróla, halóla y psammóla. El campo de dunas se asienta
en la desembocadura del barranco de La Data-Fataga (o de Maspalomas en su
tramo nal), que constituye su borde occidental; el oriental y meridional están
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natural de sedimentos, que la acción humana ha acelerando. Las geoformas se-
dimentarias dominantes son dunas barjanas y cordones transversales (Martínez
et al., 1986). Las primeras se localizan en las proximidades del litoral, surgiendo
a partir de dunas embrionarias por retención de arena a sotavento de la vegeta-
ción. Los segundos lo hacen en el interior de la franja costera, por acumulación
de arenas a más de un centenar de metros de distancia del backshore. Con alturas
entre 6 y 12 metros, su existencia denota un importante volumen sedimentario
en tránsito, aunque en claro retroceso. De ahí que muchas dunas experimenten
en la actualidad una disminución de su altura, al tiempo que el conjunto de
estos cordones adquiere rasgos barjanoides y, en algunos enclaves, patrón en aklé
(Hernández, 2006). Se constata, además, un incremento del número y dimen-
sión de los espacios interdunares existentes entre ellos.
foraminíferos y briozoos (1%). Los componentes terrígenos se reparten entre un
27% de fragmentos de rocas sálicas y un 8% de básicas, además de minerales fe-
rromagnesianos (33%), leucocratos (11%) y vidrio volcánico y minerales opacos
(21%) (MMA, 2008).
El medio marino se hace presente en el interior del campo de dunas a través
no sólo del encharcamiento periódico de los espacios interdunares, con ocasión
de temporales del SW, sino también de la existencia de depósitos fósiles. Se trata
de cordones de cantos, en su mayoría fonolíticos, que aoran en los espacios
interdunares de la mitad sureste de dicho campo. Se corresponden con paleoba-
rras indicativas de niveles marinos holocenos (Fig. 3A). También en la playa de
Maspalomas aparecen depósitos sedimentarios marinos, en los que la presencia
de fósiles de Strombus bubonius ha permitido datar este nivel en el Último Inter-
glaciar (Meco et al., 2006; gura 3B).
2.2. Dinámica sedimentaria
Las relaciones entre el viento, el oleaje, las plataformas sedimentarias, el
barranco y las propias arenas de las dunas, así como sus variaciones espacio-
temporales, están en el origen de diversos procesos recientes y actuales en los que
reside el peculiar funcionamientote este sistema.
La actividad del viento es determinante en la dinámica sedimentaria de
Maspalomas. Por su situación geográca al sur de Gran Canaria, los alisios,
ujos del NNE dominantes durante la mayor parte del año, han de rodear la
isla para acceder al campo de dunas. Como consecuencia de ello, presentan un
rumbo ENE y otro W, componentes opuestas aunque equilibradas en cuanto
a su dominio porcentual. No obstante, dado que las velocidades de los vientos
procedentes del E-ENE son mayores, el movimiento efectivo de las dunas se
produce hacia el Oeste (Pérez Chacón et al., 2007).
Por lo que respecta al oleaje, principal responsable de la morfología de las
playas, cabe diferenciar entre el más frecuente del NE y el más energético aso-
ciado a temporales del SW. El primero se refracta por la batimetría de la zona,
incidiendo con mayor altura de ola en la Punta de la Bajeta que en las playas
aledañas. En estas ocasiones, esa punta se erosiona de forma considerable, des-
plazándose los sedimentos tanto hacia la playa del Inglés mediante una corriente
por gradiente de sobreelevación, como hacia la de Maspalomas por deriva litoral
(MMA, 2008; gura 4A).
El segundo comporta una fuerte denudación de esta última playa y de las
dunas más próximas, al tiempo que determina el recrecimiento de la Punta de
la Bajeta. A pesar de los aportes recibidos por el Oeste y del transporte de un
Figura 2. Vista general del campo de dunas de Maspalomas.
En cualquier caso, el origen eólico de estas geoformas es indudable, como
evidencia la granulometría de sus arenas. En efecto, éstas son nas, modera-
damente bien clasicadas y simétricas, aunque con leve tendencia a asimetrías
negativas; a ello se une su distribución unimodal. La naturaleza del 60% de las
mismas es, por término medio, carbonatada, correspondiendo su mayor parte
a mallas de algas coralináceas (75%), mientras que el resto a moluscos (24%) y
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cierta cantidad de arenas hacia el Norte, el oleaje evacua durante los episodios de
temporal un volumen apreciable de ellas hacia el talud existente frente a dicha
punta (MMA, 2008; gura 4B). Tal pérdida supera con creces los aportes, de
modo que el balance sedimentario neto es claramente decitario. Este hecho se
ha comprobado observando los cambios experimentados en la zona emergida
mediante modelos digitales de elevaciones. Así, entre 1987 y 2003, el campo de
dunas perdió aproximadamente 700.000 m3, cifrándose la tasa anual en unos
44.000 m3 (MMA, 2008).
Ahora bien, en el subsector norte de este sistema, las edicaciones turísticas
construidas en la Terraza Alta o del Inglés impiden el avance de las dunas, al
tiempo que modican el ujo eólico. El mismo redirige la arena hacia el Sur,
al tener que contornear el obstáculo que es en sí misma la terraza en cuestión.
En cualquier caso, en su avance hacia el interior, las dunas barjanas originales
se presentan coalescentes y conformando cordones barjanoides, que migran con
velocidades entre 1 y 19 metros de avance anual, según sectores (Pérez-Chacón
et al., 2007), hasta su salida de nuevo al mar por La Charca y playa de Mas-
palomas. Este esquema es extensivo al subsector sur hasta el backshore, donde
el porte más reducido y la mayor separación de los ejemplares de Traganum
moquinii imposibilitan en la práctica la formación de la foredune. Estos hechos
determinan una menor retención de arena y la constitución de geoformas de
entidad más reducida. Se trata, por lo común, de láminas de arena y peque-
ñas dunas barjanas en torno a 1 metro de altura, que avanzan a una velocidad
media de 14 m/año (si bien se han observado avances puntuales superiores a
34 m/año) sobre amplias áreas de deación, caracterizadas por la presencia de
arenas humedecidas o encostradas en supercie (Pérez-Chacón et al., 2007).
