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GRAMSCI Y EL CONCEPTO DEL BLOQUE HISTÓRICO
Carlos Emilio Betancourt
Economista Universidad Nacional de Colombia
INTRODUCCIÓN
Antonio Gramsci es un buen ejemplo de la síntesis
del teórico y el político. Lingüista profesional,
filósofo político y militante fundador del partido
comunista italiano, este hombre enfrentó el
fascismo decididamente hasta el punto de vivir
preso los últimos diez años de su vida, sin cesar
su trabajo intelectual, aportando planteamientos
novedosos al marxismo e iniciativas de
organización al movimiento comunista de su
país y de Europa.
Su convicción de que los hombres hacen la historia
a la vez que son productos de ella, engloba su
pensamiento filosófico-político.
El planteamiento central de su teoría es el análisis
de las relaciones entre la estructura socioeco-
nómica y la superestructura jurídico-política,
que forman un "bloque histórico". Aunque este
concepto no es desarrollado sistemáticamente, se
halla explícita o implícitamente en varios lugares
de sus escritos.
El concepto de bloque histórico implica una con-
cepción teórico-práctica del materialismo
histórico, a partir de la crítica de los entendi-
mientos mecanicistas y deterministas del mar-
xismo en cuanto las relaciones economía-política y
cultura-política. En particular, Gramsci supera
interpretaciones marxistas sobre el Estado que
ubican a éste como epifenómeno o como ins-
trumento neutral susceptible de usarse por
cualquier clase social. En el contexto del bloque
histórico, el Estado no sólo es un aparato de
dominación de una clase por otra, sino
que refleja la síntesis coerción-consenso y
la síntesis hegemonía-dominación que
caracterizan el ejercicio del poder político.
De otro lado, la importancia que Gramsci
confiere a la historia permite un análisis
dinámico de la cuestión política. Para
Gramsci todo se valida históricamente más
que por argumentos teóricos
inmodificables.
Finalmente, Gramsci enriquece el
humanismo marxista al exaltar el elemento
consciente de las acciones humanas, que
hace a los hombres sujetos de la historia,
antes que entes pasivos del desarrollo de
la vida material. Así, el pensamiento de
Gramsci además de despertar interés por la
originalidad de sus planteamientos
teóricos, estimula la fuerza de la voluntad
individual y la confianza en las intenciones
liberadoras de la humanidad. ,
En el contexto del bloque histórico, el
Estado no sólo es un aparato de
dominación de una clase por otra, sino
que refleja la síntesis
coerción-consenso y la síntesis
hegemonía-dominación que
caracterizan el ejercicio del poder
político.
La condición humana I, de Rene Magritte (1933).
I. FILOSOFÍA, IDEOLOGÍA, HISTORIA Y
POLÍTICA
Para Gramsci la filosofía es una "concepción del
mundo" históricamente determinada que se
manifiesta en la práctica mediante la acción
política. De esta manera se funden filosofía,
historia y política, estudiando la ideología en el
"significado más alto de concepción del mundo
que se manifiesta implícitamente en el arte, en
el derecho, en la actividad económica, en todas
las manifestaciones de la vida individual y colec-
tiva" (1).
Para Gramsci la filosofía es una
"concepción del mundo"
históricamente determinada que se
manifiesta en la práctica mediante la
acción política.
La filosofía no es sólo la filosofía de los filósofos
profesionales sino también la que se arraiga en
el sentido común, la religión y el folklore. Tam-
poco la historia de la filosofía es la historia del
pensamiento lógico-abstracto individual, sino
también la historia de la cultura, entendida
como la forma de pensar y de sentir de los pue-
blos.
La filosofía es 'creativa', o sea, difundida en la
sociedad, rige las actitudes individuales y colec-
tivas del hombre masa a nivel económico y
cultural, que cambian históricamente porque la
realidad no es fija; es decir, la filosofía plantea
los problemas en forma "historicista" (la volun-
tad creadora de los hombres es un producto
histórico); "la filosofía de una época histórica
no es, por consiguiente, otra cosa que la 'histo-
ria' de dicha época; no es otra cosa que la masa
de las variaciones que el grupo dirigente ha
logrado determinar en la realidad precedente:
historia y filosofía son inseparables en ese senti-
do, forman un 'bloque'. Se pueden "distinguir
los elementos filosóficos propiamente dichos en
todos sus diversos grados: como filosofía de los
filósofos, como concepciones de los grupos
dirigentes (cultura filosófica) y como religiones
de las grandes masas; véase cómo en cada uno
La filosofía no es sólo la filosofía de los
filósofos profesionales sino también la
que se arraiga en el sentido común, la
religión y el folklore.
1. Antonio Gramsci. "El materialismo histórico y la filosofía de
Benedetto Croce", Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión,
1971, p. 12.
de estos grados es preciso vérselas con formas
diversas de combinación ideológica" (2).
