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Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT):
conductismo, mindfulness y valores
Juan Pablo Coletti
Licenciado en Psicología, UBA
Docente de Posgrado, Facultad de Ciencias Humanas y de la Conducta, Universidad Favaloro
E-mail: juanpacoletti@gmail.com
Germán Leandro Teti
Médico especialista en Psiquiatría
Equipo DBT, Fundación Foro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Médico de Planta, Servicio de Guardia, Hospital “Dr. Braulio A. Moyano”
Becario de Investigación, Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Ayudante de Primera, 3a Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, UBA
Resumen
En las últimas décadas se han desarrollado una serie de tratamientos psicológicos denominados «terapias de tercera genera-
ción». Uno de ellos es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) que esencialmente busca promover la aceptación de los
eventos privados en oposición a modificarlos o cambiarlos, con el objetivo de posibilitar flexibilidad psicológica. De esta ma-
nera, se busca que el sujeto pueda elegir orientar su comportamiento hacia lo que valora. El presente trabajo busca dar cuenta
de algunas condiciones del contexto que promovieron su surgimiento, la filosofía y teoría subyacente; y por último, las parti-
cularidades del modelo de intervención.
Palabras clave: Terapia de Aceptación y Compromiso - ACT - Terapias de tercera generación - Flexibilidad psicológica - Evi-
tación experiencial.
ACCEPTANCE AND COMMITMENT THERAPY (ACT): BEHAVIORISM, MINDFULNESS AND VALUES
Abstract
Over the last decades a series of psychological treatments labeled «Third Generation Therapies» have been developed. Accep-
tance and Commitment Therapy (ACT) is a third generation therapy that essentially seeks to promote the acceptance of private
events in opposition to their modification or change, with the aim of promoting cognitive flexibility. Thus, it is intended that
the subject be permitted to choose their behavior consistent with personal values. The current work aims to provide overview
specific to the contextual conditions that promoted the emergence of ACT, the underlying philosophy and theory, and the
particularities of the intervention model.
Key words: Acceptance and Commitment Therapy - ACT - Third wave psychotherapies - Psychological flexibility - Experien-
tial avoidance.
Introducción
En el contexto de las psicoterapias basadas en la evi-
dencia, han surgido modelos denominados «terapias
de tercera generación» (1). Este término ha sido defini-
do por Steven Hayes del siguiente modo: “Fundamen-
tada en una aproximación empírica y enfocada en los prin
cipios del aprendizaje, la tercera generación de terapias
cognitivas y conductuales es particularmente sensible al
contexto y a las funciones de los fenómenos psicológicos,
y no solo a la forma, enfatizando el uso de estrategias de
cambio basadas en la experiencia y en el contexto además
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de otras más directas y didácticas. Estos tratamientos
tienden a buscar la construcción de repertorios amplios,
flexibles y efectivos en lugar de tender a la eliminación
de los problemas estrechamente definidos...” (1). Estos
modelos tienen en común la utilización de técni-
cas basadas en mindfulness y aceptación, aunque los
principios filosóficos y teóricos que las sustentan
presentan diferencias (2). De estos modelos, el que
parece haber cobrado mayor relevancia y populari-
dad es la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT,
por sus siglas en inglés) (3). ACT es un modelo de
tratamiento emergente de la investigación básica en
lenguaje y cognición humana desde una perspectiva
contextual-funcional derivada del conductismo radi-
cal. En este artículo se abordan los siguientes aspec-
tos de ACT: la filosofía subyacente (Contextualismo
Funcional: CF) y los principios teóricos emergentes
de la investigación en lenguaje y cognición humana
(Teoría de los Marcos Relacionales: TMR). Posterior-
mente se desarrolla el modelo de la Inflexibilidad
Psicológica y por último las características básicas de
la intervención.
Condiciones antecedentes al surgimiento de la
Terapia de Aceptación y Compromiso
La necesidad de dar respuesta a los problemas
psicológicos ha generado una brecha entre el cono-
cimiento emergente de la investigación básica y las
técnicas utilizadas en el abordaje de diversos proble-
mas psicológicos (4). La búsqueda de herramientas
que conformen “paquetes” de intervenciones efica-
ces ha ido generando distancia entre las asunciones
filosóficas, la investigación básica y las técnicas deri-
vadas de los principios y leyes de esas dos fuentes de
conocimiento. Existe una tensión entre la necesidad
de un progreso inmediato y la disposición a dar pasos
cuidadosos que podrían generar progreso a largo pla-
zo (4).
