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E K S abril 2015 vol.16 nº 1
Mediamorfosis y desinformación en la infoesfera:
Alfabetización mediática, digital e informacional ante los cambios
de hábitos de consumo informativo
Mediamorphosis and misinformation in the infosphere:
media, digital and information literacy face of changes in
information consumption habits
Ignacio Aguaded
Facultad de Ciencias de la Educación,
Departamento Didáctica de la
Educación. Universidad de Huelva.
ignacio@aguaded.es
Luis M. Romero-Rodríguez
Facultad de Ciencias de la Educación,
Departamento Didáctica de la
Educación. Universidad de Huelva.
lmiguel.rrodriguez@alu.uhu.es
Resumen Abstract
Palabras clave:
Desinformación; mediamorfosis; hábitos
de consumo informativo; alfabetización
mediática; alfabetización digital;
alfabetización informacional.
Keywords:
Misinformation; mediamorphosis;
information consumption habits; media
literacy; digital literacy; informational literacy.
Desde la reexión teórica, este trabajo
evidencia que el ecosistema comunicacional y
digital actual es endógeno y sistémicamente
desinformativo, pues se ha convertido
paulatinamente en un escenario
sobresaturador e infoxicador, atravesado por
una dinámica de mediamorfosis, en la que
los medios tradicionales buscan competir
por la preferencia de la audiencia frente al
abanico de propuestas digitales en razón
de su subsistencia económica, generalmente
intentando difundir contenidos pseudo-
informativos de gran valor límbico, pero
carente de utilidad en el proceso de toma
de decisiones. Así, el presente artículo busca
analizar la precitada problemática a través
de la revisión de distintas contribuciones
académicas multidisciplinares para
posteriormente referir aquellas que desde
el seno de las teorías de la alfabetización
mediática, digital e informacional contribuyen
con recomendaciones y estratagemas
From a theoretical reection, this work is
evidence that the current communicational
and digital ecosystem is endogenous and
systemically misinformative, as it has
gradually become an information overload
and infoxicative scenario, traversed by
a dynamic of mediamorphosis, in which
traditional media are looking to compete
for the preference of the audience facing the
multiplicity of digital platforms in the way of
their economic subsistence, usually spreading
pseudo-contents with limbic great value,
but lacking useful in the process of decision
making. Consequently, this paper analyzes
the above problems by reviewing various
multidisciplinary academic contributions to
later refer those from within the theories
of media, digital and information literacy
contribute recommendations and pragmatic
schemes to cope with the situation. The
work focuses on media-digital society in the
context of media convergence and multiple
http://dx.doi.org/10.14201/eks20151614457
Fecha de recepción: 14-1-2015
Fecha de revisión: 2-3-2015
Fecha de aceptación: 20-3-2015
Fecha de publicación: 27-3-2015
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pragmáticas para hacerle frente a la
situación. El trabajo se centra en la sociedad
mediático-digital en un contexto de con-
vergencia de medios y múltiples pantallas,
esbozando los cambios sociales en el que
están insertas actualmente las audiencias.
Como resultado se obtuvo que es necesario
adaptar una “infodieta” o ecología de medios
desde la perspectiva del usuario, alternando
momentos de desconexión, sin abandonar los
esfuerzos que desde la Educomunicación y la
política de comunicación pudieran coadyuvar
en la transformación social, con el n de
promover contenidos educativos, culturales e
informativos de calidad desde una óptica de
pluralismo, participación ciudadana.
screens, outlining the social changes that
are currently embedded audiences. Obtained
results showed the need to adapt an “infodiet”
or media ecology from the user’s perspective,
alternating moments of disconnection, without
deserting the eorts that Educommunication
and communication policy could contribute
in social transformation, in order promote
educational, cultural and informative content
from the perspective of pluralism, citizen
participation and pragmatic reconstruction
towards public service media.
1. Introducción
La sociedad actual y hasta la propia
existencia del hombre que en ella se inserta,
es cada vez más dependiente al acceso a
Tecnologías de Comunicación e Información.
Nuestras interrelaciones, los nodos sociales,
las empresas, la economía, la política, la
cultura, la educación, entre otros importantes
elementos colectivos, son atravesados por la
inter-mediación tecnológica, la cual no solo
opera como un conjunto de plataformas
informáticas, sino como protagonista de
insondables cambios en la manera en que
nos informamos, nos relacionamos con otras
personas e incluso fungimos como partícipes
dentro del ágora social que cimientan las
redes sociales.
La reducción de los precios de teléfonos
inteligentes, tablets y phablets en los últimos
años, ha posibilitado un acelerado y constante
incremento de usuarios de Internet y, por
ende, una paulatina contracción de brechas
digitales asociadas al poder adquisitivo.
En el caso español, para 2014 el 76,2% de
la población tenía acceso a la red y 74,4%
de los hogares disponía de conexión, casi 5
puntos más que en 2013 y más de 7 puntos
con respecto al 2012. Del total de usuarios
reejados, 67,1% participaba activamente en
redes sociales de carácter general –Facebook,
Twitter, Tuenti– (INE, 2014).
