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Las casas de parto dentro del sistema hospitalario

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Artículo de revisión RESUMEN Las casas de parto son unidades obstétricas de bajo riesgo dirigidas por matronas. Desde la década de 1990, ha habido un resurgimiento de es-tos centros. El propósito de esta revisión es examinar la evidencia cien-tífica sobre los beneficios de las casas de parto vinculadas al sistema sanitario. Los estudios encontrados señalan que estos centros aumen-tan significativamente la probabilidad de tener un parto vaginal, de no necesitar anestesia epidural y de disminuir las intervenciones médicas. No obstante, también insisten en que estas unidades deben estar dota-das de personal altamente cualificado y utilizar unos protocolos clínicos bien definidos. Se necesitan más estudios para conocer tanto los benefi-cios como los riesgos de la atención obstétrica de la mujer de bajo riesgo. Palabras clave: casas de parto, casas de nacimiento, embarazo de bajo riesgo, parto normal, parto de bajo riesgo. ABSTRACT Birth Centers within Hospitals are low risk obstetric units managed by midwives. Since the 1990s there has been a resurgence of these units. The purpose of this revision is to study the scientific evidence on the benefits of birth units linked to the Health System. Studies indicate that these units significantly increase the probability of having a vaginal birth, of not needing epidural anaesthesia and of reducing medical intervention. However, it has also been stressed that these units must be equipped with highly qualified staff who use well defined protocols. Further studies are needed to learn both about the benefits and the risks of obstetric assistance for low risk women.
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profesión
matr nas
Artículo de revisión
RESUMEN
Las casas de parto son unidades obstétricas de bajo riesgo dirigidas por
matronas. Desde la década de 1990, ha habido un resurgimiento de es-
tos centros. El propósito de esta revisión es examinar la evidencia cien-
tífica sobre los beneficios de las casas de parto vinculadas al sistema
sanitario. Los estudios encontrados señalan que estos centros aumen-
tan significativamente la probabilidad de tener un parto vaginal, de no
necesitar anestesia epidural y de disminuir las intervenciones médicas.
No obstante, también insisten en que estas unidades deben estar dota-
das de personal altamente cualificado y utilizar unos protocolos clínicos
bien definidos. Se necesitan más estudios para conocer tanto los benefi-
cios como los riesgos de la atención obstétrica de la mujer de bajo riesgo.
Palabras clave: casas de parto, casas de nacimiento, embarazo de
bajo riesgo, parto normal, parto de bajo riesgo.
ABSTRACT
Birth Centers within Hospitals are low risk obstetric units managed by
midwives. Since the 1990s there has been a resurgence of these units.
The purpose of this revision is to study the scientific evidence on the
benefits of birth units linked to the Health System. Studies indicate that
these units significantly increase the probability of having a vaginal
birth, of not needing epidural anaesthesia and of reducing medical in-
tervention. However, it has also been stressed that these units must be
equipped with highly qualified staff who use well defined protocols. Fur-
ther studies are needed to learn both about the benefits and the risks of
obstetric assistance for low risk women.
Keywords: birth units, low risk pregnancy, normal delivery, low risk de-
livery.
Birth Centers in hospitals
G. López, M. Jiménez
Matronas. Sala de Partos. Corporació Sanitària Parc Taulí. Hospital de Sabadell (Barcelona)
López G, Jiménez M. Las casas de parto dentro del sistema hospitalario.
Matronas Prof. 2009;10(2): 12-15
Trabajo presentado como comunicación en formato póster en el III Congreso
de l’Associació Catalana de Llevadores, 2008.
Las casas de parto dentro
del sistema hospitalario
Correspondencia:
Gemma López Fernández. Correo electrónico: Gemmalf@gmail.com
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
Las casas de parto, también conocidas como «centros
de obstetricia con características familiares», se han ido
estableciendo en Europa desde 19701. Se trata de uni-
dades dirigidas por matronas en las que normalmente
la mujer controla su embarazo y su parto sólo con la
matrona, sin ninguna visita con el ginecólogo, a no ser
que clínicamente lo necesite. Las pacientes son mujeres
sin ninguna patología previa que empiezan el trabajo de
parto de forma espontánea.
