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Religious voting in Portugal and Spain [in Portuguese]

Authors:
EL VOTO RELIGIOSO EN ESPAÑA Y PORTUGAL1
RELIGIOUS VOTING IN SPAIN AND PORTUGAL
Jóse Ramón monteRo, KeRman Calvo y ÁlvaRo maRtínez
Universidad Autónoma de Madrid e Instituto Juan March, España. Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, España. University of Essex e Instituto Juan March, Reino Unido y España
joseramon.montero@uam.es kcalvo@cepc.es amartit@essex.ac.uk
Resumen
Este artículo explora la relación entre la religiosidad y las preferencias electorales en España y Portugal.
Estudiamos si la religión (medida como asistencia a oficios religiosos y opiniones sobre asuntos morales)
tiene influencia sobre el voto a los dos principales partidos nacionales. Los resultados del análisis apuntan
a una relación diferente entre religión y voto en ambos países: sólo en España las creencias religiosas
desempeñan un papel destacado en el comportamiento electoral. Defendemos que la explicación a este
hallazgo se encuentra en un conjunto de factores entre los que cabe destacar la diferente configuración
del sistema de partidos y de los mapas religiosos, los distintos mecanismos que canalizan las identidades
religiosas hacia el voto y, fundamentalmente, el importante papel desempeñado por las elites políticas en la
activación de la religiosidad dentro de la competición electoral.
PalabRas Clave adiCionales
Agencia política, Comportamiento electoral, Ideología, Religiosidad.
abstRaCt
This article explores the relationship between religiosity and voting decisions in Spain and Portugal. We study
whether religion (measured as church attendance and opinions about moral issues) influences voting for the
two main political parties. Results show a different relationship between religion and voting in both countries:
only in Spain religious beliefs play an important role in electoral behaviour. We claim that to account for this
finding several factors need to be considered, namely the different configuration of the party systems and
religious maps, the distinctive mechanisms linking religious identities with voting and, above all, the important
role played by political leaders in activating religiosity within the electoral competition.
additional KeywoRds
Electoral Behaviour, Ideology, Political Agency, Religiosity.
1 Queremos agradecer a Albert Falcó, Robert Fishman, Carlos Jalali, Ignacio Lago y Mariano Torcal, así
como a dos evaluadores anónimos de esta revista, sus comentarios a las versiones anteriores de este artículo;
al Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ-2006-10073 CPOL) y a la Universidad Autónoma de Madrid y a la
Comunidad de Madrid (CCG06-UAM/HUM-0431) su apoyo financiero; al Centro de Investigaciones Sociológicas
la concesión de una de sus Ayudas de Investigación y al Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales,
del Instituto Juan March, sus excelentes facilidades de investigación.
Revista inteRnaCional de soCiología (Ris)
vol. lXvI, nº 51, septIembRe-DICIembRe, 19-54, 2008
ISSN: 0034-9712
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intRoduCCión
¿Hasta qué punto la existencia de una cultura católica común se traduce en relaciones
similares entre la religiosidad y el comportamiento político? Después del periodo más largo
de política democrática en la Península Ibérica, y en el contexto de un aparentemente
imparable proceso de secularización, ¿constituye todavía la religiosidad un factor que
determina las posibilidades electorales de los principales partidos políticos en países
como España y Portugal? Desde la perspectiva de la relación entre religiosidad y decisión
electoral, ¿en qué se diferencian estos países? Y desde un punto de vista más general,
y teniendo en cuenta cómo se entrelazan religiosidad y voto en dos países católicos,
¿qué lecciones cabe extraer sobre el voto religioso en las democracias europeas? Este
artículo explora la relación entre la religiosidad y las preferencias electorales en España
y en Portugal. Más concretamente, queremos examinar si la religión (medida como
asistencia a oficios religiosos y por las opiniones sobre asuntos morales) tiene influencia
en el voto a los dos principales partidos nacionales de ambos países.
Tanto en España como en Portugal la política y la religión se han entrelazado
intensamente en momentos históricos clave. Parafraseando a Juan J. Linz (1993: 1), en
el siglo XX la historia de la religión en España y Portugal está llena de acontecimientos
dramáticos. Durante los años de la transición a la democracia, las elites españolas y
portuguesas optaron por una estrategia deliberada de no activación del cleavage
religioso. En ambos países, durante los periodos de cambio político la Iglesia estaba
marcada por su asociación con los respectivos regímenes autoritarios. Esta asociación
era particularmente significativa en España, en donde la jerarquía eclesiástica había
demostrado una comunión extrema con los principios, objetivos y métodos del franquis-
mo (Brassloff, 1998). En Portugal, la herida del problema religioso se encontraba más
cerrada debido, entre otros factores, a la duración del régimen de Salazar, a su aversión
al radicalismo (que evitó una violenta reacción y la revocación de todo el proyecto
republicano) y especialmente al derrocamiento relativamente pacífico de la Primera
República (sobre todo si lo comparamos con la Guerra Civil española) (Maxwell, 1995).
Como apunta Pasquino (1990: 49), “los católicos eran reacios a implicarse en política
como tales”; y deberíamos añadir que los líderes católicos lo eran todavía más. No
obstante los arquitectos de los nuevos regímenes democráticos de los años setenta
tuvieron que enfrentarse en ambos países a una larga lista de asuntos religiosos cuyo
potencial de conflicto podría haber dificultado extraordinariamente la consolidación del
nuevo orden democrático (Linz et al., 1981; Rosas, 2006).
En ambos países, las elites políticas optaron por evitar la politización extrema de
las identidades religiosas en la confianza de que así eliminarían uno de los grandes
obstáculos para la consolidación de los nuevos regímenes democráticos. Establecida
como un cleavage moribundo, la relevancia de la religiosidad como factor explicativo del
voto continuó disminuyendo durante los años ochenta. La paz religiosa instaurada en los
años de la transición evolucionó hasta convertirse en una definición casi estructural del
papel político de la religiosidad. En definitiva, sin relevancia explícita en la competición
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electoral, las estrategias de moderación y pragmatismo que presidieron las relaciones
entre la Iglesia y los gobiernos de España y Portugal parecieron eliminar la necesidad de
pensar en términos religiosos a la hora de votar.
Pero los conflictos sobre temas religiosos parecen estar ganando en importancia
de la mano de las divergencias surgidas alrededor de la educación religiosa y del
matrimonio homosexual, en España, o de la presencia de crucifijos en las escuelas
públicas y la aprobación mediante referéndum del aborto, en Portugal. En España, este
renovado protagonismo ha coincidido en el tiempo con una creciente influencia de la
religiosidad en el voto (Calvo y Montero, 2002): si los años posteriores a la consolidación
democrática estuvieron marcados por el debilitamiento del cleavage religioso (Montero
y Calvo, 2000), las elecciones celebradas desde 2004 han propiciado la resurrección
del que hemos denominado como voto religioso. Motivados en buena medida por
cambios notables en las estrategias de los principales partidos políticos y de las elites
eclesiásticas, diferentes grupos religiosos han ido adoptando perfiles ideológicos que
se traducen en patrones más o menos estables a la hora de votar. Así, mientras que
el Partido Popular (PP) goza de especial apoyo entre los votantes católicos, el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) cuenta con el apoyo mayoritario de los votantes más
indiferentes en temas religiosos.
¿Cuál ha sido la evolución en el caso de Portugal? ¿Ha seguido una tendencia similar
a la española o, por el contrario, se dan diferencias significativas? Y si es así, ¿qué
las explica? En este artículo sostendremos que, a pesar de una tradición compartida
y de una historia común, la relación entre religiosidad y política ha tomado caminos
diferentes en España y en Portugal. Como comprobaremos, la fortaleza de esa relación
es mayor en España que en Portugal. El análisis de sendas encuestas postelectorales
apunta a tendencias divergentes en el impacto de la religiosidad en el voto: considerable
para España, irrelevante para Portugal. Estas diferencias, sin embargo, no están
ocasionadas por la composición del mapa religioso en ambos países: Portugal es, desde
casi cualquier punto de vista, un país más religioso que España. En lo que se diferencian
ambos países es en la composición y evolución del sistema de partidos, así como en
las estrategias y discursos de las elites sobre determinados temas religiosos de gran
importancia. Mientras que en España se dan las condiciones políticas (centradas en las
preferencias y estrategias de las elites) e institucionales (un sistema de partidos cuyos
principales integrantes pueden recurrir a diversos espacios de identificación) para el
eventual fortalecimiento del voto religioso, en Portugal la consolidación de un sistema de
partidos dominado por dos partidos de centro muy parecidos entre sí en un gran número
de cuestiones ideológicas limita extraordinariamente el papel de ese tipo de voto.
Para comprobar todo ello dividiremos este artículo en cinco secciones. En la primera
esbozaremos los mapas religiosos de España y Portugal. Después explicaremos brevemente
las especificaciones del modelo estadístico que utilizaremos. En tercer lugar, analizaremos tanto
los efectos directos de la religiosidad en el voto como los indirectos que toman en consideración
a la religiosidad, la ideología y el voto. En cuarto lugar, explicaremos las diferencias entre los
dos casos presentados y finalizaremos, por último, con unas breves conclusiones.
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Cleavage Religioso y voto Religioso
El cleavage Estado-Iglesia se encontraba entre los pocos a los que Lipset y Rokkkan
(1967: 50 ss.) otorgaron el privilegio de quedar “congelados” tras la cristalización de
la política de masas en el periodo de entreguerras. Por esa razón gozó de notable
importancia en muchos de los análisis comparados que se llevaron a cabo durante los
años setenta (Converse, 1974: 733-734; Lijphart, 1971: 7-8 y 1980: 287; Rose y Urwin,
1969: 12). En ellos se sugería que la religiosidad era un factor decisivo para los votantes
a la hora de decidirse por un partido político: no sólo la pertenencia a una determinada
confesión, sino también la intensidad de las creencias y la práctica religiosa reforzaban
las alianzas entre determinados votantes y determinados partidos.
