Se puede decir que la pregunta central de cualquier propuesta semiótica es en qué consiste la significación. Y cada una de estas propuestas, con variaciones de muy diverso grado, ofrece una respuesta a dicha pregunta. Por mencionar solo tres casos, por ejemplo, para el enfoque estructuralista (de De Saussure a Fontanille, pasando por Hjelmslev, Barthes, Eco, Greimas y Klinkenberg) la significacion se establece por medio de estructuras, esto es, sistemas de oposiciones entre unidades minimas, cuya union (“manifestacion” en sus terminos) genera signos y enunciados. Para el enfoque cognitivo la significacion (particularmente de P.A Brandt y L. Brandt) se establece en redes de espacios mentales en un espacio semiotico de base. Para el enfoque peirceano la significacion se establece mediante la actualizacion de condiciones de interpretabilidad fundamentada (cf. Short, 2007). Otras propuestas como la culturalista de Iuri Lotman o la de la biosemiotica tambien ofrecen sus propias explicaciones sobre en que consiste fundamentalmente la significacion. En este libro queremos proponer un enfoque alternativo, que hemos denominado “agentivo”: aquí la significación se establece –o más precisamente, emerge– en la relación agente-agenda, es decir, la relación entre un ente que hace y el tipo de resultado (u objetivo) al que ‘apunta’ dicho agente mediante su acción. A partir de esta tesis general, la propuesta agentiva lleva a una serie de tesis diferenciales: primero, la significación propiamente dicha es una actividad que realiza un agente; y en consecuencia, segundo, la significación no es algo que pueda encontrarse en eso que se ha llamado enunciados (lingüísticos, visuales, etc.) u objetos (de diseño o no): los signos y los objetos no significan nada, porque ‘significar’ es una actividad; y por tanto, tercero, si se pudiese hablar de la significación de los enunciados o de los objetos, esto sería legítimo sólo en un sentido derivado o ampliado; y así, cuarto, la reflexión sobre los signos es un punto de llegada y no de partida para la reflexión semiótica. Por el contrario, el punto de partida está vinculado a las preguntas sobre qué son los agentes y las agendas, cómo se constituyen y en qué condiciones el despliegue de la capacidad para actuar (agencia) permite la circulación de sentido. Finalmente, si la significación se genera en cuando un agente trata de alcanzar sus objetivos, y los objetivos se pueden cumplir de forma parcial, deficiente, suficiente o totalmente, esto implica que se pueden ofrecer criterios de corrección para evaluar cuándo dicha significación es o no correcta (por ejemplo, en la detección de errores).