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VI.
La Desarticulación entre Políticas Públicas
para la Conservación de la Vida Silvestre y
la Mitigación de la Pobreza: El Caso de la
Liebre de Tehuantepec (Lepus Flavigularis)
y Pueblos Indígenas del Sureste de
Oaxaca, México
Tamara M. Rioja-Paradela* y Arturo Carrillo-Reyes**
*C.A. Sustentabilidad y Ecología Aplicada, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
**Oikos: Conservación y Desarrollo Sustentable, A.C., San Cristóbal de Las Casas,
Chiapas. arturocarrilloreyes@gmail.com, tamararioja@gmail.com.
Universidad Autónoma de Chiapas
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Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
En México, las políticas públicas orientadas
a la conservación de la biodiversidad han
acentuado la problemática ambiental y so-
cial. La situación actual de peligro de extin-
ción que enfrenta la liebre de Tehuantepec
(Lepus flavigularis) y la pobreza que expe-
rimentan las comunidades indígenas Ikoots
(huave) y Binnizá, asentadas en el área de
distribución de la liebre, al sur de Oaxaca,
son un claro ejemplo de ello. Por un lado,
la liebre no ha sido adecuadamente valora-
da como elemento de desarrollo sostenible
en las políticas públicas nacionales, estata-
les, y locales, por lo que no se ha desarro-
llado un programa definido que oriente y
organice a largo plazo la conservación de
la misma, llevando a la dispersión de inicia-
tivas, proyectos y estrategias de mediano y
largo plazos, a la nula participación de las
comunidades en la toma de decisiones, a
la escasez de estudios prácticos, a la falta
de capacitación, al fomento de prácticas
productivas incompatibles con la conser-
vación, a la limitación del marco legal y a
la carencia de incentivos. Por otra parte,
las comunidades indígenas ahí asentadas
carecen de infraestructura y asesoría para
el adecuado manejo de la fauna y flora, así
como de los suelos, por lo que sus activi-
dades productivas (pesca, ganadería y caza)
apenas y aportan algo de sustento a las fa-
milias, resultando no sólo en una calidad
de vida muy por debajo de la óptima, sino
en una repercusión directa sobre la pobla-
ción de la liebre de Tehuantepec.
Palabras clave: Conservación y desa-
rrollo, marginación, fauna endémica.
RESUMEN
178 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
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INTRODUCCIÓN
Si bien es cierto que el concepto de Desa-
rrollo Sostenible es un fenómeno social e
histórico, puesto que por sus formas, ex-
presiones y percepciones se manifiesta en
una determinada dimensión espacio-tem-
poral reflejada por la conciencia social (Be-
cerra & Pino, 2005), y que desde su naci-
miento en la segunda mitad de los ochentas
(1987) con el informe “Nuestro futuro co-
mún” o Informe Brundtland (Demo, Mon-
toya, García-Barrios & Morón-Ríos, 1999)
hasta nuestros días, ha sido utilizado como
disfraz por los países neoliberales para se-
guir fomentando el crecimiento económi-
co a través del mercado, incrementando
con ello el deterioro ambiental y la des-
igualdad entre pobres y ricos (“contradic-
ción suprema”; Fábregas, 2003; Leff, 1998;
Toledo, 1997). También es cierto que este
concepto ha volcado el interés mundial de
los científicos sociales y naturales en pro-
blemas tan importantes como la pobreza,
la contaminación, el sobrecalentamiento
del planeta, la pérdida de biodiversidad y la
fragmentación y deterioro de los ecosiste-
mas, sólo por citar algunos.
Desgraciadamente, el Desarrollo Sos-
tenible - entendido como la viabilidad de
la interacción entre el ecosistema y el sis-
tema socioeconómico, siendo este último
dependiente del ecosistema desde la pers-
pectiva de la llamada “sostenibilidad fuer-
te”-, aún no es una realidad debido a que
sus principales metas no se han cumplido
(Fisher, Maginnis, Jackson, Barrow & Jean-
renaud, 2005; Luffiego & Rabadán, 2000;
Kates, Thomas & Leiserowitz, 2005). La
mayoría de los sociólogos sugieren que el
hecho de que el Desarrollo Sostenible sea
un concepto multidimensional ha evitado la
existencia de un acuerdo o consenso entre
los naturalistas y los sociólogos sobre qué
puntos debe comprender (Gómez-Ba-
ggethun, 2006; Luffiego & Rabadán, 2000;
Redclif, 1991; Riechmann, 1995), mientras
que otros autores sugieren que el hecho
de que los problemas ambientales, sociales
y económicos se afronten por separado, es
la verdadera causa de que sus metas no
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hayan sido alcanzadas (Ehrenfeld, 2005), o
¿acaso no es más efectivo articular, hasta
donde sea posible, los problemas y tratar
de resolverlos de forma conjunta?, y en
ese sentido ¿acaso, el reconocimiento de
la interdependencia del desarrollo social, la
economía y el medio ambiente no es ne-
cesario para que se logre el tan deseado
Desarrollo Sostenible?
Fisher et al. (2005) consideran que
lo que se puede llevar a cabo para lograr
el Desarrollo Sostenible es un refortaleci-
miento del Desarrollo Sostenible, a través
de la mejora en las articulaciones y el ba-
lance del impacto de las acciones en cada
pilar o dimensión de éste (ambiental, so-
ciocultural, económica, e institucional). Ello
representa grandes retos, tanto para el
“desarrollo” como para la “conservación”,
planteado el primero como la búsqueda
del bienestar del ser humano, y el segundo
en su acepción más amplia como el manejo
sustentable de recursos naturales, su pro-
tección o restauración. Para esto, es nece-
sario poner atención sobre tópicos que tie-
nen estrecha relación entre sí, tales como
los impactos de las estrategias de reducción
de la pobreza, el desarrollo social, cultural
y económico, así como la conservación de
la biodiversidad. Si bien es cierto que ésta
última no soluciona necesariamente el pro-
blema de la pobreza y viceversa (Redclif,
1991), también es cierto que, sobre todo
en comunidades rurales, ésta tiene efectos
positivos en el sustento de las personas, ya
que los recursos naturales son utilizados
para su consumo directo o como principa-
les generadores de ingresos (Fisher et al.,
2005), de ahí la importancia, como parte
del Desarrollo Sostenible, de la considera-
ción de ambos sistemas: el ecosistema y el
socioeconómico.
