ArticlePDF Available

El acueducto romano de Torralba: caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos ligados a su explotación

Authors:
  • Freelance professional
  • Comunidad Autónoma de la Región de Murcia

Abstract and Figures

Este trabajo tiene por objeto analizar desde una óptica multidisciplinar el acueducto romano de Torralba que se encuentra excavado en la roca, en la margen derecha del Barranco del Madroño, conocido a nivel local como Barranco del Agua, con una longitud de unos 605 metros, entre la captación subterránea y proximidades del embalse cuya construcción, posiblemente, sea de la misma época. Está estructurado en cuatro partes complementarias: la ocupación antrópica del área afectada en su dimensión temporal, caracterización del acueducto a través de su conducción primero subterránea y luego en superficie, descripción del acuífero de Torralba que justifica su existencia, y, por último, los factores socioeconómicos ligados al aprovechamiento del recurso hídrico. El conjunto del sistema hidráulico genera un regadío singular y que, tras siglos de funcionamiento continuado y pervivencia de unos mismos cultivos, desaparece apenas hace tan sólo cuatro décadas, para dar paso, en el momento presente, a una agricultura intensiva sustentada en modernas técnicas de riego. En la medida en que las condiciones de explotación agrícola se intensifican, sobre todo en los años noventa, se transforma de manera drástica el paisaje, los cultivos y el regadío tradicional del caserío de Torralba. Tal vez el aspecto más positivo de esta profunda transformación sea la reutilización de un relevante bien de interés cultural, el acueducto romano, por los actuales usuarios, principales interesados en el buen funcionamiento, al menos parcial, del sistema hidráulico heredado de la antigüedad.
Content may be subject to copyright.
171
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
El acueducto romano de Torralba.
Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos
socieconómicos ligados a su explotación *
Gris Martínez, Luis, Solís García-Barbón, Luis y Gris Martínez, Joaquín
RESUMEN
E
ste trabajo tiene por objeto analizar desde
una óptica multidisciplinar el acueducto ro-
mano de Torralba que se encuentra excavado
en la roca, en la margen derecha del Barranco del
Madroño, conocido a nivel local como Barranco del
Agua, con una longitud de unos 605 metros, entre la
captación subterránea y proximidades del embalse
cuya construcción, posiblemente, sea de la misma
época. Está estructurado en cuatro partes complemen-
tarias: la ocupación antrópica del área afectada en su
dimensión temporal, caracterización del acueducto a
través de su conducción primero subterránea y luego
en superficie, descripción del acuífero de Torralba
que justifica su existencia, y, por último, los factores
socioeconómicos ligados al aprovechamiento del re-
curso hídrico. El conjunto del sistema hidráulico ge-
nera un regadío singular y que, tras siglos de funcio-
namiento continuado y pervivencia de unos mismos
cultivos, desaparece apenas hace tan sólo cuatro dé-
cadas, para dar paso, en el momento presente, a una
agricultura intensiva sustentada en modernas técni-
cas de riego. En la medida en que las condiciones de
explotación agrícola se intensifican, sobre todo en
los años noventa, se transforma de manera drástica
el paisaje, los cultivos y el regadío tradicional del
caserío de Torralba. Tal vez el aspecto más positivo
de esta profunda transformación sea la reutilización
de un relevante bien de interés cultural, el acueducto
romano, por los actuales usuarios, principales inte-
resados en el buen funcionamiento, al menos parcial,
del sistema hidráulico heredado de la antigüedad.
Torralba constituye un ejemplo de villa
rústica de grandes proporciones que se di-
ferencia de las típicas villas romanas de
tradición alto imperial.
* Este trabajo lo hemos realizado en homenaje a Juan Gabarrón, amigo entrañable, del que siempre guardaremos, en nuestra mente,
imágenes pasadas magníficas e imborrables de tantos momentos vividos en su compañía.
172
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
OCUPACIÓN ANTRÓPICA
Un suelo fértil, agua, clima suave y ser vía de
penetración hacia la zona norte de la comarca, con-
figuran a este territorio como idóneo para la capta-
ción de recursos. Aquí se pudieron obtener, median-
te la actividad cinegética y recolectora en un princi-
pio y posteriormente agrícola y ganadera, los me-
dios necesarios para subsistir. Todo ello justifica so-
bradamente el por qué Torralba y su entorno fueron
elegidos como lugar de poblamiento permanente
durante muchos años, por diferentes pueblos y cul-
turas.
Las primeras noticias de actividad humana se
deben al hallazgo en el caserío de Torralba 1 de un
escaso material lítico, semejante al de las cuevas de
los Aviones y Perneras, perteneciente a un
Musteriense laquinoide. También se constata la pre-
sencia en el cercano Barranco de la Hoz de restos
Musterienses (95.000- 32.000 a.C.) del Paleolítico
Medio 2. Posteriormente sabemos, que en los abri-
gos de los Calares 3 del mencionado barranco, hubo
una posible área de ocupación, situada en las cárcavas
con estructuras constructivas. En dicho sitio se ha-
llan útiles encuadrados en el Paleolítico Superior
(32.000-9.000 a. C.), en la pendiente, concentrados
en los sectores bajos.
Con posterioridad, siguiendo el curso de los
acontecimientos, se consiguen evidencias de un pa-
sado epipaleolítico por doble partida en el Barranco
de la Hoz y los Calares, que fueron habitados por
gentes, que poblaron la periferia del valle del
Guadalentín, en los primeros momentos de la
neolitización 4. Después, una pequeña comunidad
eneolítica, formada probablemente por descendien-
tes de las familias neolíticas, que habían vivido en el
abrigo del Barranco de la Hoz, moraron en este terri-
torio, según consta en un índice de yacimientos, pu-
blicados como aportación a la Carta Arqueológica
de la Región de Murcia 5.
El rastro dejado por los ocupantes de este lugar
a lo largo de muchos años, se pierde al finalizar el
periodo calcolítico, existiendo un vacío importante
de varios siglos, que viene a coincidir con la cultura
del Argar, que tiene una gran personalidad e influjo
en todo el Sureste peninsular. Incomprensiblemente
no se tienen noticias de su implantación aquí, la cau-
sa se desconoce, es posible, que el patrón de asenta-
miento seguido por la comunidad argárica no se co-
rrespondiera con las características que reunía. Al ser
prospectores de minerales y metalúrgicos se ven obli-
gados a buscar otros sitios más adecuados a sus inte-
reses.
Después de esta dilatada etapa oscura vuelven
de nuevo las pruebas, en este caso de un pasado
prerromano, que se manifiesta en los Alagüeces por
dos monedas hispánicas (un as de Játiva y otro de
Cástulo)6, también por un poblado, que tras la colo-
nización romana queda vinculado al proceso de ex-
plotación del territorio 7.
1Montes Bernárdez, Ricardo (1993): «Consideraciones generales sobre el Musteriense en el Sur y Sureste español (Murcia, Albacete
y Andalucía)» en VERDOLAY, nº 4 - 1993 - Museo de Murcia – Págs. 7-13.
2Montes Bernárdez, Ricardo (1986): «El Paleolítico» en Historia de Cartagena. Volumen II, 1986 - Págs. 36 - 100. Murcia.
3Lillo Carpio, Martín J. y Lillo Carpio, Pedro A. (1983): “Aportación al conocimiento del Pleistoceno en la provincia de Murcia I:
Campo de Lorca (Alagüeces, El Calar, La Juncosa)”. Anales de la Universidad de Murcia - Vol. XL - nº s 3-4, 1983. Págs. 3-12.
Martínez Rodríguez, Andrés (1995): «El pasado prehistórico antiguo y medieval de la comarca de Lorca». En Diputaciones lorquinas.
Ayuntamiento de Lorca. Pág. 15.
4Martínez Rodríguez, Andrés (1995): «El pasado prehistórico antiguo y medieval de la comarca de Lorca». En Diputaciones lorquinas.
Ayuntamiento de Lorca. Pág. 15.
5García López, Magdalena, Buendía Noguera, Mariano y Llinares Beneyto, Josefa (1989): «Aportación a la Carta Arqueológica de
la Región de Murcia: El índice de yacimientos», en VERDOLAY, nº 1, 1989, Págs. 7-47.
6Fontenla Ballesta, Salvador (1992): La Circulación Monetaria Romana en el Valle del Guadalentín, Consejo Municipal de Cultura
y Festejos. Ayuntamiento de Lorca. Caja de Ahorros del Mediterráneo.
7Ibidem Martínez Rodríguez: «El pasado prehistórico..... Pág. 32.
173
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
La ocupación romana se remonta en sus inicios
a la fase republicana, lo atestiguan los dos ases, un
semis y un cuadrante de Cartagonova, Valencia y
Arsakos 8, así como otras dos piezas, a saber un
denario y otro as 9.
En los Alagüeces se documenta a través de la
numismática y la arqueología, la ubicación de un
importante yacimiento de prolongada vida, que abar-
ca desde el siglo I a. C. hasta mediados del siglo V d.
C., que es cuando empiezan a desaparecer los gran-
des centros de explotación agropecuaria 10.
Torralba constituye un ejemplo de villa rústica
de grandes proporciones que se diferencia de las tí-
picas villas romanas de tradición altoimperial. Muy
probablemente se trata de una estructura y modo de
vida premedieval que se repite en otros puntos de
Lorca 11.
Durante el dominio islámico en el antiguo asen-
tamiento tardorromano surge una alquería 12 que es-
taría formada, previsiblemente, por un agrupamien-
to de casas que dispondrían de molino, almazara y
silos para guardar grano. Esta alquería debió gozar
de una amplia existencia, su final no debió coincidir
con el cambio que produjo la Reconquista, pues se
halla un Dinero de Alfonso X 13, cuya ceca es de
Toledo y en el anverso aparece la cabeza de Alfonso
con la leyenda ANFUS REX.
La hoja arqueológica de Torralba describe como
yacimiento el castillo al que hace referencia el fran-
ciscano Morote en el siglo XVIII y que se encuentra
al Noreste del antiguo caserío de Torralba, en la
cumbre amesetada de un cerro alargado de escasa
8Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca (1998): Boletín Numismático, nº 1. Abril 1998.. Págs. 6 y 8.
9Fontenla Ballesta, Salvador (1992): La Circulación Monetaria Romana en el Valle del Guadalentín», Consejo Municipal de Cultu-
ra y Festejos. Ayuntamiento de Lorca, Caja de Ahorros del Mediterráneo..
10 Ibidem Andrés Martínez. El pasado prehistórico. Pág. 32 -38.
11 Martínez Rodríguez, Andrés, Matilla Seiquer, Gonzalo (1988): «Poblamiento tardío en Torralba. Lorca». Antigüedad y Cristianis-
mo. Murcia, nº V. págs. 503-542.
12 Ibidem Andrés Martínez. El pasado prehistórico. Pág. 42.
13 Fontenla Ballesta, Salvador (1995): Acuñaciones Medievales de Lorca. Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca,
Caja de Ahorros de Murcia. Págs. 52 y 59.
Detalles de una de las chimeneas de ventilación (1991)
174
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
altura, orientado N.S delimitado al Este por la Ram-
bla de Torralba y al Oeste por el Barranco del Ma-
droño. Las estructuras arquitectónicas delimitan
perimetralmente la cima excepto por el Suroeste, que
parecen haber desaparecido por efecto de la ero-
sión, sobre todo en la ladera W. Las estructuras cons-
tituyen un muro o muralla con una anchura que os-
cila entre 1 y 5. En alzado, sólo parece conservar
una o dos hiladas de altura. En su tramo norte la
muralla está construida con grandes bloques de pie-
dra formando ambas caras y un relleno interno de
piedra de menor tamaño cogida con barro. En el flan-
co Este, conforme desciende la ladera, la muralla
está hecha con grandes losas irregulares de piedra,
de una altura que varía entre los 50 cm. y 120 cm. y
un relleno interno similar de bloques. En los francos
N y E la muralla bordea la cima, pero al llegar al
SE, la estructura cambia bruscamente de sentido
hacia el W, formando prácticamente un ángulo rec-
to. En esta zona de inflexión, pero en la zona de le-
vante, se abre un posible acceso realizado con dos
grandes bloques de piedra flanqueando la entrada.
Dentro del recinto que delimita esta muralla no se
aprecian en superficie ninguna otra estructuras o
elemento constructivo. Las escasas evidencias cerá-
micas halladas en superficie corresponden a un frag-
mento de fondo de sigilata africana D, probablemente
una forma H.61, varios fragmentos informes de ce-
rámica común romana y un fragmento de pared de
probable filiación medieval islámica14 .
Con esta última referencia documentada, no
creemos que terminara la actividad de Torralba, has-
Pozo de unos 100 m. de profundidad, situado en las inmediaciones de la galería romana (1991)
14 Carta Arqueológica de la Región de Murcia. Lorca. Torralba VII. Exp. 7/88. Este yacimiento es conocido como Torre Torralba.
Instituto de Patrimonio Histórico. Dirección General de Cultura. Consejería de Turismo y Cultura.
175
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
ta la construcción del caserío recientemente derrui-
do. Lo cierto es, que carecemos de elementos con-
trastados que apoyen dicha conjetura.
CARACTERIZACIÓN DEL ACUEDUCTO
ROMANO
Antecedentes
La presencia de un canal excavado en la roca en
las laderas del Barranco del Madroño no ha pasado
desapercibida para casi nadie que haya visitado este
lugar. Al estar siendo utilizado como conducción hi-
dráulica en la actualidad, se le presta escasa aten-
ción, por ser de lo más normal en una explotación
agrícola.
Debido a que los sistemas de regadío tradicio-
nales van siendo suplantados por el riego por goteo,
ha sido necesario cambiar el sistema de conducción,
ya que se necesita una mayor presión que permita
distribuir el agua. Por tal motivo se ha utilizado una
gruesa tubería de PVC que arranca de un pozo
excavado en el lecho del barranco.
El propietario de la finca, con la finalidad de
mejorar los rendimientos del sistema hidráulico lo
soluciona colocando, en los años noventa, un tubo
de PVC sobre el lecho del acueducto, que tiene una
anchura algo mayor, por lo que el montaje resulta
sencillo y con un coste mínimo.
Las primeras noticias documentadas de la exis-
tencia de un acueducto de la época tardorromana en
Torralba la obtuvimos del Resumen de las VI Jorna-
das de Arqueología Regional, en el trabajo denomi-
nado «Prospección Guadalentín V»15. Posteriormen-
te, en la Carta Arqueológica de la Región de Murcia,
en 1998, consta como romano 16.
A principios del año 1992 realizamos una visita
a este lugar, acompañados por un antiguo trabajador
de la finca, Damián López Martínez, que nos mostró
el cauce. No obstante en este primer viaje no llega-
mos a penetrar en la galería subterránea, ya que no
íbamos preparados. Lo que se hizo fue transitar la
zona por la que transcurría el túnel, pudiendo ver los
distintos pozos de aireación, cosa que a no ser por
nuestro guía nos hubiera pasado desapercibido dada
la dificultad del terreno y la abundante vegetación.
Impulsados por la curiosidad y la admiración le
preguntamos a nuestro amigo por los autores de di-
cha obra y no supo qué decirnos, ya que él la cono-
cía desde que tenía uso de razón.
Posteriormente volvimos para recorrer todo el
camino, pero en esta ocasión preparados con una
cámara de vídeo y luz suficiente para poder penetrar
en el corredor.
Al término de la travesía y ya de vuelta empezó
a rondarnos por la cabeza una ligera sospecha de
quiénes podrían ser los autores de este trabajo, pos-
teriormente nuestras conjeturas fueron confirmadas
tras una conversación con Andrés Martínez
Rodríguez, director del Museo Arqueológico y es-
pecialista en el mundo tardorromano, uno de los au-
tores de lo publicado sobre este yacimiento.
No podía ser de otra manera, ya que de los pue-
blos antiguos que vivieron aquí, ninguno poseía la
capacidad técnica que le permitiera encarar una cons-
trucción de esta envergadura, excepto los romanos y
los musulmanes, pero algunos detalles y caracterís-
ticas en el método y en la forma eliminaban a estos
últimos de esa posibilidad.
