ArticlePDF Available

El valor de lo que hacemos. Las respuestas a nuestra encuesta sobre las emociones y las TIC

Authors:

Abstract

Nuestra encuesta recibió un número bastante bajo de respuestas (solamente diez), y la variedad de lo dicho en ellas hace difícil sacar conclusiones basadas en porcentajes estadísticos. ¿Significará esto, tal vez, que resulta un tema difícil de abordar? Vamos a analizar esta encuesta deteniéndonos en los comentarios más relevantes, para intentar arribar a algunas conclusiones. Seis de las personas encuestadas respondieron que sí habían hecho aportes en nuestra Comunidad en una o más oportunidades, mientras que otras cuatro afirmaron no haberlo hecho nunca. Quienes respondieron que participaron alguna vez manifiestan haberlo hecho porque consideraron que tenían algo significativo que aportar, sabían sobre el tema y les interesaba. Y también porque, citando una de las respuestas, " …el intercambio de conocimientos por los medios virtuales amplía nuestra visión sobre temas y problemas cotidianos de la educación y otros aspectos de la vida social. Asimismo, se intercambian documentos, experiencias, se crean amistades, se supera en parte el localismo y la rutina en la forma de pensar. Participar en comunidades virtuales nos pone contacto con otras personas generando expectativas de respuestas en torno a mis inquietudes, conocimientos, sentimientos y valoraciones sobre lo que se comparte. "
El valor de lo que hacemos. Las respuestas a nuestra encuesta sobre las
emociones y las TIC
Silvia C. Enríquez
s.enriquez@fahce.unlp.edu.ar
Nuestra encuesta recibió un número bastante bajo de respuestas (solamente
diez), y la variedad de lo dicho en ellas hace difícil sacar conclusiones basadas
en porcentajes estadísticos. ¿Significa esto, tal vez, que resulta un tema
difícil de abordar? Vamos a analizar esta encuesta deteniéndonos en los
comentarios más relevantes, para intentar arribar a algunas conclusiones.
Seis de las personas encuestadas respondieron que sí habían hecho aportes en
nuestra Comunidad en una o más oportunidades, mientras que otras cuatro
afirmaron no haberlo hecho nunca. Quienes respondieron que participaron
alguna vez manifiestan haberlo hecho porque consideraron que tenían algo
significativo que aportar, sabían sobre el tema y les interesaba. Y también
porque, citando una de las respuestas,
“…el intercambio de conocimientos por los medios virtuales amplía nuestra
visión sobre temas y problemas cotidianos de la educación y otros aspectos de
la vida social. Asimismo, se intercambian documentos, experiencias, se crean
amistades, se supera en parte el localismo y la rutina en la forma de pensar.
Participar en comunidades virtuales nos pone contacto con otras personas
generando expectativas de respuestas en torno a mis inquietudes,
conocimientos, sentimientos y valoraciones sobre lo que se comparte.
Citamos esta respuesta con cierta extensión porque estamos plenamente de
acuerdo con lo que plantea y, sobre todo, porque manifiesta interés por
entrar en contacto con otros colegas. El primer dato para tener en cuenta,
entonces, por parte de quienes necesitan “perder el temor a exponer posturas
criticables”, como expresa otra respuesta, es que quienes hacen aportes
valoran lo que otros tienen para decir.
Ese mismo temor al modo en que se reciba lo que aportemos se repite en
varias respuestas, con comentarios de este tenor: participaría “si estuviese
convencida de que mi aportación sería eso: una aportación, algo útil o
interesante o nuevo...”. Por eso, nos permitimos hacer las reflexiones
siguientes, esperando que sean útiles para quienes todavía no han aceptado la
invitación de sus colegas a comunicarse para aprender.
¿Es verdad que existe la posibilidad de que nos critiquen o agredan? Esto
nunca sucedió hasta ahora en nuestros espacios, y no lo vemos en los diversos
ámbitos de comunicación profesional que frecuentamos. Los intercambios de
opiniones que suelen leerse siempre se producen en un clima respetuoso.
Naturalmente, aparecen diferencias de opinión, pero esto es bueno y
contribuye a que todos aprendamos más. Entonces, ¿por qué no nos animamos
a intervenir?
Comunicar lo que sabemos, o lo que queremos aprender, nos ayudará a
valorar más lo que ya sabemos: todos los docentes responsables de su trabajo
adquieren nuevos conocimientos y también una experiencia práctica que es
muy valiosa para los demás y debería transmitirse. Nunca descubriremos esto
si no nos animamos a intercambiar ideas, porque solo cuando lo hagamos
constataremos que otros las consideran interesantes, útiles, bien pensadas. La
respuesta que citamos anteriormente, por ejemplo, concluye diciendo
[s]iempre espero una reacción del lector. Si otros lo hacen, nosotros
también debemos aprender a valorar lo que hacemos, no tener miedo a
mostrarlo y compartirlo. Es un desafío que se debe afrontar para crecer
profesionalmente.
Por supuesto, existe la posibilidad de que nos equivoquemos. Sin embargo,
eso hará que nuestra opinión sea discutible, pero no errónea. Que otros no
estén de acuerdo no significa necesariamente que hayamos cometido un
error. Y, aun si se diera el caso de que alguien no respetara la opinión ajena,
esa actitud alejada de la ética profesional también quedaría expuesta, visible
para todos en Internet. Creemos que lo criticable es no tener una actitud
constructiva. En cambio, todos valoran el interés por intercambiar
conocimientos.
Debemos aprender a ser asertivos, a no tener miedo de que nuestras
opiniones, conocimientos y experiencias se hagan públicos. Esta práctica,
naturalizada en muchas profesiones, no es habitual para muchos docentes. Y,
sin embargo, ¿no deberíamos todos los educadores replantearnos el modo en
que nos actualizamos y compartimos conocimientos con nuestros colegas y
asumir la idea de que debemos actualizarnos constantemente? Porque, como
todos sabemos, el hecho de saber que sabemos lo necesario nos va a dar la
seguridad de que no vamos a hacer el ridículo.
Reflexionemos un poco sobre esta idea: ¿en qué se basa nuestra práctica y
experiencia si no actualizamos nuestros conocimientos? ¿Tal vez en la
intuición? Pero, ¿es la intuición, aun la de alguien con conocimientos sobre el
tema, un fundamento verdaderamente sólido? Este tipo de reflexión puede
(tal vez debería) llevarnos a volver a pensar incluso las razones por las que
queremos ser educadores. ¿Estamos capacitados para enseñar en las
circunstancias actuales, o nuestra labor se ha vuelto rutinaria en alguna
medida y seguimos utilizando los conocimientos adquiridos hace tiempo
(décadas tal vez) sin plantearnos si todavía están vigentes?
El modo de no ser criticados ni quedar en evidencia es saber, y para eso hay
que continuar aprendiendo a lo largo de toda la vida. Todos los docentes
tenemos que comprender que lo único lógico es que nos perfeccionemos
constantemente. La conciencia de que lo que hacemos tiene fundamentos es
lo que nos va a permitir encontrarnos con nuestros colegas en pie de igualdad
para intercambiar ideas y conocimientos sin temores ni complejos.
Como complemento a estas reflexiones, los invitamos a ver el siguiente video:
http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?Mariano-Marti%CC%81n-Gordillo-La
7 de febrero de 2015
ResearchGate has not been able to resolve any citations for this publication.
ResearchGate has not been able to resolve any references for this publication.