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&
s
ociedad
Copyright © 2008
ISSN 1887-4606
Vol. 2(2) 330-356
www.dissoc.org
_____________________________________________________________________________
Artículo
_____________________________________________________________________________
Personas en situación de calle en Santiago de
Chile: Identidad y futuro
Lésmer Montecino Soto
Pontificia Universidad Católica de Chile
Discurso & Sociedad, 2(2) 2008, 330-356
Lésmer Montecino Soto, Personas en situación de calle en Santiago de Chile: identidad y
futuro
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Resumen
En este artículo, el autor se propone dar cuenta de las representaciones discursivas de
personas en situación de calle de Santiago de Chile, en especial, de la construcción
del futuro, en el marco del Análisis Crítico del Discurso. El texto expone el resultado
de una investigación en curso –Proyecto FONDECYT 1071094– que involucra un
corpus de entrevistas de las cuales se recortan once historias de vida de hombres
elicitadas en el Hogar de Cristo en el año 2005 y otras nueve en el comedor abierto
Vivaceta de la Fundación Las Rosas en 2007, con una metodología cualitativa. Para
el análisis, se utiliza el método diacrónico sincrónico (Pardo, 2007) que permite
extraer de emisiones concretas la categoría de futuro y sistematizar tanto lo
gramatical como lo semántico, con el fin de facilitar la interpretación de las
representaciones discursivas que construyen los hablantes respecto de temas como la
familia, el trabajo, la calle, el alcoholismo, las drogas, etc. y, en especial, el quiebre
discursivo.
Palabras clave: persona en situación de calle, imagen, no-lugar, identidad, recurso
gramatical, representación discursiva, categoría semántica.
Abstract
In this article, the author attempts to describe the discursive representations of homeless people
and their futures in Santiago, Chile, within the framework of the Critical Discourse Analysis.
The text reports the results of ongoing research –Proyecto FONDECYT 1071094– that involves
the use of eleven stories taken from a corpus of interviews of men living in Hogar de Cristo in
2005 plus nine other interviews carried out in the open diner of the Fundación Las Rosas in
2007. A qualitative analysis is performed using a diachronic method (Pardo, 2007). This allows
a great deal of accuracy in the extraction of categories of the future from concrete utterances
and permits the systematization of grammatical and semantic features with the purpose of
facilitating the interpretation of issues such as family, work, street life, alcoholism, drug
consumption, and especially the discourse break.
Keywords: homeless, image, no-place, identity, grammatical resource, discursive
representation, semantic category
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Introducción
Desde que comenzamos nuestro proceso de integración en la sociedad, se
nos forma en la idea de que debemos habitar los interiores de nuestras casas,
dado que el peligro está en las calles del pueblo o de la urbe. En consecuencia,
nuestra casa y nuestra habitación se constituyen en el lugar más significativo y
más seguro; es ahí donde se guarda nuestra historia individual y donde se
acaban nuestros miedos a lo imprevisto. Es en nuestra habitación donde
colgamos de las paredes la historia personal, de nuestra colectividad, los íconos
de la cultura que nos identifica. Nuestro cuarto es el símil del centro urbano en
el cual se entrecruza nuestra historia personal con la historia de quienes
componen nuestro núcleo familiar en los más diversos itinerarios,
intersecciones y monumentos simbólicos (Augé, 2006). En oposición, la calle
es el espacio para la manifestación de nuestros conflictos sociales y la defensa
de nuestros intereses; en ella se expresa la cultura, la diversidad de lo que
somos o creemos ser; asimismo, la calle es la inestabilidad, la amenaza, el
tránsito, la alternancia. Pensado así, el espacio abierto de la calle no está
concebido para ser habitado. La apropiación de dicho escenario compite y entra
en conflicto con las disposiciones normativas que nos delimitan lo adecuado e
inadecuado de la vida puertas afuera y de nuestra existencia puertas adentro,
generando diversas formas de marginalidad, de miedo y de exclusión social.
Quienes habitan la calle son personas que algún día salieron por un
desajuste en sus vidas o fueron expulsadas del interior de sus hogares por un
quiebre familiar para poblar el espacio de la precariedad. Cada uno aprendió
estrategias para sobrevivir en el espacio público, llámese calle, esquina,
paradero de micros, una plaza, afueras de hospitales y de postas, lugares
abandonados, sitios eriazos y caletas
1
. Algunos han llegado a la calle a los cinco
o siete años; otros en la juventud o en la adultez por las más diversas razones:
abandono, alcoholismo, drogas, adulterio, violencia intrafamiliar, desequilibrio
mental, etc. Así, dormir, comer, asearse, trabajar esporádicamente en lo que sea
y esperar la noche, pasaron a ser las tareas que desde el abandono, la soledad y
la exclusión tuvieron que enfrentar en los diferentes lugares a los cuales
accedieron y acceden: la Vega Central, el Hogar de Cristo, el Comedor Fray
Andresito, el Comedor Vivaceta, la plaza pública.
En este contexto, el presente estudio, inscrito en el ACD, pretende dar
cuenta de las representaciones discursivas de personas en situación de calle de
Santiago de Chile vinculadas a la categoría construcción de futuro. Entende-
mos por representaciones discursivas los recursos léxicos, semánticos y
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sintácticos utilizados por los hablantes para manifestar su particular forma de
construir la realidad. De este modo, las representaciones discursivas debemos
leerlas como producciones de lengua en contexto. Lo anterior implica que
pueden variar de uno a otro texto respecto del mismo hablante en relación con
el receptor de ese texto y con la modificación del contexto social o de la
posición del hablante.
El corpus consta de once historias de vida de hombres grabadas en el
Hogar de Cristo en 2005 y nueve en el comedor abierto Vivaceta de la
Fundación las Rosas en 2007. La duración de cada relato es de
aproximadamente una hora. La metodología empleada es cualitativa y adhiere a
los postulados teóricos de Wodak (2000) y de Fairclough (1995), según la que
debemos considerar la práctica textual inserta en una práctica discursiva que
supone a su vez una práctica social.
A través del método lingüístico diacrónico-sincrónico (Pardo, 2007),
hemos extraído de emisiones concretas la categoría futuro. Este procedimiento
permite detectar y sistematizar tanto las categorías gramaticalizadas –que se
reiteran más allá del género discursivo– como las categorías semánticas.
Asimismo, permite caracterizar e interpretar las relaciones que se establecen
entre ambas clases en un texto particular. En cuanto a las categorías semánticas,
estas corresponden a las representaciones discursivas que los hablantes
construyen a lo largo del texto respecto de temas como el quiebre, la familia, el
trabajo, la calle, el alcoholismo, las drogas, el futuro, etc.
Motiva este estudio el problema de la indigencia, especialmente lo que
dice relación con las personas en situación de calle en Santiago de Chile, con el
fin de visibilizar a través del lenguaje y, desde su particular óptica, cómo
construyen la categoría futuro y cómo representan – o no representan – el lugar
en cuanto localización que dota de identidad a sus habitantes (Augé, 2006).
1. Antecedentes generales
En 2005, con la publicación del Catastro Nacional de Personas en
Situación de Calle, el Estado de Chile reconoce la existencia de 7.254 personas
que cargan, junto con su miseria material, una historia de soledad y de olvido
en palabras del Presidente de la época, Ricardo Lagos Escobar. El Catastro
consigna el resultado de una encuesta aplicada en las 80 comunas con más de
40 mil habitantes, que representan mayoritariamente a la población en situación
de calle del país” (Yasna Provoste, 2005).
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Un estudio más reciente, la Encuesta de Caracterización Socioeconómica
Nacional (Casen), señala que entre 2003 y 2006 la pobreza en Chile disminuyó
5 puntos porcentuales. Según el estudio, hace 17 años, 4.968.302 de personas
vivían en situación de pobreza (38,6%); en la actualidad dicha cifra se redujo a
2.208.937 (13,7%). Asimismo, la encuesta muestra que la indigencia se redujo
desde 4,7% en 2003 a 3,2% en 2006. Por su parte, la Presidenta Michelle
Bachelet destacó que Chile había aumentado su población en medio millón de
habitantes y que “el número absoluto de pobres disminuyó en 696 mil personas
y, de entre ellos, el número de indigentes decreció en 210 mil personas”.
