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Indicios de violencia en yacimientos de la región de Madrid en el marco del Calcolítico peninsular

Authors:

Abstract and Figures

This study focuses on aspects related to interpersonal or intergroup violence during the Iberian Chalcolithic by discussing some archaeological evidences which have not been thoroughly evaluated to date. Particular attention is given to a series of injuries observed in some burials, which in the light of recent anthropological and paleopathological studies are becoming more numerous and diverse. Besides reviewing some papers and proposals on bone injuries resulting from acts of violence, new documented evidences are offered from the study of two Chalcolithic burials in Madrid: Camino de las Yeseras and Humanejos and related to an old one from the cemetery of Ciempozuelos. In the first of these sites, a multiple inhumation in a pit has been documented. It contains a possible family group associated with flint arrow heads intermingled with the skeletons and they seem to be related to the violent death of the group in a short space of time. Far more striking are the injuries found on two Bell Beaker males, one of them from Camino de las Yeseras, a senile with broken and deviated nasal bones, probably due to an interpersonal conflict. The second example, from Humanejos, is a 30 year old male who was a victim of a major traumatic injury to the forehead ante mortem. It was possibly caused by a copper adze or small axe, due to a face-to-face conflict. Both cases seem to suggest that, interpersonal or intergroup violence during the Iberian Chalcolithic is not infrequent. Also the archaeological record is revealing the existence of defensive architectures in several sites, where a considerable amount of arrow heads have been recovered in entrances, walls and workshops. These circumstances and the increase of arrow heads also in some ditched enclosures could explain their productions as primary defensive and offensive artefacts and later on the emergence of the first copper Palmela arrow heads in Iberia. Otherwise, as the archaeozoological studies of some chalcolithic sites reveal, that the increasing frequency of the flint arrow heads productions are not necessarily related to the rise of hunting activities during the 3rd millennium. It is also discussed the use of some metal tools as weapons during the Bell Beaker horizon as they only appear in household contexts and the functionality of some of the Beaker “package” items from tombs as weapons.En el presente trabajo reflexionamos sobre diferentes aspectos relacionados con la violencia intergrupal o interpersonal durante el Calcolítico peninsular a través de algunas evidencias arqueológicas, además de presentar otros registros antropológicos inéditos. Especial atención merecen una serie de lesiones en hueso causadas por actos violentos que han sido documentadas en dos yacimientos calcolíticos madrileños, como son Camino de las Yeseras y Humanejos y al que se le añade otro posible caso encontrado en la necrópolis de Ciempozuelos. Del primer yacimiento se valoran diferentes registros en una fosa con una inhumación múltiple que acoge a un posible grupo familiar asociado a numerosas puntas de flecha y cuya causa de muerte pudo estar en relación con un episodio violento. Mucho más evidentes son las lesiones que presentan otros dos varones campaniformes: un individuo madurosenil de Camino de las Yeseras con una fractura y acusada desviación de los nasales que podría ser un indicio de un enfrentamiento interpersonal, mientras que otro varón adulto de Humanejos fue víctima de un contundente golpe en el frontal ante mortem, posiblemente golpeado con una azuela o hachita de cobre. Estos casos permiten intuir la existencia de conflictos inter o intragrupales más o menos organizados. Por otra parte se justifica la construcción de defensas arquitectónicas en una serie de yacimientos peninsulares, las cuales están asociadas a un considerable número de puntas de proyectil localizadas en sus accesos, tramos de murallas y en talleres próximos a ellas. Durante el Calcolítico, la necesidad de garantizar la seguridad de estas comunidades prehistóricas hace que la producción de las puntas en sílex y posteriormente en metal (Palmela) sean un recurso armamentístico de primer rango, siendo secundario su empleo en las actividades cinegéticas, como quedan avalados por los estudios arqueofaunísticos. También se discute el empleo de útiles habituales recuperados en los horizontes habitacionales como testimonios de actos de violencia, muy probablemente, surgidos por las propias desavenencias cotidianas o intergrupales. Todos estos procesos desembocan en el surgimiento de panoplias armamentísticas en el horizonte campaniforme en el que, aunque con discutida funcionalidad, su exhibición y amortización en las tumbas se hace muy patente.
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GLADIUS
Estudios sobre armas antiguas, arte militar
y vida cultural en oriente y occidente
XXXIV (2014), pp. 7-36
ISSN: 0436-029X
doi: 10.3989/gladius.2014.0001
INDICIOS DE VIOLENCIA EN YACIMIENTOS DE LA REGIÓN DE MADRID
EN EL MARCO DEL CALCOLÍTICO PENINSULAR
SIGNS OF VIOLENCE AT ARCHAEOLOGICAL SITES IN THE MADRID
REGION DURING THE IBERIAN CHALCOLITHIC
POR
Co r i n a Li e s a u *, Pa t r i C i a rí o s **, Co n C e P C i ó n BL a s C o *** y Jo s é Lu i s Gó m e z ****
re s u m e n - aB s t r a C t
En el presente trabajo reexionamos sobre diferentes aspectos relacionados con la violencia intergrupal o
interpersonal durante el Calcolítico peninsular a través de algunas evidencias arqueológicas, además de presentar
otros registros antropológicos inéditos. Especial atención merecen una serie de lesiones en hueso causadas por ac-
tos violentos que han sido documentadas en dos yacimientos calcolíticos madrileños, como son Camino de las Ye-
seras y Humanejos y al que se le añade otro posible caso encontrado en la necrópolis de Ciempozuelos. Del primer
yacimiento se valoran diferentes registros en una fosa con una inhumación múltiple que acoge a un posible grupo
familiar asociado a numerosas puntas de echa y cuya causa de muerte pudo estar en relación con un episodio vio-
lento. Mucho más evidentes son las lesiones que presentan otros dos varones campaniformes: un individuo maduro-
senil de Camino de las Yeseras con una fractura y acusada desviación de los nasales que podría ser un indicio de un
enfrentamiento interpersonal, mientras que otro varón adulto de Humanejos fue víctima de un contundente golpe
en el frontal ante mortem, posiblemente golpeado con una azuela o hachita de cobre. Estos casos permiten intuir la
existencia de conictos inter o intragrupales más o menos organizados. Por otra parte se justica la construcción
de defensas arquitectónicas en una serie de yacimientos peninsulares, las cuales están asociadas a un considerable
número de puntas de proyectil localizadas en sus accesos, tramos de murallas y en talleres próximos a ellas. Durante
el Calcolítico, la necesidad de garantizar la seguridad de estas comunidades prehistóricas hace que la producción
de las puntas en sílex y posteriormente en metal (Palmela) sean un recurso armamentístico de primer rango, siendo
secundario su empleo en las actividades cinegéticas, como quedan avalados por los estudios arqueofaunísticos.
También se discute el empleo de útiles habituales recuperados en los horizontes habitacionales como testimonios
de actos de violencia, muy probablemente, surgidos por las propias desavenencias cotidianas o intergrupales. Todos
estos procesos desembocan en el surgimiento de panoplias armamentísticas en el horizonte campaniforme en el
que, aunque con discutida funcionalidad, su exhibición y amortización en las tumbas se hace muy patente.
This study focuses on aspects related to interpersonal or intergroup violence during the Iberian Chalcolithic by
discussing some archaeological evidences which have not been thoroughly evaluated to date. Particular attention is
given to a series of injuries observed in some burials, which in the light of recent anthropological and paleopatho-
logical studies are becoming more numerous and diverse. Besides reviewing some papers and proposals on bone
injuries resulting from acts of violence, new documented evidences are offered from the study of two Chalcolithic
* Profesora titular de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras, corina.
liesau@uam.es.
** Postdoctoral Researcher Alianza 4 Universidades. Prehistory Department Facultat Filosoa i Lletres, Universitat
Autònoma de Barcelona, Patricia.Rios@uab.cat.
*** Catedrática de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid. Facultad de Filosofía y Letras, concepcion.
blasco@uam.es.
**** Antropólogo físico. C/. Cesar Pastor Llopis, Bq 5, portal 3, 4º-3. 28031 (Madrid), jlgomez@cyii.es.
CORINA LIESAU, PATRICIA RÍOS, CONCEPCIÓN BLASCO y JOSÉ LUIS GÓMEZ
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burials in Madrid: Camino de las Yeseras and Humanejos and related to an old one from the cemetery of Ciempo-
zuelos. In the rst of these sites, a multiple inhumation in a pit has been documented. It contains a possible family
group associated with int arrow heads intermingled with the skeletons and they seem to be related to the violent
death of the group in a short space of time. Far more striking are the injuries found on two Bell Beaker males, one of
them from Camino de las Yeseras, a senile with broken and deviated nasal bones, probably due to an interpersonal
conict. The second example, from Humanejos, is a 30 year old male who was a victim of a major traumatic injury
to the forehead ante mortem. It was possibly caused by a copper adze or small axe, due to a face-to-face conict.
Both cases seem to suggest that, interpersonal or intergroup violence during the Iberian Chalcolithic is not infre-
quent. Also the archaeological record is revealing the existence of defensive architectures in several sites, where a
considerable amount of arrow heads have been recovered in entrances, walls and workshops. These circumstances
and the increase of arrow heads also in some ditched enclosures could explain their productions as primary defen-
sive and offensive artefacts and later on the emergence of the rst copper Palmela arrow heads in Iberia. Otherwise,
as the archaeozoological studies of some chalcolithic sites reveal, that the increasing frequency of the int arrow
heads productions are not necessarily related to the rise of hunting activities during the 3rd millennium. It is also
discussed the use of some metal tools as weapons during the Bell Beaker horizon as they only appear in household
contexts and the functionality of some of the Beaker “package” items from tombs as weapons.
Pa L a B r a s CL a v e - Ke y w o r d s
Calcolítico; campaniforme; Península Ibérica; violencia prehistórica; lesiones óseas.
Iberian Chalcolític; Bell Beaker; prehistoric violence; bone injuries
1. INTRODUCCIÓN
Aunque en las últimas décadas los estudios paleoantropológicos comienzan a ser relativa-
mente numerosos, su tratamiento suele estar por debajo de otros aspectos de la Arqueología
Funeraria como son las estructuras tumbales y las características de los ajuares. Sin embargo,
el impulso de la Arqueología antropológica está mitigando esta carencia y la Prehistoria pe-
ninsular cuenta ya con una serie de estudios de reconocido interés (Etxeberría y Vegas, 1988;
Etxeberría y Herrasti, 2007; Polo et alii 2010: 95-98), no sólo por el mandato reglamentario
de algunas Comunidades Autónomas de incorporar los estudios antropológicos en las memo-
rias de los trabajos de campo, sino también por el desarrollo de congresos especícos y de la
Arqueometría incorporada en la mayoría de los proyectos de investigación llevados a cabo en
los últimos años. Especial énfasis también se ha hecho en que los registros se documenten y
se protocolicen “in situ” de forma exhaustiva, incluyendo estudios tafonómicos, diagóstico de
paleopatologías, lesiones, deformaciones intencionadas, etc. (Brothwell, 1987; Armendáriz e
Irigaray, 1995; Aufderheide y Rodríguez-Martín, 1998; Botella et alii, 2000; Isidro y Malgosa,
2003; Herrerín, 2004; Andrés y Barandiarán, 2004; Ubelaker, 2007; Campillo, 2007; Gómez,
2012).
