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(2018): "Lingüística coseriana, lingüística histórica, tradiciones discursivas"

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  • Universitatea "Ștefan cel Mare" Suceava

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NOTA DEL AUTOR
1. La relación entre Eugenio Coseriu y el concepto de las tradiciones discur-
sivas (TD) ―nunca usado por él y entonces, a primera vista, ajeno a su teoría
del lenguaje― se da como una especie de supuesto en los artículos reunidos
aquí, y se explica mediante la relación entre Coseriu y sus discípulos o a partir
de algunas nociones en su obra. Para no repetir lo que se dirá más adelante en
los diferentes trabajos, me parece oportuno aprovechar estas líneas preliminares
para dar respuesta a dos preguntas más bien personales que podrán contribuir a
una mejor comprensión del desarrollo de la concepción de las TD aquí defen-
dida. En primer lugar, expondré en qué sentido la noción de las TD estaba desde
el inicio ligada a la teoría de Eugenio Coseriu. En segundo lugar, contaré cómo
se desarrolló la noción de TD en mis propios trabajos y cuál es su relación con
trabajos de otros autores.
2.1. ¿Qué tiene que ver la teoría del lenguaje de Eugenio Coseriu con la concep-
ción de las TD? ¿Para qué hablar de un autor que no emplea ese concepto y que,
sin embargo, está omnipresente en los trabajos aquí reunidos1? Hay dos respuestas
a estas preguntas, la primera más general y la segunda más personal.
2.1.1. El término tradiciones discursivas fue acuñado por Peter Koch en su tesis
de habilitación (desafortunadamente aún inédita) de 1987, una obra exhaustiva
que trata de la enseñanza retórica de la Ars dictaminis y los respectivos productos
textuales en la Edad Media italiana (Koch 1987). En la introducción teórica, Koch
discute la cuestión de la historicidad lingüística y la idea de una historicidad pro-
pia de los textos. El desarrollo de esa idea se efectúa a partir de una discusión del
1 En algunos casos, la referencia explícita también se debe a los contextos en los que los
trabajos fueron presentados originalmente, así, tres de los capítulos de este libro (“Lingüística
empática” [3, en este tomo], “Las diez tesis…” [1, en este tomo], “Sobre usos y abusos de la
terminología lingüística” [4, en este tomo]) tienen su primera base en conferencias dadas en
congresos o coloquios sobre Coseriu.
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modelo de tripartición de los aspectos lingüísticos tal como había sido presentado
por Eugenio Coseriu. Como es sabido, Coseriu distingue entre un nivel universal
del hablar en general, el nivel histórico de las lenguas y el nivel individual de
los textos. Cada uno de estos niveles se puede considerar desde diferentes aspec-
tos, desde la actividad (enérgeia), el saber (dynamis) y el producto (érgon). Peter
Koch, a la hora de discutir el contenido propio del saber al nivel de los textos (el
saber expresivo en términos de Coseriu), niega la existencia de un saber textual
en el nivel individual y actual, ya que un saber, según él, presupone la compara-
ción de un texto con otros textos. A partir de ahí entra en juego el término de las
tradiciones discursivas:
Was nun andererseits das expressive Wissen betrit, so ist es weder aktuell noch
auch individuell. Die […] Diskursregeln geben, wie wir jetzt präzisieren müssen,
dem Sprecher Muster an die Hand, um den aktuellen Diskurs angemessen zu gestal-
ten. Sie verweisen auf Diskurstraditionen, nämlich auf bestimmte Stile, Gattungen,
Textsorten, Diskursuniversen, Sprechakte usw., die jeweils Klassen von Diskursen
zusammenfassen. Insofern es sich hier um ein durch und durch historisch geprägtes
Wissen handelt, gehört das expressive Wissen auf dieselbe Ebene wie das idiomati-
sche Wissen2 (Koch 1987: 31).
A continuación, Koch presenta una serie de esquemas que postulan la in-
serción de la historicidad textual en el nivel histórico coseriano. Es decir que,
en vez de tres niveles unitarios, se añade un cuarto aspecto, con la duplicación
del nivel histórico y su división en una historicidad idiomática, por un lado, y
una historicidad textual, por otro lado. El esquema que presenta Koch es el que
reproducimos en la siguiente página3.
Hablar sería, pues, decir algo no solo de acuerdo con la gramática y el léxico
de una lengua particular (Einzelsprache), sino además realización de algo según
una tradición discursiva o textual. Nótese que un papel importante lo tiene aquí
también la Individualsprache (‘lengua individual’), es decir, el acervo lingüístico
(tanto idiomático como textual) y la actividad de un individuo.