Ahora bien, es obvio que la mayo-
ría de los programas de desarrollo social
(urbano y rural) han fracasado en su inten-
ción de erradicar la pobreza, acentuando
sólo el problema (De Teresa, 1998; To-
ledo, 1997). Así mismo, muchos progra-
mas y planes de conservación, como los
implementados en algunas áreas naturales
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protegidas, han contribuido a modificar los
patrones de uso tradicional del terreno, re-
marcando la problemática social debido a
las restricciones propias de planes de ma-
nejo generalmente impuestos desde insti-
tuciones gubernamentales, así como por la
aparente o real exclusión de los habitantes
de la zona (Urquiza, 2009; Halffter, 2011)
además de la poca o nula validación por
parte de las comunidades, bajo la justifica-
ción de conservar la biodiversidad que por
cierto continúa en crisis.
Un estudio de caso que ejemplifica
la problemática de articular los dos pilares
mencionados del Desarrollo Sostenible,
lo ofrece la situación actual que enfrentan,
por un lado, una especie de lagomorfo en-
démico y en peligro de extinción, de gran
importancia ecológica, filogenética y eco-
nómica, la liebre de Tehuantepec (Lepus
flavigularis), y por otro, las comunidades
indígenas huave y zapoteca asentadas en el
área de distribución de la liebre, al sur del
Istmo de Tehuantepec, en los Municipios
de Juchitán de Zaragoza, San Francisco
del Mar y San Francisco Ixhuatán, Oaxaca
(INEGI, 2000; Vargas, 2000). Tanto la lie-
bre como los habitantes huaves y zapote-
cas de estas comunidades cohabitan a lo
largo de una zona de pastizales, matorrales
xerófitos y áreas intermedias entre éstas y
parches de manglares, comunidades vege-
tales muy peculiares frente a las Laguna Su-
perior e Inferior, y ambos presentan serios
problemas que atañen al desarrollo soste-
nible “refortalecido” de Fisher et al. (2005).
La Liebre de Tehuantepec y las
Comunidades Ikoots (huave) y
Binniza (zapoteca)
Perteneciente al Orden Lagomorpha, la
liebre de Tehuantepec (L. flavigularis) for-
ma parte de las 19 especies que posee el
género Lepus (Honacki, Kinman & Koeppl,
1982). Esta especie es endémica del Istmo
de Tehuantepec, y aunque originalmente
el área que ocupaba se extendía desde el
sureste de Oaxaca, en el Istmo de Tehuan-
tepec, siguiendo el borde costero del Pací-
fico, hasta Tonalá, Chiapas (Nelson, 1909),
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hoy en día sólo se le encuentra en cuatro
poblaciones aisladas entre sí y ubicadas en
los alrededores de las comunidades in-
dígenas de Montecillo Santa Cruz y San
Francisco del Mar Viejo, Municipio de San
Francisco del Mar, Aguachil, Municipio de
San Francisco Ixhuatán, y Santa María del
Mar, Municipio de Juchitán de Zaragoza,
en Oaxaca (Rioja, Lorenzo, Naranjo, Scott
& Carrillo, 2011).
La liebre de Tehuantepec es una es-
pecie de gran importancia en la región del
Istmo de Tehuantepec. Desde el punto de
vista evolutivo, representa la única especie
de liebre con distribución tropical, y su es-
tudio puede ayudar a esclarecer la filogenia
o desarrollo evolutivo del género Lepus en
América, y a descifrar qué procesos geo-
lógicos y ambientales tomaron parte en
la misma (Lorenzo, Cervantes & Vargas,
2005). Por otra parte, esta especie juega
un papel ecológico muy importante en
las comunidades vegetales donde habita,
no sólo por ser parte integral de las redes
tróficas (Farías, 2004), sino porque es muy
probable que mediante el corte selectivo
de ciertas plantas y remoción de semillas,
esté contribuyendo a regular la biodiver-
sidad y estructura de la composición bo-
tánica, tal y como Cervantes & González
(1996) mencionan para los lepóridos en
general. Finalmente, esta liebre es econó-
micamente importante para los habitantes
de la región, puesto que históricamente
ha sido cazada para su autoconsumo y co-
mercio por habitantes de las comunidades
de Huamuchil, Montecillo Santa Cruz, San
Francisco del Mar Viejo, Santa María del
Mar, San Mateo, entre otras; actualmente
la liebre de Tehuantepec podría ser apro-
vechada de una manera más sustentable,
generando así ingresos económicos a los
lugareños, mediante un adecuado plan de
conservación (Lorenzo et al., 2005). Cabe
señalar que en estas comunidades oaxa-
queñas, la caza de esta liebre no sólo co-
rresponde a una situación económica ge-
nerada por las condiciones de pobreza en
que se encuentran, sino que tiene su ori-
gen en tradiciones muy arraigadas, ligadas
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a cuestiones de género, siendo el jefe de
familia (y en la mayoría de los casos, sus hi-
jos varones) los que se dedican a la cacería
(Vargas-Espíndola, 2001).
No obstante su importancia, hoy en
día la liebre de Tehuantepec está conside-
rada como la especie de liebre en mayor
peligro de extinción en el mundo (Baillie
& Groombridge, 1996; Chapman et al.,
1990; Flux & Angermann, 1990; SEMAR-
NAT, 2001), debido principalmente a su
cacería furtiva, a la fragmentación y pérdida
de su hábitat ocasionadas por la quema de
áreas para la ganadería y por el incremento
de asentamientos humanos, así como por
el desconocimiento de la gente local so-
bre el significado de la existencia de una
especie única en el mundo. Todo ello ha
conducido a la disminución de sus pobla-
ciones y al posible aislamiento genético
al que éstas han estado expuestas (Farías,
2004; Lorenzo, Retana Guiascón, Cer-
vantes, Vargas & Portales, 2000; Lorenzo,
Cuautle & Barragán, 2004), ya que se sabe
que por lo menos una de las poblaciones
presenta serios problemas de endogamia
(entrecruzamiento entre individuos con
parentesco), alta consanguinidad y poca
variabilidad genética (Lorenzo et al., 2005;
Rico, Lorenzo, González-Coátzl & Espino-
za, 2008). De seguir con esta tendencia,
la liebre podría desaparecer en menos de
una década, de ahí la importancia de llevar
a cabo acciones de políticas públicas para
asegurar su conservación.
