Available via license: CC BY-NC 4.0
Content may be subject to copyright.
ARBOR Ciencia, Pensamiento y Cultura
Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141 | ISSN-L: 0210-1963
doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
MARÍA PILAR SINUÉS, DE LA
PROVINCIA A LA CAPITAL
DEL REINO
MARÍA PILAR SINUÉS, FROM
THE PROVINCES TO THE CAPITAL
OF THE KINGDOM
Leonardo Romero Tobar
Universidad de Zaragoza
RESUMEN: María del Pilar Sinués fue autora de un centenar de
publicaciones y de la fórmula “ángel del hogar”, clave para en-
tender su éxito de lectores y la ideología de la domescidad en
España. Aquí se estudia su acvidad en Zaragoza (cinco años) y
su éxito en Madrid, proporcionado por sus habilidades literarias
y la red de relaciones profesionales que tejió. En esta tarea se
sirvió de los contactos sociales de su esposo, de los salones so-
ciales y, fundamentalmente, de la prensa periódica.
PALABRAS CLAVE: Pilar Sinués; ideología domésca; campo
literario de las ciudades; red de relaciones literarias; salones
sociales; prensa periódica.
ABSTRACT: María Pilar Sinués was the author of approximately
a hundred publicaons. She created the term “angel del hogar”
(angel of the home), the key to her success among readers,
and of the ideology of domescity in Spain. This arcle studies
her early works in the provincial city of Zaragoza and her
literary success in Madrid, enabled by her literary talent and
the network of professional contacts she built. To this end, she
drew upon her husband’s social contacts, social gatherings and,
above all, newspapers.
KEYWORDS: Pilar Sinués; domesc ideology; literary eld
of the cies; network of literary contacts; social gatherings;
periodicals.
Cómo citar este arculo/Citaon: Romero Tobar, L. (2014).
“María Pilar Sinués, de la provincia a la capital del reino”.
Arbor, 190 (767): a141. doi: hp://dx.doi.org/10.3989/
arbor.2014.767n3012
Copyright: © 2014 CSIC. Este es un arculo de acceso abierto
distribuido bajo los términos de la licencia Creave Commons
Aribuon-Non Commercial (by-nc) Spain 3.0.
Recibido: 3 julio 2013. Aceptado: 6 abril 2014.
MUJER Y PERIODISMO EN EL SIGLO XIX. LAS PIONERAS / WOMEN AND JOURNALISM IN THE 19TH CENTURY. THE PIONEERS
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
María Pilar Sinués, de la provincia a la capital del reino
2
a141
Las primeras publicaciones de María Pilar Sinués
(Zaragoza, 1835 - Madrid, 1893) ofrecen en la porta-
da la denominación de la autora como “la señorita Dª
María Pilar Sinués y Navarro” para, a parr de 1856
desaparecer el apellido materno que es sustuido
por “Señora … de Marco”, una onomásca que se for-
maliza denivamente solo con el primer apellido, el
paterno Sinués, a parr del año 18761. Estas modica-
ciones en la rma de la prolíca escritora responden,
como es sabido, a las variaciones de su estado civil:
soltera, casada y separada. Una denición jurídica en
los dos primeros casos que responde al fundamento
sociológico de las funciones que asignaba a las muje-
res la sociedad del siglo XIX. En la denición de estas
situaciones, Pilar Sinués, precisamente, representó
un papel capital a través de sus escritos narravos,
didáccos y de prosa periodísca, en los que troqueló
la fórmula ángel del hogar para denir el estereopo
de comportamiento de la mujer como hija, esposa y
madre, las tres ocupaciones femeninas modélicas2.
Pero, por si esta fórmula no tuviera suciente capaci-
dad publicitaria, la escritora zaragozana publicó el año
1863 otra obra de construcción ideológica que tu-
ló Hija, esposa y madre: cartas dedicadas a la mujer
acerca de los deberes para con la familia y la sociedad,
libro que fue otro éxito de librería ya que recibió siete
ediciones posteriores. Siguieron varios libros estricta-
mente educavos o de lo que ahora se denominaría
de “autoayuda”: Un libro para las damas (1875), Un li-
bro para las madres (1877), La mujer en nuestros días
(1878), Un libro para las jóvenes (1879).
El éxito de las citadas publicaciones y del casi cen-
tenar de las disntas obras que salieron de su pluma3
habla muy elocuentemente del ajuste de las propues-
tas de la escritora a los valores establecidos en la so-
ciedad coetánea y de las habilidades de su escritura,
recursos ambos con los que cauvaba el interés de su
abundante público lector. La aceptación lectora expli-
ca las constantes reediciones y el que la autora siguie-
ra en acvo hasta dos años antes de su muerte. De
todas formas, los cambios axiológicos y de gustos lite-
rarios experimentados en el úlmo tercio del siglo XIX
dieron pie al alejamiento del público más exigente,
distancia que puede sintezar el siguiente texto crí-
co que rmaba el joven Leopoldo Alas en uno de sus
arculos de El Solfeo (“Manos blancas”, 11-II-1876):
Siempre me ha parecido un borrón en las hermo-
sas páginas del libro de Heine De la Alemania las
bromas que se permite el gran poeta con Madame
Staël acerca de sus relaciones literarias con Schlegel
y los otros románcos. La sára personal no puede
llegar a la mujer, so pena de incurrir en grosería el
autor sarico. Fundado en esto, aunque siento en el
alma que una ilustre escritora, la señora doña María
del Pilar Sinués, haya encontrado agradabilísma lec-
tura en Las Llaves de Teodoro Guerrero, pues esto
es condenarme a mí, que las he juzgado muy malas
llaves, no por ello he de salirme de mis casillas, ni
del decoro debido; que desde que estudié prime-
ras letras –y cuenta que las estudié en empos en
que se pagaba a los maestros- he aprendido reglas
de buena crianza, entre otras, el siguiente pareado,
que dicho sea de paso, arde en un candil: En si hace
o no la dama su calceta/ el cumplido galán nunca se
meta (Alas, 2002, V, p. 367).
