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Abstract

Philip V's visit to Catalonia from 24 September 1701 to 8 April 1702 the expectations aroused are the subject of this study. Through testimonies of the age, a detailed study is made of the monarch's decision to travel to the Principality of Catalonia, the events of this journey, his reception in Barcelona, the royal entry and celebration, the swearing of the Constitutions of Catalonia by the king himself and the representatives of the Principality, the inauguration of the Catalonian Assembly, the discrepancies that arose, the wedding and other celebrations and entertainments held during that brief period. La visita de Felipe V a Cataluña desde el 24 de septiembre de 1701 al 8 de abril de 1702 y la expectativa levantada constituye el asunto del presente trabajo. A través de testimonios de la época, se repasa pormenorizadamente la decisión del monarca de viajar al principado de Cataluña, las incidencias de dicho desplazamiento, el recibimiento de que fue objeto en Barcelona, la entrada real y la fiesta, el juramento de las Constitutions de Cataluña realizado por el rey y los representantes del Principado, la inauguración de las Cortes catalanas, las discrepancias suscitadas, la boda y otras fiestas y diversiones celebradas durante aquel breve período.
FELIPE V EN BARCELONA:
UN FUTURO SIN FUTURO
Philip V in Barcelona: a future without future
María de los Ángeles PÉREZ SAMPER
Universidad de Barcelona
RESUMEN: La visita de Felipe V a Cataluña desde el 24 de septiembre de
1701 al 8 de abril de 1702 y la expectativa levantada constituye el asunto del
presente trabajo. A través de testimonios de la época, se repasa pormenorizada-
mente la decisión del monarca de viajar al principado de Cataluña, las inciden-
cias de dicho desplazamiento, el recibimiento de que fue objeto en Barcelona,
la entrada real y la fiesta, el juramento de las Constitutions de Cataluña realiza-
do por el rey y el juramento del rey por los representantes del Principado, la
inauguración de las Cortes catalanas, las discrepancias suscitadas, la boda y
otras fiestas y diversiones celebradas durante aquel breve período.
Palabras Clave: Felipe V. Cortes. Cataluña. Entrada real. Fiestas.
ABSTRACT: Philip V’s visit to Catalonia from 24 September 1701 to 8 April
1702 and the expectations aroused are the subject of this study. Through testi-
monies of the age, a detailed study is made of the monarch’s decision to travel
to the Principality of Catalonia, the events of this journey, his reception in Bar-
celona, the royal entry and celebration, the swearing of the Constitutions of
Catalonia by the king and the swearing of the king by the representatives of
the Principality, the inauguration of the Catalonian Assembly, the discrepancies
that arose, the wedding and other celebrations and entertainments held during
that brief period.
Key words: Philip V. Assembly. Catalonia. Royal Entry. Celebrations.
ISSN: 1576-7914
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
1. LA HISTORIA, COMO LA VIDA, SE HACE ENTRE LA EXPERIENCIA Y LA EXPECTATIVA
1
Cada momento histórico, como cada ser humano, es lo que ha sido y lo
que será, también lo que espera ser, aunque no llegue a serlo. Si hay tiempos
históricos en que predomina la experiencia y el peso del pasado se impone,
otros se construyen fundamentalmente orientados hacia el horizonte del futu-
ro, son momentos de espera, momentos en que todo parece estar a punto de
comenzar. Ese tiempo de espera es un tiempo complejo, hasta contradictorio,
hecho de esperanzas y temores, de cálculos e incertidumbres, es un tiempo
en vilo, que el transcurrir de la historia se encargará de confirmar o desmentir.
Uno de esos momentos de expectativa es la visita real de Felipe V a Cataluña
desde el 24 de septiembre de 1701 al 8 de abril de 1702. Comenzaba el siglo,
comenzaba el reinado de un joven rey, un nuevo monarca de una nueva dinas-
tía. ¿Comenzaba una nueva época histórica?
Cataluña esperaba llena de expectación la primera visita del nuevo rey,
una visita real especialmente esperada, pues hacía setenta años, desde la visita
de Felipe IV en 1632, de no muy grata memoria, que un soberano de la
monarquía española no visitaba el Principado
2
. La visita tan esperada llegó por
fin, apenas iniciado el reinado, y no fue breve ni pasajera, pues el monarca
residió en Cataluña medio año y en ese tiempo, aunque hubo algunos indi-
cios negativos, hubo también muchos signos positivos, que parecían abrir cami-
nos de esperanza. Especialmente los brillantes festejos auguraban un promete-
dor futuro. Unos festejos que significaban mucho más que simples ceremonias
y celebraciones vacías de sentido, pues la política no sólo pasaba por los cau-
ces estrictamente institucionales, y las fiestas en honor de Felipe V se hallaban
cargadas de contenido político. Sólo el transcurrir del tiempo revelaría lo efí-
mero de aquel magnífico espectáculo.
La visita finalizó de manera imprevista. Los planes de visitar los otros rei-
nos de la Corona de Aragón y convocar Cortes se abandonaron, porque la
guerra inminente reclamaba la presencia real en los dominios italianos. Y des-
pués, al paso de muy poco tiempo, la historia experimentó un giro precipita-
do, un vuelco total. Todo cambió radicalmente en las relaciones de Felipe V
con Cataluña
3
. Gran parte de los catalanes se inclinaron por la causa de Don
Carlos. La visita de Felipe V al Principado pareció quedar entre paréntesis,
perdida en el pasado. Pero el tiempo nunca se detiene, aunque a veces resul-
te difícil saber hacia dónde se dirige. La historia teje y desteje su tela. Las
expectativas se hacen y se deshacen. Tras la guerra y sus consecuencias, la
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
1. KOSELLECK, Reinhart: Futuro pasado: para una semántica de los tiempos históricos. Barce-
lona, 1993.
2. Vid. mi artículo «El Rey ausente» en FERNÁNDEZ ALBADALEJO, P. (ed.): Monarquía, imperio y
pueblos en la España moderna. Alicante, Universidad de Alicante, 1997, pp. 379-393.
3. ALBAREDA I SALVADÓ, Joaquim: Els catalans i Felip V. De la conspiració a la revolta (1700-
1705). Barcelona, 1993.
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presencia de Felipe V en tierras catalanas dará la sensación de no haber sido
más que un espejismo.
Pero aquellos acontecimientos que se desarrollaron entre el otoño de 1701
y la primavera de 1702 existieron y, aunque aquellas expectativas quedaron
truncadas y no llegaron a hacerse realidad, también merecen su lugar en la
memoria histórica. La historia no tiene paréntesis, todo tiene siempre su tiem-
po y su razón. En la historia de Cataluña, la visita real de Felipe V y María
Luisa Gabriela de Saboya a Cataluña en 1701-1702 —como después sucedería
con la estancia del Archiduque—, fue un momento de futuro sin futuro —hoy
lo sabemos, pero entonces no lo sabían. Aquel presente de espera, aunque
efímero y engañoso, pues no tuvo la continuación esperada sino una muy dis-
tinta, puede resultar revelador de esa historia abierta, todavía por decidir, que
la humanidad hace momento a momento y que el historiador puede y debe
recordar, porque su obligación es recordarlo todo, también las expectativas,
incluso las que no llegaron a hacerse realidad.
2. EL VIAJE REAL A CATALUÑA
Apenas hacía unos meses que Felipe V había llegado a España, había atra-
vesado la frontera francesa el 22 de enero de 1701 y había entrado en Madrid
el 18 de febrero, cuando en el mes de junio tomó la decisión de viajar a Cata-
luña. Como tantas veces los motivos se combinaron. El nuevo rey debía hacer
todo lo necesario para consolidar el trono recién heredado. Su abuelo Luis
XIV le había aconsejado visitar inmediatamente los reinos de la Corona de
Aragón para celebrar el preceptivo y recíproco juramento real en las cortes.
En la Corona de Castilla, tenida por más dócil, el día 8 de mayo se había rea-
lizado en la iglesia de los Jerónimos el juramento y pleito homenaje, pero se
había evitado la reunión de cortes, temidas como fuente de potenciales pro-
blemas y conflictos, mucho más en circunstancias tan comprometidas, pero en
la vida política de Cataluña, Aragón y Valencia, las cortes eran esenciales y
resultaba conveniente celebrarlas, aun a costa de los habituales riesgos y difi-
cultades. El Marqués de San Felipe comentaba: «Pidió el principado de Catalu-
ña cortes, y las concedió el Rey, cuando se habían negado a Castilla, cuyos
pueblos no son tan arrogantes e insolentes. Para sosegarlos fueron de este
dictamen los consejeros que el Rey tenía consigo y el embajador Marcin»
4
.
Cataluña era un reto político ineludible para Felipe V, como nuevo rey de
la Monarquía española y como Borbón. Las relaciones del Principado con la
Monarquía Española habían atravesado una crisis muy profunda en el siglo
anterior y las relaciones con Francia eran asunto muy delicado. El tiempo de
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FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
4. BACALLAR y SANNA, Vicente, Marqués de San Felipe: Comentarios de la Guerra de España
e Historia de su rey Felipe V, el Animoso. Estudio preliminar de Carlos Seco Serrano. Madrid, Biblio-
teca de Autores Españoles, 1957, p. 31.
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su incorporación a la Monarquía Francesa durante la Guerra dels Segadors no
había terminado de manera satisfactoria, después las relaciones habían empeo-
rado, por las permanentes rivalidades económicas y por las sucesivas agresio-
nes bélicas. En consecuencia, los catalanes veían con grandes recelos la intro-
ducción en la Monarquía española de la dinastía francesa, que situaba al
Principado en una posición cercada, situación todavía más preocupante por la
orientación claramente absolutista y centralista de la política de Luis XIV. El
objetivo prioritario de los Borbones era arraigar la realeza de Felipe V en sus
nuevos reinos y parecía imprescindible en los reinos de la Corona de Aragón
añadir a los derechos hereditarios la ratificación del pacto constitucional por
medio del doble juramento. Felipe V juraría los fueros y privilegios de cada
uno de los reinos, los reinos lo jurarían como rey, reconociendo así la legiti-
midad de la herencia recibida, a través de los derechos de su abuela la infan-
ta María Teresa, casada en 1660 con Luis XIV, y de la designación establecida
en el testamento del difunto rey Carlos II. A estas razones políticas de gran
peso, se añadió la oportunidad que brindaba la boda de Felipe V con la prin-
cesa saboyana María Luisa Gabriela. La etiqueta establecía la norma de que el
rey fuese a recibir a su esposa a las fronteras de la Monarquía y como la reina
llegaba de Italia, Cataluña fue elegida como destino principal del viaje regio,
con preferencia a Aragón y Valencia. El 9 de julio de 1701 una carta real comu-
nicó a la Ciudad de Barcelona la próxima visita de los nuevos soberanos:
«Ilustres, amados y fieles nuestros: Habiendo resuelto ir a recibir a la serenísima
señora María Luisa Gabriela, princesa de Saboya, con quien está ajustado mi
casamiento, he señalado el día diez y seis de agosto próximo venidero para
salir de esta Corte y ejecutar este viaje en derechura a esa ciudad de Barcelo-
na, donde tengo deliberado juntar cortes del Principado de Cataluña a mi arri-
bo en ella, en el convento de San Francisco como es estilo. De que ha pareci-
do avisaros para que lo tengáis entendido y ejecutéis por vuestra parte lo que
os tocare, y porque deseo se excusen gastos en la solemnidad de mi entrada
en esa Ciudad por la falta de medios con que se halla y ser más de mi real
agrado el que los caudales se apliquen a otras más precisas urgencias de la
causa común, ha parecido significaros que será de mi real gratitud cuanto eje-
cutareis en este particular, como lo fío de vuestro celo y atención a mi real ser-
vicio»
5
.
En principio se fijó la fecha del 16 de agosto para iniciar el viaje, pero
luego la partida se aplazó unos días para evitar el rigor del estío. Desde que
Barcelona conoció la noticia comenzaron los preparativos. Como hacía mucho
tiempo que no se recibía la visita del rey, se tuvo que consultar la documen-
tación de las visitas precedentes, pero el plan resultó más complicado de lo
previsto, porque no aparecían los documentos correspondientes a las últimas
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
5. Manual de Novells Ardits o Dietari del Antich Consell Barceloní, vol. XXIII, Barcelona,
1970, p. 220. El valor de esta fuente consiste en ser la documentación oficial emanada del Consell
de Cent, de manera estrictamente paralela a la visita real de Felipe V a Barcelona.
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entradas reales, la de Felipe IV en 1626 y la de Felipe III en 1599
6
. Finalmen-
te se reunió la información necesaria y, siguiendo la tradición establecida, se
organizaron las ceremonias y festejos para recibir al nuevo monarca.
Felipe V salió de Madrid con destino a Barcelona el 5 de septiembre. Por
Alcalá, Guadalajara, Torija, Algora, Alcolea, Maranchón, Tortuera, Used, Daro-
ca, Cariñena, Muel, fue a Zaragoza, a donde llegó el día 16. En la capital ara-
gonesa el monarca se detuvo brevemente. Los actos más importantes tuvieron
lugar el día 17, primero las celebraciones religiosas en la basílica de Nuestra
Señora del Pilar, un Te Deum y una Misa, después un acto político en la Seo,
donde Felipe V hizo el solemne juramento de mantener los fueros del reino
de Aragón, como avance de la próxima reunión de cortes, que pensaba con-
vocar a su regreso de Barcelona. Los aragoneses celebraron la presencia real
con múltiples festejos. Después de unos pocos días de descanso, el viaje se
reemprendió el 20 de septiembre, por Villafranca, Pina, Bujaraloz, Fraga y Léri-
da, donde juró los privilegios de la ciudad. De allí a Cervera
7
, en que se repi-
tió la misma ceremonia, y a continuación Bellpuig, Igualada, Piera, Martorell y
Barcelona. Durante todo el camino el paso del carruaje real atrajo a mucha
gente. Las autoridades y el pueblo acudían a contemplar al nuevo soberano y
a rendirle homenaje.
3. LAS PRIMERAS IMPRESIONES
A medida que el rey se iba acercando a la capital catalana aumentó el
número de personalidades que se adelantaban a recibirle y darle la bienveni-
da. El día 30 de septiembre, a primera hora de la tarde, había Felipe V dejado
atrás Sant Feliu de Llobregat cuando se encontró con una nutrida representa-
ción de la Universidad de Barcelona, encabezada por el rector y el claustro,
todos los doctores con los colores de su Facultad, acompañados por maceros,
clarines y chirimías. Siendo el latín el idioma académico por excelencia y dán-
dose el caso de que el latín era después del francés el idioma que mejor cono-
cía el soberano, el rector de la Universidad hizo su salutación de bienvenida
en lengua latina, poniendo los estudios de las diversas ciencias al servicio de
la Corona y al servicio del Principado. Felipe V dio su mano a besar al rector
y a todos los demás miembros del claustro. La bienvenida de la Universidad
era especialmente significativa por el conflicto existente por las oposiciones a
cátedras. Tomistas y jesuitas se disputaban las plazas. El Consell de Cent,
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FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
6. Biblioteca Universitaria de Barcelona (B.U.B.), Mss. 1005-1007 Lumen Domus o Annals
del Convent de Sancta Catherina, vol III (ms. 1007), fol. 24. El valor de esta fuente está en que se
redactó sobre notas tomadas de manera contemporánea a los acontecimientos y en que no se
trata de un documento oficial, sino de una crónica interna del convento de santa Catalina.
7. Relación verdadera del obsequioso recibimiento que hizo la villa de Cervera por la llega-
da de S.M. Felipe IV de Aragón y V de Castilla. Barcelona, Rafael Figueró, 1701, 19 pp.
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haciendo uso de sus competencias, convocó las oposiciones, pero el virrey las
prohibió, lo que provocó una gran tensión. El Consell de Cent recurrió al rey
y Felipe V dio un decreto distribuyendo las cátedras de Artes, tres para los
tomistas y tres para los jesuitas, una medida polémica sobre la que no existía
consenso en la comunidad universitaria y que tenía trascendencia política por
el tema de las competencias institucionales
8
.
El rey prosiguió el camino y en el mesón de Sans cambió el carruaje por
un caballo, para mejor ser visto por la concurrencia, dirigiéndose a la ciudad
en compañía de los nobles de su séquito y de una escuadra de la guardia de
corps. Al poco se produjo el encuentro con el obispo de Barcelona, fr. Benito
Sala y Caramany, y el cabildo eclesiástico, intercambiando los oportunos salu-
dos y dando el rey su mano a besar. Más adelante se acercaron los diputados
y oidores del General de Cataluña, presididos por el diputado eclesiástico, fr.
Antoni de Planella y de Cruilles, abad del monasterio benedictino de Besalú.
A un lado, Pere Magarola y de Llupiá y al otro, el doctor Jaume Oliva, diputa-
dos militar y real. Detrás, los oidores de cuentas, fr. Rafael de Padellás y de
Casamitjana, Pabordre de Palau del monasterio benedictino de Sant Cugat del
Vallés, Jaume Eva y de Malla y el doctor en Medicina Pere Martir Cerdá. Iban
vestidos de gala, los eclesiásticos con el hábito de la orden benedictina, los
seglares con traje de corte negro, como señal de sus cargos llevaban todos
una banda de tisú de oro y un pectoral carmesí con un escudo en que se
hallaban grabadas las armas de la Diputación. Montaban a caballo, menos los
clérigos que iban en mula. Les acompañaba un importante grupo de asesores,
oficiales y servidores. «Luego que Su majestad llegó, se apearon todos, y ade-
lantándose el Diputado Eclesiástico, se puso inmediato al estribo del caballo
del Rey, y haciendo a su Majestad una profunda reverencia, se puso de rodi-
llas, y lo mismo ejecutaron los demás; y estando en esta forma el Diputado
Eclesiástico, hizo a su Majestad en idioma catalán una oración reverente y dis-
creta, manifestando en ella la felicidad de que su Majestad honrase al Princi-
pado con la presencia de su Real Persona y expresando lo que aquella pro-
vincia deseaba dedicarse a su Real Servicio»
9
.
«Senyor
Los Deputats y Oydors del Principat de Cathalunya, ab lo mes humil rendiment,
y obsequiosa submissió posats al Reals Peus de V. Mag. pera demonstrar lo
intim contento que no cap en los intrinsechs zenos de son pit, a consideració
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
8. ESCARTÍN, Eduard: «Notes sobre la provisió de càtedres cap el 1700 a la Universitat de
Barcelona» en I Simpòsium d´Història de la Universitat de Barcelona. Barcelona, 1988 y «La función
del canciller en la Universidad de Barcelona en el siglo XVII» en Haciendo Historia. Homenaje al
profesor Carlos Seco. Madrid, 1989, pp. 105-115.
9. UBILLA MEDINA, Antonio de: Succession de el Rey D. Phelipe V ... en la corona de España;
diario de sus viages desde Versalles a Madrid; el que executó para su feliz casamiento. Madrid,
Juan García Infanzón, 1704, 7 hs. + 672 pp. Vid pp. 239-240. El valor de esta fuente radica en ser
D. Antonio de Ubilla secretario del despacho universal, hombre de confianza del rey, con conoci-
miento directo de los acontecimientos, por haber acompañado a Felipe V en su viaje a Cataluña.
Valor añadido le concede la fecha de publicación, 1704, anterior, por tanto, a la adhesión de Cata-
luña a la causa austracista.
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de la mercè que experimentan en la honra de haver vingut V. Mag. a afavorir
a esta sa Provincia ab sa Real presencia, donant a V. M. lo feliz arribo, y junta-
ment las infinitas degudas gracias de tan singular favor, regoneixent no tenir
clausulas condecents pera explicarlas, com comprenen, y confessan que deu-
rian; com ni tampoch paraulas, epítetos, ni hipérboles, pera declarar lo apreci,
ab que estiman y veneran la Estrella que prosperament benigna los ha con-
duhit a la obediencia de un Princep y Senyor de tant soberanas com admira-
bles prendas, apreciant sobre sa vida lo vassallatge, que gustosos prestan y
juran en las aras de son cor a la Augusta Persona de V. Mag. ahont no sols es
lo mes afectuós sacrifici lo de la deguda obediencia, y lo rendiment la mes esti-
mable victima de son carinyo: pero encara la fidelitat que professan la exaltan
sobre lo mes intim y vital aliento que respiran, anhelant a acrisolarla ab mes
extraordinaria perfecció fins a constituhirla anima de sas obligacions pera eter-
nizarla en lo Real monument de sa fineza»
10
.
Como respuesta el rey les dió a besar la mano y, terminado el besama-
nos, continuó el camino. Tras la Diputació del General se presentó el Consell
de Cent, pasada la Cruz Cubierta. Encabezaban la comitiva los maceros, presi-
día el conseller en cap, el Doctor Josep Company, con la vestimenta de su
cargo, en damasco carmesí con flores de oro, montado en un caballo enjaeza-
do en terciopelo negro. A su lado cuatro caballeros, elegantemente vestidos,
con profusión de encajes, montados en caballos enjaezados en azul y plata.