Los datos globales también dan meridiana
evidencia del exponencial incremento de
la demanda de conexión a Internet. Para
nales de 2013, se estimaba que el 96% de
la población mundial poseía un dispositivo
de telefonía móvil, lo que signica aproxima-
damente unos 6.800 millones de suscriptores,
habiendo sido el continente africano el que
tuvo el crecimiento más elevado con 11
puntos respecto al año anterior; mientras se
calculaba que 40% de la población mundial
estaba conectada a Internet (ITU, 2013), cifra
que demuestra el exponencial incremento
de usuarios, duplicándose en número con
respecto a la data de 2009.
Fuera de los datos estadísticos, que sin duda
nos dan una visión numérica de la realidad,
el acceso a Internet también ha mutado las
capacidades de organización social de los
ciudadanos. Vale la pena recordar movimientos
sociales como #OcuppyWallStreet en
Estados Unidos, con sus réplicas en México,
España, Reino Unido, Portugal, Grecia,
Australia, Alemania, Japón, Países Bajos,
Argelia e Israel, comenzaban con un simple
mensaje en las redes sociales que servían
como germen del caldo de cultivo de la indig-
nación popular. Así también sucedía en
España con el Movimiento #15-M, donde las
redes de interconexión social fungieron como
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2. Objetivos e hipótesis
El presente análisis se realiza a partir de la
interrelación teórico-pragmática del fenómeno
de la desinformación en el contexto de los
cambios que han venido gestándose a partir de
la masicación de Internet y las redes sociales,
más que como una anomalía aplicada por
factores externos, un elemento endógeno que
se inserta permanentemente en el ecosistema
comunicacional, con el n de proponer un
modelo de integración de las competencias
digitales, mediáticas e informacionales que
coadyuve en la atenuación de la problemática.
En este sentido, el presente artículo pretende
como objetivo general analizar los factores
cardinales que inoculan la desinformación
endógena en la infoesfera, a través del exa-
men de: 1) La sobresaturación informativa
y la amplitud relacional; 2) La ausencia de
ltrados editoriales y el cambio del modelo
periodístico y; 3) El auge de los contenidos
pseudo-informativos; para a posteriori
revisar aquellos aportes pragmáticos que
desde la teoría de las competencias digitales,
comunicativas e informacionales se han
propuesto para hacer frente a la situación.
Como hipótesis de partida (H1), hemos de
considerar que la sobresaturación informativa
es uno de los elementos congurativos de la
infoesfera actual, hecho el cual lejos de ser
tendiente a una normalización cuantitativa,
mantiene un crecimiento exponencial. En
segundo lugar (H2), se reexionará sobre
cómo la crisis de los medios de comunicación
tradicionales ha cambiado las interrelaciones
pregnancia-saliencia ideológica, constru-
yendo medios de comunicación cada vez más
asépticos y estandarizados para intentar
alcanzar una mayor porción de audiencia.
Por último (H3), se intentará revisar el
fenómeno del apogeo de los contenidos
pseudo-informativos en la red, como tercer
elemento endógeno característico de los
nuevos espacios digitales.
convocantes a las actividades de organización
y manifestación, sin olvidar por supuesto el
inmenso protagonismo que tuvieron las TIC
en la denominada Primavera Árabe que se
inició en Túnez pero que tuvo réplicas casi
inmediatas en todo el norte del continente
africano, en especial en Egipto, Libia,
Siria, Sahara Occidental, Líbano, Jordania,
Mauritania, Sudán, Omán, Arabia Saudita,
Yemen y Marruecos, países estos donde hace
apenas pocos años era impensable la amplia
penetración de Internet y mucho menos
movimientos ciudadanos contrarios a sus
regímenes (Soengas, 2013).
Internet, más que un simple cambio de
pantallas o plataformas, ha signicado sin
dudas una morfosis social, modicando
enteramente los esquemas tradicionales del
ujo comunicativo, otrora centralizados
enteramente por los gobiernos, los medios
de comunicación tradicionales y aquellos con
acceso preferencial al podio discursivo social.
En este nuevo escenario, resulta complejo y
hasta coercitivo mantener el control de la
in-formación y las comunicaciones (Etling,
Kelly, Faris & Palfrey, 2009), sirviendo el
ecosistema digital como suplemento de los
medios tradicionales e incluso opacándolos
en la triangulación poder-medios-sociedad;
que además de ser aprovechados por su gran
capacidad informativa y de convocatoria,
también se constituyen como garantes de
elementos probatorios de conculcaciones
de derechos fundamentales y evidencias de
represión sistemática de manifestaciones sin
barrera geográca alguna.