Obviamente en estas últimas cifras no se considera a las personas que motivan
esta presentación.
1.1. Medición de la pobreza y personas en situación de calle
Para medir la pobreza en Chile, se acude al expediente de la “canasta
básica de alimentos”, traducida en cifras monetarias y no en variables que
consideren aspectos claves como la educación, la calidad de la vivienda, los
requerimientos afectivos, etc. De este modo, una persona "pobre" es aquella que
tiene un ingreso que está por debajo de los necesarios para adquirir dos
"canastas básicas". El Mideplan (2006) fijó el precio de esa "canasta básica" en
$23.549. En consecuencia, una persona "pobre" en zonas urbanas
2
alcanza a
costear dos canastas alimentarias básicas, o sea, $47.099
3
. Este valor fija la
llamada "línea de la pobreza". Es decir, quienes estén por debajo de esos
ingresos son oficialmente "pobres". Asimismo, son indigentes
4
aquellos
individuos que no pueden cubrir la mitad de esa cifra, es decir, el costo de lo
que MIDEPLAN ha definido en $23.549, al año 2006, como “canasta básica de
alimentos”. De acuerdo con tales mediciones, la población indigente ascendería
a 516.738 personas y la población pobre no indigente a 1.692.199. En síntesis,
2.208.937 personas constituirían la población pobre de Chile, es decir, el
13,7%; de este porcentaje el 3,2% estaría en calidad de indigencia.
Este parámetro estrictamente monetario no da cuenta cabal de las
múltiples dimensiones (psicosociales, culturales y éticas) de lo que implica
efectivamente ser pobre, puesto que no existe una conceptualización integral de
esta realidad humana, variable según el contexto.
Con este panorama, definir la situación de calle es un problema complejo.
Algunos enfocan el problema en la falta de techo; otros, lo configuran como
una situación transitoria a la cual se puede ingresar y de la que se puede salir
varias veces en el transcurso de la vida. No obstante, lo que no podemos
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relativizar es la vulnerabilidad de los vínculos y de las prácticas por medio de
las cuales las personas en situación de calle logran afiliación e identidad.
Razones para llegar a este estado de carencia y perpetuarlo son, en términos
gruesos, además de la falta de techo, los ingresos misérrimos, la precariedad
familiar, la estigmatización, la ausencia de elección, la imposibilidad de
planificación vital, entre otras.
En este marco, el Estado de Chile a través del Catastro ha definido como
persona en situación de calle
a quien se halle pernoctando en lugares públicos o privados, sin
contar con una infraestructura tal que pueda ser caracterizada
como vivienda, aunque la misma sea precaria y a aquellos que,
por carecer de alojamiento fijo regular y adecuado para pasar
la noche encuentran residencia nocturna, pagando o no por este
servicio, en alojamientos dirigidos por entidades públicas,
privadas o particulares y que brindan albergue temporal.
Asimismo, a aquellas personas que por encontrarse sin hogar o
residencia, y sin apoyo de familiares u otros significativos,
dependen de programas sociales que ofrecen residencia
permanente o por períodos importantes, con apoyo bio-psico-
social (MIDEPLAN, 2005: 11).
No obstante el discurso oficial, existe la imagen construida a través del
discurso reproducido en la cotidianeidad. Una persona en situación de calle es
asociada, en el imaginario infantil al miedo (viejo del saco); asimismo, dicha
construcción en el imaginario social adulto, es asociada al alcoholismo, a la
mendicidad, a la vagancia, a la droga y a la delincuencia. De este modo,
tenemos las siguientes representaciones discursivas:
• alcohólico, curagüilla, borrachín, guachaca, chicha,
• mendigo, machetero, pordiosero,
• vago, ocioso, vagabundo, atorrante, guachuchero,
• locos, volaos, flaites, delincuentes.
Con cada uno de estos nombres, lo que se logra es la exclusión, pues
ninguno constituye en sí una evaluación positiva del sujeto habitante de un
espacio construido para estar siempre de paso.
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1.2. Imagen, no lugar, futuro e identidad
1.2.1. Sobre el concepto de imagen
La imagen social entendida como “atributos sociales de un sujeto
aprobados en virtud de su interacción” (Goffman, 1970), posee un soporte
sociocultural que aparece vinculado a cualidades individuales y entidades
abstractas como el honor, el respeto, la estima y el yo (Watts 2003: 119; Bernal,
2007). En cada interacción los hablantes despliegan un esquema de actos
verbales y no verbales que les permite expresar su punto de vista respecto de la
situación; al mismo tiempo, es posible que el hablante se autoevalúe y evalúe al
resto de los participantes (Goffman, 1970). Así, para nuestro estudio importarán
las autoevaluaciones que surgen de la mirada de los entrevistados a su propia
historia, a su momento presente, al lugar que habitan y a su construcción de
futuro. En este contexto, una definición operativa de imagen desde una
perspectiva más bien cognitivista que interaccional, es el propuesto por Diana
Bravo (2004), quien distingue una imagen de autonomía definida como el
deseo de la persona de ser vista con un contorno propio dentro del grupo;
asimismo, distingue una imagen de afiliación que nos remite a todo aquello que
permite a la persona identificarse con el grupo, es decir, percibir y ser percibido
por la gente, como alguien que forma parte del colectivo.
1.2.2. El no lugar como negación del futuro y de la identidad
El no lugar se define por su carencia de identidad
5
frente al lugar
antropológico, esto es, con el lugar con el cual el sujeto establece relaciones
netamente identitarias: “si un lugar puede definirse como un lugar de identidad,
relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de
identidad, ni como relacional ni histórico, definirá un no lugar” (Augé, 1998:
83). Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación
acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos)
como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o
también los campos en tránsito prolongado donde se estacionan los refugiados
del planeta (Augé, 1998: 41).
En las historias de vida que conforman el corpus, los espacios del
hospedaje solidario, la plaza y el comedor se configuran como un “no lugar” en
que el futuro existe solo en cuanto discurso; se trata de una abstracción, un
tiempo que no es (Bauman, 2005). Los habitantes ya no forman parte activa del
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sistema, porque no se adecuaron o porque simplemente dejaron de ser útiles
para transformarse en vidas desperdiciadas, de acuerdo con las normas
imperantes en la sociedad (Bauman, 2005). Caben en la denominación de no
lugar los hospitales psiquiátricos, las casas de asistencia para enfermos
terminales, los hogares de ancianos y las cárceles, entre otros. Así, el Hogar de
Cristo, el Comedor Vivaceta, el Comedor Fray Andresito y la Plazuela Román
Díaz se definen como no lugares o lugares en los que las personas que los
habitan o acuden constantemente se exponen frente a sí mismos, frente a los
otros y frente al entrevistador con sus imágenes de filiación y de autonomía en
riesgo permanente, en constante deterioro y estado de vergüenza.
“El espacio del no lugar no crea ni identidad singular ni relación, sino
soledad o similitud” (Augé, 1998: 107). Quienes trabajan en las instituciones de
asistencia y el entrevistador mismo se identifican como “tíos”; los asistidos son
caras, apodos y nombres en tránsito. Quienes llegan hoy, es posible que mañana
o la próxima semana estén en otro no lugar: en las afueras de un hospital, en el
banco de una plaza, en un terminal de buses, en otro comedor, etc. Es lo que
ocurre con Cristian, habitante de la plazoleta Román Díaz en la comuna de
Providencia. Generalmente “habitaba” un banco bajo un árbol; no obstante, en
la actualidad, de acuerdo con nuestra observación, abandonó ‘su plaza’ a la que
es posible que regrese en algún momento y que permanezca en ella algunas
horas, días o meses. Allí no hay ‘vecino’, existe silencio o diálogo con alguien
imaginario, una búsqueda infructuosa de algo en la plaza, en fin, Cristian es
objeto de miradas que lo perciben como una amenaza. El no lugar, visto desde
‘dentro de nuestro sistema’, no es un espacio para establecer nuevas relaciones;
no es una vivienda ni una residencia. Se trata de un espacio al que el sujeto está
unido por un boleto, por una tarjeta o, en el caso de Cristian, por una mano
anónima que se extiende para darle una moneda o un cigarrillo.