Les seguían los demás consellers, Carles Vila y Casamitjana, Geronim Francesc
Mascaró y Lluçàs, Miquel Colomer, Sever March y Mathias Ros, todos monta-
dos a caballo y revestidos de los ropajes de su cargo, acompañados por los
cónsules de la Lonja del Mar, y por último cerraban el cortejo los oficiales
municipales. El Conseller en Cap se manifestó ante el Rey en términos muy
obsequiosos:
«Senyor
La Ciutat de Barcelona se postra humil als Reals peus de V.M. en protestació
de son verdader rendiment, y ab expressió del imponderable jubilo ab que
celebra lo feliz arribo de V.M. gloriantse de la ditxa li cap, que V.M. la afavo-
resca ab sa Real presencia, y si be est tan rellevant favor, lo te sa innata fideli-
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FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
10. Festivas demonstraciones y magestuosos obsequios, con que el muy ilustre y fidelissimo
consistorio de los Eputados y Oydores del Principado de Cataluña, celebró la dicha que llegó a
lograr, con el deseado arribo y feliz himeneo de sus Católicos Reyes D. Felipe IV de Aragón y V de
Castilla, Conde de Barcelona, &. y Doña María Luisa Gabriela de Saboya, que Dios guarde, prospe-
re y en su sucession eternize. Siendo Deputados y Oydores de cuentas los muy Ilustres y Fidelissi-
mos Señores, Don Fr. Antonio de Planella, y de Cruylles, Abad del Real Monsterio de Besalú, del
Orden de San Benito; Don Pedro Magarola, y de Llupià; el doctor Iayme Oliva; Fr. Rafael de Pada-
llas, y de Casamitjana Pabordre de Palau del Imperial Monasterio de Sant Cugat del Vallés, de la
mesma Orden; Don Iayme Eva, y de Malla; y el Doctor en Medicina Pedro Martyr Cerdà. Año 1702.
Impressas de orden del muy Ilustre, y Fidelissimo Consistorio, por Rafael Figueró. Barcelona, 352
pp. + índice, pp. 13-14. El valor de esta fuente radica en que fue encargada y pagada por la
Diputació del General, por lo tanto se trata de una versión oficial, institucional, emanada de la
institución que encarnaba la representación permanente de Cataluña. Además fue publicada y
difundida en la misma época de los acontecimientos.
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tat a agigantat aprecio; realçal la circunstancia de la boda que V.M. ab sa Real
y amable Esposa, espera en esta Ciutat en breu celebrar; suplicant al Señor
resulte desta Real unió, ditxosa succesió a esta Monarquia: De las dos tan supe-
riors mercès, que la atenció desta Ciutat eternizará en las aras de sa major vene-
ració, dona a V.M. infinitas gracias, prometentse de ellas sa total felicitat, y espe-
ra que la Real Magnificencia de V.M. se dignará per sa benignitat y paternal
amor, afavorirla, honrarla, y condecorarla, no sols ab la continuació de las pre-
rrogativas que sa llealtat, y fidelitat se meresqueren dels Reals progenitors de
V.M. si ab novas gracias, y honras que V.M. benigne li dispensará, en que fixa
la expectació de sa major fortuna, y suplica per preludi de ellas tinga a be V.M.
concedirli la de besar sa real ma»
11
.
De nuevo la respuesta real fue dar su mano a besar, sin añadir palabra.
Después el Rey continuó la marcha hacia la ciudad, acompañado por los con-
sellers, deteniéndose en el convento de Jesús, donde fijó la fecha de la entra-
da solemne en Barcelona, para el siguiente domingo, día 2 de octubre, a las
dos de la tarde. Tras despedirse de los consellers, recibió la bienvenida de los
representantes del Brazo Militar y a continuación se celebró un Te Deum en la
capilla del convento. A diferencia de lo acostumbrado, como el convento de
Valldoncella no se hallaba en condiciones, el rey no se alojó fuera de la ciu-
dad hasta la entrada solemne, sino que entró en coche por el portal de San
Antonio, la calle Hospital, la Rambla, la Muralla de Mar, hasta el palacio que
había de ser su residencia. Unas salvas de artillería anunciaron su llegada.
Estos encuentros del día 30 de septiembre, especialmente con la Diputa-
ció del General y el Consell de Cent, eran la primera toma de contacto del
nuevo rey con las autoridades catalanas, representantes del Principado. Tanto
en los gestos como en las palabras los catalanes mostraron la máxima consi-
deración hacia el monarca. Los parlamentos institucionales no podían expresar
mayor satisfacción por la presencia real tan deseada. Pero esta primera expe-
riencia, aunque muy ceremoniosa no resultó del todo satisfactoria. Las dificul-
tades de comunicación, por problemas de idioma, pues don Felipe sólo habla-
ba francés, comprendía bastante el latín, poco el castellano y nada el catalán,
pero sobre todo, por su carácter extremadamente tímido e inseguro, que le
impedía pronunciar palabra, limitándose a dar a besar la mano en silencio,
ocasionaron una cierta sorpresa y decepción en los súbditos que le habían
manifestado acatamiento. Si el silencio real podía ser decepcionante para cual-
quier súbdito, mucho más problemático podía resultar para los catalanes, cuyas
relaciones con la Corona habían experimentado crisis gravísimas en el siglo
anterior. El cronista del convento de santa Catalina anotaba el problema de
comunicación entre el rey y las autoridades catalanas. A propósito del rector
escribía: «Fonc llatina la oració per temer no entendria lo castellá menos lo
catalá, y per saber entenía, y sabía lo llatí idioma, besá la ma à Sa Magd. [...]
Y es de advertir que lo Rey Nostre Señor no parlá paraula, encara que allargá
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FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
11. Festivas demonstraciones, pp. 16-17.
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la ma peraque lay poguessen besar» Al relatar el encuentro con el obispo,
repetía la observación: «doná la benviguda en castellá idioma. No parlá tam-
poc paraula lo Rey, si allargá la ma, y lay besá lo Bisbe»
12
. Lo mismo decía
del Rey al recibir a la Diputació: «tampoc parlá paraula, si solament allargá la
má; y es de saber que lo Sr. Diputat Ecclesiastic [...] feu la peroració de la
benvinguda en catalá segons estil del Consistori, y que sempre perorá ageno-
llat devant del Rey, besá la ma a Sa Magd» Igual sucedió con la salutación del
Consell de Cent a Felipe V. La propia documentación municipal comenta la
amabilidad del rey: «Sa Magestat, ab apariencias y demostració de molt amor y
cariño, li doná la ma a besar». Pero anota su total silencio durante todo el
acto: «no parlant may sa magestat paraula»
13
.
Y todavía peor fue ese silencio, pues, como señala el cronista de santa
Catalina, todo el mundo esperaba el real permiso para que los consellers se
cubrieran, de acuerdo con el privilegio tan celosamente reivindicado por la
Ciudad:
«No respongué, ni parlá paraula lo Rey, si allargá la ma, la que tots besaren à
Sa Magt, y ab lo mateix silenci del Rey (se esperave de Sa Magt. manaría als
concellers, se cobrissen) restaren tots descuberts, y descuberts proseguiren lo
camí fins al convent de Jesus de Frares Menors, passant per devant del Portal
de St. Antoni. Silenciosos tots, y gelat lo cor dels catalans, a vista de que los
concellers anaven descuberts. (...) Arribat lo Rey a Jesus, y havent besat la ma
a Sa Magt. lo conceller en cap, se despediren del Rey los concellers, y demés.
Silenciós lo Rey en tot y pera tots»
14
.
El testimonio coincide con el de Emmanuel Mas en su diario:
«Causà gran desconsuelo al grandissím concurs de la gent (...) y a tot lo poble,
lo veurer que Sa Magt. no avia fet cubrir als consellers, de tal forma que avent
precehit des del Hospitalet ahont era arribada molta gent de ciutat per a veurer
al Rey, fins a encontrar los consellers molts crits y alarits de Viva el Rey, Viva
España y Viva Felip Quint en continent cessaren, y sols se sentia algun vittor
ab molta tibieza»
15
.
El privilegio de cubrirse había generado numerosos conflictos entre el Rey
y la Ciudad en el pasado. Anticipándose a su visita a Barcelona, Felipe V tomó
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
65
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
12. Biblioteca Universitaria de Barcelona (B.U.B.), Mss. 1005-1007 Lumen Domus o Annals
del Convent de Sancta Catherina, vol III (ms. 1007), fols. 65, 67, 69.
13. Llibre de les Solemnitats de Barcelona. Edición completa del Manuscrito de l’Arxiu Histò-
ric de la Ciutat por A. DURÁN I SANPERE y Josep SANABRE, Barcelona, 1930-1947, 2 vols., vol. II, p.
501. Esta fuente, como el Manual de Novells Ardits. es una fuente oficial del Consell de Cent.
14. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 73.
15. MAS I SOLDEVILA, Emmanuel: «Diari des del mes de novembre del any 1700 fins lo die
14 de octubre del any 1705». Biblioteca del Seminario Conciliar, Barcelona, Ms. 419. fols. 29-33. El
valor de este testimonio radica en ser el diario de un particular, una voz subjetiva, pero de una
persona bien informada, testigo directo de los hechos, que recogió en su diario paralelamente a
los acontecimientos.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
una decisión sutil, reconoció el derecho de los consellers a cubrirse en su pre-
sencia, pero sólo después de que el propio monarca les autorizase a ello. Así
se respetaba la tradición, pero en lugar de reconocerlo como un derecho, lo
hacía dependiente de la voluntad real, manifestada de manera explícita y espe-
cífica en cada ocasión. Una carta real fechada en Madrid el 3 de septiembre
comunicaba al Consell de Cent la decisión regia:
«Teniendo presente que con real privilegio de 10 de febrero de 1690, se sirvió
el rey, mi tío (que santa gloria haya) conceder y prometer a esa Ciudad que
siempre que sus seis conselleres estuviesen en la real presencia, los honraría y
los mandaría honrar con la prerrogativa de cubrirse, como lo gozaban en tiem-
po de los serenísimos reyes mis antecesores, de género que de allí adelante
dichos conselleres que estuviesen en la real presencia puedan y les sea lícito
en todos los actos públicos y particulares estar, sentarse y andar cubiertos, he
resuelto advertiros que esta prerrogativa se ha de entender, ordenando yo pri-
mero a dichos seis conselleres que se cubran, y así lo ejecutaréis en la función
de mi real entrada pública de esa Ciudad y en las demás ocasiones que estu-
vieréis en mi real presencia; que esta es mi voluntad»
16
.
Durante su estancia en Barcelona el rey concedió repetidamente a los con-
sellers el permiso de cubrirse, como recoge la documentación del Consell de
Cent. Por ejemplo, en la audiencia real concedida con motivo de la llegada de
la reina, Felipe V recibió la felicitación de los consellers por su boda: «Y Sa
Magestat, ab demostració de molt carinyo respongué que se cubrissen..»
17
Y
también lo señalan otros testimonios de la época: «Merecieron no sólo el real
permiso para cubrirse, sino repetidas órdenes para ejecutarlo en las ocasiones
que su cortesana modestia o lo difería o lo excusaba»
18
. El cambio, en la prác-
tica, podía considerarse menor, pero también cabía interpretarlo, desde el
punto de vista de los principios, como una prueba del absolutismo real, un
presagio preocupante de la futura política del nuevo monarca Borbón con res-
pecto a Cataluña.
No faltaron, sin embargo, las multitudes y las aclamaciones en el recibi-
miento dispensado al soberano, a lo largo del camino y en los alrededores de
la ciudad. Los testimonios de la época hablan del «innumerable concurso», de
los «esforzados aplausos», del «extraordinario voceo, envuelto en alaridos, con
que aclamaba el concurso, Viva, viva nuestro Rey»
19
, del «infinito concurso», de
66
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
16. Manual de Novells Ardits, XXIII, p. 228.
17. Manual de Novells Ardits, XXIII, p. 239.
18. Devotos, obsequiosos cultos, y leales, festivas aclamaciones, con que celebró la Excelentis-
sima Ciudad de Barcelona, la gloriosa translación de Olaguer su santo, y la regia venida de su
Catholico Monarca Felipe IV en Aragón y V en Castilla, Conde de Barcelona, y su feliz consorcio,
con la Sereníssima Señora Doña María Luisa Princesa de Saboya. s.l., s.i, s.a., 264 pp. (faltan algu-
nas páginas del final), p. 101. Es una de las crónicas más detalladas de la estancia de Felipe V en
Barcelona, publicada en 1702, muy posiblemente a iniciativa del Consell de Cent, como indica el
especial relieve que se da a todo lo relacionado con el gobierno municipal.
19. Festivas demonstraciones, p. 17.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
las «afectuosas universales aclamaciones» y del «acentusoso júbilo de la muche-
dumbre, que coronaba todo aquel largo lienzo de muralla»
20
. El relato publica-
do por la Diputació del General resaltaba las aclamaciones hechas al rey cuan-
do nada más llegar a Barcelona salió a saludar al balcón de palacio: «el
numeroso concurso que llenaba la espaciosa plaza empezó en alegres y festi-
vas afectuosas aclamaciones a repetir: «Viva, viva nuestro Rey Felipe Quinto
[...] y sobre las voces echaban los sombreros al aire»
21
Otra descripción decía:
«Salió el Sol bello de nuestro Monarca en un balcón de Palacio, hecho un her-
moso Florón de luz, donde por mucho espacio comunicó al Pueblo sus agra-
dables rayos. El concurso de la plaza era tan subido, que sobre ser tan espa-
ciosa, no se advirtió lugar desocupado. Desatose el contento de todo el
concurso, con afectuosas aclamaciones del Viva, Viva»
22
. Incluso el cronista del
convento de santa Catalina, más receloso y reticente, no regateaba al constatar
las aclamaciones populares: «En quant al victorejar al Rey, es de saber, que
estant los camins, y camps plens de poble desde Sant Feliu, los victors y visca
lo Rey de España foren grans, y repetits al passar sa Magd»
23
Y las aclamacio-
nes continuarían en los siguientes días. Mas en su diario anotaba: «los min-
yons anassen en seguiment de Sa Magt. ab gran crits de Victor y Visca el
Rey».
24
Diferente opinión manifestaría años después Feliu de la Penya, desde
su perspectiva como austracista:«Apenas se oían gritos ni vozes por las calles,
cosa digna de reflexión en tan numeroso Pueblo»
25
.
4. BARCELONA ENGALANADA PARA EL REY
Pero el momento culminante del encuentro del rey con la ciudad había
de llegar en la entrada solemne. Barcelona se engalanaba para dar la bienve-
nida a don Felipe, con ocasión del inicio de su reinado y de su primera visita
a la capital catalana. Toda la ciudad se preparó para festejar el acontecimiento
y el itinerario que debía recorrer el gran desfile regio se adornó especialmen-
te. El empeño no era sencillo, pues se trataba de agasajar a un príncipe que
había nacido en Versalles. El camino de la entrada solemne se iniciaba en el
portal de san Antonio, seguía por la calle Hospital, Rambla, plaza de San Fran-
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
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FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
20. Devotos, obsequiosos cultos, p. 55.
21. Festivas demonstraciones, p. 19.
22. Breve descripción de las festivas demonstraciones, que los inclitos comunes, y nobles par-
ticulares hizieron a la S.C. y Real Magestad de Felipe Quinto en Castilla, y Quarto en Aragón (que
Dios guarde) en la entrada a los campos de Barcelona, día 30 de Septiembre, y en la publica a
esta Excelentíssima Ciudad, día 2 de Octubre de este presente año 1701. Barcelona, Rafael Figueró,
4 hs.
23. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 71.
24. MAS, E.: «Diari», fol. 53.
25. FELIU DE LA PEÑA, Narcís: Anales de Cataluña. Barcelona, 1709, vol. III, p. 484. La obra
es extraordinariamente interesante para el conocimiento de estos años 1701-1702, pero el hecho
de haber sido publicada después del cambio de 1705 debe ser tenido en cuenta.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
cisco, calles Ample, Cambis, iglesia de Santa María del Mar, plaza del Born,
calle Montcada, Bòria, Llibreteria, palacio de la Diputació, palacio episcopal,
para terminar en la catedral. Las casas estaban adornadas con tapices y colga-
duras, muchas fachadas estaban cubiertas con grandes decorados y se habían
levantado arquitecturas efímeras, pirámides y arcos de triunfo. La fisonomía
urbana se había transformado para la ocasión. Las pinturas y los poemas incluí-
dos en las ornamentaciones servían a la vez de adorno y de instrumento de
difusión de los mensajes políticos intercambiados entre la ciudad y el rey,
entre el poder y la sociedad. A través del arte y la literatura, mediante el len-
guaje de los símbolos, los catalanes se comunicaban con el poder real, glorifi-
caban al monarca y le transmitían las expectativas creadas por su visita.
La fiesta trataba de conjugar tradición y modernidad. El ritual de la entra-
da regia procedía de la época medieval, pero la decoración respondía en cada
ocasión al estilo de la época. Tanto desde el punto de vista artístico como
literario, los festejos barceloneses seguían la tradición catalana, pero trataban
también de reflejar a escala menor el modelo versallesco. Referencia ineludible
del arte cortesano de la época, al prestigio cultural del Gran Siglo se unía la
oportunidad del origen francés del nuevo rey, nieto de Luis XIV, un Borbón
nacido y criado en Versalles. Al menos en algunos aspectos la emulación resul-
taba evidente, como en el uso continuo del tema solar, un tema común en el
simbolismo político, pero especialmente vinculado al «Rey Sol». En los festejos
barceloneses de 1701-1702 fue muy frecuente el recurso al sol como símbolo
de la realeza en general y de Felipe V en particular. El resultado quedaba en
Barcelona muy lejos del modelo original de Versalles.
26
Pero la valoración cam-
bia desde la perspectiva catalana. En comparación con otras visitas reales, las
fiestas barcelonesas en honor del primer Borbón fueron muy espléndidas
27
.
Instituciones y particulares contribuyeron al esplendor de los festejos. Para ani-
mar la colaboración ciudadana en los adornos, el Ayuntamiento creó tres pre-
mios para las fachadas mejor decoradas, de 30, 20 y 10 libras. La cantidad y
calidad de los adornos, su elevado costo y el gran esfuerzo realizado son una
buena prueba del interés con que Barcelona y Cataluña esperaban la visita de
Felipe V.
Entre los numerosos monumentos dedicados a la ocasión destacaban
varios. En primer término la decoración de la pirámide de la patrona de Bar-
celona, santa Eulalia, en la plaza del Padró, que conmemoraba el lugar en que
la santa había padecido el martirio, realizada por el gremio de plateros. En la
base cuatro pinturas representaban episodios legendarios de la historia de Cata-
luña, el Conde de Barcelona matando al dragón que devoraba a sus vasallos,
el Emperador marcando con la sangre de las heridas de Guifré el Pelós las
68
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
26. BOTTINEAU, Yves: El arte cortesano en la España de Felipe V (1700-1746). Madrid, Fun-
dación universitaria española, 1986, p. 320.
27. Vid. mi artículo «Les festes reials a la Catalunya del Barroc», en El barroc català. Barce-
lona, Quaderns Crema, 1989, pp. 345-377.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
cuatro barras sobre el escudo, el Conde de Barcelona defendiendo a la Empe-
ratriz de sus calumniadores y los catalanes defendiendo la basílica de San Juan
de Letrán durante el saco de Roma. Más arriba el retrato de Felipe V y tres
retratos de santos catalanes, san Dámaso, papa, y san Severo y san Olaguer,
obispos. Por encima, más santos, dos hombres, san Fileto y san Paciano, y
dos mujeres, santa Madrona y santa Maria del Socòs. Más arriba cuatro esce-
nas del martirio de la patrona. Junto al remate de la pirámide, a los pies de la
estatua de santa Eulalia, un globo en el que se hallaban las armas del gremio
de plateros. La estatua de la santa, de mármol blanco, se adornó en la corona,
la cruz y la palma del martirio con diamantes, esmeraldas, perlas y otras ricas
joyas propiedad del gremio. El fondo del conjunto era dorado y se hallaba
decorado con ramos plateados de laurel, olivo y palma, cuyo designio era,
según el folleto de la Diputació, «significar los triunfos y victorias que prome-
tía la Santa a nuestro Católico Monarca»
28
. La pirámide estaba iluminada con
cien hachas. Resulta bien expresiva la asociación de la monarquía, encarnada
en Felipe V, con la religión, representada en los santos, y con la historia de
Cataluña.
En la calle del Hospital había muchas casas adornadas con frontispicios.
La decoración de la casa de D. Francisco Tovar, que obtuvo el tercer premio
—10 libras—, tenía como base los colores catalanes, rojo y amarillo, en medio
un gran tapiz bordado en seda con motivos de flores y pájaros, a un lado la
Virgen del Pilar y a otro Santiago expulsando a los moros de España. La casa
de José Orta, sastre, situada frente al Hospital de la Santa Cruz, estaba ador-
nada con ricas colgaduras y espejos venecianos, siendo el motivo central un
retrato del rey y un jeroglífico en el que figuraba un sol —el monarca— que
derramaba sus rayos sobre un murciélago —la ciudad de Barcelona—, con un
verso titulado «Al nuevo sol, y más plausible héroe de los quintos», situando a
Felipe V junto al papa san Pío V, Fernando V, —Fernando el Católico— y el
Emperador Carlos V. Esta fachada mereció el segundo premio, de 20 libras.
