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Territorializaciόn del aislamiento geográfico : criterio ambiantal para una nueva representaciόn territorial en la regiόn de Aysén.

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Resumen El concepto central que cruza el presente relato es el de Aislamiento Geográ-fico. En ese marco, ante una mirada histórica negativa del aislamiento geo-gráfico, marcada por el paradigma integracionista o de unificación territorial de la cultura moderna (siglos XVIII-XIX), es nuestro interés reflexionar en tornoa nuevos criterios que posibilitan obtener una percepción más positiva del aislamiento geográfico y comprender, por tanto, la temática y el problema como una oportunidad. Palabras clave: Aislamiento geográfico, Territorio,Criterios ambientales. Abstract The central concept that goes across this account is the Geographic Isolation. Within this context, with a negative historical perspective of geographical isolation, marked by the paradigm of territorial integration or unification of modern culture (XVIII-XIX centuries), it is the authors' interest to reflect on new approaches that allow them to obtain a more positive perception of geographical isolation and understand, therefore, the subject and the problem as an opportunity.
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Territorialización
del aislamiento
geográfico: criterio ambiental para una
nueva representación territorial en la
Región de Aysén1
Andrés Núñez2, Federico Arenas3, Louis Brigand4, Hernán Escobar5,
Ingrid Peuziat6, Alejandro Salazar7
Resumen
El concepto central que cruza el presente relato es el de Aislamiento Geográ-
fico. En ese marco, ante una mirada histórica negativa del aislamiento geo-
gráfico, marcada por el paradigma integracionista o de unificación territorial
de la cultura moderna (siglos XVIII-XIX), es nuestro interés reflexionar en
tornoa nuevos criterios que posibilitan obtener una percepción más positiva
del aislamiento geográfico y comprender, por tanto, la temática y el problema
como una oportunidad.
Palabras clave: Aislamiento geográfico, Territorio,Criterios ambientales.
Abstract
The central concept that goes across this account is the Geographic Isolation.
Within this context, with a negative historical perspective of geographical
isolation, marked by the paradigm of territorial integration or unification
of modern culture (XVIII-XIX centuries), it is the authors’ interest to reflect
on new approaches that allow them to obtain a more positive perception
of geographical isolation and understand, therefore, the subject and the
problem as an opportunity.
Keywords: Geographical isolation, Territory, Environmental criteria.
1 El presente artículo se inserta en el proyecto ECOS–CONICYT, C06 H03, 2006-2009 (Francia-
Chile), sobre “El aislamiento geográfico de la Patagonia Chilena, Región de Aysén, ventajas
y problemas”. Recibido el 20 de mayo de 2010. Aceptado el 11 de agosto de 2010.
2 Doctor en Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile).
E-mail: andresnunezg@gmail.com
3 Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile).
E-mail:farenasv@uc.cl
4 Institut Universitaire Européenne de la Mer. Université de Bretagne Occidental (Francia).
E-mail: louis.brigand@univ-brest.fr
5 Departamento de Humanidades y Educación Media, Universidad Católica Silva Henríquez
(Chile). E-mail: herescobar@hotmail.com
6 Institut Universitaire Européenne de la Mer. Université de Bretagne Occidental (Francia).
E-mail: ingrid.peuziat@univ-brest.fr
7 Instituto de Geografía, Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile).
E-mail:asalazab@uc.cl
ISSN 0716-8985
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Artículo t Tema central
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Al concepto de aislamiento, siendo amplio, se le vincula de manera ge-
neral a circunstancias negativas. Por el contrario, la noción de integración
posee una base mucho más positiva, a la que tradicionalmente se le ha
asignado un valor y asociación con el progreso. En el caso del aislamiento,
la primera definición que una persona puede encontrar es su relación con
la incomunicación y el desamparo (RAE, 2009). Desde una óptica sicológica,
el aislamiento se asocia a depresión y enfermedad. En medicina, se dice que
cuando una persona presenta síntomas de contagio, corresponde aislar al
paciente. En esa línea y desde una perspectiva histórica, se nos ha mostra-
do cómo a partir del siglo XVIII el tratamiento de la locura se vinculó a la
necesidad de aislamiento. Se trataba de separar (o “aislar”) a los “locos”
de los “normales”, relación mediatizada por la lógica del paradigma de la
modernidad (Foucault, 1976).
Por otra parte, desde un punto de vista geográfico, el aislamiento en
general ha sido abordado desde una perspectiva más bien geomorfológica,
donde la configuración física adquiere un papel preponderante en relación
a la vida de localidades insertas en ambientes de montaña o marinos. Una
palabra clave dentro de este tema es el de la conectividad así como la posi-
bilidad de interacción entre la población y los otros lugares. Cabe destacar
que al hablar de conectividad, lo primero que pensamos es en intercambio,
social y comercial, caminos y acceso tanto a los servicios básicos como a los
últimos avances tecnológicos como telefonía e Internet. En este sentido, la
capacidad de interacción de una localidad con su exterior dependerá de la
conectividad que esta tenga.
En este contexto, el objetivo del presente texto es reflexionar en torno a
la pregunta: ¿es posible realizar una lectura menos negativa del aislamiento?
¿Qué sucede, por ejemplo, si ubicamos el concepto de aislamiento en rela-
ción a otros puntos de vista, como en la relación aislamiento y globalización
o aislamiento y diversidad territorial y cultural o el aislamiento en relación a
determinadas particularidades territoriales que pueden eventualmente llegar
a definir vocaciones espaciales diversas? En fin, ¿qué sucede si observamos
el aislamiento geográfico desde un prisma ambiental?
Desde esta lógica, creemos posible formular una nueva interpretación
del aislamiento, un tratamiento que desea partir precisamente del territorio
como punto de origen; es decir, ante una creciente des-territorialización de
las decisiones y políticas públicas, donde el eje dominante es la globalización
de la mirada, creemos es importante y oportuno considerar y tener a la vista
que muchos territorios (y culturas) no están necesariamente globalizadas y que
su particularidad los pone en una posición especial frente al mundo: diversas
sociedades y vocaciones territoriales en distintos espacios geográficos.
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De allí que el aislamiento es un problema de escala, en tanto aquellos
territorios específicos pueden ser interpretados desde criterios distintos -los
ambientales, por ejemplo- a la lógica dominante. El aislamiento, como es
sabido, en la mayoría de los casos se asocia a una planificación donde la
integración y conectividad es esencial para definir modelos de desarrollo te-
rritorial. Una re-interpretación del aislamiento en algunos casos, ciertamente,
no anulará la perspectiva –real, por lo demás– negativa que de él se tiene,
pero, creemos, al menos la matiza.
Como el título ya lo advierte, indagaremos en este artículo en los criterios
ambientales con que determinados territorios son en la actualidad analiza-
dos y cómo esta interpretación relativiza la condición de aislamiento que
muchos de esos territorios presentan en el presente. Lo anterior, adquiere
aún mayor interés si el territorio que nos interesa abordar acá es la región
de Aysén o Patagonia Norte, como se la viene denominando en las últimas
décadas, ya que ella presenta uno de los más altos grados de aislamiento
desde la lógica de la conectividad. Antes, una contextualización histórica
de la conformación del valor integracionista que adquiere el territorio en la
cultura llamada moderna.
El nacimiento del concepto de
Integración Territorial
El origen de un modelo de ordenación territorial que privilegie la integra-
ción espacial como elemento central se encuentra directamente relacionada
con un proceso de laicización o humanización del paisaje (Capel, 1994).
En ese marco, es factible ubicar el nacimiento de la noción de integración
referido como modelo territorial hacia el siglo XVIII. Antes estuvo presente,
sin duda, pero para el caso de la América Española su invención se relaciona
directamente con las políticas borbónicas iniciadas hacia el 1700.