Las ideas anteriores se compendian en el princi-
pio de que "todos los hombres son filósofos", es
decir, como seres racionales y como seres
sociales. Pero hay cierta jerarquía: los filósofos
profesionales se diferencian de los demás hom-
bres en que piensan con más "homogeneidad,
coherencia, logicidad, etc.". Los hombres co-
rrientes piensan con base en el sentido común.
Este es igual a la concepción del mundo del
filósofo si se ha alcanzado unidad cultural-
social que se funcionaliza mediante el lenguaje.
Este, por lo tanto, es "una multiplicidad de
hechos más o menos orgánicamente coherentes
y coordinados" (3); mediatiza el modo indivi-
dual y colectivo de pensar y de sentir.
Tener una concepción del mundo implica perte-
necer a un determinado grupo social. La adop-
ción de la concepción del mundo y la pertenencia
a un grupo social dependen alternativamente de
que el individuo esté sujeto a la hegemonía
ideológica de la clase dirigente; o de la autono-
mía histórica del individuo que se plasma en una
conciencia revolucionaria. Como la hegemonía
ideológica se refleja a nivel popular en el sentido
común y la religión, se debe contraponer una
actitud filosófica, intelectual que guíe la práctica
y a la vez se nutra de ella en forma dialéctica con
el fin de trocar el sentido común en buen senti-
do; de transformar la cultura religiosa en una
cultura liberadora.
De todos modos, ya que la concepción del mun-
do es pensamiento y acción, ésta se asume por
un acto político, libre o autoritario, dependiendo
de las condiciones históricas de un momento
determinado. Por esto, cuando a nivel social el
pensar y el obrar no coinciden, la concepción
del mundo se manifiesta en palabras pero no
rige la vida práctica, nos hallamos en los "tiem-
normales" de una ideología dominante:
"significa ello que un grupo social tiene su pro-
pia concepción del mundo, aunque embrionaria,
que se manifiesta en la acción, y que cuando
irregular y ocasionalmente —es decir, cuando se
mueve como un todo orgánico—, por razones de
sumisión y subordinación intelectual, toma en
Como la hegemonía ideológica se
refleja a nivel popular en el sentido
común y la religión, se debe
contraponer una actitud filosófica,
intelectual que guíe la práctica y a la
vez se nutra de ella en forma
dialéctica con el fin de trocar el
sentido común en buen sentido; de
transformar la cultura religiosa en una
cultura liberadora.
préstamo una concepción que no es suya, una
concepción de otro grupo social, la afirma de
palabra y cree seguirla, es porque la sigue en
'tiempos normales', es decir, cuando la conducta
no es independiente y autónoma, sino preci-
samente sometida y subordinada. He ahí tam-
bién por qué no se puede separar la filosofía de
la política y por qué se puede demostrar, al
contrario, que la elección de la concepción del
mundo es también un acto político" (4).
II. LA FILOSOFÍA DE LA PRAXIS
La filosofía de la praxis debe surgir primera-
mente como crítica a la filosofía religiosa y al
mecanismo determinista, y consolidarse en la
lucha política por la hegemonía ideológica de la
sociedad.
Por oposición a la filosofía religiosa, la filosofía
de la praxis "no tiende a mantener a los 'sim-
ples' en su filosofía primitiva del sentido co-
mún..., afirma la exigencia del contacto entre
intelectuales y simples, no para limitar la activi-
dad científica y mantener la unidad al bajo nivel
de las masas sino para construir un bloque
intelectual-moral que haga posible un progreso
intelectual de masas y no sólo para pocos
intelectuales" (5).
La filosofía de la praxis supera el divorcio entre
pensar y obrar que caracteriza a la filosofía
religiosa. Propende por la síntesis dialéctica
Ib¡d,p.27.
Ibid,p.31.
4. Ibid.p. 11.
5. Ibid.p. 16.
teoría-práctica. Esta es un devenir histórico. Por
lo tanto debe considerar tanto la historia de
la filosofía como la historia de la vida material
de la sociedad procediendo mediante el análisis
no departamentalizado de los elementos econó-
micos, sociales, culturales y políticos hasta lo-
grar una concepción del mundo coherente y
unitaria. Esta posición combate el positivismo
en las ciencias sociales y privilegia la ciencia
política como disciplina que subsume la econo-
mía, la sociología y la historia. Historia y política
se identifican orgánicamente (6).
La pérdida del contacto
intelectuales-masa deriva en una
conciencia y una organización
puramente económico-corporativas y
no en una conciencia y en una
organización políticas.
La filosofía de la praxis supera el
divorcio entre pensar y obrar que
caracteriza a la filosofía religiosa.
Propende por la síntesis dialéctica
teoría-práctica. Esta es un devenir
histórico.
