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Los miedos en la infancia y la adolescencia: Un estudio descriptivo

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Abstract

El objetivo de este estudio consistió en analizar la prevalencia y las diferencias de género y edad en miedos fóbicos en la infancia y la adolescencia. El Inventario de Miedos se administró a una muestra representativa de 3.043 estudiantes de 7 a 17 años. La prevalencia de miedos fóbicos fue 3,5%, siendo más frecuente en el género femenino que en el masculino y alcanzando un pico en la infancia tardía (8-11 años). Las chicas informaron más miedos físicos y sociales, excepto en el caso del contacto físico, donde los chicos mostraron más miedo. Los miedos variaron con la edad, incrementándose hasta los 10 años y disminuyendo a partir de dicha edad. Finalmente, las situaciones que generaron más miedo se relacionaron con la muerte, la soledad y la autoridad, mientras que las situaciones que provocaron menos miedo se refirieron a las muestras de cariño con los padres.
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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VOLUMEN: 6 NÚMERO: 13
LOS MIEDOS EN LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA:
UN ESTUDIO DESCRIPTIVO
F. Xavier Méndez
Cándido J. Inglés
Mª Dolores Hidalgo
José M. García-Fernández
Mª José Quiles
Universidad de Murcia (Spain)
Universidad de Murcia (Spain)
Universidad de Murcia (Spain)
Universidad de Murcia (Spain)
Universidad Miguel Hernández (Spain)
El miedo constituye un primitivo sistema de alarma que ayuda al niño a evitar situaciones potencialmente peligrosas.
Es una emoción que se experimenta a lo largo de la vida, aunque las situaciones temidas varían con la edad. El desarrollo
biológico, psicológico y social, propio de las diferentes etapas evolutivas (infancia, adolescencia, etc.), explica la
remisión de unos miedos y la aparición de otros nuevos para adaptarse a las cambiantes demandas del medio (Pelechano,
1981). Los miedos son muy frecuentes durante la infancia, de modo que prácticamente todos los niños refieren al menos
un temor importante (Sandín, 1997). Sin embargo, el miedo puede llegar a constituir un trastorno fóbico, generando
malestar clínicamente significativo y repercutiendo negativamente en el área personal, familiar, escolar y/o social.
Afortunadamente los miedos desproporcionados y desadaptativos son menos habituales, aceptándose que el índice de
fobias en la infancia no sobrepasa el 8% (King, Hamilton y Ollendick, 1994).
La prevalencia de los miedos y fobias en niños y adolescentes es un tema de interés en psicopatología del desarrollo,
habiéndose llevado a cabo numerosas investigaciones en este campo mediante la administración de pruebas de papel y
lápiz (Dong, Yang y Ollendick, 1994; Gullone y King, 1993; King et al, 1989; Ollendick, 1983; Ollendick, King y
Frary, 1991; Ollendick, Matson y Helsel, 1985; Ollendick, Yule y Ollier, 1991; Slee y Cross, 1989). Estos estudios
muestran que entre el 30% y el 50% de los niños presentan uno o varios miedos intensos. Consistentemente aparecen
diferencias de género y edad, encontrándose que las niñas puntúan por encima de los niños en los inventarios de miedo,
de la misma manera que los niños de ambos sexos obtienen puntuaciones superiores a los adolescentes. Así, Ollendick
(1983) encontró que la media de miedos excesivos era de 13 para las chicas y 9 para los chicos.
Los estudios longitudinales ponen de manifiesto los cambios evolutivos en este terreno. Durante el primer año son
más frecuentes los miedos relacionados con estímulos intensos o desconocidos, como ruidos fuertes y personas extrañas.
Hasta los seis años son comunes los temores relacionados con animales, tormentas, oscuridad, seres fantásticos como
brujas o fantasmas, catástrofes y separación de los padres. A partir de los seis años aparece el miedo al daño físico, al
ridículo y, algo más tarde, a las enfermedades y accidentes, al bajo rendimiento escolar y a las desaveniencias entre los
padres. De los 12 a los 18 años predominan los miedos que tienen que ve con las relaciones interpersonales y la pérdida
de la autoestima (Echeburúa, 1993; Méndez, Inglés e Hidalgo, 2002). En general, los miedos físicos (animales,
tormentas, daño, etc.,) disminuyen, mientras que se acentúan los miedos sociales (ridículo, rechazo, hablar en público,
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etc.) (Graziano, DeGeovanni y García, 1979).
También se han encontrado cambios en el número de miedos en función del desarrollo. En una revisión de la
investigación, Ferrari (1986) encontró un descenso consistente en el número de miedos con la edad, aunque de los 9 y 10
años hay una tendencia a aumentar el número de miedos.
Sin embargo, la relación entre edad y diversos tipos de miedos no es tan sencilla. Algunos resultados apuntan a un
rebrote de los miedos entre los 11-13 años, para descender posteriormente a partir de los 14-15 (Dong et al., 1994;
Miller, Barret y Hampe, 1974). También se ha constatado que algunos tipos de miedos, como al daño físico y a la
muerte, obtienen una mayor prevalencia independientemente del nivel de desarrollo (Báguena y Chisbert, 1998; Gullone
y King, 1993; Méndez, 1999; Ollendick et al, 1985).
Otro aspecto que influye en los patrones de psicopatología infantil y adolescente son los factores culturales (Elbedour,
Shulman y Kedem, 1997). Más específicamente, las creencias mediatizadas culturalmente, los valores y las tradiciones
asociadas con las prácticas de socialización juegan un papel destacado en la clase de problemas que padres, profesores y
los otros significativos perciben en niños y adolescentes problemáticos.
En general, los miedos pueden ser descritos como fenómenos normales y los asociados con la edad tienden a
considerarse transitorios y de corta duración (Morris y Kratochwill, 1983). Sin embargo, en una proporción de niños y
adolescentes pueden convertirse en crónicos debido al condicionamiento, modelamiento e información negativa (Báguena
y Chisbert, 1998). Por ello es necesaria más investigación que permita establecer las normas que permitan diferenciar los
distintos miedos "normales" de los clínicos en la infancia. Asimismo, es preciso determinar con mayor precisión qué
fases evolutivas se asocian más específicamente a distintos tipos de miedos (Sandín, Chorot, Valiente y Santed, 1998) y
mejorar la comprensión de los miedos considerados "normales" con el fin de mejorar la comprensión de los patológicos.
Este interés se une al hecho de que la adolescencia es una etapa crítica para el desarrollo de fobias y otros trastornos de
ansiedad. De hecho se considera que las fobias específicas y sociales tienen su entrada en la infancia y la adolescencia
(Bados, 2001; Essau, Conradt y Petermann, 1999; Inglés, Méndez e Hidalgo, 2001; Méndez, 1999; Monjas, 2000; Öst,
1987; Schneier, Johnson, Horning, Liebowitz y Weissman, 1992; Sheehan, Sheehan y Minichello, 1981; Thyer, Parrish,
Curtis, Nesse y Cameron, 1985; Wittchen, Essau, von Zerssen, Krieg y Zaudig, 1992). Asimismo, los trastornos de
ansiedad presentes durante la adolescencia, aparte de poder subsistir durante la edad adulta, son un factor de riesgo
importante para sufrir otros trastornos de ansiedad y, en general diferentes alteraciones psicopatológicas durante las
etapas adultas (Sandín y Chorot, 1995).
Los miedos infantiles reflejan algo de la concepción infantil del mundo y de su lugar en él (Slee y Cross, 1989). En
cuanto el niño va creciendo, las habilidades cognitivas permiten un mayor entendimiento de su ambiente y, en
consecuencia, un descenso o cambios en los temores. Este entendimiento está muy relacionado con el contexto en el que
vive el niño.
Se han estudiado los miedos en diferentes sociedades semejantes a la nuestra como la australiana o americana (King et
al., 1989; Ollendick et al., 1985). En nuestro país se han realizado, durante los últimos años, diversos estudios acerca de
la prevalencia e intensidad de los temores en la infancia y adolescencia (Báguena y Chisbert, 1998; Martínez y Monreal,
1982; Moreno, Párraga y Rodríguez, 1987; Pelechano, 1991; Pelechano, Báguena, Botella y Roldán, 1984; Peña, 1995;
Sandín y Chorot, 1998). La Tabla 1 muestra las principales características y resultados de estos estudios.
Tabla 1
Estudios epidemiológicos sobre miedos infantiles en población española
Estudio Sujetos Instrumento Resultados
Número Edad Nombre Informante Sexo Edad Principales miedos
Pelechano
(1981) 670 2-9
años Inventario de
Miedos Padres Niñas: Más miedos que
los niños. Diferencias
significativas en miedo
a animales y a peligro
imaginado
?? Volumen miedos.
Diferencias entre 4-5 a. /
6-9 a.
Daño corporal y
físico, situaciones
sociales agresivas
y/u hostiles y
percepción de
situaciones
peligrosas
Martínez y
Monreal (1982) 160 12-14
años Tres preguntas
abiertas Niños Sólo diferencias
sexuales en "mundo
extraño y misterioso"
más temido por los
chicos
?? A la oscuridad y a la
muerte Oscuridad, reptiles,
pesadillas y
muerte
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Pelechano,
Báguena,
Botella y
Roldán (1984)
582 4-9
años Inventario de
Miedos Padres ---
? Fenómenos
meteorológicos, sangre y
relatos terror
?? Resto temores
---
Móreno,
Párraga y
Rodríguez
(1987)
150 6-14
años Inventario de
Miedos Niños Todos los factores las
chicas por encima de
los chicos
? Fenómenos naturales,
lugares cerrados y a la
violencia física
Diferencias significativas
entre los niños del ciclo
inferior frente a los del
ciclo medio y superior
+: Muerte padres y
hermanos,
guerra, pérdida
cariño, muerte
propia y de amigos
-: Gatos, viajar
coche, escuela,
montar bicicleta,
viajar tren,
ranas, médicos
Peña (1995) 241 7, 10 y
13 Inventario de
Miedos Niños ---
? Todos los miedos - Miedo animales
Miedo a lugares
cerrados
Báguena y
Chisbert (1998) 837 10-14 Inventario de
Miedos Niños Chicos: Los miedos
específicos alcanzan su
nivel más bajo antes de
los 10 años, mientras
los sociales aumentan a
partir de los 12
Chicas: Miedo a la
muerte alto en todas las
edades
? Miedos específicos a
partir de los 10 años y
estabilidad a partir de los
12
+: Muerte seres
queridos, daño
físico y violencia
-: Fenómenos
naturales
Sandín, Chorot,
Valiente y
Santed (1998)
151 9-11 Fear Survey
Schedule for
Children-
Revised
(versión
española)
Niños Chicas: Miedos más
intensos y mayor
número de miedos.