En el Portal de la Boquería se encargó de hacer un adorno el gremio de
mercaderes de lienzos. Al pie se fingió un jardín de mirtos. La arquitectura
consistía en tres pilastras decoradas con trofeos de guerra, sobre ellas una
cornisa con seis escenas pintadas, que simbolizaban el gran amor de los cata-
lanes hacia sus reyes: El conseller Joan de Fivaller lamiendo las llagas del rey
Fernando I; Ramón de Perellós, Vizconde de Perellós y Roda, bajando al pur-
gatorio para ver el alma de su rey, Juan I; Guifré, herido luchando al servicio
del Emperador y recompensado con el escudo de las cuatro barras de sangre
sobre oro; los catalanes que lucharon por el rey Alfonso en la conquista de
Nápoles, premiados con las puertas de la ciudad italiana entregadas al conse-
ller en cap de Barcelona; Joan Blanca, jurado en cap de Perpinyá, negándose
a rendir la fortaleza y entregando su puñal para sacrificar a su hijo, hecho
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
69
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
28. Festivas demonstraciones, p. 29.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
prisionero por los enemigos; el Conde Berenguer III defendiendo en la pales-
tra a la Emperatriz Matilde, esposa de Enrique V, de las falsas acusaciones lan-
zadas contra ella. Rematando la arquitectura una balaustrada, donde seis poe-
mas glosaban la unión de Felipe V y Cataluña. Y coronando el conjunto dos
altos estandartes en los extremos, uno con san Julián, patrón del gremio, y
otro con la cruz de santa Eulalia, patrona de la ciudad, y en el centro una
dedicatoria: «A la S.C.Y R.M. de Phelip Quart, en lo fausto dia de sa alegre
Entrada en Barcelona, lo Gremi dels Mercers Botiguers de Telas desta Excelen-
tissima y fidelissima Ciutat, en demonstració obsequiosa, quant expressiu afecte
de son contento, esta vistosa Portalada del Portal de la Bocaria. D.O.C.V» Sobre
la tarja dedicatoria un gran retrato de Felipe V:
«Su Majestad a caballo, con traje de Soberano Marte, armado de punta en blan-
co. Tenía el brioso bruto los dos pies de delante levantados, y con los de detrás
pisaba el globo del mundo, que le tenían dos feroces leones, cada uno por su
lado. Al aire de la misma pintura junto al real retrato se veían dos ángeles de
la guarda vivamente pintados, y sobre ellos al mismo aire volaban dos famas,
que con una mano ofrecían dos coronas a Su Majestad, una de laurel, y otra
de palma; y con la otra mano tenía cada una de ellas su sonora trompa. En
medio del aplauso común que manifestaba la pintura en lo duplicado de la
Fama, se veía un sol, que con sus copiosos rayos servía como de corona al
mismo retrato de Su Majestad. Brotaban sobre este cuadro unas armas reales...»
29
.
En la Rambla todos los edificios se hallaban adornados. Las tropas que
habían de cubrir la carrera, como manifestación del poder militar, contribuirían
también con sus vistosos uniformes a la espectacularidad del ambiente festivo.
En el portal «dels Escudellers», que se hallaba frente a la casa de Comedias, se
colocó otra decoración arquitectónica con un ambicioso proyecto que no pudo
realizarse adecuadamente porque los gremios encargados no llegaron a poner-
se de acuerdo. Sólo dio tiempo a colocar algunas figuras, las armas reales,
coronadas por una fama con su trompa y dos virtudes, y a los lados las armas
de la ciudad y las de Santiago. Espléndido era, en cambio, el arco de triunfo
erigido por la Diputació del General, al final de la Rambla, junto a las Atara-
zanas. La arquitectura imitaba el lapislázuli y las esculturas el bronce. En la
base se hallaban a una parte las armas reales y a otra las armas de la Diputa-
ció, cada una de ellas con un jeroglífico, uno simbolizando a la monarquía,
otro a Cataluña. Por encima dos figuras, una representaba a Hércules, funda-
dor legendario de Barcelona, la otra a Amílcar, que engrandeció la ciudad. En
medio de la cornisa superior, decorada con trofeos de guerra, pintado en vivos
colores se hallaba «un parecido y bello retrato de su Majestad, vestido a toda
gala, y que con sus reales plantas, con mucha viveza, y soberano brío pisaba
la envidia, la fortuna y el tiempo»
30
. Encima una inscripción en latín dedicada
a Felipe V y coronando el arco una figura de San Jorge, patrón de Cataluña,
70
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
29. Festivas demonstraciones, p. 40.
30. Festivas demonstraciones, p. 47.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
atravesando con su lanza al dragón. Completaban el conjunto estatuas alegóri-
cas de la religión, la justicia, la felicidad pública, la esperanza pública, la libe-
ralidad, la eternidad, el príncipe de juventud y el oriente augusto.
La plaza de San Francisco, donde tenía lugar el acto fundamental de la
entrada regia, el juramento por el rey de los privilegios de la ciudad y el besa-
manos de los consellers, se hallaba adornada con colgaduras y retratos de los
reyes y reinas que habían precedido en el trono a Felipe V, y se había cons-
truido, delante de la fachada de la casa del Conde de la Rosa —que había
sido del duque de Cardona—, un tablado para la ceremonia, decorado en los
colores catalanes, rojo y amarillo, rodeado por una balaustrada en azul y plata,
con bancos para los consellers, en medio se levantaba un estrado, cubierto
por un dosel y allí estaba situado el sillón, adornado en oro y plata, para el
rey. Otros tablados y gradas estaban reservadas a los músicos y a los invitados
principales.
El itinerario seguía por la calle Ample, cuyas fachadas se hallaban todas
adornadas, culminando la ornamentación en una arquitectura levantada en la
bocacalle de los Agullers, obra de tres gremios, «capsers», «esparters» y «tor-
ners». Aunque no destacaba por su tamaño, llamaba la atención por su ilumi-
nación. El tema era como siempre la alabanza de la Corona, figurando las
armas reales, un retrato del soberano y un globo iluminado simbolizando al
sol y a la realeza. Más original era el entorno, figurando una ciudad fortifica-
da, rodeada de un jardín, con ramos de vid y racimos de uva. Del follaje echa-
rían a volar bandadas de pájaros al pasar el rey.
Después seguiría la comitiva por la calle de los Cambios, la iglesia de
Santa María del Mar y la plaza del Borne, donde levantó un monumento el
gremio de vidrieros, consistente en veinte gradas y en lo alto un aparador,
todo adornado de hermosos objetos de vidrio y de espejo, coronado el con-
junto por penachos de garzotas. El adorno de las calles seguía por la de Mont-
cada, que, según decía el cronista «como se compone de casas de caballeros y
personas de porte, la adornaron toda con suma gravedad y señorío»
31
. En el
extremo de la calle, delante de la capilla de Marcús, se levantó una arquitec-
tura de tres arcos, obra de otros dos gremios, «velluters» y «velers». Como siem-
pre la decoración se dedicaba al elogio de la realeza, con las armas reales y
el retrato de Felipe V. Sobre el centro de los arcos colocaron una pirámide
acabada en un globo que representaba el mundo, iluminado por un sol dora-
do. El adorno continuaba por la calle de Corders, la plazulela de la Llana, la
calle de la Boria y la plaza del Angel, donde se hallaba la pirámide coronada
por un ángel, señalando a la imagen de santa Eulalia, situada en la antigua
puerta de la bajada de la cárcel, en conmemoración de un milagro de la santa,
ocurrido durante la traslación de su cuerpo, que quedó inmovilizado hasta que
un devoto devolvió el dedo que se había apropiado como reliquia. La pirámi-
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
71
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
31. Festivas demonstraciones, p. 62.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
de del Ángel fue adornada a cargo del gremio de los sastres, que tenían la
casa de la cofradía justo delante del monumento. En la pirámide el tema eran
las virtudes, la fe, la esperanza, la caridad y la justicia, y la decoración consis-
tía en flores y velas. La fachada de la sede gremial asemejaba un gran altar en
cuyo centro se hallaba un retrato del monarca, rodeado de versos en latín,
castellano y catalán, que se leían de diversas formas, según los dibujos que
componían. Esta ornamentación de la casa gremial de los sastres obtuvo el
primer premio, de 30 libras. El adorno de la imagen de santa Eulalia se encar-
gó al gremio de «corders».
Continuaba el itinerario por la calle de la Llibretería, decorada por los
libreros, a base de globos, linternas, faroles y plumas, que flotaban en el aire,
todos iluminados. En mitad de la calle se erigió un arco triunfal representando
un castillo, por cuyas puertas un juego de luces proyectaba sombras de figu-
ras. Los adornos llegaban hasta la plaza de San Jaime. Las fachadas de la sede
de la Diputació se decoraron con tapices que representaban diversos temas,
destacando los dedicados a la historia de Noé, y en algunas partes se pintaron
las paredes simulando puertas. La catedral también se decoró con tapicerías
flamencas y a las torres les pusieron luminarias. En el palacio episcopal, lleno
de colgaduras de colores, destacaba encima de la puerta principal un gran
dosel de damasco carmesí con franjas doradas, sobre el que estaba colocado
el retrato del rey.
Muy adornada estaba también la plaza de palacio, donde se alojaba el
monarca durante su estancia en Barcelona. Frente al palacio destacaba la rica
decoración del frontispicio de la Lonja del Mar, adornado de colgaduras, sobre
el portal un dosel enmarcaba un retrato del monarca y en las esquinas cuatro
grandes estandartes con las armas reales. Del portal de san Antonio a la cate-
dral el itinerario de la entrada real recorría las calles, plazas y monumentos
principales de la ciudad, tanto civiles como religiosos. Barcelona, transformada
y revestida de esplendor, se presentaba ante su rey y señor. A lo largo de todo
el recorrido el mensaje se repetía incesantemente uniendo al rey con la ciudad,
celebrando su encuentro, simbolizado en la ceremonia de la entrada real, aso-
ciando a Felipe V con Barcelona y con Cataluña, manifestando, en definitiva,
todas las expectativas surgidas en torno a la toma de contacto entre el poder
encarnado por el monarca y la sociedad representada por sus autoridades y
por el numeroso público que acudía a contemplar y aclamar al nuevo rey.
5. LA ENTRADA REAL
El domingo 2 de octubre tuvo lugar la entrada pública y solemne del rey
en la ciudad, siguiendo la tradición que venía de la edad media y que se había
mantenido en tiempos de los Reyes Católicos y de los Austrias. Felipe V, que
se hallaba ya en la ciudad, salió de palacio y en carroza se dirigió a las mura-
llas, a la puerta de san Antonio, donde era costumbre iniciar la ceremonia.
Todo con demasiadas prisas para el gusto del Consell de Cent: «...vingué sa
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
magestat ab molta pressa ab un cotxe y ab molta companya de senyors y cot-
xes, y apenas fou passat tingueren los senyors concellers noticia que sa mages-
tat ya era a cavall, y que estava esperant entremitg del rastrillo del empedrat
del portal de Sant Antoni y lo cubert de la volta...»
32
.
En el portal de san Antonio se produjo una pequeña alteración del ritual,
pero significativa de los cambios que se estaban produciendo. Las llaves de la
ciudad, en lugar se serle ofrecidas por la Ciudad, le fueron entregadas al
monarca por el Gobernador de la Plaza. El cambio no fue fruto de la improvi-
sación, sino perfectamente calculado y ordenado por el soberano. Todavía se
hallaba en Madrid cuando el 3 de septiembre había enviado una carta a la
ciudad, dando instrucciones sobre este punto del ritual:
«Tengo entendido que entre las demás cerimonias que antes del año 1657 eje-
cutaba esa Ciudad en las entradas públicas en ella de los serenísimos reyes,
mis predecesores, era la de haber en el portal de San Antonio una granada,
que abriéndose se descubría en el centro de ella un escolanete con las llaves
de la Ciudad en la mano, las cuales presentaba a sus majestades, quienes las
volvía al conseller en cap; y porque desde dicho año corre (como sabéis) al
cuidado del gobernador de esa plaza la custodia de las puertas y llaves de ella,
he resuelto ordenar y mandaros (como lo hago) que no dispongáis dicha cere-
monia, pues ha cesado el motivo porque se ejecutaba»
33
.
En consecuencia fue Don Juan Abarca, conde de la Rosa, Gobernador de
Barcelona el encargado de entregar las llaves de la ciudad al monarca, que se
las devolvió diciéndole: «cuidad de ellas con igual vigilancia que hasta aquí»
34
.
El cronista de santa Catalina comentaba con disgusto el cambio:
«Nota que la ceremonia antiga del donar las claus lo conceller cap als reys que
entrat havian com a Comptes de Barcelona no se ha feta, per lo que si antes
la ciutat era qui cuydave dellas, no sen cuyda ara per esser la guarnició y guar-
das dels portals soldadesca del Rey, no de Patricios com de antes; axi que las
claus estan en ma y poder dels Gobernadors de la Plaça, no en poder de la
Ciutat»
35
.
Concluido el acto de entrega de las llaves, el rey, que iba espléndidamen-
te vestido con un traje de gala, recamado en oro, montó a caballo. Inmediata-
mente se le unieron los consellers de Barcelona, que habían venido desde la
casa de la ciudad para recibirle en la puerta de la ciudad y acompañarle en
su entrada solemne. El Llibre de les Solemnitats de Barcelona narra la bienve-
nida del Consell de Cent a Felipe V : «Y luego li doná dit senyor conceller las
gracias de la mercé feya a esta ciutat ab sa real presencia ab moltas altras
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
73
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
32. Llibre de les Solemnitats de Barcelona, III, p. 501.
33. Manual de Novells Ardits, XXIII, p. 227.
34. Devotos obsequiosos cultos, p. 59 y Festivas demonstraciones, p. 21.
35. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 83.
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vivas y ponderables rahons, que’s dexan a la ponderació del lector, al que
respongué sa magestat: «cubríos concelleres» y encontinent se cubriren ab gran
vozeria de «victor» y «visque nostre rey de Espanya», que deya y feu lo poble».
36
El folleto publicado a instancias de la Diputació hacía grandes alabanzas del
hecho: «Cuando llegó la deseada y honorífica noticia de que Su Majestad había
mandado cubrir los Excelentísimos Conselleres, y fue lo mismo que inundarse
Barcelona en un alborozado y festivo seno de alegría, naufragando la ternura
entre el contento y la gratitud, pues no sabían sus moradores cómo aplaudir y
apreciar a un Príncipe, que con tan generosa grandeza les favorecía y honra-
ba; confundíanse las calles y plazas en amorosas aclamaciones y sólo se oían
en ellas los contínuos y esforzados ecos de Viva nuestro gran Monarca, viva
nuestro adorado Dueño, viva nuestro Felipe Quinto»
37
. También el cronista de
santa Catalina coincide en este punto: «... se cubriren amb molta alegría de
tots, lo que publicaren los victors y viva Felip Rey de España»
38
. En esta oca-
sión Felipe V ordenó a los consellers cubrirse, dando así satisfacción a sus
reclamaciones. El indicio resulta bien revelador, en el primer encuentro el rey
no se manifestó y los consellers no se cubrieron, en el segundo el rey lo auto-
rizó y los consellers se cubrieron, del reconocimiento de un derecho se había
pasado a depender de la voluntad real, eso era absolutismo.
Inmediatamente el conseller en cap, el Doctor D. Josep Company, y D.
Francesc Sans y de Puig, tomaron de unas bandejas doradas dos largos cordo-
nes, carmesí y oro, que salían de las riendas del caballo montado por el rey,
símbolo que, según el cronista, «alude al recíproco vínculo de amor y lealtad
entre sus Augustos Católicos monarcas y esta Excelentísima Ciudad de Barce-
lona».
39
Los cordones eran portados por el conseller en cap y veinticuatro
miembros más del consell de cent elegidos para la ocasión, doce a cada lado.
A la derecha, presidiendo, D. Josep Company, conseller en cap, y a continua-
ción D. Onofre Monsalvó, ciudadano honrado, Baltasar de Riba, donzell, D.
Raymond Copons del Llor, Felix Boneu, ciudadano honrado, Joan Magí Barre-
ra, ciudadano honrado, D. Francesc Molines y Casadevall, D. Joan Claresvalls
y de Llucià, Barón de Lloràc, cónsul de la Lonja, Josep Güell, notario, Joan
Vilardaga, boticario, Pere Torner, cirujano, Cristobal Llopis, confitero, Jaume
Martí, cerero. A la izquierda, el ya citado D. Francesc Sans y de Puig, y a con-
tinuación, Josep Galvany, mercader y cónsul de la Lonja, Francesc Vidal, mer-
cader, Geronim Servero, mercader, Onofre Sidòs, mercader racional, Josep Apa-
rici, mercader, Josep Rodoreda, mercader, Jaume Vives, talabartero, Raymond
Sala, tintorero, Joan Camps, alfarero
40
. Vestían los miembros del consell trajes
de corte, adornados con abundancia de encajes negros.
74
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
36. Llibre de les Solemnitats de Barcelona, III, p. 501.
37. Festivas demonstraciones, p. 24.
38. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 83.
39. Devotos obsequiosos cultos, p. 60.
40. Devotos obsequiosos cultos, pp. 60-61.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
En la cercana iglesia de san Antonio tomaron los cinco consellers, vesti-
dos con las gramallas de color carmesí con flores y labores en oro, propias de
su dignidad, más un sexto personaje, un prohom, Antonio Moxiga y Ginebre-
da, ciudadano honrado, las seis varas del palio, de tela de oro, bajo el que el
rey haría su entrada solemne en la ciudad. Se organizó entonces la comitiva.
Delante iban los timbales, clarines y chirimías, vestidos con cotas de damasco
carmesí, galonadas de amarillo, seguía la compañía de reales guardias de Cata-
luña, compuesta por cien caballos y dirigida por su capitán, D. Antoni de Oms
y de Santa Pau, y su capitán teniente, D. Antoni de Lanuza y Oms. Después,
cuatro trompetas del rey, abriendo paso a los Grandes de España, de los cua-
les unos habían acompañado al monarca en su viaje y otros se le habían unido
en Cataluña, el duque de Osuna, el duque de Sessa, el marqués de Quintana,
el marqués de Aytona, el conde de Santisteban, el conde de Palma —Virrey
de Cataluña—, después seguían los oficiales de la ciudad, inmediatamente
delante del rey, en medio de los dos ramales del cordón, iba el duque de
Medina-Sidonia, Caballerizo Mayor, que portaba desenvainado y enhiesto el
real estoque, signo de jurisdicción y mando. Bajo palio y rodeado de los con-
selleres, ricamente vestido, marchaba el rey a caballo. Al estribo real iba Don
García de Guzmán, el primer caballerizo. Para cerrar la comitiva desfilaban los
demás caballerizos y pajes del real servicio y las guardias de corps, las guar-
dias españolas y alemanas.
La procesión real y cívica fue desfilando por las calles engalanadas y lle-
nas de público, atraído por el espectacular acontecimiento. Avanzaban lenta-
mente, para ver y ser vistos. Pero a diferencia de lo acostumbrado, en esta
ocasión la marcha fue más rápida, acortando la duración del desfile. Delante
del hospital, siguiendo la tradición, los niños abandonados y los enfermos
mentales ocupaban una tribuna, sumándose al recibimiento. Simbólicamente
los «inocentes» quedaban asociados a la bienvenida dispensada por toda la
sociedad barcelonesa, desde las autoridades del Consell de Cent al pueblo
llano, representado tanto por la colaboración gremial como por el público asis-
tente. Significativa fue la presencia de soldados cubriendo la carrera. El cronis-
ta de santa Catalina lo destacaba negativamente: «Es de notar que en la Ram-
bla estigué affilarada la soldadesca, axí de infanteria, com de a cavall, per tot
lo destricte per hont agué de passar lo Rey»
41
.
En la plaza de san Francisco la comitiva se detuvo para celebrar el acto
central de la ceremonia, el doble juramento entre el rey y la ciudad. La plaza
estaba repleta de público. Los personajes de mayor categoría contemplaban el
espectáculo desde gradas y tribunas, un grupo de damas principales desde los
balcones de la casa del conde de Santa Coloma, en uno de ellos se hallaba la
marquesa de Aytona, cuya presencia sería saludada cortesmente por el rey qui-
tándose el sombrero
42
. Los frailes del convento de san Francisco se asomaban
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
75
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
41. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 83.
42. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 86.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
a las ventanas y terrazas del edificio. Las gentes sencillas llenaban el lugar
hasta el punto de dificultar la entrada de la comitiva, por lo que la Compañía
de guardias tuvo que despejar la plaza. El Rey ocupó el estrado, acompañado
del duque de Medina-Sidonia, cubierto, siempre con la espada en la mano.
También subieron con él los consellers y gran parte de los oficiales municipa-
les. Felipe V tomó asiento en el sillón que le estaba reservado, acto seguido
mandó sentarse y cubrirse a los consellers, cosa que hicieron, aunque con
algunas dudas y vacilaciones
43
.
