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Rev. hist.educ.latinoam - Vol. 17 No. 24, enero - junio 2015 - ISSN 0122-7238 – pp. 125 - 148
Universitarias en España: De los inicios a la actualidad*
University women in Spain: From the beginning to the current time
Universitárias na Espanha: Das origens à atualidade
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Universidad de Sevilla - España
Grupo de investigación HISULA - UPTC
anaguil@us.es
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Universidad de Sevilla - España
Grupo de investigación HISULA – UPTC
cflecha@us.es
Recepción: 09/03/2014
Evaluación: 06/08/2014
Aceptación: 24/11/2014
6789:7;
* Este articulo se interrelaciona con el proyecto “La Universidad en la capacitación de maestras rurales SGI 1034” y “Las educadoras
en las Escuelas Normales en Colombia SGI 1293” desarrollado por el grupo HISULA - UPTC.
1 Doctora en Psicología Social por la Universidad de Sevilla, es catedrática de Escuela Universitaria en la misma Universidad, en la que
imparte docencia desde 1980. Es responsable del Grupo de Investigación Género y Sociedad del Conocimiento, del Plan Andaluz de
Investigación, Desarrollo e Innovación, siendo su especialidad el análisis de las barreras a la promoción profesional de las mujeres
en la Universidad y en el Sistema de Ciencia y Tecnología. Su dirección profesional es: Departamento de Psicología Social, Facultad
de Psicología, e integrante del grupo de investigación HISULA adscrito a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
2 Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid, es catedrática de Historia de la Educación en la
Universidad de Sevilla. Desarrolla su docencia e investigación en temas relacionados con las trayectorias educativas de las mujeres,
sobre las que ha publicado numerosos trabajos. Pertenece a varios proyectos de investigación sobre historia de las mujeres en las
universidades y sobre distintos aspectos que favorecen dinámicas de coeducación en la enseñanza. Su dirección profesional es:
Facultad de Ciencias de la Educación e integrante del grupo de investigación HISULA adscrito a la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia.
En este artículo se ofrece un análisis de la
evolución cuantitativa de la presencia de
mujeres en las universidades españolas,
desde las pioneras decimonónicas hasta
el comienzo del nuevo milenio. Partiendo
de la hipótesis de que el contexto social
y la mentalidad generalizada acerca de
la condición femenina no favorecían
ese tipo de decisiones, el objetivo es
dar a conocer el evidente y progresivo
crecimiento en las aulas universitarias,
primero de alumnas y más tarde de
profesoras. La metodología utilizada ha
partido de una revisión de la bibliografía
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Ana Guil Bozal - Consuelo Flecha García
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disponible sobre esta temática, no muy
abundante pero sí precisa en los datos e
informaciones que ofrece; a continuación
se ha buscado en las fuentes primarias que
custodian los archivos universitarios y de
la administración del Estado, en las series
históricas de los anuarios estadísticos
de alcance nacional e internacional. La
síntesis, contraste y sistematización
de todos los datos localizados nos ha
y ofrecer una imagen diacrónica de las
mujeres que eligieron la universidad
como proyecto primero de formación
y luego profesional. La lectura de estas
páginas permite comprobar algunas
de las características de una cadencia
temporal de largo plazo, casi ciento
cincuenta años, y de la situación a la que
se ha llegado a comienzos del siglo XXI,
en que aún no se han logrado auténticas
y reales oportunidades de igualdad en los
ámbitos universitarios.
<$($=3$.! 1($>/? Revista Historia de la
Educación Latinoamericana, Universidad,
Mujeres, Historia, Actualidad, España.
")8@6"-@!
This article provides an analysis of the
quantitative evolution of the women
presence in Spanish universities, from
the nineteenth-century pioneers to the
beginning of the new millennium. Based
on the assumption that the social context
and the widespread mentality about the
women’s status did not look with favor
to this kind of decisions, the objective is
to publicize the clear and progressive
increase in university classrooms,
methodology used has begun with a
review of the available literature on this
subject, it is not very abundant but the data
and the information provided is accurate;
Below has been sought in the primary
the State administration, in the historical
series of the Statistical Yearbooks from
national and international reach. The
synthesis, contrast, and systematization
of all the located data has allowed us to
a diachronic picture of the women who
chose the university project as training
these pages allows checking some of the
characteristics of a long-term temporary
years, and the reached situation of the
where we did not achieve yet genuine
and real equal opportunities in the
academic environments.
A/B! C*3D.? History of Latin American
Education Journal, University, Women,
History, Current time, Spain.
6789:E
Neste artigo se oferece uma análise da
evolução quantitativa da presença de
mulheres nas universidades espanholas,
desde as pioneiras do século XIX até
o começo do novo milênio. Partindo
da hipótese de que o contexto social
e a mentalidade generalizada acerca
da condição feminina não favoreciam
esse tipo de decisão, o objetivo é dar
a conhecer o evidente e progressivo
crescimento nas aulas universitárias,
primeiro de alunas e mais tarde de
professoras. A metodologia utilizada
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F;@6EG9--FH;
En esta segunda década del siglo XXI que estamos viviendo, las mujeres
universitarias continúan superando a los hombres entre el alumnado y
suponen en torno al cuarenta por ciento del profesorado. Unos porcentajes que
encontramos, con pequeñas diferencias, en casi todos los países del mundo
con un nivel de desarrollo medio. Sin embargo, esta realidad convive con
situaciones de discriminación de las niñas en los procesos educativos que no
han desaparecido con el paso del tiempo, pues las vemos reproducidas aún
en nuestros días, con mayor o menor incidencia de acuerdo con determinadas
variables sociales3, por la persistencia de un modo de concebir las funciones de
la población femenina apoyadas en la naturaleza biológica: en unas diferencias
anatómicas a las que se atribuyen significados sociales y culturales que son
fuentes de desigualdad4. Debido a estos mandatos de género, el itinerario
recorrido por las generaciones que han precedido a las que hoy se encuentran
con una situación cuantitativamente predominante en la universidad ha sido
largo y sinuoso. Además de que no resulta suficiente, pues la meta de que todas
las oportunidades de igualdad sean accesibles a mujeres y a hombres todavía no
se ha producido.
