Desde que Hércules robara, con premeditación y alevosía, los ganados del rey tartesio Geryón, el ámbito Suratlántico andaluz ha sido un espacio de expolio y, por ello, no es un descubrimiento que la provincia de Huelva aparezca a la zaga de indicadores sociales, territoriales y económicos, dentro del contexto regional, español y europeo. La persistencia de estos cortos indicadores lleva a preguntar si el territorio provincial contiene dificultades para su propio desarrollo y si afectan de forma coyuntural o estructural al tejido productivo y social de la provincia. Efectivamente, la provincia padece, de forma estructural, un modelo de desarrollo llamado Primario Exportador que las tendencias comerciales mundia-les, con fuertes políticas librecambistas, acentuarán. Las dificultades de romper este círculo vicioso son enormes y, desde hace unos años, se viene proponiendo la alternativa del desarrollo local como única vía de movilizar los recursos endógenos y activar el desarrollo en base a subvenciones y políticas modeladas para crear un marco comunitario de apoyo (JUNTA, 1993; 3). Pero esta solución no es perfecta, porque se corre el riesgo de crear un modelo de desarrollo asistido e insistido (MARQUEZ, 1992), en un territorio complejo, que necesita sus propias alternativas. De todas formas, la reflexión y a la búsqueda de nuevos horizontes para un desarrollo provincial, tarado por las economías de Enclave y el modelo Primario Exportador, identifica y descubre el tipo de desarrollo imperante, el primer paso para iniciar una concienciación y una autoestima que fundamente a la provincia como un territorio para vivir y no un espacio para expoliar.