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La Revolución de Julio de 1909

Authors:

Abstract

The aim of this paper is to extend our knowledge of the events that affected much of Catalonia in the last week of July 1909. The work is based on primary sources, from newspapers to ego documents, as well as secondary material, covering most of the historiographical production on those events. The method is empirical. The argument starts with the «hispanorifeño » conflict that caused a general strike against the war which affected much of Catalonia. In some areas, especially in Barcelona, the strike became an anticlerical movement. This movement also had an important republican component, which has been generally underestimated by historians. Finally, we have tried to explain why the strike did not spread to the rest of Spain, and show the magnitude of the repression that followed the end of the general strike against the war, and the anti-clerical and republican movements. The conclusions summarize my point of view of the July 1909 Revolution, considered by many historians a fundamental reference of Spanish political history of the twentieth century.
Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 249, enero-abril, págs. 173-206
ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368, doi: 10.3989/hispania.2015.007
La Revolución de Julio de 1909*
Josep Pich Mitjana
Universitat Pompeu Fabra
RESUMEN: El objetivo del artículo es ampliar nuestros conocimientos sobre los su-
cesos que afectaron a buena parte de Cataluña, en la última semana de
julio de 1909. El trabajo está basado en fuentes primarias, desde prensa
a ego documentos1 y también secundarias, con la utilización de la mayor
parte de la producción historiográfica sobre el objeto de estudio. El mé-
todo utilizado es empírico. El argumento se inicia con el conflicto hispa-
no-rifeño que originó la huelga general contra la guerra que afectó a
gran parte del territorio catalán, pero en algunas partes, especialmente
en Barcelona, se transformó en un movimiento anticlerical. También tuvo
un importante componente republicano que, en cierta manera, se ha visto
minusvalorado por la historiografía. Finalmente, hemos intentado expli-
car por qué el paro no se extendió al resto de España y la magnitud de la
represión que siguió a la finalización de la huelga general contra la gue-
rra y a los movimientos anticlerical y republicano. En las conclusiones
intentamos sintetizar nuestra visión de la revolución de julio de 1909
que, para una buena parte de la historiografía, es un referente funda-
mental de la historia política española del siglo XX.
PALABRAS CLAVE: Revolución de 1909; Semana Trágica; huelga ge-
neral; anticlericalismo; republicanismo; represión
política.
————
* Este artículo forma parte del proyecto colectivo de investigación: «Las problemáticas
federalistas españolas, siglos XIX-XX», HAR2011-28572 financiado por el Ministerio de
Ciencia e Innovación. Agradezco a los Dres. Eloy Martín Corrales, Anna Puigdellívol, Juan
Pastrana y Josep Contreras, así como los estudiantes de doctorado Mariona Lloret y Sebastià
Bennassar la lectura crítica de este artículo, aunque los errores únicamente son atribuibles al
autor.
1 AMELANG, 1 (2005): 17-18.
JOSEP PICH MITJANA
Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 249, enero.-abril, págs. 173-206, ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368, doi: 10.3989/hispania.2015.007
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The Revolution of July 1909
ABSTRACT: The aim of this paper is to extend our knowledge of the events that affec-
ted much of Catalonia in the last week of July 1909. The work is based on
primary sources, from newspapers to ego documents, as well as seconda-
ry material, covering most of the historiographical production on those
events. The method is empirical. The argument starts with the «hispano-
rifeño» conflict that caused a general strike against the war which affec-
ted much of Catalonia. In some areas, especially in Barcelona, the strike
became an anticlerical movement. This movement also had an important
republican component, which has been generally underestimated by his-
torians. Finally, we have tried to explain why the strike did not spread to
the rest of Spain, and show the magnitude of the repression that followed
the end of the general strike against the war, and the anti-clerical and
republican movements. The conclusions summarize my point of view of
the July 1909 Revolution, considered by many historians a fundamental
reference of Spanish political history of the twentieth century.
KEY WORDS: 1909’s Revolution; Tragic Week; general strike; anti-
clericalism; republicanism; political repression.
INTRODUCCIÓN
Los coetáneos de los acontecimientos que afectaron a buena parte de Cata-
luña entre el 26 de julio y el 1 de agosto de 1909 dividían su vida entre el an-
tes y el después de la Semana Trágica2. Ésta fue ampliamente estudiada por
Joan Connelly Ullmann, Joaquín Romero Maura o Josep Benet3, entre otros4.
Además, el centenario de aquellos hechos ha impulsado una gran cantidad de
publicaciones, tanto divulgativas5 como de investigación6, aunque la mayoría
centradas en los sucesos que acaecieron en Barcelona7.
————
2 RIERA LLORCA, 1979: 33. Citado por ESPINET, 2009: 223-253. Sobre su impacto
en los coetáneos véase POL (Barcelona, 9 de agosto de 1909): 1. L’ESCOP (Barcelona, 11 y
17 de agosto de 1909): 1. XENIUS (Barcelona, 16 de agosto de 1909): 1. MONSERDÀ DE
MACIÀ (Barcelona, 21 de agosto de 1909): 1. RUCABADO (Barcelona, 25 y 26 de agosto de
1909): 1. MARAGALL, 2009a y 2009b.
3 ULLMANN, 1972 [2009]. ROMERO MAURA, 1975. BENET, 1963.
4 VOLTES BOU, 1995. G. ROMERO, 2002.
5 DALMAU, 2009. DOMÍNGUEZ ÁLVAREZ, 2009. MARTÍNEZ FIOL, 2009. GAR-
CÍA RODRÍGUEZ, 2010.
6 UCELAY-DA CAL, y CALAFELL, 2009. MOLINER, 2009. MARTÍN CORRALES,
2011. CORTS i BLAY, 2009, CORTS i BLAY, (Barcelona, Balmesiana (Biblioteca Balmes),
2009). MARÍN SILVESTRE, 2009. BERGASA, 2009. PICH, e IZQUIERDO, 2009. JIMÉ-
NEZ FERNÁNDEZ, y SAUCH CRUZ, 2010. AUBERT, 2012.
7 RUBÍ, 2009: 81-136.
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La última semana de julio de 1909 es un referente de la historia política es-
pañola del siglo XX, en el que se entrecruzan política colonial y movimiento
antiimperialista, la pugna entre clericales y anticlericales o el fracaso del intento
de Maura de regenerar el sistema político de la Restauración8. Este artículo
estudia su impacto en todo el territorio catalán, su vertiente republicana y los
motivos por los que la huelga general no se extendió al resto de España.
El precipitante de la revolución de julio 1909 fue el conflicto hispanorifeño.
Éste se inició cuando diversas cabilas atacaron a los obreros que construían el
ferrocarril entre Melilla y las minas que pretendían explotar dos empresas es-
pañolas, aunque una de capital francés, en territorio del imperio jerifiano9. El
gobierno decidió enviar tropas y movilizar a los reservistas para enviarlos a
luchar al Rif. Esta decisión fue considerada, en palabras de Ángel Ossorio y
Gallardo que en aquellos momentos era gobernador civil de Barcelona, una
«aventura odiosa y antipática» en toda España. No obstante, en Cataluña la
reacción fue mucho más acentuada y «necesariamente revolucionaria»10.
La dirección del Partido Socialista Obrero Español preparaba una huelga
general en contra de la guerra. Los socialistas pretendían iniciar el paro en
contra del conflicto en los alrededores de Melilla, el 2 de agosto. Sin embar-
go, los dirigentes barceloneses de Solidaridad Obrera acordaron que empeza-
se el lunes 26 de julio, para anticiparse a las posibles detenciones policiales
de los organizadores de la huelga. Entre el 22 y el 24 de julio comenzaron los
cambios de impresiones entre sindicalistas, socialistas, anarquistas, republi-
canos nacionalistas y radicales, en Barcelona. La comisión de huelga la for-
maban «los tres primeros elementos»11.
El Comité que dirigía la huelga general estaba integrado por Fabra Ribas
de la Federación Socialista catalana del PSOE, por Miguel Villalobos More-
no, que en realidad se llamaba Miguel Sánchez González, y era el represen-
tante de Solidaridad Obrera, mientras que el tercero fue designado por los
anarquistas y no podemos asegurar si era Francisco Miranda o José Rodríguez
Romero. Sin embargo, los miembros del Comité designados por Solidaridad
Obrera y por los anarquistas, tanto si se trataba de Miranda, como de Rodrí-
guez Romero, estaban muy vinculados a Francisco Ferrer y Guardia12.
Los organizadores de la huelga general querían que el paro fuese pacífico y
limitado a un día para poner de manifiesto la oposición del país a la guerra en
los alrededores de Melilla y al gobierno conservador encabezado por Maura13.
————
8 SUÁREZ CORTINA, 2009: 43-44.
9 SEGURA, 2010: 39-54.
10 OSSORIO, 1975: 88.
11 BONAFULLA, 1910: 14.
12 ULLMANN, 1972: 316-333. GABRIEL (Aix-en-Provence y Marsella, 47, 2012): 97-99.
13 S.A. (Barcelona, 10 de agosto de 1909): 1. COMAPOSADA, 1909: 7. FABRA y RI-
BAS, 1975: 37-39.