Afirmamos esto debido a que, por ejemplo en la distribución de alumnas y de
profesoras en los distintos niveles y modalidades de enseñanza y en las diversas
3 C onsuelo Flecha García. “Because they’re girls. Overcoming inequality”. Pedagogia oggi 1 (2013): 48-66.
4 Desde que la historiadora Joan W. Scott introdujo el género como categoría de análisis en los estudios históricos (recordemos su
artículo, ya clásico, “Gender: A Useful Category of Historical Analysis” publicado en American Historical Review, en diciembre de
1986), su utilización ha marcado la investigación académica en historia de las mujeres. Ha permitido una mirada crítica tanto al
pasado, con sus consecuencias acumulativas para mujeres y para hombres, como a los problemas que se mantienen en el presente
sobre la construcción de lo femenino.
disponível sobre esta temática, não muito
abundante, porém precisa nos dados e
informações que oferece; na sequencia
se buscou nas fontes primárias que estão
guardadas nos arquivos universitários e
da administração do Estado, nas series
históricas dos Anuários Estatísticos
de alcance nacional e internacional.
A síntese, contraste e sistematização
de todos os dados localizados nos
oferecer uma imagem diacrônica das
mulheres que elegeram a universidade
como projeto primeiro de formação e,
destas páginas permite comprovar
algumas das características de uma
cadência temporal de longo prazo, quase
cento e cinquenta anos, e da situação a
que se chegou no começo do século XX,
em que ainda não se lograram autênticas
e reais oportunidades de igualdade nos
contextos universitários.
<$($>3$.I12$>/? Revista História da
Educação Latino-americana, universidade,
mulheres, história, atualidade, Espanha.
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áreas de conocimiento, se mantienen desequilibrios importantes de presencia,
quizás como fruto de una subjetividad que entra en conflicto con los valores
igualitarios en que han sido educadas5. Porque los puestos de mayor prestigio
y salario siguen y seguirán estando mayoritariamente en manos masculinas
mientras el funcionamiento de las organizaciones sea difícilmente compatible
con otras dinámicas familiares y sociales, perdiendo de esta manera lo que las
mujeres pueden aportar6. O porque criterios androcéntricos asignan menor
valor a lo femenino y a lo feminizado, como se demuestra en las actividades
donde ellas son mayoría o llegan a serlo. Unas características identificables en la
realidad universitaria, donde tienen su respectivo efecto en los contenidos que
se transmiten, en la investigación que se desarrolla, en los lugares que ocupan y
en la incidencia real en su gestión y toma de decisiones7.
Ha pasado poco más de un siglo desde el reconocimiento a las mujeres del
derecho a matricularse en las universidades españolas, exigiéndoles los mismos
requisitos de entrada que a los hombres, aunque entonces casi ochenta alumnas
habían pasado ya por las aulas de diferentes facultades; la pionera, en el curso
1872-1873 en la carrera de Medicina. Había algunos antecedentes de mujeres,
de las que tenemos noticias más o menos documentadas, que asistieron
durante el humanismo renacentista a las aulas universitarias y enseñaron en las
Universidades de Alcalá de Henares y de Salamanca.
Fue en el año 1910 cuando se aprobó en España, mediante una Real Orden de 8 de
marzo, que las mujeres dejaban de necesitar permiso ministerial para asistir como
alumnas oficiales a las clases impartidas por los profesores. Con anterioridad,
si no lo solicitaban, eran inscritas en la modalidad de alumnas no oficiales; es
decir, acudían a la universidad únicamente los días en que se celebraran los
exámenes de las asignaturas, las cuales debían haber preparado privadamente.
De este modo se veían obligadas a superar, primero múltiples barreras sociales y
sopesados acuerdos familiares antes de matricularse, y después la autorización
ministerial, a lo que se sumaba el tener que ir acompañadas hasta las aulas y
sentarse en un lugar especial al lado del profesor. Y al finalizar los estudios,
tampoco se libraron de vetos a la hora de expedirles los títulos de licenciatura,
de inscribirse en los Colegios Profesionales de Medicina o de Farmacia y de
iniciar el ejercicio de la carrera estudiada.
5 Mónica Martínez y María Dolores Villuendas Giménez. “Las mujeres en la formación superior: elección de carrera versus
estereotipos de género y neosexismos”. Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia 1 (2006): 87-112.
6 Un estudio pionero en España fue el de Ester Barberá et al., La promoción profesional de las mujeres en la Universidad (Valencia:
Promolibro, 1998). Más recientemente ha analizado las relaciones entre género y liderazgo en las universidades Marita Sánchez
Moreno et al., Mujeres dirigentes en la universidad: las texturas del liderazgo (Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2009).
7 Pilar Ballarín Domingo. “Mujeres en el laberinto de cristal universitario”. En Miradas desde la perspectiva de género: estudios de las
mujeres, editado por Isabel de Torres Ramírez (Madrid: Narcea, 2005), 183-194. Ídem, “Docencia universitaria y conocimiento en
torno al género. Resistencias, creencias y prejuicios”. Cuestiones de género: de la igualdad y la diferencia 8 (2013): 89-106.
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Universitarias en España: de los Inicios a la Actualidad
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Vemos así cómo, desde sus inicios hasta la actualidad, las mujeres han tenido
que recorrer un largo camino para poder acceder a la educación de más alto
nivel y a su consiguiente profesionalización, camino no exento de dificultades,
que aún no han ni mucho menos concluido pues, según nuestra hipótesis
—que coincide con las de las principales estudiosas de estos temas—, las
barreras a la profesionalización de las mujeres hunden sus raíces en posiciones
patriarcales ante las que la evidencia de las cifras poco a nada tienen que hacer.
La diferenciación social de los roles de género sobre la base biológica del sexo
asocia desde tiempos ancestrales al varón con la obligación de ser el ganador de
pan y a la mujer con las funciones reproductoras y cuidadoras, hipotecando con
ello todo su tiempo e impidiéndole cualquier trabajo remunerado que no pase
de un mero complemento al del varón; de ahí sus dificultades para llegar a ser
profesionales universitarias.
