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La Mujer en el Cine Cubano

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Abstract

Casi desde sus mismos inicios, la cinematografía cubana constató un acercamiento hacia lo femenino desde perspectivas bien diversas, las que fotografiaron no solo a la mujer objeto, sino también a la mujer como protagonista de nuestras luchas político-sociales, o la mujer en diversidad de oficios y maneras de proyectarse. La mujer en el cine como centro de atención, como objeto de deseo; como madre, esposa; la mujer bella y prohibida…pero, ¿ella estará realmente reflejada en toda su dimensión, en toda su singularidad? ¿Cómo entender en el cine cubano una visión integral de lo femenino, si generalmente ha sido filmada desde el prisma de lo masculino? ¿Será acaso una mujer observada desde un espejo construido por otros, siendo ella misma, expresión de una otredad apenas reconocible? Hombre y mujer, en unión y contradicción, configuran en el proceso de creación cinematográfica una significativa dualidad de expresiones, intereses y criterios, los cuales prefiguran miradas que quedan influidas por la realidad histórica, política y social que las rodea.
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La mujer en el cine Cubano.
Autor: Dr. C. David Silveira Toledo
Prof. Titular, Departamento de Historia del Arte
Facultad de Humanidades,
Universidad de Oriente, Santiago de Cuba.
Resumen
Casi desde sus mismos inicios, la cinematografía cubana constató un acercamiento hacia lo
femenino desde perspectivas bien diversas, las que fotografiaron no solo a la mujer objeto,
sino también a la mujer como protagonista de nuestras luchas político-sociales, o la mujer en
diversidad de oficios y maneras de proyectarse.
La mujer en el cine como centro de atención, como objeto de deseo; como madre, esposa; la
mujer bella y prohibida…pero, ¿ella estará realmente reflejada en toda su dimensión, en toda
su singularidad? ¿Cómo entender en el cine cubano una visión integral de lo femenino, si
generalmente ha sido filmada desde el prisma de lo masculino? ¿Será acaso una mujer
observada desde un espejo construido por otros, siendo ella misma, expresión de una
otredad apenas reconocible?
Hombre y mujer, en unión y contradicción, configuran en el proceso de creación
cinematográfica una significativa dualidad de expresiones, intereses y criterios, los cuales
prefiguran miradas que quedan influidas por la realidad histórica, política y social que las
rodea.
Palabras clave: mujer, cine cubano, creación audiovisual.
La mujer en el cine Cubano.
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Autor: Dr. C. David Silveira Toledo
Prof. Titular, Departamento de Historia del Arte
Facultad de Humanidades,
Universidad de Oriente, Santiago de Cuba.
Desde una foto capturada.
La mujer en el cine cubano ha constituido un tópico singular. Casi desde sus orígenes, nuestra
cinematografía constató un acercamiento hacia lo femenino desde perspectivas bien diversas o
dispares, las que fotografiaban no solo a la mujer objeto, sino también a la mujer protagónica en
nuestras luchas independentistas, baste recordar el exitoso filme de Enrique Díaz Quesada, La
manigua o la mujer Cubana, de un temprano 1915, tercer largometraje de ficción de la historia del
cine nacional.
La mujer como centro de atracción, la mujer como objeto de deseo, la mujer como madre, esposa,
la mujer bella y prohibida, la mujer en el contexto político, en fin... la mujer vista desde tantas y
tantas variantes y arquetipos posibles, pero... ¿realmente reflejada en toda su dimensión, en toda
su singularidad? ¿Cómo entender una visión integral de lo femenino, si generalmente la mujer en el
cine Cubano es filmada o retratada casi siempre por hombres? ¿Será este un retrato desde lo
masculino para lo masculino y femenino, o será acaso la mujer que se observa desde un espejo
construido por otro, siendo ella misma expresión de una otredad apenas reconocible?
