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ISSN: 2446-6549
DOI: 10.18766/2446-6549/interespaco.v1n2p225-236
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LA CUENCA DEL RÍO DESAGUADERO:
Un caso de desertificación por acción antropica
Hector Walter Cazenave
Doctorado en Geografía en la Universidad Nacional del Sur – UNS/Argentina.
Licenciado en Geografía en la Universidad Nacional de La Pampa, Santa Rosa,
Argentina. Profesor de en Historia. Miembro de la Fundación Chadileuvú.
walcazen@cpenet.com.ar
RESUMEN
La mayor de las cuencas hidrográficas íntegramente desarrolladas en el territorio
argentino es la del río llamado sucesivamente Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó,
que drena el frente oriental andino entre los 27º37 y los 38 50' de latitud sur, a lo largo
de gran parte de la Diagonal Arida del país, y cubre casi un cuarto de millón de km².
Aunque originalmente era un curso del orden de los 230 m³/s los aprovechamientos
sobre los afluentes han secado los dos tercios inferiores, desertificando el entorno ya
en zona pampeano-patagónica. Lo que hasta mediados del siglo XIX se pensaba como
una vía fluvial para sacer los productos de la región de Cuyo al Atlántico hoy es,
apenas, un hilo de agua hipersalina, imposible de cualquier aprovechamiento. Un
análisis del desarrollo histórico de esos aprovechamientos de afluentes sumado a la
consideración del balance hídrico integral permiten considerar la posibilidad de
recuperación parcial de parte de las vastas zonas palustres de las confluencias, junto
con el desarrollo de nuevos aunque reducidos oasis de regadío sobre la franja árida
que divide al país. Contra esa posibilidad está la cerrada oposición de los estados
arribeños, que desconocen la integralidad de la cuenca y, en un equivocado
federalismo, consideran al agua como un recurso exclusivo.
Palabras claves: Caudal; Cuenca; Humedales; Reversión.
A BACIA DO RIO DESAGUADERO:
Um caso de desertificação por ação antrópica
RESUMO
A maior das bacias hidrográficas integralmente pertencente ao território argentino é a
do rio chamado, sucessivamente, Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó, que drena
a frente oriental andina entre os 27º37 e os 38 50' de latitude sul, que abrange grande
parte da Diagonal Arida do país, e cobre quase um quarto de milhão de km². Embora
originalmente possuísse um curso hídrico da ordem dos 230 m³/s, os aproveitamentos
dos afluentes secaram dois terços inferiores, desertificando o ambiente da região
pampeano-patagónica. O que até meados do século XIX se pensava como uma via
fluvial que trazia os produtos da região de Cuyo até o Atlântico, hoje é, apenas, um fio
de água hipersalina, impossível de qualquer aproveitamento. Uma análise do
desenvolvimento histórico desses aproveitamentos de afluentes somado a
consideração do balanço hídrico integral permitem considerar a possibilidade de
recuperação parcial de parte das vastas regiões de pântanos das confluências, junto
com o desenvolvimento de novos pequenos oásis de irrigação na faixa árida que
divide o país. Contra essa possibilidade está à oposição dos estados arribeños, que
desconhecem a integralidade da bacia e, em um federalismo equivocado, consideram a
água como um recurso exclusivo.
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Un caso de desertificación por accción antropica
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Palavras-chave: Caudal; Bacia; Pântanos; Reversão.
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo no pretende ser un análisis exhaustivo: su intención es apenas, la
de señalar con alarma que la suma de distintos hechos y circunstancias ha dado por
resultado la desertización de vastas regiones del interior argentino. Los hechos y circunstan-
cias mencionadas son muchos y van desde la falta de políticas coherentes hasta la actitud
individual de los pobladores agobiados por décadas de incertidumbre,
El trabajo no pretende tampoco embretarse dentro del enfoque nacionalista. Se ha
precisado la circunstancia porque, es obvio, se trata de la que el autor mejor conoce. Sin
embargo no son raros en los países latinoamericanos estos desórdenes en las cuencas, que
suelen epilogar de manera muy negativa para la realidad económica y social de esas
naciones.
