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Persistent landscapes, multiple temporalities, and village dispersion in Tafí valley, Tucumán province, Argentina

Authors:
  • CONICET. National University of Cordoba, Argentina

Abstract and Figures

The study focused on the construction of the village landscape in the northern sector of Tafi Valley, resulting in the identification of the multiple temporalities that cross-cut it. This contrasts with previous approaches that conceived and historicized such villages in a linear and unitemporal fashion. The following hypothesis was tested: that the concentration of settlements or scattering of household compounds in Tafi valley can be explained on the basis of the practices carried out by persons constituted as members of large domestic groups with segmentary and highly competitive identities. The dispersion and concentration of settlements occurred at different times and as a result of a social logic that persisted for almost a millennium. The study of this logic could be a starting point for understanding the processes of village dispersion at larger spatial scales.
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Intersecciones en Antropología 15: 307-322. 2014. ISSN 1666-2105
Copyright © Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina
Valeria Franco Salvi. Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET). Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”. Miguel del Corro 308 (5000), Córdoba. E-mail:
valeriafrancosalvi@gmail.com
Julián Salazar. UNC. CONICET. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”. Miguel del Corro 308 (5000),
Córdoba. jjsalba@hotmail.com
Eduardo E. Berberián. CONICET. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”. Miguel del Corro 308 (5000),
Córdoba. E-mail: eduardob@ffyh.unc.edu.ar
Paisajes persistentes, temporalidades múltiples y
dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de
Tucumán, Argentina)
Valeria Franco Salvi, Julián Salazar y Eduardo E. Berberián
Recibido 25 de septiembre 2012. Aceptado 22 de mayo 2013
RESUMEN
El estudio de la construcción del paisaje aldeano del sector norte del valle de Tafí permitió reconocer las
múltiples temporalidades que lo atraviesan en contraposición a planteos precedentes que lo han concebido e
historizado de forma lineal y unitemporal. Esto ha posibilitado contrastar positivamente la hipótesis que sostiene
que los fenómenos vinculados a la conformación de asentamientos concentrados o a la dispersión de núcleos
domésticos en el valle de Tafí pueden ser explicados a partir de las prácticas llevadas adelante por personas
constituidas como miembros de grupos domésticos extensos con identidades altamente segmentarias y com-
petitivas entre sí. Los fenómenos de dispersión y concentración de asentamientos se produjeron en distintos
momentos y como resultado de lógicas sociales que se mantuvieron durante un milenio, las cuales pueden
constituirse como el punto de partida para entender los procesos de dispersión aldeana en escalas más amplias.
Palabras clave: Tiempo; Paisaje; Cambio social; Sociedades aldeanas.
ABSTRACT
PERSISTENT LANDSCAPES, MULTIPLE TEMPORALITIES, AND VILLAGE DISPERSION IN TAFÍ VALLEY,
TUCUMÁN PROVINCE, ARGENTINA. The study focused on the construction of the village landscape in the
northern sector of Tafí Valley, resulting in the identication of the multiple temporalities that cross-cut it. This
contrasts with previous approaches that conceived and historicized such villages in a linear and unitemporal
fashion. The following hypothesis was tested: that the concentration of settlements or scattering of household
compounds in Tafí valley can be explained on the basis of the practices carried out by persons constituted
as members of large domestic groups with segmentary and highly competitive identities. The dispersion and
concentration of settlements occurred at different times and as a result of a social logic that persisted for almost a
millennium. The study of this logic could be a starting point for understanding the processes of village dispersion
at larger spatial scales.
Keywords: Time; Archaeological landscape; Social change; Village societies.
INTRODUCCIÓN
La pregunta fundamental de nuestra investigación
gira en torno a las maneras en que el mundo social
persiste, o cómo persevera en el ser, es decir, cómo
se reproducen modos de vivir, modos de hacer y de
relacionarse. Especícamente nos preguntamos por las
lógicas prácticas reproducidas por los pobladores del
sector norte del valle de Tafí a lo largo del primer
milenio de la Era, las cuales posibilitaron la forma-
ción de grupos humanos de gran escala demográca,
producción agrícola intensiva y alta inversión de tec-
nología sin la aparición de un sistema político de alta
centralización.
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muy temprano, que podría alcanzar unos 2500 años
de antigüedad, en el cual se dio la dispersión de la
agricultura, el sedentarismo y la cerámica en el NOA.
Esta idea surge en algunos trabajos de González, don-
de intentó denir un “Horizonte Temprano”, sobre la
base de fechados procedentes del montículo de El
Mollar: 2296 ± 70 AP; 1955 ± 55 AP (carbón vege-
tal; Lab. Universidad de Yale); 1910 ± 60 AP (carbón;
Lab. Groeningen); 1890 ± 60 AP (Hueso carbonizado,
Lab. Groeningen); 1880 ± 65 AP (hueso carbonizado,
Lab. Groeningen) (González 1960, 1961-1964) y a
vinculaciones con entidades tempranas de zonas nu-
cleares del área andina (González y Núñez Regueiro
1960; González 1963). La asignación cronológica se
hizo extensiva a la totalidad de rasgos denidos para
Tafí, especialmente la cerámica monocroma roja y las
viviendas circulares de piedra, datadas ya en aquel
momento en cronologías más tardías.
De esta primera aproximación surge un relato sobre
la relevancia de la “cultura” Tafí en el NOA, que sería
la de constituir uno de los fenómenos más tempranos
en los que aparecen los componentes de las sociedades
agroalfareras, y que vincularía al NOA con trayectorias
más desarrolladas de las áreas nucleares andinas. De
alguna manera, surge una imagen asociada a constituir
el contexto más antiguo del Agroalfarero temprano, la
cual se cristaliza y se reproduce en interpretaciones
posteriores. Comparando con las lecturas que se rea-
lizan sobre los procesos registrados en otros sectores
del área valliserrana, Tafí, al igual que otros espacios
como Tebenquiche (Haber 2006), parece congelarse
en algunos siglos antes del inicio del primer milenio
(González y Núñez Regueiro 1960; González 1963).
Núñez Regueiro y Tarragó (1972) propusieron la
división del proceso de ocupación del valle en dos
fases, La Angostura y Carapunco, realizada con base
en la presencia o ausencia de algunas particularida-
des de la alfarería. Sin embargo, se incluyeron con-
textos arqueológicos difícilmente comparables, que
remitían a diversas prácticas realizadas en múltiples
escalas (Berberián y Nielsen 1988). Más allá de lo
discutible de las bases que daban sustento a esta
periodificación, la imagen de Tafí quedaba congelada
en el tiempo. A lo largo de un milenio esa “cultu-
ra” se habría modificado relativamente poco, salvo
por la inclusión de un tipo específico de asas de
vasijas, o la reducción del modelado como técnica
decorativa. Esta misma idea -cargada de lineamien-
tos provenientes del neoevolucionismo- recorre la
periodificación de Núñez Regueiro (1974), y según
ella, el Formativo superior se define como un modo
de vida de sociedades aldeanas que se mantuvieron
sin grandes cambios (especialmente sin incorporar la
superestructura Aguada).
El modelo ecológico cultural de Berberián y Nielsen
(1988) invirtió el énfasis dado al carácter temprano de
En este trabajo se abordan los procesos de disper-
sión aldeana en el valle considerando determinadas
continuidades del registro que permiten interpretar
ciertas persistencias en las prácticas humanas a tra-
vés de un periodo prolongado que se extiende desde
unos siglos antes del inicio de la Era hasta el 800
DC. Asimismo, esas continuidades son interpretadas
en términos de las lógicas que las originan y les dan
sentido, las cuales están atravesadas por conictos y
negociaciones entre agentes humanos y no humanos
en relaciones persistentes que constituyeron colectivos
(sensu Latour 2005).
Mediante el análisis del paisaje aldeano se sostiene
la hipótesis que plantea que los fenómenos vinculados
a la conformación de asentamientos concentrados o a
la dispersión de núcleos domésticos en el valle de Tafí
pueden ser explicados a partir de las prácticas llevadas
adelante por personas constituidas como miembros de
grupos domésticos extensos con identidades altamente
segmentarias y competitivas entre sí (Blanton 1995).
Para esto, se aborda el estudio del sector septentrional
del valle, especícamente los sectores arqueológicos
La Bolsa y Carapunco.
