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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático
Secundario
10
BERNARDO MORENO JIMÉNEZ
ISABEL CARMONA COBO
LUIS MANUEL BLANCO
ROSA MARTHA MEDA LARA
INTRODUCCIÓN
El 11 de marzo de 2004 Madrid sufrió el
mayor ataque terrorista de su historia. Cientos de
personas vivieron ese día un suceso traumático.
Pocas personas negarían que el accidente de un
ser querido es un trauma para muchas familias,
sin embargo, es menos frecuente que la gente
reconozca que el accidente de un ser querido
también pueda suponer un trauma para los
profesionales que se ocuparon de atenderlo.
El impacto emocional y psicológico que estos
profesionales experimentan por los sucesivos
traumas que sufren las personas a las que
atienden, les sitúan en una situación de riesgo. En
los últimos 25 años, el trauma psicológico sufrido
por los trabajadores de emergencia y rescate está
incrementando el interés de los expertos.
Aunque los estudios muestran que la mayoría
de los equipos de rescate pueden experimentar un
estrés que no necesariamente conduce a trastornos
mentales diagnosticables, una variedad de
síntomas como fuertes reacciones emocionales
(shock, ira, culpa, impotencia), reacciones
cognitivas (desorientación, falta de
concentración), reacciones físicas (tensión, fatiga,
dolor, ritmo cardíaco acelerado) y efectos a nivel
social (aislamiento de familia y amigos) pueden
tener un impacto negativo en el bienestar de los
trabajadores (EU-OSHA, 2011).
A pesar de esto, la mayoría de los estudios han
centrado su atención en la víctima primaria y son
menos los que examinan el impacto emocional y
psicológico de estos profesionales que cuidan a
personas traumatizadas. Dada la necesidad real de
abordar el problema, en este capítulo se
profundiza en el estudio del estrés traumático
secundario y se proponen medidas de prevención
e intervención que ayuden a los trabajadores a
incrementar su bienestar laboral.
1. HISTORIA Y EVOLUCIÓN DEL TÉRMINO
© Ediciones Pirámide
2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
El Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT)
fue originalmente incluido en el Manual
Diagnóstico - Diagnostic and Statistical Manual
of Mental Disorders-III - de la APA en 1980
(American Psychiatric Association, 1980). Los
veteranos de la Guerra de Vietnam fueron las
primeras personas diagnosticadas con este
trastorno. Este hecho introducía oficialmente el
trauma psicológico en el campo de la psicología y
la psiquiatría. A partir de ahí, se comenzó a
diferenciar entre el estrés traumático directo, el
TEPT, y el estrés traumático indirecto, el estrés
traumático secundario.
El estudio del trauma secundario ha dado lugar
a una variedad de términos que, a pesar de sus
características diferenciales, son muy similares
entre sí. Algunos de estos términos son fatiga por
compasión (FC), victimización secundaria,
traumatización vicaria, burnout o estrés
traumático secundario (ETS) (Huggard, 2003;
Kraus, 2005; Sabo, 2006). Otro término
complementario, el contagio emocional (Miller,
Stiff y Ellis, 1988), ha sido definido como un
proceso afectivo donde la persona que observa el
sufrimiento de otro, experimenta paralelamente
las mismas respuestas emocionales a las
emociones reales o esperadas de aquella otra
persona.
En muchos casos los expertos han utilizado
indistintamente estos términos para referirse al
mismo proceso, lo que ha generado imprecisión
en la literatura y puesto de manifiesto la
importancia de clarificar la terminología. En los
estudios actuales revisados (véase cuadro 10.1),
los autores han utilizado preferentemente los
constructos de fatiga por compasión, estrés
traumatico secundario y traumatización vicaria
para referirse al proceso de quedar afectados por
el trauma de los propios clientes, un uso que
requiere alguna aclaración terminológica pues
aunque los procesos referidos sean similares
tienen marcos conceptuales diferentes y se han
originado preferentemente con poblaciones que
tienen características diferentes.
CUADRO 10.1
Revisión de los estudios actuales más destacados sobre estrés traumático secundario
Autor y año Muestra Objeto de estudio
Rossi, Cetrano, Pertile,
Rabbi, Donisi, Grigoletti,
Curtolo, Tansella, Thornicroft
y Amaddeo (2012)
260 sanitarios del
Departamento de Salud
Mental de Verona
Investigar la calidad de vida de los profesionales
evaluando burnout, fatiga por compasión y satisfacción
por compasión
Meda, Moreno-Jiménez,
Palomera, Arias y Vargas
(2012)
427 bomberos y
paramédicos de emergencias
del Estado de Jalisco
Evaluar los antecedentes organizacionales y
ocupacionales, las variables de personalidad, el síndrome
traumático secundario y las consecuencias del proceso
del trauma secundario en bomberos y paramédicos
Mearns y Flin (2010)
617 bomberos de Malasia y
346 bomberos de Reino
Unido
Evaluar las fuentes de estrés, afrontamiento y
satisfacción laboral
Robins, Meltzer y Zelikovsky
(2009)
314 profesionales sanitarios
de un hospital infantil (136
enfermeras)
Examinar el impacto de la exposición permanente a
eventos traumáticos en un hospital infantil en
profesionales sanitarios
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
Autor y año Muestra Objeto de estudio
Townsend y Campbell (2009) 110 enfermeras evaluadoras
de asaltos sexuales
Explorar los correlatos entre el estrés traumático
secundario y el burnout en enfermeras sanas
Dominquez-Gomez y
Rutledge (2009)
67 enfermeras de
emergencias
Evaluar la prevalencia del estrés traumático secundario
de las enfermeras de emergencias en los hospitales
comunitarios de California
Quinal, Harford, y Rutledge
(2009) 43 enfermeras de oncología Conocer la prevalencia del estrés traumático secundario
en enfermeras de oncología
Meadors y Lamson (2008)
185 trabajadores de
cuidados intensivos (125
son enfermeras)
Evaluar la sintomatología desarrollada y ayudar en las
necesidades de formación de los trabajadores de la
unidad de cuidados intensivos
Benoit, Veach y LeRoy
(2007) 12 expertos en genética Identificar y describir la FC en los expertos en genética
Frank y Adkinson (2007) 55 mujeres enfermeras (40–
60 años)
Identificar el riesgo de padecer FC en enfermeras de
víctimas de los huracanes de Florida acontecidos en el
año 2004
Abendroth y Flannery (2006) Enfermeras que trabajan en
cuidados paliativos
Identificar el riesgo de padecer FC en esas enfermeras y
crear modelos de prevención
Adams, Boscarino y Figley
(2006)
Trabajadores sociales de
Nueva York después de los
ataques del 11-S
Evaluar las propiedades psicométricas de la escala de FC
Examinar la validez predictiva de la escala en un modelo
multivariado
Conrad y Kellar-Guenther
(2006)
363 trabajadores sociales
con niños de Colorado que
participan en un taller sobre
ETS
Comprender el riesgo de la FC y el burnout y el
potencial de la satisfacción por compasión
Probar las relaciones de esos tres constructos entre ellos
Frank y Karioth (2006)
117 enfermeras de salud
pública que atienden a
víctimas de huracanes
Evaluar el nivel de riesgo de la FC de las enfermeras en
el momento de evaluar a las víctimas
Evaluar el nivel de riesgo de la FC de las enfermeras 3-4
meses después
Conocer las variables que están relacionadas con la FC
Racanelli (2005)
35 americanos y 31 israelíes
clínicos que trabajan con
víctimas de terrorismo
Evaluar el papel mediador de la evaluación del estatus
sobre los efectos de la FC a nivel intrasujeto
Simon, Pryce, Roff, y
Klemmack (2005)
Trabajadores sociales en
oncología
Determinar la relación entre la FC, el burnout y la
satisfacción por compasión
Boscarino, Figley y Adams
(2004)
236 trabajadores sociales de
la ciudad de Nueva York
Evaluar la prevalencia potencial de la FC en trabajadores
sociales que atienden a víctimas del 11-S
Probar la hipótesis de que controlar las variables
sociodemográficas, historia del trauma y apoyo social
hará que los trabajadores sociales se involucren más en
las víctimas con mayor riesgo de FC
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
FC: Fatiga por compasión; TV: Traumatización vicaria; ETS: Estrés traumático secundario
1.2. Fatiga por compasión
La expresión “fatiga por compasión” es la
traducción del inglés “compassión fatigue” que se
refiere al cansancio acumulativo ante el dolor y el
sufrimiento. Joinson (1992) fue la primera
experta que acuñó el término fatiga por
compasión al estudiar el burnout en enfermeras de
emergencias. Éstas se mostraban empáticas,
cuidaban a sus pacientes y absorbían el estrés
traumático de sus pacientes al proporcionarles su
ayuda profesional. Más tarde, Figley (1995)
describe la fatiga por compasión como una
respuesta al estrés que emerge de tratar con
personas que necesitan ayuda y atención intensas
y que se sienten en un determinado momentos
superadas y desbordadas por la acumulación
secesiva de casos y situaciones, lo que puede
llevar a un sentimiento de fatiga y agotamiento en
la propia capacidad de prestar ayuda, y a
sentimientos de confusión y aislamiento en los
cuidadores.