El implícito acuerdo sobre el papel social que debía
representar la mujer en la sociedad isabelina, puesta
al servicio de la domescidad hogareña, explica el cre-
cimiento del número de escritoras que trabajaron al
servicio de ese programa ideológico. Este fenómeno
social y literario es ampliamente conocido en las lite-
raturas de lengua inglesa, francesa y alemana, y para
la literatura en español ya cuenta con un amplio elen-
co de estudios generales y monográcos sobre auto-
ras y asuntos desarrollados en la prensa femenina y
los libros educavos del siglo XIX4. Lo mismo puede
decirse de la aplicación del modelo follenesco a las
narraciones en las que se vera este adoctrinamiento
de pretendida liberación, un modelo de narración que
Pilar Sinués culvó con dedicación connuada (Rome-
ro Tobar, 1976, pp. 102, 124, 138, 143-145, 149 y 201).
De autora tan signicava me interesa aquí indagar
cómo cambió su primer escenario provinciano de Za-
ragoza por la producva fábrica para escritores que
era el Madrid de mediados del siglo XIX con la nali-
dad de explicar en esa trayectoria los modos de fun-
cionamiento de los espacios literarios en un corte dia-
crónico determinado: el segundo tercio del siglo XIX.
Pues, si en ciudades que habían mantenido tradición
de acvidad literaria –imprentas acreditadas desde
el siglo XVI, academias del Barroco, tertulias de ilus-
trados del XVIII, publicaciones periódicas románcas
(AA. VV., 1988)-, podía desarrollarse un clima de pro-
ducción y consumo de textos, la centralización nacio-
nal concentrada en Madrid hipertroó la capacidad
resonante de la capital del Reino, que se conviró en
el imprescindible escenario que determinaba el cam-
po literario en lengua española (Romero Tobar, 2003).
LOS COMIENZOS LITERARIOS EN LA CIUDAD PROVIN-
CIANA
Los primeros datos seguros que poseemos acer-
ca de la acvidad literaria de Pilar Sinués son de los
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
Leonardo Romero Tobar
3
a141
años 1853 y 1854, en los que publicó once poemas
en el diario zaragozano El Avisador y cinco en El Es-
parterista (Agudo Catalán, 2008, pp. 202, 220-221 y
250-251), poemas de temáca religiosa, familiar e,
incluso, políca, ya que el 27-VII-1854 daba a luz en
el primer periódico una “Poesía al invicto Duque de la
Victoria” con la que culminaba una fase de exaltación
esparterista vivida en Zaragoza y de la que dan tes-
monio otros poemas suyos aparecidos también en
El Avisador. No ene, pues, nada de extraño que en
los años del sexenio revolucionario Pilar Sinués hiciera
declaraciones en favor de las propuestas progresistas
(especialmente en su revista El Ángel del Hogar). Con
todo, el clima dominante de valores sociales la pro-
fesionalizó en una escritura domescada que fue la
línea dominante en toda su carrera literaria.
Confesiones autobiográcas en novelas, dedicato-
rias y arculos de periódicos dibujan su etapa infanl
y de primera educación, escolarizada en el convento
de Santa Rosa, un convento situado entonces extra-
muros de la ciudad y en el que se escenica la etapa
de educación de la protagonista de la novela Margari-
ta (1857)5. Novicia o educanda6 – el convento se abrió
como colegio en 1781-, Pilar Sinués realizaría allí las
primeras lecturas que la espolearon, sin duda, a la
acción de escribir, ya que de su novela Rosa (1857)
recuerda en El ángel del Hogar lo siguiente:
Recuerdo que cuando hace ocho años escribí y
di a luz mi novela Rosa, mi primer ensayo en este
género de literatura, nadie quiso creer [que] fue-
se obra mía no obstante ser tan sencilla como una
rosa de invierno. Yo vi a Rosa en mi ciudad natal,
en las manos del pobre artesano, en el tocador de
la elegante dama, en el pupitre del respetable pa-
dre de familia, en la cocina del campesino y en la
humilde habitación del virtuoso eclesiásco, pero
todas estas gentes, si por acaso se alzaba entre
ellas alguna voz que al verme pasar decía: esa es la
autora de Rosa, mecían la cabeza con incredulidad,
murmurando esa niña no puede haber escrito ese
libro, será obra de su padre (p. 76).
Esta armación del año 1859 retrotrae al lector al
año 1851, cuando la novelista contaba dieciocho años,
antes incluso de la publicación de los poemas citados7.
Esta precocidad literaria se desplegaba en el ámbito
del hogar paterno, donde incluso la animosa joven
praccaba la escritura clandesna pues, como arma
en la obra citada “salía del sueño a las tres o las cuatro
de la mañana […] y me ponía a escribir en pedazos de
papel de todas clases, tamaños y colores, porque en-
tonces yo carecía ¡hasta de papel!”8. Alguna toleran-
cia debían de aplicar sus padres sobre esta prácca ya
que en la edición de Rosa de 1857 les dedica la novela
en estos términos: “A D. Pedro Sinués y Yoldi y doña
Flora Navarro de Sinués.- Cuando viviendo a la sombra
de vuestro amparo, escribí este pequeño libro […] Ma-
drid, 30 de enero de 1857”. Una dedicatoria hecha en
Madrid cuando ya había contraído matrimonio con el
periodista y autor teatral valenciano José Marco San-
chís, al que dirige otra dedicatoria confesional en su
edición de Margarita (2ª edición, 1857):
Este libro lo escribí pensando en , y a lo dediqué
cuando brotó en mi corazón el amor que te profeso.