Dada su itinerancia, las personas en situación de calle construyen una
imagen asistemática e irregular de sí en relación con el resto de los habitantes
de la urbe. En su mayoría, no tienen horarios (salvo los de los comedores y
hospederías que los acogen) ni un lugar fijo que cuidar ni un grupo de
pertenencia. Esto impide que puedan acceder a determinados programas y
derechos, pues cada una de las medidas elaboradas para ir en su auxilio, se
piensan desde el sistema y la regularidad: alfabetización, aprendizaje de un
oficio, realización de un trabajo, etc. Con las personas en situación de calle todo
es relativo, pues hoy están y mañana habitan otro espacio, asisten a otro
comedor o simplemente se cambian de ciudad –según la época del año– donde
van a desplegar otras o las mismas estrategias para vivir o sobrevivir en la
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precariedad, siempre al margen de lo establecido por la norma respecto de la
vida en el espacio público: “estar en la calle es conocer una serie de códigos y
de relaciones de los que quedan excluidos los que están fuera de la calle o
conforman el sistema” (Pardo, 2003: 138). Al respecto, Roberto, entrevistado
en el Comedor Fray Andresito, señala que él duerme en dependencias de un
centro médico público de urgencias ubicado en la calle Rancagua (Santiago);
ahí, en invierno hay calorcito y alguien, ‘la mano amiga’ da un tazón de té o de
sopa; en verano, como el tiempo está agradable, es mejor irse a Valparaíso o
Viña. En esas ciudades se puede dormir en el Hospital Carlos Van Buren y en
el Hospital Gustavo Fricke. Siempre hay donde pasar la noche y donde comer
algo. Las redes sociales de amistad y de contención son transitorias y
asistenciales, no obstante, los datos sobre cómo acceder a ciertos beneficios se
comunican en los momentos de interacción propiciados por el encuentro en la
calle, en la puerta del comedor o en la hospedería.
El futuro, en consecuencia, dada la precariedad de la interacción del
sujeto con los otros como él y con los otros que conforman el sistema, se
reduce, en lo inmediato, a satisfacer las necesidades básicas de alimentación,
vestuario y albergue. En lo mediato, el plan es el mismo, aunque
discursivamente se tienda a construir una categoría sustentada en la integración
al mundo social, laboral o familiar.
1.2.3. El Hogar de Cristo y el Comedor Vivaceta
Si los lugares se definen porque dotan al sujeto urbano de identidad en
virtud de las relaciones que establece con otros y por la historia que construye
como individuo y como parte de una colectividad, los no lugares no son
espacios de identidad ni relacionales ni históricos. No obstante, los lugares y los
no lugares son polaridades falsas; nunca el lugar queda completamente borrado;
jamás el no lugar se impone en términos absolutos. Constituyen una especie de
palimpsesto en que se amalgaman la historia personal en términos de identidad
y las relaciones del sujeto con su entorno de pertenencia (Augé, 1998).
Usualmente, los no lugares se ubican en la periferia de la ciudad, sin
embargo, en nuestros materiales, muchas de las personas se mueven en el
centro urbano (Vega Central, Plaza de Armas de Santiago, Plaza de la
Constitución, Parque Forestal, dependencias de la Posta Central y de
hospitales). Aun cuando algunos duermen en hospederías ubicadas en la
periferia, durante el día se desplazan al centro para conseguir comida o
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distraerse. Lugares asociados a diversión son, por ejemplo la Plaza de Armas de
Santiago y el Paseo Ahumada.
La vida relacional de una persona en situación de calle, según nuestros
datos, se construye en torno a sujetos y monumentos que les hablan de una
historia colectiva que se va tornando, tanto ir y venir, en una historia individual.
Patricio, 44 años, con evidentes muestras de trastornos mentales, ha construido
su vida en la calle, durmiendo en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio
de la Moneda, espacio donde es conocido por todos los carabineros que, según
su relato, lo conocen y lo protegen.
Metafóricamente, para nuestro estudio este desplazamiento constante
entre periferia y centro no solamente implica una perspectiva espacial, sino
también social. Las personas entrevistadas están y no están desplazadas del
centro de la urbe, están y no están marginadas del sistema (algunos trabajan
esporádicamente en labores sin prestigio). En definitiva, no tienen acceso ni a
los beneficios económicos ni laborales ni de consumo en las mismas
condiciones que ostenta el resto de la sociedad que está dentro del sistema
(Bauman, 2005).
En este contexto, el Hogar de Cristo es una entidad de la Iglesia Católica
que funciona en un caserón precariamente remodelado para el cumplimiento de
sus actuales actividades. Las dependencias deterioradas poseen un aire de
rancherío inespecífico alrededor de un gran patio de cemento. Las personas no
permanecen en el centro del espacio; están siempre en las orillas. El centro
siempre es un lugar de paso, ya sea para cruzar hacia el interior o hacia la
salida, ya sea para comunicarse con alguien por segundos. Las personas van y
vienen desde las dependencias administrativas o desde los servicios higiénicos,
pues durante el día y a una hora determinada ya no pueden hacer uso de los
dormitorios. Deben estar en el patio esperando que pase el tiempo para
almorzar. En este lapso, algunos salen a la calle a pedir o machetear, cuidar
autos, encontrarse con algún amigo ocasional. En fin, el objetivo de este lugar
es prestar asistencia transitoria a las personas que se encuentran en situación de
calle. Durante el día se les proporciona alimentación y algún pasatiempo;
llegada la noche, alojamiento por una cantidad de dinero ínfima. No se trata, en
definitiva, de una residencia permanente ni los albergados pretenden
constituirse en una comunidad.
El Comedor Vivaceta, por su parte, ubicado en la comuna de
Independencia (Santiago Norte), mantiene el aspecto estructural de un galpón
muy amplio, de techo alto, en el que se ubican una serie de mesas de madera
rústica y sillas de diversos tamaños y estilos, distribuidas en dos hileras en
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forma de U. El comedor puede acoger a 100 comensales aproximadamente.
Frente a las mesas se encuentra ubicado un televisor en altura que se mantiene
constantemente con un volumen elevado. Siempre hay ruido, pues la televisión
se confunde con las voces de los asistentes al comedor, que para lograr
comunicarse entre ellos elevan aún más la voz. El funcionamiento del comedor
permite a las personas desayunar por $100 y quedarse en el lugar hasta el
almuerzo por un valor de $100 más. Los días lunes, miércoles y viernes tienen
acceso a ducha por $200.
El grupo es heterogéneo
6
. Mientras en la sede del Hogar de Cristo que
visitamos se acoge a personas mayores, en el comedor Vivaceta, hay mujeres y
hombres adultos entre los 18 y la tercera edad; algunos presentan problemas
mentales, otros son trabajadores ocasionales, otros drogadictos, otros
delincuentes que muestran sus antebrazos cortados (estrategia muy común para
retardar la detención y el juicio). Entre ellos utilizan un registro de habla vulgar
que se modifica frente a quienes tomamos los relatos de vida.
2. Análisis y resultados
¿Por qué y cómo han llegado las personas al no lugar? ¿Qué imagen se
construye a partir de sus historias de vida? En primer término debemos hacer
mención de la categoría quiebre, definida como “el momento discursivo en el
cual el sujeto identifica las causas por las cuales se encuentra en la calle” (Pardo
et al, 2005). En nuestros materiales, el quiebre obedece a diversas causas:
conflictos familiares, problemas de salud, adicciones (alcoholismo y drogas),
razones económicas. Como se trata de una aproximación inicial a los datos, por
el momento podemos dar cuenta solo de estas categorías, aun cuando estamos
conscientes por información obtenida directamente de nuestro trabajo de
campo, que entre las razones del quiebre, están también el abandono por
problemas mentales, la delincuencia por drogas, el alcoholismo por adulterio, la
vagancia por pérdida de la familia ya sea por accidentes, por catástrofes
naturales o simplemente por errancia.
