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La tradición épico-ideológica de la figura femenina en el Romancero Canario: a propósito de la contaminación del romance "El conde Grifos Lombardos" del Romancero del Hierro.

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La tradición épico-ideológica de la figura femenina en el Romancero Canario:
a propósito de la contaminación del romance "El conde Grifos Lombardos" del
Romancero del Hierro.
Chapter · March 2005
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LA
TRADICIÓN
ÉPICO-IDEOLÓGICA
DE LA
FIGURA
FEMENINA
EN EL
ROMANCERO
CANARIO.
A
PROPÓSITO
DE LA
CONTAMI-
NACIÓN
DEL
ROMANCE
"EL
CONDE
GRIFOS
LOMBARDOS"
DEL
ROMANCERO
DEL
HIERRO
M. T. CÁCERES
LORENZO,
J. GALLEGO GÓMEZ, A. MANZANARES
PASCUAL,
M. R. NIETO PÉREZ Y J. R. SUÁREZ ROBAINA (A.L.E.T.)I
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
Entre las diferentes parcelas que el grupo A.L.E.T. se dedica a investigar, hay
una a la que se le otorga un valor y una significación especiales. Esta parcela
es la de la literatura popular, la del folklore poético canario. Una literatura
que,
considerada como enlace atlantista, nos permite establecer elo per-
manente de ideas y formas en que esas ideas cuajan, que circula entre los
ámbitos geográficos de una misma comunidad lingüística. Dentro de esta
literatura popxolar, el
Romancero
Canario,
como todo romancero, viene a ser
una especie de pozo sin fondo para todo investigador que pretenda sumer-
girse en las profundas aguas del folklore universal, tan ricas en asuntos que
revelan la intimidad de una personalidad comunitaria, como fecundas en for-
mas que otorgan a esa virtualidad ideológica un asiento firme y seguro en el
que se proyectan y perpetúan.
En este artículo, sin embargo, no vamos a acudir a la perpetuación tradi-
cional de las formulaciones del Romancero, tan magnífica como constante-
mente analizadas por loss conspicuos y apasionados investigadores de
nuestra poesía tradicional. Vamos a fijarnos en otro tipo de perpetuación que
la tradición romancerü realiza: la ideológica, la del sistema de valores que
nutren desde su nacer y florecer épicos, su poesía; una instancia ésta ideoló-
gica, que, a pesar de que, a nuestro juicio es tan importante como la formal
o temática, está quizá un poco preterida en las investigaciones del Romancero
con relación a la relevancia e interés que se dedica a estas otras.
Pues bien, dentro de ese sistema de valores de tradición épica que el Roman-
cero perpetúa nos vamos a ocupar concretamente del valor que en algunos
romances se otorga a la figura femenina; de este modo podremos conjugar
en un mismo quehacer varias corrientes de investigación muy de actualidad:
aquella que se ocupa la mujer en la literatura; aquella que se ocupa de la lite-
ratura popular y aquella que se ocupa de la literatura como transmisora idó-
nea de un determinado sistema de valores, de una determinada concepción
del mundo.
HOMENAJE A MARÍA DEL
FREÍDO
ESCORAR
BONILX^ 11
Grupo
A.L-E.T.:
M.
T.
Cáceres,
J.
Gallego,
A.
Man^anare^
M. R. Nietojj.
Suáre^^
Quizá el valor supremo del romancero, els asiduamente resaltado
—además de ser el que
^%t'A.'aáz2.
su pervivencia, su perpetuación—, es su capa-
cidad para atraer a su forma de pensar, de soñar, de fantasear y de decir todo
elemento poético con que se tope, elemento que, aunque le sea total y radi-
calmente ajeno, es absorbido y hecho sustancia propia. El proceso de hacer
sustancia propia lo poético ajeno —rasgo que el romancero, como no podía
ser menos, comparte con toda auténtica poesía lo realiza mediante diversos
procedimientos. Uno de ellos, els elemental, els superficial, els
exterior, el que antes se detecta, es la acomodación de universos poéticos ya
establecidos a la fórmula estrófica del romance, así como a la variedad de
registros técnico-poéticos que el género romance prescribe. Así, por ejemplo,
Góngora acoge en un magnífico romance-letrilla de 1580,
1M
más bella
niña/
de nuestro
lugar,
un asunto propio de la poesía de ausencia femenina que tiene
su ubicación originaria peninsular en las cantigas de amigo o en las jarchas;
pero de igual manera convierte en romance la mirada infantil de la estampa
costumbrista de un domingo en el exqioisito bocado lírico de Hermana Marica.
