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Article Reference: L. Colomer, P. González Marcén & S. Montón (1998) “Tecnología, producción y
consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
Congreso de Arqueología Peninsular 1996, Zamora.
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TECNOLOGIA, PRODUCCION Y CONSUMO:
UNA APROXIMACION A LAS FORMAS DE VIDA
EN EL ASENTAMIENTO DE CAN ROQUETA
(Sabadell, Barcelona), 2000-500 a.n.e.
Laia Colomer i Solsona
Paloma Gonzalez Marcen
Sandra Monton Subías
Versión original del articulo publicado 1998 en Actas del II Congreso
de Arqueología Peninsular 1996, Zamora.
La interpretación socio-histórica efectuada para los llamados
asentamientos de fosas, silos u hoyos (muy frecuentes en diversas zonas de la
Península Ibérica, y especialmente, en las comarcas prelitorales de Cataluña)
ha enfatizado de forma abrumadora los condicionantes relacionados con la
producción agropecuaria en su emplazamiento y en sus transformaciones
(Maya 1992). Este tipo de asentamientos se caracteriza por la ausencia o
escasez de espacios de hábitat documentados (entendidos desde una
perspectiva restringida, como espacios destinados al cobijo y a la preparación
y consumo de alimentos) y la proliferación de estructuras excavadas en el
suelo, relacionadas convencionalmente con un uso primario como
almacenamiento de productos agrícolas y un uso secundario como fosas de
deshechos.
Can Roqueta corresponde a este tipo de asentamiento de fosas, aunque
también aquí tenemos documentados dos fondos de cabaña para la época del
Bronce Final. El tipo de estructuras características de estos asentamientos son
especialmente adecuadas para estudiar las pautas de producción y consumo.
En primer lugar porque es evidente que en las áreas de vivienda se ha
producido y consumido; en segundo lugar, porque las fosas se utilizaron
primariamente como contenedores directamente relacionados con las
necesidades de consumo cerealístico y, finalmente, porque al aprovecharse en
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consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
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un momento posterior como basureros es en ellas donde se encuentran los
desechos fruto de las actividades realizadas en el asentamiento.
En esta artículo intentaremos ofrecer un primer análisis de estas formas
de producción y consumo en el asentamiento de Can Roqueta, centrándonos
específicamente en los datos obtenidos del estudio de los restos cerámicos,
faunísticos y macrolíticos analizados tras las excavaciones de urgencia de
1995, realizadas por el Servei d´Anàlisis Arqueològiques de la UAB. Con ello
pretendemos enfatizar en el estudio de los asentamientos prehistóricos
aquellas variables relacionadas directamente con el mantenimiento de la
población, que configuran el esqueleto indispensable para comprender en toda
su complejidad las transformaciones socio-económicas de los grupos
humanos. En este artículo nos centraremos en el conjunto de estructuras y
materiales adscritos al Bronce Final y al Hierro Inicial, ya que el mayor volumen
de evidencias que existen para estos periodos les convierten en el tema
principal de estudio para Can Roqueta.
Los asentamientos de Can Roqueta
El yacimiento de Can Roqueta se ubica en el Vallés Occidental, comarca
que forma parte de la depresión prelitoral catalana. Las estructuras
prehistóricas se situan en una zona rodeada de suaves colinas, al pie del río
Ripoll y del torrente de Can Llobeteres.
Las primeras noticias sobre la existencia de restos arqueológicos en la
zona del yacimiento se remontan a 1913, cuando Joan Vila i Cinca descubrió
una necrópolis de urnas incineración, que se adscribió posteriormente al grupo
de Campos de Urnas de Terrassa o costero catalán (Almagro 1977, Ruiz
Zapatero 1985, Maya 1990). No fue hasta 1988, con la ejecución del Plan
Parcial de Can Roqueta, cuando se iniciaron los trabajos sistemáticos de
seguimiento de los movimientos de tierra. A consecuencia de ello se realizaron
diferentes intervenciones arqueológicas que permitieron localizar y excavar 17
estructuras de la Edad del Bronce, Edad del Hierro y el período Bajo Medieval
(Boquer et alii 1990, 1991, 1992; Boquer y Parpal 1994). A finales de 1995, y
debido a la construcción de los almacenes para una empresa alimentaria, se
procedió a la excavación completa del solar (unos 30.000 m2), lo que suposo
la excavación, registro y estudio de un total de 101 estructuras arqueológicas.