Las casas de parto basan el cuidado de la mujer en un
modelo holístico donde la matrona prioriza la normali-
dad y evita intervenciones innecesarias2,3. Si la presencia
de un médico es necesaria, se debe transferir a la mujer a
la sala de partos vinculada al hospital1(tabla 1), ya que
el uso de las casas de partos está restringido a mujeres
con embarazos de bajo riesgo y que tampoco presentan
ningún riesgo durante el trabajo de parto1,4. En la tabla
2 se enumeran los factores de inclusión y exclusión de
las mujeres parturientas en las casas de parto de los hos-
pitales públicos de Inglaterra y, concretamente, del Saint
Mary’s Hospital, que ofrecemos como ejemplo; en la
mayoría de hospitales los criterios son los mismos, pu-
diendo existir pequeñas diferencias entre protocolos.
En las casas de parto, las salas de parto disfrazan su
apariencia tras cortinas y armarios de madera, escon-
diendo la tecnología y dando la sensación de encontrar-
se en una habitación de hotel, pero sin renunciar a los
avances médicos necesarios.
Estos centros se han establecido de diferentes maneras:
como unidades independientes; como centros indepen-
dientes geográficamente de la sala de partos convencio-
nal pero dentro del sistema hospitalario; como centros
situados justo al lado de la sala de partos del hospital, o
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Artículo de revisión
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Las casas de parto dentro del sistema hospitalario
como unidades mixtas en las que, según las característi-
cas de la mujer y el parto, la responsabilidad recae en la
matrona5,6.
Los objetivos de esta revisión bibliográfica son, por
un lado, dar a conocer el modelo de las casas de parto
dentro del sistema hospitalario que se está aplicando en
algunos países europeos y, por otro, evaluar las diferen-
cias en el cuidado y en los resultados perinatales entre
las casas de parto y las salas de parto convencionales en
mujeres de bajo riesgo.
METODOLOGÍA
Se realizó una revisión de la literatura científica en las
bases de datos Medline, Cochrane Library, MIDIRS,
CUIDEN, ENFISPO y CINAHL. La búsqueda se li-
mitó al periodo comprendido entre enero de 1998 y
noviembre de 2008.
Los términos utilizados para la búsqueda fueron los
siguientes: «casas de parto», «casas de nacimiento»,
«parto de bajo riesgo», «birth centres», «normal birth»,
«midwifery», «midwife led care unit», «place of birth» y
«low risk pregnancy». Además se consultaron fuentes
científicas de interés de ámbito internacional, como el
Royal College of Midwives (RCM) o la International
Confederation of Midwives (ICM).
RESULTADOS
Se encontró una revisión sistemática de la Cochrane Li-
brary1, una revisión sistemática de ensayos clínicos
comparativos7, cuatro ensayos clínicos comparativos y
aleatorizados4,6,8,9, un estudio descriptivo4, tres docu-
mentos de experiencias clínicas3,10,11 y dos documentos
de expertos de prestigio12,13.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
A principios de la década de 1960 empezaron a aumentar
de forma progresiva las intervenciones médicas durante el
trabajo de parto con el objetivo de asegurar el bienestar
materno y fetal14, y durante las últimas dos décadas la aten-
ción al parto se ha trasladado mayoritariamente a los hos-
pitales15. Sin embargo, se ha demostrado que en embara-
zos y partos de bajo riesgo no son necesarias las mismas
intervenciones médicas que en los embarazos y partos de
riesgo16, estando muchas veces injustificada la medicaliza-
ción a la que se los somete17. Paralelamente, fue aumen-
tando el interés por el impacto que tiene el ambiente hos-
pitalario sobre el progreso y desenlace del parto1, así como
el interés por las unidades dirigidas por matronas7.
Tab l a 1. Condiciones para transferir
el cuidado a la sala de partos
Durante el parto
Condiciones maternas
• Metrorragias
Infecciones intrauterinas
Analgesia epidural
Cesárea anterior
Rotura prematura de membranas
Inducción del parto
Hiperdinamia uterina
Falta de progresión del trabajo de parto
Condiciones fetales
• Meconio
Anormalidad en la auscultación intermitente del latido fetal
Embarazo prolongado
• Prematuridad
Posparto inmediato
Condiciones maternas
Retención de la placenta
Hemorragia posparto
Condiciones fetales
Baja puntuación en el test de Apgar
Escasa adaptación del bebé a la vida extrauterina
Imperial College Healthcare NHS Trust. Maternity and Obstetrics Guidelines.
Londres: ICH NHS Trust, 2008.