ACT podría considerarse como la evolución de un
proceso que se origina a finales de los años 70 con el
intento de extender los límites del pensamiento skin-
neriano a fenómenos complejos de la clínica (5). Zettle
(6) describe este proceso en tres etapas: la primera, de
finales de los años 70 y principios de los 80, caracteri-
zada por el intento de transferir los principios básicos
del análisis de la conducta verbal (5) y de la conducta
gobernada por reglas (7) al contexto clínico. Durante
ese período se desarrolla un plan de intervención, pre-
cursor de ACT, llamado “distanciamiento comprehensi-
vo”. En la segunda etapa, a mediados de los 80, deno-
minada período transicional, se desarrolló la TMR que
culminó con la aparición del primer libro sobre el tema
(8), considerado un postulado post-skinneriano acerca
del lenguaje, la conducta gobernada por reglas y el con-
trol verbal. En la última fase, ACT se muestra como una
aproximación contextualista-funcional, apoyada en
investigación básica (TMR), del que emerge una teoría
que permite entender los problemas humanos e inter-
venir sobre ellos (6).
Contextualismo funcional: la filosofía subyacente
En el año 1942, Stephen Pepper publica el libro
“Hipótesis del mundo”, trabajo donde desarrolla una
visión filosófica que diferencia 4 formas de ver el mun-
do: mecanisista, formista, organicista y contextualista
(9). Cada una de estas miradas presenta una “metáfora
raíz”. La metáfora raíz del CF es el “acto en contexto”
(10). El CF conceptualiza los eventos psicológicos como
un conjunto de interacciones entre el organismo como
un todo y el contexto histórico y situacional del sujeto
(1). Un acto aislado de su contexto histórico y situacio-
nal pierde la naturaleza para su conocimiento y modifi-
cación (11).
Los componentes esenciales del CF son: (a) focalizar
en el evento como un todo, (b) ser sensible al rol del
contexto en el entendimiento de la naturaleza y la fun-
ción de un evento, (c) enfatizar en un criterio de verdad
pragmática, y (d) establecer objetivos específicos sobre
los cuales aplicar el criterio de verdad (11).
El criterio de verdad en el CF es aquello que funciona
exitosamente. Habiendo establecido un objetivo analíti-
co, lo verdadero será aquello que funcione para cumplir
con dicho objetivo (10).
Desde la perspectiva del CF, el análisis conductual es
una ciencia que busca “el desarrollo de un sistema organiza-
do de conceptos verbales y reglas de base empírica que permi-
ten predecir e influir un fenómeno conductual, con precisión,
amplitud y profundidad” (12). La precisión hace referencia
a la aplicación de los principios conductuales a eventos
específicos, amplitud implica que un amplio rango de
fenómenos pueden ser analizados con un número limi-
tado de conceptos, y profundidad significa que los con-
ceptos analíticos relevantes para un nivel de análisis (por
ejemplo, nivel psicológico) mantienen coherencia con
otro nivel (por ejemplo, nivel neurobiológico) (12).
Teoría de los marcos relacionales
Esta teoría da cuenta de una concepción funcional-
contextual del lenguaje y la cognición que se centra en la
habilidad humana para establecer relaciones arbitrarias
entre eventos y a derivar funciones nuevas no entrenadas
(8). Esencialmente TMR da cuenta de cómo los huma-
nos, a través del lenguaje, responden a los estímulos en
términos de otros; este aprendizaje relacional, permite
responder a un estímulo sobre la base de las relaciones
que se hayan conformado en la historia personal entre
dicho estímulo y otros (13,14).
TMR sostiene que el comportamiento relacional,
aprendido durante el proceso de socialización, compren-
de el establecimiento de relaciones arbitrarias y bidirec-
cionales entre estímulos. Las claves o marcos relaciona-
les poseen tres propiedades (15):
1. Vinculación mutua: implica una relación bidi-
reccional entre dos eventos (ej., si A es equivalente a B,
entonces B es equivalente a A). A manera de ejemplo, si a
un niño se le dice que María es más alta que Juan, derivara
que Juan es más bajo que María (16).
