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Abstract

In the previous issue of this journal, Dr. Carrobles reviewed the role and status of the recently created figure of General Health Psychologist, after its recognition in the Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011), in the area of psychological health care. This author concludes that the best solution for the integration of this new professional is that both clinical psychologists and general health psychologists should share similar clinical roles but with different training programs. Both the arguments and the conclusions have motivated this response. We try to contribute to the ongoing debate in our country about how to develop clinical psychology and the provision of psychological services in the National Health Service. This proposal is based in our specific social context and the legal framework we operate under.
Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 21, Nº 1, 2013, pp. 189-200
PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOLOGÍA GENERAL SANITARIA:
UNA APROXIMACIÓN CONSTRUCTIVA
Sergio Sánchez Reales¹, Javier Prado Abril² y
José A. Aldaz Armendáriz²
¹Hospital General Universitario de Elche; ²Hospital Universitario Miguel Servet,
Zaragoza (España)
Resumen
En el número anterior de esta revista, el Dr. Carrobles analizó, a la luz de la
Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011), las posibles controversias que podría
suscitar el desarrollo de la nueva figura profesional del psicólogo general sanitario
en el ámbito de la Psicología Sanitaria. Tras su revisión argumental sugiere que la
mejor solución posible pasa por el reconocimiento de dos profesiones con
equivalentes funciones clínicas y sanitarias pero con itinerario formativo diferente;
a saber, el psicólogo general sanitario y el psicólogo especialista en Psicología
Clínica. Tanto sus conclusiones como las premisas que las sostienen motivan este
artículo de réplica, mediante el que intentamos contribuir a este necesario debate
analizando en profundidad y detalle algunos aspectos que entendemos pueden
generar confusión o representan premisas no lo suficientemente sólidas como
para sostener las conclusiones del citado autor. Posteriormente se realiza una
propuesta alternativa de integración de los profesionales sanitarios de la
Psicología en el marco del Sistema Nacional de Salud basado en la realidad
sociocultural y legal de España.
P
ALABRAS CLAVE: psicólogo clínico, Sistema Nacional de Salud, psicólogo general
sanitario.
Abstract
In the previous issue of this journal, Dr. Carrobles reviewed the role and
status of the recently created figure of General Health Psychologist, after its
recognition in the Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011), in the area of
psychological health care. This author concludes that the best solution for the
integration of this new professional is that both clinical psychologists and general
health psychologists should share similar clinical roles but with different training
programs. Both the arguments and the conclusions have motivated this response.
We try to contribute to the ongoing debate in our country about how to develop
clinical psychology and the provision of psychological services in the National
Correspondencia: Sergio Sánchez, Hospital General Universitario de Elche, Dpto. de Salud Mental,
Camí de l'Almazara, 11, Anexo 2, 03203 Elche (España). E-mail: s_sanchez_reales@hotmail.com
190 SÁNCHEZ, PRADO Y ALDAZ
Health Service. This proposal is based in our specific social context and the legal
framework we operate under.
K
EY WORDS: Clinical Psychologist, Health National System, General Health
Psychologist.
Introducción
En el segundo número del volumen 20 de la revista Behavioral
Psychology/Psicología Conductual el Dr. Carrobles (2012) analizó, a la luz de la Ley
General de Salud Pública (Ley 33/2011), las posibles controversias que podría
suscitar el desarrollo de dos figuras profesionales distintas en el ámbito de la
Psicología Sanitaria; a saber, el psicólogo especialista en Psicología Clínica (PEPC) y
el psicólogo general sanitario (PGS). Dado que coincidimos con su propuesta de
“trabajar juntos en pro del desarrollo armónico de nuestra profesión” (p. 469), en
las siguientes páginas intentamos contribuir a este necesario debate discutiendo en
profundidad y detalle algunos aspectos que entendemos confusos o distorsionados
del trabajo de referencia para, posteriormente, realizar una propuesta alternativa
de integración de los profesionales sanitarios de la Psicología. La propuesta se hace
con una orientación contextualizada, es decir, atendiendo a la particularidad de
nuestra realidad y a las demandas y posibilidades de desarrollo profesional que
ofrecen tanto el Sistema Nacional de Salud (SNS) como el ejercicio privado de la
profesión. A este respecto, se subraya que las organizaciones sociales, como el
SNS, tienen sus propios procesos de desarrollo y una lógica interna que conviene
no ignorar si queremos consolidar nuestra profesión dentro del mismo, como se
advierte desde la Psicología Social (Morales, 2007). Entendemos que el proceso de
reconocimiento de la especialidad en Psicología Clínica (PC) y la consolidación de la
vía del psicólogo interno residente (PIR) como forma de incorporación al sistema,
es buen ejemplo de ello (véase para una revisión exhaustiva, Olabarría y García,
2011).
Consideraciones previas
La tarea de construir un modelo formativo y profesional de Psicología
Sanitaria que satisfaga con eficacia las demandas planteadas desde los ámbitos de
asistencia público y privado es exigente y compleja. La cuestión se vuelve delicada
si en este escenario participan perfiles profesionales con formación e itinerario
independientes (PEPC y PGS), incluso llegando a tomar tintes dramáticos si
interpretamos que no hay restricciones a la hora de establecer el perfil profesional
que satisfaga la demanda asistencial.
No obstante, como punto de partida podemos tomar dos referencias sólidas
que entendemos deben guiar este proceso. En primer lugar, el objetivo último del
mismo y, en segundo lugar, las leyes que lo regulan. La prioridad parece clara,
cualquier modelo de profesión sanitaria debe ser considerado por y para el
beneficio último de la población, sin que prevalezca en la toma de decisiones
ningún tipo de interés espurio que lo desvirtúe. Por otra parte, desde un punto de
vista legal se hace necesario ser exhaustivo y cuidadoso en la descripción de las
Psicología Clínica y Psicología General Sanitaria 191
diferentes profesiones reguladas y especialmente de las cualificaciones
profesionales y modalidades de ejercicio que caracterizan a cada una de ellas (Real
Decreto 1837/2008), ya que de lo contrario se corre el riesgo de confundir
funciones, ámbitos y jerarquías profesionales.
Inicialmente, el Real Decreto 2490/1998 creó y reguló el título oficial de PEPC,
siendo el primero en reconocer el carácter sanitario de una parte de la Psicología,
que fue desarrollado con forma de especialidad sanitaria. Trece años más tarde la
Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011) creó la profesión de PGS habilitándola
expresamente como profesión sanitaria; por lo tanto, excluyendo a la nueva
profesión de las especialidades sanitarias (enumeradas en el Real Decreto
183/2008). Tal y como recoge la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias
(LOPS) (Ley 44/2003): “la posesión del título de especialista será necesaria para
utilizar de modo expreso la denominación de especialista, para ejercer la profesión
con tal carácter y para ocupar puestos de trabajo con tal denominación en centros
y establecimientos públicos y privados”.