CONSTRUCCIÓN DE LA CRONOLOGÍA DEL
VALLE DE TAFÍ
La construcción de una estructura cronológica
ha sido objeto de preocupación desde las primeras
investigaciones arqueológicas realizadas en el valle.
Las secuencias temporales disponibles para el lapso
comprendido entre 2500 AP y 1000 AP en este alti-
valle1, ubicado en la porción noroeste de la provincia
de Tucumán, no han permitido constatar en el registro
las expectativas de quienes las impulsaron. Son nume-
rosos los contextos con dataciones absolutas, pero los
intentos de construir marcos cronológicos que abar-
quen escalas más amplias que un sitio generalmente
han entrado en contradicciones sustanciales, y han
generado más datos que se contraponen a los modelos
que los que los sostienen. En parte, esto se origina
en la extensión de la secuencia del Valle de Hualfín
a sectores que pueden haber albergado procesos pa-
ralelos y alternativos (Scattolin 2010). Sin embargo,
se ha debido también a que la construcción de esas
secuencias se realizó desde una perspectiva lineal y
esencialista del tiempo, que no ha tenido en cuenta
la multiplicidad y particularidad de temporalidades
inscriptas en los fenómenos (Thomas 1996; Murray
1999; Olivier 1999; Olsen 2003; Lucas 2005).
El proceso englobado dentro de la categoría cul-
tural “Tafí” fue datado inicialmente entre unos po-
cos siglos antes de la Era y nes del primer milenio
(González y Núñez Regueiro 1960). Sin embargo, esa
entidad fue asociada principalmente a un momento
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Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
profundidad temporal de un sitio aldeano concentrado
denominado El Pedregal (Cremonte 1988, 1996). Se
obtuvieron dataciones procedentes de distintos son-
deos que remitían este asentamiento a una larga ocu-
pación a lo largo del primer milenio (desde 133 cal
AC - 94 cal DC a 681-890 cal DC). Este interesante
aporte, que muestra la duración de estas ocupaciones,
se ve fortalecido por el estudio detallado de los esti-
los cerámicos, que permitió registrar la presencia de
numerosas tendencias que se mantienen por un lapso
muy amplio, con lo cual se denió una “tradición”
(Cremonte y Botto 2000).
Recientemente, las investigaciones sistemáticas rea-
lizadas en la quebrada de Los Corrales han permitido
identicar una secuencia de ocupación de larga dura-
ción (Martínez et al. 2012). La profundidad temporal
permitió indagar acerca de las diferentes maneras de
habitar la microrregión. Los datos obtenidos de Cueva
de los Corrales 1 y 2 sugieren la existencia de grupos
productores de alimentos desde momentos tempranos
que se inician en el 300 AC y se extienden hasta
ca. 600 DC. A diferencia de otras áreas, se observan
cambios a partir del 250 DC, cuando las estructuras
agrícolas y los corrales se apartan de las unidades
residenciales (Oliszewski 2011).
Considerando un área más amplia, Scattolin ha
deconstruido el esquema de la sucesión cronológica
de cierto grupo de materialidades, que era aceptado
para la región que comprende a la Selvas Occidentales
del sur, el valle de Tafí, la cuenca Tapia-Trancas, el
valle del Cajón y el sur del valle Calchaquí (Scattolin
2004). Este modelo propuso la existencia de tres fases
distintas, determinadas sobre la base del estudio de
un sitio estraticado del valle de Yocavil, El Bañado,
y del análisis estilístico de colecciones de cerámicas
depositadas en distintos museos del país y del mundo
(Scattolin 2010).
Este considerable intento por construir un mode-
lo cronológico para un gran espacio del NOA, que
siempre había recibido las pautas cronológicas ex-
trapoladas de otros sectores, ha dado el puntapié a
diversas reexiones sobre esta problemática, aunque
se mantiene todavía como una propuesta tentativa y
requiere de la búsqueda de indicadores más amplios
de modicaciones en las prácticas a través de estos
distintos momentos. También habría que considerar si
estas fases alcanzan a todas las regiones propuestas.
En el caso del valle de Tafí, algunos de los indicado-
res temporales clave, como la cerámica Vaquerías,
no tienen una gran presencia salvo en algunos casos
puntuales.
Todos estos aportes marcan una clara dicultad
para resolver la cronología de los procesos sociales vi-
vidos por los pobladores de este valle y de otros espa-
cios aledaños con los que interactuaron. Esta dicultad
Tafí, para acentuar la trayectoria que había posibilitado
el surgimiento de un sistema de complejidad creciente,
más tardío en su desarrollo. Dentro de las expectati-
vas de esta propuesta, se suponía la existencia de dos
sistemas de asentamiento. El más temprano se carac-
terizaba por incluir una serie de sitios residenciales
dispersos, poco especializados, que daban cuenta de
una baja demografía y una producción relativamente
extensiva. El más tardío habría respondido a una re-
conguración del uso del espacio a escala del valle
que supuso el establecimiento de núcleos aldeanos
concentrados y sectores productivos especializados.
Este sistema habría caracterizado a una sociedad que
había atravesado un proceso de complejización cre-
ciente a causa de condicionantes demográcos o am-
bientales (Berberián y Nielsen 1988).
De esta manera, se construyó una secuencia que
adscribía cierto tipo de sitio a un sistema de asen-
tamiento, correspondiente a determinado momento
cronológico. El modelo que describía los modos de
apropiación y utilización del espacio daba cuenta
acertadamente de la variabilidad del registro a nivel
supercial, pero la consideración de la unitemporali-
dad de los sitios restaba poder explicativo. Los fecha-
dos obtenidos en los asentamientos supuestamente más
tempranos arrojaron edades cercanas al nal del pri-
mer milenio (783-979 cal DC2 y 723-890 cal DC), lo
cual contradice aquel modelo evolutivo. El análisis del
sistema cerámico recuperado también ofrecía indicios
de la dicultad que supone producir una asignación
temporal acotada a cierto rasgo material (Berberián y
Argüello 1988).
En otros sectores del valle se realizaron interesan-
tes investigaciones arqueológicas a partir del estudio
sistemático de áreas especícas, y quedó en un pla-
no secundario la comprensión del proceso histórico
general de la cuenca. En los sitios denominados El
Tolar (Sampietro Vattuone 2002) y El Rincón (Cuenya
y García Azcárate 2004) se obtuvieron fechados ra-
diocarbónicos de una unidad residencial con recintos
circulares, y se detectó un evento inhumatorio data-
do en Cal 431-541 DC (Sampietro Vattuone 2002).
Asimismo, en sectores de cultivo se obtuvo un fechado
de un paleosuelo en 2480 ± 110 AP (GR.N-21783,
materia orgánica) (Sampietro Vattuone 2002) lo que
llevó a suponer un mejoramiento climático y, en con-
secuencia, un fenómeno de expansión aldeana. El sitio
El Rincón (RN2) no diere de otros asentamientos del
valle. Los fechados obtenidos de muestras de carbón
y restos óseos lo ubican entre el 300 y 400 de la
era. Las fechas fueron calibradas en 1700 ± 40 AP,
UGA 8364, carbón, d13C = 26,29 y 1440 ± 40 AP,
UGA 8365, carbón, d13C = 20,41 (Cuenya y García
Azcárate 2004).
En el valle de la Ciénaga, que se ubica en la por-
ción alta de la cuenca de Tafí, se pudo establecer la
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arqueológicas propuesta por Berberián y Nielsen
(1988) considerando algunas modicaciones mínimas
(Salazar 2010; Franco Salvi 2012). Se efectuaron pros-
pecciones pedestres cubriendo un área de 10 km² a
través de la realización de transectas separadas por
una distancia de 100m, con dirección E-O. Se esta-
bleció una cartografía detallada con seis sectores de
concentración de evidencias arqueológicas, que fue-
ron levantados topográcamente y nombrados como
La Bolsa 1 (LB1), La Bolsa 2 (LB2), La Bolsa 3 (LB3),
Carapunco 1 (Ca1), Carapunco 2 (Ca2) y Carapunco
3 (Ca3) (Figura 1). Confeccionadas las planialtimetrías
se volvieron a realizar las transectas para identicar el
material presente en supercie, que permitiera cons-
truir una cronología relativa de las ocupaciones4.