Inquieta de sobremanera que en una época cuya población y tecnología crecen
aceleradamente, y cuando la demanda de agua y tierras cultivables es cada vez más
perentoria, las desinteligencias conceptuales y técnicas hayan cercenado las posibilidades de
integración y producción de una cuenca de fuerte unidad regional y con una extensión de
248 mil km². de superficie. Invito a la reflexión sobre esa cifra; alcanza a casi una décima
parte de la Argentina continental y se corresponde con la ocupada por Rumania. Lo que
sigue es una exposición geográfica somera.
UBICACIÓN
La cuenca del río Desaguadero se extiende entre los 27º37 y los 38 50' de latitud sur,
lo que significa una longitud de unos 1250 kilómetros, y aproximadamente entre los 65° y
70° de longitud oeste; no sobrepasa los 400 kms de ancho. Su forma alargada se afina en
los extremos, sobre todo en el segmento final, donde apenas si tiene algunos kilómetros de
amplitud (Figura 01).
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Lagunas de
Guanacache
Bañados
del Atuel
Figura 01 – Franja árida sudamericana en Argentina, con cuenca DSChC y áreas palustres
Elaboração: CAZENAVE, H.; 2015.
La cuenca se halla inserta en lo que se suele denominar Diagonal Arida de América
del Sud, que se extiende desde el altiplano de Perú y Bolivia hasta el estrecho de
Magallanes, sin embargo, pese a la considerable amplitud latitudinal, la mayor parte de la
superficie mantiene una notable unidad de ámbito regional. El denominador común es el
avenamiento de toda una región ubicada por debajo de las lluvias de 300 mm anuales, con
sectores definidos de mucha menor precipitación aún.
La considerable longitud del río hace que a lo largo de su recorrido sea nombrado
también como Vinchina, Bermejo, Desaguadero, Salado, Chadileuvu y Curacó, siempre de
acuerdo a características físicas y humanas de las zonas que atraviesa.
En una consideración original – que, como se verá más adelante ha variado con el
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tiempo- el río Desaguadero se extendía entre sus nacientes en las alturas de los Andes
catamarqueños y el río Colorado, efluente que otorgaba a la cuenca condición de exorreica,
ya que tiene su desagüe en el océano Atlántico.
CLIMA
Todos los elementos hidrográficos integrantes de esta cuenca tienen sus nacientes
en las altas cumbres de los Andes Aridos, montañas muy elevadas (entre 5000 y 7000
metros) cuya aridez decrece a medida que se avanza hacia el sur. Sin embargo las
precipitaciones pluviales en la alta cordillera sobre las nacientes del más meridional de los
afluentes, el río Atuel, apenas si alcanzan a los 1000 mm anuales en un sector relativamente
pequeño.
Esta condición de sequedad extrema, pese a la altura, tiene similares condiciones
climáticas en la vertiente del océano Pacífico hasta aproximadamente la latitud de 35 °. Más
al sur, comienzan a descargar lluvias los vientos húmedos, provenientes del anticiclón del
océano Pacífico, y como una parte de ellos logra superar el muro cordillerano, ya de menor
altura, gesta en las montañas zonales glaciares más importantes que los de latitudes
menores, pese a tratarse de picos más bajos. Sin embargo puede considerarse que es muy
reducida la porción de la cuenca del Desaguadero que se ve beneficiada con esas
precipitaciones provenientes del océano Pacífico.
Tampoco los vientos de la vertiente Atlántica favorecen en mucho a la cuenca.
Cuando llegan hasta ella ya han perdido su humedad en el largo recorrido o la han dejado
en otras formaciones orográficas que se interponen en su camino. Se manifiestan en el
verano bajo la forma de chubascos breves y violentos.