Este proceder de Góngora, que es muy común en el llamado romancero
nuevo, también acontece en la transmisión anónima tradicional, aunque ésta
suele renovarse por otros procedimientos, de los cuales, els común es el
de la actualización, es decir, el de hacer vivo, activo, el caudal Hrico del
romance mediante los retoques necesarios para su acomodación al momen-
to en que se cante. Esta manera de poetizar, como bien sabemos, da lugar a
una infinita riqueza de variantes, riqueza que impKca una mirada poética a la
vez una y diferente: esencial y unitaria en el fondo común de la leyenda que
el romance canta; diversa y plural en la circunstancia vital concreta en que esa
esencia cobra cuerpo lírico eficaz para el público que lo escucha.
Pero hay, además, segtin pensamos, otra instancia autoperpetuadora del
romancero, que lo hace profundamente conservador y, por ello, auténtica-
mente literario: es aquella que mantiene su ideología primigenia, es decir, la
concepción del mundo en que el romancero se fragua y cobra ser. En este
sentido pensamos
y
por eUo pretendemos investigarlo que el sistema de
valores esenciales que preside y dirige el romancero está en estrechísima rela-
ción con el sistema de valores de su universo originario, que no es oteo que
el del universo de la epopeya castellana.
Dentro de este sistema de valores de la épica castellana, uno de los que la
hacen sumamente original, como han venido señalando, con Alan
Deyermond a la cabeza, loss excelsos medievaüstas del último tercio del
siglo XX, es la preeminencia que en sus cantares tiene la figura femenina, la
cual es un elemento imprescindible, tácito o expreso, en la acción y resolución
78 ^
HoMHNAjE
A
MARÍA
DUL PRADO ESCOBAR. BONILLA
IM
tradiáón
épico-ideologka
de la figura femenina en elUomancero Canario...
de
los
mismos,
hecho originaMskno
que
diferencia nuestra epopeya
de
otros
espacios épicos
consagrados:
griego,
latino,
francés...
Y en ese
sentido
se
pro-
nunciaba este sabio medievaKsta
en su
artículo
"La
sexualidad
en la
épica
medieval
española":
Todo el mundo sabe que la lírica tradicional, poesía femenina, trata del amor,
y que la épica, poesía masculina, trata del honor y de la guerra. Uno de los
grandes investigadores de la poesía tradicional, William
J.
Entwistle, dijo que
"This distinction between women's songs (zenske pesme) and men's or
warriors' songns (¡unacke pesme) is fundamental in Serbian bailadry. It [...]
serves to mark off lyrics from narratives and love-songs from marital adven-
tures".
Este juicio sobre la poesía servia es bastante representativo de lo que
dicen los especialistas de otras literaturas. Pero, ¿es verdad? En muchas tra-
diciones poéticas, parece que: la épica francesa es un ejemplo conocido. Un
informe reciente y autorizado advierte que no solo la sexualidad sino las
mujeres mismas ocupan un puesto muy reducido hasta una etapa tardía de la
evolución de las chansons de geste, y que su importancia aumentada, con la
entrada en la epopeya de algo del espíritu del amor cortés, indica general-
mente una fecha tardía para el poema, y hasta la decadencia. En la épica
anglosajona, la ausencia de sexualidad esns acusada. Un análisis freu-
diano podría sugerir tal vez el simbolismo sexual en las luchas de Beowulf
con Grendel y su madre, y un análisis jungiano nos revelaría en dichas esce-
nas la sexualidad de la Gran Madre, pero me parece muy poco probable que
tales interpretaciones reflejen la intención del poeta o la percepción de su
público. Y creo que la norma es representada por las epopeyas francesa y
anglosajona. Me parece muy significativa la ausencia de las palabras "amor",
"mujer", "heroína" y "sexualidad" del índice de materias del libro clásico de
Sir Maurice Bowra. Hay excepciones, desde luego, A pesar de lo que acabamos
de observar en la epopeya anglosajona, otro ramo de la epopeya germánica,
la alemana, contiene mujeres poderosas y algunas escenas eróticas; el Nibe-
lungentUed es de gran interés desde este punto de vista. Su equivalente en
prosa, la saga islandesa, tiene a veces un acusado interés sexual. Se trata, sin
embargo, de excepciones. De todas las tradiciones épicas medievales que
conozco, hay sólo una en la cual las mujeres dominan en la acción de los poe-
mas,
y el erotismo desempeña un papel fundamental, no como excepción
sino casi como regla. Esta tradición atípica es la española. Sostuve hace años
que las mujeres dominan en el ciclo épico de los condes de Castilla. Ahora
creo que tal conclusión, que parecía quizás atrevida, fue demasiado cautelosa.