Diferencias en
pequeños animales y
daños menores
--- +: Peligro, muerte,
fracaso, crítica,
desconocido,
pequeños animales
y médico.
Estas investigaciones se han realizado con cuestionarios, inventarios y/o escalas. Éstos, en comparación con otros
procedimientos de evaluación, son fáciles de administrar y conllevan un bajo coste de tiempo y dinero (Sandín y Chorot,
1998). Actualmente, la gama de instrumentos validados para población española es bastante amplia, algunos de estos se
comentarán en las líneas siguientes.
El pionero fue el Inventario de Miedos de Pelechano (1981; Pelechano et al., 1984). Consta de 103 ítems (100 versión
revisada) con tres alternativas de respuesta (mucho, algo, nada). Está destinado a niños pequeños, por lo que ha sido
diseñado para ser contestado por los padres (en su primera versión fue aplicado a progenitores de niños de 2 a 9 años).
Consta de 7 factores racionales: miedo a los animales, a los fenómenos meteorológicos, al daño corporal y
enfermedades, a la muerte, a situaciones personales hostiles y agresivas, a los lugares cerrados y a la violencia física real
o imaginada. Esta agrupación en factores lógicos ha sido empleada en trabajos posteriores (Moreno et al., 1987; Peña,
1995). En un segundo estudio (Pelechano et al, 1984) se realizó el análisis empírico del cuestionario que mostró 11
factores de primer orden: Miedo a los animales, a los fenómenos meteorológicos, a daño físico o amenaza de personas, a
la sangre, a símbolos-ritos de muerte, a muerte de seres queridos, miedo social I (fracaso y rechazo), miedo social II
(gente desconocida, gente numerosa), miedo social III (violencia entre personas), miedo lugares cerrados y miedo a la
imaginación conectada con relatos de miedos. Estas subescalas han dado lugar a 3 factores: Miedo social, miedos físicos
y miedo a la muerte (Pelechano et al, 1984), siendo utilizado posteriormente por Báguena y Chisbert (1998).
El Inventario de Miedos (Sosa, Capafóns, Conesa-Peraleja, Martorell, Silva y Navarro, 1993) está inspirado en el Fear
Inventory de Cautela, Cautela y Esonis (1983) y se encuentra formado por 74 ítems con tres alternativas de respuesta
(mucho, algo o nada). Evalúa a niños de 9 a 15 años. Las propiedades psicométricas son satisfactorias y ha sido el
primero de los mencionados anteriormente desarrollado y validado con población española.
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Por último, el Fear Survey Schedule for Children (FSSC-R) (Ollendick, 1983; Ollendick et al., 1991) consiste en una
forma revisada por del FSSC de Scherer y Nakamura (1968). Esta versión consta de 80 ítems con tres alternativas de
respuesta (nada, algo y mucho). Los estudios factoriales realizados con el instrumento concluyen la emergencia de cinco
factores: miedo a lo desconocido, miedo a las heridas y animales pequeños, miedo al peligro y a la muerte y miedos
médicos. Es el instrumento más ampliamente utilizado en la literatura de habla inglesa y ha sido administrado,
principalmente, a niños y adolescentes australianos normales y con enfermedades crónicas. Ha sido traducido
recientemente al español por Sandín y Chorot (1998) y se encuentra en proceso de validación psicométrica. El primer
estudio realizado con población española obtienen la misma estructura factorial propuesta por el autor de FSSC-R y
obteniendo un coeficiente de fiabilidad elevado (alpha=0,95) (Sandín y Chorot, 1998).
El objetivo de este estudio consistió en examinar la frecuencia e intensidad de los miedos en niños y adolescentes de 7
a 17 años, ampliando los estudios realizados hasta la fecha en varios aspectos:
Se utiliza por primera vez como instrumento de evaluación el Inventario de Miedos de Sosa y colaboradores,
desarrollado y adaptado con población española
Se incrementa de forma importante las muestras utilizadas hasta ahora tanto en el número total de sujetos como
en el rango de edad.
MÉTODO
Sujetos
Se reclutaron 3.089 sujetos, de los que 46 (1,49%) fueron excluidos del estudio debido a omisiones o errores en sus
respuestas o por no obtener el consentimiento informado de sus padres para participar en la investigación. La muestra se
compuso de 3.043 estudiantes, de segundo curso de Educación Primaria a segundo curso de Bachillerato, seleccionados
aleatoriamente en 16 centros, doce públicos y cuatro privados, de la provincias de Alicante y Murcia. El rango de edad
fue de 7 a 17 años (M = 11,88; DT
= 2,52). En la Tabla 2 se presenta la distribución de los sujetos de la muestra por
género y edad.
Tabla 2
Número (y porcentaje) de sujetos de la muestra clasificados por género y edad
7 años 8 años 9 años 10 años 11 años 12 años 13 años 14 años 15 años 16 años 17 años Total
Varones 71
(2,33%)
102
(3,35%)
115
(3,78%)
156
(5,13%)
213
(7,00%)
230
(7,56%)
223
(7,33%)
213
(7,00%)
109
(3,58%)
71
(2,33%)
59
(1,94%)
1562
(51,33%)
Mujeres 63
(2,07%)
122
(4,01%)
105
(3,45%)
168
(5,52%)
197
(6,47%)
221
(7,26%)
201
(6,61%)
199
(6,54%)
91
(2,99%)
64
(2,10%)
50
(1,64%)
1481
(48,67%)
Total 134
(4,40%)
224
(7,36%)
220
(7,23%)
324
(10,65%)
410
(13,47%)
451
(14,82%)
424
(13,93%)
412
(13,54%)
200
(6,57%)
135
(4,44%)
109
(3,58%)
3043
(100%)
Por medio de la prueba ? 2
de homogeneidad de la distribución de frecuencias, se comprobó que no existían
diferencias significativas entre los 22 grupos de género x edad, ? 2 = 6,16; p = 0,802. El tamaño del efecto (Phi = 0,04)
confirmó que la diferencia fue insignificante.
Instrumento
El Inventario de Miedos (Sosa et al., 1993) evalúa el grado de miedo experimentado por niños y adolescentes ante una
amplia gama de objetos y actividades. Consta de 74 ítems que se valoran mediante una escala Likert de tres puntos (0 =
Nada de miedo; 1 = Algo de miedo; 2 = Mucho miedo). Las respuestas de 1.237 sujetos se sometieron a análisis
factorial de componentes principales con rotación varimax, reteniéndose 54 ítems que saturaron por encima de 0,35,
agrupados en 10 factores que explicaron el 46,27% de la varianza: Miedo a la Muerte (MU), Miedo a la Soledad-
Fantasías (SF), Miedo a los Animales (AN), Miedo a los Fenómenos Naturales (FN), Miedo a los Médicos (ME), Miedo
a la Autoridad (AU), Miedo a lo Desconocido (DE), Miedo a la Evaluación del Rendimiento (ER), Miedo a Separarse de
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los Padres (SP), y Miedo al Contacto Físico (CF). Con estos diez factores se repitió el análisis de componentes
principales, obteniéndose tres factores de segundo orden que explicaron el 65,01% de la varianza: Miedos Físicos (MF),
que incluye los cinco primeros factores de primer orden, Miedos Sociales (MS), que comprende los cuatro segundos
factores de primer orden, y Miedo al Contacto Físico, que corresponde al factor de primer orden equivalente. En la
matriz sin rotación varimax los factores de primer orden saturaron por encima de 0,55 en el mismo factor, excepto el
Miedo al Contacto Físico, por lo que se denominó Miedos Infantiles (MI) al factor general resultante de agrupar los
Miedos Físicos y los Miedos Sociales excluyendo el mencionado Miedo al Contacto Físico. En la Figura 1 se ofrece la
estructura factorial propuesta por los autores.
Los factores de primer orden con coeficientes de consistencia interna (alpha de Cronbach) más bajo y más alto
respectivamente fueron el Miedo a la Evaluación del Rendimiento (0,61) y el Miedo al Contacto Físico (0,92). La
consistencia interna de los factores de segundo orden y del factor general fue elevada: Miedos Físicos (0,96), Miedos
Sociales (0,91), y Miedos Infantiles (0,97). La fiabilidad test-retest de los factores de primer orden, para un intervalo de
tres semanas, se situó entre 0,52 (Miedo a Separarse de los Padres) y 0,75 (Miedo al Contacto Físico). La estabilidad
temporal de los factores de segundo orden y del factor general fue aceptable: Miedos Físicos (0,75), Miedos Sociales
(0,63), y Miedos Infantiles (0,71).
La validez se calculó mediante el procedimiento de grupos contrastados (Sosa, 1985). El inventario discriminó a niños
y adolescentes sin y con diferentes problemas psicológicos, especialmente comportamientos internalizantes. Por otro
lado, el signo y la magnitud de las correlaciones con sinceridad, socialización, autoconcepto, depresión, refuerzos,
asertividad, pensamiento irracional y ansiedad, fueron los esperados.