Hombre y mujer, en unión y en contradicción, configuran en el proceso de creación artística una
dualidad natural llena de expresiones, intereses y criterios. Ambos, en su equilibrio de géneros,
prefiguran miradas que quedan influidas, sin dudas, por la realidad histórica, política y social que
los rodea.
El hecho de hablar de la mujer en el cine cubano implica un obligado análisis desde varias
dimensiones, implica también configurar un prisma desde el cual pudieran asumirse diferentes
lecturas de interés.
Las tres dimensiones básicas desde la cual pudiéramos analizar lo femenino en el cine pueden ser:
-La mujer creadora, la cual configura un hecho cinematográfico desde su mirada femenina y su
identidad.
-la mujer intérprete o actriz. La mujer frente a la cámara, interpretándose e interpretando variedad
de tipos o personajes. Es esta la mujer que genera mitos y fabrica una imagen de elevada estatura
social, gracias al alcance del medio: se convierte en una diva, en una " figura". La mujer fotogénica,
actriz, que lograr el reconocimiento; la imagen que atrae al público y que perdura por su fuerza.
-La mujer filmada, la cual inspira producciones audiovisuales configuradas desde lo masculino; es
decir, mujer como tema, en multiplicidad de conflictos, asuntos, tipos, historias, casi siempre
contadas por el hombre.
La importante connotación que la mujer, como ente social liberado, ha adquirido en los últimos
años, ha implicado también cambios radicales en el análisis del arte desde el enfoque de género. A
partir de estas nuevas concepciones, ha podido reescribirse la historia de manifestaciones como la
literatura, la plástica, la música y por supuesto, el cine, otorgándole al discurso de lo femenino una
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nueva connotación. De esta manera, han podido ganar la posteridad figuras cuyas obras habían
quedado ocultas durante largos períodos de tiempo. No se extrañaría este hecho, si tomamos en
cuenta que por lo general, la historia del arte casi siempre ha sido escrita desde lo masculino y lo
eurocéntrico.
Con el auge de los estudios sobre la otredad, el discurso de lo femenino ha cobrado un significativo
impacto. El hecho de acercarse a la mujer como ente generador de discursos trascendentales en el
mundo del arte, ha permitido también rescatarla y valorarla en su justa connotación social y
creativa.
Pero en la medida en que estos estudios profundizaban en el cine, afloraban invariantes a tener en
cuenta como:
--El cine constituye una manifestación tradicionalmente masculina.
--Esa tradición ha implicado que generalmente la mujer se encuentre limitada a determinadas
áreas del ejercicio técnico creativo.
--La mirada desde lo femenino resulta minoritaria, si lo comparamos con el cúmulo de realizaciones
desde la perspectiva masculina.
--La presencia de la mujer generalmente se prioriza desde el concepto de intérprete, muy vinculado
también con el sistema de estrellas. Más que una perspectiva desde lo femenino, será una mirada
construida desde el prisma del hombre, donde lo sensual será un gancho obligado para asistir a las
salas.
No obstante, y al decir de Danae Diéguez:
Gracias a los incuestionables logros de las mujeres y a su lucha a lo largo de la historia,
y a la democratización que promueven las nuevas tecnologías y la creación de escuelas
de cine (...) en los últimos años vemos muchas más mujeres del otro lado de la cámara,
implicadas en el proceso de creación; pero aún subsisten prejuicios que la relegan a
algunos roles. (2010: 151)
Nuestro cine no ha sido ajeno a estas problemáticas. Un balance histórico del número de
producciones generadas desde lo femenino acotará un desbalance notable a lo largo de más de
cien años de historia. Y si bien en los últimos tiempos resulta notable la inserción de la mujer
dentro del espacio fílmico nacional, como generadora de productos audiovisuales, todavía el
desbalance resulta significativo.