No se trata solo, en el ciclo de los condes, de mujeres dominantes, mujeres que
funcionan socialmente como hombres, sino también de mujeres conscientes
de su propia sexualidad. Hay más: el simbolismo sexual es bastante frecuen-
te,
y las escenas eróticas son, a menudo, fundamentales en el desarrollo de la
79
HOMENAJE
A
MARÍA DEL
PRADO
ESCOBAR
BONIU^I
-
Grupo
A.L,-E.T.:
M.
T.
Cáceres
,J.
Gallego,
A.-Man-^nare^Js/L.
R. Nietoj J.
Suáre^i
La mujer, como señala Deyermond, es un elemento imprescindible de la
acción épica de los cantares castellanos, dentro de la escasa, aunque intensa,
producción que conservamos. Pero, si, en general, en todos ellos suele ser el
motor de la acción del héroe, en momentos puntuales de gran altura épica,
como
LJ)S
siete infantes de
luxra,
1M
condesa
traidora,
el Roman^ delinfant
García,
se
convierte en la protagonista épica del cantar, es decir, en su heroína (la que
acaudüla y juzga); hecho a todas luces predecible desde la concepción del
miando que alienta en la Castilla naciente que surge dentro del sistema repo-
blatorio de la reconquista con una divisa que es a la vez el diseño de
-asx
des-
tino:
crecer en hombres y en tierras, divisa en la que a la mujer le cumple la
responsabilidad de hacer crecer a su comunidad en hombres y al hombre en
tierras, responsabilidad a todas luces esencial, básica, imprescindible, indecli-
nable, porque si la mujer no trae hombres al naundo, mal pueden estos agran-
dar el territorio. No es pues extraño que la mujer sea pieza imprescindible de
los cantares, sobre todo de los fundacionales, y por supuesto, no es extraño
que sea bien consciente de que su poder en el destino comunitario está pro-
fundamente vinculado, no tanto a su sexualidad, como subraya Deyermond,
cuanto a su maternidad. En cualquier caso, sexualidad y maternidad son cate-
gorías que las gestas manejan con una sutileza poética extraordÍQaria para
hacer sus retratos de la heroína y de la antiheroína. En esta dicotomía Castilla
concibe en sus cantares a la heroína como la mujer madre, es decir, la mujer
que utiliza fructíferamente su sexualidad, cuyo emblemático ejemplo es la
doña Sancha madre de los infantes de Salas; y proyecta en la antiheroína a la
mujer que acoge como sistema de valores afectivo \m sentido amoroso pró-
ximo al del amor cortés, es decir, un amors de disfrute que de fructificación,
concepción esta última magníficamente representada en su dicotomía extrema
frente a doña Sancha en la figura de doña Lambra, auténtica representante
de un sistema de valores sobre sexualidad y amor enfocados al goce que
Castilla no solo no comparte, sino que ni siquiera tolera.
Esta mentalidad valorativa con relación al fruto del vientre del que la
mujer es depositaría, tiene tal fuerza en la legendización fundacional de
CastUla, que casi podríamos asegurar que, desde los primeros documentos
histórico-legendarios sobre el iiltimo rey godo don Rodrigo y la pérdida de
España, hasta el emblemático
Cantar de
Mió Qd, siempre está la violación de
una mujer como la causa última que da sentido y forma a lo legendario (versi-
ficado o prosificado, igual da).
Así, por ejemplo, es bien representativo de esta mentalidad con relación
al inmenso pecado que supone la violación de una mujer, el sentimiento de
culpa irredenta que se desprende de las crónicas primeras (moras y cristianas)
80
HoMBNAjB
A
MARÍA
DEL PRADO ESCOBAR BONILLA
LM
tradición
épico-ideológica
de la
figura
femenina
en el
Komancero
Canario...
sobre Don Rodrigo y la pérdida de España, magníficamente recogidas por
Menéndez Pidal en sus Reliquias de la poesía
épica.