2. Vinculación combinatoria: implica una relación
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transitiva en la que dos relaciones se pueden combinar
para derivar una tercera (ej., si A es mayor que B; y B
es mayor que C, de esto se aprende una nueva relación
derivada de las anteriores, donde C es menor que A). A
manera de ejemplo -y siguiendo con el anterior-, si al niño
también se le dice que Pepa es más alta que María, derivara
que Pepa es más alta que Juan (16).
3. Transformación de funciones: implica que la fun-
ción que tenga un estímulo puede cambiar la función
de todo aquel otro con el que se relacione. A manera de
ejemplo, piénsese en la formulación, socialmente extendida,
como verdad hasta recientemente –y aún- «quienes van al
psiquiatra o al psicólogo es porque están locos o algo les fun-
ciona mal»... sin información contraria a ésta, es de esperar
que si una persona determinada llega a conocer a otra hacia
quien, inicialmente, muestra una cierta atracción y, llegado
el momento se encuentra con que esta persona le confiesa que
ha acudido al psiquiatra, su inclinación hacia ella cambie
de signo; esto es, comience a «verla» con funciones verbales
aversivas, aquellas que según su historia socioverbal propor-
cionan a lo que se relaciona con acudir a psiquiatras y estar
loco... (15).
El papel de la cultura en el desarrollo de los
trastornos psicológicos
ACT es un modelo que sienta sus bases en un prin-
cipio contraintuitivo para nuestra cultura occidental, a
saber: el sufrimiento es parte de la vida y en el contexto
de lo que el individuo considera importante o valora,
intentar suprimirlo puede transformarse en un proble-
ma. Al mismo tiempo, hay algo de ubicuo en el sufri-
miento humano (17), algo que hace de esa experiencia
un denominador común que no respeta diferencias de
género, etarias, de status social, económico, etc. Sin
embargo, el plan cultural de la felicidad como fin último
establece reglas para vivir que no “encajan” con cierta
naturaleza de la experiencia humana, como es el sufri-
miento, generándose un desajuste entre lo que la regla
promete y lo que se obtiene cuando se la sigue. El fin de
alcanzar la felicidad promueve una modalidad repetiti-
va e infructuosa de evitación de cualquier experiencia
que provoque sufrimiento; este patrón, por el contrario,
genera mayor sufrimiento e impide el desarrollo de una
vida orientada a valores.
El problema humano: la evitación
Dadas las condiciones mencionadas en el apartado
anterior, se naturaliza la evitación de cualquier experien-
cia que atente contra el plan de la felicidad y el sentir-
se bien. Según Steven Hayes, la evitación experiencial
“ocurre cuando una persona no está dispuesta a permane-
cer en contacto con experiencias privadas particulares (p. ej.,
sensaciones corporales, emociones, pensamientos, recuerdos,
predisposiciones conductuales) e intenta alterar la forma o la
frecuencia de esos eventos y los contextos que los ocasionan”
(17). La práctica de la evitación no es un problema en sí
mismo, sino que se transforma en nociva cuando orien-
ta al sujeto hacia la inflexibilidad psicológica; es decir,
el problema surge cuando un patrón rígido de evitación
bloquea la posibilidad de acceder a una vida guiada por
aquello que el sujeto valora.
Una alternativa a la psicopatología oficial: la
inflexibilidad psicológica
La concepción de la psicopatología en ACT se resume
en el término inflexibilidad psicológica que podría pensar-
se como la imposibilidad de responder en forma efectiva
(consistente con valores) frente a los avatares de la vida.
Dicha imposibilidad es emergente de seis procesos que se
describen a continuación (18).
La evitación experiencial, tal como se mencionó ante-
riormente, es el intento sistemático de controlar las
experiencias internas como pensamientos, sensaciones
corporales y emociones, aún cuando esa actividad ha
sido infructuosa y ha traído consecuencias que atentan
contra la vida que el sujeto quiere llevar. Existe una para-
doja inherente al intento de evitar, suprimir o eliminar
las vivencias personales no deseadas que consiste en que
tales intentos desembocan en un recrudecimiento de la
frecuencia e intensidad de la experiencia evitada (19,20).