A través del relato del quiebre, veremos cómo el sujeto construye su yo
frente al entrevistador, es decir, su imagen discursiva; asimismo, intentaremos
aproximarnos someramente a la argumentación elaborada en torno al ser, el
estar, el hacer y el tener. Por último, veremos cómo construye su noción de
futuro vinculado al no lugar, considerando la selección léxica, para finalmente
determinar las representaciones discursivas que surgen en sus relatos. Veamos
el siguiente cuadro:
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2.1. El quiebre discursivo
Historias de vida Quiebre y recursos lingüís-
ticos asociados a la construc-
ción de imagen
(L)
7
:
yo tuve que llegar aquí
(…) porque
hay cosa
que me han pasao / tonce eso e lo que a mí me /((me
hace etar acá)) porque no es que yo quiera estar
aquí / porque yo jamá he estao aquí / jama he etao
aquí
E: e primera vez que viene pacá?
L: claro e primer año tonce / derrepente yo me siento
mal por etar aquí / porquee yo nunca he llegao aquí /
para mí fue algo increíble etar aquí / porquee /
porque derrepente yo me siento mal /
(…)
E: con quien vive?
L: con mi mama / con mi hermano / tonce eso yo
escucho en la casa problema / yo lo que yo hago /
llego a puro a costarme /yo ni siquiera veo un poco e
tele / ni si quiera veo tele / ni siquiera ecucho radio naa
yo / lo que llego a cotarme y en la mañana me
lavanto/ me leanto a la sei de la mañana / a la siete y
meia tomo la micro (( a la ocho ) etoy aquí / toncee /
de ahi hago la hora / pa ir pa salir de aqui/
E: y en el en el resto del dia que hace?
L: ahi lo paso en el centro ahi / para poer pasar (( )) /
porquee llegar a la casa es para mi un problema /
mucho problema en la casa / que que ete me ijo eto qu
ete me ijo eto otro / tonce para mii / ya / e que sae lo
que pasa/ e que hay mucha intranquilida
Quiebre: problemas con la familia
Uso de la modalidad deóntica para
reparar su imagen
Uso de verbos de sentimiento para
expresar la valoración del estar.
Descripción de acciones con horario
que le permiten autoevaluar su
imagen y argumentar causalmente su
estar en el comedor y no en la casa.
Uso de deícticos aquí, ahí;
nominalizaciones que indican lugar:
el centro, la casa.
(A)
:
Y ahí me vino a mí el ataque al corazón.
Me
vino un alza de presión, por el calor, el estrés§ →
E¹: §y ahí estaba a pleno sol. ↓
A: claro. ↓ Y ahí vine a parar acá, porque como yo
tengo familiares en Viña, ya, nada más en Viña. ↓
¿ubicas Viña tú? ↑
Quiebre: salud
Uso de venir para marcar el quiebre y
el desplazamiento al no lugar.
Uso del deíctico ahí para marcar los
hechos como un lugar o punto de
referencia.
(CB)
:
por el alcoholismo entonces me quedé en
la calle (…) como te digo vivo en la calle / hago
trabajo esporádico // hago soldadura (()) o sea lo
que // siempre relacionado con fierro (()) soldadura
todo eso que lo tenemos que hacer en / dentro de la
/ dentro de la ((exploración)) del petróleo
Quiebre: alcoholismo
Descripción de acciones susten-
tadas en el verbo hacer.
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(CA)
: Yo estoy en la calle hace seis meses <sí> /yo
soy chef de cocina <ya> //eh / viví con mi familia
quince años <ya> // caí en las drogas <ya> //
consumo pasta base // y para que mi familia no se
diera cuenta de que consumo pasta base preferí irme
del lado de mi familia <ya>.
Quiebre: drogas
Uso de verbos estar, ser, hacer, caer,
consumir, irse.
(EM)
E: ¿cómo fue que usted llegó al Hogar de
Cristo?
EM: Ah por razones económicas.
E: Económicas.
EM: No sociales dijéramos, sociales de fondo no,
sociales en una persona que viene ya de un... yo el
único problema mío es económico, no tengo
problema social porque yo soy pobre, no tengo, no se
echa a perder uno.
Quiebre: problemas económicos
Imagen construida sobre la base de
ser y tener
(CJ)
E: Cuénteme ¿Usted cómo fue que... que llegó
acá?
CJ: Yo tenía una propiedad en Macul, y la vendí
para ayudar a mi hijo, y le pasé harta plata a él. Y
después negaron, fíjese. Quedó de darme un tanto
mensual y no me ha dado na.
E: ¿Su hijo?
CJ: Mi hijo
E: Y usted...y...¿Pero cómo usted llegó acá?
CJ: Porque no... no tenía dónde estar, po.
Quiebre: conflictos con la familia
Imagen construida sobre el tener y la
reciprocidad
(N) E: Y usted está siguiendo tratamiento por ese
programa
N: Claro, me vio un psiquiatra hoy día y al día
siguiente tenía médico al tiro. Nos dan preferencia en
todos los Servicios médicos del país a nosotros, antes
de los que están esperando algún tiempo, tenemos esa
garantía todavía.
E: jajaja
N: Así que llegué aquí porque, bueno no tenía a
donde ir a parar y con buena suerte que llegué aquí
y andaba yo por el lado de Padre Hurtado y de la
comuna Padre Hurtado y estaban poniendo un letrero
de la panadería que necesitaban un nochero para fines
de semana, así que me robé el letrero.
Quiebre: problemas de salud mental
Imagen fundada en verbos tales como
tener más verbos de movimiento: ir a
parar, llegar, andar
El análisis de los datos nos permite aseverar que los sujetos en la
interacción reparan su imagen y restauran su identidad discursiva a través de
diversos recursos. Uno de ellos es la modalidad deóntica. El caso de (L) es
evidente: el ‘tuvo que llegar’ al comedor. Paralelamente, la casa (espacio del
conflicto) y el comedor (espacio de la espera) se configuran como no lugares en
Discurso & Sociedad, 2(2) 2008, 330-356
Lésmer Montecino Soto, Personas en situación de calle en Santiago de Chile: identidad y
futuro
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cuanto que no hay identidad. Aquí, ahí, la, casa, el centro, son solo referencias
de intranquilidad y de tránsito que sirven a L para argumentar su errancia:
‘derrepente yo me siento mal por etar aquí / porquee…’. El conector temporal
que marca el hecho como accidente, más el verbo sentirse, posibilitan al
hablante la construcción de un significado de tipo experiencial que justifica su
presente. La descripción de acciones y de horarios, construye una imagen de sí
consciente: el no es ni quiere ser molestia. Carece de imagen de afiliación, pues
no se identifica con la familia – casa. La evaluación es determinante: ‘porquee
llegar a la casa es para mí un problema’; su escasa autonomía le alcanza para
‘tener que ir’ al comedor y pasar el día. En síntesis, L desde que despierta y sale
hasta que llega y se duerme trata de no molestar; trata de borrarse.