Con el desarrollo de la figura del PGS se ha generado una incógnita acerca de
las hipotéticas formas en que se podrían relacionar estas dos profesiones en un
itinerario formativo que ha dado lugar a dos posturas enfrentadas en el seno de la
Psicología: por una parte, la mayoría de sociedades científicas y asociaciones
profesionales de la PC junto con Colegio Oficial de Psicólogos (COP) han
interpretado la creación de la nueva profesión sanitaria como un paso intermedio
que dota de consistencia interna al itinerario de formación de la Psicología
Sanitaria a través del itinerario grado-máster-PIR, que establece una secuencia
lógica, coherente y jerarquizada con niveles crecientes de profesionalización que
culminan en las máximas competencias en Psicología Clínica y de la Salud. Un
planteamiento de este tipo, a la vez que resuelve ciertos problemas derivados de la
no inclusión de la Psicología como profesión sanitaria en la LOPS, busca garantizar
una formación profesional de alta calidad en todos sus niveles. Frente a esta
posición, desde determinados grupos de presión del sector académico y afiliados
se ha espoleado como propuesta alternativa el desarrollo paralelo de dos
profesiones sanitarias diferenciadas en itinerario formativo, pero con similares
competencias clínicas y sanitarias, condición que algunos entienden suficiente para
justificar la entrada del PGS en el SNS (p. ej., SEPCyS, 2011). Este argumento,
además, parece fundamentarse en base a un proceso de convergencia hacia el
Espacio Europeo de Educación Superior y en los avances de la Psicología moderna
(Carrobles 2012), cuestiones que abordaremos más adelante.
En nuestra opinión, el análisis de las justificaciones que fundamentan esta
última postura trasluce una confusión que condiciona el resto de la
argumentación. Es decir, se ha entendido una modificación en la regulación
laboral (de profesión no sanitaria a profesión sanitaria) con un cambio en el ámbito
de ejercicio (del ejercicio en el sector privado al ejercicio en el sector público-
concertado del SNS). Dicho salto se produce de forma arbitraria y no relacionada
con el contenido de la ley ni con las condiciones que supuestamente la motivaron.
No obstante entendemos que esta situación no es nueva, las aspiraciones de
expansión hacia “nuevos ámbitos” de formación para el ejercicio profesional re-
escenifican una nueva versión del esfuerzo de las facultades universitarias por
192 SÁNCHEZ, PRADO Y ALDAZ
controlar directamente la formación de especialistas sanitarios, auténtico conflicto
de fondo que reproduce la evolución de otras disciplinas sanitarias especializadas
cuyo desenlace ya conocemos (Olabarría y García, 2011).
Asimilar la profesión de PGS a una especialidad sanitaria como la PC es falaz y
genera confusión, ya que se trata de profesiones con distinta regulación en cuanto
a la forma, el contenido y la trayectoria que conduce a dos tipos de profesionales
con muy diferente formación teórico-práctica y, en consecuencia, cualificación
profesional (Real Decreto 1837/2008). No es realista asimilar profesionales con un
perfil formativo y de responsabilidad tan dispar; lo que es diferente no puede ser
igual. Para la obtención del título de especialista en PC, el profesional en
formación debe superar un programa formativo teórico-práctico mediante el
sistema de residencia (PIR). Durante un total de cuatro años, el residente, a tiempo
completo y en exclusiva, desempeña de forma programada las actividades y
responsabilidades propias del ejercicio autónomo de la especialidad en un contexto
sanitario muy complejo, el del SNS, asumiendo responsabilidades progresivamente
y bajo una estrecha tutela. Este sistema obedece al marco general por el que se
forma a los especialistas sanitarios, garantiza la igualdad de condiciones para los
aspirantes y constituye un programa estructurado acorde con un modelo público
de asistencia sanitaria, sus demandas y necesidades. Este nivel de exigencia y
dedicación queda lejos de las aspiraciones de un grado inespecífico, generalista y
polivalente, más un “probable” máster en PGS de 90 créditos ECTS de duración,
con formación académica en lo teórico y limitado en la experiencia aplicada. La
práctica profesional queda reducida a unos “probables” 30 créditos ECTS de
práctica profesional supervisada en el ámbito privado; es decir, 750 horas de
trabajo. Por consiguiente, un programa no puede superponerse al otro ni
considerarse equivalente.
Durante el recorrido argumental realizado por Carrobles (2012), más allá de
considerar a la PGS como una especialidad sanitaria, se ha propuesto la
identificación entre Psicología de la Salud y PGS sobre la base de un supuesto
solapamiento de las funciones teóricamente desempeñadas por los psicólogos de
la salud y los contenidos formativos del probable máster en PGS, apresurándose a
reclamar el ejercicio profesional que entiende como propio de la Psicología de la
Salud no sólo en la asistencia privada, sino en el SNS. A este respecto, también se
antoja confusa la asimilación de la PGS con la Psicología de la Salud en tanto
ámbito de actuación especializado. Sin embargo, esta propuesta resulta
cuestionable desde múltiples puntos de vista. Al revisar el estatus científico de la
Psicología de la Salud, numerosos autores ponen de manifiesto la estrecha relación
entre PC y Psicología de la Salud, resultando indiferenciables a nivel metodológico,
conceptual, técnico y en cuanto a ámbito de aplicación (Baum, Perry y Tarbell,
2002; Belar y Deardorff, 2009; Ogden, 2007). Por ejemplo, Millon (1982)
caracteriza la disciplina como un ámbito profesional derivado de la aplicación del
corpus técnico y metodológico de la PC al servicio de los intereses específicos de la
Psicología de la Salud. Razonablemente, no es de extrañar que la mayoría de la
literatura consultada se refiera a este ámbito científico-técnico como Psicología
Clínica de la Salud y que se exija mayoritariamente una sólida y completa
formación en Psicología Clínica para un desempeño competente. De nuevo, se nos
Psicología Clínica y Psicología General Sanitaria 193
hace difícil entender la forma en que un máster de 60-90 créditos ECTS y unas
prácticas orientadas al ámbito privado capacitan para el ejercicio solvente en esta
disciplina. Más aún si tenemos en cuenta que en el mismo máster deben adquirir
habilidades para atender otros tipos de demandas asistenciales radicalmente
distintas. Por otro lado, conviene señalar que en nuestro país la Psicología de la
Salud se ha realizado a través de funciones de Enlace e Interconsulta, cuando no
en la propia Unidad de Salud Mental, específicamente por PEPC. Este desempeño
ha generado con el tiempo un corpus teórico y técnico sólido y coherente. De
hecho, atendiendo a esta área específica de desarrollo profesional de la PC, el
vigente plan de estudios de la residencia en Psicología Clínica (Orden
SAS/1620/2009) cursa con seis meses íntegros de rotación en un dispositivo de
Psicología Clínica de la Salud, Interconsulta y Enlace; ámbito que se caracteriza por
la complejidad inherente a su desempeño, que exige intervenciones de baja y alta
intensidad, y muestra de ello son las elevadas tasas de comorbilidad de trastorno
mental en las enfermedades físicas, cifradas entre el 10,4% y el 59,8%
(Florenzano et al., 2005).
