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Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
Estrategia y conocimiento
en la gestión organizacional
Luis Antonio Orozco Castro*
Diego Andrés Chavarro-Bohórquez**
Hugo Alberto Rivera Rodríguez***
Recibido: agosto de 2007. Aceptado: septiembre de 2007.
RESUMEN
En este artículo el lector encuentra una revisión histórica de la literatura sobre estrategia,
en la que se desarrolla el tema del conocimiento como uno de los recursos estratégicos más
importantes para crear la ventaja competitiva de las fi rmas. El objetivo consiste en destacar
los temas de discusión sobre el conocimiento en la estrategia, teniendo como intermediario
la gestión del conocimiento frente al paradigma de la visión basada en el conocimiento de
Robert M. Grant, en aras de proponer una discusión sobre la relación entre estrategia y cono-
cimiento, frente a algunas consideraciones expuestas, para realizar una investigación ulterior
sobre el tema.
Palabras clave: estrategia, gestión del conocimiento.
ABSTRACT
In this article the reader fi nds a historical revision of the literature it has more than enough
strategy in which the topic of the knowledge is developed like one of the most important stra-
tegic resources for the creation of the competitive advantage of the signatures. The purpose
consists on putting in evidence the discussion topics on the knowledge in the strategy, having
as middleman the administration of the knowledge in front of the paradigm of the vision based
on the knowledge of Robert M. Grant, for the sake of proposing a discussion on the relations-
* Administrador de Empresas, Pontifi cia Universidad Javeriana, Colombia. Estudiante del Doctorado
en Administración, Universidad de los Andes, Colombia. Investigador de la Vicerrectoría de Investi-
gaciones, Universidad de los Andes. Correo electrónico: lorozco@uniandes.edu.co.
** Profesional en Estudios Literarios, Universidad Nacional de Colombia. Investigador de la Vicerrectoría
de Investigaciones, Universidad de los Andes, Colombia. Correo electrónico: dchavarr@uniandes.edu.
co.
*** Economista empresarial, Universidad Autónoma de Manizales, Colombia. MBA, Universidad Exter-
nado de Colombia. Estudiante del Doctorado en Administración, Universidad de los Andes, Colombia.
Profesor principal de carrera de la Facultad de Administración, Universidad del Rosario, Colombia.
Correo electrónico: hurivera@urosario.edu.co-hurivera@uniandes.edu.co.
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Estrategia y conocimiento en la gestión organizacional
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
hip between strategy and knowledge in front of some considerations that are exposed to carry
out an ulterior investigation on the topic.
Key words: Strategy, knowledge management.
INTRODUCCIÓN
El artículo está distribuido en cinco
secciones. En la primera se revisa el
concepto de estrategia, en la segun-
da se analiza el conocimiento como
un activo estratégico de la fi rma, en
la tercera se aborda el tema de la
gestión del conocimiento, en la cuar-
ta se trata la relación existente entre
estrategia y gestión del conocimiento
y en la quinta se concluye. Este do-
cumento se caracteriza por la riguro-
sidad teórica fundamentada en una
revisión de los autores que relacio-
nan el concepto de estrategia y el de
gestión del conocimiento.
EL CONCEPTO DE
ESTRATEGIA
La estrategia es una noción que apa-
rece mencionada desde el Antiguo
Testamento1 y cuenta con una conti-
nua y dinámica evolución semántica
en el ámbito práctico y académico
(Bracker, 1980). Desde su concep-
ción en el arte militar de dirigir (Real
Academia Española, 2001), cuando
se entendió que la estrategia consiste
en la gestión de la coordinación del
trabajo cooperativo orientado, esto
es, el desarrollo del ejercicio del
poder para mantener el control en
la asignación de recursos y poseer
nuevos territorios en posiciones pri-
vilegiadas que faciliten doblegar al
contrario y tomar dominio y propie-
dad de nuevos recursos, el término se
incorporó en la actividad económica
de las organizaciones después de la
Segunda Guerra Mundial, a través
de los escritos de von Neumann y
Morgenstern2 (Bracker, 1980).
Nació entonces la literatura en es-
trategia, que fue desarrollada en la
Escuela de Negocios de Harvard en
las décadas de los cincuenta y de los
sesenta, tanto en artículos de la Har-
vard Business Review (Grant, 2003)
como en libros de planeación y políti-
cas de negocio (Mintzberg, 1990).
La estrategia ha descansado en el
espíritu de las obras clásicas de la
administración, como la de Barnard
(1958)3 y su concepción de la coope-
1 Ya desde el siglo IV a. C. se reconoce la aparición de la palabra en el ámbito militar en el caso de Sun
Tzu (Mintzberg, 1990; Sanabria, 2005).
2 J von Neumann, O Morgenstern - Theory of games and economic behavior - 5272 citas (25 julio de
2007).
3 CI Barnard (1938) - The functions of the executive - 2438 citas (25 julio de 2007).
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ración, y Selznick (1957)4 y su con-
cepción de la competencia (Spender,
1999; Mintzberg, 1990; Mintzberg
y Lampel, 1999). Desde la primera
concepción que aparece en la lite-
ratura de la gestión y la gerencia,
provista por Drucker en su seminal
obra La práctica de la gestión, de
19545 (Bracker, 1980), la estrategia
se fundamenta en el análisis de la
situación presente, la defi nición de
qué son los recursos y qué deberían
ser y la creación de los cambios con-
siderados necesarios para hacer el
futuro deseado.
Desde la obra clásica de la estrate gia:
Estrategia y estructura, de Chandler,6
pasando por Ansoff7 y Andrews,8
quienes en especial “sugieren que las
empresas obtienen ventajas competi-
tivas sostenibles al implementar es-
trategias que explotan sus fortale zas
internas respondiendo a las oportu-
nidades del entorno, también neutra-
lizan las amenazas externas y com-
pensan las debilidades internas” (Sa-
nabria, 2005: 18), hasta las visiones
contemporáneas de Porter9 y Grant,10
la evolución en la concepción de la
estrategia no goza actualmente de un
consenso general por los académicos
y los gerentes (Sanabria, 2005).