Tras esta primera fase, el interés por el cleavage religioso decayó de forma notable2.
En buena parte ello se ha debido a la presunción de que sólo existe cleavage religioso
en los pocos casos en los que partidos confesionales compiten con partidos de clase y/o
en los que se han desencadenado conflictos graves por razones religiosas lato sensu
a pesar de no existir partidos confesionales. Esto es una clara equivocación. Es cierto
que muchos indicadores parecían sugerir, principalmente durante la década de los
setenta, que la religión estaba perdiendo su papel privilegiado en la vida cultural, social
y política de las sociedades europeas avanzadas (Jagodzinski y Dobbeleare, 1995). Y
no es tampoco menos cierto que los partidos confesionales han ido disminuyendo su
relevancia en muchos países europeos; Italia o Bélgica son claros ejemplos de ello.
Pero los términos de transformación, y hasta el de declive, no son sinónimos del de
desaparición. Como cabe observar en la actualidad, la secularización puede convivir
amablemente con una notable radicalización de las posiciones de quienes no se han
alejado de la religión. Y es igualmente evidente que, en determinadas circunstancias,
los partidos conservadores adoptan un papel muy activo como garantes de las Iglesias
institucionales (Kotler-Berkowitz, 2001). No es pues aconsejable descartar de antemano
el posible papel de la religiosidad como un factor condicionante del voto. Aun en aquellas
condiciones de “descongelamiento” de los clevages, la religiosidad es susceptible de
funcionar como mecanismo de identificación a partir del cual los votantes simplifican la
información política a su alcance y optan por uno u otro partido político a la hora de votar.
Gracias al surgimiento de teorías sobre el debilitamiento de los cleavages sociales
en Europa occidental, la generalización de los desalineamientos partidistas y sus efectos
2 La percepción generalizada de la irrelevancia casi total del cleavage religioso (véase, por ejemplo,
Franklin, Mackie y otros, 1992: 40) ha dado lugar a un tipo de análisis empírico en el cual las variables religiosas
simplemente no son tenidas en cuenta, ni por lo tanto incorporadas a los modelos estadísticos. La religiosidad
habría seguido así un camino similar al del cleavage de clase: si para muchos la relevancia política de la clase
ha desaparecido (Dalton, 1996; Pakulski y Waters, 1996), la de la religiosidad tendría aún más motivos para
convertirse en un factor meramente residual. Como ha resumido Franklin (1992: 404), “los cleavages sociales
[…] se han vuelto finalmente irrelevantes para las preferencias partidistas […]”.
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combinados en el comportamiento electoral (Dalton, Flanagan y Beck, 1984), el análisis
de la religiosidad conoció un nuevo ímpetu a mediados de los años noventa (Dalton, 1996:
331). Paradójicamente, el renovado interés en el voto religioso surgió al comprobarse
los límites de los argumentos sobre la secularización. Entre otros motivos porque la
secularización parece adoptar direcciones e intensidades diferentes en cada contexto, lo
que implica procesos sociales y políticos diferenciados en los distintos países. De modo
similar, la aparición de nuevas formas de fundamentalismos religiosos y el resurgimiento
de conflictos políticos en torno a cuestiones religiosas de diferente naturaleza componen
un escenario en el que las divisiones religiosas despliegan un potencial considerable
para crear o reforzar divisiones políticas (como ocurre, por ejemplo, en Estados Unidos).
A pesar de que la sociedad pueda ser menos religiosa en general, en algunos países
parece estar incrementándose el grado de implicación política de quienes siguen
siendo religiosos, que desarrollan preferencias intensas en un amplio abanico de temas
relacionados con la vida social y política. Y en otros países un creciente número de
indicadores apunta a una renovada radicalización de los sectores de ciudadanos que
se resisten a la secularización. En la medida en que estas circunstancias puedan ser
retomadas por las elites partidistas y afectar en consecuencia a la decisión electoral, es
evidente la necesidad de prestar más atención al voto religioso.
A través del voto religioso, la religiosidad pervive como un factor potencialmente
significativo para incidir en el voto. El voto religioso implica una asociación entre la
religiosidad y voto que se establece en la intersección entre las estrategias de los
principales partidos políticos, el comportamiento de las elites eclesiásticas y la evolución
del contexto político y social en el que se forman las decisiones de los votantes. El
acercamiento a la relación entre la religiosidad y el voto desde la óptica del voto religioso,
y no del cleavage religioso, responde a una razón doble. Por un lado, y como hemos
apuntado anteriormente, la realidad empírica sobre la que se edificó la teoría de los
cleavages ha cambiado considerablemente. Por el otro, algunas deficiencias surgidas
en torno a la versión original de la teoría de los cleavages obligan a una reformulación
de sus contenidos.
Como es de sobra conocido, los cleavages vertebrarían los sistemas de partidos
a través del triple mecanismo por el que las divisiones sociales relevantes toman la
forma de identidades políticas que, a su vez, generan representaciones institucionales
estables de dichas identidades en la esfera política (Mair, 1990: 212 y ss). La tesis de
la desaparición del este cleavage religioso estaría justificada, en primer lugar, por la
disminución creciente de las diferencias sociales en torno a los temas religiosos. Esto
se traduciría de modo inmediato, en segundo lugar, en un paralelo debilitamiento de
las identidades políticas: como no existen grupos religiosos claramente definidos, no
cabe esperar que la religiosidad influya en las decisiones electorales de los ciudadanos.
Por consiguiente, y ello nos lleva a la tercera dimensión, los partidos confesionales y
religiosos (es decir, la expresión organizativa de las divisiones sociales existentes de
carácter religioso) eliminarían virtualmente de sus programas las referencias a temas
religiosos. Esta sucesión de circunstancias explicaría finalmente por qué aquellos temas
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han dejado de constituir motivo de confrontación en la arena política. En definitiva, y
de forma similar al proceso que ha reducido la importancia electoral de la clase obrera
tradicional, la erosión de las subculturas religiosas debería de llevar a que las preferencias
partidistas se basen crecientemente en decisiones adoptadas por factores a corto plazo
y cambiantes en lugar de en identidades colectivas estables (Gallagher, Laver y Mair,
1995: 225).
Pero si las diferencias sociales en torno a los temas religiosos son cada vez menos
relevantes, ¿cómo se explica que la religiosidad perviva como un factor condicionante
del voto? ¿Cómo dar cuenta de la variación en el corto plazo de la intensidad del
conflicto religioso en un mismo país? ¿Y cómo es posible que en un contexto de cambio
generalizado del papel social de la religión se estén experimentando nuevos brotes de
integrismo religioso? Creemos que determinados factores socioestructurales pueden
tener una influencia en el voto aun cuando no se den ya las condiciones que forjaron la
cristalización de los cleavages. Si los cleavages representaban espacios de competición,
la religiosidad puede ser entendida como un dominio de identificación con arreglo al cual
los dirigentes de los partidos puedan desarrollar a medio y largo plazo estrategias en
las que el criterio religioso se utilice, junto con otros relevantes (como, por ejemplo, el
ideológico), para establecer vinculaciones de proximidad con grupos de electores (Sani
y Sartori, 1983: 330 ss.; Kitschelt y otros, 1999: cap. 8). La combinación de la dimensión
religiosa con la ideológica facilita los procesos por los que los ciudadanos pueden
identificarse con un partido, o sentirse cercanos a él, o convertirse en sus votantes
habituales, o aprobar de modo continuado sus propuestas religiosas, cuando existen, y en
todo caso sus políticas públicas relacionadas con cuestiones religiosas. Y aunque los partidos
suelan enfrentarse en un número reducido de espacios competitivos, los ciudadanos pueden
disponer, si se admite la expresión, de múltiples dimensiones de identificación, entre las cuales
la religiosa puede ocupar, para muchos de ellos, un lugar relevante.
En estos procesos, la agencia política importa. Los actores políticos tienen
posibilidades de modificar desde arriba el cleavage religioso, con grados de autonomía
diferentes pero distinguibles (Sartori 1969: 89). Por agencia política entendemos tanto
las estrategias activas de movilización que pueden desarrollar las elites políticas
y eclesiásticas, como las estrategias orientadas hacia la competición electoral y
susceptibles, por lo tanto, de tener un impacto decisivo en la estructura y evolución
del sistema de partidos. Así, el voto religioso será débil en la medida en que los líderes
de partidos tanto confesionales como seculares renuncien a incorporar los conflictos
religiosos a la agenda política y a movilizar a los votantes bajo criterios religiosos o
antirreligiosos en los distintos ámbitos de la competición electoral. O también cuando
las estrategias orientadas a la competición electoral conforman un sistema de partidos
en el que sus integrantes no encuentran espacio para la diferenciación sobre la base
de las identidades morales y religiosas. Pero, por el contrario, los temas religiosos
pueden intervenir activamente en el voto en la medida en que las elites perciban los
beneficios de apelar a las identidades religiosas de los electores (Calvo y Montero, 2002;
Kotler-Berkowitz, 2002; Knutsen, 2004). Parafraseando el argumento de Przeworski y
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Sprague (1986: 10-11, 143), y desarrollado para el análisis de la formación de partidos
demócratacristianos por Kalyvas (1996: 8-9), el conflicto religioso es relevante en una
sociedad determinada sólo cuando y en la medida en que resulte importante para los
partidos políticos que movilizan a los ciudadanos, ya sean seculares o religiosos.