Desde esta perspectiva, el concepto de integración según lo comprende-
mos hoy posee una acepción moderna: fue y ha sido usado como sinónimo de
homologación y unificación espacial en una práctica que comenzó a adquirir
regularidad hacia el siglo XVIII y con mayor fuerza en el siglo XIX (Nuñez,
2009). El punto es interesante, ya que surge precisamente como oposición
a los conceptos de dispersión y diferencia espacial.
El imaginario moderno del territorio, por tanto, tiene sus bases en aquel
proceso amplio que llevó a posicionar a la razón como re-fundadora del de-
venir del hombre, proceso que es factible vincular al siglo XVIII. Es a partir de
este siglo cuando, a un nivel macro, la dinastía de los Borbón, influidos por
los aires de la Ilustración, comienzan el desarrollo de una serie de acciones
que impactan directamente sobre el territorio8. Para el caso del reino de Chile,
8 Es lo que se ha denominado el “Viaje de la Razón a América” como una metáfora de la
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aquella proyección territorial de las reformas borbónicas arrojó, entre otras,
una serie de modificaciones espaciales: (1) re-ordenación administrativa, lo
que repercutió directamente en el orden espacial precedente; (2) se perfiló
un accionar cuya matriz fuese la racionalidad científica del Estado; (3) la ta-
rea activa de los ingenieros militares, (4) la acumulación de información en
las relaciones del reino de Chile y (5) los viajes científicos de reconocimiento
territorial permitieron ampliar el campo de conocimiento que del espacio se
tenía; por último, un, aunque relativo, (6) desarrollo urbano (se pasó de 4
asentamientos en 1700 a más de 20 oficiales hacia 1800) y (7) una política
de centralidad territorial colaboraron a “ordenar”, “controlar” y reconocer
un espacio común y mayormente unificado.
Todas estas tareas favorecieron a avanzar y consolidar lo que se ha de-
nominado la “estética de la ilustración” en materia territorial: unificación y
laicización (Roger, 2007).
Una serie de otras iniciativas colaboraron a madurar la idea de la necesi-
dad de un territorio integrado. Así, durante el siglo XIX ellas se desplegaron
sobre un país que comenzaba a organizarse, las que en su conjunto llevaron
a ratificar una representación territorial ilustrada, uno de cuyos pilares cen-
trales fue la centralidad e integración territorial. En este siglo, entre otras, es
necesario destacar: (1) la construcción de la nación y la necesidad de definir
una historia propia; (2) la expansión y ampliación de las fronteras produc-
tivas, con los casos emblemáticos de la Araucanía y las tierras salitreras del
norte; (3) la definición de las ciudades como articuladoras de lo “nacional”,
por ende, una consolidación del sistema urbano iniciado tímidamente en
el siglo XVIII y; (4) un punto tan influyente como simbólico, como lo fue la
articulación del espacio a partir del desarrollo del correo, telégrafo, caminos
y, particularmente, el ferrocarril.
Desde este punto de vista, es posible afirmar que lo que hoy se conoce
como “Chile” fue la conformación de un imaginario, de una sensibilidad
que fluctuó desde una representación de diversidad espacial (siglos XVI y
XVII), marcada por una ruralidad dominante que volvía des-integrado y poco
uniforme al espacio a una composición territorial mucho más compacta,
homogénea e integrada, proceso que presenta su maduración hacia fines
del siglo XIX. El control definitivo del territorio (conocimiento, invasión y el
despliegue de las estrategias de dominio), y con ello la consolidación definitiva
de la mirada moderna del espacio “nacional”, sólo fue posible al interior de
la temporalidad de la segunda mitad del diecinueve.
imposición de modelos territoriales que se desarrollan en América y cuyo origen es europeo.
Desde esta perspectiva, el “nuevo” territorio es una invención cultural. En esto, sin duda, se
debe leer a Octavio Paz, El laberinto de la soledad, México: Fondo de Cultura Económica,
1992.
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La racionalización y control del espacio reflejó ciertas prácticas que hicieron
que la definición de un modelo de ordenación territorial ya a nivel “nación”
derivase hacia fines del siglo XIX a relacionar directamente integración con
algo positivo y, por el contrario, el aislamiento territorial como un aspecto
negativo. Así por ejemplo, el mejoramiento de los caminos, el desarrollo del
correo, el telégrafo y del ferrocarril, fueron símbolos que orientaron la repre-
sentación territorial hacia un reconocimiento más integrado, reduciendo, por
ejemplo, distancias y tiempos, lo que afectó directamente a afianzar lo que ya
se expresó: que el aislamiento era una “barrera por superar” para alcanzar la
integración. Más allá del proceso de formación de esta imagen del territorio a
nivel “país”, son ampliamente conocidos los traslados de familias extranjeras
para ocupar espacios menos, precisamente, integrados al imaginario “país”.
Esta idea de “colonización” fue, por tanto, una constante de las políticas
públicas a fin de incorporar territorios aislados a la nación. La colonización
–que en el caso de Aysén comenzó varias décadas después– colaboró, por
tanto, en disminuir o “acortar” aquellas áreas que eran consideradas como
“aisladas”.
En definitiva, hacia fines del siglo XIX, muy lejos ya de aquél horizonte
cultural donde naturaleza y hombre aún se fundían en un discurso común,
con diversos matices por cierto, donde la naturaleza era realzada por el
hombre, en una mirada simbólica y mágica, donde el territorio manifestaba
diversidad de expresiones y manifestaciones, el panorama ya no era el mismo.
La memoria colectiva valorizaba el espacio a partir de sus símbolos de poder
y control, de un modo radicalmente distinto, ya no desde la diversidad y
las distancias sino más bien desde la integración y la cercanía. En 1883, un
periódico expresaba:
“…hoy todo ha cambiado. El poder civilizado del siglo XIX tiene bases y
medios de acción que antes fueron desconocidos. La prensa, el telégra-
fo, el ferrocarril, el libro, el vapor, el cambio de productos, las empresas
internacionales, las ciencias han borrado las fronteras y han impulsado
la actividad general haciendo que los hombres busquen unificarse,
se encuentren y se estrechen en todas partes dando vida y aliento de
solidaridad del progreso humano...” (El Ferrocarril, 1883).
La mirada de integración del espacio como necesidad vital de un país se
mantuvo a lo largo del siglo XX y, por cierto, mantiene aún rasgos de vitalidad
reconocibles en forma periódica. Sólo cabe recordar los recientes sucesos
del volcán Chaitén y, a partir de aquello, la discusión sobre la necesidad de
integrar los territorios de la Patagonia al resto del país. Es decir, territorio
aislados como sinónimo de “atraso” o, para ser más exactos, alejados del
“proceso de la modernidad”.
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El concepto de
Integración
en Aysén
El modelo o paradigma integracionista, posicionado desde la seculari-
zación o racionalización del espacio siguió su curso a los territorios menos
incorporados. La región de Aysén fue, de este modo, un reflejo de aquella
representación integracionista, ya que con posterioridad reflejó un ideario
semejante al que se había manifestado en la zona centro-sur del país. Es decir,
no hubo novedad en el modelo de ordenamiento territorial desarrollado a la
fecha y, en consecuencia, se insistió en integrar para, entre otros aspectos,
consolidar la idea de nación y las fronteras productivas.
Así, a inicios del siglo XX, la región en su totalidad buscó ser incorporada
al resto de Chile, para lo cual el Estado chileno impulsó, en el marco de una
economía liberal, concesiones a grandes grupos empresariales ganaderos
que repartieron miles de hectáreas para explotación ganadera. El territorio
de Aysén, de esa suerte, derivó en una vocación silvo-agropecuaria, la que,
descontando la actividad pesquera artesanal costera, se mantuvo por largos
años, incluso hasta la actualidad aunque de forma menos preponderante.
Una vocación que dada la estructura geomorfológica de la región, sólo se
hubo de remitir a los valles, coincidente, por tanto, con los ejes históricos de
colonización (Martinic, 2005; Núñez, 1996).