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En Barcelona, la noche del sábado 24 de julio, se encontraron delegados sin-
dicales de toda Cataluña para preparar el plan de campaña definitivo y «des
émissaires partirent pour Valence et Saragosse. Dans le matinée du lundi, 26
juillet, tout était prêt pour aller à la bataille»14.
LA HUELGA GENERAL EN CONTRA DE LA GUERRA
El paro se inició con éxito en la capital catalana. Algunos de los que vivie-
ron aquella convulsa semana aseguran que de facto existía unanimidad en la
protesta en contra de la guerra. La coacción fue innecesaria en la mayor parte
de los casos, y muchos recordaban la importancia de las mujeres en el inicio
de la huelga general15.
El movimiento en contra de la guerra en el Rif se extendió por toda Cata-
luña con ritmos dispares16. El lunes por la mañana paralizó Barcelona y se
extendió a Tarrasa, Mataró, Vilanova, Sitges, Granollers y Sabadell. En esta
última ciudad se enfrentaron las fuerzas de orden público y los huelguistas
desde primera hora de la mañana17. En estas circunstancias, el gobernador
civil de Barcelona, Ángel Ossorio y Gallardo, dimitió de su cargo, porque era
contrario a promulgar el Estado de Guerra. Éste implicaba la suspensión de la
inviolabilidad de los domicilios y de las libertades de expresión, reunión y
asociación. También posibilitaba el destierro de las personas que las autorida-
des considerasen que estaban involucradas en la sedición.
En el momento de la dimisión de Ossorio y Gallardo, el paro no había lle-
gado a ser general en Barcelona, porque unos pocos establecimientos estaban
abiertos. Además, las fuerzas de orden público controlaban a los huelguistas,
con unos pocos heridos y bastantes detenciones. Los sediciosos no consiguie-
ron incomunicar la capital catalana, aunque cortaron las líneas telefónicas y
telegráficas, ya que no conocían la existencia del cable que comunicaba Bar-
celona con Palma de Mallorca. En cuanto a la red de ferrocarriles, la utiliza-
ron para difundir la convocatoria de la huelga general y, posteriormente, sa-
botearon diversos tramos de las vías18. De hecho, una de las novedades de la
revolución de julio de 1909 fue la destrucción de la red de comunicaciones
con el objetivo de intentar neutralizar la acción represiva del Estado19.
————
14 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 13 de agosto de 1909): 1-2.
15 FRANCÉS, 1962: 239. HURTADO, 1969: 152-153. KAPLAN, 2003: 162-165.
16 RUBÍ, 2009: 81-136.
17 OSSORIO, 1910: 52-60. S.A., (Madrid, 27 de julio de 1909): 7. SOLDEVILLA, 1910:
264-265.
18 OSSORIO, 1910: 51-54. LA CIERVA, 1955: 138. S.A., (Madrid, 28 de julio de 1909): 10.
19 RUBÍ, 2010: 97-100.
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CUADRO 1. Elaboración propia a partir del mapa basado en la actual red de
ferrocarriles de vía ancha de distribución similar a la existente a principios del
s. XX.(http://www.edu365.cat/aulanet/comsoc/Mapes/CAT/ESTCATMAP.htm)
Los puntos se corresponden con las capitales comarcales.
Indica los puntos de interrupción de las comunicaciones. Elaboración
del autor a partir de las fuentes utilizadas para escribir el artículo.
Uno de los sucesos más relevantes afectó a las Borges Blanques, el miér-
coles 28 de julio, cuando circularon rumores que la guardia civil aplicaría la
ley de fugas a los detenidos por haber atacado la estación de tren. En estas
circunstancias, el diputado de Solidaritat Catalana y ex teniente coronel de
ingenieros Francesc Macià intentó conseguir su liberación y acabó imputado.
Sin embargo, los habitantes de las Borges Blanques consideraron heroica su
actitud al defender a los detenidos, hasta el punto que las Borges se convirtió
en su feudo electoral20.
————
20 RIERA, 1909: 275-277. ARRUFAT, 2007: 111-113. S.A., (Lleida, 29 de julio de 2009).
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El mismo día del incidente en las Borges Blanques, el gobierno amplió el
Estado de Guerra a la totalidad de las provincias españolas21, porque los «agi-
tadores» querían que el movimiento sedicioso, «con carácter revolucionario»,
impidiese la «acción del Gobierno, especialmente en lo que se relaciona con
la campaña de Melilla»22.
Los organizadores de la huelga aseguraban que ésta había sido verdadera-
mente general en Cataluña23. No obstante, los sucesos que afectaron a una
amplia parte del territorio y a la mayoría de la población catalana abarcan
desde protestas pacíficas contra la guerra y el sistema de quintas, hasta mo-
vimientos revolucionarios republicanos y/o anticlericales muy violentos, que
fueron aplastados con el envío masivo de fuerzas de orden público y del ejér-
cito24. De hecho, tenemos información de alteraciones del orden público en
cerca de un centenar de municipios catalanes25.
El oficial de la guardia civil Modesto de Lara reconocía que, además de la
ciudad de Barcelona, «se hizo el intento de revolución» en Sabadell, Tarrasa,
Mataró, Manresa, Premiá, Masnou, Badalona, Vilafranca, Igualada, Marto-
rell, Molins de Rey, San Feliu, y en alguna otra población barcelonesa. Sin
embargo, para los catalanistas republicanos el movimiento no se había limita-
do al territorio barcelonés, ya que se trataría del «moviment y els successos
de Catalunya. Perquè contra la guerra no’s va aixecar sols la ciutat, sinó la
pàtria nostra»26.
La huelga general se inició en el área de Barcelona, se difundió por el lito-
ral gerundense, a partir del martes 27 de julio. Posteriormente, paralizó ciu-
dades de la provincia de Tarragona, como Reus, donde se impuso el miérco-
les27, y el Vendrell28. El jueves, incidió en la Cataluña interior, con graves
altercados en Manresa. En cambio, afectó poco a los territorios cercanos al
Ebro y al Pirineo ilerdense, en los que tenían una fuerza considerable tanto
los carlistas como los sectores afines a los postulados que en aquel período
defendía la iglesia católica. Tampoco hubo incidentes en la ciudad de Tarra-
gona, por la importancia de la administración vinculada a la capitalidad pro-
vincial, así como por la guarnición militar y por la numerosa población ecle-
siástica29.
————
21 S.A. (Barcelona, 5 de agosto de 1909): 2. BONAFULLA, 1910: 28-29. SOLDEVILLA,
1910: 265-267.
22 SOLDEVILLA, 1910: 267-268.
23 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 16 de agosto de 1909): 1-2.
24 SOLDEVILLA, 1910: 271-272 y 276-282.
25 S.A. (Barcelona, 3-7, 9-14, 16-19 de agosto de 1909): 1-2 y 4. COMAPOSADA, 1909: 51.
26 S.A., (Barcelona, 9 de noviembre de 1909): 1.
27 S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 9. RIERA, 1909: 272-273.
28 S.A., (Barcelona, 10 y 11 de agosto de 1909): 2.
29 S.A., (Barcelona, 3 de agosto de 1909): 1. MARCHÁN, 2011: 303-345.
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CUADRO 2. Poblaciones que siguieron la huelga general en contra de la guerra.
Elaboración del autor a partir de las fuentes utilizadas para escribir el artículo.
EL MOVIMIENTO ANTICLERICAL
Su epicentro estuvo en la ciudad de Barcelona, en la que los anticlericales
atacaron cerca de un centenar de edificios de la iglesia católica, pero no afec-
taron a la totalidad de las poblaciones que dieron apoyo a la huelga general en
contra de la guerra en el Rif. En la capital catalana, el único edificio civil in-
cendiado fue la fábrica de licores del carlista Antoni Tortras, porque circuló el
rumor que desde su tejado habían disparado contra los rebeldes30. Ullmann
centró su investigación en Barcelona, porque su objetivo era estudiar las cau-
sas socioeconómicas del anticlericalismo español31.
————
30 S.A., (Barcelona, 6 de agosto de 1909)a: 1-2. S.A., (Barcelona, 6 de agosto de 1909)b: 1-
2. SOLDEVILA, 1961: 3026. Hay una discrepancia entre los edificios religiosos destruidos en los
textos de ULLMANN, 1972: 510-511 y 614. ROMERO MAURA, 1975: 515-516, y G. RO-
MERO, 2002.