Hasta este punto, todas las ideas expuestas han sido magistralmente
recogidas en Belloch (2008) al referir que “el excesivo énfasis que en no pocos
momentos se pone en defender que un psicólogo es competente para actuar en
cualquier ámbito y para cualquier problema de salud, independientemente de si ha
recibido o no preparación específica para ello, no solo revela un desconocimiento
atroz (y una peligrosa incompetencia) por parte de quienes tan alegremente
defienden tales “derechos”, sino que además sitúa a la psicología clínica (y a la
propia psicología) al borde de la extinción como actividad científica de prestigio. Y
lo que es mucho peor, juega despiadadamente con las esperanzas de muchas
personas y pone en peligro su salud mental” (p. 90).
Para finalizar este apartado no podemos dejar de citar el desconcierto general
que nos produce la propuesta realizada por Carrobles (2012) en cuanto a que “El
futuro de la Psicología Clínica de nuestro país ha de pasar necesariamente por el
Espacio Europeo de Educación Superior” (p. 466), en una suerte de degradación
involutiva desde una especialidad sanitaria reconocida en el SNS hacia un estudio
universitario de máster impartido en las distintas facultades de Psicología, lugar de
donde parece que nunca debió salir. El Espacio Europeo de Educación Superior es
un proceso de convergencia en materia educativa que tiene como objetivo
prioritario adoptar un sistema de titulaciones, en dos niveles principales (grado y
máster) y sobre un concepto común de crédito ECTS, para promover una
dimensión europea de la educación superior que haga comprensible y comparable
los estudios universitarios impartidos por las universidades, y así impulsar las
oportunidades de trabajo, la competitividad y la cooperación de los sistemas
educativos superiores europeos (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
2003). Actualmente, en el estado español los estudios de formación de
especialistas sanitarios están fuera de la Universidad. En el caso que nos ocupa,
hablamos del sistema PIR que, en la actualidad, constituye una figura del SNS
consolidada en cuanto a su prestigio y la calidad de su formación profesional y
cuyos garantes los constituyen el propio SNS y la Comisión Nacional de la
Especialidad en Psicología Clínica del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales y
194 SÁNCHEZ, PRADO Y ALDAZ
Política Social. Por consiguiente, la regulación europea en estudios superiores
difícilmente puede afectar a la formación de especialistas. Podemos entender que
esta ansia de converger con Europa se justifica en la existencia de planes de
estudios en países de nuestro entorno europeo que posibilitan el ejercicio de la PC
siguiendo formaciones distintas a como se produce en España. Sin embargo, este
argumento soslaya otras características de nuestro entorno que pueden dar cuenta
de estas diferencias, como por ejemplo, la enorme heterogeneidad del panorama
europeo en la formación de acceso al ejercicio de la PC (Berdullas Temes y
Fernández Hermida, 2006; Tikkanen, 2006; Van Broeck y Lietaer, 2008). A este
respecto, no sólo “España es diferente” como señala el profesor Carrobles (2012,
p. 456), sino que lo es Italia, Reino Unido, Holanda, etc. Entre los trabajos que han
profundizado en este asunto, merece la pena destacar el realizado por Van Broeck
y Lietaer (2008), los cuales explican que las diferencias en el ejercicio profesional
de la psicoterapia y la Psicología en los sistemas públicos de salud se relacionan,
como mínimo, con las características propias de cada país a tres niveles diferentes;
a saber, (i) diferencias a nivel político, (ii) diferencias en la organización del sistema
de asistencia sanitaria y (iii) diferencias en el sistema educativo, achacando a estas
idiosincrasias las dificultades en la construcción de un marco europeo unificado.
Por lo tanto, fundamentar la presencia de tal o cual especialista en determinado
sistema de salud únicamente en uno de estos aspectos, como por ejemplo en la
existencia de un máster, es una perspectiva sesgada, poco perspicaz y con dudosa
validez ecológica en cuanto a su ajuste a la realidad que nos ocupa.
Breve historia de la especialidad en Psicología Clínica
En 1986 se publicó la Ley General de Sanidad (Ley 14/1986), creándose el
SNS. Desde su desarrollo en tiempos de la transición se ideó con el fin de disponer
del mejor sistema asistencial posible, donde se entendió al especialista sanitario
como base fundamental para dar un servicio de calidad y en consecuencia se cuidó
al detalle la formación de los mismos. Sin lugar a dudas el esfuerzo ha dado sus
frutos, resultado de ello ha sido el reconocimiento social asociado a las
especialidades sanitarias del SNS y a sus profesionales durante las últimas décadas,
tanto a nivel nacional como internacional (Kerney, 2011).
El origen de este proceso se relaciona claramente con la Medicina; estos
profesionales rápidamente entendieron, no sin disputas parecidas a las que ahora
afectan a la Psicología, que las facultades de Medicina debían tener la misión de
proveer al sistema de profesionales, y hacerlo de una manera coherente, ordenada
y sin generar tensiones y conflictos, sino garantizando un tipo de formación para
un tipo de desempeño profesional inserto en un contexto concreto. Que la PC
como especialidad sanitaria siguiera pasos similares tiempo después obedece, de la
misma forma, a las necesidades de un sistema asistencial de salud en un momento
concreto. La incorporación de cualquier profesión sanitaria al SNS,
independientemente del nombre que tenga, implica un proceso natural de
desarrollo coherente, cuyo punto de partida se relaciona estrechamente con las
necesidades de la organización en la que se inserta. En cambio, la imposición
externa al sistema de una profesión, como podría ser la PGS, implica desnaturalizar
Psicología Clínica y Psicología General Sanitaria 195
el propio desarrollo de la misma y la condena al fracaso, especialmente si esta
iniciativa surge de problemas no resueltos y ajenos al sistema de salud.
La evolución de la especialidad en PC en el SNS desde sus inicios ejemplifica
un proceso equilibrado de reconocimiento, desarrollo y asentamiento profesional,
el cual ha respondido, de forma natural y lógica, a condicionantes entrelazados de
naturaleza sociopolítica, profesional, económica, social y organizativa. La presencia
de la Psicología en el ámbito sanitario público está íntimamente ligada al proceso
de democratización en España. Este nuevo clima de apertura no sólo permitió la
aparición de las primeras facultades de Psicología en nuestro país sino que a lo
largo de los años ochenta del siglo pasado, tanto el Instituto Nacional de Salud
como las comunidades autónomas con competencias sanitarias transferidas fueron
incorporando a profesionales de la Psicología de manera sistemática,
principalmente en el área de salud mental, aunque ya era relevante la figura del
psicólogo en los Centros de Orientación Familiar y otros servicios médicos
hospitalarios. La acogida de estos nuevos profesionales en el SNS se vio favorecida
por un clima social y político donde la reforma psiquiátrica, la Ley General de
Sanidad de 1986 y un movimiento aperturista en los profesionales de la salud y
particularmente de la salud mental que entendieron la práctica sanitaria como un
ámbito multiprofesional e integrador, capaz de reconocer la necesidad de
incorporar la atención a la salud psicológica al campo de competencias del SNS y la
relevancia de la Psicología en este proceso. Por primera vez en nuestro país la
atención psicológica a la población se consideraba una parte importante de las
prestaciones que el SNS debía ofrecer a los ciudadanos.