Con el anterior esbozo climático es fácil comprender que la alimentación de los ríos
es pobre y escasa, debiéndose en forma casi exclusiva a la precipitación nival y los deshielos
de alta montaña. Apenas se sale de ella se accede a los valles y bolsones de piedemonte
donde se ubican los lugares de menor precipitación en la Argentina. Esta característica del
clima genera a su vez dos rasgos distintivos en los ríos: a) se convierten en un elemento
esencial para el establecimiento humano; circunscripto en la región prácticamente a los
valles atravesados por caudales; b) resta perennidad a los cursos de agua de tal modo que
varios de ellos tienen la condición de intermitentes, -condición que, por los cambios
introducidos por la acción del hombre en los últimos tres cuartos de siglo, se ha hecho
extensiva al otrora gran colector-, que suelen verse por períodos que se extienden por años,
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apenas como un zanjón arenoso.
RELIEVE
Aunque no hay estudios completos al respecto todos los parciales, especialmente
los determinados por el análisis de aerofotografía y de sensores remotos, parecen
determinar que todo el recorrido del colector se halla asentado sobre una gran falla del
basamento que se extiende desde el río Colorado hasta el océano Pacífico.
Algunos rasgos geomorfológicos (cañones profundos, grandes planicies aluviales)
sugieren que todo el sistema debió ser portador de caudales muchos mayores algunos
milenios atrás, cuando las condiciones climáticas regionales no eran tan rigurosas.
Toda la cuenca, ya fue señalado, tiene forma alargada con una marcada dirección
norte-sur. Por el lado occidental se halla flanqueada por la gran cordillera de los Andes, en
uno de los tramos más elevados de toda su extensión, y por las formaciones subsidiarias
de ella, en general conocidas localmente como ―precordillera‖. Solamente en el tramo
inferior desaparece este control y la cuenca, pasa a ser delimitada por pequeños
afloramientos locales, bajos, erosionados y muy antiguos, llamados ―mahuidas‖.
La parte superior y media se hallan limitadas en el flanco oriental por cordones
montañosos geológicamente distintos de la cordillera que a medida que se avanza hacia el
sur pierden altura hasta aparecer en la cuenca inferior en la forma esporádica de las ya
citadas mahuidas.
HIDROGRAFIA
Un esquema hidrográfico de la cuenca ofrece inicialmente una circunstancia de
interés: absolutamente todos los ríos afluentes que forman primero el colector y aportan
luego a él descienden de la vertiente oriental de la cordillera de los Andes. Estos ríos tienen
además de las climáticas, características geológicas e hidrológicas similares en general y que
influyen en su relación con el colector. La circunstancia no deja de ser llamativa si se
considera que por menos en las dos terceras partes de su recorrido la cuenca se halla
limitado en el este por tierras y-elevaciones considerables. Sin embargo es tal la aridez de
la zona que ni un sólo curso perenne desciende hacia el oeste.
Como ya se indicara todos los cursos afluentes se originan en los heleros de las altas
cumbres. Algunos de ellos agregan a su escaso caudal la condición de intermitentes en el
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tiempo y en el espacio. Al descender se encuentran con los cordones precordilleranos que
mencionáramos, paralelos a la cordillera mayor, a los que atraviesan por medio de
profundos cañones. Allí estos ríos rejuvenecen y salvan en trechos cortos desniveles
considerables, con grandes posibilidades de aprovechamientos hidroeléctricos. Una vez
atravesada esa formación precordillerana pasan al piedemonte, zona óptima topográfica y
climáticamente para el riego, donde son aprovechados.
Poco más de un centenar de kilómetros más delante de la salida de la precordillera
los afluentes se reúnen con el colector. La brusca pérdida de pendiente que significa el
encuentro ha hecho que en las confluencias se formen grandes áreas planas sobre las que se
derraman las aguas dando lugar a extensas zonas palustres. En todas las confluencias con el
Desaguadero los ríos deben abrirse paso a traves de sus conos aluviales de escasa pendiente,
formando esteros y bañados.
La principal de estas coincidencias tiene lugar en la parte llamada Guanacache, en
donde se produce la confluencia de los ríos Bermejo (uno de los nombres locales del
Desaguadero) Mendoza y San Juan. Se forma allí un vasto cuenco palustre integrado por
varios cuerpos lagunares relacionados e interaccionados entre sí y conocidos genéricamente
como "lagunas de Guanacache", con una superficie estimada del orden de los los 1.000
km2. El efluente de todo este sistema lagunar es el río Desaguadero, que allí justifica su
nombre.