Los fragmentos cerámicos recuperados fueron
1942 en total. Se analizaron con el n de identicar
la presencia y cuanticar la importancia de los gru-
pos tecnotipológicos asignables a distintos contextos
puede generarse en la falta de trabajos sistemáticos
en algunas de esas áreas, como en las yungas o el
valle de Yocavil3, o en los escasos análisis de sitios
extramuros con estraticaciones de gran profundidad
temporal (hasta la actualidad, prácticamente se reduce
al montículo de El Mollar y a El Bañado) pero también
puede deberse a los modos temporales en los que se
han estructurado las prácticas, las cuales no necesa-
riamente hayan respondido al ritmo de cambios regis-
trados en otros sectores. También las lógicas sociales,
denidas por las constantes situaciones de conicto
y por las negociaciones entre agentes humanos y no
humanos, pueden no responder a las expectativas de
nuestras secuencias, que frecuentemente esperan ciclos
recurrentes marcados por puntos de quiebre.
Nuestras investigaciones se iniciaron teniendo
en cuenta las dicultades y condicionamientos que
presentan las secuencias cronológicas o los marcos
temporales holistas para la construcción de narrativas
acerca del pasado. Se considera
que la respuesta no se vincularía
a la construcción de una “nueva
secuencia cronológica” sino a la
aceptación de que el tiempo es
multiescalar, variado, y que no
es simplemente un contenedor
o algo separado de los objetos
que estudiamos sino parte de su
propia denición (Lucas 2005).
La aceptación de una pluralidad
de tiempos implica reconocer la
trama de temporalidades y de
ritmos –inerciales y transforma-
dores, lentos y rápidos, circula-
res o lineales– que se conjugan
en una realidad concreta y que
están inscriptos en el registro ar-
queológico (Olivier 1999). Estas
consideraciones acompañaron el
proceso de investigación y per-
mitieron descifrar una trayecto-
ria histórica compleja, heterogé-
nea y de múltiples matices.
METODOLOGÍA PARA
LA OBTENCIÓN DE
CRONOLOGÍA RELATIVA
EN ASENTAMIENTOS
ALDEANOS DEL SECTOR
NORTE DEL VALLE DE TAFÍ
La gran diversidad de ras-
gos arqueológicos distribuidos
en el paisaje pudo ser sistema-
tizada mediante la utilización
de la tipología de estructuras Figura 1. Sectores arqueológicos identicados en el norte del valle de Tafí.
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Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
cronológicos. La clasicación tuvo por objetivo sepa-
rar a los tiestos por grupos tecnotipológicos utilizando
como criterios principales las características de la pasta
y el acabado de las supercies como fuera propuesto
por Berberián y Argüello (1988). Se identicaron diez
grupos que pueden ser separados en dos conjuntos
tal como se ha propuesto para diversos sitios de áreas
aledañas (Bugliani 2008; Duglosz et al. 2009; Scattolin
2010; Spano 2011): conjunto ordinario y conjunto no.
El conjunto ordinario se conforma en tres grupos:
a) Ordinario rojo sin baño: pasta gruesa, cocción oxi-
dante, supercies alisadas sin baño, vasijas grandes
frecuentemente de formas globulares o subglobulares,
tanto abiertas como cerradas, con decoraciones poco
frecuentes, consistentes en aplicaciones al pastillaje
con incisiones profundas; b) Ordinario rojo con baño
rojo: pasta gruesa, cocción oxidante, supercies ali-
sadas con baños rojos en algunos casos evidencian-
do líneas pulidas, vasijas grandes frecuentemente
de formas globulares o subglobulares, tanto abiertas
como cerradas, con decoraciones poco frecuentes. c)
Ordinario gris: pasta gruesa con inclusiones laminares
que se observan en las supercies, cocción reductora,
supercies alisadas y, en ocasiones, con estrías de pu-
limento, formas aún indeterminadas, sin decoraciones.
El conjunto no está conformado por siete grupos:
d) Rojo no sin baño: pastas medianas y nas, cocidas
en atmósferas oxidantes, de color beige, naranja y rojo,
supercies alisadas y pulidas, mayoritariamente vasijas
medianas y pequeñas de formas cerradas e inexiona-
das. Presentan decoraciones predominantemente me-
diante incisiones gruesas y delgadas formando motivos
en su mayoría geométricos (zig-zags, campos reticu-
lados, líneas paralelas, punteados, etc.); e) Rojo no
con baño rojo: pastas medianas y nas, cocidas en
atmósferas oxidantes, de color naranja y rojo, baños
rojos, supercies alisadas y pulidas, mayoritariamente
formas cerradas e inexionadas. Presentan decoracio-
nes predominantemente incisas gruesas que forman
motivos en su mayoría zoomorfos y geométricos (zig-
zags, campos reticulados, líneas paralelas, punteados,
etc.); f) Rojo no con baño blanco: pastas medianas
y nas, cocidas en atmósferas oxidantes, de color
beige y naranja, supercies alisadas que presentan
una delgada capa de baño blanco, mayoritariamente
vasijas medianas y pequeñas, de formas cerradas e
inexionadas. g) Blanco sobre rojo pulido: pasta na,
compacta, cocida uniformemente en atmósfera oxidan-
te, supercie externa alisada con una gruesa capa de
pintura roja pulida sobre la cual se agregó una banda
lineal de color blanco; h) Santamariano bicolor: pastas
medianas y nas, cocidas en atmósferas oxidantes, de
color naranja, supercies alisadas, mayoritariamente
vasijas medianas y grandes de formas cerradas e in-
exionadas. Presentan decoraciones pintadas en negro
sobre blanco o ante, aunque también pueden presentar
pequeñas aplicaciones al pastillaje; i) Belén negro so-
bre rojo: pastas medianas y nas, cocidas en atmós-
feras oxidantes, de color naranja, supercies alisadas,
mayoritariamente vasijas medianas y grandes de formas
cerradas e inexionadas. Presentan decoraciones pinta-
das en negro sobre fondo rojo; j) Gris no: pastas nas,
cocidas en atmósferas reductoras, de color gris claro y
oscuro, supercies alisadas y pulidas, formas cerradas
e inexionadas. Presentan decoraciones predominan-
temente mediante incisiones gruesas y delgadas, que
forman motivos en su mayoría geométricos (zig-zags,
campos reticulados, líneas paralelas, punteados, etc.).
Las dataciones absolutas realizadas previamente en
contextos excavados donde se han recuperado estos
grupos tecnotipológicos (Berberián y Nielsen 1988;
Salazar y Franco Salvi 2009), así como múltiples tra-
bajos realizados en áreas aledañas (Cremonte 1988;
Piñeiro 1996; Scattolin 2010; Oliszewski 2011; Spano
2011) permiten proponer una asignación cronológica
relativa a cada uno de ellos, que en algunos casos
es más acotada y, en otros, más amplia, debido a las
distintas duraciones que se han podido registrar en su
producción y uso. En este sentido, se puede plantear
la asociación de estos grupos a dos bloques tempo-
rales: primer milenio DC y segundo milenio DC. Los
grupos b, c, d, e, f y j se han recuperado de manera
recurrente en contextos fechados dentro del primer
milenio, mientras que los grupos h e i se asocian al
segundo milenio (Piñeiro 1996), más precisamente
al período de Desarrollos Regionales (sensu Núñez
Regueiro 1974)5.
Sectores de concentración de evidencias
arqueológicas
La Bolsa 1. El sector La Bolsa 1 (LB1), de 50 ha,
se ubica sobre un glacis cubierto cuya pendiente pro-
medio es del 10%. El asentamiento está conformado
por numerosas unidades residenciales y un complejo
sistema de estructuras agrícolas entre las cuales se
destacan aterrazamientos, montículos de despedre,
muros de contención del suelo, cuadros de cultivo,
dispositivos para el manejo del agua y áreas de mo-
lienda extramuros. La conguración arquitectónica más
destacada en el sector superior de esta instalación son
los conglomerados residenciales, o unidades Tipo 36.