La mayoría de ellas corresponden a silos de almacenamiento, aunque también
se han registrado cubetas de menor tamaño y dos fondos de cabaña .
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El asentamiento presenta una ocupación desde finales del III milenio cal
AC hasta mediados del primer milenio cal AC. Dentro de este espacio
cronológico se han establecido diferentes adscripciones cronoculturales a partir
de los materiales cerámicos y de las dataciones radiocarbónicas. De esta
manera, pueden determinarse cinco momentos de ocupación para Can
Roqueta: Bronce Antiguo, Bronce Medio, primera ocupación del Bbronce Final,
segunda ocupación del Bronce Final y Hierro Inicial (González Marcén y
Masvidal e.p.).
Cada uno de estos momentos cronológicos de ocupación del yacimiento
comparten también una planificación espacial de las estructuras
arquitectónicas, así como una especialización de los ámbitos y tareas de
producción. A partir de la propia morfología de las fosas y de los artefactos
hallados en ellas se han diferenciado tres grandes áreas en el yacimiento:
áreas de almacenamiento (silos y contenedores), áreas de cobijo y consumo
(fondos de cabaña y cobertizos), áreas de trabajo para la transformación de
materias primas en artefactos y productos alimentarios (hornos y áreas de
trabajo). Cronológicamente parece evidenciarse una disgregación y agrupación
de las áreas según ámbitos de trabajo a partir del Bronce Medio (González
Marcén y Masvidal e.p.).
Estos cambios en la organización espacial de la producción y el consumo
vienen acompañados así mismo por cambios en las propias pautas de
organización de las actividades productivas y de consumo. Estos aspectos de
la organización de la comunidad prehistórica del yacimiento de Can Roqueta
son analizados en el presente artículo mediante el estudio de los patrones de
manufactura cerámica y lítica, así como de consumo faunístico.
La cerámica y su estudio tecnológico
El número de materiales cerámicos adscritos al periodo del Bronce Inicial
es escaso, tanto en números absolutos como relativos. En cambio, para el
Bronce Final y Hierro Inicial contamos con un volumen mayor. En realidad, el
conjunto cerámico perteneciente a estos dos periodos configura un grupo
bastante homogéneo, caracterizado por la presencia mayoritaria de los mismos
tipos con ligeras variantes (tinajas y ollas de perfil ovoide, cuello exvasado y
base plana, vasos de tamaño medio carenados o de perfil sinuoso, platos
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troncocónicos y tazones de borde exvasado y asa). Esta variabilidad, junto con
el abanico de técnicas y motivos decorativos -especialmente los acanalados- y
la presencia de formas singulares (urnas globulares de borde convexo y urnas
de cuello cilíndrico y subcilíndrico) permitieron una primera aproximación a la
diacronía del yacimiento. Cabe mencionar la presencia en cinco estructuras del
Hierro Inicial de fragmentos de cerámica realizada a torno, las cuales se
encuadran dentro de las producciones de imitación colonial propias de la
época.
Para la zona que estamos estudiando, se ha intentado distinguir
tradicionalmente entre un horizonte del Bronce Final y otro del Hierro Inicial,
entendido como una fase de contacto colonial. En el ámbito concreto de la
manufactura cerámica, se ha afirmado que este contacto se vería plasmado en
una influencia sobre los aspectos formales de las producciones locales. Es por
ello que la definición de esta nueva fase debería pasar por una aparición de
nuevas variables tipológicas. Sin embargo, sólo ha sido posible resaltar
cambios en aspectos secundarios de las cerámicas, como por ejemplo, las
decoraciones. Pensamos que estas variaciones no son indicativas para evaluar
si han existido realmente cambios en la producción cerámica autóctona.
A la hora de realizar el estudio de Can Roqueta hemos abordado esta
problemática desde una perspectiva diferente. Centrándonos en el estudio de
tradiciones de tecnología cerámica se ha definido la producción cerámica
autóctona y se ha observado si se han introducido elementos de manufactura
tecnológicamente exógenos. Si entre el Bronce Final y el Hierro Inicial hubo un
cambio importante en la dinámica de las actividades sócio-económicas del
yacimiento, ello podría, en principio, observarse en los modelos tecnológicos
de manufactura de las piezas cerámicas (Colomer 1995).
