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Ontology Studies 8, 2008 209
El sentido de la caverna. Lo virtual como un ámbito
nito de sentido.
Francesc Núñez Mosteo
Universitat Oberta de Catalunya
Área de pensamiento losóco i cientíco.
Internet Interdisciplinary Institute
Resumen.
Esta comunicación gira en torno a lo virtual que vamos a caracterizar “como estar-fuera-de-ahí”;
es decir, como si se tratase de una experiencia de la conciencia (y no de una estructura ontológica
del mundo) que delimita un ámbito nito de sentido. Lo virtual quedaría denido como un lugar a
donde se transita desde lo real-cotidiano. Se trata de un ámbito nito de sentido diferente al mundo
de la vida cotidiana que es desde donde nos desplazamos a diferentes realidades. Transitar entre el
ahí y fuera-de-ahí requiere un cambio de conciencia.
Palabras clave: Virtual, real, mundo de la vida cotidiana, ámbito nito de sentido.
Abstract. The Meaning of the Cave. Virtuality as a nite domain of meaning.
This communication reects upon virtuality, that we are going to characterize as “like being out
there”; that is to say, as if it were an experience of the consciousness (and not an ontological
structure of the world) that delimits a nite domain of meaning. Virtuality could be dened as a
place to which one travels from what is real and daily. It is a nite domain of meaning which differs
from the world of daily life, from where we move to different realities. To journey between there
and outside there requires a change of consciousness.
Key words: Virtual, real, world of daily life, nite domain of meaning.
Realidad virtual y relaciones electrónicas
El interés por la realidad de la vida cotidiana y por la naturaleza de lo real remonta a
los orígenes del pensamiento losóco. En nuestra tradición occidental la respuesta
más conocida a los interrogantes que suscita la realidad la ofreció Platón (s. VI a. C).
Para Platón, como es bien sabido, la realidad real no era la que captamos a través de
los sentidos, sino otra de naturaleza ideal (inteligible), que solo se podía conocer con el
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ojo del alma (inteligencia). El mundo sensible, en el que transcurre la mayor parte de la
vida de los mortales, es meramente una copia de esa naturaleza ideal. Se sigue de esta
condición humana la posibilidad de dirigir, o no, correctamente la mirada, con el órgano
adecuado, y situarse así en uno u otro ámbito de realidad y decidir el valor y la calidad de
nuestras acciones. Vivimos en un mundo de sombras, pero esforzándonos –muriendo a lo
sensible–, podemos elevarnos hacia lo divino y verdaderamente real.
La aparición de Internet, con la consiguiente proliferación de objetos virtuales, y la
generalización de relaciones mediadas electrónicamente, lleva a plantearse de nuevo el
tema de la naturaleza de lo real. En este caso, la pregunta por la “entidad” de lo virtual,
por su condición de real, ahora en relación con el mundo de la vida cotidiana, se sitúa
en el horizonte de la reexión y nos vuelve a interrogar sobre los diferentes niveles de
realidad. La pregunta podría formularse de la siguiente manera: ¿A qué nos referimos
cuando hablamos de virtualidad? ¿Es real la realidad virtual? ¿Cuál es su relación con el
mundo material y sensible?
Generalizando, cuando hablamos de realidad(es) virtual(es) nos estamos reriendo a
dos vastos campos: por un lado, el mundo de los objetos virtuales (la realidad virtual –RV–
propiamente dicha1) y, por el otro, el mundo de las relaciones (sociales) virtuales. Las más
de las veces, realidades virtudes, objetos y mundos, relaciones y comunicación mediada
por ordenador se entrecruzan en una densa red de difícil delimitación que, por cuestiones
analíticas, consideraremos separadamente.
La literatura sobre el tema es abundante2 y, en buna parte, los estudios se han centrado
en caracterizar y singularizar lo virtual frente a lo real (Braudillard, 1981; Doel y Clarke,
1992; Lévy, 1995; Prouxl y Latzko-Toth, 2000) y en dirimir la autenticidad de lo virtual
(comunicación y relaciones sociales) frente a lo real (Dubey, 2001; Jones, 2003; Lockard,
1997; Robin, 1996; Turkle, 1997).
Ahora bien, pese a la abundante bibliografía, no existe acuerdo unánime a la hora de
caracterizar la naturaleza de lo virtual. En cualquier caso, se puede intentar una denición
que la describa como la generación tecnológica de un entorno de percepciones y experiencias
en el que es posible la interacción, es decir, es posible modicar el entorno en función de
los estímulos y de las respuestas que se van produciendo. No obstante, hay muchas voces
críticas respecto a lo que se está presentando (y vendiendo) como RV, pues por lo general
no cumple ninguna de sus condiciones: no es intuitiva, no suele haber interactividad y no
funciona a tiempo real (Woolgar, 2005: 71).