31 ULLMANN, 1972: 29-109 y 584-613.
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En la capital catalana, los anticlericales profanaron tumbas de monjas en,
como mínimo, seis conventos. El caso más conocido es el de las Jerónimas,
pero también desenterraron cadáveres en los de las Capuchinas, Magdalenas,
Dominicas, Arrepentidas y Mínimas. Los profanadores pensaban que la ma-
yoría de las monjas estaban en los conventos en contra de su voluntad, que las
superioras torturaban a las que no se sometían, y que a las más rebeldes las
enterraban vivas32. Por tanto, profanaron las tumbas para intentar comprobar-
lo y organizaron una especie de procesión para mostrar los cadáveres. En el
trayecto, «una fue dejada en la puerta de la iglesia del Pino, con un cigarro en
la boca; dos junto á la casa del Sr. Güell», empresario y uno de los propieta-
rios de una de las empresas con concesiones mineras en los alrededores de
Melilla33. La profanación de tumbas fue una de las acciones más recordadas y
comentadas, ya que «a esto no se había llegado en España jamás»34.
No obstante, los ataques contra los edificios de la iglesia católica no se limi-
taron a la ciudad de Barcelona. Así pues, en San Adrián de Besós quemaron la
iglesia y la casa del rector35. En Badalona atacaron el convento de San Miguel,
pero los guardias civiles y los carabineros «hicieron una descarga al aire, ahu-
yentó las turbas y los destrozos fueron de escasa importancia»36. En Granollers,
cuando se difundió la noticia que quemaban los conventos en Barcelona, un
grupo de «chiquillos» atacó el de la congregación de los pequeños hermanos de
San Antonio. Los monjes huyeron con la ayuda de los vecinos37. En Mataró,
los huelguistas creyeron que les disparaban desde el tejado del colegio de los
Escolapios por lo que «se dirigieron á este colegio profiriendo insultos y ame-
nazas», pero no pudieron destruirlo porque la guardia civil no se lo permitió.
Posteriormente, atacaron el convento de los Salesianos que se encontraba en las
afueras de la población, pero de nuevo la guardia civil impidió que lo incendia-
ran38, mientras que en Premiá de Mar, un grupo de anticlericales «se estacionó,
durante la noche del miércoles ante el convento de frailes». Los monjes evita-
ron el ataque por la ayuda de un buque de la armada española39.
En Sabadell, los revolucionarios atacaron e incendiaron la iglesia de San
Félix y la rectoría40, porque, tal como lo explicaban dos de los dirigentes re-
————
32 FABRA y RIBAS, 1975: 43-45. COMAPOSADA, 1909: 20-22.
33 S.A., (Madrid, 5 de agosto de 1909): 5. S.A., (Barcelona, 5 de agosto de 1909): 2.
34 SOLDEVILLA, 1910: 282.
35 RIERA, 1909: 234.
36 S.A., 1910?: 181. RIERA, 1909: 231-234.
37 S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 9. S.A., (Barcelona, 5 de agosto de 1909): 2.
RIERA, 1909: 244-246.
38 S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 8. S.A., (Barcelona, 5 de agosto de 1909): 2.
RIERA, 1909: 235-236. S.A., [1910?]: 182. FIERRO, 1909: 68-71 y 93-94.
39 COMAPOSADA, 1909: 48-49. BERGASA, 2009: 186-188.
40 COMAPOSADA, 1909: 36.
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volucionarios sabadellenses en la L'Humanité de París, «tiraient sur le peu-
ple» desde el campanario de la iglesia41. En cambio, Joan Guri, el campanero,
negaba que nadie les hubiera disparado y que los atacaron, el martes 27 de
julio, cuando una multitud regresaba del mitin que se había celebrado en la
plaza del Vallés. El campanero, el párroco y sus acompañantes huyeron por
una puerta accesoria42.
El miércoles 28 de julio, en Palamós, los anticlericales incendiaron el Co-
legio residencia de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, popularmente
conocidos como La Salle, y dos de los monjes fueron agredidos. También
asaltaron el convento de los hermanos maristas, y con la dinamita que utiliza-
ban para las obras del puerto se dirigieron a Calonge, población en la que in-
cendiaron el colegio y la residencia de las hermanas Carmelitas de la Caridad,
e intentaron incendiar la iglesia de San Martín43.
En Palafrugell detuvieron e insultaron al párroco, y amenazaron a las mon-
jas que cuidaban de los enfermos en el hospital44. En San Feliu de Guíxols, un
grupo se dirigió a la iglesia de San Juan, rociaron con petróleo la puerta de la
capilla y la incendiaron45. En Bañolas cortaron las comunicaciones y trataron
de «incendiar la Casa-misión y algún convento, pero el somatén lo impi-
dió»46.
El jueves 29 de julio, una multitud de muchachos y jóvenes recorrieron
Manresa y quemaron «las casillas y la administración de consumos. Luego se
dirigieron á los conventos de Religiosas Capuchinas, del Sagrado Corazón y
de San Francisco». Los tres conventos fueron incendiados e hicieron «toda
suerte de desmanes, sacrilegios y profanaciones». El somatén impidió que
incendiasen los conventos de los capuchinos y de los jesuitas47.
————
41 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 17 de agosto de 1909): 1-2.
42 RIERA, 1909: 237-238. GODAYOL, 1927: 53-55 y 159-183. ROCAS, 1998: 71.
CALVET, 3 (Sabadell, 1977): 66. PLANELL, 3 (Sabadell, 1988): 80-86.
43 S.A., (Barcelona, 10 de agosto de 1909): 1-2. RIERA, 1909: 265-270. ROCAS, 1998:
70-71. JIMÉNEZ, (Girona, 17 al 23 de julio de 2009): 12.
44 S.A., (Barcelona, 11 de agosto de 1909): 1-2. ROCAS, 1998: 70-71 y 73-74.
45 S.A., (Barcelona, 4 de agosto de 1909): 1-2. JIMÉNEZ, (Girona, 17 al 23 de julio de
2009): 12.
46 S.A., (Barcelona, 4 de agosto de 1909): 1-2. RIERA, 1909: 270.
47 S.A., (Barcelona, 4-5, 11, 13, 16 de agosto de 1909): 1-2. XANDRI, R. 1909. S.A., (Ma-
drid, 6 de agosto de 1909): 10. S.A., [1910?]: 188. RIERA, 1909: 252-255. SERRA, 1991: 49.
RUBÍ, (Manresa, 30 de julio de 2009).
JOSEP PICH MITJANA
Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 249, enero.-abril, págs. 173-206, ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368, doi: 10.3989/hispania.2015.007
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CUADRO 3. Poblaciones con ataques anticlericales.
Elaboración del autor a partir de las fuentes utilizadas para escribir el artículo.
El movimiento anticlerical finalizó cuando las fuerzas de orden público y
las tropas enviadas por el gobierno lo sofocaron48. El cambio de actitud fue
evidente el sábado 31 de julio, cuando la guardia civil disparó a un grupo de
supuestos anticlericales matando a seis y deteniendo a muchos de sus inte-
grantes49.
El domingo 1 de agosto, el movimiento había finalizado. En la ciudad de
Barcelona, la población comenzó a salir de sus casas, donde había estado en-
cerrada casi una semana, para comprobar si los rumores que circulaban sobre
los ataques anticlericales eran verídicos.
Inmediatamente, se inició la polémica sobre si éstos se habían iniciado es-
pontáneamente, o bien habían sido planificados. Inicialmente, era una disputa
————
48 S.A., (Barcelona, 7 de agosto de 1909): 473-474. LADERA, 1917: 80-86. AMETLLA,
1963: 266-268. HURTADO, 1969: 159. COROMINES, 1974: 83-88. ULLMANN, 1972: 477-
497.
49 S.A., (Barcelona, 7 de agosto de 1909): 473-474.
LA REVOLUCIÓN DE JULIO DE 1909
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entre dirigentes conservadores, ya que el principal defensor de que habían
sido planificados era la Cierva, el ministro de gobernación durante la revolu-
ción de julio de 190950, mientras que el también conservador Ossorio y Ga-
llardo defendía su espontaneidad51. Esta perspectiva era compartida por la
mayor parte de los progresistas, como el catedrático de biología y dirigente
republicano Odón de Buen52. En cambio, para los regionalistas conservadores
estas opiniones surgían de periodistas madrileños y liberales para desviar la
opinión pública y la justicia de los «veritables incendiaris, lladres y assas-
sins», cuando daban a entender que «no se n’ha de culpar d’aqueixos crims a
cap partit polítich y que aviat ens voldran fer creure que no ho ha fet ningú»53.
Los regionalistas de La Veu de Catalunya estaban de acuerdo con el análisis
del periodista Claudio Frollo, seudónimo utilizado por Ernesto López Fernán-
dez, que desde el diario El Mundo afirmaba que la sedición había sido impulsa-
da por los anarquistas, los lerrouxistas, los liberales y por «una figura siniestra
y traidora, que no es Lerroux, y que cuando otros atentados pudo y debió que-
dar eliminada», en clara referencia a Ferrer y Guardia54. En cambio, para los
catalanistas republicanos se trataba de un movimiento «contra la guerra», que
los reaccionarios vinculaban a las «idees nihilistes y no com un alsament contra
la guerra, pera poder demanar l’ús quotidià de la pena de mor55.