2 [‘En cuanto al saber expresivo, este es ni actual ni tampoco individual. Las reglas discur-
sivas —según lo que hay que precisar ahora— le ofrecen al hablante pautas para la congura-
ción adecuada del discurso actual. Hacen referencia a Tradiciones Discursivas: estilos, géneros,
tipos de texto, universos discursivos, actos de habla etc., las cuales, a su vez, agrupan respecti-
vamente clases de discursos. Como se trata aquí de un saber clara y absolutamente marcado por
la historia, el saber expresivo pertenece al mismo nivel que el saber idiomático.’]
3 De hecho, Koch presenta el esquema en dos direcciones, una vez desde lo universal hasta
lo individual y en otro esquema al revés, desde lo individual hasta lo universal: en cada acto
individual se juntan aspectos individuales, aspectos doblemente históricos y universales.
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NOTA DEL AUTOR
Fig. 1: Esquema según Koch (1987).
2.1.2. En cierto sentido, es este (restando el factor de la Individualsprache) el
esquema que reproduje en algunos de mis propios trabajos y que después a veces
ha sido citado como “mi” concepción de las tradiciones discursivas, aunque no
sea ni mía ni se corresponda exactamente con la que he ido defendiendo: frente
a la concepción de Peter Koch y de acuerdo con Coseriu, veo una profunda dife-
rencia teórica del estatus de la historicidad —primaria— de la lengua (en cuanto
sistema gramatical y léxico) y la historicidad —secundaria— de las tradiciones
discursivas. La historicidad primaria lleva de hecho a una liberación de la historia
en el sentido de que el hablante asume la lengua, aunque heredada y aprendida,
como suya y puede construir libremente enunciados completamente nuevos. Es
en este sentido que el hablante se puede volver “ahistórico” y encontrarse “ante
un estado” (Saussure 1916/1984: 117). Esa construcción libre es enérgeia en el
sentido humboldtiano, actividad libre y creadora, mientras que los enunciados son
érgon, obra hecha, y su repetición y tradicionalidad sigue siendo una repetición y
tradicionalidad de érgones. Obviamente, y es importante subrayarlo, la repetición
misma es a su vez un acto creativo, érgon en enérgeia. Cuando Peter Koch cita la
tripartición coseriana, considera que el nivel individual, en el sentido de Coseriu
19804, se reere únicamente a las realizaciones individuales y únicas, a la parole
4 Koch se reere en sus reexiones a un artículo de Coseriu de 1973 [“Die Lage in der
Linguistik”] y a la edición alemana de la Lingüística del texto de 1981.
Discurso
Lengua
individual
Lengua
particular
Tradición
discursiva
Actividad
lingüística
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en un sentido estricto. Sin embargo, encontramos algo como una “respuesta ana-
crónica” a Koch en un texto inédito de Coseriu (y por lo tanto desconocido para
Koch) de los años 1950, El problema de la corrección idiomática, donde Coseriu
trata, entre otras cuestiones, precisamente la de la tradicionalidad textual. Coseriu
habla en ese manuscrito exhaustivo de la “historicidad expresiva”, es decir, de
la historicidad del nivel individual, al lado de una “universalidad expresiva”. El
nivel individual tendría, pues, su propia historicidad y su propia universalidad, así
como el nivel histórico tendría también su propia universalidad. Coseriu distin-
gue, en primer lugar, las fórmulas y otros textos breves que pueden escapar a la
técnica idiomática libre ya que son transmitidos como tales:
Existen, por cierto, “textos” transmitidos como tales por la tradición idiomática (refra-
nes, proverbios, fórmulas de saludo, etc.), pero tampoco en estos casos puede decirse
que la estructuración de los textos sea, en cuanto tal, un “hecho de lengua”. No hay
razones de técnica idiomática, y, sí, solo razones de tradición “textual”, para que se
diga buenas tardes, buenas noches —y no buena tarde, buena noche o tarde(s) bue-
na(s), noche(s) buena(s)—, para que buenas mañanas no se diga como fórmula de
saludo, para que en rumano se diga bună dimineaţa, bună ziua, bună seara (‘buena
la mañana’, ‘bueno el día’, ‘buena la tarde’) pero noapte bună (‘noche buena’). La
diferencia entre lo idiomático y lo expresivo se presenta con toda claridad al traducir
esas fórmulas a otros idiomas. La traducción “idiomática” española del alemán Guten
Morgen es ‘buena mañana’, pero su traducción “expresiva” (es decir, la traducción
de esta fórmula en cuanto “texto” por lo que los hispanohablantes suelen decir en
circunstancias análogas) es ‘buenos días’. Adviértase que la verdadera traducción es
siempre traducción expresiva: solo se traducen textos, y no hechos de lengua. La lla-
mada traducción “textual” (es decir, “literal”) no es, en este sentido, “textual”, sino,
precisamente, “idiomática”.