Existen varias comunidades rurales de
origen huave y zapoteca asentadas en el
área de distribución de la liebre de Tehuan-
tepec, la mayoría con tamaños poblaciona-
les que fluctúan entre 200 y 800 individuos
(Lorenzo et al., 2005). La cultura huave o
Mero ikooc (verdaderos nosotros) se ca-
racteriza por su sencillez y austeridad, por
no fundamentar la vida en los bienes mate-
riales y sí en el desarrollo de los valores es-
pirituales, así como por un fuerte lazo con
la naturaleza, especialmente con el mar y
con los animales terrestres, por lo que ac-
tividades como la pesca y la caza de fauna
silvestre son tradiciones de gran arraigo en
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esta cultura a lo largo de todo el Istmo de
Tehuantepec (Marin, 2007). Por su parte,
los zapotecas se llaman a sí mismos Binni-
zá, gente que proviene de las nubes, o de-
pendiendo de la región, también se dicen
así mismos descendientes de los árboles,
con más frecuencia de sus raíces y también
de algunos animales. Fueron los mexicas
los que los llamaron Zapotecatl, y de ahí
el término se castellanizó a Zapotecas. Su
relación con los recursos naturales es su-
mamente estrecha, son pescadores arte-
sanales y “campeadores”, es decir, cazan
animales para autoconsumo (De la Cruz,
1983; Henestrosa, 1992; Reina, 1997).
Estas etnias han compartido desde
hace mucho tiempo un mismo territorio
al sur del Istmo de Tehuantepec, por lo
que no sólo su cultura y cosmovisión es
similar, sino también su actual situación so-
cioeconómica. La mayoría de estas comu-
nidades no cuentan con servicios básicos
como agua potable, alcantarillado, sólo las
más grandes tienen acceso a electricidad y
servicios médicos, la educación es limitada
(primaria en el mejor de los casos), y sus
principales actividades económicas (pesca y
ganadería extensiva), al carecer de infraes-
tructura y asesoría para el adecuado mane-
jo de la fauna y flora terrestres y marinos,
así como de los suelos, apenas y aportan
algo de sustento a las familias, por lo que su
calidad de vida está por debajo de la óptima
(De La Cruz, 1983; INEGI, 2000; Vargas-
Espíndola, 2001; Henestrosa, 1992; Rei-
na, 1997). Estas condiciones, aunadas a la
modificación moderna de la cosmovisión,
han contribuido por un lado, a la expan-
sión de áreas para ganadería y agricultura,
a la emigración de las nuevas generacio-
nes hacia Estados Unidos, recientemen-
te a la renta de terrenos para proyectos
de parques eólicos llevados a cabo por la
Comisión Federal de Electricidad en con-
junto con empresas transnacionales, y por
otro, a la adquisición de costumbres pro-
pias del mestizo, tales como el incremento
de la construcción de nuevas viviendas de
cemento (Agente Municipal de Santa Ma-
ría del Mar, Com. Pers.; Vargas-Espíndola,
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2001; Rioja, Lorenzo, Naranjo, Scott &
Carrillo, 2008; Rioja et al., 2011).
Estos cambios han afectado directa-
mente a la población de liebre de Tehuante-
pec en la zona. Por un lado, aunque la caza
de fauna silvestre ha disminuido en algunas
comunidades como Santa María del Mar, e
incluso se ha procurado protección por las
autoridades locales a especies como la lie-
bre de Tehuantepec, la cacería de esta es-
pecie continúa siendo una actividad regular
en la mayoría de los poblados (Agente Mu-
nicipal de Santa María del Mar, Com. Pers.;
Vargas-Espíndola, 2001; Rioja, 2008); adi-
cionalmente, esta actividad afecta el éxito
reproductivo de la especie, dado que se
cazan hembras preñadas y lactantes, dismi-
nuyendo la tasa de supervivencia de crías
de la población. Además, los cambios en el
uso de suelo (ganadería, agricultura y urba-
nización) han conducido a la fragmentación
del hábitat de la liebre y, probablemente,
a una disminución en la disponibilidad de
alimento de buena calidad, lo que a media-
no plazo puede ocasionar una disminución
en la duración de la época reproductiva de
la liebre, un cambio en su estrategia de re-
producción, así como una baja producción
de crías, todos fenómenos promotores de
un bajo éxito reproductivo y por lo tanto
del declive poblacional de la especie (Bron-
son, 1990; Maier, 2001; Rioja et al., 2008;
Rioja et al., 2011).
Así, se evidencian dos grandes pro-
blemas interconectados; por un lado, la
conservación de una especie de liebre y
su ecosistema, y por otro, la disminución
o erradicación -de ser esto posible-, de la
pobreza en estas comunidades. ¿Cómo
se pueden enfocar y tratar de solucionar
ambos tópicos, de manera que la solución
de uno no perjudique al otro? Una buena
aproximación sería la de articular las polí-
ticas públicas enfocadas tanto a los planes
y/o programas de conservación (bienestar
de la liebre y su ecosistema) con aquellas
destinadas a las acciones, programas y/o
planes de desarrollo (bienestar de comuni-
dades indígenas), de tal forma que se bus-
quen soluciones conjuntas, soluciones que
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conduzcan o se acerquen al paradigma del
Desarrollo Sostenible.
Políticas Públicas para la
Conservación de Fauna Silvestre
en México: Normatividad
Alrededor de la Liebre de
Tehuantepec y la Pobreza de las
Comunidades Huave y Zapoteca
Como ya se mencionó, hoy en día se en-
frenta un severo problema que involucra al
planeta entero, la llamada crisis ecológica
(Toledo, 1997). Dicha problemática, carac-
terizada por fenómenos tales como defo-
restación, erosión, contaminación, deser-
tificación, cambio climático, y la creciente
pérdida de la biodiversidad (se estima que
en los próximos 100 años el 50% de las
especies desaparecerán de la Tierra), ha
llevado a que la sociedad civil y los gobier-
nos de todo el mundo se preocupen cada
vez más por los conflictos ambientales
(May, 1988; Miller, 1994; Rifkin, 2005). Tal
situación genera la necesidad de estable-
cer políticas públicas de acción para frenar
dichas dificultades y para cumplir al mismo
tiempo con los fundamentos del desarrollo
sustentable (Subirats, 1995), aunque cabe
señalar que tales acciones y políticas no son
neutrales, y que en términos generales su
formulación, modificación y evaluación ca-
recen de participación pública. Las políticas
públicas siempre están suscritas a un con-
texto económico-sociopolítico, local y glo-
bal que dicta los caminos a seguir (Subirats,
1995). Es importante no perder de vista
este contexto para tratar de comprender
cómo surge y opera la política ambiental
en México.