Los acueductos en Roma
La mayor parte de los sistemas necesarios para
el transporte, acumulación, desviación de aguas, etc.
son creaciones de los pueblos del Oriente próximo,
Grecia y Etruria entre otros. Los romanos inventa-
ron el acueducto sobre arcadas. Para entender mejor
lo que suponía un acueducto para ellos haremos re-
ferencia a algunas normas, características y circuns-
15 Cano, María, Lomba, Joaquín, Martínez, Andrés, Ponce, Juana, Sánchez, Mª Jesús y A. Sánchez, José (1995). Prospección
«Guadalentín V» - VI Jornadas de Arqueología Regional - Murcia - Dirección General de Cultura.- Murcia, del 24 al 27 de abril de
1995.
16 C. Martínez Sánchez y L.A. García Blánquez - CARTA ARQUEOLÓGICA DE LA REGIÓN DE MURCIA - Dirección General de
Cultura - Instituto de Patrimonio Histórico.
176
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
tancias, que hacían que dichas conducciones fueran
así, según consta en el libro «Los acueductos de la
ciudad de Roma» 17.
Los canales subterráneos solían tener bastante
más longitud que los que iban al aire libre, pues los
ingenieros buscaban al calcular los niveles, que es-
tos estuvieran adrede bajo tierra, para evitar que fue-
sen interceptados por los adversarios. Posteriormen-
te cuando los conflictos bélicos terminaron y las ga-
lerías se fueron deteriorando con el tiempo, se aban-
donaron y se construyeron nuevas canalizaciones,
para hacer más corto el recorrido, para ello atravesa-
ron valles y tierras mediante muros de sostenimien-
to y arcadas. Otras de las ventajas que tiene un reco-
rrido subterráneo es que protege el agua para abaste-
cimiento de elementos contaminantes, permite una
menor turbidez, además se evitar manipulaciones
interesadas.
Una vez que el agua llega a las proximidades de
la ciudad se le hace reposar y clarificarse en un es-
tanque de decantacion, evitando de esta manera que
saliera turbia, tras una lluvia o recorrido por un cau-
ce sucio. Estos depósitos estaban cubiertos y desde
ellos se distribuía a la metrópoli mediante tubos y
canalizaciones profundas que recorrían el subsuelo.
A pesar de ellos se pudo comprobar que había tubos
clandestinos dentro del espacio urbano, sin embargo
fuera del mismo esto era más complicado, ya que el
hundimiento de las conducciones hacía muy difícil
realizar una conexión para derivarla, no obstante tam-
bién se encontraron en ocasiones, para regar cam-
pos. Estas personas podían ser objeto de una multa.
Para los romanos el agua era un bien público y
por esa razón su uso estaba ordenado adecuadamen-
te, así una vez cubiertas todas las necesidades bási-
cas de la comunidad urbana, el agua sobrante se dis-
tribuía para limpiar las calles, mejorar su aspecto y
eliminar «el mal aire» que padecía la ciudad. Poste-
riormente, si el caudal era abundante y los estanques
de distribución rebosaban, era otorgada a los parti-
culares sólo para el servicio de baños y lavaderos.
Las concesiones de uso no eran transmisibles al he-
redero o al comprador, cada vez que había un nuevo
propietario la licencia tenía que ser renovada, menos
en los casos de tratarse de baños destinados al pro-
vecho público, pues en esa circunstancia eran a per-
petuidad.
Los mayores daños que sufrían los acueductos,
aparte de la acción del tiempo y de los elementos,
tenían lugar en las zonas de los arcos, ante todo en
las pendientes de los montes y en el paso de los ríos.
Otro de los deterioros más corrientes era el estrecha-
miento del canal por una capa de sarro, o bien el des-
perfecto del revestimiento interior, lo que ocasiona
fugas que dañan las paredes, los muros de sosteni-
miento y los pilares. Los sectores de la conducción
que menos estragos mostraban eran las galerías sub-
terráneas, ya que no está expuestas a las fuertes osci-
laciones térmicas de la superficie ni a las inclemen-
cias del tiempo.
Para mantener en buen estado los canales cuen-
tan con un servicio de conservación otorgado en
arrendamiento. El arrendatario tiene la obligación de
contar con un determinado número de esclavos des-
tinados a reparar la conducción, dentro de este gru-
po de trabajadores se produce una especialización
para cada tarea: intendentes, inspectores,
empedradores, estucadores, vigilantes de depósitos
de agua, etc.
Si en alguna ocasión se tenía que realizar una
gran reparación se aconsejaba que, a ser posible, se
hiciera en otra época distinta al verano a fin de no
interrumpir el servicio. También se exige que se tu-
viera todo lo necesario preparado para llevar a cabo
esta operación en el menor tiempo posible. Otras de
las recomendaciones que se le hacía al curador (res-
ponsable oficial de esta obra pública), era que no se
fiara ni del adjudicatario del mantenimiento, ni de
sus obreros y que previamente se asesorara por ar-
quitectos expertos, para tener una opinión clara de
lo que se tenía que hacer.
Debido a que era habitual que las canalizacio-
nes se vieran perjudicadas por las raíces de los árbo-
les que revientan las bóvedas y los muros laterales y
por el paso de caminos y senderos a través de ellas,
se prohiben colocar ninguno de estos elementos a
17 Frontinus, S. J. (1944): «DE AQUAE DUCTU URBIS ROMAE» - Edición de la Collection des Universites de France, publicado
por Les Belles Letres, bajo la dirección de la Association Gillame Budé. París.
177
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
menos de 15 pies del acueducto. El incumplimiento
de esta norma podía suponer una multa de 10.000
sestercios. Un decreto del Senado obliga a los pro-
pietarios particulares a facilitar el acceso a sus fin-
cas a los obreros que tuvieran que arreglar el canal,
dicha actuación tendría que realizarse sin causar per-
juicio alguno. Los curadores tienen, además, la po-
testad de autorizar o prohibir cualquier actividad
agrícola o ganadera en las proximidades de estas
construcciones, aunque las tierras fueran de domi-
nio privado.
Los acueductos romanos en España
Los romanos dejaron buena muestra de su maes-
tría en obras hidráulicas. Nuestro país cuenta con
cuatro monumentales acueductos: Tarragona,
Segovia y dos en Mérida (Milagros y San Lázaro),
también con un conjunto de estos en Almuñécar, que
aún se conservan útiles y un buen número de restos
distribuidos por gran parte de la geografía hispana,
entre los que mencionaremos los de Sevilla, Toledo,
Chelva, Barcelona, Granada, Calahorra, Cádiz,
Blanes, Ciudad Rodrigo, etc.18
Durante la República la construcción de acue-
ductos en Hispania no fue importante, pues al no es-
tar incorporada de manera definitiva a la metrópolis,
el dinero a invertir no tenía una rentabilidad clara y a
largo plazo. Una vez superado este escollo, con la
consolidación del dominio territorial y la implanta-
ción del Imperio, se realizaron la mayor parte de es-
tos trabajos, transformando las poblaciones rurales
en urbanas.
No existen datos fiables ni referencias de su tiem-
po que nos hablen de la cronología de los acueduc-
tos españoles, hay que recurrir lamentablemente, por
su falta de rigor, a los estilos usados en la construc-
ción de cada uno de ellos.
Detalles de la conducción en superficie (1991)
18 Fernández Casado, Carlos (1972): Acueductos Romanos en España. Instituto Eduardo Torroja.
178
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
En España se utiliza poco el ladrillo en este tipo
de obras, uno de los escasos ejemplos lo tenemos en
la canalización que venía de las cercanías de Alcalá
de Guadaira a Sevilla, conocida por el nombre de
Arcos de Carmona.
Hay casos en que la fábrica es muy pobre, ya
que utilizan lajas de pizarra en bóvedas y en pilares,
esto sucede en los de Almuñécar.
Si nos atenemos al orden cronológico habría que
enumerar en primer lugar al de Tarragona, pues es
atribuido a Augusto. Este discurre en trinchera y en
ocasiones en túnel, pero la parte más conocida y mo-
numental es la que salva el Barranco de las Ferreras.
El segundo por antigüedad sería el de Segovia,
que se asemeja por su estilo con el de Aqua Claudia
en Roma. Este acueducto es el más airoso de todos
los que construyeron los romanos, además sería ca-
paz de volver a llevar agua después de dos milenios.
Lo que no se acaba de explicar es por qué, si Segovia
no era colonia romana ni capital de convento jurídi-
co, pudo acometer semejante obra. De una manera o
de otra debió tener respaldo oficial y con dinero fo-
ráneo o propio acometió un trabajo de envergadura
colosal. Posiblemente quienes lo diseñaron y cons-
truyeron debieron venir de Roma, puesto que se ne-
cesita tener mucha experiencia y preparación para
realizar un trabajo que impresiona al contemplarlo.
En cuanto a los otros dos acueductos excepcio-
nales: el de Los Milagros y el de San Lázaro, ambos
en Mérida, son asignados al siglo II y más concreta-
mente a la época de los emperadores españoles
Trajano y Adriano, especialmente a este último, por-
que fueron constructores de obras públicas en varias
provincias del Imperio.
El de Los Milagros es de tres pisos. Una de las
características más sobresalientes de las canalizacio-
nes de Mérida es la utilización de la fábrica de ladri-
llo para las bóvedas y la de sillería en los pilares, en
Los Milagros se conjugan cinco hiladas de sillares
con cinco de ladrillo, dándole una apariencia más
estética, este es un logro particular conseguido en
los acueductos emeritenses, aunque lo que se busca-
ba con este artificio técnico fue ante todo una mayor
facilidad constructiva.
Por lo que respecta a los restantes acueductos
existentes en nuestro país poco se puede decir de
ellos, puesto que están en una situación de deterioro
importante, la desidia ha permitido que desaparez-
can la mayor parte de las estructuras de fábrica, a
pesar de esto todavía subsisten pequeños tramos que
se conservan, pudiéndose verificar la técnica cons-
tructiva empleada, por ejemplo, en el acueducto de
Alcanadre (Calagurris-Calahorra) el sillarejo es un
revestimiento superficial que sirve de molde a una
masa interna cementicia que se aglomera con morte-
ro de cal. Esto era así, porque el endurecimiento de
los conglomerantes de aquella época eran muy len-
tos, los cementos actuales se hacen consistentes con
gran rapidez. Por otra parte en el acueducto de Sadaba
el canal debía ser de madera, ya que entre los 30 pi-
lares que se conservan no caben arcos. En el de
Chelva, para pasar un picacho de 25 metros de altu-
ra, que hubiera dado lugar a un túnel de 50 metros de
longitud se hizo un tajo vertical produciendo un cor-
te tan importante que le ha dado nombre a la peña (la
Serrada). También singularmente los túneles tienen
ventanas, para facilitar la construcción y sacar por
ellas los sedimentos depositados en el canal.
Detalle de la conducción en superficie (1991)
179
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
El abastecimiento de agua a Mérida se realizaba
a través de tres acueductos: el de Cornalvo, destina-
do al uso doméstico, el de Proserpina (Los Milagros)
cuyas aguas iban destinadas a usos industriales, pro-
bablemente a hacer trabajar a molinos ubicados den-
tro de la ciudad y el de las Tomas o Rabo de Buey
(San Lázaro), para aumentar el caudal de uso al ser-
vicio de los ciudadanos y coyunturalmente dotar al
anfiteatro y al circo del agua necesaria para sus es-
pectáculos.
Acueducto de Torralba. Conducción en superficie
Debido a que la canalización objeto de este tra-
bajo transcurre primero en superficie y luego a tra-
vés de un túnel vamos a describirla separadamente,
empezando desde el cortijo, hoy desaparecido, lugar
desde donde se hace la distribución del agua, hasta
la captación subterránea situada al norte de la explo-
tación agraria.
Los primeros restos de esta antigua construc-
ción se hallan junto al emplazamiento donde estu-
vieron las viviendas del caserío, se trata de un muro
de 4,20 m. de longitud y 50 ó 60 centímetros de an-
chura, que según parece fueron una presa o embal-
se, puesto que cierra un espacio adecuado para este
fin y con una situación de proximidad a las tierras
de cultivo.
A unos 50 metros al norte y en dirección hacia
el barranco aparecen vestigios del canal excavado
en la roca y totalmente colmatado. Las numerosas
remociones sufridas por el suelo, unido a los arras-
tres de sedimentos por las aguas de lluvia son las
causas de esta situación, que impiden seguir el reco-
rrido del viejo cauce. Se constata en algunos puntos
de este sector que el nivel de depósitos es mínimo y
que la roca aflora a ras de suelo, por ello es posible
que la caja del acueducto haya continuado el camino
por los terrenos que poseen mayor potencia y no se-
ría nada extraño que para salvar las irregularidades
La conducción se encuentra encajada en la roca.
180
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
se hubieran hecho tramos de obra sobre un muro para
alcanzar la rasante.
A partir de aquí hay un vacío de 200 metros en
la canalización que termina al llegar a una balsa de
decantación saturada, cuyas dimensiones son de 7,70
m. por 1,80 m, recubierta por una capa de «opus
sigminum» para impermeabilizarla. La colocación
de una construcción de este tipo en las cercanías de
un núcleo de población permite mejorar la calidad
del agua, eliminando gran parte de las impurezas que
arrastra. El dispositivo se suele ubicar donde se pro-
duce un cambio en el sistema de conducción pudién-
dose encontrar varias «piscinae limariae» a lo largo
de un trayecto. Tiene la entrada y salida del agua a
mayor altura que el fondo en la que la suciedad se
deposita por gravedad. La balsa coincide con la sali-
da del barranco en la planicie por lo que su localiza-
ción se elige cuidadosamente, evitando el relieve
accidentado del tramo superior.
Siguiendo el curso ascendente durante un tre-
cho de 51 metros el canal desaparece cubierto por
acarreos sólidos. A continuación hay un pequeño ra-
mal de 4 metros en las mismas condiciones, pero vi-
sible. En este paraje empieza el cauce de la quebrada
y se reduce el diámetro del conducto. La situación al
remontar el lecho de la torrentera es distinta respec-
to a lo visto hasta ahora pues se puede acompañar al
acueducto en numerosas partes, no obstante, existen
lugares en los que desaparece por meteorización de
la roca. Estas partes estropeadas alternan con otros
tramos en buen estado. Las hay de entre 1,2 y 10
metros, que se repiten. El tramo perdido de mayor
longitud alcanza los 120 metros al atravesar una zona
de caliza muy desgrada y poco consistente. Los últi-
mos 47 metros antes de llegar a la galería se hallan
en perfecto estado, pudiéndose recorrer sin ninguna
dificultad.
En medio de este itinerario se observan dos em-
plazamientos en los que las desigualdades orográficas
del terreno se resuelven de manera diferente. En el
primero, para evitar hacer un pequeño túnel de va-
rios metros se prefiere excavar la roca en vertical,
con una profundidad máxima de 4,70 m, con gran
perfección. Esta solución es idéntica a la adoptada en
el acueducto de Chelva en que se tajó un picacho de
25 metros. La respuesta al segundo obstáculo consis-
te en construir un corto paso subterráneo de 6,40 m.
Para facilitar la marcha de una persona junto al
canal en tareas de conservación, se le dota de un pa-
sillo de varios centímetros (10 a 15) en su borde,
aumentando de 20 a 35 centímetros en el sector en-
cajado en la roca, descrito un poco más arriba.
En primer plano se observa el embalse construido so-
bre el antiguo estanque (1991) Panorámica general del Caserío de Torralba (2001).
Detalle del antiguo estanque en la actualidad.
181
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
La longitud total en superficie de la obra, desde
la balsa de depuración hasta el corredor es de 467
metros, si bien de ellos faltan 182 m, en los que la
conducción desaparece absolutamente por rotura o
erosión. Otros 20 metros están restaurados, la piedra
es sustituida por mortero, presumiblemente, en un
período posterior al de su construcción, en época
musulmana. Por lo que respecta a las medidas de la
caja del canal son variables a lo largo del trayecto.
Así, al comienzo del barranco hay un tramo de 4
metros cuya anchura está entre los 80 y 90 centíme-
tros, después en la mayor parte del recorrido se re-
duce a 50 centímetros en el margen y entre 40 a 45
centímetros en el fondo. Por último la canalización
se estrecha conforme se aproxima al inicio del túnel
(a la entrada tiene 40 centímetros de borde a borde y
35 centímetros en la base).