1.2. Estrés traumático secundario
Se refiere al conjunto de síntomas psicológicos
adquiridos por la exposición a personas que
sufren los efectos del trauma (Baird y Kracen,
2006). En palabras de Figley (1995):
“comportamientos y emociones naturales que
resultan como consecuencia de conocer a
personas significativas [o pacientes] que han
experimentado un evento traumático, y el estrés
resultante de ayudar o el deseo de ayudar a una
persona traumatizada [o paciente] que sufre un
trauma” (Figley, 1995, p. 7).
Moreno, Morante, Rodríguez y Garrosa
(2004a) lo definieron como un proceso por el cual
un individuo que observa el sufrimiento de otro,
experimenta paralelamente las mismas respuestas
emocionales a las emociones reales o esperadas
de la otra persona. De su definición se desgranan
las siguientes características: (a) pone el énfasis
en los síntomas relacionados con comportamiento
externos, más que en los cambios cognitivos
intrínsecos; (b) ocurre como resultado del
contacto directo o la exposición a víctimas de
trauma; (c) su aparición es inmediata.
1.3. Traumatización vicaria
La traumatización vicaria hace referencia a la
“transformación que ocurre en el profesional que
presta la ayuda de acuerdo al compromiso de
empatía que muestra con las experiencias
traumáticas del paciente. Es un proceso
[cognitivo] de cambio como resultado del
compromiso [crónico] empático con los
supervivientes del trauma" (Pearlman, 1999, p.
52).
Se trata de un proceso por aproximación
pregresiva e identificación con la persona que se
produce con el tiempo y conduce a cambios
nocivos en el bienestar del trabajador. Estos
cambios están relacionados con la visión que tiene
la persona de sí misma, de los demás y del
mundo. Por ejemplo, el profesional cambia su
forma de pensar acerca de aspectos como la
seguridad, la verdad, y el control, o experimenta
cambios en sus creencias espirituales (Pearlman y
McCann, 1995).
Con no poca frecuencia se ha intercambiado
el uso de los tres términos y no siempre quedan
© Ediciones Pirámide
Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
suficientemente deslindados los contornos propios
de cada proceso, en primer lugar porque los
autores los han utilizado de forma diferente y no
siempre de forma unívoca. No obstante, parece
que cada uno de ellos alude a procesos específicos
y diferenciados aunque contiguos. En primer
lugar, la fatiga por compasión se refiere
básicamente a la fatiga derivada de atender uno
tras otro casos que requieren un cuidado y una
atención emocional intensa. Un caso típico son las
enfermeras y su trabajo, en trauma, en clínicas del
dolor o en cuidados paliativos. En estas y otras
situaciones similares hay un riesgo de la aparición
de la fatiga por compasión. Ocurre cuando las
reservas emocionales y de preocupación por el
otro se han desfondado.
El estrés traumático secundario se centra
principalmente en la reproducción de las
respuestas específicas del trauma, rememoración,
evitación e hiperactivación como consecuencia de
la atención y ayuda a personas que han vivido
episodios altamente lesivos. Puede darse incluso
la paradoja que el profesional de la ayuda resulte
altamente traumatizado y no lo esté la victima
directa. En cualquier caso se centra en las
respuestas traumaticas del profesional de la
ayuda.
La traumatización vicaria resulta de un
proceso de aproximación psicológica en el que los
esquemas emocionales y cognitivos del paciente
son compartidos por el personal de la ayuda, que
ha ido comprendiendo y asimilando los esquemas
del mundo de su cliente, su origen y sus funciones
psicológicas. La traumatización vicaria tiene lugar
cuando la perspectiva del cliente, frecuentemente
disfuncional, se hace prioritaria y acaba
desplazando o substituyendo a la del profesional
con menoscabo de su propia función.
Mientras la fatiga por compasión puede
aparecer en los profesionales de la atención
médica, psicologica, social y en general en todas
las actividades profesionales de ayuda emocional
intensa, el estrés traumatico secundario aparece
principalmente en los profesionales de situaciones
de emergencias, sean del tipo que sean, naturales,
urbanas o sociales. La tarumatización vicaria
tendría lugar principalmente cuando se produce
una interacción en el tiempo de las perspectivas
mentales y psicológicas del cliente y del
profesional, como puede ocurrir en las situaciones
de ayuda terapeútica en cualquiera de sus formas.
No obstante estas diferenciaciones conceptuales,
la realidad del dolor compartido rompe
continuamente los compartimentos estancos y
mezcla continuamente los tipos de relación y sus
efectos.
2. SÍNTOMAS Y CARACTERÍSTICAS
ASOCIADAS AL ESTRÉS TRAUMÁTICO
SECUNDARIO
Prestar servicios de cuidado a personas con
trauma sitúa a los trabajadores en un estado de
riesgo de padecer las mismas respuestas
traumáticas. El estrés traumático secundario tiene
su origen en el compromiso emocional del
cuidador con el paciente. Este compromiso
emocional puede afectar negativamente a los
servicios prestados por los cuidadores, quienes
pueden compartir los factores de riesgo que dan
lugar a los trastornos psicológicos (Jenkins y
Baird, 2002).
Los efectos perjudiciales de la exposición
secundaria a un evento traumático son
esencialmente los mismos que los efectos que
sufren las personas que vivieron el trauma ¿Existe
un “coste de cuidar” en las personas que atienden
a pacientes que han vivido un trauma? Sí. Figley
(1995) identificó cuatro razones por las que los
profesionales del cuidado del trauma están
expuestos al riesgo de sufrir estrés traumático
secundario:
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
1. Todos tienen la empatía como recurso
principal de ayuda a las víctimas.
2. Muchos trabajadores han experimentado
algún tipo de evento traumático a lo largo de su
vida.
3. El trauma no resuelto del trabajador se
activa al atender a un paciente que ha sufrido un
evento traumático similar.
4. Los trabajadores que atienden a niños con
trauma pueden volverse más sensibles a la
sintomatología.