Mientras que en numerosas regiones de la Península los estudios antropológicos vienen
asociados a una larga trayectoria investigadora vinculada al fenómeno megalítico, en el ámbito
del Calcolítico madrileño han sido prácticamente inexistentes hasta que se dieron a conocer
los trabajos realizados sobre los restos de Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares)
y de Humanejos (Parla) (Blasco et alii, 2005; Blasco et alii, 2009; Gómez et alii, 2011). Estos
trabajos se enmarcan dentro de los objetivos de distintos proyectos y convenios1 que nuestro
1 Proyectos y contratos de Investigación: “Economía y ritualidad en el tránsito del III al II Milenio AC. en la Comu-
nidad de Madrid”, CCG06-UAM/HUM-0469, dirigido por C. Liesau; “Economía y sociedad durante el Calcolítico de la
Meseta: El yacimiento de Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid). Recursos minerales y actividades”,
I+D HUM2007-6405, dirigido por J. Baena; “El poblamiento de la Región de Madrid en el III Milenio AC. Nuevas per-
spectivas a partir de la documentación arqueométrica obtenida de materiales procedentes del yacimiento de Camino de
las Yeseras”, ref. 1654/09, dirigido por C. Blasco; “Materiales y recursos arqueobiológicos durante el III Milenio BC en
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equipo viene desarrollando desde hace unos años en diferentes yacimientos de las cuencas
sedimentarias de la Región de Madrid, y que han sido posibles gracias a la colaboración con
las empresas y directores de las respectivas excavaciones2 o a Instituciones como la Real Aca-
demia de la Historia y el Museo Arqueológico Regional de Madrid (MAR).
Aunque todavía en fase de recopilación y de estudio, el escaso centenar de individuos (88)
hasta la fecha estudiados, ha permitido obtener una amplia y variada información sobre aspec-
tos físicos y culturales de estas comunidades del III milenio AC. (Liesau et alii, 2008; Blasco
et alii, 2009; Vega et alii, 2010; Gómez et alii, 2011; Blasco y Ríos, 2011).
En este trabajo se discuten y se abordan aquellas lesiones traumáticas que pueden estar
relacionadas con actos violentos y posibles agresiones en el marco cronocultural en el que
se encuadran. Los contextos relacionados con el tema que nos ocupa son básicamente cuatro
tumbas, dos de Camino de las Yeseras , una de Humanejos y un cráneo procedente de la ne-
crópolis epónima de Ciempozuelos perteneciente a la colección del Gabinete de Antigüedades
de la Real Academia de la Historia. A ello se suma la existencia en Camino de las Yeseras de
un taller de puntas de echas, a los que cabría añadir las panoplias de armas documentadas en
algunas de las tumbas de Humanejos.
Aunque se trata de manifestaciones muy variadas que proporcionan un grado de informa-
ción y documentación desigual, no deja de ser complementaria a la vez que apuntan a actos
violentos de diferente naturaleza y con distintos artefactos, pues es lógico pensar que estas
agresiones se deben a múltiples causas y circunstancias. En general, los actos violentos se
encuadran en dos grandes grupos: Los enfrentamientos a distancia en los que, a menudo, de-
bieron de participar varios individuos y el cuerpo a cuerpo. Ambos están representados en los
casos que estudiamos.
2. INDICIOS DE VIOLENCIA EN EL REGISTRO ANTROPOLÓGICO: LESIONES TRAU-
MÁTICAS
En Camino de las Yeseras los datos más signicativos relacionados con el tema que nos
ocupa se encuentran en un enterramiento múltiple no campaniforme y en un hipogeo profana-
do con restos muy parciales de hasta tres individuos asociados a vajilla campaniforme. De la
Cuesta de la Reina de Ciempozuelos procede un cráneo trepanado también asociado a cerá-
mica campaniforme que pudo deber su intervención a un posible traumatismo. En Humanejos
se documentó en el nivel superior de una tumba múltiple campaniforme, los restos de un in-
dividuo con la afección más evidente: un golpe inciso-contuso que le produjo una importante
herida en el frontal.
la Comunidad de Madrid”, ref. CCG08-UAM/HUM 4061, dirigido por C. Liesau; Estudio documental sobre las fases
de poblamiento de la comunidad de Madrid vinculado a intervenciones arqueológicas”, ref. 1665/2007/00, dirigido por
C. Blasco; “Patrimonio Arqueológico y Documental de la Comunidad de Madrid, PADCAM” ref. S2007/HUM-0543, di-
rigido por C. Blasco. Proyecto de Investigación Plan Nacional HAR 2011-28731: Las sociedades calcolíticas y su marco
temporal en la región e Madrid. Una revisión a la luz de nuevos datos, dirigido por C. Liesau.
2 Agradecemos la colaboración y disponibilidad a J. Vega (Argea Consultores, S. L.) y Raúl Flores (Pagadel, S. L.).
CORINA LIESAU, PATRICIA RÍOS, CONCEPCIÓN BLASCO y JOSÉ LUIS GÓMEZ
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2.1. en f r e n t a m i e n t o s a d i s t a n C i a : in h u m a C i o n e s a s o C i a d a s a L e s i o n e s P o r P u n t a s d e f L e C h a
(fi G u r a s 1 y 2)
El primero de estos contextos es una tumba en fosa con un enterramiento múltiple de
Camino de Las Yeseras en la que se inhumaron los cuerpos de, al menos, 7 individuos —un
hombre y otro adulto, un juvenil y cuatro infantiles— (Blasco et alii, 2009; Gómez et alii,
2011). Desgraciadamente esta tumba estaba muy alterada por las labores agrícolas por lo que,
de las 7 puntas de echa documentadas, tan solo una se conservaba asociada a un antebrazo,
seguramente clavada en los tejidos musculares (Figura 2 a y b), mientras que las seis restantes
además de una punta asta de ciervo, se localizaron desplazadas entre los cuerpos y el sedimen-
to que colmataba (Figura 2 c). En el borde de la fosa quedó más o menos intacto un lote de
ajuar funerario compuesto por tres cuencos lisos, un vaso cilíndrico y siete pequeñas cuentas
de caliza halladas en el interior de uno de los cuencos. La tumba parece indicar una deposición
simultánea de los cuerpos o en un tiempo muy breve ya que los cuerpos aparecen superpuestos
sin sedimento alguno entre ellos. Por otro lado, el perl de edad de los inhumados invita a
pensar que se trata de un grupo familiar, mientras que los datos anteriores no permiten extraer
mayores conclusiones sobre las circunstancias del óbito de estos individuos, la hipótesis en
torno a una muerte violenta se refuerza por el hecho de encontrar las puntas de echas dis-
persas entre los esqueletos, unas puntas que tipológicamente suponen una excepción por ser
romboides dentro del conjunto de proyectiles líticos recuperados en el yacimiento (Figura 7,
21, 22, 24, 25, Figura 1 y Figura 2 b, M. Roca., com. pers.). También la punta en asta de ciervo,
que pasó inadvertida en un estudio preliminar del enterramiento, es la primera documentada en
una tumba calcolítica de Camino de las Yeseras. Su punta y pedúnculo fracturados de antiguo
indican que no se trata de un mero ajuar funerario, sino su estado se debe, muy probablemen-
te al impacto en uno de los cuerpos allí inhumados. Si las probabilidades de que la muerte
simultánea de más de tres individuos por causas naturales es prácticamente nula (Chambon
Figura 1. Comparativa en valores absolutos de las diferentes modalidades de locali-
zación de las puntas de echa halladas en SJAPL, Cerro de la Cabeza, el Hipogeo de
Longar, Camino de las Yeseras y Lapa do Bugio.
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Figura 2. a.- Detalle de la posición de una de las puntas de echa hallada junto al radio de uno de
los individuos del enterramiento múltiple de Camino de las Yeseras (A01, E04) (Argea Consul-
tores, S.L.). b.- Detalle de la punta de echa hallada del enterramiento anterior de Camino de las
Yeseras (A01, E04) (Argea Consultores, S.L.). c.- Punta de echa en asta de ciervo con fracturas
antiguas en la punta y en el pedúnculo. d.- Detalle de punta de echa incrustada en el maxilar de
un adulto del Hipogeo de Longar (Armendariz e Irigaray, 1995:26). e.- Vértebra cervical con punta
de echa clavada en el cuerpo vertebral procedente de uno de los inhumados en en Lapa do Bugio
(Silva y Marques, 2010: 187, g.2a). f.- Cráneo deCova de l’Heura, (Ulldemolins) con impacto de
una punta de echa de cobre o de bronce, normasuperolateral izquierda (Campillo, 1993: 112).
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y Leclerc, 2007: 294), la presencia de hasta siete cuerpos en esta tumba sería un argumento
añadido para pensar que podemos estar ante un caso de muerte violenta colectiva.
Las lesiones por puntas de echa son evidencias bien conocidas en contextos desde el IV
milenio AC donde contamos con datos incuestionables en diferentes yacimientos. En la Figura
1 se reeja una selección de inhumaciones que se han clasicado en tres categorías según la
localización de las puntas de echa en relación con los inhumados.
Uno de los casos mejor conocidos es la tumba colectiva del Neolítico Final de San Juan
ante Portam Latinam (Álava) un abrigo natural utilizado en un lapso temporal relativamente
corto, datado entre 3338 y 3095 cal AC, donde se inhumaron al menos 338 individuos (Vegas,
2007). Trece cuerpos de al menos 8 varones presentaban heridas por impacto de puntas de
echa (Figura 1). Pero San Juan ante Portam Latinam tampoco es el único enterramiento con
puntas de echa clavadas en los esqueletos. Una revisión de un total de 16 individuos inhu-
mados en la cueva de Lapa do Bugio (Sesimbra) datada entre nales del IV y mediados del III
milenio AC ha permitido documentar otro caso de una punta de echa clavada en la segunda
vértebra cervical de un individuo adulto (Silva y Marques, 2010) (Figura 1 y 2 e).
Otro ejemplo es el del hipogeo de Longar, con 4 varones alcanzados por puntas de echa
en brazo, maxilar (Figura 1 y 2 d), vértebra y costilla respectivamente, de los cuales sólo el
último muestra cicatrización y evidencia clara de una supervivencia (Armendáriz e Irigaray,
1995). Las dataciones obtenidas jan el momento de uso del hipogeo en un lapso comprendido
entre 2950 y 2630 AC que podría ser coetáneo a la tumba de Camino de las Yeseras.
Pero sin duda alguna, el caso más próximo a la fosa de Camino de las Yeseras, por la mor-
fología y ejecución de la tumba, por su localización en un yacimiento de “campo de hoyos”,
por su cronología, por tratarse de una tumba de inhumación múltiple y por su ubicación geo-
gráca, es el Cerro de la Cabeza (Ávila) donde se exhumaron varias fosas de enterramiento
con una cronología de entre 2860-2300 cal AC, que, como el hipogeo de Longar coincide con
la cronología que asignamos a la tumba de Camino de las Yeseras. Una de estas tumbas en
fosa contenía un enterramiento múltiple de seis individuos adultos, cinco masculinos y uno
femenino. Tres de los varones y la mujer, tenían clavadas sendas puntas de echa en distintas
partes esqueléticas: brazo, entre dos costillas, la región lumbar y en el cuello (Fabián, 2006:
306-309; Fabián y Blanco, 2012: 104). Posteriormente, en la misma fosa se ejecutó la inhu-
mación de otros dos varones, sin síntomas aparentes de heridas ni traumatismos. La diferencia
más sustancial entre este enterramiento abulense y el de Camino de las Yeseras es la presencia
en el yacimiento madrileño de individuos de corta edad, una circunstancia que de conrmarse
el episodio violento, sería novedosa para la época
No faltan otros yacimientos como la necrópolis de Bòbila Madurell donde se recuperaron
en un hoyo dos individuos masculinos con sus cráneos fracturados intencionadamente y uno
de ellos presentaba además un impacto por echa con fractura de la punta sobre una vértebra
torácica (Campillo et alii, 1993). Otras evidencias de puntas de echas clavadas se han identi-
cado en la Cova de l’Heura y el dolmen del Collet, en el primer caso en una vértebra y en los
otros dos en el cráneo (Campillo, 1993-94: 115). Uno de los cráneos tiene clavada una punta
de cobre que atraviesa el hueso y sobresale 1 mm por la tabla interna del cráneo (Figura 2 f).
