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Año2-número 5-septiembre-2009
Comprendiendo la Procrastinación
Hace tres meses la vida no era igual
Premio Pfizer. Reconocimiento a la Excelencia
Hospital General Balbuena
Entrevista al Dr. Felipe Alarcón Altamirano
Año II-Número 1- Septiembre 2009
*Dr. Carlos Amadeo García-Ayala.
*Profesor de Tiempo Completo
Escuela de Medicina Universidad Justo Sierra.
dr.amadeo.ujs@gmail.com
Procrastinación acadé-
mica
Las características prin-
cipales de la procrasti-
nación fueron presentadas en un
artículo previo de esta gaceta
(García, 2008). En el presente
trabajo sólo se hará una breve
introducción al respecto. La pala-
bra procrastinación se forma a
partir de dos términos que provie-
nen del latín: pro (a favor de) y
crastinare (relativo al día de ma-
ñana), por lo que literalmente sig-
nifica posponer, aplazar o dejar
para mañana. Procrastinación
académica se define como: (1) la
conducta de casi siempre o siem-
pre postergar el inicio o conclu-
sión de las tareas académicas, y
(2) casi siempre o siempre experi-
mentar niveles problemáticos de
ansiedad asociada con tal poster-
gación. Diversos estudios indican
que el 95% de los estudiantes
universitarios procrastina en ma-
yor o menor medida y que el 50%
lo hace permanentemente. Entre
las consecuencias que sufre el
procrastinador están el obtener
las calificaciones más bajas, el
mayor ausentismo a clase, la ma-
yor incidencia de reprobación y
las tasas de deserción más altas.
Asimismo, el procrastinador
habitualmente desarrolla altera-
ciones emocionales importantes
como la ansiedad, frustración,
hostilidad, apatía, resentimiento,
culpa, vergüenza, autodesprecio y
depresión (García, 2008).
Orígenes de la procrastinación
Un problema tan complejo como
la procrastinación tiene causales
múltiples e interdependientes. De
hecho, existen teorías psicoanalíti-
cas (MacIntyre, 1964), conductis-
tas (Bijou et al., 1976) y cogniti-
vo-conductuales (Ellis,1 999);
(Neenan, 2008) para tratar de ex-
plicar las causas de la procrastina-
ción. En la actualidad las teorías
que más aceptación han ganado al
explicar no solo las causas, sino
también los mecanismos autoper-
petuadores y las estrategias de tra-
tamiento de la procrastinación son
las que provienen de los enfoques
cognitivo-conductuales, cuya pre-
misa fundamental establece que
todas las perturbaciones psicológi-
cas tienen en común una
“distorsión del pensamiento”, la
cual influye de manera directa en
el estado emocional y el compor-
tamiento de la persona. Hay evi-
dencia contundente de que una vez
desarrollado un estilo de pensa-
miento apropiado para hacer una
evaluación objetiva, racional y
empírica de la realidad se produce
una mejoría permanente como re-
sultado del cambio de creencias
disfuncionales ó irracionales sub-
yacentes (Lega, Caballo y Ellis,
1997; Ellis, 1999).
Modelo ABC del trastorno emo-
cional
Albert Ellis, el creador de la tera-
pia racional emotivo-conductual y
uno de los psicólogos mundial-
mente más reconocido de todos
los tiempos, propuso un modelo
muy sencillo para explicar el ori-
gen, la dinámica y el tratamiento
de los trastornos emocionales, al
que denominó modelo ABC. El
modelo ABC tiene como funda-
mento principal el contenido y la
forma de pensar de la persona, la
manera en cómo interpreta sus
circunstancias y las creencias
que ha desarrollado sobre sí mis-
mo, las demás personas y el
mundo en general. Si estas inter-
pretaciones o creencias son iló-
gicas, poco empíricas (es decir,
no basadas en datos objetivos y
verificables) y dificultan el logro
de los objetivos establecidos por
la persona, reciben el nombre de
“irracionales”. Esto no significa
que la persona no razone, sino
que razona mal, ya que llega a
conclusiones erróneas. En con-
traste, si las interpretaciones o
inferencias de la persona están
basadas en datos empíricos y en
una secuencia lógica entre pre-
misas y conclusiones, sus creen-
cias son racionales, dado que el
razonamiento es correcto y la
filosofía básica de esa persona es
funcional .
El modelo ABC establece que A
representa el evento activante, el
cual puede ser real o imaginado
(ejem., el profesor me pidió pre-
parar una exposición, o yo pien-
so que el profesor me preguntará
la clase), B constituye las inter-
pretaciones o creencias respecto
a ese evento (ejem., “yo no sirvo
para eso”, “es pérdida de tiem-
po” o en cambio, “me gusta mu-
cho exponer”), y C las conse-
cuencias, tanto emocionales
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COMPRENDIENDO LA PROCRASTINACIÓN CON EL
MODELO ABC DE ALBERT ELLIS
G AC ET A DE L A E SC UE LA D E ME DI CI NA J US TO S IE RR A
(ejem., ansiedad ó enojo) como
conductuales (ejem., procrastina-
ción, navegar en internet o fumar)
de mantener ciertas creencias en
relación al evento activante. De
tal manera que, en contra de lo
que muchas personas creen, A no
causa C (A C), sino que son las
creencias e interpretaciones (B)
las principales determinantes de
las consecuencias (C) que se ex-
perimentan frente a determinadas
circunstancias (A) (A B C).