La polémica sobre la planificación o la espontaneidad, tanto del movi-
miento revolucionario como del anticlerical, continua vigente. Para la histo-
riadora Joan Connelly Ullmann los principales dirigentes lerrouxistas barce-
loneses habrían optado por transformar la huelga general, potencialmente
revolucionaria, en una rebelión anticlerical para evitar el inicio de una verda-
dera revolución social, que si fracasaba, como era muy probable que sucedie-
se, podía resultar muy peligrosa para sus intereses56. En cambio, Josep Benet
sostenía que los organizadores de la huelga general buscaron el apoyo de los
radicales, pero éstos, de la misma manera que hicieron los republicanos cata-
lanistas, no habrían querido asumir la responsabilidad de dirigir el movimien-
to revolucionario. Por tanto, la huelga general revolucionaria se transformó en
un movimiento acéfalo y caótico; un magma en el que habrían comenzado los
ataques anticlericales que se habrían visto reforzados por la pasividad inicial
del ejército y de las clases patricias57.
————
50 LA CIERVA, 1955: 127-131.
51 OSSORIO, 1910: 13-14 y 54-55.
52 BUEN, 2003: 99. OSSORIO, 1910: 14. HURTADO, 1969: 159. AMETLLA, 1963,
267-268. FRANCÉS, 1962: 239-242. GAZIEL, 1970: 631.
53 S.A., (Barcelona, 6, 9 y 13 de agosto de 1909): 2.
54 S.A., (Barcelona, 13 de agosto de 1909): 1.
55 S.A., (Barcelona, 9 de noviembre de 1909): 1.
56 ULLMANN, 1972: 391-393, 425-426 y 585-588. AVILÉS, 2006: 215.
57 BENET, 1963: 50.
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La visión de los sucesos de Benet es compartida, con matizaciones, y des-
de perspectivas muy diversas por Joaquín Romero-Maura58, Joan Baptista
Culla59 o Dolors Marín60. Desde esta perspectiva, la transformación de la
huelga general en un movimiento anticlerical no respondería a una decisión
de los dirigentes lerrouxistas, sino a una explosión espontánea de los odios
acumulados por las clases populares contra la Iglesia católica por motivos
diversos, que irían desde la competencia desleal de los productos elaborados
en los conventos, a la vinculación de las prestaciones sociales ofrecidas por
los centros católicos a la subordinación de los que las recibían, o a las ideas
de obediencia y de resignación que intentaban inculcar en las clases popula-
res, entre otros. Estos agravios, tanto reales como imaginarios, serían los que
explicarían que los anticlericales tuviesen el apoyo de una buena parte de la
población catalana61.
De lo que no cabe duda es que el impacto del movimiento anticlerical de
1909 produjo un seísmo en el plural y diverso mundo del catolicismo cata-
lán62, desde los integristas al franciscanismo defendido por el poeta Joan Ma-
ragall63 o Dolors Monserdà de Macià, cuando afirmaba que tenían que «ane-
gar ab els rius del Amor les fogueres del odi: Civilisar, Espiritualisar»64. Los
católicos estaban conmocionados por la destrucción de iglesias, edificios y
símbolos religiosos, aunque los anticlericales respetaron la vida de la mayor
parte de los eclesiásticos. Los contrarios al clero católico, en cambio, no po-
dían olvidar la represión, que siguió a la derrota de la insurrección65. En todo
caso, la rebelión puso de manifiesto el anticlericalismo de una buena parte de
la sociedad catalana del período66.
EL MOVIMIENTO REPUBLICANO
La revolución de julio de 1909 tuvo un importante componente republica-
no que, en cierta forma, se ha visto infravalorado, porque su epicentro no es-
tuvo en la ciudad de Barcelona. Algunos de los datos publicados por los pe-
————
58 ROMERO MAURA, 1975: 519-542.
59 CULLA, 1986: 212.
60 MARÍN, 2009: 262-264.
61 CULLA, 1986: 212. COMAPOSADA, 1909: 13-16.
62 CASANOVAS, 1910. TORRAS, 1909. FIERRO, 1909. CORTS, 2010: 153-180.
63 BENET, 1963. FRANCÉS, 1962: 245, AMETLLA, 1963: 275. UCELAY-DA CAL,
2003: 449.
64 MONSERDÀ DE MACIÀ (Barcelona, 21 de agosto de 1909): 1.
65 SIMARRO 1910. COMAS, 1910. BRISSA, 1910. LEROY, 1913. FERRER, 1948.
SOLÀ, 1978. ABELLÓ, 1987. AVILÉS, 2006. ARCHER, 2010 [1ª ed. en 1911].
66 CULLA, 1986: 206.
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riodistas dinásticos no eran totalmente correctos. Fernando Soldevilla asegura-
ba que en la ciudad de Barcelona «se constituyó una Junta revolucionaria»67,
aunque el Comité de huelga no se transformó en una verdadera dirección revo-
lucionaria. Fabra y Ribas reconocía que habían organizado una huelga general
de un día y «ens surt una revolució per la qual no estem preparats»68. La trans-
formación de la huelga general en contra de la guerra en un movimiento revo-
lucionario y/o anticlerical sorprendió al Comité de huelga barcelonés, hasta el
punto que prácticamente suplicaron a los dirigentes republicanos barceloneses
que lo encabezasen. Sin embargo, los dirigentes republicanos no lo aceptaron,
porque consideraban que no tenía posibilidades de triunfar. Por tanto, Fabra y
Ribas se exilió para explicar «en París o en Bruselas, lo que ha ocurrido»69.
El salesiano Rodolfo Fierro recordaba que «unos decían con satisfacción
que la República estaba proclamada en Barcelona, en Gerona, en Manresa, en
Sabadell». También circulaba el rumor que habían asesinado a Maura, que
Alfonso XIII había huido y «mil paparruchas de ese jaez» que eran repetidas
en todas las poblaciones generando «turbación y agitación y osadía entre la
chusma, y la consternación entre elementos de orden.» Sabían que los sedi-
ciosos habían cortado las comunicaciones y que la huelga general había «pa-
ralizado toda la vida», pero circulaban rumores que «venían abultando la si-
tuación.» Éstos aseguraban que «en Manresa había habido algo grave; que en
la provincia de Gerona no las tenían todas consigo los eclesiásticos…»70.
Durante la última semana de julio de 1909, algunos municipios estuvieron
bajo el control de juntas revolucionarias. Por ejemplo, desde el colegio de los
salesianos de Mataró enviaron a un religioso, vestido de civil, a Barcelona
para comunicar a las familias de los alumnos internados que no les había pa-
sado nada. Durante el viaje, en Vilassar de Mar, fue detenido por una Comi-
sión de la «República independiente», ante la que se hizo pasar por un viajan-
te francés, y le advirtieron que en Premiá de Mar o en El Masnou, las
comisiones republicanas eran tan severas que «recibían con cuatro balazos al
que intentara pasar, y así el pase era inútil durante la noche». A la mañana
siguiente, dejó el camino de la costa, pero Vilassar de Dalt también estaba
revolucionado. Finalmente, llegó a Barcelona, el 2 de agosto71.
La capital del Maresme, Mataró, «estaba en poder de los revolucionarios».
El jueves 29 de julio, los concejales republicanos constituyeron la junta revo-
————
67 SOLDEVILLA, 1910: 285.
68 AMETLLA, 1963: 269.
69 FABRA y RIBAS, 1975: 43-45. COMAPOSADA, 1909: 11. AMETLLA, 1963: 269-
270. HURTADO, 1969: 152-156 y 170-171. ULLMANN, 1972: 403-405 y 427-428. UCE-
LAY-DA CAL, 2003: 448-449.
70 FIERRO, 1909: 32-33 y 93.
71 FIERRO, 1909: 75-79.
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lucionaria que sustituyó al Comité de huelga y aseguraron que «si en Barce-
lona se diese un grito [en referencia a la proclamación de la República], Ma-
taró lo secundaría inmediatamente». El 1 de agosto, se disolvieron pacífica-
mente sin haber proclamado la República, aunque algunos diarios aseguraron
que «se han proclamado republicanos»72.
En Calella constituyeron una junta revolucionaria que se autodenominaba
Comisión del pueblo. Ésta ordenó que comenzase la huelga general, impulsó
el sabotaje de la vía del tren y de la carretera. Además, tenían un cierto pre-
dominio sobre los revolucionarios de Malgrat de Mar, Pineda y San Pol73.
En el Bajo Ampurdán el movimiento republicano fue muy importante. Los
revolucionarios de Palafrugell creyeron que se había proclamado la República
en España y se constituyeron «ellos en cantón». No se podía entrar ni salir de
la población sin el «oportuno salvoconducto (…) extendido en toda regla y
sellado y debidamente firmado». El jueves 29 de julio, organizaron una junta
revolucionaria que controlaban los libertarios, pero fue «sustituida por otra
compuesta de hombres de orden»74.
En Palamós también organizaron una junta revolucionaria que, según la
prensa, habría proclamado la República75, mientras que en Cassá de la Selva,
a unos doce kilómetros de Girona, «ondeó la bandera tricolor en la Casa Con-
sistorial»76 y en Ripoll organizaron una Junta con «ripollesos ilustres (sic)».