Una corriente de pensamiento en la
estrategia asume que el desempeño
de la fi rma depende de las condicio-
nes del mercado.11 Desde el trabajo
seminal de Bain (1951),12 que Porter
(1980 y 1985) complementó notable-
mente, esta corriente permite analizar
el panorama de las interacciones de
las fi rmas con el entorno para crear
una ventaja competitiva (Sanabria,
2004). Por otra parte, y siguiendo
la tradición schumpeteriana, otros
investigadores se han concentrado
en las ventajas internas que tiene una
compañía para generar una posición
que le represente nuevas formas de
4 P Selznick (1957) - Leadership in Administdon: A Sociological Interpretation - 1789 citas (25 julio de
2007)
5 PF Drucker (1954) - The Practice of Management - 1049 citas (25 julio de 2007)
6 AD Chandler (1962) - Strategy and Structure - 3063 citas (25 julio de 2007)
7 HI Ansoff (1965) - Corporate Strategy - 1815 citas (25 julio de 2007)
8 KR Andrews (1971) - The concept of corporate strategy - 1425 citas (25 de julio de 2007)
9 ME Porter (1980) - Competitive Strategy - 7747 citas (25 de julio de 2007)
10 RM Grant (1996) - Toward a Knowledge-Based Theory of the Firm - 2075 citas (25 de julio de
2007)
11 Esta corriente reposa en las ideas de las economías de aglomeración de Marshall.
12 Bain, JS (1951) –Relation of Profi t Rate to Industry Concentration: American Manufacturing, 1936-
1940– 328 citas (25 de julio de 2007). Véase en especial los trabajos de la economía industrial desde la
década de los cincuenta basados en el análisis estructura-conducta-desempeño de la tradición de Mason,
Bain y Scherer que fue ampliamente revitalizada por Porter (1981; Rugman y Verbeke, 2002).
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competir y alterar el equilibrio del
mercado (Sanabria, 2004).
La estrategia descansa sobre la no-
ción de competitividad, que está aso-
ciada en la literatura a los escri tos de
Ricardo, Schumpeter y Penro se. La
competitividad, desde la concep ción
de la teoría basada en los recur sos,
viene de la capacidad de relacionar
recursos para alcanzar mejores de-
sem peños y rentabilidades, donde la
innovación y la imposibilidad de imi-
tación que reside en las competencias
y capacidades únicas de la organi-
zación son la base para asegurar la
supervivencia y mejores desempeños
(Grant, 1999).
La visión basada en los recursos, que
tiene sus raíces en el pensamiento de
Penrose y la concepción estratégica
de Andrews, fue propuesta por Wer-
nerfelt13 para analizar las “fi rmas en
términos de los recursos en vez de en
términos de sus productos” (1984:
179), con el fi n de crear barreras y
defi nir su posición competitiva. Esta
orientación teórica ofrece una alter-
nativa conceptual que permite orien-
tar el análisis de las relaciones entre
recursos, competencias, capacidades,
ventaja competitiva y rentabilidades
en el tiempo (Grant, 1999).
Diversos autores abrieron paso para
que se revitalizaran las ideas de Pen-
rose sobre la coordinación de los re-
cursos (Spender, 1999; Grant, 1996 y
1999; Rugman y Verbeke, 2002; Sa-
nabria, 2005).; es el caso de Rumelt
(1984),14 quien escribe sobre los re-
cursos y su heterogeneidad; Barney
(1986),15 que trabaja el concepto de
cultura y su intransferibilidad; Teece
(1987),16 quien aborda el tema de la
innovación y apropiabilidad; Prahalad
y Hamel (1990),17 quienes desarrollan
el concepto de competencias centra-
les, y Peteraf (1993),18 que aborda el
concepto de las piedras angulares de
las ventajas competitivas.
La estrategia ha descansado en la
idea de la planeación, y es este uno
de los puntos más álgidos en la dis-
cusión, ya que tanto gerentes como
investigadores no saben a ciencia
cierta si realmente la planeación
incide o no en el desempeño de las
fi rmas, en especial por dos fenóme-
nos importantes. Por una parte, la
proliferación de consultores y el iso-
morfi smo en términos de la planea-
13 3781 citaciones (25 de julio de 2007)
14 888 citaciones (25 de julio de 2007)
15 735 citaciones (25 de julio de 2007)
16 185 citaciones (25 de julio de 2007)
17 5916 citaciones (25 de julio de 2007)
18 1973 citaciones (25 de julio de 2007)
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ción de las industrias (Powell, 1992;
Christensen, 1997) imposibilitaría la
diferenciación; por la otra, la direc-
ción estratégica que deviene de los
tiempos de turbulencia (p. ej., Druc-
ker, 1980, citado en Ansoff, 1991;
Zajac, Kraatz y Bresser, 2000; Grant,
2003) ha fomentado el debate sobre
la real utilidad de la planeación en la
diferenciación y el desempeño de las
organizaciones.
En la década pasada, los académicos
cuestionaron arduamente la falta de
un paradigma dominante que real-
mente ayudara a las empresas a pros-
perar, y a la teoría, a explicar y pre-
decir. Por ejemplo, Rumelt, Schendel
y Teece aseguran que “In Kuhnian
terms, perhaps strategic manage-
ment is pre-paradigmatic” (1994:
1), mientras que Prahalad y Hamel,
anunciando que las antiguas recetas
de distinción como la calidad total,
la reingeniería, el empoderamiento
y otras modas empresariales ya no
funcionan más, afi rman que:
In the absence of a consistent and
useful strategy paradigm that they
can use, managers appear to have
embraced attention to ‘implemen-
tation’ as their saviour, more or less
abandoning strategy as either unim-
portant or uninteresting. Academics
continue to search for new appro-
aches. (1994: 5)
La planeación estratégica ha demos-
trado en varios casos que en el ámbito
corporativo puede causar serias catás-
trofes (Grant, 1999a; Collins y Mon-
gemery, 1999). De esta forma, los
académicos han enfocado sus críticas
en los rituales de calendario (Grant,
2003, citando a Hamel, 1996), que
impiden a los gerentes y sus organiza-
ciones desarrollar un proceso de apro-
vechamiento dinámico de sus recursos
y capacidades para hacer frente a los
tiempos cambiantes (Grant, 2003).