3. Material y métodos
El presente marco teórico-contextual
parte de seleccionar unidades de análisis
bibliográcas, hemerográcas, cientícas y
estadísticas, con especial atención a aquellos
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resultados de esfuerzos académicos en
publicaciones de alto índice de impacto en
ejes temáticos de las ciencias sociales, también
considerando tópicos de otras disciplinas y
áreas del conocimiento que han contribuido
en el análisis del efecto desinformativo en
Internet. Asimismo se revisarán algunas
de las contribuciones más importantes que
desde el seno de las investigaciones acerca
de las competencias digitales, mediáticas e
informacionales se han resuelto para evitar
o al menos atenuar el efecto desinformativo.
Para esta investigación documental serán
tomadas como categorías de análisis aquellos
trabajos que contengan los descriptores:
“desinformación digital”, “sobresaturación
informativa”, “infopolución”, “infoxicación”,
“infodieta”, “pseudo-información”, “me-
diamorfosis”, “crisis de los medios de
comunicación”, “competencia digital”,
“competencia comunicativas” y “competencias
comunicacionales”, con sus equivalentes idio-
máticos en inglés, francés, italiano y portugués;
para luego de realizada la cha bibliográca
y su análisis correspondiente, ltrar aquellos
autores que advierten sobre la necesidad de
analizar los cambios del sistema a la luz de
la problemática desinformativa y proponen
estratagemas y tácticas pragmáticas frente a
la referida situación.
4. La desinformación endógeno-sistémica
Como todo cambio del sistema, la masicación
de Internet también ha traído consigo
nuevas problemáticas que van desde la
sobresaturación e infoxicación del espectro co-
municativo (Shenk, 2003: 396-397; Cornella,
2010; Carr, 2011; Romero-Rodríguez, 2014:
33-35), el auge del consumo de contenidos
pseudo-informativos (Sartori, 1998; Ortega,
2006), hasta una profundización de la crisis
de los medios tradicionales que ha fomentado
un decrecimiento de espacios laborales para
periodistas, un cambio de interrelación
ideológica pregnancia-saliencia (Thom, 1992:
14; López-García, 2004: 23) y la multiplicidad
de informaciones sin ltrado de vericación
editorial, cuestiones estas que pueden
constituirse como un escenario idóneo para la
desinformación estructural en el ecosistema,
tomando dimensiones insospechadas y para
las que ninguna institución social estaba
preparada (Pérez-Rodríguez, 2003; Pérez-
Tornero, 2005).
El riesgo de la desinformación en Internet,
en especial en las redes sociales, subyace
en la propia interactividad y permeabilidad
del trinomio receptor-productor-difusor
de contenidos –prosumo– con el que está
compuesta la información en línea, siendo
casi imposible para aquellos carentes de
sucientes niveles de competencia digital,
informacional y comunicativa, distinguir entre
información, rumores y desinformación. Los
cibernautas suelen disfrutar compartiendo
información, sobre todo si es novedosa, aún
incluso cuando quien difunde no crea en la
veracidad de lo que publica (Karlova & Fis-
her, 2012: 2). Esta situación puede deberse
a que la propia existencia en el mundo digi-
tal depende precisamente de la capacidad de
bien o generar o de difundir continuamente
contenidos para su círculo social, como
también de que quien ejerce el rol de prosumi-
dor en términos de vericación, fuentes o
pertinencia lógica de la información, no tiene
las competencias sucientes para fungir como
mediador informativo. El inconveniente que
se suscita con este modelo de producción
es que el factor multiplicador que tienen
las redes sociales usualmente hace que el
mensaje desinformativo no solo llegue al en-
torno comunicacional directo del emisor, sino
que sea redifundido y hasta viralizado por
otros prosumidores fuera de su ámbito de
inuencia digital directa.
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4.1. La sobresaturación y la asimilación cognitiva
La sobresaturación del espectro informativo
es el primer problema sistémico que se sus-
cita con la masicación de Internet. Hace
solo 10 años se estimaba que una sola edición
del diario The New York Times contenía
más información que la que manejaba un
lon-dinense común del siglo XVII (Shenk,
2003: 396). La actual hiperproducción e
hiper-distribución informativa traspasa
cualquier barrera geográca, en la que se
unen los contenidos generados por los medios
tradicionales –prensa, radio, televisión– con
aquellas distribuidas por Internet y las redes
sociales, superando con creces la capacidad
de procesamiento y asimilación cognitiva
(Stewart, Moninger, Heideman & Reagan-
Cirincione, 1992) y obligando al individuo
a adaptarse frente a las sobrecargas de estí-
mulos, bien dedicándole menor tiempo a cada
uno, realizando un mecanismo de bloqueo
o escotomización inconsciente o instalando
ltros cognitivos para mantener la cantidad
de ingreso informacional a niveles manejables
(Milgram, 2010).
Se estima que para nales de 2013, por cada
minuto fueron enviados 204 millones de
correos electrónicos, el motor de búsqueda
Google recibió 2 millones de accesos y en
las redes sociales se dieron cerca de 850 mil
interacciones (Nielsen, 2014), lo que acu-
mulaba en el Big Data de Internet para ese
año 2,7 zettabytes (International Data Corpo-
ration, 2013). Nuestra propia barrera física,
cognitiva y memorística hace imposible que
una persona pueda acceder y mucho menos
atender a la ciclópea cantidad de informa-
ciones que se generan durante su vida, en el
entendido que nuestra evolución cerebral ha
permanecido inerte por más de 50.000 años
(Shenk, 2003: 398).
