Este capítulo argumenta que durante las últimas dos décadas se ha producido en Chile un proceso de autonomización de la protesta, esto es, una creciente desconexión entre los movimientos sociales y la institucionalidad política formal, particularmente la de centro-izquierda. Rastreamos este proceso empíricamente en dos niveles. Por una parte, consideramos desde un punto de vista histórico cómo variados movimientos sociales y los partidos de centroizquierda se han distanciado progresivamente en términos de objetivos y estrategias durante las últimas dos décadas. Por otra, empleamos datos de la Encuesta Mundial de Valores para demostrar que la asociación estadística entre variadas formas de participación en protesta y múltiples indicadores de afección política han decrecido sistemáticamente con el paso el tiempo, aunque no necesariamente en forma lineal. Argumentamos que para explicar este proceso deben considerarse, al menos, dos factores claves. En primer lugar, las características específicas de la institucionalidad política imperante, tales como el sistema binomial o la ausencia de mecanismos vinculantes de democracia directa, han permitido que los principales partidos políticos chilenos aseguren su sobrevivencia sin tener que apoyarse directamente sobre la sociedad civil organizada. Segundo, cambios en disponibilidad de recursos económicos y sociales, así como en la configuración valórica de la población, han permitido e incentivado que los mismos movimientos sociales no busquen apoyo en las estructuras partidistas tradicionales.