Los síntomas del estrés traumático secundario
pueden incluir un amplio rango de síntomas del
Trastorno de Estrés Postraumático. Estos síntomas
son: pensamientos intrusivos, recuerdos
traumáticos, pesadillas relacionadas con el trauma
de la víctima, insomnio, irritabilidad crónica o
estallidos de enfado, fatiga, dificultad de
concentración, evitación para tratar con las
víctimas, e hipervigilancia o reacciones de
sobresalto hacia los estímulos o los recuerdos del
trauma de la víctima (Bride, 2007). En el cuadro
10.2 se identifican los síntomas más comunes que
pueden aparecer en los trabajadores.
CUADRO 10.2
Síntomas asociados al estrés traumático secundario (Rourke, 2007)
Nivel Psicológico Nivel Cognitivo Nivel Interpersonal
-Fuertes emociones (tristeza,
enfado, culpabilidad, inquietud)
-Pensamientos extraños, imágenes
estresantes o pesadillas
-Sensación de adormecimiento o
congelación
-Evitación del paciente, la familia o
la situación
-Dolencias somáticas (trastornos
gastrointestinales, cefalea, fatiga)
-Ansiedad o agitación
-Comportamiento compulsivo o
adictivo (beber, fumar, compras
compulsivas)
-Sentirse aislado o personalmente
responsable, sin vuelta atrás
-Desconfiar de otros (familia,
paciente, compañeros del equipo)
-Aumento de la vulnerabilidad
personal o falta de seguridad
-Creer que otros no son
competentes para manejar el
problema
-Aumento o disminución del
sentido del poder
-Aumento del escepticismo
-Aumento del sentido de
responsabilidad personal o
culpabilidad
-Creer que otros no entienden el
trabajo que estás haciendo
-Abandonar el equipo de tratamiento
-Dejar las relaciones personales
(porque la gente “no entiende”)
-Desconfianza de otras personas y
profesionales
-Excesiva identificación con el
sufrimiento de otros llevándole a un
desvío al límite de las relaciones
-Separación de las situaciones o
experiencias emocionales (incluyendo
paciente/familia)
-Irritarse fácilmente con otros
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
Sin embargo, no todas las profesiones entrañan
el mismo riesgo de padecer esta problemática. En
el estudio del estrés traumático secundario
podemos encontrar diferentes ejemplos de
profesionales afectados, como son los
trabajadores de la salud (Buchanan, Anderson,
Uhlemann, y Horwitz, 2006), los trabajadores
sociales (Badger, Royse, y Craig, 2008; Bride
2007), o los profesionales de emergencias
(Pacheco, Garrosa, López y Robles, 2012) entre
los más destacados. Todos ellos comparten una
característica común: la empatía. La empatía es la
capacidad de experimentar el estado y la
perspectiva de otra persona en cualquier momento
dado en el tiempo (Wilson y Lindy, 1994). Esta es
la característica central y común que requieren las
profesiones asistenciales.
Por lo tanto, los cuidadores tienen la capacidad
de vivir el estado traumático del paciente por el
mero hecho de prestarles sus cuidados. Es un
proceso de transferencia de la sintomatología
traumática. Los síntomas específicos del estrés
traumático secundario incluyen la
reexperimentación del evento traumático, tener
pensamientos intrusivos, evitar los recuerdos
sobre el evento traumático y problemas de sueño
(Figley, 1995).
Otros síntomas son el escepticismo, el
aburrimiento, la ansiedad, la pérdida de
compasión y el desánimo (Figley, 1995; Joinson,
1992). Las consecuencias pueden incluso
extenderse a la organización, produciendo un
decremento en la productividad, un número
mayor de bajas por enfermedad y un alto nivel de
rotación (Pfifferling y Gilley, 2000). A nivel
macro, hay varias características organizativas
que han sido identificadas como factores de
riesgo. Estos factores incluyen la configuración
organizacional y limitaciones burocráticas, una
inadecuada supervisión, la falta de disponibilidad
de recursos para las víctimas, y la falta de apoyo
de los compañeros de profesión (Dunkley y
Whelan, 2006; Farrell y Turpin, 2003). Además,
no hay que olvidar la importancia que tiene la
cultura organizacional en el trabajo diario de estos
profesionales de asistencia.
A pesar de la complejidad de esta problemática
y su impacto en el bienestar laboral, la literatura
cuenta con pocos modelos explicativos
integradores sobre estrés traumático secundario.
Los investigadores más destacados en el tema han
realizado un esfuerzo para elaborar modelos que
expliquen la complejidad del fenómeno. A
continuación se exponen los modelos más
relevantes hasta la fecha.
3. MODELOS EXPLICATIVOS DEL ESTRÉS
TRAUMÁTICO SECUNDARIO
La mayoría de los autores han centrado la
atención en la naturaleza del estrés traumático
secundario (Beaton y Murphy, 1995; Dutton y
Rubinstein, 1995; Figley, 1995), en cuyo núcleo
se encuentra la empatía. Este recurso actúa como
factor de vulnerabilidad a la hora de sufrir el
problema.
En su modelo, Figley (1995) identificó
inicialmente cuatro factores esenciales para
experimentar estrés traumático secundario:
1. Capacidad para empatizar
2. Comportamiento hacia la víctima
3. Dificultad para distanciarse del trabajo
4. Sentimiento de satisfacción por haber
ayudado
Más tarde añadió un factor de especial
relevancia, la propia experiencia o historia
traumática del cuidador (Figley, 1999). El autor
propone un modelo transaccional a través del cual
el profesional, mediante el proceso de
comprensión que se pone en marcha con la
empatía, puede llegar a sufrir la misma
sintomatología que el paciente. A su vez, la
historia de trauma del profesional, que puede ser
similar a la del paciente, puede potenciar la
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aparición del estrés traumático secundario. El
hecho de que el profesional haya sufrido un
trauma se ha estudiado y analizado
profundamente, considerándose como factor de
vulnerabilidad (Cazabat, 1998). Por ejemplo, la
historia de abusos físicos y sexuales del trabajador
está significativamente relacionada con el riesgo
de padecer este problema (Dickes, 2001).
Otros factores complementarios que se han
identificado en su origen son la experiencia del
profesional en el campo del trauma como un factor
de resiliencia (Dutton y Rubinstein, 1995); y el
número de casos que atiende, como factor de
vulnerabilidad. Además de los modelos que
estudian el origen del trauma, han aparecido otros
que insisten en la complejidad y en los factores
interactivos. Dutton y Rubinstein (1995) explican
el estrés traumático secundario mediante cuatro
componentes diferentes: el evento traumático al
que se expone el cuidador, las reacciones ante ese
evento, sus estrategias de afrontamiento, y el
contexto personal y ambiental en el que se
encuentra.
Estos modelos teóricos iniciales han ido
incluyendo paulatinamente los elementos más
relevantes que explican el estrés traumático
secundario pero no existe interacción entre ellos y
carecen de un desarrollo longitudinal. Más tarde,
han aparecido modelos integradores e interactivos.
Sin embargo, no se ha profundizado lo suficiente
en las variables de la víctima, la situación, la
historia profesional, ni se ha tenido en cuenta su
desarrollo e interacción en el tiempo.
En este contexto de desarrollo sobre los
modelos explicativos, Moreno y cols. (2004a)
propusieron un modelo de procesos donde integran
variables de diferente naturaleza. En este sentido,
los autores incluyen las variables
sociodemográficas en general; los antecedentes
organizacionales, que abordan las dificultades
propias de la tarea que realiza el profesional; el
nivel de satisfacción; las variables de personalidad,
destacando la empatía, la comprensibilidad, el reto
y el sentido del humor; y finalmente, incluyen las
consecuencias, a nivel individual, social y
organizacional. Consideran que el núcleo central
del proceso, el estrés traumático secundario, es el
resultado de tres factores: la fatiga por compasión,
la sacudida de creencias y la sintomatología
postraumática relacionada con el fenómeno.