Los dos siguientes afluentes del río, siempre yendo de norte a sur, son los ríos
Tunuyán y Diamante; ambos generan en la unión al colector, formaciones deltaicas
interiores y áreas lagunares y de bañados, aunque menores que las de Guanacache.
Pero es al llegar al área de confluencia con el último de sus afluentes, el río Atuel,
donde la crisis de pendiente se hace más evidente, sumándole a la del afluente la del
colector. Así la confluencia de ambos se da a través del múltiples brazos sobre un frente de
más de 300 km, de ancho variable, aunque nunca menor de 20 km, surcada por numerosos
brazos tipo ―yazoo‖. Al final de esta llanura aluvial de confluencias el Desaguadero - aquí
ya llamado Chadileuvú (río Salado en idioma mapuche) vuelve a encauzarse, atraviesa
algunas formaciones orográficas menores y llega finalmente a una extensa área deprimida,
unos 700 Km², donde se derrama en muchas y grandes lagunas, que conforman entre todas
un nivel de base intermedio. Sin embargo, cuando las grandes crecidas rebasan el último de
estos cuencos lagunares, el río entra en un terreno de fuerte pendiente y rocas duras que lo
han obligado a cavar un profundo cauce, muy rectilíneo y que alcanza el río Colorado, el
real nivel de base de todo el sistema.
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CAUSAS Y EFECTOS
En toda la anterior exposición se ha deslizado, a sabiendas, un error gramatical; en
efecto, todas y cada una de las referencias al río Desaguadero han sido escritas en tiempo
presente. Esa circunstancia, en la que este autor desliza además de un encuadre expresivo
una esperanza personal, se debe a que toda el área correspondiente al colector, a partir de
las lagunas de Guanacache e incluida gran parte de las mismas, ha venido sufriendo un
acentuado y acelerado proceso de desecación por acción antrópica, incrementándose así las
naturales condiciones desérticas que posee la región. Las causas de ese proceso se localizan
en los valles regables de los afluentes del Desaguadero y reconocen un largo proceso de
alternativas tanto históricas como técnicas.
Los aprovechamientos de agua para riego en la cuenca del Desaguadero son de muy
antigua data, remontándose a la época precolombina. Con la llegada de los europeos el
conocimiento y la ocupación del área avanzó de norte a sur, localizándose la población en
los valles de los ríos afluentes dada la índole desértica del territorio. Estos
aprovechamientos tuvieron lugar, sobre todo, en las provincias de Mendoza y San Juan,
ubicadas en la parte alta y media de la cuenca.
Aunque menguados, los caudales del Desaguadero pese a los aprovechamientos y
sangrado de los afluentes, continuaron permitiendo que en la parte inferior del colector
persistieran las vastas áreas palustres, conformando un ecosistema especialmente
diferenciados dentro de esa franja árida.
La situación persistió hasta finales del siglo XX, cuando la intensa colonización
llevada a cabo en las tierras ganadas al indio, y .ya en una etapa de normalización
institucional de la Argentina, requirió considerables obras de derivación sobre los ya
mencionados ríos San Juan, Mendoza, Tunuyán, Diamante y Atuel. Pero también en los
últimos veinte años del siglo XIX y las primeras décadas del XX en los territorios abajeños
del tramo final del río, igualmente gánados al indio, se había establecido una próspera zona
de cría extensiva de ganado vacuno y lanar, dados los excelentes pastos y abundantes
aguadas existentes. Por otra parte en los inicios del siglo pasado fue trazada y parcialmente
ocupada una colonia agrícola ubicada en las cercanías del interfluvio del Desaguadero (que
allí ya se llama Chadileuvú) y su afluente más meridional, el río Atuel.