Por lo que se reere a naturaleza de los “objetos virtuales” que pueblan Internet (un
1 Verdeniciónen:http://es.wikipedia.org/wiki/Realidad_virtual
2 NodejadesersignicativoqueelVIICongresoInternacionaldeOntología(http://www.
ontologia.net/)celebradoenSanSebastián(2-6octubrede2006)sehayapresentadoconelsiguiente
título:“DelacavernaplatónicaaInternet.LoRealyloVirtual”.Estecongreso,precisamente,buscaba
reexionarsobrelanaturalezayentidaddelovirtual.
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videojuego, un Chat, una página web o, mejor aún, un blog, una wikipedia o un espacio
como Youtube) es notoria su falta de entidad y su escasa autonomía. Es muy difícil la
distinción entre el producto (lo que sería el “objeto”), los productores y la tecnología
que lo hace posible, así pues, es vano caracterizar un objeto virtual como una entidad
independiente del proceso de su producción y de los actores y tecnologías que lo producen.
De hecho, lo que caracteriza la revolución tecnológica actual no es el carácter central
del conocimiento sino la aplicación de ese conocimiento a los aparatos de generación
de conocimiento y procesamiento de la información y comunicación en un círculo de
retroalimentación acumulativa entre innovación y usos (Castells, 1998: 58). En este círculo,
creadores, usuarios y tecnología pueden llegar a confundirse.
Por ejemplo, en una etnografía sobre un objeto virtual (la creación de una especie de
Chat con avatares), A. Wittel, C. Lury y S. Lash aprendieron que “un objeto virtual no
puede ser rastreado igual que muchos otros objetos porque no existe como objeto singular
y de algún modo original (ni siquiera como prototipo), sino que existe simultáneamente en
una multitud de copias y en muchos lugares físicos (pantallas de ordenador). La producción
de un objeto digital no es un proceso lineal que consta de diferentes fases temporales, sino
un proyecto, una interacción compleja y exible, es decir, heterática, de tareas y empresas”
(Woolgar, 2005: 209)
En relación con el otro tipo de realidades virtuales a las que nos hemos referido, nos
preguntamos por la naturaleza de las relaciones sociales, por la producción de un espacio
social, resultado de la comunicación e interacción mediada electrónicamente. No deja de
ser un enigma la posibilidad de vida social real en el mundo virtual. La inquietante pregunta
a propósito de esta eciente forma de contacto social surge porque la comunicación
electrónica no es solamente una herramienta, un instrumento para la relación, sino porque,
además, también estructura las relaciones sociales que permite, es decir, es el espacio en el
que tienen lugar estas relaciones, así como la forma de acceder a ellas (Jones, 2003: 29).
Las respuestas a este interrogante van desde la descalicación de esta forma de relación
social por considerarla pobre y mermada respecto a la riqueza propia de la comunicación cara
a cara (Donath, 2003; Kraut, R. y otros,1998; Moral y otros, 2004;) hasta la sobrevaloración
de las relaciones electrónicas por considerar que harán posible un ideal de comunidad,
abierta, libre, democrática y plena de sentido (Hampton y Wellman, 2000; Herring, S. 1993;
McKenna, Green y Gleason, 2001; Rheingold, 1996; Robinson y Kestnbaum, 1999).
Más allá de las consecuencias distópicas o utópicas que la consideración del medio
y sus potencialidades permitían extraer, la experiencia demuestra (Baym, 2003) que es
posible que numerosos usuarios se experimente en sus relaciones online formando parte
de una comunidad. El estilo de esta comunidad está marcado, en buena medida, por
una amplia gama de condiciones preexistentes. Estas condiciones son debidas tanto a la
naturaleza de la tecnología como al contexto social de procedencia de los participantes en
la relación social (Jones, 2003: 60ss). En este proceso de domesticación y apropiación de la
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tecnología, y de lo que esta nos permite hacer (nuevas formas de sensación y experiencia,
nuevas formas de comunicación y relación), es fundamental la creación de signicado
social y de sentido.
No cabe duda de la enorme complejidad de las relaciones que median entre tecnología
y sociedad por una parte, y entre el mundo de la vida cotidiana y aquello que tiene lugar en
Internet o que la comunicación electrónica hace posible, por otra parte. Así, nos atrevemos
a armar que es muy difícil una respuesta denitiva acerca del estatuto ontológico de lo
virtual, entendiendo por tal aquello que resulta de la aplicación y uso de las tecnologías
digitales y de la comunicación mediada por ordenador.