El recurso de (A) consiste en construir su quiebre discursivo por medio de
la reiteración del verbo ‘venir’ que lo presenta como víctima. Su agentividad, es
decir, su capacidad de llevar a cabo acciones con el fin de producir
transformaciones en la realidad (Halliday, 1994), queda anulada y su imagen de
autonomía en riesgo: ‘ahí me vino el ataque’. (A) concibe el tiempo y el azar
como un lugar/no lugar –ahí– en que él, en cuanto actor discursivo, no es
responsable de lo que le pasa. Todos los argumentos que justifican el quiebre
son externos: el ataque, el alza de presión ‘me vienen’; las nominalizaciones ‘el
calor, el estrés’, son hechos que por acumulación se transforman en fuerzas o
causas naturales contra las que él no puede luchar. ‘Ahí’ es un no lugar, solo
existe en el discurso; ‘acá’ es un no lugar discursivo que remite al espacio del
presente. Viña se constituye en un espacio que argumenta el estado actual en
que la denominación de la soledad no existe. (A) no dice: ‘si estoy aquí solo, es
porque mis parientes están Viña’. De ese modo, podríamos decir que protege su
imagen de afiliación y de autonomía. Nadie me expulsó – estoy aquí porque
opté. (CB) se construye en el no lugar ‘calle’ desde un esquema de
argumentación causa - efecto. Asimismo, busca reparar su imagen discursiva
de autonomía y de afiliación a través del hacer. Al respecto, en nuestro trabajo
de campo se reitera el hecho de que la identidad del sujeto está fuertemente
ligada al mundo laboral. Discursivamente es a través del hacer que el sujeto se
dignifica y se siente ‘dentro del sistema’. En el presente (CB) ‘hace’ lo que
‘hacía’ cuando en un tiempo indefinido trabajaba en el petróleo. En el discurso
se construye en rol agente (actante dotado de poder que inicia o produce
cambios y transformaciones) y deja en foco
8
la información referida al trabajo
en el que se recuerda autónomo. Actualiza el pasado a través del uso del
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presente: ‘hago trabajo esporádico (…) todo eso que lo tenemos que hacer (…)
dentro de la exploración del petróleo’
.
(CA) se construye discursivamente como consciente de su existencia:
‘soy, estoy, viví, caí en, consumo, preferí irme’. Nombrar su adicción y las
consecuencias de la misma le permite reconstruir sus imágenes de autonomía y
de afiliación: el uso de la perífrasis ‘preferí irme’ como una consecuencia
producto de la racionalidad, lo construye como un sujeto cuyo objetivo es ser
percibido con un contorno propio en la interacción. En su deber ser social
encuentra el argumento para recomponer su imagen.
(EM) opone un argumento causal: razones sociales a razones económicas
para construir su imagen. Las primeras implican que el sujeto podría ‘echarse a
perder’, malearse; las segundas, solo carencia de dinero. Protege
estratégicamente su imagen de afiliación frente al entrevistador, reproduciendo
el topos del discurso cotidiano que argumenta que los que ‘están dentro del
sistema’ son pobres, pero honrados. En el no lugar propicio para buenos y
malos, (EM) es de los buenos.
(CJ) construye su quiebre sobre la base del ‘no tener’. En el pasado tuvo,
pero vendió y fue víctima de la falta de reciprocidad. Argumenta su imagen de
afiliación y de autonomía a través del ‘deber ser buen padre’, topos que implica,
en el discurso cotidiano, ‘dar todo por un hijo’. Se construye en rol agente:
vendí [una propiedad], pasé dinero; así se dignifica y repara una autoimagen
deteriorada frente al hecho de tener que reconocer que llega al no lugar porque
carece de espacio propio.
(N) discursivamente se construye sobre la base del tener / no tener. Tuvo
tratamiento psiquiátrico; no tiene donde estar. A través de los verbos de
movimiento ir a parar, llegar y andar se configura como un sujeto errante, pero
al mismo tiempo autónomo, agente: ‘se roba’ un letrero y consigue trabajo. Su
imagen se restaura a través del trabajo y del factor ‘suerte’. Asimismo su
imagen de afiliación se argumenta en el uso del nosotros genérico: nos dan
preferencia / tenemos esa garantía todavía. Ideológicamente, a través del uso
del adverbio de tiempo plantea su visión de la realidad. Está consciente de que,
día a día, quienes están en situación de calle van perdiendo derechos y ganando
en exclusión.
En síntesis, el quiebre aparece representado desde una perspectiva léxica
como una causa externa que se impone a los actores discursivos, dejándolos sin
más opción que el no lugar:
tuve que llegar aquí
me vino a mí el ataque al corazón (…) y ahí me vine para acá
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por el alcoholismo me quedé en la calle
para que mi familia no se diera cuenta de que consumo pasta base
preferí irme del lado de mi familia [a la calle])
Las marcas de lugar aquí, acá, la calle, son la consecuencia del quiebre
discursivo y de la pérdida de imagen de afiliación y de autonomía. En
consecuencia, la llegada de una persona en situación de calle a la hospedería, al
comedor o a la calle implica soledad o similitud, obstaculizando la construcción
de una identidad discursiva y social singular. En la puerta del Comedor Fray
Andresito, por ejemplo, se agolpa al mediodía una muchedumbre de hombres y
mujeres sin nombre. Para referirse al otro siempre usan pronombres: él, ella,
ese. Asimismo, usan formas de tratamiento que tienden a la indiferenciación:
amigo, socio, socito, compadre. En el no lugar escasean los nombres propios,
prima el vocablo que homogeniza.
2.2. Representaciones discursivas del yo en relación con el futuro
Historia de vida Representación discursiva de
sí y del futuro
(G):
Y me he mortificao mucho,
no poder conseguir
algo pa poder trabajar, tenía la esperanza de poder
trabajar con mi hermano, pero bueno, he hablado con
el joven Juan Pablo y me han mandao a la
Municipalidad, ahí una señorita me ha inscrito, le dije
que me puede, este, conseguir un trabajo como guardia,
es lo que puedo hacer porque como tengo hipertensión
arterial, otro trabajo que tenga que agacharme a
recoger algo to esas cosas, para mí es un poco
peligroso.
E: ¿No tiene ganas de volver a Perú?
G: Yo quisiera volver, sí claro, ahí está mi familia,
acá no tengo a nadie ya.
E: ¿Ah no tiene a ningún pariente?
G: No mis padres están muertos y mi hermano está
desaparecido, hace 20 años que no lo veo.
E: ¿20 años?
(…)
G: Yo, la idea mía es regresar, si puedo, al Perú; sí, o
trabajar en Arica... en Arica también se puede trabajar
porque como es la frontera hay más... más trabajo así,
trabajos eventuales o trabajos en negocios. En algo.
Representación de sí en el no lugar:
sufriente, sin trabajo, enfermo, solo.
El viaje de regreso y el trabajo le
devuelven su imagen de afiliación y
de autonomía.
Futuro: irse y trabajar en algo.
Uso recurrente de poder + infinitivo
Expresión del deseo a través del
pretérito de Subjuntivo querer +
infinitivo
Futuro ‘condicional’
E: Lo primero que tengo que decirle es que si no quiere
hablar, es estrictamente voluntario, si no quiere.
(LL): No si no, conmigo no hay problema, no conmigo
Representación de sí en el no lugar:
en tránsito.
Futuro: itinerancia.
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futuro
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no, ningún problema porque yo llevo 1 mes, claro que
este hogar lo conozco hace como 14 años, pero yo me
voy de aquí, me voy a otro hogar, me voy a San
Bernardo, me voy a Puente Alto, a Rengo, Rancagua.
El hecho de conocer los hogares
adonde llega le permiten construir
una imagen de afiliación y de
autonomía.
Uso recurrente de irse + a + lugar
E: ¿Oiga, y por qué está aquí en el Hogar de Cristo
usted?
(LS): Quedé sin trabajo y estoy esperando mi jubilación,
llega mi jubilación y me voy al tiro, no me gusta.
(…)
E: O sea ahora no es feliz porque no tiene trabajo.
LS: No tengo trabajo y lo único que estoy esperando mi
jubilación no más y una vez que tenga mi jubilación,
mi plata en la mano entonces otra cosa, ya me la
arreglo sólo.
E: Ya ¿y hace mucho que está tramitando esto?
LS: No, si ya está listo ya mijo.
(…)
E: O sea que usted está solo porque...
LS: Sólo, porque no quiero, si el día que estoy con plata
y tengo obligado a buscar una compañera, porque si es
que Dios quiere me sale mi casita o una rancha que
esté por ahí, ya obligado quien no dice que yo ande
trabajando por ahí pal Sur, me voy a traer mi negocito
y ya cualquiera manera de ganarme la plata, entonces ya
alguien ya que me estire la mano po, ese es mi destino
mío.
Imagen de sí en el no lugar: solo y
en tránsito.
Construcción de imagen de
afiliación y de autonomía por medio
de la expresión del futuro supedi-
tada a la jubilación, el viaje, el
trabajo, el sueño de la casa propia.
El rescate de la imagen del sujeto
está en la recuperación de su
agentividad que le sirve de soporte
argumentativo.