Todos estos modelos explicativos ayudan a
comprender la complejidad del trauma y sus
repercusiones. Es importante que los profesionales
tomen conciencia de los factores de riesgo y
síntomas asociados a estos fenómenos con el fin de
identificar, prevenir y minimizar sus efectos.
4. APLICACIONES
4.1. Evaluación y diagnóstico
El ETS es una reacción normal del
profesional de ayuda derivado de su trabajo de
exposición al trauma y en función del manejo que
haga la persona, el grupo y la organización de éste
podemos estar hablando de la presencia o no de
un posterior trastorno. Los síntomas del Trastorno
de Estrés Traumático Secundario (TEPS) reflejan
los síntomas del TEPT experimentados por la
victima primaria del evento (APA, 2000; Bober y
Regehr, 2005; Bride, 2007; Figley, 1995; Figley y
Roop, 2006; Rothschild, 2000). La llegada a un
diagnóstico de TEPS se produce a lo largo de todo
un proceso dividido en etapas, consistiendo la
primera en resolver de manera adecuada el estrés
traumático secundario (ETS), un fenómeno
normal que acontece ante situaciones anormales
(Harris, 1995). El DSM- IV establece que no
puede ser diagnosticado un TEPT en los 30 días
siguientes a la exposición del evento traumático.
Esto se produce debido a que la victima necesita
un tiempo para asimilar y acomodar las memorias
del evento en una visión integrada de sí mismo y
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
del mundo que le rodea. Por ende, los
profesionales de ayuda necesitan tiempo para esta
asimilación y acomodación emocional (Harris,
1995), aunque todavía no ha sido determinado si
el mismo criterio temporal para el TEPT valdría
para el diagnóstico de TEPS (Elwood, Mott, Lohr
y Galovski, 2011). Si no se produce esta
integración, el TEPS puede considerarse una
victimización secundaria del propio ETS (Harris,
1995). En principio, al igual que en el TEPT, los
síntomas con una duración inferior a un mes se
consideran normales y agudos. Aquellos síntomas
no manifestados hasta seis meses después se
consideran estrés traumático secundario demorado
(Parada, 2008).
Desde el establecimiento del TEPT como
cuadro clínico diagnosticable según los criterios
del DSM-III (APA, 1980), y desde una
perspectiva multidimensional, se han
desarrollado numerosos instrumentos y entrevistas
de evaluación y diagnostico de este trastorno de
ansiedad. A pesar de las similitudes con los
criterios diagnósticos establecidos por el DSM-IV
de éste trastorno con el estrés traumático
secundario, el desarrollo de instrumentos para
evaluar éste último ha sido más lento, aunque
cada vez mayor. Hoy en día existen bastantes
instrumentos de medida estandarizados que han
sido desarrollados para evaluar los diferentes
aspectos del ETS, sin mencionar aquellos
instrumentos desarrollados para medir el trauma
directo que también han sido utilizados para
evaluar este fenómeno (ver cuadro 10.3) (Bride,
Radey y Figley, 2007: Elwood et al., 2011).
Todos los instrumentos que aparecen en el
cuadro 10.3 podrían ser apropiados para ser
usados por los profesionales que trabajan en el
área, pues han demostrado poseer buenas
propiedades psicométricas y ser útiles para
evaluar fines específicos. En este capítulo vamos
a describir los más utilizados en la investigación
dentro del área. Para aquellos lectores que deseen
profundizar en cada una de las escalas, les
recomendamos una lectura detallada de los
originales.
Una escala frecuentemente usada dentro del
campo, aunque también diseñada para evaluar el
trauma en victimas primarias, es la Trauma
Attachment and Belief Scale (TABS; Pearlman,
2003). Es una medida basada en la teoría
constructivista y evalúa las distorsiones que
pueden producirse en los esquemas cognitivos
dentro de cinco áreas de necesidades psicológicas:
control, autoestima, intimidad, seguridad y
confianza. La medida ha sido frecuentemente
utilizada por los investigadores para evaluar la
victimización secundaria (McCann y Pearlman,
1990).
Cada instrumento tiene varios niveles de
evidencia en lo que se refiere a sus propiedades
psicométricas y cada una puede ser usada para
fines específicos. Por este motivo, en la
evaluación del ETS es importante y se debe
considerar el dominio que se intenta evaluar, pues
cada instrumento puede medir un aspecto
diferente del fenómeno. Por ejemplo, la ETSS
mide específicamente síntomas del TEPT
asociados al trabajo clínico con poblaciones
traumatizadas, mientras que el TABS mide
distorsiones en los esquemas cognitivos de la
persona (Perlman, 2003). Es por ello que se
recomienda que los profesionales y
organizaciones utilicen más de una escala de
medida en orden de ofrecer un dibujo completo de
la experiencia individual de ETS. Además, todas
las escalas mencionadas hacen un screening del
problema, y no un diagnóstico, por tanto es
conveniente el uso de otra metodología
complementaria, como la entrevista clínica,
además de un buen conocimiento profesional y
suficiente experiencia para reconocerlo (Bride et
al., 2007).
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Principales escalas para medir ETS o FC
Instrumento
Compassion Fatigue Self Test (FCST)
(Figley, 1995)
Compassion Satisfaction and Fatigue Test (CSFC)
(Figley y Stamm, 1996)
Secondary Trauma Questionnaire (STQ)
(Motta, Kefer y Hertz, 1999)
Compassion Fatigue Scale (FCS)
(Gentry, Baranowsky, Dunning, 2002)
Cuestionario de Estrés Traumático Secundario (CETS)
(Moreno, Morante, Rodriguez y Garrosa, 2008)
Secondary Traumatic Stress Scale (ETSS)
(Bride, Robinson, Yegidis y Figley, 2004)
Intrusion (5 ítems)
Evitación (7 ítems)
Activación (5 ítems)
Profesional Quality of Life Scale (Pro-QOL)
(Stamm, 2005)
Satisfacción por compasión (10 ítems)
Burnout (10 ítems)
Fatiga por compassion / ETS (10 ítems)
Compassion fatigue –Short Scale
(Adams, Matto y Harrington, 2006)
Burnout (8 ítems)
Trauma secundario (5 ítems)
Impact of Events Scale (IES)
(Horowitz, Wilner y Alvarez, 1979)
Intrusión (7 ítems)
Activación (8 ítems)
Impact of Events Scale-Revised (IES-R)
(Weiss, 2004)
Intrusion (7 ítems)
Evitación (8 ítems)
Activación (6 ítems)
Trauma Attachment and Belief Scale (TABS)
(Pearlman, 2003)
Seguridad personal
Seguridad interpersonal
Confianza personal
Confianza interpersonal
Autoestima personal
Autoestima interpersonal
Intimidad personal
Intimidad interpersonal
Control personal
Control interpersonal
World Assumptions Scale (WAS)
(Janoff-Bulman, 1989)
Benevolencia del mundo (4 ítems)
Benevolencia de las personas (4 ítems)
Justicia (4 ítems)
Controlabilidad (4 ítems)
Aleatoriedad (4 ítems)
Capacidad de control (4 ítems)
Suerte (4 ítems)
Autoestima
Son muchos los logros y desarrollos
alcanzados en la evaluación del ETS en la última
década, no obstante, podemos considerar que
todavía existen algunas limitaciones dentro del
área. En primer lugar todavía falta una claridad
conceptual sobre lo que constituye el trauma
secundario y cómo difiere de otras consecuencias
adversas del trabajo. La existencia de un número
de escalas de ETS en uso que emplean distintas
conceptualizaciones y métodos de medición del
fenómeno dificulta su identificación y estudio.