El sic estaba motivado porque sus integrantes serían foráneos que pretendie-
ron imponer su autoridad, hasta que los vecinos se opusieron y «se encargó
del orden el Ayuntamiento auxiliado por el somatén»77.
Los salesianos también tenían una casa convento en San Vicenç dels Horts
a la que enviaron a una parte de los religiosos y alumnos del colegio que tenían
en Sarriá, porque pensaron que estarían más seguros. Sin embargo, durante el
trayecto, fueron detenidos y juzgados en Molins de Rey. Rodolfo Fierro ase-
gura que los llevaron ante el juez de la localidad y éste habría sentenciado que
no habían cometido ningún delito y los de la «Comisión de la República in-
dependiente de Molins, [optaron] por concederles el pase»78.
En Vallbona, relativamente cerca de Molins, un grupo de unos ciento cin-
cuenta hombres cortaba la carretera, y únicamente dejaban pasar a los que
————
72 COMAPOSADA, 1909: 44-45. RIERA, 1909: 235-236. S.A., 1910?: 182. FIERRO,
1909: 68-71. S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 7-8 y 10.
73 S.A. (Barcelona, 16 de agosto de 1909): 1-2. RIERA, 1909: 259.
74 S.A., (Madrid, 6 de agosto de 1909): 7. S.A. (Barcelona, 16 de agosto de 1909): 2. RIE-
RA, 1909: 266-267. ROCAS, 1998: 70 y 145. JIMÉNEZ, (Girona, 17 al 23 de julio de 2009): 12.
75 S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 7. S.A. (Barcelona, 10 y 12 de agosto de 1909): 1-2.
76 S.A. (Barcelona, 9 de agosto de 1909): 2. RIERA, 1909: 268-269.
77 RIERA, 1909: 263. S.A. (Barcelona, 6 y 23 de agosto de 1909): 1-2.
78 FIERRO, 1909: 27-28.
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llevaban un pase de la junta revolucionaria de la población79. En cambio, en
Cornellá, el consistorio municipal y las principales asociaciones acordaron
constituir el Comité de Seguridad y de Salvación que mantuvo el paro, pero
evitó las acciones violentas y ofreció protección a los religiosos que huían de
las poblaciones vecinas80.
El anarquista Leopoldo Bonafulla resaltaba la relevancia del movimiento
revolucionario en las comarcas vallesanas, ya que en Sabadell y en Granollers
la revolución triunfó plenamente81, pero mientras que los sucesos de Sabadell
fueron una tragedia sangrienta, relativamente parecida a la de la ciudad de
Barcelona, los de Granollers eran descritos como un sainete82.
El periodista Augusto Riera quedó fascinado con la actividad de la Junta
Revolucionaria de Granollers, cuyo presidente consultó todas las decisiones a
la Asamblea popular que se reunía en la plaza Mayor. El 1 de agosto, ante la
llegada de un tren con guardias civiles, volvieron a reunir nuevamente la
Asamblea y el presidente, desde el balcón del Ayuntamiento, les preguntó:
-¡Poble soberà! ¿No’t sembla que ya hem fet lo que podíem, y que ja n’hi ha
prou? —¡Sí! ¡sí! —gritaron todos. —¡Doncs cada hú á la feina y visca l’orde! —
¡Visca!— contestaron, y no pasó más83.
La prensa coetánea a los sucesos coincidía en que habían proclamado la
República en Sabadell y, frecuentemente, aseguraban que también en Grano-
llers, Mataró y Palamós84. En Granollers y Mataró actuaron juntas revolucio-
narias republicanas, pero no proclamaron la República. En cambio, los mis-
mos dirigentes obreristas exiliados reconocían que Sabadell era «une des
quatre villes qui proclamèrent l’indépendance»85. Es decir, proclamaron la
república, ya que los comités del período se presentaban como Comisión de la
«República independiente» de las poblaciones en que se organizaban.
El cronista Salvador Canals aseguraba que, después de la ciudad de Barce-
lona, «fue Sabadell la población en que los sucesos revistieron mayor grave-
dad»86. Los coetáneos afirmaban que los imponentes sucesos de Sabadell no
habrían sido una huelga general contra la guerra, sino un «verdadero movi-
miento político»87. Ullmann reconoce que el movimiento revolucionario
————
79 BENGOECHEA, 2002: 70-71.
80 TARDÀ, 1991: 102.
81 BONAFULLA, 1910: 19.
82 S.A., [1910?]: 189. S.A. (Barcelona, 2 de agosto de 1909): 2.
83 RIERA, 1909: 242-252. S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 9. S.A., 1910?: 189-191.
84 S.A., (Madrid, 4 de agosto de 1909): 7.
85 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 17 de agosto de 1909): 1-2.
86 CANALS, 1911: 167.
87 S.A., 1910?: 184.
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triunfó en Sabadell «incluso en mayor grado que en Barcelona»88. La impor-
tancia de los acontecimientos de la última semana de julio de 1909 en Saba-
dell han quedado reflejados en la historiografía local sabadellense89.
CUADRO 4.
Poblaciones en las que se constituyeron Juntas Revolucionarias (J. R.).
Poblaciones en las que se proclamó la República (P. R.).
Elaboración del autor a partir de las fuentes utilizadas para escribir el artículo.
Los revolucionarios habían aislado la capital vallesana del resto de Catalu-
ña, saboteando las vías del tren y cortando las líneas telefónicas y telegráfi-
cas. Constituyeron un comité revolucionario que asumió el control de la ciu-
————
88 ULLMANN, 1972: 482.
89 SOLER, 1962. CALVET, (Sabadell, 1977): 57-66. CALVET y COMASÒLIVAS, (Sa-
badell, 1996): 69-76. CASTELLS, 1978. PLANELL, 3 (Sabadell, 1988): 75-86; 7 (Sabadell
1990): 95-101.
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dad90, y las clases patricias comenzaron a temer por sus propiedades. En estas
circunstancias, alguien expresó la conveniencia de celebrar una reunión don-
de se formulase el objetivo de los revolucionarios, y la «asamblea representa-
tiva proclamó instaurada la República en la ciudad de Sabadell»91.
El 29 de julio, la República fue proclamada desde del edificio del Ateneo,
ya que el Ayuntamiento había sido parcialmente incendiado, por el dirigente
republicano federal Miquel Soler. El período republicano sólo duró dos días92
pero, «durante el intervalo brevísimo que el pueblo ejerció plenamente el de-
recho de su soberanía, ninguna ley natural fue conculcada»93.
Los monárquicos centralistas intentaron desacreditar el movimiento revo-
lucionario sabadellense, tal como hizo La Nación Militar en un artículo que
comenzaba diciendo que:
en un lugar de Cataluña, de cuyo nombre no quiero acordarme, porque será resa-
bido y anotado que su gracia es Sabadell, no ha mucho tiempo que ha sido proclama-
da y regidora la República, lo que duran trece horas, siete minutos y un segundo.
Se burlaban de los habitantes de la capital vallesana, y describían a una de
las ciudades industriales más importantes de Cataluña, como un pueblo de
garrulos que se expresaría con gritos de la índole de «¡Viva mi gorro! ¡Viva
yo! ¡Viva la…!». Por tanto, la proclamación de la República habría sido una
algarabía que hubiera continuado si a los «tres minutos tres parejas de la be-
nemérita no dieran al traste con la malograda República-relámpago, y á la
cárcel con el presidente y los ciudadanos»94. Caben pocas dudas que el obje-
tivo de los partidarios del sistema político de la Restauración era desacreditar
el primer intento de proclamar la II República en el siglo XX.
La huelga general, el movimiento anticlerical, el intento de revolución re-
publicana —entendida como una estrategia compartida tanto por los republi-
canos lerrouxistas como por los federales y también por nacionalistas, anar-
quistas y socialistas95— y la confrontación de los sediciosos con las fuerzas
de orden público y el ejército —los muertos superaron el centenar y los heri-
dos el medio millar96— quedaron casi limitados al territorio catalán97. El apo-
————
90 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 17 de agosto de 1909): 1-2.
91 COMAPOSADA, 1909: 38. PLANELL, 3 (Sabadell, 1988): 75-86; 7 (Sabadell 1990):
95-101. FOLGUERA, 1996: 175-178.
92 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 17 de agosto de 1909): 1-2. PLANELL, 7 (Sabadell
1990): 96.
93 COMAPOSADA, 1909: 38, y CALVET, 3 (Sabadell, 1977): 66.
94 LUANO, (Madrid, 7 de agosto de 1909): 247-248.
95 GABRIEL, 2010: 63-70 y 2011: 57-73. RUBÍ, 2010: 97-100.
96 S.A., (Barcelona, 11, 18, 23 y 25 de agosto de 1909): 1-2. RIERA, 1909: 81-82 y 97.
ULLMANN, 1972 [2009]: 436-437 y 510-511. ROMERO MAURA, 1975: 515-516.