Desde la visión basada en los re-
cursos, Grant (2003) demuestra que
no es disyuntiva la planeación de
largo plazo con el ajuste estratégico.
Describe cómo las grandes corpora-
ciones continúan trabajando sobre
planes de largo plazo, como prescri-
be la literatura clásica en estrategia,
pero han cambiado sustancialmente
sus formas y estructuras para desa-
rrollar el proceso estratégico y lograr
un mejor desempeño. Encuentra que
la estrategia tiene lugar en sistemas
más informales, de corta duración,
enfocados en una meta, y concen-
trados en los resultados fi nancieros
como refl ejo de la creación de valor,
en los que se destaca la participación
de los mandos medios.
No obstante, Grant (2003) asegura
que aún es poco lo que sabemos em-
píricamente del proceso estratégico
real en las organizaciones, de la inci-
dencia de los tiempos de turbulencia
y de cómo opera el conocimiento
como recurso esencial para crear y
sostener una ventaja competitiva.
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EL CONOCIMIENTO COMO
EL RECURSO ESENCIAL DE
LA FIRMA
Desde la tradición shumpeteriana del
desarrollo económico sustentado en
la innovación, autores como Drucker
y Penrose han cimentado la idea que
es el conocimiento el recurso esencial
para desarrollar mejores desempeños
empresariales. Drucker enfatiza que
“de todos los recursos de que dispone
el hombre, el único que puede crecer
y desarrollarse es el hombre mismo”
(1969: 24), y con ello da la pauta
central de la práctica de la gerencia,
la diferenciación del trabajador de
conocimiento y la legitimación de su
institución frente a la conducción del
progreso económico organizado.
Para Drucker la función de las ganan-
cias en el juego de la rentabilidad es
la de hacer productivos los recursos
invirtiendo especialmente en la des-
centralización, la formación de per-
sonas y en la innovación. En 1959,
Edith Penrose propuso la teoría del
crecimiento de la fi rma, en la que el
conocimiento es el determinante de
la ventaja competitiva, ya que es el
componente fundamental en el proce-
so de creación de valor con el uso de
los recursos económicos. Ella consi-
dera que estos recursos económicos
son diferentes de los recursos “li-
bres”, en la medida en que son usa-
dos de una manera determinada por
el conocimiento y la experiencia
acumulada con el trato de los mismos
en la producción.
Penrose es pionera en abordar la rela-
ción entre elementos materiales y hu-
manos, basándose en la idea de que
un mismo recurso ofrece diferentes
servicios, dado el conocimiento de
la organización para aprovecharlos.
Es realmente el proceso de darles
nuevos usos y combinaciones a los
recursos lo que permite “alentar in-
novaciones las cuales usen sus ser-
vicios en la producción” (Penrose,
1999: 65).
Desde la edición especial del número
17 del Strategic Management Jour-
nal, en 1996, “Knowledge and the
Firm”, en particular el artículo semi-
nal de Grant, “Toward a Knowledge-
Based Theory of the Firm”, y el de
Spender, “Making Knowledge the
Basis of a Dynamic Theory of the
Firm”, los teóricos de la visión ba-
sada en los recursos, descansando
en las contribuciones de Penrose,19
Polanyi,20 Arrow21 y Hayek,22 han
concertado que es el conocimiento
19 ET Penrose (1959) - The Theory of the Growth of the Firm – 4726 citaciones (28 de julio de 2007)
20 M Polanyi (1966) - The Tacit Dimension – 4315 citaciones (28 de julio de 2007)
21 KJ Arrow (1962) - The Economic Implications of Learning by Doing – 2706 citaciones (28 de julio
de 2007)
22 FA Hayek (1945) - The use of knowledge in society – 2345 citaciones (28 de julio de 2007)
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el recurso que en última instancia
determina la ventaja competitiva, al
ser la fuente de creación de capaci-
dades y competencias organizacio-
nales (Spender y Grant, 1996; Teece,
Pisano y Shuen, 1997; Zack, 1999;
Simonin, 1999; Pinch et al., 2003;
McEvily, Das y McCabe, 2000).
El libro Knowledge and Strategy,
editado por Zack (1999), recoge los
trabajos más relevantes de la visión
basada en los recursos, sobre el que
se hace referencia para dar las pautas
más importantes del pensamiento
en este campo, y finalizar con la
visión basada en el conocimiento
de Grant (1996), no compilado en
Zack (1999).
El conocimiento en la visión basada
en los recursos es entendido en prin-
cipio como parte integral de las per-
sonas. Romer, al analizarla noción
de recursos intangibles, encuentra
que el conocimiento para operarlo y
obtener benefi cios organizacionales
va más allá del trabajador de conoci-
miento. Encuentra que:
… years ago, Peter Drucker pointed
to a distinction that is more useful
than the familiar one of production
versus non-production workers or
workers versus supervisors. Some
people, including most production
workers, work with physical ob-
jects. Other work with intangibles.
He called them knowledge workers.
(1999: 70)
En esencia, el conocimiento es el
componente clave en la ventaja com-
petitiva, porque como activo guarda
unas propiedades que hacen inde-
fectible una organización. Teece,
Pisano y Shuen afirman que “the
very essence of most capabilities/
competences, is that they cannot be
readily assembled through markets”
(1997: 90), entendiendo que las fi r-
mas existen porque en ellas pueden
crearse competencias y capacidades
que no pueden ser transadas fácil-
mente en el mercado, ya que estas se
construyen en una dinámica basada
en el aprendizaje.