Frente a la negación de Koch de la posibilidad de existencia de un “saber” en
el nivel individual, Coseriu arma:
Hay que observar, asimismo, que —si bien es cierto que el escalón del lenguaje al
que corresponde el saber expresivo es “particular”, en el sentido de que se trata de
realizaciones concretas, individuales y ocasionales de la actividad lingüística— ello
no implica que ese saber sea particular en cuanto a su contenido y a su esfera de apli-
cación, ni que sea necesariamente individual en cuanto a su extensión en las comuni-
dades lingüísticas.
Por su contenido, el saber expresivo se aplica a tipos de circunstancias y, por ende,
de discursos; no se reere, por ej., a cómo hablar con este niño, aquí y ahora, sino
a cómo hablar con los niños o, por lo menos, a cómo hablar con este niño en varias
situaciones: de otro modo, no sería un saber. Y en cuanto a su extensión, este saber
puede, por ciertos aspectos, pertenecer a comunidades muy limitadas, y hasta a un solo
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NOTA DEL AUTOR
individuo, pero presenta también aspectos de extensión mucho más amplia. Así, cómo
hay que hablar con Juan Pérez Alonso cuando está enfadado porque acaba de perder una
apuesta, lo sabrán los íntimos de Juan Pérez Alonso, y quizás solo lo sepa su buen amigo
José Sánchez; pero el saber cómo hablar con un amigo pertenece a un número inde-
nido de individuos. De todos modos, salvo casos especiales, los aspectos interesantes
del saber expresivo son los que presentan, en ambos sentidos, cierto grado de generali-
dad. Tales aspectos pueden ser “universales” o “históricos”. Son universales los que se
relacionan con la naturaleza propia del hombre y con la experiencia humana general;
son históricos los que dependen de ámbitos históricamente determinados de experiencia
o de cultura. Es decir que el saber expresivo posee su propia universalidad y su propia
historicidad. Existen, en efecto, modos universales (no-idiomáticos) de hablar en tipos
de circunstancias y modos universales de estructurar ciertos tipos de discursos (por ej.,
discursos narrativos) […], y, análogamente, modos históricos de ambas especies.
Como ejemplo concreto de la historicidad expresiva, Coseriu menciona las
diferencias culturales de decir las cosas en diferentes lugares de una comunidad
idiomática, diferencias que son independientes de las (también existentes) dife-
rencias idiomáticas:
Nos referimos a la historicidad del saber expresivo, aunque no de una manera muy
precisa, cuando observamos, por ej., que tal expresión es perfectamente correcta en
inglés (y corresponde objetivamente a lo que se quiere decir), pero que un inglés no la
diría en esa circunstancia. Por la misma historicidad expresiva, para hablar de manera
apropiada en España, no es suciente saber hablar en general y saber el español, sino
que es necesario, además, saber cómo hablan (qué suelen decir) los españoles en tal
o cual circunstancia. Se percatan de ello, no solo los extranjeros que, habiendo apren-
dido el español, visitan España, sino también los hispanoamericanos, que no son idio-
máticamente “extranjeros”.
De hecho, encontramos aquí todo un esbozo de una teoría de las tradiciones
discursivas avant la lettre, de tradiciones del nivel individual y del saber corres-
pondiente además de su relación —compleja— con el saber idiomático:
Los aspectos históricos del saber expresivo pueden superar en extensión las comunida-
des idiomáticas abarcando varias de ellas (ser, por ej., propios de la “cultura occidental”),
superar los límites de las comunidades idiomáticas sin abarcarlas (ser, por ej., propios
de los estratos cultos de las comunidades “occidentales”), corresponder a comunidades
menores dentro de las comunidades idiomáticas; y pueden hasta coincidir con las comu-
nidades idiomáticas, en la medida en que los límites de ciertos hechos de experiencia o
de cultura coincidan, precisamente, con los límites de esas comunidades. En este último
caso, la separación entre lo idiomático y lo expresivo puede ser difícil, en el nivel de los
procedimientos lingüísticos. Sin embargo, aun en este caso es necesario tratar de mante-
ner la distinción, preguntándonos si es que algo se dice o no se dice, por ej., simplemente
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en francés o si los franceses suelen o no suelen decirlo, si se trata de la tradición pro-
piamente idiomática o de hechos de conducta verbal determinados por una tradición de
experiencia y cultura no-idiomática, de la historicidad del instrumento lingüístico como
tal (es decir, de la “lengua” en cuanto técnica histórica del hablar) o de la historicidad de
los discursos realizados por medio de ese instrumento. […]
Los dos tipos de historicidad pueden reconocerse con toda evidencia en el caso
de los llamados “géneros” literarios y de las formas métricas jas. Por ej., un soneto
escrito en español aplica, en este aspecto, la técnica lingüística española, que tiene su
historia en cuanto tal técnica. Pero aquello por lo que un soneto es un soneto no es un
hecho de lengua española, sino que pertenece a una tradición expresiva no ligada a una
lengua determinada y tiene su propia historicidad. Ello sería así aun cuando tal tipo
de texto existiese en una sola comunidad lingüística. En cierta época, el soneto existía
solo en la comunidad lingüística italiana, mas no era por ello un hecho de lengua ita-
liana (para saber italiano no era necesario saber componer sonetos). Claro está que la
distinción es mucho más difícil en el caso de los discursos cuya estructuración no obe-
dece a normas rigurosas y en los que, además, los aspectos de tradición no-idiomática
varían de un discurso a otro.