Tabla 2. Factores de inclusión y exclusión
de las mujeres parturientas en las casas de parto
Criterios de inclusión
Historia médica y obstétrica sin complicaciones
Edad materna entre 16 y 42 años
Tener menos de 6 hijos
No tener antecedentes diabéticos, hipertensos, epilépticos
No padecer ninguna patología cardiaca o renal
No haber tenido hipertensión o proteinuria durante el embarazo
Historia obstétrica previa sin complicaciones
Criterios de exclusión. Periodo antenatal
Condiciones maternas
• Hipertensión-preeclampsia
• Diabetes
• Metrorragias
Enfermedades maternas
Enfermedades cardiacas
Anemia severa
• Hipertiroidismo
Enfermedad vascular
Enfermedad renal
Condiciones del feto
Retraso del crecimiento intrauterino
• Prematuridad
• Oligoamnios
Doppler anormales
Embarazos múltiples
Presentaciones podálicas
Imperial College Healthcare NHS Trust. Maternity and Obstetrics Guidelines.
Londres: ICH NHS Trust, 2008.
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Desde la década de 1990 se ha producido un resur-
gimiento de estos centros, debido a la demanda tanto
de las organizaciones de matronas como de las muje-
res. En general, estas unidades se caracterizan por la
ausencia de personal médico y por una filosofía
orientada hacia el parto normal y sin intervencionis-
mo7.
En el Reino Unido, históricamente las casas de parto
se asociaron con los «ambulatorios» o «dispensarios»,
donde también se encontraba el médico general o de
cabecera7. Actualmente, en Estados Unidos hay 37 es-
tados que conceden licencias para abrir una casa de par-
tos o birth center7.
En España existen casas de parto que siguen el mode-
lo descrito, pero no están vinculadas al Sistema Nacio-
nal de Salud, sino que son centros privados.
FUNCIONAMIENTO
DE LAS CASAS DE PARTOS
Una vez llegado el día del parto, aquellas mujeres que
han decidido dar a luz en una casa de parto deben lla-
mar por teléfono a la unidad donde desean ser atendi-
das. En este primer contacto se confirma que el desa-
rrollo del parto esté siguiendo la normalidad, así como
que no se haya iniciado el trabajo de parto con alguna
complicación que impida su seguimiento dentro de es-
ta unidad.
Cuando las gestantes llegan a la casa de parto, se com-
prueba que no existe ningún factor que impida el ingre-
so, se realiza una exploración vaginal y se ausculta el la-
tido fetal. No se hace una prueba sin estrés (NST) al
ingreso.
Dentro de la unidad, la evolución del parto es espon-
tánea y la alimentación y la hidratación son libres, al
igual que la deambulación. La auscultación fetal es in-
termitente y sigue los siguientes intervalos de tiempo:
cada 15 minutos durante la fase de dilatación y cada
5 durante la de expulsivo. El latido fetal se ausculta du-
rante 60 segundos después de la contracción18. Cuando
llega el momento del parto, la gestante es atendida por
la matrona que la ha estado acompañando durante la
dilatación. La posición del parto es la que elija la ges-
tante de acuerdo con el profesional que la atiende12.Si
no hay ningún problema, el recién nacido permanece
en todo momento con sus padres, y se promueven el
contacto piel a piel y la lactancia materna.
Si los padres lo desean, la administración de vitamina
K se puede realizar por vía oral. La profilaxis ocular se
efectúa con el consentimiento de los padres, dependien-
do del centro (por ejemplo, en el Reino Unido no se
realiza)19.
Después del nacimiento, la familia permanece en la mis-
ma habitación durante un mínimo de 8 horas. Si la ges-
tante desea ser dada de alta, el neonatólogo tiene que
hacer un primer reconocimiento al recién nacido y los
padres son responsables de llevarlo a su pediatra para el
seguimiento los días siguientes12,19. Normalmente, la ma-
yoría de mujeres optan por quedarse 24 horas en la uni-
dad, donde la atención la siguen dando las propias ma-
tronas. El inicio de la lactancia con éxito es fundamental
en este periodo. Trascurrido este tiempo, si no han apa-
recido complicaciones la madre y el recién nacido son
dados de alta, ofreciéndose un seguimiento de puerpe-
rio domiciliario. El alta materna la da la matrona y la
neonatal, el pediatra12,19.