Ésta muestra una discreta curvatura helicoidal y está rota, como consecuencia de un infruc-
tuoso intento de extracción, un impacto que no fue letal para este individuo (Campillo, 1977:
290-294).
Junto a los casos mencionados en que los proyectiles han penetrado en la estructura ósea
contamos con un número mucho más alto de enterramientos en los que aparecen puntas de
echa entre los restos óseos aunque no estén clavados en ellos. Pensamos que éste sería el caso
del enterramiento de Camino de las Yeseras donde los proyectiles sólo alcanzaron los tejidos
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blandos de los inhumados y se desplazaron postdeposicionalmente durante la esqueletización
de los cuerpos. Ejemplos con estas características son conocidos desde hace tiempo como
el de la fosa campaniforme de La Atalayuela (Agoncillo, La Rioja) que ofreció una asocia-
ción similar de puntas de echa localizadas entre los restos humanos (Andrés y Barandiarán,
2004), conjunto interpretado en un ambiente de conicto, como perteneciente a un grupo de
“atacantes” o de alóctonos “atacados (Andrés, 1998: 97) (Figura 1). De los 161 inhumados de
Can Martorell (Barcelona), tampoco se ha podido probar ningún caso de muerte a causa del
impacto letal de una punta de echa, aunque el 80% de más de medio centenar de puntas de
echa están fracturadas. En varias piezas, su estudio traceológico parece indicar que fueron
empleadas como puntas de proyectil de estas (Palomo y Gibaja, 2002; Márquez et alii, 2009).
Can Martorell, puede ser un ejemplo del problema que plantean los enterramientos colectivos
en megalitos, en los que se producen importantes remociones y traslados de huesos que alte-
ran la posición primaria de los esqueletos con la consiguiente pérdida de información sobre
lesiones traumáticas, produciendo una aparente disminución de casos diagnosticados como
víctimas de violencia en áreas de especial incidencia del megalistismo como es el SE peninsu-
lar (Jiménez-Brobeil et alii, 2009:469).
En las inhumaciones múltiples, las numerosas puntas de echas clavadas en hueso o entre
los esqueletos, y sobre todo la variedad de tipos y materias primas de las mismas que apuntan
a un origen foráneo son la suma de pequeñas evidencias que refuerzan la hipótesis sobre en-
terramientos múltiples y colectivos por muertes violentas (Camino de las Yeseras, Cerro de la
Cabeza, Can Martorell o el dolmen de Aizibita (Beguiristain, 2007; 2011).
2.2. en f r e n t a m i e n t o s a C o r t a d i s t a n C i a : in h u m a C i o n e s a s o C i a d a s a L e s i o n e s C o n t u s a s o i n C i -
s a s (Figuras 3 y 4)
2.2.1. Lesiones contusas
A los indicios de lesiones causadas por impactos de puntas de echa, fruto de enfrenta-
mientos entre grupos o, al menos, entre varios individuos, se suman las lesiones contusas o
inciso-contusas que afectan a individuos en enterramientos individuales o asociados a otros
sin herida alguna. Estas lesiones contusas son menos llamativas que las anteriores y de origen
muy diverso y pueden deberse a accidentes fortuitos o a enfrentamientos de corta o media
distancia, por lo que pueden localizarse en cualquier parte del esqueleto. Posiblemente la ma-
yor parte de ellas ni siquiera fueron el resultado de un acto violento, sino una consecuencia
de accidentes cotidianos a los que estas comunidades estaban muy expuestas en el marco de
un intenso ejercicio físico en sus actividades domésticas y laborales. La mala conservación de
muchos esqueletos y, en ocasiones, la dicultad de identicación de este tipo de lesiones puede
ser alguna de las causas de haber pasado desapercibidas. A pesar de ello en un estudio reco-
pilatorio realizado por Pérez Fernández (2010: 150) se insiste en el aumento de estas lesiones
a partir del Neolítico y Calcolítico. En este sentido merece la pena destacar la evidencia de
un ataque cuerpo a cuerpo documentado en el rostro de un varón de entre 55 a 65 encontrado
en un hipogeo de Camino de las Yeseras que, como otras tumbas con ajuares importantes, fue
saqueada en un momento no muy alejado a las inhumaciones. Afortunadamente el expolio no
fue total por lo que pudimos recuperar aparte de algunos restos óseos, fragmentos de cerámica
campaniforme e incluso una pequeña plaquita áurea decorada (Blasco y Ríos, 2010: Fig.8 f
y 11). A pesar de la fragmentación del material se pudo reconstruir parcialmente la cara del
individuo que presenta una fractura de los nasales a causa de un contundente golpe en la naríz
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antemortem. Aunque los nasales se soldaron otra vez en vida, reejan una acusada desviación
respecto a su trayectoria original (Figura 3).
Desconocemos en qué momento de la vida de este individuo se produjo el traumatismo,
pero dado el tipo de lesión y la edad del hombre, pudo haber pasado bastante tiempo antes
de su muerte. Las características de la tumba en la que se inhumó y el ajuar asociado permite
suponer que fue un personaje con cierta relevancia social y dada su avanzada edad podríamos
estar ante una manifestación que reeja un enfrentamiento selectivo dirigido a este individuo
por su reconocimiento dentro de su comunidad.
Hay otros tantos casos con lesiones contusas que afectan al cráneo en los que podrían coin-
cidir este tipo de circunstancias, como los recopilados por Jiménez-Brobeil et alii (2009) o por
Pérez Fernández (2010), todos ellos fechados a partir del Neolítico. Son lesiones que afectan
sobre todo a hombres adultos, algunos de ellos con supervivencia dada la regeneración parcial
del tejido óseo. No descartamos que algunos de estos golpes puedan ser intencionados, como
el que se observa en el frontal de un varón adulto maduro de entre 40 y 60 años inhumado en
una fosa de enterramiento múltiple de el Tomillar, aunque el autor del estudio indica que gene-
ralmente se deben a “causas accidentales” (Etxeberría, 1995: 52). La edad del lesionado y su
cronología (3780+100 y 3830 + 95 BP), resultan próximas a la estimada para el individuo del
hipogeo de Camino de las Yeseras, a lo que se suma que en ambos casos el golpe se produce
en la cara (frontal y nasal) y ambas con resultado de fractura.
A estos ejemplos hay que sumar otro más recientemente estudiado, se trata de una lesión
contusa identicada en la cabeza de un varón del yacimiento vallisoletano de Soto de Tovilla.
Presenta un importante traumatismo craneal perimortem en el parietal izquierdo que, según
Figura 3. a. Norma frontal del cráneo de un varón senil hallado en un hipogeo campaniforme de Camino
de las Yeseras (A31-01-I). b.- Detalle del trauma con fractura y desviación de tabique nasal.
a b
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sus estudiosos, fue producida “por el contacto violento de la cabeza con un elemento romo y
carente de lo…de aspecto circular”. La datación obtenida del individuo es de 4065 + 35 BP:
2696-2487 cal AC (Esparza et alii, 2008: 21, 26).
Es probable que estos golpes propiciados en el cuerpo a cuerpo fueran los más frecuentes,
en ocasiones por altercados cotidianos en los que no se utilizaban objetos y por supuesto,
armas, sino que se acudía a elementos naturales como piedras o palos o simplemente a los
puños. Pero tampoco hay que descartar que este tipo de golpes pudieran estar relacionados
con enfrentamientos colectivos y fueran la fase nal de un ataque a distancia, afectando a un
individuo al azar o a un personaje concreto que, por su estatus o por su signicado dentro del
grupo se pretendía castigar, en cuyo caso es más probable que se hiciera uso de objetos con-
tundentes y especialmente efectivos.
2.2.2. Lesiones incisas o inciso-contusas
Un tercer tipo de lesiones más probables y seguramente más letales que los de la categoría
anterior son las de tipo inciso o inciso-contusas, como resultado de enfrentamientos cuerpo a
cuerpo, debido a que en estos casos la lesión se debe al empleo de un objeto con lo, es decir,
un útil cortante más o menos pesado, que suele dejar una clara evidencia en los tejidos óseos.
En este apartado tenemos que incluir el traumatismo más destacable en el reciente estudio
realizado a un individuo de los inhumados en una de una de las tumbas del yacimiento de
Humanejos (Gómez et alii, 2011:129). La tumba inicialmente se abrió para acoger en su base
a otros tres individuos, de los que se ha obtenido una datación de 3825+37 BP con una cali-
bración a 2σ en un intervalo 2460-2190 cal AC. Se trata de enterramientos primarios: un varón
adulto de unos 25 años, un juvenil de unos 17 a 21 años y un infantil de alrededor de 12 años
dotados de un importante ajuar campaniforme. Sus cuerpos se esqueletizaron en un espacio
colmatado. En un nivel superior se localizaron otros dos enterramientos primarios de varones
adultos jóvenes, de constitución bastante robusta, de entre 20-25 años el primero y algo menos
de 30 años el segundo. Los restos de este último, víctima de la lesión que comentamos, han
proporcionado una datación de 3781 + 36 BP con una con una calibración a 2σ de 2340 - 2120
cal AC. Por tanto, su depósito es poco posterior al de los cuerpos del nivel inferior o, incluso,
prácticamente simultáneo. De momento no resulta posible determinar si existió algún tipo
de vinculación parental entre los tres individuos inhumados en la base de la fosa y los restos
documentados en el nivel superior. ¿Por qué se utilizó una tumba preexistente? ¿Fue la muerte
inesperada de uno de ellos, quizás el herido, o de ambos, la que propició esta reutilización?
¿Existía algún lazo familiar? Lo cierto es que, el depósito de los cuerpos del nivel superior no
se realiza con tanto cuidado como el de las primeras inhumaciones, ni el ajuar que se les otorga
presenta la riqueza que encontramos asociado a los individuos depositados en la base.
Como se observa en la Figura 4a, la herida se maniesta en un oricio que tiene forma
de 8 y sus dimensiones son: Longitud máxima: 41,63 mm y 28,23 mm en el interior. Anchura
máxima: 33,45 mm, y entre 17,72 y 12,78 mm en el interior. Esta lesión fue causada por un
elemento cortante que seccionó el margen superior de la cortical del frontal izquierdo. Pos-
teriormente se efectuó un apalancamiento sobre el margen inferior de la lesión con el n de
recuperar el arma que debió de quedar atrapada en el hueso frontal a causa de la pérdida de la
energía cinética del golpe. Esta doble acción, a juzgar por la zona afectada, fue realizada muy
probablemente por un diestro ya que la lesión afecta a parte del arco superciliar y seno del
frontal izquierdo.
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Nos inclinamos por proponer que el golpe cortante se produjo con un instrumento con lo
transversal, pues las características de la herida descartan tanto un útil apuntado, como un lo
de piedra pulimentada que habría producido una lesión obtusa y no una sección limpia. Por lo
tanto, lo más plausible en este caso sería el empleo de un objeto metálico de cierto peso, un
instrumento semejante a una pequeña hacha o azuela de lo recto o curvo capaz de seccionar
la cortical. Por la trayectoria del golpe y la fuerza de la percusión, la consecuencia natural es
un movimiento hacia atrás del individuo agredido y otro de tracción opuesta del agresor. Todo
ello provoca un apalancamiento que concluye con la avulsión del fragmento de frontal percu-
tido y la liberación del arma agresora (Figura 4 d).