Un elemento facilitador de la evitación experiencial es
la tendencia de los humanos a reproducir los modos de
resolver problemas en el mundo físico en el contexto de
las experiencias internas. Frente a las dificultades que se
presentan en el mundo material, las personas elaboran
planes de afrontamiento que implican la resolución de
problemas. La estrategia de resolución de problemas es
un proceso cognitivo, afectivo y conductual a través del
cual el individuo intenta identificar o descubrir solucio-
nes a los problemas específicos que se le van presentan-
do en su vida cotidiana (21). El problema surge cuando
se utiliza esa herramienta, efectiva en determinados con-
textos, a la “solución” de las experiencias internas (emo-
ciones, pensamientos, etc.), donde “solución” implica
quitar o evitar dichas experiencias. Por consiguiente,
cuando las emociones y los pensamientos se ven como
un problema y se aplica el mismo método, el resultado
tiende a ser disfuncional. Algunos autores dan cuenta de
los efectos paradójicos del intento de control emocional
y cognitivo (22, 23). Ejemplo de una posible manifestación
clínica de este proceso: una paciente refiere que desde que
habló del episodio de abuso sexual sufrido en la infancia,
evita tomar contacto con hombres, comenzó a tomar alcohol
en exceso y recita un mantra para distraerse de las imágenes
del abuso.
La fusión cognitiva es el control excesivo e inapro-
piado del lenguaje de un modo que impide la conducta
más efectiva en ese contexto (2), y hace referencia a res-
ponder a los pensamientos en términos de su contenido
literal, excluyendo directa o indirectamente, otras fun-
ciones psicológicas disponibles (24). La fusión consiste
en mezclar los procesos verbal-cognitivos con la expe-
riencia directa de manera que el individuo no puede
diferenciar entre ambos. Cuando se está fusionado, se
formula una situación de manera simbólica y luego se
organiza el comportamiento de manera que encaje con
los requerimientos de las reglas programadas a seguir
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): conductismo, mindfulness y valores
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(19). La actividad de predecir, planificar y actuar acorde
a lo programado ha tenido y tiene un valor sustantivo
en la mayoría de las actividades humanas, y gracias a
eso se han alcanzado muchos de los productos cultura-
les. Sin embargo, cuando prevalece la fusión, el pensa-
miento regula la conducta sin ninguna otra contribu-
ción adicional (19); el gran desafío del ser humano es
aprender a notar cuando en determinado contexto esa
regulación no funciona. La fusión con el seguimiento de
reglas verbales tiene una relación estrecha con la evita-
ción experiencial, dado que, los argumentos y razones
para sostener la actividad evitativa conllevan un fuerte
poder reforzante que mantiene el comportamiento en
el tiempo. Ejemplo de una posible manifestación clínica de
este proceso: a un paciente con ideas obsesivas se le impone
el pensamiento “si no limpio perfectamente mi casa, mi hijo
va a morir de cáncer”, apegado a la literalidad y no pudiendo
notar que es sólo un pensamiento.
La evitación experiencial y la fusión cognitiva faci-
litan el proceso fusión con un pasado y futuro conceptua-
lizado, provocando que la mente focalice la atención en
eventos pasados o aquellos que potencialmente puedan
ocurrir en el futuro (17). Como consecuencia se produce
una pérdida de contacto flexible con el presente, gene-
rando insensibilidad a los sucesos que están acontecien-
do. Ejemplo de una posible manifestación clínica de este pro-
ceso: un paciente con historia de dificultades académicas, no
deja de pensar en los exámenes en los que reprobó y teme por
fracasos futuros.
El yo contenido integra la historia verbal que el sujeto
armó sobre sí mismo e incluye todas las creencias, pen-
samientos, ideas, juicios y memorias que conforman el
autoconcepto (25). En otras palabras, describe “quién
soy” como persona. En algunos contextos la fusión con
el yo contenido puede bloquear la posibilidad de actuar
en forma consistente con los valores. Ejemplo de una posi-
ble manifestación clínica de este proceso: un padre que con-
sulta preocupado por presentar múltiples episodios de agre-
sión verbal hacia su hijo, expresa en sesión “yo soy un buen
padre, y un buen padre pone límites claros”.
Falta de claridad o alejamiento de valores. Los valores
son cualidades de una acción, reglas verbales que des-
criben la forma en la que el sujeto elige vivir su vida.
Los valores no se alcanzan como las metas y los objeti-
vos, sino que ofician de horizonte que dan sentido a las
acciones desplegadas momento a momento. “Los valores
son los deseos más profundos de nuestro corazón y guían la
manera en la que queremos interactuar con el mundo, otras
personas y nosotros mismos. Dan cuenta de cómo queremos
estar en la vida, cómo nos queremos comportar y qué tipo
de personas queremos ser. Tanto la fusión cognitiva como la
evitación experiencial llevan al sujeto a vivir de un modo poco
consistente con aquello que valora” (25). Ejemplo de una
posible manifestación clínica de este proceso: una paciente
con síntomas depresivos expresa “hace años que no tengo
idea que hacer con mi vida”.