En las décadas de 1970 y 1980 las políticas públicas hacia la Patagonia de
Aysén, con sus múltiples facetas, pueden concentrase en dos aspectos: una
propuesta de colonización más intensiva impulsada desde el Ministerio de
Tierras y Colonización, con resultados parciales, en tanto colaboró a focalizar
nuevas áreas que mantuvieron las características de aislamiento de otros
asentamientos ya existentes. Por otra parte, en el marco de una estrategia
de seguridad nacional hacia esas zonas, impulsada desde el gobierno mili-
tar, se consolidó una integración vertical de la región a partir de los avances
relevantes de la Carretera Austral. El contexto de ambas tareas estuvo dado
por una concepción geopolítica del territorio, en tanto el interés de aquellas
políticas públicas fue el fomentar y consolidar el poblamiento en la región,
buscando precisamente, y esto es relevante para la lógica de este relato,
evitar el aislamiento (Ministerio de Bienes Nacionales, s/f).
El aislamiento, por tanto, en ese contexto cultural, aparecía como una
amenaza tanto para la seguridad nacional como para la precariedad social
de los colonos y habitantes que llegaban y se asentaban en la zona. La re-
presentación territorial era la misma que la seguida históricamente en otras
zonas del país: unificar, integrar e incorporar.
Los resultados de ese proceso, vistos a la distancia, fueron modestos
en materia de generar poblamiento y desarrollo de las zonas aisladas y sus
efectos ambientales en los ecosistemas y el paisaje no han sido hasta ahora
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dimensionados. Buena parte de los resultados estuvo asociado a fuertes
impactos en materia de deforestación, con incendios descontrolados, abar-
cando vastas extensiones para habilitar los suelos para la ganadería. De hecho
muchos de los decretos que asignaban territorios incluían cláusulas tendientes
a despejar espacios –en la práctica esto llevó a generar incendios– para una
ocupación efectiva del bosque. Los ríos, por otra parte, se embancaron en
sus desembocaduras, afectando ricos hábitats marinos y costeros (Ministerio
de Bienes Nacionales, 1945 y ss).
Con el fin de limitar el nivel de aislamiento e incorporar territorios al
imaginario cultural, los gobiernos de la Concertación actuaron, en general,
bajo la misma lógica histórica de integración, considerando los territorios
aislados como Territorios Especiales. El trasfondo geopolítico está subyacente
en la definición de la coalición:
“Se entenderá por Territorios Especiales todos aquellos que en razón
de sus desventajosas condiciones geográficas, sociales, productivas
y/o institucionales, sean declarados de expreso interés nacional y por
ende con directa responsabilidad del gobierno central. La definición
es mayormente de carácter político en el sentido de que si bien re-
conoce la existencia de un fenómeno espacial que por sus propias
condiciones pudiera tener nominación de excepcional, nada significa si
no representa además una zona de explícito interés del nivel central”
(SUBDERE, 2005).
Esta definición, por cierto, es extensiva a una región como Aysén que
cumple desde la perspectiva del gobierno central con la condición de “es-
pecial”.
De hecho, en el año 2008, el Comité Interministerial para el Desarrollo
de las Zonas Extremas y Especiales (CIDEZE) definió a losTerritorios Especiales
como “aquellos que reúnen gran parte de los siguientes elementos: aisla-
miento crítico, población escasa y altamente dispersa, presencia deficitaria
del aparato público y bajo nivel de desarrollo socio-económico”. Aunque no
cuenta con una definición específica de territorio aislado, el CIDEZE plantea
que el aislamiento está determinado por determinados criterios: 1) criterio
físico; 2) criterio demográfico; 3) criterio económico; 4) criterio de acceso a
servicios; y 5) Criterio político-administrativo. De este modo, territorio aislado
es aquel con bajo nivel de accesibilidad, con escasa población y alta dispersión
de ésta, baja presencia y cobertura de servicios básicos y públicos, y que, a
consecuencia de estos factores, se encuentra en una situación de desventaja
y desigualdad social respecto del desarrollo del país (SUBDERE, 2008).
Desde esta perspectiva, es decir, desde una lectura del territorio aislado
como opuesto a lo integrado, para el caso de Aysén aparecen la mitad de
las comunas, esto es cinco de ellas, entre el grupo de las más aisladas a
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nivel nacional. De éstas, además, cuatro están entre las veinte comunas más
aisladas del país.
En este marco, un dato relevante es que el estudio constata que el total
de estas comunas aisladas concentran sólo al 6,09% de la población regional.
Esto lleva a preguntarnos: ¿Qué es “lo aislado” en estos vastos territorios
con una población tan exigua? Reconociendo el problema de aislamiento
físico de esa población, pensamos también que es posible realizar el ejercicio
de una lectura que reflexione sobre “otras” posibilidades de desarrollo y los
criterios desde donde se aborda el problema.
La presente comunicación; habiendo identificado un modelo de desarrollo
territorial histórico basado en la unificación y concentración espacial, propone
realizar una lectura territorializada del aislamiento, es decir, desde el territorio
hacia el hombre y no al revés, lo que podría, en principio, otorgar ciertas luces
de un tipo de ordenamiento territorial cuyo posicionamiento sea distinto altra-
dicional (siglos XVIII, XIX y XX),donde la mirada se ha centrado en el hombre.
Criterios nuevos deberían incorporar bases o lineamientos que propendan más
hacia lo local, al lugar y hacia la pluralidad del territorio. Es decir, constatando
en cierto modo el problema, como ha expresado un reciente estudio del propio
gobierno central: “Actualmente hay coincidencia en los enfoques respecto de
las tendencias a la lugarización como una reacción natural y necesaria frente
al problema de la globalización, es decir, de la valorización de factores de
desarrollo endógenos en cada territorio como condición necesaria para hacer
viable su inserción en la economía mundial” (Haefner, 2009).
Es decir, si por desarrollo endógeno comprendemos la habilidad para
innovar a nivel local estaremos en una línea que pretende incorporar nuevos
criterios para la formulación de una nueva cultura del territorio.
Una lectura menos globalizada: varias
patagonias
en
una Patagonia
¿Qué sucede, entonces, si territorializamos el aislamiento? Su punto de
partida se asocia a una valorización particular del territorio, que es lo que ha
venido marcando un nuevo discurso en materia de política territorial (Veiga,
1999; Colajanni, 2001; Lison, 1983). Se trata de una nueva forma de planificar
y gestionar el territorio que pone el acento en la necesidad de definir nuevas
estrategias que prioricen la (1) equidad social, (2) la gestión prudente de los
recursos y del paisaje, (3) la competitividad equilibrada, a la vez que definen
una nueva forma de gobernar y gestionar las políticas territoriales basada
en el diálogo y la cooperación. Se trata en definitiva de una nueva forma de
entender el territorio que ha supuesto la aparición y consolidación de una
nueva cultura territorial fundamentada en los recursos propios de cada región
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(Tarroja, 2006). En el fondo, cuando hablamos de aislamiento en espacios
vastos como los de Aysén debería realizarse un esfuerzo por comprender
que su territorio es una expresión de una base cultural particular, donde en
muchos casos, modelos que tienden a la globalización e integración actúan
sin considerar o tomar en cuenta que la interpretación puede ser también
propia o, como dijimos, endógena (Cosgrove, 2002).
En una lectura menos globalizada, un territorio amplio como el de Aysén,
dominado por los niveles de biodiversidad presentes allí, el aislamiento puede
llegar a interpretarse como una oportunidad si existe una planificación y un
ordenamiento territorial precisamente territorializado, es decir, si parte desde
otra escala e interpretación. En cierto modo, la disyuntiva entre lo aislado
y lo integrado es similar a la vieja disputa entre lo atrasado y lo moderno,
este último concepto como sinónimo de mejor y acorde a tendencias, pa-
radójicamente, globales. Sin embargo, la globalización supone un proceso
incompleto (no todos los lugares se globalizan) en la medida que refuerza la
centralización, la concentración, la fragmentación y la desigualdad de manera
más acelerada y evidente y, por otra parte, fuerza también a un proceso de
unificación, donde todo es uno y similar a patrones de construcción cultural
dominante (Ciccolella, 2006). Milton Santos, citado por Ciccolella, dice: “lo
global no existe, salvo como construcción intelectual”.