Según estadísticas recientes, los adolescentes
alemanes y estadounidenses pasan más
de siete horas y media diarias usando
la convergencia de medios tradicionales,
multimedia y digitales (Aguaded, 2014). En
el caso español se estima que mensualmente
se mantiene un consumo de telefonía móvil
una media de 88 minutos, se envían 15 SMS
y se utilizan en promedio 388 megabytes de
datos móviles (Romero-Rodríguez, 2014), lle-
gando a usar los dispositivos móviles para
acceso a datos una media de 13.3 horas se-
manales –1 hora con 50 minutos diarios–,
incorporando a esto el hábito de consumo de
medios tradicionales como la televisión, que
tiene un promedio de 13 horas a la semana
–1 hora con 45 minutos diarios–, seguido de
la prensa con 4 horas y media y las revistas
con 3 horas y media semanales, totalizando
el hábito de consumo mediático (tradicional
y digital) en más de 4 horas y media al día
(IAB Europe, 2014).
Con respecto a las consecuencia psicológicas,
la sobresaturación genera confusión en
el proceso de toma de decisiones y el
decrecimiento de la efectividad del ltrado
de la información (Malhotra, 1984: 438),
disminución de la tolerancia de la frustración
y complejidad cognitiva (Rotten, Olszewski,
Charleton & Soler, 1978: 360-365) y dete-
rioro en el juicio (Jacoby, 1977).
Sin lugar a dudas, la tendencia a la opulencia
informativa es aumentativa por cada segundo
que se mantenga la producción y difusión de
contenidos, que coincide con la socialización
de la tecnología, la interactividad y la
reestructuración del sistema mediático que ha
pasado de ser centralizado o semicentralizado
a una diversicación, desconcentración y
descentralización de los nodos de producción,
difusión y redifusión informativa (Cornella,
2010). La desinformación queda insertada
como elemento fundacional del ecosistema,
en la medida en que es imposible informarse,
sin a la vez quedar desinformados (López-
García, 2004; Romero-Rodríguez, 2014).
4.2. La mediamorfosis y el cambio del modelo de periodismo
Los medios de comunicación históricamente se han implantado en la sociedad con una
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paradoja: ellos construyen discursiva,
narrativa y transdiegéticamente las realidades
socializadas (Searle, 1997; Floridi, 2014),
pero a la vez dependen de condiciones pre-
comunicativas y perceptivas del sistema en
el que se insertan, creado mayormente por
su producción informativa. Así, el periodismo
no es una variable independiente respecto del
sistema económico, político y social, sino que
inuye y a la vez es intervenido por el mismo
(Lippman, 1922).
La masicación y uso consuetudinario de
plataformas digitales que ha traído Internet
y las redes sociales, paulatinamente pero
de forma constante han cambiado los
hábitos de consumo informativo, sea por sus
características de inmediatez, omnipresencia,
interacción y en muchos casos hasta gratuidad,
desplazando a un segundo plano la necesidad
de acceso a los medios tradicionales para
cubrir nuestra necesidad de estar informados.
En segundo lugar, la recesión económica
mundial que iniciaba en 2008 y que aun, siete
años más tarde, mantiene sus efectos en varios
países, asesta otro duro y certero impacto
al tejido industrial de la comunicación
compuesto por los medios de comunicación,
las agencias de noticias, el sector publicitario
y por supuesto los anunciantes.
En el caso español, entre 2008 y 2013, han
sido cerrados 284 medios de comunicación
–184 revistas, 31 diarios, 29 televisoras
regionales y autonómicas–, ya que la inversión
publicitaria ha mermado más de 50% con
pérdidas económicas de 31% en el sector
y destruyendo 11.151 puestos de trabajo
(Asociación de la Prensa de Madrid, 2013).
Para adaptarse a los cambios en razón de
su supervivencia, los medios han optado por
el abaratamiento de costos de producción,
bien sea prescindiendo de sus corresponsalías
en el extranjero, disminuyendo su tirada y
producción propia, acudiendo a agencias
in-ternacionales de noticias, cambiando su
tradicional plataforma a soportes digitales,
mermar las condiciones laborales del personal
periodístico e incluso reduciendo el personal
al mínimo operativo posible, cuestiones
que afectan en inmensa medida la calidad
informativa y el resultado de los productos
de los medios (De-Pablos & Mateos-Martín,
2004; Romero-Rodríguez, 2014).
La situación de por sí se agrava con la
concentración de mass-media característica de
nales del siglo XX, en la cual conglomerados
de corporaciones nacionales e internacionales
compilan un tejido empresarial complejo
que reúnen prensa, editoriales, emiso-
ras de radio, cadenas de televisión y más
recientemente medios multimedia, digitales y
proveedores de Internet, todo en un inmenso
laberinto de Creta de guras mercantiles.