Figura 1
Estructura factorial de los miedos infantiles según el Inventario de Miedos de Sosa et al. (1993)
FACTOR
GENERAL
MI
40,47%a
48 (0-96)b
FACTORES
ESPECÍFICOS DE
SEGUNDO ORDEN
MF
27,07%
30 (0-60)
MS
22,63%
18 (0-36)
CF
15,31%
6 (0-12)
FACTORES
ESPECÍFICOS DE
PRIMER ORDEN
MU
6,89%
9 (0-18)
SF
5,83%
8 (0-16)
AN
4,33%
5 (0-10)
FN
3,50%
5 (0-10)
ME
3,01%
3 (0-6)
AU
6,50%
6 (0-12)
DE
4,21%
5 (0-10)
ER
4,13%
4 (0-8)
SP
4,12%
3 (0-6)
CF
3,75%
6 (0-12)
a Porcentaje de varianza explicada
b Número de ítems (rango de puntuaciones)
Procedimiento
Se llevó a cabo una entrevista con los directores y los jefes de los departamentos de orientación de los centros
participantes para exponer los objetivos de la investigación, describir el instrumento de evaluación, solicitar permiso y
promover su colaboración. Posteriormente se celebró una reunión con los padres para explicarles el estudio y solicitar el
consentimiento informado por escrito autorizando a sus hijos a participar en la investigación. El inventario fue
contestado colectivamente en el aula en grupos aproximadamente de veinticinco escolares. Con los niños más pequeños
(7 y 8 años) la aplicación se realizó en grupos reducidos (5-10 sujetos). Se procedió a la entrega de los ejemplares con
las instrucciones y de las hojas de respuesta para su corrección mediante ordenador. A continuación se indicó que
cumplimentaran los datos de identificación y se leyó en voz alta las instrucciones, recalcando la importancia de no dejar
ninguna pregunta sin contestar. Finalmente se aclararon las dudas, procurando no influir en la respuesta de los sujetos.
Los investigadores estuvieron presentes durante la administración para proporcionar ayuda si era necesaria, para verificar
la cumplimentación correcta e independiente por parte de los sujetos y para asegurar que los datos de identificación
hubieran sido debidamente anotados. El tiempo medio de administración fue de 30-35 minutos aproximadamente para
los niños (7-11 años) y de 15-20 minutos adolescentes (12-17 años).
RESULTADOS
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Prevalencia de miedos excesivos
Para estimar la prevalencia de los miedos fóbicos o de elevada intensidad, se estableció como criterio las puntuaciones
que superaron a la media en dos desviaciones típicas, excepto en la escala de Miedo a la Muerte donde se adoptó como
criterio una puntuación directa igual a 18, ya que la puntuación media y la desviación típica de la muestra en la escala
fueron muy elevadas (M = 10; DT = 4), lo que da lugar a un efecto techo con la utilización del primer criterio si
tenemos en cuenta que el rango de puntuaciones en la escala oscila de 0 a 18.
Ciento seis sujetos (3,5%) presentaron miedos fóbicos. Los miedos sociales excesivos fueron más frecuentes (4,01%)
que los miedos físicos excesivos (3,15%). Concretamente, el miedo a la evaluación del rendimiento (7,10%) y el miedo a
los animales (6,15%) fueron los miedos sociales y físicos más frecuentes, respectivamente.
Un mayor porcentaje de niñas presentan miedos fóbicos respecto a los niños, excepto en la escala de Miedo al
Contacto Físico donde se halló un porcentaje mayor de niños (ver Tabla 3). Las diferencias en los porcentajes, en
función de la variable género oscilan desde 0,68 (Miedo a la Autoridad) a 7,36 en (Miedo a los Animales).
Tabla 3
Prevalencia de los miedos excesivos en función del sexo
Escalas Niños
(n = 1562) Niñas
(n = 1481)
Miedo a la Muerte 21 (1,34%) 79 (5,33%)
Miedo a la Autoridad 40 (2,56%) 48 (3,24%)
Miedo a la Soledad-Fantasía 29 (1,86%) 85 (5,74%)
Miedo a los Animales 40 (2,56%) 147 (9,92%)
Miedo a lo Desconocido 64 (4,10%) 117 (7,90%)
Miedo a la Evaluación del Rendimiento 93 (5,95%) 123 (8,30%)
Miedo a Separarse de los Padres 61 (3,90%) 125 (8,44%)
Miedo al Contacto Físico 98 (6,27%) 61 (4,12%)
Miedo a los Fenómenos Naturales 44 (2,82%) 104 (7,02%)
Miedo a los Médicos 69 (4,42%) 109 (7,36%)
Escala General de Miedos Físicos 24 (1,54%) 72 (4,86%)
Escala General de Miedos Sociales 50 (3,20%) 72 (4,86%)
Escala General de Miedos 29 (1,86%) 77 (5,20%)
La distribución de los miedos excesivos por edades aparece en la Tabla 4. Globalmente, los miedos fóbicos son más
frecuentes en la infancia tardía (8 a 11 años), situándose la tasa de prevalencia más alta a los 10 años. Igualmente, los
miedos físicos y sociales excesivos son más frecuentes durante la infancia tardía, alcanzando un pico a los 8 (miedos
sociales) y 10 años (miedos físicos). Además, el análisis de las escalas primarias revela que el miedo a la muerte y a los
fenómenos naturales son más frecuentes a los 9 años, mientras que el miedo a lo desconocido y a la evaluación del
rendimiento son más frecuentes a los 8 y 15 años, respectivamente.
Tabla 4
Prevalencia de los miedos excesivos en función de la edad
EDAD MU AU SF AN DE ER SP CF FN ME MF MS MI
7 7
(5,22%) 4
(2,98%) 10
(7,46%) 2
(1,49%) 13
(9,70%) 5
(3,73%) 6
(4,48%) 5
(3,73%) 5
(3,73%) 5
(3,73%) 4
(2,98%) 5
(3,73%) 5
(3,73%)
8 14
(6,25%) 5
(2,23%) 14
(6,25%) 17
(7,59%) 27
(12,05%) 11
(4,91%) 24
(10,71%) 13
(5,80%) 12
(5,36%) 15
(6,70%) 15
(6,70%) 16
(7,14%) 15
(6,70%)
9 15 12 11 15 24 10 23 13 20 13 10 12 13
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(6,82%) (5,45%) (5%) (6,82%) (10,91%) (4,54%) (10,45%) (5,91%) (9,09%) (5,91%) (4,54%) (5,45%) (5,91%)
10 16
(4,94%) 19
(5,86%) 26
(8,02%) 29
(8,95%) 27
(8,33%) 34
(10,49%) 36
(11,11%) 28
(8,64%) 23
(7,10%) 24
(7,41%) 21
(6,48%) 19
(5,86%) 22
(6,79%)
11 17
(4,15%) 14
(3,41%) 16
(3,90%) 32
(7,80%) 31
(7,56%) 23
(5,61%) 40
(9,76%) 21
(5,12%) 28
(6,82%) 29
(7,07%) 18
(4,39%) 20
(4,88%) 20
(4,88%)
12 13
(2,88%) 15
(3,32%) 12
(2,66%) 23
(5,10%) 17
(3,77%) 33
(7,32%) 23
(5,10%) 24
(5,32%) 18
(3,99%) 21
(4,66%) 8
(1,77%) 15
(3,32%) 13
(2,88%)
13 8
(1,89%) 10
(2,36%) 12
(2,83%) 21
(4,95%) 16
(3,77%) 26
(6,13%) 12
(2,83%) 16
(3,77%) 16
(3,77%) 26
(6,13%) 10
(2,36%) 9
(2,12%) 10
(2,36%)
14 6
(1,46) 6
(1,46%) 7
(1,70%) 14
(3,40%) 8
(1,94%) 27
(6,55%) 9
(2,18%) 13
(3,15%) 8
(1,94%) 12
(2,91%) 6
(1,46%) 9
(2,18%) 3
(0,73%)
15 2
(1%) 3
(1,5%) 2
(1%) 15
(7,5%) 8
(4%) 23
(11,5%) 6
(3%) 9
(4,5%) 5
(2,5%) 20
(10%) 1
(0,5%) 11
(5,5%) 3
(1,5%)
16 0
(0%) 0
(0%) 1
(0,74%) 12
(8,89%) 5
(3,70%) 13
(9,63%) 2
(1,48%) 8
(5,92%) 6
(4,44%) 6
(4,44%) 0
(0%) 3
(2,22%) 0
(0%)
17 2
(1,83%) 0
(0%) 3
(2,75%) 7
(6,42%) 5
(4,59%) 11
(10,09%) 5
(4,59%) 9
(8,25%) 7
(6,42%) 7
(6,42%) 3
(2,75%) 3
(2,75%) 2
(1,83%)
Total 100
(3.29%) 88
(2,89%) 114
(3,75%) 187
(6,15%) 181
(5,95%) 216
(7,10%) 186
(6,11%) 159
(5,23%) 148
(4,86%) 178
(5,85%) 96
(3,15%) 122
(4,01%) 106
(3,50%)
Miedos más comunes
Con el fin de conocer las situaciones específicas que causaban más y menos miedo a un mayor porcentaje de niños y
adolescentes, calculamos los porcentajes de sujetos de la muestra total, así como de chicos y chicas, que puntuaron con
los valores máximo (2) y nulo (0) en cada uno de los ítems. Al menos un 20% de sujetos indicó mucho miedo en 11
ítems relativos a eventos u objetos relacionados con la muerte, a situaciones donde los sujetos están solos y a la
confrontación con personas de autoridad. Los chicos tan solo rebasaron este porcentaje en cinco ítems, mientras que las
chicas lo superaron en todos los ítems (ver Tabla 5).
Tabla 5
Items que más del 20% de sujetos puntuó con 2 ("mucho miedo")
Factor Ítem Enunciado Porcentaje
Total Porcentaje
Chicos Porcentaje
Chicas
MU 35 Que se puedan morir mis padres 85,80% 82,14% 89,67%
MU 10 Que se pueda morir uno de mis amigos o hermanos 75,88% 70,17% 81,90%
MU 47 Morirme 73,87% 69,27% 78,73%
MU 58 Ver personas muertas 50,18% 40,01% 60,90%
AU 57 Sacar malas notas 38,38% 34,89% 42,07%
SF 8 Ver cosas raras como sombras en la noche 28,33% (19,01%)a38,15%
MU 74 Lugares donde ha muerto alguien 26,42% (17,80%)a35,52%
SF 4 Soñar cosas desagradables o tener pesadillas 23,04% (16,07%)a30,38%
-- 27 Las escopetas o los cuchillos 23,04% (13,83%)a32,75%
MU 70 Los entierros 21,79% (14,66%)a29,30%
MU 42 Los cementerios 20,67% (13,57%)a28,16%
Nota. Los guiones indican los ítems que no entran en la corrección cuantitativa, aunque si cualitativa, al no estar incluidos en
ninguna escala.
a No cumple el criterio de que más del 20% de los sujetos puntúen con 2 ("mucho miedo").