En suma, en este artículo defenderemos que el declive del cleavage religioso no
supone necesariamente la irrelevancia de la religiosidad como un factor condicionante
del voto. Parece innegable que la confluencia de importantes transformaciones en las
actitudes de los ciudadanos y en las preferencias de las elites políticas ha erosionado
las bases estructurales de los conflictos políticos en torno a la religión. En España y
Portugal, el hecho de que ninguno de los principales partidos políticos sea confesional
o demócrata-cristiano colabora también a que la relación entre la religión y el voto se
desarrolle por cauces menos rígidos (y también menos previsibles)3. Pero la religiosidad
permanece como un factor que es capaz, en determinadas condiciones, de contribuir a
la explicación del éxito y del fracaso de determinados partidos.
dos maPas Religiosos difeRentes
En términos generales, los portugueses son más religiosos que sus vecinos españoles.
De acuerdo con los datos de la European Social Survey (ESS), si en España el porcentaje
de personas que pertenecen a una religión ha descendido hasta un 75 por ciento de
la población, en Portugal la cifra continúa en un abrumador 86 por ciento, el tercero
más alto de Europa4. Ello sugiere que el proceso de secularización ha sido afrontado
de forma diferente en los dos países ibéricos, una impresión que queda confirmada
tras la consulta de otros indicadores sobre religiosidad. Por ejemplo, la tabla 1 ofrece
una clasificación de los países europeos de acuerdo a su nivel medio de religiosidad
subjetiva. Los contrastes son evidentes: mientras que Portugal pertenece al grupo de
3 Debe recordarse, sin embargo, que en ambos países existen partidos menores que se definen como
demócrata-cristianos. En Portugal, el Centro Democrático y Social/Partido Popular (CDS/PP), fundado en 1974
por Diego Freitas de Amaral, ha obtenido en las recientes elecciones de 2005 un 7,3 por ciento de voto y 12
diputados (lo que supone un 5 por ciento de la Assambleia de la República). En España, y tras los fracasos
de la coalición del Equipo Demócrata-Cristiano del Estado Español en 1977 y del Partido Demócrata Popular
(PDP) de Óscar Alzaga en 1987, los únicos partidos demócrata-cristianos son el Partido Nacionalista Vasco
(PNV) y Unió Democràtica de Catalunya (UDC). Aunque pertenecen al Partido Popular Europeo, junto con el
PP, ambos están caracterizados ante todo por su nacionalismo. Y UDC, que se perfila en su web (www.unio.
org) como un “partido político nacionalista catalán de inspiración democratacristiana” y cuyo líder, Josep Antoni
Duran i Lleida, se define como “cristiano social”, forma desde 1978 parte de una coalición estable (CiU) con
Convergència Democràtica de Catalunya (CDC).
4 Hemos utilizado la ESS realizada en 2002-2003. Por supuesto, el catolicismo es, con mucho, la religión
a la que la mayoría declara pertenecer en ambos países: el 97 por ciento de los pertenecientes a una religión
se definió como católico romano, tanto en España como en Portugal. Sólo en Italia y Polonia (99 por ciento)
encontramos un porcentaje mayor de católicos; cf. Calvo y Montero (2005).
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sociedades altamente religiosas (formado por Grecia, Polonia, Italia e Irlanda), España
está en el grupo de las sociedades más secularizadas. Los indicadores agrupados en
la tabla 2 siguen confirmando que Portugal es un país más religioso que España. Si en
1999 el 82 por ciento de los encuestados portugueses se consideraba religioso, sólo
el 56 por ciento lo afirmaba en España. La religión parece ser mucho más importante
para las vidas de los portugueses: la diferencia entre los dos países en lo relativo a la
capacidad de la religión de proporcionar consuelo y fortaleza alcanza unos llamativos
27 puntos porcentuales. Finalmente, cabe encontrar diferencias destacables en relación
al papel público que se atribuye a la Iglesia. Si los españoles parecen por lo general
reticentes a definir a la Iglesia como una institución digna de confianza, los portugueses
confían firmemente en su Iglesia.
Tabla 1.
Religiosidad subjetiva en Europa, 2002-2003a.
País Media Mediana Moda Desviación Típica N
Grecia 7,7 8 10 2,2 2.566
Polonia 6,6 7 8 2,4 2.110
Italia 6,1 6 6 2,5 1.207
Irlanda 5,8 6 5 2,4 2.046
Portugal 5,7 6 5 2,5 1.511
Finlandia 5,6 6 7 2,6 2.000
Austria 5,2 5 5 3 2.257
Suiza 5,2 5 5 2,8 2.038
Holanda 5,1 6 7 2,9 2.364
Bélgica 5,0 5 5 3,0 1.899
Eslovenia 4,9 5 5 2,8 1.519
Israel 4,7 5 5 3,1 2.499
Dinamarca 4,4 5 5 2,5 1.506
Hungría 4,4 5 5 3,0 1.685
España 4,4 5 5 2,7 1.729
Reino Unido 4,3 5 5 2,8 2.052
Alemania 4,2 5 0 2,9 2.919
Luxemburgo 4,1 4 0 3,1 1.552
Noruega 4,1 4 5 2,5 2.036
Suecia 3,7 3 0 2,8 1.999
República Checa 3,1 2 0 2,9 1.360
Media europea 5 5 5 2,9 40.574
a Las cifras son las medias en las escalas de autodefinición de religiosidad, en las cuales el valor 0 representa
“no ser en absoluto religioso” y el valor 10 implica ser “muy religioso”. Los países están ordenados de acuerdo
con sus medias.
Fuente: European Social Survey (ESS), 2002.
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Tabla 2.
Indicadores seleccionados de religiosidad en España (1981-1999) y Portugal (1999) (en %)
España Portugal
Indicador 1981 1990 1999 1999
Religiosidad
Como persona usted es...
Religioso 63 63 56 82
No religioso 30 28 33 14
Ateo 4 4 6 3
Usted se considera…
Un muy buen católico / católico practicante 37 30 29 -
Católico no muy practicante 27 28 28 -
Católico no practicante 19 26 25 -
Indiferente 10 12 12 -
No creyente, Ateo 4 4 6 -
Otra religión 1 1 1 -
Importancia de la religión en su vida…
Mucha / bastante - 54 42 71
Poca / ninguna - 45 58 29
Creencias
Cree en…
Dios 87 81 81 93
Vida después de la muerte 55 42 40 47
Cielo 50 48 42 63
Infierno 34 27 27 35
Pecado 58 57 44 73
Importancia de Dios (medias en una escala del 1 al 10) 6,39 6,25 5,97 7,53
Encuentra fortaleza y consuelo gracias a la religión 57 53 49 76
A veces dedica un rato a meditar y rezar 60 61 61 71
Práctica religiosa
Asistencia a la iglesia
Una vez o más por semana 41 33 25 40
Una vez al mes 12 10 10 12
A veces 10 17 9 8
Nunca o casi nunca 36 40 56 4
Iglesia
Confía en la Iglesia
Mucho / bastante 50 53 41 73
No mucho / nada en absoluto 49 47 57 27
Cree que la Iglesia da una respuesta adecuada a...
Problemas individuales y morales 39 39 33 58
Problemas de la vida familiar 34 38 29 52
Necesidades espirituales de la gente 45 49 48 69
Problemas sociales del país - 33 23 41
N 2.305 2.637 1.200 1.895
Fuentes: Para España, World Values Surveys (WVS), 1981, 1990 y 1999; para Portugal, WVS, 1999.
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Los niveles de práctica religiosa expresan también diferencias considerables entre
ambos países. Además de ser un país más devoto que España, Portugal exhibe tasas
de práctica religiosa que virtualmente superan a las de cualquier otro en Europa. Entre
los países católicos, sólo los polacos, los irlandeses y los italianos asisten a misa con
más frecuencia (tabla 3). España, por el contrario, aparece en los últimos puestos de la
lista de países católicos. Las diferencias entre las distintas confesiones son asimismo
evidentes. Mientras que una parte considerable de la población de los países católicos
Tabla 3.
Frecuencia de asistencia a la iglesia en Europa, 2002 (en %)
Una vez o más Una vez o más Ocasionalmente Nunca
País a la semana al mes o casi nunca
Polonia 56 19 17 8
Irlanda 54 13 10 23
Italia 31 12 20 37
Portugal 29 15 8 48
Grecia 27 28 28 16
España 21 9 17 53
Eslovenia 20 10 31 39
Israel 19 7 27 47
Austria 18 15 19 48
Luxemburgo 15 10 17 58
Reino Unido 13 6 12 68
Holanda 12 9 13 66
Suiza 11 12 27 50
Hungría 11 7 22 59
Bélgica 11 8 15 66
República Checa 9 5 16 70
Alemania 8 10 21 60
Noruega 5 6 24 65
Suecia 5 6 17 72
Finlandia 5 7 25 64
Dinamarca 3 7 21 69
Total 18 11 20 51
a La pregunta es la siguiente: “Aparte de ocasiones especiales, como bodas o funerales, ¿con qué frecuencia
aproximada asiste a servicios religiosos en la actualidad? Cada día; más de un día a la semana; al menos
una vez al mes; solo en fechas religiosas señaladas; con menor frecuencia todavía; nunca”. Los países están
ordenados de acuerdo con sus frecuencias.
Fuente: ESS, 2002.
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sigue dispuesta a cumplir con los mandatos de su religión, las tasas de práctica religiosa
han caído de forma llamativa en países con mayorías protestantes o luteranas.