De esta manera, las grandes corporaciones
mediáticas, en continua competencia por
cuotas del mercado e inuencia, generan
dumping informacional, por lo que se hace
casi imposible el resurgimiento de nuevos
medios en los espacios tradicionales.
ȸ A la vez aparece el denominado “efecto
ventrílocuo” (Arraez, 1998), en el cual
concurre la apariencia de existir diversidad
de medios, visiones y reinterpretaciones de
las realidades sociales, aunque no exista tal
pluralidad en los actores intermediarios.
Esta situación ocurre principalmente por
5 causas (Romero-Rodríguez, 2014):
ȸ Los conglomerados empresariales
reutilizan las mismas informaciones e
interpretaciones de los acontecimientos
en los medios adscritos a su entramado
organizacional, por lo que las
informaciones tienen un solo enfoque a
veces parafraseado.
ȸ La sobreutilización de las agencias
internacionales de noticias, en especial las
denominadas Big Five (Reuters, Associate
Press, Agence-France-Presse, EFE),
forjan una cobertura estandarizada de
las informaciones internacionales según la
perspectiva de estas agencias.
ȸ La reducción de nóminas de periodistas y el
incremento cuantitativo del trabajo hacen
necesario que muchos opten por dividirse
las pautas con pares de otros medios para
luego compartir las informaciones.
ȸ Aparece el “periodismo autómata” como
consecuencia de la propia crisis laboral
en los medios. En este sentido, se le
otorga más espacio a los contenidos de
entretenimiento, opinión y notas de
prensa provenientes de gabinetes de
comunicación, mientras son cada vez
menos presenciales los géneros inter-
pretativos y de investigación, que exigen
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mayor esfuerzo y concentración laboral.
ȸ Muchos medios digitales funcionan como
hubs de informaciones provenientes de
los medios tradicionales, así como los
contenidos informativos más presentes
en las redes sociales, por lo que lejos
de signicar una mayor pluralidad
informativa, el ecosistema funge como una
continua perífrasis y pará-frasis lexical,
un pluralismo virtual de información
estandarizada.
Todo lo anterior ha venido constituyéndose
como caldo de cultivo de un nuevo modelo
de periodismo que busca competir con la
inmediatez, gratuidad y masividad de las in-
formaciones de las redes sociales, apostando
contra la profundidad y desarrollo de los
acontecimientos, convirtiendo así la cobertura
informativa en “productos enlatados”,
estandarizados y superciales, dependiente
de los cambios de dinámica de la agenda
pública, por lo que los medios han llegado a
desarrollar, y sus usuarios a aceptar tácita-
mente, un sistema informativo el cual asimila
la contradicción sin inmutarse (Marcuse,
1968; López-García, 2004: 22).
Por otra parte, el proceso de mediamorfosis
ha traído consigo un cambio en las relacio-
nes pregnancia-saliencia ideológica (Thom,
1992: 14; López-García, 2004: 23). Antes de
la progresiva popularidad de Internet, en
cada país competían diversos medios que
representaban posiciones ideológicas, por lo
que cada ciudadano consumía aquella in-
formación del medio más próximo a su forma
de pensamiento. En este caso, la pregnan-
cia (P) se constituye como las corrientes de
opinión y el sesgo editorial del medio que
se proyectan hacia las audiencias –saliencia
(S)– que era pasiva en su recepción, pero
que decodicaba, procesaba cognitivamente,
recodicaba y se volvía a construir el discurso
mediático en el seno social de la saliencia –
ahora como emisores– generando una nueva
pregnancia (P`).
𝑷 ∩ ≈ 𝑷
En el escenario actual, los medios de
comunicación intentan esconder su ideología
en el marco de mostrarse como independientes,
autónomos, objetivos e imparciales, con el n
de asegurar una mayor porción de audiencia
general no estraticada ideológicamen-
te. Para ello, además de estandarizar las
informaciones, tal como se reere ut supra,
se dividen los espacios y secciones casi de
idéntica forma, además de incluir columnistas,
articulistas, tertulianos y panelistas de
distintas corrientes de pensamiento. Sobre
este particular, pareciere que los medios
tienen el rol actual de ser unidades de saliencia
(S) –tendientes a la asepsia informacional–
que intentan tímidamente emitir pregnancias
(P), con el n de generar en las audiencias
nuevas formas de pregnancias (P´).
𝑷 ≈ 𝑷´
Aunque la situación anterior no es del todo
negativa, pues los medios de comunicación
teleológicamente deben ser lo más imparciales
y objetivos en la medida de sus posibili-
dades, esta “asepsia informativa” requiere
que el lector tenga las sucientes competen-
cias en las materias de la res pública
(economía, política, derecho, sociedad, entre
otras), para congurar y reinterpretar con
suciencia la magnitud de la realidad de los
acontecimientos que se intentan informar. Es
decir, el mantener las informaciones libres de
análisis y crítica –así sea desde el razonamiento
ideológico– inuye en la comprensión a veces
técnica de los contenidos informativos.