Con el propósito de ubicar las cir-
cunstancias históricas del desarrollo de la
política ambiental en México, se considera
importante resaltar algunos datos sobre di-
cho crecimiento. Oficialmente, la temática
ambiental se incorporó a las instituciones
gubernamentales desde 1972, al crear-
se la Subsecretaría del Mejoramiento del
Ambiente, dependiente de la Secretaría
de Salubridad y Asistencia, aunque ya an-
tes, en 1971, se había promulgado la pri-
mera ley ambiental, la Ley Federal para
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Prevenir y Controlar la Contaminación
Ambiental (Garza, 1996), como respues-
ta a las inquietudes internacionales de la
crisis ambiental global, y específicamente
al problema de la calidad del agua y am-
biente en la frontera con Estados Unidos
de América. El creciente interés en la pro-
blemática ambiental condujo, en 1982, a
la creación de la Secretaría de Desarrollo
Urbano y Ecología (SEDUE), cuya Subse-
cretaría de Ecología quedó encargada de
planear y dirigir la precaria política am-
biental (Godau, 1985). Esta Subsecretaría
elaboró el Primer Programa Nacional de
Ecología (1984-1988), con la finalidad de
normar y orientar la política ecológica en
México, pero dicho programa resultó ser
muy ambicioso y no pudo llevarse a cabo
en el período previsto. Sin embargo, la SE-
DUE tuvo avances que vale la pena notar;
uno de tales logros fue la promulgación de
la Ley General del Equilibrio Ecológico y
Protección al Ambiente (LGEEPA), el 28
de enero de 1988, en la cual se establece
el marco jurídico de la política ambiental.
Pero no es sino hasta 1994, que por pri-
mera vez en la historia de la administración
pública, se estructura el sector ambiental
con la creación de la Secretaría de Medio
Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SE-
MARNAP), hoy SEMARNAT, y su Subse-
cretaría de Planeación y Política Ambiental,
la cual se encarga de formular las Normas
Oficiales Mexicanas. Actualmente, la SE-
MARNAT ha conferido a su vez al Instituto
Nacional de Ecología (INE) la categoría de
órgano desconcentrado, cuyo objetivo es
coformular la política general sobre medio
ambiente, determinando las normas que
aseguren la conservación y restauración
de los ecosistemas fundamentales para el
desarrollo de la comunidad, el control y
manejo de áreas naturales protegidas, la
investigación científica y tecnológica para
mejorar la gestión ambiental de los recur-
sos naturales, y la conservación y promo-
ción del manejo sustentable de la flora y
fauna silvestre (INE, 2000). Finalmente,
en el 2001 se formuló la Ley General de
Vida Silvestre como complementaria a la
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LGEEPA. De esta forma, tanto la SEMAR-
NAT como el INE son actualmente los ór-
ganos encargados no sólo de formular la
política ambiental, sino de evaluarla; el Co-
mité Consultivo Nacional de Normaliza-
ción, conformado por instancias federales
en su mayoría, y dirigido por el INE, es el
encargado de elaborar las Normas Oficia-
les Mexicanas (NOM), aprobarlas e incluso
de evaluarlas (SEMARNAT, 2005).
La Norma Oficial Mexicana NOM-
059-SEMARNAT-2010 determina las es-
pecies de flora y fauna silvestres (terrestres
y acuáticas) en peligro de extinción, ame-
nazadas y las sujetas a protección especial,
y establece especificaciones para su cuida-
do (SEMARNAT, 2010). Dicha Norma fue
publicada desde 1994 y modificada en el
2001 y 2010, y en todos los casos la liebre
de Tehuantepec fue incluida en la categoría
de “en peligro de extinción”; tal categoría
se refiere a aquellas especies cuyas áreas
de distribución o tamaño de sus poblacio-
nes en el territorio nacional han disminuido
drásticamente poniendo en riesgo su viabi-
lidad biológica en todo su hábitat natural,
debido a factores tales como la destrucción
o modificación drástica del hábitat, aprove-
chamiento no sustentable, enfermedades
o depredación, entre otros (SEMARNAT,
2010). Cabe señalar que esta categoría
coincide parcialmente con las categorías en
peligro crítico y en riesgo de extinción de
la clasificación de la IUCN. Además, desde
1997 el Gobierno Federal la declaró como
“especie prioritaria para la conservación”
(SEMARNAP, 1997).
La liebre de Tehuantepec, junto con
otras especies de flora y fauna, fue pro-
puesta para formar parte de la norma an-
tes mencionada por un Grupo de Trabajo,
postulado a su vez por el Comité Consulti-
vo Nacional de Normalización para la Pro-
tección Ambiental; el Grupo de Trabajo es-
tuvo integrado por personal técnico de la
SEMARNAT, SAGARPA, Secretaría de Re-
laciones Exteriores, Secretaría de Gober-
nación, CONABIO, UNAM y otras univer-
sidades, así como algunas organizaciones
de la sociedad civil (SEMARNAT, 2001). La
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liebre de Tehuantepec fue incluida en la lis-
ta debido a que sus poblaciones cumplían
con los criterios básicos de la Norma, es
decir, tanto la distribución como el tamaño
de sus poblaciones han disminuido drásti-
camente, de ocupar un área aproximada
de 5,000 km2 (Nelson, 1909) a lo largo de
la costa del Pacífico en Oaxaca y hasta To-
nalá, Chiapas, a ocupar un área de tan sólo
150 km2 (López-Forment, 1989) en cua-
tro poblaciones aisladas al sur del estado
de Oaxaca (Lorenzo et al., 2004), además,
las densidades poblacionales de la liebre de
Tehuantepec son muy pobres, de apenas
13 liebres/km2, en comparación con las
de otras liebres (Farías, 2004; Flinders &
Hansen, 1975; Lorenzo et al., 2000; Sán-
tiz, 2002; Vargas, 2000). Sin embargo, el
proceso para incluir a L. flavigularis en la
Norma, y por lo tanto, su protección legal
contra la caza y actividades antropogénicas
que pudieran afectar su hábitat, no contó
con la participación de los habitantes de las
comunidades incluidas en el área de distri-
bución de la liebre, aún y cuando la ma-
yoría de dichas comunidades sobreviven
gracias a la cacería de ésta y de otras espe-
cies de fauna silvestre en la zona (Vargas-
Espíndola, 2001).
