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Aproximación al Estudio de la crisis de la democracia y de la representación en Venezuela

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Abstract

La democracia y su crisis contemporánea, ha suscitado intensos debates en las ciencias sociales y más concretamente, en el seno de la Ciencia Política. La debilidad institucional, la ausencia de liderazgos y el deterioro de los partidos políticos han sido considerados, expresiones claras del debilitamiento de la democracia en Venezuela, relacionándose con la progresiva pérdida de gobernabilidad que se manifiesta. El presente ensayo, aspira brindar una perspectiva crítica del sistema político venezolano, apoyándose en la metodología de investigación histórico-documental, en un trabajo de carácter descriptivo. Esta aproximación toma en consideración los elementos fundamentales del sistema político venezolano, las características del Estado en lo político, económico y social y las expresiones de la crisis del modelo político, con el propósito de generar reflexiones en torno a la búsqueda de propuestas que permitan reconstruir la expresión democrática en la sociedad venezolana. Palabras clave: democracia, crisis de representatividad.
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APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DE LA CRISIS DE
LA DEMOCRACIA Y DE LA REPRESENTACIÓN EN
VENEZUELA
María Isabel Puerta R.
Resumen
La democracia y su crisis contemporánea, ha suscitado intensos debates
en las ciencias sociales y más concretamente, en el seno de la Ciencia
Política. La debilidad institucional, la ausencia de liderazgos y el
deterioro de los partidos políticos han sido considerados, expresiones
claras del debilitamiento de la democracia en Venezuela, relacionándose
con la progresiva pérdida de gobernabilidad que se maniesta.
El presente ensayo, aspira brindar una perspectiva crítica del sistema
político venezolano, apoyándose en la metodología de investigación
histórico-documental, en un trabajo de carácter descriptivo.
Esta aproximación toma en consideración los elementos fundamentales
del sistema político venezolano, las características del Estado en lo
político, económico y social y las expresiones de la crisis del modelo
político, con el propósito de generar reexiones en torno a la búsqueda
de propuestas que permitan reconstruir la expresión democrática en la
sociedad venezolana.
Palabras clave: democracia, crisis de representatividad.
Summary
Democracy and its contemporary crisis, has inspired intense debates in
Social Sciences and more specically, within the Political Science. The
institutional weakness, the absense of leadership and the deterioration
of political parties have been considered as clear expressions of the
weakness of democracy in Venezuela, being related to the progresive
loss of governability that is manifested.
This present essay, hopes to promote a critical perspective of the
venezuelan political system, supporting itself in the historic-documentary
research methodology, in a descriptive character study.
This approach takes in consideration the fundamental elements of
the venezuelan political system, the characteristicas of the state in the
political, economical and social issues and the expressions of the crisis
Nº 26, 2006, pp. 135-152
Aceptado para publicación: septiembre 5, 2005
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of the political model, with the purpose to generate reections over the
search of proposals tha allow to rebuild the democratic expression in
the venezuelan society.
Key words: democracy, crisis of representation.
1.- ELEMENTOS DE CONFORMACIÓN DEL SISTEMA POLÍ-
TICO VENEZOLANO
La democracia, como modelo político, ha estado sometida
a profundos cuestionamientos, exacerbados en tiempos recientes
debido a la crisis de gobernabilidad que experimentan algunos
países, especialmente en América Latina.
Las principales manifestaciones de dicha crisis las encon-
tramos en la debilidad institucional, la ausencia de liderazgos y el
deterioro de los partidos políticos como canales de participación,
lo que pudiera dirigir la responsabilidad de ello hacia el sistema
político democrático.
En este sentido, resulta necesario comprender el signica-
do de un sistema político, que en palabras de Dahl (1998), es un
conjunto estable de relaciones humanas que implican, en medida
signicativa, relaciones de poder, de gobierno o de autoridad. En
esta articulación de relaciones, se produce lo que Easton (1982)
denomina, una asignación autoritaria de valor, al ser emanada de
una autoridad.
Por lo que entonces podemos armar, que los problemas
especícos de los sistemas políticos tienen que ver con la expresión
de las demandas, la reducción de las exigencias, la manifestación
de los apoyos y los mecanismos de evaluación.
En relación al sistema político venezolano, este resume en
gran medida, las transiciones políticas de nuestra historia, por lo
que para profundizar en la crisis política venezolana, debemos
reconocer las condiciones en las que se inició la democracia en
Venezuela.