ESTADO ACTUAL DE LA CUENCA
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La disminución de caudales en el Desaguadero, por el menor aporte de sus
afluentes, constituyó una catástrofe para los habitantes de toda la franja poblada que se
desarrolla a lo largo del colector. Se reitera que ya a principios del siglo XX estaban muy
disminuidas las grandes lagunas de Guanacache, circunstancia que llegó a motivar
desórdenes políticos regionales ante la carencia y el desarraigo a que se vieron expuestos los
pobladores. Un centenar de kilómetros más abajo quedaron también perdidas las
posibilidades de riego existentes en la zona, unas veinte mil has. estratégicamente situadas
entre dos regiones importantes del país, separadas por un desierto. La provincia de San
Luis perdió con los caudales del Desaguadero el porcentaje que le correspondía, superior a
la suma de todos los demás cursos de agua la provincia.
La zona de confluencia con el río Atuel prolongó su agonía hídrica con un
desecamiento paulatino que duró medio siglo, ya que cada nuevo corte de aguas arriba se
traducía en la desaparición de alguno de los numerosos brazos del río que servían a la
confluencia bajo esa gran extensión anastomosada. El último se extinguió en 1947, con la
erección en la precordillera del dique El Nihuil y aunque el Gobierno Nacional ordenó a la
provincia de Mendoza sueltas periódicas para servidumbre de quienes se encontraban aguas
abajo, éstas jamás se cumplieron.
Esa situación, agravada porque la región abajeña no era todavía un Estado federal
sino un territorio dependiente del gobierno central del país, provocó una enorme
despoblación hacia los oasis de regadío del piedemonte, al oeste, y los últimos sectores de
la Pampa semihúmeda al oriente. En la actual provincia de La Pampa se la conoce
históricamente como ―la diáspora atuelera y saladina‖
También en la cuenca inferior, ya en el área de la gran llanura aluvial
Atuel-Chadileuvú, entre 1910 y 1940 se abandonaron 10.000 has de tierras aptas para
agricultura bajo riego, buena parte de ella con la red de canales trazada. La ausencia del
agua desecó y salinizó por lo menos 250 mil has con excelentes pastos naturales y aguadas.
La ganadería, que en la zona se practica en forna extensiva, en apenas cuarenta años
descendió en vacunos de 60 mil a menos de 15 mil cabezas mientras que los ovinos, de
medio millón que eran, se redujeron a apenas una sexta parte de esa cifra, y quizás sean
menos, en la actualidad.
La total desaparición del agua tuvo consecuencias de efecto más lento pero
también más grave: alteró el ecosistema. Así el monte bajo y espinoso invadió las zonas
antaño con pastos tiernos mientras que desaparecía la fauna acuática, rica y numerosa,
dando lugar al avance, especialmente, de los animales de presa, sobre todo zorros (Vulpes
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vulpes) y pumas (Puma concolor), que diezmaron aún más los ya disminuidos rebaños
domésticos.
Otra circunstancia lenta pero definitiva ha sido la progresiva salinizacion de las
tierras. Las lagunas y bañados de antaño eran periódicamente "lavados" por las crecidas de
los ríos por lo que se mantenían en un elevado nivel de potabilidad. Desaparecidas las
aguas se ha producido el desecamiento del área, sobre todo en la parte correspondiente al
Desaguadero-Chadiléuvu (Chadileuvu significa ―río salado‖ en idioma araucano) donde
quedaron grandes espacios cubiertos de un manto salino, en parte muy difícil de erradicar,
en el supuesto de un intento de recuperación de tierras.
Toda la zona, como ya señaláramos, se ubica dentro de la diagonal árida y cuenta
con precipitaciones muy escasas. A esto se le deben sumar los fuertes vientos, fríos y secos,
provenientes del anticiclón del Pacífico, que contribuyen a la expansión de la capa de sales
tanto como a la formación de grandes superficies de dunas. Algunas de ellas están en las
inmediaciones de los escasísimos centros poblados que quedan, y avanzan sobre ellos.
Donde el fenómeno evidencia sus aspectos más graves es en el despoblamiento. En
menos de cuarenta años, una generación apenas, la región de la cuenca inferior perdió más
de la mitad de su población. Téngase en cuenta que se trata de territorios que, debido a su
extensión, tienen un muy bajo índice de habitantes por km². En la actualidad ese índice no
llega a 0,5.