Un estudio tecnológico de las cerámicas destinado a responder a estas
preguntas debe focalizar su metodología analítica en determinados puntos. En
primer lugar, cuáles son las características de las materias primas utilizadas;
en segundo lugar, cómo y por qué se modificaron para su uso; posteriormente,
cuáles fueron los procedimientos seguidos para dar forma a las vasijas; y,
finalmente, qué técnicas de cocción se utilizaron.
La caracterización de las pastas cerámicas arqueológicas y de las arcillas
naturales sirve para definir en términos “artesanales” las arcillas usadas, sus
características y las razones técnicas que indujeron a su uso y/o modificación.
De esta manera, el estudio se centra en el trabajo invertido para adecuar la
arcilla a las necesidades y circunstancias artesanales de la manufactura
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consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
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cerámica. La metodología de análisis presenta diversos aspectos (Annis y
Jacobs 1988/89):
1/ caracterización cualitativa y cuantitativa de los minerales existentes.
Permite averiguar los tipos de minerales presentes, así como el carácter de su
presencia (grandes proporciones, grandes tamaños, etc..)
2/ densidad y textura, o grado de compactación de la pasta teniendo en
cuenta la combinación de minerales arcillosos. Permite caracterizar el tipo de
matriz arcillosa y dar una aproximación relativa de su porosidad.
3/ depuración de la pasta o calidad del granulado, y distribución cualitativa
de las inclusiones. Permite dar cuenta del proceso de preparación sufrido por
la pasta cerámica para acondionar la arcilla natural como materia prima
cerámica.
4/ coloración original y cambios cromáticos después de realizar pruebas
de recocción (a 700ºC en atmósfera oxidante). Permite conocer la temperatura
y atmósfera de cocción original.
Las muestras arqueológicas examinadas para definir las características
de la arcilla cerámica pudieron ser agrupadas en seis tipos de pastas. En
términos mineralógicos las pastas presentan las rocas propias de la zona
geomorfológica de la depresión vallesana: cuarzo, conglomerados, gran
número de carbonatos, feldespatos y feldespatos erosionados. Como
elementos extraños cabe destacar la presencia de paquetes y láminas de mica
biotítica y de silicatos de carácter bio-mineral. Aún pudiendose elaborar seis
grupos de pastas cerámicas, podemos afirmar que todas las muestras
presentan una homogenidad generalizada producto de su extracción.
La ponderación de las observaciones sobre el carácter físico-mineralógico
de las pastas arqueológicas se ha realizado mediante un estudio paralelo de
las arcillas de la zona, en el mismo sentido que fue desarrollado para las
cerámicas arqueológicas. La comparación de resultados entre uno y otro
estudio permite evaluar el grado de modificación que han sufrido las pastas
cerámicas arqueológicas y la razón tecnológica de ello. Los resultados
muestran que, en primer lugar, se trata de arcillas extremadamentre plásticas
y, por lo tanto, con proporciones de encogimento elevados. Mineralógicamente,
las arcillas extraidas no presentan ninguna variación respecto a las
arqueológicas, excepto por la completa ausencia de minerales de mica y de
sílica de origen bio-mineral. Ello viene a corroborar la hipótesis de que todas
las cerámicas presentes en el yacimiento de Can Roqueta se realizaron con
barros procedentes de las immediaciones del asentamiento.
