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Valladolid y sus círculos económicos de relación (1475-1520)

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Abstract

El artículo analiza la influencia territorial de la economía mercantil de Valladolid y las funciones que esta desempeñó en Castilla, dentro del período de transición entre el siglo XV y el XVI. Plasma una investigación que combina, por un lado, el estado de la cuestión bibliográfica y la labor archivística y, por el otro, informaciones extraídas de la propia realidad vallisoletana y de espacios externos a ella. Así, a partir del contexto ofrecido por el impacto que lo urbano manifestó en los países europeos e hispánicos de finales de la Edad Media, el trabajo plantea el papel entonces de Valladolid como plaza comercial y de consumo y examina dos cuestiones principales: los flujos humanos y de negocios que eran atraídos por la villa y la presencia de los mismos mercaderes de Valladolid en otros espacios. Todo esto permite dibujar la extensión y los límites que alcanzó la proyección territorial de la localidad y, en conclusión, establecer la hipótesis de que esta se convirtió en un área mercantil intermedia a escala castellana.
ISSN: 1138-9621
EDAD MEDIA
Revista de Historia
2014 Vol. 15
MANIFESTACIONES DEL IMPACTO URBANO
EN LA BAJA EDAD MEDIA
VALLADOLID – (ESPAÑA)
EDAD MEDIA. Revista de Historia
ISSN: 1138-9621
Año 2014, Volumen 15
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D. Julio Valdeón Baruque, EDAD MEDIA.
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ISSN: 1138-9621
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EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid
Edad Media. Revista de Historia (EM)
ISSN: 1138-9621
Año 2014, Volumen 15
SUMARIO
Presentación ............................................................................................ 15-16
Sumario Analítico .................................................................................... 19-25
Analytic Summary .................................................................................... 27-33
DOSSIER MONOGRÁFICO: Manifestaciones del impacto
urbano en la Baja Edad Media
Giuliano PINTO, Tra demografia, economia e politica: la rete urbana
italiana (XIII inizio XVI secolo) .............................................................. 37-57
Adelaide Pereira Millán COSTA, O impacto urbano no discurso
jurídico da baixa Idade Média em Portugal ........................................... 59-78
Antonio COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, Sevilla en el sistema
urbano de la Andalucía bajomedieval .................................................... 79-96
David IGUAL LUIS, Valladolid y sus círculos económicos de relación
(1475-1520) ............................................................................................. 97-114
Tomás PUÑAL FERNÁNDEZ, El comercio madrileño en el entorno
territorial y urbano de la baja Edad Media ............................................ 115-133
María José LOP OTÍN, Iglesia y vida urbana. Las ciudades del
arzobispado de Toledo a fines del Medievo ............................................ 135-154
SUMARIO
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid
8
Mª Ángeles MARTÍN ROMERA, ‘Como sy fuesen vuestros vasallos’:
las relaciones informales de las oligarquías urbanas y el
sometimiento del territorio en la Castilla bajomedieval ........................ 155-174
Óscar LÓPEZ GÓMEZ, El impacto de las revueltas urbanas en el siglo
XV. A propósito de la rebelión de 1449 en Toledo .................................. 175-191
MISCELÁNEA:
Fernando ARIAS GUILLÉN, ¿Hubo una revolución militar en Castilla
en la primera mitad del siglo XIV? .......................................................... 195-216
Álvaro CARVAJAL CASTRO, ‘In territorio de Carrion in ualle de
Quoza: representación del espacio, identidad y conflicto político en el
territorio de Carrión (siglos X-XII) ......................................................... 217-243
Máximo DIAGO HERNANDO, Intervencionismo de la alta nobleza en
la vida política de las ciudades castellanas a fines de la Edad Media:
los mariscales de Castilla en Soria ......................................................... 245-271
José Carlos MARTÍN-IGLESIAS, Los ‘Annales Barcinonenses’ (ca.
1311) del códice Paris, Bibliothèque Nationale de France, lat. 4671A:
edición y estudio ...................................................................................... 273-293
Jaime PIQUERAS JUAN, La transmisión de los patrimonios y la
libertad de testar en la sociedad medieval valenciana a través de la
documentación notarial: 1381-1450 ....................................................... 295-318
RESEÑAS:
Davis, J., Medieval Market Morality. Life, Law and Ethics in the
English Marketplace, 1200-1500, David Carvajal de la Vega ............... 321-324
SUMARIO
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 7-9 © 2014. Universidad de Valladolid
9
DESWARTE, Thomas, Une Chrétienté romaine sans pape. L’Espagne
et Rome (586-1085), Ana Rodríguez ....................................................... 324-326
LAFUENTE GÓMEZ, M., Dos Coronas en guerra. Aragón y Castilla
(1356-1366), José Vicente Cabezuelo Pliego .......................................... 327-330
OLMOS HERGUEDAS, E., Agua, Paisaje y Ecohistoria. La comarca de
Cuéllar a partir del siglo XIII, Cristina Segura Graiño ........................... 330-332
TESIS DOCTORALES:
ÁLVAREZ BEZOS, Mª Sabina, Violencia contra las mujeres en la
Castilla del final de la Edad Media. Documentos para el estudio de
las mujeres como protagonistas de su historia ....................................... 335-337
CARVAJAL DE LA VEGA, David, Crédito privado y deuda en Castilla
(1480-1521) ............................................................................................. 337-340
PERIBÁÑEZ OTERO, Jesús G., Territorio, sociedad y conflictos en el
tránsito hacia la Modernidad. La Ribera del Duero burgalesa a
finales de la Edad Media ......................................................................... 341-344
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 11-13 © 2014. Universidad de Valladolid
EDAD MEDIA. Revista de Historia (EM)
ISSN: 1138-9621
Año 2014, Volumen 15
SUMMARY
Presentation ............................................................................................. 15-16
Sumario Analítico .................................................................................... 19-25
Analytic Summary .................................................................................... 27-33
MONOGRAPHIC DOSSIER: Manifestations of Urban Impact in
the Late Middle Ages
Giuliano PINTO, Demographics, Economics and Politics: Italy’s
Urban Network between the 13th and the Early 14th Centuries .............. 37-57
Adelaide Pereira Millán COSTA, The Impact of Urban Development
on the Legal Discourse of Late Medieval Portugal ................................ 59-78
Antonio COLLANTES DE TERÁN SÁNCHEZ, Seville in the Urban
System of Andalusia During the Late Middle Ages ................................ 79-96
David IGUAL LUIS, Valladolid and its Circles of Economic Relations
(1475-1520) ............................................................................................. 97-114
Tomás PUÑAL FERNÁNDEZ, Madrid’s Trade Exchanges in the
Territorial and Urban Environment of the Late Middle Ages ............... 115-133
María José LOP OTÍN, Church and Urban Life: The Cities of the
Archbishopric of Toledo in the Late Middle Ages .................................. 135-154
SUMMARY
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 11-13 © 2014. Universidad de Valladolid
12
Mª Ángeles MARTÍN ROMERA, ‘As if they were your Vassals’: The
Informal Relations of the Urban Oligarchies and the Subjugation of
the Hinterland in Late Medieval Castile ................................................. 155-174
Óscar LÓPEZ GÓMEZ, The Impact of Urban Riots in the 15th Century.
The 1449 Revolt in Toledo ....................................................................... 175-191
MISCELLANEA:
Fernando ARIAS GUILLÉN, Castile in the First Half of the 14th
Century: a Military Revolution? ............................................................. 195-216
Álvaro CARVAJAL CASTRO, ‘In territorio de Carrion in Ualle de
Quoza’: Representation of Space, Identity and Political Conflict in
the Territory of Carrión (10th-12th c.) ....................................................... 217-243
Máximo DIAGO HERNANDO, The Interventionist Role of the Upper
Nobility in Castilian Towns during the Late Middle Ages: the
Marshals of Castile in Soria .................................................................... 245-271
José Carlos MARTÍN-IGLESIAS, The ‘Annales Barcinonenses’ (ca.