Acueducto de Torralba. Conducción subterránea
Esta parte del acueducto tiene una longitud de
138 metros, contando con un total de cuatro pozos
de aireación y dos salidas en rampa, que se usarían
para la limpieza y extracción de los sedimentos acu-
mulados en la canalización.
La primera salida se encuentra a la derecha, a
14,30 metros del comienzo del subterráneo y la se-
gunda, también en idéntica situación, a 16,30 m. del
final, habiendo una distancia de 107 m. entre las dos
rampas. La anchura en el primer paso es de 60 centí-
metros, con una longitud de la pendiente de 2 m, el
segundo acceso es semejante al primero, hallándose
totalmente colmatado.
El túnel está construido con bóveda de medio
cañón muy utilizada por los arquitectos romanos.
Las dimensiones obtenidas a la entrada fueron:
50 centímetros de ancho a media altura, 40 cm. en la
Caserío de Torralba (Lorca), mayo 1991
182
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
base del conducto y una elevación de 1,70 m, sufi-
cientes para el paso de una persona de complexión
normal.
A 8,30 m. de iniciado el corredor damos con el
primer pozo de aireación. Tiene forma de prisma
tetragonal, mide 80 cm. de frente, es decir, 30 cm.
más que a la entrada, de longitud alcanza un 1,80 m.
y su altura se aproxima a los 3 m. Hay que significar
también la existencia de un total de 5 rebajes
excavados en la pared de la izquierda a alturas regu-
lares, a forma de escala, para acceder o salir de él y a
la derecha otros 4 huecos u oquedades similares a
los anteriores dando frente a los mismos, es proba-
ble que hubiera en origen alguno más que ha des-
aparecido por la erosión.
En la parte alta se pudo documentar obras de
consolidación de los muros mediante piedras unidas
con un mortero de cal y arena.
Nada más superado en 1,5 m. el pozo, se descu-
bre a la derecha un reforzamiento de la pared de idén-
ticas dimensiones de «opus incertum», técnica de
escasa calidad aplicada a todas las actuaciones de
reparación en el acueducto. Seguramente los autores
durante la excavación cometieron un error de cálcu-
lo y perforaron la roca, otra hipótesis podría ser que
el muro en esta zona se dejó tan delgado que con el
paso del tiempos se vino abajo necesitando un arre-
glo.
Más adelante, a unos 15 metros se llega a una
pequeña curva o giro de la pared del túnel, pudo ser
una rectificación del trazado para adaptarlo a la oro-
grafía y evitar otra perforación no deseada, o bien un
artificio técnico utilizado con cierta frecuencia por
los ingenieros romanos para aumentar las captacio-
nes de agua.
Siguiendo por la galería otros 16 m. desembo-
camos en el segundo pozo de dimensiones algo ma-
yores que el primero, es decir, 1 m. de frente, 2 m. de
fondo y 4,50 m. de alto, estableciéndose la diferen-
cia más acusada en la altura, que aumenta en 1,50 m.
con respecto al primero.
La distancia existente entre estos dos
respiraderos es de 34 m. A partir de aquí tenemos
que recorrer 36,50 m. nuevos de corredor para llegar
al tercer gran pozo, de características muy semejan-
tes a las reseñadas en los anteriores: 85 cm. de fa-
chada, 2,20 m. de largo y 7 m. de alzado. La erosión
ha hecho un trabajo bastante importante a consecuen-
cia de la mala calidad de la piedra, por lo que tam-
bién se hicieron obras de afianzamiento en la zona
de arriba.
A este lugar del corredor le dieron 55 cm. de
ancho y otros 45 cm. en la base del canal.
Tras reemprender la marcha y andar 36,50 m. se
llega a la segunda salida en pendiente totalmente in-
utilizada por la gran acumulación de piedras y tierra,
Vista general del caserío de Torralba, a la izquierda se observa la bodega (1991)
183
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
que impiden el paso, se encuentra cegada por com-
pleto y es factible que la mano del hombre tenga algo
que ver con esta situación.
A sólo 6,50 m. de esta boca alcanzamos el cuar-
to y último pozo. Con forma de prisma como los
anteriores y de dimensiones que varían poco respec-
to a las dadas anteriormente para sus homólogos: 90
cm. de ancho, 2,10 m. de largo y 6 m. de alto. En su
parte más elevada, en algo más de 1 m, tiene tam-
bién obras de recrecimiento y consolidación. Al igual
que en ocasiones precedentes se pudieron ver peque-
ñas concavidades en la roca, del tamaño aproximado
de un pie, a izquierda y derecha, en vertical y en nú-
mero de 9 en cada lateral. Ciertamente cuesta traba-
jo pensar que su finalidad fuera la de servir de acce-
so al acueducto, pues entraña un riesgo importante
para la integridad física de los usuarios, más bien
creemos que su existencia se debió a que los obreros
las utilizaron como soporte o ayuda en la fase de res-
tauración. hay que reconocer que por cualquiera de
las dos entradas practicadas en el túnel se llega con
celeridad a cualquier punto, ya que hay una distan-
cia de algo más de un centenar de metros entre las
dos bocas. Los pozos pudieron servir aparte de para
ventilar el subterráneo para sacar a través de ellos
los sedimentos depositados en los sectores más cer-
canos a su emplazamiento.
La separación que hay entre el tercer y cuarto
pozo es de 43 m. Asimismo se ha podido constatar
un gran nivel de colmatación en este tramo, debido a
los arrastres acumulados tras el abandono, es evi-
dente que las mayores aportaciones al caudal que
transportaba el acueducto se realizaban en este sec-
tor, lo corroboran la serie de giros a izquierda y de-
recha que sufre aquí la canalización, que no es obra
del azar, sino de la voluntad y planificación del inge-
niero romano, para aumentar la captación del agua
que manaba de la roca.
Debido a la oscuridad reinante en la galería y a
la necesidad de alumbrarse, tanto en el momento de
su construcción como en posteriores visitas para re-
pararla, limpiarla, etc. se emplearon lucernas, es de-
cir, lamparillas de aceite, que fueron situadas en pe-
queños nichos (lucernarios) excavados en la roca a
lo largo de todo el trayecto, pudimos contar hasta 173.
Habían 137 ubicados a la izquierda del corredor
y tan sólo 36 a la derecha, obviamente el motivo tuvo
que ser, que los lucernarios se hicieron al mismo tiem-
po que se excavaba el túnel en dirección al manan-
tial y la iluminación que procede de la izquierda es
más completa y abarca un campo visual mayor.
La distribución de éstos es irregular y en tre-
chos cortos, normalmente suelen estar colocados a
En primer plano restos de una antigua balsa, al fondo
el caserío de Torralba y los Calares (1991)
Restos de la ermita de Torralba (2001).
184
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
una distancia que fluctúa en torno a 1 metro y una
altura algo superior a la media del alzado del subte-
rráneo. Conviene destacar, que el único ramal en el
que los nichos de la derecha (21) son más numero-
sos que los de la izquierda (9) es el que va del primer
pozo al segundo, en todos los demás ocurre lo con-
trario.
El reparto de los lucernarios según los tramos
es el siguiente: de la entrada al primer pozo hay 8 a
la izquierda y ninguno a la derecha. Del primero al
segundo pozo, 9 a la izquierda y 21 a la derecha. Del
segundo al tercero, 55 a la izquierda y 3 a la derecha.
Del tercero al cuarto, 59 a la izquierda y 12 a la dere-
cha. Finalmente del cuarto respiradero hasta donde
concluye la galería existen únicamente 6 a la izquier-
da.
Concluido el itinerario se constata que las dimen-
siones dadas al monumento no son rígidas sino flexi-
bles y adaptadas a las circunstancias oscilando en una
banda no muy amplia. Con respecto a la altura es
donde existe la mayor incertidumbre, a causa del ni-
vel de sedimentos acumulados en ciertos sectores.
En las zonas en que va encajada la canalización
en la roca no hay ningún tipo de revestimiento, por
el contrario, esto si se pudo comprobar en la balsa de
decantación, no obstante, es muy probable que tam-
bién lo hubiera en los espacios erigidos con mam-
postería para asegurar la impermeabilización.
En el acueducto no se hallan algunos de los re-
cursos técnicos más frecuentes utilizados por los ro-
manos para la conducción de aguas, tales como: si-
fones, tuberías de plomo o cerámica, depósitos de
rotura de presión, cordones hidráulicos, etc., si bien
es cierto que tal y como se presenta el trazado estos
medios no fueron necesarios por su sencillez y poco
recorrido.
Añadir una llamada de atención a los responsa-
bles de la protección de nuestro patrimonio cultural,
para que tomen las medidas oportunas con el fin de
defender, conservar y mejorar esta extraordinaria obra
hidráulica, que tanto tiene que ver con la historia del
aprovechamiento del agua en nuestra tierra.
HIDROGEOLOGÍA DEL ACUÍFERO DE
TORRALBA
La antropología y arqueología hidráulica que el
presente estudio pone de manifiesto está fuertemen-
te condicionada por la hidrología la zona, en la que
las aguas subterráneas, su regulación y aprovecha-
miento, juegan un papel fundamental. Puesto que los
elementos antropológicos que se consideran abarcan
un periodo de tiempo histórico, en el que la climato-
logía local ha debido variar siguiendo las pautas ge-
nerales de su evolución global, comenzaremos a des-
entrañar los elementos hidrogeológicos de carácter
permanente a esta escala y que no son otros que los
que se fundamentan en la configuración geológica
del terreno.
Detalle del Barranco del Agua, al fondo puede observarse el caserío de Torralba (1991)
185
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
Delimitación del área de influencia
La zona de Torrealvilla-Zúñiga se sitúa dentro
del sistema acuífero Llano de las Cabras, subsistema
Torralba (Solís et al., 2000). El acuífero está forma-
do por una serie de formaciones permeables con eda-
des comprendidas entre el Triásico y el Mioceno, que
por causas estratigráficas y tectónicas forman un
conjunto hidráulico independiente (fig. nº 1). El
movimiento del agua dentro del acuífero está deter-
minado por la disposición geométrica de los mate-
riales, sus propiedades hidráulicas y el nivel de ero-
sión, que determina la cota a la que afloran los mate-
riales impermeables que forman el límite del siste-
ma (en términos más técnicos, esta última condición
representa la definición de una condición de borde
del sistema a flujo nulo). La recarga media del siste-
ma es de aproximadamente 1 hm3/año, lo que repre-
senta un coeficiente de escorrentía subterráneo del
9%, es decir, se infiltra el 9% de la precipitación to-
tal que se produce sobre los afloramientos permeables
del acuífero. El subsistema Torralba tiene unas ca-
racterísticas específicas dentro del acuífero que con-
dicionan el aprovechamiento del agua desde el pasa-
do hasta la actualidad.
La formación permeable del sistema Torralba
está formada por 135 m. de calizas bioclásticas y
calcarenitas del Tortoniense superior (Solís, 1983)
de la formación Manilla (Guillén, 1994). El imper-
meable de base de la formación Manilla (FM) está
formado por la serie margo-detrítica de la formación
Campico (FC), del Mioceno inferior-medio, con po-
tencia muy variable y que puede llegar a alcanzar
los 150 m, localmente reforzado por una serie
margosa del Terciario Subbético de La Alquería. A
techo de la formación Manilla se define la forma-
ción Torralba (FT), con más de 150 m. de potencia
de margas y que están ampliamente representadas
en el interior de la cuenca neógena de Lorca.
La estructura del acuífero en la zona es sencilla,
formada por una serie monoclinal buzante hacia el
Sureste. Sin embargo, desde un punto de vista
hidrogeológico, mayor interés presentan los límites
oriental y occidental del sistema.
El límite oriental es un límite abierto y corres-
ponde a la conexión con el subsistema Rambla
del Gitano. Un límite se dice que es abierto cuan-
do existe una circulación del agua subterránea a
ambos lados del mismo. Una pregunta que cabe
hacerse en este caso es, puesto que permite la
Figura 1.- Sistema acuífero Llano de las Cabras
186
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
circulación del agua del acuífero, entonces ¿por
qué decimos que es un límite? Un límite entre
subsistemas de un acuífero se define para dife-
renciar sectores dentro del mismo con unas pro-
piedades intrínsecas propias que lo diferencian
significativamente de otros: en este caso, este
límite está determinado porque la formación Ma-
nilla, permeable, se interrumpe bruscamente por
la acción de una falla, de modo que se pone en
contacto lateralmente con la serie carbonatada
del Jurásico del referido sector Rambla del Gi-
tano. Esta serie jurásica tiene una potencia de
unos 500 m. y tiene mejores características hi-
dráulicas que la formación Manilla, es decir, el
agua subterránea puede circular a mayor velo-
cidad en su interior y puede almacenar mayor
cantidad de agua por metro cúbico de roca. La
falla que separa ambas formaciones ha sido de-
tectada por métodos geofísicos y se sitúa al Este
de los parajes denominados Cañada del Prior-
Cañada del Gitano-Cañadas Viejas, que corres-
ponde a la zona en que la carretera que desde
Lorca a Zarzadilla de Totana corta los aflora-
mientos de la formación Manilla.
El límite occidental del subsistema Torralba co-
rresponde a un cambio litológico en la forma-
ción Manilla, ocasionado por una variación en
las condiciones de sedimentación en la cuenca
de Lorca durante el Tortoniense. En la zona de
Torralba-Calares, aproximadamente a la altura
de la rambla de la Casa del Pino, la formación
calcodetrítica del Tortoniense comienza a inter-
calar mayor cantidad de margas y los niveles
detríticos se hacen a su vez más arcillosos, de
modo que se pierde la continuidad hidráulica,
lo que determina la posición del límite
hidrogeológico del acuífero. La existencia de
este límite está confirmada por la cota del agua
en un pozo situado en la Casa de Los Calares y
por un pequeño nacimiento situado en la Ram-
bla del Estrecho.
Como resumen del apartado, puede concluirse
que la zona de estudio forma un espacio hidrogeoló-
gico bien definido, encuadrado dentro del acuífero
Rambla del Gitano pero con unas características sin-
gulares que ocasionan su diferenciación en el sub-
Barranco del Agua.
187
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
Vista parcial del caserío de Torralba (1989).
Figura 2.- Esquema hidrogeológico de la surgencia del
Barranco del Agua.
Puede observarse cómo las líneas de flujo del agua sub-
terránea del acuífero ascienden por efecto de los nive-
les margosos que se comienzan a intercalar en la for-
mación carbonatada de la formación Manilla, origi-
nando que la superficie piezométrica alcance la super-
ficie del terreno en el cauce del barranco y determi-
nando la surgencia del agua que dio origen a la cons-
trucción de la galería de captación de época romana
Leyenda de materiales
FM. Calizas bioclásticas y calcarenitas de la forma-
ción Manilla. Tortoniense Formación acuífera.
Figura 3.- Los materiales detríticos del Cuaternario
de la rambla de la Hoz se ponen en contacto directo
con las calizas de la formación Manilla por encima del
impermeable de techo del acuífero, por lo que el pe-
queño manantial surge alejado del contacto geológico.
Leyenda de materiales
FC. Margas y areniscas de la formación Carivete.
Impermeable de base del acuífero.
Burdigaliense-Serravalliense
FM. Calizas bioclásticas y calcarenitas de la forma-
ción Manilla. Tortoniense Formación acuífera.
FT. Margas de la formación Torrealbilla. Impermea-
ble de techo del acuífero
QR. Materiales detríticos permeables de rambla.
Cuaternario.
188
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
sistema denominado Torralba. Es subsistema así de-
finido tiene una superficie de unos 15 km2.
La circulación del agua subterránea en régimen
natural
En la actualidad, el movimiento del agua subte-
rránea en el sector está modificado por la explotación
realizada por unos pozos que destinan su agua para
riego. Sin embargo, es posible reconstruir las condi-
ciones naturales de circulación puesto que, además,
las variaciones introducidas por la extracción de aguas
subterráneas no han sido demasiado importantes.