La síntesis teoría-práctica está asociada con una
dialéctica intelectuales-masa: "el estrato de los
intelectuales se desarrolla cuantitativamente y
cualitativamente; pero todo salto hacia una
nueva amplitud y complejidad del estrato de los
intelectuales está ligado a un movimiento análo-
go de la masa de los simples, que se eleva hacia
niveles superiores de cultura y amplía simultá-
neamente su esfera de influencia, entre eminen-
cias individuales o grupos más o menos impor-
tantes en el estrato de los intelectuales especia-
lizados" (7).
La pérdida del contacto intelectuales-masa deri-
va en una conciencia y una organización pura-
mente económico-corporativas y no en una
conciencia y en una organización políticas. Así,
el nexo teoría-práctica debe superar la disgre-
gación ideológica de la masa activa y traducirse
en "conciencia orgánica"; en la constatación de
que se pertenece a una determinada fuerza
hegemónica; en el reconocimiento de la creati-
6. Cfr, Luciano Gallino, "Gramsci y las ciencias sociales", Cór
doba, Cuadernos de Pasado y Presente, No. 19, 1970.
7. Antonio Gramsci, op. cit.,p. 17.
vidad humana que tiene una clase "para sí" y
que no puede alcanzar una "clase en sí".
El instrumento eficaz para el logro de estos
propósitos deber ser el partido político. Este
selecciona la masa activa transformando la
adscripción individual económico-corporativa
en adhesión colectiva voluntaria y política.
Por oposición al mecanismo determinista, la
filosofía de la praxis no acepta la pasividad de
las clases subalternas, sino que propugna por
la actividad, de tal modo que los hombres sean
forjadores de la historia. El entendimiento
mecanicista del marxismo dice que la estructura
económica determina la superestructura jurídi-
co-política de la sociedad. Así, la política depen-
de de la economía y la interacción de las dos
esferas no es relevante más allá de los efectos
económicos-corporativos sin alcanzar importan-
cia en las transformaciones globales. De igual
manera, por el mecanicismo, la teoría apenas es
un accesorio de la práctica. La ideología tiene un
papel pasivo ante el desarrollo de las fuerzas
productivas; como si tal proceso no fuera
histórico-cultural; como si un modo de produc-
ción fuera igual entre países y funcionara
exclusivamente por la generalización de una
relación económica fundamental, inscrita en
un espacio y durante un tiempo neutrales;
como si sólo la posición de los hombres en el
proceso productivo determinara su ideología,
independientemente de su extracción por sector
social o particularidades regionales dentro de
una misma nación; como si la predestinación
histórica del derrumbe del capitalismo fuera
suficiente para transformar la sociedad.
Por último, Gramsci destaca el carácter político-
histórico de la lucha por la hegemonía ideológica
La filosofía de la praxis no acepta la
pasividad de las clases subalternas,
sino que propugna por la actividad, de
tal modo que los hombres sean
forjadores de la historia.
y del proceso de difusión de las nuevas concep-
ciones del mundo. Si bien, en el pensamiento de
Gramsci el papel de los intelectuales es funda-
mental, su adopción del materialismo histórico
no ignora la cuestión de la contradicción entre
el desarrollo de las fuerzas productivas y las
formas de propiedad como causa de las transfor-
maciones de la sociedad. Se sigue, que un
momento histórico determinado presente siem-
pre una clase social llamada a ser la dirigente de
una nueva sociedad si garantiza un desarrollo de
las fuerzas productivas compatible con unas
nuevas relaciones sociales de producción. Sin
embargo, una crisis de la estructura de las rela-
ciones sociales de producción no se resuelve en
una revolución si no hay organización y vocación
de poder por parte de la clase subalterna que
debe asumir el control de la nueva sociedad. Esto
incluye la teoría y la práctica de las formas de
lucha, la política de alianzas, la base social que
sustenta al sector que dirige el cambio; en fin,
se trata de toda la concepción estratégica y
táctica de cada acción política. En consecuencia
"el proceso de difusión de la nueva concepción
del mundo se realiza por razones políticas" (8).
Así, retorna la acción de los intelectuales en la
formación de la conciencia política y la organi-
zación de las masas.
Además, la consolidación de un proyecto político
se valida históricamente, de tal manera que
durante mucho tiempo persistirá la lucha entre
la tradición y la revolución; una por conservar la
sociedad caduca y otra por llevar la transforma-
ción más lejos de lo que los dirigentes del
proceso de cambio quisieran. La revolución
francesa brinda un ejemplo. Gramsci la identifi-
ca como una crisis orgánica de larga duración
8. Ibid, p.21.
(de 1789 a 1871). Durante ésta, la burguesía
debió derrotar a la aristocracia en las primeras
fases; para luego derrotar a la clase obrera con
la victoria final sobre la Comuna de París. Sólo
después de este proceso la burguesía conquista
la hegemonía sobre la sociedad.
La naturaleza de la hegemonía y la duración de
una crisis orgánica dependen del carácter del
bloque histórico, que determina el grado de
resistencia de la superestructura ante cambios
en la estructura material en la sociedad. La
comprensión de estas cuestiones requiere, pues,
una aproximación al concepto de bloque histó-
rico.