1311) in Codex Paris, Bibliothèque Nationale de France, lat. 4671A:
Edition and Study ..................................................................................... 273-293
Jaime PIQUERAS JUAN, The Transmission of Wealth and Testamentary
Freedom in Medieval Valencia as Reflected in Notarial Records:
1381-1450 ................................................................................................ 295-318
REVIEWS:
DAVIS, J., Medieval Market Morality. Life, Law and Ethics in the
English Marketplace, 1200-1500, David Carvajal de la Vega ............... 321-324
SUMARIO
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DESWARTE, Thomas, Une Chrétienté romaine sans pape. L’Espagne
et Rome (586-1085), Ana Rodríguez ....................................................... 324-326
LAFUENTE GÓMEZ, M., Dos Coronas en guerra. Aragón y Castilla
(1356-1366), José Vicente Cabezuelo Pliego ......................................... 327-330
OLMOS HERGUEDAS, E., Agua, Paisaje y Ecohistoria. La comarca de
Cuéllar a partir del siglo XIII, Cristina Segura Graiño ........................... 330-332
DOCTORAL THESES:
ÁLVAREZ BEZOS, Mª Sabina, Violencia contra las mujeres en la
Castilla del final de la Edad Media. Documentos para el estudio de
las mujeres como protagonistas de su historia ....................................... 335-337
CARVAJAL DE LA VEGA, David, Crédito privado y deuda en Castilla
(1480-1521) ............................................................................................. 337-340
PERIBÁÑEZ OTERO, Jesús G., Territorio, sociedad y conflictos en el
tránsito hacia la Modernidad. La Ribera del Duero burgalesa a
finales de la Edad Media ......................................................................... 341-344
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VALLADOLID Y SUS CÍRCULOS
ECONÓMICOS DE RELACIÓN
(1475-1520)*
Valladolid and its Circles
of Economic Relations (1475-1520)
David IGUAL LUIS**
Universidad de Castilla-La Mancha
RESUMEN: El artículo analiza la influencia territorial de la economía mercantil de
Valladolid y las funciones que esta desempeñó en Castilla, dentro del período de transición
entre el siglo XV y el XVI. Plasma una investigación que combina, por un lado, el estado de la
cuestión bibliográfico y la labor archivística y, por el otro, informaciones extraídas de la
propia realidad vallisoletana y de espacios externos a ella. Así, a partir del contexto ofrecido
por el impacto que lo urbano manifestó en los países europeos e hispánicos de finales de la
Edad Media, el trabajo plantea el papel entonces de Valladolid como plaza comercial y de
consumo y examina dos cuestiones principales: los flujos humanos y de negocios que eran
atraídos por la villa y la presencia de los mismos mercaderes de Valladolid en otros espacios.
Todo esto permite dibujar la extensión y los límites que alcanzó la proyección territorial de
la localidad y, en conclusión, establecer la hipótesis de que esta se convirtió en un área
mercantil intermedia a escala castellana.
PALABRAS CLAVE: Valladolid. Castilla. Economía. Comercio. Siglos XV-XVI. Pro-
yección territorial.
* Fecha de recepción del artículo: 2013-05-07. Comunicación de evaluación al autor: 2013-06-17.
Versión definitiva: 2013-07-11. Fecha de publicación: 2014-04-30.
** Doctor Europeo en Geografía e Historia. Profesor Titular de Universidad de Historia Medieval.
Departamento de Historia, Facultad de Humanidades, Universidad de Castilla-La Mancha, Campus
Universitario, s/n, 02071 Albacete, España. C.e.: David.Igual@uclm.es.
Proyecto de investigación «Impacto urbano, actividad productiva y sociabilidad en las villas y
ciudades castellanas del eje económico Toledo-Burgos (1450-1520)», financiado por el Ministerio de
Economía y Competitividad en 2011-2013 (HAR2010-15422) y dirigido desde la Universidad
Complutense de Madrid por María Asenjo González.
DAVID IGUAL LUIS
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ABSTRACT: The paper analyzes the area of territorial influence of Valladolid’s market
economy as well as the roles played by the latter in Castile during the transitional period
between the 15th and the 16th centuries. This contribution results from research work that
combines, on the one hand, the state of the question in the available literature and archival
evidence, and, on the other, additional information drawn from both the city itself and other
locations. Thus, against the larger background of the impact of urban developments on
Hispanic and European territories in the late Middle Ages, the paper discusses the role
played at the time by Valladolid as a focal point of commerce and consumption, and more
particularly examines two main issues: the human and economic flows that were attracted by
the town and the presence of Valladolid’s merchants in other areas. All of which allows the
author to draw the extent and the limits of the territorial impact caused by the town and, in
conclusion, to hypothesize that Valladolid became a midsized commercial hub within
Castile.
KEYWORDS: Valladolid. Castile. Economy. Trade. 15th-16th centuries. Territorial impact.
SUMARIO: 0. Introducción. Economía urbana e impacto territorial a fines del Medievo.
1. Valladolid, plaza comercial y de consumo. 2. Negocios y vecindad en la villa de operadores
foráneos. 3. La proyección exterior de los mercaderes vallisoletanos. 4. A modo de
conclusión.
0. INTRODUCCIÓN. ECONOMÍA URBANA E IMPACTO TERRITORIAL A FINES DEL
MEDIEVO***
Es evidente que el impacto de lo urbano a finales de la Edad Media tuvo una
de sus manifestaciones más relevantes en la economía y, particularmente, el
comercio. De manera también obvia, las dinámicas de intercambio permiten remitir
entonces a su vez, entre numerosos factores, a los marcos territoriales donde
aquellas se desplegaban. De hecho, el estudio de tales marcos implica profundizar
en el grado de influencia real de las ciudades y en la posible creación de esquemas
jerarquizados de vinculación tanto genéricamente entre la ciudad y el campo, como
concretamente entre diversas ciudades y entre estas y otros lugares menores de
población. Pero los análisis territoriales pueden reflejar asimismo en parte la
magnitud económica lograda por cada ciudad, el potencial que esta y sus habitantes
exhibieron a la hora de proyectarse o no fuera de las áreas de dominio jurisdiccional
y, en definitiva, la condición de cada urbe como cabecera comarcal o regional más
o menos fuerte.
*** Siglas usadas: ADPV, Archivo de la Diputación Provincial de Valladolid; AHPV, Archivo
Histórico Provincial de Valladolid; AMV, Archivo Municipal de Valladolid; AMVa, Archivo Municipal
de Valencia; ARV, Archivo del Reino de Valencia.
VALLADOLID Y SUS CÍRCULOS ECONÓMICOS DE RELACIÓN
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 97-114 © 2014. Universidad de Valladolid
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Precisamente, la importancia de la dimensión espacial en la organización de
las economías y los mercados bajomedievales viene siendo recalcada desde hace
tiempo por la historiografía, ya sea de ámbito europeo o hispánico1. Sobre los terri-
torios, esta ha valorado con creciente interés no sólo las meras variables geofísicas
que los componían o los flujos demográficos y económicos que se desarrollaban en
ellos, sino también otros dos aspectos específicos por lo menos: el primero, la
vertiente institucional de los mismos territorios, es decir, la serie de configuraciones
institucionales y normativas espacialmente inscritas y políticamente determinadas,
que llegaban a repercutir sobre la orientación y la categoría de los tráficos mercan-
tiles2; el segundo, el significado que adquirieron dichos territorios como cons-
trucciones sociales y, en consecuencia, como actores históricos que desempeñaron
un papel relevante en la formación y el funcionamiento de las colectividades, de
manera paralela al que ejercieron otros elementos como la técnica, el capital o el
trabajo, por ejemplo3.
Todo ello es inteligible a través de una sucesión o superposición de escalas
espaciales (local, regional, nacional e internacional) y de mecanismos complejos de
vertebración que, siempre desde la óptica económica y comercial, incluían factores
que eran de complementariedad, competitividad o concurrencia entre operadores
humanos, organismos de negocio y núcleos poblados de actividad4. Estos últimos,
sobre todo si tenían un carácter urbano, se vieron envueltos así de modo paulatino
en verdaderos sistemas o redes de relación. En el interior de tales redes, la posición
de cada ciudad y los impulsos que generaba solían conectar con su especialización
1 Así se comprueba en IGUAL LUIS, D., «Economía, mercado y comercio en la Península Ibérica
(1350-1516)», eHumanista. Journal of Iberian Studies (http://www.ehumanista.ucsb.edu/), 2008, 10, pp.
170-200, especialmente 182-186. También en ARÍZAGA BOLUMBURU, B. y SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á.
(eds.), La ciudad medieval y su influencia territorial. Nájera. Encuentros internacionales del Medievo
2006, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2007.
2 IRADIEL MURUGARREN, P., «El comercio en el Mediterráneo catalano-aragonés: espacios y redes»,
en CASADO ALONSO, H. y GARCÍA-BAQUERO, A. (eds.), Comercio y hombres de negocios en Castilla y
Europa en tiempos de Isabel la Católica, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales,
2007, pp. 123-150, en concreto pp. 123-124.
3 DELIGNE, Ch. y BILLEN, C., «Voisinages, coexistences, appropriations. Groupes sociaux et
territoires urbains (Moyen Âge – XVIe siècle)», en DELIGNE, Ch. y BILLEN, C. (dirs.), Voisinages,
coexistences, appropriations. Groupes sociaux et territoires urbains (Moyen Âge – 16e siècle), Turnhout,
Brepols, 2007, pp. 3-7.