Para Spender (1999), las ventajas
competitivas que devienen de las
competencias y capacidades se deben
a la coordinación de los recursos en
la formación de prácticas colectivas
que crean y aplican el conocimiento
en la producción. Este autor, desde
la fi losofía del conocimiento, retoma
los fundamentos teóricos, en especial
de Weber (quien argumenta que “bu-
reaucracy is control on the basis of
knowledge”, p, 120) y Durkheim
(quien sostuvo que “every society
is constituted by collective ways of
acting and thinking”, p, 121), con el
fi n de reedifi car la noción implícita de
aprender haciendo de Penrose, luego
construida por Arrow, y cimen tar la
idea que la competitividad devie ne de
la interacción coordinada de la capa-
cidad más fundamental del hombre,
aprender haciendo en una comu nidad
de práctica. Esta visión es complemen-
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tada por Grant (1999b), quien cons-
truye la idea de que en la integración
del conocimiento especializa do de los
individuos la fi rma puede construir
sus capacidades organizacionales.
En la visión basada en los recursos, el
conocimiento es entendido como un
activo que tiene la capacidad de ge-
nerar valor y producir riqueza. Win-
ter (1999) propone una taxonomía
para identifi car claramente el cono-
cimiento como un activo estratégico
en la organización y defi ne que en su
ambigüedad, esto es, la posibilidad
o imposibilidad de transferencia, se
concentra la posibilidad de hacer del
conocimiento un activo propenso a
ser protegido.
Hall (1999) se aproxima al conoci-
miento como un activo que, enten-
dido como recurso intangible, debe
ser protegido para preservar la fuente
de la ventaja competitiva de la fi rma.
Liebeskind (1999), complementando
esta visión, identifi ca los problemas
en la protección del conocimiento,
y argumenta que en los sistemas de
recompensas se deben analizar los
mecanismos y costos de la protec-
ción del conocimiento. Ella ve que
en última instancia, la comunicación
es el elemento vital del conocimiento
como ventaja competitiva.
Finalmente, los investigadores de
la visión basada en los recursos ven
que la relación entre estrategia y
conocimiento se encuentra en térmi-
nos del intelecto visto como capital.
Saint-Onge (1999) desarrolla una
defi nición de capital intelectual, asu-
miendo que el conocimiento tácito
se encuentra inmerso en la cultura
organizacional; por ende, en ella se
deben construir patrones de conducta
que estimulen el reconocimiento y la
estima de los individuos que promue-
ven el desarrollo de la organización
a través de su creatividad.
Bierly y Chakrabarti (1999), sobre
los trabajos de Nonaka, Spender y
Grant, construyen empíricamente
cuatro grupos de estrategias gené-
ricas de conocimiento. Parten del
hecho de que las diferencias entre
las fi rmas devienen de la forma como
integran y usan el conocimiento, en
una dinámica interactiva entre el
conocimiento individual y el colec-
tivo. Permiten inferir que es posi-
ble desarrollar marcos conceptuales
genéricos, como los ya exitosos de
Porter, Miller o Miles y Snow (véase
en especial Miller, 1992), en los que
los gerentes se apoyen para analizar
la estrategia del conocimiento.
Boisot (1999), al enfocar la estrategia
en el desarrollo tecnológico del po-
sicionamiento en el sentido militar,
concede al aprendizaje el factor esen-
cial para lograr que la fi rma logre me-
jores desempeños, pues ve en la codi-
fi cación del conocimiento el elemen-
to esencial para obtener benefi cios
reales. La tecnología, vista como la
incorporación del conoci miento en la
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producción a través de una trayectoria
de aprendizaje, requiere una cultura
específi ca que garantice la creación
de capacidades y permita conseguir
de ella una posición competitiva e
inimitable en el mercado.
Finalmente, y complementando la
idea del conocimiento en la firma
entendido como capital intelectual,
Quinn, Anderson y Finkelstein, ven
que la fi rma debe atraer el mejor capi-
tal humano del mercado y retenerlo:
“The best want to work with the best”
(1999, p. 276). Asumen que el cono-
cimiento sólo es productivo y se re-
produce como capital en la medida en
que se comparte en la organización.
Así, la identifi cación de los talentos
intelectuales y el aprovechamiento
de su interacción dentro de la fi rma
constituyen lo que en última instancia
determina la capacidad de competir.
Estos autores proponen diferentes ti-
pos de interacción entre las personas
en la fi rma, con el fi n de argumentar
que la integración del conocimiento
y su adquisición como valor depende
de las tecnologías de la información
y la comunicación, en especial en las
aplicaciones (software) que permite
sistematizarlo. Así, la propuesta cla-
ra para el conocimiento es el uso de
estas herramientas para manejar el
conocimiento y generar la anhelada
competitividad.
En el artículo “Toward a Knowledge-
Based Theory of the Firm”, Grant
(1996) defi ne las asunciones prin-
cipales para iniciar la construcción
de una teoría que permita explicar
la existencia de las fi rmas a partir
del conocimiento y la estrategia. La
propuesta de Grant asume que, en
principio, la fi rma existe porque el
mercado es incapaz de coordinar
el conocimiento de especialistas in-
dividuales para la producción econó-
mica, y que aun con la colaboración,
el proceso no sería efi ciente.
Así, conceptualiza la firma como
una institución que integra el co-
nocimiento y lo coordina para la
producción de bienes y servicios
mediante unas reglas de juego úni-
cas e idiosincráticas, que lo hacen el
recurso estratégico más importante
para competir. Al contrario de diver-
sa literatura al respecto, Grant asume
que el conocimiento reside en las
mentes de las personas, y son ellas
sus propietarias, por lo tanto, las fi r-
mas deben concentrarse en aplicar el
conocimiento de los especialistas en
vez de crearlo. En consecuencia, las
fi rmas y sus gerentes deben tener la
habilidad de integrar el conocimiento
de los individuos y coordinarlo en
la infraestructura de la organización
para crear su ventaja competitiva.
LA GESTIÓN DEL
CONOCIMIENTO
Al remontarse a los trabajos pioneros
de Polanyi y al desarrollo de su teoría
del conocimiento, se acepta que este
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es de dos tipos, tácito y explícito.