Este es el panorama que nos disponemos a describir, utilizando para ello datos
estadísticos históricos y actuales sobre la participación de las mujeres en la
Universidad, procedentes de múltiples fuentes que iremos precisando y que,
ciertamente, no han sido nada fáciles de recopilar dada la escasa conciencia
existente sobre la importancia de desagregar los datos por sexo para conocer
realmente la situación de las mujeres.
,J!K$.!L3'M/3$.!&#'>/3.'N$3'$.!/.L$O*($.
En los siglos XV y XVI las crónicas históricas hablan de la presencia puntual
de mujeres en las universidades de Salamanca y de Alcalá de Henares. Está
documentada la de Teresa de Cartagena y Beatriz Galindo como alumnas en
Salamanca, y las de Luisa de Medrano y Francisca de Lebrija como profesoras
en Alcalá de Henares o Salamanca. Lucía de Medrano enseñaba Autores Clásicos
Latinos y Francisca de Nebrija sustituía con aplauso y aprobación general a su
padre en la cátedra de Retórica8. Pero seguramente la más conocida sea Beatriz
Galindo, apodada “la Latina” —nombre que ostenta un barrio de la ciudad de
Madrid—, por destacar como especialista de esa lengua en la Europa de aquellos
momentos. No solo había estudiado Gramática en la Universidad de Salamanca
en la segunda mitad del siglo XV, sino que llegó a ser la preceptora de latín de la
reina Isabel la Católica y de sus hijas9.
Tres siglos después, en 1785, la madrileña María Isidra Guzmán de la Cerda
obtuvo el grado de doctora en Filosofía y Letras Humanas en la Universidad de
8 Cristina Borreguero Beltrán. “Puellae doctae en las Cortes peninsulares”. Dossiers Feministes 15 (2010): 85-86.
9 Cr istina Segura Graíño. “Beatriz Galindo. Ejemplo de humanista laica”. Miscelán ea Comilla s: Revi sta de Ci encias Huma nas y Soc iales 69,
134 (2011): 293-304. María Isabel del Val Valdivieso. “Isabel la Católica y la educación”. Ara gón en la Edad Media 19 (2006): 555-562.
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Alcalá de Henares, después de ser autorizada por una Real Orden del Rey Carlos
III10. Y en los años cuarenta del siglo XIX cuenta la tradición que Concepción
Arenal (1820-1893), cubierta con una capa masculina, asistía a la Facultad de
Derecho de la Universidad de Madrid11.
Todas ellas experiencias excepcionales y, en cuanto tales, sin posibilidad de servir
de referencia a otras protagonizadas por mujeres de condición singular hasta
que en 1872 se matricula María Elena Maseras Ribera en la Facultad de Medicina
de la Universidad de Barcelona, inaugurando una etapa de continuidad de
alumnas en las universidades españolas. En unos espacios académicos que desde
ese momento no dejarán de tener matrículas femeninas, aunque la trayectoria
sufriera una interrupción cuando, por una Real Orden de 1882, se impidió la
matrícula de nuevas alumnas, aunque sí se les permitía finalizar la carrera a las
que venían estudiando con anterioridad12.
Puesto que la prohibición no afectaba a las ya matriculadas, ese mismo año (1882)
defendieron el doctorado en Medicina en la Universidad Central María Dolores
Aleu Riera y Martina Castells Ballespí; en 1886 se licenciaron en Medicina Dolores
Lleonart en Barcelona y María Luisa Domingo en Valladolid, y en Farmacia las
hermanas Eloisa y María Dolores Figueroa Martí. Todavía terminaron otras tres
alumnas en 1889: Concepción Aleixandre y Manuela Solís la carrera de Medicina
en Valencia y Teresa de Andrés la de Filosofía y Letras en Barcelona13.
Ante las continuas demandas de algunas jóvenes, una nueva Real Orden de 11
de junio de 1888 acuerda admitirlas en los estudios de segunda enseñanza y
superiores dependientes de la Dirección General de Instrucción Pública como
alumnas de enseñanza no oficial en las condiciones ya señaladas: no poder
asistir a las clases y, en caso de quererlo, teniendo que tramitar una consulta al
Ministerio de Fomento del que dependían entonces los asuntos de instrucción
pública. Un grupo de futuras estudiantes estaban atentas a las gestiones sobre
esta reforma y esperaban tal decisión, lo cual posibilitó que inmediatamente,
aprovechando el último plazo de matrícula del curso 1887-1888, se matricularan
Ángela Carraffa de Nava y Matilde Padrós Rubió en la Facultad de Filosofía y
Letras, estudiantes que llegaron a finalizar no solo la licenciatura sino también
el doctorado14.
10 María Jesús Vázquez Madruga. María Isidra Quintina de Guzmán y la Cerda: la doctora de Alcalá (Alcalá de Henares: Centro Asesor
de la Mujer, 1999). María-Milagros Rivera Garretas. La diferencia sexual en la historia (Valencia: Universidad de Valencia, 2005),
152-153.
11 María Carmen Sánchez Real. Concepción Arenal en su tiempo (Vigo: Ayuntamiento de Vigo, 1999).
12 Dándose cuenta de que eran cada vez más las mujeres que se animaban a cursar estudios universitarios, en 1882, recobrando la
tradición patriarcal universitaria, y por una Real Orden de 16 de marzo, se suspendió “en lo sucesivo la admisión de las Señoras a la
Enseñanza Superior”.
13 Consuelo Flecha García. Las primeras universitarias en España (Madrid: Narcea, 1996), 227-229.
14 Ángela Carraffa de Nava defendió la tesis en 1892 y Matilde Padrós Rubió en 1893. Ídem.
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Después de veintidós años de un injusto trámite por el que muchas alumnas
tuvieron que pasar, al fin la Real Orden de 8 de marzo de 1910 establecería que
“se concedan, sin necesidad de consultar a la Superioridad, las inscripciones de
matrícula en enseñanza oficial o no oficial solicitadas por las mujeres”15.