Si hacemos historia, lo que hizo fracasar al primer ensayo
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democrático (1948), pareciera haber servido de lección a la diri-
gencia política venezolana, siendo la causa común: un gobierno
democrático, produciéndose un hecho fundamental para la cons-
trucción de ese nuevo modelo político, que jara las bases de la
democracia. Las experiencias del pasado, dejaron claro que la
hegemonía política, representaba el principal obstáculo para la
consolidación de un régimen de libertades.
Esta circunstancia generó la necesidad de un sistema polí-
tico que garantizara la libertad como elemento constitutivo, deter-
minando que este proyecto político tuviera su fundamento en un
acuerdo o pacto, de manera que se imposibilitara cualquier intento
de personalismo militar, una amenaza permanente.
En este contexto, la voluntad de las organizaciones políti-
cas de mantener un frente unido para la formación de un nuevo
proyecto político se hace efectiva a través de la rma del Pacto de
Puntojo el 31 de octubre de 1958. En él queda plasmada la esencia
de lo que llamamos la democracia de partidos, pues allí se jaron
las reglas del sistema de poder, congurando la prerrogativa que
habrían de tener en el mismo los partidos políticos.
Dadas las condiciones del país, el acuerdo político que
suscriben los principales actores sociales del momento: los partidos
Acción Democrática, COPEI y URD; la CTV y FEDECAMARAS;
las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, quienes posteriormente
asumirían su condición predominante dentro del sistema, los com-
prometía a apoyar y vigilar el desarrollo de un proyecto nacional
que contemplaba el establecimiento de un sistema democrático que
garantizaba el ejercicio pleno de libertades políticas y la alterna-
bilidad en el poder. El acuerdo se fundamentó en tres aspectos:
1. Defensa de la constitucionalidad y del derecho a
gobernar conforme al resultado electoral... Todas las
organizaciones políticas están obligadas a actuar en defensa
de las autoridades constitucionales en caso de intentarse
o producirse un golpe de Estado, aún cuando durante el
transcurso de los cinco años (1959-64) las circunstancias de
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la autonomía que se reservan dichas organizaciones hayan
podido colocar a cualquiera de ellos en la oposición legal y
democrática al gobierno...
2. Gobierno de Unidad Nacional... el gobierno de Unidad
Nacional es el camino para canalizar las energías partidistas
y evitar una oposición sistemática que debilitaría el
movimiento democrático...
3. Programa Mínimo Común ningún partido unitario
incluirá en su programa particular puntos contrarios a los
comunes del programa mínimo, y en todo caso, la discusión
pública de los puntos no comunes se mantendrá dentro de
los límites de la tolerancia y del mutuo respeto... (López,
Gómez y Maingón, 1989:71)
Este acuerdo, al margen de los aspectos orientados a conso-
lidar el régimen democrático propiamente, es necesario verlo como
el instrumento que habría de institucionalizar una de las más serias
debilidades del sistema político venezolano: el partidismo.
Esto podemos explicarlo considerando el pasado histórico
político de Venezuela, pues a diferencia de los años posteriores a
Gómez, donde el antagonismo de las fuerzas políticas fue lo que
privó dada la coyuntura del 58, los partidos toman conciencia de
la necesidad de compartir el escenario, repartiéndose el poder y
creando un vínculo que fortalecería su poder político: un pacto,
pues “el poder se sostiene sobre pactos constitutivos, pero no ya
entre voluntades individuales... sino entre aquellos grupos que
han movilizado recursos sucientes como para ingresar en el
sistema” (Portantierro, 1981:47).
De esa manera quedó denido el papel predominante que
habrían de desempeñar los partidos políticos en el funcionamiento
del sistema político: la representación de los intereses de la nación
estaba en manos de las estructuras partidistas.
El Pacto de Puntojo, signicaba la jación de las reglas
del juego político, en lo que habría de ser un compromiso por
preservar la estabilidad del naciente sistema.
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Pero además, quedó establecido que el modelo de repre-
sentación descansaría fundamentalmente en la repartición de
espacios y cuotas de poder a los que los sectores participantes
tendrían acceso.
En este sentido, está claro que las bases sobre las cuales
se construyó el sistema político venezolano fueron muy débiles,
considerando que el equilibrio en un Estado depende en buena
medida de la estabilidad democrática, la equidad social y el de-
sarrollo económico que presente. (Kornblith, 1996)
Aún más, Kornblith (1996), prosigue argumentando que
la crisis del modelo rentista, en el que el petróleo ha sido la prin-
cipal actividad productiva y la única fuente de ingresos, generó
serios cuestionamientos hacia un Estado hiperactivo (Estado de
Bienestar) que como rasgos característicos, subsidiaba, intervenía,
protegía y regulaba, mediante mecanismos utilitarios que estimu-
laran la adhesión de la sociedad al sistema, con la promesa –no
cumplida- de evolucionar hacia mecanismos valorativos.