Además las propiedades psicométricas de los
instrumentos no son siempre discutidas y muchos
de los estudios de evaluación no utilizan muestras
aleatorizadas. Por último, la mayoría de
instrumentos son de screening y han sido
desarrollados para asegurar que el ETS fuera
identificado apropiadamente, lo que podría estar
inflando los falsos positivos (Bride et al., 2007;
Figley, 2008, 2010).
Es importante que la investigación en este
campo se amplie y se extienda al máximo de
actividades profesionales de ayuda. Al mismo
tiempo este campo podría verse altamente
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
beneficiado por la incorporación de una
metodología cualitativa en el estudio del trauma
para trabajar desde una aproximación doble,
donde unos datos complementen a otros (Beck,
2011; Creswell y Zhang, 2009).
4.2. Prevención
El ETS es una respuesta normal y universal
ante acontecimientos inusuales o anormales, y en
este sentido, lo que tratamos de prevenir es la
aparición y posterior cronificación del TEPS. Para
este fin, es necesario manejar adecuadamente la
respuesta de estrés secundario en el profesional de
ayuda (Harris, 1995; Parada, 2008).
Las medidas para afrontar el impacto que
tienen las experiencias de trauma sobre los
profesionales conviene implementarlas desde una
perspectiva multinivel, considerando la relación
del organismo con su ambiente (Parada, 2008;
Yassen, 1995), de manera que tanto el individuo,
el grupo y la organización puedan ejecutar
acciones contra el impacto psicológico de una
situación traumática (Newell y McNeil, 2010). Al
mismo tiempo, estas acciones deben integrarse en
todos los niveles de prevención (Parada, 2008),
pudiéndose implementar antes, durante y después
de la exposición al estrés traumático.
Una prevención primaria puede requerir la
eliminación o modificación de las situaciones que
causan estrés en las personas, una adaptación o
modificación del puesto de trabajo y el
reforzamiento o mejora de los recursos personales
del profesional de ayuda. La prevención
secundaria se pone en marcha en aquellos
profesionales cuya exposición al trauma o a la
persona traumatizada es inminente y por tanto son
personas con un alto riesgo de tener que afrontar
las consecuencias del ETS más adelante. Su
objetivo va a ser la preparación del profesional
para el afrontamiento del ETS. Por último, la
prevención terciaria se pone en marcha una vez el
profesional se ha expuesto al trauma y su objetivo
sería reducir los efectos del ETS. A pesar de esta
necesidad de prevención, son escasas las
investigaciones en el campo que se han centrado
en el desarrollo de programas de prevención en
cualquiera de los niveles mencionados (Moreno-
Jiménez, Garrosa, Morante, Rodriguez y Losada,
2004a; Meyers y Wee, 2005).
4.2.1. Prevención individual
Las medidas preventivas que pueden poner en
marcha los profesionales de ayuda están dirigidas
fundamentalmente al autocuidado, pieza clave
para mitigar el impacto del ETS (Radey y Figley,
2007), y que no siempre es llevado a cabo por los
profesionales, que en muchas ocasiones dejan
para último lugar la satisfacción de sus
necesidades personales (Bober y Regehr, 2005,
Mathieu, 2012).
Figura 10.1- Niveles y momentos en la prevención del
estrés traumático secundario
Algunas guías estandarizadas de autocuidado,
en las que se pueden encontrar pautas orientativas
dirigidas a los profesionales, señalan esta
práctica como un imperativo ético, al impactar
directamente sobre la calidad del cuidado
proporcionado (Figley, 2002).
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
Francoise Mathieu (2012) propone cuatro
pasos fundamentales para desarrollar el
autocuidado en estos profesionales (figura 10.2),
que consisten en llevar a cabo estrategias y
técnicas mencionadas por la mayoría de manuales
y recomendaciones hechas por otros autores
especializados en el tema (Boscarino, Adams y
Figley, 2010; Figley, 2002; McCammon y
Allison, 1995; Meyers y Wee, 2002; Newell y
MacNeil, 2010; Rothschild, 2009; Yassen, 1995).
El primer paso consiste en hacer una
autoevaluación de todos aquellos posibles
estresores que están presentes en la vida del
profesional. Evaluar y conocer cuáles son sus
niveles de sobrecarga cuantitativa y cualitativa en
las diferentes áreas, su bienestar físico y
emocional, sus hábitos de sueño y de alimentación
es importante. Esta identificación puede corregir
ciertos comportamientos de riesgo, limitar la
exposición prolongada a algunos estresores y
promover hábitos saludables en los profesionales.
El segundo paso consiste en alcanzar un
balance adecuado entre el trabajo y la vida
personal. Además de poner en marcha hábitos
saludables de sueño y alimentación, es importante
comprometerse también con actividades que
tengan interés para la persona, sean recreativas y
con capacidad restaurativa de los recursos
personales. Algunos ejemplos podrían ser
actividades que nos hagan entrar en contacto con
la naturaleza, el ejercicio físico, la relajación y
meditación y actividades que fomenten la
expresión creativa, como escribir, el teatro, la
fotografía, dibujar o tocar un instrumento entre
otras (Harrison y Westwood, 2009). El contacto y
apoyo social también es restaurativo, volviéndose
un elemento fundamental para la prevención del
TEPS (Figley y Barnes, 2005). Al mismo tiempo,
es importante tener un balance en la cantidad y
cualidad de las tareas tanto en el terreno personal
como en el profesional, participando en diferentes
actividades y roles, a la vez que saber establecer
límites que hagan posible cumplir con esta
diversidad (Yassen, 1995).
El tercer paso anima a los profesionales a
desarrollar habilidades de afrontamiento que les
hagan más resistentes al trauma. Aprender
habilidades de comunicación interpersonal,
solución de problemas, asertividad,
reestructuración cognitiva, reducción del estrés,
uso del humor, relajación y manejo del tiempo
puede ayudar a mitigar los efectos del ETS
(Rourke, 2007).
Figura 10.2.- Pasos para el desarrollo del autocuidado
(Mathieu, 2012)
El desarrollo de una capacidad de
autoconciencia que les permita conocer sus
fortalezas y debilidades, quiénes son, sus
circunstancias vitales, sus límites como
profesionales y cuándo necesitan ayuda externa,
puede ser también muy positivo ( Yassen,
1995; Rothschild, 2009). Algunos profesionales de
ayuda fueron víctimas en el pasado de experiencias
traumáticas, y conviene haber resuelto las
experiencias propias o monitorizar las propias
respuestas para poder ayudar a otras personas y que
no interfiera en el proceso terapéutico (Munroe et
al., 1995; Williams y Sommer, 1999). La
psicoterapia puede ser un buen espacio para
desarrollar todas estas capacidades y resolver los
asuntos del pasado. La teoría de la ampliación y
construcción de recursos (Fredrickson, 1998) da
cuenta de cómo el autocuidado es importante al
influenciar en la ratio positividad-negatividad,
convirtiéndose en un mecanismo que incrementa
las emociones positivas lo que a su vez generaría
recursos físicos, intelectuales, y sociales,
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
resultando en una mayor afectividad positiva.
Desde esta teoría, el autocuidado y las emociones
positivas juegan un papel clave para la prevención
del TEPS, al influenciar en la construcción de
recursos como el optimismo, factor importante
para generar satisfacción en el trabajo de ayudar y
cuidar a otras personas (Radey y Figley, 2007).