Más del 90% de los sujetos no presentó miedo en nueve ítems relacionados con muestras de cariño a los padres y con
ir a la escuela, ver a un amigo, ver basura y pedir permiso para ir al cuarto de baño. Los chicos excedieron esta
proporción en los mismos nueve ítems, mientras que las chicas lo sobrepasaron en ocho ítems (ver Tabla 6).
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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Tabla 6
Items que más del 90% de sujetos puntuó con 0 ("nada de miedo")
Factor Ítem Enunciado Porcentaje
Total Porcentaje
Chicos Porcentaje
Chicas
CF 14 Besar o acariciar a mi madre 94,81% 93,85% 95,81%
-- 37 Ir a ver a un amigo 94,81% 94,88% 94,73%
-- 41 Ver u oír pájaros 94,41% 95,13% 93,65%
CF 22 Recibir caricias o besos de mi madre 94,08% 92,77% 95,48%
-- 61 Ver basura 93,33% 93,66% 92,98%
CF 15 Besar o acariciar a mi padre 92,44% 91,23% 93,72%
CF 23 Recibir caricias o besos de mi padre 92,15% 90,46% 93,92%
-- 29 Pedir permiso para ir al cuarto de baño 91,92% 92,96% 90,82%
-- 67 Salir de casa para ir a la escuela 91,00% 92,77% (89,13%)a
Nota. Los guiones indican los ítems que no entran en la corrección cuantitativa, aunque si cualitativa, al no estar incluidos en
ninguna escala.
a No cumple el criterio de que más del 90% de los sujetos puntúen con 0 ("nada de miedo").
Diferencias de género y edad en miedos
Los valores de la escala de estimación medios (rango 0-2), resultantes de dividir la puntuación obtenida por el
correspondiente número de ítems fueron 0,38 (Escala General de Miedos), 0,69 (Miedos Físicos), 0,45 (Miedos
Sociales), 1,13 (Miedo a la Muerte), 0,67 (Miedo a la Autoridad), 0,65 (Miedo a la Soledad-Fantasía), 0,36 (Miedo a los
Animales), 0,41 (Miedo a lo Desconocido), 0,26 (Miedo a la Evaluación del Rendimiento), 0,30 (Miedo a Separarse de
los Padres), 0,19 (Miedo al Contacto Físico), 0,38 (Miedo a los Fenómenos Naturales) y 0,55 (Miedo a los Médicos), de
modo que todos los factores, excepto Miedo a la Muerte, se sitúan por debajo del grado leve de miedo. Para los niños y
los adolescentes las situaciones que generan mayor miedo son las relacionadas con la muerte, mientras que las referidas a
muestras de cariño de sus padres son las que generan menos miedo.
Se realizaron 13 análisis de varianza (ANOVA) inter-sujetos 2x11 (género x edad) con las puntuaciones de las 13
escalas del IM. Además, se calculó una medida del tamaño del efecto (Cohen, 1988), dado que con tamaños muestrales
grandes la razón F del ANOVA puede detectar erróneamente diferencias significativas entre los distintos niveles de un
factor, sin que estas diferencias sean clínicamente importantes. La medida de tamaño del efecto utilizada fue el índice d,
Cohen (1998) sugiere interpretar este índice de la siguiente manera: tamaño del efecto bajo (0,20 £ d £ 0,50), moderado
(0,51 £ d £ 0,79) y alto (d ³ 0,80).
En cuanto a la variable género, encontramos que las chicas presentaron más miedo en todas las escalas, excepto en
contacto físico donde los chicos puntuaron más alto (Tabla 7). Además, si tenemos en cuenta el tamaño del efecto, es
decir, la magnitud de las diferencias éstas fueron moderadas en general, altas en miedos físicos y bajas en miedos
sociales.
Tabla 7
Diferencias en miedos por género
Miedos
Chicos
Chicas
Significación estadística y magnitud
de las diferencias
M (DT) M (DT) F1, 3021 p d
1. Muerte
(rango: 0-18) 8,75 (4,08) 11,46 (3,90) 284,90 0,001 0,68
2. Autoridad
(rango: 0-12) 3,68 (2,72) 4,32 (2,69) 33,51 0,001 0,24
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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3. Soledad-Fantasía
(rango: 0-16) 4,07 (3,33) 6,44 (3,53) 303,63 0,001 0,57
4. Animales
(rango: 0-10) 1,17 (1,62) 2,51 (2,10) 311,45 0,001 0,75
5. Desconocido
(rango: 0-10) 1,76 (1,78) 2,46 (2,01) 84,98 0,001 0,39
6. Evaluación del Rendimiento
(rango: 0-8) 0,93 (1,35) 1,24 (1,45) 29,54 0,001 0,14
7. Separación de los Padres
(rango: 0-6) 0,65 (1,18) 1,11 (1,45) 76,24 0,001 0,47
8. Contacto Físico
(rango: 0-12) 1,22 (1,98) 1,06 (1,71) 4,42 0,001 0,15
9. Fenómenos Naturales
(rango: 0-10) 1,32 (1,86) 2,53 (2,29) 205,37 0,001 0,63
10. Médicos
(rango: 0-6) 1,35 (1,54) 1,99 (1,62) 98,82 0,001 0,34
11. Miedos Físicos
(rango: 0-60) 16,65 (9,56) 24,94 (10,21) 437,79 0,001 0,87
12. Miedos Sociales
(rango: 0-36) 7,02 (5,57) 9,13 (5,81) 83,99 0,001 0,45
13. Escala General de Miedos
(rango: 0-148) 23,67 (14,13) 34,06 (14,78) 322,01 0,001 0,72
Los miedos, físicos y sociales, variaron significativamente con la edad, de acuerdo con el siguiente patrón: incremento
hasta los 10 años y disminución progresiva a partir de esa edad (Tabla 8). En líneas generales, estas diferencias fueron de
tamaño medio (Tabla 9).
Tabla 8
Puntuaciones medias y (desviaciones típicas) en miedos por edad
Miedos 7 años 8 años 9 años 10 años 11 años 12 años 13 años 14
años 15 años 16 años 17 años
M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT) M (DT)
1. Muerte 10,72
(4,19)
10,97
(4,05)
11,10
(4,19)
11,32
(3,94)
10,65
(4,42)
10,09
(4,14)
10,02
(4,16)
9,47
(3,98)
9,16 (4,13) 8,82
(4,14)
8,84
(4,27)
2. Autoridad 3,81
(2,84)
4,13
(2,88)
4,50 (2,80) 4,59
(2,72)
4,22 (2,78) 3,95 (2,75) 3,70 (2,62) 3,84
(2,56)
3,97 (2,72) 3,74
(2,39)
3,51
(2,59)
3. Soledad-Fantasía 6,12
(4,10)
6,02
(4,00)
6,17 (3,84) 6,56
(3,74)
5,91 (3,60) 5,07 (3,52) 4,46 (3,45) 4,25
(3,07)
4,20 (3,05) 4,68
(3,08)
4,34
(3,28)
4. Animales 1,43
(1,59)
1,88
(2,13)
2,09 (2,02) 1,99
(2,23)
1,94 (2,10) 1,73 (1,97) 1,65 (1,88) 1,69
(1,75)
1,89 (2,03) 2,06
(2,07)
1,90
(1,91)
5. Desconocido 2,35
(2,09)
2,63
(2,22)
2,63 (2,11) 2,59
(2,06)
2,33 (2,00) 1,91 (1,81) 1,68 (1,77) 1,59
(1,59)
1,86 (1,74) 1,72
(1,65)
1,93
(1,91)
6. Evaluación del Rendimiento 0,66
(1,10)
0,87
(1,23)
0,99 (1,27) 1,21
(1,58)
1,04 (1,30) 1,00 (1,40) 0,99 (1,41) 1,09
(1,34)
1,45 (1,60) 1,28
(1,47)
1,34
(1,59)
7. Separación de los Padres 0,97
(1,25)
1,27
(1,50)
1,38 (1,49) 1,33
(1,50)
1,16 (1,54) 0,89 (1,32) 0,61 (1,06) 0,49
(0,97)
0,74 (1,20) 0,29
(0,88)
0,55
(1,34)
8. Contacto Físico 1,47
(1,63)
1,49
(2,10)
1,59 (1,91) 1,55
(2,12)
1,25 (1,79) 1,12 (1,93) 0,92 (1,78) 0,74
(1,44)
0,87 (1,80) 0,68
(1,63)
0,84
(1,97)
9. Fenómenos Naturales 1,90
(2,03)
2,29
(2,34)
2,49 (2,43) 2,39
(2,37)
2,19 (2,30) 1,82 (2,08) 1,64 (1,96) 1,41
(1,75)
1,73 (1,94) 1,68
(2,05)
1,64
(2,30)
10. Médicos 1,41
(1,52)
1,78
(1,68)
2,02 (1,62) 1,98
(1,70)
1,76 (1,68) 1,57 (1,54) 1,49 (1,54) 1,36
(1,48)
1,68 (1,75) 1,60
(1,54)
1,73
(1,64)
11. Miedos Físicos 21,57
(10,50)
22,93
(11,66)
23,87
(11,02)
24,24
(11,00)
22,46
(11,32)
20,27
(10,42)
19,26
(10,00)
18,18
(9,02)
18,67
(10,02)
18,84
(9,61)
18,45
(10,71)
12. Miedos Sociales 7,80 8,91 9,49 (5,92) 9,72 8,75 (5,97) 7,74 (5,74) 6,98 (5,47) 7,01 8,02 (5,75) 7,04 7,33
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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(5,58) (6,30) (6,05) (5,05) (4,74) (6,00)
13. Escala General de Miedos 29,38
(15,10)
31,84
(17,07)
33,36
(16,01)
33,96
(15,82)
31,21
(16,22)
28,02
(14,93)
26,05
(14,29)
25,19
(12,75)
26,69
(14,70)
25,87
(12,57)
25,77
(15,46)
Tabla 9
Diferencias en miedos por edad
Miedos Significación
estadística Magnitud de
las diferencias
F10, 3021 pd
1. Muerte 11,32 0,001 0,61
2. Autoridad 3,86 0,001 0,40
3. Soledad-Fantasía 19,84 0,001 0,68
4. Animales 2,49 0,006 0,34
5. Desconocido 13,30 0,001 0,55
6. Evaluación del Rendimiento 4,51 0,001 0,56
7. Separación de los Padres 20,77 0,001 0,84
8. Contacto Físico 8,48 0,001 0,50
9. Fenómenos Naturales 8,79 0,001 0,51
10. Médicos 5,28 0,001 0,41
11. Miedos Físicos 15,09 0,001 0,59
12. Miedos Sociales 9,17 0,001 0,48
13. Escala General de Miedos 14,53 0,001 0,60
Se apreciaron interacciones género x edad estadísticamente significativas en miedos sociales en general, así como en
miedo a la autoridad, a la muerte, a la evaluación del rendimiento y a lo desconocido (Figuras 2-5), debido a que el
patrón decreciente de miedo con la edad aumenta en los chicos de 12 años, excepto en el último caso, en donde aumenta
en los chicos de 16 años.