Por lo que, las condiciones económicas del país, al conver-
tirse nuestra renta petrolera en el factor dinamizador, facilitaron
la conguración de un modelo de relaciones de Estado, que entre
otras, consolidó el Sistema Populista de Conciliación, denido por
Rey (1998:292) como el entramado de una pluralidad de intereses
sociales, económicos y políticos, que apoyándose en la abundancia
de recursos económicos, un por entonces, bajo nivel (simplicidad)
de las demandas y la capacidad de las organizaciones políticas
(partidos y asociaciones civiles) para canalizar las demandas,
permitieron una signicativa etapa de estabilidad política.
Sin embargo, la realidad resultó ser mucho más compleja
de lo que la clase política venezolana estimaba. Ello explica la
crisis de representatividad, pues la sociedad ha interpretado que
su dirigencia política ha sido superada por sus demandas.
Las primeras señales de alarma, tienen lugar en 1989 y
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1992, cuando se producen en febrero y marzo de 1989, el estalli-
do social conocido como el “Caracazo”, primero de una serie de
eventos de gran signicación política, que demostró la fragilidad
institucional y la erosión del poder político civil.
En este sentido, encontramos que los discursos de la di-
rigencia política se habían distanciado tanto de las necesidades
reales de la población, que de acuerdo a una encuesta Gaither de
noviembre de 1991, 65% de los encuestados consideró que “los
partidos políticos no sirven para nada en este país”, mientras que
sólo 28% opinaba que son “la mejor vía que tenemos para aliviar
los males de Venezuela” (Njaim, Combellas y Álvarez, 1998:16).
Por lo que posteriormente, las intentonas golpistas de fe-
brero y noviembre de 1992, no hicieron sino reejar el descontento
y la indiferencia de la población hacia las instituciones.
Es posible que el segundo gobierno de Pérez haya hecho
creer a una buena parte del país, que la época dorada de la eco-
nomía venezolana retornaría. Pero muy por el contrario, a un mes
de haber asumido la presidencia (febrero de 1989), el anuncio del
Programa de Ajustes Económicos, que contemplaba una serie de
medidas de emergencia, como el aumento del precio de la gasolina,
encendió una protesta pública espontánea, que dejó como saldo
numerosas víctimas, debido a que el gobierno nacional tuvo que
emplear la represión del ejército para contener los saqueos.
Las reacciones violentas de la población pusieron en duda
la capacidad de la clase política de responder a sus expectativas.
Los partidos políticos, evadieron su responsabilidad sobre la
crisis del sistema político, en una suerte de parálisis, pues no se
generaron compromisos para mejorar los niveles de desempeño
de la democracia.
En un escenario caracterizado por la inestabilidad econó-
mica, la ausencia de liderazgo, la ineciencia del sistema político,
la depauperación del nivel de vida, la inseguridad colectiva, las
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fallas de los servicios públicos, se alimentó la bomba de tiempo
que estalló en Febrero de 1989 con el descontento social y que
tres años después, en 1992 alcanzó su punto máximo con las dos
intentonas golpistas el 4 de febrero y el 27 de noviembre.
En este sentido resulta interesante la justicación de la
intentona golpista del 4F de 1992 al considerar como contraria a
los valores de la institución, la intromisión de los partidos políticos
en materia de ascensos militares.
Fue el argumento sobre la penetración de los partidos
políticos en la institución militar, entre muchos otros motivos
relacionados con la gobernabilidad, un factor decisivo para que
los militares se decidieran a atentar contra un gobierno legalmen-
te constituido, producto de un proceso electoral absolutamente
lícito, que posteriormente al ser cuestionado en su legitimidad,
fue necesaria la activación de mecanismos institucionales y cons-
titucionales, para resolver la inestabilidad en que degeneró dicho
régimen.
Este quiebre de la institucionalidad, se manifestó en la poca
conabilidad en la democracia como régimen de gobierno, como
se evidencia en una encuesta (Njaim y otros: 1998 p. 22) realizada
poco antes del 4F de 1992, en la que 44% de los encuestados opina-
ba que el sistema político venezolano creado por la Constitución
de 1961, era “regular”.