Una crisis de la estructura de las
relaciones sociales de producción no
se resuelve en una revolución si no hay
organización y vocación de poder por
parte de la clase subalterna que debe
asumir el control de la nueva sociedad.
III. EL BLOQUE HISTÓRICO
Hugues Portelli engloba el pensamiento de
Gramsci en el concepto de bloque histórico. De
ese análisis intentaré presentar las discusiones
sobre la sociedad civil y la sociedad política; el
vínculo entre la superestructura y la estructura y
el concepto de hegemonía.
1. La Sociedad Civil
Sociedad civil y sociedad política hacen parte de
la superestructura del bloque histórico. Mien-
tras que Marx define la sociedad civil como el
conjunto de relaciones económicas y la forma-
ción de las clases sociales, Gramsci comprende
aquella como el complejo superestructural de las
"organizaciones llamadas privadas". Esta con-
cepción muy original refiere al entorno cultural
(forma de pensar y de sentir del pueblo) no
determinado mecánica ni exclusivamente por las
relaciones económicas que los hombres entablan
La figura es un ' objeto fractal". Corresponde a un modelo
de un corte de pulmón. La idea es representar las co-
nexiones, mediante el órgano pulmón, que ponen en con-
tacto aire y sangre. Un objeto fractal: cada parte repro-
duce el todo y tiene forma sumamente irregular, sin ley
aparente.
"independientes de su voluntad". Por esta
razón, la sociedad civil debe entenderse como
terreno de arraigo de la ideología de la clase
dirigente y como función de hegemonía de ésta
sobre toda la sociedad. Hablamos de ideología
orgánica, o sea, ligada a una clase fundamental,
que por la hegemonía extiende la dirección de la
economía a la dirección del resto de las relacio-
nes sociales mediante el trabajo de los intelec-
tuales especializados en las ciencias, las artes,
las religiones, etc.
La difusión de la ideología dominante según sus
grados (filosofía, religión, sentido común y
folklore) se realiza mediante organizaciones y
utilizando instrumentos técnicos, porque "la
sociedad civil debe disponer de una articulación
interna extremadamente compleja" (9).
La estructura de las organizaciones que difun-
den la ideología se compone básicamente de la
Iglesia, la organización escolar y la prensa.
La sociedad civil debe entenderse
como terreno de arraigo de la
ideología de la clase dirigente y como
función de hegemonía de ésta sobre
toda la sociedad.
La figura es un "objeto fractal" denominado esponja
de Sierpinsky-Menger.
La Iglesia se encarga de la moral fundamental
de los miembros de la sociedad. La filosofía
religiosa, tanto en el sentido laico como en el
sentido de la feligresía, enseña la irresponsabi-
lidad individua], la resignación y el amor al
prójimo (los hombres son iguales por razones
biológicas porque "todos somos hijos de Dios",
mas no porque tengamos voluntad independien-
te y responsabilidad social e histórica). Vale la
pena justificar un poco el juicio sobre la irres-
ponsabilidad individual. Esta se refiere a la idea
fundamenta] de que la inteligencia, el vigor y
los sentimientos humanos son exteriores al
individuo y se nutren de la capacidad creadora
9. Hugues Portelli, "Gramsci y el bloque histórico", México,
Editorial Siglo XXI, 1987, p. 23.
de la fe, por oposición a la capacidad creadora
de la conciencia. Y esto vale no sólo para los
feligreses, sino también para miembros intelec-
tuales de la sociedad que no comprometen
orgánicamente su trabajo, divorcian la teoría
de la práctica y creen que el desarrollo científico
y técnico favorece indistintamente a todos los
estratos sociales.
La filosofía religiosa, tanto en el sentido
laico como en el sentido de la
feligresía, enseña la irresponsabilidad
individual, la resignación y el amor al
prójimo (los hombres son iguales por
razones biológicas porque "todos
somos hijos de Dios", mas no porque
tengamos voluntad independiente y
responsabilidad social e histórica).
El papel regresivo de la Iglesia en la estructura
ideológica es más penetrante cuando se trata de
la religión católica, teniendo en cuenta los
esfuerzos de su organización para homogeneizar
toda la masa religiosa: prelados y feligreses se
articulan eficientemente en la sociedad civil
mediante las instituciones escolares, económi-
cas, culturales, etc., que la Iglesia domina aún
en tiempos modernos. Sin embargo, dada la
rigidez de sus anunciados de fe y su connivencia
con la tradición conservadora, puede suscitar
divisiones internas reflejadas en teologías
alternativas, cuyos efectos sobre la conciencia
de liberación de las masas en un país católico no
deben ser despreciados (pensemos en la "Teología
de la Liberación"). Por el contrario la religión
protestante, dado que admite en la práctica de la
producción cultural y en las costumbres
sociales e individuales ciertas síntesis de lo
religioso y lo laico, no aparece tan regresiva,
se imbrica en la sociedad civil no sólo eficiente-
mente sino como garante de la hegemonía
ideológica por parte de la clase dirigente.