4 CASADO ALONSO, H., «El comercio burgalés y la estructuración del espacio económico español a
fines de la Edad Media», en Itinerarios medievales e identidad hispánica. XXVII Semana de Estudios
Medievales (Estella, 2000), Pamplona, Gobierno de Navarra, 2001, pp. 335 y 346; COULON, D. y
VALÉRIAN, D., «Introduction», en COULON, D., PICARD, Ch. y VALÉRIAN, D. (dirs.), Espaces et réseaux en
Méditerranée, VIe-XVIe siècle. I. La configuration des réseaux, París, Bouchène, 2007, p. 12.
DAVID IGUAL LUIS
EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 97-114 © 2014. Universidad de Valladolid
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productiva y los rasgos de los mercados que constituía, pero también con sus
exigencias de demanda y consumo.
En este sentido, en la Baja Edad Media (ya durante el XIV y aún más en el XV)
estuvieron presentes por doquier las dinámicas que reiteró hace años Bartolomé
Yun a partir de la experiencia del Valladolid de época moderna. Si es cierto que el
consumo conformó una realidad decisiva en la evolución de las economías urbanas
del Antiguo Régimen, no lo es menos que la capacidad de consumir de las ciudades
no era siempre directamente proporcional a la de elaborar servicios o mercancías,
puesto que dependía asimismo de su habilidad para captar los recursos de áreas
circundantes o más extensas. Por eso, entre los puntos que definían, creaban y
potenciaban a las ciudades se hallaba el conjunto de necesidades originadas en su
seno y la magnitud de las transferencias de bienes y actividades que mantenían con
otros espacios5. Eran semejantes variables las que, al implicar a poblaciones y
agentes de diferentes condiciones y rangos, podían derivar en la fundación de las
redes mencionadas de relación territorial y comercial, articuladas muchas veces
alrededor de la dualidad ciudad-campo y de las vinculaciones existentes entre
mercados interiores y mercados exteriores. No obstante, claro, todo esto ofrecía
desenlaces diversos según los contextos histórico-económicos y geográficos que se
aborden.
1. VALLADOLID, PLAZA COMERCIAL Y DE CONSUMO
Justo en un ejemplo como el de Valladolid, la villa ostentó a partir del XIII, y
aun desde antes para algunas situaciones, lo que se ha calificado como una auténtica
“vocación comercial”6. A ello no fue ajena la posición de Valladolid como foco de
contactos y de cruce de rutas en pleno corazón del valle del Duero. Conviene
recordar que la Castilla del Duero fue una de las zonas peninsulares de mayor
interés estratégico, social y económico en la Baja Edad Media, que estuvo marcada
entonces por sus altas tasas de urbanización y densidad poblacional y por sus cotas
también elevadas de concentración de actividades de producción y distribución.
5 YUN CASALILLA, B., «Valladolid en Castilla. Economía y consumo», en Valladolid, historia de
una ciudad, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 1999, vol. II, pp. 457-490, sobre todo 460-461 y
486. El significado bajomedieval y moderno del consumo urbano ha seguido siendo resaltado hasta hoy
por numerosos investigadores, como se sintetiza en IGUAL LUIS, D., «Más allá de Aragón. Historia e
historiografía de los mercados medievales», en LALIENA CORBERA, C. y LAFUENTE GÓMEZ, M. (coords.),
Una economía integrada. Comercio, instituciones y mercados en Aragón, 1300-1500, Zaragoza, Grupo
CEMA, 2012, pp. 77-80.
6 RUCQUOI, A., Valladolid en la Edad Media, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1987, vol. I, pp.
62-67, 95, 104, 110 y 320; MARTÍNEZ SOPENA, P., «El Valladolid medieval», en BURRIEZA SÁNCHEZ, J.
(coord.), Una historia de Valladolid, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 2004, pp. 78, 171 y 175.
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EDAD MEDIA. Rev. Hist., 15 (2014), pp. 97-114 © 2014. Universidad de Valladolid
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Contando con este soporte regional, todo apunta a que las gentes de Valladolid
continuaron estando durante el XV intensamente volcadas sobre el mercado. Este
centralizó a la postre un movimiento dinámico y enriquecedor, que ayudó al
ambiente general expansivo vivido por la localidad en esta última centuria, no sólo
en el mundo de los intercambios, y mantenido después en el XVI con mayores dosis
de consolidación y diversificación7.
Según el sentir muy común de la historiografía, un par de factores contri-
buyeron a reforzar en paralelo estas circunstancias. Uno atañe al creciente potencial
humano de la villa a lo largo del mismo Cuatrocientos, como mínimo. Baste repetir
las cifras y los argumentos publicados por varios estudiosos8. Si Valladolid pudo
disponer a principios del XV de entre 7.500 y 10.000 habitantes, es posible que
durante la segunda mitad del siglo lograra niveles de 20.000-25.000 y que en el
primer tercio del XVI superara los 30.000, con márgenes en esta postrera etapa que
oscilan según los autores entre 32.000 y 38.000. Como suele ocurrir en los cálculos
poblacionales del pasado, tampoco aquí han faltado ni las discrepancias al respecto,
ni la preferencia por brindar guarismos bastante menos optimistas9. Con todo, si
aceptamos las cantidades de decenas de miles que acabo de reproducir, estas
corroborarían tanto el encadenamiento de un itinerario demográfico que parece ser
de incremento tendencial en la época, como la conversión de la villa, especialmente
entre finales del XV e inicios del XVI, en uno de los mayores núcleos urbanos de la
Corona de Castilla, con sumas de habitantes hipotéticamente comparables por
arriba o por abajo con las de otras grandes ciudades como Toledo y Sevilla.
El segundo factor al que he aludido tiene que ver con el carácter de Valladolid
como espacio político de referencia. Esto se justifica de entrada porque, desde los
últimos decenios del XIV, la reiteración de las estancias regias en la villa le confirió
7 DEL VAL VALDIVIESO, Mª. I., «Valladolid y las villas de su entorno en el tránsito de la Edad Media
a la Moderna», en Valladolid, historia de una ciudad, vol. I, p. 219; YUN, «Valladolid», p. 467.
8 ASENJO GONZÁLEZ, Mª., «Demografía. El factor humano en las ciudades castellanas y portuguesas
a fines de la Edad Media», en Las sociedades urbanas en la España medieval. XXIX Semana de Estudios
Medievales (Estella, 2002), Pamplona, Gobierno de Navarra, 2003, pp. 128 y 139; LADERO QUESADA, M.
Á., Ciudades de la España medieval. Introducción a su estudio, Madrid, Dykinson, 2010, p. 32;
MARTÍNEZ SOPENA, «El Valladolid medieval», p. 144; RUCQUOI, Valladolid, vol. I, p. 118.
9 Para 1503, los editores del padrón que resultó del alarde vallisoletano de esa fecha (parada militar a
la que estaban convocados en principio todos los hombres en edad de tomar las armas) han propuesto,
partiendo de tal fuente, que Valladolid rondaría los 7.000 habitantes, pero que en ningún caso sobrepasaría
los 9.000 (ÁLVAREZ BEZOS, S. y CARRERAS ZALAMA, A., Valladolid en época de los Reyes Católicos
según el alarde de 1503, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1998, pp. 34-36, 43 y 240). Sin embargo,
el uso demográfico de este documento debe efectuarse con muchas reservas, como subrayan sus propios
editores y se recalca en ASENJO GONZÁLEZ, Mª., La dinámica urbana a fines de la Edad Media: La villa de
Valladolid (1450-1520) (en prensa).
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una especie de capitalidad de hecho del reino castellano. Y ello, pese al aire
provisional que revistió constantemente la residencia vallisoletana de los soberanos,
carentes de una sede fija. Si a la presencia de la realeza unimos asimismo aquí lo
frecuentes que fueron las reuniones de las Cortes, la instalación definitiva de la
Chancillería como tribunal supremo de justicia e, incluso, la fundación de un
Estudio General o Universidad, se comprenden los abundantes estímulos políticos,
jurídicos y aristocráticos que animaron a Valladolid en este período, aunque sólo
fuera por el cúmulo de personas que se veían atraídas por las realidades indicadas:
desde nobles y profesionales de las leyes, hasta criados y otros miembros de los
séquitos monárquico y aristocráticos. En términos económicos, son innegables los
gastos y hasta las incomodidades que originaban todas estas situaciones a la
localidad y sus vecinos. Pero, por supuesto, el poder real y sus ramificaciones no
cesaron de fomentar el dinamismo urbano, por lo relacionado tanto con el comercio
y el consumo como con la construcción y ciertas manufacturas más lujosas,
especializadas y exigentes10.