Hija de familia, entonces, robaba al sueño las horas
que consagraba a Margarita, y durante las largas ve-
ladas de un invierno que empleé en este trabajo, yo te
veía enfrente de mí, y a tu querida sombra invocaba
sin cesar y pedía inspiración. Margarita, pues, es tuya;
la amante te la dedicó, y hoy, hoy que con tanto orgu-
llo se llama tu esposa, te la ofrece tu MARIA.- Madrid,
sepembre de 1856
La cronología de las publicaciones y de los textos es-
critos en Zaragoza por nuestra autora abarca un arco
de cinco años, desde 1851 hasta nales de 1855, ya
que en las “Dos palabras que pueden servir de pró-
logo” a Margarita armaba que “cuando a nales del
pasado año de 1855 terminé esta novela en Zaragoza,
rogué al señor don José Marco, director de la revista
de Bellas Artes La España Musical y Literaria, que a la
sazón se publicaba en esta corte, y mi amigo enton-
ces, que amparase mi obra, con un prólogo que quería
deber a su pluma”. Con todo, las referencias a su auto-
biograa literaria inducen a confusiones, como ocurre
en la confesión que hace a Carolina Coronado en la
dedicatoria de Premio y casgo (1857) al referirse a
“los dos años que hace cruzo la espinosa senda lite-
raria”. Durante estos cinco o seis años nuestra autora
publicó, además de los poemas aparecidos en periódi-
cos, los siguientes libros que llevan pie de imprenta de
Zaragoza: la no encontrada primera edición de Rosa,
el poemario Mis vigilias (imprenta de Cristóbal Juste
y Olona, 1854), el relato en prosa Luz de luna. Leyen-
da histórica del siglo XV (imprenta de Ramón León,
1855), La Princesa de los Caspios (imprenta de Ramón
León, 1855)9.
Las dedicatorias que Sinués incluye en los libros pu-
blicados antes y en torno a la fecha de su matrimonio
implican una comunicación directa con algunos escri-
tores jóvenes de su ciudad natal, como es el caso de
las que dirige en dos de las tres leyendas que confor-
man el libro poéco Cantos de mi lira (1857), publica-
do ya en Madrid: “El Palacio de los Genios” dirigido a
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
María Pilar Sinués, de la provincia a la capital del reino
4
a141
“mi querida hermana y amiga la disnguida y malo-
grada poesa Srta. D.ª María Verdejo y Durán” y la del
tercer relato versicado “Las dos sultanas” para don
Joaquín de Urgellés, oscuro escritor local redactor de
El Saldubense (1857-1862) y secretario del Liceo zara-
gozano (Guía de Zaragoza…, 1860, pp. 490-491). Pero
otras guras literarias de proyección nacional fueron
también desnatarios de las primeras dedicatorias de
nuestra autora. En 1855 encaminaba su Luz de luna
a la protección de Gregorio Romero Larrañaga al que
maniesta haber leído con sasfacción su narración
fantásca Amar con poca fortuna, y al dirigir Premio y
casgo (1857) a Carolina Coronado pondera dos obras
de la extremeña, la Jarilla y la Sigea.
A las lecturas aludidas en las páginas preliminares
de sus primeros libros es preciso sumar las citas en
exergo que inician capítulos de estas primeras obras,
citas que corresponden a escritores españoles –Ger-
trudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Zo-
rrilla- pero, sobre todo, a los autores franceses que
ocupaban la pantalla románca de máxima difusión a
mediados del siglo, y en esta biblioteca de sus lectu-
ras aparecen mezclados los católicos emocionales con
los heterodoxos combavos: Lamarne y Lamennais,
Chateaubiand y Eugène Sue, Nodier y los primeros
realistas como Balzac10. Este brevísima anotación de
esmulos literarios coloca a Pilar Sinués en la encruci-
jada del Romancismo entre el idealismo nacionalista
de los Schlegel y el socialismo consolador del autor
de Les Mystères de Paris, en un cruce de tendencias
que explica también el inmóvil moderansmo de la
escritora y su aceptable visión de Espartero y lo que la
políca progresista signicó.
Ahora bien, el hecho capital que reconduce los tan-
teos literarios e ideológicos de la escritora en su ju-
venil etapa zaragozana se produce con movo de su
boda con José de Marco y su traslado a la capital del
Reino, a parr de 1856, momento en el que se abren
los múlples caminos de relación social que han de
ser para ella la mejor “network” para la difusión de su
fama. El primer apoyo, por supuesto, el matrimonio
con un joven escritor que luchaba por la conquista de
la capital desde los periódicos y desde los peldaños de
la Administración.