Aquí el primero es esencial para el
segundo. En palabras del autor, “Whi-
le tacit knowledge can be possessed
by itself, explicit knowledge must
rely on beings tacitly understood
and applied. Hence all knowledge is
either tacit or rooted in tacit knowled-
ge. A wholly explicitly knowledge is
unthinkable” (Polanyi, 2003: 144).
En general, esta idea se ha convertido
en el pilar fundamental del análisis
del conocimiento en las organiza-
ciones y en la economía. Así, el pa-
radigma del conocimiento tácito y
codifi cado es la guía inicial de todas
las corrientes de pensamiento en la
gestión del conocimiento. Las formas
de trabajar el conocimiento deviene
de la tradición cultural propia de de-
terminadas civilizaciones (Takeuchi,
2001). En principio, el conocimiento
es visto como un activo en la orga-
nización que debe ser protegido; por
lo tanto, la forma en que las naciones
han legislado los mecanismos para
su protección, así como los medios
en los que se defi nen los límites de
la propiedad intelectual, determinan
el modo en que las organizaciones
pueden administrar la tangibilidad
y la intangibilidad del conocimiento
(Nonaka y Teece, 2001).
En líneas generales, existen tres ten-
dencias claras en la gestión del cono-
cimiento en el mundo: primera, las
empresas estadounidenses se han ca-
racterizado por sus enormes esfuer-
zos para explicitar el conocimiento
y codifi carlo en bases de datos para
la explotación organizacional. Se-
gunda, las empresas europeas se han
concentrado en identifi car y medir
el conocimiento valioso en la ven-
taja competitiva para administrarlo.
Tercera, las corporaciones japonesas
se concentran en la administración
del conocimiento tácito a partir de
un compromiso vitalicio de trabajo
(Takeuchi, 2001).
Los autores no pretendemos hacer un
análisis exhaustivo de la administra-
ción del conocimiento, ya que supera
los objetivos de este texto, pero sí se
espera sentar un panorama sobre el
que se hará una discusión del cono-
cimiento y la estrategia. Con la apa-
rición del Journal of Knowledge Ma-
nagement, en 1998, se consolida la
discusión de una materia que impuso
los escritos de reconocidos consulto-
res de empresas en Estados Unidos
desde la década de los ochenta. The
Knowledge Management Yearbook,
por ejemplo, desde 1994 reúne textos
de consultores que desarrollan una
serie de tácticas para llevar a cabo
la gestión del conocimiento, donde
quizá el más importante ha sido Peter
Drucker.
Los académicos de las organizacio-
nes, por otra parte, especialmente
inspirados por los trabajos de Ikujiro
Nonaka sobre la creación de conoci-
miento, han desarrollado una línea
de análisis conceptual acerca de la
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forma en que el conocimiento se
crea, se protege, se transfi ere y se
utiliza en las organizaciones, y que
se consolida en recopilaciones como
Managing Industrial Knowledge.
Finalmente, la economía del conoci-
miento, liderada por los trabajos de
Dominique Foray, se ha preocupado
más por la efi ciencia económica de
un sistema de conocimiento y ha
desarrollado su propia visión, so-
bre todo en lo referente a la propie-
dad y el valor. Compilaciones como
Knowledge, Learning and Routines.
Critical Studies in Economic Institu-
tions contienen los textos fundamen-
tales de esta corriente de análisis.
Drucker (2000), quien da una visión
histórica de la gestión y el conoci-
miento como activo para el gobierno
corporativo, dice que en general la
administración de conocimiento re-
quiere necesariamente la tecnología
de la información y la comunicación
para hacer la transición de tácito a
codifi cado, y por lo tanto, apropiarlo
para el manejo organizacional. Ya
de tiempo atrás aseguraba que “El
gerente nunca podrá averiguar todos
los hechos que debería conocer. La
mayor parte de las decisiones tienen
que basarse en conocimientos in-
completos” (Drucker, 1969: 406).
Las visiones presentadas en libros
como The Knowledge Management
Yearbook tienen una idea generaliza-
da de ello, e intentan diseñar tácticas
para poner en marcha la práctica ge-
rencial —véase, por ejemplo, “New
Tools for Sustaining Competitive
Advantage”, de Fulmer, Gibbs y
Keys (2000)—. Textos como “Stra-
tegies for Managing Knowledge
Assets: The Role of Firm Structure
and Industrial Context”, de Teece
(2001), dan un alcance mayor a estas
suposiciones e inician la discusión
sobre la real actividad innovadora
que se debe esperar de la gestión del
conocimiento para obtener una ven-
taja competitiva sostenible.
Ampliando esta línea de pensamien-
to, aparecen construcciones como las
de Cowan, David y Foray (2003),
quienes desarrollan el concepto del
conocimiento tácito como un conoci-
miento articulable, que pone en evi-
dencia la restricción de la efi ciencia
económica en relación con el marco
regulatorio de la propiedad intelec-
tual y la expansión misma del cono-
cimiento (en especial el conocimien-
to científi co). Esta literatura tiene
un acercamiento más profundo a la
noción del conocimiento, en cuanto
en la línea de Nonaka, Tocoyama y
Konno (2001) se busca defi nir mar-
cos de referencia que permitan desa-
rrollar teorías y formas de analizar el
manejo efi ciente del conocimiento en
las organizaciones.
En síntesis, las organizaciones ope-
ran sobre las capacidades o las com-
petencias de aprendizaje, como me-
canismos para su funcionamiento.
48
Estrategia y conocimiento en la gestión organizacional
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
Para Foray (2004) y Teece (2001),
de este aprendizaje depende la es-
trategia para la administración del
conocimiento, y de esta, la ventaja
competitiva. El conocimiento en la
economía, y desde una perspectiva
de activo, es tratado desde el costo de
la interacción entre el conocimiento
tácito y el codifi cado, y el benefi cio
colectivo de su integración.
Teece, Pisano y Shuen afi rman que
“since productive knowledge is em-
bodied, this cannot be accomplished
by simply transmitting information.