Hacia finales de la década de 1520, el embajador veneciano Andrea Navagero
reflejó esto último con claridad. Al visitar entonces Valladolid, Navagero anotó en
su relato de viaje los muchos artífices de todas clases que había en la villa, con el
papel destacado de los plateros, lo que tal vez dependía –señalaba el italiano– de
que la corte solía residir en ella y de que muchos nobles y señores vivían de
continuo en Valladolid y tenían buenas casas11. Desde luego, dichas circunstancias
no eran nuevas. Los impulsos de demanda de la monarquía y la aristocracia y de
otros grupos que aspiraban al refinamiento social, unidos –no lo olvidemos– al
potencial demográfico de la villa, ya dejaron sentir sus importantes repercusiones
por lo menos durante el Cuatrocientos, cómo no. Quizá sirva como muestra parcial
de ello el que, en 1495, los valores de las alcabalas vallisoletanas revelen una
estructura puntual del consumo urbano marcada por el gran peso del sector
suntuario y, posiblemente, de la construcción, por oposición a una facultad de
demanda más débil de productos relacionados con el textil, el cuero y la piel. Sin
embargo, los citados valores también denotan para ese año una presencia intensa
del comercio de materias agropecuarias, forestales y alimenticias y, por lo tanto, la
10 MARTÍNEZ SOPENA, «El Valladolid medieval», pp. 151-156, 171-172 y 183-185; RUCQUOI,
Valladolid, vol. II, pp. 18-19; VALDEÓN BARUQUE, J., «Valladolid en los siglos XIV y XV», en RUIZ
ASENCIO, J. M. y otros, Historia de Valladolid, Valladolid, Ateneo de Valladolid, 1980, vol. II, pp. 89-90.
11 GARCÍA MERCADAL, J., Viajes de extranjeros por España y Portugal desde los tiempos más
remotos hasta fines del siglo XVI, Madrid, Aguilar, 1952, p. 867.
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magnitud de un mercado poco especializado y sustentado en bienes de amplio
intercambio12.
Por lo que vuelve a apuntar el relato de Andrea Navagero y, a su lado, el de
otros extranjeros que pasaron por Valladolid en el tránsito del siglo XV al XVI, la
villa debió estar entonces normalmente bien abastecida de productos como los que
acabo de reseñar13. Para proceder a su compraventa, los habitantes de la localidad
podían recurrir al mercado urbano que se menciona ya desde finales del siglo XI,
pero que fue ratificado en 1464 como mercado franco semanal a celebrar los
martes14. También contaban con las dos ferias anuales que, fundadas asimismo
desde antiguo, llegaron a convertirse hasta inicios del XV en unas de las más
destacadas de Castilla, si es que no eran las mejores ferias del reyno, como
sostuvieron a veces los propios vallisoletanos15.
Ambas ferias, que terminaron desarrollándose en torno a Cuaresma y en
septiembre y cuya duración se amplió en 1452 a treinta días cada una, parecen
originarse para canalizar la producción agropecuaria de la zona y favorecer la
entrada de mercancías provenientes del norte y del sur16. Este significado, vinculado
a las capacidades urbana y regional que acumulaba la villa, justificaría el auge
prolongado que manifestaron tales ferias y la importancia que pudo alcanzar en su
seno la contratación de partidas de lana, ganado o pescado, por ejemplo. Es cierto
que el despegue cuatrocentista de las vecinas ferias de Medina del Campo, Medina
de Rioseco y Villalón amenazó por varias vías, económicas y político-
jurisdiccionales, la posición vallisoletana. Pero la competencia derivada no evitó
que, todavía en las postrimerías del XV, las ferias de Valladolid continuaran siendo
un foco de interés para la población de la villa y de atracción tanto para sus grupos
comerciales, en especial los de bajo perfil, como para otros negociadores que
afluían allí17. En este sentido, alguna fuente de esos instantes alega que a las ferias
vallisoletanas acudían mercaderes de Portugal, Valencia, Aragón, Sevilla, Córdoba,
12 BONACHÍA HERNANDO, J. A., «El encabezamiento de alcabalas de Valladolid (1496-1501). Los
sistemas de recaudación», en BONACHÍA HERNANDO, J. A. y CARVAJAL DE LA VEGA, D. (eds.), Los
negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI, Valladolid, Castilla, 2012, pp. 296-
302.
13 IGUAL LUIS, D., «Los espacios y los protagonistas de la economía mercantil regional», en ASENJO
GONZÁLEZ, Mª. (coord.), Villas y ciudades a finales de la Edad Media. El potencial urbano de la Castilla
sudoriental (en prensa).
14 LADERO QUESADA, M. Á., Las ferias de Castilla. Siglos XII a XV, Madrid, Comité Español de
Ciencias Históricas, 1994, p. 25; RUCQUOI, Valladolid, vol. I, p. 78.
15 LADERO, Las ferias, pp. 23-25; RUCQUOI, Valladolid, vol. II, pp. 397-400.
16 MARTÍNEZ SOPENA, «El Valladolid medieval», pp. 95-97, 112 y 175-176.
17 MARTÍN ROMERA, Mª. Á., Las redes sociales de la oligarquía de la villa de Valladolid (1450-
1520), (Tesis Doctoral inédita), Universidad Complutense de Madrid, 2012, pp. 638 y 642.
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Toledo, Burgos, León, Galicia y otras partes de Castilla, y que traían a ellas muchos
paños, lienzos, joyas, especiería, buhonería, pescados, mantecas, aceites, cera, sebo
y diversas mercancías más18.
2. NEGOCIOS Y VECINDAD EN LA VILLA DE OPERADORES FORÁNEOS
De hecho, siempre en la transición XV-XVI, no hace falta profundizar de-
masiado en la documentación para encontrar las huellas de la actuación en Va-
lladolid, incluso más allá de los tratos feriales, de operadores foráneos, bastantes de
ellos mercaderes. El número, el origen y los movimientos de estos foráneos marcan
determinados horizontes posibles de relación económica de la villa, sintomáticos
también del empuje del desarrollo urbano y de las expectativas de producción e
intercambios que ofrecía la localidad.
Un caso ilustrativo lo brindan los mercaderes extranjeros, de procedencia no
castellana, que estuvieron presentes en Valladolid. Un sondeo sobre informaciones
muy variadas, vallisoletanas y peninsulares, ha permitido detectar entre 1475 y
1520 hasta 57 comerciantes de esta clase, encabezados por los italianos (con 42
individuos) y los flamencos (con sólo 10). Sus negocios los muestran implicados en
asuntos mercantiles (importación y venta de paños caros y otros artículos de lujo) y
financieros (préstamos, letras de cambio y pagos diversos con fórmulas de crédito).
Con dichas actividades, los extranjeros conectaban desde Valladolid con Medina
del Campo, intensamente, y con diferentes áreas de la Castilla meridional o de la
Corona de Aragón, ya sea manteniendo su sede económica principal en la capital
vallisoletana, ya sea extendiendo hasta aquí los intereses que se administraban y
dirigían desde los otros espacios citados. Sea como fuere, a través de los agentes
extranjeros, Valladolid logró ciertas cotas de proyección internacional, reforzó sus
funciones en el contexto regional y, asimismo, se vinculó a la influencia y los
estímulos de negocio que, pese a todo, debió suponer en general para la villa su
cercanía al circuito ferial de las dos Medinas y Villalón, en particular desde la etapa
alrededor de 150019.
Entre estos extranjeros, una mayoría acudiría a Valladolid de modo esporádico
y para gestionar tratos puntuales. Pero existió entonces una minoría más o menos
radicada en el ámbito urbano, algunos de cuyos protagonistas son calificados en los
documentos como habitantes, estantes o, incluso, vecinos de la villa. Es lo que
18 RUCQUOI, Valladolid, vol. II, pp. 397-398.
19 ASENJO GONZÁLEZ, Mª. e IGUAL LUIS, D., «Mercaderes extranjeros en Valladolid: una ciudad
entre dos mares (1475-1520)», en GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M. y MONTES ROMERO-CAMACHO, I. (eds.), La
Península Ibérica entre el Mediterráneo y el Atlántico. Siglos XIII-XV (Cádiz, 1-4 de abril de 2003), Sevilla-
Cádiz, Diputación de Cádiz y Sociedad Española de Estudios Medievales, 2006, pp. 55-72.
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sucede con mercaderes bien conocidos como los sieneses Nicola Becarini (1509-
1516) y Lorenzo Bertini (1493-1508), los miembros de la familia milanesa Litta
(entre la década de 1480 y 1521) o el flamenco Cornelis Deque (a finales del siglo
XV)20. Esto último nos sitúa ante las dinámicas que podían seguir los recién llegados
para insertarse en la realidad vallisoletana y que, en determinadas ocasiones,
pasaban por adquirir la vecindad misma. Las razones que motivaban esas
dinámicas, aunque múltiples, solían tener un punto clave en obtener mediante la
domiciliación oficial ventajas fiscales y seguridad personal para los negocios. Sin
embargo, lógicamente, de tales procesos no se aprovecharon sólo los nacidos fuera
de Castilla.