La organización escolar cumple la función
ideológica más precisa de racionalizar y jerar-
quizar el trabajo intelectual a nivel institucional,
"ya sea que esté bajo el control del Estado o
bien de organismos privados... esta vez bajo el
El papel regresivo de la Iglesia en la
estructura ideológica es más
penetrante cuando se trata de la
religión católica, teniendo en cuenta
los esfuerzos de su organización para
homogeneizar toda la masa religiosa:
prelados y feligreses se articulan
eficientemente en la sociedad civil
mediante las instituciones escolares,
económicas, culturales.
control de la Universidad y de la Academia (esta
última en la medida que ejerce una función
nacional de alta cultura, especialmente como
depositaría de la lengua nacional y por lo tanto
de una concepción del mundo)" (10). Por esto,
la función del sistema educativo no se reduce a
la calificación de la mano de obra requerida
para la reproducción económica, sino que
además "concientiza" a los individuos sobre la
legitimidad de la superestructura, haciendo
creer que los intereses de la clase dominante
no riñen con los intereses de la sociedad en
general; que el statu quo es natural, racional y
justo; y que las contradicciones sociales se
pueden resolver dentro del marco institucional,
porque el Estado es un administrador del
bienestar general y un regulador de los conflic-
tos individuales sin defender intereses de clase
particulares.
La función del sistema educativo no se
reduce a la calificación de la mano de
obra requerida para la reproducción
económica, sino que además
"concientiza" a los individuos sobre la
legitimidad de la superestructura,
haciendo creer que los intereses de la
clase dominante no riñen con los
intereses de la sociedad en general.
10. Ibid, p.24.
No obstante, los profesores como intelectuales
en función y los estudiantes como aprendices de
intelectuales que provengan de clases subalter-
nas deben constatar más conscientemente que
así como enseñan o aprenden una concepción
del mundo ajena a sus intereses de clase, pue-
den difundir una concepción del mundo alterna-
tiva y vincular orgánicamente su trabajo inte-
lectual con su clase, contribuyendo a la forma-
ción de conciencia política en el seno del pueblo.
Esto no significa ideologismo o proselitismo en
la actividad académica. Significa que el conoci-
miento científico y la discusión racional son los
medios directos de traspasar el sentido común,
las preteorías y los prejuicios tradicionales que
explican la cotidianidad física y social de los
individuos. Así, en la actividad académica se
puede cultivar una concepción del mundo, que
por ser más científica puede ser más liberadora,
si se acepta que todo acto de la vida es político
y, por lo tanto, generador de influencia.
El conocimiento científico y la
discusión racional son los medios
directos de traspasar el sentido común,
las preteorías y los prejuicios
tradicionales que explican la
cotidianidad física y social de los
individuos.
En este lugar quisiera mencionar una opinión
estudiantil sobre los estudiantes y su compromi-
so. Según ésta, los estudiantes hacen parte de la
intelectualidad pero no ejercen las funciones
del intelectual, dado que no están sujetos a
vínculos económico-corporativos que condicio-
nen su actividad, lo cual permite que el estu-
diante asuma el estudio como un compromiso
riguroso consigo mismo, no adscrito, de tal
modo que su vínculo potencial con una clase
supere el carácter puramente reivindicativo:
"más que una 'fuerza democrática', más que un
gremio que lucha por sus reivindicaciones, el
estudiantado es un sector sensible de la intelec-
tualidad, pero que no tiene la función de la
intelectualidad, o sea, no tiene previamente (a
priori) establecido un compromiso con la 'es-
tructura social', con las clases dominantes o con
los sectores explotados: no tiene la función de
organizar a los hombres a través de las ideas. Y
sin embargo su potencialidad, su orientación,
es precisamente su compromiso" (11).
Finalmente, la prensa (los medio de comunica-
ción) es una institución de la sociedad civil muy
dinámica y con un campo de acción muy amplio:
la "opinión pública". La prensa difunde la
ideología dominante de corte "civilista" y
"democrático", por lo cual, el alcance de su
influencia mide aproximadamente el grado de
hegemonía de la clase dirigente. "Como la orga-
nización escolar, la prensa y las editoriales
cumplen un papel fundamental, puesto que son
las únicas que abarcan todo el campo de la
ideología (libros y revistas científicas, políticas,
literarias, etc.) y todos sus niveles (libros y
periódicos para las élites, de vulgarización,
populares...)" (12).
Ahora bien, las organizaciones que difunden la
ideología utilizan instrumentos de comunicación
que constituyen su "material ideológico". Estos
son básicamente: los medios audiovisuales, los
medios escritos y hasta la arquitectura.