Portugal es, pues, un país más religioso que España. Los datos anteriores subrayan
la mayor connotación religiosa de los portugueses y su mayor proclividad a participar en
servicios religiosos (Machado, Villaverde y Vala, 2001; Calvo y Montero, 2005). ¿Hasta
qué punto estas diferencias afectan a la relación entre religiosidad y comportamiento
electoral en España y en Portugal? En la siguiente sección discutiremos los resultados
de un análisis multivariado que tiene en el voto su variable dependiente y hace de la
religiosidad, medida como asistencia a la iglesia, su principal factor explicativo. Nuestro
objetivo consiste en determinar si esta relación es similar en ambos países.
la esPeCifiCaCión de los modelos estadístiCos
Dadas las obvias limitaciones de espacio de este artículo, hemos seleccionado sólo
las elecciones generales celebradas en España en 2004 y en Portugal en 2002
(Montero, Lago y Torcal, 2007; Freire, Costa Lobo y Magalhães, 2004). Utilizando los
datos procedentes de las encuestas poselectorales realizadas en cada país, hemos
elaborado sendos modelos de regresión logística5. Como las muestras reducidas afectan
negativamente a la eficacia del modelo para los partidos menores, hemos optado por
concentrarnos en los dos grandes partidos de cada país. Se trata del PSOE y del PP en
España, y del Partido Socialista (PS) y del Partido Social Demócrata (PSD, de ideología
conservadora), en Portugal. En ambos países, los dos principales partidos aglutinaron
en las elecciones consideradas alrededor del 80 por ciento de los votos (42,6 por ciento
el PSOE, 37,7 por ciento el PP; y 39 por cierto en el caso del PSD, 38 por ciento en el
caso del PS)6.
La variable dependiente toma el valor 1 cuando los encuestados han votado a alguno
de los dos principales partidos, y 0 cuando han votado a cualquier otro en la dirección
5 En el caso de Portugal, los datos provienen de una encuesta poselectoral llevada a cabo por el Instituto
de Ciências Sociais (ICS) de la Universidad de Lisboa (N= 1.303); cf. Freire y otros (2003). Para España,
hemos utilizado la encuesta poselectoral TNS/Demoscopia (N= 2.929); se trata de una encuesta dirigida por
Richard Gunther y J. R. Montero, y que fue financiada por un consorcio de investigadores pertenecientes a la
Ohio State University, Universidad Autónoma de Madrid, Universitat Pompeu Fabra, Universidad Autónoma
de Barcelona, Universidad de Santiago de Compostela y el Instituto de Estudios Sociales Avanzados de
Andalucía-Consejo Superior de Investigaciones Científicas; cf. Montero, Lago y Torcal (2007). La encuesta
forma también parte del Comparative Nacional Elections Project, un proyecto de investigación internacional que
en su tercera fase está siendo coordinando por R. Gunther, Robert Mattes y J. R. Montero. Debe tenerese en
cuenta que en esta encuesta, como en muchas otras, el voto al Partido Popular (PP) se encuentra claramente
infrarrepresentado.
6 Análisis recientes de las características, trayectorias electorales y organizaciones internas de estos
cuatro partidos pueden encontrarse en Méndez Lago (2007) para el PSOE; Astudillo y García-Guereta (2007)
para el PP; Lisi (2007) para el PS y Jalali (2007a) para el PSD.
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ideológica opuesta. Por lo tanto, a la hora de explicar el voto al PSOE, los votantes de
Izquierda Unida (IU), generalmente situados más a la izquierda, no han sido incluidos
en el valor 0 de la variable; los votantes nacionalistas han sido también excluidos de
los modelos para el PP. Hemos realizado algo similar en Portugal: para explicar el voto
al PS, los votantes del Bloco de Esquerda (BE) y del Partido Comunista Portugués
(PCP) fueron excluidos del valor 0, y los votantes del Centro Democrático Social/Partido
Popular (CDS/PP) se encuentran excluidos del modelo para el PSD.
La religiosidad constituye nuestra principal variable independiente. De acuerdo con la
literatura (cf., por ejemplo, Jagodzinski y Dobbeleare, 1995; Michelat, 1997; Feldkircher,
1998), hemos empleado en ambas encuestas la asistencia a la iglesia, el indicador
estándar de práctica religiosa, para medir la religiosidad de los individuos7. Para potenciar
la eficiencia del modelo, hemos recodificado la variable dándole forma dicotómica o de
dummy. También de acuerdo con las recomendaciones habituales, hemos seleccionado
como categoría de referencia (CR) un grupo de gran tamaño y significativo en relación
a la variable dependiente (Hardy, 1993: 10); ambas condiciones se cumplen por lo que
hace a quienes “no asisten nunca a servicios religiosos”. Al interpretar los resultados,
debemos tener en cuenta ante todo la relevancia del paso desde la categoría de
referencia a cualquier otra categoría, por lo que habrá de prestarse atención tanto al
signo de los coeficientes como al nivel de significatividad.
Pretendemos evaluar también el efecto de la moral (católica) sobre la decisión
electoral. Mientras que los criterios morales han sido tradicionalmente asociados
con la religión, las transformaciones de la religiosidad ocasionadas por el proceso de
secularización han generado numerosas dudas sobre la medida en que las divisiones
morales reflejan todavía divisiones religiosas. Pese a ello, resulta sorprendente la
escasa atención prestada a las consecuencias electorales de las divisiones morales
de la sociedad, así como a las de las preferencias de quienes tienen criterios morales
conservadores o progresistas. De ahí que hayamos incluido una variable que mide las
actitudes frente al aborto: el indicador correspondiente muestra las actitudes frente a la
posibilidad de que una mujer decida libremente acudir al aborto, el denominado “aborto
libre”, en escalas que van de 1 a 10.
En cuanto a la relación de controles políticos y sociales, dos variables políticas tan
importantes como la ideología y la valoración del líder acompañan en los modelos a
la práctica religiosa. La personalidad de los candidatos ha demostrado ser un factor
relevante para la decisión de voto a un partido. Numerosos trabajos anteriores han
concluido que la valoración positiva de los candidatos incrementa la probabilidad de votar
por sus partidos, especialmente en el caso de los partidos catch-all (Gunther y Montero,
2001: 129-131; Rico, 2007, 2008; Costa Lobo, 2006). En el caso de la ideología, existe
7 Como es sabido, la práctica religiosa se encuentra estrechamente correlacionada con medidas más
directas, como las creencias religiosas y las evaluaciones subjetivas del compromiso religioso; cf. Calvo y
Montero (2002).
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también coincidencia a la hora de cifrar en el autoposicionamiento en la escala ideológica
el mejor predictor de voto tanto en España como en Portugal (Torcal y Medina, 2002;
Gunther y Montero, 2001). Aunque el papel de la ideología en la predicción de voto a un
partido no es tan acentuado en Portugal, también en este caso constituye una variable
importante y exhibe una amplia capacidad para explicar las preferencias electorales
(Freire, 2003 y 2001)8.
Pero la ideología constituye un tema especialmente difícil en cualquier análisis de
religiosidad y voto. Como su efecto causal tiene lugar con posterioridad al de la mayoría
de las variables independientes en los modelos de regresión convencional, muy a
menudo roba parte del efecto de algunas de esas variables sobre el voto. La existencia
de este fenómeno ha sido documentada para el voto de clase; en este caso, la ideología
asume gran parte del efecto directo de la clase social sobre el partido votado (Bartle,
1998). No obstante, la clase ejerce un efecto indirecto, aunque poderoso, sobre el voto
(Evans, 1999; García de Polavieja, 2001). Evidentemente, los análisis que pasan por
alto esta distinción entre efectos directos e indirectos pueden abocar a interpretaciones
erróneas de los resultados. Sobre todo en los casos en que las identidades religiosas
se encuentran fuertemente correlacionadas con las posiciones ideológicas, el efecto de
la ideología puede hacernos creer que la religiosidad no tiene influencia alguna cuando,
en realidad, sí la tiene (Calvo y Montero, 2002). Para subrayar el efecto distorsionador
de la ideología mostraremos los modelos de regresión en un formato doble: primero
incluyendo la ideología (en un modelo que hemos calificado como completo), después
sin ella. Asimismo, la ideología, esta vez como variable dependiente, protagonizará
una regresión con algunas variables, incluyendo la religiosidad. Con ello esperamos
demostrar empíricamente que la posición del individuo en el eje izquierda-derecha tiene
mucho que ver con su religiosidad.
Nuestros modelos están contenidos en las siguientes ecuaciones:
ESPAÑA
Ecuación (1) Y(Voto PSOE2004) f(Asistencia2, Asistencia3, Asistencia4, Asistencia5,
Asistencia6, Aborto1, Ideología, PopularidadZapatero, valoración de la economía,
variables de control).
Ecuación (2) Y(Voto PP2004) f(Asistencia2, Asistencia3, Asistencia4, Asistencia5,
Asistencia 6, Asistencia7, Aborto1, Ideología, PopularidadRajoy, valoración economía,
variables de control).
8 Los modelos incluyen también diversas variables de control. Se trata de la valoración de la situación
económica, el estatus ocupacional, los ingresos de la familia, la educación, la edad, el género y el tamaño de
la comunidad.
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PORTUGAL
Ecuación (3) Y(Voto PS2002) f(Asistencia2, Asistencia3, Asistencia4, Asistencia5,
Asistencia6, Aborto1, Ideología, PopularidadRodrigues, variables de control).