Cabe consignar, como efecto secundarlo del problema del despoblamiento, la
formación de cinturones de barrios muy pobres (llamados localmente "villas miserias") en
los pueblos y ciudades algo más prósperos, que se ubican en el borde de la estepa, a unos
250 km de distancia de la zona en desecamiento.
POSIBILIDADES DE REVERSIÓN
Después de la enumeración a grandes rasgos de los aspectos geográficos, físicos y
humanos más salientes de la cuenca es evidente que los problemas surgidos en los tramos
inferiores de la misma se deben a la falta de aplicación de un criterio globalizador, de
unidad de cuenca, algo poco menos que inconcebible en la actualidad. Esa circunstancia ha
permitido que la situación de desequilibrio pueda seguir manteniéndose, amparadas las
zonas de aguas arriba en su condición de tales y, por lo tanto, alegando un sedicente
derecho a la utilización de todos los caudales disponibles.
Es indiscutible que esta inmensa cuenca de casi de casi un cuarto de millón de km2
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cuenta con caudales pobres, escasos. La suma total de los escurrimientos en m3/s de sus
afluentes es del orden de los 220. Relacionando esos caudales con la superficie considerada
la cifra da una baja potencia de cuenca, apenas de 0, 93 litros sobre km2 La cifra a su vez se
hace más elocuente si la relacionamos con la población de la cuenca ya que, en definitiva,
interesa el agua en función humana. Aquí aparece una disponibilidad de agua superficial
por habitante de 0,16 l/s. En lo que a dotación por superficie hace, las cifras aumentan
considerablemente en los aspectos reales, ya que las partes aprovechables de la cuenca
son reducidas, comparadas con la totalidad. Sin embargo, observando los balances hídricos
de los principales afluentes y según datos estadísticos oficiales, se observa que todos ellos,
arrojan un superávit de agua que excede los 2.100 hm3/año. La excepción es el río Atuel,
que tiene un déficit del orden de los 90 hm3.
Las cifras enunciadas (que pueden tener una leve desactualización por carecerse de
otras más modernas y éditas) están tomadas sobre los usos efectivos actuales por lo que,
lógicamente, varían en sentido positivo a medida que se construyen las obras de regulación.
al respecto cabe acotar aquí que en toda el área considerada (donde están los
mayores oasis de regadío de la República Argentina) se construyeron primero las obras de
derivación y riego, expandiéndose la agricultura, y bastante tiempo después se levantaron
las obras de embalse. Los cultivos quedaron así expuestos a los avatares climáticos e
hidrológicos y, en algún caso sufrieron graves daños.
Existiendo un superávit de agua, cabría aún la posibilidad de recuperación, parcial al
menos, de importantes superficies de la cuenca inferior. Ello, mientras las obras
reguladoras no aumenten los usos efectivos hasta límites más allá de los cuáles sea
antieconómico tratar de revertir el proceso. El caso parece efectivizarse en el río San Juan
–el mayor aportante de la cuenca—donde los embalses construidos y en construcción
tienen capacidad para contener todo el derrame medio de ese curso.
Se comprende que sería absurdo pretender que un agua tan escasa y valiosa se
derroche sobre bañados y esteros y a lo largo de cauces permeables, en una región de
intensa evaporación, pero es admisible pensar que mediante adecuadas obras de
conducción, perfectamente posibles para la técnica moderna, podría llevársela para su
utilización ya en las antiguas zonas de regadío, ya en otras nuevas a determinarse,
aplicándose una adecuada eficiencia en su uso. Existen en la actualidad en las cuencas
media e inferior no menos de 50mil has en esas condiciones.