La instalación madrileña de la Sinués no supuso un
olvido de las gentes y lugares con quienes había vi-
vido sus primeros años. Las dedicatorias personales
antes citadas11 documentan su relación personal con
escritores de su misma procedencia geográca12, y en
el plano de su escritura se proyectan sobre sus pági-
nas guras aragonesas como Agusna de Aragón –he-
roína de un romance suyo impreso en Barcelona– y,
por supuesto, los paisajes naturales de la erra a los
que se suma la idencación con los tópicos valores
identarios de Aragón. Iñigo Sánchez Llama (2000,
331-333) ha señalado un grupo de novelas a las que
denomina “ciclo de novelas aragonesas” que fueron
apareciendo a lo largo de la carrera editorial de nues-
tra autora: Margarita (1857, 2ª ed.), El lazo de ores
(1862), La rama de sándalo (1862), Celeste (1862), El
almohadón de la rosa (1864), El becerro de oro (1875),
La misión de la mujer (1888). Para el citado estudiosos
este conjunto de novelas, técnicamente muy cercanas
al eslo narravo de Fernán Caballero, “recrea una
idílica sociedad de pequeños propietarios cuya estabi-
lidad radica en el puntual seguimiento de las costum-
bres patriarcales y crisanas”.
En Margarita leemos párrafos como este que pon-
dera la belleza natural del campo: “todos los que ha-
yan atravesado mi hermoso y risueño Aragón, habrán
visto con placer la ferlidad de sus campiñas, sus
caudalosos ríos y su azulado cielo; todos, estoy cier-
ta, habrán admirado esta rica vegetación que da una
idea tan magníca del poder del Criador” (cap. 9). Y
en otros varios en los que se ponderan las virtudes de
sus habitantes, como en este caso: “[mi padre] asegu-
ra que es el país más rico en nobleza y lealtad que ha
conocido. En otras partes, dice, hay nobles y plebeyos,
en Aragón son todos aristócratas por el corazón” (p.
217). Encomios que subraya la canción de un “gondo-
lero de Nápoles” “[sic] en el curso de un viaje de los
protagonistas a las erras de Italia:
Blanca y dulce paloma
detén el raudo vuelo,
y el puro, hermoso cielo
no olvides de Aragón ( p. 127).
En estas novelas aragonesas, cuando la acción está
ambientada en Zaragoza, el discurso narravo solo
enuncia topónimos de la ciudad (El Coso, La Seo, la
alameda de El Carmen, el convento de Santa Rosa…),
mientras que en las novelas cuyo marco es Madrid, las
viviendas parculares y los lugares públicos van des-
critos con algún detalle en el que se subraya la con-
notación económico-social del lugar: para la aristocra-
cia la calle de Alcalá o las calles del Carmen y del Ave
María para la clase media. Sorprende la parquedad
descripva de los escenarios urbanos en una escritora
que en sus poemas se expande en las descripciones
del paisaje natural y que en los relatos novelescos se
demora en la pintura notarial de los interiores domés-
cos y los atuendos de los personajes.
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
Leonardo Romero Tobar
5
a141
Compárese la descripción de dos interiores fami-
liares. En primer lugar el gabinete de una casa de la
burguesía media: “La habitación estaba revesda de
un papel de color de lila claro con grandes arabescos
blancos; una silla de tapicería de los mismos colores,
una consola de limonero y un bonito espejo dorado
componían su mueblaje; delante del balcón caían cor-
nas de muselina blanca, y una ancha copa de bronce
llena de fuego daba, a falta de chimenea, calor a la ha-
bitación”. Y seguidamente, el arranque del demorado
dibujo de un salón aristocráco: “Las paredes vesdas
de una tela de raso azul de cielo, recamada de diminu-
tas ores de un azul más oscuro, armonizaban perfec-
tamente con la sillería del mismo color y con la alfom-
bra blanca con ores azules; de igual género eran las
cornas “[…]” (Premio y casgo, 1857, pp. 116 y 79).
EL VIAJE A MADRID Y LA BODA (1856)
Es sucientemente conocido, gracias a los recuer-
dos de Julio Nombela en sus Impresiones y recuerdos,
que la carta de declaración amorosa que suscitó su
matrimonio fue escrita al alimón por el grupo de poe-
tas bohemios formado por José Marco, Gustavo Adol-
fo Bécquer, Luis García Luna y Juan Antonio Viedma:
“En una de las noches en que nos encontrábamos en
el café de San Antonio, hizo Viedma grandes elogios
de una poesía que había leído en un periódico lite-
rario de Zaragoza, rmada por una joven que, en su
concepto, estaba llamada a adquirir fama en cuanto
fuese conocida. Llevaba el periódico, nos leyó los ver-
sos, que en efecto revelaban inspiración, y Marco dijo
de pronto: Se me ocurre una idea.- ¿Cuál?- Casarme
con esa mujer” (Nombela, 1976, p. 445).
No da Nombela la fecha exacta de la boda, aunque
recuerda que fue hecha “por poderes” y, a falta de in-
vesgación documental, puede servir para datarla de
modo aproximado el soneto que Quintana dedicó a
nuestra autora, un poema en cuyos endecasílabos el
laureado vate armaba “vas, amable Pilar, a ser espo-
sa,/ consagrando en las aras de Himeneo/ tu libertad
y gracias juveniles”; el poema está fechado en 10 de
enero de 185613. Esta cortesía social puede explicarse
a parr de lo que signicó en los fastos de la corona-
ción de Quintana como poeta nacional (15-III-1855) la
publicación de la Corona poéca dedicada al Excmo.
Sr. D. Manuel José Quintana con movo de su coro-
nación (1855), volumen fabricado e impreso por La
España Musical y Literaria, empresa periodísca en la
que José Marco era pieza fundamental. En este volu-
men celebratorio aparecieron “bellísimas poesías de
nuestros jóvenes poetas” como anunciaba el diario
progresista La Nación (7-IV-1855), poetas como Anto-
nio Arnao, Gustavo Adolfo Bécquer, José María de La-
rrea, Juan Antonio de Biedma y varias mujeres entre
las cuales gura María del Pilar Sinués y Navarro, que
rma una oda en octavas reales escrita en Zaragoza.