Nuestro propósito en este trabajo es caracterizar lo virtual como una experiencia de la
conciencia que delimita un ámbito nito de sentido, tal y como esta se reeja, por ejemplo
en un juego de RV, en la vida en la pantalla de un determinado grupo de discusión o en
el hecho de jugar en una videoconsola. Para llevar a cabo esta caracterización de lo virtual
nos basaremos, fundamentalmente, en la aproximación fenomenológica que hace Alfred
Schütz de algunos aspectos de la vida social y que han sido la base de la sociología del
conocimiento. Con esta propuesta, que solo aspira a ser una propuesta que pueda ayudar
a comprender la realidad de lo virtual, la pregunta por la naturaleza de lo virtual deja de ser
una pregunta por la estructura ontológica para convertirse en una pregunta por el sentido
de la experiencia y de la relación (imbricación) de esta experiencia en la vida cotidiana.
La realidad de la vida cotidiana y el sentido de lo virtual
Para el lósofo nunca ha sido fácil distinguir y caracterizar los diferentes ámbitos o grados
de realidad. Es evidente que las cosas no siempre son lo que parecen y también desde la
vida cotidiana cada vez es más difícil clasicar o denir los diferentes tipos de experiencia a
los que tenemos acceso como reales o no reales, como verdaderas o falsas, como auténticas
o inauténticas. Con la irrupción de la realidad virtual y de las relaciones mediadas por
ordenador, los marcos conceptuales que nos proporciona la tradición losóca occidental
pueden resultar insucientes para clasicar los diferentes tipos de experiencia y los
diferentes ‘acentos’ de realidad de los acontecimientos.
La importancia cada vez mayor de la mediación tecnológica en la vida cotidiana ha
suscitado una disparidad de discursos que en ocasiones corren el peligro de caer en la
polaridad entre utopías y distopías acerca del valor de la comunicación y de la experiencia
electrónica o sobre la validez del conocimiento que nos proporciona la realidad virtual.
A n de evitar tal polaridad, creemos que es una buena estrategia de reexión losóca
abordar el tema de lo virtual poniendo el acento en el sentido otorgado a las ‘realidades
electrónicas’ desde la experiencia cotidiana de los usuarios y creadores de esa realidad y de
los creadores de la tecnología que la hace posible.
Por estas razones proponemos, como hemos dicho, caracterizar lo virtual como un
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ámbito nito de sentido, de manera que queda en un segundo plano la pregunta por la
realidad de lo virtual. Se trata de jar la atención en el transito desde el hic et nunc de la
conciencia natural a otras formas de conciencia. Así, nos centramos en la inminencia de
la vida cotidiana, en la rotundidad de la experiencia del mundo de la vida cotidiana como
el único ámbito de realidad no cuestionado y desde donde es posible transitar a otros
ámbitos de realidad, a otros ámbitos nitos de sentido.
Según Michel Serres, la imaginación, la religión, la cción o determinados usos del
lenguaje son formas de estar-fuera-de-ahí que nada tienen de nuevo ni reciente. En este
sentido lo virtual es algo que las nuevas tecnologías pueden amplicar, pero que no se debe
a éstas, sino que está inscrito en la denición de lo humano. Así, la singularidad de nuestro
siglo es que las redes de comunicación hacen realidad los espacios virtuales que en otros
tiempos estuvieron reservados a los sueños3 y a las representaciones (Serres, 1994:15)
De este modo, lo virtual quedaría denido como un lugar –no necesariamente espacial,
claro está– adonde se transita desde lo real-cotidiano. Un universo nito de signicado
diferente del universo cotidiano que es desde donde nos desplazamos a diferentes ‘realidades’.
Transitar entre el ahí y el fuera-de-ahí requiere un cambio de conciencia. No se trata, como
en Platón –ya lo hemos dicho–, de un dirigir correcta o incorrectamente la mirada (noein),
de un mirar recto que decide el ámbito de realidad en el que nos situamos (y la rectitud
y valor de la vida humana), sino de la posibilidad de transitar entre diferentes campos de
acción y de dominación que son, también, diferentes formas de conocimiento.
Para caracterizar el mundo de la vida cotidiana y las posibilidades de transito a otros
ámbitos nitos de realidad seguiremos muy de cerca a Alfred Schütz (Schütz, 1974: 206ss).