En segundo lugar se aprecia, entre las viviendas, la
presencia de parcelas de cultivo consistentes en cua-
dros, canchones y campos aterrazados. El sector me-
dio e inferior está conformado predominantemente por
áreas de producción agrícola. Finalmente se destacan
grandes conjuntos estructurales tipo 47, especialmente
en las cotas superiores. En el Sector LB1 no se rea-
lizaron recolecciones, ya que los sucesivos estudios
arqueológicos así como su acondicionamiento como
reserva patrimonial con acceso al público redujeron
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sensiblemente la cantidad de material en supercie.
Sin embargo, la cronología del asentamiento, realiza-
da sobre la base de fechados absolutos, se presenta
en detalle en la próxima sección. Las excavaciones
arqueológicas se realizaron exclusivamente en este
sector (Figura 2).
La Bolsa 2. El sector La Bolsa 2 (LB2), de 52 ha, se
ubica en los faldeos de las Cumbres Calchaquíes en
torno a un arroyo que corre en dirección norte sur. El
asentamiento está conformado por numerosas concen-
traciones de estructuras arqueológicas superciales, es-
pecialmente unidades Tipo 3, y un sistema de espacios
de producción agrícola formados por aterrazamientos,
montículos de despedre, líneas de contención, cua-
dros de cultivo y áreas de molienda extramuros. Se
destaca en esta instalación la presencia de una serie
de estructuras de manejo del agua (i.e., represas, ca-
nales y muros de contención) y, de manera aislada, un
montículo de tierra de grandes dimensiones.
En las cinco transectas realizadas en el sector LB2
se recuperaron 291 fragmentos. Las proporciones de
grupos tecnotipológicos en la totalidad de ellas es ho-
mogénea, y se presenta un alto porcentaje de fragmen-
tos correspondientes a Ordinario rojo sin baño (entre
55,8 y 91,2 %) y, en menor proporción, Rojo no sin
baño (entre 10,6 y 39,6%). Sólo se recuperaron dos
tiestos con decoraciones, del primer grupo (Figura 3).
La Bolsa 3. El sector La Bolsa 3 (LB3), de 30 ha,
es un asentamiento predominantemente residencial
emplazado sobre un glacis cubierto cuya pendiente
promedio es menor al 10%. Está conformado por nu-
merosas unidades residenciales Tipo 3, algunas estruc-
turas circulares grandes aisladas, conjuntos compuestos
por edicaciones de planta rectangular y, en la porción
inferior, espacios de producción agrícola.
En las cuatro transectas realizadas de LB3 se re-
cuperaron 808 fragmentos, con lo cual esta consti-
tuye la mayor muestra recuperada. Las proporciones
de grupos tecnotipológicos en la totalidad de ellas
es homogénea, y se presenta un alto porcentaje de
fragmentos correspondientes a Ordinario rojo sin baño
(entre 62,5 y 79,1%) y, en menor proporción, Rojo
no sin baño (entre 13,2 y 19,1%). Sin embargo, en
la Transecta TD se recuperó una gran variabilidad
de grupos: se incorpora, con cierta importancia, el
grupo gris no (9,6%) y, en proporciones menores,
Santamariano Bicolor (3,7%), Blanco sobre rojo pulido
(0,7%) y Belén Negro sobre rojo (0,7%). Estos grupos
correspondientes al segundo milenio fueron recupera-
dos casi exclusivamente en la cuadrata de recolección
intensiva ARI1, que fue planteada en la supercie de
un conjunto estructural de grandes dimensiones que
involucra recintos de plantas rectangulares, los cuales
se distinguen del resto de patrones constructivos regis-
trados en el sector. Sin embargo, en esta misma ARI
Figura 2. Planialtimetría Sector La Bolsa 1 (LB1).
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Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
se recuperaron fragmentos nos tanto oxidantes como
reductores con decoraciones aplicadas al pastillaje e
incisas, propias del primer milenio, los cuales se pre-
sentaron en el resto de transectas de LB2 (Figura 4).
Carapunco 1. El sector Carapunco 1 (Ca1), de 46
ha, involucra un área residencial, un espacio de pro-
ducción agrícola y una concentración de corrales en
las cotas más altas. Se emplaza sobre un glacis cubierto
cuya pendiente promedio es del 10%. El asentamiento
está conformado por numerosas unidades residenciales
y un complejo de estructuras agrícolas entre las cuales
se destacan aterrazamientos, montículos de despedre,
líneas de contención, cuadros de cultivo, estructuras
para el manejo del agua (i.e., represas, canales, etc.)
y áreas de molienda extramuros.
En las seis transectas realizadas en el sector CA1
se recuperaron 611 fragmentos. Las proporciones de
grupos tecnotipológicos en la totalidad de ellas es ho-
mogénea, y se presenta un alto porcentaje de fragmen-
tos correspondientes a Ordinario rojo sin baño (entre
70,8 y 89,3%) y, en menor proporción, Rojo no sin
baño (entre 6,7 y 22,2%). Sólo se recuperaron esca-
sos fragmentos con decoraciones, correspondientes a
estos dos grupos. La técnica decorativa predominante
es la aplicación de bandas al pastillaje sobre las cua-
les fueron realizadas incisiones profundas, lineales o
circulares (Figura 5).
Carapunco 2. El sector Carapunco 2 (Ca2), de 42
ha, emplazado sobre un glacis cubierto, está confor-
mado por numerosas unidades residenciales distan-
ciadas entre sí, y un complejo sistema de estructuras
agrícolas entre las cuales se destacan aterrazamien-
tos, montículos de despedre, líneas de contención,
cuadros de cultivo y áreas de molienda extramuros.
Figura 3. Planialtimetría Sector La Bolsa 2 (LB2).
Figura 4. Planialtimetría Sector La Bolsa 3 (LB3).
| V. Franco Salvi et al. - Intersecciones en Antropología 15 (2014) 307-322
314
En las cuatro transectas realiza-
das en el sector Ca2 se recuperaron
226 fragmentos. Las proporciones
de grupos tecnotipológicos en la
totalidad de ellas es homogénea,
y se presenta un alto porcentaje
de fragmentos correspondientes
a Ordinario rojo sin baño (entre
68,9 y 91%) y, en menor propor-
ción, Rojo no sin baño (entre 6 y
25,7%). Se obtuvieron escasos frag-
mentos con decoraciones. La técni-
ca decorativa predominante en el
grupo ordinario es la aplicación de
bandas al pastillaje sobre las cuales
fueron realizadas incisiones profun-
das lineales o circulares. En menor
medida se identicó la presencia de
fragmentos incisos nos cocidos en
atmósfera reductora (Figura 6).
Carapunco 3. El sector
Carapunco 3 (Ca3), de 10 ha, com-
prende una instalación predominan-
temente agrícola. El asentamiento
está conformado por numerosos y
grandes montículos de despedres
de forma alargada que varían entre
unos 40 y 180 m de longitud, dis-
puestos en la misma dirección de
la pendiente. En asociación direc-
ta a estas acumulaciones rocosas,
Figura 5. Planialtimetría Sector Carapunco 1 (Ca1).
Figura 6. Planialtimetría Sector Carapunco 2 (Ca2).
| 315
Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
a distinguir los rasgos que se asocian a distintos mo-
mentos de la ocupación humana. Los atributos y la
cuanticación de los conjuntos cerámicos recuperados
en las tareas de recolección permiten proponer una
serie de consideraciones acerca de la cronología de
los rasgos arqueológicos identicados. La presencia,
con predominio casi absoluto, de grupos tecnotipo-
lógicos asociados de manera recurrente a contextos
fechados en el primer milenio de la Era permite pro-
poner que la ocupación preponderante de los sectores
LB2, LB3, CA1, CA2 y CA3 se produjo durante ese
lapso. Esta propuesta se ve fortalecida por el diseño
de la totalidad de estructuras residenciales relevadas,
el cual ha sido datado entre el 200 DC y el 1000 DC
en distintos sectores y por equipos de investigación
independientes (González y Núñez Regueiro 1960;
Berberián y Nielsen 1988; Cremonte 1988, 1996;
Sampietro Vattuone 2002; Aschero y Ribotta 2007;
Salazar 2010). Otro elemento importante que se debe
considerar, más allá de la presencia o ausencia de
tipos con asignaciones cronológicas relativamente cla-
ras, es la similitud de las relaciones cuantitativas de
grupos tecnotipológicos de los conjuntos recuperados
en supercie con los de los procedentes de excava-
ciones y asociados a fechados absolutos del primer
milenio. Diversos contextos datados en este lapso (i.e.,
unidad residencial U14 y sectores de cultivo) (Salazar
et al. 2008; Salazar y Franco
Salvi 2009; Franco Salvi y
Berberián 2011) han permiti-
do ubicar entre 200 y 850 DC
conjuntos cerámicos constitui-
dos por una alta presencia del
grupo ordinario sin baño y en
menor medida del grupo rojo
no. Complementariamente,
y en porcentajes menores, se
presentan otros grupos como
los grises nos o los rojos (or-
dinarios y nos) con baños.