Progresivamente, las comunidades autónomas fueron integrando todos los
recursos y dispositivos vinculados a la salud mental en redes más coherentes, mejor
organizadas y coordinadas. En estas redes asistenciales, el desempeño de los
psicólogos va a tener un impacto considerable en la atención a la salud de los
ciudadanos, con un reconocimiento profesional por parte del sistema y de la
sociedad general. Cada uno de estos dispositivos presentaba diferentes matices y
exigían competencias particulares en su desempeño, a la vez que compartían una
serie de conocimientos y habilidades comunes que van construyendo la identidad
del psicólogo en el SNS, germen del futuro especialista en Psicología Clínica.
En paralelo a este proceso, a finales de los años setenta (Real Decreto
2015/1978), el SNS se dotó de un sistema propio de formación de aquellos
profesionales (fundamentalmente médicos), que iban a formar parte del mismo,
desarrollando un sistema que se desvincula del ámbito académico y se instala en el
propio Sistema de Salud, es financiado por el mismo y que respondía a sus propias
necesidades de desarrollo. Hay que reconocer que el SNS se inspiró claramente en
el National Health Service (NHS) británico, por lo que existen claros paralelismos
entre ambos, tanto a nivel de filosofía asistencial, organización de prestaciones,
como sistemas de formación. En este entorno, algunas comunidades autónomas
crearon un sistema de formación para psicólogos inspirado en el modelo de
formación establecido para especialistas dentro del SNS, con procesos selectivos
propios, aunque carente de normativa estatal. Esta formación se basaba en la
rotación por diferentes dispositivos de la red, era profesionalizante, remunerada y
con creciente responsabilidad competencial. Si bien dichas iniciativas fueron
196 SÁNCHEZ, PRADO Y ALDAZ
surgiendo a mediados de los años ochenta y noventa, no fue hasta 1993 cuando
se realizó la primera convocatoria nacional PIR regulada, con una vía de acceso que
respeta los principios de igualdad, capacidad y mérito, que es financiada por el
propio SNS, reconocida dentro del mismo y equiparable a cualquier otra
especialidad sanitaria. El Real Decreto 2490/1998 creó a continuación la
especialidad de PC, marco legal regulatorio de la especialidad y reconocimiento
definitivo como tal. Dicho decreto confirmó definitivamente la vía de formación PIR
como la única vía de acceso a la especialidad, si bien se estableció un proceso
transitorio de homologación para aquellos psicólogos del SNS y del ámbito privado
que ya ejercían la PC, el cual ha permitido que, en estos momentos, alrededor de
8500 psicólogos estén reconocidos como PEPC en nuestro país.
En resumen, este reconocimiento fue fruto de un gran consenso profesional
liderado por el COP y apoyado fuertemente por las principales asociaciones
profesionales de PC y la Universidad. A pesar de que hubo que superar muchas
dificultades y no pocas resistencias por parte de algunos ámbitos profesionales de
la Psiquiatría, la Psicología se unió y luchó por ese empeño común y tuvo éxito;
buen indicador de que esta es la estrategia adecuada a seguir en la actualidad,
momento en el que se están tomando decisiones determinantes para el futuro
profesional. A día de hoy, y sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la
formación recibida a través del sistema PIR reúne elevados niveles de calidad y
capacita de manera efectiva a los futuros PEPC para un desempeño profesional
eficaz dentro y fuera del SNS.
Situación actual y futuro de la Psicología Clínica en el Sistema Nacional de
Salud
Como subrayábamos anteriormente, el proceso de reconocimiento de la
especialidad y la consolidación de la vía PIR para la incorporación al SNS son
buenos ejemplos de la lógica interna subyacente al origen, desarrollo y
consolidación de las profesiones sanitarias dentro de sistema público de asistencia
sanitaria. Se trata de un proceso de abajo arriba; es decir, el SNS incorpora
gradualmente a una nueva profesión, la PC, a su ámbito de actuación, ésta va
desarrollando sus funciones dentro del mismo respondiendo adecuadamente a las
diferentes necesidades planteadas, lo cual a su vez genera la necesidad de
profesionales que estén bien formados y que conozcan el sistema. La secuencia
finalmente concluye en un marco legislativo y en el reconocimiento oficial de la
especialidad. Sin este orden lógico difícilmente hubiera sido posible la conclusión
de este proceso. La especialidad en PC ligada al sistema de formación PIR,
adquiere su sentido lógico en el marco del SNS. De ahí que parece razonable que
el legislador señale en el marco de desarrollo legal de la PGS su exclusión del SNS.
La incorporación al SNS de profesiones sanitarias ex novo, como la defendida por
Carrobles (2012), supondría una disonancia dentro del sistema, sería el origen de
problemas competenciales y erosionaría claramente los procesos de consolidación
del sistema de formación PIR y, por ende, de la propia PC dentro del SNS.
Aunque desde una mirada ajena al desempeño diario como PEPC pueda
parecer lo contrario, la PC, en términos temporales, está en pleno proceso de
Psicología Clínica y Psicología General Sanitaria 197
consolidación dentro del SNS. Es una disciplina joven y como tal pendiente de
definir, no tanto sus ámbitos de actuación dentro del SNS como sus estructuras
organizativas. Enrarecer una consolidación que se debe dar en los próximos años
con pretensiones como la inclusión del PGS dentro del SNS es poner claramente en
peligro a la disciplina y los logros asistenciales alcanzados por la Psicología
Sanitaria. No es una cuestión de corporativismo ni de castas dentro de la
Psicología, sino de asumir la responsabilidad de un desarrollo ordenado, coherente
y sólido de la especialidad dentro del SNS.
La visión reduccionista de una PC limitada en su campo de actuación a la
salud mental, además de no responder a la evidencia empírica, tampoco responde
a la realidad asistencial cotidiana dentro del SNS. Como ha ocurrido, por ejemplo,
en el Reino Unido, se está dando una extensión de las intervenciones a otros
ámbitos de la salud conforme la sociedad demanda las mismas y el sistema las
reconoce y acoge. La demanda de complejidad creciente generada desde el
contexto del SNS a los PEPC, hace cada vez más evidente la necesidad de dotarse
de estructuras organizativas y de gestión propias que soporten este desarrollo, las
cuales permitirán una mayor capacidad de interlocución con el sistema y el
desempeño más coherente y ordenado de las prestaciones, con la consiguiente
consolidación en los diferentes contextos asistenciales del SNS. Existen precedentes
de servicios no médicos en el SNS, como el de Farmacia Hospitalaria y Atención
Primaria, que se caracterizan por una estructura transversal y autónoma, tal como
podría y debería ser la Psicología Clínica.