Es decir, siguiendo el paradigma modernista, homologar y unificar a
costa de una perspectiva pluri-territorial, donde lo que se valorice es el valor
estratégico o valor agregado de un determinado territorio.
Muy interesante es constatar, finalmente, que lo que la globalización
aporta en la des-territorialización, es decir, a la mitigación de lo diverso, de
lo local, colabora, a su vez, a la crisis y modificación de conceptos como
“cercanía”, “accesibilidad”, “contigüidad” y “proximidad”, ya que una serie
de técnicas pueden llevar a territorios aislados a una “insularidad inteligente”
(Ciccolella, 2006).
El aislamiento como oportunidad: cuando el criterio
ambiental permite valorizar el
territorio aislado
desde
una perspectiva particular
Como hemos venido expresando, el concepto de aislamiento depende del
punto de vista que se lo enfoque. Desde una perspectiva más tradicional o
globalizada resulta negativo, pero desde un punto de vista menos globalizado,
su “problema” se vuelve relativo, o como también expresamos, al menos lo
matiza. En esta línea, determinados territorios aislados, y el caso de Aysén
es bastante evidente, puede abordarse el asunto a la inversa y plantear la
siguiente pregunta: ¿un territorio aislado tiene la suficiente resiliencia para
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adaptarse a la conectividad e integración como patrón dominante de plani-
ficación y ordenamiento territorial?
Este aspecto no es menor, ya que plantea como elemento central de dis-
cusión la sustentabilidad de los recursos. Si pensamos, sólo de modo general
y como ejercicio de memoria, los territorios de la Araucanía eran también
“territorios aislados”, al menos desde la mirada desde el español que actuaba,
como es sabido, como percepción “oficial” y dominante. La integración de
nuevas fronteras productivas (trigo principalmente) fue un “acto verdadero”,
ya que el lenguaje común fijaba que para ordenar y controlar un territorio
era necesario unificar e incorporar territorios. El resultado fueron miles de
hectáreas quemadas y una cultura (la indígena) anulada en su identidad. Eso
fue así porque el contexto histórico y las dinámicas culturales influyeron de
tal modo que no hubo mayor discusión sobre la materia (salvo, tal vez, la
opinión de los propios indígenas). Sin embargo, en la actualidad es posible
realizar un ejercicio similar, pero a la luz de nuevas lecturas culturales como
la dimensión ambiental, aunque también social, del territorio.
Una región como la de Aysén presenta fortalezas, propias y exclusivas,
como consecuencia de su ubicación geográfica, la que ha determinado no sólo
la existencia de valores morfológicos y paisajísticos asociados a los recursos
naturales y el medio ambiente, sino también una forma de poblamiento y
ocupación territorial que ha permitido mantener condiciones excepcionales
para el desarrollo de numerosas actividades turísticas, muchas de ellas rela-
cionadas con el turismo ecológico y de aventuras.
A continuación expondremos dos instancias que tienden a incorporar el
criterio ambiental como elemento central. Ambas son instancias de valori-
zación territorial. La clave, pensamos, es que estos ejemplos consideran al
territorio como punto de partida e intentan poner en valor al territorio como
elemento de identidad, pudiendo ambas instancias colaborar a generar de
Aysén un territorio cuyo énfasis o centralidad de la planificación sea precisa-
mente uno de sus mayores rasgos identitarios: su biodiversidad.
Deseamos exponer dos posiciones. Ambas, si bien concentran su atención
en el criterio ambiental, rescatan o no desconocen la globalización o los mo-
delos actuales con que los territorios se ponen en valor, incluso si pensamos
que esa puesta en valor es llevada a cabo en el mercado. Sin embargo, son
miradas que, en cierto modo, desean o apuestan a lo que Santos (1996) ha
denominado “el retorno del territorio”.
Valorización (económica) de “lo ambiental”
Esta primera “posibilidad” del aislamiento geográfico tiene que ver con
lo que se ha llamado la “Nueva Competencia Territorial” para expresar que el
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territorio es ahora visto más allá de su externalidad y es reemplazado concep-
tualmente por el territorio-inteligente o territorio-recurso. Así, la diversidad
territorial es el factor clave para la competencia. La clave es cómo integrar
esas diversidades. El éxito de los sistemas productivos dependerá entonces
de la habilidad que tengan para, por un lado, adoptar las codificaciones que
les permitan compatibilizarse con mercados mayores y, a la vez, mantener
códigos propios que les permitan mantener su propia identidad local, que
es la clave de su especificidad competitiva (Ciccolella, 2006).
En el fondo se trata de plantear una re-valorización y re-significación del
territorio a partir de su propia identidad como respuesta a la trans-naciona-
lización del territorio. Planteado así, los territorios vastos y aislados de Aysén
pueden replantearse hacia lo que se ha denominado valorización económica
de las funciones ambientales (CONAMA, 1996).
Un punto de partida de esta valorización es la ecuación medio ambiente
igual recurso escaso. Así la economía ambiental aspira y pretende superar la
discrepancia entre los intereses sociales y ambientales y los netamente econó-
micos o privados. Nuevamente se trata de un asunto de óptica o perspectiva.
Si nos ponemos en una posición donde lo único que vale es el crecimiento
económico estaremos valorizando de modo externo el recurso. Por el con-
trario, si lo que importa es la conservación o preservación del recurso de ma-
nera cerrada y absoluta, llegaremos a una posición donde incluso el hombre
tiene “prohibición de acercarse”. De esta suerte, “el sistema económico y
el sistema medio ambiente se ven enfrentados así a establecer relaciones
de mutua dependencia” o al menos de necesaria regulación (Sanhueza y
Muñoz-Pedreros, 2005; CONAMA, 1996).
Sin embargo, en una región como la de Aysén el tema puede –y tal vez
deba estratégicamente– ir más allá de un asunto de precios, en el sentido de
“quien contamina paga”9. La consideración de la dimensión ambiental en las
estrategias de desarrollo puede resultar clave en la valorización de territorios
aislados y otros no aislados regidos todos éstos por una matriz cuya columna
vertebral sea el rescate de lo que denominamos el recurso inteligente, es
decir, la puesta en valor de los componentes endógenos de desarrollo. No
todo es transable en el mercado.
9 Según Macarena Muñoz el principio “Quien Contamina Paga” surge por vez primera como
regulador ambiental, en Japón en 1970. Posteriormente, en 1972, la OCDE lo adopta como
una base analítica de los instrumentos económicos para regular la contaminación. Así se
habla de “Daño ambiental” cuando la presencia del ser humano genera un cierto nivel de
alteración y degradación del ambiente natural; el daño ambiental se asocia a aquel punto
en que el ser humano deja de usar racionalmente los componentes ambientales siendo la
naturaleza incapaz de neutralizar aquello que es introducido en ella, autodepurarse, o bien,
autorregenerarse tras la utilización de los elementos que la componen”. Esta definición,
sin embargo, parte de una base que separa la Naturaleza del Hombre y lo que este artículo
plantea es que la Naturaleza es un componente cultural también.