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El segundo paso dentro de los estudios tecnológicos lo constituye el
análisis de los procesos de manufactura de las cerámicas arqueológicas, es
decir, la determinación de cada uno de los acciones artesanales realizadas
para la elaboración de las vasijas. Para ello es necesaria una observación en
detalle de las trazas o marcas de manipulación que han sobrevivido a la
cocción de la vasija y que están presentes en las paredes de las piezas. Las
cerámicas de Can Roqueta están hechas a mano, mediante el uso de adujas y
la ayuda de un molde externo para los vasos de mayor tamaño. La base de la
vasija se realizaba mediante adujas en espiral hasta conseguir el diámetro
deseado. A esta base se le añadía una primera aduja que permitía unir la base
con la pared del cuerpo. El uso de un molde externo era necesario para subir
las paredes no sin que ello significase la eliminación del uso de las adujas
dispuestas en espiral en el interior del molde hasta a poco más de media
altura. Una vez dispuesta así la arcilla, se unían las adujas, se alisaba la pared
interior, se estrechaba el grosor de la pared y se alargaba el barro hasta el
margen superior del molde. Para las vasijas de perfil sinuoso (tinajas), se
añadían una o dos adujas más para completar la pared superior. Tras un
primer momento de secado para que el barro tomase consistencia, se extraía
el molde. Eliminado éste y dejando a la vista la pared externa, se finalizaba la
pieza eliminando las hendiduras fruto de las distintas uniones de las adujas. Ya
que el barro no podía moldearse por haberse secado, se necesitaba un
instrumento cortante (cuchillos o rascadores, por ejemplo) para unificar la
superficie mediante la eliminación de la primera capa de barro, con lo que se
dejaba a la vista una “segunda” capa unificada. El resultado final era una pared
uniforme, sólida en términos estructurales, aunque llena de rascadas producto
de la acción del instrumento cortante. Estas marcas externas fruto de la
manufactura se han considerado erróneamente como acabados o
decoraciones (peinados) en la bibliografía arqueológica. Ocasionalmente, los
rascados se pudieron eliminar mediante el alisamiento de las superfícies o la
incorporación de una fina capa de barro coloidal.
Finalmente, para el estudio tecnológico de las cerámicas de Can Roqueta
se han determinado las temperaturas y atmósferas de cocción a través de la
caracterización de los minerales y pruebas de re-cocción. Después de los
distintos análisis hemos observado que las coloraciones ennegrecidas de las
cerámicas (N 2.5/- y HUE 7.5YR) no corresponden a la modificación que sufre
el óxido de hierro a 900ºC (reducción). Por ello pensamos que son producto de
la deposición de hollín en las porosidades de las piezas y que la cocción nunca
alcanzó los 900ºC. Es posible afinar aún más el margen superior de
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temperatura de cocción mediante el estudio del comportamiento de los
carbonatos frente a los 700-800ºC. Las observaciones mineralógicas para las
muestras arqueológicas muestran que los carbonatos presentes en ellas no
han virado de naturaleza. En cambio sí sucede una dramática modificación
cuando se han cocido a dicha temperatura las arcillas naturales. De ello se
deduce que las cerámicas arqueológicas en ningún caso estuvieron expuestas
a temperaturas superiores a 700-800ºC.
El límite inferior de temperaturas de cocción que sufrieron las cerámicas
lo proporciona las inclusiones vegetales presentes en la matriz arqueológica en
forma de porosidades rellenas de carbón. En circunstancias normales dichos
carbones pueden desaparecer si se sostienen temperaturas superiores a los
600ºC el tiempo suficiente y en un atmósfera limpia de humos. En las
cerámicas de Can Roqueta el carbón no desaparece. Si tenemos en cuenta
que las temperaturas de cocción se situarían entre 600ºC y 700ºC, podemos
considerar que, a razón de lo estipulado por Arnal (1988), se tratase de
cocciones cerámicas en “hornos” abiertos, con atmósferas poco aireadas que
facilitaron la deposición de hollín en la paredes de las vasijas. En definitiva,
estaríamos ante fuegos abiertos de combustión muy rápida, donde se
alcanzarían rápidamente los grados necesarios para la transformación de la
arcilla en cerámica, aunque en un tiempo lo suficientemente prolongado para
que se realizase esta conversión.
Resumiendo la información proporcionada por las analíticas tecnológicas,
podemos afirmar que la actividad artesanal de Can Roqueta se caracteriza, en
primer lugar, por el aprovisionamiento de materias primas arcillosas en el área
cercana al yacimiento. La adecuación del barro debió constituir una tarea
importante, con la eliminación de materiales no deseables (como grandes
porciones de carbonatos), la adecuación del grado y grosor de las partículas al
tipo de vasija a elaborar (en relación al grosor de la pared), y, finalmente, la
inclusión de materiales nuevos como mica y elementos vegetales de tipo
cerealístico (Juan, e.p.) para disminuir problemas de secado y cocción, ya que
el barro del Vallés es extremadamente plástico.