Figura 2
Miedos Sociales
Figura 3
Miedo a la autoridad
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
file:///F|/ARTÍCULOS CÁNDIDO/Los miedos en la infancia y la adolescencia un estudio descriptivo.htm[14/08/2013 11:55:25]
Figura 4
Miedo a lo Desconocido
Figura 5
Miedo a la Evaluación del Rendimiento
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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DISCUSIÓN
El estudio de los miedos a partir del ciclo vital es importante ya que muchos de los miedos y fobias del adulto se
originan en edades tempranas. Todavía son escasos los trabajos dedicados al estudio evolutivo de las fobias y los miedos
intensos pero, a partir de los datos disponibles, se puede afirmar que muchos de ellos se agravan desde la infancia y/o la
adolescencia y pueden pervivir hasta edades adultas. Estos miedos, además de la interferencia que pueden causar en el
normal desarrollo del niño y adolescente, pueden permanecer durante la edad adulta y son un importante factor de riesgo
para experimentar otros trastornos de ansiedad y, en general, diferentes alteraciones psicopatológicas en la etapa adulta
(Sandín, 1997).
Los resultados de este trabajo, de acuerdo con otros realizados en nuestro país y con varios trabajos transculturales,
muestra que los miedos son relativamente frecuentes (Ollendick, 1983; Ollendick et al., 1985; 1991). La puntuación
media supera el valor central de la escala y más del 3% de los sujetos evaluados presentaron miedos fóbicos. Entre ellos,
cabe destacar que son más frecuentes los miedos sociales, debido probablemente a que el rango de edad evaluado abarca
la adolescencia, etapa en la que este tipo de temores son más intensos (Méndez, 1999). Sin embargo, y a diferencia de
otros estudios previos, el número de miedos excesivos fue menor. Así, por ejemplo, Sandín y Chorot encontraron en
1998 que la media de miedos excesivos era de 20, ligeramente superior a la encontrada en trabajos anteriores utilizando
el FSSC (Dong et al.,1994; Ollendick, King y Frary, 1989). En nuestro caso, el criterio de selección ha sido más estricto
(dos desviaciones típicas por encima de la media) lo que ha podido determinar estas diferencias en los resultados.
Consistentemente con otros estudios epidemiológicos previos (Essau, Conradt y Petermann, 1999; Schneier, Johnson,
Horning, Liebowitz y Weissman, 1992; Thyer, Parrish, Curtis, Nesse y Cameron, 1985; Wittchen, Essau, von Zerssen,
Krieg y Zaudig, 1992), el porcentaje de niñas que mostraron miedos fóbicos fue superior al de niños, excepto en el factor
de miedo al contacto físico, en el que son los chicos los que obtienen las mayores puntuaciones, lo cual podría estar
modulado por factores culturales.
Respecto a los temores fóbicos, las niñas muestran un mayor porcentaje de miedos ante aquellos ítems que más del
5% de la muestra valoraron como miedo excesivo. También encontramos diferencias en el tipo de estímulo temido ya
que, mientras las chicas temían más a los animales y a separarse de los padres, los niños tenían más miedo al contacto
físico y a la evaluación del rendimiento.
En este trabajo también se ha analizado los miedos excesivos en función de la edad. En general, se ha podido
corroborar el patrón evolutivo mostrado por estudios previos. Destaca el aumento de los miedos excesivos en el período
de 9-10 años, para empezar a descender a partir de los 11 años. En este rango de edad, más del 10% de la muestra
presenta temores excesivos relacionados con la separación de los padres y el miedo a lo desconocido, aunque también se
supera la media de la muestra evaluada (que se situaba en el 5%) en todas las escalas, excepto en la evaluación del
rendimiento. Este aumento brusco del número e intensidad en la preadolescencia se explica por el progresivo desarrollo
cognitivo que hace que el niño tome conciencia de los peligros que le rodean y que sus temores sean cada vez más
realistas.
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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A partir de los 11 años se observa un descenso generalizado, tanto en el número de miedos excesivos como en su
intensidad, que es especialmente acusado en el número de miedos excesivos de las escalas soledad-fantasía, evaluación
del rendimiento y contacto físico. Esta tendencia se mantiene constante hasta los 15 años en la que aumenta la intensidad
del miedo a los animales y a la evaluación del rendimiento. Respecto a los miedos excesivos, a partir de los 15 años se
observa un aumento de este porcentaje, destacando que el 10% de los adolescentes de esta edad presentaban un miedo
excesivo a los médicos. Un dato que, a nuestro juicio, resulta llamativo es el incremento observado a los 17 años en el
número de miedos excesivos respecto a las edades inmediatamente anteriores. Así, aumenta el porcentaje de miedos
excesivos en todas las escalas excepto en miedo a la autoridad y a los animales. Este pico también se refleja en la escala
general de miedos, destacando especialmente en la escala de miedos físicos. Consideramos que este dato puede reflejar
tanto la posible falta de adecuación del instrumento para esta edad, como las características propias del final de la etapa
adolescente, en la que el joven ha de tomar decisiones importantes en relación a su vida profesional y personal, lo que
puede aumentar su nivel de ansiedad (Méndez et al., 2002). Sin embargo, las puntuaciones medias no son elevadas
respecto a las obtenidas en otras edades, por lo que parece que este dato refleja la mayor variabilidad observada en este
rango de edad, de modo que el mayor numero de miedos excesivos puede estar referido a los jóvenes con mayor
ansiedad o mayor predisposición a presentar problemas psicopatológicos en la edad adulta.
Un porcentaje importante de la muestra presentaba mucho miedo en 11 ítems relativos a eventos relacionados con la
muerte, a situaciones donde los niños están solos y a la confrontación con personas de autoridad. Al estudiar los 11
miedos más comunes, observamos que siete de ellos (de éstos, cuatro son los más comunes) pertenecen a la dimensión
de miedo a la muerte. Así, más del 85% de la muestra puntuó con el máximo valor el ítem "que se puedan morir mis
padres", el 76% "que se pueda morir alguno de mis amigos o mis hermanos" y el 74% "me da miedo morirme". Estos
resultados se han obtenido en otros estudios referidos a miedos generales (Moreno et al., 1987; Ollendick et al., 1985) y
específicos (Méndez, Quiles e Hidalgo, 2002). Se trata de uno de los miedos más prepotentes en la especie humana, el
cual se mantiene a lo largo del desarrollo evolutivo y en la edad adulta.
Además de los miedos relacionados con la muerte, otros temores muy intensos se refieren al miedo a la autoridad
(sacar malas notas), a la soledad fantasía (ver cosas raras y tener pesadillas) y un ítem aislado referido a las escopetas y
los cuchillos, que también se podría relacionar con el miedo al daño físico. Estos datos permiten afirmar que los miedos
más intensos permanecen estables a lo largo de desarrollo pues, a pesar de que en nuestro estudio la edad de los sujetos
evaluados fue mayor que en investigaciones previas, los ítems que provocan más temor son similares.
Respecto a los miedos menos intensos, estos se refieren al contacto físico, como besar o acariciar a mi madre y una
serie de ítems aislados relacionados con situaciones cotidianas, como salir de casa para ir a la escuela o ver u oír pájaros.
De nuevo aquí se aprecian las diferencias entre niños y niñas, puesto que éstas presentan mayores porcentajes en los
ítems más temidos, mientras que estas diferencias no aparecen en los menos temidos.
Las principales explicaciones en relación con la mayor intensidad y frecuencia de los miedos en las niñas se refieren a
la deseabilidad social y a las pautas educativas familiares. La primera hipótesis sugiere que los niños manifiesten menos
miedos de los que sienten en realidad porque es lo que se espera de ellos. La segunda explicación se refiere a la
educación que reciben las niñas, ya que los padres suelen emplear con sus hijas estrategias que fomentan
comportamientos temerosos y dependientes, frente a los niños en los que se refuerza más la independencia y la seguridad
personal (Merrell y Gimpel, 1998).
En resumen, en este trabajo presentamos un análisis exhaustivo acerca de los miedos infantiles en la infancia y a la
adolescencia que permite confirmar en población española los principales datos obtenidos en estudios transculturales,
relativos a la frecuencia de los miedos infantiles, su evolución y las diferencias sexuales. En este sentido, el trabajo que
presentamos recoge los factores culturales como un elemento de especial relevancia en el estudio y comprensión del
origen de los miedos infantiles.
Consideramos que los resultados presentados aquí permiten obtener datos que se puedan aplicar en el estudio de las
manifestaciones psicopatológicas en la infancia, así como en el diseño de programas preventivo-educativos, que hagan
especial hincapié en estos aspectos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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Los miedos en la infancia y la adolescencia: un estudio descriptivo
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... Por lo anterior, el miedo se entiende como un conjunto de respuestas emocionales adaptativas que permiten desarrollar habilidades para responder ante estímulos percibidos como amenaza, teniendo un carácter de supervivencia (Rojas y Barreat, 2009). De acuerdo Pelechano (1981, citado en Méndez et al., 2003), los eventos que generan temores tendrán características propias relacionadas con componentes psicológicos, biológicos y sociales incluidos en cada etapa del desarrollo evolutivo de la infancia y la adolescencia; lo anterior, con el fin de adquirir habilidades que permitan responder adaptativamente a las demandas del entorno. Por su parte, para Valiente et al. (2011), los miedos son respuestas ante estímulos específicos, dichos estímulos pueden ser reales o imaginarios. ...