Para alcanzar este objetivo prioritario, tendremos que superar muchas
resistencias tanto dentro del SNS como, probablemente, fuera de él. De la misma
manera que con el reconocimiento de la especialidad, es de prever la oposición de
determinados sectores médicos; es aquí donde el COP, las asociaciones
profesionales y la propia Universidad deben unirse para apoyar el proceso. La
experiencia del Reino Unido durante más de cuarenta años demuestra que es este
proceso de gestión propia y expansión lo que previsiblemente permitirá no solo un
desarrollo ordenado, sino un importante número de profesionales dentro del
sistema de diferente perfil formativo, competencia y responsabilidad en el marco
de un sistema de formación eficaz que, como entendemos debe suceder en
España, conduce a la creación de diferentes especialidades surgidas del tronco
común de la PC. A este respecto, no nos puede pasar desapercibido el inminente
Real Decreto de Troncalidad del Sistema de Formación Especializada en Ciencias de
la Salud, que propone organizar la formación sanitaria especializada en dos
periodos diferentes: el inicial, denominado formación troncal, en el que se
desarrollan un conjunto de competencias nucleares y comunes a varias
especialidades, para a continuación completar la residencia con un periodo de
formación especializado, en el ámbito de la PC, elegido por el residente. Este
nuevo desarrollo, prometedor y que entendemos muy ajustado a la complejidad de
la PC, daría sentido y coherencia al desarrollo de ámbitos especializados de
actuación dentro del marco general de la especialidad en PC. Otros
planteamientos están abocados al fracaso y a generar tensiones que perjudican a
toda la Psicología Sanitaria y a la misma Psicología.
198 SÁNCHEZ, PRADO Y ALDAZ
Conclusiones
La situación actual de la Psicología Sanitaria es incierta a falta de legislación
que regule su ejercicio, determinados intereses han propuesto soluciones que
enrarecen el desarrollo natural de la especialidad en PC, particularmente en el
ámbito de la salud. La especialidad, desde su regulación en 1998, está en un
proceso de consolidación dentro del SNS y de extensión de sus ámbitos de
actuación. Como hemos intentado recoger, en el transcurso de estos 15 años la
PC ha ido ganando en aceptación, desarrollo de plazas de formación especializada
y consolidación en el SNS. Por ello, las necesidades que tenga el sistema, como
hemos señalado, habría que pedirlas entendiendo el funcionamiento del mismo,
apelando a la creación o convocatoria de más plazas PIR en las unidades docentes
acreditadas y apoyando el desarrollo de la especialidad desde todos los estamentos
y, en especial, desde el COP y las Universidades.
Creemos que no es real que el problema de la Psicología sea el PIR como un
cuello de botella que niega las aspiraciones de los licenciados y graduados en
Psicología, abocándolos a la frustración, el problema puede empezar antes. La
Universidad representa a nivel social el puente lógico entre los estudios básicos, los
profesionalizantes y las expectativas laborales. España es un país que en el año
2005, tal y como recoge Freixa Blanxart (2005), disponía de 31 facultades, las
cuales han aumentado en la actualidad hasta 37 (Fernández Hermida, 2012), y que
por entonces generaban 6000 egresados al año, de los cuales un 75% tienen una
orientación y vocación clínica; toda esta oferta genera una falsa expectativa
respecto a la viabilidad de las salidas profesionales. No somos los primeros en
señalar algo así, limitémonos a señalar las conclusiones de Freixa Blanxart (2005):
“El número de estudiantes que cursan la licenciatura parece excesivo y desajustado
con respecto a la demanda social de profesionales. (…). En los distintos países de
Europa tanto el número de estudiantes como el de licenciados es muy inferior al
de los existentes en nuestro país” (p. 229). Esta autora, concluye su artículo
señalando la necesidad de limitar la creación de nuevas facultades de Psicología y
el acceso al número global de estudiantes. Siete años después, no parece que haya
sido tenida en consideración la sugerencia.
Probablemente, la propuesta de Carrobles (2012) de devolver a la Universidad
la formación sanitaria responde más a problemas y necesidades de la propia
Universidad, que a las posibilidades reales de que el SNS admita y asuma dichas
aspiraciones profesionales. En nuestro país no hay un ajuste entre los alumnos en
formación y las necesidades asistenciales de la población, ya sea en el ámbito
privado o en el SNS. Las autoridades universitarias deben asumir su cuota de
responsabilidad en los problemas de empleo y en las expectativas personales no
cumplidas de los alumnos de Psicología, al no valorar la necesidad de establecer
limitaciones en el número de plazas ofertadas a nivel de grado. Esta resistencia
puede responder, quizás, a la necesidad de la Universidad de mantener estructuras
formativas sobredimensionadas y no ajustadas a las necesidades reales de nuestra
sociedad. España tiene una de las mayores bolsas de psicólogos licenciados de
Europa y un mercado de trabajo, que en 2005, sólo absorbió al 30% de la
demanda (Freixa Blanxart, 2005).
Psicología Clínica y Psicología General Sanitaria 199
Se utiliza reiteradamente el argumento de que el número de plazas PIR
convocadas cada año es reducido, que existen importantes áreas de la salud (tanto
en atención primaria como en especializada) que requieren la intervención de
nuestra especialidad. ¿Pero se hace para externalizar la formación? Estas
situaciones, siendo ciertas, responden precisamente al momento de desarrollo de
la especialidad, y son situaciones que preocupan y ocupan a los PEPC del SNS. Hay
una creciente experiencia en la aplicación de las intervenciones psicológicas a
ámbitos distintos de la salud mental y como hemos venido señalando, en
coherencia con la realidad histórica, social y cultural de este país, muy
probablemente, serán estas experiencias las que van a permitir la consolidación y el
crecimiento de la especialidad tanto en plazas de formación como en puestos de
trabajo.
Entendemos por ello, que la pretensión del COP, las principales asociaciones
profesionales y sociedades científicas de la PC de apoyar un itinerario formativo
grado-máster-PIR cobra todo el sentido y permitiría un desarrollo académico y
profesional ordenado, coherente y jerarquizado. Dado que el sistema tiene sus
tiempos y velocidades, hay que seguir trabajando por el incremento del número de
plazas PIR a la vez que ajustar la oferta del futuro máster en PGS para no descuidar
las necesidades asistenciales del sector privado. Todo ello implica adecuar el
número de egresados a las necesidades reales de la población, no parece oportuno
pretender, a base de crear una masa de licenciados abocados a la frustración,
cambiar las normas y reglas de un sistema asistencial que es considerado,
reiteramos, uno de los mejores del mundo (Kerney, 2011).
Da la impresión, por momentos, que la regulación de una profesión sanitaria,
que vendría a resolver los problemas de inseguridad legal que los psicólogos del
ámbito privado pudieran tener desde la instauración de la LOPS, corre el riesgo de
convertirse en un problema para los especialistas que desarrollan sus funciones en
el seno del SNS. Simplemente, no entendemos por qué se tiene que plantear en
esos términos. Muchos estamos trabajando en la consolidación de la especialidad,
no es el momento para la crispación sino para el trabajo colectivo y consensuado,
para el progreso colectivo. Somos una especialidad en fase de consolidación, no ha
habido aún la posibilidad ni el interés de desarrollar una estructura organizativa de
promoción de servicios especializados. En otros países son procesos que han
llevado 40 años, en España apenas llevamos 15 años y necesitamos avanzar, con el
apoyo de todos los estamentos de la Psicología, hacia la definitiva integración
dentro del SNS de la Psicología Clínica.