En segundo lugar, la manufactura de piezas cerámicas en el yacimiento
de Can Roqueta utiliza una técnica genérica: la técnica del urdido,
ocasionalmente mediatizada por moldes externos. El uso de estos moldes para
tinajas y vasos troncocónicos tiene su razón de ser en las propias
características físicas de la arcilla: se necesitan soportes para la sustentación
de un barro extremadamente plástico. En este sentido, podemos afirmar o bien
que las técnicas de manufactura se adecuan para solventar los condicionantes
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de las materias primas, o bien, que las condiciones de las materias primas no
suponen ningún impedimento para la confección de piezas cerámicas.
Así pues, el trabajo cerámico en Can Roqueta se caracteriza por una
tradición artesanal adaptada a las características de la zona, perfectamente
resolutiva para las morfologías cerámicas que maneja y que modifica poco su
quehacer con el transcurro de los años. No existen elementos tecnológicos que
diferencien dos tradiciones distintas entre el Bronce Final y el Hierro Inicial
dentro del repertorio cerámico de Can Roqueta. A pesar de la existencia de
ciertos cambios formales, dichas modificaciones no vienen acompañadas por
la aparición de cambios tecnológicos en la manufactura de las piezas
cerámicas. Por ello estamos convencidas de que en Can Roqueta existía un
profundo conocimiento técnico de la artesanía cerámica, que no sólo permitió
la adecuación de materiales a la confección de ciertas morfologías, sino que
incluso cuando se realizaron variaciones formales se produjeron dentro de la
misma tradición tecnológica.
Otro ejemplo de este conocimiento tecnológico lo tenemos en la vasija
pintada encontrada en este mismo yacimiento. Esta pieza no se inscribe, bajo
ninguna circumstancia, dentro del repertorio formal y decorativo del yacimiento.
Aún así, no puede decirse que no provenga de éste. La caracterización de los
materiales arcillosos y no-arcillosos, así como las técnicas de manufactura, no
alejan la pieza de la tradición manufacturadora del yacimiento. El vaso VD89-1
es la única pieza en todo el asentamiento que presenta decoraciones pintadas
(oxido de hierro aplicado como pintura, protegido por un barniz de naturaleza
vegetal). Su inusualidad ha promovido un estudio destinado a averiguar si la
pieza se manufacturó realmente en el yacimiento. Para responder a esta
problemática desde la tecnología cerámica iniciamos dos vias de trabajo: una
relativa a los materiales y, otra, a la tradición de manufactura. La
caracterización de la matriz arcillosa no dista de las presentadas por el resto
de muestras analizadas. Por tanto, el barro usado para la realización de la
cerámica no procede de una zona de extracción diferente al resto de las
vasijas del yacimiento, de la misma manera que la manipulación realizada
sobre él es la característica del asentamiento. Podemos afirmar que, a grandes
rasgos, el procedimiento de manufactura de la vasija tampoco dista de la
tradición tecnológica de Can Roqueta: técnica del urdido con la ayuda de un
molde externo en su parte inferior. Tecnológicamente, pues, la vasija pintada
no se excluye de la tradición artesanal cerámica de Can Roqueta. Ante la
evidencia presentada y a falta de argumentos en su contra, no hay motivo
alguno para insinuar que la vasija pintada de Can Roqueta no se haya
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producido en dicho yacimiento (Colomer, e.p.). Tema de otros interés es si los
patrones morfológicos y decorativos presentan o no influencias externas. Esta
posibilidad, sin embargo, no puede investigarse desde la tecnología cerámica.
El consumo faunístico en Can Roqueta
La mayoría de los restos óseos faunísticos encontrados en Can Roqueta
corresponden a residuos culinarios fruto del consumo de los animales
explotados. Su estudio, por tanto, resulta fundamental para conocer las formas
de consumo que se dieron en esta comunidad. Es de sobras conocido que a
partir de los análisis faunísticos podemos averiguar qué elementos
configuraron la dietas prehistóricas y cómo se realizaron las formas de
aprovisionamiento, procesamiento y cocinado de esos recursos. En definitiva,
podemos conocer cuál es la dinámica de las formas de consumo en el tiempo.
Desgraciadamente, el material óseo hallado en Can Roqueta se
encontraba en un estado de conservación tan degradado que la posibilidad de
realizar todas estas analíticas se vio restringida, pues muchas de ellas precisan
de un buen estado de conservación de las superficies óseas para analizar las
trazas dejadas sobre las mismas. Por ello, nuestro análisis sobre el consumo
faunístico en Can Roqueta se ha visto limitado, de momento, al estudio de la
composición de las cabañas explotadas.