Nada de todo lo comentado anteriormente
funcionaría si no hay un verdadero compromiso
por parte del profesional de ayuda de poner en
práctica un plan sólido de autocuidado,
considerándose el paso final. Los profesionales
tienen que elaborar y/o revisar su actual plan de
prevención y autocuidado, seleccionar una meta
para cada categoría, analizar los recursos que uno
tiene para alcanzarlas, discutir las metas e
implementarlas con ayuda de alguna persona que
sirva de apoyo, activar el plan, evaluarlo
conjuntamente con la persona de apoyo y apreciar
los cambios (Figley, 2002).
4.2.2. Prevención grupal
El apoyo social es una fuente significativa de
ayuda a los supervivientes de un evento
traumático. Figley (1989) ya observó como el
efecto del trauma era menor en aquellas víctimas
cuya situación familiar proveía a sus miembros de
apoyo. Un acercamiento grupal a la prevención
del TEPS puede proveer el mismo apoyo a los
profesionales de ayuda (Munroe et al., 1995). El
mejor lugar para desarrollar estos planes es el
mismo lugar de trabajo donde puede aparecer el
problema. Los compañeros de trabajo tienen el
poder de diluir el impacto del ETS normalizando
las reacciones de estrés, aceptándolo como real y
legítimo, al mismo tiempo que proporcionan
diferentes perspectivas y una visión alternativa de
los hechos. Para que el grupo cumpla esta
importante función es necesario que este
formalmente organizado de alguna manera,
previamente a la exposición del material o
personas traumatizadas, que se reúna
regularmente, tenga unas reglas y sirva para
discutir todos los aspectos relacionados con la
exposición al estrés traumático y las reacciones
hacia él. La comunicación en el grupo debe ser
abierta, sin sancionar ninguna reacción de alguno
de sus miembros, que se pueden expresar clara y
libremente. El grupo, además de ayudar a
normalizar, permite una mejor comprensión de las
reacciones y proporciona un ambiente de
seguridad en el que poder compartir y trabajar
sobre las distintas reacciones (Catherall, 1995;
McCann y Pearlman, 1990). Una de las ventajas
de trabajar en grupo es que el ETS se trabaja
como un problema para el grupo entero, y no
como un problema que afecta exclusivamente a
uno de sus miembros, y por eso se anticipa que
todos los recursos grupales serán utilizados para
integrar la experiencia de estrés de cada uno de
ellos (Catherall, 1999; Munroe et al., 1995).
Además de contar con un grupo formal y de
carácter regular donde se discuten todas estas
cuestiones y previamente a la exposición al estrés
traumático, algunas de las intervenciones van a
requerir ponerse en marcha inmediatamente
después de la exposición para permitir su
integración y no derivar en un posterior trastorno.
El modelo más famoso de intervención grupal es
el CISD, Critical Incident Stress Debriefing
(Mitchell, 1983), actualmente llamado PEGS,
Powerful Event Group Support (Mitchell, 2007).
Constituye una intervención altamente
estructurada, dividida en 7 fases, que se pone en
marcha a las pocas horas de la exposición al estrés
traumático (entre 48 y 72 horas), y que tiene como
objetivos aliviar el estrés, legitimizar las
emociones y pensamientos, facilitar la integración
de la experiencia, movilizar hacia el uso de los
recursos disponibles y discriminar a aquellas
personas que van a necesitar un apoyo posterior.
Otra intervención más breve y semiestructurada es
el defusing (Mitchell y Everly, 1997), que consiste
en un encuentro grupal llevado a cabo
inmediatamente después de la jornada de trabajo y
que tiene una duración aproximada de entre 30 y
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
45 minutos. A diferencia del debriefing, el
defusing no pretende promover el “cierre” del
estrés provocado por el incidente, sino facilitar
oportunidades de ventilación, la reposición del
profesional tras las horas de dedicación al trabajo
y la motivación hacia el empleo proactivo de
recursos psicológicos de afrontamiento (Parada,
2008). Otras intervenciones que son interesantes
de mencionar son el CMB, Crisis Management
Briefings (Everly, Flannery, Eyler y Mitchell,
2001), Psychological Debriefing (Dyregrov,
1989), Múltiple Stressor Debriefing Model
(Armstrong, 2000), y el CIPR, Critical Incident
Processing and Recovery (Galiano, Cervera y
Parada, 2003). A pesar de que muchas
investigaciones avalan la efectividad del
debriefing para el afrontamiento de situaciones de
alto estrés y trauma (North et al.,, 2002), son
también varias las críticas y dudas planteadas
sobre su utilidad (Van Emmerik, Kamphuis,
Hulsbosch y Emmelkamp, 2002), existiendo
actualmente una fuerte ambigüedad que requerire
la obtención de un mayor conocimiento sobre su
efectividad (Wagner, 2005).
4.2.3. Prevención organizacional
Aunque es evidente que no se puede evitar la
exposición al ETS, y que todos los profesionales
tienen la responsabilidad de poner en marcha
estrategias personales y grupales para prevenirlo,
las instituciones pueden y deben facilitar estas
medidas, además de generar mecanismos y
políticas encaminadas a este fin concreto
(Catherall, 1995; Hesse, 2002). Estos mecanismos
preventivos incluyen psicoeducación,
preparación y planificación y se sustentan bajo
tres principios (Catheral, 1995; Ochberg, 1991):
— Principio de individualidad: la
institución debe respetar la manera personal de
cada profesional para recuperarse del estrés.
— Principio de normalización: La
institución debe respetar y reconocer la
normalidad de los pensamientos y sentimientos
experimentados por los profesionales.
— Principio de empoderamiento: La
institución debe considerar al profesional como un
agente activo en su propia recuperación, que se
llevará a cabo con dignidad, poder y control.
CUADRO 10.4
Estrategias de prevención e intervención en ETS dentro de la organización
- Establecer una cultura organizacional de aceptación y respeto.
- Explicitar los valores, como el compromiso de prevención del ETS
- Evaluar regularmente el ETS
- Reducir la carga cuantitativa de trabajo.
- Diversificar la carga de casos relacionados con el trauma.
- Flexibilizar las políticas de la organización
- Reducir la burocracia.
- Proporcionar un ambiente seguro y confortable de trabajo.
- Educación y entrenamiento específico en ETS y su afrontamiento.
- Proporcionar apoyo social, fomentando redes de profesionales.
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- Permitir la participación en las decisiones organizacionales.
- Reconocer y valorar el trabajo de los profesionales.
- Proporcionar supervisión y apoyo.
- Facilitar recursos para el autocuidado y permitir el descanso.
- Permitir el acceso a otros servicios (p.e: médico, psicológo…)
Quizá un paso previo a la implementación de
un programa de prevención organizacional del
ETS requiere de la aceptación y legitimización del
problema (Newell y MacNeil, 2010). Una cultura
organizacional de aceptación ayuda a aliviar el
estigma a los profesionales por experimentar
determinadas reacciones de estrés, como los
sentimientos de inadecuación o incapacidad (Bell,
Kilkarni y Dalton, 2003). La necesidad de
prevención debe ser identificada, y los efectos del
ETS deben ser entendidos y comunicados a los
trabajadores. Las respuestas apropiadas y las
contingencias deben estar planeadas y un plan de
preparación debe ser mantenido en el tiempo. Para
Catherall (1999), la psicoeducación sobre el tema
ayuda a combatir el estrés, ya que muchos
profesionales desconocen este trastorno, y por
tanto les resulta imposible detectarlo y solicitar
ayuda. A su vez, recibir supervisión alivia la carga
emocional del profesional de ayuda, pues cómo
comentábamos anteriormente, los otros
proporcionan normalidad y perspectivas
alternativas de los hechos. Otras medidas
específicas que una organización puede poner en
marcha se detallan en el cuadro 10.4.