Sobre este asunto nos dice
Ben Abdelhákem, primer cronista árabe que recoge y traduce Pidal:
[...] Había mandado Julián su hija a Rodrigo, señor de España, para su educa-
ción, mas el rey la violó, y sabido esto por JuUáa, dijo: "El mejor castigo que
puedo darle es hacer que los árabes vayan contra él", y mandó decir a Táric
que le conducida a España.
En palabras similares, aunque esta vez latinas, se pronuncian igualmente
el Sñense, el Tudense y el Toledano en sus respectivas crónicas, de las cuales,
dada la limitación de este artículo, escogemos como ejemplar muestra la del
s antiguo cronista, el Süense:
luUano cotniü quem Uitize rex in suis fidelibus famUiarissimum habuerat,
adhesunt; ibique de
iUatis
contumeHis ingemiscentes, Mauros introducendo et
sibi et totius Yspanie regno perditum iri disposuerunt. Preterea furor uiolate
ad hoc facinus peragendum lulianum incitaba!, quam Rodericus rex non pro
uxore, sed eo quod
sibi
pulchra concubina uidebatar, eidem calEde subripuerat.
Pero,
de igual forma es idénticamente representativo de esta especie de
sacralización del vientre femenino en la épica castellana un cantar, a la vez
tan moderno y tan representativo de lo castellano como el Cantar
de
mió
(¡lid,
que resume su sentido final en la admonitoria conseja con que nos obsequia
el juglar al final de la función, (en los versos 3706-3707) sobre lo que les espe-
ra a los hombres, de alta o baja alcurnia, eso es secundario, que se atreven con
una buena mujer:
qui buena dueña escarnece e la dexa después
atal le contesca o siquier peor.
Esta manera de ver las cosas, esta ideología épico-tradicional castellana, que
tiene como centro y eje de todo a la figura femenina, y a su vientre fructífero
como sacrosanto objeto inviolable es la que nos proponemos estudiar en el
análisis de las diversas versiones de un romance del corpus herreño: Hl
conde
Grifos lombardos, romance cuya esencia y circunstancia describe sucinta y
HOMENAJE
A
M4RL4
DEL
PKADO
ESCOBAR
BON/LL-I
Grupo
A.LrE.T.:
M.
T.
Cáceres,].
Gallego,
A.
M-an^anare^
M. R. Nietojj. Suáre\
extraordinariamente su compñador, Maximiano Trapero, a tratar de las conta-
minaciones de romances que se producen en corpus el del Hierro:
Com.o en otras ramas de la tradición, el romancero del Hierro ofrece abun-
dantes casos de "contaminación" de unos temas romancísticos con otros.
Unas veces, el proceso se dio ya fuera del ámbito isleño [...] Tal es el caso,
por ejemplo, de ÍM
Infantina,
El
caballero hurlado
y L¿z
hermana
cautiva,
temas
perfectamente diferenciados en sus orígenes, pero que la tradición moderna
presenta fusionados en todo el N.O. de la Península (tanto en España como
en Portugal), en Extremadura, en Canarias y en Venezuela.[...] También tiene
difusión extrainsular el remate de £/
conde
Grifos Ijomhardo (o E/
conde
preso)con el comodín romancístico "no me entierren en sagrado" (que pare-
ce tener su origen en el romance El pastor desesperado); se da igualmente en
la tradición del Norte de Portugal y Galicia[...]El nombre que en algunas ver-
siones recibe el forzador, Juan Velo, pone de manifiesto que en Canarias, al
igual que entre los sefardíes de Marruecos, se tendió a identificar los temas,
en parte paralelos, de El
conde Grifos Lombardos
y El
conde don Pedro
Véler^.
s interesantes que estas contaminaciones bien conocidas en el romance-
ro pan-hispánico son otras que parecen haberse generado en la propia tradición
peninsular. Por ejemplo, en este último romance citado, dos versiones acu-
den al tema de El
robo del sacramento
(w.8-15 en la versión 20 y w.8-14 en la
versión 21) para intensificar la crueldad del forzador y su actitud desafiante
ante la sentencia del rey^.