... Ahora bien, según Marks (1969), los miedos infantiles y en adolescentes se encuentran categorizados a partir de características ontogenéticas, presentando mayor prevalencia en niñas que en niños, relacionando componentes biológicos-evolutivos (Valiente et al., 2011). La tipología de los miedos comunes se modificará durante el transcurso del ciclo vital, por esto, Ferrari (1986, citado en Méndez et al., 2003) refiere que en el transcurso de las etapas evolutivas del desarrollo humano, los miedos se transforman, algunos disminuyen y resurgen otros de etapas anteriores, resaltando el aumento significativo de esta emoción en las edades comprendidas entre 9 y 10 años. ...
... Según Méndez et al. (2003), a partir de los 11 a los 15 años se presentan incrementos de miedos surgidos en etapas anteriores, sin embargo, a medida que aumenta la edad cronológica, disminuirán, exceptuando el miedo a la muerte, el cual se mantiene durante toda la vida. Asimismo, y a modo de ejemplo Agua (1995) estudió la importancia de la edad en la evolución de los miedos infantiles, a partir de una muestra de 241 niños escolarizados en una misma institución educativa, segmentando los grupos con características relacionadas con edades; un grupo de 116 niños con 7 y 8 años; 65 niños con edades entre 10 y 11 años; 60 niños con edades entre 13 y 14 años, teniendo como criterio de exclusión discapacidad intelectual. ...
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Los desafíos de la psicología clínica en el campo de la salud mental implican superar el reduccionismo acuciante de la salud a partir de la enfermedad. Por esto, la práctica clínica debe ir acorde con los hechos históricos contemporáneos, más aún, cuando se trata de la salud mental que hay que promover en la población colombiana, atendiendo sus necesidades y condiciones específicas. Al establecer que la clínica opera en individuos determinados por sus condiciones psíquicas particulares, históricas y ambientales, la salud mental determina, fundamentalmente arraigada, las primeras experiencias de vida (relaciones afectivas primordiales). Es así como salud e infancia coinciden como procesos constitutivos e iniciales del desarrollo humano, lo que contribuye paralelamente a la salud mental de los individuos. En este sentido, cuando se hace referencia a la salud mental, debe hacerse en función de los procesos psíquicos que obligan al ser humano a un proceso permanente de adaptación y conflictual del desarrollo. Desde este punto de vista, la formación de clínicos en psicología bajo el enfoque psicoanalítico propende a redimensionar la salud mental en respuesta a la experiencia subjetiva y no a las generalidades estadísticas ni organicistas. En el campo de la salud mental convergen de modo dialéctico y recíproco el individuo y la sociedad; su estudio mismo, solo puede ser posible a partir de la preparación científica y rigurosa de profesionales en la investigación, la terapia y el manejo ético y responsable que, como seres humanos, también son influidos por la subjetividad.
... Por lo anterior, el miedo se entiende como un conjunto de respuestas emocionales adaptativas que permiten desarrollar habilidades para responder ante estímulos percibidos como amenaza, teniendo un carácter de supervivencia (Rojas y Barreat, 2009). De acuerdo Pelechano (1981, citado en Méndez et al., 2003), los eventos que generan temores tendrán características propias relacionadas con componentes psicológicos, biológicos y sociales incluidos en cada etapa del desarrollo evolutivo de la infancia y la adolescencia; lo anterior, con el fin de adquirir habilidades que permitan responder adaptativamente a las demandas del entorno. Por su parte, para Valiente et al. (2011), los miedos son respuestas ante estímulos específicos, dichos estímulos pueden ser reales o imaginarios. ...
... Ahora bien, según Marks (1969), los miedos infantiles y en adolescentes se encuentran categorizados a partir de características ontogenéticas, presentando mayor prevalencia en niñas que en niños, relacionando componentes biológicos-evolutivos (Valiente et al., 2011). La tipología de los miedos comunes se modificará durante el transcurso del ciclo vital, por esto, Ferrari (1986, citado en Méndez et al., 2003) refiere que en el transcurso de las etapas evolutivas del desarrollo humano, los miedos se transforman, algunos disminuyen y resurgen otros de etapas anteriores, resaltando el aumento significativo de esta emoción en las edades comprendidas entre 9 y 10 años. ...
... Según Méndez et al. (2003), a partir de los 11 a los 15 años se presentan incrementos de miedos surgidos en etapas anteriores, sin embargo, a medida que aumenta la edad cronológica, disminuirán, exceptuando el miedo a la muerte, el cual se mantiene durante toda la vida. Asimismo, y a modo de ejemplo Agua (1995) estudió la importancia de la edad en la evolución de los miedos infantiles, a partir de una muestra de 241 niños escolarizados en una misma institución educativa, segmentando los grupos con características relacionadas con edades; un grupo de 116 niños con 7 y 8 años; 65 niños con edades entre 10 y 11 años; 60 niños con edades entre 13 y 14 años, teniendo como criterio de exclusión discapacidad intelectual. ...
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La sociedad actual, los fenómenos sociales y las problemáticas de salud mental representan retos diarios en el quehacer de los profesionales en psicología, que motivan la necesidad de afianzar el conocimiento teórico, científico y aplicado en esta área del conocimiento, en particular, la psicología clínica. En este sentido, la investigación se vuelve un aliado del ejercicio profesional, en virtud de la generación de saberes actualizados acorde con los hechos históricos contemporáneos.
... Afirmamos que los miedos surgen desde la primera infancia. Bebés ante ruidos estridentes y personas desconocidas, niños de tres años que lloran desconsoladamente ante la oscuridad (Méndez et al., 2003), niños que temen que los padres se separen cuando discuten y se bloquean, riesgo de daño físico, temor a la muerte o un posible rechazo de sus iguales son solo algunos de ellos. Son normativos, los hemos vivido y forman parte de nuestra historia vital. ...
... El riesgo de convertir este miedo en desadaptativo consiste en vivir de manera exageradamente intensa, excesiva, sin control ninguno. Se considera desadaptativo el hecho de que el miedo acabe gobernando el comportamiento del adolescente (Méndez et al., 2003). ...
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El miedo aparece en determinadas situaciones, en su mayoría amenazantes o peligrosas para la integridad de la persona. Es una reacción corporal que vivimos como un estado de excitación y tensión. Desde la niñez, los miedos están presentes formando parte del desarrollo. A través del apego y el vínculo con sus figuras de referencia, el niño será capaz de ir adoptando sus propias estrategias para definir su estilo de afrontamiento. Este proceso es clave para todos los futuros miedos que enfrente en la adolescencia y adultez. Hoy en día, internet cambia la forma en que los adolescentes se comunican y se desarrollan. Los tipos de miedo y como se presentan y se afrontan también están cambiando.
... Previamente a la pandemia, diferentes investigaciones han surgido acerca de los miedos en niños y adolescentes y en cómo un desarrollo excesivo de los mismos puede derivar en consecuencias psicopatológicas. Méndez, Inglés, Hidalgo, García-Fernández y Quiles (2003) determinaron que los miedos adolescentes (MA) más comunes fueron los miedos al contacto físico, muerte y miedo sociales y mostraron interacciones género-edad estadísticamente significativas en miedos sociales en general, así como en miedo a la autoridad, a la muerte, a la evaluación del rendimiento y a lo desconocido. Por ello, la definición de los diferentes elementos que definen un desarrollo positivo adolescente y su evaluación sería una herramienta valiosa para poder incrementar sus recursos y así presentar un desarrollo más saludable que le otorgue la capacidad de superar situaciones de incertidumbre o miedo como la que se está viviendo en nuestros días, haciéndolos más resistente a factores de riesgo como los trastornos depresivos o el miedo crónico, etc (Benson, Mannes, Pittman, y Ferber, 2004). ...
... Test: "Personal Positive Tool" Para el estudio indicado se ha diseñado un cuestionario al que hemos denominado: "Personal_Positive_tool test (PPTT)" ya que dará cuenta al alumno de sus activos y herramientas que posee para la superación de situaciones de miedo. Se seleccionaron lo MA más comunes en la sociedad adolescente (Méndez et al., 2003;Zubeidat, Salinas y Sierra, 2007) y se englobaron en tres conjuntos de MA: 1.Falta de afecto/soledad; 2. Miedo a lo desconocido y 3. Miedo a la evaluación negativa. A partir de dichos conjuntos de MA se han elaborado las preguntas del cuestionario denominado PPTT. ...
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La era postmoderna actual junto con la pandemia de la COVID-19 han provocado una situación de incertidumbre constante que puede influir en el desarrollo personal de los adolescentes. Por ello, es importante reforzar las capacidades (sociales, emocionales, morales y cognitivas) de los alumnos de forma que se incentive un desarrollo positivo personal. En este trabajo, se ha diseñado y validado un test multidimensional para evaluar las áreas de desarrollo positivo adolescente y se ha determinado la relación de éstas con el afrontamiento de los diferentes miedos adolescentes. El test denominado “Positive_Personal_Tool” se realizó mediante el software “EasyLMS” en una muestra de 147 alumnos de dos institutos de la provincia de Cádiz (España). Además, se realizaron el test de Rosenberg (1965) de Autoestima para validar el test diseñado y el test de Satisfacción por la vida de Huebner (1991) como test control. Los resultados obtenidos mostraron que el test creado es fiable (alfa de Cronbach = 0,7-0,9) para cada grupo de variables evaluadas (miedos, áreas y capacidades), sin embargo, su correlación con la autoestima se vio afectada por el sesgo poblacional con autoestima inflada, por lo que habría que tener en cuenta otros activos del eje del desarrollo personal positivo. De forma general se obtuvo que el 50% de los alumnos mostraron una autoestima media y el 20% presentó una satisfacción por la vida baja y las diferentes áreas personales puntuaron por debajo de la media (en torno al 40%) sobre todo las capacidades de creatividad, toma de decisiones, optimismo y tolerancia a la frustración. Esto junto con los valores atípicos obtenidos del miedo a lo desconocido remarcan el efecto que ha tenido la pandemia provocada por la COVID-19 en el desarrollo personal adolescente.