Ecuación (4) Y(Voto PSD2002) f(Asistencia2, Asistencia3, Asistencia4, Asistencia5,
Asistencia 6, Asistencia7, Aborto1, Ideología, PopularidadBarroso, valoración Gobierno,
variables de control).
Religiosidad y voto: los efeCtos diReCtos
Como ya hemos apuntado, no todas las variables explicativas actúan en el mismo punto
de la cadena causal (Bartle, 1998: 501-502). Algunas de ellas, y en especial las variables
políticas como la ideología o la proximidad a un partido, toman forma después de las
llamadas variables estructurales (como la clase o la religiosidad) o las sociodemográficas
(como la edad o el género). Ello puede generar problemas graves. En muchas ocasiones,
las variables políticas intermedias “absorben” la capacidad explicativa de variables que
ejercen su efecto causal en una fase anterior, haciendo creer al observador que no
existen efectos causales a pesar de que puedan eventualmente existir. De acuerdo
con este argumento básico, estableceremos una distinción entre los efectos directos e
indirectos de cada factor sobre las variables dependientes elegidas. De esta forma, el
efecto total de una variable se compone de la suma de sus efectos directos e indirectos.
Los “modelos completos”, que incluyen la ideología como variable de control para
España y Portugal, son desarrollados en esta sección. Por lo tanto, es de esperar que la
religiosidad tenga un peor rendimiento en los modelos completos que en los modelos en
los que el efecto distorsionador de la ideología sea eliminado; dichos efectos indirectos
serán examinados posteriormente.
Según puede comprobarse en la columna A de la tabla 4, las variables religiosas
muestran una notable relevancia para explicar la probabilidad de votar al PP (que en
2004 era el partido en el gobierno). Aun teniendo en cuenta a la ideología, prácticamente
cualquier categoría religiosa exhibe un efecto autónomo sobre la variable dependiente9.
Además, las preferencias morales siguen teniendo un fuerte impacto en el voto al partido
conservador español: estar en contra de la legalización del aborto incrementaba la
probabilidad de votar al PP. Los conservadores en cuestiones morales, que resultan ser
más religiosos, siguen apoyando fielmente al PP10. Sin embargo, no sucede lo mismo en
el lado opuesto del continuo ideológico: recreando la situación de principios de los años
9 Recuérdese que la categoría de referencia (CR) está constituida por el nivel más bajo de religiosidad.
10 La valoración de la economía, el género y, por supuesto, la ideología y la evaluación de Mariano Rajoy
contribuyen también a explicar la decisión de votar por el PP en 2004. Dado que en 2004 el PP era el partido
en el gobierno, las valoraciones positivas de la economía reforzaron la tendencia a apoyar su continuidad en
el gobierno.
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RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
Tabla 4.
Regresiones logísticas para explicar el voto en España, 2004 a
Modelo A: Con ideología Modelo B: Sin ideología
Variables
Voto PP Voto PSOE Voto PP Voto PSOE
Asistencia a la iglesia (CR: Nunca)
Con menor frecuencia 1,1691* -0,0984 1,2953*** -0,1985
(0,7170) (0,2982) (0,4768) (0,2452)
Sólo en fechas religiosas señaladas 1,9472*** 0,1117 2,0659*** -0,0585
(0,6814) (0,2698) (0,4814) (0,2367)
Al menos una vez al mes 0,7711 -0,3307 1,9053*** -0,6233**
(0,8375) (0,3720) (0,5452) (0,3224)
Una vez a la semana 1,6476** -0,9617*** 1,8492*** -1,1301***
(0,7552) (0,3594) (0,5487) (0,3000)
Más de una vez a la semana 2,2026** -0,5868 2,4462*** -1,1184**
(0,9777) (0,5753) (0,7875) (0,5253)
Actitudes frente al aborto -1,7930** 0,1543 -2,1464*** 0,4013
(0,9139) (0,3855) (0,6002) (0,3331)
Ideología 12,8934 -4,3564***
(2,0479) (0,6955)
Valoración de José L. Rdz. Zapatero (PSOE) 6,9745*** 7,5044***
(0,6516) (0,5887)
Valoración de Mariano Rajoy (PP) 8,8716*** 9,9116***
(1,0053) (0,9748)
Valoración de la economía -2,8272*** 0,4380*** -2,6900*** 0,5887***
(0,4303) (0,1448) (0,3901) (0,1191)
Estatus ocupacional (CR: Trabajador por
cuenta propia)
Jubilado 0,6483 -0,1032 0,6856 -0,1054
(0,7553) (0,3773) (0,5244) (0,3387)
Desempleado -1,2206 0,0804 -0,9665 0,2332
(0,8696) (0,4947) (0,7398) (0,4189)
Estudiante -2,9846 0,6074 -0,9254 0,6627
(1,6989)* (0,5899) (1,0589) (0,5016)
Ama de casa 0,5350 0,3313 0,3649 0,4692*
(0,5537) (0,3144) (0,4570) (0,2787)
Ingresos familiares (CR: Menos de 600 Euros)
600-900 Euros -0,4498 -0,1551 -0,2604 -0,3174
(0,7989) (0,3624) (0,5290) (0,3158)
900-1.500 Euros -0,6816 -0,3120 -0,1846 -0,2884
(0,8004) (0,3620) (0,5162) (0,3134)
1.500-2.100 Euros -0,0714 -0,5041 -0,1010 -0,3388
(0,8807) (0,3908) (0,5976) (0,3414)
2.100-2.700 Euros 1,2241 -1,9925** 1,3502* -0,8323**
(0,9911) (0,4524) (0,7269) (0,3945)
Más de 2.700 Euros -0,7680 -0,2982 0,7350 -0,3145
(1,1248) (0,8060) (0,9442) (0,6346)
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Educación (CR: Educación primaria)
Educación secundaria / formación profesional -0,2117 -0,0151 -0,1220 -0,1525
(0,4925 (0,2540) (0,4186) (0,2275
Universidad (3 años) -0,3868 -0,1237 -0,1557 -0,1485
(1,0254) (0,5471) (1,2335) (0,5475)
Universidad (4 años o más) 0,6030 -0,9026*** 0,3046 -0,8055***
(0,6043) (0,2855) (0,5434) (0,2455)
Género 0,8779** -0,1996 0,7038* -0,1198
(0,4365) (0,2329) (0,3787) (0,1971)
Edad (CR: 18-36 años)
37-41 1,8287*** 0,0957 1,1358** 0,0958
(0,6386) (0,3276) (0,4871) (0,2904)
42-51 0,2739 -0,2980 0,2735 -0,2183
(0,6214) (0,2752) (0,4888 (0,2401)
52-66 0,3560 0,0423 -0,0093 -0,1156
(0,6651) (0,3062) (0,4438) (0,2771)
67-81 -1,0854 0,0831 -1,0107* -0,0050
(0,8974) (0,4307) (0,6263) (0,3790
Más de 81 años 1,7257** -0,7297 1,5276* -1,3087*
(0,7883) (0,7962) (0,8845) (0,7304)
Tamaño del hábitat (municipio) 0,0254 -0,0276 0,1008 -0,0461
(0,1382) (0,0627) (0,1036) (0,0546)
Constante (intercept) -6,9775*** -2,3014*** -1,2933 -5,0911***
(1,6626) (0,8707) (1,1844) (0,6396)
Número de casos 859 971 955 1.100
Prob. 0,00 0,00 0,00 0,00
Pseudo R2 0,79 0,43 0,68 0,36
Log. de verosimilitud (Log likelihood) -113,36 -376,23 -176,80 -476,07
Casos correctamente predichos (en %) 95,23 82,70 91,83 79,73
a Errores típicos robustos entre paréntesis. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: ***
p< 0,01; ** p< 0,05; * p< 0,10.
Fuente: Encuesta TNS/Demoscopia, 2004.
ochenta, el PSOE no parece capaz de convencer a quienes se muestran como liberales
en cuestiones morales. Frente al notable efecto de la religiosidad en el voto al PP en
2004, la decisión de elegir al PSOE en lugar de cualquier otra opción electoral situada a
su derecha no parece tener un componente religioso demasiado fuerte. Si analizamos
el modelo completo, los datos presentados en la tabla 4 confirman la existencia de una
relación sólo débil entre religiosidad y voto al PSOE (y sólo para una de las categorías
resulta estadísticamente significativa). De hecho, el voto al PSOE queda mejor explicado
si se recurre a variables como la valoración de la economía, que de nuevo es muy
significativa, o, por supuesto, la ideología. De modo similar, la renta tiene una relación de
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RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
Tabla 5.