En total, se recuperaron en el yacimiento 2920 restos macrofaunísticos,
de los que un 38% se pudo identificar con precisión (atribuyéndose a una
especie concreta y a una parte anatómica determinada). De estos, 1604 restos
corresponden al Bronce Final y 1042 al Hierro Inicial.
De las 23 estructuras detectadas para el Bronce Final, se han
encontrado restos faunísticos en 13 de ellas (32, 36, 37, 59, 60, 61, 81, 83, 84,
92, 99, 100, 108). En principio, parece ser que, a excepción de lo que ocurre en
la estructura 81, que es una fosa, la mayor parte de los restos
correspondientes a este periodo se concentra en las estructuras que no son
fosas (zonas de producción con horno (CR-60 y CR-59), en los fondos de
cabaña (CR-36, CR-37) y en una posible área de trabajo (CR-61).
Los restos óseos del Hierro se reparten entre 19 estructuras (101, 104,
106, 111, 112, 116, 58, 77, 80, 82, 85, 86, 88, 89, 90, 95, 96, 97, 98). En
principio, parece ser que el número de restos que hay en cada una de las
estructuras es menor si lo comparamos con el Bronce Final, aunque también
hay fosas que presentan un alto número de restos (CR-89 ).
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Las especies identificadas corresponden en su totalidad a fauna
doméstica: bos taurus (bovinos domésticos), canis familiaris (perro), capra
hircus (cabra), equs asinus (asno), equs caballus (caballo), ovis aries (oveja) y
sus domesticus (cerdo). Un caso aparte lo constitye la presencia de
oryctolagus cuniculus (conejo), que no hemos incluido en nuestro estudio al no
poder precisar si se trata de un animal intrusivo o contemporáneo. De todos
modos, su presencia no es muy elevada (Montón y Martínez e.p.) De todo ello,
podemos afirmar la ausencia o escasa incidencia de la actividad cinegética,
tanto en el Bronce Final como en el Hierro Inicial.
Nos interesaba, como dijimos, ver cuál era la composición de las
cabañas en cada periodo para poder entender la dinámica estrucutural de las
mismas a lo largo del tiempo. De esta manera, podríamos detectar o no
posibles cambios entre uno y otro periodo. En la fig.1 se aprecia la
composición faunística para el Bronce Final y el Hierro Inicial
Para realizar el recuento faunístico utilizamos los dos índices más
frecuentes: el número total de restos identificados para cada especie (NR) y el
número mínimo de individuos para cada una de ellas (NMI). Para calcular el
NMI utilizamos la parte esquelética más representada, teniendo en cuenta la
lateralización del hueso y la edad de los individuos. Hemos de señalar también
que el NMI está calculado al alza ya que cada fosa se consideró como una
unidad independiente, por lo que puede haber ocurrido que los restos de un
mismo animal se hayan contabilizado como más de uno si se vertieron en
fosas diferentes. Aún así, como se aprecia en las tablas, el NMI presenta unos
efectivos muy bajos.
Para ver si las variaciones en las frecuencias relativas entre uno y otro
periodo tenían significatividad estadística aplicamos el test del X2. Al realizar
los análisis excluímos los restos de cánidos, ya que el vertido de un perro
prácticamente entero en una de las fosas del hierro inicial distorsionaba
nuestra análítica.
1-La casi con seguridad ausencia de una actividad cinegética
importante.
Tras la realización del X2 podemos afirmar que ninguno de los cambios
que se observan en los porcentajes son significativos estadísticamente. Parece
ser, por lo tanto, que la estructura del consumo faunístico se mantuvo estable
entre estos dos momentos de ocupación del asentamiento, siendo los
ovicápridos los animales más presentes en la muestra.
Así pues, del estudio faunístico concluimos:
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2-La estabilidad de la composición de las cabañas en los dos periodos y,
por lo tanto, la estabilidad en la explotación de estos recursos.