Entonces se procedió al juramento. Del convento de san Francisco el padre
guardián y los frailes sacaron en procesión una reliquia del lignum crucis, que
se depositó sobre un misal abierto, encima de unos almohadones. Se acercó
también el protonotario del consejo de Aragón, D. José de Villanueva Fernán-
dez de Yxar, que leyó la fórmula, en catalán, por la que el rey juraba confir-
mar todas las libertades y privilegios de la Ciudad de Barcelona. El rey, de
rodillas, en una mano el estoque, puso la otra mano sobre la Vera Cruz y el
misal y respondió: «Así lo juro». Acto seguido el conseller en cap besó la mano
del rey en señal de acatamiento y dijo unas breves palabras de agradecimien-
to y lealtad. En esta ocasión Felipe V rompió su habitual mutismo para con-
testar «lo agradezco». Después el conseller en cap volvió a besar la mano del
monarca y lo mismo hicieron los demás consellers y obreros, incluídos los
cónsules de la Lonja, aunque en principio no estaba previsto: «volgueren anar
per forsa los consols de la Llotja, encara que no y tinguessen lloch, com en
effecte anaren a fer dit besament de ma»
44
.
A continuación la costumbre establecía que en la misma plaza se cele-
brarse el gran desfile gremial ante el rey. Pero en esta ocasión, ya fuese por
desconocimiento o por impaciencia ante la larga duración de la ceremonia,
Felipe V montó a caballo y prosiguió el camino antes que llegaran los gre-
mios, eliminando así del ritual el elemento más popular del festejo: «Y per
quant dita entrada era estada molt prest, no forent tant promtas las banderas
que sa magestat no se alçás y pujés a cavall, y prenent dits senyors concellers
lo talem, posant sa magestat sota de ell, prengueren la via per lo carrer Ample,
Canvis, Born, carrer de Montcada, Boria»
45
. El desconcierto de todos ante el
cambio y la decepción y el disgusto de los gremios fue grande al no poder
desfilar ante el monarca. El cronista de santa Catalina recoge la desatención
real:
«Fet lo jurament digué lo Rey volentse alçar de la cadira: falta ahora algo más:
se li respongué: falta ahora que los concellers bezen la mano a Vuestra Mages-
tat, y que las Cofradías lleguen, lo que no fonch servit esperar (...). Que les
confrarias que anaven venint, y algunas de ellas ab las invencions que havian
76
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
43. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 85.
44. Llibre de les Solemnitats de Barcelona, III, p. 502.
45. Llibre de les Solemnitats de Barcelona, III, pp. 502-503.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
fet, no pogueren fer los obsequis y reverencias en la Plaça y devant del catafal
per haversen anat de allí lo Rey: y que las feren com pogueren per encontra-
des del Rey en los carres»
46
.
También fue significativo el desconocimiento que manifestó Felipe V ante
otra de las tradiciones de la entrada real. Al llegar la comitiva a la cárcel real
—la cárcel del «veguer»—, era costumbre que los presos suplicaran misericor-
dia al rey y éste les concediera el perdón a los que no tenían instancia de
parte. El perdón real era signo de poder y de clemencia, celebración del ini-
cio de un nuevo reinado. La crónica del Llibre de Solemnitats recoge el peque-
ño incidente:
«Y antes de arribar a la presó cridaren amb grans crits los presos de las carcers
reals, y sa magestat se girá al conceller en cap dient-li: «qué es esta vocería?». Y
dit senyor conceller en cap, llevant-se lo sombrero, respongué: «son los encar-
celados que piden a vuestra majestad sea servido darles libertad». Al que res-
pongué sa magestat: «tendrán instancia de parte». Al que respongué, llevant-se
lo sombrero altre vegade, lo senyor conceller a sa magestat: «buen remedio,
senyor; puede vuestra majestad, teniendo gusto, libertar a los que no la tienen»
y respongué sa magestat: «está bien», continuant dit senyor conceller en dir-li:
«pues, senyor, vuestra majestad se habría de servir dar la orden». Y respongué
un escuder o palafraner de peu —D. García de Guzmán— que li anava contra
lo cavall: «pues señor, si gusta vuestra majestad, participaré la real orden a don
Antonio de Ubilla» (que es lo secretari del despaix universal) y respongué sa
magestat: «bien»
47
.
Según informa el cronista de santa Catalina en los días siguientes obtuvie-
ron la libertad veinticuatro prisioneros
48
.
La comitiva se detuvo ante el palacio episcopal, donde el obispo Fr. Beni-
to Sala, revestido de pontifical, estaba esperando al rey, acompañado del cabil-
do. El rey descendió del caballo delante de la catedral y se arrodilló para ado-
rar el lignum crucis. El rey y el obispo entraron juntos, en procesión, bajo
palio, en el templo, seguidos del duque de Medina-Sidonia y del conseller en
cap. Ante el altar mayor juró el rey, de rodillas, defender la fe y conservar los
privilegios de la Iglesia. Después se cantó un Te Deum y el rey recibió la ben-
dición del obispo. Acto seguido bajaron a la cripta donde reposan los restos
de santa Eulalia, para orar ante la patrona de Barcelona.
Terminado el acto religioso en la catedral, se volvió a formar la comitiva
real y se dirigieron a palacio, donde se alojaba el monarca. El fin de la cere-
monia se celebró con una gran salva de artillería de la plaza y castillo de
Montjuic. Tan cansado estaba Don Felipe que se retiró a sus aposentos sin
despedirse de los consellers, que esperaron hasta tener la ocasión de besar su
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
77
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
46. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 86.
47. Llibre de les Solemnitats de Barcelona, III, p. 503.
48. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 87.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
mano: «Cuando en atención de las sucesivas fatigas del día, se dispensó en lo
ritual de despedirse los Conselleres al pie de la escalera, en cuya considera-
ción, acompañando a Felipe hasta su antecámara, aguardaron el tiempo que
fue menester, para que reparado del pasado cansancio les franquease la dicha
de besar su Real Mano»
49
. Después de haber reposado, Felipe V se dispuso a
completar las celebraciones. Recibió a la nobleza y mandó que la cena se sir-
viese en público para que todos pudieran contemplarle. Recibió a los conse-
llers de la ciudad para despedirse y les dió a besar la mano. Manifestó su
deseo de ver el desfile de los gremios que no se había realizado en la plaza
de San Francisco. Mientras unos desfilaron con sus banderas, otros llevaban
figuras y carrozas:
«Acudió todo el concurso, ansiosos de gozar otra vez de la Soberana vista de
su Rey y Señor a la plaza de Palacio, y a poco rato hizo Su Majestad Soberana
eclítica de su bizarría a un balcón, dejándose ver en él de todo el Pueblo, y
llegando en esta ocasión las Cofradías y Gremios; la primera invención que se
manifestó —la del gremio de los cardadores— fue la que vulgarmente llaman
la Mulassa (que es una máquina que con sus ridículos gestos divierte suma-
mente al Pueblo) enjaezada de azul, con listones de oro, y diferentes adornos
y encajes, entre lo extravagante de su postura y sobre sus dilatadas y anchas
espaldas se dispuso una Granada, que se abría y cerraba como por tramoya,
manifestando dentro de ella dos ángeles, que también hacían sus movimientos.
Otro gremio —el de los zurradores— llevaba un león muy grande, lucidamente
dorado, que llevaban dos hombres, vestidos de oropel, con tal disposición que
parecía que el León andaba con sus pies. Otro —el gremio de marineros— lle-
vaba un navío muy grande, con sus árboles, velas, jarcia, estandartes, flamulas,
faroles, artillería y cinco marineros y un trompeta, que iba avisando para preve-
nir a todo el concurso a ver una admiración, navegaba por tierra, al aire solo
del ingenio y del artificio, y al llegar delante el balcón de su Majestad amainó
las velas y disparó la artillería con grande aplauso de todo el numeroso bulli-
cio. Otro —el de los hortelanos de la puerta de San Antonio— llevaba un jar-
dín tan primorosamente compuesto, que parecía subcinto timbre de la Primave-
ra en su variedad y hermosura de flores, abreviado distrito de Silvano en la
bella disposición de sus árboles y sincopada jurisdicción de Pomona, en la agra-
dable variedad de frutos. Entre la curiosa distribución de sus cuadros iban unos
niños vestidos como ángeles, en traje de labradores, que arando unos, con sus
chanditos, otros iban sembrando confites, arrojando muchos al aire hacia el bal-
cón de Su Majestad [...]. Había también una noria y surtidor tan propiamente
fabricado, que parecía efectivamente propio y de un natural jardín. Ilustrábase
esta deleitosa fábrica con una primorosa imagen del Santo Labrador, que lo fue
de virtudes en la campaña de Madrid. Coronaba todo este delicioso artificio lo
frondoso de los árboles, matizados con los colores de diversidad de aves, y al
que la atención estaba más divertida en admirar tan ingeniosos primores, súbi-
tamente se soltaron al aire innumerable multitud de diferentes pájaros, que albo-
rotaron el concurso con el alegre susto de tan impensada novedad, aumentan-
do sumamente el bullicio, que convirtiéndose después en aclamaciones y
aplausos de nuestro gran monarca»
50
.
78
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
49. Devotos obsequiosos cultos, p. 102.
50. Festivas demonstraciones, pp. 77-78. Vid también Devotos obsequiosos cultos, pp. 108-112.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
La fiesta se prolongó largo tiempo con música y luminarias y terminó con
un enorme e ingenioso castillo de fuegos artificiales, pagado por la Diputació
del General, un gran espectáculo que el rey contempló desde el balcón de
palacio
51
. Las iluminaciones continuaron los dos días siguientes.
El día 3 de octubre, a partir de las diez de la mañana, el rey lo dedicó a
conceder audiencia a las principales instituciones y autoridades. En primer
lugar el Consell de Cent, inmediatamente después la Diputació del General, en
tercer lugar el Brazo Militar, más de un centenar de caballeros, encabezados
por su presidente, D. Felicià de Cordelles, asistido por D. Bernart Aymeric y
de Cruilles y de D. Josep Terrè i de Marquet, a continuación la Universidad
literaria, en quinto lugar el Magistrado de la Lonja del Mar, representado por
sus dos cónsules, D. Joan Claresvalls y de Lluciá, Baron de Llorac, cónsul mili-
tar, y Joan Galvany, cónsul mercader, y un nutrido grupo de comerciantes.
Todos rivalizaron en sus muestras de acatamiento y en sus manifestaciones de
alabanza al nuevo rey.
52
No parece que Felipe V rompiera su habitual mutis-
mo, pues según el cronista de santa Catalina, no habló ni una palabra
53
.
6. LOS JURAMENTOS
El día 4 se celebró un acto político de máxima trascendencia, el doble
juramento recíproco del rey y de los representantes del Principado. Felipe V
juró las Constitucions de Cataluña y los catalanes le juraron fidelidad y le pres-
taron homenaje como su rey y señor. La ceremonia se celebró por la mañana
en el gran salón del trono, el Tinell. En un lado se levantó un tablado, reves-
tido de paños colorados y amarillos y cubierto por un dosel, bajo el cual se
colocó el sillón del rey. En los otros tres lados se colocaron bancos para los
tres estamentos, a mano derecha de la presidencia el estamento eclesiástico, a
mano izquierda el estamento militar, enfrente el estamento real. En la plaza
del Rey, por donde entraría Felipe V, se habían dispuesto dos tablados para la
música, timbales, clarines y chirimías.
El acto comenzó con el recibimiento del monarca por los consellers de la
ciudad al pie de la escalinata, que le acompañaron hasta el sillón. El rey tomó
asiento y junto a él se situó como siempre el duque de Medina-Sidonia con el
estoque desenvainado. En las gradas se hallaba el canciller, que era el obispo
de Girona, y los regentes del consejo de Aragón y el regente de la real Audien-
cia de Cataluña. Delante del rey colocaron un misal y un lignum crucis. Pri-
meramente los tres estamentos manifestaron su disposición a prestar el tradi-
cional juramento de fidelidad y homenaje como vasallos, y comenzando por el
estamento eclesiástico, representado por el arzobispo de Tarragona, siguiendo
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
79
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
51. Festivas demonstraciones, pp. 81-82.
52. Vid Festivas demonstraciones, pp. 84-94. Y Devotos obsequiosos cultos, pp. 115-122.
53. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 89.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
por el estamento militar, y en su nombre el marqués de Anglesola y conde de
Perelada, por último el estamento real, y en su representación el conseller en
cap de la ciudad de Barcelona, hicieron el acto de acatamiento. Acto seguido
Felipe V se puso en pie, el protonotario de la Corona de Aragón leyó el jura-
mento y el rey, con la mano sobre el misal y el lignum crucis, juró las Cons-
titucions de Cataluña y todos los demás fueros y privilegios. Inmediatamente
después los tres estamentos, clero, nobleza y ciudades, prestaron su juramento
de fidelidad y vasallaje.
Terminada la ceremonia del doble juramento, tal como estaba acordado
con el cabildo, pasó don Felipe a la vecina catedral, para tomar posesión del
canonicato reservado al rey, según la tradición. La campana Tomasa anunció
la noticia a toda la ciudad. El acto se celebró en la sala capitular, donde entró
el rey acompañado del obispo y los canónigos, y de su séquito únicamente el
patriarca de las Indias y el protonotario de Aragón. Fue dicho protonotario el
encargado una vez más de leer el juramento, que el monarca prestó de rodi-
llas. Después el obispo ordenó a los oficiales del cabildo que hicieran entrega
a su Majestad de todo lo que le correspondía como canónigo y así el secreta-
rio le presentó la porción, unos reales en una bandeja de plata, el bolsero de
las distribuciones comunes, algunos plomos de su bolsa, el bolsero de la bolsa
canonical, también algunos plomos de su bolsa y el distribuidor del pan una
bandeja con seis panes canonicales. Al final, como símbolo de acogida en la
comunidad, el obispo dio a su Majestad el beso de la paz en nombre de todo
el cabildo y le agradeció su aceptación del canonicato. Antes de abandonar la
catedral el rey salió al claustro, siempre acompañado por el obispo y los canó-
nigos, para orar en la capilla de la Inmaculada Concepción y tomar bajo su
protección, ingresando en ella, la antigua cofradía de la Purísima Concepción
de María, según la tradición de los reyes de la Corona de Aragón, iniciada por
Pere IV en 1333. Como manifestación de su especial devoción por la Inmacu-
lada, el rey acudiría acompañado de la reina el día 8 de diciembre, fecha de
celebración de esta advocación mariana, a oir misa y comulgar públicamente
en dicha capilla.
El siguiente día 5 continuaron las audiencias del rey. En primer lugar el
obispo con el cabildo. En segundo lugar el tribunal de la Inquisición, con
todos los inquisidores y oficiales, encabezados por el inquisidor más antiguo,
D. José Hualte. En tercer lugar el Portantveus de General Gobernador del Prin-
cipado, D. Joan de Llupiá y de Agulló, acompañado de su asesor. En cuarto
lugar el Batlle General, conde de Centelles, con sus tres ministros y sus oficia-
les. Y por último el Mestre Racional de la Real Casa y Corte en los reinos de
la Corona de Aragón, el marqués de Aytona, con sus ministros. Los parlamen-
tos de todos ellos manifestaban su fidelidad y acatamiento y expresaban el
agradecimiento por la presencia real en tierras catalanas, pero dando siempre
por supuesto el más estricto respeto a sus libertades y privilegios. La impre-
sión que Felipe V sacó de todas estas entrevistas era que en Cataluña las
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
manifestaciones de sumisión a la Corona iban indisolublemente unidas a la
defensa más celosa del estricto mantenimiento de sus leyes e instituciones tra-
dicionales
54
.
7. L
AS CORTES
El día 12 de octubre tuvo lugar otro de los grandes acontecimientos polí-
ticos, la inauguración de las cortes catalanas. El encuentro entre el rey y la
ciudad, simbolizado en la entrada real y en su acto culminante, el juramento
de los privilegios de Barcelona, y el vínculo recíproco entre el Rey y el Princi-
pado, simbolizado en el juramento de las Constitucions, alcanzaba en la reu-
nión de Cortes un desarrollo político concreto, tanto teórico como, sobre todo,
práctico. Las Cortes representaban el encuentro entre el rey y el reino, consti-
tuían propiamente el lugar y el tiempo de la ratificación y revisión del pacto
constitucional.
Las cortes de 1701 se reunían en un clima político muy caldeado. Aunque
eran esenciales en el sistema constitucional del Principado, hacía muchos años
que los catalanes no tenían cortes. Las cortes de Felipe III en 1599 fueron las
últimas normalmente concluidas, las cortes de Felipe IV, convocadas en 1626 y
continuadas en 1632, no llegaron a cerrarse y dejaron un recuerdo muy frus-
trante. La situación en 1701 era ambivalente, las cortes eran muy esperadas y
deseadas, pero el nuevo monarca Borbón, Felipe V, suscitaba recelos y pre-
venciones, como nieto que era de Luis XIV, que había hecho de la monarquía
francesa el modelo por excelencia del absolutismo centralizador. Buena mues-
tra del ambiente político que se respiraba era la proliferación de memoriales y
representaciones
55
en defensa de las leyes catalanas escritos y publicados por
aquellos días y la reedición de obras clásicas sobre las cortes catalanas, como
las de Miquel Sarrovira
56
y Luis de Peguera
57
.
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
81
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
54. Carta de Felipe V a Luis XIV, 7 de octubre de 1701. Vid. BAUDRILLART, Alfred: Philippe V
et la Court de France. París, 1890, vol. I, p. 84.
55. Representación de la Ciudad de Barcelona al Rey con observaciones sobre sus leyes,
Barcelona, 1701, s.p.i., 2 hs.; Representación de la Ciudad de Barcelona dirigida al Rey, haciéndo-
le consideraciones sobre la necesidad de conservar las Constituciones, Usos, privilegios y otros
derechos municipales de Cataluña, Barcelona, s.i., 1701, 8 hs.; Representación de la Ciudad de
Barcelona al Rey solicitando le conserve sus Constituciones, Usos, Privilegios..., Barcelona, s.i.,
1701, 10 hs.
56. S
ARROVIRA, Miquel: Cerimonial de Corts. Obra compilada de llochs autentichs, Lleys del
Principat de Cathalunya, antichs y prolichs Doctors... Reimprimit per deliberació dels tres Braços de
las Corts que da present se celebran en lo Convent de San Francesch de la Ciutat de Barcelona...
Barcelona, Rafael Figueró, 1701, 4 hs.+ 51 pp.
57. P
EGUERA, Luis de: Práctica, forma y stil de celebrar Corts Generals en Cathalunya... Bar-
celona, Rafael Figueró, 1701, 8 hs. + 104 pp.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
Como era costumbre las cortes se reunieron en el convento de San Fran-
cisco. El acto inaugural tuvo lugar en la iglesia del convento, donde se había
dispuesto un tablado en el presbiterio, con un sillón bajo dosel ante el altar
mayor reservado al monarca, en la nave, a la derecha dos líneas de bancos
para el brazo eclesiástico, a la izquierda seis líneas de bancos para el brazo
militar, el más numeroso, y frente al solio tres líneas de bancos para el brazo
real. La ceremonia se fijó para el día 12 de octubre a las tres de la tarde.
Al llegar Felipe V al convento toda la comunidad en procesión salió a
recibirle a la puerta y lo mismo hizo el conseller en cap. Para la entrada se
formó una comitiva encabezada por los maceros de la ciudad, seguidos por el
duque de Medina-Sidonia con el estoque desnudo en la mano, después el rey,
acompañado por el conseller en cap, ambos bajo palio, sostenido por seis frai-
les, flanqueados por cuatro reyes de armas, detrás las guardias de corps. Mien-
tras avanzaban se cantó un Te Deum. El rey tomó asiento en el solio, el duque
de Medina-Sidonia entregó el estoque desnudo al monarca y se situó a su
lado, donde permaneció en pie durante toda la ceremonia. En las gradas del
solio se colocaron a ambos lados el canciller y los regentes del consejo de
Aragón y el regente de la real Audiencia.