Aunque no muy frecuentes, estas hachitas y azuelas aparecen en contextos calcolíticos, de
hecho, en el propio yacimiento de Humanejos y en el cercano de Camino de las Yeseras se re-
cuperaron respectivamente una hachita y una azuela de cobre en contextos calcolíticos. Ambas
son de características similares a las descritas para el posible objeto utilizado como arma y con
un tamaño compatible con el de esta lesión aunque ninguna de ellas ha sido recuperada en un
contexto funerario (Figura 4 c). La hachita localizada en la UE1361 del propio yacimiento de
Figura 4. Vista anterior del cráneo de un varón recuperado en una fosa campaniforme de Humanejos
(UE 4552) en el que se aprecia el traumatismo en el frontal izquierdo. b.- Detalle del área afectada
en la que se puede diferenciar entre el borde superior biselado como resultado del impacto de un útil
contundente y con lo, mientras que el margen inferior de la lesión presenta un borde irregular sin
regeneración ósea, consecuencia dela avulsión de un fragmento del frontal por apalancamiento. c.
Hachuela de cobre hallada en el yacimiento de Humanejos (Rovira et alii, 2011: tabla 5).
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Humanejos (Rovira et alii, 2011: 300) pesa algo más que 107 gramos y mide 96 por 30 milí-
metros, con una anchura máxima de lo de 33 milímetros. Todo lo expuesto descarta que en el
ataque descrito se usara un arma blanca apuntada como es el puñal de lengüeta al ser una pieza
excesivamente liviana y poco ecaz para las acciones de percusión, aunque un arma frecuente
en los enterramientos campaniformes y presente en el ajuar de uno de los inhumados del nivel
inferior en la fosa en la que se enterró al propio lesionado.
La agresión antemortem no supuso la muerte inmediata de la víctima al poder apreciar con
claridad una regeneración ósea (Figura 4 b). Según consulta médica (Dr. Martínez- Iñiguez,
com. pers.), el tiempo de supervivencia podría ser, como mínimo, de entre dos y cuatro meses
sin que sea posible determinar la supervivencia real, pues en heridas de este tamaño es normal
que se detenga el proceso de osicación y no se llegue nunca a cerrar la lesión de forma com-
pleta. Más información se dispone para las trepanaciones donde Campillo (1992) arma que el
crecimiento óseo de en torno a 1 cm revela una supervivencia de más de un año. Otros autores
deenden que esta regeneración ósea puede producirse en un plazo de entorno a unos tres me-
ses (Fernández Díaz, 2000). Lo que sí es evidente es que, a consecuencia del apalancamiento
sobre el borde o margen inferior de la lesión, no se produjo ningún proceso de regeneración
en esa zona (Figura 4 b).
El intento de apalancamiento de las armas ofensivas atrapadas en los restos óseos está bien
documentado en el caso de las puntas de echa en uno de los heridos del hipogeo de Longar
o de Can Martorell y, posiblemente también en dos de las puntas de la fosa de Cerro de la
Cabeza, donde presentan la rotura del pedúnculo. Sin duda, las armas, incluso las líticas, eran
lo sucientemente importantes y apreciadas como para intentar su recuperación, siendo la ex-
tracción a veces muy complicada por acelerar el desangramiento del individuo cuando afecta
a vasos sanguíneos. Menos documentada está la doble acción de incisión más apalancamiento,
que Campillo lo atribuye en el caso del frontal de un cráneo recuperado en la Cueva de Xara-
gais (L’Espluga de Francolí) a una trepanación poco habitual y además póstuma (Campillo,
1993-94: 61, Figura 1, tomo 2; 2007: 199). Sin embargo esta acción tiene más lógica en nues-
tro caso, ya que la lesión del individuo de Humanejos parece deberse al impacto de un arma
con lo más o menos aguzado y no a una praxis terapéutica, pues el frontal izquierdo no es una
zona adecuada para dicha intervención y en cambio sí suele ser una de las partes más expuestas
ante una agresión cuerpo a cuerpo (Jimenez-Brobeil et alii, 2009:472).
Un caso muy próximo al de Humanejos es el hallazgo de un cráneo procedente del dol-
men de Aizibita (Cirauqui) con una fecha del 4490+ 50 BP (3350-2970 cal AC) (Beguiristain,
2007; Beguiristain et alii, 2010). Se trata de un adulto joven que presenta una gran lesión
justamente en el lado opuesto del cráneo de Humanejos, es decir, en la región parieto-occipital
causada por un arma de hoja plana cortante que incidió tangencialmente sobre la parte poste-
rior del cráneo. Esta acción provocó un seccionado y una fractura con arrancamiento de una
importante porción ósea (Figura 5b). Los autores proponen que el objeto de la agresión tuvo
que ser un hacha pulimentada de lo muy cortante o un hacha plana de cobre (Figura 5 c y
d) (Beguiristain y Etxeberría, 1994), aunque el Dr. Campillo discute si pudo tratarse de una
trepanación (Beguiristain, 2007:72). Nos encontramos también ante una lesión antemorten ya
que el individuo sobrevivió al acto de agresión como lo demuestra la cicatrización en el borde
del oricio (Figura 5 b).
Otro caso más complejo de encuadrar en esta categoría, es uno de los cuatro cráneos re-
cuperados de la necrópolis de Ciempozuelos, excavada por la Real Academia de la Historia
en 1894/5 (Riaño et alii 1894). El estudio antropológico fue encargado a Antón y Ferrándiz
(1897) y posteriormente revisado por el Dr. Deselaers (1917). En trabajos recientes no se des-
carta que, tras una lesión traumática, se practicara una trepanación en uno de los cráneos de un
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varón maduro, y que posiblemente sea un depósito secundario rodeado por un lote de piezas
campaniformes cerámicas y metálicas descritas en su día por Riaño et alii, 1894:437 (Sam-
pedro y Liesau, 1998; Liesau y Pastor, 2003) (Figura 5a). Evidentemente, resulta complicado
relacionar las trepanaciones con actos terapéuticos, cuando a lo largo de la Prehistoria se co-
nocen numerosas intervenciones en las que se han barajado nalidades muy variadas (Guilaine
y Zammit, 2002: 160-163). Sin embargo, aun siendo infrecuentes las trepanaciones realizadas
en el horizonte campaniforme, no podemos descartar que alguna de ellas estuviera también
vinculada a lesiones producidas por acciones violentas, sobre todo si tenemos en cuenta que
los casos de trepanaciones se multiplican a lo largo del Calcolítico y especialmente durante la
Edad del Bronce (Campillo, 2007), coincidiendo con el momento en que también se aumenta
el registro de las lesiones traumáticas en general.
Figura 5. a.- Cráneo de la necrópolis de Ciempozuelos custodiado por la RAH con trepanación poli-
gonal incisa realizada sobre el parietal izquierdo, vista superior-lateral (Liesau y Pastor, 2003, g.1).
b.- Cráneo del dolmen de Aizibita, con una lesión en la región parieto-occipital por la incidencia de un
arma corto-contundente causando una fractura por lascado, vista posterior, según Beguiristain et alii,
2010: foto 5. c.- Detalle de algunas de las reconstrucciones propuestas: Percusión tangencial de un
hacha de piedra pulimentada y otra de cobre sobre sobre el cráneo con eliminación de sustancia ósea en
el impacto, según Beriguistain y Etxeberría (1994, Figura 6).
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No deja de haber también casos enigmáticos, pero poco conocidos como el del foso de
Los Cercados en Mucientes, donde fueron recuperados tres cráneos de mujeres golpeadas con
armas punzantes en un registro con cerámica simbólica y miles de restos de fauna, conjunto
interpretado como el de una violencia sacralizada que revela una dramática subordinación de
la mujer (Esparza et alii, 2008: 41; Delibes 2011:45).
Por último, y aunque no las hemos encontrado en la muestra que hemos estudiado hay
evidencias de lesiones inciso/cortantes entre las documentadas en enterramientos del interior
peninsular pertenecientes a un momento ligeramente posterior, ya dentro del II milenio AC.
Destacamos el caso de la Motilla del Azuer, donde se han identicado en los restos esqueléti-
cos de un individuo joven, múltiples heridas producidas por distintos tipos de armas maneja-
das desde diferentes direcciones, incluso ataques por la espalda, circunstancias que permiten
proponer a los investigadores que podría tratarse de un ataque intergrupal con ensañamiento.
Tampoco le faltan otras heridas provocadas por gestos defensivos de la víctima, datada en un
3591 + 37 BP, con una calibración de 2040-1870 AC cal AC (Nájera et alii, 2010: 385-387).
Como en nuestro caso de estudio estas lesiones se han producido por ataques de cuerpo a cuer-
po, con armas cortantes, puñales, hachas o azuelas, etc. pero se trata de un período en el que
la metalurgia y, en especial las armas blancas y otros útiles de lo cortante son muy frecuentes
en los equipos materiales domésticos y funerarios.
Concluimos el apartado destacando que estos traumatismos, aunque aparentemente más
llamativos que los contusos o inciso/contusos, la información que proporcionan no resulta en
general tan evidente como los producidos por los impactos de proyectil. El arma agresora es
recuperada y no es depositada en la tumba. En el caso de supervivencia, el recrecimiento óseo
ni siquiera permite precisar el tipo de pieza empleada y los estudios se limitan a ofrecer hipó-
tesis de las circunstancias de la agresión. Sólo en casos de traumas tan espectaculares como el
que aquí nos ocupa, son claramente identicables.
3. ¿SOLO CONFLICTOS O EPISODIOS DE GUERRA?: EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS
Los nuevos casos de violencia anteriormente expuestos se encuadran en el debate sobre el
grado de conicto en las sociedades prehistóricas calcolíticas que ha sido uno de los aspectos
más discutidos en los últimos años (Guilaine y Zammit, 2002; Thorpe, 2005), en ocasiones
haciendo referencia al tipo de organización social y otras veces teniendo como argumento la
propia evidencia arqueológica, aunque muy problemática por la desaparición del registro or-
gánico (Vencl, 1984) y la multifuncionalidad de muchos artefactos (Chapman, 1999; Thorpe,
2005). Dada la relativa escasez de restos antropológicos que muestran signos de violencia en el
ámbito peninsular, la mayor parte del debate se ha centrado en aspectos indirectos que, como
ya apuntaron en su día Delibes y Pardo (1997: 85) podría ser el incremento poblacional: “un
espectacular crecimiento demográco obligó a los humanos… a modicar su secular compor-
tamiento y a buscar nuevas alternativas culturales”. Otros autores suman a esto el sedentarismo
como factor esencial en el surgimiento de la violencia y el conicto (Etxeberría y Vegas 1988;
Díaz-Andreu 1995; Monks 1999; Vencl 1984; Haas 1999). En zonas bien estudiadas del sur
peninsular ambos factores se relacionan además con un aumento del número de poblados, los
de mayor extensión considerados como centrales y con la construcción de sistemas defensivos
complejos que evidencian —según estos— una jerarquización del poblamiento. Todo ello des-
embocó en una notoria complejidad social, una reorganización no sin ciertas contradicciones
entre las que nos interesa destacar la generalización de la violencia como consecuencia de la
competencia por las mejores tierras o el logro de determinadas materias y objetos exóticos de
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difícil acceso, aspectos que para la mayoría se maniestan tanto en el patrón de asentamientos,
como en los sistemas defensivos —murallas, torres, bastiones, fosos— como en el ámbito fu-
nerario (Sangmeister y Schubart 1981; Delibes et al. 1996; Monks, 1999; Kunst 2000; Arnold
y Kunst, 2011).