Las casi ochenta jóvenes que realizaron estudios universitarios hasta la fecha de
1910 formaban parte de ese tipo de acontecimientos que suelen denominarse
excepcionales y, como tales, utilizados por los canales de influencia para
confirmar la normalidad de todo aquello que no seguía sus pasos. Pero esta
singularidad empezó a desdibujarse cuando las autoridades reconocieron el
derecho que tenían las mujeres a matricularse en las facultades universitarias
cumpliendo los mismos requisitos exigidos a los hombres. No solo comenzó a
aumentar el número de matrículas femeninas, sino que se produjeron variaciones
en las carreras de estudio elegidas pues otra normativa del mes de septiembre
de ese mismo año abrió a las mujeres la posibilidad de acceso a los concursos
que el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes convocaba para ocupar
plazas de profesorado en institutos de segunda enseñanza y en universidades y
puestos técnicos en bibliotecas, archivos y museos.
Así, en el período que cierra el inicio de la Guerra Civil Española (1936), el
número de mujeres estudiantes en el conjunto de las universidades españolas
—pasaron de diez a doce en estos años— fue creciendo con rapidez, aunque
todavía representaran una minoría dentro del total de alumnado y mas aún de
la población femenina. Los datos recogidos en la Tabla 1 nos permiten conocer el
avance de los números absolutos y de los porcentajes de alumnas sobre el total
del alumnado.
15 Ana Guil Bozal. “1910-2010. Cien años buscando igualdad en la Universidad”. Aequalitas: Revista jurídica de igualdad de
oportunidades entre mujeres y hombres 26 (2010): 16-19. Consuelo Flecha García. “Por Derecho Propio. Universitarias y
Profesionales en España en torno a 1910”. Tabanque Revista Pedagógica 24 (2011): 157-174. Para una revisión bibliográfica de
lo publicado sobre mujeres en las universidades españolas, ver Pilar Ballarín Domingo. “Entre ocupar y habitar. Una revisión
historiográfica sobre mujeres y Universidad en España”. Arenal. Revista de Historia de Mujeres 17: 2 (2010): 223-254.
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@$=($!,J!Mujeres matriculadas y su porcentaje sobre el total del alumnado. 1910-1935
Curso N.º % Curso N.º %
1910-1911 33 0,17 1929-1930 1.744 5,2
1916-1917 177 0,56 1930-1931 2.246 6,3
1920-1921 440 2,0 1931-1932 2.026 6,0
1923-1924 898 3,5 1933-1934 2.124 6,9
1926-1927 1.611 4,6 1935-1936 2.588 8,8
Fuente: Flecha, 2006: 481.
Partiendo de un proporción insignificante, el 0,17%, terminaron alcanzando casi
el nueve por ciento, subida a todas luces insuficiente pero valiosa en los años en
que se produce. En las primeras décadas llegaron a un dos por ciento, en la tercera
triplicaron ese valor, un seis por ciento, y en los años de la Segunda República
la subida fue de otros casi tres puntos. Una evolución que también se produjo
en la enseñanza secundaria, en la primaria y en los índices de alfabetización
femenina, que se duplicaron de 1910 a 1940: pasaron de un treinta y ocho a un
setenta por ciento16.
La Universidad de Madrid acogía al mayor número de estas jóvenes. Contaba
con facultades de todas las disciplinas —Medicina, Farmacia, Filosofía y Letras,
Ciencias y Derecho— y con el apoyo de dos residencias universitarias que
garantizaban un alojamiento adecuado para las jóvenes que se desplazaban a
la capital con esta finalidad, una condición mucho más importante en el caso
de las mujeres que de los hombres, por el especial cuidado que recaía sobre
ellas. La primera se inauguró en marzo de 1914 dentro del movimiento de
Academias Teresianas, y la segunda en 1915, dependiendo de la Junta para
Ampliación de Estudios, dirigida por la educadora y licenciada en Filosofía y
Letras María de Maeztu Whitney (1881-1948)17.
La ampliación de campos profesionales vinculados a la administración
educativa introdujo modificaciones en la prioridad de elección de las carreras
universitarias. Medicina y Farmacia dejaron los primeros puestos mantenidos
hasta entonces a Filosofía y Letras y a Ciencias que preparaban para la docencia
de asignaturas de la segunda enseñanza, en especial del bachillerato, un ejercicio
profesional mejor aceptado para las mujeres y donde encontraron de hecho
muchas posibilidades de insertarse. La Tabla 2 va señalando la evolución y las
16 Narciso A. de Gabriel Fernández. “Alfabetización, Semialfabetización y Analfabetismo en España (1860-1991)”. Revista Complutense
de Educación 8:1 (1997): 209.
17 Mercedes Montero. La conquista del espacio público. Mujeres españolas en la universidad (1910-1936) (Madrid: Minerva, 2009).
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fluctuaciones de su presencia en cada una de las facultades en el transcurrir de
los sucesivos cursos académicos.
@$=($!5J Porcentajes sobre total de alumnas universitarias,
por Facultades y Cursos Académicos
Curso Medicina Farmacia Filosofía y
Letras Ciencias Derecho Total
1872-1910 48,0 24,7 20,5 4,1 2,7 100%
1914-1915 22,2 17,8 30,0 27,8 2,2 100%
1916-1917 19,2 16,4 26,6 37,2 0,6 100%
1918-1919 18,7 21,3 25,8 32,9 1,3 100%
1920-1921 14,6 26,2 23,2 34,2 1,8 100%
1923-1924 13,3 32,2 24,2 28,3 2,0 100%
1926-1927 8,1 27,7 25,6 36,4 2,2 100%
1928-1929 11,7 49,1 22,4 11,7 5,1 100%
1930-1931 9,7 43,2 25,1 14,9 7,1 100%
1932-1933 8,9 25,1 35,9 17,1 13,0 100%
Fuente: Anuarios Estadísticos de España. Años correspondientes. Elaboración propia.
Estas oportunidades de trabajo abiertas en los institutos que impartían el
bachillerato provocó el rápido crecimiento de las estudiantes de Filosofía y
Letras y de Ciencias, facultades a las que se dirigieron para obtener un título
que aseguraba un futuro prometedor. Del total de matrículas hasta el año 1910,
las de Filosofía y Letras pasaron del tercer lugar al primero con un treinta por
ciento en 1914; las de Ciencias se situaron como segundas con una llamativa
subida, del cuatro al veintisiete por ciento. Medicina fue la facultad que más
descendió proporcionalmente, y en Derecho siguieron representando un número
insignificante de forma que las dos primeras no terminaron hasta 1921; fueron la
valenciana María Ascensión Chirivella Marín y la madrileña María del Carmen
López Bonilla, a las que se unió dos años más tarde, en 1923, la vallisoletana
Luisa Cuesta Gutiérrez.