En estas circunstancias, las reacciones institucionales del
sistema político fueron más bien tímidas ante la magnitud del
problema en gestación. El proceso de Descentralización Políti-
co-Administrativa iniciado en 1989, fue interpretado como una
reacción, una medida de emergencia ante el impacto de la crisis
política. Luego con la elección directa de Alcaldes y Gobernadores
y la elección uninominal, se pretendió generar espacios para la
participación política.
Considerando que el proyecto político venezolano había
tomado las banderas de la modernización de la sociedad, bajo la
gura de un modelo democrático, representativo y pluralista, en su
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lugar, éste se tradujo en estatismo, centralismo, presidencialismo,
partidismo y populismo, rasgos que han caracterizado al Estado
venezolano en las últimas décadas.
En relación al estatismo, este se ha manifestado en el
intervencionismo en las actividades de desarrollo económico y
social, contribuyendo con el crecimiento desproporcionado del
aparato burocrático, objeto de dominio de los partidos políticos, lo
que explica su ineciencia y elevados niveles de corrupción. Esta
condición inunegativamente en los niveles de participación po-
lítica, pues la política populista de repartición de la renta petrolera,
permitió crear una cultura de dependencia de la distribución del
gasto público improductivo, que lejos de fomentar una actitud de
creación de riqueza, sometió a la población a un modelo perverso
de pasividad y sumisión ante el Estado.
En cuanto al centralismo, se reeja en la concentración del
poder en el Ejecutivo, que tanto en la Constitución de 1961, como
en la nueva Constitución de 1999, le reconoce al Presidente de la
República importantes atribuciones y competencias, permitiéndole
tener decisión en las áreas políticas y económicas fundamentales,
siendo que es Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y responsable de
la Administración y la Hacienda Pública.
En otro aspecto, el presidencialismo representado en el
peso que tiene dentro del sistema político, el poder ejecutivo,
fortalecido en la Constitución de 1999, aún cuando se argumente
la búsqueda de un sistema presidencial exible. En estas condicio-
nes, el ejecutivo participa de todas las decisiones importantes no
solo en materia política, sino también económica, social, cultural
e institucional.
Por otra parte, el partidismo visto como la inuencia de-
cisiva de las organizaciones políticas sobre las instituciones, ha
sido el rasgo más distintivo del sistema político venezolano, en
donde los partidos políticos han sido aparatos de mediatización
de la participación política, abarcando todas las formas de orga-
nización social conocidas: gremios, instituciones, administración
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pública, además de otras más recientes. Los partidos en lugar de
articular las demandas de la población, las condicionan de manera
que tanto la expresión de las demandas como el mismo conicto
social, son canalizados a través de la organización política.
Mientras que el populismo, es la enfermedad por excelen-
cia de los países latinoamericanos, cuya idea central radica en el
desarrollo de políticas proteccionistas y paternalistas, en las que
se fomente una cultura de dependencia absoluta del Estado y sus
reparticiones periódicas, que no permite la creación de riqueza
de manera autónoma, impidiendo el desarrollo de la sociedad, de
manera intencional.
Con esas variables en juego, las instituciones, no sin cierto
recelo abordaban el tema de la crisis, mientras el país comenzaba
a transitar por el camino de la desconanza:
... la relativamente elevada abstención en las elecciones
presidenciales y legislativas de 1988 fue una de las llamadas
de atención acerca del malestar ciudadano: calculada sobre
el universo de electores llegó a ser del 25,3%, o sea; un
13% más que en las elecciones presidenciales de 1983. Este
resquebrajamiento inicial del rito electoral democrático fue
transformándose en una protesta silenciosa... que encontró
su voz el 27 de febrero de 1989. (Sonntag y Maingon,
1992:66)
De allí que el deterioro haya ido en aumento, porque la
sociedad al no encontrar los canales de participación -secuestra-
dos por los partidos políticos- que le permitieran manifestar su
posición, tuvo que resignarse a un papel intermitente en cada
elección nacional, regional y local.
A pesar de los esfuerzos de la Comisión Presidencial para
la Reforma del Estado (COPRE), por ofrecer la visión de un país
moderno al que podíamos aspirar, el sistema político se resistió
a cambios verdaderamente profundos, apenas permitió la elec-
ción directa de alcaldes y gobernadores, el inicio del proceso de
descentralización y la elección uninominal, que para muchos son
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mecanismos de defensa generados por la crisis de 1989 más que
apertura a espacios de participación política.