Para otros, los indicios de violencia o de enfrentamientos tradicionalmente considerados
como la jerarquización del territorio a partir de la coerción y los sistemas defensivos de tipo
Los Millares, no serían criterios sucientemente sólidos para hablar de crecimiento del con-
icto y desigualdad social. En este sentido aspectos como la planicación y la inversión de
trabajo han sido cuestionados como reejo de un trabajo organizado y colectivo, propio de una
sociedad más compleja y jerarquizada (Díaz-del- Río 2006, 2008). Por su tardía cronología,
también ha sido cuestionada la nalidad de los fortines en Los Millares con el objetivo de con-
trolar la población y el ganado como parte de la emergencia de una sociedad estatal (Chapman,
2008: 205). Entre los potenciales artefactos de conicto tampoco faltan aquellas categorías de
objetos con un uso, tanto de herramienta como de arma, cuya importancia como indicadores
de violencia ha sido discutida dada su frecuencia en los ajuares funerarios (Chapman 1999:
108).
Todas estas propuestas tenían su correspondencia con los datos arqueológicos conocidos
en contextos calcolíticos del sur y el oeste peninsular quedando al margen otras regiones, par-
ticularmente las tierras del interior. Sin embargo, las recientes excavaciones de grandes sitios
con enterramientos jerarquizados, algunos de ellos con valiosos ajuares hechos con materias
primas exóticas y en ocasiones acompañados con importantes panoplias de armas, han hecho
cambiar la visión de escasa entidad y desarrollo de estas tierras. La cada vez mayor presencia
de los recintos de fosos delimitando sitios de mayor o menor extensión nos permiten incor-
porar a estas comunidades en un proceso similar de inicio de la complejidad y conictividad
social que las tradicionalmente conocidas áreas periféricas.
Si tenemos en cuenta que son numerosos los yacimientos intervenidos recientemente en
los que se ha podido documentar la convivencia de campaniformes y no campaniformes con
una visión desde la perspectiva de la Arqueología de la Muerte muy diferente de la organiza-
ción social hasta ahora asumida, es previsible que futuros estudios permitan vericar hasta qué
punto dos visiones tan diferentes de la sociedad fueron compatibles o si su coexistencia pudo
dar lugar a una situación de conicto.
Los datos que aquí se aportan son una muestra de cómo la Península sufrió un proceso de
transformación social mucho más uniforme y en este sentido también todas sus comunidades
se vieron afectadas por las tensiones derivadas de la creciente desigualdad social un panorama
en el que se encuadran las muestras de violencia que se estudian. Es precisamente, en estas
evidencias anteriormente mencionadas en torno a las que queremos abordar y discutir una
serie de aspectos como los relacionados con los poblados, además de otros registros de la cul-
tura material que permitan reexionar en torno al grado de violencia de algunas poblaciones
calcolíticas peninsulares.
3.1. Lo s a s e n t a m i e n t o s C a L C o L í t i C o s y s u s e s t r u C t u r a s d e f e n s i v a s
Durante el Calcolítico asistimos a un registro cada vez mejor documentado en relación
asentamientos forticados, como son San Blas, Castelo Velho, Santa Vitoria, Leçeia, Porto das
Carretas, Monte do Tosco, Fraga da Pena, Monte da Ponte, Marroquíes Bajos, Cabezo Juré,
Almizaraque, Las Pilas, Cerro de la Virgen, El Malagón, Cabezo del Plomo, Los Millares,
Zambujal, etc. Como ya se ha indicado por otros autores, hasta la fecha ya son casi un centenar
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los documentados en el ámbito peninsular como otros tantos recintos de fosos, cuyo registro
también ha aumentado espectacularmente en los últimos años (Jorge, 1994, 2003; Delibes et
alii, 1996, 2009; Cardoso, 2008; Márquez y Jiménez, 2010; Ríos, 2011; Valera, 2003, 2008).
Figura 6. a: Reconstrucción de las dos líneas interiores de Zambujal en la zona KM y VX. Línea I:
torres B y A. Línea II: torres K, N, L y M (Arnold y Kunst, 2011: 82 g. 29); b: Reconstrucción de la
torre B de Zambujal (Arnold y Kunst, 2011: 80 g. 27); c: Reconstrucción del campo de tiro desde una
de las aspilleras de la barbacana en relación con la entrada L de la línea II de Zambujal(Sangmeister y
Schubart, 1981: 35, g. 10a); d: Planta y reconstrucción de la puerta principal de Los Millares (Molina
y Cámara, 2005: 40); e: Detalle de la reconstrucción de los sistemas defensivos del Fortín 1 de Los Mi-
llares con indicación de las aspilleras en el tramo conservado (Molina y Cámara, 2005: 66).
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Para acercarnos a las características que estas estructuras presentan, sirvan los ejemplos
de Zambujal y Los Millares, tanto por su larga tradición investigadora y documentación dis-
ponible, como por presentar unas condiciones favorables de conservación de sus estructuras
defensivas. En Zambujal se pudo documentar un complejo sistema de hasta cuatro líneas de
murallas y bastiones además de saeteras que según fases, deenden estratégicamente diferen-
tes entradas de difícil acceso (Sangmeister y Schubart, 1981; Kunst y Lutz, 2008). Se trata de
construcciones de gran envergadura y de considerable altura según las últimas reconstruccio-
nes (Figura 6 a y b). Ya en su día se argumentó que toda esta inversión en fuerza de trabajo sólo
se podía concebir con la nalidad de protegerse ante actos ofensivos con puntas de proyectil y
armas arrojadizas (Figura 6 c) (Sangmeister y Schubart, 1981: 251). También en Los Millares
el esfuerzo colectivo en crear y reforzar cuatro líneas defensivas y numerosos fortines, aunque
posiblemente no sincrónicos, ha sido importante a lo largo de su dilatada ocupación. Además,
la documentación de barbacanas dotadas de aspilleras en sus principales accesos “pudieron
servir de saeteras para disparar echas con arco corto” (Molina y Cámara, 2005, 40) (Figura
6 d y e).
La maniesta preocupación por garantizar la seguridad en el interior de las diferentes lí-
neas defensivas en ambos yacimientos se documenta a través de continuos cambios estructura-
les para reforzar y rellenar tramos de murallas, pero también en la colmatación de los bastiones
con la nalidad de crear una plataforma en un nivel superior, a modo de paso de ronda, para
un mayor control visual y defensivo. Sin duda alguna estas modicaciones se relacionan en
Zambujal con unos principios estratégicos perfeccionados con el tiempo ante reiterados con-
ictos de tipo bélico (Kunst, 2007: 127). Aunque estas observaciones no han sido contrastadas
para otros poblados, no hacen más que reforzar la importancia de las murallas y su carácter
defensivo, cuando además dataciones recientes de Zambujal han revelado una sincronía entre
la cuarta línea defensiva y la primera (Kunst y Lutz, 2008), lo mismo que varios de los fortines
y muy probablemente dos de las cuatro líneas de murallas de Los Millares (Molina y Cámara,
2005).
El levantamiento de grandes estructuras defensivas no permite poner en duda una plani-
cación espacial previa, aunque suponer una inversión de fuerza de trabajo eventual. No
obstante, la necesidad de encerrar un espacio amplio, incluso de varias hectáreas de extensión
implica una inversión colectiva en fuerza de trabajo y de tiempo que no deja lugar a impro-
visaciones si se pretende concluir la obra y cumplir con su objetivo. Pese a que el estado de
investigación presenta muchas lagunas y diculta una visión generalizada sobre estos aspectos
defensivos, no parece una tarea insignicante: desde el diseño de la trayectoria mural previa,
la preparación del terreno, la coordinación del abastecimiento de toneladas de material de
construcción, el levantamiento con éxito de grandes lienzos de muralla además de la elección
estratégica de bastiones y el diseño de complejos accesos y saeteras. Todos estos aspectos nos
acercan a considerar estas murallas y bastiones como unas normas arquitectónicas más próxi-
mas a las fortalezas del mundo antiguo que a unas construcciones prehistóricas improvisadas
y levantadas a tiempo parcial con una escasa planicación previa.
Si bien es cierto que estos recintos amurallados carecen de ciertas novedades técnicas,
caso del escuadrado y el uso de morteros más sosticados, también resulta llamativo que ya
durante el Calcolítico se emplearan diferentes tipos de morteros: arcilla mezclada con huesos
y fragmentos de cerámica en Zambujal (Kunst y Lutz, 2008: 36), rellenos de barro con cas-
cotes entre los dos paramentos de mampostería en Los Millares (Molina y Cámara, 2005:36),
o incluso una argamasa margo-carbonatada en Leçeia donde además se insiste en una cuida-
dosa colocación de bloques regularizados y bien trabados entre sí (Cardoso, 2010:62). Como
remate de estas estructuras pétreas los estudiosos proponen estructuras leñosas o un cuerpo
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de barro como se ha reconstruido para Zambujal y Los Millares (Figura 6 a y c) (Molina y
Cámara 2005: 37; Arnold y Kunst, 2011: 82). Según los cálculos estimados, su altura podría
alcanzar entre 4,5 m a 9 m. La envergadura de estas estructuras y el esfuerzo arquitectónicos
colectivo sólo se entiende desde una necesidad de garantizar la seguridad de una población, de
sus bienes y de su sustento económico ante asedios violentos y prolongados en el tiempo.
Más discutible es la funcionlidad defensiva de los recintos de fosos que parecen constituir-
se como otra alternativa sincrónica a los recintos amurallados, y que están ampliamente repre-
sentados en prácticamente toda la Península Ibérica y parte de Europa atlántica y continental.
Los fosos como estructuras negativas generalmente asociadas a asentamientos denominados
“campos de hoyos” aparecen en todo el ámbito peninsular con una tradición que se remonta
al Neolítico y perdura aproximadamente hasta mediados del III Milenio AC. (Valera, 2003,
2008; Márquez y Jiménez, 2010; Ríos, 2011). También en el interior peninsular las excavacio-
nes preventivas y de gran extensión han permitido documentar un importante número en los
últimos años (Díaz del Río, 2003; Delibes et alii; 1996; 2006; 2009 a y b; Galindo y Sánchez,
2007; Vega et alii; 2009; Ríos, 2011), algunos de ellos, inaugurados al igual que en el SW pe-
ninsular en el Neolítico Final (García, 2013). El estudio de estos recintos es complejo, pero su
construcción parece que requirió de un esfuerzo colectivo importante con el n de servir como
“espacios” en los que se desarrollaban agregaciones poblacionales frecuentes y en los que
acaecía un amplio rango de actividades. Sin embargo, todavía resulta prematuro entender los
mecanismos sociales de la agrupación de la mano de obra necesaria, tanto para su construcción
como para su condenación (colmatación) y desmantelamiento de empalizadas y terraplenes
(Márquez y Jiménez, 2010:465).
3.2. La P r o d u C C i ó n d e P u n t a s d e f L e C h a : u n a r m a C o m ú n e n L o s e n f r e n t a m i e n t o s a d i s t a n C i a
d u r a n t e e L iv y iii m i L e n i o aC.
Otro argumento en favor de la existencia de conictos violentos es la abundante presencia
de puntas de echa de sílex en numerosos yacimientos del IV y III milenio AC, y su mayor va-
riedad tipológica a lo largo del Calcolítico. En Zambujal son frecuentes en todos los horizontes
de ocupación, donde hasta la fecha se han inventariado casi un millar de piezas (Sangmeister y
Schubart, 1981) (Uerpmann y Uerpmann, 2003). Su concentración junto a las construcciones
defensivas es otro indicio interesante de su empleo; en Los Millares abundan junto a la muralla
piezas fracturadas por impacto que son interpretadas como artefactos hallados en su contexto
de uso (Aranda y Sánchez, 2005: 188).