... Respecto de la relación de la ansiedad con otros constructos, los estudios indican que esta es altamente comórbida y se podría relacionar con muchos otros constructos; por ejemplo, con el autoconcepto, la hiperactividad y la depresión, así un niño con ansiedad escolar podría presentar un autoconcepto poco realista, depresión y mayores niveles de hiperactividad. Del mismo modo, se ha planteado que la ansiedad en los niños daña no solamente en el presente, sino que además podría tener consecuencias en edad adulta, la que se podría manifestar en contar con menos oportunidades para recibir una educación superior, problemas de empleo o dificultades sociales(Sandín & Chorot, 2011).En resumen, la mayoría de los estudios apoyan la idea de que en el colegio se dan situaciones que los estudiantes valoran como ansiógenas y sobre las cuales responden de manera ansiosa(Burnham, 2009;Carroll & Ryan-Wenger, 1999;Méndez et al., 2003). Resulta necesario establecer si esta tiende a mantenerse en el tiempo o es más bien pasajera. ...
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Desde la teoría tridimensional, la ansiedad escolar se define como un conjunto de síntomas que se emiten desde tres sistemas de respuesta. El objetivo de este estudio fue evaluar las respuestas de ansiedad escolar en estudiantes chilenos de educación primaria para determinar los posibles cambios a nivel temporal. Para ello, se contó con 155 niños de tres cursos distintos, a quienes se les evaluó el nivel de ansiedad escolar durante tres años consecutivos. El instrumento utilizado fue el Inventario de Ansiedad escolar para la educación primaria (IAEB), que mide la respuesta de ansiedad de tipo cognitiva, psicofisiológica y motora. Se realizaron análisis de varianza de medidas repetidas para determinar la estabilidad temporal. Los resultados indican que la media no mostró diferencias estadísticamente significativas y se mantuvo la ansiedad escolar en estos niños en el periodo de tres años. Se apoyó la posibilidad de que se presente como un síntoma estable de los estudiantes, más que responder a eventos puntuales del entorno.
... Es, por tanto, importante determinar estudios que examinen los trastornos ansiosos en la población infantojuvenil ecuatoriana, teniendo en cuenta que, pese a que tanto la ansiedad como los miedos son reacciones habituales en la edad infantil (Méndez et al., 2003), en ocasiones, puede llegar a persistir e incluso a aumentar, llegando a transformarse en comportamientos emocionalmente problemáticos y desadaptativos, haciendo que el infante, y posteriormente, el adulto, no se ajuste adecuadamente al entorno (Espada, et al., 2012;Van Ameringen et al., 2003). ...
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La ansiedad es uno de los trastornos emocionales con mayor relevancia en la población, teniendo en cuenta la excesiva exigencia marcada por la sociedad actual. Esta exigencia desmedida marcada, en ocasiones, por un rasgo de la personalidad perfeccionista, todavía tiende a agravar más si cabe los estados ansiosos y estresantes del individuo. En este sentido, es importante tener presente la etapa estudiantil la cual se enfrenta continuamente a situaciones estresantes. Por ello, es conveniente observar cuál es el vínculo entre las variables perfeccionistas, regidas por el Perfeccionismo Socialmente Prescrito (PSP) y el Perfeccionismo Auto-Orientado (PAO) y la Ansiedad Escolar, compuesta, entre otras, por la Ansiedad ante la agresión y la Ansiedad ante el fracaso escolar y las sanciones disciplinarias. De ahí que el objetivo del presente estudio sea observar si existen diferencias estadísticamente significativas entre el Factor I y II del Inventario de Ansiedad Escolar (IAES) y el PSP y PAO, así como determinar la probabilidad de presentar altas puntuaciones en ambos factores de la Ansiedad Escolar en función del PSP y el PAO. Para ello, se reclutó una muestra de 1588 estudiantes ecuatorianos y se utilizaron medidas como el IAES y el Child and Adolescent Perfectionism Scale (CAPS). Los resultados arrojaron diferencias estadísticamente significativas para el Factor I y II del IAES tanto en PSP como en PAO, siendo estas de baja y moderada magnitud. Asimismo, se observa que a medida que aumenta el PSP y el PAO aumenta la posibilidad de presentar elevadas puntuaciones en Ansiedad ante la agresión y en Ansiedad ante el fracaso escolar y las sanciones disciplinarias. En conclusión, los hallazgos muestran que es necesario incrementar el número de estudios en variables perfeccionistas en el país de Ecuador, teniendo en cuenta su vínculo con la Ansiedad Escolar y lo que ello conlleva.
... En consecuencia, y pese a contemplar que la ansiedad y los procesos de miedo son situaciones frecuentes en la infancia (Méndez, Inglés, Hidalgo, García-Fernández, y Quiles, 2003), si estos aumentan y persisten pueden llegar a transformarse en conductas desadaptativas para el entorno que les rodea tanto para el niño como, en su caso, para el adulto (Van Ameringen, Mancini, y Farvolden, 2003). ...
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En la actualidad, la ansiedad escolar es considerada por el ámbito científico como un trastorno emocional, que influye desde la infancia hasta la adolescencia. Los estudios previos que tratan este trastorno en población infanto-juvenil informan de una alta prevalencia a nivel mundial alrededor de entre el 10% y el 20% del alumnado. Sin embargo, en el país de Ecuador, esta área de investigación permanece desatendida. Por este motivo, el objetivo del presente estudio fue observar si existen diferencias en ansiedad escolar en función del sexo y curso para 720 adolescentes ecuatorianos entre 15 y 18 años de edad, matriculados entre 1º y 3º de bachillerato. Para ello, se utilizó el Inventario de Ansiedad Escolar en Secundaria (IAES). Los resultados arrojan puntuaciones significativamente más altas en el sexo femenino para el total del IAES, así como todos los factores de la escala. Asimismo, se observaron las principales diferencias estadísticamente significativas entre primero y tercero de bachillerato. En conclusión, estos resultados son similares a estudios previos realizados en otros países, lo que aboga por la importancia de diseñar y aplicar programas de intervención y prevención de la ansiedad escolar en el ámbito educativo.
... Asimismo, es relevante medir el rechazo escolar en función de altas y bajas puntuaciones en ansiedad cognitiva tanto en población infantil, de menores edades a las evaluadas en el trabajo actual, así como las diferencias entre sexos. Este dato es importante contemplando que se estima una prevalencia más elevada para el sexo femenino y edades más tempranas, en el miedo a la evaluación del rendimiento académico (Méndez, Inglés, Hidalgo, García-Fernández, y Quiles, 2003), así como en subescalas de aversión y evaluación social, y en la búsqueda de personas significativas (Gonzálvez et al., 2016). No obstante, en factores como el rechazo escolar debido a la búsqueda de refuerzos tangibles son los chicos (Gonzálvez et al., 2016;Kearney 2008;Kearney y Spear, 2014), y los niños de edades más adultas, los que demuestran mayores puntuaciones que las chicas (Gonzálvez et al., 2016;Inglés et al., 2015). ...
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Hay diversos factores que pueden repercutir negativamente en el rendimiento académico, así como en una positiva adaptación social y escolar. Uno de ellos es la ansiedad escolar a nivel cognitivo, conocida como aquellos pensamientos e imágenes de carácter negativo ante situaciones escolares que desencadenan circunstancias de evitación y/o escape del aula o institución escolar. El objetivo del presente estudio fue analizar las diferencias en rechazo escolar en función de las altas y bajas puntuaciones en ansiedad cognitiva, en una muestra de 1588 adolescentes entre 12 y 18 años de edad, matriculados en cursos de educación secundaria y bachillerato. Para ello, se aplicó la escala cognitiva del Inventario de Ansiedad Escolar para Educación Secundaria (IAES) y la Escala de Evaluación del Rechazo Escolar Revisada (SRASR). Los hallazgos del estudio muestran que los adolescentes con alta ansiedad cognitiva, a diferencia de sus iguales con bajas puntuaciones, puntúan significativamente más elevado en tres de las cuatro dimensiones de la SRAS-R. En conclusión, estos resultados apuntan sobre consecuencias negativas en la adaptación escolar y psicosocial del alumnado, en consonancia con literatura previa, lo que respalda la necesidad de diseñar intervenciones que minimicen la problemática.
... Por otro lado, hay estudios que reflejan que el miedo a la muerte es uno de los más frecuentes en la infancia, independientemente de la edad evolutiva (Báguena y Chisbert, 1998;Gullone y King, 1993;Méndez, 1999;Ollendick, Matson y Helsel, 1985). Más específicamente y según (Méndez, Inglés, Hidalgo, García-Fernández y Quiles, 1997), más del 85% de los sujetos entrevistados presentaban temor a que muriesen sus progenitores, el 76% confesaba que sentían miedo al pensar que pudiese morir algún amigo o hermano y al 74% le daba miedo morir él mismo. ...
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Este trabajo de investigación tiene como objetivo principal explorar a través de un estudio cualitativo, la visión y conocimientos previos que se poseen a edades infantiles tempranas sobre la muerte. Para la recogida de datos, se ha utilizado una entrevista y el dibujo de los participantes. En el estudio participaron 28 estudiantes de edades comprendidas entre 4-5 años. Entre los resultados más interesantes obtenidos destaca la visión infantil sobre la muerte que incluye que las personas muertas están tristes, dormidas, que van al cielo y al cementerio, cuando mueren, y que se puede curar o despertar a los muertos. Este estudio es relevante para el ámbito educativo, puesto que es una manera de explorar las percepciones y conocimientos que poseen los menores en estas edades sobre la muerte. Asimismo, aporta sugerencias sobre cómo tratar esta temática de la forma más natural posible para favorecer la aceptación de la misma, la superación del duelo y la eliminación de mitos.
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The main objective of this research was to validate the parents’ version of the Children’s Separation Anxiety Scale (CSAS-P), which assesses separation anxiety symptoms in pre-adolescence, the stage with the highest incidence of anxiety disorder due to separation. In Study 1, 1,089 parents, those children aged between 8 and 11 (M = 9.59, SD = 1.11), 51.7% girls, were selected by random cluster sampling, who completed the CSAS-P to obtain the factorial structure. Exploratory factor analysis identified four related factors: Worry, Opposition, Calm, and Distress, which explained 42.93% of the variance. In Study 2, 3,801 parents, those children aged between 8 and 11 (M = 9.50, SD = 1.10), 50.2% girls, completed the CSAS-P, and their children completed the Children’s Separation Anxiety Scale (CSAS). The four related-factor model from Study 1 was validated by confirmatory factor analysis. The CSAS-P had adequate internal consistency (α = 0.84), temporal stability (r = 0.72), and invariance across children’s age and gender and the parent who completed the scale. Age and gender differences were small: older children scored higher on Worry and younger children on Distress; the girls scored higher on all factors. Small differences were also found depending on the parent who completed the scale without finding a clear pattern. Parents scored significantly lower than the child on all four factors of the scale. The results support the reliability and validity of the CSAS-P, an instrument that complements the child’s self-report in the framework of the multi-source assessment.