Las relaciones editoriales de Marco y el grupo de sus
amigos tejen la primera red de acogida para la escrito-
ra aragonesa; Marco, además, era funcionario público
y como recuerda Nombela “siguió ascendiendo en el
ministerio de Ultramar”. Juan Antonio de Viedma es-
cribió un elocuente prólogo para el poemario de Pilar
Cantos de mi lira (Madrid, 1857); la revista Album de
señoritas y Correo de la Moda, con la que Bécquer
tuvo estrecha vinculación, publicó una “Fábula”14 suya
y la poeta zaragozana cantará al escultor valenciano
José Piquer, relacionado con su esposo, en una “Oda
con movo de la estatua de Colón” (La Época, 5-XI-
1860). La estrategia de legimación matrimonial (Sán-
chez Llama, 1999, p. 275) sirvió para el acomodo de la
escritora en la sociedad literaria madrileña, pero sus
propias habilidades y el trenzado de otros lamentos
enriquecieron la trama de su consolidación literaria,
como se verá a connuación.
LA FABRICACIÓN DE LA FAMA
Una vez establecida en la Corte, el nombre de Pilar
Sinués aparece con frecuencia en las publicaciones
periódicas madrileñas a parr de 1857, bien como
autora de textos propios, bien en nocias sobre sus
publicaciones o sus acvidades parculares. La capi-
tal del Reino va a ser la meta de salida de su intensa
acvidad de escritora conrmando en su caso lo que
había armado Enrique Pérez Escrich en 1873: “Ma-
drid es el sueño dorado del poeta de provincias” 15,
un sueño urbano que, como ocurría en el París del
balzaquiano Lucien de Rubempré, abría los escalones
para el éxito social y la gloria arsca y un escena-
rio que inició su despliegue a parr de la vergonzante
bohemia del Madrid de mediados de siglo (Romero
Tobar, 1993). Este fue el marco en el que se insertó
nuestra autora y del que supo sacar muchas de sus
posibilidades.
Las convenciones sociales de la época jaban con
precisión cuáles eran los limitados espacios en los que
se podían desenvolver las mujeres frente a la soltura
con la que se movían los escritores varones. Las rela-
ciones personales y, consecuentemente, los contactos
profesionales para los escritores se desplegaban en
múlples escenarios. Por supuesto, las redacciones
de los periódicos donde el trabajo y las tertulias con-
sumían horas sin cuento y en donde no parcipaban
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
María Pilar Sinués, de la provincia a la capital del reino
6
a141
las mujeres16. Otro lugar imprescindible lo jaban las
tertulias de café, lugar al que las mujeres solo podían
acudir acompañadas, ya que su asistencia sin acom-
pañamiento masculino era nota de su condición peri-
patéca. Las salas de profesores y las buhardillas o las
habitaciones de pensiones económicas también inte-
rrelacionaban a los arstas varones entre ellos, que,
además, representaban un papel coral en los salones
de sociedad, lugar este úlmo al que sí les estaba per-
mido acudir a las féminas.
Las varias funciones que cumplían los encuentros
de hombres y mujeres en los salones doméscos,
abiertos en determinadas ocasiones a quienes hu-
bieran sido admidos expresamente, son suciente-
mente conocidas gracias a las monograas que se han
dedicado al estudio de la divulgación musical (Alonso
González, 1997), a las exhibiciones pictóricas o a las
lecturas literarias (Román y Palenque, 2008; Ezama,
2006), a la del poder de los huéspedes que recibían a
sus invitados y, por supuesto, a la de las jóvenes que
iniciaban su carrera de merecimientos. Pilar Sinués
hizo amplio uso de esta úlma función en sus novelas,
sirva el tesmonio de una:
(Isabel casada con el marqués de Santa Fe) “Cuan-
do ya la vio enteramente tranquila la presentó en
el gran mundo y bien pronto se hizo notable en los
círculos aristocrácos por su rara y seductora belle-
za y por el buen gusto y extraordinaria riqueza con
que siempre se ataviaba; los más elegantes jóve-
nes, los hombres más disnguidos se apresuraron
a ofrecerla sus homenajes y su cándida virtud con-
viró en pasiones verdaderas muchas de aquellas
frívolas galanterías” (Margarita, pp. 106-107).
Salvo que el tular del salón fuera una dama, no eran
los salones el lugar más idóneo para los éxitos literarios
de las mujeres, ya que la connotación de extravagantes
solía ir aparejada a las lecturas públicas de textos escri-
tos por autoras del género femenino. A vía de ejemplo,
Emilia Pardo Bazán, cuyo papel social en el Madrid de
la Restauración está fuera de dudas, encontró diculta-
des para ser admida en los salones dada su condición
de “literata” según recuerda Melchor Almagro San-
marn (s.a.): “Con su pluma y su talento abrióse doña
Emilia las puertas del mundo políco y literario”. Sus
batallas para entrar en los salones aristocrácos, lugar
donde reinan las féminas, fueron más diciles al pre-
sentarse nimbada de su gloria literaria que si hubiera
simplemente exhibido los pasaportes de su catolicismo
e hidalguía de sangre” (p. 164).
Las prédicas moralizantes de los textos de la Sinués
tuvieron que ayudarle en su aceptación por los cen-
sores eclesiáscos y los órganos administravos que
eran decisorios en la educación pública. La colección
de relatos que responden al tulo de La ley de Dios
(1858)17 y A la luz de una lámpara recibieron pro-
tección expresa de las autoridades eclesiáscas y las
educavas del Estado (Sánchez Llama, 2000, pp. 329-
330). Claro que a la moralina expresa que rezumaban
sus cuentos y novelas se sumaba su camaleonismo
redaccional, como ocurre en la transformación que
verica de los personajes masculinos de la colección
de cuentos alemanes del P. Schmid cuando los tradujo
del francés en 1883 bajo el tulo de Cuentos para ni-
ñas (Hibbs-Lissorgues, 2008).