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yo a la huelga general en el resto de España fue escaso, ya que sólo tuvo una
cierta incidencia en Calahorra, Alcoy y Tudela. También continuó la persis-
tente oposición a la guerra en Valencia y Zaragoza, así como un intento de
sedición en Bilbao, y el de mantener la convocatoria de huelga en contra de la
guerra, el dos de agosto98. Ésta no se concretó porque el gobierno ordenó la
detención preventiva de sus impulsores99. No obstante, ante la pregunta de
por qué la huelga general quedó limitada, con algunas excepciones, al territo-
rio catalán, el mismo La Cierva, jefe del Gobierno en funciones y ministro de
Gobernación durante aquellos convulsos días, reconocía que utilizó el antica-
talanismo para presentar los sucesos de Cataluña como un movimiento sece-
sionista.
LAS ACUSACIONES DEL CARÁCTER SEPARATISTA DE LA SEDICIÓN
En sus memorias, La Cierva explica que dejó que circulase en la prensa la
noticia que la sedición tenía objetivos separatistas, porque «un secreto instin-
to» le hizo confiar que, en el resto de España, la duda sería suficiente para
que el «patriotismo se impusiera a todas las demás aspiraciones y pasiones»,
y habría acertado porque «la Prensa de izquierdas en todo el país puso freno a
sus campañas, y sólo pensó en la necesidad de combatir el criminal inten-
to»100. Hasta los periódicos más críticos con el gobierno, como el ABC, publi-
caron artículos patrióticos, ya que pensaban que «ahora, toda conciencia hon-
rada no puede proferir más que un solo grito: ¡Viva España!»101.
Las memorias de liberales, como Joan Garriga y Massó, de catalanistas re-
publicanos, como Josep Maria Francés, Ramon Noguer y Comet o Claudi
Ametlla, o de obreristas, como Adolfo Bueso, coinciden en afirmar que el
ministro La Cierva difundió que la huelga general en contra de la guerra era
en realidad un movimiento separatista para evitar que la sedición se extendie-
se al resto de España102, ya que las falsas acusaciones de separatismo eran
«l’arma favorita dels vells cacics, encara no derrocats, pera desferse o venjar-
se dels seus contraris», ya que engañaban a la opinión pública con «folles
notícies d’actes y manifestacions separatistas»103.
————
97 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 16 de agosto de 1909): 1-2.
98 S.A., (Madrid, 29 de julio de 1909): 11-12. SOLDEVILLA, 1910: 273-276. MARTÍN,
2011: 121-182
99 ULLMANN, 1972: 472-475.
100 LA CIERVA, 1955: 138-139.
101 S.A., (Madrid, 27 de julio de 1909): 4.
102 GARRIGA, 1987: 182. FRANCÉS, 1962: 239. NOGUER, 2000: 119. AMETLLA,
1963: 272. BUESO, 1976: 45-46.
103 S.A., (Barcelona, 12 de agosto de 1909): 1.
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Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 249, enero.-abril, págs. 173-206, ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368, doi: 10.3989/hispania.2015.007
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Algunos de los organizadores de la huelga general afirmaban que el mo-
vimiento no había tenido nada de independentista, pero que el gobierno, ante
la «révolution triomphante dans la région catalane» había presentado:
aux yeux des autres régions, comme un mouvement séparatiste, comme une ré-
volution faite, non pas contre le gouvernement espagnol ou contre la classe domi-
nante de l’Espagne, mais contre le peuple espagnol lui-même.
Aseguraban que el movimiento era verdaderamente revolucionario, pero el
gobierno conservador lo transformó en una «lutte interrégionale, en une véri-
table guerre civile entre individualités de même classe.» También explicaban
que en aquel período los independentistas eran «quelques littérateurs et quel-
ques idéalistes», los burgueses no eran separatistas por «raisons économiques
trop évidentes», mientras que los obreros no se planteaban la cuestión separa-
tista104. Sin embargo, en el resto de España, ante la posibilidad que la rebelión
fuese independentista, los «partidarios de la propia protesta que aquí se efec-
tuaba se convirtieron en acérrimos enemigos de la misma»105. Hasta en los
artículos de pretendida guasa de los periódicos partidarios del Gobierno insi-
nuaban el independentismo de los revolucionarios catalanes, cuando asegura-
ban que «pa tenerlo tó, más que una cosa, ¿qué cuala? que nos dejen (…) esos
carcundas de españoles»106.
El liberal dinástico y centralista Fernando Soldevilla reconocía que, en un
primer momento, la mayor parte de la opinión pública española pensó que el
«movimiento tenía carácter separatista», y éste habría sido el motivo por el
que no fue «secundado en otras provincias». También aseguraba que el ais-
lamiento en que el «Sr. La Cierva tuvo á toda la región catalana contribuyó á
sostener esta creencia evitando así que repercutiera en otros puntos»107.
A principios de agosto de 1909, algunos de los principales diarios liberales
como el Heraldo de Madrid llegaron a preguntar que cuál había sido la causa
del movimiento revolucionario catalán, si no era el separatismo. Pregunta a la
que respondió el republicano moderado y, en 1909, catedrático de la Univer-
sidad de Barcelona Odón de Buen, en las páginas de La Publicidad, que el
movimiento surgió espontáneamente por la oposición de las clases populares
al conflicto hispano-rifeño108.
El líder de los antisolidarios Juan Sol y Ortega declaró que consideraba
que era de justicia, «hasta con los enemigos», porque era uno de los principa-
————
104 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 16 de agosto de 1909): 1-2.
105 COMAPOSADA, 1909: 17.
106 LUANO, (Madrid, 7 de agosto de 1909): 247-248.
107 SOLDEVILLA, 1910: 285.
108 S.A., (Barcelona, 5 de agosto de 1909): 2.
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les anticatalanistas, el desmentir el «carácter de separatismo de la insurrec-
ción»109. El líder lerrouxista Hermenegildo Giner de los Ríos también declaró
que no habían intervenido en el movimiento revolucionario catalán ni los ra-
dicales, ni los separatistas110.
El diario El Mundo de Madrid reconocía que «se ha pretendido que los su-
cesos de la última semana tuvieron un carácter separatista. Esto es una false-
dad que conviene destruir»111, ya que los periodistas progresistas de la capital
española escribían que les llenaba de:
amargura lo que leo en algunos periódicos de Madrid y provincias, tratando de
la enorme catástrofe que comenzó el 26 de julio, atribuyéndola al malamente titu-
lado «separatismo catalán», pidiendo para Barcelona medidas de rigor y solicitan-
do poco menos que el degüello general de los catalanes. Hay que destruir esta le-
yenda112.
Sin embargo, la posibilidad que la sedición tuviese objetivos separatistas
implicó que los centralistas organizasen una campaña de boicot a los produc-
tos catalanes, que no finalizó hasta que Antonio Maura declaró que Cataluña
era la principal víctima de los actos revolucionarios de la última semana de
julio113. En 1909, paradójicamente, habría generado más patriotismo la posi-
bilidad de abortar una presunta rebelión separatista catalana que la lucha contra
las cabilas rifeñas en los alrededores de Melilla.
LA REPRESIÓN
Los clericales, los conservadores y la Lliga Regionalista pensaban que «si
la Revolución ha sido satánica, la reacción tiene que ser divina»114. La Veu de
Catalunya, el principal portavoz de los regionalistas, incitó a sus lectores a la
delación de los que habían participado en los hechos vandálicos115; una acti-
tud que indignó a los sectores progresistas de Solidaritat Catalana y contribu-
yó a la disolución de la plataforma electoral116. Hubo un alud de delaciones,
————
109 SOLDEVILLA, 1910: 282-283.
110 S.A., (Barcelona, 7 de agosto de 1909): 1.
111 S.A., (Barcelona, 9 de agosto de 1909): 1.
112 S.A., (Barcelona, 12 de agosto de 1909): 1.
113 UCELAY-DA CAL, 2003: 448-449. BENGOECHEA, 2002: 24-25.
114 FIERRO, 1909: 152.
115 POL, 3689 (Barcelona, 12 de agosto de 1909): 1.
116 POUS, (Barcelona, 12 de noviembre de 1909): 1. SUÑOL, (Barcelona, 17 de noviem-
bre de 1909): 1.
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pero la mayoría por intereses personales, en palabras del oficial de la guardia
civil Modesto de Lara, era «bochornoso, lector. Daba asco»117.
La represión fue extraordinariamente dura, y contaba con un gran apoyo de
las clases patricias y clericales catalanas. El poeta Joan Maragall fue una de las
pocas excepciones que clamaron por el perdón a los sediciosos y el indulto para
los condenados a muerte, en su artículo «La ciutat del perdó», que no fue publi-
cado en La Veu de Catalunya por el veto de Prat de la Riba118.
La magnitud de la represión sorprendió incluso a los más acérrimos defen-
sores del centralismo, como Soldevilla. Éste reconocía que «se castigó con
terrible severidad el movimiento, pues ya por los Tribunales ó ya por medidas
gubernativas, pasaron de 2.000 los presos, y de 4.000 los deportados de diver-
sos puntos de Cataluña»119. La mayor parte de los sectores conservadores y
clericales catalanes aseguraban que los autores de los hechos vandálicos eran
foráneos. Sin embargo, el ochenta por ciento de los detenidos habían nacido o
hacía muchos años que residían en Cataluña120. Además, el salesiano Fierro
aseguraba que los sediciosos usaban el catalán como lengua oficial121.