[…] Indeed, replication and transfer
are often impossible absent the trans-
fer of people, though this can be mi-
nimized if investments are made to
convert tacit knowledge to codifi ed
knowledge” (1997: 525). Foray
(2004) muestra cómo la medición y la
codifi cación de conocimiento t ácito
resulta imposible,23 y su manejo, a
partir de políticas de administración
de personal que propicien la motiva-
ción de las personas para comunicar
su conocimiento y crear realmente
el valor.
Desde esta perspectiva, la gestión del
conocimiento permite enfocar sus
esfuerzos en la comunicación entre
las personas, a fi n de crear medios
híbridos de contacto que propicien
la transmisión de conocimientos. La
comunicación del conocimiento es la
base para la creación y la valoración
del capital intelectual de la organiza-
ción, que permita mantener una ven-
taja competitiva (Liebeskind, 1999;
Saint-Onge, 1999; Teece, 2002).
ESTRATEGIA Y GESTIÓN DEL
CONOCIMIENTO
A partir de Smith se admitió que la
especialización en el trabajo es un re-
querimiento que trae consigo el capi-
talismo. Así, “the most fundamental
principle of knowledge management
is that knowledge accumulation re-
quires human beings to specialize”
(Grant, 2001: 146). Desde Taylor, el
primero en describir la aplicación del
conocimiento al trabajo especializa-
do y quien debe ser reconocido como
el padre de la administración de co-
nocimiento (Drucker, 2000), hasta
los aportes de Simon, las formas en
las que propietarios y trabajadores se
relacionan con el capital ha conser-
vado la atención en el control.
La administración científi ca y sus
versiones modernas, como la investi-
gación de operaciones y el control de
calidad, han demostrado ser exitosas
como estrategia en Occidente, y de
ellas viene la tradición de controlar
la información, ahorrar en la reinven-
ción de la rueda y defi nir rutas de co-
nocimiento óptimas para manejar el
trabajo, su valor y sus resultados en
la competitividad de la organización
(Spender, 1999; Takeuchi, 2001).
23 Inspirado por la famosa frase de M. Polanyi: “Sabemos más de lo que podemos decir”.
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Luis Antonio Orozco C., Diego Andrés Chavarro - B., Hugo Alberto Rivera R.
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
Por otra parte, y reconociendo que
el conocimiento es en esencia de las
personas, Nonaka diferencia la ges-
tión del conocimiento de la creación
de conocimiento, y es enfático en
afi rmar que el conocimiento no es
sólo datos e información que puede
ser almacenada, transmitida y mani-
pulada, sino que involucra las emo-
ciones, los valores y las necesidades
de las personas en interacción. De
esta forma, el control se convierte
en un desgaste organizacional que
por sí solo no asegura que las orga-
nizaciones alcancen sus objetivos.
La posición radical de Nonaka es
que la organización, en vez de ad-
ministrar conocimiento en una ten-
sión entre tácito y codifi cado, debe
crearlo como una propiedad común,
que únicamente tiene valor cuan-
do está articulado, y aprovecharlo
como una real capacidad de competir
(Takeuchi, 2001).
Entendiendo que “el rol primario de
la fi rma, y la esencia de la capacidad
organizacional es la integración de
conocimiento” (Grant, 1999b: 134),
aparece la distinción clave para la
comprensión del conocimiento como
recurso estratégico que va a ser ma-
nejado en las organizaciones. Grant
(2001), al referirse a la distinción de
March (1991) entre exploración y ex-
plotación de conocimiento24 (véase
también Spender, 1996; Powell, Ko-
put y Smith-Doerr, 1996; Liebeskind,
Oliver, Zucker y Brewer, 1996), abre
la discusión sobre sus implicaciones
en la gestión gerencial, la estructura
organizacional y los procesos inter-
nos para aprovechar el conocimiento
en la innovación y la competitividad
que de ella deviene.
La labor fundamental de la gerencia
con el conocimiento es articularlo
en la organización, esto es, propi-
ciar nuevas estructuras y facilitar el
relacionamiento y la comunicación
entre las personas para explotarlo
en rutinas de interacción colectivas
de grupo (Grant, 2001). En la prác-
tica de la gerencia, se puede partir
de que “el individuo está ligado a la
compañía por un contrato de empleo
voluntario y cancelable, no median-
te un vínculo místico e indisoluble”
(Drucker, 1969: 436).
El conocimiento sobre el trabajo
pasó de ser propiedad exclusiva de la
organización que diseña el empleo,
a ser propiedad también de quien lo
ejecuta. La creatividad que imprime
una persona en el desempeño de su
labor crea valor y nuevo conocimien-
to. Por lo tanto, la gestión del cono-
cimiento como práctica debe crear,
en esencia, relaciones personales de
lealtad y un ambiente de trabajo agra-
24 “In contrast to earlier literature, knowledge is viewed as residing within the irtdividual, and the prir-
nary role of the organization is knowledge application rather than knowledge creation” (Grant, 1996:
109).
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Estrategia y conocimiento en la gestión organizacional
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
dable y placentero (Drucker, 2000).
La responsabilidad del trabajador del
conocimiento es con el desarrollo de
la labor asignada, pero la del geren-
te es la de coordinar esa labor con la
de otros especialistas, a fi n de cuentas
“la contribución única que se espera
de él es que de a otros la visión y
la capacidad para desempeñarse”
(Drucker, 1969: 397).
Pero la comunicación como meca-
nismo de interacción entre explo-
tación y exploración posibilita la
transferencia y la apropiación del
conocimiento. Así, la gran paradoja
del conocimiento para la estrategia se
plantea en términos de la apropiación
por parte de los competidores de la
ventaja competitiva de una fi rma. Si
el conocimiento es susceptible de
ser codifi cado, puede ser transferi-
do y copiado por los competidores.
Grant observa que “Knowledge is a
resource which is subject to uniquely
complex problems of appropriabili-
ty” (1996: 111).