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Al observar y comprender un vasto territorio dominado por una rica bio-
diversidad y ecosistemas únicos en el mundo, quizás lo esencial estará en los
servicios ambientales que la región presenta. De este modo, “lo ambiental”
podrá también integrarse en la cadena de lo “económico”, pero desde una
perspectiva distinta a la sola clasificación de “materia prima”. Por el contrario,
la Naturaleza (así con mayúscula) deja de ser vista como solamente un asunto
físico y se inserta en una perspectiva también humana o, más exactamente,
cultural (Arnold, 2000). Así, una valuación monetaria de ella puede llegar a
ser amplia y variada, ya que el valor diverso que a ella se le entrega presenta
una perspectiva socio-cultural, es decir, simbólica. Esta premisa, interés del
trabajo de los geógrafos culturales, se asienta en “el reconocimiento, simple
pero profundo, de que el acto de ver es una actividad que se genera de manera
cultural. Aprendemos a ver gracias a la mediación comunicativa de palabras
e imágenes y estas formas de ver se convierten en naturales para nosotros”
(Cosgrove, 2002). Es decir, la apreciación o concepción de la naturaleza es
un “acuerdo cultural”.
En este contexto, la biodiversidad y los ecosistemas presentes en la
Patagonia chilena, puntualmente en Aysén, no sólo llegan a ser objeto de
conservación sino dado su contenido patrimonial pueden llegar a ser valua-
bles monetariamente y trasformarse en servicios ambientales. Más allá de su
valor externo, como hemos dicho, su potencialidad es intrínseca, es propia,
está inserta en aquella representación ambiental. Pongamos un ejemplo de
esto. Mientras el razonamiento de un economista estima que un río no tiene
precio, pero tiene valor, se está basando en una valorización que es capaz de
otorgarle el consumidor. Sin embargo, desde un prisma aunque económico
con un soporte ambiental lo relevante será reconstituir ese valor a partir del
comportamiento de los individuos y deducir el valor que cada uno atribuye
al ambiente. Se trata, por tanto, de un asunto de enfoque o énfasis. Así,
bañarse en un río o ir a pescar invierte o implica gastos de tiempo y dinero,
que son un indicador del beneficio que el ambiente aporta (Carnevale et
al., 2006).
Por tanto, desde una perspectiva estratégica, uno podría preguntarse:¿Cuál
es el valor, ambiental y económico, de los ríos Pascua y Baker sin ser inundados
por las represas propuestas por Hidroaysén? La represa actúa, siguiendo la
lógica de este texto, como des-territorialización, es decir, le quita identidad
a un territorio particular y, por ende, lo globaliza10.
Por otra parte, también es posible tener a la vista en la valorización de
los servicios ambientales no sólo el aporte en mismo que éstos pueden
llegar a hacer en la calidad de vida sino también cómo afecta su alteración,
10 El proyecto de Hidroaysén planea inundar parte de la cuenca de los ríos Baker y Pascua,
para un total de cinco centrales hidroeléctricas, 5.910 hectáreas, cuya superficie total es
de 108.494 km2.
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económicamente, a distintas escalas de tiempo. La tala de un bosque no
sólo importa porque disminuye su productividad neta y diversidad biológica
(entre otras variables como la liberación de oxígeno para regular los niveles
de anhídrido carbónico), sino porque además habrá un costo adicional que
se generará por el necesario calado de los ríos en los cuales se vierten sus
sedimentos y el efecto que provocará este cambio en toda la cuenca de
captación, con el transcurrir de los años (Carnevale et al., 2006).
En definitiva, la diversidad biológica representada en los ecosistemas de
los vastos territorios de Aysén va más allá de un problema “moral”. Presen-
tan, y esto es lo clave, “posibilidades” u oportunidades desde una óptica de
servicios ambientales. Sin embargo, para que productividades como el turismo
de intereses especiales, la investigación, el manejo sustentable de praderas,
la biotecnología, entre otros aspectos posibles de valuarse monetariamente,
se desarrollen y se consoliden, es necesario y requisito fundamental partir
de la base que muchos de los territorios considerados “aislados” requieren
consolidar una mirada estratégica, una comprensión de conjunto donde la
“cuestión ambiental” no sólo sea comprendida sectorialmente sino que se
transforme en una “estrategia central del modelo de desarrollo territorial”
(Tarroja, 2006).
Políticas públicas de valorización ambiental
En la misma lógica de la valorización económica de lo ambiental es posible
agrupar algunas otras posibilidades de los “territorios aislados” de Aysén en
determinadas políticas públicas encaminadas a poner en valor territorios que
presentan altos niveles de biodiversidad y fragilidad ambiental.
En lo que respecta a Aysén, la estrategia pública general para estos
territorios presenta un primer giro importante hacia la década de 1990, al
reorientar su acción a evitar abrir nuevos polos de poblamiento, buscando
afianzar, en muchos casos, los precarios asentamientos existentes (Ministerio
de Bienes Nacionales, s/f). Es decir, se realiza una evaluación global de los
planes de colonización. Entre los problemas constatados fue posible distinguir:
abandono de tierras por parte de los colonos, ocupación de terrenos privados,
la entrega de grandes extensiones de tierra, y la existencia de asentamientos
al interior de las Áreas Silvestres Protegidas (SNASPE).
En general, la asignación de terrenos se hizo con un profundo descono-
cimiento del territorio. No existió, en la práctica, una lectura preliminar del
territorio, un levantamiento de los terrenos ni qué contenían. Lo anterior se
explica, como se expresó en los primeros puntos, ya que el sustento de la
política de colonización era “ocupar para integrar”.
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De este modo, se produjo un cambio en el concepto que definiese la
política pública hacia Aysén. La palabra “colonización”, con todo lo que ello
implicaba, se cambió por la idea de “poblamiento”. Este nuevo concepto
se basó en los siguientes preceptos: las expectativas de los colonos habían
variado; el modelo productivo sufría los primeros cambios (el turismo de
intereses especiales, por ejemplo) y, algo que interesa particularmente a esta
composición, se comenzó a desarrollar en el horizonte cultural del país una
preocupación ascendente por el cuidado y preservación del medio ambiente.
En consecuencia, la nueva línea de acción tuvo como orientación central el
“favorecer y potenciar los asentamientos humanos existentes”. Este punto
fue clave. Ya no se trataba de ocupar los espacios regionales para evitar “es-
pacios vacíos” sino más bien consolidar y afianzar los espacios ya ocupados
y, paralelamente, cautelar que el poblamiento se diese en equilibrio con el
medio ambiente, potenciando y preservando los ecosistemas con potenciales
turísticos o de reservas naturales (Ministerio de Bienes Nacionales, s/f).
Todos estos principios, sin duda, fueron y son comprensibles en el con-
texto de cambio cultural entre la relación del hombre y su medio ambiente.
De ahí, por ejemplo, que apareciese el último eje que se preocupaba, por
primera vez, de incluir la protección del medio ambiente como un aspecto
central de la acción pública.
En Aysén, importantes porcentajes de territorio se agruparon a través
del sistema público de protección del patrimonio, mediante la incorporación
de territorios al Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado
(SNASPE), creado en 1984, donde paradójicamente aquella protección tuvo
que ver menos con razones “ambientales” que con factores geopolíticos. Hoy
esa situación ha variado, por lo que existe una gran variedad de instrumentos
legales para poner bajo protección un espacio de valor natural y/o cultural,
que operan en situaciones disímiles y con distinta intensidad de protección,
desde la más estricta hasta aquellas que compatibilizan la protección con el
uso sustentable de un área determinada (Figura 1).
La Política Nacional de Áreas Protegidas, impulsada por el Gobierno
desde el año 2005, reconoce la existencia de tres subsistemas o vías para
conseguir la protección y la administración de las áreas protegidas, todas
ellas presentes en la región de Aysén: (1) el subsistema público en el ámbito
terrestre (administrado por CONAF) y marino (administrado por el Servicio
Nacional de Pesca); (2) el subsistema público-privado en el ámbito terrestre
(el Ministerio de Bienes Nacionales delega y supervisa la administración de
terceros) y marino (Subsecretaría de Marina y la Comisión Nacional de Medio
Ambiente CONAMA, delegan y supervisan administración a terceros) y (3)
el subsistema privado, tanto en propiedad como en gestión, aún sin marco
legal oficial (CONAMA, 2008).