Hoy, 16 años después de ser incluida
en la NOM-059-SEMARNAT-2010, la lie-
bre de Tehuantepec sigue estando en peli-
gro de extinción; habitantes de las comuni-
dades huave y zapotecas siguen cazándola
para autoconsumo, pero sobre todo, para
su venta en el mercado regional; además,
se siguen llevando a cabo actividades de
cambio de uso de suelo sin el manejo ade-
cuado para hacerlo, con quemas indiscrimi-
nadas sobre todo para apertura de terreno
para ganado (Vargas-Espíndola, 2001; Rioja
et al., 2011), en las que se modifica drásti-
camente el ecosistema de pastizal, asocia-
ción vegetal que forma parte indispensable
del hábitat de la liebre, y en el que ésta
lleva a cabo actividades no sólo de alimen-
tación y descanso, sino también repro-
ductivas (Farías, 2004; Rioja et al., 2008;
Rioja et al., 2011). Pero, ¿por qué ocurre
esto?, en primer término, como para otras
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especies de vida silvestre en México, de-
bido a la falta de vigilancia por parte de las
autoridades locales, así como las estatales y
federales. En una segunda instancia, y aún
más importante, porque los habitantes de
las localidades de la zona están sujetos a
sus necesidades inmediatas sobre aquellas
de largo plazo, es decir, se trata de per-
sonas que, como en otras regiones mar-
ginadas del país, deben generar ingresos
para satisfacer sus necesidades básicas de
alimentación, vestido y vivienda, además
de enviar a sus hijos a la escuela, pagar un
servicio básico como la electricidad, en-
tre otras cosas (Rioja et al., 2011). Es así,
como al igual que otras especies de fauna
bajo alguna categoría en la Norma, la liebre
de Tehuantepec se encuentra desprotegida
y sin ningún programa que se encamine a
acciones específicas para asegurar su con-
servación (manejo sustentable).
Sin embargo, el hecho de que esta
especie haya sido declarada por el Gobier-
no Federal como “prioritaria para la con-
servación” ofrece una alternativa viable, la
de establecer un Programa de Acción para
la Conservación de Especies (PACE), en
este caso de la liebre de Tehuantepec. Este
tipo de programas, caracterizados por in-
cluir a un conjunto de plantas o animales
seleccionados por ostentar una categoría
de riesgo reconocida internacionalmente,
por la factibilidad de recuperarlas y ma-
nejarlas, por producir un efecto de pro-
tección indirecta que permita conservar a
otras especies y a sus hábitats, por ser es-
pecies carismáticas y poseer un alto grado
de interés cultural o económico, ya se han
llevado a cabo para otros mamíferos como
el borrego cimarrón (Ovis canadensis), el
jaguar (Panthera onca) o el lobo mexicano
(Canis lupus baileyi), y aunque las accio-
nes de recuperación deben ser específicas
para cada especie, el marco general es el
mismo. Inicialmente se propusieron los
llamados Proyectos de Recuperación de
Especies Prioritarias (PREP), sin embargo,
actualmente, para aquellas especies que
no cuentan con un PREP que las incluyan,
se promueve la creación de los PACE. En
190 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
términos generales, estos documentos de
diagnóstico y propuestas, tienen elemen-
tos comunes como son la formación de
comités técnicos, el diagnóstico del esta-
do de las poblaciones y su problemática, la
repoblación, la búsqueda de participación
social y de financiamiento (SEMARNAP-
INE, 2000; CONANP, 2009). Se trata de
abordar la problemática desde todos los
puntos de vista, social, ecológico, econó-
mico y político, pero siempre bajo los esta-
tutos tanto de la Ley General del Equilibrio
Ecológico y Protección al Ambiente, como
de la Ley General de Vida Silvestre. En el
caso específico de la conservación de vida
silvestre, dos son las leyes que se encargan
de ello, la Ley General de Equilibrio Eco-
lógico y Protección al Ambiente, y la Ley
General de Vida Silvestre.
El artículo 79 de la LGEEPA considera
los siguientes criterios: 1. Preservar la biodi-
versidad y el hábitat de las especies de flora
y fauna que se encuentran en el territorio
nacional; 2. Asegurar la preservación de
las especies endémicas, amenazadas, en
peligro de extinción o sujetas a protección
especial; 3. Combatir el tráfico o apropia-
ción ilegal de especies; 4. Crear estaciones
biológicas de rehabilitación y repoblación
de especies de fauna silvestre; 5. Fomen-
tar la participación de las organizaciones
sociales, públicas o privadas, en la preser-
vación de la biodiversidad; 6. Fomentar
y desarrollar la investigación de la flora y
fauna silvestre con el objeto de conocer
su valor científico, ambiental, económico
y estratégico para la nación; 7. Desarrollar
actividades productivas alternativas para
las comunidades rurales; 8. Desarrollar la
participación de las comunidades, así como
de pueblos indígenas, en la elaboración de
programas de biodiversidad de las áreas en
que habiten. Según el artículo 80, dichos
criterios deben ser considerados en: 1. El
otorgamiento de concesiones y permisos
para el aprovechamiento, posesión, ad-
ministración, conservación, repoblación,
y desarrollo de la vida silvestre; 2. El es-
tablecimiento o modificación de vedas de
flora y fauna silvestres; 3. La protección y
191
Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
conservación de flora y fauna del territorio
nacional contra la acción de enfermedades
o contaminación; 4. El establecimiento de
un sistema nacional de información sobre
biodiversidad y certificación del uso sus-
tentable de sus componentes, así como
de regulación, preservación y restauración
de flora y fauna silvestre; 5. La creación de
áreas de refugio para especies acuáticas.
Finalmente, los artículos 5, 6, 7, 8 y 11 de
la LGEEPA claramente especifican que es
facultad de la federación, la regulación del
aprovechamiento sustentable, la protec-
ción y la preservación de la flora y fauna del
territorio nacional, y que las atribuciones
que esta ley otorga a la Federación, tienen
que ser ejercidas por el Poder Ejecutivo
Federal a través de la SEMARNAT, aunque
ésta podrá suscribir convenios o acuerdos
de coordinación con los gobiernos estata-
les y municipales, para que estos últimos
asuman la protección y preservación de
la flora y fauna silvestre por medio de la
vigilancia del cumplimiento de las Normas
Oficiales Mexicanas expedidas por la Fe-
deración, así como a través de la aplica-
ción de instrumentos económicos, y de la
promoción de la participación de la socie-
dad en materia ambiental (LGEEPA, 1988).
