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La Jornada
19 de septiembre de 1984.
© Artículo de Susana Rodríguez
Como en efecto dominó, con la renuncia de Carlos Payán, Miguel Ángel Granados
Chapa, Carmen Lira y Humberto Musacchio y el cese de Héctor Aguilar Camín,
más de cuarenta colaboradores dejaron el diario unomásuno. Entre ellos, Carlos
Monsiváis, Adolfo Gilly, Rolando Cordera, Pablo González Casanova, Iván
Restrepo, Federico Reyes Heroles y Fernando Benítez. Varios de ellos, y como
una opción inmediata, utilizaron las páginas que ofreció de forma solidaria el
Semanario Punto --fundado, el 10 de noviembre de 1982, como proyecto
independiente con la participación, entre otros, de Francisco Martínez de la Vega,
Manuel Buendía, Elena Poniatowska, Miguel Ángel Granados Chapa, José
Carreño Carlón, Fernando Benítez, Carlos Monsiváis, Iván Restrepo, Renward
García Medrano y Benjamín Wong Castañeda, este último su director general--
para difundir sus materiales periodísticos.
El paso siguiente fue la constitución de un nuevo medio escrito, La Jornada,
que siguió con la línea del unomásuno al presentarse en formato tabloide el 19 de
septiembre de 1984. La estrategia fue dar voz a los que no la tenían --indígenas,
homosexuales, sindicalistas autónomos o artistas ajenos a la cultura oficial, entre
otros --, pero también destacaría por el diseño, de Vicente Rojo, en el que la
fotografía y la caricatura tenían un espacio definido. El proyecto inicial estableció
que cada página, por lo menos, tendría una fotografía o una caricatura.
[...] Se alquiló el edificio de la esquina de Balderas y Artículo 123, antiguas
oficinas de la Fundidora de Fierro y Acero Monterrey, "con la idea de aspirar a ser
parte y motor de la democracia plural mexicana". Sin embargo, el gobierno calificó
al diario como una "válvula de escape de la izquierda".
El fotorreportero Pedro Valtierra tomó el timón y tras su experiencia en
unomásuno, propuso a Carlos Payán un proyecto para el área de fotografía: un
archivo sistematizado, un convenio para el uso de negativos y el reconocimiento
de los derechos autorales del fotógrafo; así como un espacio de 40% (fotografía) y
60% (texto), la asistencia de los fotógrafos a las juntas de evaluación y un salario
igual al de los reporteros. Resultado, las imágenes relevantes cubrieron las
páginas del nuevo diario, por su ingenio, espontaneidad, originalidad anti-
protocolaria y con "la mirada del sujeto retratado".
[...]
Entre los primeros fotógrafos que colaboraron en distintos puestos, y en el
diario, destacan, a partir del 19 de septiembre de 1984, Marco Antonio Cruz,
Rogelio Cuéllar, Andrés Garay, Luis Humberto González, Fabrizio León, Rubén
Pax y Frida Hartz. Un año después se incorporaron Herón Alemán, Lucio Blanco y
Arturo Fuentes.
Sobresalió el trabajo independiente de los fotógrafos "jornaleros" en el que
se propuso algo diferente, algo relacionado con la vida diaria y que reflejó, casi
siempre, la mirada crítica de la izquierda de nuestro país. Obtuvo el respeto del
gremio, que en su mayoría seguían recibiendo compensaciones conocidas como
"chayo" o "embute". La Jornada como proyecto empresarial, como proyecto
editorial, como proyecto de fotógrafos, hizo escuela.