Evaluación del no lugar a través de
un verbo que indica preferencia: no
me gusta.
Futuro: expresado a través de la
condicionalidad.
Uso de irse + a + infinitivo
Agentividad: arreglárselas solo
(L):
derrepente etoy
aquí
/ ando por
allá
/ y pienso cosa/
cosa que ((podrían ser)) ma al futuro / ma adelante /
entonce hay cosa que / que yo me imagino que se
pueen hacer // pero / cuando uno no puee hacer cosa
que / que cuando uno piensa en cosa güena / que uno no
puee hacer po / tonce hay mucha cosa que yo pienso a
vece / que se pueen imaginar y / ((echarse para de ma pa
tra))/ tonce derrepente yo pienso ahí / (( )) yo camino
así / me paro en la calle / y pienso cosa que / que se
me pueen imaginar / tonce yo lo veo que / que la gente
se acercan y / hablan conmigo / tonce pero derrepenete
no / no pienso eso / porque como yo ((no tengo)) lo
medio como pa cerlo / tonce no / lamentablemente no
pueo / tonce sigo pensando / cuál e la razón
Imagen de sí en el no lugar (el
comedor o la calle): solo y en
tránsito.
Sus imágenes de afiliación y de
autonomía chocan con la realidad.
Uso frecuente de deícticos de lugar:
aquí, allá, ahí.
Desfocalización del yo: uno.
Futuro: descripción del estado de
ensueño a través del uso de verbos
‘pensar’ e ‘imaginar’ y de la
proforma: cosa.
Lo anterior expresado en la
oposición de ‘poder / no poder’.
E: Claro. No se puede pasar... ¿Y su familia, sus papás?
(CA): Viven en Chillán po' <¿sí?>. Toda mi familia vive
en Chillán
E: Ah... ¿y usted es de allá?
Imagen de sí en el no lugar: solo y
en tránsito.
Restaura su imagen de afiliación y
su imagen de autonomía en la
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CA: No, yo soy de Coquimbo, yo nací en Coquimbo
<ya> // Toda mi familia vive en Chillán <ahh> / Están
hace como diez años allá <ya> / Y ahora me gusta la
ciudad pa' vivir a mí en Chillán <ya> / Pero quiero
hacerme este tratamiento y este tratamiento es como
por lo menos un año
E: Sí, po'. Pa' salir bien.
CA: Por lo menos UN año de estar encerrado ahí pa'
poder salir de la güeá, porque / O si no no voy a salir
nunca <sí, po'>, porque estando en la calle me dan
ganas y tengo plata y me voy a comprar y // Yo me
conozco, he dicho todas estas veces: no le voy a hacer
más, pero... De repente me encuentro allá (RISAS).
(…)
CA: Me entro temprano todos los días porque igual me
movilizo pa' fumar base, po'.
E: Ya. ¿Y ahora qué hace pa' tener plata? ¿Trabaja acá
en la Vega?
CA: Me movilizo, trabajo en la Vega, lavo autos <ya>
// No es la idea // Me gustaría volver a trabajar en un
restorán, po', donde trabajaba antes, po'.
E: Sí, po', es más seguro.
CA: Ejercer lo que sé hacer, po'/ Yo me manejo en
todas las cartas: francesa, italiana, japonesa, china,
comida cantonesa, de todo / ((sé hacer)) de todo /
comida mexicana, comida española <¡Qué rico!> / Pero
lo más importante no es tanto mi trabajo, es salir de
esto <ya> / Es la droga
descripción de ‘lo que sabe hacer’.
Futuro: expresión del deseo de
curarse; hecho que implica un no
lugar físico de encierro expresado a
través de un deíctico indefinido:
‘ahí’. Expresión del deseo a través
de una evaluación + infinitivo +
nominalización
Evaluación de la causa de su
presente: güeá.
Evaluación de la calle: espacio de
tentación.
Espacio del trabajo = no lugar en
cuanto falta de identificación con lo
que hace: trabajos sin prestigio v/s
trabajo especializado.
Al evaluar su trabajo deja en foco el
motivo de su exclusión: la droga, la
güeá.
E: no/ pero vivías en una casa
(A): en una casa/ nada más/
E: en una casa/ pagabas por lo tuyo/
A: en un techo/ sí/ y ahora podría hacerlo <y> es que no
quiero meterme en más custiones, no quiero seguir
robando no quiero hacerlo más <¿por qué?>
A: porque eso te lleva a estar preso/ te lleva a estar
terrible de mal/ porque preso no es lo mismo que estar
acá mira yo casi pierdo un ojo// peleando// peleando//
tengo una atravesá acá// una atravesá con una lanza//
peleando también/ por cana preso
Imagen de sí en el no lugar: solo y
en tránsito, luchando consigo por no
ir a otro no lugar: la cárcel.
Restaura su imagen de afiliación y
su imagen de autonomía en la
descripción de sus buenas inten-
ciones que en cuanto argumento se
constituyen en garantía social.
Futuro: expresión del deseo de no
reincidir en el robo / tener una casa
Evaluación negativa e intensificada
de la cárcel a través de enunciado
adjetivo.
allá = riesgo / acá = seguridad.
(CB):
como sé usar / usar todo tipo de: // de elementos
explosivos // entonces lo que: / más fácil pa demoler es
echar los explosivos / (()) ya e: me contratan // y
prontamente se empieza a demoler todo lo que son: lo
Imagen de sí en el no lugar: solo y
en tránsito.
Restaura su imagen de afiliación y
su imagen de autonomía en la
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futuro
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que es / el aeropuerto cerrillos // ¿m:h? levantamiento de
loza todo eso porque van a hacer un: / un conjunto
habitacional <ya> // entonces ya la empresa de por sí
(()) un ingeniero que me conoce me dice mira // en
enero si dios quiere / te venís conmigo / y ya tengo
otra perspectiva para el pa- hacia el futuro // pero
para eso yo tengo que mantenerme SOBRIO <m:h> /
entonces eso / por eso estoy luchando // no lucho por
NADIE / ((me digo)) lo hago por MÍ nada más aquí no
hay / no hay hermano / no hay mamá porque mi mamá
falleció acá también: / no hay sobrino no hay tío no hay
nada // sino que lo hago por MÍ
descripción de ‘lo que sabe hacer’.
Futuro: salir del no lugar por medio
del trabajo.
Evaluación de la causa de su
presente: lucha contra el
alcoholismo.
Espacio del futuro: trabajo = lugar
de identidad.
Evaluación del no lugar ‘aquí’
despojado de familia.
El sujeto focaliza su discurso en sí
mismo.
El análisis nos permite visualizar una construcción de imagen del yo
sustentada en aspectos tales como: el dolor por el abandono, la carencia de
trabajo, la enfermedad, la soledad. A lo anterior, debemos agregar que dicha
imagen identitaria en general representa discursivamente a un sujeto en tránsito.
Están en el Hogar o en el comedor por necesidad extrema con la esperanza de
regresar a sus familias de origen o de formar nuevos vínculos. Para ello, la
noción de trabajo es fundamental. Esto, porque en todos los casos analizados la
representación discursiva del trabajo les devuelve la agentividad, la autonomía;
les permite reparar, en parte, la imagen deteriorada que cada uno tiene de sí; es
lo que los podría dignificar. En los discursos analizados, los recursos
lingüísticos más recurrentes parecen ser:
a) el uso del modo condicional para construir una imagen de sujeto
proyectado al futuro:
Me gustaría volver a trabajar en un restorant, po, donde
trabajaba antes, po.
b) expresión de la condicionalidad en presente de indicativo:
Si es que Dios quiere me sale mi casita o una rancha que esté por
ahí (…) me voy a traer mi negocito…
Llega mi jubilación y me voy al tiro, no me gusta [este lugar]
Estos ejemplos ilustran la noción de tránsito implícita en el discurso de
los entrevistados, hecho que permite vincular su modo de construir la realidad
con el concepto de futuro y de no lugar. Es la identidad la que se relativiza, la
que se transforma en un no lugar. Es que los hablantes, en cuanto discurso, no
son más eso: la concreción de un no lugar. No son lo que quieren, no están
donde quieren y/o no tienen lo que quisieran. Lo anterior trae como resultado
un futuro que, en cuanto tiempo no vivido, no responde a un entramado de
relaciones causales acordes con lo que nuestras representaciones sociales
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imponen (Vasilachis, 2003). Si se evalúa el pasado y el presente desde la
causalidad, esta podría sustentar un futuro deseable; sin embargo, los actores
discursivos de nuestras historias de vida, dado el quiebre, que rompe la
causalidad y las regularidades, deben resignarse a representar discursivamente
el deseo de un futuro y vivir el que la realidad les impone sin elección posible.