RESULTADOS OBTENIDOS
Las casas de parto o centros de obstetricia con caracte-
rísticas familiares aumentan significativamente la pro-
babilidad de tener un parto vaginal y de no necesitar
analgesia o anestesia durante el trabajo de parto, dismi-
nuyen las intervenciones e incrementan la tasa de lac-
tancia materna y su duración1,4,8,9. También aumentan
la satisfacción materna y de las matronas9. Sin embar-
go, la bibliografía consultada también reconoce posi-
bles sesgos en los beneficios de las casas de parto. El
mayor apoyo durante el trabajo de parto puede reducir
las tasas de anestesia peridural20, y la mayor probabili-
dad del parto vaginal puede depender de que no se res-
tringe la movilidad de la mujer21 y de la menor necesi-
dad de monitorización electrónica fetal continua22.
Los estudios consultados hacen especial hincapié en
que las casas de parto tienen que estar dotadas de perso-
nal bien cualificado, atento a cualquier signo de com-
plicación1. Además, deben utilizar unos protocolos clí-
nicos bien establecidos en cuanto a cuidado y traslado
de la mujer12. Los motivos más frecuentes de traslado in-
traparto en los estudios analizados fueron la ausencia de
progreso en el trabajo de parto, el sufrimiento fetal y el
deseo de recibir analgesia farmacológica1.
Algunos estudios describen un ligero aumento de la
mortalidad perinatal en los centros de obstetricia con
características familiares6,23. Sin embargo, la revisión
sistemática de la Biblioteca Cochrane sugiere que las di-
ferencias observadas pueden deberse a variaciones en el
tamaño de los ensayos, así como al azar1.
Es esencial una buena comunicación con la sala de par-
tos y sus profesionales para evitar rivalidades entre las dos
unidades y retrasos en el traslado de mujeres que requie-
ran atención médica1. También se requieren una buena
documentación y un adecuado registro de los datos1,10,12,
para asegurar tanto el bienestar fetal como el materno.
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Artículo de revisión
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Las casas de parto dentro del sistema hospitalario
IMPLICACIONES PARA LA PRÁCTICA
Frecuentemente hay dificultades que enfrentan las ne-
cesidades y los deseos de las mujeres en el parto con cri-
terios de seguridad, tecnología y normalidad24. Es im-
portante que las políticas sanitarias y las prácticas
médicas aborden este doble desafío de respaldar una
orientación y un respeto hacia la normalidad y, al mis-
mo tiempo, mantener la supervisión necesaria para de-
tectar posibles anomalías y no demorar la intervención.
Las mujeres y sus familias deberían ser el centro de
los cuidados ofrecidos por las matronas. Los profesio-
nales involucrados en su atención tienen la obligación
de informar y ofrecer las diferentes opciones que tiene
la mujer durante su embarazo, parto y puerperio25.
Consecuentemente, es una prioridad que la mujer y los
profesionales (matronas y obstetras) accedan a la evi-
dencia científica más reciente. El hecho de ofrecer dife-
rentes opciones a la mujer requiere que los profesiona-
les tengan en consideración los valores personales y
culturales y las preferencias y expectativas de cada mu-
jer26. Para que estos objetivos se cumplan, es indispen-
sable que haya una continuidad en el cuidado de la mu-
jer. En definitiva, la participación activa de la mujer en
su experiencia personal del parto es una filosofía de tra-
bajo que ofrece a aquélla la oportunidad de expresar sus
deseos, tomar sus propias decisiones y controlar su tra-
bajo de parto, dándole el poder necesario para cumplir
sus expectativas27.
Es necesario seguir realizando estudios científicos
(cualitativos y cuantitativos) en este campo para pro-
porcionar una visión completa de la naturaleza, los be-
neficios, tanto clínicos como psicológicos, y los riesgos
de la atención en los centros obstétricos.