Estos depósitos terminan congurando un cordón de acumulación de unos 6
metros de altura media (MMA, 2008), cuyo frente de avance se desplaza a una
velocidad de 11 m/año, alejándose exponencialmente del backshore (Hernández
et al., 2007). Los cordones interiores se unen a los provenientes del subsector
norte y se desplazan hasta alcanzar la playa de Maspalomas, por donde las arenas
son devueltas al mar.
De la acción conjunta de viento y oleaje resulta, en última instancia, que la
playa del Inglés constituye el área de entrada de las arenas en el sistema dunar.
Las partículas, una vez secas, quedan a merced de los vientos efectivos, aunque
los obstáculos humanos (hamacas, sombrillas y kioscos) y las labores de mante-
nimiento de la playa alteran la dinámica eólica, impidiendo la constitución de
geoformas signicativas. No obstante, en el backshore surge una foredune por la
alineación de ejemplares de Traganum moquinii, especie propia de un matorral
halólo característico de estas latitudes. Ello posibilita la génesis y progresión de
estructuras mayores, que dan paso a dunas barjanas hacia el interior del sistema.
Figura 3. Paleobarras holocenas (A) y nivel marino pleistoceno (B), indicativos
de actividad marina en la zona de Maspalomas.
Figura 4. Funcionamiento de la dinámica litoral en la zona de Maspalomas en situación
de alisios (A) y temporales del SW (B). Las echas verdes indican la dirección e intensi-
dad del oleaje y las blancas el transporte de sedimentos asociado.
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En este contexto, la dinámica sedimentaria litoral puede alterarse, además,
cuando el barranco de Maspalomas recobra su actividad. Este hecho acontece
con ocasión de lluvias de gran concentración horaria que generan una escorren-
tía más o menos considerable. En estas ocasiones, el frente de La Charca suele
abrirse mediante medios mecánicos, con el n de proteger a los hoteles cercanos
de las más que probables inundaciones (Mayer & Pérez-Chacón, 2006). La eli-
minación total o parcial de algunos depósitos dunares cercanos a la playa, reac-
tiva el antiguo papel del barranco como límite occidental del campo de dunas.
2.3. Evolución natural y cambios de usos del suelo
Considerando el funcionamiento global del sistema dunar y el papel que
desempeña la Terraza Alta o del Inglés en la dinámica de sus arenas, son tres
las grandes áreas que se pueden distinguir en su seno (Fig. 5). La primera es la
interior (sector C en la gura 5), ubicada a sotavento de la Terraza Alta, donde
es claro el predominio de las dunas estabilizadas por la vegetación. En ella la
dinámica sedimentaria es residual, pues, salvo en puntos aislados, la carencia
de vientos efectivos ha conllevado el cese de la actividad eólica; hecho que ha
facilitado, a su vez, la colonización vegetal y, por tanto, una estabilización mayor
si cabe de las dunas. La evolución del complejo de dunas en las últimas décadas
evidencia que la paralización de las geoformas de esta unidad es consecuencia,
fundamentalmente, del efecto de sombra eólica generado por las urbanizaciones
construidas sobre la Terraza del Inglés (Hernández, 2006; Hernández-Cordero
et al., 2006; MMA, 2008), así como del incremento de aportes de agua dulce
procedentes del campo de golf y urbanizaciones colindantes.
La segunda área (Fig. 5, sector B) es la localizada en la zona intermedia del
sistema eólico. La ausencia de aportes arenosos, aunque no de vientos efecti-
vos, es su rasgo más destacado. Puede considerarse, por tanto, como un amplio
blowout, cuyo origen está relacionado con el vértice sur de la Terraza del Inglés,
si bien se amplía siguiendo la dirección marcada por los vientos efectivos. Las
geoformas móviles aquí existentes se limitan a rizaduras y a algunas dunas con
cierta actividad, dado el proceso colonizador que se está desarrollando en la
unidad. En su avance, las arenas dejan al descubierto tras de sí los materiales
sedimentarios que integran el basamento del sistema.
La última de estas áreas corresponde al ámbito de dunas móviles y playas (-
gura 5, sector A), integradas por los sedimentos que acceden al campo dunar por
la playa del Inglés y retornan al mar por la de Maspalomas y La Charca, como
ya se ha referido. Al igual que en las anteriores, la afectación de esta unidad por
la urbanización de la Terraza del Inglés es signicativa, porque, al acelerarse el
viento, la tasa de transporte eólico supera con creces a la de entrada de arenas
por la playa del Inglés. Se comprende, entonces, que el primer cordón de acu-
mulación se aleje exponencialmente del backshore (MMA, 2008).
Figura 5. Sectorización del sistema de dunas en función de la dinámica eólica, las
características de la vegetación y los usos del suelo.
Los hechos expuestos reejan el protagonismo de la intervención antrópica
en la actual conguración del complejo arenoso de Maspalomas. Se debe tener
en cuenta, no obstante, que su papel ha variado de modo sustancial a lo largo
del tiempo, en la medida en que han cambiando los usos del suelo. En efecto, el
interés inicial se limitó en el pasado, fundamentalmente, al aprovechamiento de
sus recursos hídrico y maderero. Por su parte, la cría de ganado en régimen de
suelta, sobre todo dromedarios para labores agrícolas, fue habitual en la super-
cie dunar, mientras que el cultivo de cereales ocupó hasta mediados de 1950 a la
mayor parte de los habitantes de la zona, allí donde los recursos hídricos de los
alrededores y de suelos en las terrazas aluviales pleistocenas lo hicieron posible.