Spender afi rma que “coordinating
capabilities need to be transferable
to new contexts. But when such capa-
bilities are transferable, they become
appropriable” (1999: 129). Los con-
ceptos como corporate competence
(Foray, 2004) y organizational ca-
pability (Foray, 2004), así como los
desarrollados en la visión basada en
los recursos, abordan la idea y las
formas en que el conocimiento puede
ser explotado como recurso, pero no
explorarlo, ya que eso puede propi-
ciar la apropiación fuera de la fi r-
ma. De este modo, considerando en
esencia el conocimiento un elemento
sinérgico de la capacidad estratégica
de la organización (Spender, 1999),
es indispensable que aparezcan “ins-
tituciones económicas alternativas”
(Grant, 2001: 165) que potencien
las capacidades competitivas, en
términos del costo en la efi ciencia
de la comunicación, transferencia y
reproducción de conocimiento como
riqueza.
La literatura de alianzas estratégi-
cas, clusters y conocimiento (p. ej.,
Simonin, 1999; Lerner y Merges,
1998; Pinch et al., 2003) muestra
las implicaciones de la relación con
el conocimiento interorganizacional,
tanto positivas (p. ej, el conocimiento
arquitectural) como negativas (p. ej.,
la ambigüedad del conocimiento),
pero no tiene en cuenta una noción
consensuada del conocimiento, lo
que hace compleja la integración
teorética de la estrategia y el cono-
cimiento.
En la literatura sobre estrategia abun-
dan las pruebas de hipótesis y cons-
trucción popperiana de conocimiento
—la que Spender denomina “Po-
pperian learning strategy” (1999:
127) en las organizaciones—, pero
a excepción de Spender, no aborda
sistemáticamente una noción de co-
nocimiento que permita objetivar las
consideraciones sobre la gestión para
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Luis Antonio Orozco C., Diego Andrés Chavarro - B., Hugo Alberto Rivera R.
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no solo explotarlo, sino explorarlo.
La carencia de una posición sobre la
epistemología del conocimiento no
permite adelantar una construcción
teórica que proponga los elemen-
tos esenciales para desarrollar una
estrategia para la gestión del cono-
cimiento.25
Al respecto, la distinción dada por
Foray (2004) entre conocer y saber
permite identifi car dos formas cla-
ras de conocimiento, en la que la
segunda se refi ere al conocimiento
certifi cado por los mecanismos insti-
tucionales de la ciencia, en los que la
publicación de artículos y la asigna-
ción de patentes da la fi abilidad sobre
la calidad y la relevancia del nuevo
conocimiento. Foray afi rma que:
In science-based sectors the connec-
tion to external networks is so essen-
tial that it impacts the internal orga-
nization of the fi rm: researchers in
the fi rm have to publish in academic
journals in order to have something
to trade with university researchers.
(2004: 214-215)
Desde la perspectiva de Foray, es
posible abordar el conocimiento so-
cialmente valioso y representativo,
distinguiendo entre el conocimiento
científi co y otras formas de conoci-
miento, pero también pone de relieve
la necesidad de proteger el conoci-
miento y potenciar su expansión en
la institución de la ciencia.
Luego de una revisión se encontró
que, a excepción de Cowan, David
y Foray (2003), Powell y Grodal
(2005), Liebeskind, Oliver, Zuc-
ker y Brewer, (1996), no se discute
cómo está implicada la ciencia en
el conocimiento organizacional. En
síntesis, aún es poca la información
que tenemos sobre el conocimiento
como recurso, pero sí sabemos que el
intercambio de conocimiento decide
cómo las organizaciones adoptan es-
trategias, internas y externas, que les
permiten competir en el mercado y
sobrevivir. Los derechos de propie-
dad acerca del conocimiento operan
en su codifi cación, especialmente me-
diante patentes, prototipos y artícu-
los científi cos, por los cuales otras
organizaciones pueden apropiarse
del nuevo conocimiento; también
ocurre que las empresas competido-
ras contratan personas clave de otras
organizaciones. Así, la movilidad
laboral y el sistema de comunica-
ción de la ciencia deben ser objeto
de estudio para entender cómo el
intercambio de conocimiento afecta
25 Por ejemplo, Grant escribe “What is knowledge? Since this question has intrigued some of the world’s
greatest thinkers from Plato to Popper without the emergence of a clear consensus, this is not an arena
in which I choose to compete. In terms of defi ning knowledge, all I offer beyond the simple tautology
of ‘that which is known’ is the recognition that there are many types of knowledge relevant to the fi rm”
(1996: 110).
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Estrategia y conocimiento en la gestión organizacional
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
a las organizaciones, sus estructuras
y sus estrategias.
DISCUSIÓN Y
CONCLUSIONES
Hay dos aspectos distintivos en la
propuesta de Grant (1996). El prime-
ro referente a la naturaleza de la fi r-
ma y el segundo tiene que ver con la
concepción de coordinación y coope-
ración como elementos esenciales de
la ventaja competitiva basada en el
conocimiento. Grant afi rma que “The
emerging ‘knowledge-based view’
is not, as yet, a theory of the fi rm”;
sin embargo, su aproximación abre
paso al análisis del “management of
knowledge […] to the utilization of
knowledge within the fi rm to create
value” (1996: 110).
En la teoría organizacional es claro
que tanto en la línea de la econo-
mía institucional de los costos de
transacción de la tradición de Coa-
se y Williamson como en la socio-
logía institucional de DiMaggio y
Powell, la concepción de la fi rma
no tiene un consenso generalizado
(Hollingsworth, 2000). La propuesta
de Grant, en contraposición a Wi-
lliamson, se encuentra en la vía de
la proposición de Drucker acerca de
que “la empresa comercial moderna
se ha convertido en una institución
básica de nuestra sociedad” (1969:
220), y la de Selznick, quien vio que
“el proceso de institucionalización”
(1957: 7) de las organizaciones po-
sibilita la aparición de competencias
distintivas.