Semejantes posibilidades, es cierto, solamente podrían salir del plano de la pura
especulación mediante la existencia de un organismo regional, capaz de considerar todos y
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cada uno de los aspectos integrantes del sistema, es decir: un comité de cuenca. Sin
embargo aunque parezca extraño, ello no ha podido concretarse en todo el siglo XX y lo
que va del XXI. Tres décadas atrás, como comenzaron a hacerse los primeros planteos
serios al respecto, los estados provinciales arribeños, temerosos de ver disminuidos los
caudales de que disponían en forma no compartida, llegaron al absurdo de negar la
existencia de la cuenca como tal, calificando al colector de simple "zanjón de desagüe" y
oponiéndose por esa idea a toda la documentación técnica respectiva, tanto de índole
nacional como internacional, y sin tener para nada en cuenta las referencias de la entidad
hidrológica del curso refrendada por cuatro siglos de historia.
CONCLUSIÓN
En definitiva y reducido el caso a sus expresiones mínimas nos encontramos con
que:
a) Una gran cuenca -250 mil kilómetros cuadrados- se derramaba otrora en un
colector a lo largo de más 1000 km, en dirección norte-sur, con grandes áreas palustres en
la unión con sus afluentes;
b) La colonización, y consiguiente aprovechamiento del agua, se registró en la parte
superior de la cuenca antes que en la inferior, con la consecuente apropiación de caudales
aplicados al regadío de los valles medios de los afluentes,
c) La utilización de esos caudales generó, dada la baja potencia de escurrimientos,
serios problemas de desecación y consiguiente desertificación vegetal, animal y humana en
los sectores inferiores de la cuenca.
d) Existe una posibilidad de reversión del proceso, para la que se hace
imprescindible contar con un organismo rector de concepción integral, con funciones de
comité de cuenca.
En la medida quo no se efectivice esa autoridad rectora aumentarán, por un lado,
los usos efectivos debidos a las obras de regulación en las cuencas imbríferas mientras que,
por otra, el paso del tiempo intensificará algunos hechos derivados del desecamiento
(salinización de suelos, avance de arenas) hasta un punto que puede tornarlos irreversibles.
Se debe recalcar que todo el país argentino se encuentra dividido en el sentido
norte-sur por esa gran diagonal árida, que excede incluso su territorio. El río
Desaguadero-Salado-Chadileuvú, brindaba — y mediante un aprovechamiento equitativo y
racional todavía puede brindar, dentro de ciertas condiciones — la posibilidad de quebrar
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esa franja desértica de varios centenares de kilómetros mediante la construcción de oasis
estratégicamente distribuidos. Se ubicarían entre los grandes regadíos al pie de la cordillera
de los Andes y los confines de la llanura pampeana húmeda y subhúmeda.
Los propios participantes de esta situación, pese a ser conscientes del problema de
índole nacional que ocasiona la franja árida y el de orden mundial derivado del aumento de
población y consiguiente necesidad de agua y alimentos, paradójicamente hasta el
momento, han ignorado o desdeñado el problema.
REFERENCIAS SUMARIAS
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del Desaguadero. Santa Rosa, 1977.
CEPAL/CFI. Evaluación de los recursos naturales de la Argentina T. IV, Recursos
Hidráulicos Superficiales. Buenos Aires, 1961.
CEPAL/CFI. Los Recursos Hidráulicos de la Argentina. Buenos Aires, 1969.
FUSCHINI, José. Aprovechamiento del Desaguadero para riego en la Provincia de
San Luis. 1947- Inédito.
GAEA. Sociedad Argentina de Estudios Geográficos. Geografía de la República
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GARCÍA, Oscar. Estudio de la cuenca del Desaguadero-Salado-Chadileuvú. Santa
Rosa, 1964. (Inédito).
Fuentes cartográficas:
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Imágenes satelitarias producidas por sensores remotos varios, 1976 -2010.
INSTITUTO GEOGRÁFICO MILITAR/NACIONAL. Documentación cartográfica
producida por el Instituto Geográfico Militar/Nacional relativa a la zona en
cuestión. Escalas y fechas varias.
INSTITUTO GEOGRÁFICO MILITAR. Fotografía aérea escala 1:35.000 producida por
el Instituto Geográfico Militar.
Recebido para publicação em 21/06/2015
Aceito para publicação em 20/07/2015