Lo anterior discursivamente está argumentado por el uso frecuente de
verbos de movimiento: irse + a + infinitivo o irse + lugar / tiempo
a) me voy a traer mi negocito…
b) pero yo me voy de aquí, me voy a otro hogar, me voy a…
c) Llega mi jubilación y me voy al tiro
d) O si no no voy a salir nunca [de las drogas]
Por otra parte, vemos en nuestros datos la presencia de la oposición
entre agentividad - autonomía – poder, versus dependencia - no poder. Tanto la
agentividad como la autonomía aparecen ligados al ‘poder hacer’ por parte de la
persona. De ese modo, el sujeto construido discursivamente emerge como
responsable de su presente y de su futuro. En oposición, está aquel que depende
de que alguien le ayude a conseguir una pensión, le proporcione un trabajo, le
consiga una casa. La diferencia es evidente: los verbos de la agentividad son
tener (dinero), arreglárselas, querer hacerse, movilizarse, trabajar. Lo contrario
sucede con el caso del no poder, cuyos verbos están asociados a abstracciones o
vaguedades: tener (esperanzas), poder trabajar (en algo), imaginarse (algo),
pensar (algo), ser beneficiario dada la acción de alguien, en fin, nada concreto.
En el primer caso, discursivamente, el sujeto se hace cargo de sí. En el segundo,
la realidad construida dada su falta de concreción, permite visualizar un sujeto
excluido, sin planes, con un futuro inmediato y mediato armado desde fuera:
agentividad - autonomía - poder Dependencia - no poder
a)
una vez que tenga mi jubilación,
mi plata en la mano entonces otra
cosa, ya me la arreglo sólo.
b)
Quiero hacerme este
tratamiento…
c)
Me movilizo, trabajo en la Vega,
lavo autos
a) tenía la esperanza de poder trabajar…
b) entonce hay cosa que / que yo me
imagino que se pueen hacer // pero /
cuando uno no puee hacer cosa que / que
cuando uno piensa en cosa güena / que
uno no puee hacer po
c) un ingeniero que me conoce me dice
mira // en enero si Dios quiere / te venís
conmigo / y ya tengo otra perspectiva
para el pa- hacia el futuro
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A través de sus relatos de vida, los entrevistados restauran no solo su
imagen de autonomía, sino también su imagen de afiliación. Cuando un sujeto
manifiesta sus buenas intenciones respecto de sí (salir de las drogas o del
alcoholismo), conseguir un trabajo, lograr la casa propia, hacer un viaje de
regreso a la familia (en el caso de que la tenga), está simplemente buscando la
posibilidad de reinserción en un grupo al que dejó de pertenecer por un quiebre
existencial (manifestado discursivamente, como hemos visto). Todo lo que
implique buenas intenciones por parte del hablante, sirve como garantía social
que sustenta los argumentos que expone para reconstruir su imagen desde la
agentividad que significa simplemente hacerse cargo de sí desde la toma de
conciencia:
a) para eso yo tengo que mantenerme SOBRIO <m:h> / entonces eso /
por eso estoy luchando // no lucho por NADIE / ((me digo)) lo hago por
MÍ nada más
b) Pero lo más importante no es tanto mi trabajo, es salir de esto <ya> /
Es la droga
c) porque eso [el robo] te lleva a estar preso/ te lleva a estar terrible de
mal/ porque preso no es lo mismo que estar acá mira yo casi pierdo un
ojo// peleando// peleando// tengo una atravesá acá// una atravesá con una
lanza// peleando también/ por cana preso.
2.3. Representaciones discursivas del yo
Antes de concluir, tenemos las siguientes representaciones discursivas
del yo, siempre vinculadas al ser, estar, tener, hacer; al lugar /no lugar y a su
noción de futuro: el sufriente, el desesperanzado, el dependiente, el sujeto en
tránsito, el resignado, el viejo excluido, el desencantado, el trabajador y el
esperanzado:
yo si
estoy sufriendo
, esperando] que llegue algún día mi plata para echarme al
pollo, pa trabajar solo
(...) [yo muchas veces yo me digo] porque no mejor el Señor no me llevará junto
con mi madre, con mi padre, al lado de mi madre
[y lo único que estoy esperando mi jubilación no más] y una vez que tenga mi
jubilación, mi plata en la mano entonces otra cosa, ya me la arreglo solo
Sufriente
Desesperanzado
Esperanzado
[Respecto a su ideal] Mire dedicarme más de lleno, o sea todo lo que pueda al
creamiento de una nueva familia si fuera posible.
Llegar hasta donde se pueda
[Ella me está haciendo los trámites] para sacarme la jubilación de...
pero yo me voy [a ir] de aquí, me voy a otro hogar, me voy a San Bernardo, me
Esperanzado
Esperanzado
Dependiente
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voy a Puente Alto, a Rengo, Rancagua. Sujeto en tránsito
Si puedo irme me iré en el momento que (...) [no es una cosa permanente] que
uno se vaya a quedar acá
Ahora en cuanto al pobre, güeno, el pobre siempre van a haber pobres pero...
[como no he podido conseguir acá nada... entonces yo digo] ¿qué voy a hacer
acá? (...) de repente más adelante puedo pedir una pensión algo
tratar de... estar acá, hasta ¿no? cuando las cosas no sé, a ver que pasa ¿no? estoy
pienso quedarme uno o dos mese más y de ahí ya no
Sujeto en tránsito
Resignado
Sujeto en tránsito
Sujeto en tránsito
Si para ver que hago, la vendo
[una propiedad],
[no sé todavía]
a ver si
puedo salir, de repente vendiendo eso, me puedo instalar, en Arica
pensaría yo ¿no?
64 voy a cumplir, que de adonde voy a conseguir trabajo
Sujeto
en
tránsito
Excluido por
edad
imagínese uno que tenga una pensión mínimo si quie
re una, una pieza de
esas tiene que pagar este $20,000, $30,000 y con qué va a comer...
para donde, para donde uno va, va a encontrar siempre un problema,
entonces uno tiene que ir sorteando eso de la mejor manera posible
Desencantado
Desencantado
tend
ría que estar inválido
[para no hacer algo]
Trabajador
pero eso
me haría feliz poder estar con mi familia y poder aportar algo
,
necesitaría un trabajo, lo primero y después ya poder reunir algo de dinero ya (...)
con eso uno ya podría tener algo
Esperanzado
pero
quisiera, quisiera este no sé otro trabajo
y poder ayudar a la familia y
nada más Esperanzado
Las representaciones discursivas nos remiten a sujetos que oscilan entre el
dolor y la esperanza. Son y están en tránsito –están en un no lugar– son y
quisieran ser, aunque todo parece indicar que ya fueron. No obstante, el estudio
nos permite inferir que es posible una mirada optimista sustentada en la
reparación discursiva de la autoimagen de la persona a través de la agentividad.
Para ello, es vital considerar la noción de trabajo y de jubilación por derecho
que implicarían a su vez autonomía y afiliación, es decir, identidad en sus
prácticas sociales cotidianas.
3. Consideraciones finales
El análisis de las historias de vida en lo que dice relación con los
conceptos de imagen, no lugar, construcción de futuro e identidad, nos permite
en una aproximación preliminar, dado que la investigación está en la fase de
recolección del corpus, esbozar las siguientes conclusiones:
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1. A través de su discurso, las personas en situación de calle se ven a sí
mismas, muestran y argumentan lo que piensan, sienten, imaginan y esperan
de sí, de los otros y del sistema.