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Thesis
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Desde principios del siglo XXI, el término ‘parto respetado’ se encuentra cada vez más presente en los discursos y prácticas de la sociedad española, abundando, principalmente en Madrid las asociaciones e instituciones que abogan por una atención institucional al parto más respetuosa. Esta tesis doctoral se centra en demostrar que el parto respetado es una noción culturalmente construida en torno a una serie de principios e ideales promovidos por un tipo de activismo feminista que reclama mejor trato hacia las mujeres en el contexto de la atención obstétrica al parto. Desde 2003, el activismo por el parto respetado, representado en Madrid y el resto de España por asociaciones como El Parto es Nuestro, recoge el testigo de aquellos movimientos de mujeres de la segunda mitad del siglo XX, que buscaban promover una mejora en sus derechos en materia de salud sexual y reproductiva. Avalada por la teoría feminista respecto a la soberanía y la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos, la cultura de parto respetado reacciona y hace frente ante una cultura biomédica de atención al parto caracterizada por una excesiva patologización de procesos como el embarazo y el parto, así como una consecuente medicalización y sobreintervencionismo por parte del personal de salud sobre los cuerpos de las mujeres durante el parto. Así, a raíz del intercambio de experiencias entre un grupo focalizado de mujeres, se empieza a generar un asociacionismo con ideas, creencias y prácticas propias, que son las que van a conformar la cultura del parto respetado. Entre los principales objetivos de esta cultura se encuentra la despatologización del parto y un radical descenso en las tasas e indicadores de intervencionismo obstétrico en el marco de las instituciones españolas, así como el seguimiento y cumplimiento de recomendaciones oficiales de organismos como la Organización Mundial de la Salud, o de textos ministeriales como la Estrategia de Atención al Parto Normal del año 2007. En una época definida por activismos sociales de tipo internauta que hacen uso de internet y de los nuevos medios de comunicación social para divulgar y difundir sus ideas, el activismo de parto respetado pone a disposición de las mujeres una serie de mecanismos y estrategias de autoconfianza, seguridad y empoderamiento con el fin de recuperar su libertad y autonomía en la toma de decisiones, así como su capacidad para responsabilizarse de las mismas. Al mismo tiempo, estas asociaciones disponen de una estructura lo suficientemente sólida como para tejer redes de apoyo locales en forma de grupos presenciales donde las mujeres pueden intercambiar experiencias, comprenderse y ofrecerse apoyo mutuo ante situaciones negativas o traumáticas vividas durante sus partos, construyéndose así una cultura de parto respetado como una reacción a una cultura sobreintervencionista caracterizada por los principios biomédicos del modelo médico hegemónico. Esta cultura biomédica de atención al parto ha sido examinada por parte del activismo feminista, poniéndose de relieve el ejercicio de determinadas prácticas y actitudes del personal de salud que han llegado a ser catalogadas internacionalmente de violencia obstétrica, un tipo de violencia de género que tiene lugar en el contexto de la atención institucional al parto. Algunos países, así como organismos de la talla de Naciones Unidas, han reconocido la existencia de la violencia obstétrica como un producto de los sistemas sanitarios enmarcados en sociedades industriales y patriarcales. Las asociaciones que trabajan promoviendo una cultura de parto respetado, lo hacen al mismo tiempo que trabajan por visibilizar y erradicar la violencia obstétrica, pues ambos procesos se corresponden en una relación de proporcionalidad inversa. Esta etnografía tiene por objetivo mostrar cómo se han construido culturalmente todos estos procesos desde principios del siglo XXI en Madrid, aportando a la Antropología Médica y de la Reproducción novedades en la producción de conocimiento en materia de procesos reproductivos y derechos de las mujeres, así como de los retos que el feminismo del siglo XXI se encuentra enfrentando en torno a la autonomía y la soberanía de éstas sobre sus cuerpos.
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A las incógnitas que habitualmente rodean al acto del nacimiento, se añaden ahora nuevas incertidumbres por la pandemia de la COVID-19. Incertidumbre sobre cómo va a afectar a los partos la saturación de los servicios sanitarios o cuál es la mejor manera de actuar. Los protocolos cambian de la noche a la mañana y en algunos hospitales las mujeres gestantes son obligadas a parir en soledad o son separadas de sus bebés nada más nacer. Por todo ello, muchas gestantes a punto de dar a luz están viviendo muy angustiadas la etapa final de sus embarazos. Ante esta situación, no es de extrañar que las peticiones de tener el parto en casa se hayan triplicado en este momento. El objetivo de este trabajo es dar voz a las mujeres, y por ello describimos la experiencia de una mujer gestante que decidió parir en su casa cuando se encontraba casi al final de su embarazo y su vivencia de todo el proceso. A través de una entrevista en profundidad, con varios encuentros, se obtiene un relato profundo y secuencial a partir de la semana 38 de gestación hasta el alumbramiento, que tuvo lugar el 13 de abril de 2020. La experiencia de parir y de acompañar un parto se interpreta como una demostración de las capacidades humanas, de la energía y de las potencialidades de cada persona. Tras esta crisis, consideramos que las autoridades sanitarias deberían replantearse si los hospitales son el mejor escenario para un parto. Una tarea más a la que tendremos que enfrentarnos en un futuro, esperemos, no muy lejano.