El mundo “real” de la vida cotidiana –nuestro, digámosle así, centro de operaciones– es
caracterizado por este autor como un mundo intersubjetivo que existía mucho antes de
que cada uno de nosotros naciera, un mundo experimentado e interpretado por otros,
nuestros predecesores, como un mundo organizado y lleno de sentido. Todos nacemos
en un mundo que está acabado. Se trata del mundo real, objeto de nuestras acciones e
interacciones, raramente cuestionado y puesto en duda, pues nos movemos dentro de
él con un motivo claramente pragmático: un mundo que hay que modicar a través de
nuestras acciones. No se trata de un objeto de pensamiento (en actitud natural), sino de un
campo de dominación. De entrada, está exento de reexión, tiene un interés eminentemente
práctico y variable (Schütz, 1974: 198)
En actitud natural, nos interesa el mundo de la vida cotidiana que está a nuestro
alcance, es decir, el aquí y el ahora en el que el cuerpo es un referente importante. Se trata,
principalmente, del mundo de nuestras ejecuciones, aquello que hacemos, sobre lo que
actuamos, sin que esto excluya de nuestro interés lo que está distante, lo que no se ve.
No obstante, es “el mundo a mi alcance” el que se experimenta como núcleo de la propia
3 LacomparaciónconelmundodelossueñospuedeencontrarsetambiénenÑúñez,2002y
Suler,2002
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realidad y éste puede ser presente, futuro y recuperable. Nada impide que un espacio
virtual o una relación mediada por ordenador puedan formar parte de él.
Como hemos dicho, el mundo de la vida cotidiana no es, en actitud natural, un objeto
del pensamiento, sino un campo de dominación, un lugar donde llevar a cabo acciones,
donde actuar. De entrada, la conciencia no es reexiva y su interés por el mundo es
eminentemente práctico. La signicatividad de la que se revisten los objetos es variable, en
función de los objetivos perseguidos, de los proyectos, de los intereses, etc.
La realidad del mundo (de la vida cotidiana) no es, por norma general, un problema.
No hay razón para dudar de él, no hay razón para dudar de las experiencias a las que
tenemos acceso, nada indica que las cosas no se muestren tal y como son. Hace falta una
“irrupción” para poner en duda nuestras certezas. A. Schütz denomina “epojé de la actitud
natural” al hecho de no poner en duda la realidad del mundo, antes al contrario, se suspende
la duda de que las cosas puedan ser diferentes de lo que parecen ser. En este sentido, como
veremos más adelante, la irrupción de la “realidad virtual” en la vida cotidiana puede tener
un efecto de disolución de la ‘epojé de la actitud natural” al amplicar nuestra capacidad
reexiva e “irrumpir” en el orden normal de las cosas.
Es desde el estado primordial de la conciencia desde donde podemos transitar a otros
ámbitos nitos de sentido, entendiendo por ámbito nito de sentido un determinado
conjunto de experiencias (no de estructuras ontológicas) que muestran un estilo cognitivo
especíco y son, respecto a este estilo, coherentes y compatibles unas con otras. Nuestra
propuesta es que los diferentes mundos virtuales, los diferentes espacios y tipos de relación
virtual pueden ser considerados, en muchas ocasiones, como un ámbito nito.
La vida cotidiana es uno de estos ámbitos de sentido, con un estilo cognoscitivo
especíco; de hecho, es el centro, el espacio central desde donde nos trasladamos a otros
ámbitos (necesariamente periféricos, secundarios). Por norma general, no se está dispuesto
a abandonar la actitud natural y es necesario experimentar algún tipo de conmoción
especíca que nos obligue a trascender los límites de este ámbito nito de sentido (ahí) y
trasladar a otro el “acento de realidad” (fuera-de-ahí). Habrá tantos tipos de experiencia de
conmoción como ámbitos de sentido diferentes a los que podamos atribuir acentos de
realidad.
Los ejemplos clásicos son la conmoción de quedar dormido (dar un ‘salto’ al mundo
de los sueños); la transformación interior que sufrimos que cuando en el teatro se abre el
telón o en el cine se apagan las luces y empieza la sesión (transición al mundo del escenario
o del cine); el cambio radical de actitud cuando permitimos delante de un cuadro que
el campo visual se limite por lo que está dentro del marco (paso al mundo pictórico);
la perplejidad, seguida por la risa, cuando al oír un chiste, estamos dispuestos por unos
breves instantes a aceptar el mundo de la broma como realidad; el movimiento del niño
hacia un juguete (transición al mundo del juego), etc. También la experiencia religiosa es
un ejemplo de conmoción y la decisión del hombre de ciencia y su actitud contemplativa,
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así como el mundo de la locura (Schütz, 1974:216)
A estos ejemplos propuestos por A. Schütz, cabe añadir la experiencia de abrir la
pantalla y conectar con los espacios de realidad y relación electrónica. Los pasos que nos
llevan a acceder a un juego, como por ejemplo Second life (o a los de cualquier videoconsola),
la participación en un chat de relaciones personales, navegar por la blogosfera o sumergir
se durante horas en Youtube. Estas son otras tantas experiencias de transformación interior
que nos dan acceso a un ámbito de sentido distinto –no separado– del mundo de la vida
cotidiana. Cada uno de ellos, como los anteriores, tiene estilos cognoscitivos particulares.