Regresiones logísticas para explicar el voto en Portugal, 2002a
Modelo A: Con ideología Modelo B: Sin ideología
Variables
Voto PSD Voto PS Voto PSD Voto PS
Asistencia a la iglesia (CR: Nunca)
Una vez al año -0,7458 0,1630 -0,5598 0,1367
(0,7180) (0,8366) (0,7054) (0,6865)
De dos a once veces al año -0,3518 -0,2132 -0,4377 0,1022
(0,6413) (0,7077) (0,6902) (0,5826)
Una vez al mes 0,6947 -1,0312 0,7725 -0,8973
(0,7604) (0,8163) (0,7289) (0,6887)
Dos o más veces al mes -0,4189 -0,2760 -0,2706 0,0978
(0,7179) (0,7826) (0,7361) (0,6639)
Una vez o más a la semana -0,3829 -0,2616 -0,0660 -0,2792
(0,7301) (0,7902) (0,7291) (0,6379)
Actitudes frente al aborto -0,4507 -0,0644 -0,3581 -0,0667
(0,5825) (0,5290) (0,4881) (0,4862)
Ideología 5,1656*** -5,953*** (1,2768) (1,0689)
Valoración de José M. Durâo Barroso (PSD) 0,6163*** 0,7056*** (0,0807) (0,0786)
Valoración de Ferro Rodrigues (PS) 0,5415*** 0,5886*** (0,0892) (0,0757)
Valoración del gobierno 1,1239*** -0,9527*** 1,2159*** -1,0869***
(0,2838) (0,3651) (0,2758) (0,3190)
Estatus ocupacional
(CR: Trabajador por cuenta propia)
Desempleado 0,7538 -0,1549 0,7797 -0,2499
(0,9063) (0,9893) (0,7015) (0,7802)
Estudiante -0,2183 -0,0900 -0,2006 0,0421
(0,9194) (0,7682) (0,9727) (0,9190)
Jubilado -0,3144 0,1539 -0,2188 0,1191
(0,7702) (0,5811) (0,7303) (0,4892)
Ama de casa -0,6598 0,0408 -0,2071 -0,0805
(0,5859) (0,5067) (0,5677) (0,4687)
Ingresos familiares
(CR: Menos de 300 Euros)
301-750 Euros 0,5663 -0,1230 0,0569 0,0803
(0,7798) (0,6885) (0,7300) (0,4677)
751-1.500 Euros 0,7612 -0,5524 0,3295 -0,4074
(0,8066) (0,6772) (0,7510) (0,5087)
1.501-2.500 Euros 0,7800 0,0267 0,5652 0,1035
(0,8008) (0,8336) (0,7550) (0,6625)
Más de 2.500 Euros 0,8497 -0,7379 0,8799 -0,6076
(1,1569) (1,0737) (0,9999) (0,7693)
Educación (CR: Educación primaria)
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signo negativo, como la tiene la educación: los niveles de estudios más elevados llevan
a orientaciones más conservadoras.
Los resultados de la tabla 5, referentes al caso portugués, revelan una situación en
buena medida sorprendente habida cuenta de la importancia social de la religión en el
país. Estos resultados sugieren que, en el Portugal contemporáneo, la religiosidad es un
débil predictor del voto. Ninguno de los dos partidos considerados en este artículo, que
por otra parte han sido capaces de recoger las preferencias electorales de ocho de cada
diez portugueses desde 1991 (Braga da Cruz, 2000: 114), fundamentan sus resultados
electorales en el apoyo de determinados grupos religiosos. A tenor de la evolución del
mapa religioso portugués, podría haberse sospechado que el voto al PSD tuviera un
componente religioso similar, si no mayor, que el del PP, su homólogo conservador en
España. Pero no es así: tanto el voto al PSD como al PS parecen inmunes al efecto de la
religiosidad, dibujándose un mapa electoral en el que la competición entre los principales
partidos portugueses parece dejar poco espacio para la identificación y diferenciación
Graduado escolar (o nivel básico finalizado) -0,3184 0,3080 0,1352 0,1319
(0,5370) (0,5053) (0,4714) (0,4435)
Educación secundaria 0,8220 -0,9618** 1,0740** -0,9087*
(0,5720) (0,5266) (0,4749) (0,4766)
Educación superior -0,0186 -0,3750 0,2431 -0,4224
(0,6352) (0,6218) (0,5758) (0,5858)
Género (CR: femenino) -0,3119 -0,0546 -0,3205 -0,0236
(0,3947) (0,3756) (0,3484) (0,3310)
Edad (CR: 18-36 años)
31-45 1,0712** -0,6596 0,8233** -0,5928
(0,5375) (0,4936) (0,4285) (0,4862)
46-65 1,6338*** -1,0990* 1,5415*** -0,9726*
(0,6178) (0,5456) (0,5609) (0,5346)
Más de 65 años 1,1983 -1,3495* 0,8763 -1,2381*
(0,9594) (0,8114) (0,8319) (0,6633)
Tamaño del hábitat (municipio) -0,0796 0,0599 -0,0700 0,0882
(0,0875) (0,0781) (0,0809) (0,0675)
Constante (intercept) 10,1787*** 4,0077** -8,6096*** 0,3803
(1,8382) (1,7189) (1,4500) (1,2999)
Número de casos 377 370 395 386
Prob. 0,00 0,00 0,00 0,00
Pseudo R2 0,56 0,49 0,49 0,38
Log. de verosimilitud (Log likelihood) -115,22 -128,93 -139,53 -165,01
Casos correctamente predichos (en %) 87,80 86,22 86,08 82,64
a Errores típicos robustos entre paréntesis. Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: ***
p< 0,01; ** p< 0,05; * p< 0,10.
Fuente: Encuesta del Instituto de Ciências Sociais (ICS), 2002.
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RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
alrededor de temas morales y religiosos11. Es igualmente importante, aunque quizás
no tan sorprendente, la confirmación de que las cuestiones morales tampoco son
capaces de predecir el voto a ninguno de los dos principales partidos portugueses; ni
el PS ni el PSD consiguen el apoyo de los moralmente progresistas. De hecho, ambos
partidos compiten por el voto de los conservadores, que en Portugal resulta superar al
de los progresistas. De esta forma, la moralidad, como la religiosidad, no informa de la
competición entre los dos principales partidos políticos12.
Como desarrollaremos luego, las razones de la debilidad del voto religioso en
Portugal se encuentran principalmente en la naturaleza de la competición electoral:
el sistema de partidos portugués, más fragmentado que el español, ha fomentado la
cercanía de los dos principales partidos en una serie de cuestiones de índole moral y
religiosa que, por lo demás, son consideradas importantes por los ciudadanos. Si en
España el PP y el PSOE tienen electorados bien definidos sobre la base de su mayor
o menor intensidad en términos religiosos, en Portugal no se han dado las condiciones
para que ese proceso de identificación religiosa haya tenido lugar. Las elites partidistas
disponen, así, de menores incentivos para apelar a los sentimientos religiosos de los
portugueses en su afán por ganar las elecciones.
Religiosidad y voto: dos estRategias PaRa mediR los efeCtos indiReCtos
La religiosidad constituye un ejemplo excelente de lo que es una variable incapaz de
causar efectos directos. Pese a estar estrechamente ligada a variables políticas de
control tan importantes como la ideología, a menudo da la impresión de ser irrelevante.
Para comprobar en qué medida lo es realmente hemos concebido una estrategia en
dos etapas que permite apreciar los efectos indirectos de la religiosidad en el voto,
unos efectos que quizás han permanecido ocultos en la anterior discusión sobre su
influencia directa. En primer lugar, hemos realizado el sencillo ejercicio de eliminar la
ideología de los modelos de las tablas 4 y 5. Si la hipótesis de los efectos indirectos es
correcta, deberíamos presenciar, tras la supresión de la ideología en ambos modelos,
cambios notables en los coeficientes de las categorías de religiosidad; no tomaremos en
consideración el ajuste general de los modelos. Los resultados son presentados en las
columnas del modelo B de las tablas 4 (para España) y 5 (para Portugal). En segundo
11 Utilizando modelos estadísticos y técnicas multivariables tan distintos, estos resultados han sido
corroborados por Freire (2005) y por Jalali (2007b) para el comportamiento electoral portugués desde 1974;
cf. también Gunther y Montero (2001: 121 ss.).
12 Ambos temas son relevantes, pero sólo a la hora de distribuir el voto entre los grandes partidos de
centro (como el PS o el PSD), por un lado, y entre los más pequeños y los menos centristas (como el BE a la
izquierda y el CDS/PP a la derecha), por el otro. La misma situación se reproduce en España, en donde el
perfil religioso de Izquierda Unida es radicalmente diferente al del PP o al de partidos nacionalistas de corte
conservador como CiU y el PNV (Montero y Calvo, 1999).
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lugar, hemos realizado un nuevo análisis multivariable para explicar la ideología (tabla 6).
Desde un punto de vista teórico, la ideología es entendida como una variable compuesta
que agrupa ciertas características de individuo (Inglehart y Klingemann, 1976; Knutsen,
1997, 1998; MacKuen y otros, 2003). Es de esperar que, cuanto más se transmute
la religiosidad en posiciones ideológicas, menor será su capacidad de ejercer efectos
directos. Por lo tanto, nuestro principal objetivo es descubrir si ser de “izquierdas” o
de “derechas” está vinculado con los valores del encuestado; o, alternativamente, si la
ideología depende de otros factores.
¿Qué sucede si la ideología no se incluye en los anteriores modelos de regresión
como variable política de control? En primer lugar, la capacidad explicativa de los
modelos se reduce. Dada la demostrada fortaleza del voto ideológico en ambos países
(Gunther y Montero, 2001), ese resultado no es sorprendente. El pseudo R2 disminuye
notablemente tanto en la encuesta española como en la portuguesa. No obstante, lo que
nos interesa ahora es su impacto sobre las variables independientes.
En el caso de España (tabla 4), la eliminación de la ideología genera consecuencias
espectaculares en el desempeño de las variables religiosas. Nótese, por ejemplo, la
significatividad de primer orden de cada una de las variables religiosas a la hora de
explicar el voto al PP. Asimismo, el impacto del aborto parece ganar nuevo ímpetu.