En efecto, como señala el profesor Trapero, la contaminación que el
romance sufre es sumamente interesante, pero lo es, según consideramos,
porque su intencionalidad final conduce a poner de manifiesto no solo la
crueldad y el espíritu insolente de este pecador no arrepentido, sino también
y sobre todo, poner de manifiesto que el pecado que ha cometido, el de for-
zar a una doncella, es el supremo pecado que un hombre pueda cometer, un
pecado que es muchos grave según la pena impuesta
y
de ello se admira
el conde que el resto de los pecados que acumula en su terrible vida plagada
de supremos delitos, descritos con un patetismo singular en las dos versiones
contaminadas con El
robo del
sacramento,
asunto este del robo del sacramento
que utiliza el romance con una finalidad bien concreta: la de que sirva de
colofón a tanta maldad, robo que, ski embargo, en el baremo deHctívo regio,
que es el comunitario, se nos aparece como secundario comparado con el de
forzar a una doncella. Veamos uno de los textos:
82 HOMENAJB A
MARIA
DEL
PRADO
ESCOBAR
BOMIJ^
-La tradición
épico-ideológica
de la figura femenina en el Romancero Canario...
Preso llevan al rey conde, preso y bien aprisionado
no por delitos que ha hecho ni por hombres que ha matado,
por forzar una doncella en el camino' Santiago.
La dama, como discreta, al rey se le ha presentado.
-O te has de casar con ella o te has de morir ahorcado.
-Ni me he de casar con ella ni he de morir ahorcado,
que tres delitos mayores he hecho y no me han matado.
Maté a mi padre y mi madre y a toditos mis hermanos,
y con una hermanitaa tengo dos hijos paganos:
Uno lo piqué en la mesa, otro lo di de regalo,
al rey moro del Turquía le está sirviendo de esclavo.
Fuime a confesar una después de haber almorzado,
de aquello que me dio el cura pa mi casa lo he llevado,
sin tener temor de Dios saqué mi puñal dorado,
púselo sobre la mesa mil puñaladas le he dado.
Si nos fijamos en la enumeración de terribles pecados cometidos a con-
ciencia por el conde, podremos observar que se polarizan en dos ámbitos: el
familiar y el religioso. En estos dos espacios fundamentales para la mentalidad
de toda colectividad, el conde ha realizado lass execrables perversiones,
como hombre que se regodea en el mal que hace. El límite de estos pecados
que no le han sido tenidos en cuenta, el de la rebeldía contra lo sacro y su
profanación se pone en destacada evidencia mediante la contaminación
romancística de El
robo del
sacramento,
que, en la enumeración de pecados del
conde, cumple el extraordinario papel de ampUar al ámbito de lo divino la
perversión humana del conde. Ahora bien, en la totalidad del romance, en la
serie completa de faltas, esta perversidad recalcitrante se mide en relación
con la violación, el único pecado por el que el conde va a ser condenado a
muerte.
Dos moralejas podemos extraer de este romance contaminado, ambas
inscritas en la mentalidad épica de las gestas castellanas que conciben la
sexualidad femenina, la de cualquier mujer, como objeto de la suprema vene-
ración y del máximo respeto: la primera, que se inscribe en la línea que va
desde la pérdida de España hasta el Cantar de Mió
(¡lid,
nos señala que el
mayor pecado que se puede cometer es la violación de una doncella, porque
en ella reside el sustento humano del destino de Castilla; la segunda, nos
advierte y previene, como si de un nuevo
Cantar de
Mió
(¡lid
se tratase, contra
los hombres que son capaces de forzar y maltratar doncellas, porque si son
capaces de realizar tal vileza, la mayor de las infamias, es porque llevan acu-
mulado en su haber toda una colección de pecados inconfesables, de los que
la violación es el último y terrible remate.
HOMENAJE A
MARÍA
DEL PUADO ESCOBAR BONIIJ^I 83
Grupo
yl.]L-E.T.:
M. T. Cáceres,].
Gallego,
jí. Man^nare^ M. R.
Nietoj/J.
Suáre^
NOTAS
I A.L.E.T. (AnáKsis lingüístico y edición de textos) es ion grupo de investigación de la
Universidad de Las Palmas de G.C. que está formado por los profesores doctores M.
Teresa Cáceres Lorenzo, Juan Gallego Gómez, Antonio Manzanares Pascual, M. Reyes
Nieto Pérez y Juana Rosa Suárez Robaina.
1
NRFH,
XXXVI, 767-68.
2 Maximiano Trapero,
Romancero
de la isla del
Hierro,
Semanario Menéndez Pidal-Cabildo
Insular de El Hierro, 1985, págs. 43-44.
84 HOMENAJE A
MARÍA
DEL PRADO ESCOBAR BONILLA
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