En la visión basada en los recursos,
las fi rmas se conciben como institu-
ciones que integran y transforman
recursos en una compleja dinámica
organizacional de coordinación so-
bre la que reposa su competencia
distintiva (Grant, 1999a). Los re-
cursos escasos proveen ventajas im-
portantes en el entorno competitivo
y cambiante, y en general el conoci-
miento califi cado es el recurso escaso
más importante para desarrollar las
capacidades (Grant, 1999b, citando a
Quinn, 1992). Grant (2000) entiende
que “una capacidad puede defi nirse
como la aptitud e idoneidad de la
organización para realizar una tarea
o actividad. Las capacidades, en con-
traste con los recursos físicos tangi-
bles, conllevan complejos patrones
de coordinación y cooperación entre
gente y recursos” (Sanabria, 2005:
143).
Ya desde Barnard, quien dijo que
“la coordinación de esfuerzos es
esencial para un sistema de coope-
ración” (1959: 245), la literatura en
administración ha construido estos
dos conceptos como complemen-
tarios, pero en enfoques separados.
La cooperación es una noción que
fue ampliamente desarrollada en la
economía institucional de Coase y
Williamson, sobre la que se asume
el oportunismo como un compor-
tamiento generalizable, en especial
53
Luis Antonio Orozco C., Diego Andrés Chavarro - B., Hugo Alberto Rivera R.
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
sobre la especialidad de los activos.
Si se entiende que la cooperación en
la literatura dio lugar al énfasis en las
relaciones jerárquicas y a su control
por medio de la burocracia, la coor-
dinación expuesta por Selznick26 y su
desarrollo ulterior por autores como
March, Simon y Ouchi ha desarro-
llado la idea del papel fundamental
del gerente para asignar los recursos
y combinarlos de forma eficiente
en su tarea central de coordinación
(Grant, 1996). En esencia, para Grant
la coordinación es fundamental para
la efi ciencia de la cooperación. Con-
sidera, por ejemplo, que:
Transferring knowledge is not an
efficient approach to integrating
knowledge. If production requires the
integration of many people’s specia-
list knowledge, the key to effi ciency
is to achieve effective integration
while minimizing knowledge trans-
fer through cross-learning by orga-
nizational members. If Grant and
Spender wish to write a joint paper
together, effi ciency is maximized not
by Grant learning everything that
Spender knows (and vice versa), but
by establishing a mode of interaction
such that Grant’s knowledge of eco-
nomics is integrated with Spender’s
knowledge of philosophy, psychology
and technology, while minimizing the
time spent transferring knowledge
between them. (Grant, 1996: 114)
Pese a ello, el problema que tiene la
aproximación de Grant es que elu-
de la discusión de la naturaleza del
conocimiento, y sin una concepción
clara de éste, su administración resul-
ta ciega. Intuitivamente, es posible
imaginar cómo debería funcionar
mejor una gestión del conocimiento,
pero en la práctica no siempre todo
sale como estaba planeado. Enton-
ces, la difi cultad de integrar una con-
cepción teórica sobre la práctica de
la estrategia y el conocimiento radica
en la intermediación de la gestión
del conocimiento como constructo
teórico.
Es necesaria una epistemología para
el conocimiento en las organizacio-
nes, apoyada en el análisis de la so-
ciología del conocimiento, que per-
mita desentrañar cómo se transmite
y se construye el conocimiento, y el
rol primordial que en ello desem-
peñan los grupos. No se entiende el
conocimiento de otra manera; sólo
si hay interacción, ya que si no se
comunica, no es efectivamente un
objeto cognoscible socialmente. El
conocimiento, esto es, la concien-
cia intelectual experimentada en el
ordenamiento de la realidad, tiene
26 Consúltese, en especial, la discusión que Selznick da sobre la diferencia entre la organización conce-
bida por Barnard, sobre la que afi rma que “the term ‘organization’ thus suggest a certain bareness, a
lean, non-sense system of consciously co-ordinated activities” (1957: 5) y la que propone mediante la
institucionalidad.
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Estrategia y conocimiento en la gestión organizacional
Univ. Empresa, Bogotá (Colombia) 6 (13): 37-58, julio-diciembre de 2007
diversas formas de expresión, pero
sin la experiencia de al menos dos
personas, no lo hay.
¿Qué conocimiento es valioso para
la organización? ¿La gestión del
conocimiento debe concentrarse en
explotar o explorar el conocimien-
to? ¿Es la gestión del conocimiento
una estrategia? Ahora no se puede
responder estos interrogantes; pero
sí es posible plantear algunas ideas
generales para orientar futuras inves-
tigaciones que aborden la estrategia
y el conocimiento a la luz de las
bases conceptuales de estrategia y
estructura de Chandler, implícitas en
las posiciones de Grant, en la visión
basada en los recursos.
De esta forma, el aporte de William-
son sobre mercados y jerarquías
adquiere un nuevo valor sobre la
propuesta en mención: si una fi rma
depende del aprendizaje para crear
sus capacidades y en la interacción
continua de la comunicación el co-
nocimiento adquiere valor organiza-
cional, parece que la mejor estrategia
para asegurarla se encuentra en la
integración vertical. Por mencio-
nar solo un caso, el vencimiento de
patentes hace que la única forma
de mantener el monopolio de ese
conocimiento sea comprando a los
potenciales competidores. Existe
una clara tendencia de fusiones en
sectores intensivos en conocimien-
to, en las que poco conocemos de
la administración de conocimiento.
¿Será que la gestión del conocimien-
to como estrategia propicia en parte
la ola de fusiones que se presentan
en la actualidad?
La gestión del conocimiento, conce-
bida básicamente como las formas
prácticas en las que las personas
de una organización usan su cono-
cimiento tácito y codifican su co
nocimiento técnico, es un paso ade-
lante para investigar la valoración
de la intangibilidad y desarrollar op-
ciones teoréticas que, analizando el
conocimiento como un activo creado
en la transmisión de conocimiento,
permita dar opciones descriptivas del
funcionamiento de comunidades de
práctica, en las que profesionales y
científi cos desarrollan una interac-
ción inventiva e innovativa para la
construcción de una ventaja compe-
titiva sostenible.
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