Retomando a Danae Diéguez, podría citarse:
El cine cubano ha estado, la mayoría de las veces, pensado desde los hombres, (…)
construido(s) desde lo masculino. Aún cuando encontramos sujetos transgresores
representados en nuestro cine, casi nunca verificamos una intención de subversión de
modelos hegemónicos patentados por el patriarcado. (Ibid: 164)
Y si bien en el cine documental el discurso de lo femenino ha podido aportar obras de gran interés,
a partir de realizadoras como: Sara Gómez, Marisol Trujillo, Belkis Vega, Mayra Vilasís, Rebeca
Chávez, entre otras; será en el cine de ficción, y en particular en el largometraje, donde más
notable pudiera notarse la carencia.
En la historia del cine cubano encontramos muy pocas realizadoras de largometrajes, quienes han
aportado trabajos distantes en tiempo, espacio e intereses creativos.
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La primera mujer que dirigiera un largometraje de ficción en Cuba fue Evelia Joffre. La película se
titula La rumba en televisión y fue estrenada en 1950. Se trata de un filme reiterativo de los
patrones estéticos del cine cubano anterior a la creación del ICAIC.
Habría que esperar hasta 1974 para que fuera presentada en los cines De cierta manera, la obra
inconclusa y muy personal de Sara Gómez, una realizadora que prometía un futuro brillante en su
carrera.
La segunda realizadora en aportar un largometraje de ficción dentro del ICAIC fue Rebeca Chávez
con Ciudad en rojo (2008), una personal versión de la novela Bertillón 166, escrita por José Soler
Puig.
Lo femenino en el cine y el cine de lo femenino.
Según la investigadora y ensayista Dánae Diéguez, las obras concebidas en el cine cubano desde
la mirada femenina pueden ser articuladas desde ejes temáticos como:
--La épica. En este tópico encontramos realizaciones como: Corresponsales de guerra, de Belkis
Vega; Cuando una mujer no duerme y Una vez más entre ellos, ambas cintas de Rebeca
Chávez y Esa mujer de tantas estrellas, de Mayra Vilasís.
--El erotismo. Con películas como: Te llamarás Inocencia, de Teresa Ordoqui; el cuento Adriana,
insertado en la cinta Mujer transparente, realizado por Mayra Segura y El patio de mi casa, de
Patricia Ramos.
--La mujer desde la mujer, con una obra clásica como: Mujer ante el espejo, de Marisol Trujillo.
--La violencia, especialmente la violencia de género, a través de un documental como: La
deseada justicia, de Lizette Vila.
--La autorrepresentación, donde aparecen piezas destacables; es el caso de: Mi aporte y
Guanabacoa, de Sara Gómez o Extravío, de Daniellis Hernández.
--La emigración, a través de producciones como: Laura, otro cuento de Mujer transparente,
dirigido por Ana Rodríguez; Tierra roja, de Heidi Hassan y The illusion, de Susana Barriga1.
Se conforma de esta manera un discurso particular, donde pudieran obtenerse múltiples e
interesantes lecturas, todavía subestimadas por los estudios académicos.
La mujer en el cine cubano brilla en todo su esplendor como intérprete. Figuras emblemáticas y
legendarias deben ser citadas en este capítulo, las cuales han impregnado al cine nacional un sello
muy particular.
No deben dejarse de mencionar a legendarias figuras del cine de la República como: Diana Marde
(una de las protagonistas de La Virgen de la Caridad, dirigida por Ramón Peón); Rita Montaner,
actriz fetiche del maestro Peón dentro de su etapa del cine sonoro, a través de filmes como: El
romance del Palmar o La única y Blanquita Amaro, genial actriz de teatro que intervendría en
producciones como Estampas cubanas o Rincón criollo.
También debemos recordar a figuras como: María de los Ángeles Santana, quien intervendría en
1 En el acucioso ensayo “Cine de mujeres en Cuba: ¿Atisbos de un contracine?” (2010), Danae
Diéguez caracteriza a profundidad estas líneas temáticas, aportando ella misma una mirada
pionera dentro de los estudios de género vinculados al audiovisual en Cuba. Sería también
importante poner una mirada valorativa a los textos escritos por mujeres referentes al audiovisual,
bien escasos durante un buen tiempo dentro del ámbito académico nacional.