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Los cambios realmente trascendentes en Maspalomas son los acontecidos a
partir de la década de 1960, cuando se materializó uno de los mayores proyectos
turísticos de Canarias, que se desarrolló tanto en sus inmediaciones como en el
interior del propio campo de dunas. La proliferación de la actividad urbanizadora
en la periferia de este espacio ha supuesto la alteración del régimen de vientos,
proceso que ha incidido directamente sobre el transporte eólico, y por ello sobre la
evolución de las geoformas, que han acelerado su tránsito por el campo de dunas.
Fruto de todo ello es el décit sedimentario que actualmente padece el sistema.
Las actividades de ocio y esparcimiento que tienen lugar en el marco de
las playas y dunas de Maspalomas también inciden en la dinámica sedimen-
taria. En este sentido, la formación de dunas es inhibida en cierta medida por
las labores de mantenimiento que se efectúan en las playas y por la ubicación
de equipamientos diversos (kioscos, hamacas y sombrillas), que dicultan la
normal circulación de los sedimentos (Fig. 6A). La construcción de estructuras
cortaviento (goros) por parte de los usuarios para protegerse del viento y de la
arena interere asimismo en la dinámica eólica, al originar pasillos de deación
a sotavento de tales obstáculos (Fig. 6B). Los impactos se acrecientan a partir
del empleo de individuos de Traganum moquinii como elementos de apoyo en
la construcción de tales estructuras. Pero es más: las condiciones naturales en
que se desarrollan estos ejemplares vegetales son alteradas cada vez en mayor
medida por otras prácticas llevadas a cabos por los usuarios, como la micción y
pisoteo de plántulas. Estos especimenes, que desempeñan un papel fundamental
en el sistema eólico y en la protección del campo de dunas de la erosión marina,
precisan, por todo ello, de una intervención que posibilite su permanencia y de-
sarrollo. Por su parte, las áreas más estabilizadas del interior del campo de dunas
vienen siendo objeto también de agresiones diversas por parte de los visitantes,
con repercusión negativa sobre su ora, fauna y dinámica de las arenas. Destaca
entre ellas la dispersión de semillas de Neurada procumbens, planta norteafricana
introducida por los dromedarios que realizaban labores agrícolas en el entorno
de Maspalomas y que en la actualidad son utilizados como atractivo turístico.
En este contexto, la interacción entre las actividades antrópicas y la diná-
mica sedimentaria era inevitable, y, en consecuencia, el campo de dunas ha ex-
perimentado importantes transformaciones. En la actualidad la totalidad del
sistema se encuentra en un momento crítico debido a la pérdida de sedimentos,
proceso que ha marcado parcialmente muchos de los trabajos cientícos recien-
tes, que se han focalizado en determinar el volumen de arena que hay en el siste-
ma. Así, Ojeda et al. (2007) dan el valor de 26,5 x106 m3 de sedimentos totales
utilizando datos de un vuelo LIDAR y tomando como base la cota 0 m. Fontán
et al. (2007) calculan 18,64 x106 m3 de arena entre el basamento no arenoso
(determinado mediante ensayos geofísicos de sísmica de refracción y tomogra-
fía eléctrica) y el techo de las mismas, obtenido mediante un MDE de detalle,
realizado con base en un vuelo fotogramétrico. Por último, Pérez-Chacón et al.
(2007) calculan en 5.56 x106 m3 el volumen de arenas móviles, tomando como
base la altura de los espacios interdunares y como techo un MDE calculado
mediante estereocorrelación asistida. Basado en estas cifras, y considerando la
evolución del volumen de materiales en el sistema, se ha estimado la práctica
desaparición del campo de dunas móviles en menos de cien años (MMA, 2008).
En su lugar se dibuja un escenario en el que el basamento del sistema irá que-
dando exhumado progresivamente, al tiempo que la vegetación experimentará
un notable incremento, paralizando con ello los cada vez más escasos depósitos
eólicos móviles. Además, la playa de Maspalomas pasará a ser de cantos y blo-
ques debido a la práctica eliminación de los aportes de arena que hoy recibe.
Figura 6. La disposición de lotes de hamacas es prácticamente contínua a lo
largo de la playa de El Inglés (A). Imagen de las estructuras cortavientos (goros)
que hacen los usuarios para resguardarse del viento y la arena (B).
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Si bien el campo de dunas, La Charca y la vegetación asociada a la desem-
bocadura del barranco de La Data-Fataga tienen desde 1982 la consideración
de Espacio Natural Protegido, el conicto entre la conservación y el desarrollo
ha exigido la adopción de medidas que hagan frente al panorama descrito. En
la actualidad, las administraciones competentes en la gestión de este sistema se
plantean la combinación de intervenciones de carácter estructural, como es la
realización de aportes de arenas, y otras más blandas, desde el desarrollo de un
proyecto especíco para la protección y extensión de Traganum moquinii, hasta
el control de los accesos al campo de dunas, pasando por la reducción de las ha-
macas y un cambio de usos de la maquinaria pesada en la limpieza de las playas
(BOC, 2004; Pérez-Chacón et al., 2007; MMA, 2008).