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The first Birth Center of the Family Health Program has specific symbols. The purpose was the identification of symbols that permeate the ideas, beliefs, values, practices, and principles that guide the assistance given at the Birth Center. Ethnography was the research method; thematic oral history was the resource employed to interview obstetric nurses in the House. Results: The House has the symbolic value of innovation in assisted deliveries. Humanized care to pregnant women is the principle that guide practices. Final considerations: The symbols of the House and the care practices developed constitute a reference to the other birth centers being proposed in Brazil, and should be known by obstetrical nurses.
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To examine whether intrapartum care and delivery of low risk women in a midwife managed delivery unit differs from that in a consultant led labour ward. Pragmatic randomised controlled trial. Subjects were randomised in a 2:1 ratio between the midwives unit and the labour ward. Aberdeen Maternity Hospital, Grampian. 2844 low risk women, as defined by existing booking criteria for general practitioner units in Grampian. 1900 women were randomised to the midwives unit and 944 to the labour ward. Maternal and perinatal morbidity. Of the women randomised to the midwives unit, 647 (34%) were transferred to the labour ward antepartum, 303 (16%) were transferred intrapartum, and 80 (4%) were lost to follow up. 870 women (46%) were delivered in the midwives unit. Primigravid women (255/596, 43%) were significantly more likely to be transferred intrapartum than multi-gravid women (48/577, 8%). Significant differences between the midwives unit and labour ward were found in monitoring, fetal distress, analgesia, mobility, and use of episiotomy. There were no significant differences in mode of delivery or fetal outcome. Midwife managed intrapartum care for low risk women results in more mobility and less intervention with no increase in neonatal morbidity. However, the high rate of transfer shows that antenatal criteria are unable to determine who will remain at low risk throughout pregnancy and labour.
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Changing Childbirth became policy for the maternity services in England in 1994 and remains policy. One-to-One midwifery was implemented to achieve the targets set. It was the first time such a service had been implemented in the Health Service. An evaluation was undertaken to compare its performance with conventional maternity care. This was a prospective comparative study of women receiving One-to-One care and women receiving the system of care that One-to-One replaced (conventional care) to compare achievement of continuity of carer and clinical outcomes. The evaluation took place in The Hammersmith Hospitals NHS Trust, the Queen Charlotte's and Hammersmith Hospitals. This was part of a larger study, which included the evaluation of women's responses, cost implications, and clinical standards and staff reactions. The participants were all those receiving One-to-One midwifery practice (728 women), which was confined to two postal districts, and all women receiving care in the system that One-to-One replaced, in two adjacent postal districts (675 women), and expecting to give birth between 15 August 1994 and 14 August 1995. Main outcome measures were achievement of continuity of care, rates of interventions in labour, length of labour, maternal and infant morbidity, and breastfeeding rates. A high degree of continuity was achieved through the whole process of maternity care. One-to-One women saw fewer staff at each stage of their care, knew more of the staff who they did see, and had a high level of constant support in labour. One-to-One practice was associated with a significant reduction in the use of epidural anaesthesia (odds ratio (OR) 95 per cent confidence interval (CI) = 0.59 (0.44, 0.80)), with lower rates of episiotomy and perineal lacerations (OR 95 per cent CI = 0.70 (0.50, 0.98)), and with shorter second stage labour (median 40 min vs 48 min). There were no statistically significant differences in operative and assisted delivery or breastfeeding rates. This study confirms that One-to-One midwifery practice can provide a high degree of continuity of carer, and is associated with a reduction in the rate of a number of interventions, without compromising safety of care. It should be extended locally and replicated in other services under continuing evaluation.
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One-to-one midwifery was established in 1993 to put into practice the principles of Changing Childbirth. This second cohort study was undertaken to assess differences between one-to-one and standard care and to assess whether or not differences had persisted since an early study. A random sample of all women receiving standard care (postal districts W4 and W6) and of all women receiving one-to-one care (postal districts W3 and W12) who were expecting to give birth in the same NHS Trust between 15May 1997 and 14May 1998 were invited to enter the study of women's responses to care, the notes of all women were audited. Clinical endpoints were specified in advance, these were: caesarean and assisted delivery rates, epidural rates in those not having elective caesarean section, rates of intact perineum in those not having elective caesarean section, and labour duration. Satisfaction with care was recorded through the postal questionnaires. These endpoints were analysed using linear and logistic regression adjusting for prespecified confounders. There was a lower rate of all clinical interventions associated with one-to-one care and rates of satisfaction were higher. Differences were increased from the first cohort study.