Continuaría el descenso relativo en Medicina y el incremento en Farmacia,
carrera que ofrecía una salida profesional más fácil y aceptada para las mujeres;
lo mismo que sucede en Filosofía y Letras respecto de Ciencias, que sigue
incrementando los porcentajes, pues los estudios de esta facultad daban acceso
a las oposiciones de entrada a plazas de bibliotecas, archivos y museos. Derecho
avanza muy lentamente: apenas superó el dos por ciento ya que, por el contrario,
no tenían entrada en la carrera judicial.
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El último tramo de esta Tabla 2 corresponde a los últimos años de la dictadura
de Primo de Rivera y primeros de la Segunda República. Llaman la atención,
por un lado, los porcentajes tan altos en Farmacia de l928 a 1930 y, por otro,
la disminución que se produce en los de Medicina, quizás éstos no ajenos
a un ambiente que veía con reticencias la práctica de las mujeres de muchas
especialidades médicas. Iniciado ya el cambio político republicano, vuelve a ser
Filosofía y Letras la carrera donde se concentra un mayor número de alumnas,
debido muy probablemente a la creación en 1932 de la Sección de Pedagogía en
esa facultad, una especialidad con plan propio de entrada si se contaba con título
de magisterio que muchas maestras aprovecharon para ampliar su formación
y por haberse cerrado ese mismo año la Escuela de Estudios Superiores del
Magisterio18.
Y casi se duplican las alumnas de Derecho, de nuevo vinculado a un cambio
legislativo, en este caso por el Real Decreto de 29 de abril de 1931, donde se
recogía lo siguiente: “Será admitida la mujer a las oposiciones que se anuncien
en lo sucesivo a Notarías y Registros de la Propiedad, y si obtuvieren plaza
ingresarán en los respectivos Cuerpos, donde desempeñarán sus funciones en
idénticas condiciones que el varón”19. Se trataba de unas salidas profesionales
con prestigio a la que las jóvenes no quisieron renunciar; los datos demuestran
su interés por formarse para poderlas desempeñar.
Como puede observarse, los datos experimentan una gran movilidad
dependiendo de las oportunidades laborales a las que cada una de las facultades
conducía. Los estudios de las mujeres del primer tercio del siglo XX, como había
sucedido con las pioneras del XIX, tenían como objetivo no solo el conocimiento
erudito de una determinada área científica, sino también una mirada de interés
al mundo profesional en el que pudieran integrarse.
La Tabla 3 nos acerca a los números absolutos de cada facultad. Dan otra
inmediatez a la proporcionalidad de los porcentajes y matizan algunas de las
percepciones que provocan.
18 Antonio Molero Pintado. Escuela de Estudios Superiores del Magisterio (1909-1932): un precedente histórico en la formación
universitaria del profesorado español (Guadalajara: Departamento de Educación de la Universidad de Alcalá de Henares, 1989).
19 Gaceta de Madrid 120, de 30 de abril de 1931: 407.
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@$=($!PJ!Número de Alumnas distribuidas por Facultades y Cursos académicos
Curso Medicina Farmacia Filosofía y
Letras Ciencias Derecho Total
1872-1910 35 18 15 3 2 73
1914-1915 20 16 27 25 2 90
1916-1917 34 29 47 66 1 177
1918-1919 29 33 40 51 2 155
1920-1921 64 115 102 150 8 439
1923-1924 120 289 217 254 18 898
1926-1927 132 451 417 592 35 1.627
1928-1929 209 879 402 210 91 1.791
1930-1931 178 800 465 306 132 1.881
1932-1933 223 626 446 427 325 2.047
Fuente: Anuarios Estadísticos de España. Años correspondientes. Elaboración propia.
Cantidades de dos dígitos, salvo en Derecho, en la segunda década del siglo que
se multiplican a partir de 1920, de una manera llamativa en Farmacia, reseñable
en Filosofía y Letras y en Ciencias, más prudente en Medicina y de cadencia
muy lenta en Derecho hasta 1927, primer curso en que las matrículas pasan a ser
el doble e inician un crecimiento que es más nítido en los dos últimos cursos de
esta Tabla 3.
Las políticas que impulsaron el interés y las innovaciones en los procesos
educativos y que alentaron a las mujeres a incorporarse más a todos los niveles
de enseñanza darán como resultado un conjunto de transformaciones que
empezarán en las aulas primarias y llegarán hasta los estudios universitarios20.
Itinerarios que les fueron proporcionando una libertad y una autonomía
desconocida por las generaciones anteriores y de efectos decisivos para las
siguientes.
PJ!7(!L3*Q/.*3$D*!&#'>/3.'N$3'*
Iniciarse en la docencia universitaria implicó una larga experiencia de éxitos
académicos acumulados por parte de numerosas alumnas en las aulas
universitarias. Pero hubo de esperar a que las implicaciones de los resultados
fueran asimiladas por la sociedad y se entendiera que podían aspirar a ser
profesoras en los institutos de segunda enseñanza e igualmente en la universidad,
como ya lo eran en la enseñanza primaria las maestras.
20 Consuelo Flecha García. “La Segunda República, las Mujeres y la Educación”. En Las Maestras de la República, editado por Elena
Sánchez de Madariaga (Madrid: Catarata, 2012), 23-55.
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La que consideramos hasta ahora pionera en el estrado universitario se llamaba
Luisa Cuesta Gutiérrez (1892-1962), que al finalizar la carrera en 1918 se estrenó
como profesora auxiliar interina y gratuita de las asignaturas de Geografía
Política y Descriptiva y de Paleografía en la Facultad de Filosofía y Letras
de Valladolid; una excelente alumna que había finalizado la licenciatura en
la Sección de Historia con sobresaliente y premio extraordinario21. Le había
precedido Emilia Pardo Bazán, si bien en condiciones específicas; había sido
nombrada en 1916 catedrática de una asignatura del período de doctorado de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, por el Rey Alfonso
XIII22, en virtud de sus méritos literarios, no como consecuencia de un itinerario
de formación académica. El Ministro de Instrucción Pública Julio Burell la
consideró en 1916 con cualidades innegables para ese cargo, aunque no recibió
la conformidad del claustro de la Facultad de Filosofía y Letras ni de la Real
Academia Española, una institución cuyos miembros ya le habían negado la
entrada23. Se van sumando otras profesoras en todas las universidades, pero solo
a partir del curso 1928-1929 figurarán en las estadísticas oficiales publicadas.