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las cintas Sucedió en La Habana y Romance del Palmar, entre otras; y las legendarias Rosa
Fornés (Una aventura peligrosa, Romance musical), Gina Cabrera (La renegada, La Rosa
Blanca) y Raquel Revuelta (Siete muertes a plazo fijo), quien desarrollaría una apreciable
filmografía dentro del ICAIC.
Estas actrices aportaron un brillo destacado a nuestro cine y configuraron una ilustre tradición de
excelencia interpretativa, la cual sería continuada en la Revolución por figuras como: Eslinda
Núñez, Adela Legrá, Idalia Anreus, Daysi Granados, Silvia Planas, Teté Vergara, Mirtha Ibarra,
Isabel Santos, Beatriz Valdés, Thais Valdés, Nancy González, María Isabel Díaz, Blanca Rosa
Blanco, Paula Alí, Alina Rodríguez, Larisa Vega y Broselianda Hernández, por solo citar algunas de
las presencias más reiteradas y aceptadas tanto por el público como por la crítica, en la gran
pantalla.
La memoria visual de nuestro cine está conformada por estos rostros, de gran impacto visual y
fuerza expresiva, quienes han ganado la eternidad a partir de talento, capacidad histriónica, belleza
y rigor profesional.
Ellas fueron retratadas casi siempre por hombres, filmadas generalmente desde la perspectiva de
lo masculino; debido a que en Cuba, la inmensa mayoría de las cintas que tratan sobre el universo
femenino, han sido dirigidas por hombres. Esta mujer filmada ha generado producciones
configuradas desde lo masculino.
La mujer como tema, en multiplicidad de conflictos, asuntos, tipos, contextos históricos, ha sido una
marca identitaria que configura al cine cubano. El cine del ICAIC privilegió un acercamiento
singular hacia lo femenino, muy imbricado con el compromiso social de este nuevo arte de carácter
renovador y experimental.
Aflorarán a la palestra una y otra vez las introspecciones en cuestiones como: el machismo, la
búsqueda de la equidad social de la mujer, la inserción laboral en oficios convencionalmente no
identificados con lo femenino, las transformaciones familiares dentro del nuevo contexto político y
social; el liderazgo de la mujer en sectores como la ciencia, la educación o el deporte; la mujer
incorporada a las Fuerzas Armadas, la mujer en la política.
Todo ello tampoco negaba que se abordaran temas como: el amor y el desamor, la adolescencia,
la búsqueda de la realización familiar, los conflictos generacionales, la emigración, o la mujer en el
arte.
Deben citarse, casi de manera obligada, cintas como: Retrato de Teresa, de Pastor Vega; La
bella del Alhambra, de Enrique Pineda Barnet; Se permuta, de Juan Carlos Tabío; De tal Pedro
tal astilla, de Luis Felipe Bernaza; Madagascar, de Fernando Pérez; y, sobre todo, Lucía, del
maestro, Humberto Solás.
Quizás Solás haya sido el cineasta que con mayor sistematicidad, sensibilidad, fuerza creativa y
singularidad haya retratado lo femenino.
Su obra maestra, Lucía, constituye, el más excelente lienzo fílmico que sobre la mujer se haya
realizado en el cine cubano. Quiso conformar su creador un impactante testimonio audiovisual
sobre la sociedad cubana, su historia y sus luchas, teniendo como eje central de sus tres cuentos,
la vida de tres mujeres enfrentadas a momentos diferentes de la historia.
Para Solás:
Lucía (…) es un filme sobre la sociedad. Pero dentro de esa sociedad escogí el
carácter más vulnerable, aquel que es más afectado en cualquier momento por las
contradicciones y el cambio.