No parece tampoco casualidad que varios lugares de producción se localicen justamente
en las estructuras defensivas, entre los que destaca el denominado taller del Fortín 1 de Los
Millares, especializado en la producción de las puntas de echa, además de una vasija llena de
lascas y/o preformas para la producción de puntas de echa, recuperada en el Fortín 7 (Molina
et alii, 1986; Ramos et alii, 1991; Molina y Cámara, 2005: 70-75 y 95). Así mismo, en el po-
blado de San Blas se localizó una acumulación de puntas de echa junto a la puerta SW de la
Torre 1 (Hurtado, 2004:146). Una relación similar apuntan las áreas de producción de puntas
de echa localizadas en la fase II del poblado metalúrgico de Cabezo Juré (Huelva), tanto en
la ladera sur, como en la plataforma superior del recinto forticado. La unidad residencial que
surge en la plataforma superior a partir del segundo cuarto del III milenio AC evidencia, según
sus investigadores, la presencia de un grupo social distinguido desvinculado de la producción
metalúrgica —pero no de las puntas de echa—, que se reserva el uso de los medios de defen-
sa (forticación) (Nocete et alii, 2004: 181, 354). De este modo, ¿podríamos pensar en la exis-
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tencia de arqueros especializados? Y, por otro lado, la situación estratégica y la forticación
del espacio central en el caso de Cabezo Juré donde se concentraba, primero, el almacenaje de
la comunidad y después ese grupo social distinguido, ¿puede interpretarse como evidencia de
una situación de inseguridad?
Figura 7. Tipos de puntas de echa relacionadas con actos de violencia procedentes de varios yaci-
mientos peninsulares: Los Millares (1, 2, 5, 9, 14, 28-31, 34, 36) (Museo de Almería online a través de
Ceres-Ministerio de Educación, Cultura y Deporte), Zambujal (3, 4, 6, 13, 20, 35) (Uerpman y Uerp-
man, 2003: 108, Abb. IV.11-14; Taff 7: 9 y Taff. 2: 393, San Juan Ante PortamLatinam (8, 10, 19 y 23)
(Vegas, 2007: 113-114, Fig.4 y 5), Longar (11) (Armendáriz e Irigaray, 1995: 24), Cerro de las Cabezas
(15, 16, 27) (Fabián, 2006: 308, g. 147), Monte Cardim 6 (17, 18) (Valera et alii., e.p: g. 4. 16 y17),
y Camino de las Yeseras (21, 22, 24, 25) (Argea Consultores, S. L.).
INDICIOS DE VIOLENCIA EN YACIMIENTOS DE LA REGIÓN DE MADRID
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También en Camino de las Yeseras hemos podido documentar un área especializada en
la producción de puntas, localizada cerca de la zona central del poblado, seguramente la más
protegida por estar al interior de los recintos de foso, aunque el carácter defensivo del sitio no
sea evidente ni por su posición ni por la presencia de construcciones de envergadura (Ríos,
2011: 500-509).
Otro aspecto en el que queremos incidir es en las características tecnológicas de aquellas
puntas de echa interpretadas como armas. En general, resulta interesante destacar que la
mayoría de ellas representan una ejecución poco depurada. Abundan piezas que se reducen
a simples esbozos de punta y/o elementos más o menos apuntados sin una reducción bifacial
compleja, sino aprovechando morfologías apuntadas y los. Tampoco los tamaños y, mucho
menos los tipos, son homogéneos o estandarizados, ni siquiera en los proyectiles que aparecen
en una misma muralla o en un mismo enterramiento (Figura 7).
En una somera revisión del registro de puntas en diferentes yacimientos podemos observar
cómo la mayor parte de las que se pueden vincular con actos violentos —murallas, enterra-
mientos— son de tipo foliáceas, lanceoladas y romboidales. Se documentan en Zambujal,
Millares, Longar, dolmen de Aizibita, Camino de las Yeseras, San Juan Ante Portam Latinam,
Lapa do Bugio, La Atalayuela o Cerro de las Cabezas, entre otros. A veces, también presentan
la base congurada —hendida, cóncava, adelgazada— para mejorar el enmangue (Figura 7,
1-26).
En el caso de las romboidales se realizan con frecuencia pequeños pedúnculos y escota-
duras laterales que también estarían encaminadas a mejorar la inserción en el vástago aunque
no tengan el pedúnculo congurado. Junto a estas, son habituales las puntas de morfología
triangular, de base recta o curva (Figura 7, 13-18). También aparecen las típicas puntas de pe-
dúnculo y aletas, muy frecuentes en otros contextos (domésticos o como ajuar funerario), pero
entre las que destaca su gran variabilidad en Los Millares, Can Martorell, Cerro de las Cabezas
o La Atalayuela (Figura 7, 27-33).
Otros tipos que parecen tener una menor presencia son las puntas tipo Clovis con pedún-
culos laterales, presentes por ejemplo en Zambujal y en Lapa do Bugio (Figura 7, 6). Los mi-
crolitos y otros apuntados geométricos presentan un claro descenso frente a la etapa neolítica
(Figura 7, 34-36). Todos estos tipos presentan tamaños variables que oscilan en longitud desde
poco más de 1 cm hasta 5 cm, y en anchura desde 1 cm a 3 cm aproximadamente, sin que
exista un módulo característico.
La frecuencia de las morfologías alargadas estaría sin duda en relación con una buena ca-
pacidad de penetración dada su longitud respecto a su anchura, tal y como evidencian algunos
trabajos experimentales realizados en pieles gruesas, tejidos blandos y también en hueso de
caza mayor (bisontes, cérvidos y suidos (jabalíes y porcino). Sus bordes cortantes en ambos
los les añaden una mayor eciencia y una clara superioridad en su capacidad de penetración
frente a las puntas de proyectil realizadas en asta o hueso (Stodiek y Paulsen, 1996:34, Sud-
hues, 2004: 91).
Una cuestión que nos parece clave a destacar es que muchas de las piezas anteriormente
comentadas, de haber sido halladas en otros contextos, p.ej. domésticos, entenderíamos que
son meras “preformas” de puntas de echa a falta de inscribir en ellas pedúnculos, aletas, etc.
Estas observaciones vienen a conrmar que pese a la existencia de especialistas que produci-
rían piezas de forma más o menos estandarizadas y elaboradas evidenciada por ej. en el taller
de Camino de las Yeseras, para los proyectiles usados en los enfrentamientos servían también
puntas menos conguradas, siempre que tuvieran la capacidad de penetrar independientemen-
te del tipo de enmangue. Quizá, en momentos de necesidad cualquier habitante pudo tallar su
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punta de echa —tal y como sucedería con otros útiles domésticos3 (Blasco et alii, 2007: 157)
— sin despreciar como arma cualquier otro objeto de naturaleza orgánica o inorgánica (Vencl,
1984: 126). En el caso de las puntas, un conicto imprevisto provocaría la utilización masiva
de piezas sin terminar acumuladas en los talleres de los especialistas, tal y como demuestran
Los Millares, Cabezo Juré y Camino de las Yeseras.
Otro excelente argumento a favor del empleo de piezas improvisadas es el ejemplo de la
famosa momia calcolítica de los hielos, Ötzi, un varón adulto hallado en los Alpes italianos
que portaba dos puntas de echa enmangadas, un arco y otras echas a medio hacer, junto al
equipo necesario para este proceso de fabricación además de su indumentaria especializada
de alta montaña (Spindler, 1995). Este excepcional hallazgo ha sido objeto de un sinfín de
estudios cientícos, entre los que nos interesa destacar el de una punta de echa alojada en su
cavidad torácica izquierda. A pesar del minucioso estudio al que ha sido sometida la momia
desde su descubrimiento, los estudiosos tardaron diez años en conocer, al menos, una de las
causas de su muerte violenta: el impacto de una tosca punta de echa con una punta redon-
deada y pedúnculo que revela un escaso grado de elaboración. La pieza tiene tan sólo 2 cm
de longitud y penetró en la víctima por la espalda causándole un shock hemorrágico (Gostner
y Egartner Vigl, 2002; Pertner et alii, 2007). No menos interesante resultan los estudios de
restos de sangre analizados de las puntas de echa enmangadas que acompañan a la víctima,
una de ellas ha revelado sangre de dos individuos, es decir, después de asaetear a dos personas
con la misma echa, extrajo su valiosa arma sin que se saliera la punta del vástago, mientras
que a él le ocurrió lo contrario; tras el echazo él u otro individuo intentó extraerla sin éxito.
Esta segunda circunstancia parece que fue habitual según se desprende de numerosas piezas
documentadas en el interior de cuerpos inhumados, algunas con el pedúnculo fracturado por
el impacto o durante el intento de extracción. Trabajos experimentales advierten además que,
según el ángulo de impacto del proyectil, las huellas documentadas pueden ser confundidas
con huellas de descarnado (Smith et alii, 2007). Las condiciones de conservación excepciona-
les de esta momia y la circunstancia de su muerte puede conrmar tres aspectos importantes
en relación con las puntas de echa calcolíticas que nos ocupan: la alta estima de las piezas de
proyectil, habitualmente recuperadas tras su impacto, los no menos valiosos vástagos y, por
último, destacar los diferentes tipos de enmangues de los adhesivos —brea de abedul o resinas
— realizados en los asentamientos. Parece que en más de una ocasión, la premura en su uso no
permitía una jación adecuada para su posterior extracción.
3.3. La P r o d u C C i ó n d e P u n t a s d e f L e C h a : ¿P i e z a s C L a v e P a r a J u s t i f i C a r u n a m a y o r a C t i v i d a d
C i n e G é t i C a ?
También se ha barajado que la producción de las puntas de echa podría estar en función
de las actividades cinegéticas (Nocete et alii, 2004: 354). Para justicar una mayor produc-
ción de puntas con esta nalidad, el registro material tendría que verse consolidado con una
considerable variedad y mayor número de puntas de proyectil, aspecto que a grandes rasgos
parece cumplirse. Cabe pensar entonces, en función de la talla de las presas, en la necesidad de
producción de una amplia gama de puntas y jabalinas, tanto para acortar distancias con la na-
lidad de herir o abatir la caza mayor, como también para la caza de aves, independientemente
de las estrategias empleadas: la espera, el rececho, las batidas con perros, y en los que no nece-
3 Entre la industria de carácter doméstico, frecuente en contextos habitacionales, es habitual la presencia de lascas y
láminas sin conguración encaminadas al uso del lo cortante que suelen presentar retoque mecánico seguramente gene-
rado por este uso doméstico (Blasco et al., 2007: 157).
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sariamente tienen que intervenir sosticados proyectiles para su abatimiento. Evidentemente,
también en este caso la desaparición del material orgánico en el registro arqueológico no juega
a favor de una interpretación más able de los contextos, sin embargo si lo hacen los restos de
fauna identicados como desechos alimentarios.
¿Qué datos nos aportan los estudios arqueozoológicos? Afortunadamente algunos grandes
yacimientos calcolíticos disponen de estudios con un registro abundante desde el punto de vis-
ta faunístico. Sirvan de ejemplo, una vez más, Zambujal y Los Millares además de dos gran-
des recintos de fosos como son Valencina o Camino de las Yeseras. Las muestras de los tres
primeros son cuantitativamente ables para valorar la relación fauna doméstica y cinegética
consumida, mientras que para Camino de las Yeseras, todavía en fase de estudio, puede sufrir
cambios en relación con las proporciones de consumo de las dos categorías de fauna (Tabla 1,
valores absolutos).