En el año 1993 es cuando ocurre el detonante de la crisis
del sistema político venezolano, al producirse la ruptura del
bipartidismo y un aumento considerable de la abstención como
manifestación política, situándose alrededor del 40% (Duhamel
y Cepeda, 1997).
Es entonces que con la desaparición del bipartidismo,
materializada en la reelección de Rafael Caldera en 1993,
quien habiendo sido uno de los pilares fundamentales
del modelo de Estado de Partidos, rompe con COPEI,
para lanzarse a la candidatura presidencial con otra tolda
política, CONVERGENCIA, una organización formada
por la disidencia socialcristiana, contando con el respaldo
de otros partidos de izquierda, como el Movimiento al
Socialismo (MAS), obtiene la primera magistratura con
el 30% de los votos, marcando el nal de la partidocracia,
como modelo político. (p. 307)
Sin embargo, aunado a ello, las razones de la crisis política
venezolana, podemos encontrarlas en la modicación de las con-
diciones básicas del orden democrático establecido, que interpre-
tando el esquema de Rey, citado por Kornblith (1996) se reduce a
la crisis del modelo rentista, la crisis del modelo de representación
y de legitimidad y la crisis de los mecanismos de generación de
consenso y canalización del conicto, lo que condujo al deterioro
de las expectativas de bienestar colectivo que había garantizado
una abundante renta petrolera, que al no encontrar respaldo en
las organizaciones políticas para la canalización y expresión de las
demandas, generó serios desajustes al modelo democrático, que
sigue siendo considerado como el sistema predominante, según
señala latinobarómetro (2005), al colocarse en 7,6 en una escala
del 1 a 10.
Entre otras razones, la forma errática como la clase polí-
tica manejó su pérdida de legitimidad – para marzo de 1990 los
partidos políticos tenían un rechazo de 56%, manteniéndose por
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encima de esta cifra a lo largo de 1991- (Njaim et al., 1998), fue lo
que permitió abonar el terreno para la ruptura denitiva con el
modelo político que había prevalecido hasta 1993.
Ello explica las medidas desesperadas de alianzas a última
hora para las elecciones de 1998, que no hicieron sino mostrar la
debilidad del liderazgo político para confrontar un discurso agre-
sivo que recriminaba a los partidos políticos su responsabilidad
en la crisis del país.
Es por ello que el triunfo de Hugo Chávez, (1998-hasta
la fecha) resume el rechazo del país por un modelo de hacer
política que pareciera haber tomado distancia de las necesidades
colectivas. Con una participación electoral de 6.988.291 electores,
Chávez obtuvo el triunfo con 3.971.239, ubicándose la abstención
en 36.24% (Molina y Álvarez, 2004)
Sin embargo, la llegada de Chávez a la primera magistra-
tura nacional generó amplios temores y expectativas. Para muchos
fue un castigo, para otros la esperanza de un cambio. El proyecto
político del presidente comenzó por sustituir la Constitución de
1961, conduciéndonos por una serie de procesos de consulta que
garantizaran la legitimidad de las medidas a tomar: el Referéndum
Consultivo del 25-04-99, el Referéndum Aprobatorio del 15-12-99,
y las Elecciones Presidenciales de 2000, en las que se produjo un
ligero aumento de la abstención, colocándose en 43.5% (Molina
y Álvarez, 2004).
En estas circunstancias, los partidos políticos, que fueron
convertidos en el blanco de las críticas del proyecto revolucionario,
se encontraron desarmados ante su nivel de aceptación. La pérdida
de legitimidad de las organizaciones políticas es el resultado de
su distanciamiento de los intereses colectivos, en el que el proceso
político revolucionario sólo actuó como catalizador.
De allí que, algunas guras de la clase política tradicional,
intentaran retornar a la escena a través de la Coordinadora Demo-
crática, órgano multirepresentativo de los intereses políticos en
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oposición al gobierno de Chávez, sin embargo, la renuencia del
liderazgo tradicional de renovarse ha llevado al sistema político
a transitar los caminos de la desinstitucionalización. (Molina y
Álvarez, 2004).
2.- ANÁLISIS DEL MODELO DE REPRESENTACIÓN Y SU
CRISIS
La crisis del sistema político venezolano podemos analizar-
la a partir de las tres variables consideradas por Kornblith (1996):
crisis del modelo socioeconómico y de las expectativas sociales; del
modelo de representación y de legitimidad; y de los mecanismos
de generación de consenso y canalización de conictos.