La prensa difunde la ideología
dominante de corte "civilista" y
"democrático", por lo cual, el alcance
de su influencia mide
aproximadamente el grado de
hegemonía de la clase dirigente.
2. La Sociedad Política
Gramsci define sociedad política como la parte
de la superestructura que ejerce la función de
dominación mediante sus aparatos jurídicos y
político-militares del Estado. En esto coincide
con Lenin, quien concibe el Estado como
"el producto y la manifestación del carácter
11. Periódico "Isitome", "Estudiantes y pueblo. Un comentario
basado en Gramsci". Ponencia presentada al Seminario
Nacional de Historia del Movimiento Estudiantil de Colom
bia, Bogotá, 1988, p. 4.
12. Huges Portelli, op. cit.,p. 24.
irreconciliable de las contradicciones de clase"
(13), lo cual implica dominación de una clase por
otra, mediante la coerción con el fin de conser-
var el orden establecido. Sin embargo, Gramsci
supera el instrumentalismo (14) implícito en la
concepción leninista, o sea, la suposición de que
el Estado es un aparato neutral utilizable por
cualquier clase dominante.
Para Gramsci, el poder político no consiste
simplemente en dominación, sino también en
dirección; es decir, combina la coerción y el
consenso cuya naturaleza depende de la concep-
ción del mundo dominante históricamente
dada. Por consiguiente, el carácter de lo político
militar es connatural al carácter de la dirección
económica e ideológica que ejerce una clase
sobre la sociedad.
El poder político no consiste
simplemente en dominación, sino
también en dirección; es decir,
combina la coerción y el consenso
cuya naturaleza depende de la
concepción del mundo dominante
históricamente dada.
Según esto, si la sociedad política es autónoma
frente a la sociedad civil, el "gobierno político"
corresponderá a una dictadura, mientras que si
la sociedad política depende de la sociedad civil,
corresponderá a un régimen democrático, pues
éste refleja una sociedad civil fuerte y por consi-
guíente hegemónica. En tiempos normales la
coerción será eminentemente legal, mientras
que en tiempos de crisis privará la violencia
militar. Burócratas y militares son, pues, funcio-
narios de la sociedad política. Pero también
defienden intereses económico-corporativos. De
ahí que en ciertas situaciones surja el "poder
dual": puede ser que la clase dominante no
controle directamente el Estado pero éste sigue
13. V. I. Lenin, "El Estado y la revolución", Pekín, Ediciones en
Lenguas extranjeras, 1874, p. 7. I H. Bob Jessop, "Teorías
recientes sobre el Estado capitalista", en "La crítica marxista
del Estado capitalista: del Estado-instrumento a la forma-
Estado", Bogotá, CINEP, 1980, p. 25.
siendo aparato de dominación; o puede ser que
el aparato del Estado no sea efectivo en la repre-
sión y entonces surjan, por ejemplo, organismos
paramilitares que amparan los intereses econó-
mico-corporativos de las diferentes facciones de
la clase dominante. Más aún cuando la crisis se
presenta en un país con un proyecto nacional
inconcluso, o donde las clases sociales no tienen
perspectiva nacional y que, por lo tanto, la ads-
cripción y los intereses corporativos determinan
una rapiña violenta por el poder, tal como lo
ejemplifica nuestro país.
Es necesario insistir sobre la relación entre la
sociedad civil y la sociedad política, porque
cada una de éstas son "momentos de la superes-
tructura"; o sea, que son la unidad dialéctica
que constituyen la superestructura del bloque
histórico. El par dialéctico de esta unidad se
puede definir de dos maneras: coerción-consen-
so y/o dirección-dominación.
Así, ninguna sociedad se basa exclusivamente
en la dirección-consenso, porque sería ignorar
la lucha de clases; pero tampoco se sustenta
sólo en la dominación-coerción, pues significaría
que el bloque histórico vive en crisis perma-
nente.
Puede ser que la clase dominante no
controle directamente el Estado pero
éste sigue siendo aparato de
dominación; o puede ser que el aparato
del Estado no sea efectivo en
la represión y entonces surjan, por
ejemplo, organismos paramilitares que
amparan los intereses
económico-corporativos de las
diferentes facciones de la clase
dominante.
2.1. El Estado
Arribamos pues, al concepto de Estado. Este
agrupa toda la superestructura del bloque
histórico así: "sociedad civil + sociedad políti-
ca =Estado" (15). Los dos momentos se articu-
15. Huges Portelli, op. cit.,p. 39.
Ninguna sociedad se basa
exclusivamente en la
dirección-consenso, porque sería
ignorar la lucha de clases; pero
tampoco se sustenta sólo en la
dominación-coerción, pues
significaría que el bloque histórico
vive en crisis permanente.
lan, y los intelectuales homogeneízan el bloque
histórico en aras de la hegemonía de toda la
sociedad: "el Estado aparece, entonces, más
allá de la diversidad de organizaciones que lo
componen y de la dualidad de las funciones de
dirección por cuyo intermedio asegura la
hegemonía de la clase fundamental, como el
conjunto de la actividad de ese grupo social
particular que constituye la capa de los intelec-
tuales. La distinción en el seno de la superes-
tructura debe referirse más a la oposición entre
la función de hegemonía —ideológica— y la fun-
ción de dominación —política— que a la oposi-
ción, secundaria, entre tal o cual organización
(16).