ZAMBUJAL
Driesch y
Boesneck,1976
LOS MILLARES
Peters y Driesch,
1990
LOS MILLARES
Navas et al., 2005
VALENCINA
Hain, 1982 ;
Pajuelo y López
2013
C. DE LAS
YESERAS
Liesau, 2011
%NR/%PESO %NR %PESO %NR %PESO % NR %PESO %NR %PESO %NR %PESO
MAMÍFEROS
DOMÉSTICOS 86,5 87,7 84,3 85,6 83,9 86,2 95,4 93,8 98,2 95
MAMÍFEROS
SILVESTRES 4,8 11,6 5,8 13,4 5,3 13,4 3,2 6,1 1,0 5
CONEJO 8,4 0,7 9,4 1,0 10,4 0,4 1,2 0,1 0,3 -
AVES 0,3 -0,5 -0,3 -0,2 -0,5 -
TOTAL 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
NR ABSOLUTOS 81.136 59.643 13.026 77.590 10.883 1.845.736 29.051 51.3410 1.063 13.221
Tabla 1. Relación relativa de las categorías domésticas y silvestres de diferentes yacimientos calcolíticos
en comparación con el conejo y las aves silvestres, según los parámetros relativos del NR y Peso. Zam-
bujal, según Driesch y Boessneck 1976: Tablas 4, 6 y 7; Boessneck y Driesch, 1981. Los Millares, según
Peters y Driesch, 1990, tablas 2 y 8. Queda excluida de la cuanticación la fauna procedente de los for-
tines, los restos de asta de ciervo, la microfauna, las aves no determinadas y dos fragmentos de cáscaras
de huevo de avestruz). La tercera columna de Los Millares resume los resultados del trabajo de Navas et
alii, 2005; tablas 3 y 4 y también queda excluida la fauna de los fortines. Valencina, según los trabajos
de Hain, 1982, tablas 3 y 6 y Pajuelo y López, 2012, Tabla 5.Otros estudios recientes, nose han incluido,
al tratarse demuestras reducidas que no modican los datos generales de esta tabla (Abril et alii, 2010)
o siguen otros criterios de estudio que dicultan encuadrar los taxones en las categorías establecidas
(Bernáldez-Sánchez et alii; 2012). Por último, Camino de las Yeseras, según Liesau, 2011, tabla 7.
Teniendo en cuenta el número de restos (NR) la fauna doméstica, con un rango de en-
tre el 84-98%, supone el principal recurso cárnico en todos los yacimientos, mientras que el
aporte cinegético no es más que un complemento alimentario en una gestión ganadera basada
fundamentalmente en la explotación del vacuno, los ovicaprinos y el porcino. Del aporte ci-
negético reejado en la Tabla 1 se han aislado los restos del conejo, al ser generalmente un
factor distorsionante en la valoración de la fauna silvestre de cualquier yacimiento. De hecho,
en yacimientos como los de Los Millares o Zambujal su elevada frecuencia (8-10%) puede
deberse a muchas causas: exhaustivas técnicas de recuperación, capturas frecuentes donde las
huellas de origen antrópico permitan conrmar su consumo (incisiones, combustión etc.) o
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problemas de intrusiones posteriores por sus hábitos fosores, etc. La avifauna, con unos valo-
res que no superan el 0,5% en NR es también un recurso escasamente aprovechado en todos
los yacimientos (Tabla 1).
Teniendo en cuenta el parámetro del peso (W), podemos destacar a los grandes ungulados
domésticos y silvestres como los auténticos protagonistas en la búsqueda de un buen rendi-
miento cárnico. En Zambujal los datos del peso arrojan las siguientes variaciones, según las fa-
ses 1-4: caballo (1,8-1,6%), el uro (2,7-4,9%), el ciervo (4,9-5,7%) o el jabalí (1-2,7%; Driesch
y Boessneck, 1976:Tabla7). Aunque se constata un gradual incremento de fauna silvestre a lo
largo de sus fases, los respectivos aportes no dejan de ser anecdóticos y tampoco hay sucien-
tes datos para especular con un aumento poblacional. Por tanto, los investigadores insisten en
que la caza mayor ocupa un rango secundario desde el punto de vista paleoeconómico. Algo
similar ocurre con los restos de fauna hallados entre los cuatro recintos amurallados de Los
Millares, donde los aportes de la caza mayor son algo mayores porque los restos de ciervo
(9%) y del caballo (1,7%) toman un mayor protagonismo (Peters y Driesch, 1990: Tabla 8). En
Valencina, a pesar de disponer de una amplia lista de taxones cazados, los valores del peso del
ciervo, uro y caballo apenas superan el 6% del total de mamíferos (Hain, 1982, tabla 6 Pajuelo
y López, 2013: tabla 5). Camino de las Yeseras presenta también valores similares, aunque por
el tipo de contextos y lo reducido de la muestra, los resultados son todavía provisionales.
El criterio del peso, evidentemente por la naturaleza de las aves, no sirve para valorar su
papel en el conjunto de fauna silvestre aprovechada en estos poblados, pero si cabe destacar
en todos ellos la gran variedad de especies siendo algunas, comprensiblemente, recurrentes:
la perdiz y diferentes anátidas. La presencia de otros taxones menos rentables o apetecibles
(paseriformes, rapaces o carroñeras) es testimonial y posiblemente podrían ser excelentes pro-
veedores de materia prima —plumas remeras y de la cola— sucientemente robustas para su
engarce en los vástagos de las echas.
Figura 8. Detalle del histograma con los valores relativos del
NR y Peso en las categorías de fauna establecidas de la Tabla
1 con desglose de los valores para los mamíferos domésticos,
silvestres, conejos y aves.
INDICIOS DE VIOLENCIA EN YACIMIENTOS DE LA REGIÓN DE MADRID
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Concluimos la discusión faunística en que no se puede postular una mayor producción de
talla lítica especializada con la nalidad de abatir un mayor número de taxones cinegéticamen-
te interesantes. Los resultados de las muestras faunísticas aquí expuestas son lo sucientemen-
te representativas como para conrmar la marginalidad y el oportunismo de la mayoría de las
especies abatidas, y cuya presencia, en no pocas ocasiones, es más relevante como indicador
medioambiental que de un aprovechamiento culinario rentable.
3.4. La s P u n t a s d e f L e C h a : e L e m e n t o s d e P r e s t i G i o e n L o s C o n t e x t o s f u n e r a r i o s
Con los casos arriba descritos, parece que hay sucientes argumentos para suponer que un
importante lote de producción de echas se quedaría en reserva como parte del equipo ofen-
sivo o defensivo empleado en los enfrentamientos intergrupales o personales, mientras que
una pequeña parte podrían haber sido destinados a la actividad cinegética. Serían por tanto,
herramientas comunes y multifuncionales como lo demuestra la enorme variabilidad en tipos
y calidades en el registro arqueológico.
Sin embargo, el aumento de la producción a lo largo del III milenio AC de forma especiali-
zada nos lleva, por último, a considerar el otro tipo de contexto en el que aparecen, las tumbas
de los “portadores” de las echas o de arqueros.
Las puntas de echa a partir del Neolítico Final y durante el Calcolítico empiezan a ser
un elemento de ajuar recurrente en numerosas inhumaciones del ámbito peninsular (Leisner,
1943, Ayala, 1987, 1990; Chapman, 1981; Lomba et alii, 1995; Andrés y Barandiarán, 2004,
Nocete, 2004; Beguiristain, 2011). Los últimos estudios para el caso de Los Millares llegan a
la conclusión de que se trata de elementos de prestigio comparables a otros ya que, por un lado,
sólo aparecen en cantidades considerables en unas pocas tumbas y siempre están asociados a
los más ricos conjuntos de objetos exóticos y puñales en sílex. Por otro lado, los análisis de
materias primas (sílex), tanto de las puntas que aparecen en las tumbas, como las del Fortín 1
conrman que no se trata de sílex local sino que proceden del intercambio interregional bien
documentado en la zona con un incremento de la explotación de minas de la meseta granadina
(Ramos et alii, 1991). Ambos aspectos han sido interpretados en favor de la existencia de un
grupo social especíco que tendría acceso a estos objetos permitiendo así el surgimiento de
guerreros durante el III milenio AC (Aranda y Sánchez, 2005: 191), al igual que proliferación
de grandes láminas en los contextos funerarios cuya funcionalidad se vincula a las prácticas
agrícolas (Ramos et alii, 2009: 26) o ser polifuncionales, pero con un carácter ideológico en su
amortización en las tumbas (Gibaja et alii, 2009:67).
Se trata de una tendencia que presenta un mayor énfasis en los ajuares de las élites cam-
paniformes en las que por primera vez se congura una panoplia metálica en la que destacan
el puñal, las puntas de palmela (y en menor medida a las silex) y otros elementos de arquero
con los que los “príncipes” rearman su rango y estatus (Fernández Manzano y Montero,
1997: 112-113). Pero no faltan autores que interpretan estos equipos como no funcionales sino
simbólicos. A unas complejas y competitivas asociaciones funerarias de unos pocos y selectos
personajes se les encomienda con coraje, resistencia y astucia en asumir el poder de los ances-
tros para proteger a los vivos del Mal y de los espíritus del otro mundo (Case, 2004:29).
4. CONCLUSIÓN
Con estos nuevos casos se amplía la información sobre los indicios de violencia de las po-
blaciones calcolíticas del interior peninsular que realizan prácticas de inhumación en centros
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grandes o pequeños articulados por recintos de foso. Las lesiones documentadas se encuentran
en contextos funerarios diversos y parecen también indicar un tipo de enfrentamiento que
responde a modalidades muy diferentes, aunque no podamos descartar otras variantes que, en
resumen, son: agresiones cuerpo a cuerpo y ataques a distancia.
Los ataques a distancia se efectúan mediante lanzamiento de jabalinas o tiro con arco de e-
chas con puntas en sílex que, en casos como el que presentamos, se asocian a ejemplares con ti-
pologías ajenas a las habitualmente halladas de Camino de las Yeseras. Otros datos que ayudan
a interpretar estas tumbas en un contexto de muertes violentas son: la recuperación de puntas de
echa completas o fracturadas e incompletas entre los esqueletos, la evidencia tafonómica de
la simultaneidad de las inhumaciones poco probables por causas naturales, las típicas lesiones
causadas por gestos de protección y un perl de edades indiscriminado, incluidos infantes, un
sector de la población que desde luego no es responsable de la causa de conictos. Se trata, por
tanto de informaciones puntuales que advierten sobre episodios de agresiones intra o intergru-
pales, si bien estadísticamente son los varones adultos los más afectados.
Desde el punto de vista de las armas utilizadas, no hay duda de que en los ataques a dis-
tancia sólo tenemos datos del empleo de puntas de echa líticas, a las que se suma las reali-
zadas en asta de ciervo. Al estar clavadas o asociadas a los esqueletos, además de haber sido
recuperadas en los lienzos de los yacimientos amurallados, su función no deja lugar a dudas,
pero si dejan abierto el debate sobre el papel de la panoplia campaniforme y, en concreto el
de las numerosas puntas de cobre de tipo Palmela recuperadas en cantidad de enterramientos
campaniformes, muy abundantes en la Península a diferencia de otros grupos campaniformes
europeos que sólo incluyen en sus ajuares funerarios las puntas de sílex (Lemercier, 2011).
Además, el uso generalizado de las puntas de sílex como armas queda reforzada por los datos
que ofrecen los talleres especializados y su ubicación estratégica junto a las estructuras defen-
sivas, que ya en el III milenio AC destacaban por su gran envergadura, sosticados accesos e
incluso alguno con pasos de ronda.
Sin embargo, hay que entender que las puntas de echa son piezas de uso polivalente, y
que durante el Calcolítico destacan por la escasa homogeneidad tecnológica frente a otras pie-
zas estandarizadas procedentes de talleres especializados. Es probable, que esta variabilidad
tipológica y tecno-funcional se deba tanto a la improvisación en su ejecución, como al recicla-
do o al intercambio. Pero una idea más destacable a valorar, es que en estos lotes quedan tam-
bién incluidas piezas tradicionalmente consideradas “preformas” ante necesidades puntuales
de ataque o de defensa, mientras que aquellas técnica y estéticamente bien elaboradas en las
tumbas presentan un valor simbólico.