La primera cuestión que debe resolverse es el
origen de las aguas subterráneas en el subsistema,
que en régimen natural corresponde a la infiltración
del agua de lluvia sobre los afloramientos permeables
de la formación Manilla, más una cierta aportación
subterránea procedente del sector Rambla del Gita-
no que alimenta el subsistema. Según las primeras
estimaciones realizadas, los recursos medios propios
del sector en la condiciones climáticas actuales son
de unos 100.000 m3/año, que corresponde a un co-
eficiente de escorrentía local del 6%: el caudal pro-
cedente del sector Rambla del Gitano no está sufi-
cientemente cuantificado en la actualidad; además
hay una aportación de recursos ocasionada por el
régimen de explotación de los pozos existentes y una
recarga inducida por la infiltración de aguas de ave-
nida retenidas por pequeñas presas de laminación
construidas por la Consejería de Agricultura de la
Comunidad Autónoma.
Las aguas subterráneas del subsistema Torralba
se empezaron a captar mediante obras hidráulicas
específicas desde los albores del periodo romano en
la etapa republicana, época de la que data la cons-
trucción de la galería de la Rambla del Madroño o
del Agua. La localización de la boca de esta galería,
situada a cota 580 m, pensamos que debe coincidir
con el punto de surgencia principal del subsistema
por dos razones:
Desde un punto de vista hidrogeológico, la po-
sición de la surgencia está condicionada por un
nivel margoso que se intercala hacia el techo del
tramo principal de la formación Manilla (fig. nº
2). Esta intercalación está en relación con el brus-
co cambio de litología que experimenta esta for-
mación hacia el Oeste, tal como se indicó al de-
finir el límite occidental del subsistema. Debe
destacarse que el nivel margoso no llega a aflo-
rar en el mismo barranco del Agua, pero sí se ha
localizado a unos 500 m. al Suroeste.
Restos de la boquera en el Barranco de la Campana
189
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
La misma posición constructiva de la boca de la
galería. El diseño y dimensiones de la galería
nos hacen pensar en una obra bien planificada y
construida para la captación de las aguas subte-
rráneas por unos ingenieros hidráulicos exper-
tos. Resulta frecuente en este tipo de captacio-
nes realizadas en épocas posteriores en la Re-
gión de Murcia (especialmente árabes) que la
galería se construya aprovechando alguna
surgencia cuyo caudal se pretende asegurar y
mantener en épocas de estiaje, alcanzando nive-
les subterráneos de drenaje inferiores a los exis-
tentes en condiciones naturales. Siguiendo esta
línea de razonamiento, podemos suponer que la
construcción de la galería estuvo condicionada
por la existencia de un nacimiento suficiente-
mente importante para realizar la obra acometi-
da y que este nacimiento, que se justifica desde
un punto de vista hidrogeológico, constituía la
surgencia principal del subsistema acuífero
Torralba.
Además del nacimiento principal del barranco
del Agua, el subsistema tenía (y en algún caso aún
tiene) otros puntos de surgencia menores, una de ellas
situada en al mismo Barranco del Madroño y otra en
el Barranco de la Hoz. El origen hidrogeológico es
ligeramente diferente, tal como se representan esque-
máticamente en las figs. nº 3 y 4.
Figura 4. La génesis de este manantial es similar al del barranco de la Hoz, pero el tránsito entre las formaciones
Manilla y Torrealvilla es gradual, lo que origina un mayor gradiente hidráulico previo a la descarga del acuífero a
través del Cuaternario de la rambla.
Leyenda de materiales
FC. Margas y areniscas de la formación Carivete. Impermeable de base del acuífero. Burdigaliense-Serravalliense
FM. Calizas bioclásticas y calcarenitas de la formación Manilla. Tortoniense Formación acuífera.
FT. Margas de la formación Torrealbilla. Impermeable de techo del acuífero
QR. Materiales detríticos permeables de rambla. Cuaternario.
190
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
En la figura nº 3 se representa el pequeño naci-
miento que existía en el cruce del camino que comu-
nica Torralba y Zúñiga con el barranco de la Hoz. La
descarga del acuífero se producía a una cota de 552
m. s.n.m. en terrenos del Cuaternario, que reposan
sobre la formación Manilla (FM), permitiendo una
pequeña transferencia de agua desde el subsistema
Torralba hacia el manantial.
La figura nº 4 representa otro pequeño nacimien-
to situado a cota 550 m. s.n.m. en la continuación
del barranco del Agua hacia el Sur y que pasa a de-
nominarse barranco de Torralba. Desde un punto de
vista hidrogeológico surge a techo de la formación
margosa que determina la galería romana del barran-
co del Agua, y drena una alternancia de calizas, cali-
zas margosas y margas que representan el tránsito
entre las formaciones Manilla y Torralba (FT). No
obstante, el nacimiento está conectado en condicio-
nes naturales hacia el Norte con el subsistema, de
modo que descargaba no sólo el agua infiltrada en
este pequeño sector, sino también una pequeña can-
tidad que recibía del subsistema principal.
Evolución de la captación de las aguas subterrá-
neas
La captación de las aguas subterráneas ha per-
manecido estable en la zona hasta el año 1943, en
que se inició la construcción de una nueva galería en
el extremo más suroccidental del acuífero, en el pa-
raje denominado balsa de la Casa de los Ángeles, a
unos 2 km. al Sur del punto de inicio de la captación
romana. El objetivo de realizar esta captación era
aumentar los caudales que drenaban por la galería
de la Rambla del Agua. La captación se inició a cota
560 m. (20 m. por debajo de la captación romana),
adoptando una dirección aproximada Norte-Nores-
te, en unos terrenos calcomargosos poco permeables.
La obra alcanzó a cortar la superficie piezométrica
del acuífero, originando un drenaje de las aguas des-
de una cota ligeramente inferior a la galería romana,
que se secó. Los caudales aportados fueron inicial-
mente superiores a los que surgían por la rambla del
Agua, como consecuencia de la desaturación del
volumen de roca permeable situado entre las dos su-
perficies de drenaje, pero lógicamente este sobrecau-
dal fue efímero, pues en unos 2 ó 3 años se volvió a
la cifra de recursos naturales propios del acuífero.
Las necesidades de nuevos caudales para rega-
dío motivó la construcción de dos pozos perforados
de unos 100 m. de profundidad: uno de ellos se sitúa
en las inmediaciones del inicio de la galería romana
y el otro en el barranco de la Hoz, unos 550 m. aguas
arriba del pequeño nacimiento que se describió en el
apartado anterior. Estos pozos fueron construidos a
finales de la década de los años 70, permiten realizar
un aprovechamiento intensivo de los recursos subte-
rráneos del subsistema acuífero Torralba. Inicialmen-
te la profundidad del agua en los pozos era muy so-
mera, pero la explotación que se realiza en los pozos
ha ocasionado un ligero descenso del nivel. No obs-
tante el subsistema está muy controlado, en el senti-
do de que los pozos pertenecen a un mismo propie-
tario, que puede fijar con facilidad su nivel de ex-
tracciones y por extensión el del subsistema acuífero
y evitar de este modo el agotamiento del recurso.
Con frecuencia se ha podido observar en otras zonas
de la Región de Murcia que la competencia en las
extracciones entre pozos que captan el mismo
acuífero, pero tienen distinto propietario, ha ocasio-
nado un nivel de extracciones muy superior a los re-
cursos hídricos disponibles.
El análisis de datos históricos como fuente de in-
formación hidrogeológica
El análisis conjunto de la información histórica
disponible en la zona de estudio permite no sólo jus-
tificar o encuadrar la evolución de las obras hidráu-
licas subterráneas de captación, sino también es una
fuente de conocimiento hidrogeológico de la que se
pueden extraer importantes conclusiones.
El reconocimiento de la galería romana como la
surgencia principal del acuífero, documentada como
una fuente de riqueza permanente de la zona a lo
largo del devenir histórico, que nos informa a su vez
de su carácter permanente en este tiempo, permite
fijar con gran precisión el funcionamiento hidráuli-
co del acuífero en régimen natural. El análisis del
subsistema Torralba en este contexto ha permitido
determinar el límite oriental del acuífero y precisar
su extensión.
En la zona existe todavía una memoria vivida
sobre el caudal surgente en la galería romana y el
191
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
drenado por la galería de la Casa de los Ángeles,
establecido por 2 fuentes independientes en torno a
los 6 l/s. Este caudal puede ser utilizado como un
objetivo promedio de calibración en modelos de ba-
lance que permitan generar la recarga del acuífero a
incorporar a modelos de flujo subterráneo. Este tipo
de información es la única disponible, pero encaja
con las cifras disponibles de superficies de cultivos
atendidos en las fincas dominadas por esta surgencia
en etapas previas.
Por otra parte, el análisis de la obra romana de
captación y el testimonio visual sobre la construc-
ción de la galería de la Casa de los Ángeles, permi-
ten confirmar el carácter kárstico del acuífero. Exis-
ten fuertes indicios morfológicos que se manifiestan
por las siguientes observaciones:
Se localizan formas exokársticas (lapiaz).
El barranco del Agua, hacia el Norte de la boca
de la galería, manifiesta una morfología kárstica
característica propias de disolución de carbona-
tos.
Existe una cueva por la que se ha realizado un
recorrido espeleológico que manifiesta un cier-
to desarrollo de conductos por encima de la zona
saturada del acuífero.
Sin embargo, no existe información sobre la
columna litológica de los pozos ni sus condiciones
de perforación, por lo que no existía una informa-
ción directa sobre una circulación kárstica efectiva
en la zona saturada.
Según testimonios sobre la construcción de la
galería de la Casa de los Ángeles, la perforación de
la galería se inició con mecanización ligera, propio
de un terreno con presencia inicial de niveles
margocalizos de techo de la formación Manilla, para
posteriormente requerirse la utilización de incluso
de pequeñas cantidades de explosivos, que nos in-
forma de una perforación de roca sana, que en la zona
no puede ser otra que la caliza del acuífero. Por últi-
mo, se cortó un nivel de circulación localizada (ve-
nero en términos locales) y hubo de abandonarse la
perforación por la cantidad de agua que afluía. En la
actualidad la galería está derrumbada y no es posible
el acceso.
Por otra parte, aunque no existen fuentes docu-
mentales sobre la construcción de la galería romana,
un análisis de la obra permite suponer que el acceso
al agua se realizó en unas condiciones similares. La
galería se excavó en roca caliza, prolongándose du-
rante los 138 m. de longitud medidos.
Tal como puede observarse por el buen estado
de conservación de la misma, en que se observa una
roca sana, su construcción debió resultar costosa, al
menos en términos mecánicos.
La galería tiene un trazado suavemente sinuoso
diseñado para aumentar las posibilidades de capta-
ción de agua por unidad de perforación. Las chime-
neas de ventilación y los portalámparas excavados
en sus paredes nos informan de una obra que se pro-
longó cuidadosamente hasta una determinada loca-
lización, en la que probablemente se alcanzó el ob-
jetivo de captación de aguas propuesto. Esta hipóte-
sis está confirmada para los tiempos recientes pre-
vios a la construcción de la galería de la Casa de los
Ángeles por algún testimonio de lugareños, que in-
dicaban que el agua manaba del fondo de la galería
de su pared frontal a modo de surgencia localizada,
y no a modo de dren que se introduce progresiva-
mente en la superficie piezométrica del acuífero.
El modo de ocurrencia del agua en las galerías,
en conjunción con las observaciones geomorfológi-
cas, permiten caracterizar el subsistema Torralba
como acuífero kárstico y guardan una cierta simili-
tud al descrito por Rodríguez Estrella et al. (1986)
en un acuífero carbonatado de la vertiente oriental
de Sierra Espuña.
Otras obras hidráulicas superficiales
Hasta el momento hemos puesto de manifiesto
la estrecha relación existente entre la disponibilidad
de una fuente de agua permanente y bien regulada,
como era la que suministraba la galería romana de la
Rambla del Agua, con el desarrollo de una próspera
y estable comunidad rural. De un modo complemen-
tario, también hemos localizado 3 boqueras (2 en la
rambla del Madroño y otra en la rambla del Torralba),
con las que se afrontaba el riego de cultivos extensi-
vos en episodios de avenidas de las citadas ramblas,
con una cuenca vertiente de unos 10 km2 que se ex-
tiende hasta las estribaciones la sierra subbética de
Ponce. Estas boqueras no tienen una gran obra de
fábrica, pero demuestran un permanente interés de
aprovechamiento de la totalidad de los recursos
192
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
hídricos disponibles, que resultaban el sustento de la
comunidad asentada en la zona. El abandono pro-
gresivo a que se sometieron fue previo a la construc-
ción de los pozos y puede explicarse por una cierta
aridización de la zona relacionada por causas
climáticas.
Recientemente la Consejería de Agricultura ha
construido en la zona 5 diques de laminación de ave-
nidas en las ramblas del Madroño (dos), Torralba,
barranco de la Hoz y Torrealvilla o de Lorca. Cuatro
de ellas, además de prevenir el pico de avenidas in-
tensas, permiten aumentar la recarga natural del
acuífero, pues el vaso del embalse se sitúa sobre aflo-
ramientos permeables de éste. En algunos casos se-
ría conveniente proceder a una retirada de los limos
del vaso para aumentar su capacidad de infiltración.
ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Y SOCIO-
ECONÓMICOS 19
Caserío de Torralba
En los años treinta del siglo XVIII el francisca-
no Pedro Morote 20 señala que en la parte noroeste
del municipio de Lorca existen en diversas cortijadas
muchas fuentes de agua con los que los dueños lo-
gran excelentes esquilmos en frutas y hortalizas.
Entre éstos cita los de Palancar, Zarzadilla de Totana,
Alagüeces y Torralba, “con castillo antiguo, una hila
de agua, y estanque, con mucho plantío de olivos, y
moreras, y cien fanegas de tierra de riego”. Entre
las hierbas de los ejidos y baldíos pertenecientes a
los propios del ayuntamiento de Lorca, subastados a
mediados del siglo XVIII a vecinos y forasteros para
apacentar los ganados, cabe señalar los baldíos del
Chorrillo, Calderones y Alagüeces, así como los
ejidos de Torralba y Torrealvilla 21. Los rendimien-
tos agrícolas obtendidos en los cereales y viñedo, en
Torralba y Torrealvilla, se sitúan entre los más ele-
vados del municipio (cuadro 1).
Los límites actuales de la finca de Torralba lle-
ga por el sur hasta El Chorrillo, donde los propieta-
rios tienen todavía un trozo de tierra. Abarca tam-
bién una parte de Casas de Don Benito hoy vendida.
Por la zona norte la finca se prolonga por Los Calares
hasta la Loma de Arcas y los Alagüeces. En la casa
del Pino comienza a lindar con la finca de Las Cru-
ces, luego con Las Casicas, el Dorado y con Salva-
dor de Sallabera. Cuenta con la peculiaridad de que
la finca, antiguamente, tiene una parte importante de
secano y otra de regadío. Habían dos huertas, una,
pequeña donde está situado el estanque en la que se
planta un poco de verdura, y, la otra, por debajo del
caserío, con árboles frutales de varias clases y un
gran olivar. En la actualidad el propietario tiene arren-
dadas a la empresa agrícola Abemar un total de 400
fanegas.
Hasta los años cuarenta la conducción de agua
del acueducto romano cuando deja el Barranco del
Madroño o del Agua, en vez de dirigirse directamente
al estanque o balsón grande, discurre bajo el corral
situado justo en el lado derecho de la antigua casa de
Miguel Abellán, pasa directamente al lavadero for-
mado por un lecho de losas de piedra en el que las
mujeres lavan la ropa, al amparo de un álamo blan-
co, se mete por debajo de la casa del tío Silverio,
cruza la almazara para acabar vertiendo en el estan-
que que tiene un tapón para regar. Posiblemente el
estanque puede tener la misma antigüedad que el
acueducto romano. Con esa agua se riega la denomi-
nada huerta vieja que comprende la viña, el Cabecico
Redondo, las moreras, el carrascal, las oliveras, el
tercio del tío Miras y el de Eleuterio y hasta las pie-
zas del azagaor o vereda para el ganado. Queda un
trozo de la finca pegado a la boquera que no se riega,
tampoco la pieza de los pastores porque tiene una
altura que el agua no puede alcanzar por su pie. Las
piezas que están por debajo se convierten en regadío
con posterioridad cuando se empareja todo el terre-
no a fin de plantar lechugas. La huerta antigua tiene
una extensión de unas 60 fanegas en la que hay gran
19 Queremos agradecer los comentarios de Damián López y Roque Navarro que nos han servido para dar forma a este apartado.