Empezó el primer acto de cortes haciendo un rey de armas las cuatro
advertencias reglamentarias: «Silencio». «El Rey manda que os sentéis». «El Rey
manda que os cubráis». «El Rey manda que atendáis». Inmediatamente el Proto-
notario leyó en catalán la Proposición real:
«Lo Rey Don Carlos Segon, mon oncle (que haja gloria) (observant las lleys
de la Successió y de la justicia) me instituhí Hereu de la Corona de Espanya, y
tots sos Regnes. Y passant, com à legitim successor en ells, pera pendrer pos-
sessió, ho executí en los regnes de Castella y León, y haventme aclamat, jurat,
y prestat Sagrament y Homenatge los vassalls de dits Regnes, los confirmì sas
Constitucions, Privilegis, Usos y Costums. Y desitjant observar lo mateix en lo
present Principat de Cathalunya, ab la major brevedat que he pogut y lo temps
me ha permès, per lo molt que estimo y mereixen tant bons y lleals vasalls
como son los quel componen, per correspondrer al amor, llealtat y esfors ab
que sempre han servit a ma Corona, esperant que ho continuaràn ab la matei-
xa finesa: He manat convocar estas Corts Generals, peraque en ellas se tracte
tot lo que pugua ser mes util, convenient y de justicia pera son millor govern,
conservació y benefici, mirant per ells ab lo gran cuydado particular y cordialis-
sim amor quels tinch, donant providencia de que per motiu algù no quedian
gravats, ni se li posian embarassos que detingan las resolucions de la major
equidat en que desitjo estigan, com aixi ho executarè continuament, esperant
que al mateix temps tindrà presents lo dit Principat y considerarà ab tota aten-
ciò lo estat que fins assi ha tingut la Monarquia, y lo que està passant en sos
separats y grans Dominis y en avant pot succehir y ocorrer, y totas las demès
circunstancias tant publicas a sa vista, peraque corresponent a unas y altres
degudas obligacions, se logre en major servey de nostre Senyor, la autoridat y
permanencia de la justicia, lo bè comù de aquest Principat, el alivio de aques-
tos vassalls, y tots los afectes de mon Real Servei, en que desde luego mane se
tractia y conferesca y sem representia per aqueixos Braços, deixant tot lo que
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FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
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embarase tant lloables y principals fins, que son los que han mogut mon animo
a passar a aqueixa Ciutat, como ho executarè en totas las ocasions que convin-
ga, per lo que aprecio el bè comù de estas Provincias y de sos particulars indi-
viduos»
58
.
Las cortes catalanas, inauguradas el 12 de octubre, estuvieron funcionando
durante tres meses. Como era propio de las cortes su funcionamiento consistía
en una dura negociación, en que el rey trataba de obtener los mayores recur-
sos posibles a cambio de las menores concesiones y el reino buscaba conse-
guir el máximo de leyes favorables a sus intereses políticos, económicos y
sociales y el máximo de reparación de agravios cometidos, por el mínimo de
donativo. En 1701 se desarrollaron dos temas fundamentales de discusión, una
entre el rey y las cortes por la aprobación de las constituciones y capítulos,
otra entre los tres brazos de las cortes sobre los medios de recaudar el donati-
vo que se había de entregar al rey.
59
Para la relación entre Felipe V y Catalu-
ña tiene especial interés el conflicto en torno a las leyes.
El núcleo del conflicto estaba en la constitución de las desinsaculaciones,
por la que reclamaban las cortes que Felipe V renunciara a la prerrogativa
que, acabada la guerra dels Segadors, Felipe IV se había reservado, consisten-
te en el poder de desinsacular sin juicio previo a los insaculados en las bolsas
de la Diputació del General y del Consell de Cent. Para apoyar la petición de
las cortes se hicieron diversas gestiones por los mismos brazos y por otras
autoridades del Principado. El Consell de Cent pidió audiencia al rey y el 27
de noviembre le planteó el caso y le presentó un memorial, solicitando volver
en el tema de las insaculaciones a la situación existente antes de 1640 y entre-
gó copias del memorial a otros personajes influyentes de la corte, como el
duque de Sessa y el embajador de Francia, el Conde de Marcin, cuya respues-
ta fue cauta, pero significativa al invocar la igualdad de trato de Felipe V a
todos sus súbditos:
«Respongué dit senyor embaixador que ell en ninguna manera podia entrar en
esta incumbència per trobar-se ministre del rey christianíssim y no poder-se
entremètrer en matèrias de entre lo rey cathòlich y sos vassalls, sinó tan sola-
ment en persuadir que tractàs ab benevolència y benignitat a sos vassalls, y al
pas que ells procehirian y lo obligarian, los affavorís y premiàs; y això tant en
general que no individuàs ni se inclinàs més a una província que a altre»
60
.
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
83
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
58. Festivas demonstraciones, pp. 116-117. Versión castellana en Antonio de Ubilla: Succe-
sion de el Rey D. Phelipe V, pp. 263-264.
59. BARTROLÍ i ORPÍ, Jaume: «La cort de 1701-1702: un camí truncat» en Recerques, nº 9, p.
59. Vid. también Ernest Belenguer i Cebriá: «La Corte y el País: en torno a las últimas Cortes cata-
lanas de la Edad Moderna» en Stvdia Historica. Historia Moderna, vol. VI. Universidad de Sala-
manca, 1988, Homenaje al Dr. D. Manuel Fernández Álvarez, pp. 399-410. Y J. Albareda: Els cata-
lans i Felip V, especialmente «Les Corts de 1701-1702”, pp. 70-90.
60. Manual de Novells Ardits, XXIII, pp. 244-245.
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Marcin, mucho más explícito en sus informes a Luis XIV, atribuía las difi-
cultades de Felipe V con las cortes al carácter desconfiado y «republicano» de
los catalanes y a la fuerte animadversión y rivalidad existente entre los catala-
nes y los castellanos, sobre todo los que acompañaban al soberano, algunos
muy arrogantes e impacientes. Pero consideraba importantísimo para el presti-
gio del nuevo rey, tanto en Cataluña, como en el resto de España, que logra-
ra concluir las cortes, algo que no sucedía desde hacía más de un siglo, pues
las últimas que se concluyeron fueron las de Felipe III en 1599. Ante semejan-
te compromiso, Marcin elogiaba el comportamiento de Don Felipe, paciente y
firme a la vez
61
.
A pesar de la insistentes reclamaciones catalanas, Felipe V rechazaba esta
petición, pues la prerrogativa de desinsaculación representaba uno de los pocos
instrumentos de influencia que tenía la Corona en las principales instituciones
del Principado
62
. En primer término Felipe V manifestó una actitud muy cerra-
da. Las exigencias reales presentadas a las cortes eran inflexibles. El rey, a tra-
vés de los oficiales reales, señalaba que la finalidad de las cortes era votar un
donativo y reclamaba las concesiones que debían hacer los tres brazos, sin
más discusiones, pues «con su majestad no se regateaba»
63
. Según explica Mas
en su diario, el 10 de diciembre, los tratadores fueron llamados por el rey,
que les dijo: «Aquí tenéis estos papeles, los cuales hemos mirado, y os hemos
concedido todo lo que hemos podido, y más de lo que hemos podido y no
se os admitirá más réplica. Creo estaréis contentos y seréis buenos vasallos. El
lunes por la mañana iremos a San Francisco para la suplicación de greuges y
a la tarde para el solio»
64
.
Felipe V se negaba a conceder las constituciones que le pedían. En res-
puesta a la dura actitud real, las cortes primero protestaron repetidamente y
finalmente aplicaron el recurso tradicional, la presentación el día 11 de diciem-
bre de un «dissentiment» general a las cortes, por veinte miembros del Brazo
Militar, encabezados por Pere Torrelles y Senmenat. El dissentiment significaba
bloquear las cortes, impedir su conclusión, con lo que el monarca, además de
perder la posiblidad de un donativo, quedaría gravemente desprestigiado en la
propia Cataluña, en el resto de la Monarquía española y ante las potencias
extranjeras. El riesgo de crisis era muy alto y después de permanecer las cor-
tes detenidas durante una semana, finalmente Felipe V decidió ceder algo ante
las peticiones de las cortes.
Pero el rey y sus seguidores no se resignaron y pasaron al contraataque.
El protonotario real advirtió a los brazos que si continuaban exigiendo la apro-
bación de la constitución de las desinsaculaciones, pasarían todas las constitu-
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MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
61. Vid. ALBAREDA, J.: Els catalans i Felip V..., pp. 84-86.
62. ACA, Generalitat, Processos de corts, nº 1062, fol. 522.
63. Archivo de la Corona de Aragón (ACA), Generalitat, Processos de corts, nº 1061, fol.
167 v.
64. MAS, E.: «Diari», fol. 124.
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ciones ya aprobadas al dictamen del consejo de Aragón, para que resolviera
sobre la conveniencia de la concesión. De este modo Felipe V aprovechaba
hábilmente en beneficio propio las rivalidades entre los diferentes grupos polí-
ticos catalanes, entre las instituciones del rey y las instituciones de la tierra, y
concretamente la oposición de los oficiales reales de Cataluña, sobre todo los
magistrados de la Real Audiencia, a las concesiones ya realizadas en favor de
las cortes
65
. Por su parte el conde de Palma, virrey de Cataluña, respaldado
por algunos magistrados de la Audiencia, adoptó una actitud intransigente y
redactó un memorial, fechado el 17 de diciembre, recomendando al Rey que
dejara las cortes sin concluir. Inmediatamente otros memoriales respondieron
al del virrey, defendiendo el pactismo y las cortes. Se planteó un interesante
debate político, que abordaba las grandes cuestiones de principios en torno al
absolutismo y al pactismo y que trataba también problemas concretos, como
el de las desinsaculaciones y el de los alojamientos militares
66
.
Pero una cosa son las discusiones teóricas y otras las cuestiones prácticas
y concretas. Ante el problema que representaba perder todo lo obtenido, aun-
que en las cortes existían algunos partidarios de mantener la resistencia, otros
preferían la conciliación, como sucedió a mediados de diciembre con el Con-
sell de Cent. Según explica Mas en su diario:
«Si bé a les hores se digué que la vint-i-quatrena de Corts de dita ciutat avia
anat omissa en lo no prosseguir lo empeño de la desinsaculació sens cognició
de causa, emperò, fou mirant-ho per part de fora, perquè mirat per part de dins,
com ho miravan las personas de la vint-i-quatrena, tenian per davant una reso-
lució de Sa Magt. que deya per boca de sos tractadors, que en manera alguna
condescenderia en dita constitució... y que abans de concedir-la dexarien de
conclurer-se las Corts, y de altre part tenian un vot de quatre advocats que deyan
que dita matèria y concessió era únicament matèria de gràcia, y no de justícia»
67
.
El resultado final fue que las cortes renunciaron a la constitución en liti-
gio, la de las desinsaculaciones, para salvar el resto y aceptaron las demás
indicaciones reales. A pesar de todo, el balance de las cortes resulta positivo.
Se hicieron una serie de nuevas leyes importantes, sobre todo por el largo
tiempo que el Principado se vio privado de cortes y, por tanto de nuevas
leyes
68
. En el apartado político destacan algunas iniciativas como la nueva
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
85
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
65. FELIU DE LA PEÑA, Narcís: Anales de Cataluña, Barcelona, 1709, vol. III, p. 491.
66. Vid. los memoriales y representaciones copiados en el manuscrito del convento de
Santa Catalina, BUB Ms. 1007 Lumen Domus, III: «Memorial del Comte de Palma Virrey de Catalu-
ña, després de la vinguda del Rey Felip quint, a esta Exma. Ciutat de Barª a fi y effecte de que
sa Magt. no conclogués las corts», fols. 121-124. Y las tres largas representaciones de respuesta,
fols. 124-140.
67. MAS, E.: «Diari», fols. 126-127.
68. Constitucions, Capitols, y Actes de Cort, fetas y otorgats, per la S.C.R. Magestad del Rey
nostre Senyor Don Felip IV de Aragò y V de Castella, comte de Barcelona, etc., en la primera Cort,
celebrada als Cathalans, en la ciutat de Barcelona, en lo Monestir de Sant Francesch, en los anys
1701 y 1702. Per manament dels molt Illustres y Fidelissims Senyors Deputats, y Oydors de Comp-
tes. Barcelona, Rafel Figueró, 1702, 6 hs. + 100 pp.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
Constitució de l’Observança por la que se creaba un nuevo tribunal encargado
de juzgar las contrafacciones —actos contrarios a las leyes del país—, reco-
giendo las tradicionales aspiraciones catalanas de que no fuera la Real Audien-
cia de Cataluña la que tratara el tema, por ser precisamente sus oficiales y los
demás oficiales reales los que cometían las contrafacciones. Muy significativas
fueron las reformas introducidas en el funcionamiento de la Diputació y en
sus relaciones con las cortes, destinadas a mejorar la eficacia y a controlar la
corrupción. Resultan también interesantes para la mejora de las relaciones entre
la Corona y el Principado medidas como la regularización de los alojamientos
de tropas en Cataluña, que había sido uno de los principales temas de enfren-
tamiento a lo largo del siglo XVII, o la restitución de fraudes cometidos por la
entrada de telas y otros productos sin pagar los derechos correspondientes,
con la excusa de hallarse destinados a la familia real o al ejército. Otras con-
cesiones notables, destinadas a aumentar la presencia de catalanes en las insti-
tuciones del gobierno de la Monarquía, fueron la asignación a naturales de
Cataluña de plazas en Italia, una plaza en el consejo de santa Clara de Nápo-
les y otra en el magistrado extraordinario de Milán, y el establecimiento de un
turno rotatorio entre aragoneses, catalanes y valencianos en el cargo de proto-
notario de la Corona de Aragón.
Uno de los aspectos más interesantes de estas cortes fueron las reformas
económicas, encaminadas a favorecer la recuperación catalana ya en marcha,
facilitando las actividades comerciales. Tres medidas destacaban por su impor-
tancia, la autorización para erigir una casa de puerto franco en Barcelona, el
permiso para enviar cada año dos barcos catalanes a América y la creación de
una junta encargada de proyectar y fundar una Compañía Náutica Mercantil y
Universal. Estas medidas respondían a las aspiraciones de desarrollo económi-
co sentidas en la época y habían sido repetidamente planteadas. Constituían
tres puntos destacados del programa económico de Narcís Feliu de la Penya,
tal como lo presentaba en el Fénix de Catalunya
69
. Lamentablemente la difícil
situación política de la época y después la guerra, así como la falta de iniciati-
vas económicas y de medios para llevarlas a cabo impidieron el desarrollo de
estas interesantes propuestas aprobadas en las cortes
70
.
En compensación de todas estas concesiones reales, las cortes catalanas
otorgaron a Felipe V un donativo de un millón y medio de libras. Según expli-
ca Mas en su diario, el 27 de noviembre:
86
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
Capitols del General del Principat de Cathalunya, Comptats de Rosselló y Cerdanya, fets en les
Corts celebradas en lo Monestir de Sant Francesch de Barcelona, per Phelip IV de Aragó y V de
Castella, per lo redrés del General, y Casa de la Deputació en los anys MDCCI y MDCCII... Barcelo-
na, Joan Pau Martí, 1702, 136 pp. + 23 hs.
69. FELIU DE LA PEÑA, Narcís: Fénix de Catalunya. Compendio de sus antiguas grandezas y
medios para renovarlas. 1683. Estudio introductorio de H. Kamen. Barcelona, Generalitat de Cata-
lunya, Departament de Cultura, 1983. Vid. también Pere Molas i Ribalta: Comerç i estructura social
a Catalunya i València als segles XVII i XVIII, Barcelona, Curial, 1977.
70. BARTROLÍ: «La cort de 1701-1702: un camí truncat», pp. 63-67.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
«En los brassos, després de varias alteracions y difficultats, se resolgué en lo
bras militar de donar al Rey per via de donatiu un milió y mitg moneda de
Barcelona ab differents condicions, que primerament tingués lo Placet a las
constitucions, que fés gracia de coronatge, maridatge, quints y altras gracias
acostumadas, y que tragués tots los allotjaments, posant los soldats en los pre-
sidis o bé fora del Principat. Y lo bras eclesiàstic antes avia resolt donar dos
milions però ab tals condicions que ells no venian a pagar casi res»
71
.
No hubo demasiados problemas para fijar la cantidad, el conflicto se pro-
dujo a la hora de establecer los medios que se habían de aplicar a la recauda-
ción. Finalmente se establecieron diversos recursos, como el estanco del taba-
co, el repartimiento entre los «fogatges» y el catastro —una imposición sobre la
riqueza, pero de pago municipal, no personal-. Sin embargo, el donativo quedó
limitado, pues el rey debía satisfacer una importante cantidad en concepto de
«greuges». No se sabe lo que verdaderamente llegó a percibir Felipe V. De
todos modos, aunque las necesidades económicas eran muchas y urgentes, el
donativo no era lo más importante para el rey, por encima del dinero otorga-
do estaba el entendimiento político, el haber logrado evitar algunas de las
concesiones solicitadas, como la constitución de las desinsaculaciones, y el
éxito de haber conseguido concluir las cortes.
El solio que cerraba las cortes se celebró el 14 de enero de 1702 en el
convento de San Francisco, con un gran ceremonial similar al de la apertura,
destacando en esta ocasión la presencia de la reina y de sus damas de com-
pañía, encabezadas por la princesa de los Ursinos. El rey juró las nuevas cons-
tituciones y capítulos acordados en las cortes que entonces se clausuraban.
Los representantes de los tres brazos presentaron al rey la súplica con la ofer-
ta del donativo y el Protonotario leyó la súplica. Después uno de los reyes de
armas anunció: «Subid, subid a besar la mano a Sus Majestades» y se realizó el
besamanos de los tres estamentos. Una vez finalizado, un rey de armas pro-
clamó que S.M. licenciaba la Corte y terminó así el acto, retirándose los reyes
a palacio «con grande aclamación del pueblo»
72
.
Para celebrar la conclusión de las cortes, para premiar los servicios pres-
tados y para estrechar los lazos de los catalanes con la Corona, el rey conce-
dió una serie de gracias a numerosas personas. Otorgó diversos títulos nobilia-
rios de la Corona de Aragón, marquesados en su mayoría, a D. Josep de
Agulló, D. Joan de Llupiá, D. Carles de Llupiá, D. Geroni de Rocabertí, D.
Josep de Pinós, D. Pere Bach, D. Bernat de Aymerich, D. Josep Meca, D. Josep
Amat, D. Cristobal de Potau, D. Pere de Ribas, D. Pere Senmenat y Torrelles y
a los Regentes D. Francesc Comes y Torró y a D. Miquel de Xaca. Concedió
veinte privilegios de nobles, entre otros, a D. Magí Vilallonga, D. Ramón
Belloch, D. Lluís Cruilles, D. Francesc Tord y Granellar, D. Pere Planella y
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
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FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
71. MAS, E.: «Diari», fol. 116.
72. UBILLA, Antonio de: Succesion de el Rey D. Phelipe V, p. 359.
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Dusay, D. Antoni Sant Just, D. Lluís Barutell, D. Martí Sabater y Agullana, D.
Pere Planella y Cruilles, D. Josep Ferrer y Marquet, D. Josep Dusay y Aragall,
D. Francesc Graells, D. Francesc Pascual y D. Joan Bonaventura Guabes. Nom-
bró veinte caballeros, entre ellos al Doctor Josep Puig, Doctor Felix Areny,
Miquel Pau Vilanova, Carles Faviller y Torres, Carles Torres, Francesc Deona,
Francesc Comalada, Joan Baptista Tapias y Solà, Francesc Piq, Geroni Martí,
Josep Ribert, Capitán Josep Baltasar Mir, Josep Escolà y Puig, Sebastià Llovera,
Sargento Mayor Josep Belluer y Marques, Francesc Sambasart, Ignasi Bas y
Balaguer, Josep Revert, Francesc Gras y Taverner, Doctor Josep Alós y Ferrer,
Pere Canal y Roger, Doctor Francesc Gayola. Y nombró veinte ciudadanos hon-
rados, entre ellos al Sargento Mayor Francesc Mujal, al Majordom de Artillería
Josep Febrer, Bernat Martí, Joan Rou y Pastor, Lluís Garriga, Francesc Mas,
Josep Tarau, Pere Ribalt, Doctor Agustí Fetjó. También concedió diversas natu-
ralizaciones como catalanes, así sucedió con el conde de Perelada y con D.
Antonio de Ubilla, el secretario del despacho universal
73
.
En este panorama de concordia, la única excepción fue Pere Senmenat y
Torrelles —o Pere Torrelles y Senmenat—, el noble que había encabezado el
«dissentiment» en las Cortes. Para manifestar su oposición, rechazó el título de
marqués que le había sido concedido por Felipe V
74
.
El Consell de Cent, para manifestar su satisfacción por la presencia del
rey y por la feliz conclusión de las Cortes, accedió a la petición real de un
donativo de cincuenta mil libras, a entregar treinta mil inmediatamente y el
resto en cuanto se pudiera, pues el rey necesitaba con urgencia pagar a los
soldados. A cambio, el monarca respondió con la reintegración de cuatro con-
sellers desinsaculados
75
.
En definitiva, en las cortes catalanas de 1701-1702 las negociaciones entre
el rey y los tres brazos fueron duras, pero no más que lo habían sido en oca-
siones anteriores y no tanto que puedan considerarse causa determinante del
rompimiento entre Felipe V y Cataluña. Tras varias décadas de inmovilismo,
las cortes de 1701-1702 apuntaban hacia una adaptación de la política catalana
a las transformaciones económicas y sociales que se estaban produciendo,
hacia una mejora de las relaciones entre la Monarquía y el Principado, hacia
un mayor protagonismo de las cortes sobre otras instituciones como la Diputa-
ció, hacia la apertura de nuevos horizontes económicos. Parecían, pues, unas
expectativas muy prometedoras.
Tanto desde el punto de vista de Felipe V como desde el punto de vista
de los catalanes el balance de las cortes de 1701-1702 era claramente positivo.