4.3. El auge de los pseudo-contenidos
La avidez por el consumo de contenidos
vacíos, inútiles para la toma de decisiones
e infoxicadores, complementa el trinomio
de la desinformación sistémico-estructural
del ecosistema actual, esta vez fungiendo la
propia audiencia como víctima propiciatoria
del fenómeno desinformativo (Romero-
Rodríguez, 2014: 48). Un contenido
pseudo-informativo es denido como un
acontecimiento que discursivamente se
construye o es prefabricado (Sartori, 2012:
27) para que tenga cabida en los factores
de interés de la audiencia, pero que carece
absolutamente de relevancia, lo que en
palabras de Ortega (2006) es el “periodismo
de la no-información”.
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La pseudo-información tiene mayor presencia
en los contenidos de medios digitales y redes
sociales, aunque no excluye que los medios
tradicionales estén cada vez más optando por
la creación de pseudo-contenidos de carácter
límbico, desviándose hacia la otrora popular
“tabloidización” en función de su competencia
por la preferencia del consumidor.
Un claro ejemplo de lo anterior es BuzzFeed
(www.buzzfeed.com), medio digital que se
autodene como “el medio de comunicación
de la era social” y cuyos contenidos son en
su inmensa mayoría pseudo-informaciones
como listados, información de farándula,
gifs animados, vines, memes y vídeos de
entretenimiento. Fundada en 2006, BuzzFeed
es una página que actualiza contenidos con
alta tasa de viralidad en inglés, español,
francés y portugués, que consigue el 75% de
sus visitas a través de los timeline o histo-
riales de las principales redes sociales como
Facebook, Twitter y YouTube.
Poniendo en evidencia el impacto que este
portal ha tenido en el consumo de conteni-
dos, para nales de 2014 solo su página
principal (versión estadounidense) reportó
casi 200 millones de visitantes únicos y 750
millones de visitas por mes, un crecimiento
de 153% frente a sus cifras de 2013 y 350%
con respecto al 2012, con una tasa actual
de progresión mensual mayor de 30%,
colocándose actualmente en la posición 93
del ranking mundial de visitas digitales –en
2012 tenía el puesto 123–, muy por encima
de la web de The Guardian (157), Forbes
(158), Der Spiegel (186), BBC (204), The
Tele-graph (235), USA Today (258), Reuters
(267), NBC News (282) o Time (346) (Alexa,
2014) y cotizándose la marca en un estimado
de 636,9 millones de euros, incluso más que el
tradicional Washington Post.
Para detectar la existencia y nivel de
desarrollo de este “periodismo banalizado”,
existen 3 elementos fundamentales a tomar
en consideración: 1) La selección de los
pseudo-acontecimientos se centran en el
interés humano y el sensacionalismo frente
a la poca atención de las mayorías a las
informaciones elitistas (Humanes, 2006: 53-
54); 2) Internet ha ampliado el protagonismo
de los espacios dedicados al ocio y el
entretenimiento, sacricando los objetivos
de los medios tradicionales de informar y
educar y; 3) La hiperconexión compulsiva,
añade una obsesión por la comunicación
vacía de contenidos como pasatiempo regular
(Aguaded, 2014: 7).
Por su parte los medios audiovisuales buscando
no quedarse atrás en la banalización de los
contenidos, han impulsado la producción
de programación de telerrealidad (reali-
ties) para poder adaptarse a la situación
de competencia en la lógica del mercado
que signica la coexistencia en la parrilla
de multiplicidad de canales, aunado con
la necesidad de subsistencia frente a la
innidad de formatos que comienzan a ver
luz en la televisión digital y en los canales de
YouTube y otros portales de videos gratuitos
en Internet. Este tipo de programación, lejos
de informar o educar, presenta un imaginario
colectivo, económico en su producción, con
gran presencia de contravalores –trivialidad,
inanidad, desmerecimiento del esfuerzo,
egoísmo, violencia, encono, machismo–, fo-
mentando la falta de interés por los asuntos
públicos (Cáceres-Zapatero, 2013:670).
Los audímetros de la televisión española
registraron el 21 de julio de 2000 que 7 de
cada 10 telespectadores se encontraban
frente a su televisor viendo la gala nal de
la primera edición de “Gran Hermano” –
Telecinco–, congregando la serie en promedio
9.105.000 personas de audiencia cautiva, lo
que representa un 70,8% de cuota de pantalla
(Palomo, 2014), marcando así lo que sería el
primer hito de la telerrealidad española y que
sería el inicio de un cambio de formatos por
la preferencia del consumidor, incluso en las
televisoras públicas, tanto nacionales como
de las comunidades autónomas, regionales y
locales.