20 Morote Pérez-Chuecos, Pedro (1741): Antigüedad y blasones de la ciudad de Lorca y historia de Santa María la Real de las
Huertas, pág. 60
21 Véase A.H.L. Interrogatorio 1755. Pag. 43.
193
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
número de árboles, sobre todo olivos. La tanda de
agua del estanque se encuentra repartida entre cinco
aparceros y el dueño. En la actualidad, por el cauce
del acueducto romano discurre, por su lecho, una
tubería de PVC hasta alcanzar el embalse que se cons-
truye en los años noventa, ocupando parte del anti-
guo estanque.
Por aquel entonces los labradores de la casa del
Pino no tienen tanda de agua de la conducción roma-
na, pero sí de la que discurre por la cañada. Tradicio-
nalmente, esta casa está ocupada por el guarda de la
finca dado que al estar en alto puede controlar mejor.
En la balsa cae un pequeño chorro de agua que antes
discurre por un caño a través de la boquera, ahora
viene a través de una tubería porque se pierde en el
Rollo. De vez en cuando tienen que descubrir el caño
y limpiarlo dado que las raíces de las higueras impi-
den el paso del agua. De esa agua sólo tienen tanda
los de la casa del Pino, cada 15 días, pues al ser tan
poca agua la que entra en la balsa se necesitan todos
esos días para llenarse por completo.
Cuando en los años cuarenta finalizan las obras
de la balsa en la Loma de las Colmenas y una mina
de la que se extraen las agua subterráneas, seca la
fuente de agua que abastece al estanque del acue-
ducto romano. Las obras se prolongan durante tres
años y emplean a gran número de jornaleros que per-
ciben una retribución diaria de entre 10 y 12 pesetas.
Al dejar de discurrir el agua por el acueducto roma-
no y las acequias que vierten al estanque tiene como
consecuencia inmediata secar la alameda de olmos
situados frente a la ermita. Los olmos negros que
están junto al balsón grande y las acequias también
se secan.
Con la finalidad de recoger las aguas torrenciales
se construyen sendas boqueras, en los barrancos del
Agua y de la Campana, una va por encima de la otra,
por debajo se juntan las dos. Cada una de estas
boqueras llegan a pertenecer a dueños distintos, ahora
es la misma finca. La primera riega la Cañada de
Secano. Arriba tenían un partidor que una vez rega-
da la cañada se corta yendo a parar el agua al Llano
de los Partidores, donde el dueño tenía tierras. Las
boqueras recogen aguas turbias, un riego de esos en
aquel entonces era muy importante. Desde que en la
finca se plantan lechugas las boqueras se abando-
nan, discurriendo el agua por el arroyo hacia abajo
hasta la rambla de Torrealvilla. Los vecinos de
Torrealvilla se quejan porque en el caso de que llo-
viera mucho en los Calares el agua podría inundar la
zona y causarles graves daños.
Evolución demográfica
Sabemos que la entidad de población de
Torrealvilla en su conjunto, inclusive el caserío de
Torralba, presenta en términos demográficos, desde
el siglo XVIII, una tendencia alcista hasta alcanzar
su máximo poblacional en dos momentos muy con-
cretos: 1920 (887 habitantes de derecho) y 1950 (885
hab.). La caída demográfica resulta espectacular a
partir de la década de los años sesenta hasta alcanzar
un mínimo histórico en 1991 (149 hab.) en que se
sitúa muy por debajo de la dotación poblacional exis-
tente en los últimos doscientos años, 244 habitantes
según el censo de Floridablanca de 1787 (cuadro 2).
El parque de viviendas es más estable y muestra una
tendencia creciente entre 1861 (78 edificios) y 1970
en que alcanza su máximo histórico (241). La fuga
de activos poblacionales en forma de emigración al
extranjero, fundamentalmente Francia, o movimiento
inmigratorio fuera del municipio, sobre todo a partir
Cuadro 1.- Torralba y Torrealvilla. Rendimientos de cultivos, 1771
Calidad
Rendimientos 1.ª 2.ª 3.ª
Rendimientos de la sembradura en zona de secano susceptible
de ser regada (fanegas) 4 trigo 2 trigo 2 centeno
Rendimientos de tierras de sembradura en zona de secano (fanegas) 4 trigo 3 trigo 2 centeno
Rendimientos de los viñedos en zona de secano (arrobas) 40 27 18
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Interrogatorio 1771.
194
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
de los sesenta, no se hace notar de forma clara en el
parque de viviendas hasta una década después en que
el abandono definitivo de las edificaciones agudiza
su mal estado y determina su hundimiento y desapa-
rición del censo de viviendas. Su número en 1991
(151 edificios) nos lleva a una cifra equivalente a la
de finales del siglo XIX, en una fecha comprendida
entre 1887 y 1900.
Los hogares de la entidad de población se dis-
tribuyen en el medio rural bien en torno a un conjun-
to de caseríos agrupados o en hogares unifamiliares
diseminados destacando, entre los primeros, por su
relevancia demográfica el propio caserío de
Torrealvilla, Zúñiga, Los Calderones, Cañada de
Torrealvilla, Torralba, Chorrillo, Cerda, Campico de
Flores, Sallabera, Casa de don Benito, Venta de Pa-
nes, Los Raspajos y Casicas. En el momento de ma-
yor esplendor poblacional de Torrealvilla, en 1920,
la población rural diseminada representa una cuarta
parte del conjunto, lo cual es un hecho destacable
que contrasta, con la situación actual, de práctico
vaciamiento demográfico de los campos.
La evolución demográfica del caserío de Torralba
distante de Lorca unos 10 kilómetros lleva una diná-
mica diferente. Sabemos que en 1861 cuenta con tan
sólo 3 edificios habitados constantemente, de los que
uno tiene 3 pisos y los dos restantes son de 2 pisos.
Transcurridos 26 años el número de edificios ocupa-
dos de manera permanente se triplica: se construyen
3 de una única planta y un número idéntico con dos
plantas, además de los ya existentes con anteriori-
dad. En estos edificios vivían un total de 35 habitan-
tes de derecho. Tanto las viviendas como los pobla-
dores no dejan de crecer a lo largo del siglo XX hasta
alcanzar su techo poblacional en 1930 con 67 habi-
tantes de derecho que habitan en 21 viviendas. En
estas fechas el caserío está dividido en tres propieta-
rios que no residen en él, salvo en el período vera-
niego en que las señoritas suelen bañarse, en el ba-
rranco del Agua, en una pozas excavadas en la roca.
Las casas son habitadas por aparceros, cuyo contrato
verbal con el propietario de la finca rústica cede su
explotación, en el caso de Torralba, desde al menos
1861, a un número creciente de labradores, muleros,
Cuadro 2.- Torrealvilla y Torralba. Evolución demográfica y edificios, 1775-1991
Torrealvilla Torralba
Año Población de derecho Edificios Población de derecho Edificios
1775 107
1787 244
1797 139
1831 304
1861 540 78 3
1887 430 85 35 9
1900 722 188
1910 751 192
1920 887 222 50 15
1930 731 216 67 21
1940 822 227 38 22
1950 885 194 57 11
1960 818 230 47 13
1970 417 241 37 18
1980 198 162 6
1991 149 151
Fuente: Padrones y Nomenclator
195
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
pastores y encargado a cambio de la mitad de los fru-
tos. A tal fin les construye los distintos edificios agru-
pados en torno al caserío, junto a la casa que perte-
neció a Miguel Abellán, lo que obedece, en buena
lógica, al hecho de evitar la pérdida de tierras de la
mejor calidad para el cultivo por su proximidad al
estanque cuyas aguas proceden del acueducto roma-
no. De hecho el corazón de la huerta de Torralba,
con dotación de riego según determinadas tandas,
siempre se lo reserva el encargado y los dueños del
caserío, nunca fueron cedidas a los aparceros que te-
nían asignadas otras parcelas, algunas de ellas sin
derecho a agua. Mientras el aparcero ocupa una vi-
vienda del caserío de Torralba, gratuitamente, y sin
generar ningún otro tipo de derecho, está obligado a
trabajar en la finca a cuyo fin se le asigna una parcela
de terreno, en la huerta suelen ser unas 5 fanegas. En
caso de dejar la finca se le sustituye por un nuevo
labrador que ocupa la misma vivienda y labra la mis-
ma tierra, estando obligado a indemnizar al saliente
si estuviera labrado el barbecho.
La quiebra de este modelo poblacional caracte-
rizado por el hecho de que su contingente no deja de
crecer en detrimento de las fincas trabajadas por los
aparceros que cada vez se hacen más pequeñas, a fin
de dar cabida a las nuevas generaciones, se produce
en el momento en que a los aparceros les surge la
posibilidad de mejorar su posición económica por vía
de la emigración. El empeoramiento de las condicio-
nes climáticas junto a la extrema situación de mise-
ria en que se encuentran buena parte de estos aparceros
acelera su agotamiento. Analizando las series demo-
gráficas históricas este proceso se hace patente a par-
tir de la década de los años cincuenta, primero de una
manera lenta, continúa en los años sesenta al mismo
ritmo y finaliza de una manera drástica en la década
de los setenta con su total despoblamiento. Inicial-
mente, se emigra a Elche e Igualada, en tanto que la
emigración a Francia comienza algo después, a par-
tir de 1956. Muchos de los que se marchan ya no
vuelven jamás. A principios del siglo XX tiene lugar
la emigración a Brasil y Argentina.
Casa del Pino (2001)
196
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
Con el vacío poblacional se produce el inevita-
ble deterioro de los edificios lo que culmina, en el
año 1992, con la total destrucción del resto de edifi-
caciones que todavía se mantienen en pie, excepto
las ruinas de la pequeña ermita, coincidiendo casi
con la construcción del nuevo embalse para riego.
Es una pérdida irrecuperable para el patrimonio ar-
quitectónico rural, la destrucción del hermoso case-
rón de tres plantas que tenía en su planta baja, en el
lateral derecho, unas interesantes pinturas, de autor
desconocido, con motivos costumbristas y que re-
flejan distintos aspectos de las explotaciones agra-
rias que se desarrollan en el entorno inmediato del
caserío de Torralba. Afortunadamente, antes de que
el edificio fuera totalmente destruido las pinturas
quedan documentadas 22.
El caserío de Torralba en los años cincuenta al-
canza su techo poblacional con 57 habitantes que
habitan 11 viviendas. Cabe señalar las casas de los
dos pastores (la del Cojo y la del tío Juan Dimas), la
del tío Silverio, la de Joaquín Silverio, la del señori-
to, la de Eleuterio, la de Miguel Pascuala, la del Pérez,
la del tío Damián, la del tío Antoñillo y la de la tía
Juana. Antes habían más casas porque la almazara y
lo de adelante también eran casas. Se encuentra or-
ganizado en torno a la casa principal de Miguel
Abellán. La ermita situada enfrente bajo la
advocación de la Virgen de Santa Ana. Junto a la
casas se encuentra la almazara y la bodega. Cerca de
las paleras y próximo al cobertizo de las vacas, se
encuentra instalada la bañera de mármol de las seño-
ritas que pesa de 7 a 8 mil kilos, ahora se encuentra
en la casa del Pino. Los dueños de la finca de Torralba
tienen también en Zúñiga varias viviendas 23. En el
caserío de Zúñiga llegan a vivir también el guardia y
los pastores. Antes los caseríos de Torralba, Zúñiga
y Sallabera pertenecían a los mismo propietarios.
Estado civil
La prevalencia del modelo familiar nuclear tie-
ne como consecuencia inmediata que los hijos solte-
ros se mantengan unidos al hogar hasta el momento
de su matrimonio. En el padrón de 1775 realizado a
efectos de reclutamiento militar, aparte de no incluir
a las mujeres excepto las viudas que son cabeza de
familia, presenta ciertas peculiaridades como el aco-
ger en el hogar a otros miembros como, por ejem-
plo, mozos que hacen las funciones de criados de
entre 10 y 22 años, un cuñado o un hermano del
marido, un hijastro, un nieto e incluso una doncella.
Estas situaciones se repiten de manera frecuente en
censos y padrones de años posteriores con otras múl-
tiples variantes como la convivencia en la misma
unidad familiar de hermanos solteros de los consor-
tes, niños huérfanos, expósitos, sobrinos, además de
los hijos habidos por los cónyuges en primeras nup-
cias (cuadro 3).
Tipología familiar
Según el modelo laslettiano 24 de clasificación
de hogares familiares, desde una perspectiva históri-
ca, en Torrealvilla, predomina la tipología de hoga-
res simples frente a los hogares complejos o troncales
de una importancia mucho menor. Entre los prime-
ros, los hogares simples, destacar la forma de fami-
lia nuclear apoyada por el peso de la pareja conyu-
gal con hijos, y, en menor medida, en matrimonios
sin hijos o por viudos. De mucha menor relevancia
los hogares solitarios integrados casi en su totalidad
por personas que enviudan, rara vez se da el caso de
individuos célibes. Constituye el grupo familiar que,
en la historia demográfica moderna, más crece junto
a la familia nuclear, debido a la independencia eco-
22 Véase al respecto Ruiz Martínez, José Antonio y Munuera Rico, Domingo (1989): “La vestimenta rural como indicador de la
encrucijada cultural lorquina.” Los caminos de la región de Murcia. Consejería de Política Territorial y Obras Públicas. Región de
Murcia. CAM. Pág. 329.
23 La del tío Rojo, la del Pérez, la del tío Antonio El Pintao, la del tío Andrés, la de la tía Morena, la de la tía Catalina, la del Miguel
Pascuala, la de Antonio López, la de El Duque, la de Valentín, la del tío Plegano y la de Juan Chapao.
24 Véase al respeto Laslett, Peter (1987): El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo. Madrid. Ed. Alianza Universidad.
197
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
nómica que gozan como clases pasivas del sistema
de la Seguridad Social. En su condición de grupo
familiar simple los integrantes de hogares sin estruc-
tura no tienen ninguna trascendencia, suelen estar
formados por corresidentes de hermanos, huérfanos,
solteros o viudos que conviven incluso con personal
a su servicio (cuadro 4). La tipología familiar carac-
terística de Torrealvilla, el denominado fenotipo o
forma externa familiar dominante, responde al mo-
delo de familia nuclear, integrada por dos genera-
ciones, con filiación agnaticia o relación familiar por
vía paterna y residencia neolocal, lo que significa
que los hijos dejan el hogar en el momento del ma-
trimonio.
Los escasos hogares complejos o troncales (ex-
tensos y múltiples) reflejan con claridad una situa-
ción de nula importancia de los hogares extensos en
los que la familia nuclear comparte su hábitat con
algún agregado familiar en vía ascendente (abuelos),
descendente (sobrinos o nietos) o colaterales (her-
manos de los cónyuges), o bien con hogares múlti-
ples en los que conviven distintas unidades conyu-
gales. Sólo se produce una cierta evolución de la fa-
milia nuclear en familia extensa hacía la década de
los años veinte del siglo XX residiendo en el mismo
hogar hasta tres generaciones. Las formas comple-
jas formadas por grupos residenciales extensos o
múltiples no significa, necesariamente, una situación
Cuadro 3.- Torrealvilla. Estado Civil, 1775-1950
1775 1787 1831
Estado Civil h m Total h m Total h m Total
Solteros 73 1 74 88 71 159 91 67 158
Casados 28 28 36 36 72 68 68 136
Viudos 2 3 5 7 6 13 6 4 10
Total 103 4 107 131 113 244 165 139 304
1861 1920 1950
Estado Civil h m Total h m Total h m Total
Solteros 170 144 314 271 215 486 269 226 495
Casados 109 106 215 179 177 356 174 175 349
Viudos 5 6 11 12 37 49 8 33 41
Total 284 256 540 462 429 891 451 434 885
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Censos y padrones de esos años.