Luis XIV escribía a su nieto: «Votre patience étoit nécessaire. Il falloit faire voir
à des peuples naturellement inquiets et jaloux de leurs privilèges que vous
n’aviez pas dessein de les supprimer. Cette confiance leur inspirera plus de
88
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
73. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fols. 155-156.
74. Partidario de la causa del Archiduque Carlos, ocupó un puesto relevante en el bando
austracista. Vid. MOLAS RIBALTA, Pere: Catalunya i la Casa d’Austria. Barcelona, Curial, 1996, p. 50.
75. MAS, E.: «Diari», fol. 152. Y Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 157.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
zèle pour le service de V.M. et il n’est que trop vrai qu’elle a besoin de l’as-
sistance de tous ses sujets»
76
. El brazo real de las cortes afirmaba que el rey
había concedido «tan singulars gràcias y prerrogativas, quals en pocas corts se
hauran concedit»
77
. Y Narcís Feliu de la Penya, a pesar de su inclinación deci-
didamente austracista, opinaba que las constituciones de estas cortes de Felipe
V habían sido «las más favorables que había conseguido la Provincia, porque
consiguió la Provincia cuanto había pedido, moderado sólo el desinsacular»
78
.
Las expectativas del rey y del Principado parecían entonces muy buenas.
Deseosa Barcelona de seguir honrando la presencia del rey, acordó el
obispo con las demás autoridades de la ciudad y del Principado organizar unos
grandes festejos religiosos con motivo de la traslación del cuerpo incorrupto
de san Olaguer a un nuevo lugar en la catedral. San Olaguer fue un prelado
catalán, nacido en Barcelona, que realizó una importante carrera eclesiástica,
llegando a ser obispo de Barcelona y arzobispo de Tarragona. En sus diócesis
trabajó por la reforma del clero. En 1123 asistió al Concilio de Letrán. Murió
en 1137. La celebración correría a cargo del obispo y el cabildo y el triduo
festivo sería sufragado el primer día por el Consell de Cent, el segundo día
por la Diputació del General y el tercer día por la Lonja del Mar. Comunica-
ron a Felipe V el proyecto y el rey lo aceptó con agrado, rogando esperaran
la próxima presencia de la reina para realizarlo.
8. LA BODA
El matrimonio de Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, como era
costumbre, había tenido lugar en Turín por poderes el día 11 de septiembre.
Después de los festejos la reina con su séquito partió hacia Niza, para embar-
carse con destino a Barcelona. Pero los planes cambiaron debido al mal tiem-
po. Después de diecisiete días de navegación desde Niza hasta Marsella, donde
llegaron el 14 de octubre, se decidió proseguir el viaje por tierra. En conse-
cuencia, también Don Felipe hubo de cambiar sus planes y en lugar de recibir
a su esposa en Barcelona, se dispuso el viaje real hasta la frontera francesa.
El monarca salió de Barcelona el 31 de octubre, hizo una primera jornada
en Sant Celoni y llegó a Girona el día 1 de noviembre, donde fue recibido
por las autoridades. Al día siguiente oyó misa en el convento de san José y
luego fue a venerar el cuerpo de san Narcís, defensor de la ciudad con sus
singulares prodigios. Por la tarde, habiendo recibido la noticia de que la reina
se hallaba ya en La Jonquera, el soberano se marchó a pasar la noche a Figue-
res, población donde se había de producir el encuentro de los nuevos esposos.
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
89
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
76. Luis XIV a Felipe V, 25 de diciembre de 1701. Citado por BAUDRILLART, A.: Philippe V et
la Cour de France. vol. I, p. 92.
77. ACA, Generalitat, Processos de corts, nº 1062, fol. 502r.
78. FELIU DE LA PEÑA, Narcís: Anales de Cataluña. Barcelona, 1709, vol. III, p. 492.
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Llegó el día 3 y Don Felipe, muy impaciente por conocer a María Luisa
Gabriela, rompió el protocolo y decidió salir a su encuentro de incógnito. Se
adelantó a caballo y al encontrar el carruaje en que viajaba la saludó y la
acompañó un trecho del camino, aparentando ser un caballero enviado por el
rey. Después se separó de ella y volvió a toda prisa, para recibirla en Figue-
res como rey y como esposo. La bienvenida tuvo lugar en la residencia real,
luego se trasladaron a la iglesia para el acto de las reales entregas y la revali-
dación del desposorio
79
. Por la noche se celebró un banquete, algo accidenta-
do por algunos conflictos gastronómicos y protocolarios entre españoles y fran-
ceses. Todavía más accidentado fue el encuentro entre ambos esposos, pues la
reina, disgustada por haberse visto privada de su séquito saboyano, se negó a
recibir a su esposo. Fue un problema pasajero. Muy pronto se solucionarían
las cosas y Felipe y María Luisa Gabriela se convertirían en un matrimonio
muy unido
80
.
De Figueres los reyes salieron el día 5 de noviembre. La primera jornada
les llevó hasta Girona, donde fueron recibidos con luminarias, la segunda hasta
Hostalrich, la tercera hasta Llinás y el día 8 entraron en Barcelona, a las cinco
de la tarde. De nuevo se repitió, esta vez dedicado a la real pareja, un recibi-
miento muy entusiasta, con grandes aclamaciones. Mas comentaba en su dia-
rio que las gentes habían salido a esperar la llegada de los reyes en los alre-
dedores de la ciudad y que al hacer su entrada: «comensà lo griterio de Vivan,
vivan lo gran concurs de la gent que era exida fora a veurer a sas Magts» Y
en las murallas y en la plaza de palacio el gentío era enorme: «Tal concurs de
gent com jamay se agués vist, puix era tal la alegria de est die, que no obs-
tant que era dimars, se tingué per lo die més feliz de tots»
81
. Ubilla escribía en
su diario de los viajes del rey: «habiendo sido grande el concurso que había
salido, y desde las fortificaciones hasta la puerta de palacio estuvieron forma-
das las tropas de aquel ejército e hizo salva la artillería de la plaza y a la
noche hubo luminarias y fuegos que se repitieron las tres siguientes»
82
Y el
marqués de San Felipe, mucho tiempo después, desde su perspectiva como
90
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
79. Breve noticia de la entrada de la Reyna nuestra Señora en España, Desposorios en Figue-
ras y regocijo solemne de esta Corte. Madrid, Antonio Bizarrón, 1701, 2 hs.
Carta que escribe un ingenio de la Real Familia expressando lo que passó entre Nuestros
Católicos Rey y Reyna, la primera vez que se vieron em Figueras, ponderando todo en este Roman-
ce Endecasílabo, que dedica al Señor Marqués de Salmerón y Sanfelices. Por un muy aficionado de
Su Señoría, s.l., s.i., s.a., 4 hs.
Con el motivo de la feliz llegada de la Reyna Nuestra Señora a España, escribe un ingenio
Barcelonense a otro de esta Corte este Romance de arte mayor, s.l., s.i., s.a., 2 hs.
Vid. también RIERA FORTIANA, Enric: «Les festes celebrades a Catalunya durant el viatge i el
casament de Felip V (1701-1702) en El barroc català. Barcelona, Quaderns Crema, 1989, pp. 395-
410.
80. SAINT-SIMON, Duc de: Mémoires, 1701-1707. Additions au journal de Dangeu, II, ed. de
Yves Coirault, Bibliothéque de la Pléiade, pp. 55-57.
81. MAS, E.: «Diari», fol. 81.
82. UBILLA, Antonio de: Succesion de el Rey D. Phelipe V, p. 349.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
filipista, resaltaba la acogida popular: «Las exteriores aclamaciones fueron gran-
des; más sinceras en la plebe más humilde, que aun no estaba contaminada
de la infidelidad»
83
.
Para celebrar la llegada de la reina se decretaron tres días de luminarias y
se quemaron castillos de fuegos artificiales. A María Luisa Gabriela los festejos
de bienvenida no parece que le causaran gran impresión. En una carta escrita
a su madre el 14 de noviembre de 1701 decía: «Depuis que nous sommes icy
l’on nous donne touts les jours quelque divertissements. Les trois premiers
soirs il y a eut des feux d’artifices qui nous ont plus tost ennuyée que diverti,
avant hyers les ecoliers donnerent aussi une feste et aujourd uix nous allons
voir un tournoi»
84
.
En los días siguientes, para presentar a la reina a las autoridades catalanas
se repitieron las audiencias y besamanos. El día 9 la Real Audiencia y el obis-
po, acompañado del cabildo catedralicio, el 10 el Consell de Cent, la Diputa-
ció del General, el tribunal de la Inquisición, D. Joan de Llupiá y de Agulló,
Portantveus de General Gobernador de Cataluña y el conde de Centelles, Bat-
lle General, con sus ministros. Por la noche hubo besamanos de Damas. El
día 11 los reyes concedieron audiencia a los brazos de las cortes, que acudie-
ron a palacio en comitiva desde el convento de San Francisco. El día 12 les
tocó el turno a los síndicos de los cabildos de las catedrales del Principado, el
marqués de Aytona, como Maestre Racional de la Casa y Corte, con sus minis-
tros, y el magistrado de la Lonja del Mar.
El día 13 por la mañana se celebró en la iglesia de Santa María del Mar,
vecina a palacio, la misa de velaciones. Presidió el patriarca de las Indias y
acudió la nobleza.
9. POLÍTICA Y RELIGIÓN
La llegada de la reina María Luisa Gabriela abrió un nuevo capítulo festi-
vo
85
. Entre las múltiples celebraciones destacó la traslación de san Olaguer,
que el rey había pedido que se realizara en presencia de la soberana. Aunque
se trataba de una fiesta religiosa, se convirtió en un gran espectáculo ciudada-
no, en escenarios interiores y exteriores, dentro de la catedral y por las calles
y plazas por las que transcurrió la procesión. Si con motivo de la entrada real,
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
91
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
83. SAN FELIPE, Marqués de: Comentarios de la Guerra de España e Historia de su rey Felipe
V, el Animoso, p. 31.
84. Turín, Arch. di Stato. Citado por BOTTINEAU: El arte cortesano..., p. 343, nota 2.
85. Relación succinta, del feliz arribo a Barcelona de los Sereníssimos Don Felipe de Borbón,
y Doña María Luisa Gabriela de Saboya, Monarcas de las Españas, Nuestros Reyes y Señores... y de
sus Reales Bodas; descrívese como en Epílogo la festiva pompa con que fueron festejados sus Mages-
tades por la fidelidad, y amor de los catalanes, con la Sagrada Circunstancia de averse hecho la
translación del incorrupto cuerpo del glorioso Arçobispo de Tarragona, hijo, y Obispo de Barcelona
San Olaguer. Barcelona, Rafael Figueró, 1701, 24 pp.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
la figura del monarca era el tema principal, asociada en ocasiones con santos
y mártires, en esta ocasión el tema central era san Olaguer, quedando también
asociada la pareja real a la celebración. Lo sagrado y lo profano, la monarquía
y la religión se presentaban perfectamente unidas a los ojos de todos.
La ciudad volvió a adornarse para el gran acontecimiento con múltiples
arquitecturas y decoraciones. Si el arte, aunque efímero, contribuía al esplen-
dor de la fiesta, también la literatura se vinculó al acontecimiento. El Consell
de Cent ofreció diversos premios, consistentes en objetos de plata a las mejo-
res composiciones poéticas en latín, castellano y catalán
86
. También se dieron
premios a los jeroglíficos más ingeniosos, el primer premio lo ganó el noble
D. Joan Baptista de Tapies y de Solá, doctor en ambos derechos, con una
complicada composición en que el motivo central era el cuerpo incorrupto de
san Olaguer, pero en la que también aparecían los soberanos, que como tan-
tos otros barceloneses y catalanes visitaron la urna del santo: «y por eso en
figura del Sol y de la Luna la asistían a los lados. El Sol, imagen muy propia
del Rey nuestro Señor, como Presidente de los mayores astros, con el mote
Gubernat, por haber legítimamente sucedido en el peso del gobierno de esta
su dilatada Monarquía. Y la Luna, expresa imagen de la Reina nuestra Señora,
por lo que con sus plateados esplendores ilustra, alegra y hermosea la mayor
circunferencia del Orbe, con el mote Decorat»
87
. También en este caso se utili-
zaban las tres lenguas, latín, catalán y castellano. El segundo premio lo ganó
una tarja realizada por un maestro de escribir y contar.
Las fiestas en honor de san Olaguer y en honor de los reyes comenzaron
el día 12 por la tarde con el canto de vísperas y maitines en la catedral. La
fiesta principal tuvo lugar el domingo día 13. Por la mañana el obispo de Bar-
celona celebró en la catedral los divinos oficios con toda solemnidad y con
gran asistencia de fieles. En la ceremonia religiosa destacó la música, cantada
a cinco coros, con gran acompañamiento de instrumentos. La letra de los tres
villancicos compuestos para la ocasión también asociaba al santo y a los regios
esposos
88
. El sermón estuvo a cargo del padre maestro fr. Raimundo Costa, de
la Orden de Predicadores, que una vez más asoció la traslación del cuerpo
del santo con la presencia de los reyes en Barcelona
89
. La imagen central del
discurso era el sol, con el que el predicador identificaba tanto al santo como
al rey.
Por la tarde del mismo día 13 se realizó la gran procesión, que tuvo una
organización similar a la tradicional procesión de Corpus. Igual que sucedía
con la entrada real, que representaba el encuentro del rey con la ciudad, la
92
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
86. Festivas demonstraciones, pp. 180-188.
87. Festivas demonstraciones, pp. 188-191.
88. Festivas demonstraciones, pp. 191-193. Devotos, obsequiosos cultos, pp. 214-220.
89. Devotos, obsequiosos cultos, p. 221. Añadido al final el texto de la oración panegírica:
Salutación... Vid. también COSTA, Raimundo: Oración panegyrica en acción de gracias a Dios uno
en la trinidad de sus divinas personas, por el acertado llamamiento, feliz venida, y gloriosa exalta-
ción de el Rey Nuestro Señor Felipe V de Castilla y IV de Aragón. Barcelona, s.i., 1701, 48 pp.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
procesión buscaba no sólo celebrar un acto religioso, sino también mostrar en
un simbólico desfile los diversos estamentos de la sociedad ciudadana, conve-
nientemente jerarquizados. Abrían la comitiva timbales, gigantes, dragones y la
famosa «mulassa». Detrás, un sacristán de la catedral, vestido de diácono, mon-
tado a caballo, portaba la bandera de santa Eulalia. Seguían las hileras de los
numerosos gremios de la ciudad, cada uno con su estandarte. A continuación,
los sacristanes y monaguillos de la catedral y de todas las parroquias y órde-
nes religiosas, con sus respectivas cruces, muy adornadas. Después, por orden
de antigüedad, el numerosísimo clero de las siete parroquias y de los monas-
terios y conventos, cerrando las hileras de cada grupo iban los tabernáculos,
en los que figuraban imágenes sagradas, rivalizando en ornamentación, pues
el Consell de Cent había ofrecido premios a los mejor adornados. Seguía un
pendón con la imagen del santo, y detrás los curas de todo el obispado bar-
celonés. Después, los monaguillos de la catedral con veinticuatro antorchas de
luz y un coro integrado por la capilla de la catedral. A continuación el conde
de Palma, virrey de Cataluña, llevando un estandarte del santo, y a su lado,
sosteniendo los cordones, los marqueses de Castel Rodrigo y de Valero, enca-
bezaban un gran grupo compuesto por la nobleza de la corte y del país. Al
final desfilaba el cabildo catedralicio, portando una urna de plata y cristal con
el cuerpo incorrupto del santo, bajo palio, cuyas seis varas portaban los seis
consellers de la ciudad de Barcelona. Cerraba la procesión el obispo revestido
de pontifical, con sus asistentes.
El recorrido comenzó en la catedral, saliendo por la puerta principal, pasó
por delante del palacio episcopal, se dirigió a la plaza de san Jaime, después
a la plaza san Francisco, luego al palacio real, regresando después por la calle
Montcada, Bòria, plaza del Rey, hasta la catedral, entrando por una puerta
lateral. Los reyes contemplaron el paso de la procesión desde el palacio:
«Al llegar delante del palacio real, salieron Sus Majestades a un balcón de él, y
con mucho cuidado estuvieron mirando tan lucida procesión, y así como iban
pasando todos los Tabernáculos hacían su pausa enfrente del balcón, para que
Sus Majestades viesen de propósito lo primoroso de sus adornos y al que llegó
el Tabernáculo en que iba el Santo Cuerpo, también se detuvo de propósito
para que Sus Majestades vieran su admirable entereza, que entre lo transparen-
te de los cristales se ostentaba tan prodigiosa como se conserva. Cantáronse
también al mismo tiempo alegres y suaves motetes, para que juntamente tuvie-
ra si la piedad fervor, el oído recreo. Hizo salva real toda la artillería, publican-
do a rayos y estruendos del marcial artificio, la grandeza de un Santo tan pro-
digioso»
90
.
Todo el itinerario se hallaba decorado con imaginativos altares, a cargo de
diferentes órdenes religiosas, colegios y gremios y otras instituciones. En la
plaza de san Jaime levantaron los trinitarios un obelisco profusamente ilumina-
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
93
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
90. Festivas demonstraciones, pp. 253-254.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
do, con la imagen de san Olaguer en acto de bendecir a los reyes. En la plaza
de la Ciudad el colegio de notarios públicos de Barcelona edificó tres arcos
que enmarcaban diversas figuras: presidía san Olaguer, acompañado de varias
santas de especial devoción para los barceloneses, santa Eulalia, santa Madro-
na y santa María de Cervelló, y de la imprescindible figura de Felipe V. En la
plaza de Regomir fueron los mínimos los encargados de erigir una pirámide,
donde presidía la Virgen de la Victoria, asistida por san Olaguer y el santo
fundador de la orden, rodeados de ángeles. Los carmelitas descalzos adorna-
ron la calle Ample con un altar dedicado al santo en cuyo honor se celebraba
la fiesta, decorado con espejos, que multiplicaban el efecto de las luces. Los
mercedarios idearon junto a la iglesia de la Merced un hermoso jardín en cuyo
centro se hallaba un altar compuesto de gradas y arcos, con las figuras de san
Olaguer y de la Virgen de la Merced. Los franciscanos en la plaza de San Fran-
cisco, sobre un monte lleno de flores y luces, levantaron un altar en honor de
san Olaguer, con otras figuras, algunas representando escenas de la vida del
santo, como su consagración episcopal. El gremio de torcedores de seda y el
de pasamaneros convirtieron la torre de una fuente que había en la plaza del
Angel en un monte que simulaba el de Montjuic, imitando al pie un gran mar
entre dos orillas, a un lado la ciudad de Mallorca, a otro la ciudad de Barce-
lona, con una nave que navegaba de una a otra orilla, simbolizando la nave-
gación prodigiosa de otro santo catalán, san Raymon de Penyafort. Lo ingenio-
so de la idea y de la realización causó gran admiración.
En los alrededores del palacio real la ornamentación era especialmente
importante. La casa del gremio de calceteros, situada frente a la Lonja, adorna-
ba su fachada con una representación en cuyo centro figuraba una urna con
el cuerpo de san Olaguer, flanqueada por dos ángeles y por el retrato de dos
monarcas, el presente, Felipe V, y el pasado, el difunto Carlos II. Entre la igle-
sia de san Sebastián y la Lonja los religiosos servitas del Buen Suceso erigie-
ron un altar dedicado a la Virgen de los Dolores, rodeada de ángeles. Delante
de los balcones de palacio, junto a la Aduana, se levantaba el altar de los clé-
rigos menores, que se esmeraron para hacer honor al lugar, contemplado por
los monarcas. El pavimento simulaba un jardín de mirto, divido en cuatro espa-
cios; en dos de ellos estaban representadas las armas reales y en los otros
dos, las de la Diputació del General y las del Consell de Cent. En el jardín,
lleno de flores y pájaros, había dos fuentes con sendas grutas y en cada una
una pirámide decorada con geroglíficos, la de la derecha, con un motivo reli-
gioso, el sacrificio de Isaac, y la de la izquierda, político, el sol naciente. Este
altar obtuvo el primer premio del Consell de Cent. También cerca de palacio,
frente a la capilla de Montserrat, fueron los agustinos los que colocaron un
altar muy adornado, presidido por san Agustín, con san Olaguer arrodillado a
sus pies, recibiendo como canónigo la regla agustiniana. Tenía este altar la
particularidad de ser móvil, de manera que la figura de san Olaguer aparecía
representada de maneras diversas en los momentos más significativos de su
vida. El conjunto se completaba con figuras de ángeles y virtudes.