Referencias
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science. En R. G. Frank, A. Baum y J. L. Wallender (dirs.), Handbook of Clinical Health
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RECIBIDO: 2 de enero de 2013
A
CEPTADO: 20 de enero de 2013
... From the very beginning, governmental policies tried to develop the highest healthcare standards and welfare benefits for our citizens. Likewise, the key element of quality of care became the responsibility of health specialists who had to meet strict and demanding training programs (Sánchez-Reales, Prado-Abril, & Aldaz-Armendáriz, 2013). ...
... The training of health specialists was now entrusted to the NHS rather than universities or other educational institutions. Specialized training now fell under the auspices of the NHS and regulated and exclusively controlled by central government (Olabarría & García, 2011;Sánchez-Reales et al., 2013). Specialties were to be approved by RD at the proposal of the ministries of health and education (RD 639/2014), and competence in non-specialized education was left to universities alone (Prado-Abril, Sánchez-Reales, & Aldaz-Armendáriz, 2014). ...
... The process by which clinical psychology became a health specialty regulated by law (RD 2490/1998), with similar administrative, organizational and competence status as medical specialties (Law 44/2003), shows how a balanced approach of growth, social recognition and professional settlement took place in Spain over the past three decades. This was a process that also suffered socio-political, economic, and organizational constraints some of which came from professional psychology corporations (Olabarría, 1998;Olabarría & García, 2011;Sánchez-Reales et al., 2013). Therefore, the presence of clinical psychology in the NHS is intimately related to the process of democratization in Spain. ...
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Background: The heterogeneity of national regulations in clinical psychology and psychological treatment across Europe requires a detailed description of every regulation to start a shared discussion. Method: We describe the history, legal regulations, a specialized training program, the current status and some future challenges for clinical psychology in Spain. Results: The evolution of psychology in the Spanish National Health System (NHS) so that it has become a health specialty in clinical psychology regulated by law, exemplifies a balanced process of expansion, social recognition and professional settlement. Conclusion: The growth of clinical psychology in Spain may depend on access to leadership and management positions in the NHS that would allow a better organization of care resources to improve citizens’ access to psychological treatment.
... Otras voces autorizadas, como la del decano de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, han justificado esta transición apresurada en la similitud de las condiciones formativas pre y posgraduadas exigidas por los ministerios implicados en relación al resto de las profesiones sanitarias; razón por la cual, la inserción en el Sistema Nacional de Salud (SNS) cae por su propio peso (Gallego, 2013). Con independencia de la omisión del marco legislativo actual (tanto el que regula el propio ejercicio, como el que rige la formación de las demás profesiones sanitarias), estos razonamientos tendenciosos ignoran y distorsionan tanto la figura del Psicólogo Especialista en Psicología Clínica (PEPC), como la historia y regulación del ejercicio profesional en el SNS, aspectos ya abordados en otro lugar (Olabarría y García, 2011;Sánchez Reales et al., 2013). ...
... El riesgo que se corre es el de situar a la Psicología Sanitaria, su profesión y su especialidad, ante una innecesaria crisis de identidad profesional que amenace su propio desarrollo y en el que, como empieza a ser costumbre, los pacientes serán los máximos perjudicados; aspecto ignorado y escasamente debatido por los dirigentes profesionales y lobbies implicados. Este último matiz resulta paradójico ya que, reiteramos, el origen y el fin de cualquier modificación en el ordenamiento profesional debería estar motivado y justificado en la mejora de los procesos asistenciales para que los ciudadanos se beneficien de una atención de calidad libre de influencias espurias (Sánchez Reales et al., 2013). ...
... Del mismo modo en que debe ocurrir con la figura del PGS, no se puede soslayar la historia de la PC ni del resto de especialidades sanitarias cuando se pretenden comprender los antecedentes y condicionantes que determinan el estado actual de nuestra disciplina (Olabarría y García, 2011), así como los avances profesionales que la especialidad tendrá que afrontar en el futuro próximo dentro del SNS (Sánchez Reales et al., 2013). A este respecto, si todos apoyamos el proceso de manera unánime, pensamos que la PC adquirirá un rango de especialidad sanitaria consolidada si se desarrolla en el SNS como una especialidad estructural, funcionalmente diferenciada y autónoma en el organigrama de la atención sanitaria pública. ...
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This paper follows the discussion started in previous issues (Carrobles, 2012, 2013; Sánchez Reales, Prado Abril & Aldaz Armendáriz, 2013) following the creation of the new General Health Psychologist profession. We reflect on curricular itineraries and professional training in the field of Health Psychology, considering the narrative that has accompanied this process and its impact in shaping professional identities of Health Psychology. We emphasize the importance of the historical, contextual and legislative aspects and we deepen on the current status of Clinical Psychology in the National Health System, highlighting current opportunities that allow the construction of a coherent professional training itinerary on Health Psychology.
... Otras voces autorizadas, como la del decano de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, han justificado esta transición apresurada en la similitud de las condiciones formativas pre y posgraduadas exigidas por los ministerios implicados en relación al resto de las profesiones sanitarias; razón por la cual, la inserción en el Sistema Nacional de Salud (SNS) cae por su propio peso (Gallego, 2013). Con independencia de la omisión del marco legislativo actual (tanto el que regula el propio ejercicio, como el que rige la formación de las demás profesiones sanitarias), estos razonamientos tendenciosos ignoran y distorsionan tanto la figura del Psicólogo Especialista en Psicología Clínica (PEPC), como la historia y regulación del ejercicio profesional en el SNS, aspectos ya abordados en otro lugar (Olabarría y García, 2011;Sánchez Reales et al., 2013). ...
... El riesgo que se corre es el de situar a la Psicología Sanitaria, su profesión y su especialidad, ante una innecesaria crisis de identidad profesional que amenace su propio desarrollo y en el que, como empieza a ser costumbre, los pacientes serán los máximos perjudicados; aspecto ignorado y escasamente debatido por los dirigentes profesionales y lobbies implicados. Este último matiz resulta paradójico ya que, reiteramos, el origen y el fin de cualquier modificación en el ordenamiento profesional debería estar motivado y justificado en la mejora de los procesos asistenciales para que los ciudadanos se beneficien de una atención de calidad libre de influencias espurias (Sánchez Reales et al., 2013). ...
... Del mismo modo en que debe ocurrir con la figura del PGS, no se puede soslayar la historia de la PC ni del resto de especialidades sanitarias cuando se pretenden comprender los antecedentes y condicionantes que determinan el estado actual de nuestra disciplina (Olabarría y García, 2011), así como los avances profesionales que la especialidad tendrá que afrontar en el futuro próximo dentro del SNS (Sánchez Reales et al., 2013). A este respecto, si todos apoyamos el proceso de manera unánime, pensamos que la PC adquirirá un rango de especialidad sanitaria consolidada si se desarrolla en el SNS como una especialidad estructural, funcionalmente diferenciada y autónoma en el organigrama de la atención sanitaria pública. ...