El instrumental macrolítico
Para finalizar este repaso de los materiales de Can Roqueta nos
detendremos en los artefactos macrolíticos (Villafruela, e.p.), por ser estos
elementos directamente relacionados con el procesamiento de los cereales y
su conversión en productos alimenticios y estar, por lo tanto, relacionados tanto
con la producción como con el consumo en cualquier sociedad que los utilice
para este fin. Como en el caso anterior, los efectivos son también bajos
(aspecto que sin duda condiciona los resultados) y se concentran en el bronce
final y hierro inicial. Los elementos macrolíticos son los más presentes dentro
de la industria lítica del yacimiento; de entre ellos, el 64,2% corresponden a
bases de molinos. Ya que la existencia de molinos está íntimamente
relacionada con el consumo y producción cerealística, hemos creído que un
análisis de los mismos nos aproximaría también a las formas de producción y
consumo que existieron en Can Roqueta.
La comparación entre el instrumental de molienda del Bronce Final y el
del Hierro Inicial muestra diferencias significativas, en relación tanto al número
absoluto y relativo de piezas, como a sus dimensiones. Además de existir más
molinos para el hierro Iinicial, éstos son de mayor tamaño y muestran una
superficie de uso más grandes.
Producción y consumo agrícola en Can Roqueta
Hasta aquí hemos repasado tres esferas de la artefactualidad del
yacimiento de Can Roqueta relacionadas con la producción y el consumo.
Hemos visto como en dos de ellas (la producción cerámica y el consumo de los
recursos faunísticos) no se producen cambios significativos entre los dos
periodos cronológicos analizados. Por el contrario, sí parece detectarse una
variación importante en lo que se refiere a la producción del material
macrolítico, concretamente los molinos, y la efectividad de su uso. ¿Cómo
debemos, pues, interpretar la evidencia que nos ofrece el registro
arqueológico?, ¿cómo debe entenderse la existencia de cambios tecnológicos
tan solo en algunos campos de la producción?
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Primeramente, debemos mencionar que los aspectos analizados en este
artículo deben ponerse en conexión con un hecho importante que se ha
analizado en otro artículo de este mismo volumen (González Marcén y
Masvidal, e.p.). El citado cambio en la producción de molinos (incremento de
tamaño de las superficies activas) y el aumento de su número parece que tiene
su correlato en el cambio que se detecta en las fosas de almacenamiento
cerealístico. En efecto, durante el periodo del Hierro Iinicial las estructuras de
almacenamiento se construyen para albegar un mayor volumen de cereal.
Parece ser, pues, que este aumento en número y eficacia puede apuntar en
una misma dirección: la existencia de una mayor producción cerealística a
partir de este momento de ocupación del yacimiento.
Se ha planteado normalmente que los cambios en ciertas esferas de la
producción deben de ir acompañados de cambios más o menos intensos en
los otros ámbitos directamente relacionados con la produccion, y a la larga en
los hábitos productivos de una población (Maya 1993). Si esto sucediese en el
Vallés, cabría primero analizar cómo dicho incremento cerealístico va
acompañado de otros ámbitos de la producción. En el yacimiento de Can
Roqueta cambios en ámbitos relacionados más directamente con la
producción cerealística son sincrónicos a la inexistencia de cambios
tecnológicos en la produccion cerámica y en los patrones de consumo
(y, probablemente, explotación) faunístico.
En el estado actual de la investigación resulta difícil ofrecer una versión
definitiva de cuáles son las implicaciones socio-económicas aparejadas con
este posible incremento de la producción cerealística. Podemos, no obstante,
plantear las posibles hipótesis con las que estamos trabajando de cara a
ofrecer una explicación para este hecho. En principio, un aumento de la
producción agrícola puede ser posible mediante la existencia de una
intensificación de la productividad, mediante la incorporación de más gente al
trabajo agrícola o mediante la intensificación del tiempo invertido en dichas
labores. En el caso de que se hubiera producido un intensificación de la
productividad agrícola, esta solo podría entenderse en el ámbito de un
cambio técnologico (sistemas de cultivo, introducción de nuevos
utensilios de trabajo). Desafortunadamente, carecemos de la evidencia
que nos permitiría reseguir la evolución del utillaje agrícola a lo largo de
estas fases de ocupación del yacimiento. Conocemos, como hemos
tratado de enfatizar en este artículo, lo que ocurre en otras esferas de las
producción, donde no se detecta ningún cambio tecnológico. No
obstante, la ausencia de cambios tecnológicos en determinadas esferas
Article Reference: L. Colomer, P. González Marcén & S. Montón (1998) “Tecnología, producción y
consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
Congreso de Arqueología Peninsular 1996, Zamora.