Me he permitido esta presentación tan larga de citas del trabajo inédito de Co-
seriu por dos razones: en primer lugar, porque en ellas se ve que Coseriu para nada
ignoraba el lado tradicional de los textos, todo lo contrario: esbozó claramente las
dimensiones de la tradicionalidad textual; al mismo tiempo, se conrma la concep-
ción coserianamente “ortodoxa” que defendemos en diversos lugares en los textos
de este libro cuando distinguimos dos tipos de historicidad y cuando localizamos las
tradiciones discursivas en el nivel individual de la historicidad de los textos5.
2.1.3. Peter Koch siempre insistió en que su concepción de las TD tuvo dos
inuencias fundamentales, la de la teoría coseriana como marco de referencia
y el desarrollo de la misma presentada por Brigitte Schlieben-Lange en su libro
Traditionen des Sprechens (‘tradiciones del hablar’), publicado en 1983. Brigitte
Schlieben-Lange, que a partir de 1991 sería la sucesora de Coseriu en la cátedra
de lología románica de Tubinga, había estudiado con Coseriu a nales de los
años 1960 y principios de los 1970. Fue la época de esplendor de la Escuela de
Tubinga en la que había cursos de Coseriu cuyos participantes casi todos resulta-
rían después a ocupar cátedras de lingüística románica en distintas universidades
alemanas y en otros países. Coseriu era prácticamente el centro indiscutido de la
lingüística románica en aquel entonces y quien salía de su enseñanza tenía altas
posibilidades de tener la vida académica resuelta.
5 Véase también, en el mismo sentido, la crítica de Lebsanft a la ubicación de las tradicio-
nes discursivas en el nivel histórico (Lebsanft 2005 y 2006).
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NOTA DEL AUTOR
Sin embargo, el centro de la actividad de Peter Koch y de su compañero Wulf
Oesterreicher, coautor junto a él de numerosos trabajos fundamentales que marcaron
la romanística de las últimas décadas, era Friburgo de Brisgovia. Allí, Hans-Martin
Gauger y Wolfgang Raible habían logrado crear lo que en los años 1980 sería el
lugar más activo de la lingüística románica alemana. El tema que habían elegido y
alrededor del cual se desarrolló un debate importante y una actividad cientíca de
enorme productividad fue el de la tensión entre oralidad y “escrituralidad”6, o, para
decirlo con los términos de Peter Koch y Wulf Oesterreicher, entre “inmediatez” y
“distancia”. Aunque los numerosos trabajos de la escuela de Friburgo incluían una
amplia gama de inuencias de diferentes autores y teorías, el fondo coseriano era
claramente el más destacado en los trabajos centrales de Koch y Oesterreicher, que
servían como punto de referencia para la cuestión lingüística (el centro de investi-
gación abarcaba además proyectos sobre diversas cuestiones históricas y cultura-
les). En 1985, Koch y Oesterreicher publicaron en el Romanistisches Jahrbuch un
artículo que sería el más citado de la romanística alemana en los años siguientes:
“Sprache der Nähe Sprache der Distanz. Mündlichkeit und Schriftlichkeit im
Spannungsfeld von Sprachtheorie und Sprachgeschichte” (‘Lenguaje de inmedia-
tez – lenguaje de distancia. Oralidad y escrituralidad en la tensión entre teoría del
lenguaje e historia de la lengua’)7. El punto de partida de este artículo es el edicio
variacional de Coseriu con las tres dimensiones de variación (diatópica, diastrática
y diafásica), al que Koch y Oesterreicher añaden una cuarta dimensión idiomática
(la de inmediatez y distancia), armando al mismo tiempo que todo el edicio varia-
cional está regido por la dimensión universal de inmediatez y distancia8. Al artículo
de 1985 le siguió un estudio exhaustivo sobre la Lengua hablada en la Romania en
19909 y una serie de artículos en manuales y en revistas. Rápidamente, los términos
inmediatez y distancia (Nähe y Distanz) llegaron a canonizarse y a formar parte del
acervo común de la romanística alemana (y de ciertos ámbitos lingüísticos más allá
de ella10).