Todo ello confirma que el entrelazamiento de las identidades religiosas e ideológicas
es, al menos entre los votantes conservadores, una característica definitoria de la
política española13. El voto conservador tiene un elemento religioso diferenciado que, sin
embargo, no luce a la altura que debiera, como si dijéramos, porque toma la apariencia
de posiciones ideológicas conservadoras. Los votantes de izquierda, por el contrario,
empiezan a mostrar un perfil religioso menos homogéneo. Los resultados presentados
en la tabla 4 confirman que, en el caso del voto al PSOE, el problema de los efectos
ocultos se ha atenuado en cierta medida. Mientras que la exclusión de la ideología
beneficia claramente a la relevancia de la religión como factor explicativo del voto al
PSOE, la variable no termina por alcanzar el estatus de un buen predictor del voto. En
todo caso, es claro que, cuando la ideología no está presente en los modelos de voto
españoles, mayores niveles de religiosidad reducen la probabilidad de apoyar al PSOE.
Y se trata, además, de un efecto estadísticamente relevante.
¿En qué medida la exclusión de la ideología en Portugal conlleva una transformación
similar en la capacidad explicativa de la religiosidad? La respuesta a esta pregunta no
puede ser sino negativa. De acuerdo con los modelos B de la tabla 5, las variables
13 Se trata también de una característica sobresaliente: desde los años ochenta, en numerosas encuestas
tanto del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) como de las tres olas de las World Values Surveys,
los coeficientes de las correlaciones entre valores religiosos (medidos como la importancia de Dios en la vida
de los encuestados) y las autoubicaciones en la escala ideológica han sido siempre altas, y más elevados en
España que en cualquier otro país, incluyendo Holanda (con la excepción de la encuesta de los noventa); cf.
Sani y Montero (1986: 183-184) y Norris e Inglehart (2004: 206-207).
EL VOTO RELIGIOSO EN ESPAÑA Y PORTUGAL • 39
RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
religiosas siguen mostrando bajos niveles de significatividad aún cuando se excluya
la ideología, y algo parecido ocurre con la variable del aborto. Por lo tanto, la ausencia
de efectos directos diferenciados de la religiosidad en el voto en Portugal no parece
deberse a criterios técnicos, sino a razones sustantivas. Mientras que en España hay
motivos para pensar que la religiosidad importa, en Portugal las cosas son distintas: al
menos en lo relativo al voto a los grandes partidos, la religiosidad simplemente no es un
factor relevante.
Una vez completada la mitad de nuestros objetivos, podemos realizar ahora la segunda
estrategia esbozada al principio de esta sección. La tabla 6 muestra el resultado de un
modelo de regresión lineal en el que la ideología es tomada como variable dependiente.
Como variables explicativas hemos incorporado sólo unas pocas características del
encuestado, como el recuerdo de la ideología de su madre, su asistencia a la iglesia (de
Tabla 6.
Modelo de regresión lineal para explicar la ideología en España, 2002a
Ideología
Coeficientes Errores típicos
Ideología de la madre
Asistencia a la iglesia (CR: No creyente) 5,2343*** (0,2215)
Casi nunca 0,6662*** (0,1030)
Algunas veces al año 1,0612*** (0,1174)
Algunas veces al mes 1,0433*** (0,1404)
Casi cada domingo 1,3436*** (0,1296)
Más de una vez a la semana 1,9716*** (0,2629)
Ocupación (CR: Trabajador)
Pensionista 0,3913*** (0,1360)
Desempleado -0,1527 (0,1262)
Estudiante -0,0615 (0,1162)
Ama de casa 0,1974* (0,1060)
Ingresos familiares
Educación -0,0907*** (0,0249)
Edad -0,0132*** (0,0031)
Género 0,0910 (0,0740)
Constante 1,9638*** (0,2137)
Número de casos 1.848
F 92,76
Prob>F 0,00
R2 0,46
a Los niveles de significatividad estadística son los siguientes: *** p< 0,01; ** p< 0,05; * p< 0,10.
Fuente: Banco de Datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Encuesta 2.384, 2002.
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nuevo en formato dicotómico), el género, la edad, la educación (medida como el número
de años de escolarización y estudios), el empleo (en formato dicotómico) y los ingresos
familiares (como variable continua)14. Es claro que el modelo está especificado de modo
incompleto, sobre todo si tenemos en cuenta la preocupación de muchos estudios por
situar a la ideología en una coyuntura política cambiante y en constante evolución como
consecuencia de las estrategias de los partidos políticos (Torcal y Medina, 2002). Pero
ahora no nos interesan los contenidos partidistas de la ideología, sino su relación con
las variables que actúan en una fase más temprana. En pocas palabras, cuando los
votantes se sitúan en el continuo ideológico, ¿en qué medida se reflejan sus valores
religiosos?15
El modelo proporciona un buen resultado. En general, muestra una elevada capacidad
predictiva (con un pseudo R2 de 0,46). Además, la mayoría de los coeficientes, entre
ellos la religiosidad, es estadísticamente significativa. Al máximo nivel de significatividad
estadística, cualquier cambio desde la categoría de referencia a categorías de mayor
religiosidad desplaza al encuestado a la derecha. Dicho resultado confirma claramente
el estrecho vínculo entre religiosidad e ideología. En gran medida, las identidades
religiosas responden a orientaciones y valores religiosos previos. Especialmente en lo
que hace al voto al PP en España, niveles elevados de religiosidad llevan a los votantes
a posiciones ideológicas conservadoras que, en la mayoría de casos, se manifestarán
en un voto al PP. Pero lo mismo es cierto para los no creyentes. El distanciamiento
respecto a la religión se convertirá en posiciones ideológicas de izquierda que, de nuevo,
propiciarán el voto a partidos de izquierda.
Los análisis realizados en esta sección nos permiten formular dos conclusiones.
En primer lugar, los análisis empíricos que pretendan captar la verdadera magnitud
del efecto de la religiosidad en las preferencias partidistas deben ir más allá de la
observación de los efectos directos. En segundo lugar, la importancia de este tipo de
efectos es desigual. En Portugal, la debilidad de la religiosidad como predictor del voto
no esconde efectos indirectos de importancia. En España, por el contrario, la religiosidad
y la ideología dibujan una compleja interacción que distorsiona la influencia de la primera
sobre la decisión de voto.
14 Dado que los efectos indirectos eran muy débiles en el caso de Portugal, hemos decidido limitar esta
exploración al caso español.
15 Como ya hemos mencionado, el modelo incluye una variable que mide el recuerdo de la ideología
de la madre. Se supone que ello ayuda a poner a prueba el bien conocido argumento de la socialización,
que considera el aprendizaje de la ideología (y de la identificación con los partidos) como consecuencia del
proceso de socialización que tiene lugar en el seno de la familia. Algunos trabajos anteriores sobre este tema
han descubierto que, en lo relativo a la transmisión de valores, los vínculos entre los hijos y sus madres son
más estrechos que entre aquéllos y sus padres (Jaime, 2000; Jennings, Stoker y Bowers, 2001).
EL VOTO RELIGIOSO EN ESPAÑA Y PORTUGAL • 41
RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
esPaña y PoRtugal, iguales PeRo difeRentes
La tesis de la debilidad de la religiosidad en su relación con el voto ha sido también
defendida por los estudiosos del comportamiento político de los portugueses. Freire,
por ejemplo, (2003: 134-145), en la línea de lo apuntado por Gunther y Montero (2001)
y por Jalali (2007b y 2002), sostiene que los cleavages tradicionales han perdido
fuerza respecto a otros factores condicionantes del voto, como la posición ante temas
específicos. Naturalmente, y nosotros compartimos esta apreciación, también se
reconoce que los partidos situados en los extremos, (CDS/PP en la derecha, BE en la
izquierda) pueden ser más dependientes del voto religioso16.
Muchos de estos trabajos convierten al declive de los cleavages tradicionales en
una de las causas fundamentales de la particular conformación del sistema de partidos
portugués. Este sistema se caracteriza por la presencia de dos grandes partidos
políticos de centro, el PS y el PSD, que aglutinan la gran mayoría de los votos, y dos
formaciones extremas tanto por la izquierda (BE) como por la derecha (CDS/PP). Como
se ha señalado (Freire, 2005; Gunther 2004; Jalali, 2002), este sistema ha adoptado la
forma de un “cuasi-bipartidismo” sobre todo desde las elecciones generales de 1987, en
las que los portugueses pusieron fin a más de una década de gobiernos minoritarios e
inauguraron una nueva época de alternancia gubernamental entre el PS y el PSD. Las
muy elevadas tasas de volatilidad entre bloques que caracterizan al caso portugués
desde esa fecha sugieren también que el apoyo al PS o al PSD se otorga de manera
casi indistinta.
Por su parte, el debilitamiento de los anclajes estructurales del voto ha permitido a
los votantes ignorar su comportamiento en elecciones pasadas, concentrar su atención
exclusivamente en los dos partidos políticos de centro y desarrollar mecanismos de voto
estratégico. De este modo, el éxito de los dos principales partidos dependería no tanto
de las variables socioestructurales clásicas, como de factores coyunturales. Pese a ello,
cabría plantear un acercamiento diferente a la relación entre el sistema de partidos y
la evolución del cleavage o del voto religioso. Según defendemos, la debilidad del voto
religioso en Portugal aparecería como consecuencia, y no como causa, del formato del
sistema de partidos portugués. En un contexto de renacimiento de los conflictos políticos
en torno a los temas religiosos, como pudiera ser la despenalización del aborto, el voto
religioso permanece desactivado en Portugal ante la incapacidad de la oferta política
para generar espacios de diferenciación electoral que tengan a la religiosidad como
punto de partida. De ahí que resulte esencial examinar los procesos fundacionales a
través de los cuales se establecieron las primeras alianzas entre los partidos y sus
votantes y se formaron después, en las primeras elecciones democráticas, los sistemas
de partidos. Estas alianzas han generado luego posibilidades de identificación que
16 Hemos discutido con mayor amplitud estas cuestiones en Calvo, Martínez, Montero y Jalali (2007:
173-176), en el que también hemos considerado a las elecciones de los años ochenta.