Estas series periódicas nos permiten conocer los datos que recoge la Tabla 4.
@$=($!RJ Profesorado universitario
Curso Mujeres Hombres Total % Mujeres
1928-1929 7 1.121 1.128 0.6%
1929-1930 11 1.167 1.178 0,9%
1930-1931 19 1.233 1.252 1,5%
1931-1932 21 1.158 1.179 1,7%
1932-1933 64 2.071 2.135 3,0%
Fuente: Flecha, 2013
Unos números que no podemos considerar definitivos, pues la búsqueda en
los fondos documentales de cada universidad devuelve un número mayor. Las
condiciones en que se producían los nombramientos de entrada en la docencia
universitaria como ayudantes de clases prácticas, aprobados por el claustro de
la facultad, daban invisibilidad administrativa fuera del centro concreto en que
se producían. De hecho, la consulta realizada a los archivos históricos de varias
universidades ha permitido identificar una serie de nombres de profesoras en
cada curso académico, cuyo total es superior al que señalan las estadísticas.
21 Archivo Universidad de Valladolid (AUVA). Legajo 681-2 y Libro 306. Consuelo Flecha García. “Profesoras de Historia Medieval:
mirando a los orígenes”. En Impulsando la historia desde la historia de las mujeres, editado por Pilar Díaz (Huelva: Publs. Universidad
de Huelva, 2012), 105-115.
22 Real Orden de 11 de marzo de 1916 creando en el Doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras, Sección de Letras, la Cátedra de
Literatura contemporánea de las Lenguas neo-latinas. Gaceta de Madrid 75, del 15 de marzo: 621. Real Decreto de 12 de mayo de
1916 nombrando Catedrático numerario (sic) de Literatura contemporánea de las Lenguas neo-latinas de la Universidad Central, a
Dª Emilia Pardo Bazán, Condesa de Pardo Bazán. Gaceta de Madrid 135, de 14 de mayo de 1916: 295.
23 Ángeles Quesada Novás. “Una meta alcanzada: La cátedra universitaria de Emilia Pardo Bazán”. La Tribuna 4 (2006): 56.
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Destacamos el salto cuantitativo en el curso 1932-1933, coincidiendo con el
primer bienio de la Segunda República; se triplica el número absoluto y se
duplica el porcentaje, coincidiendo con un substancial crecimiento del total de
profesorado en el conjunto de las universidades. La localización de profesoras
en cada universidad24 nos permite afirmar que siguieron aumentando, aunque
no contamos con estadísticas oficiales para los años previos a la Guerra Civil de
1936. Sí sabemos que ninguna llegó a consolidar su puesto en la universidad,
aunque lo intentaron; pero muchas de ellas concursaron a puestos docentes de
los institutos de segunda enseñanza y a plazas de bibliotecas, archivos y museos.
Estos ámbitos profesionales eran un camino más rápido para consolidar un
puesto laboral y con él una autonomía económica y personal, pues los criterios
del sistema de selección eran más objetivos.
Solo en la primera década del nuevo régimen político, los años cuarenta del
siglo XX, la dictadura franquista, pudieron lograr algunas una estabilidad en la
universidad presentándose a los concursos de plazas para profesoras adjuntas
y obteniéndolas. Una ley de 1943 estableció el acceso a este cuerpo docente
mediante concurso-oposición y, una vez aprobada, el rector hacía la propuesta
al Ministerio de Educación Nacional, que lo hacía por cuatro años, prorrogables
por otros cuatro25. Ya en los años cincuenta y sesenta, comenzaron a ocupar,
mediante oposición, cátedras universitarias, un nivel administrativo al que solo
llegaba una pequeña proporción del profesorado y que, en el caso de las mujeres,
se fue produciendo con una llamativa lentitud. El prestigio social del profesorado
universitario, el ambiente mayoritariamente masculino, la dedicación constante
al estudio y a la investigación, el tener que viajar para participar en congresos, las
publicaciones, etc., eran características y condiciones que costaba aceptar como
apropiadas para las mujeres. Pero en el escalafón de cátedras de universidad,
publicado por el Ministerio de Educación en 1974, figuraban once mujeres. La
mayoría, siete, catedráticas de facultades de Filosofía y Letras, dos de facultades
de Ciencias, una de Derecho y otra de Farmacia. La que rompe la unanimidad
masculina a comienzos de los años cincuenta accede a una cátedra de Historia
de la Pedagogía e Historia de la Pedagogía española. A ella se sumaron otras diez en
la década de los sesenta. En la Tabla 5 aparecen los nombres de cada una, las
disciplinas de su especialidad y las universidades en que ejercían. Un grupo
muy pequeño distribuido en siete universidades, pero con una concentración en
la de Santiago de Compostela, que contaba con cuatro de estas once catedráticas.
24 Hemos consultado los archivos históricos de las universidades de Granada, Madrid, Murcia, Salamanca, Santiago, Sevilla, Valencia,
Valladolid y Zaragoza.
25 Ley de 29 de julio de 1943, sobre Ordenación de la Universidad Española, art. 62. Boletín Oficial del Estado 212, de 31 de julio.