Impulsividad e Inhibición. La evitación, la fusión cog-
nitiva y la pérdida de contacto con valores, sirven de
base para el desarrollo de un patrón estrecho y rígido
de conductas ineficaces, que pueden caracterizarse por
el exceso (impulsividad) o déficit (inhibición) de com-
portamientos (17). Ejemplo de una posible manifestación
clínica de este proceso: dos pacientes concurren a sesión, uno
por consumo excesivo de alcohol que le ocasionó la pérdida
de su empleo, y el otro, por dificultad para iniciar y mante-
ner una conversación con un desconocido.
Cabe aclarar que ninguno de estos procesos es nece-
sariamente patológico; de hecho, en determinados con-
textos, tanto la fusión como la evitación experiencial
pueden cumplir una función adaptativa. Uno de los
tantos ejemplos donde se podría ver la fusión cognitiva
no patológica es la experiencia de ver una película en
el cine; la fusión con la historia da lugar a que el sujeto
pierda registro de que es una obra artística y responde
frente a lo que ve como si estuviera ocurriendo.
El modelo ACT: evaluación y tratamiento
La propuesta terapéutica de ACT podría sintetizarse
en dos instancias: clarificar los valores del paciente y
facilitar la actuación comprometida mediante las inter-
venciones orientadas a promover defusión y aceptación
de las experiencias internas (pensamientos, emociones,
etc.) que se presentan como barreras para dicha actua-
ción (26). El trabajo sobre los obstáculos que experimen-
ta el paciente implica desactivar la evitación destructiva
que atenta contra la posibilidad de vivir en sintonía con
valores.
La evaluación del problema se realiza llevando ade-
lante un proceso llamado análisis funcional, método de
evaluación utilizado en análisis de la conducta, con el
objetivo de identificar todas las formas en que se mani-
fiesta la función evitativa. El propósito de este trabajo es
intentar responder las siguientes preguntas: ¿qué logra
el paciente haciendo lo que hace?, ¿cuál es el impacto
inmediato subsiguiente de lo que el paciente hace sobre
sus propias emociones?, ¿logra aliviar o quitar algún pen-
samiento, recuerdo, situación que le genera angustia,
ansiedad, tristeza? Los resultados del análisis funcional
dejarán al descubierto los patrones de inflexibilidad psi-
cológica que serán el objetivo de intervención a lo largo
del tratamiento.
En ACT no se promueve la implementación de un tra-
tamiento estructurado que siga pautas rígidas para gene-
rar condiciones de flexibilidad psicológica. Los autores
(17) proponen llevar al paciente por distintos procesos
dentro de la terapia, que se resumen a continuación.
Desesperanza creativa: desde la perspectiva de ACT, el
paciente llega al tratamiento con la intención de quitar-
se aquello que el planteo cultural ha establecido como
un impedimento para vivir, es decir, de remover aque-
llas experiencias internas que se consideran obstáculos
para acceder a una vida con sentido. Estas experiencias
pueden presentarse en forma de recuerdos, sensaciones
corporales, pensamientos, que al considerarse causa de
la conducta deben “extirparse” para poder actuar. El
paciente buscaría, una vez más, algún método que extrai-
ga lo malo y lo reemplace por lo bueno; esta demanda es
consistente con el plan culturalmente establecido (15).
Luego de hacer la evaluación del problema se requerirá
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Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): conductismo, mindfulness y valores
trabajar en forma experiencial, para poner al descubier-
to la inefectividad del intento de control de la experien-
cia interna. A diferencia de una intervención psicoedu-
cativa en la que se busca “hacerle entender al paciente
que lo que hace no funciona”, lo que se promueve es
confrontar lo que “la mente” propone (quitar el sufri-
miento), con los resultados de dicho plan en la expe-
riencia. La pregunta que repetirá el terapeuta es: ¿cómo
ha funcionado lo que hiciste hasta ahora?, ¿funcionó
en el largo plazo?, ¿qué dice tu experiencia cuando
miras para atrás y ves todo lo que hiciste para intentar
quitarte eso? Según Hayes “la fase de desesperanza crea-
tiva concluye cuando los pacientes muestran signos de ver
cómo el sistema los ha movido en círculos mientras expre-
san apertura a mirar alternativas” (17). Esencialmente el
trabajo en la etapa de desesperanza creativa es dejar al
descubierto lo que el paciente quiere, lo que hace y lo
que consigue (16).