3. La Relación entre Estructura y Superestruc-
tura
La elucidación de esta relación define más
claramente el bloque histórico. Igual que el
marxismo clásico, Gramsci dice que la estructu-
ra está constituida por la base material de la
sociedad. Esta impone límites al movimiento
superestructural, en el sentido de que la organi-
cidad del vínculo estructura-superestructura
consiste en que los elementos y la evolución de
la última, en cualquier sociedad, corresponde
a un grado determinado del desarrollo de las
fuerzas productivas (por tanto, que el surgi-
miento de una nueva sociedad sólo es posible si
sus condiciones y sus relaciones han germinado
en el seno de la sociedad antigua). Pero dicha
evolución también es obra de los "administra-
dores de la superestructura". Esto es el bloque
histórico: "la estructura y las superestructuras
forman un 'bloque histórico', o sea, que el con-
junto complejo, contradictorio y discorde de las
superestructuras, es el reflejo del conjunto de
las relaciones sociales de producción" (17).
Pez y escamas, de M. C. Escher (xilografía, 1959).
Mariposas, de M. C. Escher (grabado enmadera, 1950).
16. Ibid.p. 35.
17. Antonio Gramsci, op. cit.,p. 46.
Ahora bien, el desarrollo de la estructura sólo puede
ser analizado históricamente (el método de la
economía es histórico-deductivo). Así, el análisis
de la estructura es estático con respecto al análisis
de la superestructura, que puede mostrar la dinámica
instantánea del bloque histórico. Por eso, en Gramsci
"el interés del análisis reside fundamentalmente en
el estudio concreto de la estructura que toda
empresa política exige" (18). En otras palabras, el
estudio de la superestructura analiza indirectamente
la estructura. Esta es la función del concepto bloque
histórico.
Más precisamente, un bloque histórico será tal si se
ajusta a las condiciones orgánicas que impone la
estructura socioeconómica. He aquí la índole de un
movimiento superestructural orgánico y de los
intelectuales orgánicos. Los movimientos
superestructurales que no exhiban la calidad expuesta,
no serán orgánicos.Por ejemplo: los movimientos
puramente coyunturales o de corta duración; los
errores de cálculo político de los dirigentes, reflejados
en crisis parlamentarias o ministeriales; las
reestructuraciones internas en los organismos de poder
que reflejan luchas intersectoriales de la clase
dirigente; y las ideologías "arbitrarias" que "no crean
más que 'movimientos' individuales, polémicas, etc."
(19). Sin embargo, en coyunturas importantes alguno
de estos movi mientos podrá poner en peligro la
hegemonía de la clase dirigente. El resultado
dependerá de todos modos del carácter permanente del
bloque histórico.
Concluyendo esta parte, tenemos que el aporte
fundamental de Gramsci no consiste en la distin-
ción estructura-superestructura, sino en el
vínculo orgánico entre ellas. Y es fundamental
por su gran utilidad en el análisis y la actividad
políticos. En efecto, negar la primacía de la
estructura o de la superestructura, afirmando la
unidad dialéctica de ellas, evita los errores del
economicismo y del ideologismo.
El primero, de estirpe mecanicista, proviene de
atribuir primacía a la estructura, privilegiando
la lucha económico-corporativa, y condenando a
la pasividad política a las clases subalternas. El
18. Huges Portelli, op. cit.,p. 46.
19. Gramsci citado por Portelli, op. cit.,p. 52.
El aporte fundamental de Gramsci no
consiste en la distinción
estructura-superestructura, sino en el
vínculo orgánico entre ellas.
segundo, de estirpe idealista, desprecia la es-
tructura, privilegiando la superestructura, en la
creencia de que la historia es sólo ético-política y
no depende de condiciones objetivas. Respecti-
vamente, estas posiciones derivan en puro
sindicalismo y en oportunismo como líneas de
acción política. En consecuencia, una línea
correcta de acción política consistiría en com-
prender que la política sólo es tal si la vocación
de poder se sustenta en las condiciones objeti-
vas, pero que garantice la retroalimentación de
la práctica por la teoría; o, dicho de otro modo,
que progresivamente la lucha económica se
transforme en lucha política.
IV. LA HEGEMONÍA
El concepto de bloque histórico confiere al con-
cepto de hegemonía un significado novedoso.
Según Portelli, Gramsci acoge el legado leninis-
ta en cuanto el carácter de clase, el papel de las
alianzas y las relaciones de fuerza, como ele-
mentos de análisis de la hegemonía; pero innova
con respecto a Lenin, en cuanto al aspecto de di-
rección cultural-ideológica de la hegemonía.