3. El depósito eólico de Jandía (Fuerteventura)
3.1. Características geográficas
El istmo de Jandía constituye unos de los ambientes eólicos más extensos
de Canarias, con una supercie es de 54,2 km2, cifrándose su longitud media
en 10,5 km y su anchura entre 4,2 y 6,5 km (Fig. 7). A pesar de las transforma-
ciones antrópicas que el turismo incrementa en las últimas décadas, este espacio
muestra un marcado carácter natural, en el que destaca lo poco accidentado
de su topografía, en comparación con la de los macizos de Betancuria y Jandía
situados al NE y SW respectivamente, donde las alturas rondan los 700 m. Por
el contrario, en el istmo de Jandía la altura media es de tan sólo 130 metros, li-
mitándose la máxima altitud registrada a 322 metros (Lomas Negras). El relieve
se caracteriza por el predominio de formas alomadas entre las que se intercalan
valles cortos, poco encajados y no funcionales, siendo la Cañada del Río el paso
más deprimido y estrecho entre sus vertientes costeras de barlovento y sota-
vento. El sustrato volcánico tan sólo aora en los acantilados de la primera de
esas vertientes y en algunas lomas del interior del istmo. La mayor parte de su
supercie está recubierta por arenas biogénicas de origen marino, retrabajadas
por el viento a partir de depósitos dunares antiguos, a techo de los cuales se han
formado importantes costrones calcáreos.
El clima del istmo de Jandía puede calicarse de desértico cálido con ten-
dencia a la aridez, debido a la escasez e irregularidad de las lluvias, que, con
menos de 100 mm de media anual, se concentran en muy pocos días entre
noviembre y febrero. Contribuyen a esa tendencia la fuerte insolación y la in-
tensidad y persistencia de los alisios, que favorecen una alta evaporación. Estos
vientos presentan un marcado comportamiento estacional. En efecto, su pre-
dominio es maniesto entre los meses de abril y septiembre, siendo abordado
este sector de Fuerteventura por ujos con una componente NNW debido al
efecto orográco que imponen los macizos de Betancuria y Jandía. Durante el
resto del año, los vientos son de mayor velocidad y una acentuada variabilidad
direccional (Alcántara-Carrió et al., 1996b). Por todo ello, la escasa vegetación
está constituida, en lo esencial, por especies psammólas y halólas en las áreas
litorales. Por acción del pastoreo, los matorrales xerólos de sustitución no son
desconocidos, aunque la existencia de un importante número de especies endé-
micas es notable.
Figura 7. Localización del Istmo de Jandía en la isla de Fuerteventura.
3.2. Evolución reciente y unidades de paisaje
El análisis de fotografías aéreas de 1963 y 1992 y el diseño de un SIG han
permitido elaborar el mapa de unidades de paisaje del istmo de Jandía (Fig. 8 y
Tabla 1), así como identicar los cambios habidos entre ambas fechas (Alcánta-
ra-Carrió et al., 1996a; Alcántara-Carrió, 2003). Según dichos autores, este gran
sistema eólico de aparente homogeneidad se encuentra formado por una gran
variedad de ambientes. Entre ellos destacan los depósitos de arenas superciales,
que suponen el 40.1% de su extensión total. Están asociados a la ya residual
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dinámica sedimentaria actual y por lo general se limitan a mantos eólicos, al
ser reducida la disponibilidad de arenas en relación con el intenso viento. A
ello se suma que más de la mitad de estos depósitos están estabilizados por la
vegetación.
Tabla 1. Superficie de las categorías cartográficas y unidades de paisaje de Jandía
(1992)
Unidades de Paisaje Superficie
km2%
A. Depósitos eólicos de arenas móviles
A1. Dunas litorales 0,58 1,07
A2. Superficies de pendientes suaves con arenas móviles 0,63 1,16
A3. Fondos de barranco con acumulaciones de arenas móviles 0,40 0,74
A4. Superficies de pendiente acusada y arenas móviles 4,91 9,06
A5. Acumulaciones de arenas móviles en vertientes alomadas 1,90 3,50
SUBTOTAL 8,42 15,53
B. Depósitos eólicos de arenas estabilizadas por la vegetación
B1. Superficies de pendiente suave y arenas estabilizadas por la
vegetación 9,62 17,74
B2. Laderas de pendiente acusada con arenas estabilizadas por la
vegetación 3,72 6,86
SUBTOTAL 13,34 24,60
C. Sustratos rocosos
C1. Afloramientos volcánicos con incisiones rellenas por arenas eólicas 7,50 13,83
C2. Lomas y laderas con encostramientos de carbonatos, paleosuelos
y arenas compactadas 2,53 4,67
C3. Plataformas de carbonatos encostrados (caliches) 6,00 11,07
C4. Microcuencas encajadas en costra de caliche con barranqueras
y arenas estabilizadas por la vegetación. 5,42 10,00
SUBTOTAL 21,45 39,56
D. Zonas intermareales
D1. Llanura de marea y barra arenosa 2,20 4,06
D2. Saladar 0,44 0,81
SUBTOTAL 2,64 4,87
E. Ambientes antrópicos
E1. Extracciones y/o desmontes sobre superficies de pendientes
suaves y arenas estabilizadas por la vegetación. 7,09 13,08
E2. Urbanizaciones, edificaciones aisladas y parque eólico 1,28 2,36
SUBTOTAL 8,37 15,44
TOTAL 54,22 100
Figura 8. Fotografía aérea y mapa de unidades de paisaje del Istmo de Jandía (1992). Los
códigos de la escala corresponden a los de la tabla 1 (Modicado de Alcántara-Carrió,
2003).
Las geoformas que los integran son de diverso tipo: hay dunas de sombra
asociadas a la vegetación, una duna reversible en el límite sur de la vertiente de
barlovento, y dos extensas dunas de caída en la de sotavento (Alcántara-Carrió,
2003), si bien éstas últimas están a punto de desaparecer (Alonso et al., 2006).
La granulometría de sus sedimentos revela la existencia de depósitos unimoda-
les, propios de arenas móviles, pero también bimodales e incluso polimodales,
característicos de áreas de deación o de escasa movilidad eólica. En cuanto a su
composición, las partículas muestran un contenido muy elevado en carbonatos
y, aunque hay también fragmentos de basaltos, los materiales más densos sólo
son signicativos en las fracciones más nas.