Cuadro 4.- Torrealvilla. Tipología familiar, 1797-1950
Familia 1797 1831 1861 1920 1950
Solitarios 2 5 2 17 27
Sin estructura 1 2 7 1 2
Nuclear 48 72 103 190 191
Extensos 4 3 1 11 1
Múltiple 2
Indeterminados
Total 55 82 115 219 221
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Censos y padrones de esos años.
198
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
en la que el grupo tenga mayores posibilidades eco-
nómicas, los pequeños propietarios y jornaleros no
pueden mantener más que un número limitado de
miembros.
Un elemento característico del siglo XIX fácil
de identificar sobre todo en los hogares simples es la
figura del sirviente, mozo o criado, está integrada en
el grupo familiar con el que comparte residencia, en
su mayor parte las sirvientas ayudan en las labores
del hogar, en tanto que los mozos y los gañanes es-
tán empleados en actividades agrarias. En
contraprestación a los servicios prestados que efec-
túan en todo tipo de trabajos agrícolas y domésticos
perciben una baja remuneración salarial, alojamien-
to y mantenimiento alimentario. En el segundo ter-
cio del siglo XIX un 10% del censo de habitantes
está empleado como sirviente en el 12% de los ho-
gares.
Tamaño de los hogares
Durante el primer tercio del siglo XIX se sitúa
en 3,7 miembros por hogar, mientras que alcanza su
Balsa de la Casa del Pino (2001)
máximo histórico hacia el segundo tercio del mismo
siglo con 4,7 individuos por hogar. En el siglo XX
decrece a los 4,1 en 1920 y a los 4,0 en 1950. El
tamaño medio de esos mismos hogares, sin contabi-
lizar las unidades familiares solitarias, se sitúan un
poco por encima, respectivamente, 3,8 en 1831, 4,8
en 1861, 4,3 en 1920 y 4,4 en 1950. Las familias
extensas suponen desde el punto de vista de la eco-
nomía doméstica un difícil problema de superviven-
cia superado por la inmediata incorporación de ni-
ños de apenas 8 años al mundo laboral, ayudando a
sus progenitores en las tareas agrícolas, cuidar del
ganado y diversos trabajos en el monte. Se dan casos
entre las extensas familias de cesión a parientes sin
hijos de algún descendiente a fin de aliviar la difícil
situación familiar (cuadro 5).
Edad
La pirámide poblacional de Torrealvilla a fina-
les del siglo XVIII se caracteriza por contar con unos
efectivos muy jóvenes. Las dos terceras partes de los
244 habitantes, según el censo de Floridablanca de
199
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
Cuadro 5.- Torrealvilla. Tamaño de los hogares, 1831-1950
Miembros de la unidad familiar
Año 123456789+9Total
1831
Hogares 5 17 21 15 11 13 1 83
Habitantes 5 34 63 60 55 78 9 304
1861
Hogares 2 14 19 20 21 20 11 6 1 1 115
Habitantes 2 28 57 80 105 120 77 48 9 14 540
1920
Hogares 17 40 53 35 21 20 12 12 3 6 219
Habitantes 17 80 159 140 105 120 84 96 27 63 891
1950
Hogares 27 31 38 42 31 27 13 5 4 3 221
Habitantes 27 62 114 168 155 162 91 40 36 30 885
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Censos y padrones de esos años.
1787, no supera los 25 años. Durante el siglo XIX y
hasta mediado del siglo XX, justo antes de que se
produzca en los años sesenta el vacío poblacional
definitivo, el índice de juventud de la población de
Torrealvilla tiende a crecer del 18,09% de 1831 al
28,59% de 1950. En este índice interviene la propor-
ción de niños menores de 9 años en 1831 y 1861, los
menores de 10 en 1920 y los menores de 12 en 1950,
con respecto al total poblacional, edad en que se in-
corporan a la vida laboral, es decir, pasan a ser con-
siderados población potencialmente activa, según
puede constatarse en los censos o padrones de po-
blación de esos años. En ese mismo período crece el
índice de envejecimiento, o sea de la población con
una edad que supera los 64 años, pasando del 1,97%
en 1831 al 5,65% de 1950. El auge poblacional que
se produce en la zona afectada hasta los años cin-
cuenta no parece estar justificada en unas favorables
expectativas de creación de nuevas explotaciones
agrarias lo suficientemente grandes como para dar
ocupación continuada, salvo raras excepciones, a la
población activa disponible y para permitir el man-
tenimiento del conjunto de sus miembros. En el caso
concreto de los caseríos de Torralba, Zúñiga y
Sallabera que llegan a pertenecer al mismo propieta-
rio, cada vez resulta más difícil sobrevivir en un en-
torno empobrecido, en donde no llega a introducirse
los nuevos adelantos tecnológicos por el desinterés
patente de los propietarios y en el que el recurso
hídrico a pesar de los esfuerzos que se realizan por
obtener un mayor volumen, en los años setenta, no
es suficiente para frenar el vaciamiento poblacional
posterior (cuadro 6).
Empleo
La población activa en el período comprendido
entre 1831 y 1950 disminuye de casi el 80% al
65,76%, debido a que la edad de incorporación al
mercado laboral se retrasa de manera directamente
proporcional al modo en que aumenta la población
escolarizada. La relación de dependencia ocupacio-
nal, población no activa constituida por niños y an-
cianos, como consecuencia de lo anterior tiende a
aumentar del 20% al 34,24%.
Los principales oficios entre los residentes en
los distintos caseríos y viviendas diseminadas en
Torrealvilla, históricamente, los más citados en los
distintos censos y padrones, entre 1775 y 1950, son
los de agricultor y jornalero o bracero. Entre las dis-
tintas profesiones la de labrador es la más común, en
esta zona tiene la peculiaridad de que rara vez se ejer-
200
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
Cuadro 6.- Torrealvilla. Edades, 1775-1950
1775 1797 1831
Edad h m Total h m Total h m Total
0-4 14 14 11 7 18
5-9 16 16 1 1 25 14 39
10-14 16 16 4 2 6 22 21 43
15-19 15 15 11 13 24 21 17 38
20-24 8 8 8 10 18 12 13 25
25-29 3 3 7 4 11 9 7 16
30-34 6 6 8 8 16 16 20 36
35-39 4 2 6 8 6 14 9 10 19
40-44 7 7 9 10 19 16 11 27
45-49 1 1 2 2 4 3 4 7
50-54 5 1 6 5 6 11 8 8 16
55-59 2 2 2 2 4 3 4 7
60-64 2 2 3 1 4 5 2 7
+64 112 4 4 516
Desconocida 3 3 2 1 3
Total 103 4 107 74 65 139 165 139 304
1861 1920 1950
Edad h m Total h m Total h m Total
0-4 46 43 89 43 65 108 65 51 116
5-9 41 40 81 56 65 121 59 51 110
10-14 36 28 64 45 53 98 40 36 76
15-19 20 25 45 50 37 87 42 55 97
20-24 16 13 29 46 33 79 47 42 89
25-29 16 17 33 36 52 88 34 36 70
30-34 24 28 52 23 24 47 30 25 55
35-39 21 13 34 23 22 45 19 31 50
40-44 19 20 39 26 25 51 34 22 56
45-49 22 11 33 19 21 40 18 14 32
50-54 7 7 14 6 13 19 17 18 35
55-59 8 7 15 10 9 19 14 18 32
60-64 6 4 10 25 16 41 7 10 17
+64 2 2 212748 252550
Total 284 256 540 429 462 891 451 434 885
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Censos y padrones de esos años.
201
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
ce, en el siglo XVIII, más concretamente en 1797,
de manera exclusiva en hacienda propia (11% de los
casos), siendo lo mayoritario llevar junto a la hacien-
da propia otras tierras a medias, en el 41% de los
casos, le sigue en importancia los agricultores
aparceros que trabajan a medias (24%), o bien que
trabajan la hacienda propia y a partido, lo que se co-
noce en el lugar como a rento, situación en la que el
labrador suele entregar al propietario una quinta parte
del cultivo (19%). En las proximidades de Torralba
la única finca que se lleva a rento es la del Madroño.
La modalidad minoritaria es la del labrador que ex-
plota exclusivamente hacienda a partido o rento (5%)
(cuadro 7). Lo característico del sistema de aparce-
ría en Lorca 25, en cuanto a la siembra, es que el due-
ño aporte las semillas, la mitad de los pares y jorna-
les, entregando al aparcero una cantidad para ayuda
de los pares de labor. El labrador paga la mitad de la
escarda, la siega y trilla. En Torralba era costumbre
que el dueño pusiera el ganado, la semilla y dar una
ayuda para el barbecho, en concreto, aporta 3 cele-
mines de grano por fanega de barbecho. También
paga la quinta parte de la trajilla. En los meses de
agosto y septiembre se levantan las atochas con la
trajilla, apero agrícola tirado por dos mulas que se
utiliza para allanar los bancales, con la finalidad de
reparar los portillos abiertos por la acción de la llu-
via torrencial. Había que rehacer los caballones por
donde pasa el agua. En las plantaciones de árboles,
lo normal en Lorca es que el dueño suele poner el
plantón y el labrador hace el hoyo, los abona y culti-
va. En Torralba, en cuanto a las plantaciones de oli-
vo, el dueño realiza por su cuenta los hoyos y planta
los árboles nuevos, mientras que los labradores sólo
se encargan luego de seguir trabajándolos. Esa prác-
tica tiene por finalidad la de evitar que el labrador,
en cualquier caso, nunca tuviera derecho a reclamar
nada al dueño. Cuando se escardan las oliveras, en
el invierno, la leña recia era para el dueño y las ra-
mas para los agricultores, además había que sacarla.
Al talador de oliveras los labradores tenían que darle
de comer, mientras que el dueño paga el jornal.
Los jornaleros tienen entre la población activa
una presencia mayoritaria en el período comprendi-
do entre 1861 (54%) y 1920 (43%). Desarrollan tra-
bajos caracterizados por su temporalidad pero que
tienen una gran trascendencia en las explotaciones
agrícolas. En el caso de Torralba, todos los trabajos
eventuales son realizados por jornaleros que viven
en el caserío próximo de Zúñiga. Sólo unos pocos
jornaleros consiguen realizar en Torralba trabajos que
tuvieran cierta continuidad. Así, en la temporada de
recogida a mano de la aceituna, entre los meses de
diciembre y febrero. Terminada la temporada de la
oliva se empiezan a preparar las tierras para plantar
cebolla, momento en que se emplea, fundamental-
mente, mano de obra femenina. En los años cuarenta
y cincuenta suelen salir todos los días al monte a co-
ger esparto que por entonces valía una fortuna, “no
muy bien comidos”, una vez finalizada la jornada se
trae cargado a las espaldas hasta el caserío, se extien-
de sobre el suelo, para después cargarse, unas veces,
en carros; y, al final, en camiones para su transporte a
las fábricas de Lorca. Cuando comienzan a introdu-
cirse los objetos de plástico el esparto deja de reco-
gerse, representando para el jornalero una menor carga
de trabajo y un incentivo añadido para emigrar.
Un oficio que también tiene mucha relevancia,
incluso hasta los años cincuenta del siglo XX, es la
de mulero. Las condiciones de trabajo del mulero en
Torralba se regula por la costumbre, común a los
caseríos de su entorno inmediato, así el propietario
está obligado a proporcionarle una vivienda además
de entregarle una cantidad en metálico (en los años
cincuenta unas 500 pesetas anuales), 12 fanegas de
trigo, 1 fanega de cebada sembrada que luego tenía
que recoger por su cuenta, un par de arrobas de pata-
tas y otras dos de aceite. En contraprestación el mu-
lero en una jornada de trabajo que alcanza la prácti-
ca totalidad del día, tiene que labrar la tierra en la
parte central del día, entre las 9 de la mañana y las 5
ó 6 de la tarde, o realizar distintos portes, de vuelta a
casa tiene que limpiar la cuadra, cepillar los anima-
les, a la vez que está obligado a realizar de esparto
picado, al año, dos capazos nuevos para sacar la ba-
sura de la cuadra, una sobrecarga y un esterao para
25 Véase Ruiz-Funes García, Mariano (1916): Derecho consuetudinario y economía popular de la provincia de Murcia. Estableci-
miento Tipográfico de Jaime Ratés. Madrid. Reimpresión Academia Alfonso X El Sabio, Murcia, 1983. Pág. 94.
202
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
el carro, cestos, capazos y algunas cosas más como
6 lazos. A partir de las 3 ó 4 de la madrugada tenía
que dar pienso a las mulas para que comieran, en
intervalos de tiempo de tres cuartos de hora, para
que al amanecer pudieran estar en condiciones de
salir con el carro.
Los agricultores, jornaleros y muleros, princi-
pales agentes productivos, ajustan su actividad al
calendario agrícola. En el invierno se recolecta la
aceituna, en su momento se escardan las oliveras y
se realiza el barbecho. El esparto y el romero se cor-
ta durante todo el año. El tomillo se recoge coinci-
diendo con la época de la siega, en junio, en el entor-
no inmediato habían dos calderas. En el verano se
siega el trigo y la cebada a mano con la corvilla, lue-
go se saca a la era para hacer la trilla. Se planta tam-
bién mucha cebolla. La que no llega a ser vendida se
echa al ganado. Una tarea típica de los jornaleros era
la de limpiar el monte, en estos casos, la jornada de
trabajo se inicia al salir el sol, para entonces ya tenía
que estar situado en el tajo y hasta que no se pone no
puede abandonarlo.
En los empadronamientos del siglo XVIII apa-
recen otros oficios en apariencia relevantes como la
de costurera o lavandera, pero no es real dado que se
trata de las cónyuges, esposas o amas de casa. Otros
empleos que tienen una menor presencia son los li-
gados a la milicia, pastores, hiladores, tejedores o
cinteros. Con respecto a los pastores señalar que en
1797 ninguno de ellos tiene ganado propio. Los 3
pastores trabajan por cuenta ajena a 10 labradores
que en total suman unas 1.085 cabezas de ganado,
entre lanar y cabrío. Lo normal es que los labradores
dispongan de cabezas de ganado propias y ajenas,
esto afecta al 65% de las cabezas de ganado. Con
menos frecuencia suele darse la situación en que el
labrador cuente con animales propios y a medias
(19%). Las restantes cabezas de ganado pertenecen
en exclusiva al labrador (16%). Lo característico del
sistema de aparcería en Lorca en relación con las
cabras 26 era que el dueño las compre, mientras que
el labrador costea los pastos y se encarga de su guar-
da, por lo se beneficia de la leche. Vendidas las ca-
bras se desquita el precio de adquisición de la cabe-
En primer plano la ermita de Santa Ana, detrás la desaparecida casa de Miguel Abellán (1991)
26 Ibidem Ruiz-Funes García, pág. 94.
203
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
Cuadro 7.- Torrealvilla. Profesiones, 1775-1950
Profesión 1775 1787 1797
Labrador 23 38 37
Jornalero, bracero 3 32 17
Miliciano /soldado 1 2
Costurera 43
Mulero 17
Lavandera 10
Pastor 3
Hilador, tejedor, cintero 6
Otros 4 1
Total 31 70 136
Profesión 1831 1861 1920 1950
Labrador 40 66 60 224
Jornalero, bracero 24 108 123 46
Mulero 29
Pastor 15 11
Hilador, tejedor, cintero 1
Leñador 10 1 3
Sirviente, mozo, gañán 20 6
Industrial 1
Maestro escuela 1 2 1
Propietario 2
Carrero 43
Dependiente, obrero 2
Gerente 2
Peón caminero 1
Sacerdote 1
Telefonista 1
Escolares 22 141
Ventas, corredor 1 1
Barbero 2
Guardas jurado 6
Imposibilitado, inválido 4
Minero 1
Molinero 1
Pensionistas 11
Otros 3 1 1
Total 74 201 311 453
Fuente: Archivo Municipal de Lorca. Legajos 22 y 2.474.
204
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
za de ganado que se lo queda el dueño y se parte por
igual la diferencia. A esta modalidad se le denomina
a precio. En Torralba las cabras eran del dueño, cuan-
do se recoge la siembra la rastrojera era también del
dueño, el labrador no percibe nada por eso e incluso
en caso de tener ganado propio el aparcero tiene que
pagar al dueño la rastrojera o los pastos que utiliza.