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de la producción no debe implicar necesariamente ausencia de cambios
en todas ellas. Bien pudiera ocurrir que en el Hierro Inicial tuviéramos
constatado un momento en que solo empiezan a cambiar determinados
sistemas de produccion. Desgraciadamente, tras el periodo de ocupación
del hierro inicial, los habitantes de Can Roqueta abandonaron el
asentamiento, con lo que no podemos comprobar cuál es la dinámica
que siguen esos ámbitos de la producción que se mantienen estables.
No obstante, también podría ser que el mayor volumen de
producción cerealista no respondiera a un aumento de la productividad
agrícola. Un incremento de la producción que no vaya acompañado por
un cambio tecnológico solo puede entenderse de dos maneras:
a) o hay más gente produciendo porque se ha asistido a un
aumento de población
b) o se ha producido una reorganización del tiempo de trabajo
dentro de la comunidad y, más concretamente, dentro de las diferentes
unidades domésticas. Dicho reajuste en la organización del trabajo
implicaría, sin lugar a dudas, la inversión de un mayor número de horas
en el trabajo agrícola (o bien cada persona trabaja más horas y/o hay una
incorporación de gentes que antes no se dedicaban a las labores
agrícolas).
En caso de darse la primera posibilidad, es decir, si hubiera habido más
gente y, consiguientemente, más gente produciendo, ello implicaría también la
existencia de más gente consumiento. Es ahí donde la evidencia cerámica y
faunística, por su carácter de continuidad respecto a los períodos anteriores, no
corrabora la hipóstesis. La evidencia arqueológica de Can Roqueta apunta,
por tanto, a dos dinámicas diferenciadas: una relativa a la producción, y otra
relativa al consumo, que parecen no correlacionarse, al menos en lo que
respeta a este corto periodo de ocupación del hierro inicial.
Si descartamos el aumento de la población como una posibilidad
probable, queda por discutir la segunda alternativa. El incremento de la
producción agrícola dentro del yacimiento no vendría dirigido por cambios en
los hábitos de consumo cerealístico, ni tampoco por la necesidad de alimentar
a un mayor numero de habitantes. Por lo tanto, quizás la razón de este
aumento deba también correlacionarse con aspectos externos al propio
asentamiento y enmarcarse dentro de las coordenadas históricas de la zona
durante este periodo. Podría sugerirse que el interés en el incremento de la
producción agrícola, su almacenamineto y su procesado primario
(transformación del grano en harina) viniese marcado por lazos de intercambio
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consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
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externos a la propia comunidad de Can Roqueta. Desgraciadamente, el corto
periodo de ocupación del Hierro Inicial que proporciona el yacimiento no nos
permite averiguar en qué medida dicha intensificación agrícola acabó por
modificar los hábitos de consumo de la población, o en qué medida esta
intensificación procurada por una organización más detallada del tiempo de
trabajo repercutió en otros ámbitos de trabajo dentro y fuera de las unidades
domésticas. Aún así, la desaparición de comunidades del Hierro Inicial con
antecedentes en la tradición neolítico-bronce en la zona del Vallés y la
implantación de formas de organización de carácter iberizante a lo largo de la
costa catalana, nos puede dar la medida de la repercusión que dicho cambio
significó a mediados de la primera era.
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consumo: una aproximación a las formas de vida en el asentamiento de Can Roqueta”, in Actas del II
Congreso de Arqueología Peninsular 1996, Zamora.
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Figuras
Fig. 1.: *****
Figura 1 :
Bronce Final
NR % NMI %
BOTA 79 17,9 16 20,8
CAFA 15 3,4 3 3,9
EQAS 2 0,2 1 1,3
EQUS 16 3,6 9 11,6
OVCP 242 55 31 40,2
SUDO 78 17,7 14 18,2
AVND 8 1,8 3 3,8
Hierro Inicial
NR % NMI %
BOTA 37 12,5 14 22,2
CAFA 70 23,6 6 9,5
EQUS 4 1,3 4 6,3
OVCP 132 44,6 22 34,9
SUDO 53 17,9 17 27