Un segundo grupo de unidades está integrado por distintos tipos de aora-
mientos rocosos, que representan el 39.56 % de la zona, y el tercero en impor-
tancia son las unidades ligadas a la gran presencia antrópica, toda vez que ya en
1992 el 15,4% de este territorio reejaba claros síntomas de alteración; en un
principio, por las extracciones de áridos, escombreras y apertura de numerosas
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
482
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
483
pistas y, de forma más reciente, por edicaciones y usos turísticos que han con-
tinuado expandiéndose hasta la actualidad, sobre todo en el anco de sotavento
del istmo. Consecuencia inmediata de esta situación es la importante alteración
de la dinámica sedimentaria de este sector de Fuerteventura, como ha quedado
de maniesto en numerosos estudios. En este sentido, el medio físico sobre el
que se asienta la industria turística del sur de la isla (las playas de sotavento), se
dirige hacia una inestabilidad sedimentaria muy acusada y en la que cobra un
protagonismo cada vez mayor la disminución, cuando no cese, de los aportes
eólicos procedentes del istmo (Fernández, 1990; Alcántara-Carrió, 2003; Alon-
so et al., 2006).
Ahondando en ello, la cartografía sedimentaria de Jandía pone de mani-
esto la variabilidad espacial y estacional de los sedimentos superciales. Los
compuestos por arena media o na, bien seleccionados, con asimetría positiva y
elevado contenido en carbonatos, son los más susceptibles de ser removilizados
por el viento (Alcántara-Carrió & Alonso, 2001). Aunque se han localizado en
el área central del istmo, la mayor parte de estos sedimentos se encuentra en su
extremo suroccidental, donde se asocian a las dunas más importantes en ambas
vertiente costeras (Fig. 9).
3.3. Dinámica eólica
El estudio del contenido en foraminíferos, muy abundantes en las partículas
eólicas actuales y antiguas, así como los análisis mineralógicos mediante difrac-
ción de rayos X (SEM), han permitido deducir que la fuente de sedimentos
para la dinámica eólica actual es la erosión de los depósitos eólicos pleistocenos
que recubren la supercie interior del istmo. De igual manera, Alcántara-Carrió
(2003) determinó que no existen aportes desde las playas ni de los depósitos
dunares que aoran en los acantilados de la fachada de barlovento.
En cuanto a la intensidad del transporte eólico, se ha procedido a su cuan-
ticación a partir de mediciones simultáneas con una torre de anemómetros y
trampas de sedimentos y evaluando diferentes ecuaciones que incluyen el efecto
de la vegetación y la pendiente topográca. Por último, con la ecuación que me-
jor se ajusta a los datos empíricos, considerando la granulometría del sedimento
y partiendo de correlaciones estadísticas para predecir el viento a lo largo de
todo el año en diferentes enclaves del istmo, así como otros factores ambientales,
se han determinado las rosas de arena y el diagrama de ujos de transporte para
el año 1998 (Fig. 10). Se advierte que el transporte hacia el SSE, en relación
con los alisios, es predominante en la vertiente de sotavento del istmo. Por el
contrario, en la de barlovento, con una fuerte pendiente, se genera un intenso
transporte hacia el W debido a la mayor intensidad de esos vientos en invierno
(Alcántara-Carrió & Alonso, 2002).
Desde hace una decada, la proliferación de las edicaciones turísticas en la
costa de Sotavento ha anulado por completo el transporte eólico existente desde
la zona central del istmo hacia las playas de Sotavento. Asimismo, la casi total
desaparición de las dunas de caída en las últimas décadas, tal como ya alertó Hö-
llermann (1990), pone de maniesto que el ujo en el extremo sur es también
nulo en la práctica. Ello puede deberse, con mucha probabilidad, al efecto de las
intensas extracciones en la Degollada de Mojones y la obstrucción de la carre-
tera. El aumento generalizado de la cobertura vegetal en todo el istmo es causa
también del descenso del transporte de sedimentos por el viento. En denitiva,
las playas de Sotavento han dejado de ser alimentadas por los aportes eólicos
procedentes del istmo de Jandía (Alonso et al., 2006, 2007).
4. El campo de dunas de Corralejo
4.1. Principales rasgos geográficos, geológicos y geomorfológicos
El complejo de dunas de Corralejo, ubicado en el extremo NE de la isla de
Fuerteventura, ocupa una extensión de 17,7 km2. Se trata de una franja costera
Figura 9. Distribución supercial del tamaño medio de grano (izda.) y disponibilidad
de sedimentos susceptibles de ser transportados por el viento (dcha.).
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
484
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
485
mas, espacios interdunares colonizados por la vegetación, así como playas y áreas
adyacentes. Completa este corolario, por último, una urbanización turística y una
carretera que atraviesa en sentido longitudinal este complejo dunar.
Figura 10. Líneas de ujos eólicos en el istmo de Jandía (1998).
de unos 8 km de largo por 2 km de ancho orientada prácticamente en sentido
N-S. Los límites occidental y meridional son materiales volcánicos, al N y NW
se encuentra la urbanización de Corralejo y todo el límite oriental está ocupado
por la costa, en la que cabe diferenciar un sector norte con amplias playas, solo
interrumpidas por un saliente rocoso sobre el que se asienta un complejo ho-
telero, un sector central donde hay pequeñas playas encajadas entre materiales
rocosos, y un sector meridional donde la costa es rocosa (Fig. 11).
El campo de dunas en sí cuenta con diferentes ambientes contrastados. Entre
ellos sobresale el integrado por arenas y dunas móviles, aunque apenas ocupa la
mitad de la supercie total del mismo. El resto está constituido por áreas de arenas
prácticamente estabilizadas por la vegetación y sectores donde aoran acumula-
ciones de areniscas de coloración rojiza y cierta consolidación, que constituyen
lo que se denomina el jable antiguo. Con menor cobertura espacial se identican
asimismo zonas donde una na capa de sedimentos eólicos recubre coladas próxi-
Figura 11.- Mapa de localización y vista general del campo de dunas de Corralejo.