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This paper follows the discussion started in previous issues (Carrobles, 2012, 2013; Sánchez Reales, Prado Abril & Aldaz Armendáriz, 2013) following the creation of the new General Health Psychologist profession. We reflect on curricular itineraries and professional training in the field of Health Psychology, considering the narrative that has accompanied this process and its impact in shaping professional identities of Health Psychology. We emphasize the importance of the historical, contextual and legislative aspects and we deepen on the current status of Clinical Psychology in the National Health System, highlighting current opportunities that allow the construction of a coherent professional training itinerary on Health Psychology.
... Parece razonable que la creación de una nueva profesión sanitaria debe venir aparejada con un marco legal que describa claramente qué hace esa profesión, y cuáles son sus respectivas regulaciones de formación y ejercicio (Sánchez-Reales et al., 2013). Pero debe recordarse que esos requisitos legales están contenidos en las disposiciones que crean y desarrollan tanto el PGS como el PEPC. ...
... Es verdad que esas formaciones tienen otras diferencias, por ejemplo se dan en contextos diferentes, aunque está por ver que esos diferentes contextos produzcan, per se, resultados competenciales diferentes (p.ej.: ¿están los PEPC mejor formados en el uso de las terapias con base empírica para el abordaje de los fenómenos depresivos?). La discusión de este tipo de cuestiones se encuentra trufada de veladas insinuaciones -la formación PIR está pobremente controlada(Carrobles, 2013) o la universitaria adolece de mucha teoría poco relacionada con la práctica (Sánchez-Reales, Prado-Abril, & Aldaz-Armendariz, 2013)o de afirmaciones sesgadas que son ciegas a una parte de la realidad -por ejemplo cuando se pone como ejemplo de formación profesional al PIR frente al MPGS, olvidando que el MPGS dispone de 30 créditos ECTS de práctica clínica desarrollada en centros asistenciales tanto públicos como privados(Sánchez-Reales et al., 2013). La discusión así formulada no tiene fácil salida porque ITINERARIO FORMATIVO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA ...
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The training route in clinical psychology is the subject of much debate in the academic and professional world of Spanish psychology. This article critically analyzes the arguments of both the supporters and the opponents of the master’s degree in general health psychology as a necessary condition for access to specialized training. A bachelor’s degree - master’s - specialty route for training in clinical psychology is clearly defended, for logical, legal, and professional reasons, and for convergence with the Europsy model, and the opportunity to establish strong ties between the universities and the profession. It is concluded that the adoption of the route will not only strengthen the specialty and general health psychology, but it may also be one of the foundations on which the scientific and professional development of clinical psychology in Spain rests.
... The National Association of Clinical and Resident Psychologists (ANPIR) filed an appeal through contentiousadministrative channels against the Order regulating this postgraduate degree. The Council and the Conference of Deans aligned their objectives against the appeal, which was dismissed three years later (Anónimo [Anonymous], 2016), but the ruling did not close the issue, it opened other disagreements, on issues such as training itineraries, professional accreditations, and the professional functions of the roles and their scope, which has led to opposing understandings of this part of the process and the process itself as a whole (Carrobles, 2013(Carrobles, , 2015Fernández, 2003;Fernández, 2017;Fernández, Santolaya, & Santolaya, 2017;Olabarría, 2018;Olabarría & García, 2011;Prado, Sánchez, Gimeno, & Aldaz, 2019;Sánchez, Prado, & Aldaz, 2013). ...
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The creation of the COP (Spanish College of Psychologists) was of enormous significance in establishing the identity of psychology in Spain. The organization, aimed at organizing and representing the profession, has not stopped growing, despite the serious internal and external issues it has had. This article presents a legislative and documentary review, particularly based on its representative publication, Papeles del Psicólogo/Psychologist Papers. We analyze the second stage of the COP, that of professionalization, decentralization, and reorganization as the Spanish Psychological Association, taking into account its role in the internal and international projection of the discipline as a whole.
... The university, therefore, seems to assume a split vision between the formative and professional aspects that compromises the development of the discipline as a whole, acting as a "generator of conflicts" (Carrobles, 2015;González-Blanch, 2015;Prado-Abril, Sánchez-Reales, & Aldaz-Armendáriz, 2014;Sánchez-Reales, Prado-Abril, & Aldaz-Armendáriz, 2013). This is also fueled by a frequent discourse in university and collegiate forums that conveys distorted expectations about the labor market and the possibilities of insertion into it, along with the devaluation of the qualification of Specialist in Clinical Psychology -a qualification which, we must remember, is obtained outside the university context, through the system of residence in the Spanish National Healthcare System, with an employment contract and financial remuneration-at the same time masking the limitations of the degree listed in the White Paper itself (ANECA, 2005;Almendros et al., 2017;Molins, 2017;Infocop, 2017). ...
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The process of convergence with the European Higher Education Area led to the publication of the White Paper of the title of the Degree in Psychology (ANECA, 2005) in which an extensive analysis was carried out of the situation of the university studies in psychology in Spain and guidelines were produced to adapt the degree to the European requirements. Ten years later, the present paper aims to analyze the implementation rate of the guidelines included in the White Paper, as well as to develop prognostic models based on the observed trends through time series analyses. The results show a constant and progressive increase of the training programs offered, the number of new faculties, and other closely associated indicators in relation to these growth indicators. Different explanations and reasons for these results are discussed. We also reflect on the impact on job insecurity amongst psychologists, high unemployment rates, and the negative consequences for a sustainable model of professional development.
... Como ya ha sido señalado (7,8) , el sentido común y la ética profesional imponen que el resto de leyes vigentes sean consideradas en este proceso de transición, cuyo último propósito no debería ser otro que el beneficio de los ciudadanos receptores de cuidados sanitarios. No obstante, dado el actual encuadre general, queremos trasladarles una viñeta clínica, que entendemos bosqueja perfectamente el desconcierto actual entre ámbitos, funciones y títulos, fomentado desde ciertos lobbies: ...
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Durante los últimos tres años venimos siendo testigos de una serie de cambios legislativos que intentan poner orden sobre el ámbito sanitario de la Psicología, que han culminado con la creación de la profesión de Psicólogo General Sanitario en la Ley General de Salud Pública (Ley 33/2011). Desgraciadamente, esta transición se ha realizado sin un auténtico y necesario diálogo profesional, a pesar de los reiterados pronunciamientos realizados por las principales sociedades científicas, que han propuesto de forma argumentada un itinerario formativo grado-máster-PIR que permita vertebrar un desarrollo académico y profesional ordenado.