94
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
Los clérigos reglares, consagrados al cuidado de los enfermos, por lo que
se les llamaba los agonizantes, se ocuparon del altar de la calle de Montcada,
junto a la capilla de Marcús, dedicado a la Virgen de los Dolores, también con
una imagen de san Olaguer. Los capuchinos hicieron su altar en la calle de la
Bòria, con san Olaguer, rodeado de ángeles, uno de ellos montado sobre un
león, simbolizando el dominio que el santo había logrado sobre la fiera de las
pasiones. Acompañaban al santo homenajeado los dos santos principales de la
orden capuchina, san Francisco de Asís y san Antonio de Padua, y la pareja
real, Felipe y María Luisa Gabriela. La pobreza capuchina se abandonó por
una vez para dar al adorno el mayor esplendor. Los dominicos tenían asigna-
do el altar de la plaza de la lana. El poder de la orden se manifestó en el
rasgo de no conformarse con meras apariencias y hacer el altar de plata autén-
tica. Siguiendo la pauta general, un grupo de santos dominicos acompañaban
al imprescindible san Olaguer. Los agustinos recoletos también levantaron su
altar en la Bòria. En lo alto se representaba el cielo y allí san Olaguer sentado
en un trono y a su lado dos niños. Bajo la figura del santo se hallaba un retra-
to del rey. Los trinitarios descalzos, igualmente en la Bòria, mostraban en su
altar a san Olaguer, como obispo, bendiciendo al pueblo. Los jesuitas pusieron
su altar en la esquina de la plaza del Angel. En el primer nivel san Olaguer
estaba custodiado por dos figuras armadas, en traje antiguo. En el nivel supe-
rior de nuevo aparecía el santo, ricamente vestido de obispo y a cada lado,
arrodillados venerándolo, el rey y la reina. Sobre ellos unos angelitos repre-
sentaban la deseada descendencia regia. En otros lugares del decorado había
dos escenas de la vida del santo. San Olaguer a los pies del papa Calixto II,
con el conde de Barcelona Ramon Berenguer III seguido de gente armada,
significando las luchas del conde contra los moros, para las que obtuvo del
papa el santo la indulgencia de Cruzada. San Olaguer dando una mano a Alon-
so de Castilla y otra a Ramiro de Aragón, aludiendo a la paz que el prelado
hizo entre ambos monarcas. El folleto explicativo que los jesuitas hicieron
comentaba así el simbolismo profundo de estas dos escenas: «En estos dos
emblemas históricos se simbolizan las hazañas de nuestro Católico Rey y Señor
Felipe V en el buen anuncio de que no han de terminar hasta haber arrojado
del mundo la Luna Sarracena: Donec auferatur Luna, y la estrecha amistad y
alianza de las dos naciones española y francesa, que sólo este Augustísimo
Monarca pudo recabar, haciendo de las dos una para su Real servicio y gloria,
Fecit ultra que unum»
91
. En lo alto de la perspectiva se asociaba la Compañía,
representada en el lema IESUS, con la monarquía borbónica, nuevamente
representada en un retrato de Felipe V, vestido en traje de corte, con dos
angelitos que sostenían una corona de laurel. Numerosas poesías latinas y cas-
tellanas, en elogio del santo y de los reyes, completaban el conjunto.
En la misma plaza, la pirámide del Angel y de santa Eulalia y la fachada
de la casa del gremio de sastres mostraban la misma decoración que se había
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
95
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
91. Citado en Devotos, obsequiosos cultos, p. 243.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
utilizado en la entrada real. En la bajada de la cárcel, frente a la plaza del
Rey, puso su altar el gremio de cereros, imitando unos arcos en medio de un
jardín con árboles, plantas, flores y frutas y en lo alto san Olaguer sentado en
un trono. Todo estaba hecho en cera y causaba admiración su resistencia, a
pesar de las numerosas luces y el calor que desprendían. En la plaza del Rey
construyeron los carmelitas una capilla con la imagen de la Virgen del Car-
men, adornada de flores de seda y luces, en la que tampoco faltaban los retra-
tos del rey y la reina. En el espacio existente entre el palacio y la capilla real
de santa Águeda, los escribanos reales levantaron una gran perspectiva arqui-
tectónica en la que se representaban tres escenas de la vida de san Olaguer,
en una aparecía revestido de pontifical, en otra repartiendo limosnas a los
pobres, y en otra echando al mar la llave de su celda. Completaban el con-
junto cuatro estatuas simbolizando las virtudes, fe, esperanza, caridad y libera-
lidad y unas tarjas sostenidas por angelitos en que se proclamaban los cuatro
actos más solemnes de la estancia real en Barcelona, «la posesión de la cober-
tura de sus Conselleres, el juramento en el llano de San Francisco, en el sacra-
mento y homenaje de la Sala Real, y en la abertura de las Cortes», actos políti-
cos todos ellos
92
. La glorificación de la monarquía culminaba en la parte
superior del decorado:
«En el cuerpo del medio del segundo andamio, sobre las bóvedas y arcos del
nicho de San Olaguer estaba un Globo, que representaba a la Grandeza de
nuestro Monarca, por ser Señor de tanta parte de las cuatro del Mundo, y por
esto se coronaba del Sol y se veía sobre el Globo el retrato del Rey nuestro
Señor a caballo y de gala y con un cetro en la mano y se coronaba el retrato
de una concha, sumamente vistosa, a cuyos lados estaban dos famas, con pal-
mas y coronas en sus manos, puestas sus miras al Rey nuestro Señor, y a Levan-
te y Poniente, con el lema: Semper Laudabilis.
Sobre el retrato de su Majestad se descubría un Sol con sus rayos, que le ser-
vía de diadema y entre los rayos se veían la Virtud de la Prudencia, y de la
Justicia. Coronaba el cuerpo de la derecha del primer andamio un pedestal,
que mantenía una pirámide tan adornada, que se hacía muy vistosa, y en la
cima estaba un Globo con un León, y sobre ambos había otra estatua, que
representaba la virtud de la Fortaleza, con el lema Ubique Leo. El cuerpo de la
izquierda hacía en todo hermosa consonancia y correspondencia al de la dere-
cha, y se diferenciaba en representar la estatua, que estaba encima del León y
del Globo, la Virtud de la Templanza, con la inscripción adaptada: Protinus ira
minor»
93
.
En la calle de la Frenería el altar de los clérigos regulares de san Gaetano
establecía igualmente la asociación de la esfera religiosa, representada por la
Virgen, san Olaguer y otros santos, con la esfera política, representada por un
retrato del rey, muy admirado por su gran parecido. El colegio de notarios
96
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
92. Devotos, obsequiosos cultos, p. 261.
93. Devotos, obsequiosos cultos, pp. 261-262.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
públicos cerraba el adorno del itinerario procesional con un altar frente a la
puerta lateral de la catedral, conmemorando la ocasión en que san Olaguer
presidió como arzobispo de Tarragona el brazo eclesiástico de unas cortes
convocadas por el conde Ramón Berenguer III, en clara alusión a las cortes
entonces en curso, convocadas por Felipe V, cuyo retrato figuraba también en
la decoración, rodeado de ángeles y virtudes.
El entusiasmo de los encargados del adorno, órdenes religiosas y gremios,
era indicativo de la disposición cada vez más favorable de los catalanes hacia
los reyes, una vez superados algunos recelos iniciales: «espargidas algunas
melancolías del cor que no faltaren a vistas del nou govern», como indicaba
el cronista de santa Catalina
94
. Las autoridades eran las primeras en dar ejem-
plo. Para animar las iniciativas, tal como se había hecho el día de la entrada
real, el Consell de Cent premió los mejores adornos de la procesión y del
itinerario:
«Lo premi de la creu més ben adornada (que és 29 lliures) se deu donar a la
del convent del pare Sant Francesch de la present Ciutat. Lo premi de millor
tabernacle (que son 40 lliuras) a la reverent comunitat de Sant Pere de las Pue-
llas de la present Ciutat. Lo premi de millor altar, que són 50 lliuras, a l’altar
dels religiosos clérigos menores, que fou construit devant la Duana de la pre-
sent Ciutat, y últimament lo premi de millor frontespici se deu donar (que són
15 lliures) a la casa de la confreria dels Pallers, constuida devant la iglésia de
San Sebastià de la present Ciutat»
95
.
El segundo día la celebración consistió en los divinos oficios, a los que
asistió la Diputació del General, a cuyo cargo corrían los festejos de esa jorna-
da. Hubo gran acompañamiento musical, compuesto para la ocasión. El ser-
món se encargó al Doctor Josep Romaguera, un gran personaje de la iglesia
catalana, que reunía numerosos cargos y honores, canónigo penitenciario de
la catedral, vicario general del obispo, catedrático de Prima de Cánones de la
Universidad y entonces abogado del estamento eclesiástico en las cortes, pero
una enfermedad le impidió predicar el día previsto, por lo que hubo de ser
sustituido en el púlpito por el padre Francisco Mora de la Compañía de Jesús.
El sermón de Romaguera, que ya estaba escrito, se publicó
96
. El tercer día, a
expensas de la Lonja del Mar, los oficios igualmente solemnes contaron con la
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
97
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
94. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 110.
95. Manual de Novells Ardits, XXIII, p. 367.
96. Panegírico de la magestuosa traslación del admirable cuerpo de San Olaguer, hijo, canó-
nigo, obispo y patrón de la Ciudad de Barcelona, y arzobispo de Tarragona, de su antigua Capilla
de la Santa Iglesia de esta Ciudad, a otra de la misma Iglesia nuevamente construida. Con la cir-
cunstancia de hallarse favorecida con la real presencia de sus Magestades (que Dios prospere y
guarde). En el día segundo de tan ostentosa solemnidad, que celebró el muy Ilustre y Fidelísimo
Consistorio de los Deputados y Oydores de Cuentas de este Principado. Hecho por el muy ilus-
tre Señor D. Joseph Romaguera, canónigo penitenciario de la misma Iglesia. Barcelona, s.i., 1701,
20 pp.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
asistencia de los miembros de la Lonja y del Consell de Cent. También hubo
estreno musical y el sermón corrió a cargo de fr. Josep Lleonart, de la orden
de predicadores.
El último día de las fiestas en honor de san Olaguer, el 16 de noviembre,
se dedicó a la traslación del cuerpo incorrupto del santo a su nueva capilla.
Aquella mañana la solemnidad religiosa se vio incrementada por la presencia
de los reyes en la catedral para venerar al santo. Felipe V y María Luisa Gabrie-
la y su séquito de cortesanos fueron recibidos en la puerta del templo por el
obispo y el cabildo. Acto seguido en el altar mayor se cantó un Te Deum y el
prelado dio la bendición. Después los monarcas oyeron misa en el mismo
altar, en que estaba depositada transitoriamente la urna con el cuerpo del
Santo. Acabada la misa, los reyes contemplaron de cerca el cuerpo incorrupto
y luego bajaron a la cripta para orar ante santa Eulalia. Tras la marcha de los
reyes se celebraron los oficios solemnes, igualmente con estreno de composi-
ciones musicales. Predicó en esta ocasión fr. Juan Manrique, un monje bene-
dictino que ostentaba importantes cargos en la Congregación de Valladolid.
Por la tarde se efectuó la traslación del cuerpo del santo y concluyeron así las
festividades de san Olaguer.
Todos habían rivalizado en honrar al santo catalán y, de paso, a Felipe V,
en una significativa simbiosis político-religiosa. Nada era casual ni gratuito. En
esta ocasión se manifestó sobre todo la inmensa influencia de la iglesia en la
sociedad de la época y sobresalió el poderío de las órdenes religiosas. Aun-
que en aquel tiempo a las celebraciones religiosas se les concedía siempre
una gran importancia, la voluntad de hacer coincidir la traslación del cuerpo
de san Olaguer con la estancia de los reyes en Barcelona y el esplendor que
tuvieron todos los festejos y ceremonias resultan reveladores una vez más de
la trascendencia que se concedía a la presencia de Don Felipe y del esfuerzo
que hicieron por complacerle y agasajarle los catalanes, al menos una notable
parte de los catalanes, y entre ellos todas las autoridades e instituciones, sin
excepción.
10. F
IESTAS Y DIVERSIONES
Durante la estancia regia las fiestas fueron continuas. La ciudad, muy poco
acostumbrada a contar con la presencia de los monarcas, cambió su rutina en
aquellos meses. Todas las instituciones y grupos sociales rivalizaban por obse-
quiar a los reyes. Uno de los primeros obsequios organizados tras la llegada a
Barcelona de María Luisa Gabriela fue el desfile de la Universidad Literaria,
organizado para la noche del 12 de noviembre. Después de los graves conflic-
tos surgidos entre tomistas y suaristas, a raíz de la provisión de cátedras, la
presencia de Felipe V suscitó expectativas positivas sobre la posibilidad de lle-
gar a un arreglo satisfactorio, y una buena prueba es la voluntad de participa-
98
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
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ción en los festejos en honor de la real pareja, manifestada por todos los esta-
mentos universitarios, del rector a los estudiantes
97
.
La fiesta consistía en una comitiva formada por los alumnos a caballo,
cada uno con un hacha de iluminación. Al final iba una carroza, pagada por
el Consell de Cent, y era tan grande que tuvo problemas para pasar por deter-
minados lugares bajos y estrechos del recorrido.
98
En lo alto del carro triunfal,
en un trono, el dios Jupiter, en las gradas diversos dioses mitológicos, Cupido,
Venus, Apolo, Juno, Marte, Minerva, Mercurio, Diana, representados por alum-
nos de la clase de retórica, convenientemente disfrazados. Seguían detrás, en
doble hilera, los graduados de los cuatro colegios, sobre mulas enjaezadas de
negro, con las insignias y todos con hachas. Cerrando la marcha, por indispo-
sición del rector, iba el vicerrector, el doctor Salvador Rovira, portando un
pendón con la imagen de san Olaguer y asociando de esa manera el desfile
universitario a las fiestas en honor del santo, celebradas en las mismas fechas.
Acompañaban a la comitiva músicos con instrumentos militares y chirimías. Y
repartían entre el público versos en honor de los reyes y dulces.
Al llegar el desfile bajo el balcón de palacio, donde estaba previsto que
se hallaran los reyes contemplando el festejo, había de interpretarse una peque-
ña pieza musical en verso, en que Jupiter y los diversos dioses de la carroza
dedicaban grandes alabanzas al matrimonio real: «Regios amantes que en fecun-
do lazo,/ a España auguran inmortal grandeza»
99
. Pero los problemas con la
carroza retrasaron mucho la marcha y en lugar de llegar a las nueve, llegaron
a las once, cuando los reyes ya se habían retirado, con gran disgusto de orga-
nizadores y participantes. Para complacerlos, el Rey rogó que se repitiera el
festejo al día siguiente, como así se hizo
100
.
También por las mismas fechas, el día 14 de noviembre por la tarde, se
celebró en honor de los reyes una gran fiesta, ofrecida y pagada una vez más
por la Diputació del General, teniendo en esta ocasión la nobleza catalana el
protagonismo principal, era un torneo a pie, organizado por la cofradía de san
Jorge
101
. Para ello se eligió un mantenedor y ocho combatientes, se publicaron
las reglas del torneo, se fijaron los premios, consistentes en valiosas joyas, y
se designó un jurado femenino, compuesto de seis damas, dos viudas —Doña
Antonia de Magarola y Senmenat y Doña Margarita Ramona y de Magarola—,
dos casadas —Doña Manuela de Bach y de Oms y Doña Ignacia de Magarola
y de Amigant— y dos doncellas —Doña María de Clariana y Gualbes y Doña
María de Farnés y de Marimón—, asesoradas por caballeros expertos en el
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
99
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
97. Diálogo o romance, en que se pondera el motivo que tiene la Universidad Literaria de
Barcelona por consagrar este obsequio al gran monarca de las Españas Felipe V. Barcelona, Fran-
cisco Guasch, 1701, 2 hs.
98. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 104.
99. Devotos, obsequiosos cultos, pp. 170-189 y Festivas demonstraciones, pp. 163-179.
100. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 105.
101. Sobre la cofradía de Sant Jordi en la Cataluña moderna vid. DURÁN i SANPERE, Agustí:
«L´estament militar: Els cavallers i la cavalleria» en Barcelona i la seva història. Barcelona, Curial,
1973, pp. 171-259.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
arte del torneo. El lugar elegido para la fiesta fue el salón del Tinell, decorado
para la ocasión.
La fiesta comenzó con un baile. Después se efectuó el torneo. Primero
los dos maestres de campo, D. Joan de Llupiá y de Agulló, Gobernador de
Cataluña, y D. Bernat de Aymeric y Cruilles saludaron a los monarcas y pre-
sentaron al mantenedor, el marqués de Rubí, acompañado de cuatro padrinos,
el marqués de Coscojuela, D. Francesc Junyent y Marimón, D. Francesc de
Sayol y Quarteroni y D. Carles Fivaller y Torres. En el torneo participaron ocho
combatientes, D. Francesc de Junyent y de Vergós, D. Antonio de Peguera y
Aymeric, D. Miguel Pons de Mendoza, el conde de Zavellá, el barón de Orcau,
D. Josep Clariana y Gualbes, el conde de Robles y marqués de Vilanant, y por
último, D. Antonio de Armengol, barón de Rocafort, cada uno con sus respec-
tivos padrinos
102
. Todos iban ricamente vestidos y armados. Al final del torneo
las damas que actuaban como jueces concedieron los premios. El primer pre-
mio de mejor pica fue para el mantenedor, el marqués de Rubí. La distribu-
ción de premios se completó con el regalo de cincuenta docenas de pares de
guantes entre todos los asistentes. Al mismo tiempo se ofreció una espléndida
merienda, con toda clase de aguas heladas y dulces, que costaron la impor-
tante cantidad de 1500 libras, pagadas también por la Diputació del General.
La fiesta terminó como había empezado, con un gran baile. Los reyes se reti-
raron a las once de la noche, pero el baile estaba tan animado que se prolon-
gó hasta las ocho de la mañana del día siguiente
103
.
Si los reyes habían manifestado su satisfacción por el torneo, también que-
daron muy complacidos, especialmente María Luisa Gabriela, por otro festejo,
celebrado dos días después, el 16 de noviembre, y protagonizado igualmente
por la nobleza, la danza llamada Momería, un baile tradicional catalán, que
sólo se ejecutaba en las fiestas reales: «Consiste tan festivo y ostentoso alarde
en un baile de bailes, pues se compone ingeniosamente de los más primoro-
sos, graves, nobles y bulliciosos, que la destreza y habilidad de los más exper-
tos en esta entretenida profesión saben idear y componer»
104
.
El baile se realizaba por parejas, organizadas en cuatro cuadrillas, en esta
ocasión se eligieron doce parejas, formadas por doce damas, seis casadas —la
condesa de Salterra, Doña Francesca de Marimón y de Velasco, Doña Isabel
de Llupiá y de Velasco, Doña María de Rocabertí y Llupiá, la Condesa de Cen-
telles y Doña Mariana de Llupiá y Gelabert— y seis doncellas —Doña María
de Reart y Xammar, Doña Peronella de Llupiá y Roger, Doña Cayetana de Oms
100
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
102. Resultaría muy interesante seguir la trayectoria de todos estos personajes, como de los
demás citados en este trabajo, en los años siguientes. Baste con buscar en las útiles listas de aus-
tracistas y filipistas destacados, que al final de su libro Els catalans i Felip V..., proporciona J.
Albareda, pp. 335-339. Por ejemplo, el marqués de Rubí, mantenedor del torneo, se inclinaría
pocos años después por la causa del Archiduque.
103. E. MAS: «Diari», fol. 104.
104. Festivas demonstraciones, p. 337.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
y Sarriera, Doña Francesca Descatllar y Bach, Doña Francesca Meca y de Car-
dona, y Doña Eulàlia de Bournonville y Eril—, y sus «momos», doce caballe-
ros, seis casados —D. Antoni de Oms y Santa Pau, de la llave dorada, y capi-
tán de las guardias de Cataluña, D. Salvador de Tamarit y de Vilanova, el
conde de Zavellà, el conde de Salterra, D. Joan de Llupià y de Agulló, gober-
nador de Cataluña, y el conde de Robres y marqués de Villanant—, empareja-
dos con las doncellas, y seis solteros —D. Antoni de Sarriera y de Rocabertí,
D. Miquel Pons de Mendoza, caballero del hábito de san Juan, D. Francesc de
Junyent y de Vergós, el barón de Orcau, el marqués de Rubí y D. Joan de
Pinós, caballero del hábito de san Juan—, emparejados con las damas casadas.
A la espectacularidad del baile contribuían poderosamente las galas luci-
das por los ejecutantes. Los colores de las damas doncellas y sus momos era
encarnado y plata y los de las damas casadas y sus momos, azul y plata. Baste
como ejemplo de la suntuosidad del festejo la descripción de la vestimenta de
las doncellas:
«Componíase su gala de rico restaño de plata, y encarnado; en cuyo justillo y
mangas brillaban diferentes líneas de puntas de plata crespadas al aire; con su
petillo, todo de diamantes, de cuyos fondos centelleaban agudos reflejos. Las
mangas a la moda, con sus bollos y contramangas, todos hermoseados de cres-
padas puntas melinas, con sus vueltas de las mismas y sus ricos guantes. La
vasquiña, sobre su rico corte con dos líneas de puntas grandes de plata crespa-
das al aire, señoreaba ricamente grave. El manto era de glasa brillante, guarne-
cido de finas puntas blancas al aire, prendido le llevaban con una rica joya de
diamantes sobre el hombro derecho, y dando una airosa vuelta, venía a quedar
prendida su extremidad al lado izquierdo con otra joya de diamantes; con un
estoque de guardamano dorado, pendiente de una rica cinta.