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Figura 1. Áreas de conservación y protección de biodiversidad, Región de Aysén
Fuente: CONAMA, 2008.
Un aspecto nuevo de esta política pública, sustentada en la Estrategia
Nacional de la Biodiversidad (2005), fue la labor desarrollada por el Ministerio
de Bienes Nacionales que inició una tarea que estuvo encaminada a “explorar
nuevos territorios e identificar sus aptitudes y vocaciones, para de este modo,
definir una imagen objetivo de acción con respecto de estos terrenos”. Este
punto vino a afianzar el cambio de línea de acción que ya hemos menciona-
do, y lo hizo de un modo radical: ya no se trataba de ocupar espacios vacíos
para disminuirlos porcentualmente sino que junto con buscar consolidar las
ocupaciones existentes, los nuevos espacios aislados debían responder a una
gestión sustentable y coherente con su vocación. A esto se le llamó “Ges-
tión Intencionada”, en tanto, el Ministerio de Bienes Nacionales comenzó a
identificar una cartera de terrenos que eran factibles de desarrollar desde la
perspectiva de sus aptitudes principales. Por décadas, el Ministerio tramitó
solicitudes de terrenos sin conocer o que traspasaba a privados (ya sea en
Títulos Gratuitos, Venta u otra figura legal). Así se privatizaron innumerables
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hectáreas cuyo contenido en riqueza ambiental era y es incalculable. De este
modo, se planteó lo siguiente:
Poner en valor la base de recursos naturales y culturales de los terrenos t
fiscales comprometidos e incorporarlos al desarrollo productivo mediante
iniciativas que apunten al desarrollo turístico y conservación ambiental.
Potenciar las ventajas comparativas en materia turística de los territorios t
comprometidos, atrayendo inversiones y generando empleos.
Reservar para el dominio fiscal áreas que interesa conservar y desarrollar t
por su contenido patrimonial en beneficio de las generaciones futuras.
En términos generales, dada la riqueza de los ecosistemas en Aysén,
resulta relevante propender a un mayor conocimiento y manejo adecuado
de la biodiversidad del territorio, ya que de lo contrario existe el riesgo de
comprometer la base de recursos patrimoniales, que interesa conservar con
el objetivo de traer beneficios al medio ambiente y comunidad local y a es-
cala más global. Aysén sigue concentrando los más altos niveles de bosque
siempre verde cuya biodiversidad es única en el mundo.
Existe, sin embargo, un punto que es importante de resaltar. La Región
de Aysén concentra parte relevante del patrimonio natural (y cultural) del
país, con potencialidades y vocaciones indiscutidas: alrededor del 80% de
la superficie regional corresponde a propiedad fiscal, en donde, un 50%
corresponde a áreas silvestres protegidas o SNASPE, quedando un 30% en
administración directa por parte del Ministerio de Bienes Nacionales, es decir,
existen 3.000.000 de has, las cuales son susceptibles de ser consideradas para
la administración intencionada. Las principales vocaciones productivas de es-
tos territorios se dan en actividades que tienen fuertes efectos multiplicadores
en el mercado del trabajo, como es el turismo, y que pueden ser factor activo
de promoción de nuevas y mejores oportunidades de utilización del tiempo
libre a los ciudadanos (Ministerio de Bienes Nacionales, 2006).
No obstante, enfocar estas políticas públicas de resguardo ambiental
sólo al ámbito de protección y preservación puede llevar a un patrón que
no orienta el paisaje, en tanto cultura, como elemento estructurante del
sistema o modelo territorial y se corre el riesgo de fijar y ampliar territorios
hacia “islas protegidas”. Desde esta perspectiva, lo que aquí se proyecta
como un aspecto positivo del aislamiento geográfico puede transformarse
en negativo. En este sentido, el concepto de paisaje resulta especialmente
atendible para la ordenación del territorio y para la generación y desarrollo
del concepto de musealización del territorio, es decir, la integración de una
visión de conjunto de las funciones ambientales del espacio, la “calidad”
del territorio y sus identidades, percepciones y valorizaciones socioculturales
y, por consiguiente, también de calidad de vida de las personas (Martínez y
Vásquez, 2008).
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Conclusiones
Un principio central ha guiado al presente texto: que el aislamiento geo-
gráfico en una región como Aysén puede ser una oportunidad si se incorporan
nuevos criterios y perspectivas en la forma de mirar y modelar el territorio.
De este contexto se desprende la necesidad de reflexionar respecto
del futuro de aquellos espacios geográficos marcados por condiciones de
extremo aislamiento, como también de las posibilidades de reducción de la
fricción impuesta por la distancia y la rugosidad de la topografía. En efecto,
si el aislamiento es un problema mayor también puede presentarse como
un recurso que puede valorizarse, particularmente a través del turismo de
intereses especiales y de estrategias de conservación y valorización del paisa-
je. Lo anterior supone un esfuerzo por instalar una mirada diferenciada del
espacio regional, sobre su estructura y organización, buscando diferenciar
lugares en los que el aislamiento puede presentar una ventaja para algunas
actividades o funciones, de aquellos en donde los esfuerzos por mejorar su
accesibilidad debieran ser la tónica.
Desde la cualidad positiva, el aislamiento geográfico sirve por ejemplo para
generar identidad de una localidad o producir la conservación de una cierta
cultura, o afianzar modelos de ordenamiento a partir de la identidad territorial,
definida ésta a partir del territorio mismo y no desde la des-territorialización
que implica, en muchos casos, un modelo territorial basado únicamente en
la globalización de la mirada.
Observar territorios aislados solamente como algo asociado a un problema
físico, donde lo que prima es la necesidad de “integrar” territorios para que
adquieran la representación de un paisaje “humanizado”, es decir, amplios
espacios que sólo adquieren “valor” en la medida que están conectados,
sólo llevará a consolidar tendencias a que esas extensas áreas, ricas en bio-
diversidad, sean vistas incluso como un “medio ambiente que tiene precio
cero” (CONAMA, 1996). De otro lado, tenemos una sobre-valorización
de aquellos territorios aislados: “su valor económico es infinito y debe ser
protegido”. A ello suman un valor moral o ético, ya que lo llegan a asociar
a un verdadero Santuario.
Existe también una tercera alternativa de percibir el problema del aisla-
miento: territorializar el aislamiento. Esta postura busca visualizar el aislamien-
to territorial más allá de lo netamente físico y lo puramente conservacionista.
Esto tiene que ver con: (1) valorización de lo local; (2) consideración de las
particularidades territoriales así como culturales (diferenciación y diversidad);
(3) criterios ambientales y sociales en las políticas públicas (y no solamente los
económicos); (4) reconversión productiva; (5) descentralización y gobiernos
locales que definen estrategias de “su” territorio; (6) consideración del factor
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de escala (dimensión) y de patrones territoriales singulares; (7) comprender la
relación hombre-naturaleza desde una interpretación distinta a la moderna o
integracionista (siglos XVIII-XIX y parte del XX), entre otros aspectos.
Gran parte de lo que se ha expuesto se vincula a una corriente del pensa-
miento que busca valorizar la lugarización, evitando la des-territorialización
de las decisiones públicas y privadas (Santos, 2000). Frente a un mundo
que presenta un conjunto de posibilidades, la efectividad y desarrollo de
modelos de ordenamiento territorial sustentables dependen en gran parte
de las oportunidades ofrecidas por los lugares. Es decir, el énfasis del análisis
geográfico está en la diversidad (natural y cultural) y no únicamente en la
homologación, integración o globalización de los territorios. Como ha ex-
presado, para finalizar, Santos:
“(Mientras) el orden global busca imponer, en todos los lugares, una
única racionalidad, los lugares responden al mundo desde su propia
racionalidad; el orden global se sirve de una población dispersa de
objetos regidos por una ley única que los constituye en sistema, el
orden local se asocia a una población contigua de objetos, reunidos
por el territorio y como territorio, regidos por la interacción; en fin,
el orden global es des-territorializado, en el sentido de que se separa
el centro de la acción y la sede de la acción. Su espacio, movedizo e
inconstante, está formado por puntos, cuya existencia funcional de-
pende de factores externos. El orden local territorializa, porque reúne
en una misma lógica todos sus elementos” (Santos, 1976).