Mi punto de partida fue la misma premisa: los efectos de las transformaciones sociales
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son más transparentes en la vida de la mujer. Porque tradicionalmente son asignadas
a un papel sometido, las mujeres han sufrido más las contradicciones sociales y son
más sensibles y tienen más hambre de cambio. (Marta Alvear, 1977 Apud López
Morales, 1999: 208)
Esa necesidad de introspección lírica dentro de nuestra realidad social e histórica hizo a Solás
volver sobre Lucía en Miel para Oshún, una película no valorada lo suficiente en la actualidad.
Aquí, el trauma de la separación familiar obliga a su protagonista a conformar un viaje con el fin de
descubrir sus raíces identitarias. Al final de la historia encuentra a su madre, una mujer que parece
escaparse del tercer cuento de la película del año 1968, una madre que reclama con sus lágrimas
a un hijo encontrado para siempre.
Ese mismo llanto también aparece en la última secuencia de la monumental Lucía. También aquí
existe el abrazo y la referencia a un futuro: una pequeña niña que sonríe al no entender la causa
del conflicto entre dos personas que, pese a todo, se aman. Según el crítico norteamericano Robert
Reagan:
Aunque no le dan un nombre, esta pequeña niña seguramente es una cuarta Lucía, la
verdadera Lucía, luz y esperanza de un futuro en que el hombre y la mujer de
cualquier sistema político vivirán y se amarán unidos en humana dignidad. (1999: 238)
Porque cuando se habla de mujer en el cine no debe ser entendida solo como postal pre-figurada,
como rostro fotogénico; ella debe ser, ante todo, aquella creadora capaz de autorretratarse, de
imponer su identidad creativa para, en comunión con lo masculino, configurar una equidad
integradora.
A manera de cierre. La película revelada.
En los últimos diez años el audiovisual cubano ha vivido un auge de la presencia femenina. En
entidades como la televisión, la radio y la prensa, la mujer está ganando un espacio cada vez más
importante.
Mención muy especial lo merece el trabajo desarrollado en la Televisión Serrana por figuras como
Ariagna Fajardo y Kenia Rodríguez, representantes de una nueva generación dentro de esta casa
productora que ha aportado una mirada muy renovadora de la ruralidad. Mujeres campesinas,
mujeres realizadoras; un hecho insólito dentro de un horizonte monopolizado por la capital.
La documentalística ha sido el ámbito creativo más abierto al prisma femenino, sin dudas,
favorecido por la dinámica productiva de un género propicio a la experimentación y la introspección
conceptual. Deben citarse creadoras como: Susana Barriga, Gloria Rolando, Lizette Vila y Niúver
Rodríguez, importantes voces dentro de una rápida y renovadora tendencia que no teme imponer
nuevas miradas y luces sobre la realidad social cubana.
La mujer comienza a autorretratarse y, lo más importante, comienza a imponer su sello particular
dentro de un medio históricamente dominado por lo masculino. Esta mujer ha salido de la pantalla
para representarse, por fin, desde sí misma.
Bibliografía.
--Diéguez, Danae: “Cine de mujeres en Cuba: ¿atisbos de un contracine?, en: Conquistando la
utopía, El ICAIC y la Revolución 50 años después, Ediciones ICAIC, La Habana, 2010.
--Flores González, Luis Ernesto: Tras la huella de Solás, Ediciones ICAIC, 2000.
7
--Le cinema cubain, sous la direction de Paulo Antonio Paranagua, Centre Georges Pompidou,
París, 1990.
-- López Morales, Eduardo: “Sí, es posible descubrir de nuevo a Lucía”, en A solas con Solás,
Selección y prólogo de Rufo Caballero, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999.
--Reagan, Robert: “Lucía, una obra maestra del cine”, en: A solas con Solás, Selección y prólogo
de Rufo Caballero, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999.
--Sánchez, Jorge Luis: Romper la tensión del arco. Movimiento cubano de cine documental ,
Ediciones ICAIC, La Habana, 2010.
--_______________ : “Movimiento cubano de cine documental: despeje, ruptura, meseta,
discordancia y reciclaje”, en Conquistando la utopía, El ICAIC y la Revolución 50 años
después, Ediciones ICAIC, La Habana, 2010.
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