La proporción de fragmentos
decorados nunca excede el
5%, en los que se utilizaron
exclusivamente las técnicas
de aplicación al pastillaje.
Esta consideración no im-
plica que no se hayan produ-
cido ocupaciones posteriores,
las cuales se evidenciarían
en la presencia de algunos
fragmentos santamarianos o
Belén, que se recuperaron
en el Sector LB3, en las tran-
sectas TC y TD. Justamente
estos fragmentos fueron re-
cuperados en la supercie de
un conjunto de estructuras de
generadas durante la limpieza de los campos agrícolas,
se construyeron numerosas estructuras de retención
del suelo en forma lineal, y distribuidas en forma per-
pendicular a la pendiente. Complementariamente se
reconocieron una serie de recintos simples asociados
a las parcelas de cultivo interpretados como puestos
de control de la producción o lugares de almacenaje
de herramientas y productos.
En las dos transectas realizadas en el sector CA3 se
recuperaron sólo seis fragmentos de cerámica, todos
correspondientes al grupo Ordinario rojo sin baño,
sin ninguna decoración. La escasa presencia de frag-
mentos en supercie puede estar relacionada tanto a
la exclusiva funcionalidad agrícola que habría tenido
este espacio como a la baja intensidad de ocupación
fruto de una colonización parcial (Figura 7).
EL PAISAJE ALDEANO. ESPACIO Y TIEMPO
Los trabajos de prospección y relevamiento reali-
zados posibilitaron la obtención de un mayor conoci-
miento de los asentamientos del área norte del valle
de Tafí. El levantamiento planialtimétrico de detalle ha
brindado una cartografía arqueológica de una super-
cie total de 230 ha, sobre la cual hemos comenzado
Figura 7. Planialtimetría Sector Carapunco 3 (Ca3).
| V. Franco Salvi et al. - Intersecciones en Antropología 15 (2014) 307-322
316
grandes dimensiones y morfologías rectangulares, que
se distancian tipológicamente de las fechadas dentro
del primer milenio de la Era. Asimismo se han de-
tectado rasgos arquitectónicos y artefactuales que po-
drían corresponder a momentos más recientes como
los siglos XIX y XX. Sin embargo, la gran mayoría de
las evidencias registradas en el sector apunta a que
la ocupación de mayor intensidad y durabilidad en
el tiempo del área investigada se produjo durante el
primer milenio.
No se registra una disgregación clara entre las es-
tructuras y rasgos arqueológicos que permita pensar
en una separación entre ellos. Se presentan de manera
continua a lo largo del paisaje. En la mayor “periferia”
de un asentamiento siempre se tiene cercana proxi-
midad con nuevas estructuras. No se puede denir
en ningún caso un espacio interior y otro exterior y
tampoco parece haber un acceso restringido o contro-
lado. Asimismo, no se distingue en los asentamientos
la existencia de lugares centrales que se constituyan
como jalones que ordenan el espacio. No hay plazas
o ámbitos públicos que permitan considerar un patrón
centrípeto de crecimiento. El hallazgo de un montícu-
lo (en el sector LB2), que posiblemente constituyó el
escenario para la realización de actividades comuni-
tarias, reforzaría esta idea, dadas las condiciones de
su emplazamiento y las características constructivas.
Este montículo se encuentra en un lugar externo a
todos los asentamientos, es de fácil acceso y no tiene
ninguna estructura residencial asociada, ni siquiera en
espacios cercanos. Sin embargo, para seguir trabajando
con esta hipótesis será necesario efectuar excavaciones
arqueológicas.
Las unidades Tipo 3 son las que parecen instalarse
como múltiples nodos en torno a los cuales se es-
tructura la vida de los pobladores. Estas edicaciones
se destacan visualmente en el paisaje, incluso en la
actualidad, debido a sus altos y gruesos paramentos de
granitos y por el uso de grandes muros de contención
del suelo, construidos en las tareas de nivelación del
terreno. También conocidos como viviendas “patrón
Tafí”, se repiten de manera casi invariable en todos los
espacios analizados. Este es el rasgo más recurrente
del patrón aldeano registrado en el área de estudio y,
podría decirse, de numerosos espacios del área valli-
serrana a través del primer milenio de la Era.
Dichas unidades se constituyen como conjuntos
paisajísticamente aislados de sus vecinos más próxi-
mos. Cada uno conforma una célula destacada por sí
misma. Distanciados por espacios libres, construidos
con muros de piedra que limitan grandes supercies,
se constituyen como bloques que marcan el paisaje.
Las distancias entre las unidades más próximas va-
rían entre 2 y 100 m. Sin embargo, los compuestos
residenciales de este tipo se mantienen, en todos los
casos, disgregados entre sí. Cada uno, visto desde el
exterior, constituye una unidad distanciada del resto y,
hacia el interior, una unidad integrada (Salazar 2010).
La disposición de las construcciones posibilita un
tránsito libre dentro de los sitios, el cual no se ve
restringido por umbrales que haya que atravesar ne-
cesariamente para trasladarse de un lado a otro. La
separación entre unidades posibilitaba que cada una
tuviera acceso al exterior de manera directa y, de la
misma forma, que quien se dirigiera hacia ellas desde
fuera no debiera atravesar otros lugares intermediarios.
Las unidades residenciales parecen haber sido
construidas independientemente, y así conguraron un
trazado de crecimiento espontáneo al haber sido aco-
modadas al espacio disponible manteniendo distancia
entre una y otra. Los análisis espaciales realizados nos
han permitido denotar la ausencia de algún orden prees-
tablecido en la ocupación del sector (Salazar 2010).
El segundo rasgo supercial que se observa como
preponderante en el paisaje aldeano son los espacios
agrícolas. Las parcelas también evidencian cierta frag-
mentación: no hay extensos espacios de cultivo, sino
parcelas materialmente acotadas, tanto por la presen-
cia de estructuras rectangulares o subcirculares que
conforman canchones o cuadros de cultivo, como con
la instalación de aterrazamientos y muros de conten-
ción perpendiculares a montículos de despedres.
Las parcelas nunca superan los 400 m². Cada una
de ellas además sería fácilmente identicable por su
visibilidad y por la materialidad que siempre está aso-
ciada, ya sea un determinado montículo de despedre,
un muro de aterrazamiento o las paredes que encierran
un cuadro. Si bien resultaría arriesgado suponer qué
agentes o en qué modo se gestionan dichas parcelas,
se podría armar que sus dimensiones responden a
escalas fragmentarias, y su materialidad hace que sean
fácilmente distinguibles y diferenciables.
Las características hasta aquí reseñadas permiten
caracterizar al paisaje aldeano como una construcción
fragmentaria, que responde más a la escala doméstica
y a la lógica del crecimiento espontáneo de las familias
que a la planicación y lógica comunitaria. Todos los
lugares fueron colonizados por espacios residenciales
de escala doméstica y, en la materialidad, esta fue
enfatizada frente a otras escalas sociales posibles como
la comunal o la individual.
Hasta aquí se analizó el paisaje aldeano en tér-
minos sincrónicos, a partir de una imagen congelada,
tomada en el presente, de distintos espacios que fueron
habitados a lo largo de miles de años por personas de
diversos tiempos cuyas prácticas dirieron considera-
blemente. Una vez obtenido esto, se procedió al cono-
cimiento del paisaje en profundidad histórica partiendo
de la idea de que la comprensión de la secuencia de
prácticas requiere de la discriminación de distintos
| 317
Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
contextos correspondientes a determinados momen-
tos. Dicha tarea implica la realización de intensivos
trabajos de relevamiento, recolecciones superciales y
excavaciones, las cuales se han efectuado en el sector
La Bolsa 1 (LB1), especialmente en los subsectores
LB1-Ss1 y LB1-Ss2. Las intervenciones en una variedad
de contextos han permitido generar datos puntuales
que se convierten en indicios de distintos momentos
de la ocupación de este asentamiento y que, a la vez,
muestran la duración de ciertas prácticas.