La importancia que en el pensamiento grams-
ciano tiene la sociedad civil implica la relevancia
de la difusión de una concepción del mundo
(ideología) en la sociedad por parte de la clase
dirigente. A las clases "auxiliares" o "alia-
das", tal difusión se dará por adhesión, mien-
tras que las clases subalternas serán absorbidas
mediante la atracción de sus intelectuales, con
la formación de un "sistema de solidaridad
entre todos los intelectuales, con vínculos de
orden sicológico (vanidad, etc.) y a menudo de
casta (técnico-jurídicos, corporativos, etc.)"
(20). De esta manera se conforma un bloque
20. Gramsci citado por Portelli, Ibid.,p. 71.
ideológico cuya fuerza depende del grado de
hegemonía de la clase dirigente. La disgrega-
ción de dicho bloque ideológico provocará la
preeminencia de la coacción progresiva hasta
llegar a la dictadura. Según esto, esquemática-
mente, es identificable sociedad civil fuerte,
democracia y hegemonía frente a sociedad polí-
tica preponderante, dictadura y dominación.
La importancia que en el pensamiento
gramsciano tiene la sociedad civil
implica la relevancia de la difusión de
una concepción del mundo
(ideología) en la sociedad por parte
Tal ruptura constituye una "crisis orgánica".
Esta puede ser originada por el fracaso del pro-
yecto político de la clase dirigente; o porque las
clases subalternas adelantan la revolución. La
clase dirigente puede combinar la represión de
las clases subalternas con una política de com-
promisos entre sus facciones, y formar un
"frente nacional", para abortar una situación
revolucionaria. Sin embargo, si esta última se
acompaña de la iniciativa de la clase subalterna
fundamental, adoptando una política de alian-
zas, una dirección ideológica y una dirección
político-militar que consulten el carácter del
Con todo, en la realidad, la relación entre dicta-
dura y hegemonía no es tan esquemática. Cuan-
do un bloque histórico se ha consolidado con
base en una sociedad civil fuerte, la clase diri-
gente logra cierto consenso en las clases subal-
ternas, y éstas han apoyado el cambio, los
periodos dictatoriales son transitorios y señalan
el surgimiento de otro período hegemónico más
estable y duradero. Este es el caso de Francia
(revolución burguesa-absolutismo napoleónico-
república). Pero cuando un bloque histórico se
consolida con base en el control del aparato
estatal, sin que la clase dirigente se haya
apoyado en las clases subalternas, y se haya
comprometido con ellas, la dictadura puede ser
permanente y refleja cierta asociación de hege-
monía con dictadura. En este caso, los intelec-
tuales de las clases subalternas serán radical
mente separados de ellas, los frutos del desarro-
llo económico se restringirán abruptamente a
los grupos económico-corporativos tradicionales
y las tímidas transformaciones sociales harán
variar poco las instituciones y mecanismos de
participación política. Estos procesos son carac-
terizados por Gramsci como "transformismo".
Nuestro país es un ejemplo.
Para terminar, la irrupción de un nuevo bloque
histórico requerirá no sólo de la ruptura de la
estructura con respecto a la superestructura,
sino también de la consolidación de un nuevo
bloque ideológico, de una nueva hegemonía.
Cuando un bloque histórico se ha
consolidado con base en una
sociedad civil fuerte, la clase dirigente
logra cierto consenso en las clases
subalternas, y éstas han apoyado el
cambio, los períodos dictatoriales son
transitorios y señalan el surgimiento de
otro período hegemónico más estable
y duradero. Pero cuando un bloque
histórico se consolida con base en el
control del aparato estatal, sin que la
clase dirigente se haya apoyado en
las clases subalternas, y se haya
comprometido con ellas, la dictadura
puede ser permanente y refleja cierta
asociación de hegemonía con
dictadura.
bloque histórico dominante y perciban el nuevo
bloque histórico, la crisis orgánica sí podrá
resolverse en una revolución. Decididamente, el
surgimiento y la dirección de un nuevo bloque
histórico están precedidos de la escisión, por
parte de la clase subalterna fundamental, del
sistema hegemónico dominante, en el mismo
seno de la sociedad que se quiere cambiar.
Subvertir el orden establecido y crear uno nuevo
a través de conciencia ideológica y organización
política son los dos aspectos de un proceso
revolucionario.
Decididamente, el surgimiento y la
dirección de un nuevo bloque histórico
están precedidos de la escisión, por
parte de la clase subalterna
fundamental, del sistema hegemónico
dominante, en el mismo seno de la
sociedad que se quiere cambiar.
Subvertir el orden establecido y crear
uno nuevo a través de conciencia
ideológica y organización política son
los dos aspectos de un proceso
revolucionario.
BIBLIOGRAFÍA
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