La cuestión de las TD estaba estrechamente relacionada con esos trabajos,
aunque el término mismo solo aparecía marginalmente en ellos11. Las TD eran
6 El centro de investigación SFB 321 Übergänge und Spannungsfelder zwischen Münd-
lichkeit und Schriftlichkeit [‘Transiciones y tensiones entre oralidad y escrituralidad’] existió
entre 1985 y 1997.
7 Koch y Oesterreicher 1985; cf. también la traducción al inglés en Koch y Oesterreicher 2012.
8 Para una visión crítica de esta concepción, véase Kabatek 2000b.
9 Koch y Oesterreicher 2007.
10 Véase p. ej. el volumen editado por Feilke y Hennig 2016.
11 De hecho, la traducción española (realizada por Araceli López Serena) del libro citado
en la nota 8 y la edición alemana de 2011 amplían la referencia a esta noción y su importancia
para la cuestión de inmediatez y distancia.
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tradiciones del hablar entre inmediatez y distancia, y así lo había concebido Peter
Koch en la mencionada tesis de habilitación. Koch mismo no había estudiado con
Coseriu, pero su conocimiento de la teoría coseriana tampoco se limitaba solo a la
lectura: en Friburgo, sus amigos Brigitte Schlieben-Lange y Wulf Oesterreicher
eran discípulos directos de Coseriu, y su director de tesis Hans-Martin Gauger,
aunque fuera más discípulo de Mario Wandruszka y no tanto de Coseriu, sí había
estudiado también con él en Tubinga en los años sesenta. Había, pues, una amplia
presencia de la teoría coseriana en Friburgo.
Dado el enorme interés por la cuestión de la inmediatez y la distancia, el
otro término, el de TD, tardó un poco más en difundirse ampliamente, aunque
estuvo ya presente desde la segunda mitad de la década de los ochenta. Koch y
Oesterreicher lo tratan en sus respectivas contribuciones al homenaje a Coseriu
publicado en 198812, y el concepto estaba presente en el debate cotidiano en el
ámbito del proyecto de Friburgo. Pero solo en 1997, en uno de los volúmenes
de la exitosa serie ScriptOralia de la editorial Narr de Tubinga, se publican dos
artículos programáticos sobre el tema de las TD: uno de Peter Koch y el otro de
Wulf Oesterreicher13. Estos trabajos servirán luego de referencia a la mayoría
de los estudios siguientes. En ellos, no solo el término es presentado en primer
plano; se ofrecen, además, numerosas reexiones alrededor de las TD, con una
ligera diferencia entre los dos autores: mientras que para Wulf Oesterreicher
se trata sobre todo de recuperar la importancia de los “moldes tradicionales”
de los textos, los géneros, para Peter Koch la concepción de las tradiciones es
más amplia y abarca también ciertas formas de hablar que de ningún modo se
podrían comparar con lo que tradicionalmente se consideraba género. En todo
caso, ambos autores se basan en Coseriu, así que se puede decir que el concepto
de TD es, por lo menos de manera indirecta y en parte sin conocimiento de todos
los escritos de Coseriu sobre el tema, un concepto coseriano (o, si se preere,
poscoseriano).
2.1.4. La base coseriana de los términos de Peter Koch y Wulf Oesterreicher fue la
que me sirvió como punto de partida para una concepción propia de las TD dentro
de la teoría del lenguaje, concepción basada no solo en los trabajos de la escuela
de Friburgo sino en la teoría coseriana misma. La “apropiación simpatética” de la
que se hablará en uno de los trabajos de este volumen14 la veía justicada no solo
por la amistad con los autores y el interés común por una concepción adecuada,
sino también desde mi propia relación con el pensamiento coseriano.
12 Veáse Koch 1988 y Oesterreicher 1988.
13 Koch 1997 y Oesterreicher 1997.
14 “Sobre usos y abusos de la terminología lingüística” [4, en este tomo].