Por su parte, la Ley General de Vida
Silvestre (2002) tiene por objeto el esta-
blecer la concurrencia del Gobierno Fede-
ral, de los gobiernos de los Estados y de
los Municipios, en el ámbito de sus respec-
tivas competencias, relativa a la conserva-
ción y aprovechamiento sustentable de la
vida silvestre y su hábitat en el territorio
de la República Mexicana. Esta ley indica
que el objetivo de la política nacional en
materia de vida silvestre y su hábitat, es
su conservación mediante la protección y
la exigencia de niveles óptimos de apro-
vechamiento sustentable, de modo que
simultáneamente se logre mantener y pro-
mover la restauración de su diversidad e
integridad, así como incrementar el bien-
estar de los habitantes del país. En su artí-
culo 5, la LGVS aclara que en la formula-
ción y la conducción de la política nacional
en materia de vida silvestre se observarán,
192 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
por parte de las autoridades competentes,
los principios establecidos en el artículo 15
de la LGEEPA, y además que dichas autori-
dades deberán prever: 1. La conservación
de la diversidad genética, así como la pro-
tección, restauración y manejo integral de
los hábitats naturales, como factores prin-
cipales para la conservación y recuperación
de las especies silvestres; 2. Las medidas
preventivas para el mantenimiento de las
condiciones que propician la evolución,
viabilidad y continuidad de los ecosistemas,
hábitats y poblaciones en sus entornos na-
turales; 3. La aplicación del conocimiento
científico, técnico y tradicional disponibles,
como base para el desarrollo de las activi-
dades relacionadas con la conservación y
el aprovechamiento sustentable de la vida
silvestre; 4. La difusión de la información
sobre la importancia de la conservación
de la vida silvestre y su hábitat, y sobre
las técnicas para su manejo adecuado, así
como la promoción de la investigación
para conocer su valor ambiental, cultural y
económico como bien estratégico para la
Nación; 5. La participación de los propieta-
rios y legítimos poseedores de los predios
en donde se distribuya la vida silvestre, así
como de las personas que comparten su
hábitat, en la conservación, la restauración
y los beneficios derivados del aprovecha-
miento sustentable. 6. Los estímulos que
permitan orientar los procesos de aprove-
chamiento de la vida silvestre y su hábitat,
hacia actividades productivas más renta-
bles con el objeto de que éstas generen
mayores recursos para la conservación de
bienes y servicios ambientales y para la ge-
neración de empleos; 7. Los procesos para
la valoración de la información disponible
sobre la biología de la especie y el esta-
do de su hábitat; 8. El mejoramiento de la
calidad de vida de los ejemplares de fauna
silvestre en cautiverio, utilizando las técni-
cas y conocimientos biológicos y etológi-
cos de cada especie; 9. Los criterios para
que las sanciones no sólo cumplan una fun-
ción represiva, sino que se traduzcan en
acciones que contribuyan y estimulen el
tránsito hacia el desarrollo sustentable; así
193
Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
como para la priorización de los esfuerzos
de inspección a los sitios en donde se pres-
ten servicios de captura, comercialización,
transformación, tratamiento y preparación
de ejemplares, partes y derivados de vida
silvestre, así como a aquellos en que se
realicen actividades de transporte, impor-
tación y exportación.
Tanto en la LGEEPA como en la
LGVS, se desglosan una serie de criterios
adecuados para asegurar la conservación
de la vida silvestre en el país. No obstan-
te, en la realidad, ninguna de las dos leyes
es aplicada en su totalidad, y la causa de
ello es una compleja red de factores tan
diversos como la problemática social que
se le relaciona. Por un lado, esta especie
no ha sido adecuadamente valorada como
elemento de desarrollo sostenible en las
políticas públicas nacionales, estatales, y
locales; prueba de ello es que en México
no se ha desarrollado un programa defi-
nido que promueva, oriente y organice a
largo plazo la conservación y/o el manejo
sustentable de la liebre de Tehuantepec, lo
cual a su vez ha llevado a la dispersión de
políticas, iniciativas, proyectos y estrategias
de mediano y largo plazos, a la escasez de
estudios prácticos e inventarios, a la falta
de capacitación, a un incipiente fomento
de prácticas productivas incompatibles con
la conservación, a la limitación del marco
legal y a la carencia de incentivos. Aunado a
lo anterior, no se ha generado información
eficiente y sistematizada que sea elemento
fundamental para elevar el nivel de discu-
sión, concretar propuestas y tomar deci-
siones; la información científica con que se
cuenta, si bien es amplia, está fragmentada,
poco accesible, demasiado especializada y
de escasa utilidad práctica (SEMARNAP,
1997), mientras que la información tradi-
cional, propia de las comunidades huave
y zapoteca, no es tomada en cuenta. Por
otra parte, para algunos de los trámites que
actualmente solicita la SEMARNAT, existe
aún una regulación excesiva, debido tanto
a la falta de actualización del marco jurídi-
co, como a la descoordinación administra-
tiva interinstitucional, además, los recursos
194 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
humanos, de infraestructura y financieros
asignados a la administración de la vida
silvestre son muy limitados, lo que en la
práctica condiciona procesos insuficientes
y complejos, que impiden la oportuna dis-
posición y aplicación del presupuesto, re-
flejándose en la lentitud para la instrumen-
tación de proyectos, tanto a nivel federal
como estatal y municipal. Finalmente, la
sociedad civil (ciudadanos, comunidades
rurales, pueblos indígenas, etcétera) co-
noce poco o nada las leyes, no se cuenta
con canales adecuados que otorguen dicha
información, la gente por lo tanto es ex-
cluida de la toma de decisiones, es decir,
no hay verdadera participación pública,
ya que en pocas palabras, no existe par-
ticipación directa de todos los actores no
gubernamentales en el proceso de formu-
lación, modificación y evaluación de leyes,
los reglamentos y las normas que de éstas
resultan (Mostert, 2003; Ribot, 2002).