La expresión de este modelo, que se basó en una economía
rentística; sostenida a través de pactos sociales; con una presencia
fuerte del poder ejecutivo y una clara hegemonía de partidos; se
vio agotado a partir de la crisis económica desatada por el viernes
negro en 1983; la ruptura social representada por el Caracazo en
1989 y las dos intentonas golpistas del 1992; la destitución de Pérez
en 1993 y el triunfo de Caldera en 1993. (Kornblith, 1996).
En este sentido, la ausencia de redenición del modelo
socioeconómico, permitió que la nación concibiera al Estado como
un ente proveedor, sin que pudiera consolidarse una verdadera
cultura de trabajo productivo.
Es por ello que el Estado asumió tan diversas y complejas
responsabilidades, que hasta la cuando su capacidad para procesar
o satisfacer demandas se vio comprometida por la insuciencia de
recursos, en lugar de estimular la diversicación de la economía,
profundizó su intervencionismo (a pesar del proceso privatizador
emprendido) al regular el proceso económico, implementando
medidas, sin considerar las políticas sociales complementarias.
De allí que la aspiración de consolidar un modelo de
democracia pluralista, fuera truncada entre otras razones, por la
cultura clientelar estimulada por la partidocracia -el gobierno de
los partidos- quienes en una relación de mediatización de repre-
sentantes – representados y gobernantes – gobernados, forzaron
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la sumisión de los electores a los partidos, dándole mayor rele-
vancia a las fracciones parlamentarias en el poder legislativo, que
a las iniciativas inspiradas en la colectividad, degenerando en el
control político de las cúpulas partidistas, sustituyendo el Estado
de Partidos, denido como el modelo en el cual se produce una
interacción entre el sistema jurídico-político y el sistema socio-
político. (Brewer, 1988)
En este sentido, en Venezuela, la participación política
se hacía formalmente a través de los partidos políticos, quienes
de manera omnipresente, colonizaban (Levine, 2001) los demás
sectores civiles organizados: gremios, sindicatos, entre otros.
Esto por supuesto tuvo como soporte, aquellos mecanismos
institucionalizados, tales como la legislación electoral que por una
parte limitaba los intereses externos a los del status quo y por la
otra otorgaba sucientes concesiones para fortalecer (sobre todo
nancieramente) a los partidos tradicionales.
Fue precisamente la cultura de los pactos, lo que permitió
comprometer a diversos actores políticos, logrando conformar el
tejido social del país, que se pervirtió a tal extremo que el resultado
fue el de una democracia pactada, con una representación limitada
de los intereses de los partidos y no de los representados, pues toda
demanda debía ser canalizada a través del partido, de manera que
para darle curso, debía insertarse dentro los intereses de clase que
defendían los partidos. En este sentido, resultan pertinentes las
palabras de Alain Touraine para denir la representatitividad:
“El Sistema democrático es débil si el apoyo otorgado a
un partido político es lo que determina las posiciones que
se toman ante los principales problemas sociales, en tanto
que es fuerte si los partidos políticos aportan respuestas a
las cuestiones sociales formuladas por los actores mismos
y no sólo por los partidos políticos y la clase política.”
(2002:325)
Precisamente, uno de los factores que inciden en la pérdida
de legitimidad de los partidos, tiene que ver con la modicación
Aproximación al estudio de la crisis de la democracia y de la representación en Venezuela
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de las necesidades de la sociedad, que sobrepasaron la capacidad
de respuesta de las organizaciones políticas, quienes no estaban
acostumbradas a ser interlocutores, sino mediatizadotes.
En este sentido, la incapacidad de los partidos políticos tra-
dicionales de canalizar el conicto y controlar las organizaciones
sociales, que en los años 80 comienzan a surgir como expresiones
al margen de los partidos, se ve reejada en los niveles de repre-
sentatividad en el poder legislativo, que para 1993 tenemos a los
partidos AD y COPEI reuniendo 46% de los votos parlamentarios,
posteriormente en 1998 se sitúan en 36%, que en el año 2000 se
reduce a 21% (Molina y Álvarez, 2004)
Ello se explica en el fracaso de los partidos políticos como
mediadores de las políticas públicas, así como en la construc-
ción de relaciones interpartidistas que le permitiean estructurar
mecanismos de negociación y consenso. Los partidos que se
relacionaban con la población de manera clientelar, se encontra-
ban desorientados sobre la forma de establecer conexión con la
población electoral, lo que reeja la poca identicación partidista
(ideológica) y de profundidad en la compenetración social.