Un valor adicional que concurre en Corralejo deriva de la existencia de
depósitos marinos antiguos. En algunos tramos de su costa sur, asoman sobre
basaltos del Pleistoceno Inferior fragmentos de un conglomerado marino con
restos de Patella. Aparecen recubiertos en parte por coladas del Pleistoceno Su-
perior y se relacionan con los depósitos del estadio isotópico 5e, que han sido
datados en Matas Blancas (Jandía, sur de Fuerteventura) en 125 ka (Meco et al.,
1987). Además, en la costa norte, cerca de Punta Tivas, se han reconocido de-
pósitos marinos holocenos (estadio isotópico 1), con una edad entre 3640±100
BP (Meco et al., 1987) y 1770±70 (Criado et al., 2004).
Desde un punto de vista geomorfológico, las dunas móviles de Corralejo
son, en su mayor parte, de tipo barjana, aunque existen algunas dunas transver-
sales y otras de frente sinuosos por coalescencia de barjanas. Todas ellas están in-
tegradas por arenas bioclásticas marinas, procedentes, sin duda, de la plataforma
litoral que se extiende al norte y noreste de Fuerteventura. Una vez que el oleaje
y corrientes costeras las depositan en las playas, los alisios las trasladan hacia el
Sur formando las dunas, proceso que ha tenido lugar en distintas épocas del
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
486
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
487
Cuaternario (Criado et al., 2004). Es característica de estas dunas cierta variabi-
lidad en su orientación, aunque la preferente es hacia el Sur, dado el predominio
en este ámbito de los vientos del Norte. Variable es también su tamaño, pues si
bien su altura media es de 6,7 m, pueden superar en ciertos casos los 17 m (Hi-
dtma-Iberinsa, 2005). En cuanto a su tasa de desplazamiento, se calcula en 5,8
m/año de media (Jiménez et al., 2006), siendo de 11,4 m/año el valor máximo
medido. El sentido de su avance es hacia el Sur, tapizando de modo progresivo
el malpaís del volcán de Los Apartaderos. Con todo, una gran cantidad de arena
se pierde por el extremo sureste del campo dunar, al caer a la costa.
Junto a estas arenas móviles, el complejo dunar de Corralejo está integrado,
además, por areniscas de colaboración terrosa, debido a su alto porcentaje de
limos y arcillas. Estas areniscas constituyen el ya citado jable antiguo, que cuenta
con una gran abundancia de fragmentos de gasterópodos terrestres y nidos de
himenópteros, por lo que su distribución granulométrica es típicamente poli-
modal. El análisis granulométrico de sedimentos de las dunas actuales, del jable
antiguo y de las playas contiguas evidencia que la fuente de la que derivan las
arenas constitutivas de las primeras es la erosión de ese jable antiguo (Jiménez et
al., 2006).
4.2. Evolución del campo de dunas
En relación con la actual alimentación del campo dunar hay que considerar
la incidencia del desarrollo turístico del núcleo urbano de Corralejo en las dos
o tres últimas décadas (Fig. 12). Las transformaciones experimentadas en su
límite septentrional evidencian, por un lado, que sus aportes sedimentarios se
localizaban en la plataforma litoral adyacente y, por otro, que la expansión de la
construcción es responsable de la pérdida de una parte importante de los mis-
mos. No obstante, Jiménez et al. (2006) apuntan que la menor llegada de arenas
se debe también al agotamiento de las fuentes de sedimentos marinos.
En esta línea, el estudio de Hidtma-Iberinsa (2005) pone de maniesto que,
a lo largo de la costa noreste de Fuerteventura, apenas hay bancos de arenas
sumergidas que puedan alimentar al campo dunar. La disminución reciente de
los aportes y la continuidad del movimiento de las dunas explican la pérdida de
sedimentos del tercio septentrional del complejo eólico. Lo característico en él es
un manto eólico estabilizado por la vegetación, en el que aora el jable antiguo
(Fig 13a), mientras que las dunas móviles comienzan a reconocerse aproximada-
mente al sur de las instalaciones hoteleras (Fig 13b).
Figura 13. Vista del manto eólico recubierto de vegetación que ocupa el tercio norte del
campo de dunas (A) e imagen de una de las dunas que caracterizan el resto del espacio (B).
Los estudios realizados sobre la evolución del campo de dunas hasta la fecha
(Criado, 1990 y Jiménez et al., 2006) concluyen que el sistema sedimentario de
Corralejo tiende a la desaparición progresiva de las dunas. En este sentido, Cria-
do (1990) pone de maniesto que entre 1975 y 1987 el ámbito ocupado por
Figura 12. Desarrollo urbanístico del núcleo de Corralejo y su afección al campo de
dunas.
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
488
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
489
las arenas móviles disminuyó en 125 ha, a costa de un incremento considerable
de la supercie de arenas estabilizadas por la vegetación y de los enclaves en los
que asoma el jable antiguo. Jiménez et al. (2006) apuntan, por su parte, que el
ámbito ocupado por las dunas entre 1987 y 2002 ha crecido en 42 ha, debido
sobre todo a su avance hacia el Sur. El desplazamiento medio sobre el malpaís
inmediato es de unos 80 metros, equivalente a 5,3 m/año, valor muy similar a
la tasa de desplazamiento media reseñada con anterioridad. No obstante, estos
autores coinciden al señalar que “el aumento de supercie no puede ser consi-
derado como una mejora de las condiciones del campo, ya que se trata de un
crecimiento a partir del sedimento disponible y no de una entrada de nuevo
material en la zona. Es decir, nos encontramos con un proceso de redistribución
del material” (Jiménez et al., 2006).