Propuesta de Articulación
de Políticas Públicas para la
Conservación de la Liebre de
Tehuantepec y Erradicación de
Pobreza en Indígenas Huave y
Zapotecas
Considerando que, la elaboración y es-
tablecimiento de un Programa de Acción
para la Conservación de Especies específi-
co para la liebre de Tehuantepec puede re-
sultar en una estrategia articuladora, ¿Qué
se debe hacer?
a) Estrategias
Primero, el ya existente Comité Técnico
Consultivo para la Recuperación de Espe-
cies Prioritarias debe, a partir de la inquie-
tud de cualquier individuo, organización
social, institución académica, etcétera, in-
corporar un Subcomité para la liebre de Te-
huantepec (SEMARNAP-INE, 2000); este
subcomité, deberá no sólo contar con la
participación de un representante de la SE-
MARNAT y de científicos especialistas en la
especie, sino con representantes de las co-
munidades dónde ésta se distribuye, para
lo cual, se debe acudir a éstas e informar
195
Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
lo que se pretende hacer, conocer el sentir
y las problemáticas de las mismas, a través
de juntas abiertas para que la gente discuta
en torno a la problemática y ayude a dise-
ñar las estrategias a seguir (Mostert, 2003).
Simultáneamente se debe llevar a cabo
una compilación de toda la información
existente sobre la liebre de Tehuantepec,
entiéndase por ello su biología, ecología,
distribución, su relación con el ser huma-
no, etcétera, pero a diferencia del común
de este tipo de documentos, se debería in-
cluir no sólo la información científica, sino
también la tradicional, ya que ésta es tan
valiosa como la primera (Pender & Scherr,
2002). Esta compilación ayudará a contar
con un marco general sobre la historia de
la especie y su actual situación. Ahora bien,
las estrategias generales a seguir para recu-
perar la especie podrían dividirse en cinco
acciones simultáneas:
1. Crear un programa de reproducción en
cautiverio, que se localice en las comu-
nidades y que pueda ser manejado con-
juntamente con las autoridades y las or-
ganizaciones sociales de las mismas, para
lograr el máximo número de individuos,
con las restricciones de la búsqueda óp-
tima del polimorfismo, evitando la endo-
gamia y la consanguinidad.
2. Buscar sitios idóneos para la reintroduc-
ción de la liebre a la costa de suroeste de
Chiapas (parte del área de distribución
original) en el mediano plazo, evaluando
las condiciones del terreno, tipos de aso-
ciaciones vegetales presentes, depreda-
dores, asentamientos humanos y activi-
dades antropogénicas en la zona.
3. Establecer un programa permanente de
educación ambiental en las comunida-
des donde la liebre se distribuye; a tra-
vés de talleres se puede sensibilizar a la
gente, adultos y niños (especialmente a
varones), sobre la importancia ecológica,
evolutiva y económica de la liebre.
4. Proponer un plan de aprovechamiento
sustentable de la liebre a las comunida-
des, el cual podría incluir la conformación
de una Unidad para la Conservación,
196 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
Manejo y Aprovechamiento Sustentable
de la Vida Silvestre (UMA), que les per-
mitiera generar ingresos comercializan-
do la liebre, pero que al mismo tiempo
asegurara la continuidad de la especie a
largo plazo al evitar que se siga cazando
desmesuradamente.
5. Proporcionar asesoría para llevar a cabo
prácticas ganaderas adecuadas, desde la
aplicación de quemas realmente contro-
ladas y en extensión y tiempos adecua-
dos, hasta prácticas de rotación de gana-
do que ayudan a la recuperación de la
vegetación, y evitan la compactación del
suelo (Rioja 2003). Esta asesoría debe-
ría otorgarse no sólo para esta actividad,
sino para la mejora del resto de las acti-
vidades productivas (pesca y agricultura)
de la zona, lo cual podría contribuir a la
generación de mayores ingresos econó-
micos, a través de la búsqueda de merca-
do para sus productos, y disminuir así la
presión sobre la cacería de L. flavigularis
con fines comerciales.
Cada una de las estrategias tendrán
que ser supervisadas y monitoreadas por
el Subcomité de la liebre de Tehuantepec,
así como la búsqueda de financiamiento
y la administración eficiente de los recur-
sos, la consideración de las posibilidades y
limitaciones jurídicas, el desarrollo de las
capacidades de vigilancia participativa y el
involucramiento social, el establecimiento
de convenios con los sectores productores
ganadero y agrícola, con los de servicios y
con las instituciones públicas locales y orga-
nizaciones no gubernamentales con fines de
conservación, y tal vez lo más apremiante,
el desarrollo de un acervo de información
y un programa de difusión permanente di-
rigido a todos los sectores, particularmente
a la población infantil, para lo cual se tendrá
que hacer uso de un lenguaje común que
sea comprendido tanto por los habitantes
de las comunidades como por los funcio-
narios de gobierno y los científicos (Blauert
& Zadek, 1999).
197
Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
b) Factibilidad
Se considera que el desarrollo y aplicación
de un PACE para la liebre de Tehuantepec,
con las estrategias anteriormente descritas,
es factible. No sólo existe gran interés por
parte de científicos nacionales e internacio-
nales, lo que sin duda puede agilizar los trá-
mites ante SEMARNAT para el estableci-
miento del PACE, sino que además, gente
y autoridades locales de las comunidades
asentadas en el área de distribución de la
especie, tales como Santa María del Mar,
Huamuchil, San Francisco del Mar Viejo y
Montecillo Santa Cruz han mostrado in-
terés en conservar a la especie. Durante
los últimos diez años, esas comunidades se
han involucrado en acciones de vigilancia
y han colaborado con investigadores en el
entendimiento de la dinámica poblacional
de la liebre, desde censos hasta monitoreo
de los individuos para conocer el tipo de
uso que la liebre hace de la vegetación de
la zona, dónde se distribuye, entre otros
(Sántiz, 2002).
La buena comunicación entre investi-
gadores y las comunidades, ha logrado que
estas últimas estén en disposición de llevar
a cabo acciones que eviten que la liebre
se extinga, entre las que se encuentra el
establecimiento de un programa de repro-
ducción en cautiverio en las comunidades.
Por otro lado, el hecho de que estas co-
munidades posean poblaciones no mayo-
res a 1000 habitantes, favorece no sólo la
posibilidad de tener juntas abiertas, entre
éstas y el Consejo Técnico, para discutir
en torno a la problemática y el sentir de
la gente, así como para el diseño de estra-
tegias y acciones, sino que además, facilita
el establecimiento de talleres de educación
ambiental, la aplicación de asesorías para el
mejoramiento de las prácticas productivas,
y así contribuye a simplificar el manejo de
la posible UMA.
c) Condiciones limitantes
Si bien el PACE puede ser una acción de po-
lítica pública que favorezca a la conservación
de la liebre de Tehuantepec, también es
cierto que no es una tarea nada fácil, existen
198 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
ciertas condiciones y situaciones que deben
primero analizarse seriamente para que fun-
cione y cumpla con su objetivo:
1. Se debe tener un mapa muy claro de los
actores sociales, sus costumbres y sus
relaciones (afectivas, productivas, de po-
der), dentro de las comunidades, entre
ellas, y entre éstas y el sistema político
(gobierno/estado); si no se conoce cómo
se relacionan todos los actores involucra-
dos directa o indirectamente con la liebre
y su hábitat, las estrategias no podrán im-
plementarse adecuadamente (Preciado,
2001; Ziccardi, 1996). Para ello, el sub-
comité de la liebre, deberá contar con
antropólogos y sociólogos que ayuden a
construir este mapa en cada comunidad,
antes de que se lleven a cabo las estrate-
gias planteadas.