Los detenidos pasaron de tres mil de los que mil setecientos veinticinco
fueron procesados, en setecientas treinta y nueve causas abiertas por los tri-
bunales militares, entre el 1 de agosto de 1909 y el 19 de mayo de 1910. De
los procesados, doscientos catorce fueron declarados prófugos, se sobreseyó
el caso de cuatrocientos sesenta y nueve imputados, y los jueces absolvieron a
quinientos ochenta y cuatro acusados. Los tribunales militares dictaminaron
más de cuatrocientas condenas, de las que diecisiete fueron capitales, cinco
fueron ejecutados, mientras que a los doce restantes se les conmutó por la de
cadena perpetua. Ésta sentencia fue impuesta, además, a cincuenta y nueve de
los procesados122. También aprovecharon el estado de excepción para deste-
rrar a muchas personas a las que no se les imputaba ningún delito, como a
todos los familiares y a los trabajadores de la editorial del revolucionario y
pedagogo Francisco Ferrer y Guardia123.
De los cinco ejecutados, dos, Josep Miquel Baró y Antonio Malet Pujol,
fueron condenados a muerte en juicios de guerra sumarísimos, y ejecutados el
17 y el 28 de agosto. El resto de condenas capitales fueron sentencias de jui-
————
117 LADERA, 1917: 105-107, 124-134 y 139.
118 BENET, 1963: 65-261. GABANCHO, 1998: 151-157. MARAGALL, 2009a y 2009b.
QUINTANA, 348 (Barcelona, 2009): 42-45. Véase también FRANCÉS, 1962: 245. AMET-
LLA, 1963: 275. UCELAY-DA CAL, 2003: 449 y 453.
119 SOLDEVILLA, 1910: 286.
120 RIERA, 1909: 281-283.
121 FIERRO, 1909: 90.
122 ULLMANN, 1972: 511-514.
123 BRISSA, 1910: 200-201. BONAFULLA, 1910: 102-113. ARCHER, 2010: 175-184.
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cios de guerra ordinarios124. El 13 de septiembre ejecutaban al guardia de se-
guridad Eugenio del Hoyo125 y el 4 de octubre a Clemente García126. Posi-
blemente, las ejecuciones respondían a motivos ejemplificantes, ya que Baró
era un nacionalista republicano; Malet había desertado del ejército y estaba
vinculado al lerrouxismo; Eugenio del Hoyo era un miembro de las fuerzas de
orden público (exguardia civil y miembro en activo de la policía) que había
disparado contra los militares que ocupaban la ciudad, y Clemente García había
participado en las profanaciones de tumbas de monjas. Este último fue el caso
más flagrante, ya que se trataba de un discapacitado mental de veintidós años
que había bailado con el cadáver de una monja por las calles de Barcelona127.
Al joven carbonero podrían haberlo recluido en un sanatorio mental, pero no
había motivos para fusilarlo. Lo condenaron a muerte por haber participado en
la construcción de una barricada, cuando al resto de los acusados por los mis-
mos hechos únicamente los deportaron. La sentencia era tan injusta que una
parte substancial de la sociedad barcelonesa solicitó el indulto.
En cuanto a Francisco Ferrer y Guardia, todos los que estaban convencidos
de que la revolución de Barcelona no se había iniciado espontáneamente pen-
saban que era su principal impulsor, pero se decía que «és ric; Maura no
s’atrevirà a afusellar Ferrer i Guàrdia»128. Fue detenido, en Alella, el 1 de sep-
tiembre, cuando ya habían ejecutado a Baró y Malet129. El director y editor de
Publicaciones de la Escuela Moderna no era un personaje que contase con el
apoyo de la mayor parte de los dirigentes del republicanismo barcelonés130.
Durante el juicio de guerra131, los testimonios de dirigentes y militantes le-
rrouxistas fueron utilizados para condenarlo a la pena capital, aunque sólo
probasen que Ferrer y Guardia quería impulsar la revolución iniciada en la
————
124 BRISSA, 1910: 201. LADERA, 1917: 112 i 140. BONAFULLA, 1910: 78-80.
125 SOLDEVILLA, 1910: 315. BONAFULLA, 1910: 84. COMAPOSADA, 1909: 26.
RIERA, 1909: 282. BRISSA, 1910: 206-207 y 211. LADERA, 1917: 128-131.
126 BONAFULLA, 1910: 84-95. RIERA, 1909: 282. BRISSA, 1910: 206-211. BUESO,
1976: 36-37. FRANCÉS, 1962: 245. HURTADO, 1969: 163.
127 LADERA, 1917: 77. SOLDEVILA, 1961: 3021-3023. FRANCÉS, 1962: 242-243.
AMETLLA, 1963: 271-272. HURTADO, 1969: 157-163. ULLMANN, 1972: 455-457.
128 CAMBÓ, 1981, 172.
129 SOLDEVILLA, 1910: 305-306. LADERA, 1917: 140-153. RIERA, 1909: 282.
AMETLLA, 1963: 273. HURTADO, 1969: 161-162. BERGASA, 2009: 191-261. ARCHER,
2010: 195-200.
130 SOLDEVILLA, 1910: 359-360. CAMBÓ, 1981, 172-173. HURTADO, 1969: 162.
COROMINES, 1974: 104-106. SOLDEVILA, 1951: 219-220. NOGUER, 2000: 28-29.
131 SOLDEVILLA, 1910: 351-362. COMAPOSADA, 1909: 26-29. LADERA, 1917: 165-
173. BONAFULLA, 1910: 131-193. AMETLLA, 1963: 273. GARRIGA, 1987: 182-183.
HURTADO, 1969: 162-165. AVILÉS, 2006: 176-177, 197-210, 220-243. BERGASA, 2009:
259 y siguientes. ARCHER, 2010: 201-264. S.A., 2009.
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última semana de julio de 1909132. Sin embargo, tanto los republicanos de
todas las tendencias, que no hicieron nada para evitar su ejecución el 13 de
octubre, como, especialmente los lerrouxistas, que la hicieron posible, se aña-
dieron a la campaña internacional en contra del gobierno conservador y la
calificaron de crimen de Estado133. La ejecución de Ferrer y Guardia inició
una protesta internacional sin precedentes, con el boicot de los productos es-
pañoles, que «afortunadamente, no continuó»134. Los impulsores de las pro-
testas convirtieron al revolucionario y pedagogo ácrata en un mártir del libre-
pensamiento135.
La condena internacional por el fusilamiento de Ferrer y Guardia, final-
mente, movilizó a la oposición española contraria al Gobierno que encabeza-
ba Maura136. El Partido Liberal utilizó la revolución de julio de 1909 para
atacar en el Parlamento al gobierno conservador. Éste quería evitar que se
estableciese una relación causal entre la campaña en contra de Maura, y su
substitución por un ejecutivo liberal. Sin embargo, Alfonso XIII lo obligó a
dimitir137, con lo que su proyecto de revolución desde arriba quedaba en agua
de borrajas.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Este artículo intenta explicar como una huelga general en contra de la gue-
rra en los alrededores de Melilla, que paralizó prácticamente a toda Cataluña,
se transformó en un movimiento anticlerical y/o en un intento de revolución
republicana. Buena parte de la sociedad española consideraba injusta la gue-
rra en los alrededores de Melilla, por lo que tanto los socialistas, en Madrid,
como los sindicalistas de Solidaridad Obrera, en Barcelona, se plantearon la
convocatoria de una huelga general en contra de la guerra. Posiblemente, los
dirigentes de Solidaridad Obrera no querían ir a remolque de los socialistas.
Sin embargo, el motivo por el que adelantaron el inicio de la huelga general
era razonable, ya que era probable que las autoridades les detuviesen preven-
tivamente para evitar el paro en contra de la guerra. Por tanto, lo convocaron
————
132 COROMINES, 1974: 104-106. NEGRE, s.a.: 47.
133 CAMBÓ, 1981, 173.
134 SOLDEVILLA, 1910: 363-370, 377-379 y 394-395. BONAFULLA, 1910: 177-210.
135 GAZIEL, 1970: 636. SIMARRO 1910. COMAS, 1910. BRISSA, 1910. LEROY,
1913. FERRER, 1948. SOLÀ, 1978 y 2009. AVILÉS, 2006. ARCHER, 2010. GUILLON,
2012 : 137-142. AUBERT, 2012: 143-178.
136 BONAFULLA, 1910: 211-215. HURTADO, 1969: 165-176. AMETLLA, 1963: 275-
276. OSSORIO, 1975: 94-95 y 1977: 54. GARRIGA, 1987: 183-184. CAMBÓ, 1981: 174-
178. UCELAY-DA CAL, 2003: 448-449.
137 CAMBÓ, 1981: 175-176.
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una semana antes de la fecha fijada por los socialistas en Madrid, y esperaban
que todo el país se les sumase.