En este sentido, el aislamiento geográfico en Aysén puede ser una opor-
tunidad para territorializar el aislamiento y, paradójicamente, “integrarlo” al
paisaje regional como un factor de ordenamiento territorial importante, en
tanto aporta biodiversidad e identidad regional. Al enfoque global e integra-
cionista del aislamiento geográfico es necesario incorporar un “diálogo”: el
del lenguaje de la identidad territorial.
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... This fact is fundamental to the imaginary of abandonment and oversight in the region (Grenier, 2006;Rodríguez Torrent, 2021). Another factor is sovereignty exercised mainly by private entities (livestock concessions, entrepreneurs, settlers, and seasonal inhabitants) both on the mainland and on coastlines and islands, all of which contribute to a sense of state absence (Harambour, 2019;Marín, 2014;Núñez et al., 2010). The delay in integration was due both to challenges of connectivity and to notions of Aysén as an unoccupied territory (Harambour, 2019;Ibáñez Santa María, 1972) with no pre-existing inhabitants and reserved for environmental conservation, thus neglecting any sense of legacy in the use of the place (Núñez et al., 2014). ...
Article
Full-text available
State intervention in island areas often focuses on their shortcomings and limitations, defining them in terms of backwardness. This approach legitimises top-down territorial integration initiatives that disregard the expectations and knowledge of local residents. One consequence of this approach is centre-periphery dynamics increasing gaps in island contexts, reducing its relevance in political, economic, and social terms. The prevalence of state interventions decided from the continent reinforces a sense of distance and difference. In this paper, we propose a definition of islandness based on three interrelated arguments: identity, political, and territorial. From there, we highlight their impact on the political sentiments that develop in these contexts, which are often marked by a sense of territorial identity, dissatisfaction with experiences involving the state, and a struggle to control the local agenda. In a case study of the Guaitecas Archipelago in southern Chile, we conducted semi-structured interviews with 39 local people between September 2021 and October 2022. Respondents shared their characterisations of the state, their expectations in terms of its role, the relationship between the public sector and local politics, and the informal practices that emerge through adaptation of standardised mechanisms devised on the mainland.
... This power seeks to incorporate territories into processes of capitalist accumulation under the veil of civilization, development, and progress. The inhabitants of these territories are thus made invisible or presented as constraining the modernization project and must be civilized [71,72]. ...
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Imaginaries serve as the foundational framework shaping representations and influencing societal perspectives, subsequently guiding specific practices. Within the realm of geographical imaginaries, this article adopted a geohistorical perspective, using periodicals, secondary sources, and contemporary digital media to shed light on the geography of the highlands of northern Chile. Our objective was to emphasize the representations that have discouraged the occupation of these mountainous regions. Our findings revealed the emergence of a geographic imaginary that attributes desert-like qualities to the entire northern region of Chile, extending beyond the “unpopulated area of Atacama”. This misleading characterization fails to distinguish desert areas from the topographic variations existing between the Andes and the Pacific coast. These representations, which have translated into depopulation practices, have stigmatized the highland areas as synonymous with desolation and inhospitality, seemingly unsuitable for daily life, social production, and reproduction potential. Consequently, both spaces and individuals have been objectified for development, perpetuating the capitalist system as the dominant mode of production.
... Based upon the logic of spatial integration of the national territory, development policies have defined the Aysén region as an Extreme and Special Territory (GORE Aysén 2014). This classification allows to prioritize public and private resources that may contribute to overcome the disadvantages and inequalities, in relation to the rest of the country (Núñez et al. 2010, GORE Aysén 2014. Nevertheless, the Aysén region still faces a lack of economic opportunities, infrastructure, and connectivity (i.e. ...
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Patagonia, is an imaginary territory that comprises the south of Chile and Argentina. Historically, Patagonia has captivated an image of far-off lands and wilderness, embedded in a remote and peripheral context. In this dissertation, I focus on the Chilean territory, specifically the territory that comprises the administrative region of Aysén. Over the years, Aysén-Patagonia has faced a series of socio-spatial transformations driven by ideas on environment and development. In this thesis, I explore the ideas and practices that emerge from three current prominent aspects for the environment and development of Aysén-Patagonia: nature-based tourism, salmon aquaculture and nature conservation. I conclude that ideas and practices related to these three aspects bring to the fore the local agency and the effect of meanings in the development of socio-spatial processes, which not only take place on a local level. After all, this thesis - Meanwhile, in Aysén-Patagonia - shows how remote peripheral areas keep on changing in a globalized world. The full text can be found here: https://doi.org/10.18174/553259
... Estos dos supuestos convergen en la noción de integración territorial en tanto proceso de asimilación de distintas áreas dentro de un proyecto de desarrollo común. Esta asimilación implica estandarizar las distintas partes a integrar, pero no implica necesariamente transformarlas para ser idénticas; lo central en dicho debate es que el proyecto integrador define de manera centralizada los elementos de valor de cada territorio y el modo de aprovecharlos, al mismo tiempo que descarta las particularidades locales que no son de interés, o que simplemente son obstáculos para el despliegue de la integración (Núñez et al., 2010;Santos, 1996). La integración territorial, como proyecto centralizado y vertical, no resuelve la exclusión propia del aislamiento. ...
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Las zonas aisladas son territorios definidos por sus carencias y son analizados desde su distancia, sus problemas de conectividad o su falta de dinamismo económico. En Chile, este fenómeno es abordado mediante medidas de integración, principalmente a través de la institucionalidad pública y el mercado. Sin embargo, se presta menos atención a las definiciones realizadas desde los territorios para caracterizar las evidentes diferencias con los polos de desarrollo. Este artículo cuestiona la noción de integración territorial de estas zonas como un medio para promover su desarrollo y mejorar su calidad de vida. En particular, se exponen las omisiones y obstáculos que enfrentan territorios aislados al intentar cumplir objetivos definidos a la distancia. Basado en entrevistas semiestructuradas aplicadas en las comunas de Aysén y Cabo de Hornos, en el sur de Chile, se identifican los problemas cotidianos de habitar territorios extremos, con clima, conectividad y base económica desafiantes. También se releva las particularidades locales de estas comunas y sus posibilidades de actuar en pos de la integración de estas zonas en sus propios términos.
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El interés por acaparar recursos naturales se ha intensificado en las últimas décadas, en especial en países en vías de desarrollo. La apertura a un sistema económico capital-global, el libre mercado y el crecimiento de inversiones extranjeras han extrapolado los procesos de acaparamiento y privatización de la naturaleza. Con el cambio a una ideología neoliberal en chile durante la década de los 70’, se fortaleció la comercialización, la transacción y la adquisición de derechos de propiedad tanto de tierra como de agua. Es así, como la Patagonia Chilena, y como caso de estudio el Valle Exploradores se vio susceptible a transformaciones. Las Características geográficas ambientales del Valle lo convierten en un punto atractivo para la adquisición de bienes, existiendo un aumento progresivo en las últimas décadas en las transacciones de tierras y la titularidad de Derechos de Agua, modificando la estructura de la propiedad. Se evidencia dinámicas de apropiación y acumulación de la naturaleza, con diferentes patronos e intensidades en el tiempo, definiéndose como un territorio en constante cambio con un ritmo acelerado.