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NOTA DEL AUTOR
Hubo distintas generaciones de discípulos de Coseriu, pero claramente la es-
cuela que más impacto tuvo fue, como decíamos, la formada en Tubinga en los
años sesenta y setenta. Me ahorro enumerar nombres para no caer en el peligro de
olvidarme de alguno ya que son tantos. A partir de los años setenta, los discípulos
de Coseriu dominaban las universidades alemanas. Cuando llegué a Tubinga en
el año 1984, Coseriu ya era un mito. Desde el primer semestre no me perdí ni una
clase suya, y en poco tiempo mi preferencia por la literatura se quedó arrinconada
por la lingüística. La sabiduría y la claridad de exposición de Coseriu eran im-
presionantes; aun así, éramos muy pocos los que íbamos a sus clases magistrales,
donde la asistencia era voluntaria. Otros profesores tenían más éxito, los de Cose-
riu éramos un grupo muy reducido, y todos nos interesábamos no por este o aquel
tema sino por el edicio entero: Coseriu ofrecía una visión sistemática en la que
cada detalle estaba relacionado con un conjunto complejo y completo de pensa-
miento. El que se había dado cuenta del enorme tesoro que esto suponía no podía
dejar de buscar su cercanía. Era como si Coseriu tuviera una clave de acceso a un
saber más sublime y más completo, sin por ello abusar de ella: Coseriu seducía
(y lo sabía), pero no aprovechaba su atracción para la doctrina. Lo que hacía era
indicar un camino que cada uno al nal tenía que ir por su cuenta.
Hubo momentos en los que pensaba cambiar de lugar: Berlín me atraía, por la
fascinación que ejercía en aquel momento. Pero en la Universidad Libre de Ber-
lín me encontré con un pensamiento coseriano de segunda y de tercer mano. Me
quedé en Tubinga al nal, no sin una serie de estancias en otros países, pero sin
alejarme de la persona de la que intuía que me podría enseñar más que cualquier
otra que había conocido.
Mi último año de carrera coincidió con la jubilación de Coseriu. Me había
quedado, no como parte de una generación, sino como una especie de último
discípulo. Coseriu me apreciaba y hacía todo para apoyarme. Fue gracias a él que
conseguí mi primer puesto en Tubinga, como asistente de su sucesora Brigitte
Schlieben-Lange. Su pensamiento me acompañaba y me intrigaba; descubrí fenó-
menos empíricos (como los fenómenos del contacto de lengua) y me di cuenta de
que la teoría coseriana me daba las herramientas para una descripción adecuada;
descubrí otras teorías, y me percaté de que la visión coseriana me ayudaba a apre-
ciar sus alcances y límites. Y vi modicaciones del edicio coseriano hechas por
discípulos e intentaba averiguar si eran justicadas o no. Y así llegué también a la
cuestión de las tradiciones discursivas, de manera más bien indirecta: de hecho, ya
llevaba trabajando intensamente sobre un problema relacionado con la cuestión
de las TD sin haber mencionado nunca el término. Fue solo a partir de 1998, des-
pués de haber pasado seis años en la Universidad de Paderborn y ya de vuelta en
Tubinga y en contacto con Brigitte Schlieben-Lange y Peter Koch cuando empecé
a introducir esa noción en mis propios trabajos.
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2.2. Ya antes, todavía en Paderborn, había empezado a trabajar sobre la relación
entre la historia de las lenguas románicas y la historia del derecho en la Edad
Media. El punto de arranque fueron algunas nociones de esta relación en la obra
de Ramón Menéndez Pidal, el padre de la lología española, y un famoso artí-
culo de Antoni Badia i Margarit en el que comparaba “dos tipos de lengua”15
que parecían no estar determinados por factores diacrónicos sino por otra cosa.
En la lingüística histórica, a veces se distinguía entre “textos literarios” frente a
“prosa cientíca”, “prosa jurídica”, etc., y mi objetivo era demostrar que dentro
del ámbito jurídico había diferentes mundos que producían textos distintos, y que
esa diferencia no solo era de contenido sino también de medios lingüísticos. No
recuerdo exactamente el momento a partir del cual empecé a adoptar el término
tradiciones discursivas para describir las diferentes tradiciones jurídicas. Sería
alrededor del coloquio sobre tradiciones textuales que organizamos con Daniel
Jacob en el Congreso de Hispanistas alemanes en 1999 en Berlín: en el Call for
papers todavía hablamos de “tradiciones de textos”, pero después, en la publi-
cación del libro, cambiamos el título y pusimos Lengua medieval y tradiciones
discursivas en la Península Ibérica ―y nos dimos cuenta de la necesidad de
este concepto por el enorme eco que tuvo el libro en el mundo hispánico no solo
por el contenido sino también por el término―. El tema en general venía en un
momento adecuado: la teoría de la gramaticalización y los nuevos grandes corpus
habían dado un nuevo auge a la lingüística histórica, y en el ámbito de la lingüís-
tica hispánica hubo una especie de oleada de estudios de sintaxis histórica. Entre
la tradición lológica española y una nueva lingüística de índole más bien teórica
y basada en datos masivos faltaba algo: una diferenciación de las tradiciones de
los textos y una crítica de una diacronía demasiado simplista que ignoraba la
diversidad de las tradiciones textuales.