En Torralba se da la situación en que varios labrado-
res se unen para tener agrupado, en común, un atajo
de ganado del dueño, en vez de tenerlo cada uno por
su cuenta. En estos casos era costumbre que cada
mes uno de los labradores diera de comer al pastor,
en tanto que los gastos que ocasiona su contratación
se distribuye en partes iguales.
En el siglo XIX surgen otros oficios como leña-
dores, sirvientes, mozos o gañanes, industriales, maes-
tros de escuela y propietarios y una nueva clase de
labradores, los denominados piujareros o pegujaleros,
sin derecho a vivienda, que llevan poca siembra, la-
bor o ganado. En 1831 existen unos 15 piujareros.
En Torralba suelen llevar un trozo pequeño de la fin-
ca, una fanega o dos. En Zúñiga todavía existe la era
de los piujareros, allí van todos a trillar, unos tenían
2 fanegas de trigo, otros 5 e incluso 20, no viven en
la finca y con el dueño van a medias, lo que significa
que tienen que entregarles la mitad del grano, al igual
que sucede con los demás labradores de la finca. Por
Navidad había además la costumbre de llevarles un
pavo, dos pares de gallinas y otros dos de pollos, ellos
a su vez los llevan al mercado para su venta.
En Torralba los leñadores realizan la tarea de
cortar los pinos comprados al dueño de la finca. Una
vez cortados, los mondan, pelan y le arrancan la juma
o pinocha u hoja del pino. El comprador sólo ad-
quiere la caña del pino, la madera, mientras que la
pinocha suele ser comprada por hornos de Lorca. El
chisparrón o corteza del pino se utiliza por las tene-
rías en el proceso químico de curtición de las pieles.
Detalle de la pintura costumbrista que había en la destruida casa de Miguel Abellán. En la izquierda aparecen un
grupo de mujeres recogiendo cebolla (1989).
205
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
También los leñadores recogen del monte cargas de
leña, que luego venden en haces si el comprador no
tiene suficiente dinero para adquirir una carga de leña
completa. Una carga de leña es equivalente a tres
haces de leña, cuyo peso depende de la fuerza que
tuviera el animal de carga. La mayor deforestación
de los Calares de Torralba, en terrenos privados y
del patrimonio forestal público, se produce después
de la guerra de los años treinta ante la carencia de
combustible, en que se subastan y cortan gran canti-
dad de pinos. Era práctica generalizada por los
adjudicatarios cortar un mayor número de pinos gra-
cias a la complicidad de los encargados que, ante la
escasez de la retribución obtenida por cuenta ajena,
se conforman con pequeños estipendios en especie
que ofrecen los subasteros.
Unos empleos muy característicos del siglo XIX
eran los de sirviente, mozo o gañán, que conviven
en el mismo domicilio de la familia nuclear que les
acoge. En 1861 representan el 10% de los profesio-
nales. Por definición el gañán es el trabajador del
campo que sirve a jornal haciendo trabajos con aza-
da, arando o realizando cualquier otra actividad que
requiere gran resistencia física. En Torralba en los
años cincuenta el gañán se encarga también de cui-
dar de los bueyes con los que se araban las tierras.
En 1861 se censa al primer maestro de escuela
que tiene Torrealvilla. Difícil resulta su superviven-
cia en un ámbito rural en que la escolarización de los
niños es minoritaria, casi elitista, y en el que el anal-
fabetismo era lo normal, frente a un insignificante
2% de individuos que saben leer y escribir. En la época
de máximo esplendor de los caseríos de Torrealvilla,
en 1920, se encuentran censados dos maestros, un
profesor de niños y una profesora de niñas, que ense-
ñan a un total de 22 escolares, ambos residen en el
caserío de Torrealvilla. El período de escolarización
transcurre entre los 5 y 12 años como mucho. La tasa
de escolarización de los niños de hasta 12 años es de
casi el 8% del total. Ninguno de los 20 niños censa-
dos con menos de 12 años en Torralba van a la escue-
la. La tasa de alfabetización alcanza casi al 13% del
total de la población. En 1950 se censa un profesor y
un total de 141 escolares, comprendidos entre los 6 y
14 años, si bien la edad de escolarización rara vez se
da con posterioridad a los 12 años. La tasa de alfabe-
tización alcanza al 32% de la población. Con poste-
rioridad a los años cuarenta en Zúñiga un maestro de
pago abre una escuela en una habitación de una casa
particular, era costumbre además que cada día co-
miera en una casa distinta. Después se destina una
maestra funcionaria del Estado.
A la izquierda, el padre de Damián López con un rebaño de cabras blancas en Torralba (años cincuenta). Foto
cedida por Damián López
206
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
En el siglo XX proliferan las actividades tercia-
rias o de servicios como carretero, dependiente, obre-
ro, gerente, peón caminero, sacerdote, telefonista,
comercial, barbero, guarda jurado, minero y moline-
ro. Una categoría de vecinos que empiezan a adqui-
rir relevancia son los pensionistas.
Contribuciones
La principal fuente de ingresos fiscales deriva-
dos de las contribuciones rústica y pecuaria en el
período comprendido entre los años 1888-89 y 1929
es la agrícola, ya sea como contribución rústica y
cultivo, en 1888-1889 (78,48%), o rústica y colonial
en 1929 (70,32%) (cuadros 8 y 9). La pérdida de peso
específico de las contribuciones agrícolas se com-
pensa con una mayor relevancia de los ingresos fis-
cales obtenidos por la contribución pecuaria: en 1888-
1889 un 19,52% frente a un 29,68% en 1929. El nú-
mero de contribuyentes aumenta en ese período de
tiempo un 31,61%, en tanto que la contribución sólo
lo hace, a pesar de haber transcurrido casi cuatro
décadas, en tan sólo un 1,60%. El número de gran-
des propietarios, los que pagan al menos 300 pesetas
Cuadro 8.-Torrealvilla. Reparto de contribuciones rústicas y pecuarias, 1888-1889 (pesetas)
Cohorte (pesetas) Rústica Cultivo Pecuaria Urbana Total Contribuyentes
-100 1.093 1.022 989 141 3.245 98
100-199 313 1.181 559 0 2.053 15
200-299 6 1.543 351 95 1.995 8
300-399 355 1.203 469 12 2.039 6
+399 1.990 3.850 755 71 6.666 9
Total 3.757 8.799 3.123 319 15.998 136
Fuente: Archivo Histórico de Lorca. Leg. nº 2.474
Cuadro 9.- Torrealvilla. Reparto de contribuciones rústicas y pecuarias, 1929 (pesetas)
Cohorte (pesetas) Rústica y colonia Pecuaria Total Contribuyentes
-100 2.940 2.380 5.320 130
100-199 2.979 833 3.812 27
200-299 2.219 1.029 3.248 14
300-399 977 140 1.117 3
+399 2.316 442 2.758 5
Total 11.431 4.824 16.255 179
Fuente: Archivo municipal de Lorca. Leg. nº 22
Cuadro 10.- Torrealvilla. Participación en contribuciones rústicas y pecuarias, 1888-1889 a 1929 (porcentaje)
Contribución (%) Contribuyentes (%)
Cohorte (pesetas) 1888-89 1929 1888-89 1929
-100 20,28 32,73 72,06 72,63
100-199 12,83 23,45 11,03 15,08
200-299 12,47 19,98 5,88 7,82
300-399 12,75 6,87 4,41 1,68
+399 41,67 16,97 6,62 2,79
Total 100,00 100,00 100,00 100,00
Fuente: Archivo Histórico de Lorca. Legajos nº 22 y 2.474.
207
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
anuales, disminuyen a casi la mitad, lo que posibilita
un aumento importante de la base social de peque-
ños y medianos propietarios a costa de éstos.
Se produce un importante cambio cualitativo en
el reparto de la propiedad. Está claro que se produce
una inversión de las recaudaciones fiscales: tenden-
cia a la pérdida de importancia recaudatoria del gru-
po de los grandes propietarios frente a los pequeños
y medianos, de manera paralela al modo en que se
amplía su número merced a un crecimiento demo-
gráfico que alcanza su máximo desarrollo en los años
veinte. También disminuye de forma especial la par-
ticipación relativa entre los contribuyentes de los
grandes propietarios (cuadro 10).
Producción agrícola
En Torralba se da un fenómeno singular de
pervivencia temporal, de al menos dos siglos y me-
dio, de una misma variedad y diversidad de produc-
tos agrícolas, en la huerta y campo, que se sustenta
en la disponibilidad del recurso hidráulico propor-
cionado por el manantial de agua cuyo origen se en-
cuentra en la galería subterránea del acueducto ro-
mano, en el barranco del Agua.
Con el agua del estanque se riega la huerta vieja
cuya producción agrícola no está enfocada al merca-
do, salvo el cultivo de la cebolla, sino más bien al
autoconsumo de los labradores, pastores, guarda y
encargado que habitan el caserío. Cabe señalar la
existencia de árboles frutales como los manzanos,
perales, ciruelos, albaricoqueros, melocotoneros,
peros, membrilleros, granados, higueras (inclusive
las chineras), almendros (blanquetos y verdaya). Cí-
tricos no se plantan. Entre las hortalizas la que ad-
quiere una mayor importancia es la cebolla, en mu-
cho menor medida se plantan pimientos, tomates y
calabazas. El viñedo ocupa una parte importante de
Torralba que cuenta con una bodega, en Cerda tam-
bién había otra bodega, al igual que en El Chorrillo.
De hecho tras la huerta vieja todo estaba plantado de
viñedo. En determinados momentos se plantan gar-
banzos (con el que se llega a fabricar pan), lentejas,
frísoles y guijas (los segadores las comen por la ma-
ñana de postre tras un plato de migas).
Una de las escasas diferencias con respecto al
siglo XVIII, en cuanto a los cultivos, se encuentra
en la producción de barrilla. En el período compren-
dido entre 1771 y 1786 en la zona se recoge por tér-
mino medio un total de 509 quintales anuales. Los
Cuadro 11.- Torrealvilla. Producción de barrilla según origen de los cosecheros, 1771-1786 (quintales)
Año Calderones Cerda Chorrillo Los Tiemblos Torralba Torrealvilla Zuñega Total
1771 60 900 960
1772 60 140 30 230
1773 60 610 670
1774 50 429 50 529
1775 50 70 60 1.280 75 1.535
1776 120 80 200
1778 40 40 12 92
1779 80 200 380 660
1780 60 224 370 654
1781 30 30 60
1783 60 235 250 120 665
1785 50 50
1786 60 192 65 317
Total 60 450 70 160 959 4.583 340 6.622
Fuente: Archivo Histórico Municipal de Lorca. Corte de Chuecas 1771-1810. Leg. 45, Sala 2.
208
Luis Gris Martínez • Luis Solís García-Barbón • Joaquín Gris Martínez
cosecheros se localizan preferentemente en Torreal-
villa y en segundo lugar en Torralba (cuadro 11). So-
licitan cada año al ayuntamiento cortar chuecas de
pino. La chueca era una estaca de madera verde, por
lo general de pino, con la que se remueve el salicor
en estado líquido, ya que la barrilla al quemarse “en
vez de reducirse a cenizas se convierte toda en un
caldo que parece metal derretido27. A principios del
siglo XIX la producción de barrilla entra en crisis
irreversible al ser sustituida, en los mercados france-
ses y británicos, por la sosa cáustica, en la produc-
ción industrial de objetos de cristal y fabricación de
jabón. Todavía hasta los años cincuenta las mujeres
pican la barrilla y tras cocerla utilizan el líquido re-
sultante como detergente en lavar la ropa.
Entre los frutos del campo cabe señalar por su
relevancia económica el esparto. Su recogida, unas
veces para el propietario y las más para intermedia-
rios, como los Moulianes, los Posaeros, Los Remun-
dines y Juan Mínguez. En Zúñiga una persona hace
funciones de representación como encargado de es-
tos intermediarios en su condición de factor de es-
parto y romero. Las tápenas empiezan a ser recogi-
das para su comercialización en los años cincuenta.
También se recogen espárragos de monte, setas, ca-
racoles, turmas o crillas de tierra (en los Cánovas le
dicen patatas de monte), algarrobos, acebuche (oli-
vera borde cuya oliva es muy gustosa, pequeña y da
mucho aceite).
En los montes se crían muchos enebros que an-
tes se arrancan para hacer miera en laboratorio. Tam-
bién habían espinos, sabina, lentisco (se aprovecha
para leña), pinos, coscojas o chaparros.
De siempre Torralba cuenta con un importante
olivar, hasta que fuera arrancado, del que sale una
producción estimada de 2.000 arrobas de aceite. Lo
que estaba por debajo de la balsa era el olivar, en la
huerta los olivos se plantan junto a las acequias y
caballones. Todo el olivar está bien cultivado y tra-
bajado. Había sitios que ocupan todo el terreno y en
otros sólo se plantan en las orillas. En invierno cuan-
do el agua no hace falta se echa en las acequias para
que los olivos la tomaran. Era bueno regar las
oliveras en invierno ya que con esos riegos aguan-
tan el resto del año, la olivera en el verano está para-
da. Lo mismo ocurre con el olivar que había en la
casa del Pino que sólo se riega en invierno. En el
verano el agua hace falta para regar los tomates y
otras hortalizas. El encargado de la finca en el tiem-
po de la recogida de la oliva, entre diciembre y fe-
brero, se dedica por completo a poner en funciona-
miento la almazara. Incluso se trabaja oliva que no
es de la finca, maquilan oliva a razón del 1,2 cele-
mines por cada fanega de oliva (10%) del entorno
inmediato de Torralba, Torrealvilla e incluso de la
Zarcilla de Ramos, La Paca y del campo de
Cartagena donde el dueño tiene una finca. La oliva
se transporta en los torciles o costales de oliva he-
chos de pleita.
De una relevancia parecida al del olivar en
Torralba es el cultivo de cereales. Lo realmente im-
portante era el trigo, en menor media se cultiva ce-
bada, centeno y avena. El trigo y el aceite tienen un
valor equivalente al del oro. La cebada se valora
menos al ser de inferior calidad el pan elaborado con
este cereal.
27 MOROTE. Antigüedad y Blasones, pág. 263.
209
El acueducto romano de Torralba. Caracterización funcional, hidrogeología y aspectos socioeconómicos
ligados a su explotación
BIBLIOGRAFÍA
ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE LORCA (1998): Boletín Numismático, nº 1. Abril 1998.. Págs. 6 y 8.
CANO, MARÍA, LOMBA, JOAQUÍN, MARTÍNEZ, ANDRÉS, PONCE, JUANA, SÁNCHEZ, Mª JESÚS Y SÁNCHEZ, JOSÉ A. (1995). Prospección «Guadalentín
V», VI Jornadas de Arqueología Regional, Dirección General de Cultura.,Murcia del 24 al 27 de abril de 1995.
DIRECCIÓN GENERAL DEL AGUA (1998). Estudio hidrológico sobre el abastecimiento de aguas potables a Aledo y su relación con la
ordenación de los recursos hídricos del entorno natural de Sierra Espuña. Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Agua de la
CA Región de Murcia.
FERNÁNDEZ CASADO, CARLOS (1972): Acueductos Romanos en España. Instituto Eduardo Torroja.
FONTENLA BALLESTA, SALVADOR (1992): La Circulación Monetaria Romana en el Valle del Guadalentín, Consejo Municipal de Cultura y
Festejos. Ayuntamiento de Lorca. Caja de Ahorros del Mediterráneo.
FONTENLA BALLESTA, SALVADOR (1995): Acuñaciones Medievales de Lorca. Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca,
Caja de Ahorros de Murcia. Págs. 52 y 59.
FRONTINUS, S. J. (1944): «DE AQUAE DUCTU URBIS ROMAE». Edición de la Collection des Universites de France, publicado por
Les Belles Letres, bajo la dirección de la Association Gillame Budé. París.