Sentadas las bases que dejan al descubierto los resul-
tados de la estrategia evitativa, el proceso de la terapia se
orienta a presentar una alternativa al control, la acepta-
ción. Para generar condiciones que favorezcan la acepta-
ción se apela al trabajo con defusión. El proceso de defu-
sión involucra la creación de contextos no literales y no
evaluativos; como consecuencia, disminuyen las funcio-
nes regulatorias innecesarias de los eventos cognitivos e
incrementan el contacto con el proceso de pensamiento
en oposición a quedar tomado por los productos del mis-
mo (4). El producto de este proceso favorece observar los
pensamientos más que observar desde los pensamientos,
notar los pensamientos sin quedar cautivo de los mis-
mos y dejar que los pensamientos vengan y vayan sin
aferrarse a ellos (25). Múltiples herramientas de mindful-
ness pueden ser utilizadas en el trabajo con defusión,
tales como, “dejar a los pensamientos ir y venir como
nubes pasajeras” u “observar, describir y participar de la
experiencia sin juzgar” (27).
La aceptación se define como “la adopción voluntaria
de una postura intencionadamente abierta, receptiva, flexible
y exenta de juicios en relación al momento presente” (19).
Aceptación no significa tolerancia, resignación, aguante
o fatalismo, sino elección de las experiencias tal como
son, con conciencia plena y con una actitud de apertura
y curiosidad, y sin defensas innecesarias y contraprodu-
centes (2).
El trabajo con el proceso de aceptación cobra todo
su sentido en el marco de los valores personales del suje-
to, cuyo esclarecimiento se vuelve parte esencial de la
terapia. Los valores representan lo que el sujeto siente
importante para su vida, ese horizonte que le da sentido
a sus acciones. Asimismo, los valores se definen como
“consecuencias elegidas, verbalmente construidas, de patro-
nes de actividades dinámicos y cambiantes, de manera que
las propias actividades implicadas llegan a ser el reforzador
predominante” (28). Algunas preguntas que hacen refe-
rencia a valores podrían ser: ¿qué es importante para tu
vida?, ¿qué tipo de persona te gustaría ser?, ¿qué huellas
quisieras dejar cuando no estés más en este mundo?
La última etapa del tratamiento buscará promover
acciones comprometidas con valores, es decir reperto-
rios de comportamientos consistentes con aquello que
el sujeto valora.
Eficacia
Existen actualmente cuatro meta-análisis que eva-
lúan la eficacia de ACT (29-32). El más reciente, reali-
zado por A.Tjak y cols. en 2014 (32), evaluó la eficacia
de ACT en 39 estudios randomizados y controlados
(RCT) sobre diversos trastornos mentales y problemas
de salud: ansiedad y depresión (8 estudios), adicciones
(8 estudios), otros trastornos mentales (8 estudios), y
problemas de salud somáticos (15 estudios). El resul-
tado del meta-análisis indica que ACT es más efectivo
que los tratamientos usuales o el placebo, y que es tan
efectivo como las intervenciones psicológicas estable-
cidas para el tratamiento de los trastornos de ansiedad,
depresión, adicciones y problemas de salud somática.
Conclusiones
La terapia de aceptación y compromiso es un mode-
lo que logra articular filosofía, teoría e intervención.
Los avances en el estudio del lenguaje y cognición
desde una perspectiva contextual-funcional y su fruto,
la teoría de los marcos relacionales, está permitiendo
avanzar en la comprensión del comportamiento huma-
no complejo, dando cuenta de los procesos involucra-
dos en el desarrollo de muchos problemas psicológicos.
Lo contraintuitivo del modelo presenta alguna espe-
ranza de elección frente a lo que no se puede cambiar,
la aceptación, y es creciente la evidencia que da cuenta
de los beneficios de la misma. Así mismo, cabe aclarar
que es largo el camino por delante, en términos de evi-
dencia e investigación sobre procesos y eficacia, para
que ACT consolide su lugar dentro de las terapias basa-
das en la evidencia. Tal vez, junto a los otros modelos
basados en mindfulness y aceptación, ACT represente
el comienzo de un nuevo intento para aliviar el sufri-
miento humano ■
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