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As part of an evaluation of an in-hospital birth centre, 576 expectant fathers were randomly allocated to birth centre care and 567 to standard maternity care in the earlier part of their partner's pregnancy. A questionnaire mailed 2 months after the birth asked about satisfaction with care, experience of labour and birth and adaptation to fatherhood. The response rates were 99% and 94% in the birth centre group and standard care group, respectively. The birth centre group had more positive experiences of intrapartum and postpartum care than the standard care group. Attitudes by staff were assessed as more positive, the fathers felt they were treated with greater respect, and during labour the midwife was more supportive of their needs as partners. However, birth centre care did not seem to have any major effect on the fathers' experience of labour and birth, or any long-term effect on adaptation during the first 2 months. Measures of physical and mental well-being, experience of fatherhood, involvement in infant care and utilization of paternal leave did not differ statistically between the trial groups.
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Birthing centre care offers women with a low risk of complication in pregnancy an alternative to conventional care for the birthing of their baby It is important these two forms of care are appropriately assessed. A randomised controlled trial comparing the newly opened birthing centre with the established conventional delivery suite was conducted at the then Queen Victoria Hospital, Adelaide, South Australia. The outcomes measured included maternal satisfaction, costs and clinical outcomes both for mother and baby which related to the need for Caesarean section, episiotomy or tear rate and method of feeding. Two hundred and one women attending the hospital's antenatal clinic were randomly allocated to either birthing centre or delivery suite care. One hundred women were allocated to the birthing centre. No differences were found in either group related to clinical outcomes or costs. The only difference in maternal satisfaction was the choice women made for their next birth. More women in the birthing centre group felt they were encouraged to breastfeed immediately after birth. While the numbers in this study were too small to detect any but large differences in outcome, birthing centre care should remain an option for women and further studies undertaken with larger numbers.
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Childbirth is both an embodied and symbolic process, and the home and the hospital have been the shifting and contested sites of childbirth in contemporary discourses of birth in the United States. I argue that the economic and cultural imperatives of deregulation and downsizing of US health-care produce new spaces of domesticity and birthing bodies. Through an examination of the relatively recent transformations of hospital space into “homelike” birthing rooms, I propose a more nuanced understanding of how discursive and material shifts in the practices and sites of birth create new spatialities and subjectivities. The emergence of the “homelike” hospital room situates the production of birth spaces at the nexus of debates around domesticity, the body, the politics of reproduction, and the economics of health care in the United States.
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Background: Home-like birth settings have been established in or near conventional labour wards for the care of pregnant women who prefer and require little or no medical intervention during labour and birth. Objectives: Primary: to assess the effects of care in a home-like birth environment compared to care in a conventional labour ward. Secondary: to determine if the effects of birth settings are influenced by staffing or organizational models or geographical location of the birth centre. Search strategy: We searched the Cochrane Pregnancy and Childbirth Group trials register (18 May 2004) and handsearched eight journals and two published conference proceedings. Selection criteria: All randomized or quasi-randomized controlled trials that compared the effects of a home-like institutional birth environment to conventional hospital care. Data collection and analysis: Standard methods of the Cochrane Collaboration Pregnancy and Childbirth Group were used. Two review authors evaluated methodological quality. Double data entry was performed. Results are presented using relative risks and 95% confidence intervals. Main results: Six trials involving 8677 women were included. No trials of freestanding birth centres were found. Between 29% and 67% of women allocated to home-like settings were transferred to standard care before or during labour. Allocation to a home-like setting significantly increased the likelihood of: no intrapartum analgesia/anaesthesia (four trials; n = 6703; relative risk (RR) 1.19, 95% confidence interval (CI) 1.01 to 1.40), spontaneous vaginal birth (five trials; n = 8529; RR 1.03, 95% CI 1.01 to 1.06), vaginal/perineal tears (four trials; n = 8415; RR 1.08, 95% CI 1.03 to 1.13), preference for the same setting the next time (one trial; n = 1230; RR 1.81, 95% CI 1.65 to 1.98), satisfaction with intrapartum care (one trial; n = 2844; RR 1.14, 95% CI 1.07 to 1.21), and breastfeeding initiation (two trials; n = 1431; RR 1.05, 95% CI 1.02 to 1.09) and continuation to six to eight weeks (two trials; n = 1431; RR 1.06, 95% CI 1.02 to 1.10). Allocation to a home-like setting decreased the likelihood of episiotomy (five trials; n = 8529; RR 0.85, 95% CI 0.74 to 0.99). There was a trend towards higher perinatal mortality in the home-like setting (five trials; n = 8529; RR 1.83, 95% CI 0.99 to 3.38). No firm conclusions could be drawn regarding the effects of staffing or organizational models. Authors’ conclusions: When compared to conventional institutional settings, home-like settings for childbirth are associated with modest benefits, including reduced medical interventions and increased maternal satisfaction. Caregivers and clients should be vigilant for signs of complications. Citation: Hodnett ED, Downe S, Edwards N, Walsh D. Home-like versus conventional institutional settings for birth. The Cochrane Database of Systematic Reviews 2005, Issue 1. Art. No.: CD000012.pub2. DOI: 10.1002/14651858.CD000012.pub2.