GARCÍA LÓPEZ, MAGDALENA, BUENDÍA NOGUERA, MARIANO Y LLINARES BENEYTO, JOSEFA (1989): «Aportación a la Carta Arqueológica de la
Región de Murcia: El índice de yacimientos», en VERDOLAY, nº 1, 1989, Págs. 7-47.
GUILLÉN MONDÉJAR, F. (1994). La evolución espacio-temporal de la cuenca de Lorca (Murcia). Aspectos geológicos y mineralógicos
básicos. Tesis doctoral no publicada, Universidad de Murcia.
IGME, (1982). Estudio hidrogeológico del sector Noroccidental de Lorca (Murcia). Informe interno no publicado.
LASLETT, PETER (1987). El mundo que hemos perdido, explorado de nuevo. Madrid. Ed. Alianza Universidad.
LILLO CARPIO, MARTÍN J. Y LILLO CARPIO, PEDRO A. (1983): “Aportación al conocimiento del Pleistoceno en la provincia de Murcia I:
Campo de Lorca (Alagüeces, El Calar, La Juncosa)”. Anales de la Universidad de Murcia - Vol. XL – Núms. 3-4, 1983. Págs. 3-12.
MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, ANDRÉS, MATILLA SEIQUER, GONZALO (1988): «Poblamiento tardío en Torralba. Lorca». Antigüedad y Cristianismo.
Murcia, nº V. págs. 503-542.
MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, ANDRÉS (1995): «El pasado prehistórico antiguo y medieval de la comarca de Lorca». En Diputaciones lorquinas.
Ayuntamiento de Lorca. Pág. 15.
MONTES BERNÁRDEZ, RICARDO (1986): «El Paleolítico», en Historia de Cartagena. Volumen II, 1986 - Págs. 36 - 100. Murcia.
MONTES BERNÁRDEZ, RICARDO (1993): «Consideraciones generales sobre el Musteriense en el Sur y Sureste español (Murcia, Albacete y
Andalucía)» en Verdolay, nº 4 - 1993 - Museo de Murcia – Págs. 7-13.
MOROTE PÉREZ-CHUECOS, PEDRO (1741): Antigüedad y blasones de la ciudad de Lorca y historia de Santa María la Real de las Huertas.
RODRÍGUEZ ESTRELLA, T, A. MART. CONESA, L. SOLÍS (1986). Hidrodinámica del Karst de las Anguilas. Método de prospección en acuíferos
kársticos. Jor. karst en Euskadi, tomo 1, pp. 379-396. Donostia
RUIZ-FUNES GARCÍA, MARIANO (1916): Derecho consuetudinario y economía popular de la provincia de Murcia. Establecimiento Tipo-
gráfico de Jaime Ratés. Madrid. Reimpresión Academia Alfonso X El Sabio, Murcia, 1983.
RUIZ MARTÍNEZ, JOSÉ A NTONIO Y MUNUERA R ICO, DOMINGO (1989): “La vestimenta rural como indicador de la encrucijada cultural lorquina.”
Los caminos de la región de Murcia. Consejería de Política Territorial y Obras Públicas. Región de Murcia. CAM. Pág. 329.
SOLÍS GARCÍA-BARBÓN, LUIS, ALBACETE CARREIRA, MANUEL Y QUINTANA GARCÍA, JOSÉ L. (2000). Delimitación de acuíferos en la zona
oriental del parque natural de Sierra Espuña (Murcia). V Congreso Geológico de España. Alicante.
SOLÍS GARCÍA-BARBÓN, LUIS, ALBACETE CARREIRA, MANUEL Y LÓPEZ-NAVARRO, JOSÉ MARÍA (2000). Criterios para el establecimiento de un
régimen de explotación sostenible en los acuíferos de la zona oriental del parque natural de Sierra Espuña (Murcia). V Congreso
Geológico de España. Alicante.
... La difusión la llevarían a cabo imperios como el romano y el persa, y rutas comerciales como la de "La seda" (Martínez-Medina et al., 2018). Recientes estudios arqueológicos y geográficos llevados a cabo en la región de Murcia han permitido datar dos galerías de origen hispano-romano: la del Cabezo del Trigo en Los Arejos-Águilas (Gil-Meseguer & Gómez-Espín, 1993) y la de la Rambla del Madroño en Torralba-Lorca (Gris-Martínez, Solis-García- Barbón, & Gris-Martínez, 2002). La del Cabezo del Trigo-Los Arejos ha sido enterrada bajo una plantación de cítricos, y en el paraje de Torralba, cercano al sistema de la Rambla del Madroño se realizó en 1949 otra galería con 14 lumbreras, que funcionó hasta la década de 1970(López-Fernández, 2009). ...
Article
Full-text available
La calidad de las aguas alumbradas por pozos horizontales cubiertos (galerías), asociadas o no con presas subálveas, desata un enorme interés por su apropiación en medios áridos y semiáridos donde los recursos hídricos son escasos. El objeto de estudio de este trabajo es conocer las prácticas de alumbrar y explotar las aguas de freáticos próximos a la superficie del territorio, concretamente los recursos de la circulación subsuperficial en las ramblas de Béjar, Nogalte, Vilerda y Goñar en el sector noroccidental de la depresión prelitoral murciana (sureste de España). Se trata de aprovechamientos hídricos históricos organizados como comunidades de propietarios de aguas. Son modelos de sostenibilidad en su explotación para usos del agua en abastecimientos y regadíos, que también incorporan el valor de adaptación a sucesos extremos de sequías e inundaciones. La metodología es la del análisis geográfico regional aplicado al estudio de casos (sistemas socio-hídricos) de forma diacrónica y comparada, con amplio trabajo de campo y consulta de fuentes documentales, con entrevistas a los gestores y usuarios de estos sistemas de captación y distribución del agua. Los casos estudiados ponen de manifiesto que son sistemas sostenibles de aprovechamiento de agua que facilitan el desarrollo local en medios semiáridos como el sureste ibérico.
... En todo este tiempo, numerosos trabajos se han ocupado de la localización, el estudio tipológico y el uso tradicional del agua captada por sistemas de galerías drenantes (Murcia, 1958;López-Camacho et al., 2005;Vidal, 1989;Gamero et al., 2017;Barceló, 1983;1986;Barceló y Carbonero, 1986;Barón y Carbonero, 1987;Ron, 1996;Pocklington, 1988;Iranzo et al., 2010;Hermosilla et al., 2004;Roth y Schütt, 2001;Gil y Gómez, 1993;Gil, 2007;Gómez et al., 2007;Castejón, 2014;López, 2009;Gómez y López, 2006;Pelegrín, 2006;Pelegrín y García, 2007;Gris y Gris, 2002;Gómez, 2004a;2004b;López et al., 2015). Además, también se han realizado estudios comparativos entre los sistemas drenantes encontrados en la España oriental y otros territorios bañados por el Mediterráneo (Pérez, 2005;López-Camacho, 2001;Fansa et al., 2017). ...
Article
Full-text available
El uso del agua ha configurado paisajes a lo largo de la historia en ámbitos áridos y semiáridos, como es el caso de la Región de Murcia, gracias a los sistemas de galerías drenantes, que han permitido la creación de espacios regados y la configuración de un patrimonio territorial y cultural. Sin embargo, los sondeos profundos y los cambios en el territorio desde los años 80 del siglo XX están provocando el abandono de estos ingenios hidráulicos. La investigación trata de determinar las características de estos complejos de abastecimiento a través del análisis de documentación y el trabajo de campo. Los resultados muestran el paulatino abandono de estas construcciones, lo cual se traduce en la pérdida de paisajes históricos, caracterizados por la presencia de un patrimonio hidráulico singular. Se requiere su puesta en valor y la adopción de medidas para reconocer este legado patrimonial.
... Las investigaciones sobre estos complejos se han centrado fundamentalmente en su catalogación tipológica, estado y uso de sus aguas, tomando como unidad de análisis los diferentes espacios comarcales, como el Altiplano de Jumilla y Yecla (Gil et al., 2007;Gómez et al., 2007), el campo de Cartagena (Gómez et al., 2007;Castejón, 2014), las pedanías altas de Lorca (López, 2009; o el área central de la región (Gómez y López, 2006;López, 2013). A su vez, son varios los trabajos que analizan las particularidades de ejemplos concretos de este territorio (Pelegrín, 2006 y 2010; Pelegrín y García, 2007; Gris, Solís y Gris, 2002;Gómez, 2004, López, Gómez y Gil, 2015; entre otros). ...
Article
Full-text available
Se presenta una investigación sobre la situación de los sistemas de galerías de agua, del tipo mina horizontal con pozos verticales, en la Región de Murcia. El trabajo parte de la hipótesis referente al paulatino deterioro de estos complejos, exponente del patrimonio hidráulico generado en este territorio a lo largo de los siglos. El objetivo principal reside en analizar el estado de estas construcciones y determinar su funcionalidad actual. A través del trabajo de campo, la consulta a diferentes fuentes de información como Confederación Hidrográfica del Segura y los resultados expuestos por la literatura especializada, se corrobora la hipótesis de partida, ya que más de la mitad de las galerías de agua se muestran sin uso y en estado de ruina, afectadas por la sobreexplotación de los acuíferos y el abandono del medio rural. Sin embargo, los sistemas funcionales suman un caudal anual de 13 Hm3, una cifra bastante significativa en un área de clima semiárido y escasas aguas superficiales. Estos recursos siguen manteniendo diversos espacios de regadío tradicional de forma sostenible y constituyen un indicador de la calidad ambiental que todavía conservan distintos espacios del Sureste de la Península Ibérica.
... En el siglo XX, a escasos dos kilómetros del aprovechamiento de la rambla del Madroño, se construyó otra galería para proveer de agua al poblado que Torralba, núcleo que había crecido en tiempos de la posguerra civil. Este nuevo sistema perforó el acuífero anteriormente descrito, dando agua en la pared final de la mina horizontal, conduciendo los recursos captados a la balsa de San Ricardo o Casa de los Ángeles (Gris et al., 2002), donde todavía puede leerse en su partidor de apertura una señalización de 13 de junio de 1949. La construcción de este complejo requirió el uso de dinamita y la mina se revistió con mampostería para fijar la estructura. ...
Article
Full-text available
En este trabajo se analizan los principales sistemas tradicionales de acopio de agua localizados en el campo alto de Lorca. Ingenios de captación del tipo galería drenante o qanat, cuyos recursos se han destinado para usos locales de estas pedanías, tanto para abastecimiento de boca como regadío. Sin embargo, el caudal de algunos afloramientos permitió que, durante siglos, parte de sus aguas se destinaran a abastecer a la población de la capital, por medio de kilométricas redes de distribución. El trabajo de campo y la documentación de archivo han sido esenciales en esta investigación, donde se pone de manifiesto el esfuerzo secular de comunidades asentadas en un territorio de clima semiárido y escasos recursos superficiales. Los resultados muestran la existencia de numerosas galerías de agua, con elementos y funciones similares a otros ejemplos del Sureste de España, aunque con factores espaciales e históricos singulares. No es posible entender la configuración de este paisaje rural si no se conoce la influencia territorial que, a lo largo del tiempo, han jugado los sistemas de galerías horizontales; construcciones que, en muchos casos, siguen funcionales, conservadas y mantenidas por la población local.
... En la actualidad, y desde principios de siglo XX, las aguas del nacimiento de Luchena son aprovechadas de forma integral para regadío de la huerta loquina (CHS). Uno de los ejemplos más antiguos casi con toda seguridad, ya no solo en Lorca sino en toda la Región de Murcia, es la galería existente en el paraje de Torralba, también cercana a Zúñiga, catalogada en época romana (GRIS MARTÍNEZ et al., 2002). ...
Article
Full-text available
La galería de la fuente La Mina, en La Paca, Lorca, es un ejemplo de galería con lumbreras en la Región de Murcia. A pesar de la sequía actual en este territorio (2013-2014), este sistema tradicional de aguas continúa alumbrando un pequeño caudal, motivo por el que la cercana comunidad de regantes Campo Alto ha realizado una solicitud a Confederación Hidrográfica del Segura para disponer de estos recursos y mantener su espacio regado.
Article
Full-text available
Twenty centuries ago, a Roman authority founded a city on top of an inselberg where the discovery, by skill or chance, of a small aquifer which allowed access to a water supply for the city. In Roman times wells were drilled, of which nineteen reached a natural cavity. A horizontal gallery for water supply was also opened up, and a drainage conduct in the theatre was made to eliminate storm water. At some point, for natural or artificial reasons, the water table dropped and several wells dried up, forcing the descent of workers and other people to do additional work and to carve abundant graffiti and several clay figurines. The city did not survive the Middle Ages, the wells became cesspits and the ruins were plundered by neighbouring villages. It recovered its memory in the eighteenth century, in 1908 a Roman cave was rediscovered, the old water supply gallery, which gives access to the natural cave. This has been explored and surveyed by the Grupo Espeleológico Ribereño since 1980. From 2013, the Grupo de Technologías in Entornos Hostiles (University of Zaragoza) has carried out systematic radiolocation for the opening up of a direct access to the cavity. In addition, recognition of inscriptions with cavity scans and specific details have been made as well as the installation of two monitoring stations, both inside and outside the cavity to analyze the water performance of the system and the internal evolution of the CO2 content of the air in the cavity. The evolution of the piezometric level presents relatively important oscillations and a delay of two months is detected between the moments of heavy rains and the increase of water levels in the cavity. The CO2 content has a double periodicity, annual and daily.
  • María Cano
  • Lomba
  • Joaquín
  • Andrés Martínez
  • Juana Ponce
  • Sánchez
  • Jesús Mª
  • José A Sánchez
CANO, MARÍA, LOMBA, JOAQUÍN, MARTÍNEZ, ANDRÉS, PONCE, JUANA, SÁNCHEZ, Mª JESÚS Y SÁNCHEZ, JOSÉ A. (1995). Prospección «Guadalentín V», VI Jornadas de Arqueología Regional, Dirección General de Cultura.,Murcia del 24 al 27 de abril de 1995.
Estudio hidrológico sobre el abastecimiento de aguas potables a Aledo y su relación con la ordenación de los recursos hídricos del entorno natural de Sierra Espuña
  • Dirección
  • Del Agua
DIRECCIÓN GENERAL DEL AGUA (1998). Estudio hidrológico sobre el abastecimiento de aguas potables a Aledo y su relación con la ordenación de los recursos hídricos del entorno natural de Sierra Espuña. Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Agua de la CA Región de Murcia.
Acueductos Romanos en España
  • Fernández Casado
  • Carlos
FERNÁNDEZ CASADO, CARLOS (1972): Acueductos Romanos en España. Instituto Eduardo Torroja.
Acuñaciones Medievales de Lorca. Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, Caja de Ahorros de Murcia
  • Fontenla Ballesta
  • Salvador
FONTENLA BALLESTA, SALVADOR (1995): Acuñaciones Medievales de Lorca. Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Lorca, Caja de Ahorros de Murcia. Págs. 52 y 59.
Aspectos geológicos y mineralógicos básicos. Tesis doctoral no publicada
  • F Guillén Mondéjar
GUILLÉN MONDÉJAR, F. (1994). La evolución espacio-temporal de la cuenca de Lorca (Murcia). Aspectos geológicos y mineralógicos básicos. Tesis doctoral no publicada, Universidad de Murcia.
Estudio hidrogeológico del sector Noroccidental de Lorca (Murcia)
IGME, (1982). Estudio hidrogeológico del sector Noroccidental de Lorca (Murcia). Informe interno no publicado.
«El pasado prehistórico antiguo y medieval de la comarca de Lorca». En Diputaciones lorquinas. Ayuntamiento de Lorca
  • Martínez Rodríguez
  • Andrés
MARTÍNEZ RODRÍGUEZ, ANDRÉS (1995): «El pasado prehistórico antiguo y medieval de la comarca de Lorca». En Diputaciones lorquinas. Ayuntamiento de Lorca. Pág. 15.
Método de prospección en acuíferos kársticos
  • Rodríguez Estrella
  • A Mart Conesa
  • L Solís
RODRÍGUEZ ESTRELLA, T, A. MART. CONESA, L. SOLÍS (1986). Hidrodinámica del Karst de las Anguilas. Método de prospección en acuíferos kársticos. Jor. karst en Euskadi, tomo 1, pp. 379-396. Donostia