La ocupación inicial de La Bolsa 1 se remonta al
menos a un siglo antes de la Era. En el subsector LB1-
Ss2, en la porción media del asentamiento, se identi-
có una estructura para el manejo del agua8. En una ex-
cavación realizada en un sector de ella se detectó una
concentración de desechos secundarios o basurero. Se
reconoció predominantemente cerámica ordinaria de
pasta roja y antiplásticos gruesos (91,2%) y, en menor
medida, cerámicas rojas y naranjas con inclusiones
nas (7,2%). Los fragmentos decorados fueron muy es-
casos (sólo el 0,63%), y todos ellos presentan gruesas y
profundas incisiones sobre bordes, asas y aplicaciones,
lo que genera unos aserrados muy particulares. Entre
los restos arqueofaunísticos se reconocieron diferentes
especímenes de Camelidae sp., uno de los cuales fue
datado en un rango entre el 360 AC-270 AC y entre
el 260 AC y 30 DC (Franco Salvi y Berberián 2011).
Las evidencias de esta temprana ocupación resultan
aún bastante aisladas pero aseguran de manera dedig-
na la presencia de actividad antrópica en ese espacio
al menos dos siglos antes del inicio de la era. Por otro
lado, permiten pensar que una de las actividades más
tempranas de esta instalación fueron principalmente
las relacionadas con la producción agrícola. La colo-
nización agrícola temprana de este asentamiento es
corroborada por la materialidad de otro evento, cuyas
evidencias fueron detectadas en cotas más altas de
LB1-Ss1. En un aterrazamiento, en el espacio conti-
guo al muro de contención, se
detectó una concentración de
pequeñas rocas que cubrían
una serie de restos óseos arti-
culados: las extremidades y el
cráneo de un camélido adulto.
Este conjunto estaba acompa-
ñado de fragmentos de vasijas
ordinarias con baño rojo y una
pequeña proporción de tiestos
cocidos en atmósfera reductora
y decorados mediante incisio-
nes, sin registrarse decoraciones
con aserrados. El conjunto fue
interpretado como el registro
generado por un ritual de ferti-
lidad que implicó el sacricio
de un camélido, probablemente
en el inicio de la utilización de la parcela de culti-
vos. Este evento pudo ser fechado en 70-220 cal DC
(Franco Salvi y Berberián 2011).
En los inicios de la Era se construyeron las primeras
instalaciones residenciales. La Unidad 14 (LB1-U14)
presenta una prolongada ocupación. El fechado más
temprano corresponde al estrato más profundo de una
cista inhumatoria ubicada en el centro del patio central
(R1), datado en 130-260 DC (Salazar 2010).
El piso ocupacional del patio, que contenía este
rasgo inhumatorio, fue fechado en 690-860 cal DC, y
los de otros recintos adosados de la unidad, en 680-
775 cal DC (R2), 680-800 cal DC (R4) y 650-770 cal
DC (R6) (Salazar 2010). Las vasijas de cerámica aso-
ciadas a este contexto presentan, predominantemente,
tamaños grandes y paredes gruesas. Los grupos tecno-
lógicos dominantes corresponden a pastas gruesas y no
uniformes cocidas en atmósfera oxidante, presumible-
mente a bajas temperaturas. En menor medida se pre-
sentan pastas nas de color beige, y grupos tecnológi-
cos cocidos en atmósferas reductoras, que constituyen
pastas grises y algunas negras, todas correspondientes
a fragmentos de vasijas de tamaños pequeños. Las de-
coraciones se ejecutaron preferentemente sobre estos
últimos grupos, en los cuales se realizaron incisiones,
que constituyeron motivos geométricos, líneas curvas,
campos rellenados por reticulados, etc. Varios motivos
son muy similares a las decoraciones asignadas fre-
cuentemente a estilos Candelaria. Sólo en tres casos
se reconocieron tiestos que podrían ser asignados a
estilos Aguada.
Complementariamente, se realizó un sondeo en un
espacio no excavado de la Unidad U10, cuyos mate-
riales fueron publicados en otra oportunidad (Salazar et
al. 2008) pero que son estilísticamente muy similares
a los descriptos para la Unidad U14. Fue fechada en
665-770 cal DC (Figura 8).
Figura 8. Calibración de fechados realizados en el sector LB1.
| V. Franco Salvi et al. - Intersecciones en Antropología 15 (2014) 307-322
318
nas naranja y gris, con decoraciones incisas, no cam-
bian signicativamente en todo el milenio. Las escasas
variaciones son producidas por la mínima presencia o
ausencia de algunos estilos, como Vaquerías, Ciénaga
o Aguada.
Los relevamientos de las estructuras superciales
y las excavaciones han permitido proponer que la
expansión de la vida aldeana se dio de manera es-
pontánea, gestionada por grupos que pretendían cierta
autonomía. Las excavaciones intensivas realizadas en
espacios productivos y domésticos en el sitio LB1 nos
permiten reexionar en escala micro algunos de los
aspectos de las prácticas y las condiciones de posibi-
lidad que han congurado dichas continuidades.
En el sitio LB1 se puede observar una persistencia
en la ocupación del espacio y en la construcción del
paisaje, la cual no permite reconocer claramente una
diferencia entre los inicios del primer milenio y la se-
gunda mitad de ese lapso. Sería muy difícil asociar este
asentamiento, o incluso a algunas estructuras dentro de
este a uno u otro momento. Además aquellas construi-
das a inicios de la Era siguieron siendo utilizadas a lo
largo de todo el milenio, como se ha podido reconocer
en la Unidad U14. Las parcelas aterrazadas fueron
utilizadas en el tiempo, en convivencia con materia-
les que remitían a los inicios de su construcción. Las
viviendas eran habitadas a lo largo de muchas gene-
raciones, y las prácticas que se daban en su interior
referenciaban a rasgos y estructuras que habían estado
allí desde tiempos inmemoriales.
Esas conguraciones materiales estaban cargadas
de múltiples temporalidades que no remitían a etapas
anteriores y posteriores. En ellas convivían y conviven
momentos en los cuales las prácticas se reproducían
y que remiten a otras prácticas, personas, intencio-
nes y materiales de distintos pasados. Los atributos
de las múltiples materialidades características apare-
cen y reaparecen en dilatados marcos cronológicos
en diferentes contextos ambientales y relacionales.
Las unidades residenciales compuestas se registran
de manera dispersa, como es el caso de LB2- U75A
(Berberián y Nielsen 1988), o de El Pedregal (Cremonte
1988) y concentradas, como en el sitio LB1 o el Tolar
(Sampietro Vattuone 2002). Los fechados obtenidos por
distintos equipos de investigación las remiten al inicio
de la Era, a los siglos medios de esta e incluso a sus
momentos nales. En este sentido, es muy interesante
la datación de la Unidad U75A, en el sector LB2,
publicada por Berberián y Nielsen (1988), a partir de
una muestra de carbón procedente la cista 4, la cual
arrojó 990 ± 30 AP (LP1830, carbón, 1018-1145 cal
DC). Aschero y Ribotta (2007) pudieron detectar un
contexto similar a este en el sitio El Remate, en la
Quebrada de Amaicha, cuyos fechados lo ubican casi
a inicios del segundo milenio, entre 900 y 1130 AP.
En el sector LB1 se puede observar una persisten-
cia en la ocupación del espacio y en la construcción
del paisaje, la cual no permite reconocer claramente
una diferencia entre los inicios del primer milenio y
la segunda mitad de ese lapso. Esta característica de
la duración de los paisajes es consecuente con otros
trabajos en los que se ha reexionado sobre la crono-
logía de los conglomerados residenciales del valle de
Tafí y áreas aledañas, los cuales se ubican en un largo
lapso que abarca casi la totalidad del primer milenio.
Los atributos de distintas materialidades características
aparecen y reaparecen en dilatados marcos cronológi-
cos, en distintos contextos ambientales y relacionales.