Pero el instrumento que más debió ayudar a la ex-
pansión de su fama fue la buena relación que mantu-
vo con los medios periodíscos. No en vano, El Fénix
de 8 de enero de 1858 publicaba la nocia-reclamo de
que doña Pilar Sinués había cedido sus novelas un real
más barato a los lectores de este diario. Este periódi-
co, en el curso de su publicación (años 1857-1859),
dedicó gacellas varias a nuestra autora entre las que
no es desdeñable la que informaba de haber sido re-
cibida en audiencia parcular por los reyes de España
(El Fénix, 10-XI-1858) o cómo el día de San Antonio en
una reunión arsca en casa de don Antonio Reton-
do habían leído poesías los señores Ivo Alfaro, Bretón
de los Herreros, Bravo, José Marco, Miguel Agusn
Príncipe, Sanstevan y doña Pilar Sinués (El Fénix, 15-
VI-1858). Las revistas femeninas y de contenido lite-
rario le abrieron sus páginas pero, en el orden de su
proyección periodísca, el dato más signicavo es su
vinculación con El Imparcial desde el mes de enero
de 1875 hasta el mismo mes de 1891 (Simón Palmer,
1991, pp. 664-671).
No me consta que Pilar Sinués tuviera abierto un
salón literario, aunque como he adelantado más arri-
ba las reuniones de salón eran episodios frecuentes
en sus novelas. En La senda de la gloria, por ejem-
plo, construye los pos de dos mujeres dedicadas a
la creación arsca, la pintora Julia y la escritora Cle-
mencia. En esta obra las reuniones arscas de salo-
nes enen un papel importante tanto en la descrip-
ción de los ambientes como en la reconstrucción de
los diálogos que preceden y siguen a las lecturas de
textos. Momento singular es el de la sesión arsca
descrita en el capítulo IV del libro quinto (“La gloria”)
y la tertulia cafeteril que, al día siguiente, comenta el
acontecimiento en términos que contraponen la vi-
sión masculina -“ni una palabra enendo de versos,
me gustaron, sin embargo, más los de la marquesa,
porque los lee con mucho más descaro” dice un va-
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
Leonardo Romero Tobar
7
a141
rón- a la perspecva femenina que elogia la actuación
de Clemencia, cuya presencia idealizada y su lección
poéca, moralmente ejemplar, suscitó en las mujeres
oyentes este deseo: “¡Qué dichosa sería yo si quisiera
ser mi amiga!- Tal fue el triunfo de Clemencia, y tal es
el juicio de la que esto escribe; la verdadera, la única
gloria a que deben aspirar el talento y el decoro reuni-
dos en una mujer”.
La lección moral de esta novela reside en la idea,
de índole autobiográca, de que escribir es una de las
mejores tareas para la educación social de la mujer,
tarea que pueden cumplir también las mujeres. Un
resumen del proyecto educavo-social en el que la
escritora Zaragozana estuvo compromeda desde su
infancia, como arma en la dedicatoria de esta obra
“Al público”:
Mi pobre persona es para tan conocida, ¡oh pú-
blico amigo!, que por doquiera que paso te oigo
pronunciar mi nombre; y uniendo acaso entonces
en tu mente la gura infanl de la autora con las
sombrías verdades que encierra esta lasmera his-
toria, tu interés se despertó a favor mío. Yo te doy
las gracias, amigo complaciente, mi primero, y qui-
zá mi único amigo.
APÉNDICE
Al ilustre poeta Don Manuel José Quintana
Del Ebro la ribera caudalosa
Me vio nacer, como la or lozana
Que acaricia la noche misteriosa
Y abre el primer albor de la mañana.
A mi cuna cual música armoniosa
Llegó el eco del nombre de QUINTANA.
Y desde entonces vive en mi memoria
Como el único ensueño de mi gloria.
Crecí después, y al escuchar las notas
De tu cantar, creíme trasportada
A las regiones del saber ignotas
Y del amor á la mansión dorada.
Aún viven en mi mente las remotas
Ilusiones del alma enamorada.
Y aún te bendice quien tu triunfo abona
Y estas ores añade a tu corona.
¡Salud, oh noble anciano virtuoso!
¡Salud, vate en mi patria bendecido!
Claro sol, inmortal y esplendoroso,
Que rasgará las nieblas del olvido.
¡Salud mil veces, sí, pues que amoroso
La erna juventud has dirigido.
Y empleaste tu pluma y tu existencia
En guiarla al alcázar de la ciencia!
Yo te saludo, sí, desde mi infancia
Te consagré mi amor y mi ternura,
Que la niña en su cándida ignorancia
Amaba del saber la fuente pura.
Recibe de mis ores la fragancia;
Pobres serán, mas llenas de frescura.
Yo las cogí de abril una mañana
Para enlazar el nombre de QUINTANA.
María del Pilar Sinués y Navarro.
Zaragoza
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
María Pilar Sinués, de la provincia a la capital del reino
8
a141
1 El año 1876 se publican dos volúmenes
de la autora -Un libro para las damas y
Combates de la vida- cuyo nombre apa-
rece en la portada sin el “de Marco” que
encontramos en los editados con ante-
rioridad. Varios estudiosos de la autora,
a falta de documentos acreditavos,
han apuntado que la instalación de Pi-
lar Sinués en París el año 1875 como
corresponsal de El Correo de la Moda
sería una pista que acreditase la separa-
ción matrimonial. Comoquiera que sea,
el análisis de las obras que publicó des-
pués de la Restauración (1876) muestra
una deriva intencional a favor de la au-
tonomía femenina.