Todo lo anterior se resume en la
frase “la alteración emocional no
es creada por las circunstancias,
sino principalmente por la inter-
pretación que se le da a esas cir-
cunstancias” (Lega, Caballo y
Ellis, 1997; Ellis, 1999).
El siguiente ejemplo ilustra a un
estudiante procrastinador (con
interpretaciones irracionales):
A=El profesor deja como tarea
para mañana leer el capítulo de un
libro.
B=El alumno piensa:...“¡Qué, está
loco! ¿Cómo un capítulo para ma-
ñana?...que ni crea que lo haré.
C=Consecuencias emocionales:
ansiedad, enojo. Consecuencias
conductuales: no leer, navegar en
internet.
El siguiente ejemplo muestra a un
estudiante no procrastinador (con
interpretaciones racionales):
A=El profesor deja como tarea
para mañana leer el capítulo de un
libro.
B=El alumno piensa:... ¿Cómo un
capítulo para mañana? ¡Es dema-
siado!...sin embargo, es mi res-
ponsabilidad.
C=Consecuencias emocionales:
incomodidad. Consecuencias
conductuales: leer lo más que
pueda del capítulo.
Por otro lado, los episodios ABC
no siempre ocurren aislados sino
que frecuentemente se presentan
formando cadenas de eventos en
los que C se convierte en la A de
u n e v e n t o su b s i g u ie n t e
(A1 B1 C1=A2 B2 C2). Por
ejemplo, si ante la petición del
profesor de preparar una exposi-
ción (A1), yo pienso que “no sir-
vo para eso” (B1), probablemen-
te me sentiré ansioso y procrasti-
naré (C1), pero además, mi pro-
pia ansiedad y mi procrastina-
ción (A2) me pueden generar
más ansiedad y quizás enojo,
culpa o frustración (C2), si yo
pienso que “no debería de poner-
me ansioso”, “que soy un idiota”
o que “nunca podré cam-
biar” (B2) (Lega, Caballo y Ellis,
1997).
Es importante tener presente que
las creencias o filosofías de vida
de una persona, así como el pro-
ceso de evaluación de los dife-
rentes eventos y circunstancias
de vida, pueden ser conscientes
o inconscientes, aunque general-
mente son inconscientes, auto-
máticas y se presentan como re-
glas implícitas sobre sí mismos,
las demás personas y el mundo.
El modelo ABC es un método
sencillo y útil para identificar las
c r e e n c i a s s u b y a c e n t e s
(conscientes e inconscientes) de
una persona y es una estrategia
efectiva para el análisis y modi-
ficación de las creencias disfun-
cionales o irracionales que lle-
van a una persona a desarrollar y
mantener trastornos emociona-
les, entre ellos las procrastinación,
que ha sido definida por Albert
Ellis como el “trastorno ante la
incomodidad” y que surge princi-
palmente por una baja tolerancia a
la frustración.
Conclusión
El modelo ABC de Albert Ellis
permite ver que es principalmente
la persona la que genera por sí
misma sus alteraciones emociona-
les y sus conductas contraprodu-
centes como la procrastinación.
Es decir, que la persona es res-
ponsable de lo que piensa, siente
y hace. Desde luego, esto no a
todos les gusta, y están en su dere-
cho. No obstante, si lo que quie-
ren es dejar de procrastinar, sen-
tirse mejor y alcanzar los objeti-
vos de vida que se han propuesto,
es muy recomendable que co-
miencen por examinar su manera
de pensar, sus interpretaciones y
juicios de sí mismos, de los demás
y de la vida, pero sobre todo, que
trabajen activamente por hacerlo
racionalmente.
Referencias bibliográficas
Bijou, S., Morris, E., & Parsons, J. (1976). A
PSI course in child development with a pro-
cedure for reducing student procrastination.
Journal of Personalized Instruction, 1, 36-40.
Ellis, A. (1999) Una terapia breve más pro-
funda y duradera. Enfoque teórico de la tera-
pia racional emotivo-conductual. Editorial
Paidós.
García, C. (2008). Si eres de los que deja todo
para “mañana”, probablemente sufres de
procrastinación. Gaceta de la Escuela de Me-
dicina Justo Sierra. Año 1, número 1.
Lega, L. Caballo, V., Ellis, A. (1997) Teoría
y práctica de la terapia racional emotivo-
conductual. Editorial Siglo XXI.
Maclntyre, P. (1964). Dynamics and treat-
ment of passive aggressive underachievers.
American Journal of Psychotherapy, 18, 95-
108.
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