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To compare an in-hospital birth centre with standard maternity care regarding medical interventions and maternal and infant outcome. The birth centre care was characterised by comprehensive antenatal, intrapartum and postpartum care with the same team of midwives, restricted use of medical technology, and discharge within 24 h after birth. Of 1860 women meeting low risk medical criteria in early pregnancy and interested in birth centre care, 928 were randomly allotted birth centre care and 932 standard maternity care. Data were collected mainly from hospital records, and analysis was by intention-to-treat. Of the women in the birth centre group, 13% were transferred antenatally and 19% intrapartum. No statistical differences were observed in maternal morbidity or in perinatal mortality, neonatal morbidity, Apgar score or infant admissions to neonatal care. Perinatal mortality, defined as intrauterine death after 22 weeks of gestation and infant death within seven days of birth, occurred in eight cases (0.9%) in the birth centre group and in two cases (0.2%) in the standard care group (OR 4.04, 95% CI 0.80 to 39.17; P = 0.11). Subgroup analysis showed that a larger proportion of first-born babies in the birth centre group (15.6%) were admitted for neonatal care than in the standard care group (9.5%) (P = 0.003), whereas the converse was the case for the newborns of multiparous women: 4.7% and 8.4%, respectively (P = 0.04). The overall rates of operative delivery (e.g. caesarean section, vacuum extraction and forceps), 11.1% in the birth centre group and 13.4% in the standard care group, did not differ statistically (P = 0.12), but obstetric analgesia, induction, augmentation of labour and electronic fetal monitoring were less frequently used in the birth centre group. Labour was 1 h longer in the birth centre group. Birth centre care was associated with less medical interventions than standard care without any statistically significant differences in health outcomes. However, the excess of perinatal deaths and of morbidity in primigravidas' infants in the birth centre group gives cause for concern and necessitates further studies.
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To determine the extent of intrapartum intervention received by primigravidas. Cross sectional survey of NHS hospitals in the UK. One hundred and one randomly selected hospital maternity units. Forty consecutive primigravid women, judged to be at low risk at the start of labour, in each hospital. Seven groups of interventions or monitoring procedures were identified from the first, second, and third stages of labour: fetal monitoring, vaginal examinations, artificial rupture of membranes, augmentation of labour, pain relief, type of delivery, and episiotomy. Data were collected during 1993. Ninety eight hospitals took part in the study and data were collected on 3160 low risk primigravidas. Seventy four per cent of these women had continuous cardiotocography. The proportion of women having restrictive or invasive fetal monitoring showed appreciable geographical variation for both the first and second stages of labour. Using the criterion of a vaginal examination every four hours and allowing for the length of each woman's labour, 72% had more vaginal examinations than expected; there was a significant geographical variation in the number of women receiving more than five examinations. Fifty three per cent had artificial rupture of membranes; the procedure was performed over a wide range of cervical dilatations (0 cm-10 cm). Thirty eight per cent of labours were augmented, most commonly by intravenous syntocinon; the procedure showed significant geographical variation. Twenty eight per cent had a spinal block or epidural analgesia for the relief of pain; this intervention varied by geographical region only for the second stage of labour. Over one quarter of the women required instrumental delivery. Forty six per cent had an episiotomy; the frequency of this intervention varied substantially by region. There were no infant deaths. Twelve babies were recorded at birth as having a congenital anomaly. The rates of several interventions seem high for this low risk group and there was substantial geographical variation in the use of six interventions. Clinical trials are needed to evaluate the optimum criteria for using these interventions from which guidelines should be drawn up by local groups and the Royal College.