El problema que se presentaba entonces era el de la metodología. Mientras
para hacer diacronía (sin diferenciación de tradiciones discursivas) solo era ne-
cesario disponer de textos bien fechados de una lengua (cosa no tan trivial, sobre
todo para épocas remotas), para la diferenciación de TD parecía ser necesario
conocer a fondo texto por texto. Pero una lología tradicional de descripciones
detalladas individuales poco parecía compatible con una lingüística basada en
grandes corpus. Ya en el libro sobre el Renacimiento boloñés16 había empleado
toda una serie de métodos para “medir” las TD, y en parte me había servido de
métodos cuantitativos y de herramientas informáticas. Así, se midió, para cada
texto, la extensión media de las frases, la relación type-token y otros paráme-
tros. Lo más prometedor, sin embargo, parecía ser el análisis de las técnicas de
15 Véase “TD y cambio lingüístico” [8, en este tomo].
16 Kabatek 2005c.
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NOTA DEL AUTOR
organización textual, criterio ya aducido por la lingüística textual desde los años
setenta para caracterizar los tipos de texto. Para ello, me apoyé en la noción de
junción tal como la concibió Wolfgang Raible ―junto con Hans-Martin Gau-
ger la cabeza de la escuela de Friburgo― a principios de los años noventa. La
presencia de diferentes técnicas de junción parecía ser un rasgo caracterizador
de diferentes tradiciones discursivas: tenía, de esta manera, un criterio formal
que permitía identicar las tradiciones sin tener que recurrir al conocimiento
lológico detallado de los textos.
En 2001 me trasladé a Friburgo como sucesor de Hans-Martin Gauger, y
Wolfgang Raible llegó a ser mi colega más directo. En 2003, por invitación de
José Luis Girón Alconchel, participé en un curso de doctorado sobre lingüística
histórica en Soria, España. Allí coincidí con todo un grupo de investigadores jó-
venes muy bien formados y muy interesados en lingüística histórica (a los que
después llamaría la “generación de Soria”), y en las discusiones con los presentes
me di cuenta de que el mero análisis cualitativo de los elementos caracterizadores
de las tradiciones discursivas no era todo lo que se podía hacer. Fue entonces
cuando propuse cuanticar los análisis y medir la cantidad relativa de juntores, de
elementos que establecen nexos entre las proposiciones.
En 2004 me trasladé a Tubinga. Brigitte Schlieben-Lange había fallecido tenien-
do solo 57 años en el 2000 y Coseriu en el 2002. Asumí, pues, las tareas de la cá-
tedra con la obligación de ocuparme del legado de mis dos antecesores y maestros.
La lingüística en Tubinga se había ido por otros caminos, dominaban los enfoques
formales, y dentro del gran proyecto de investigación que unía a los lingüistas de
diferentes orientaciones bajo el título de Estructuras de datos lingüísticos hubo que
escoger un terreno “neutro” para evitar los conictos teóricos. Por lo tanto, decidi-
mos lanzar un proyecto sobre el análisis cuantitativo de TD y creamos, con la ayuda
del informático Wolfgang Maier, la herramienta TraDisc, una aplicación que permi-
tía medir los esquemas de junción y otros parámetros en los textos17.
Paralelamente, en varias ocasiones y motivado por la sensación de que el tér-
mino se empleaba en muchos lugares sin demasiada precisión, publiqué una serie
de textos y reexiones sobre la teoría de las TD. En Tubinga, durante casi diez
años, Peter Koch y yo organizábamos un seminario para estudiantes avanzados,
doctorandos y colegas en el que tuvimos muchas y vivas discusiones sobre tradi-
ciones discursivas. Organicé, además, varios encuentros sobre el tema, en parte
en colaboración con colegas como Christophe Gérard o Álvaro Octavio de Tole-
do y Huerta. Intentamos señalar la importancia de las tradiciones desde distintos
ángulos, sobre todo desde la perspectiva de la gramática histórica, no sin señalar
17 Véase Kabatek et al. 2010.
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JOHANNES KABATEK
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continuamente que no se trataba de un término de la lingüística histórica sino de
un concepto con relevancia en vastos ámbitos de la lingüística.
3. Hace algún tiempo, una colega suiza me dijo después de una conferencia sobre
TD que ella, especialista en pragmática, había vivido muy bien sin la noción de TD
y que mucho de lo que le había presentado eran cuestiones de pragmática. Otro
colega decía que todo en la lengua era tradición, y que en realidad solo había TD.