5. El sistema eólico de El Jable (Lanzarote)
De todos los grandes sistemas eólicos de Canarias, El Jable de Lanzarote es
el que mejor reeja, con probabilidad, el estadío nal de lo que fue hasta hace
pocas décadas un importante campo de dunas. Con un área total en la actuali-
dad de 90 km2 y una anchura que varía entre 10 km en su límite septentrional
(entre Caleta del Caballo y Caleta del Sebo-Playa de Famara, en el entorno de
los Riscos de Famara, en el NW de la isla) y 4 km en el meridional (entre las
playas encajadas de Matagorda, Playa Honda, de La Concha y del Cable, en el
SSE), esta formación es un pasillo en el que se produce el transporte de arenas a
lo largo de los 21 km que median entre ambos extremos de Lanzarote (Fig. 14).
5.1. Caracterización geomorfológica y dinámica sedimentaria
El primer rasgo a destacar en El Jable es la escasa energía del relieve que pre-
senta el basamento en el que se asienta, al estar integrado por amplias supercies
de 1,2º de pendiente y altura máxima de 200 metros. En ellas sobresalen local-
mente, sin embargo, algunos edicios volcánicos, de cuyos productos resulta la
formación de ese basamento. En efecto, la mayor parte de su extensión es fruto
de la acumulación de coladas emitidas en el Pleistoceno Inferior por los volcanes
en escudo de Mozaga, Guanapay y Lomo de San Andrés; a ellas se suman, en el
Superior, las procedentes de Monte Mina y de Soo y, en período histórico, un
brazo de lava de la erupción del Timanfaya (1730-1736) (Carracedo & Rodrí-
guez Badiola, 1993).
Su caracterización geomorfológica exige distinguir, en segundo lugar, entre
depósitos eólicos cementados, sólo susceptibles en la actualidad de procesos de
meteorización, y acúmulos de arenas sueltas, cuyo avance hacia el interior de la
isla es prueba de su funcionalidad, aún cuando ésta ha disminuido con el tiem-
po. En el caso de aquéllos, se trata de dunas de arenisca biogénica de color claro
e intensa consolidación, entre las que se intercalan, en mayor o menor medida,
materiales aluviales y/o coluviales y suelos muy encostrados con abundantes res-
tos de moluscos terrestres y nidos de antophoras. Unas y otros constituyen el ja-
ble antiguo, al que recubre en gran medida un manto eólico de potencia variable,
integrante, por su parte, del jable actual. Sus sedimentos son, en un alto porcen-
taje, arenas orgánicas marinas constituidas, en lo esencial, por algas calcáreas y
fragmentos de conchas y foraminíferos; con ellas se mezclan pequeños aportes
fruto de la erosión de los paleosuelos en áreas de deación y sedimentos trans-
portados en suspensión desde África (Cabrera et al., 2005 y 2006). También se
reconocen fragmentos líticos de origen volcánico, resultantes de la alteración de
coladas submarinas, pero sobre todo de coladas y piroclastos de volcanes cerca-
nos y de la erosión de los Riscos de Famara. En cualquier caso, predominan las
arenas medias y nas, cuyo grado de selección es de moderado a bueno en su
mitad septentrional y pobre en la meridional, salvo en las inmediaciones de su
litoral, donde es bueno (Cabrera et al., 2006). El contenido en carbonatos varía
también localmente, pues, si bien en su extremo noroeste oscila entre 75 y 90%,
decrece de forma gradual hacia el Este, debido a la menor cantidad de carbonato
de los aportes marinos actuales y a la presencia de terrígenos fruto de la erosión
de los Riscos de Famara. Hacia el Sur, la concentración de carbonatos es tan sólo
del 20-25 %, lo que parece estar relacionado con el intenso uso agrícola a que ha
estado sometida esta zona.
Figura 14. Localización de El Jable de Lanzarote y de los sistemas de dunas.
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
490
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
491
Las morfologías reconocibles en este ámbito son diversas, una vez que las
arenas son retenidas por la vegetación, pudiendo tratarse de ejemplares de Tra-
ganum moquinii en el frente costero, sustituidos hacia el interior por individuos
de Launaea arborescens, que, por su menor porte, origina geoformas de tamaño
más reducido. Así, a lo largo de la costa norte de El Jable existen dos campos de
nebkas, con marcadas diferencias entre sí. El ubicado cerca de la playa de Famara
ocupa una suave depresión, desde la que los sedimentos marinos procedentes
de esa playa penetran hacia el interior, alimentando a las formas eólicas que se
encuentran hacia el Sur. Con un área aproximada de 0,45 km2, las dunas que lo
integran tienen de 1 a 15 m de ancho y, en ocasiones, hasta 3,5 m de alto. Allí
donde la acumulación de arenas es mayor, se advierte la existencia de un cordón
de dunas. Por su parte, el campo de nebkas localizado al norte de los volcanes de
Soo tiene una supercie de 3,5 km2, pero la escasa signicación de los aportes
de sedimentos marinos determina el pequeño tamaño de sus dunas y su práctica
estabilidad (Fig. 15).
Sobre la dinámica de estas dunas cabe resaltar su alta tasa de movilidad,
ya que se desplazan a razón de 23 m/año, aunque las uctuaciones al respecto
son notables en respuesta a la estacionalidad de los alisios (Cabrera & Alonso,
2006). Dado el predominio de estos vientos de primavera a otoño, con una
velocidad media de 20 km/h, que en ocasiones puede llegar a 60-70 km/h,
el desplazamiento de las dunas se incrementa de forma apreciable en verano,
mientras permanecen estables el resto del año, sobre todo en invierno debido a
las variaciones de intensidad y dirección de dichos vientos.
Figura 15. Nebkhas en la costa norte (A y B) y en las proximidades de la Playa de Fa-
mara (C y D).