En las actas del concejo de Valladolid de 1497-1502 y 1512-1514 he con-
seguido recopilar una veintena de avecindamientos. Se trata únicamente de una
muestra microanalítica que, sin duda, es un pálido reflejo de los flujos inmigratorios
más amplios que experimentó la villa en la Baja Edad Media y, especialmente, a
partir de mediados del XV21. Como ocurre con otros ejemplos comparables22,
tampoco aquí las actas anotan siempre el oficio o el origen de las personas inscritas.
Cuando lo hacen, no obstante, los datos registrados dibujan unos marcos
vallisoletanos de atracción social y territorial distintos a los sugeridos por los
mercaderes extranjeros. Entre los avecindados, por un lado, había algún merchante,
pero más gente de profesión artesanal o auxiliar del comercio (un borceguinero, un
cantarero, un carnicero, un carretero y dos sastres). Por el otro, las procedencias
testimoniadas son todas castellanas y de áreas que, salvo en dos casos de oriundos
20 AHPV, Protocolos notariales, nº 1 (ff. 418r-423r: 1504-X-31, Bertini es abitante en la muy noble
villa de Valladolid) y 253 (ff. 419v-421r: 1516-IV-21, Becarini es vesino de esta dicha villa; f. 649v:
¿1484?, Alberto y Luigi Litta son estantes en Valladolid). Sobre el flamenco, véase FAGEL, R., «Cornelis
Deque, un mercader flamenco en la Castilla del siglo XV. Un debate sobre el concepto de “vecindad” y
“naturaleza” entre mercaderes», en CASADO ALONSO, H. (ed.), Castilla y Europa. Comercio y mercaderes
en los siglos XIV, XV y XVI, Burgos, Diputación de Burgos, 1995, pp. 241-264. También pueden consultarse
datos más amplios acerca de todos estos personajes en la cita de la nota anterior; en IGUAL LUIS, D.,
«Sieneses en la Valencia bajomedieval: los Spannochi y sus representantes empresariales», en ASCHERI,
M. y NEVOLA, F. (a cura di), L’ultimo secolo della Repubblica di Siena. Politica e istituzioni, economia e
società, Siena, Accademia Senese degli Intronati, 2007, pp. 347-349 (sobre Becarini); y en VILLANUEVA
MORTE, C., «La empresa familiar de los ‘Litta’: negocios e intereses entre Milán y España desde mediados
del siglo XV», Edad Media. Revista de Historia, 2009, 10, pp. 307-341.
21 RUCQUOI, Valladolid, vol. II, pp. 115-117 y 441-442; EADEM, «Valladolid, pôle d’immigration au
XVe siècle», en Les communications dans la Péninsule Ibérique au Moyen-Age (Actes du Colloque de Pau,
28-29 mars 1980), París, CNRS, 1981, pp. 179-189.
22 Como el conquense (SÁNCHEZ BENITO, J. Mª., «Aproximación a los movimientos de población a
través de los avecindamientos: la ciudad y tierra de Cuenca en el siglo XV», en DEL VAL VALDIVIESO, Mª.
I. y MARTÍNEZ SOPENA, P. (dirs.), Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón,
Valladolid, Junta de Castilla y León y Universidad de Valladolid, 2009, vol. I, pp. 585-597).
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de Viana (en Galicia) y Plasencia, estaban relativamente próximas a Valladolid: en
lugares que pertenecían hacia 1500 o habían pertenecido a la tierra jurisdiccional de
la villa (Boecillo, Cigales, Portillo o La Parrilla)23 y en otras plazas del mismo
entorno meseteño (Burgos, Medina de Rioseco, Madrigal en Ávila, Ampudia en
Palencia y Gumiel de Izán en Burgos)24.
Las concesiones de vecindad de los años que he investigado recalcan que estas
daban derecho a disfrutar de los privilegios, las libertades y las exenciones que
poseían los vallisoletanos. A veces, a inicios del XVI, las actas concejiles ligan
concretamente esa vecindad con la franquicia del portazgo que fue otorgada a
Valladolid en 1296. Por ella, sus moradores no tenían que pagar el impuesto sobre
las mercancías que traficaban en el reino castellano, excepto en Sevilla, Toledo y
Murcia25. A cambio de estas prerrogativas, los nuevos vecinos debían asumir varias
condiciones, algunas de las cuales podían repercutir en asuntos de trabajo, comercio
y consumo. Uno de los sastres atestiguados, tras su avecindamiento, tuvo que
obligarse de dar buena cuenta e razón de todas las ropas de seda e panno que le
dieren a fazer, comprometiéndose a que no las estragará nin dannará, salvo que
las fará bien fechas26. Más en general, a todos los avecindados afectó la disposición
del concejo de 15 de noviembre de 1497, que les impedía introducir ganado ovino y
vacuno en el término de la villa y su tierra o transportar vino para vender en la villa
23 Véase una síntesis de la extensión y la evolución de la tierra medieval vallisoletana en ÁLVAREZ
BEZOS y CARRERAS ZALAMA, Valladolid, pp. 57-59.
24 Los oficios y orígenes que cito entre los avecindados en Valladolid documentados constan en
AMV, Libros de actas, nº 1, ff. 32v (1497-X-23: Pedro de Sevilla, de Cigales), 34v (1497-XI-10: Ruy
Méndez, de Madrigal), 47v (1498-III-7: Pero Rodríguez Cascajo, de Ampudia), 53v (1498-IV-4: Juan de
Traspinedo, de La Parrilla, aldea de Portillo, y Juan Cano, de Gumiel de Izán), 207v (1501-IX-7: Juan de
Alonso, de La Parrilla, aldea de Portillo), 248v (1499-IX-11: Juan de Espinosa, de Medina de Rioseco),
370r (1499-VIII-19: Pedro de Mazuelo y Juliana de Escobar, de Burgos), 461r (1501-II-20: Gonzalo
García, cantarero de Ampudia), 501v-502r (1502-IX-3: Francisco de Morales, sastre de Plasencia) y 502r
(1502-IX-6: Diego Gómez, sastre de Viana, en el reino de Galicia); e ibidem, nº 2, ff. 600v (1512-I-9:
Álvar Núñez, de Portillo), 672r (1513-IV-6: Melchor de Baeza, de Boecillo), 695r (1513-VIII-19: Juan
Alonso de Curiel, merchante), 709v (1513-XI-9: Nicolás Alonso, borceguinero), 717v (1513-XII-2: Pero
Gómez, carretero) y 756v (1514-IV-7: Juan de Valladolid, carnicero, y otras dos personas). Los restantes
avecindamientos que he reunido figuran en ibidem, nº 2, ff. 694v (1513-VIII-17), 709v (1513-XI-14), 714r
(1513-XI-26), 733r (1514-I-9 –hay dos–), 741v (1514-II-10) y 755r (1514-III-31).
25 AMV, Libros de actas, nº 2, ff. 62v (1502-XI-7), 694v (1513-VIII-17), 733r (1514-I-9 –hay dos–)
y 741v (1514-II-10). Sobre la franquicia mencionada, consúltese RUCQUOI, Valladolid, vol. I, p. 241.
26 AMV, Libros de actas, nº 1, f. 502r (1502-IX-6). Es Diego Gómez, quien da por fiador de la
obligación suscrita y de su propio avecindamiento a Fernando Ortiz, su amo y vecino de Valladolid. Es
posible que lo mismo ocurra con el otro sastre avecindado en 1502 (Francisco de Morales), que aparece
registrado justo antes del citado Gómez. Pero, en este caso, tras el avecindamiento, el nombre del sujeto
que acepta la obligación sobre las ropas de seda e de panno es distinto (Francisco de Rojas), aunque puede
tratarse de una errata del escribano de las actas del concejo.
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durante un plazo de diez años, justo el tiempo mínimo estipulado que tenían que
residir aquí los beneficiarios de la vecindad para que esta les fuera admitida por las
autoridades locales27.
Las informaciones que acabo de exponer ilustran unos escenarios de relación,
geográficos y de negocios, de alcance fundamentalmente castellano y que se
movían en el ámbito delimitado por la tierra jurisdiccional de Valladolid, el espacio
comarcal inmediato y diversos parajes más de la Castilla septentrional. Sin duda,
debió ser en estas áreas donde más intensa fue la aportación de la villa a la hora de
crear radios de intereses propios o de quedar integrada en redes dirigidas desde
otros núcleos. De hecho, en conexión con tales zonas, Bartolomé Bennassar apuntó
para el siglo XVI que el territorio de influencia vallisoletano se ensanchaba o estre-
chaba según los marcos de intervención a que se aluda: jurisdiccionales, econó-
micos, sociales o culturales. Pero, en cualquier caso, dicho territorio se extendía
entonces bien hacia el norte y el este, en áreas carentes, a pesar de Palencia y Bur-
gos, de organizaciones urbanas poderosas, mientras que se veía más contrarrestado
hacia el sur y el oeste por la presencia de Medina del Campo, Segovia, Ávila, Toro,
Zamora y Salamanca28.