2. Otra condición limitante para que el PACE
funcione, es la ya conocida descoordina-
ción interinstitucional (Ziccardi, 1996),
lo que sin duda puede contribuir al re-
traso de las acciones por falta o retardo
de los recursos humanos (técnicos para
las asesorías), financieros, de infraestruc-
tura, entre otros. De ahí la importancia
de involucrar a la gente de las comuni-
dades, a las organizaciones sociales lo-
cales, y a organizaciones no guberna-
mentales, porque éstas pueden ejercer
presión sobre el sistema político, y por
otro lado, pueden otorgar los recursos
humanos y financieros faltantes. Aunado
a ello, el PACE puede ser fortalecido por
la aplicación simultánea de proyectos que
busquen y propicien el bienestar social,
económico y político de las comunida-
des donde la liebre se distribuye, como
podría ser el caso de los Programas de
Conservación para el Desarrollo Soste-
nible (PROCODES), los cuales preten-
den impulsar procesos hacia el desarrollo
sustentable en regiones pobres y de gran
biodiversidad como lo es el estado de
Oaxaca, a través de la promoción de un
modelo de planeación y gestión integral,
199
Universidad Autónoma de Chiapas
Red Ecosistemas Tropicales, Investigación y Desarrollo
descentralizado y participativo con visión
de largo plazo, y en el que las comunida-
des tienen un alto grado de participación
(SEMARNAT, 2013).
No obstante estas condiciones limi-
tantes, si se trabaja en conjunto con la gen-
te y las autoridades locales, se considera
que la inclusión de la liebre de Tehuante-
pec en un PACE, ayudará, como un es-
fuerzo inicial, a que sus poblaciones tengan
más oportunidades de sobrevivir, no sólo
porque su declaración como prioritaria
la ha colocado en la mira de ecólogos y
biólogos nacionales e internacionales, sino
porque las condiciones sociales, políticas y
económicas, así como el creciente interés
que muestran algunas de las comunidades
oaxaqueñas sobre la conservación de la
liebre, proporcionan una base firme para
ello. Así, el PACE no sólo involucraría la
acción tradicional del gobierno federal y de
los científicos en la conservación de una es-
pecie de fauna en peligro de extinción, sino
que podría contar con la participación pú-
blica de las comunidades, sin la cual, toda
acción de recuperación, conservación y
aprovechamiento sustentable sería infruc-
tuosa. Aunado a ello, el PACE consideraría
el impulso al desarrollo de estas comunida-
des de forma sostenible, contribuyendo a
la erradicación de la pobreza.
Sobra decir que sería indispensable
también, el fomento de una participación
activa y permanente por parte de la co-
munidad académica por un lado, y de las
comunidades de la zona por el otro, en el
sentido de asegurarse de que las acciones
derivadas del PACE se concreten realmen-
te en beneficios a la especie y su hábitat así
como a los poblados del sureste del istmo
de Tehuantepec, de modo que los linea-
mientos ahí establecidos no sean, como
en otros casos, una mera lista de buenas
intenciones.
Es evidente la necesidad urgente de apli-
car una estrategia de manejo sostenible para
la liebre de Tehuantepec, así como de me-
jora en la calidad de vida de las comunidades
200 Gestión Territorial y Manejo de Recursos Naturales
Universidad Autónoma de Chiapas
que comparten el territorio con esta espe-
cie. Varios hechos fundamentales son claros;
por un lado, las condiciones de marginación
de los habitantes de la región los han orillado
a un uso indiscriminado de los recursos na-
turales disponibles, mientras que la liebre de
Tehuantepec, su hábitat y todas las especies
que lo comparten están siendo seriamente
amenazadas al punto de correr el riesgo de
desaparecer y, por último, de no hacer algo
a corto o mediano plazo, esto último ocurri-
rá inexorablemente.
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Gestión territorial y manejo de recursos naturales: fauna silvestre y sistemas agropecuarios
Leopoldo Medina Sanson, Carlos Tejeda Cruz, Arturo Carrillo Reyes y Tamara Mila Rioja Paradela (Editores)
D.R. © 2014. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIAPAS
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D.R. © 2014. Leopoldo Medina Sanson, Daniel M. López López, Carlos Tejeda Cruz, Conrado Márquez Rosa-
no, Lorena López-de Buen, Apolo Adolfo Carrasco-García, Bertha Clementina Hernández Cruz, Eduardo J. Na-
ranjo Piñera, José Luis Rángel Salazar, Tamara Mila Rioja Paradela, Arturo Carrillo Reyes, Julio Cámara-Córdova,
Jesús Armando Mejía-Núñez, Graciela Beauregard Solís, Francisco Guevara H., Luis A. Rodríguez L., Martín de J.
Ocaña G., René Pinto R., Heriberto Gómez C., Francisco J. Medina Jonapá, Manuel La O A, Antonio Hernández
Beltrán, Patricia Cervantes Acosta, Belisario Domínguez Mancera, Bernardo A. López Yáñez, Adalberto Tejeda
Martínez, Pedro J. García Ramírez
ISBN: 978-607-8363-28-5
Edición:
Dirección General de Investigación y Posgrado - Unidad de Divulgación Científica
composición y disEño:
Gustavo Adolfo González Escarela
cuidado dE la Edición:
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disEño dE colEcción:
Bernardo Olivio Reyes de León y Ernesto de Jesús Pérez Álvarez
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Bernardo O. Reyes de León
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“Niño Lacandón” (Eduardo Naranjo Piñera) y “Paisaje” (Leopoldo Medina Sanson)
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vErsión diGital:
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Edición diGital:
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La presente publicación ha sido evaluada y aprobada por pares académicos externos a la institución y financiada
con recursos del Proyecto Editorial para la Colección de Textos Universitarios a 40 años de la UNACH.
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