Creo que ambas posturas, aunque posibles y en cierta medida coherentes, nos
imponen limitaciones que la noción de TD supera: no es lo mismo actuar espontá-
neamente según las condiciones de una situación determinada sin recurrir a patro-
nes ya establecidos que hacerlo aprovechándolos; y no es lo mismo una tradición
que consiste en la repetición de textos o formas textuales que una tradición que
consiste en la mera aplicación de una técnica asumida.
Lo que he querido demostrar a lo largo de estos años ha sido que la cuestión de
la tradicionalidad de los textos es un aspecto con amplia relevancia: en estudios his-
tóricos como en estudios de la lengua actual. La lingüística no se acaba con las TD,
pero para hacer lingüística es necesario saber que el hablar se puede basar en la re-
petición de los textos o de las formas textuales y que esto tiene numerosas conse-
cuencias. Así, la noción de las TD es, antes de entrar en debates de teorías y escuelas,
framework-free18: se reere a un fenómeno esencial del lenguaje humano que no se
puede negar ni desde un punto de vista generativo, ni cognitivo, ni de ningún ángulo
teórico. Evidentemente, va a tener más o menos relevancia para esta o aquella teoría,
pero incluso para una teoría que postula la total autonomía de la sintaxis, la tradición
de los textos tiene su importancia, aunque sea negativamente, para excluir ciertos
fenómenos que por tradición textual dejan algo turbios los datos de la “pura” sintaxis.
Más allá de la noción de la tradicionalidad de los textos y su relevancia gene-
ral, también he intentado demostrar la utilidad de la noción de las TD dentro de
un marco coseriano de la teoría del lenguaje. Y esto en ambas direcciones: por
un lado, creo que el estudio de las TD resulta particularmente fructífero si está
anclado en un edicio amplio y si se relaciona la historicidad de los textos con la
historicidad de la lengua. Y al mismo tiempo, la lingüística coseriana encontrará
en los estudios de las TD un nuevo campo para demostrar su actualidad y vigen-
cia. Si algo de esto se logra con las páginas de este libro, el esfuerzo ―tanto del
autor como el de los editores y traductores― ha merecido la pena.
Quisiera, nalmente, expresar mi profundo agradecimiento de que salga este
libro con trabajos míos sobre el tema de las TD en el marco de la lingüística co-
seriana y poscoseriana. El agradecimiento se dirige, en primer lugar, a Cristina
18 Veáse Haspelmath 2010.
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NOTA DEL AUTOR
Bleorţu y a David Paul Gerards. Sin ellos y su capacidad de convertir la ilusión
en realidad, este libro no existiría. El admirable equipo ha mostrado, en los meses
de preparación del presente volumen, un caso casi ejemplar de ecacia y de rigor.
Asimismo, quiero dar las gracias a los editores de la versión rumana anterior a
esta y preparada por Carlota de Benito Moreno, Miguel Cuevas Alonso, Adrian
Turculeţ y Cristina Bleorţu por iniciativa de esta última. Mi agradecimiento se
dirige además al equipo de la editorial Iberoamericana/Vervuert que acogió este
libro en la colección Lingüística Iberoamericana; en particular al lamentado ami-
go Klaus-Dieter Vervuert quien generosamente me prometiera publicarlo cuando
poco antes de su inesperado fallecimiento le mandé un primer borrador.
Me siento honrado por ese reconocimiento de mis trabajos, y me siento feliz
más que por por los hechos mismos tratados aquí, por un enfoque de la lin-
güística que sigue la que para mí siempre ha sido la línea más fructífera, la más
madura y la más adecuada: la esbozada y perlada por Eugenio Coseriu.
Johannes Kabatek
Zúrich-Tubinga, abril de 2018
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Article
This article traces the evolution of idiomatic expression studies in Romanian linguistics, highlighting its alignment with broader linguistic movements, including early cognitive approaches. Through a historical analysis – spanning from Lazăr Șăineanu in the 19th century to Stelian Dumistrăcel in the 20th century – it demonstrates how Romanian phraseology anticipated key aspects of cognitive semantics. Idiomatic expressions not only enrich language but also structure collective thought, revealing deep connections between language, culture, and cognition. Romanian linguistics developed an original conception of metaphor that largely anticipated the "contemporary theory" of conceptual metaphor proposed by cognitive semantics. Analyses from Romanian philologists, folklorists, and linguists reveal an early cognitive perspective on metaphor, contrasting with the traditional rhetorical view. Unlike cognitive semantics, where the metaphor’s image remains external to word meanings, Romanian linguists integrate the image with linguistic concepts and cultural worldviews. The article also highlights key contributions from Romanian scholars, showing how their early work foreshadowed later formalized approaches by Lakoff and Johnson (1980). Furthermore, it examines the lexicalization of metaphors, demonstrating that while this process diminishes their evocative power, metaphors remain essential to language structure and function.
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