2 El Ángel del Hogar es el tulo de un
libro de la autora editado en 1859 que
tuvo siete ediciones, todas encamina-
das hacia la admonición sobre el com-
portamiento social de las mujeres. No
debe confundirse esta obra programá-
ca con el periódico del mismo tulo
que Pilar Sinués dirigió y editó entre los
años 1864 y 1869. La fórmula ángel del
hogar se ha converdo en rótulo inevi-
table en los estudios de género del ám-
bito hispánico a parr del madrugador
libro (1991) de Briget Aldaraca dedicado
a la ideología de la domescidad en la
narrava galdosiana.
3 Aunque se echa en falta un repertorio
bibliográco completo de la producción
de esta autora, las más ables fuentes
informavas son los repertorios de Pa-
lau y Dulcet (1969, XXI, pp. 294-299) y
Carmen Simón (1991, pp. 650-672) y,
por descontado, las monograas que
le han dedicado Íñigo Sánchez-Llama
(1999; 2000, pp. 325-371 y 2002) y las
estudiosas citadas en nota 4. Ninguno
de los autores mencionados han citado
las primeras ediciones de varias obras
de la autora, que solo se conocen a par-
r de la segunda edición.
4 En la interpretación del lugar ocupa-
do por Pilar de Sinués en el gineceo
literario de la ideología de la domes-
ticidad han aportado observaciones
pertinentes Íñigo Sánchez Llama fun-
damentalmente y también Solange
Hibbs-Lissorgues, Catherine Jagoe,
Ana María Navales y María Cristina
Urruela, entre otros.
5 La voz narradora maniesta en el capítu-
lo V de la segunda parte de Margarita:
“Detrás del hermoso paseo llamado Sa-
lón de San Francisco, se eleva el conven-
to de Santa Rosa; aunque sus paredes
son altas y su fachada vetusta y angua,
nada ene su aspecto de melancólico o
sombrío. ¡Salud, albergue santo, donde
pasé alegre las mejores horas de mi in-
fancia! ¡Mansión tranquila y apacible,
salud! ¡Aún en este instante salta mi
corazón de placer, al transportarme en
alas de mi imaginación dentro de tus
muros!” (p. 58).
6 Juan Miguel de Losada en su prólogo a
la novela Fausta Sorel (1861) indica que
Pilar había asisdo al convento de Santa
Rosa como educanda.
7 La propia autora recordaría en ocasio-
nes haber iniciado su acvidad literaria
a los nueve años (en la dedicatoria de la
segunda edición de La senda de la glo-
ria, 1880).
8 Op. cit., pp. 76-77.
9 En páginas de publicidad al nal de El
Ángel del Hogar (1859) se enumeran un
corpus de dos libros de poesía, un dra-
ma, dos volúmenes de leyendas histó-
ricas y cuatro novelas (Sánchez Llama,
2002, p. 329).
10 Juan Miguel de Losada reconoce la im-
pronta de Balzac en su extenso prólogo
a Fausta Sorel (1861): “Hay en esta no-
vela algo de mano maestra, la señora Si-
nués de Marco quiere seguir las huellas
de Balzac” (p. XIII).
11 En el orden de las dedicatorias, ténga-
se en cuenta que la de su primer libro
estaba enderezada a Zaragoza, “pueblo
invicto, objeto de mi afecto más cum-
plido”.
12 Manuscrito de la Biblioteca Nacional
de Madrid (Mss. 4013/1/14), una carta
a Eusebio Blasco en la que Pilar Sinués
comenta con proximidad amistosa las
tendencias polícas progresistas de su
cuñado y la relación amistosa de su ma-
dre y la del también aragonés Eusebio
Blasco.
13 Texto editado en Quintana (1969, p.
393).
14 Pageard (1990, pp. 142-143) subrayó la
presencia de varias escritoras aragone-
sas en esta revista.
15 “El saloncillo del teatro del Príncipe”, en
Blasco (1873, p. 23).
16 Manuel Bretón de los Herreros estre-
nó en 1836 la comedia La redacción de
un periódico en la que su protagonista
femenina –hija del propietario del pe-
riódico- solo puede acudir a la sala de
redacción muy brevemente.
17 Los datos de la portada de este libro
son sucientemente expresivos de la
red de relaciones sociales que había
trabado la escritora. Las diez leyendas
estaban “basadas en los preceptos del
decálogo”, el volumen iba precedido
de un prólogo rmado por el presbí-
tero Antonio Navarro Asensio, estaba
dedicado a la infanta doña María Isabel
Francisca de Asís y “por Real Orden de
26 de abril de 1860, ha sido aprobada
de testo [sic] esta obra para las escuelas
de instrucción primaria y juspreciada
en 28 reales cada ejemplar”.
NOTAS
ARBOR Vol. 190-767, mayo-junio 2014, a141. ISSN-L: 0210-1963 doi: hp://dx.doi.org/10.3989/arbor.2014.767n3012
Leonardo Romero Tobar
9
a141
BIBLIOGRAFÍA
AA. VV. (1988). Enciclopedia temáca de
Aragón (vol 7. Literatura). Zaragoza:
Moncayo.
Agudo Catalán, S. (2008). El Romancis-
mo en Aragón (1838-1854). Literatura,
prensa y sociedad. Zaragoza: Prensas
Universitarias de Zaragoza.