Las experiencias dentro de cada ámbito son coherentes entre sí y compatibles unas con
otras aunque puedan divergir de los signicados de la vida cotidiana.
No hay, a juicio de Schütz, fórmulas de transformación de uno a otro ámbito, sólo es
posible acceder mediante un salto. El salto no es más que una modicación radical de la
tensión de la conciencia, basada en una diferente atención a la vida. Cada uno de estos
ámbitos tiene una “epojé” especíca, es decir, una forma dominante (y no cuestionada)
de espontaneidad, de comportamiento, de experimentarse a sí mismo, de socialidad y una
perspectiva temporal especíca.
“En mi fantasía, puedo imaginarme en cualquier rol que desee arrogarme. Pero al
hacerlo, no dudo de que el sí-mismo imaginado no es sino una parte de mi personalidad
total, un rol posible que puedo adoptar, un Mí, que sólo existe por mi gracia. En mis
fantasías, puedo incluso variar mi apariencia corporal, pero esta libertad discrecional halla
sus barreras en la experiencia primordial de los límites de mi cuerpo. Ellos subsisten, ya
sea que me imagine como un enano o como un gigante... El fantaseo puede tener lugar en
soledad o en sociedad; en este último caso se produce una relación Nosotros y en todas
sus derivaciones y modicaciones.” (Schütz, 1974:223)
Pese a que hemos alineado el mundo de la ejecución de la vida cotidiana entre estos
ámbitos nitos de sentido, este es el arquetipo de toda experiencia de realidad y todos
los demás pueden ser considerados como modicaciones. Hay que tener en cuenta que
el lenguaje siempre pertenece, como elemento de comunicación, al mundo del ejecutar
intersubjetivo y se resiste a ser vehículo de signicados que trascienden sus presuposiciones.
El lenguaje cientíco es un intento de superar este límite. Cada universo nito crea su
propio lenguaje y en la generación de nuevos signicados las metáforas son fundamentales
al permitir pensar una cosa en términos de otras y al permitir dar signicado y ordenar los
nuevos campos de sentido y acción (Lakoff y Jonson, 1991; Núñez, 2004)
Por más que, como hemos dicho, el mundo de la vida cotidiana es el marco de referencia
básico de toda otra experiencia, en la medida que la mente se aparta de la vida tanto
mayores son los estratos del mundo del ejecutar cotidiano que son puestos en duda; la epojé
de la actitud natural que suspende la duda en su existencia es reemplazada por otras epojés
que suspenden la creencia en capas cada vez mayores de la realidad de la vida cotidiana,
colocándolas entre paréntesis (Schütz, 1974: 218).
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Siempre y cuando la radicalidad e intensidad de las experiencias que nos alejan del
mundo del ejecutar cotidiano no nos lleven a perder, como a Don Quijote, el horizonte
básico de sentido, el efecto ‘subversivo’ y crítico de estas experiencias puede ser benecioso
al permitir relativizar (desreicar) y desenmascarar las tramas de sentido de la vida diaria.
La reexividad y la conciencia crítica son características de la modernidad. En este sentido,
como decía Serres, las nuevas tecnologías lo que hacen es amplicar esa posibilidad
presente desde siempre en determinados usos del lenguaje o de la imaginación que nos
permiten trascender la realidad de la caverna.
Situar la “vida en la pantalla” entre los diferentes ámbitos nitos de sentido a los que
la conciencia humana puede acceder –como campos de experiencia y de conocimiento–
no implica una separación de la realidad virtual de la realidad de la vida diaria, sino todo
lo contrario, se trata de la inserción de la realidad virtual como parte constitutiva de los
diferentes universos de sentido que, vertebrados desde la vida cotidiana, conguran la
experiencia y el conocimiento humanos. Las relaciones y transiciones entre estos mundos
deben seguir siendo objeto de la reexión y del estudio.
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