DISCUSIÓN
Las narrativas que dieron cuenta del proceso so-
cial vivido por los habitantes del primer milenio en el
valle de Tafí presentan algunos elementos en común.
Fundamentalmente, se espera la existencia de una rup-
tura signicativa en los modos de organización social,
patrones culturales y formas de producir, que se vean
reejadas en el registro material. Pero la observación
de esa ruptura en el registro es, al menos, confusa.
Los datos presentados en este trabajo (i.e., cerámica,
arquitectura, fechados radiocarbónicos, etc.) permiten
pensar en que tal ruptura tiene pocos fundamentos
empíricos. En principio, podría proponerse que exis-
te cierta dicultad para identicarla en el registro de
Tafí a lo largo de todo el primer milenio, al menos
comparándolo con el de otros espacios, como Hualfín
(González y Cowgill 1975), Campo del Pucará (Núñez
y Tartusi 2002) o Ambato (Laguens 2006; Gordillo
2007).
La segunda expectativa que se desprende de dichos
modelos es que ciertos rasgos de la materialidad (tipos
cerámicos, sitios o tipos de sitios) hayan pertenecido
a un momento más o menos acotado del primer mi-
lenio y que tales tipologías responden a determinadas
entidades culturales, clases de organización social o a
ciertas estrategias de explotación económica. De esta
manera, se construyeron una suerte de etapas que for-
maban parte de momentos diferentes. Esas fases, sin
embargo, no se presentan en el registro de la manera
esperada. Por el contrario, hemos podido explicitar en
este trabajo que los paisajes muestran más continui-
dades y persistencias, a lo largo del primer milenio,
que rupturas claras.
Por otra parte, en el indicador cronológico predi-
lecto de la arqueología, la cerámica, ningún elemento
permite ver cambios sustanciales, y se propuso incluso
la existencia de una tradición alfarera (Cremonte y
Botto 2000). Los conjuntos cerámicos, marcados por
el predominio de grupos de pastas gruesas, con baños
rojos, y en menor medida la presencia de pastas más
| 319
Paisajes persistentes,
temporalidades múltiples y dispersión aldeana en el valle de Tafí (provincia de Tucumán, Argentina)
Hemos podido ver distintos indicios de ciertas
continuidades en el registro arqueológico del sector
norte del valle de Tafí. Los resultados en los patrones
espaciales deben ser entendidos a partir de diversas
situaciones sociales resueltas con estrategias distintas
dentro de un marco de estructuras limitantes mayor-
mente compartidas. Las estrategias de reproducción
predominantes a lo largo del primer milenio parecen
haber puesto énfasis en la autonomía económica y
simbólica de los grupos de personas que habitaron
espacios residenciales. La idea central de este planteo
implica aceptar que los agentes, en gran medida, vie-
ron limitadas sus acciones, identidades e intenciones
por su participación dentro de los grupos domésticos,
que pueden haberse constituido como unidades de ac-
ción bastante integradas, sin negar posibles conictos
internos y tomas de posición encontradas. Esta posibi-
lidad se ve fortalecida al analizar la conguración y la
biografía de los ámbitos domésticos del primer milenio
en Tafí. Sin proponer una relación apriorística entre
espacios residenciales (unidades espaciales) y unida-
des domésticas (grupos antropológicos), se propone
que estos se constituyeron como unidades espaciales
integradas que albergaban grupos corresidentes de
tamaños considerables en los que los lazos con cier-
tos ancestros habrían sido enfatizados materialmente,
sobre todo por medio de los enterratorios en cistas.
A través de la cultura doméstica, esos colectivos
cristalizarían como grupos extensos con mayores gra-
dos de centralización (Blanton 1995). La conformación
de la casa, construida, enredada y cargada de signi-
cado, constituye un aspecto clave de la reproducción
del habitus, mediante el cual se habría reproducido la
identidad de sus ocupantes. Ese entorno entonces era
un medio material para negociar tensiones dentro de
unidades de parentesco amplias. La ruptura con esa
materialidad signicaba la sión de la unidad, para
establecerse en otro lugar, y se legitimaba por la uti-
lización de dicha unidad: una nueva vivienda, con sus
nuevos ámbitos construidos.
Cabría preguntarse si es posible pensar un pro-
blema tan amplio como el de la dispersión aldeana
desde una mirada tan local como la que proponemos
en esta ocasión. Es evidente que la falta de recursos
para afrontar este tipo de cuestionamiento es un li-
mitante infranqueable, y que la mayor parte de las
propuestas de este análisis pueden caer en un pozo es-
peculativo demasiado pretencioso. Sin embargo, a n
de cuentas, toda cronología en arqueología es local.
Quizás uno de los problemas con las secuencias con
las que trabajamos es no tener en cuenta ese detalle
de nuestra práctica, que la asignación cronológica que
podemos realizar en arqueología es siempre sobre un
evento (o una sumatoria de eventos) (Carbonari 1994).
Aunque parezca demasiado trivial, no hay que olvidar
que cuando se datan materiales orgánicos (la fuente
predominante de nuestras cronologías absolutas), no
se fecha una cultura, una fase o una etapa evolutiva,
ni siquiera un sistema social; se fecha el momento en
que un ser vivo (o varios) que dio origen a la materia
de esa muestra dejó de absorber 14C. Entonces, a n
de cuentas, trabajamos siempre con historias locales y
sobre todo con prácticas, las cuales pueden ayudarnos
a pensar procesos más generales. Un diálogo entre los
fechados obtenidos y las cronologías establecidas, y
una relectura de estas analizando los antiguos fecha-
dos en esta misma lógica podrían aportar una nueva
mirada sobre los fenómenos analizados.
CONCLUSIONES
Las continuidades observadas se habrían generado
en las estrategias de reproducción de personas sociales
que pusieron énfasis en la autonomía económica y
simbólica de los grupos que cultivaban en distintas
parcelas y habitaban los espacios residenciales. Los
cuerpos, formados y domesticados dentro de congura-
ciones espaciales muy particulares, llevaban inscriptas
en su interior las lógicas que ponían en el centro de
la vida a los ancestros familiares.
El resultado nal de los asentamientos, hacia el
siglo IX o X DC, no procedió de la racionalización
del uso del espacio ni de las estrategias de individuos
buscadores de prestigio. Fue un complejo proceso de
tensiones y negociaciones, en los cuales las soluciones
procedieron de principios, incorporados en el pasado,
aplicados a situaciones novedosas que los replicaron
y, en el mismo acto, los transformaron. Las conti-
nuidades espaciales y temporales de estas prácticas
habrían contribuido a la continuidad de otro grupo
de prácticas, como la manera de habitar, de traba-
jar campos, hacer cerámica, de vincularse con otras
unidades domésticas, etc. La identidad de los grupos
domésticos habría sido exaltada, y las decisiones in-
dividuales poco escaparían a este nivel social. De la
misma manera, la construcción de colectivos mayores
también debe haberse enfrentado a esta contradicción,
la cual, se postula, estuvo en la base de la permanente
fragmentación y dispersión de los asentamientos. Ante
el crecimiento demográco y de los conictos inter-
nos, las negociaciones de los actores sociales parecen
haber dado por resultado la conguración de ámbitos
sociales y políticos de cierta fragmentación, aunque
de escala bastante amplia.
Agradecimientos
A los miembros del Área de Arqueología y
Etnohistoria del Centro de Estudios Históricos “Prof.
Carlos Segreti” (Córdoba, Argentina). A quienes
| V. Franco Salvi et al. - Intersecciones en Antropología 15 (2014) 307-322
320
colaboraron en los trabajos de campo: Verónica Gazi,
Rocío Molar, Guillermo Heider, Julio Galo Díaz, Diego
Rivero, Gonzalo Moyano y Sergio Clavero. Se agra-
dece también a Benito Cruz y familia, al Laboratorio
NSF-Arizona AMS por la realización de los fechados
radiocarbónicos. Las investigaciones aquí presentadas
han sido nanciadas por el CONICET y el MINCyT
(Provincia de Córdoba). Finalmente, a los evaluado-
res del manuscrito, quienes han realizado interesantes
aportes y sugerencias.
REFERENCIAS CITADAS
Aschero C. y E. Ribotta
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(Los Zazos, Amaicha del Valle, Tucumán). En Paisajes
y procesos sociales en Tafí del Valle, compilado por P.