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The process of convergence with the European Higher Education Area led to the publication of the White Paper of the title of the Degree in Psychology (ANECA, 2005) in which an extensive analysis was carried out of the situation of the university studies in psychology in Spain and guidelines were produced to adapt the degree to the European requirements. Ten years later, the present paper aims to analyze the implementation rate of the guidelines included in the White Paper, as well as to develop prognostic models based on the observed trends through time series analyses. The results show a constant and progressive increase of the training programs offered, the number of new faculties, and other closely associated indicators in relation to these growth indicators. Different explanations and reasons for these results are discussed. We also reflect on the impact on job insecurity amongst psychologists, high unemployment rates, and the negative consequences for a sustainable model of professional development.
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The accreditation of training in clinical psychology in Spain has a short history, although distant precedents can be found. At present, students who obtain an honour's degree in psychology can choose between two qualifications in order to practice within the Spanish health system: a master's degree in General Health Psychology or the qualification of Specialist Psychologist in Clinical Psychology. We describe the scope for which each of these titles qualifies the individual within the profession, and also the access routes, objectives, contents and training models of the two qualifications. Additionally, we compare the Spanish accreditation in this professional field with the European accreditation, and we mention the unofficial qualifications that have no repercussion in the professional regulation. Finally, we list the problems that still exist in this field of professional accreditation, and we suggest ways of solving them.
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Durante los últimos años hemos asistido a la regulación del ejercicio sanitario de la Psicología. Nuevas figuras profesionales, como el Psicólogo General Sanitario, precipitan la confusión en competencias respecto a otras profesiones ya existentes en el ámbito, como el Psicólogo especialista en Psicología Clínica. Esta circunstancia ha motivado conflictos e incluso difusión de información distorsionada (o ruido) desde los sectores académico y colegial. El presente trabajo intenta realizar un análisis, libre de ruido, de las controversias actuales no resueltas que afectarán de forma inminente a la evolución de la Psicología Sanitaria. Entre ellas, los límites entre ambas profesiones, su articulación dentro del ámbito sanitario, la acreditación de nuevas especialidades sanitarias y la regulación del Grado en Psicología. Más allá del ruido generado desde intereses particulares, este trabajo pretende analizar las opciones, oportunidades y consecuencias de la toma de decisiones respecto a estas cuestiones aún inconclusas. Finalmente, se apuesta por el debate abierto y transparente entre todas las partes de la Psicología, como única solución a la encrucijada actual de la disciplina.
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During the last 20 years, psychological interventions and psychotherapy have acquired a modest but significant place in health care. The lack of a uniform legal definition of these professional activities in the domain of health care hampers quality control of training programs and delivered services and complicates coordination of care. Training requirements are not always made explicit, and often there are no mechanisms for quality control or for monitoring compliance with ethical codes of conduct. In this review, the legal regulation of the professional activity of psychologists in health care and of psychotherapists in 17 European countries is examined. Eleven of these have adopted a legal regulation the title and the professional activities of psychologists in health care. Seven have an additional law regulating the title and the professional activities of psychotherapists. In five countries, professionals other than psychologists and medical doctors can obtain a legally protected title and license to practice as a psychotherapist. Conclusions are drawn concerning the available models of regulation of psychotherapy and their respective consequences. (PsycINFO Database Record (c) 2012 APA, all rights reserved)
Book
We seek to throw down the gauntlet with this handbook, challenging the he­ gemony of the "behavioral medicine" approach to the psychological study and treatment of the physically ill. This volume is not another in that growing surfeit oftexts that pledge allegiance to the doctrinaire purity of behavioristic thinking, or conceptualize their subject in accord with the sterility of medical models. Diseases are not our focus, nor is the narrow band of behavioral assessment and therapy methodologies. Rather, we have sought to redefine this amorphous, yet burgeoning field so as to place it squarely within the province of a broadly-based psychology-specifically, the emerging, substantive discipline of health psy­ chology and the well-established professionalism and diverse technologies of clinical psychology. The handbook's title-Clinical Health Psychology-reflects this reorientation explicitly, and Chapter 1 addresses its themes and provides its justifications more fully. In the process of developing a relevant and comprehensive health assess­ ment tool, the editors were struck by the failure of clinical psychologists to avail themselves of the rich vein of materials that comprise the psychosocial world of the physically ill. Perhaps more dismaying was the observation that this field was being mined-less than optimally-by physicians and nonclinical psychologists.
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The constitution of clinical psychology as a health speciality in Spain is only understable within the framework of the modernization process that took place in Spanish society after the restoration of democracy. Spanish public health systems development and deep transformation, the process of reform of health assistance in mental health (with the psychiatry reform), and the creation and consolidation of the psychological intern residents training system for the capacitating of specialists were the factors that allowed the collective of psychology professionals, with an im- portant contribution from academics sectors, to start the process of constructing clinical psycholo- gy as a health speciality.
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This . . . guidebook is written for clinical graduate students or practicing psychologists who wish to develop special expertise in clinical health psychology [in medical settings]. It identifies the core content of the field, offers insider advice regarding professional roles and protocol, describes effective assessment and intervention strategies, explores ethical issues, and warns of potential malpractice risks. Particularly helpful is a chapter on common pitfalls in practice and ideas for navigating around them. [The] book is designed to be immediately useable to the reader in everyday practice. This edition updates resource listings, provides new information about training programs, and offers up-to-date advice on ethics and malpractice. (PsycINFO Database Record (c) 2012 APA, all rights reserved)
La Psicología Clínica en Europa. Infocop Online
  • M Berdullas Temes
  • Fernández Hermida
Berdullas Temes, M. y Fernández Hermida, J. R. (2006). La Psicología Clínica en Europa. Infocop Online. Recuperado el 20 de diciembre de 2012, desde: http://www.infocop.es/ view_article. asp?id=892
La integración del sistema universitario español en el Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Documentomarco
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Ministerio de Documentación, Cultura y Deporte (2003). La integración del sistema universitario español en el Espacio Europeo de Enseñanza Superior. Documentomarco. Recuperado el 9 de diciembre de 2012, desde: http://www.eees.es/es/documentacion.
Psicólogo clínico y/o psicólogo general sanitario
  • J A Carrobles
Carrobles, J. A. (2012). Psicólogo clínico y/o psicólogo general sanitario. Behavioral Psychology/Psicología Conductual, 20, 449-470.
La relación entre enfermedades físicas y trastornos mentales en diferentes países. Estudio de la Organización Mundial de la Salud
  • R Florenzano
  • C Fullerton
  • D Goldberg
  • M Rezaki
  • V Mavreas
  • W Maier
Florenzano, R., Fullerton, C., Goldberg, D., Rezaki, M., Mavreas, V. y Maier, W. (2005). La relación entre enfermedades físicas y trastornos mentales en diferentes países. Estudio de la Organización Mundial de la Salud. Revista Latinoamericana de Psiquiatría. Recuperado el 19 de diciembre de 2012, desde: http://www.psiquiatria.com/articulos/psicosis/27364/ Freixa Blanxart, M. (2005). El Espacio Europeo de Educación Superior en Psicología: memoria de los inicios de un proceso. Anuario de Psicología, 36, 225-229.