Alas, L. Clarín (2002). Obras Completas (vol.
V. Arculos (1875-1878)) (edición de
Yves Lissorgues y Jean François Botrel).
Oviedo: Nobel.
Almagro San Marn, M. (s.a.). Bajo los tres
úlmos Borbones (Retratos, estampas e
inmidades). Madrid: Afrodisio Aguado.
Alonso González, C. (1997). La canción lírica
española en el siglo XIX. Madrid: Instu-
to Complutense de Ciencias Musicales.
Blasco, E. (1873). Madrid por dentro y por
fuera. Guía de forasteros incautos. Ma-
drid: J. Peña.
Ezama Gil, Á. (2006). “Valera y las damas
licurgas”. En Bonilla Cerezo, R., Cos-
ta Palacios, A. y Sánchez Montero, E.
(eds.). Juan Valera (1905-2005). Actas
del II Congreso Internacional celebrado
en Cabra (Córdoba) los días 27, 28, 29,
30 de abril y 1 de mayo de 2005. Cabra:
Delegación de Cultura, pp. 125-150.
Ezama Gil, Á. (2007). “Emilia Pardo Bazán,
revistera de salones: teoría y praxis de
la crónica”. Especulo, 37, 14 de noviem-
bre de 2007.
Guía de Zaragoza... (1860). Zaragoza: Im-
prenta de Vicente Andrés.
Hibbs-Lissorgues, S. (2008). “Escritoras es-
pañolas entre el deber y el deseo. Faus-
na Sáez de Melgar (1834-1895), Pilar
Sinués de Marco (1835-1893) y Antonia
Rodríguez de Ureta”. En Fernández, P. y
Ortega, M.L. (eds.). La mujer de letras o
la letraherida. Discurso y representacio-
nes sobre la mujer escritora en el siglo
XIX. Madrid: Consejo Superior de Inves-
gaciones Ciencas, pp. 325-343.
Jagoe, C. (1993). “María Pilar Sinués de
Marco (1835-1893)”. En Gould Levine,
L., Marson, E. y Waldman, G. (eds.).
Spanish Women Writers. A Bio-Biogra-
phical Source Book. London: Greenwo-
od Press, pp. 473-483.
Navales, A.M. (1977). “María Pilar Sinués,
escritora zaragozana del siglo XIX”, He-
raldo de Aragón, 12 de octubre de 1977.
Nombela, J. (1976). Impresiones y recuer-
dos (introducción de Jorge Campos).
Madrid: Tebas.
Pageard, R. (1990). Bécquer, leyenda y rea-
lidad (introducción de Hans Juretschke).
Madrid: Espasa-Calpe.
Palau y Dulcet, A. (1969). Manual del li-
brero hispanoamericano. Bibliograa
general española e hispanoamericana
desde la invención de la imprenta hasta
nuestros empos (vol. XXI). Barcelona.
Quintana, M.J. de (1969). Poesías Comple-
tas (edición de A. Dérozier). Madrid:
Castalia.
Román Guérrez, I. y Palenque, M. (2008).
Pintura, literatura y sociedad en la Se-
villa del siglo XIX: el álbum de Antonia
Díaz. Sevilla: Diputación Provincial de
Sevilla.
Romero Tobar, L. (1976). La novela popular
española del siglo XIX. Madrid: Ariel
-Fundación Juan March.
Romero Tobar, L. (1993). “En los orígenes
de la bohemia: Bécquer, Pedro Sánchez
y la revolución de 1854”. En Piñero, P.M.
y Reyes, R. (eds.). Bohemia y literatura.
De Bécquer al Modernismo. Sevilla: Uni-
versidad de Sevilla, pp. 27-49.
Romero Tobar, L. (2003). “El campo de la
producción intelectual”. En Infantes,
V. Lopez, F. y Botrel, J.F. (eds). Historia
de la edición y de la lectura en España
1472-1914. Madrid: Fundación Germán
Sánchez Ruipérez, pp. 531-542.
Sánchez Llama, I. (1999). “María Pilar Si-
nués de Marco y la cultura ocial penin-
sular del siglo XIX: del neocatolicismo a
la estéca realista”. Revista Canadiense
de Estudios Hispánicos, XXIII, 2, pp. 271-
288.
Sánchez Llama, I. (2000). Galería de escri-
toras isabelinas: la prensa periódica
entre 1833 y 1895. Madrid: Cátedra, pp.
325-371
Sánchez Llama, I. (2002). Antología de la
prensa periódica escrita por mujeres
(1843-1894). Cádiz: Universidad de
Cádiz.
Simón Palmer, M.C. (1991). Escritoras espa-
ñolas del siglo XIX. Manual bio-biblio-
gráco. Madrid: Castalia.
Sinués, P. (1959). El Ángel del Hogar. Obra
moral y recreava dedicada a la mujer y
escrita por la señora doña María del Pi-
lar Sinués de Marco. Madrid: Imprenta y
Esteropia de los Sres. Nieto y Compa-
ñía, segunda edición corregida, aumen-
tada e ilustrada con láminas.
Urruela, M.C. (2001). “Becoming angelic:
María del Pilar Sinués and the woman
queson”. En Vollendorf, L. (ed.). Reco-
vering Spain´s feminist tradion. New
York: Modern Language Associaon of
America, pp. 160-175.
Urruela, M.C. (2005). “El ángel del hogar:
María Pilar Sinués y la cuesón de la
mujer”. En Vollendorf, L. (ed.). Litera-
tura y feminismo en España (siglos XV-
XXI). Barcelona: Icaria, pp. 155-169.