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Recibido el 10 de julio de 1997) En el presente estudio referimos los resultados de una investigación normativa sobre el miedo, basada en una muestra de niños normales españoles (con un rango de edad entre 9 y 11 años). Estudiamos la frecuencia, intensidad y contenido de los miedos uti-lizando la versión española del Fear Survey Schedule for Children-Revised (FSSC-R; OUendick, 1983). Los patrones de miedos declarados por los niños españoles resulta-ron ser bastante semejantes a los obtenidos repetidamente con muestras de niños de Estados Unidos, Australia y Gran Bretaña, y no muy diferentes de los indicados para muestras de niños chinos. Las niñas informaron significativamente mayores niveles de temor (tanto en frecuencia como en intensidad) que los niños, y ambos (niños y niñas) informaron poseer altos niveles, tanto en la intensidad como en el número de miedos, en la dimensión de temores a peligros físicos y muerte. Algunas diferencias entre niños y niñas resultaron significativas respecto el contenido de los miedos, siendo los mie-dos a los pequeños animales los que, en este sentido, resultaron ser más discriminati-vos. Los resultados, así mismo, proporcionan un importante apoyo empírico para la validación de la versión española del FSSC-R. Palabras clave: FSSC-R, miedos, prevalencia, intensidad, contenido, niños. Frequency and Intensity offears in children: Normative data In the present study we report the findings of a normative fear investigation with a sample of Spanish normal children (ranging in age from 9 to 11 years). We examined the frequency, intensity and content of fear using the Spanish Fear Survey Schedule for Children-Revised (FSSC-R; OUendick, 1983). The fears reported by the Spanish children were found to be quite similar to those found in American, Australian and British children, and not very different from fears reported by Chínese children. Girls reported significantly higher levéis of fearfulness (frequency and intensity) than boys, and both self-reported high levéis of intensity and number of fears on the physical dan-ger and death domain. Some significant differences between girls and boys were found on the content of children fears, being small animal fears which best discriminated bet-ween girls and boys. Results provide also support for validation of the Spanish versión of the FSSC-R.
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Este trabajo intenta estudiar los miedos evocados por 160 adolescentes de 12 y 14 años, de ambos sexos, y de una zona rural de la provincia de Gerona, ante la pregunta abierta: ¿de qué tienes miedo? Siguiendo las investigaciones de H . RODRÍGUEZ-TOME y F. BARIAUD (1975) en Francia, se codifican 640 referencias de miedo en categorías de significación y se analizan las frecuencias de aparición de las mismas y su relación significativa con la edad y el sexo. El análisis de los resultados obtenidos indican una relación mayor entre las variables de miedo y la edad de los sujetos, que el sexo.
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Analyzed gender and age differences in interpersonal difficulties in adolescence. The Cuestionario de Evaluación de Dificultades Interpersonales en la Adolescencia was administered to a representative sample of 4,240 12-18 yr old secondary and 6th-form students. Results show that female students reported greater interpersonal difficulties in general and in the most stressful relationships (assertiveness, opposite sex, public speaking); whereas male students reported more difficulty in the easiest relationships (family, friends). Interpersonal difficulties increased overall with age and specifically in assertion, with the opposite sex, speaking in public and with friends. This was the most true in mid-adolescence, although difficulties decreased in family relationships. However, gender differences were small, and age differences were nonsignificant except for speaking in public and with friends. (PsycINFO Database Record (c) 2012 APA, all rights reserved)
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El principal objetivo de este estudio fue analizar la relación de las dificultades inter-personales en la adolescencia, por un lado, con la fobia social (generalizada y no gene-ralizada) y, por otro, con variables de personalidad (introversión y neuroticismo). Se reclutó una muestra de 538 escolares, de 12 a 18 años, que cumplimentaron la siguien-te batería de autoinformes: Cuestionario de Evaluación de Dificultades Interpersona-les en la Adolescencia, Inventario de Ansiedad y Fobia Social, Cuestionario de Con-fianza para Hablar en Público (versión abreviada de 12 Ítems), y Cuestionario de Personalidad de Eysenck. Los adolescentes con fobia social generalizada, miedo a hablar en público, introvertidos e inestables emocionales, informaron más dificulta-des interpersonales que los adolescentes sin fobia social generalizada, sin miedo a hablar en público, extravertidos y estables emocionales [p < 0,001). La prevalencia de fobia social generalizada fue 8,18%, siendo más frecuente en el género femenino que en el masculino en proporción 2:1, y alcanzando un pico en la adolescencia media (14-15 años). Palabras clave: Adolescencia, dificultades interpersonales, fobia social, introversión, miedo a hablar en público, neuroticismo. Interpersonal difficulties in adolescence: a risk factor for social phobia? The main aim of this study was to analyse the relationship between interpersonal dif-ficulties in adolescence, on the one hand, with social phobia (both generalized and non-generalized), and, on the other hand, v\rith personality variables (intraversión and neuroticism). A sample of 538 schoolchildren between the ages of 12 to 18 were recruited. They then fiUed in the foUowing set of self-reports: the Questionnaire about Interpersonal Difficulties for Adolescents, the Social Phobia and Anxiety Inventory, the Personal Report ofConfidence as Speaker (shortened 12-item versión), and the Eysenck Personality Questionnaire. Adolescents with generalized social phobia, with fear of public speaking, introverted, and emotionally instable reported more inter-personal difficulties than adolescents without generalized social phobia, without fear of public speaking, extraverted, and emotionally stable (p<0.001). The prevalence of generalized social phobia was 8.18% and was more frequent among females than among males, with a proportion of 2:1, reaching a peak in mid-adolescence (14-15 years oíd).
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The Diagnostic and Statistical Manual (DSM-III) contains little specific information pertaining to the ages of onset of anxiety disorders. Such information is of clinical and research value in understanding the natural history of mental illnesses, in determining which of several possible etiologies for a given diagnosis may be relevant for a particular patient, and in testing theories of psychopathology or pathophysiology. Age-of-onset data is presented for 423 psychiatric outpatients seen at a University Hospital—based anxiety disorders program. All adult anxiety disorders are represented except posttraumatic stress disorder. The relevance of this information is discussed in terms of past research on ages of onset of the anxiety disorders, and in its bearing on the psychiatric diagnosis of these conditions.
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As adults, it is tempting to dismiss children's fears of such things as animals, the supernatural and physical events as vivid aspects of their imagination and to reassure ourselves that such fears are relatively minor or of limited concern. To this extent adults fail to realise children's fears reflect something of their understanding of the world and their place in it. To date, there has been very little research conducted in Australia on the nature and extent of children's fears. However, research conducted in the United States and Europe has identified a number of features of fears including sex differences and age trends.
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Seguimiento del desarrollo Los niños prematuros, como grupo, presentan una fre-cuencia mayor de alteraciones en el desarrollo que los ni-ños nacidos a término. Se aconseja incluir a todos los ni-ños con peso de nacimiento menor de 1.500 g en programas específicos de seguimiento. La sistematización de todas las actividades de información, consejo y preven-ción constituyen el objetivo de este programa. Se aconseja normalizar las valoraciones del desarrollo utilizando la edad corregida y no la edad real para el calendario de revi-siones (nivel de evidencia B). Lactancia La leche materna es el mejor alimento para el niño pre-maturo. En estos niños se ha encontrado un efecto benefi-cioso en el desarrollo mental a largo plazo en estudios de cohortes no aleatorizados (nivel de evidencia B). Cuando no es posible la lactancia materna, en los estudios aleatori-zados se ha comprobado que las fórmulas de prematuros mejoran el crecimiento, la masa ósea y el desarrollo men-tal a largo plazo en comparación con las fórmulas de inicio (nivel de evidencia A). Se aconseja mantener la fórmula de prematuros hasta los 9 meses o al menos hasta que alcan-cen los 3 kg de peso.
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The age of onset, other background data, and measures from behavioral avoidance tests were studied in 370 phobic patients. They belonged to six different categories: agoraphobia ( n = 100), social phobia ( n = 80), claustrophobia ( n = 40), animal phobia ( n = 50), blood phobia ( n = 40), and dental phobia ( n = 60). Results showed that animal phobia had the earliest onset age (7 years), followed by blood phobia (9 years), dental phobia (12 years), social phobia (16 years), claustrophobia (20 years), and agoraphobia (28 years). The groups also differed in marital and occupational status, heart rate, anxiety experiences during the behavioral test, and general fearfulness. On the whole, agoraphobia and animal phobia stood out as the extremes on many measures. (PsycINFO Database Record (c) 2012 APA, all rights reserved)
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En: Análisis y Modificación de Conducta Valencia 1998, v. 24, n. 95; p. 333-445 Se analiza el papel desempeñado por el género en la evolución psicológica de los miedos no clínicos en la infancia y adolescencia, considerando en este análisis una serie de dimensiones de diferencias individuales de interés teórico (aspectos temperamentales, motivacionales y cognitivo). La muestra que ha participado en el estudio consta de 837 niños (464 chicos y 373 chicas) con edades comprendidas en un rango de 10-14 años, escolarizados en centros públicos de la provincia de Valencia. Los instrumentos utilizados fueros los siguientes: el Inventario de Miedos Infantiles que evalúa 11 factores de miedo, el Cuestionario de Personalidad de Eysenck, la Escala de Inhibición ante situaciones de estrés, el Cuestionario de Locus de Control y el Test de Matrices Progresivas de Raven. Entre los diversos resultados obtenidos, se subrayan los siguientes: mientras que en las chicas se observa hasta los 12 años la disminución en volumen total de miedo, los chicos han alcanzado ya su tasa basal, al menos a los 10 años. El análisis de los tipos de miedo, mostró que independientemente de la edad y del género, el miedo más y menos importante fueron respectivamente, el miedo a la muerte de los seres queridos y el miedo a los fenómenos naturales. Las tendencias correlacionales confirman que los niños miedosos se ajustan al patrón eysenckiano NI