Arenas, B. Manasse y E. Noli, pp. 79-94. Universidad
Nacional de Tucumán, Tucumán.
Berberián, E. E. y E. Argüello
1988 La alfarería del Valle de Tafí (Pcia. De Tucumán-
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110. Comechingonia, Córdoba.
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NOTAS
1.- El área de estudio corresponde a la sección norte del
valle de Tafí, aunque las problemáticas planteadas deben ser
entendidas en un contexto integral, que incluye a la totalidad
del valle, a otros espacios aledaños, como los valles de la
Ciénega, Yocavil, el Cajón, las yungas, y a lugares más dis-
tantes con cuyos pobladores los habitantes de Tafí han estado
vinculados por varios siglos (Scattolin 2010).
2.- Los fechados que se presentan en este trabajo se han
calibrado utilizando el programa OxCal V.3.10 aplicando la
curva de calibración de Reimer et al. (2004). En todos ellos se
expresa el rango de variación para el 68% de probabilidades.
3.- Esta situación se ha venido revirtiendo en los últimos
años con la concreción de distintos proyectos de investiga-
ción (Caria 2004, 2007; Míguez 2005; Palamarczuk et al.
2007; Lanzelotti 2011), aunque aún se mantienen vacíos de
información considerables.
4.- En este caso, las recolecciones tuvieron en cuenta un
trayecto lineal continuo que abarcaba unos 2 m a cada lado
y dos áreas de recolección intensiva (ARI) de 10 m x 10 m,
en cada transecta, planteadas aleatoriamente.
5.- El grupo a, ordinario rojo sin baño, tiene una larga dura-
ción, ya que puede encontrarse en contextos tanto del prime-
ro como del segundo milenio. Sin embargo, se presentaron al-
gunos rasgos decorativos y morfológicos que asocian a la gran
mayoría de los fragmentos de este grupo al primer milenio
(i.e., asas macizas en botón, asas semicirculares paralelas a
las paredes, aplicaciones al pastillaje con incisiones, a veces
formando motivos antropomorfos en cuellos de botellones, e
incisiones profundas formando diseños lineales. Finalmente
el grupo g, blanco sobre rojo pulido (representado por un
sólo tiesto en toda la recolección) no ha podido ser asociado,
hasta la actualidad, a ninguna categoría cronológica.
6.- Conjuntos arquitectónicos compuestos por un recinto cir-
cular de grandes dimensiones (entre 8 m y 15 m de diáme-
tro), al cual se adosa al menos una habitación de la misma
morfología de menor tamaño (entre 2 m y 6 m de diámetro).
En muchos casos, la cantidad de estructuras adosadas exce-
de a la decena, y presentan diversidad en su construcción.
Conforman espacios residenciales (Berberián y Nielsen 1988).
7.- Unidades compuestas por dos o más recintos cuadrangu-
lares grandes adosados. Tienen puertas y pequeños recintos
incluidos. Se interpretan como corrales (Berberián y Nielsen
1988).
8.- Se los denominó EMA (Estructuras de manejo del agua)
debido a que su uso incluiría indistintamente tiempos de
abundante o poca agua. Es decir, se habría utilizado tanto
para el drenaje del exceso de agua, para su desvío durante
las precipitaciones como también para el control de la cre-
ciente y/o su almacenaje. Asimismo, su uso también habría
sido posiblemente reservado para el manejo de la erosión
del suelo cuando las lluvias intensas amenazaban remover
la supercie del suelo (Marcus y Stanish 2006).
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Este trabajo analiza los modos en que se constituyeron los paisajes del Valle de Tafí a través del primer milenio d.C. Los avances realizados hasta la actualidad, nos permiten plantear que fueron construidos en múltiples situaciones generadas por estrategias sociales y negociaciones permanentes entre agentes tanto humanos como no humanos a lo largo de varios siglos llevando a la coexistencia de prácticas "domésticas" y "comunales" en ámbitos indiferenciados, constituyéndose como la base de las posibilidades de reproducción de estas sociedades agrícolas.
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Se propone un conjunto de indicadores para la identificación de represas arqueológicas. Se detallan los principales aspectos técnicos y funcionales: sus elementos constitutivos (dique, embalse, vaso, bocatoma), las posibles fuentes de abastecimiento de agua (río/arroyo de régimen permanente o temporal, o agua de lluvias) y la relación con la agricultura y el riego. Se derivan indicadores y expectativas arqueológicas, organizados en tres ítems: características contextuales (emplazamiento y asociación); rasgos arquitectónicos y estratigrafía; sedimentología y microfósiles. Se ejemplifica con una estructura identificada como represa en la Mesada del Agua Salada, en el valle de Yocavil, provincia de Catamarca.
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Se presenta una primera sistematización de las características de la alfarería temprana del sitio Soria 2 (valle de Yocavil, Noroeste Argentino), centrando el análisis en ejemplares pertenecientes al denominado conjunto fino. Se apunta a la caracterización de una muestra del abundante material cerámico hallado en un contexto primario, para el cual se cuenta con un fechado de inicios de la Era Cristiana. El material es clasificado recurriendo a la categoría estilo, entendiendo a la misma como la integración de aspectos morfológicos, tecnológicos y decorativos, que convergen en los “modos de hacer” vigentes durante la ocupación del sitio. Se detallan las variables analíticas puestas en juego: forma, técnica de manufactura, pasta, cocción, tratamiento de la superficie y decoración. La conjunción de dichas variables es la base para proponer modalidades estilísticas. Adicionalmente, se refiere brevemente a las prácticas en las cuales las vasijas estuvieron involucradas, tomando en cuenta los contextos de hallazgo (doméstico y funerario). El análisis sugiere que algunos ejemplares de la muestra estudiada exhiben afinidades con espacios circundantes. Palabras clave: alfarería; modalidades estilísticas; contexto primario; Formativo; valle de Yocavil. Abstract In this paper we present a first systematization of the features of early pottery found at the site Soria 2 (Yocavil Valley, Northwestern Argentina), focusing the analysis on the specimens belonging to the so-called fine pottery group. We aim at the characterization of a sample of the abundant ceramic material found in primary context for which there is a radiocarbon date from the beginning of the Christian era. The material is classified using the style category, considered here as the integration of morphological, technological and decorative aspects, which converge in the current “ways of doing” at those times of the site occupation. The analytical variables used are detailed: shape, manufacturing technique, paste, firing, surface treatment and decoration. The combination of these variables is the basis for the proposed stylistic modes. Additionally, we briefly discuss the practices in which the vessels were involved, taking into account the recovery contexts (domestic and funeral areas). The analysis suggests that some vessels of the ensemble exhibit stylistic affinities with others from surrounding spaces. Key words: pottery; stylistics modes; primary context; Formative Period; Yocavil Valley.
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El objetivo del presente trabajo es dar a conocer la secuencia temporal prehispánica de la Quebrada de Los Corrales, ubicada en el abra de El Infiernillo (Tucumán) e insertarla en el marco témporoespacial regional. Tradicionalmente las investigaciones en el NOA se han concentrado en ciertas áreas dejando de lado a otras áreas consideradas marginales como El Infiernillo. Sin embargo, nuestras investigaciones dan cuenta de la presencia de sociedades humanas desde momentos tempranos (anteriores a ca. 2500 años AP) y hasta momentos tardíos (ca. 600 años AP). La información generada durante cinco años de trabajo nos lleva a plantear que El Infiernillo y más precisamente la Quebrada de Los Corrales estuvo lejos de tener un carácter marginal en tiempos prehispánicos.
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In the Valley of Ambato, Catamarca, Argentina from the IVth century A.D., a new way of life is formed with diversification of social roles and maintenance of economic and political inequalities. There is a correspondingly greater diversity in material culture, characterized by the Aguada ceramic style. Recent research tends to confirm a local development for this cultural process, which included some elements of strong continuity, along with few others marking ruptures with reworking meanings. Based on the contrast that arises from the comparison between the forms of life characterized by the Aguada style and the previous ones, we focused our attention on the local processes. Considering the continuities and ruptures, the reconfigurations and innovations, we proposed a theoretical approach to conclude that in Ambato the process occurred in a relatively brief period, with a profound impact on numerous aspects of society. Thus, we postulated that the change was drastic and not gradual.