Otro aspecto tiene que ver con la alta volatilidad electoral
demostrada en los últimos años, donde hemos pasado del predo-
minio de partidos de centro-derecha moderada a la abrumadora
preferencia por la izquierda ¿radical? en todo caso explica la
pérdida de legitimidad de los partidos tradicionales.
Sin embargo, no deja de preocupar la posibilidad de de-
sistir del partido político para construir una base de sustentación
donde la relación líder – pueblo, exija prescindir de la organización
política.
En este sentido, el personalismo se ha ido fortaleciendo,
con el mismo proceso de descentralización, que le fue restando
espacio a los partidos tradicionales, en la gura de su elite dirigen-
cial, para darle más posibilidades de desarrollo a los liderazgos
regionales: Salas, Rosales y Velásquez, entre otros ejemplos. La
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transferencia de poder a las regiones viene fortalecer en algunos
casos, un liderazgo personalista que toma distancia del tipo co-
lectivo y que en los tiempos que vivimos, resulta predominante.
Por otra parte, cuando los cenáculos de los partidos políti-
cos, que asumieron el rol de mediatizador de la sociedad, fueron
excluidos de los procesos de toma de decisiones y fueron confron-
tados con la necesidad de generar mecanismos para la resolución
de conictos, quedó al descubierto el vacío institucional para la
creación de consensos.
Fue entonces cuando la sociedad comenzó a cuestionar la
democracia, interpretando que el sistema político comprometía
el modelo, estimulando una suerte de “coqueteo” con fórmulas
autoritarias, justicadas en la necesidad de disciplinar el ejercicio
del poder.
En democracia, el tema de la representatividad necesa-
riamente se traduce en un tema de conanza y credibilidad. La
pérdida de estos valores ha inuenciado a la sociedad en la con-
currencia a las elecciones.
De allí que debamos armar que, los medios de represen-
tación en una democracia son los partidos políticos y aún cuando
se trate en este caso de una democracia participativa, mientras
exista la delegación en representantes para legislar, estamos frente
a mecanismos de representación. La legitimidad de la función
legislativa, descansa en la representatividad de los legisladores
y su desempeño, que debe ser sujeto de evaluación y control por
parte de los electores, en una clara alusión a la compatibilidad de
la democracia representativa con la participativa.
Sin entrar en el debate entre la democracia representativa
y la democracia participativa, la sociedad venezolana se ha des-
marcado de una forma de hacer política. Los partidos políticos
-sobrevivientes y emergentes- deben aprender a identicar las
aspiraciones de una sociedad que no está buscando ser sometida
por intereses particulares, sino que aspira encontrar interlocutores
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que sepan interpretar cuales son sus expectativas reales.
En medio de toda esta fractura institucional, resulta alen-
tador encontrar que a pesar de su desempeño, la democracia es
vista como la mejor forma de vida para los venezolanos, en 79%
según Hinterlaces (2005).
Por lo que, el daño hecho a la idea de la democracia, como
una forma de vida, producto de los abusos de un modelo político,
exige una nueva interpretación de la representatividad política.
De allí que resulte válido cuestionar la democracia, pro-
fundizar en los elementos de la crisis para generar medios de
superación de la misma, pero lo que si no debe dejar lugar a du-
das, indistintamente de la posición ideológica, es la necesidad de
preservar la democracia como sistema político.
Bibliografía
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Documentos ociales:
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- Constitución de la República Bolivariana de Venezuela 1999.
Aproximación al estudio de la crisis de la democracia y de la representación en Venezuela
... En 1989, debido a medidas de austeridad decretadas por el Presidente Carlos Andrés Pérez, en su segundo gobierno, los venezolanos se volcaron a las calles y fueron duramente reprimidos por el gobierno. Los hechos generaron la muerte de al menos 400 ciudadanos y un más intenso desprestigio de los partidos políticos y de sus dirigentes (Salamanca, 1999: 239-264;Puerta, 2006;López M., 1999: 221-238;y 2003: 211-226). ...
Article
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El propósito de este documento es dar cuenta del papel que pueden desempeñar ciertas formas de clientelismo en regímenes políticos similares desde el punto de vista institucional. Se parte de una presentación general del concepto de Clientelismo para, desde una mirada amplia del mismo, juzgar el papel que éste ha desempeñado en dos casos de bipartidismo y presidencialismo: Colombia y Venezuela. Se propone que el clientelismo ha sido un elemento fundamental para la estabilidad del sistema político colombiano y, dadas sus formas de manifestación en Venezuela, por el contrario, se convirtió allí en uno de los elementos principales de la crisis de su sistema bipartidista.