Otro indicio a favor de una producción de puntas de echa o de jabalinas como elemento
armamentístico queda justicada por un escaso registro de la fauna cinegética recuperada. Si
bien es cierto que a fecha de hoy, no disponemos de muestreos que cubran todos los espacios
y áreas “funcionales” de los mismos, los restos faunísticos como desechos alimentarios coin-
ciden en que la ganadería de bovinos, ovicaprinos y porcino son la principal fauna consumida,
mientras que las especies silvestres son un mero complemento alimentario de estas comuni-
dades calcolíticas.
En las agresiones de cuerpo a cuerpo la refriega parece ser más selectiva y afecta también
de manera mayoritaria a los varones adultos. Los ejemplos aquí presentados se dirigen a dos
personajes de elevada categoría social que además han sido recuperados de grandes tumbas y
con importantes ajuares campaniformes. ¿Acaso fueron individuos de estas características los
más expuestos a las agresiones individuales selectivas?
Menos datos tenemos sobre los artefactos empleados en estos ataques cuerpo a cuerpo,
posiblemente más variados y de empleo expeditivo, pero tampoco parece que se hiciera uso
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generalizado de las únicas armas blancas que conocemos para los momentos nales de III
milenio: el puñal de lengüeta. Más bien parece que se utilizaron útiles multifuncionales como
hachas o azuelas en los casos de heridas incisas. El varón campaniforme del yacimiento de
Humanejos ha permitido reconstruir, no sólo la trayectoria de percusión y el acto de apalan-
camiento con avulsión de parte de su frontal para liberar el arma agresora, sino que además
todo parece indicar un acto de percusión con una hachuela de cobre (Rovira et alii, 2011: 300).
Es precisamente una pieza que no forma parte de los habituales ajuares metálicos campani-
formes en el ámbito peninsular, sino que sólo aparece ocasionalmente en áreas de hábitat. La
supervivencia de casos como el descrito y otro de Ciempozuelos asociado a una trepanación
de la que, evidentemente no es posible averiguar la causa de la lesión, son de todas formas un
tímido comienzo de la puesta en valor sobre los cuidados que recibían estos personajes para
garantizar su supervivencia, cuidados que se conocen mucho mejor en sociedades de la Edad
del Bronce, donde las evidencias de lesiones son frecuentes.
Todos estos aspectos nos parecen evidencias sucientes para apuntar que desde nales del
Neolítico y a lo largo del Calcolítico el grado de conictividad va en aumento, aunque muchos
de los registros ofrecen una calidad de información desigual. En este sentido, prácticas de
exposición de cadáveres, frente a otras pocas realizadas en fosa, han provocado una merma
importante en los estudios antropológicos en general, y en las lesiones por actos de violencia
en particular. A pesar de ello, todo apunta a que posiblemente sean precisamente estos actos
violentos o muertes por enfermedades de rápida evolución, los que justiquen inhumaciones
múltiples en fosa durante el Calcolítico precampaniforme frente a otras pautas de exposición
e inhumaciones secundarias en algunos yacimientos. De lo que no cabe duda alguna, es que
los actos de violencia todavía no responden a actuaciones normalizadas y fruto de una orga-
nización más jerarquizada, sino que, en buena medida, son fruto de altercados ocasionales o
mantenidos, entre grupos de dimensiones modestas.
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Recibido: 01/09/2012
Aceptado: 12/06/2014
... Over the past ten years, in-depth studies, in particular on the ditched enclosure site and the necropolis of Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid), have elucidated the characteristics of the Madrid Bell Beaker in a third millennium BCE village (Liesau 2017, Liesau et al. 2014, Blasco Bosqued et al. 2011, Ríos et al. 2011-2012. At the same time, preventive archaeological activities provide new data on the Bell Beaker in non-funerary contexts. ...
... At the same time, preventive archaeological activities provide new data on the Bell Beaker in non-funerary contexts. However, these latest discoveries do not allow to discuss a homogeneous Bell Beaker "horizon", nor to attribute a chronology to it, as it is difficult to distinguish domestic Bell Beaker sets from contemporaneous non-Bell Beaker sets (Blasco Bosqued et al. 2014). As far as settlement patterns are concerned, lowland deposits with Bell Beakers, located on fluvial terraces, coexist with other deposits located higher up. ...
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Préhistoires Méditerranéennes - Varia 8 - 2020 - English version: https://journals.openedition.org/pm/2282 - French version: https://journals.openedition.org/pm/2242 In the middle of the third millennium BCE, at the crossroads between the end of the Neolithic and the beginning of the Bronze Age, the “pan-European” distribution of the Bell Beaker cup questions the link between the Bell Beaker “phenomenon” and the diffusion of Bell Beaker artefacts by “networks”. The purpose of this article is to question the increasing use of Social Network Analysis (SNA) tools in order to formalize and facilitate the study of the mechanisms of Bell Beaker diffusion in Southwestern Europe. After a brief overview of the latest research on the Bell Beaker in south-eastern France (Provençal region) and in the Central Iberian Peninsula and, we propose a reflection on the setting up of a network analysis protocol at the scale of the regions of Provence and Madrid, which are essential areas for the development of the Mediterranean Bell Beaker.
... Si la Meseta, au centre de la Péninsule ibérique, semble d'abord un peu moins explorée par les chercheurs par rapport aux zones côtières de l'estuaire du Tage et de l'Andalousie (Harrison 1980: 126, 140), elle représente pourtant une zone centrale avec laquelle interagissent les autres aires périphériques à Campaniforme (Harrison 1977: 55). Autour des années 2000, la région de Madrid concentre une bonne partie des recherches sur le Campaniforme dans la Meseta, comme en témoignent les travaux de synthèse réalisés par l'équipe de C. Blasco (Blasco Bosqued 1994, Blasco Bosqued et al. 1988, 2005, 2007, 2008 Depuis une dizaine d'années, les études approfondies, en particulier autour de l'habitat fossoyé et la nécropole de Camino de las Yeseras (San Fernando de Henares, Madrid), amènent à préciser les caractéristiques du Campaniforme madrilène au sein d'un village du III e millénaire av n. è. (Liesau von Lettow-Vorbeck 2014, 2017, Blasco Bosqued et al. 2011, Ríos Mendoza et al. 2011-2012. En parallèle, les activités d'archéologie préventive permettent d'apporter de nouvelles données sur le Campaniforme en contexte non funéraires. ...
... No obstante, teniendo en cuenta lo lucrativo del comercio de sal, no parece probable que las comunidades que habitaron en entornos salobres se resignaran a dejar pasar la oportunidad de beneficiarse de esta actividad -por muy sacralizada que estuviera-, lo que inevitablemente habría conducido a tensiones y conflicto social. En este sentido no podemos dejar de mencionar las evidencias de violencia interpersonal que se vienen observando en el registro arqueológico calcolítico del interior peninsular (Esparza et al., 2009;Liesau et al., 2014); episodios de los que las élites campaniformes no lograron escapar y que notoriamente se manifiestan en los traumatismos y lesiones documentados en sus propios restos esqueléticos (Flores y Garrido, 2014;Liesau, 2017: 314-315). De este modo, los signos de violencia que presentan algunos individuos campaniformes de necrópolis como Humanejos o Cuesta de la Reina -ubicadas, no está de más recordarlo, en el paisaje salobre del Bajo Jarama-¿podrían estar revelando la existencia de luchas por hacerse con el control sobre la producción y distribución de la sal? ...
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En este trabajo se recopilan los datos publicados de 91 individuos con 116 lesiones osteológicas compatibles con actos violentos de diferentes yacimientos de la Península Ibérica, todos ellos datados en el IV y III milenio a.C. Se ha procedido a la descripción y catalogación de cada traumatismo –tipología, hueso afectado, lado y supervivencia– y de los individuos que lo sufrieron –sexo y edad–. A partir de dichos datos se han analizado las frecuencias e independencia de las variables con el fin de conocer la magnitud y alcance de los episodios violentos en este periodo y evaluar si existen patrones generales en lo que respecta al perfil de los individuos implicados.
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En este trabajo se recopilan los datos publicados de 91 individuos con 116 lesiones osteológicas compatibles con actos violentos de diferentes yacimientos de la Península Ibérica, todos ellos datados en el IV y III milenio a.C. Se ha procedido a la descripción y catalogación de cada traumatismo –tipología, hueso afectado, lado y supervivencia– y de los individuos que lo sufrieron –sexo y edad–. A partir de dichos datos se han analizado las frecuencias e independencia de las variables con el fin de conocer la magnitud y alcance de los episodios violentos en este periodo y evaluar si existen patrones generales en lo que respecta al perfil de los individuos implicados.
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The Archaeology of the Iberian Peninsula - by Katina T. Lillios December 2019
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Cambridge Core - Middle East Studies - The Archaeology of the Iberian Peninsula - by Katina T. Lillios
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This chapter shows the functional study of the Humanejos wrist-guards presenting the methodology carried out, studying its use-wear and analysing eventual residues. Likewise a reflection about the functional results is done.
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We present a detailed study of the technological, functional and post-depositional use-wears of the metallic elements from the Bell-Beaker graves goods of Humanejos (Parla, Madrid). Just 4 of those graves Contained 16 metallic objects: 7 Palmela points, 4 tanged daggers, 3 awls, one flat axe and one atlantic halberd.
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The archaeological excavation carried out at Mariana de Pineda street (Valencina de la Concepción, Seville) supplied a significant amount of animal remains belonging to two domestic structures. Through an archaeozoological study, we approach the characterisation of this faunal assemblage, discussing the relationship that the human community of Valencina had with these animals in the 3rd millennium BC. We note a diversified animal economy mostly based on the consumption of domestic fauna that rises above the contribution of hunting. Among the domestic animals, pigs are prevailing, followed by the ovicaprines and bovines.
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The excavations carried out in the site of Camino de las Yeseras has provided a series of new aspects of the Chalcolithic period of Madrid. One of the most interesting aspects has been the fact that it has been possible to perform a study of the funeral rituals with a great variety of individual and collective burials in enclosures or delimited areas. Among the last ones, hipogeus and small caves were especially assigned to groups containing Bell Beaker pottery. The osteomorphologic and size characteristics of some Bell Beaker individuals point them out as having a conspicuous physical aspect during their life time and the funerary gifts consist fundamentally of ceramic sets of Ciempozuelos style in an unusual association accompanied by prestigious elements such as golden and ivory beads.
Conference Paper
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In this paper the following items will be presented and discussed: 1 – History of the research; 2 – Twenty years of archaeological excavations: 1983-2002; 3 – Methodological aspects; 4 – Architectonical evolution of the defensive system; 5 – Techniques of construction.
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Se aporta la Memoria de Excavación de este dolmen de la Cuenca del río Ebro conocido por informes parciales. En este trabajo se incorpora el inventario completo de los materiales arqueológicos recuperados, el proceso de estudio, rasgos de su arquitectura, de los ajuares y algunos datos sobre la población, junto a la reflexión de conjunto.
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In this work we expose the existence of a long lasting tradition of ditched enclosures in Southwestern Iberia during the 4th and 3rd millennia BC. Actually, in the southwest of the Iberian Peninsula, countless ditched enclosures (recintos de fosos) were built. Despite their abundance and the huge size of some of them -over 100 ha in certain cases-, references to Iberian recintos de fosos have been scarce, partial or inaccurate in international meetings and collective works on the matter. This state of affairs can be explained in part by the traditional tendency of both Portuguese and Spanish archaeologists to isolate themselves from the surrounding European academia. Methods and techniques that had been proved to be successful in other parts of Europe were not applied until recently; e.g. aerial photographs, geophysical surveys, extensive excavations, etc. One of the ideas we defend is that Iberian recintos de fosos must be understood in an European context, especially Neolithic causewayed enclosures. It all contrasts with traditional approaches to the problem in Iberian Archaeology, but we think is very state-of-the-art when considered in a broader academic environment. We also found that formation processes of the archaeological record were a crucial aspect of the problem which had gone partly unnoticed