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O artigo apresenta resultados obtidos em ações de pesquisa realizadas em um pequeno povoado do sul da Argentina. Uma aldeia patagônica de 200 habitantes, distante das cidades que concentram funções e serviços comerciais no setor centro da Patagônia argentino-chilena. O objetivo deste artigo é analisar as representações de seus habitantes sobre o isolamento e o afastamento. Representações que emergiram das entrevistas em profundidade realizadas em 2018 e 2019. Os resultados mostram que as conotações de isolamento ou afastamento em relação às cidades não são apenas negativas e que as distâncias variam em função das relações sociais, as condições materiais e os vínculos afetivos com os lugares. A discussão dos resultados está organizada em duas seções, uma aborda as consequências do isolamento e afastamento físico e a outra enfoca nos outros afastamentos: sociais, emocionais e políticos. Palavras chave: Isolamento. Afastamento. Representações. Aldeias.
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p> La creciente producción académica ha puesto al descubierto que el debate sobre el bienestar rural argentino es una agenda abierta y aún pendiente para la investigación histórica. Así, esta obra promueve aproximaciones de larga duración con base en la presunción de que para pensar las transformaciones en la calidad de vida es necesaria una mirada diacrónica y atenta a la diversidad de territorios, sujetos y condicionantes materiales y simbólicos. El desafío es alentar una reflexión sobre los diagnósticos y propuestas en torno a la cuestión social rural, comprendida como el impacto efectivo de las políticas sociales, la influencia de la acción colectiva en pos del bienestar y el correlato social del devenir del capitalismo agrario argentino. Con un anclaje regional, cada trabajo se focaliza en una dimensión: trabajo, salud, asistencia social, nutrición, vivienda, servicios públicos, educación, comunicaciones, sociabilidad, entre otras. </p
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RESUMO Esta apresentação recupera resultados e discussões de uma pesquisa que aborda estratégias e práticas de acesso a bens e serviços dos habitantes de pequenos povos do Oeste da província de Chubut (Argentina), distantes das cidades que concentram funções comerciais e serviços. O objetivo desta apresentação é analisar noções de isolamento e afastamento que surgiram nas entrevistas com abordagem de pesquisa cartográfica. Os resultados mostram que as conotações de isolamento ou afastamento em relação às cidades não são apenas negativas e que as distâncias variam em função das relações sociais, as condições materiais e os vínculos afetivos com os lugares. As discussões se concentram nas consequências, negativas e positivas, do isolamento e afastamento físico e nos demais afastamentos que emergiram das entrevistas: sociais, emocionais e políticos. Palavras chave: Isolamento. Afastamento. Pequenos povos.
Chapter
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El continuo de la violencia de género es un fenómeno de larga data que ha adquirido mayor relevancia en las sociedades contemporáneas, sobre todo sus expresiones más extremas, como el feminicidio. Sin embargo, en la actualidad un alto porcentaje de crímenes por violencia de género no son reportados ni investigados. En este contexto, la presente investigación profundiza en un concepto emergente relacionado con una de las formas más extremas de la violencia de género pero poco estudiado hasta ahora, el suicidio feminicida. A pesar de su relevancia, en Chile esta forma de violencia hacia la mujer no está conceptualizada como tal, ni está incluida en el marco legal del país. El objetivo de este estudio consistió en realizar un análisis comparado entre leyes y proyectos de ley vigentes que se refieren a violencias con motivo de género en Chile; y el marco legal vigente en El Salvador, dado que este último es pionero en tipificar el suicidio feminicida en Latinoamérica. En base a este análisis, se proponen lineamientos de políticas públicas que promuevan la visibilización del suicidio feminicida por parte de diversos actores de la sociedad chilena, y su inclusión dentro del marco legal regulatorio.
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In places with a predominantly natural heritage, environmental and development discourses are intertwined and often competing. A key dimension is the social construction of socio-spatial relationships, and particularly, the attribution of core and periphery features. In this article, we investigate environmental and development discourses in the peripheral spatial context of the Aysén region of Chile. Three research questions guide the investigation: (a) What are the dominant environmental and development discourses? (b) what are the main synergies and tensions among discourses? and (c) what are the (discursive) implications for (de-)peripheralization? Based on semistructured interviews and secondary sources, we identify six regional discourses on environment and development. Imaginaries of nature, regional development, and economic growth are the common denominators that create synergies and tensions. We conclude that environmental and development discourses play a key role in the transformation of geographic peripheral areas. Discursive synergies can not only reinforce but also counteract tendencies of peripheralization.
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Generally, scarce consideration of the environmental dimension exist within the development strategies; with predomination of the economic policies over environmental considerations, mainly do to the deficient incorporation, in the economic perspective, of the environment and its resources and to the recognition of the existence of an important amount of environmental goods and services that have a public character. In this context, environmental economy makes its contribution studying the environmental problems with the perspective and analytical ideas of economic sciences. It has developed techniques for the economic valuation of environmental goods and services for which there are neither prices nor markets, or if there are, these are very incomplete or distorted. This valuation consists in the consideration of a quantitative value for these goods and services in relation to those for which there are values available in the economy, independently of if there exist or not market prices which might help us to do it. An advance in the construction of a taxonomy of values has been made, that distinguishes between values of use and nonuse; including the values of direct use, values of indirect use and value of option. The concept of Total Economic Value (VET) is given by addition of values of use and nonuse. The increasing importance of these tools and their implication in the environmental management, its increasing degree of acceptance and its paradoxical under knowledge of the analysts of policy, decision makers, nongovernmental organizations and pressure groups is documented. The purpose of this commentary is to open room for the debate over these instruments of environmental management, which seem to have special relevance in the immediate future.
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Este ensayo desarrolla un enfoque eminentemente histórico para rastrear las relaciones entre el paisaje y la imaginación geográfica. Se examinan los modos de visión y se buscan las relaciones de éstos con las diferentes formas de percibir el espacio. Se muestra como las imágenes del paisaje construyen, a la vez que reflejan, la expresión geográfica de identidades sociales e individuales. También se explora la expresión de identidades sociales en el paisaje. La evolución de los significados del paisaje en el mundo occidental es tanto una historia de cambio en las tecnologías de percepción y modos de representación como de las relaciones visuales sin mediación alguna entre el espectador humano y el espacio material.
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This paper presents hypotheses and research findings from projects developed at the Sociology Department at the University of the Republic of Uruguay. Its main objective is to introduce some emerging research topics in a relevant field of analysis for the Social Sciences. Based on two case studies -Colonia and Maldonado-, the author analyses the socioeconomic characteristics and local development patterns of these dynamic communities, which given its insertion in the context of reestructuring and globalization, are subject to different impacts. On this regard, it is expected to contribute to a better understanding of local processes, particularly with reference to several dimensions of globalization and regional integration. The author analyses the socioeconomic and territorial changes; the prospective alternatives of development for local societies; the images and expectations of the population concerning the regional integration and the "emerging social issues" in the context of globalization.
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La determinación de las escalas espaciales más adecuadas para el estudio de un problema geográfico concreto es compleja. Significa básicamente la selección inicial de una escala por sobre las demás.Esto a su vez, sugiere la consideración de dos cuestiones: cómo se define una escala y cuál es la adecuada para el estudio de la realidad, ya que lo que parece significativo o tiene sentido en una escala no tiene por qué registrarse en otra con la misma intensidad o importancia. El objetivo del presente trabajo es contribuir a la discusión sobre el tema, subrayando la importancia de las conceptualizaciones sobre las escalas espaciales y su aplicación en el análisis de los procesos de desarrollo geográfico desigual.
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Traducción de: The Problem of Nature: Environment, Culture and Europe Expansion Estudio del período de expansión europea que se desarrolla desde el siglo XIV hasta inicios del siglo XX, en el que caben las colonizaciones de América y la India, bajo el enfoque de la historia ambiental, campo que se ocupa de los cambios ambientales, su influencia en las sociedades humanas y la integración de las ideas sobre la naturaleza al conocimiento cultural e histórico.