En Cataluña, la huelga general en contra de la guerra fue un éxito rotundo,
especialmente, en las poblaciones de las comarcas barcelonesas y gerunden-
ses. En muchas localidades el paro fue pacífico, pero en otras tuvo una deriva
violenta. En estas circunstancias, la huelga en contra la guerra se transformó,
en algunas poblaciones, en un movimiento anticlerical y/o en una revolución
republicana. No podemos afirmar si este movimiento revolucionario fue es-
pontáneo o planificado, pero sí que puso de manifiesto que los dirigentes
obreristas no estaban preparados para dirigirlo. No obstante, a partir de estos
sucesos, los republicanos catalanistas y especialmente los lerrouxistas perdie-
ron gran parte de su capacidad de influencia en el obrerismo catalán.
La ciudad de Barcelona fue el epicentro de la huelga general en contra de
la guerra y del movimiento anticlerical. Éste también afectó a Badalona, San
Adrián, y a buena parte de las poblaciones del Maresme, Sabadell, Granollers,
Manresa, Bañolas, Palamós o Calonge. Sin embargo, los anticlericales no
tenían como objetivo el asesinato de los religiosos/as y se centraron en la des-
trucción de los edificios y de los símbolos católicos. En cambió, los principa-
les focos republicanos se encontraban en Sabadell, y en el bajo Ampurdán. En
cuatro poblaciones, proclamaron la República y fue el movimiento republica-
no más importante hasta el que triunfó en la primavera de 1931.
También hemos intentado comprender porque el paro se limitó básicamente
al territorio catalán. La mayor parte de los coetáneos reconocían que uno de los
principales motivos fue la utilización por el Gobierno del temor que el movi-
miento antibélico tuviese una finalidad separatista; un bulo que tuvo credibili-
dad por las tensiones generadas por la consolidación del catalanismo político.
Una vez finalizada la huelga general y los movimientos anticlerical y re-
publicano, la represión fue extraordinariamente dura, con cinco ejecuciones
que, posiblemente, tenían una clara voluntad ejemplificadora, ya que los eje-
cutados eran un nacionalista republicano, un desertor que militaba en el le-
rrouxismo, un paco, que es como llamaban a los francotiradores, un profana-
dor de tumbas, y al que para muchos de sus coetáneos era uno de los líderes
del movimiento revolucionario: Francisco Ferrer y Guardia.
La detención, el juicio, la condena y la ejecución de Ferrer y Guardia mo-
vilizó a los progresistas y a las izquierdas europeas y, posteriormente, a las
españolas en una protesta de una magnitud sin precedentes. Finalmente, cayó
el gobierno conservador que presidía Maura y su proyecto de revolución des-
de arriba. También implicó el desgaste del sistema político de la Restaura-
ción, la definitiva disolución de Solidaritat Catalana, y el mantenimiento de la
pugna entre clericales y anticlericales.
Lo que los sediciosos destruyeron se pudo reconstruir rápidamente. Los
centenares de condenados a largas penas, algunas a perpetuidad, fueron indul-
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tados. La mayor parte de los muertos y de los ejecutados fueron olvidados,
excepto Ferrer y Guardia. En cambio, el sistema político de la Restauración
salió malparado, ya que la revolución de julio de 1909 abortó el proceso de
regeneración modernizadora que encabezaba Maura. Además, el movimiento
anticlerical y revolucionario, así como su posterior represión, impulsaron,
tanto entre las izquierdas revolucionarias como en las derechas reaccionarias,
discursos excluyentes, maniqueos y autocomplacientes que únicamente eran
realizables con la eliminación de sus respectivos rivales. En definitiva, la re-
volución de julio, posiblemente, fue el primer gran aviso de la guerra civil
que se inició veintisiete años más tarde.
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Recibido: 28/11/2012
Aceptado: 30/04/2013
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Este artículo sigue una pista propuesta pero no desarrollada por Michel Foucault, quien en su curso Los anormales vinculaba el personaje del religioso criminal con la figura del “monstruo político”, pero se centraba en el tipo del tirano. En nuestro trabajo, siguiendo esa sugerencia no proseguida, se explora la genealogía del clérigo abusador de menores. Por una parte se traza el perfil del “cura pederasta” como enemigo biológico de la nación y de la clase, en el contexto de la cultura española del final del Imperio colonial, en el tránsito del siglo XIX al XX. Por otro lado se contrasta esa forma de subjetividad con la del “sacerdote pedófilo” tal como aparece actualmente en los testimonios de las víctimas, en los medios de comunicación y en las ciencias sociales. La intención es mostrar la pertenencia de ambas clases de persona a escenarios biopolíticos muy diferentes, a pesar de la continuidad del motivo teratológico.
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This article explains how, between the last third of the 19th century and the first of the 20th, Barcelona acted as an alternative political and economic capital to Madrid. Its weight as a cultural and industrial centre catapulted it as the visible capital of the marginalized sectors of the political and economic world of the Alfonsina Restoration, highlighting the regionalists and protectionist industrialists. On the other hand, it was also the pole of attraction of the illustrious marginalized: the different workers of the left and ultra-left, breaking the myth of the Rose of Fire and the City of Bombs, revolutionary epicentre in 1909, 1917, 1919-1923 and 1931-1939. Finally, the public offer of jobs sponsored by the catalanists via the Mancomunitat and the Generalitat, was an attractive claim for Barcelona to be a meeting point for bohemians, intellectuals and professionals and turn it into a Paris of the South.
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The Tragic Week of 1909 was one of the most disruptive events in contemporary Spanish history. This article seeks to reconsider the nature of the events based on the previously unseen personal archive of the then interior minister Juan de la Cierva. Evidence indicates that the chaotic, anticlerical, anti-military nature of the events should not be exaggerated, since there were many different motives. It also suggests that we should look beyond Barcelona. The uprising actually affected dozens of Catalan municipalities, it was to a certain extent coordinated, included very few anticlerical attacks outside the city of Barcelona (and even within the city they were not the only expression of revolt), and featured no anti-military discourse. A fundamental feature of the Tragic Week, of which the authorities were fully aware, is that it was also a revolutionary, republican uprising.
Sobre su impacto en los coetáneos véase POL (Barcelona 11 y 17 de agosto de 1909): 1. XENIUS (Barcelona, 16 de agosto de 1909): 1. MONSERDÀ DE MACIÀ (Barcelona, 21 de agosto de 1909): 1. RUCABADO (Barcelona, 25 y 26 de agosto de 1909): 1. MARAGALL
  • Riera Llorca
RIERA LLORCA, 1979: 33. Citado por ESPINET, 2009: 223-253. Sobre su impacto en los coetáneos véase POL (Barcelona, 9 de agosto de 1909): 1. L'ESCOP (Barcelona, 11 y 17 de agosto de 1909): 1. XENIUS (Barcelona, 16 de agosto de 1909): 1. MONSERDÀ DE MACIÀ (Barcelona, 21 de agosto de 1909): 1. RUCABADO (Barcelona, 25 y 26 de agosto de 1909): 1. MARAGALL, 2009a y 2009b. 3 ULLMANN, 1972 [2009]. ROMERO MAURA, 1975. BENET, 1963. 4 VOLTES BOU, 1995. G. ROMERO, 2002. 5 DALMAU, 2009. DOMÍNGUEZ ÁLVAREZ, 2009. MARTÍNEZ FIOL, 2009. GARCÍA RODRÍGUEZ, 2010. 6 UCELAY-DA CAL, y CALAFELL, 2009. MOLINER, 2009. MARTÍN CORRALES,
  • Magin Vidal Y
  • Ribas París
———— 41 MAGIN VIDAL y RIBAS, (París, 17 de agosto de 1909): 1-2. 42 RIERA, 1909: 237-238. GODAYOL, 1927: 53-55 y 159-183. ROCAS, 1998: 71.
LADERA, 1917: 112 i 140
———— 124 BRISSA, 1910: 201. LADERA, 1917: 112 i 140. BONAFULLA, 1910: 78-80. 125 SOLDEVILLA, 1910: 315. BONAFULLA, 1910: 84. COMAPOSADA, 1909: 26.
  • Hurtado
HURTADO, 1969: 162-165. AVILÉS, 2006: 176-177, 197-210, 220-243. BERGASA, 2009: 259 y siguientes. ARCHER, 2010: 201-264. S.A., 2009.
Su represión, sus víctimas, proceso de Ferrer, con el informe del fiscal y el del defensor señor Galcerán, Barcelona, Maucci
  • José Brissa
  • La Revolución De Julio En Barcelona
Brissa, José, La Revolución de Julio en Barcelona. Su represión, sus víctimas, proceso de Ferrer, con el informe del fiscal y el del defensor señor Galcerán, Barcelona, Maucci, 1910.
  • Adolfo Bueso
  • Recuerdos De Un Cenetista
Bueso, Adolfo, Recuerdos de un cenetista, Esplugues de Llobregat, Ariel, 1976.