Los jefes de equipo, coordinadores o
supervisores también pueden tomar medidas para
ayudar a disminuir el impacto del ETS en los
profesionales a los que están supervisando
(Catherall, 1995). Además de ser un buen ejemplo
de cómo ellos se mantienen y cuidan a sí mismos,
los supervisores pueden dar información sobre el
ETS, evalúar el nivel de carga de su equipo y
cómo es el afrontamiento de cada uno de sus
miembros, proporcionar alternativas de cuidado,
dar feedback sobre el trabajo realizado, crear
oportunidades regulares para que el grupo se
encuentre y hable de su experiencia de exposición
al trauma, y no estigmatizan las reacciones de los
compañeros a los que supervisan (Mathieu, 2012).
4.3. Intervención
Una integración satisfactoria del estrés
traumático secundario va a depender en buena
medida de que el incidente crítico, la experiencia
de estrés y las secuelas se hayan asimilado y
acomodado psicológicamente, en parte gracias a
las habilidades de afrontamiento del profesional,
su resiliencia, el apoyo del grupo y de la
organización Cuando no se produce esta
integración, el profesional puede acabar
desarrollando y exhibiendo los síntomas de un
trastorno de estrés traumático secundario (TEPS).
Cuando esto ocurre los esfuerzos han de ir
orientados a reemplazar, crear y potenciar
habilidades de afrontamiento del individuo, así
como a facilitar su proceso de recuperación
(Harris, 1995). Durante esta recuperación, se
reduce el estrés emocional, los problemas
personales y laborales y se identifican los
mecanismos para crear o mantener el sentido de
control y competencia personal (Dunning, 1990).
Muchas de las intervenciones que han surgido
en torno al tratamiento del estrés traumático
secundario se han originado a partir de los
conocimientos que ya existen sobre la
intervención con victimas primarias y TEPT
(Moreno-Jiménez et al., 2004a; Harris, 1995;
Pearlman y Saakvitne, 1995).
Al igual que en el campo de la prevención, la
intervención debe estar orientada hacia la persona
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
traumatizada, hacia el grupo de compañeros, y
hacia la organización (Rourke, 2007).
4.3.1. Intervención del individuo
Las acciones van encaminadas a restaurar el
equilibrio físico y emocional del profesional, y
por ello se interviene tanto en el área personal
como laboral de la persona (Pearlman y
Saakvitne, 1995; Williams y Sommer, 1999).
Tener un equilibrio entre el trabajo, el disfrute, y
el descanso es esencial para una vida saludable.
Hay muchas maneras de comprometerse con
actividades restaurativas y de autocuidado, que
en muchas ocasiones ya están incorporadas en
nuestros hábitos de vida y sólo hay que
identificarlas y hacer que sean más salientes.
Algunos ejemplos podrían ser poner en práctica
actividades artísticas, entrar en contacto con la
naturaleza, practicar la meditación y relajación,
realizar hobbies, participar en la comunidad y en
actividades sociales y desarrollar el lado
espiritual, entre otras muchas. Conviene
desarrollar un listado con todas las actividades
específicas que uno mismo podría poner en
marcha e irla actualizando en el tiempo. El
profesional debe conectar nuevamente con su
sentido y objetivos vitales, identificar y hacer uso
de sus recursos personales y sociales, desarrollar
rituales de empoderamiento y seguridad, y
mantener altos niveles de energía a través de una
dieta, descanso, y ejercicio apropiados (Williams
y Sommer, 1999). En la intervención se deben
identificar los esquemas cognitivos distorsionados
en torno a necesidades básicas como la seguridad,
la confianza, la autoestima, la intimidad y el
control, para trabajar después sobre ellos
(McCann y Perlman, 1990; Rosenbloom, Pratt y
Pearlman, 1995). Hacer psicoterapia es una
experiencia óptima para trabajar sobre estos
aspectos al focalizarse en uno mismo, en las
necesidades personales y en los orígenes de las
respuestas al propio trabajo con trauma (Rourke,
2007).
Tanto el estrés traumático secundario como la
resiliencia son procesos humanos naturales
activados por la exposición al estrés, y aunque
con mecanismos diferentes de desarrollo, se
pueden crear oportunidades en la terapia para
desarrollar y transformar en resiliencia el trabajo
de ayudar a otras personas (Hernández, Gangsei y
Engstrom, 2007; Radey y Figley, 2007).
4.3.2. Intervención del grupo
Como ya hemos mencionado anteriormente,
Figley (1989) estudió a familias donde uno alguno
de sus miembros había quedado traumatizado por
algún evento y se interesó por saber qué
cualidades comunes tenían aquellas que eran más
efectivas a la hora de asistir a sus miembros
traumatizados. Catherall (1999) más tarde
concluyó que las mismas cualidades podían ser
manifestadas por el grupo de compañeros, pues
son una fuente de recursos instrumentales y
emocionales que ayudan a clarificar los insight
del profesional con TEPS a través de la escucha y
aceptación de todos los sentimientos
experimentados por el profesional, corrigen
posibles distorsiones cognitivas, refuerzan
reinterpretaciones y perspectivas alternativas que
van surgiendo en el personal traumatizado y
reconocen y empatizan con la experiencia
emocional del profesional.
La creación de grupos de apoyo entre
profesionales es una estrategia recurrente en la
intervención con trauma secundario (Catherall,
1999; Munroe et al., 1995; Perlman y Saakvitne,
2002; Rourke, 2007; Yassen, 1995). La
experiencia de trauma secundario puede romper la
confianza, significado y conexión con la
comunidad y las personas que forman parte de
ella. El grupo de compañeros provee de apoyo y
promociona confianza, al ser una contrapartida a
los efectos de soledad que muchas veces
experimentan los profesionales con TEPS. El
equipo valora a sus miembros, atiende a su
bienestar, lo que puede retar la visión del mundo
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
que tiene la persona traumatizada. El objetivo es
reconectar con los otros tanto en la esfera personal
como profesional para restaurar el nivel de
desconexión que caracteriza al ETS.
4.3.3. Intervención en la organización
El compromiso de la organización en la
intervención con el ETS es un elemento
fundamental. La necesidad de estos profesionales
de recibir intervenciones para el ETS debería ser
vista como normal, más que como un déficit o
debilidad de los profesionales (Najjar, Davis,
Beck-Coon y Doebbeling, 2009). Ya sabemos que
variables como el conflicto de rol y la cultura
organizacional pueden potenciar la experiencia de
estrés traumático secundario (Beaton y Murphy,
1995) y por ello conviene poner en marcha
acciones para reconocer, informar e integrar bien
la experiencia. Una continuada psicoeducación
sobre el tema, diversificar el trabajo y las tareas,
el reparto adecuado de las vacaciones y los
descansos, y proporcionar espacios de encuentro
entre los compañeros serían algunos factores a
tener en cuenta (Rourke, 2007; Saakvitne, 1994;
Sprang, Clark, y Whitt-Woosley, 2007).
Proporcionar una supervisión regular con
profesionales expertos es también esencial para el
propio autocuidado. La persona que se encargue
de supervisar es alguien que tiene que comprender
la dinámica del TEPT y su impacto, así como los
métodos para tratarlo. Esta supervisión debe
proporcionarse en un lugar seguro en el que poder
expresarse libremente.