La predilección de los consumidores por este
tipo de programación, la lógica del merca-
do de producción de “enlatados” de bajo
costo y fuente inagotable de temporadas, así
como la posibilidad de mezcla de formatos
(mixticación) en las que se pueden combi-
nar elementos de telerrealidad con concursos,
el coaching, el talent show, entre otros, han
sido las razones principales por las que las
televisoras han optado por la banalización
de los contenidos, incrementando la oferta de
programación de entretenimiento mientras
52
E K S
Las diferentes perspectivas y discusiones
que se han suscitado sobre la relación entre
los dos campos, el primero (alfabetización
mediática) más encaminado en revisar a los
medios de comunicación como una lente a
través de la cual ver el mundo y expresarse
uno mismo (Livingstone, Couvering &
Thumim, 2005: 16), siendo de mayor interés
académico en disciplinas de las ciencias
sociales como la educación, la comunicación,
la psicología o la salud ocupacional (Lee &
So, 2014: 137); el segundo (alfabetización
informacional) considera a la alfabetización
mediática como una subcategoría de su área
de estudio (Gutiérrez & Tyner, 2012:34), pues
el objeto de este campo consiste en analizar la
información y los contenidos sin importar su
emisor (Boekhorst, 2012; Kurbanoglu, 2012),
concentrándose su interés en disciplinas
como las ciencias de la información, la
biblioteconomía, la informática, aunque
también en la educación (Lee & So, 2014:
137).
La UNESCO (2012) hacía un llamado urgente
a integrar ambos campos de estudio en un
solo conjunto combinado de competencias
necesarias para el desarrollo integral de la
vida y el ámbito profesional, a pesar de los
propios límites materiales y de reconoci-
miento mutuo (Badke, 2009). Aunque la
alfabetización informacional resulta más
extensa que su par mediática, pero más
reducida en sus disciplinas de aplicación,
ambos campos coinciden en ciertos aspectos y
comparten preocupaciones comunes, objetivos
y directrices futuras (Lee & So, 2014: 145),
entre las que se encuentran los contenidos,
la información y los medios digitales. En
consecuencia, la cooperación entre ambas
ramas de estudio pueden contribuir y aunar
esfuerzos para establecer lineamientos de
hábitos de consumo digital, a la par que
se suscitan los intempestivos cambios de
plataformas y maneras de comunicarse,
integrados a los problemas conexos explicados
en referencia. Independientemente de los
debates, encuentros y desencuentros entre
ambas áreas de estudio, ante los medios no
cabe más opción que aprender a convivir
con ellos (Agua-ded, 2014), intentando que
desde el propio seno de la educación para la
infociudadanía nazcan estrategias puntuales
para el aprendizaje de un correcto consumo
de los contenidos.
5. Necesidad de integración de la alfabetización mediática
e informacional
5.1. La “infodieta” y la “comunicación slow”
Frente a la problemática de la sobresaturación
informativa y los límites de la asimila-
ción cognitiva, debe buscarse el equilibrio
cantidad-calidad de los contenidos a los que
se accede, en los que la habilidad teórico-
pragmática estrechan su cauce, teniendo
en consideración en primera mano que es
imposible ltrar o limitar los contenidos sin
que esa colación tenga de por sí elementos
desinformativos, ya que toda clasicación
informativa viene impuesta con una carga de
valores, experiencias y marcos de referencia
subjetivos (Romero-Rodríguez, 2014).
Como respuesta a la cibercultura
caracterizada por la vertiginosa velocidad
de las interrelaciones y la manera en cómo
nos informamos se aboga por el “movimiento
slow” el cual apuesta por un estilo de vida más
pausado –tanto en aspectos gastronómicos,
laborales, de ocio, como contrario a la
hiperconexión– (Honoré, 2004; Serrano-
Puche, 2013: 208). Al igual que en la industria
se sacrican los contenidos educativos e
informativos. En este sentido, es necesario
comprender que los medios de comunicación
son ante todo empresas cuyo producto debe
adaptarse a la dinámica y preferencia de
sus consumidores, por lo que la audiencia
funge a la vez como propiciatoria y víctima
de la situación desinformativa por su propia
preferencia de consumo de programación.
53
E K S
de la alimentación existen calorías baratas –
comidas rápidas, refrescos, tentempiés–, cuyo
coste es económico y su sabor es aderezado
con azúcares, sal o grasas sobresaturadas,
en exceso perjudiciales para nuestro cuerpo,
exactamente lo mismo sucede con el exceso
de información en forma de contenidos
banalizados y vacíos que no transmiten
informaciones de utilidad sino refuerzos
sentimentales en forma de interacción social
(Johnson, 2012: 29).
El movimiento de “comunicación slow”
(Hanson, 2007; Freeman, 2009; Wajcman,
Bittman & Brown, 2009; Pérez-Latre, 2011;
Victoria-Mas, Gómez-Tinoco & Arjona-
Martín, 2012; Serrano-Puche, 2013, 2014)
hace un llamado a establecer períodos regu-
lares de desconexión digital para fomentar
la comunicación interpersonal directa, abo-
gando por las actividades de ocio fuera de
las tecnologías digitales, recuperándose la
capacidad de atención, crítica y análisis (Jantz,
2012). De esta manera, según los teóricos en
referencia, se conseguiría que los momentos
de conexión sean más enriquecedores, pues
al estar continuamente conectado y por el
ujo incesante de información, se reduce la
productividad y ecacia del consumo. Caso
contrario.
