Desde finales del siglo XX venimos asistiendo a una revalorización de las emociones como objeto de estudio en diferentes disciplinas. A pesar de que su tratamiento desde las ciencias y el empirismo es relativamente reciente, las emociones se están consolidando como uno de los temas esenciales en la investigación actual, adquiriendo una presencia significativa en la producción científica (Lewis et al., 2008). Este nuevo espacio que ha ido ganando el estudio de la emoción en diferentes ámbitos se conoce en la literatura como «giro afectivo» (Clough y Halley 2007). Al reconocer la gran influencia que pueden llegar a ejercer las emociones en cualquier actividad humana, este auge alcanza incluso áreas aparentemente apartadas de su radio de influencia como, por ejemplo, la economía (véase Berezin, 2005; Rick y Loewenstein, 2008; Pixley et al, 2014; Besbris, 2016). En el ámbito de los Estudios de Traducción, la investigación de los procesos cognitivos o Translation Process Research (TPR), también parece sumarse a esta tendencia (véase Lehr, 2013; Hubscher-Davidson, 2013; Ramos, 2013, 2014; Ramos y Rojo, 2014; Apfelthaler, 2014; Rojo, Ramos y Valenzuela, 2014). Fruto de este reciente interés han surgido algunas iniciativas en torno al binomio traducción-emociones, destacándose la celebración de simposios, como el International Online Workshop on Affective Factors in Translation Process Research organizado por la Universidad de Aston (Birmingham) en 2013, así como la publicación de capítulos y secciones en manuales de traducción, como el Handbook of Translation and Cognition (véase Rojo, 2017).
Durante el proceso de traducción, los traductores pueden experimentar emociones provocadas por estímulos externos y que pueden repercutir, en última instancia, en la calidad del texto meta. Por otra parte, las traducciones resultantes de una obra artística (especialmente, en el ámbito de la traducción literaria y audiovisual) suelen tener como propósito la inducción de emociones estéticas en los lectores/espectadores. Esto explica el doble interés tanto por descubrir el papel que desempeñan las emociones en el proceso de traducción, como por conocer el impacto emocional de las traducciones en sus lectores. Así, a la hora de investigar los vínculos entre traducción y emociones, es posible adoptar al menos dos concepciones distintas de la actividad traductora: la traducción como tarea cognitiva y la traducción como producción artística. El presente trabajo pretende sacar a la luz los posibles nexos entre emociones y traducción y ofrecer una visión panorámica de las principales tendencias y retos metodológicos en el estudio de un constructo tan polifacético y dinámico como es la emoción. Para ello, este capítulo se estructura en los siguientes apartados: en primer lugar, esboza una panorámica de las dificultades conceptuales y metodológicas para adoptar un tratamiento empírico de la emoción (apartado 2); seguidamente, aborda el estudio de las emociones en los Estudios de Traducción tratando los temas y aspectos de la emoción en los que se ha centrado el interés en los estudios de TPR hasta la fecha (apartado 3), los retos metodológicos a los que se enfrenta la Traducción para trabajar con la emoción (apartado 4) y los resultados más relevantes que apuntan a una correlación entre la creatividad traductológica y la dicotomía entre emociones positivas y negativas (apartado 5). Por último, se valoran las perspectivas de futuro del estudio de las emociones en los Estudios de Traducción (apartado 6). Al cierre, el apartado 7 ofrece las conclusiones y consideraciones finales de esta revisión metodológica.