A ambos campos se suman tres dunas aisladas de morfología barjana, situa-
das a 3 km al sur de la playa de Famara. Alineadas de NE a SW y con una dis-
tancia entre ellas de 1 km, tienen un tamaño medio de 70x40 m y una altura de
entre 4 y 5 m. Es de destacar, asimismo, que en su entorno se forman pequeñas
nebkas, que se nutren de los sedimentos procedentes de las mismas (Fig. 16).
Figura 16. Imágenes de las tres dunas barjanas al sur de la Playa de Famara: fotografías
aéreas (A, B y C) y desde tierra (A’, B’ y C’).
5.2. Evolución histórica
La formación de concreciones calcáreas y paleosuelos, la disposición de pro-
ductos volcánicos sobre potentes depósitos eólicos y la vegetación explican la
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
492
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
493
estabilización del campo de dunas, que debió formarse en Lanzarote durante el
Pleistoceno Medio (Meco et al., 2006). Sin embargo, no puede entenderse la
situación actual de El Jable sin considerar los grandes cambios históricos expe-
rimentados en función de actividades agrarias y extractivas, como consta en di-
versos documentos de los siglos XVII, XVIII y XIX. Lejos quedan relatos como
el del obispo Murga, cuando en el siglo XVII decía que “en aquella isla hay unos
grandísimos montones de arena que van corriendo entre dos mares y es tan grande la
altura de la arena que se podrían hundir a partes seis hombres” (Perera, 2004). En
sentido similar puede valorarse la información aportada, por Hernández-Pache-
co, quien en 1907 describía El Jable como”…una ancha banda blanquecina que
partiendo de la Bahía de Penedo avanza hacia el Sur hacia la costa de levante, a
perderse en el mar por bajo de Arrecife”; o al señalar en la misma cita la existencia
de una duna de 100 m de longitud, de entre 14 y 16 m de altura en la carretera
de Arrecife a Yaiza, en la zona sur de El Jable, a la vez que apunta que la anchura
de éste último es de 5 km. (Hernández Pacheco, 2002).
A pesar de la importancia del cultivo de cereales, leguminosas y tubérculos
y el desarrollo de una ganadería caprina en régimen extensivo, la extracción de
áridos ha sido la práctica más agresiva de las llevadas a cabo históricamente.
Habitual en la mitad septentrional de este campo dunar, sus impactos sobre su
manto eólico y paleodunas subyacentes son notables, considerando que el volu-
men de arenas extraídas es de unos 2.000.000 m3 y algunas de las excavaciones
efectuadas tienen una media de 5 metros de profundidad, caso de las existentes
al sur de los volcanes de Soo (Fig. 17).
Lesiva ha sido, también, la tala de vegetación en el norte de El Jable, hasta el
punto de casi desaparecer entre 1800 y 1830, período en el que se recurre a ella
ante la escasez de combustible para los hornos de cal. El arranque de los arbustos
ocasionó, entonces, la desestabilización del sustrato, el transporte de arenas hacia el
Sur y la esterilidad de las vegas de los pueblos de los alrededores, hasta el punto que,
en 1822, los ayuntamientos de San Bartolomé y Teguise emitieron ordenanzas para
impedir que “el río de arena” siguiera haciéndose cada vez más ancho (Perera, 2004).
Frente a estas actividades, hoy predominan las residencial y turística, con-
centradas en la costa norte y sur de El Jable. En el primer caso, en el entorno del
pequeño núcleo urbano de La Caleta de Famara y de la urbanización Famara,
localizados ambos muy próximos a la playa del mismo nombre. En el segundo,
el continuo urbano que se extiende desde el aeropuerto internacional de Lan-
zarote a las urbanizaciones turístico-residenciales de Playa Honda, La Concha y
El Cable. A éstas siguen, a distancia, la agricultura, hoy en retroceso pues en el
municipio de Teguise, que engloba la mayor parte de El Jable, la supercie culti-
vada ha pasado de 999 ha, en 1968, a poco más de 100 ha, en 1990 (Betancort
& González, 1990); también, la ganadería, aunque en el centro de este ámbito
dunar se encuentra el complejo agroindustrial de Teguise y la quesería El Faro.
Figura 17. Zona de extracciones al NW de El Jable. El círculo rojo señala un camión
dedicado al transporte de áridos, que sirve de escala.
Por todo ello la situación de nebkas y dunas de El Jable actual es crítica,
puesto que los aportes no son sucientes para mantener el equilibrio sedimen-
tario, a lo que se suma la falta de una gestión ambiental eciente. Conrma este
particular su evolución desde 1966, año a partir del que se dispone de fotografías
aéreas, hasta la actualidad. La consulta de los fotogramas de ese primer vuelo
permite identicar diecinueve dunas barjanas, que en 1998 se reducen a tres. Se
observa, además, que ya en 1966 no aparecen más dunas móviles en el resto de
El Jable, salvo dos aisladas a 1,5 km hacia el sur de las anteriores. En esos mo-
mentos, los materiales acumulados durante el Pleistoceno prácticamente se han
agotado, al tiempo que la irrelevancia de los nuevos aportes es maniesta, debido
en parte a la existencia de una urbanización en el entorno de la playa de Famara,
que actúa como pantalla eólica. La menor llegada de arenas acentúa el retroceso
de las barjanas, que de forma “natural” van perdiendo su volumen. A este hecho
contribuyen, por un lado, la existencia de un barranco en las inmediaciones de la
barjana más septentrional, que es erosionada durante episodios lluviosos, y, por
otro, la retención de arenas por la vegetación de los alrededores y el obstáculo que
supone a la dinámica eólica los restos de una urbanización frustrada.
I. Alonso / L. Hernández / J. Alcántara-Carrió / L. Cabrera / A. Yanes
494
19. LOS GRANDES CAMPOS DE DUNAS ACTUALES DE CANARIAS
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