Se recomienda que la dieta digital esté
estructurada en cuatro pasos (Sieberg, 2011;
Se-rrano-Puche, 2014): 1) Repensar el tiempo
diario que se le dedica a la navegación digital
más allá de lo necesario por razones laborales
y de qué modo ese tiempo se ha perdido
en detrimento de las relaciones familiares
y sociales, de horas de sueño y de activi-
dad física; b) Una fase de “desinfoxicación”
digital y abstinencia en el uso de tecnolo-
gías de manera progresiva; c) Reconectarse
nuevamente partiendo de un cronograma
de hábito saludable con momentos de
desconexión diaria y; d) Adquirir una actitud
“slow” de manera que la relación con las
tecnologías y la relación interpersonal directa
tengan un equilibrio.
5.2. La necesaria reformulación de los medios desde las audiencias
Hacer frente a la dinámica de hiperproducción
de pseudo-contenidos, así como a la es-
tandarización y asepsia informativa producto
de la mediamorfosis, no deja de ser di-
cultoso, pues la naturaleza económica de los
medios y del mercado, así como las prefe-
rencias de consumo de las audiencias son
los que crean la situación idónea para lo que
ocurre en el ecosistema actual.
ȸ El cambio de esta situación debe venir
inicialmente de varias estratagemas,
cuyas iniciativas parten de la educación
en medios, pero también de propuestas de
reconguración y formación de un sistema
mediático-digital pluralista, diverso y
participativo, entre las que compilamos:
ȸ Implantación en educación inicial, básica,
diversicada y universitaria de asignaturas
o componentes transversales en materia
de educación en medios, alfabetización
mediática, digital e informacional.
ȸ Educación mediática, digital e
informacional desde una política pública
activa que fomente la formación crítica,
participativa y creativa de la ciudadanía.
ȸ Promoción de programas educativos
que conjuguen la formación crítica
con el periodismo interpretativo y de
investigación.
ȸ Fomento, a través de ayudas públicas,
subvenciones o benecios impositivos, de
medios de comunicación y productoras
de contenidos educativos y culturales de
calidad.
ȸ Rescate de la esencia de los medios de
comunicación como servicio público.
ȸ Establecer límites legales a la programación
de entretenimiento, buscando el equilibrio
entre contenidos informativos, educativos
y de ocio en los horarios de mayor
audiencia.
54
E K S
Figura 1. Barreras de protección de las audiencias en el ecosistema comunicacional-digital.
colonización de nuestras propias realidades
e interacciones por el uso excesivo de las
tecnologías, es menester estructurar una
ecología de medios o “infodieta” que equilibre
tanto la relación cuanti-cualitativa de la
información que recibimos, como también
nos permita desinfoxicarnos paulatinamente
de la sobrecarga de contenidos vacíos, bien
sea para invertir dicho tiempo en cuestiones
que sean útiles –relaciones familiares,
sociales, productividad y actividad física–,
como también para generar un distress y una
reducción de la dependencia tecnológica, a la
vez de aprender a aprovechar los momentos
de conexión con mayor idoneidad.
En segundo término, la mediamorfosis es una
circunstancia propia de los cambios que se
suscitan dentro de los medios del ecosistema,
lo que depende directamente de los hábitos
de consumo y de la lucha que mantienen
los medios tradicionales por la adaptación
al nuevo entorno. Como consecuencia, la
pregunta sobre la necesidad de trabajar en
conjunto la alfabetización mediática, digital e
informacional no está en discusión, con el n
de dotar a la audiencia de herramientas para
acceder a los medios con responsabilidad, a
la vez de contrarrestar la pasividad, inercia e
ingenuidad en la recepción de los mensajes.
Por supuesto, el llamado no solo es en este
caso a la responsabilidad educativa, sino a un
fomento de adeudo socialmediático por parte
de las instituciones públicas y la educación
en el contexto familiar.
Por último, hacer frente a la dinámica de
hiperproducción de pseudo-contenidos o con-
tenidos vacíos únicamente puede venir desde
las audiencias, pues la lógica transversal de
los mercados actuales favorece el desarrollo
de este tipo de programación y conteni-dos.
Para ello, al igual que en el punto anterior,
hace falta promover actividades de alfa-
6. Discusión y conclusiones
El actual ecosistema comunicacional y digital
lleva consigo una carga desinformativa
endógena del trinomio contentivo de la
sobresaturación, la mediamorfosis y los
ingentes pseudo-contenidos, razones por las
cuales ha de constituirse desde la audiencia y
la política de comunicación, el marco operativo
y las barreras de protección necesarias para
hacer frente, o al menos atenuar, los efectos
desinformativos endémicos.
En primer lugar, para combatir la
sobresaturación del espectro informativo y la
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