... En 1989, debido a medidas de austeridad decretadas por el Presidente Carlos Andrés Pérez, en su segundo gobierno, los venezolanos se volcaron a las calles y fueron duramente reprimidos por el gobierno. Los hechos generaron la muerte de al menos 400 ciudadanos y un más intenso desprestigio de los partidos políticos y de sus dirigentes (Salamanca, 1999: 239-264;Puerta, 2006;López M., 1999: 221-238;y 2003: 211-226). ...
Article
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The purpose of this document is to comment on the role played by certain types of clientelism in political regimes, similar from an institutional point of view. The starting point is a general concept of the clientelist system, so that from a broad perspective of that concept, be able to judge the role played by this political idea in two cases of bipartisanship and presidential rule: Colombia and Venezuela. It is proposed that the clientelist system played an important role in the stability of the Colombian political system and, on the contrary, given its characteristics in the Venezuelan regime, it became one of the main elements of the crisis in its two-party system.
... Las razones de la crisis política venezolana, podemos encontrarlas en la modificación de las condiciones básicas del orden democrático establecido, que interpretando el esquema ya reseñado de J.C. Rey (1989), citado por Kornblith (1996), se reduce a la crisis del modelo rentista, la crisis del modelo de representación y de legitimidad y la crisis de los mecanismos de generación de consenso y canalización del conflicto; lo que condujo al deterioro de las expectativas de bienestar colectivo que había garantizado una abundante renta petrolera, que al no encontrar respaldo en las organizaciones políticas para la canalización y expresión de las demandas, generó serios desajustes al modelo democrático (Puerta, 2006). Para marzo de 1990, los partidos políticos tenían un rechazo de 56%, manteniéndose por encima de esta cifra hasta las elecciones de 1993 (Njaim, Combellas y Álvarez, 1998). ...
Thesis
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This paper seeks to examine the values and motivations that lie behind the active participation of young people in Venezuela over the last decade (2002-2012), both political organizations, such as civil society organizations. For this, we used the methodology proposed by S.H. Schwartz about ten types motivational as coding categories, to determine whether the orientation of respondents tended collectivist or individualist principles. Also, the questionnaire served to identify the values prevailing in these young people, thus trying to determine the correlation between these values and the membership of these organizations, as an indicator of the construct “participation”. The instrument examined 95 individuals between 16 and 40 years old, of both sexes, which must be formally registered and active in political parties or NGOs during the time period set out above. Validation tests were performed and reliability through Cronbach α, these being satisfactory. Furthermore, to determine congruence between different motivational types and evaluative dimension, correlation analyzes were performed using Pearson coefficient. Although the research conducted under the sample taken, is not intended to generalize about the motivations and values present in the young of Venezuelan society, it was concluded that those who are active in public affairs of the country are mainly guided by collectivist values rather than individualistic, both individuals belonging to political parties and members of civil society organizations . This age group is more likely to follow values that tend to self -transcendence than of particular interest. Similarly, we could identify the most important motivational type for the group examined was freedom, while at that point was less awarded social power. Key words: political participation, young, values, motivation, activism, individualism, collectivism, civil society, political parties, Venezuela, Schwartz.
Informe Latinobarómetro
  • Corporación Latinobarómetro
Corporación Latinobarómetro (2005). Informe Latinobarómetro 2005. Santiago de Chile: Mimeo.
Las democracias. Entre el Derecho Constitucional y la Política. Colombia: Editores Tercer Mundo S
  • Olivier Duhamel
  • Manuel Cepeda
Duhamel, Olivier y Manuel Cepeda (1997) Las democracias. Entre el Derecho Constitucional y la Política. Colombia: Editores Tercer Mundo S.A.
8º Monitor Socio-Político Septiembre
  • Hinterlaces
Hinterlaces (2005). 8º Monitor Socio-Político Septiembre 2005.
Diez tesis sobre la decadencia y crisis de la María Isabel Puerta R
  • David Levine
Levine, David (2001). Diez tesis sobre la decadencia y crisis de la María Isabel Puerta R.
Thaís Maingon y Friedrich Welsch: Venezuela en transición: elecciones y democracia
  • Democracia En Venezuela. En
  • Carrasquero
  • V José
democracia en Venezuela. En Carrasquero, José V., Thaís Maingon y Friedrich Welsch: Venezuela en transición: elecciones y democracia 1998-2000. Caracas: CDB Publicaciones.