La significación de estos espacios puede ratificarse si observamos que, aparte
de los avecindados, muchas personas procedentes de ellos actuaban más o menos
permanentemente en Valladolid y, mediante la administración de numerosos
asuntos, contribuían a la vitalidad socioeconómica y comercial de la localidad. En
esta ocasión, son en su mayoría fuentes notariales vallisoletanas las que me han
permitido comprobar este extremo. En los años en torno a 1500, gentes variadas del
norte castellano, con alguna prolongación más meridional, comparecen en dichos
registros participando en la villa en trámites de todo tipo: compraventas, tratos
monetarios, crediticios y rentistas, gestiones personales y familiares y tutelas de
inmuebles urbanos o rústicos, entre otros posibles29. Los mecanismos contractuales
27 AMV, Libros de actas, nº 1, f. 35r (1497-XI-15). Por lo menos en cuanto al vino, la limitación no
era nueva: una ordenanza similar fue decretada por el concejo ya en 1423, aunque las medidas
proteccionistas sobre el producto se remontan a finales del siglo XIII (RUCQUOI, Valladolid, vol. II, pp. 231-
232). Sobre el significado político, social y económico de estas restricciones, véase ASENJO, La dinámica.
28 BENNASSAR, B., Valladolid en el siglo de oro. Una ciudad de Castilla y su entorno agrario en el
siglo XVI, Valladolid, Ámbito y Ayuntamiento de Valladolid, 1989, p. 34. En el importante peso para
Valladolid del contexto de la Castilla norte se insiste también, pero para el XV, en RUCQUOI, «Valladolid,
pôle d’immigration», pp. 182-183.
29 Como mera muestra ilustrativa, valgan las operaciones de este estilo que realizaron en Valladolid
individuos que declararon, con diferentes oficios o sin mención a ellos, ser de lugares como Arévalo,
Bamba (actual Wamba, en Valladolid), Boada (Salamanca), Boecillo, Burgos, Laguna (en la tierra de
Valladolid), Madrid, Medina del Campo, Orduña (Vizcaya), Paredes de Nava, Segovia, Toro, Zamora y
hasta La Cistérniga, un arrabal vallisoletano (BENNASSAR, Valladolid en el siglo de oro, p. 369). Así consta
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que empleaban son los habituales en la época, destacando el de las llamadas “cartas
de obligación”. Como se ha resaltado recientemente30, estas constituyeron el
instrumento más usado en el comercio castellano de los siglos XV-XVI y sirvieron
para testimoniar cuantiosos negocios, siempre bajo un tenor que comprometía a una
parte deudora a pagar cierta suma a un acreedor dentro de un plazo de tiempo. Con
esta fórmula, por ejemplo, Alonso de Orduña, hijo de Alonso Díaz de Pastrana,
confitero y vecino de Valladolid, aceptó en 1503 abonar 20.000 maravedís en el
término de un año a un vecino de Zamora que estaba presente en la villa. Orduña
reconoció haber recibido el dinero para invertirlo durante ese período en sus tratos e
mercadurías y tenía que devolverlo, acompañado de la mitad de la ganancia
obtenida, en cualquier feria o ferias de Valladolid, Medina del Campo, Benavente,
Villalón e en otra qualquier parte o çibdad, villa o mercado franco o por
franquear31.
3. LA PROYECCIÓN EXTERIOR DE LOS MERCADERES VALLISOLETANOS
Como vemos, encontramos de nuevo alusiones a las ferias, entre ellas las de
Medina del Campo, donde los grupos emprendedores vallisoletanos desplegaron
también amplios intereses. Así lo apunta el último documento citado y, todavía
más, una carta que algunos comerciantes de Valladolid escribieron a la monarquía
en 1497, en la que alegaban que su prinçipal trato es en las ferias de la villa de
Medina del Canpo que se hazen dos veses en el año a donde llevamos nuestras
mercadurías en carretas como las traemos de Burgos e de Medina de Ruiseco y de
Valladolid y de otras partes32. Subyace aquí una proyección exterior de los propios
operadores de la villa que, evidentemente, conforma otra faceta en los procesos
locales de influencia territorial y relación económica.
en AHPV, Protocolos notariales, nº 1 (ff. 340r-353v: 1498-III-15), 253 (ff. 101v: 1525-IX-30, 105r-v:
1525-X-4, 368v-369r: 1514-IX-4, 370r-v: 1514-¿I?-11, 419v-421r: 1516-IV-21, 517r-518r y 522r-523v:
1503-X-21, 526r-527v: 1503-X-23 –hay dos documentos– y 542r-544r: 1503-X-27) y 30 (ff. 27v-28r:
1526-III-15); y en ADPV, Obras Pías, caja 5, expediente 123 (signatura vieja), documento de 1495.
También familias toledanas actuaron en Valladolid a fines del XV (IGUAL LUIS, D., «El comercio toledano
y su proyección territorial a finales del Medievo», Anales de la Universidad de Alicante. Historia
Medieval, 2013, 19 (en prensa).
30 CASADO ALONSO, H., «Crédito y comercio en las ferias de Medina del Campo en la primera mitad
del siglo XVI», en GARCÍA GUERRA, E. Mª. y DE LUCA, G. (a cura di), Il mercato del credito in Età
Moderna. Reti e operatori finanziari nello spazio europeo, Milán, FrancoAngeli, 2009, pp. 31-34 y 40-41;
CARVAJAL DE LA VEGA, D., «Crédito y préstamo entre los mercaderes castellanos a fines de la Edad
Media», en BONACHÍA HERNANDO y CARVAJAL DE LA VEGA (eds.), Los negocios, pp. 72-73.
31 AHPV, Protocolos notariales, nº 253 (ff. 542r-544r: 1503-X-27).
32 La carta y el fragmento reseñado se mencionan en MARTÍN ROMERA, Las redes, p. 642.
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Los primeros síntomas de dicha proyección, hacia el sur del Tajo e incluso
hacia Inglaterra, datan de los siglos XII-XIII. Pero se reforzaron con el paso del
tiempo, hasta lograr su máxima expresión a partir del Cuatrocientos. Desde
entonces, la consolidación de la identidad socioprofesional de las clases comerciales
de Valladolid, la diversificación de sus actividades y el crecimiento numérico de sus
componentes facilitaron la expansión de sus negocios. Entre los mercaderes y
tenderos más relevantes comenzaron a proliferar los préstamos de dinero y las
compraventas de paños, en este caso elaborados en la misma región vallisoletana o
importados de distintos ámbitos hispánicos o europeos33. Esto tenía lugar mientras
ciertos ordenamientos castellanos de precios y salarios recogían la valoración de
productos que se decían procedentes de Valladolid, como probable indicio del
tráfico que podía hacerse de ellos en todo el reino: las tasas promulgadas en 1442 y
1462 incluyeron los paños pardillos y los chapines de Valladolid (la primera) o sólo
los paños pardillos de Valladolid (la segunda)34.
Entre finales del XV y principios del XVI, dos detalles permiten formarse una
idea de las funciones económicas asumidas por los mercaderes vallisoletanos y del
papel que llegaron a desempeñar fuera de su urbe originaria. Por un lado, la
similitud de intereses que mantuvieron con otros potentes grupos mercantiles
castellanos de la época, ya fuera por ejemplo porque convergían con ellos en el
intercambio de algunos artículos (como sucedió en 1487 con los toledanos en
Valencia en torno al comercio textil)35, o porque coincidían en posiciones
acreedoras y en la necesaria reclamación de pago a morosos (así ocurrió esta vez en
1519 en Medina del Campo con los burgaleses sobre las deudas de determinados
toledanos)36. Por el otro, su participación en estructuras empresariales y de negocio
33 RUCQUOI, Valladolid, vol. I, pp. 113, 252 y 323, y II, pp. 404-406, 417 y 426.
34 PUÑAL FERNÁNDEZ, T., «El ordenamiento de precios y salarios de Juan II en 1442. Estudio
histórico-diplomático», Espacio, Tiempo y Forma. Serie III: Historia Medieval, 2001, 14, pp. 287, 293,
315-316, 332, 340 y 352-353; LADERO QUESADA, M. Á., «Moneda y tasa de precios en 1462. Un episodio
ignorado en la política económica de Enrique IV de Castilla», Moneda y crédito, 1974, 129, p. 115.
35 Los vallisoletanos Antón de Requejo, mercader, y Juan de Villes rubricaron durante ese año en
Valencia, junto a otra cuarentena de operadores más (la mayoría toledanos), un acuerdo firmado en enero
con ciertos arrendadores fiscales valencianos sobre el tráfico de productos textiles, básicamente de seda
(ARV, Protocolos, nº 2675, 1487-I-27).