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@$=($!S? Mujeres catedráticas hasta 1970
Nombre Año Disciplina Facultad Universidad
Galino Carrillo, Ángeles 1953 Historia de la Pedagogía Filosofía y Letras UCM
Linares Rodríguez,
Asunción 1961 Paleontología Ciencias UGR
Virgili Rodón, Carmen 1963 Estratigrafía y
Geología Histórica Ciencias UCM
Begúe Cantón, Gloria 1965 Economía Política y
Hacienda Pública Derecho USAL
Shaw Fairman, Patricia 1966 Lengua y Literatura Inglesa Filosofía y Letras UB
Codoñer Merino, Carmen 1966 Lengua y Literatura Latinas Filosofía y Letras UOV
Gómez Molleda, María Dolores 1967 Historia Contemporánea
Universal y de España Filosofía y Letras USC
Miralbes Bedera, Mª del Rosario 1967 Geografía Filosofía y Letras USC
Pérez Martín, María Jesús 1970 Lengua y Literatura Latinas Filosofía y Letras UVA
Bobes Naves, María del Carmen 1970 Gramática histórica de la
Lengua española Filosofía y Letras USC
Fernández Otero, María del Pilar 1970 Fisiología animal Farmacia USC
Fuente: Escalafón de Catedráticos (sic) (1974)
Este acercamiento general diacrónico que hemos referido hasta aquí habla de un
grupo de emprendedoras con voluntad y constancia, de una realidad de avance
en la condición femenina que afectó a pocas mujeres hasta el último tercio del
siglo XX, pero que ilustra el origen de la situación a la que nos referimos en
los siguientes apartados, es decir, a lo que ha ocurrido en el inicio del nuevo
milenio, ayudándonos a valorar la evolución acaecida. A la vez, nos permite
entender por qué está siendo tan difícil superar inercias e impedimentos para
que las mujeres se muevan hoy con la libertad que les corresponde dentro de los
ámbitos académicos.
Desde los años ochenta del siglo XX las estudiantes universitarias en España
vienen superando a sus compañeros tanto en número de matrículas como
de graduaciones; hay menos jóvenes matriculados, necesitan más años para
finalizar la carrera, y la deserción es más frecuente entre ellos. En el curso 2011
—la fecha más reciente en que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha
publicado resultados universitarios— eran mujeres aproximadamente el 54%
del alumnado universitario y el 58,6% de quienes se habían graduado.
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Pero no solo las mujeres han llegado a ser mayoría cuantitativa, sino que además
son las que obtienen mejores rendimientos, como comenta Ana Crespo sobre
datos de “La Universidad española en cifras 2011” y como igualmente muestran
las últimas estadísticas europeas, que señalan mayores índices de abandono
entre los varones y mayores porcentajes de graduaciones universitarias entre las
mujeres, y ello como una constante en todos los países de la Unión Europea26.
También en másteres y doctorados las mujeres han empezado a superar
cuantitativamente a los varones, si bien los porcentajes de lectura de tesis de
hombres y mujeres oscilan en España entre el 44% y el 56% en los últimos años,
pues ciertamente se trata de una fase crítica en la carrera profesional universitaria
de las mujeres.
Como muchos estudios describen y nosotras mismas hemos comprobado en
diversas investigaciones27, no es casualidad el abandono de las mujeres en los
años de lectura de la tesis, pues coinciden generalmente con los del inicio de
la vida en pareja y la formación de una familia, situación frente a la que las
mujeres —por la presión social de los roles de género— se encuentran en un dura
disyuntiva al verse abocadas a tener que elegir entre familia-hijos y promoción
profesional, algo que en absoluto sucede igual a sus compañeros varones
que, por el contrario, ven aumentar su apoyo profesional y, en consecuencia,
su tiempo de dedicación al trabajo remunerado y sus posibilidades de “hacer
carrera”, justo cuando comienzan a vivir en pareja o forman una familia.
Por eso, cuando analizamos las cifras del profesorado, las proporciones entre
uno y otro sexo casi se invierten a partir de la tesis de doctorado, hasta disminuir
los porcentajes de mujeres entre el profesorado al 38,7%, situándose además, de
manera inexplicable, mayoritariamente en las posiciones más bajas del escalafón,
algo confirmado por los datos sobre docencia universitaria españoles y de casi
todo el resto de países.
En el siguiente gráfico, Fig.1, sobre alumnado y profesorado universitario,
representamos a modo de ejemplo y resumen la posición de mujeres y hombres
en la universidad, en una instantánea de 2011 que ha cambiado muy poco en las
últimas décadas.
26 Eurostat. The statistical office of the European Union.7 de marzo 2014.
27 Ver por ej. Ana Guil Bozal, Ana Solano y Manuela Álvarez. La situación de las mujeres en las universidades públicas andaluzas: P.D.I.
y P.A.S (Sevilla: Consejo Económico y Social de la Junta de Andalucía, 2005).
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Figura 1: Alumnado y Profesorado Universitario España 2011
Como puede observarse, la realidad es que, pese al aumento progresivo de
universitarias y los mejores resultados logrados, su trayectoria a lo largo del
proceso académico que conduce al profesorado se mantiene en los primeros
tramos y se invierte de manera incomprensible en el momento de ingresar en
éste. El 43,3% de hombres que han defendido la tesis pasan a ser el 61,3% del
profesorado; y del 56,7% de mujeres doctoras solo permanece un 38,7% de
profesoras. Además, no es previsible que este desajuste vaya a solucionarse al
menos a corto plazo, como se aprecia en la Fig. 2, que hemos elaborado para
constatar la lenta evolución de los porcentajes de mujeres respecto del total de
profesorado a lo largo de 30 años. Y menos aún si tenemos en cuenta que los
retrocesos son posibles, máxime en épocas de crisis económica —como la actual
en España—, en que las mujeres siempre llevaron históricamente las de perder.
Figura 2: Evolución del profesorado universitario en España
53,9% 58,6%56,60% 51%56,70%
38,70%
46,1% 41,4% 43,30% 49%43,30%
61,30%
0%
10%
20%
30%
40%
50%
60%
70%
80%
90%
100%
Matrículas Graduaciones Máster Predoctorales TesisProfesorado
% Mujeres
% Hombres
Elaboración propia sobre datos INE 2012
0
20.000
40.000
60.000
80.000
100.000
120.000
140.000
1980 1985 1990 1995 2000 2005 2010
Total PDI Mujeres Hombres
Elaboración propia sobre datos INE
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El profesorado se ha triplicado debido al crecimiento del alumnado en las
universidades, una ocasión que tampoco ha podido ser aprovechada para que el
porcentaje de mujeres dentro del cuerpo docente hubiera avanzado hasta llegar
al menos a su constitución paritaria en España.