Coronaba un precioso tocado a la indiana tan soberano adorno, cuya composi-
ción era un rico círculo con labores de diamantes, del cual subían bellas plu-
mas blancas y encarnadas entrepuestas, que eran lisonja del aire con el primo-
roso garbo con que se movían al brío de la belleza que las animaba. en medio
del círculo brotaba una señalada joya de diamantes, de la cual colgaba una
bella perla hasta la mitad de la frente. El dorado cabello, que emulando del sol
los rayos enriquecía el aire con sus brillantes rizos, compuesto a la moda, entre
preciosas cintas, dejaba lugar para que relucieran los ricos sartillos de diaman-
tes, que se desprendían de sus orejas. Encubría lo admirable de su belleza una
negra mascarilla...»
105
.
La Momería se celebró, como el torneo, en el salón del Tinell, en presen-
cia de los reyes. Acabada la danza, los reyes y todos los concurrentes fueron
obsequiados con otra espléndida merienda igualmente pagada por la Diputa-
ció del General. Tanto agradó a la reina la danza de la momería, que hizo
que la princesa de los Ursinos rogara a los nobles danzarines que la acompa-
ñaran al día siguiente en su visita al monasterio de Pedralbes, para repetir allí
el baile.
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
101
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
105. Festivas demonstraciones, p. 341. Vid. también E. Mas: «Diari», fol. 105.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
Muchas otras fiestas se celebraron durante la estancia regia. Espléndida
fue la fiesta ofrecida al rey por el conde de Lemos en las galeras napolitanas
que habían acompañado a la reina en una parte de su viaje. Los bailes de la
nobleza fueron numerosos. Especialmente animados fueron aquel año los Car-
navales, con profusión de máscaras y disfraces. El lunes de Carnaval, 27 de
febrero de 1702, los reyes fueron a pasear por la Rambla para contemplar la
rua
106
.
Las diversiones y entretenimientos habituales eran la caza y los paseos.
Felipe V tenía gran afición a cazar y el Consell de Cent mandó formar un bos-
que artificial junto al palacio real, para facilitarle sus ejercicios cinegéticos, que
tenían más de matanza que de otra cosa. Allí soltaban toda clase de animales,
pájaros, palomas, perdices, conejos, ciervos, gamos, jabalíes, y el rey se entre-
tenía en dispararles, al parecer con enorme éxito por los cientos de animales
que mató durante su estancia en Barcelona. Por ejemplo, el 18 de octubre
cazó 70 palomos, 6 perdices, 2 ciervos y 3 gamos, el 19 de octubre 130 palo-
mos, 18 conejos, 4 perdices, 2 ciervos, 2 gamos y un gato. En alguna ocasión
el monarca se trasladaba a algún otro paraje cercano para variar el escenario
cinegético:
«En quant als divertiments del Rey, es de saber que casi tots los dias desdel dia
3 de octubre [...] no ha dexat a las tardas lo divertiment de matar tota la cassa
que se li posà devant, previnguda. Y es de saber primerament que esta Excma.
Ciutat li preve tota y qualsevol casa que pot fer comprar y prevenir. Item es de
notar y saber que dins l’Escola Militar, vulgarment Laucata, la Excelentissima ha
fet compondrer un bosch (alçadas las parets un poch mes) de pins, petits y
grossos, ab lo demés que es estat menester pera amagarse la cassa, cunills, lle-
bres, daynas, etc. que portan alli ab la demás volateria de coloms y colomins,
perdius, francolins, etc. engabiada per la ocasió y divertiment de sa Magestat,
cassador, y en companya dels més principals, lo Duch de Medina Sidonia y
altres qui carregant las vuyt o deu escopetas que tenen de reten per al Rey
quant a tirat, les hi donan; y es de advertir que la volateria, los que assiteixen
a sa Magestat Cassador, la tiran al ayre, un poch axalada, pera que prenga al
bol; als quadrupedos dexan fugir, pera quels puga tirar, ab balas o perdigons
com es menester, de la qual cassa pochs coloms, etc i cunills etc. salvan la
vida essent veritat que dins una hora de temps se ministran al cano de la real
escopeta, sinquanta parells de coloms y altres tants animals de tota sort y casa.
Es de saber que ni per actes publichs que aja fet ha dexat lo Rey lo cassar una
hora a lo menos al día, com se experimenta en lo 12 de octubre en que des-
prés de haver assistit en son Solio Real, en la Iglesia de Sant Francesch y donat
principi a las Corts, no per açó dexá de anar al arenal del fortí de Llevant a
matar coloms, sens fer mes que arribar al Palacio, lligarse los cabells y dexar lo
sombrero ab que havian assistit en Corts, y luego marxa a matar coloms como
esta dit»
107
.
102
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
106. Manual de Novells Ardits, XXIV, p. 11.
107. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 92.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
Felipe V, preocupado por consolidar en Cataluña su reinado y su dinastía,
hizo un notable esfuerzo por atraerse a la nobleza de mil maneras. Además
de los actos oficiales y de recibirla corporativamente varias veces en audien-
cia, asistió a fiestas como el torneo y la momería. Pero no se limitó a estas
ocasiones extraordinarias, siguiendo los usos de la corte de Versalles, abrió su
vida privada a la nobleza, que asistía a las comidas y cenas reales en público
y que, incluso, se sentaba a la mesa con el monarca para jugar una partida de
cartas:
«Los cavallers catalans (dias de joch señalats, more regio) acudian al palacio per
lo que lo Rey es servit jugar de entreteniment ab ells, fent traurer taulas. Juga
lo Rey ab ells, y ab los Grandes al joch de cartas si m’agrada y no me agrada,
y mana sentar als que ab sa Mag. jugan; y ha manat a tots que qui guanye sen
porte lo diner, y que solament puga donar als de la camara real fins a dos
doblas. Los castellans grandes restan admirats del haver manat als dits jugadors
sentarse, per esser cosa inusuada en España, y dihuen que ningun Rey de Espa-
ña ha fet cosa semblant ab sos Grandes. [...] Item es de saber que quant esde-
ve que la Reyna se alça y dexa de jugar per haver perdut lo diner, segons la
lley del joch, luego se sol anar a mirar als demes jugadors de las altres taulas;
y que alçantse tots los que jugan, luego los mana sentar y proseguir lo joch. La
llanesa es gran de nostre Rey y Reyna, y los favors no menors
108
.
Los paseos eran otro de los entretenimientos comunes de la pareja real,
con gran contento popular, que les contemplaba, les seguía y les aclamaba.
Paseaban por las Ramblas y por las murallas, acompañados por un gran séqui-
to de nobles. Era una política clara de acercamiento al pueblo, que tuvo sus
consecuencias positivas. El cónsul francés en Barcelona escribía que la presen-
cia de los Reyes:
«havia canviat el cor de molts. Es deixa veure tres o quatre cops al dia en el
balcó, deixa entrar tothom al seu dinar i sopar, és molt devot i es confesa i
combrega molt sovint... en resum, és afable amb tothom i ha rebut el jurament
de tota la Provincia: noblesa, eclesiàstics, de la ciutat...»
109
.
Pero no todo eran diversiones, en la vida cotidiana de los reyes las devo-
ciones religiosas ocupaban un lugar importante. Con frecuencia oían misa y
comulgaban. Sus capellanes habituales eran el padre confesor, el jesuita Gui-
llermo Daubenton, y el patriarca de las Indias, que tenía, entre otras, la obli-
gación de bendecir la mesa real. Debido a su proximidad a palacio los sobe-
ranos frecuentaban la iglesia de Santa María del Mar, pero también se
dedicaban a visitar otras iglesias y conventos, juntos o por separado. Por ejem-
plo, el 21 de octubre, antes de la llegada de la reina, el rey, acompañado de
la nobleza cortesana, visitó el convento capuchino de Santa Eulàlia de Sarriá,
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
103
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
108. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fols. 157 y 159-160.
109. Citado por ALBAREDA, J.: Els catalans i Felip V..., p. 91.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
el día 11 de noviembre la reina visitó el convento de las monjas de Santa
Clara, mientras el rey se entretenía cazando, los reyes juntos el día 17 de
noviembre visitaron el real monasterio de Pedralbes, el 20 asistieron a vísperas
en Santa María del Mar y el 15 de diciembre visitaron el convento de Monte
Sión, donde les fue ofrecida una merienda y se entretuvieron hablando con
una monja que sabía francés.
110
La Reina sola visitó la iglesia del convento de
santa Catalina y la parroquia de Santa María del Pino
111
.
Cuando los reyes oraban en público, llamaba la atención su gran piedad
y devoción. El fraile que escribía la crónica del convento de santa Catalina
recogía numerosos datos sobre la religiosidad real. Felipe V muchas veces oía
misa, incluso dos seguidas, y comulgaba. Como muestra de respeto y adora-
ción permanecía todo el tiempo de rodillas, con un libro piadoso entre las
manos
112
. Lo mismo hacía la Reina.
11. L
A MARCHA
Felipe V llevaba más de medio año en Barcelona. Su estancia se había
alargado por las cortes y después por diversos motivos, entre ellos la enferme-
dad de fiebres tercianas que padeció el soberano desde el 20 de diciembre
113
.
Pero el problema principal era la evolución de los acontecimientos internacio-
nales. El proyecto inicial del monarca era visitar los reinos de la Corona de
Aragón para reunir cortes en cada uno de ellos, pero la situación en Italia
obligó a cambiar los planes y marchar a Nápoles. Mucho se discutió sobre la
conveniencia del viaje, sobre la necesidad de la presencia del rey en los domi-
nios italianos, sobre la utilidad de ponerse personalmente al frente del ejército
en una guerra inevitable, sobre los problemas políticos derivados de su ausen-
cia de los reinos españoles peninsulares, sobre los problemas personales que
le ocasionaría la separación de su amada y deseada esposa. Pero tras muchas
reflexiones y consultas, se decidió que lo mejor era que Don Felipe fuese a
Italia. Para ocuparse de los asuntos de gobierno durante su ausencia el rey
dio plenos poderes al cardenal Portocarrero y «para asistir y consolar a sus rei-
nos» quedaba la joven reina.
La partida se fijó para primeros de abril. Las autoridades del Principado y
de la Ciudad acudieron a despedirle. Según Feliu de la Penya la despedida de
los Comunes no tenía precedentes. Al fin de su estancia el rey y los catalanes
parecían separarse en los mejores términos. La descripción que la documenta-
104
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
110. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 120-121.
111. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fols. 149-153.
112. Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 89.
113. BACH, Iuan: Sermón panegyrico gratulatorio en las fiestas solemníssimas, que a la Trini-
dad Beatissima en Acción de Gracias por el feliz y perfecto recobro de la salud de Nuestro Rey y
Señor Felipe Quarto de Aragón y Quinto de Castilla (que Dios guarde) dedicó la Excelentissima
Ciudad de Barcelona a 15 de enero de 1702. Barcelona, Iuan Pablo Martí, 1702.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
ción municipal hizo de la despedida, el día 5 de abril de 1702, resulta ilustra-
tiva de la situación:
«En est dia, havent tingut noticia los excellentíssims senyors concellers de que
sa magestat estava de partida y que s’embarcava o havia de embarcar ab un
dels nou vaxells se troban en lo port de la present ciutat per anar en Itàlia,
anaren a palàcio, després de haver obtinguda hora per medi del síndich de la
present Ciutat, a las sinch de la tarda, acompanyats dels officials de la present
Casa, Taula y Banch. Y al cap de poch rato isqué sa magestat y entraren per
son ordre los senyors concellers, fent las degudes reverències, y lo senyor con-
celler en cap lo digué lo quant aprecio y estimació feya la present Ciutat a sa
magestat en haver-la honrrada ab sa presència per tant llarch temps y axí mateix
explicant-li lo quant viu sentiment tenia la present Ciutat de que Sa Magestat se
partís de esta ciutat y que a la Ciutat sols li quedava lo encomanar-lo a Nostre
Senyor Déu perque li donés próspero viatge y fortuna y que los concellers y
Ciutat sempre estarían molt promptes als ordes de son rey y senyor. Y sa mages-
tat los respongué que: «él se acordaría de la Ciudad». Y fent las degudas reverèn-
cias, ab lo mateix acompanyament eran anats se’n tornaren en la present casa»
114
.
El sábado 8 de abril, Felipe V, tras despedirse de su esposa con mucho
sentimiento, pues le costaba enormemente separarse de ella, dejó palacio y a
las once de la mañana se embarcó en la nave capitana de la flota de nueve
barcos que debía conducirle a Italia. A las cuatro de la tarde, con viento favo-
rable, la flota emprendió la travesía. Muchas cosas quedaban irremediablemen-
te atrás. Cuando Felipe regresara a Cataluña, en plena guerra, la situación sería
completamente diferente.
La Reina María Luisa Gabriela también se hallaba a punto de dejar Barce-
lona, camino de Zaragoza y de Madrid. El mismo día de la partida de Don
Felipe, el Consell de Cent fue a despedirse de la Reina y lo hizo en los mis-
mos términos cordiales que días antes en la entrevista con el Rey, aunque el
problema de los idiomas dificultara la comunicación:
«Dit die, los excel(lentíssims senyors concellers, a peu, veguers y massas altas,
acompanyats dels officials de la present casa, anaren a palàcio, a besar la mà a
sa magestat la reyna nostre senyora, y entrats dins en lo quarto de sa magestat,
després de haver-se fetas las degudes revèrencies y cortesias, li digué lo senyor
conceller en cap y explicà lo viu sentiment que la present Ciutat tenia y des-
consuelo de la anada de sa magestat envés la volta de Itàlia, y que a la Ciutat
sols li quedava lo offerir-se la present Ciutat al major servey de sa magestat,
despedint-se també de sa magestat per anar-se’n lo dilluns. Al que respongué
sa magestat alguna paraula que no.s pogué compéndrer, però se coneixia que
eran en demostració de amor a la present Ciutat, y fent las degudes cortesias,
se n’anaren y tornaren en la present casa»
115
.
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
105
FELIPE V EN BARCELONA: UN FUTURO SIN FUTURO
114. Manual de Novells Ardits, XXIV, p. 17.
115. Manual de Novells Ardits, XXIV, p. 18.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
El diez de abril de 1702, a las doce del mediodía, María Luisa Gabriela de
Saboya dejaba Barcelona, la primera ciudad de sus reinos en que había residi-
do, en la que había comenzado su andadura como esposa y como reina.
Nunca volvería.
Aquel mismo día por la tarde el conde Palma juró su cargo de Virrey de
Cataluña en la catedral. El Principado había perdido la presencia directa de
sus reyes y nuevamente se encontraba en la situación habitual, en una rela-
ción a distancia, a través de intermediarios. Pero de momento las cosas pare-
cieron seguir por los caminos previsibles. En los años inmediatos tanto las ins-
tituciones catalanas como el rey manifestaron su recíproca confianza.
El 27 de septiembre de 1702 la Diputació del General acordó obedecer a
la reina, nombrada gobernadora general de los reinos de España, durante la
ausencia del rey:
«... sas senyorias votaren unànims y conformes y foran de sentir que podian y
devian sas senyorias, sens encontrar ab ninguna constitució ni altre dret de la
Pàtria, obehir a la Reyna, nostra senyora, com a general governadora dels rege-
nes de Espanya, per lo Rey, nostre Senyor, anomenada, en lo exercici de la
jurisdictió voluntària y graciosa...»
116
.
El 7 de junio de 1704 era el rey el que proclamaba su confianza en la
fidelidad de los catalanes, dirigiéndose, desde Italia, a la Diputació del Gene-
ral y al brazo militar para que defendieran la ciudad frente a sus enemigos:
«Muy ilustres, fieles, egregios, nobles, magníficos y amados nuestros. Habiendo
puesto en mis manos el duque de Medina-Sidonia una carta de 30 del pasado,
dando cuenta de haber arribado el príncipe de Darmstad a la vista de esa ciu-
dad con la armada enemiga y que había empezado a hacer desembarcos para
hostilizarla sin que mi justicia y el escarmiento de tan afortunados sucesos como
los que Nuestro Señor va concediendo a mis armas hayan bastado a detener el
furor de los enemigos, que por todas partes (aunque inútilmente) intentan opo-
nerse, he querido manifestaros la gratitud que me deben vuestras leales expre-
siones y la confianza con que quedo de que en esta ocasión (como en todas)
he de deber a vuestra fidelidad y amor la defensa de esa Ciudad y Principado,
nunca más asegurada que ahora, que la he puesto solamente en el valor de
esos naturales, motivo que tuve siempre muy presente para sacar mis tropas
regladas de ese Principado, y así debo esperar que, correspondiendo a esta
confianza, logren en su defensa toda la gloria que merece su fidelidad y mis
enemigos el mayor escarmiento y desengaño»
117
.
Después, la historia giró bruscamente. El futuro de entendimiento que
Felipe V y los catalanes parecían esperar en los días de la visita regia a Barce-
lona quedó sólo en una más de tantas expectativas incumplidas, se reveló
como un futuro sin futuro.
106
MARÍA DE LOS ÁNGELES PÉREZ SAMPER
FELIPE V EN BARCELONA
: UN FUTURO SIN FUTURO
116. Manual de Novells Ardits, XXIV, pp. 219-220.
117. Manual de Novells Ardits, XXIV, pp. 266-267.
© Ediciones Universidad de Salamanca Cuad. diecioch., 1, 2000 - pp. 57-106
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Tras la entronización de Felipe V como rey de España, y ante el inminente estallido de un conflicto por la sucesión de Carlos II, Francia y la Monarquía Hispánica dieron inicio a una intensa política de alianzas destinada a neutralizar las pretensiones de la rama vienesa de la Casa de Austria sobre la corona española. La península itálica, donde los Borbones contarían con la adhesión de los ducados de Mantua y Saboya, fue un escenario prioritario en el desarrollo de tal política. Este artículo pretende analizar el papel que jugaron las nupcias de Felipe V y María Luisa de Saboya en la formalización del tratado borbónico-saboyano de abril de 1701. Basándonos en la documentación de carácter diplomático ubicada en los archivos franceses, españoles e italianos, insistiremos no sólo en las características del acuerdo firmado entre ambas dinastías, sino también en cómo la negociación del matrimonio regio se vio influida por la fragilidad de una alianza políticamente asimétrica que terminaría rompiéndose apenas dos años después de su establecimiento.
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Tot i la significacio de la guerra de Successio als Paisos Catalans i l’abundant bibliografia sobre l’esdeveniment i les seves recreacions literaries posteriors, la literatura catalana d’aquest periode no ha estat encara prou estudiada, malgrat algunes estimables aportacions. Com que mancava una aproximacio de conjunt actualitzada, aquest article procura oferir un panorama, complex i amb noves dades, d’obres literaries catalanes escrites pels volts del conflicte i que s’hi refereixen, centrat sobretot en la poesia, pero aporta tambe noticies del teatre. S’analitzen els textos relacionant-los amb les tendencies literaries (especialment, el Barroc i els models populars) i la conjuntura historica. Es tenen en compte els bandols borbonic i austriacista, procurant donar una visio matisada de diferents actituds, que, a vegades, evolucionen. La mitificacio te com a contrapunt la critica burlesca o desolada.
1007 Lumen Domus, III, fol
  • Ms
Ms. 1007 Lumen Domus, III, fol. 120-121.
Agustí: «L´estament militar: Els cavallers i la cavalleria» en Barcelona i la seva història
  • Sobre La Cofradía De Sant Jordi En La Cataluña Moderna Vid
  • Durán
  • Sanpere
Sobre la cofradía de Sant Jordi en la Cataluña moderna vid. DURÁN i SANPERE, Agustí: «L´estament militar: Els cavallers i la cavalleria» en Barcelona i la seva història. Barcelona, Curial, 1973, pp. 171-259.
Agustí: «L´estament militar: Els cavallers i la cavalleria» en Barcelona i la seva història Resultaría muy interesante seguir la trayectoria de todos estos personajes, como de los demás citados en este trabajo, en los años siguientes
  • Sobre La Cofradía De Sant Jordi En La Cataluña Moderna Vid
  • Sanpere . Durán
Sobre la cofradía de Sant Jordi en la Cataluña moderna vid. DURÁN i SANPERE, Agustí: «L´estament militar: Els cavallers i la cavalleria» en Barcelona i la seva història. Barcelona, Curial, 1973, pp. 171-259. 102. Resultaría muy interesante seguir la trayectoria de todos estos personajes, como de los demás citados en este trabajo, en los años siguientes. Baste con buscar en las útiles listas de austracistas y filipistas destacados, que al final de su libro Els catalans i Felip V..., proporciona J.
Por ejemplo, el marqués de Rubí, mantenedor del torneo, se inclinaría pocos años después por la causa del Archiduque
  • Albareda
Albareda, pp. 335-339. Por ejemplo, el marqués de Rubí, mantenedor del torneo, se inclinaría pocos años después por la causa del Archiduque. 103. E. MAS: «Diari», fol. 104. 104. Festivas demonstraciones, p. 337.