36 Mercaderes y tratantes de Burgos, Valladolid y otras partes son citados entonces, genéricamente o
con sus nombres propios, en actos estipulados en Medina con motivo de las obligaciones que mantenían
con ellos vecinos y mercaderes toledanos e, incluso, algún otro mercader vallisoletano (AHPV, Protocolos
notariales, nº 7840, ff. 466r-468r, 529r, 590r-593v y 594r-596r). Estos actos deben enmarcarse en las
quiebras de hombres de negocios castellanos localizadas en la plaza ferial durante el siglo XVI (ABED AL-
HUSSEIN, F. H., «Las quiebras de los hombres de negocios castellanos», en LORENZO SANZ, E. (coord.),
Historia de Medina del Campo y su tierra, Valladolid, Ayuntamiento de Medina del Campo, 1986, vol. II,
pp. 228-234).
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muy comunes en los ambientes mercantiles hispánicos y europeos del período. Al
respecto, las compañías y los tratos que gestionaron entonces desde Valladolid
mercaderes o cambistas de apellidos como López de Calatayud, Verdesoto o Cocón
y los mercaderes Luis de la Serna o Ruy González de Portillo manifiestan, según
los casos, rasgos paradigmáticos: importancia de los lazos familiares para construir
redes societarias; existencia de ramificaciones empresariales hacia Burgos y
Toledo; definición de una multiplicidad de operaciones comerciales, financieras e
inmobiliarias; establecimiento de contactos con clientelas muy variadas, en las que
no solían faltar miembros de las élites sociopolíticas castellanas; y finalmente, por
lo que me interesa en especial aquí, concreción de un espacio de actuación que
podía abarcar proyecciones hacia el resto de Castilla o, también, hacia Portugal,
Bretaña, Flandes e Italia37.
Es innegable que los personajes aludidos pertenecían a la capa de los mayores
mercaderes de Valladolid en las postrimerías de la Edad Media e, incluso, algunos
alcanzarían la categoría de grandes operadores a escala asimismo del conjunto
castellano. Con esta caracterización, todo apunta a que tales personajes ubicaron
fuera de la realidad local una porción no desdeñable de los fundamentos de su
promoción económica. En las inversiones que estos y otros negociadores
vallisoletanos efectuaron sobre el mundo rural que circundaba la villa o que se
prolongaba a las dos mesetas y hasta Andalucía, sus movimientos serían los típicos
de la dominación urbana sobre el entorno y de la relación con unos productores
agropecuarios sometidos, muchas veces, a las necesidades de las ciudades38.
Mientras, los intereses de mayor radio y/o que afectaban a centros básicos del
comercio ibérico y continental deben contextualizarse en las estrategias globales de
unos grandes mercaderes que, habitualmente, se ocupaban menos de tareas de
abastecimiento urbano y más del intercambio regional e internacional, porque
traficaban con una gama de artículos extensa que sólo en parte dependía de la
37 Con una cronología que va de 1453 a 1506, pueden encontrarse noticias sobre las actividades
económicas de los personajes reseñados en ASENJO, La dinámica; MARTÍN ROMERA, Las redes, pp. 236-
250 y 634; MEDRANO FERNÁNDEZ, V., «El comercio terrestre castellano-portugués a finales de la Edad
Media: infraestructuras de apoyo a la actividad comercial y mercaderes», Edad Media. Revista de
Historia, 2007, 8, pp. 345-349; y RUCQUOI, Valladolid, vol. II, pp. 418-419 y 523. Aunque en estas citas
no constan vínculos con Inglaterra, es sabido que hubo mercaderes vallisoletanos que sí comerciaron con
aquella isla a finales del XV (CHILDS, W. R., Anglo-Castilian trade in the later Middle Ages, Manchester,
Manchester University Press, 1978, pp. 57 y 214). Sobre los Cocón en particular, pero más dentro del XVI,
véase también CARRIÓN DE ISCAR, F. J., «Negociantes castellanos en la primera mitad del Quinientos.
Valladolid sede mercantil», en Valladolid, historia de una ciudad, vol. II, pp. 653-667.
38 ASENJO GONZÁLEZ, Mª., «Ciudad y territorio en la Castilla bajomedieval. Dinámica
socioeconómica», en SABATÉ, F. y FARRÉ, J. (coords.), El poder a l’Edat Mitjana. VIII Curs d’Estiu
Comtat d’Urgell (Balaguer, 2003), Lérida, Pagès, 2004, pp. 173-208, en concreto p. 200.
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producción y la oferta de su lugar de origen o residencia39. Probablemente, a esta
segunda lógica responderían algunos de los vínculos que Valladolid y sus
mercaderes organizaron con ciertas áreas mencionadas con anterioridad.
Sobre la trascendencia de los contactos con Medina del Campo, no es ne-
cesario insistir mucho más. Únicamente conviene quizá añadir que esta se mantuvo
y consolidó a lo largo del siglo XVI40. Con Flandes, la presencia de vallisoletanos
está bien acreditada en Brujas al menos desde inicios de la segunda mitad del
Cuatrocientos, lo que supuso la integración de estos operadores en el que era el
mercado exterior más importante para el comercio castellano coetáneo41. Con
Portugal, cabe la posibilidad de que existiera a fines del XV un grupo de mercaderes
de la villa dedicados particularmente al comercio hacia allí, relacionados entre sí
por lazos profesionales e incluso de amistad. Estos desarrollaron negocios
relevantes, legales o ilegales, sobre productos como armas y sobre la circulación y
elaboración de materias textiles, sederas en especial42. Con Valencia, las fuentes de
la capital mediterránea desde 1475 certifican la actuación de los vallisoletanos en
ella alrededor también del tráfico textil, como ya he citado. Pero corroboran en
paralelo los tratos que efectuaron puntualmente en Valencia sobre cosechas
agrarias43 y, sobre todo, el aprovechamiento que dieron a la capacidad financiera
valenciana, lo que les permitió trabajar en esta ciudad con letras de cambio, por
ejemplo. Es lo que hizo Lope Cocón en 1485, que cedió el ingreso en Valencia de
una letra de Córdoba de la que era beneficiario, y Antonio de Requejo en 1487,
quien protestó siempre en Valencia un cambio que tenía que cobrar, enviado de
Valladolid por Alfonso de Verdesoto44.
39 LADERO, Ciudades, p. 65.
40 Baste repasar al respecto los datos de ABED AL-HUSSEIN, «Las quiebras», pp. 221-266.
41 CASADO ALONSO, H., «Crecimiento económico, redes de comercio y fiscalidad en Castilla a fines
de la Edad Media», en BONACHÍA HERNANDO y CARVAJAL DE LA VEGA (eds.), Los negocios, pp. 17-35, en
especial p. 26; RUCQUOI, Valladolid, vol. II, p. 425.
42 MEDRANO, «El comercio», pp. 349-352. En los intercambios comentados con Portugal, aparte de
mercaderes naturales de Valladolid, participó también algún genovés que habitaba en la villa: Nicolás o
Nicoloso de Oliva. Sobre su origen italiano, véase ASENJO e IGUAL, «Mercaderes», p. 70.
43 Durante 1488 en Valencia, Luis de la Serna, vecino de Valladolid, y Battista Bulguerini, mercader
sienés, adquirieron de un alicantino unas partidas de pasa y almendruco. Los compradores estuvieron
ausentes en la escrituración de la venta, aunque la compañía también sienesa de los herederos de
Ambrogio Spannochi aceptó el contrato en su nombre. Fue testigo del acto Fernando López de Calatayud,
mercader de Valladolid residente en Valencia (ARV, Protocolos, nº 2005, 1488-III-18). Es muy posible
que este Luis de la Serna sea el mismo que el que he mencionado antes en el texto, quien estaba
emparentado con los López de Calatayud, por cierto.
44 ARV, Protocolos, nº 2004 (1485-VII-20) y 2675 (1487-III-26). Cocón y Requejo sí estuvieron
presentes en ambos documentos. Requejo no recibe aquí ninguna caracterización de origen y sólo se le
denomina sobrino de Ferrando Sánchiz, joyero, en la reproducción del original de la letra para su protesto.
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Continuando con el caso de Valencia, en el tránsito XV-XVI no fueron sólo los
mercaderes vallisoletanos quienes intervinieron allí: varios artesanos de la misma
villa residieron, y hasta se avecindaron, en la urbe costera45. No obstante, si
sumamos todas las presencias y actividades detectadas entonces, los movimientos
valencianos de gentes de Valladolid fueron en conjunto de bastante menos nivel, en
cantidad y en cualidad, que los desarrollados por otros operadores castellanos como
los toledanos46. Una impresión análoga parecen transmitir las noticias sobre la
proyección hacia Flandes, Medina del Campo y Sevilla incluso, pero en relación
ahora con los mercaderes burgaleses, quienes superaron a los vallisoletanos en el
número y la complejidad de sus negocios y en los factores de dominio que
emanaban de sus empresas47. Semejantes apuntes comparativos consienten ajustar
las proporciones económicas que pudieron lograr en la época los mercaderes de
Valladolid, sobre todo los grandes. Estos practicaron tratos de importancia
indiscutible, otorgaron a su organización societaria y financiera ciertos grados de
sofisticación y, desde luego, contribuyeron a (y a la vez se vieron impelidos por) la
expansión mercantil castellana de estos siglos, en particular la protagonizada por el
espacio del Duero. Sin embargo, como colectivo, debieron hallarse algún escalón
por debajo de los horizontes a los que llegaron, en Castilla, otros grandes
Pero debe tratarse del mismo mercader vallisoletano que figura en la nota 35. Aparte, los protocolos
valencianos cercanos a 1500 confirman la llegada de otros cambios desde Valladolid, aunque negociados
en esta ocasión fundamentalmente por agentes valencianos e italianos, instalados en Valencia o Valladolid.