2. El aquí/acá, identificado como no lugar se configura como un espacio
periférico, aun cuando físicamente a veces se ubique en el centro histórico
de la ciudad. A dicho espacio se llega por un quiebre manifestado
discursivamente en términos de abandono, carencias económicas, salud
física o mental, drogas, alcoholismo, etc., categorías estas dos últimas que
en otra fase del estudio no aparecían dado que el corpus solo estaba
compuesto por personas de hospedería. En el actual, las personas del
Comedor Vivaceta aportan nuevos datos y argumentos.
3. El quiebre es un momento discursivo que marca la inclusión y la exclusión
de las personas en situación de calle, quienes no pueden contra la
adversidad y ‘tienen que llegar’ al no lugar; no tienen opción. Para algunos,
es una solución, para otros, un espacio de desconfianza, de insolidaridad.
Las representaciones discursivas que surgen se vinculan a verbos de
movimiento: ‘irse’, ‘venir’, ‘andar’. Así tenemos, por ejemplo, ‘me voy
cuando tenga mi jubilación’; ‘no me voy porque no me pueden recibir’; voy
a viajar a… y la vida va a cambiar’; ‘tengo que salir de esto’, ‘no quiero ir
preso’; etc.
4. La exclusión de las personas y su habitar el no lugar implica ausencia de
sentido de pertenencia. No hay sentido de comunidad; no existe el concepto
de posesión ‘mi casa’, ‘mi hogar’, ‘mi barrio’, en el cual habita ‘mi familia’,
están ‘mis amigos’ y ‘mis vecinos’. En el discurso de las personas en
situación de calle que constituyen nuestros datos, solo hay deícticos que se
llenan hoy con el comedor, con el hogar, con la calle, con la cárcel, con un
allá en el sur, con un él/ellos que marca la distancia.
5. Las imágenes discursivas que se activan en la interacción con los
entrevistadores se construyen y sustentan en diversos topoi que se vinculan
a un deber ser social: soy pobre pero honrado; estoy luchando para salir de
‘esto’ (alcohol, drogas); la vida en la calle y en la cárcel es dura. Así, la
representación discursiva más recurrente es la metáfora del espacio
transitorio como escenario de vida en que vivir/sobrevivir es una lucha
constante: ‘aquí te pueden robar todo’; ‘aquí hay que andar con cuidao’. El
sujeto discursivo construye su imagen entre lo que es posible ‘te pueden…’
y el deber ‘hay que…’.
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6. El futuro se construye discursivamente sobre la base de la esperanza y del
deseo. Lingüísticamente usan la condicionalidad construida a través de
poder irse + futuro indicativo ‘Si puedo irme me iré en el momento que
(...) [no es una cosa permanente] que uno se vaya a quedar acá’; el pretérito
de subjuntivo: ‘pero quisiera, quisiera este no sé otro trabajo y poder
ayudar a la familia y nada más’; y el condicional ‘pero eso me haría feliz
poder estar con mi familia y poder aportar algo, necesitaría un trabajo,
lo primero y después ya poder reunir algo de dinero ya (...) con eso uno ya
podría tener algo’. Si para algunas personas, el futuro en el no lugar
consiste en poder algo, para otros, es esperar la jubilación porque van a
montar un negocio y van a recuperar su agentividad laboral; para otros, es la
rehabilitación para volver a sentirse incluidos; para otros, pensar e imaginar
que podrían modificar en algo su suerte, pero ‘lamentablemente no pueden’.
Así, de poco sirve ‘querer’.
7. Aun cuando para algunos la calle es un espacio de tránsito, de anonimato,
sin vínculos, para otros, discursivamente, es una posibilidad de autonomía
sin horarios ni obligaciones. Es el lugar que han encontrado en su vida, es
su lugar, hecho que tensiona la noción de espacio, pues desde ‘nuestro estar
dentro’, pensamos a las personas en situación de calle como excluidos,
como habitantes del no lugar sin considerar las representaciones que ellos
construyen sobre nuestro ser – estar, unido a las particulares concepciones
del tiempo y del espacio como categorías cuya especificad difiere de las
establecidas por nuestra sociedad. Así, al pensarnos y construirnos desde el
‘otro lado’ ellos también nos excluyen discursivamente.
8. Finalmente, cabe señalar según los datos parciales de nuestro estudio, que
en el no lugar, las imágenes de afiliación y de autonomía son solo discurso
que permite momentáneamente construir y reconstruir una identidad
perdida. Identidad discursiva que implicaba familia, amigos, trabajo, en
otras palabras, agentividad y lugar antropológico que en la periferia de la
sociedad, en el borde del borde, es solo un recuerdo o simple imaginación.
Agradecimiento
Mis agradecimientos a Cinthya Lepin por haberme mostrado a Marc Augé.
Notas
1
La caleta se caracteriza por ser un tipo de albergue que alude a área de ríos o espacio bajo los
puentes, túneles, callejones sin salida, sitios eriazos, etc. En una caleta –generalmente
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identificada como territorio al cual subyace un sentido de pertenencia y una organización
interna– de preferencia suelen pernoctar principalmente niños, niñas y jóvenes. Sus edades,
orígenes y motivaciones para estar en la calle son heterogéneas: abandono, violencia, depresión,
etc. Algunos, viven del “macheteo”; otros, de pequeños trabajos o “pololos” tales como cuidar y
lavar autos, limpiar jardines, cargar camiones; otros delinquen para conseguir bencina, neoprén
o pasta base. Van y vienen entre su familia de origen y el grupo de la caleta o de la hospedería
solidaria en la que establecen lazos de afecto, pertenencia e identidad.
3
$ 47.099 ascienden aproximadamente a 101 dólares y $ 23.549 a 50,6 dólares.
4
En zonas rurales, es indigente quien alcanza a reunir $ 18.146; es pobre quien alcanza a vivir
con $31.756.
5
Identidad entendida en una doble dimensión: discursiva (Charaudeau, 2006), es decir aquella
que se construye en el aquí – ahora de la interacción y aquella social, que implica responderse
quién soy yo, qué quisiera ser yo o quién me gustaría ser, considerando los juicios que los otros
emiten sobre mí (Larraín, 2001).
6
Al respecto, recordemos que ‘la indigencia no es una forma homogénea y comparable en
cualquier lugar del mundo (…) los sin techo parecen estar y ser los mismos marginales y
excluidos que viven en las calles, en todas las geografías y culturas, pero esto no es más que un
espejismo, ya que no es lo mismo, por ejemplo, la indigencia en un país latinoamericano
empobrecido que ser indigente en Inglaterra’ (Pardo, 2003: 136).
7
Para no violar los derechos de privacidad de los informantes, todas personas en situación de
calle, los identificamos con las letras iniciales de su nombre y apellido, aun cuando las
entrevistas hayan sido autorizadas por ellos. La E indica entrevistador.
8
Entenderemos por foco la función informativa en que el emisor llama la atención del
destinatario con el objetivo de subrayar una determinada carga semántica en el proceso
informativo en el que se hallan inmersos (Gutiérrez, 2000). Lo anterior, se logra según Pardo
(1992), a través de la jerarquización de la información producida por un hablante. Es así que
podemos hablar de información focalizada e información desfocalizada. Para tales efectos, lo
que aparece después del verbo es lo que se pone en foco y lo que está antes del verbo es lo que
resulta desfocalizado, es decir, lo que posee menor dinamismo comunicativo.
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Nota Biográfica
Lésmer Montecino Soto, Profesor de Castellano,
Magíster en Letras UC, Dr. por la Universidad de
Valladolid. Actualmente, académico de la Facultad
de Letras de la Pontificia Universidad Católica de
Chile. Dicta Análisis del discurso y Pragmática.
Líneas de investigación: Oralidad y Análisis
Crítico del Discurso. Co-investigador en proyecto
FONDECYT “Encuentros orales con fines de
estudio”; investigador responsable del proyecto
FONDECYT N° 1071094 “El discurso de las
personas en situación de calle en Santiago de
Chile”.
E-mail: lmontec@uc.cl