Y si nos centramos en las cátedras de universidad —la más alta categoría
docente—, los porcentajes de mujeres, pese a la progresiva mejoría, continúan
siendo desalentadores. Los datos de la Fig. 3 no pueden sino provocar ese
sentimiento. El aumento de cátedras apenas redunda en la disminución del
desajuste respecto de las mujeres, las cuales no dejan de comprobar las numerosas
dificultades y circunstancias adversas que encuentran en el camino pautado, y
tantas veces pactado, para obtenerlas.
Figura 3: Evolución de las Cátedras de Universidad en la primera década del siglo XXI
Una realidad que no solo afecta a España, pues en la comparación con los datos
europeos el panorama tiene muchos puntos de coincidencia. En la Fig. 4 se
puede apreciar esto fácilmente en el recorrido que presenta de la evolución de los
porcentajes de estudiantes y de profesorado universitario, hombres y mujeres,
desde el momento de acceso a la universidad hasta el más alto escalafón docente,
datos referidos a un período de ocho años, del 2002 al 2010.
12% 13%15%18%
7.931 8.6938.98810.321
0
2.000
4.000
6.000
8.000
10.000
12.000
14.000
2001-022004- 2007-082010-11
Elaboración propia sobre datos INE 2014
TOTAL Cátedras
Mujeres Catedráticas
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Figura 4: Evolución de estudiantes y profesorado universitario en Europa
Fuente: She Figures 2012
La gráfica dibuja una tijera de mango corto porque enseguida confluye en un eje
del que salen invertidas las dos líneas o filos, en una trayectoria de progresiva
separación que el paso de los años no ha podido apenas modificar, sin dar
prácticamente oportunidades para el equilibrio. Son muchas las preguntas
que estas situaciones plantean, pero quizás podemos sintetizarlas, no sin
actitud provocadora, en las siguientes: ¿la universidad prioriza el sexo de su
profesorado por delante de la excelencia de la formación?, ¿dónde han quedado
sus principios humanistas y racionalistas?, ¿acaso las mujeres no formamos
parte del género humano?
-E;-K98FH;
El indudable avance de las mujeres en los ámbitos universitarios desde sus
inicios hasta la actualidad no ha podido desterrar la ancestral supremacía de
los hombres, los cuales continúan ostentando el poder de enseñar, organizar
y decidir, pese a su efectiva minoría cuantitativa entre el alumnado y a los
mejores resultados académicos de las mujeres. Así se impone la realidad de que
las posiciones más altas del escalafón, los puestos mejor remunerados y los de
mayor visibilidad y reconocimiento público siguen siendo espacios vetados
para la mayoría de las profesionales que han de conformarse con posiciones
intermedias, pese a su demostrada valía.
100
80
60
40
20
0ISCED 5A
Students
ISCED 5A
Graaduates
ISCED 6
Students
ISCED 6
Graaduates
Grade CGrade BGrade A
Women 2010 Men 2010 Women 2002 Men 2002
55
54
46
45
53
59
54
51
59
42
41
4649
41
46
54 56
56
60
40
44
37
32
20
15
85
80
68
63
59
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Mientras tanto, observan cómo ascienden los colegas hombres, junto a solo una
exigua minoría de mujeres a las que consienten su llegada hasta posiciones
ocupadas prioritariamente por ellos, con frecuencia para cubrir el expediente al
hilo de una nueva conciencia sobre la equidad y prefiriendo a las que no rompan
el orden patriarcal. Y no es ninguna exageración este modo de percibir pues, a
la vista de los datos, ciertamente nuestras catedráticas y no digamos nuestras
rectoras universitarias, después de varios siglos y pese a las características ya
señaladas, siguen representando situaciones de excepción y, en cuanto tal, no
generalizables.
La magnífica Ley de Igualdad española y las subsiguientes leyes derivadas no
han conseguido superar los férreos techos de cristal que impiden a las mujeres
ocupar, en igualdad de condiciones con los hombres, las posiciones universitarias
que, además, les corresponderían doblemente por su ya mayor formación.
Y no se trata de un problema relacionado con la tardía incorporación de
las mujeres a la universidad, pues ya han superado con creces esa ausencia
multicentenaria. Más bien es un reflejo de nuestra sociedad patriarcal, que
permea a sus instituciones todas y a cada una de las estructuras. La universidad
no es ninguna excepción a esa regla androcéntrica.
Sin embargo, y desde una posición tal vez utópica, no podemos dejar de plantear
que las universidades tienen la obligación de educar en la igualdad y que en
consecuencia tendrían que ser referencia y ejemplo, de primera mano, de la
participación equitativa de alumnado y profesorado en todas sus dinámicas de
funcionamiento. Y no significa que muchas mujeres quieran ocupar los mejores
puestos por reconocerse preparadas porque desean tener capacidad de decidir;
simplemente aspiran a promocionar profesionalmente, a tener la opción de
ocupar de manera paritaria las posiciones que les corresponden.
Quieren, en definitiva, que sea una realidad la democracia, la justicia social y
la práctica cotidiana de todos los derechos de ciudadanía también para la otra
mitad de la población, relegada en el proyecto de Estados modernos, esto es,
para las mujeres.
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097;@78
Gaceta de Madrid 120, de 30 de abril de 1931: 407.
Gaceta de Madrid 75, del 15 de marzo: 621.
Gaceta de Madrid 135, de 14 de mayo de 1916: 295.
Ley de 29 de julio de 1943, sobre Ordenación de la Universidad Española, art. 62.
212, de 31 de julio.
Real Orden de 11 de marzo de 1916 creando en el Doctorado de la Facultad de
Filosofía y Letras, Sección de Letras, la Cátedra de Literatura contemporánea de las
Lenguas neo-latinas.
Real Decreto de 12 de mayo de 1916 nombrando Catedrático numerario (sic) de
Literatura contemporánea de las Lenguas neo-latinas de la Universidad Central, a
Dª Emilia Pardo Bazán, Condesa de Pardo Bazán.
670767;-F"8
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María de Maeztu, directora de la Residencia
de Señoritas creada en 1915.
Primeras alumnas de la
Residencia Universitaria Teresiana en 1914.
Pilar Careaga Besabe, primera mujer ingeniera
de España, graduada en 1929 en la Escuela de
Ingenieros Industriales de Madrid.