Véase ibidem, nº 1996 (1476-X-17), 1999 (1479-I-2), 2689 (1486-VIII-22), 2006 (1489-I-2 y IV-3), 2676
(1488-XI-4), 2690 (1490-XII-30, 1491-III-1 y 1492-VII-30), 2694 (1494-X-7) y 2693 (1495-II-23).
45 Entre 1450 y 1520, la documentación municipal valenciana atestigua el avecindamiento en la
ciudad de cinco oriundos de Valladolid sólo a inicios del XVI: el mercader Rodrigo de Rojas (1504-VI-7),
el vellutero Pedro Pérez (1506-V-25), el sombrerero Juan Valdés (1507-V-15), el torcedor de seda
Bernardo Montoya (1518-II-18) y el hilador de seda Bernardo Álvarez (1520-I-3). Véase AMVa, Llibres
d’Aveïnaments, b3-9 (1504, 1506 y 1507) y b3-11 (1518 y 1520). Uno de ellos (Pedro Pérez) es conocido
en Valencia desde 1487 (NAVARRO ESPINACH, G., Los orígenes de la sedería valenciana (siglos XV y XVI),
Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1999, pp. 204-205). Desde fuentes castellanas, también está
demostrada la residencia valenciana de Francisco de Tordesillas, ya difunto en 1512, sombrerero vezino
que fue de la dicha villa de Valladolid que se fue a bivir a la çibdad de Valençia de Aragón, y de Alonso
Pérez de la Cavadilla en 1513, librero vezino de la noble çibdad de Valençia del Çid e vezino que fue de la
noble villa de Valladolid. Así consta en AHPV, Protocolos notariales, nº 8438 (ff. 69r-v: 1512-VIII-27) y
2 (ff. 107r-112r: 1513-XI-15, donde se copia un acto notarial escrito en Valencia en 1513-IX-12).
46 IGUAL, «El comercio».
47 Sobre Flandes y Medina del Campo, cotéjense las citas de las notas 40 y 41. Sobre Sevilla, OTTE,
E., Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Sevilla, Universidad de Sevilla y Fundación el
Monte, 1996, y PALENZUELA DOMÍNGUEZ, N., Los mercaderes burgaleses en Sevilla a fines de la Edad
Media, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2003.
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negociadores (los burgaleses, ante todo), especialmente en las iniciativas de mayor
magnitud y alcance48.
4. A MODO DE CONCLUSIÓN
Esto último podría considerarse el síntoma de determinadas variables de je-
rarquización regional en las que, por ejemplo frente a Burgos, el papel territorial y
económico de Valladolid y sus agentes comerciales fue de menor categoría.
También es verdad que, en la comparación con Medina del Campo a finales del
Medievo, el rol mercantil vallisoletano fue más limitado. Por ello se ha dicho que,
siempre dentro de Castilla, la plaza medinense se encumbró básicamente a través de
su conversión en centro económico-ferial del reino, mientras que Valladolid, que
pese a todo construyó a su alrededor las redes de relaciones analizadas, quedó mejor
afianzada como un polo esencial en lo político, en lo administrativo y en lo
jurídico49. Pero, obviamente, nada de esto implica que tengan que minusvalorarse
las realidades mercantiles que la villa acabó por focalizar, como espero que se haya
visto a lo largo del artículo.
A la potencialidad demográfica y de consumo que exhibió Valladolid y al
apoyo que ofrecieron las instituciones del mercado y la feria urbanos, los flujos
humanos y de negocio que la localidad atraía o irradiaba añadieron su inserción en
un polígono más amplio de conexiones. En este polígono, las funciones va-
llisoletanas estuvieron bien asentadas tanto en su entorno inmediato como en
ámbitos relativamente próximos de la Castilla septentrional, lo que se complementó
con las prolongaciones que he descrito con respecto a otros núcleos y operadores de
la Península Ibérica y de Europa. Aunque los fundamentos de esta imagen eran ya
antiguos a la altura de 1500 y permanecieron vigentes mucho después de tal fecha,
estos se dibujan con especial nitidez durante la transición del siglo XV al XVI. En
este período, particulamente abundante en documentación, parecen reforzarse y
proyectarse hacia el futuro las características que llenaron de significado desde
Valladolid el polígono reseñado.
En cualquier caso, uniendo los distintos elementos citados hasta aquí, podría
calificarse en hipótesis a Valladolid como un enclave mercantil “intermedio” a
escala castellana, y aún más en niveles hispánicos y continentales, en el sentido que
la villa no conformó un vértice principal del sistema económico, aunque sí fue un
área muy apropiada para el tráfico comercial y financiero gracias a la combinación
48 BENNASSAR, Valladolid en el siglo de oro, pp. 321 y 323; RUCQUOI, Valladolid, vol. I, p. 320.
49 DEL VAL VALDIVIESO, «Valladolid», pp. 217, 222 y 227.
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en su seno de múltiples estímulos50. Quizá, esta idea puede ayudar a entender la
extensión y los límites tanto de la influencia geográfica de la economía mercantil
vallisoletana, como de los papeles que desempeñó en el conjunto castellano,
siempre en el contexto del impacto que lo urbano manifestó en los territorios
europeos de la Baja Edad Media.
50 Al emplear el adjetivo “intermedio” adapto el concepto similar que utilizó hace tiempo Gabriella
Rossetti, pero en relación con el marco global europeo (ROSSETTI, G., «Incontro GISEM 1986. Relazione
introduttiva», GISEM 1984-1989. Bollettino, 1989, 1, p. 26).
... Sobre la adquisición de la vecindad como vía de inserción en la sociedad vallisoletana de esta época, vid. Igual, 2014. los Condes y otros lugares próximos, como Villanueva del Río 19 . ...
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The aim of this study is to compare four Castilian cities (Burgos, Valladolid, Toledo and Seville), based on primary and secondary sources above all in the period between the fifteenth century and the beginning of the sixteenth. The basis for the comparison is double: 1) The analysis of the composition of merchants groups in each city, both in quantitative and qualitative terms; 2) The observation of the characteristics of institutions and political power and its members in the four cities. This research tries to answer some questions: 1) What the interrelationship between merchant groups and urban oligarchies was in the different cities?; 2) Who and how many are the merchants who participated in the political ranks of each city?; 3) Is there a perfect correspondence between urban economic elites and urban political elites?; 4) Is it possible to conclude that there are several models in Castile with respect to the three first questions?
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The aim of this paper is to compare four Castilian cities (Burgos, Valladolid, Toledo and Seville), based on primary and secondary sources above all in the period between the fifteenth century and the beginning of the sixteenth. The basis for the comparison is double: 1) The analysis of the composition of merchants groups in each city, both in quantitative and qualitative terms; 2) The observation of the characteristics of institutions and political power and its members in the four cities. This research allows to answer some questions: 1) What the interrelationship between merchant groups and urban oligarchies was in the different cities?; 2) Who and how many are the merchants who participated in the political ranks of each city?; 3) Is there a perfect correspondence between urban economic elites and urban political elites?; 4) Is it possible to conclude that there are several models in Castile with respect to the three first questions?
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Desde finales del siglo XV, Valladolid atravesó un período de florecimiento que terminó por consolidar a «la villa del Esgueva» como uno de los centros neurálgicos de la Corona de Castilla durante el siglo XVI. En este contexto tan propicio para el desarrollo de los negocios comerciales y financieros, nuevos personajes y sus familias comenzaron a acrecentar su poder económico y a reforzar sus relaciones sociales, para terminar ocupando un lugar entre la sociedad urbana. El objetivo de este trabajo es trazar el camino seguido por el cambiador Antonio de Paredes a partir de su actividad financiera y de su creciente presencia entre las elites vallisoletanas. Una presencia que, junto a su capacidad económica y a su bien ganada reputación, acabaron por impulsar a sus hijos hasta formar parte del regimiento de la villa.
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LADERO QUESADA, M. Á., Las ferias de Castilla. Siglos XII a XV, Madrid, Comité Español de Ciencias Históricas, 1994, p. 25; RUCQUOI, Valladolid, vol. I, p. 78. 15 LADERO, Las ferias, pp. 23-25;
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