Gentry, Baranowsky y Dunning (2002)
desarrollaron el Accelerated Program for
Compassion Fatigue (ARP) bajo la dirección de
Charles Figley. El ARP es un modelo de 5
sesiones para el tratamiento de los efectos del
estrés traumático secundario en distintos
profesionales de ayuda. Aunque inicialmente fue
desarrollado para intervenir individualmente, más
tarde se comenzó a convertir en una intervención
dirigida a grupos de trabajadores. Las sesiones de
tratamiento están estandarizadas y sus objetivos
principales son : (1) reconocer la experiencia de
ETS, (2) identificar los síntomas del estrés
traumático y sus desencadenantes, (3) identificar
y utilizar los recursos, (4) revisar la historia
personal y profesional hasta el presente, (5)
dominar métodos para reducir la activación, (5)
aprender habilidades de contención, (6) iniciar
una resolución de conflictos e (7) implementar un
plan de apoyo para las secuelas, utilizando
diversas formas de auto-cuidado. Los resultados
preliminares han mostrado la eficacia de este
programa en la reducción de síntomas. (Gentry, et
al., 2002). En respuesta directa al éxito del ARP,
surgió el CFCST, The Certified Compassion
Fatigue Specialist Training (Gentry y
Baranowsky, 1998), que fue desarrollado y ha
mostrado ser eficaz para dotar a los mismos
profesionales de habilidades para trabajar la fatiga
por compasión en otros profesionales y en sí
mismos (Gentry, Baggerly y Baranowsky,
2004).
Rothschild (2009) describe en su libro “Ayuda
para el profesional de la ayuda” tres proyectos de
investigación preeliminares que ha puesto en
marcha para reducir la fatiga por compasión en
profesionales de ayuda. En sus proyectos describe
el uso de técnicas corporales y de autoconciencia
que fundamenta bajo principios psicofisiológicos.
Sin embargo, como el propio autor señala en su
libro, los resultados son preeliminares y han de
tomarse con cautela.
En conclusión, el desarrollo de instrumentos
de evaluación y diagnóstico del ETS está
empezando a dar sus frutos y , si bien el camino
hacia una mayor precisión en la evaluación de
este síndrome se prevee largo y dificultoso, habrá
que confiar en que el aumento en el número de
estudios realizados y la proliferación de
investigaciones al respecto llegará a buen término,
logrando de este modo instrumentos válidos y
fiables. La implementación satisfactoria de
programas de prevención es aquella que considera
al individuo, al grupo y a la organización entre sus
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
planes, teniendo en cuenta tanto las características
personales , como de su ambiente de trabajo y sin
olvidar el contexto sociocultural que le rodea y en
el que se va a intervenir. Todas estas medidas se
pueden implementar antes, durante y después de
la exposición al estrés traumático, con el fin
todavía de prevenir el desarrollo posterior de un
trastorno. Los esfuerzos de los profesionales y las
organizaciones a las que pertenecen en prevenir
las consecuencias negativas de la exposición al
trauma deben dirigirse a capitalizar su capacidad
de empatía y energía hacia una satisfacción por el
trabajo que desempeñan. Hoy se conocen
bastantes estrategias para intervenir con
profesionales de la ayuda, fundamentalmente
orientadas a la integración de la experiencia de
estrés traumático y al desarrollo de habilidades de
afrontamiento, aunque se necesitan más estudios
acerca de la eficacia de estas intervenciones.
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Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
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2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
ANEXO
CUESTIONARIO DE ESTRÉS TRAUMATICO SECUNDARIO
Referencia: Rosa Martha Meda, Bernardo Moreno-Jiménez, Andres Palomera, Elva
Arias y Rodrigo Vargas. (2012). La evaluación del estrés traumático secundario.
Estudio comparado en bomberos y paramédicos de los servicios de emergencia de
Guadalajara, México. Terapia Psicológica, 30, 31-41
A continuación encontrará una serie de cuestiones referidas a cómo se siente
respecto a su trabajo con las que podrá estar de acuerdo o no. Por favor, indique lo
que piensa en relación con cada una de ellas, marcando con un círculo el número
que mejor describa su opinión, en los últimos 30 días, según la siguiente escala
de respuesta:
1=totalmente en desacuerdo
2=en desacuerdo
3=de acuerdo
4=totalmente de acuerdo
Por favor, lea atentamente todas las cuestiones. Asegúrese de contestar todas
según lo que piense en ese momento.
Recuerde que este cuestionario es totalmente anónimo, los datos tendrán un
tratamiento únicamente estadístico.
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CETS. ANTECEDENTES
Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
1. A veces, por falta de tiempo, hay que tomar decisiones sobre el enfermo basadas en
criterios no muy claros.
2. Cuando se recibe un aviso, la presión por llegar en el menor tiempo posible es muy
grande.
3. A veces se atienden segundos avisos sin tiempo para recuperarse.
4. Tener que trabajar tantas horas seguidas como sanitario de emergencias no nos
beneficia ni física ni mentalmente.
5. En nuestro servicio, la presión temporal por acudir al aviso es muy alta.
6. Genera malestar el que se confíe tanto en el profesional que debes de ser.
7. Me preocupa las posibles demandas judiciales hacia mis actuaciones como
profesional.
8. Lo más molesto son los reproches de los familiares del paciente.
9. Cuando el familiar o el paciente es también sanitario resulta incómodo realizar mi
trabajo.
10. Molesta atender a los agresores, a drogadictos, a borrachos...
11. Con los niños me siento más afectado que con cualquier otro aviso.
12. Me enfado muchísimo cuando atiendo a alguien que ha sufrido malos tratos.
13. Reconozco que determinadas personas a las que ayudo me desagradan
personalmente.
14. Me cuesta olvidar situaciones donde la víctima es un menor o un anciano.
15. Me afecta especialmente ayudar a víctimas de violaciones o de maltrato.
16. Estar satisfecho con mi trabajo me ayuda a enfrentarme a él cada día.
17. Pienso continuar en este trabajo mientras pueda.
18. Me siento satisfecho al poder ayudar a la gente.
19. Me siento satisfecho cuando llego a casa al final de la jornada laboral.
20. La satisfacción que me reporta mi trabajo me da energias para continuar trabajando
en el.
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CETS-SINDROME
2 / Salud Laboral: Riesgos Psicosociales y Bienestar Laboral
1. Me supera emocionalmente este trabajo.
2. Me siento inútil y desilusionado frente al trabajo que desarrollo.
3. Me siento emocionalmente sin fuerzas.
4. No tengo ganas de ir a trabajar.
5. Me siendo agotado física y mentalmente.
6. Si algo he aprendido en mi trabajo como profesional de emergencias, es que las cosas
no suceden como deberían.
7. Me he llegado a cuestionar mis propias creencias después de algunas intervenciones.
8. Mi trabajo me ha hecho ver que el mundo es injusto.
9. Este trabajo me ha enseñado que la vida te termina dando lo que te mereces.
10. Recuerdo hasta el nombre de algunos pacientes.
11. A veces pienso en aquellos pacientes que han fallecido mientras los atendía.
12. Guardo imágenes muy reales de aquellos accidentes que más me afectaron.
13. En ocasiones te emocionas debido a este trabajo.
14. Durante algunas intervenciones llegas a experimentar sentimientos de todo tipo.
1. Frecuentemente sufro erupciones en la piel, salpullidos sin explicación aparente.
2. Sufro migrañas desde que comencé a trabajar en el servicio de emergencias médicas.
3. Tengo problemas cardíacos.
4. Me he vuelto más agresivo en mi comportamiento.
5. Últimamente, siento la necesidad de aislarme.
6. Recientemente he tenido problemas de pareja.
7. Mi trabajo me lleva a discutir frecuentemente con mi familia.
8. Últimamente falto mucho a trabajar.
9. A veces pongo alguna excusa (estoy enfermo, se me ha muerto un familiar...) para no ir a
trabajar.
10.Últimamente he pedido una baja laboral.
11. En el último mes, me he visto implicado en algunos accidentes laborales.
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CETS. CONSECUENCIAS
Trauma y Trabajo: El Estrés Traumático Secundario / 3
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