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pueden ser realizadas o no en función de las preferencias y de las estrategias de las
elites, tanto políticas como eclesiásticas.
A pesar de la expresa determinación de los dirigentes religiosos y de las elites
políticas de no politizar la religión (Linz, 1993), los electores españoles encontraron
mecanismos para apreciar las diferentes intensidades de los perfiles religiosos de los
principales partidos, mucho más acusados, por ejemplo, en el caso de AP que en los del
PSOE o del PCE (Gunther, Montero y Botella, 2004: 270 ss.). Entre esos mecanismos
cabría destacar tanto los vínculos explícitos con el reciente pasado franquista como las
preferencias ideológicas y morales transmitidas por las elites en las primeras elecciones
españolas. Los votantes portugueses, en cambio, se enfrentaban a una tarea más
compleja. Con un sistema partidista basado en el poderoso legado de la Revolución, y
en un contexto en el que los principales partidos hubieron de concentrar sus esfuerzos
en la implantación de instituciones democráticas que sucedieran a las revolucionarias
ocupadas por los militares (Fishman, 2005), la posibilidad de que los electores pudieran
apreciar los respectivos contenidos religiosos del PS y del Partido Popular Demócrata
(PPD), y del PDS como su sucesor a partir de 1979, era prácticamente nula y, en
realidad, resultaba innecesaria. Como ha subrayado Jalali (2004: 90-91), la debilidad de
la religión y de la clase social como factores explicativos del comportamiento electoral
se debe a que fueron superados por el cleavage de la selección del régimen (es decir, el
modo en que la sociedad y el Estado deberían ser organizados) en el momento crucial
de la movilización política de masas en la sociedad portuguesa. Este conflicto colocó a
una gran parte del electorado en el centro, influido en gran medida por factores políticos
de corto plazo. Además, el izquierdismo dominante en la primera fase de la transición
trajo consigo una deslegitimación radical de las fuerzas políticas conservadoras, lo que
les impidió en esos años fundamentales el establecimiento de vínculos partidistas con
sus bases sociales propias. Y por si lo anterior fuera poco, el legado revolucionario y
militar obligó posteriormente a los partidos centristas y conservadores a formar alianzas
electorales y coaliciones gubernamentales que impidieron su respectiva diferenciación
ideológica, lo que a su vez contribuyó a mantenerlos alejados de esas bases sociales y
a desatender sus preferencias (Magalhães, 2003: 193-194).
Es cierto, de otra parte, que en ambos países existía un potencial considerable para
la reproducción del conflicto religioso. En ambos se amontonaban además los problemas
de naturaleza religiosa (como el aborto, el divorcio o la educación religiosa), que habían
de ser abordados por los nuevos gobiernos democráticos en las fases iniciales del
cambio político. Las soluciones adoptadas en ambos países fueron diferentes. En
Portugal, como acabamos de señalar, las peculiaridades de un proceso de transición
democrática que debía también gestionar un poderoso movimiento revolucionario
llevaron a la anulación de la presencia pública de los temas religiosos, lo que ha tenido
consecuencias determinantes en el voto. En España se optó en un primer momento
por despolitizar los temas religiosos para retrasarlos luego a un futuro más o menos
cercano, cuando los correspondientes gobiernos hubieran de tomar necesariamente
decisiones legislativas en materias como, por ejemplo, las del aborto o los criterios de la
EL VOTO RELIGIOSO EN ESPAÑA Y PORTUGAL • 43
RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
Grafico 1.
Religiosidad y apoyo a los partidos en España, 1983-2004
Grafico 2.
Religiosidad y apoyo a los partidos en Portugal, 1983-2002
44 • JOSÉ RAMÓN MONTERO, KERMAN CALVO Y ÁLVARO MARTÍNEZ
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financiación educativa. Los políticos españoles eran conscientes de que se trataba de
problemas políticos de primer orden. De ahí que incluyeran en la política del consenso la
“desconflictualización”, si se nos permite la expresión, de las cuestiones religiosas, y que
relegaran a momentos posteriores, con el nuevo régimen democrático ya eventualmente
consolidado, su problemática regulación legislativa (Montero y Calvo, 1999; Gunther,
Sani y Shabad, 1986: cap. 6). En fin, la evolución posterior de los acontecimientos
políticos en ambos países no ha hecho más que acentuar estas diferencias. Desde los
años noventa, en España, los conflictos aparecidos en torno a las políticas de educación,
las cuestiones morales como el matrimonio homosexual o las relaciones Iglesia-Estado
han enriquecido el perfil del PP como partido religioso y moralmente conservador frente
a la posición progresista en cuestiones morales del PSOE (Calvo y Montero, 2000). En
cambio, en Portugal, tanto el PS como el PSD han seguido compartiendo posiciones
básicamente similares sobre los principales problemas religiosos y morales (Jalali, 2004).17
Todo ello ha cristalizado en los distintos perfiles religiosos de los principales partidos.
De acuerdo con los datos incluidos en los gráficos 1 y 2, los dos principales partidos
portugueses han mostrado desde principios de los años ochenta perfiles religiosos muy
similares. Entre los votantes de los partidos competidores, proporciones superiores al
50 por ciento estaban constituidos por aquellos a los que hemos denominado “católicos
nucleares”18. En un país situado sistemáticamente entre los más religiosos de Europa,
los principales partidos compiten por un electorado que, pese a los cambios sociales o
morales ocurridos, es, en su inmensa mayoría, y en términos religiosos, prácticamente
uniforme. Por otra parte, es claro que el dadas las diferencias existentes, la decisión de
voto tiene una lógica distinta cuando se trata de optar entre las grandes formaciones
moderadas, de una parte, y los partidos más extremos, de otra. En España, por el
contrario, los perfiles religiosos del PSOE y de Alianza Popular (AP) y PP han sido muy
distintos desde el principio. Pese a que en 1982 el PSOE “venciera” a AP en todas y
cada una de las categorías religiosas, AP/PP consiguió después sus mejores resultados
relativos en las categorías precisamente más religiosas.
Una segunda diferencia entre nuestros dos países tiene que ver con la evolución de
la relación triangular entre religiosidad, ideología y partido votado. Un hallazgo clave de
este artículo es que, mientras que en Portugal la ideología no obstruye el efecto de la
religiosidad en el voto a un partido, en España sí lo hace. Ello explica la ausencia de efectos
indirectos en el caso portugués. Las tablas 7 (para España) y 8 (para Portugal) muestran
simplemente los datos de la relación entre religiosidad, ideología y partido votado. Las
17 Después del reciente referendo sobre el aborto en Portugal, celebrado en febrero de 2007, este consenso
parece haberse roto. El Partido Socialista, en el gobierno, apoyó decididamente el a la despenalización
mientras que muchos dirigentes del PSD, en la oposición, hizo campaña en contra junto con otros partidos,
entre ellos, por supuesto, el CDS/PP.
18 Los católicos “nucleares” son quienes acuden a la iglesia al menos una vez a la semana; los “nominales”,
quienes lo hacen una vez al mes o menos; y los “no creyentes” no lo hacen nunca.
EL VOTO RELIGIOSO EN ESPAÑA Y PORTUGAL • 45
RIS, vol. LXVI, Nº 51, SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 19-54, 2008. ISSN: 0034-9712
Tabla 7.
Religiosidad, partido votado e ideología en España, 1982 y 2004 (en % horizontales)
Ideología
b
Religiosidad
a
Total Izquierda Centro-izquierda Centro 1 Centro 2 Centro-derecha Derecha
Voto 1982 2004 1982 2004 1982 2004 1982 2004 1982 2004 1982 2004 1982 2004
Católicos nucleares AP-PP 28 40 -- 1 1 2 6 18 14 18 64 44 14 16
UCD-CDS
c
10 -- 3 44 29 23 2
PSOE 29 33 6 7 47 52 35 31 7 6 4 3 -- 1
PCE-IU 1 2 70 28 20 71 10 -- -- -- -- -- -- --
Católicos nominales AP-PP 16 21 -- -- 2 1 13 24 16 27 59 40 10 8
UCD-CDS
c
6 -- 11 40 38 11 --
PSOE 56 47 9 14 64 58 21 22 3 3 2 2 -- --
PCE-IU 1 4 50 34 37 54 12 10 -- -- -- -- -- 2
No creyentes AP-PP 5 8 1 -- 5 7 7 25 26 21 54 27 7 20
UCD-CDS
c
2 -- 28 53 17 -- 3
PSOE 53 47 15 22 68 57 13 16 2 4 1 -- -- 1
PCE-IU 6 9 67 39 29 52 4 5 -- 2 -- -- -- 2
a
Ésta es una tabla de contingencia de tres entradas. La religiosidad ha sido agrupada en tres categorías básicas: “católicos nucleares”, “católicos nominales” y “no
creyentes”. En 1982, los católicos nucleares son quienes se consideran “muy buenos católicos” o “católicos practicantes”; los “católicos nominales” declaran ser
“católicos no muy practicantes”; finalmente, los “no creyentes” son los “no practicantes”, “indiferentes” o “ateos”. En 2004, la categoría de “católicos nucleares” está
formada por quienes asisten a la iglesia “todos los días”, “más de una vez a la semana” o “una vez a la semana”; los “católicos nominales” son quienes asisten a la
iglesia “una vez al mes”, “sólo en ocasiones especiales” o “con menor frecuencia”; finalmente, los “no creyentes” son aquellos que “nunca” van a la iglesia.
b
Izquierda comprende los valores 1 y 2 de la escala; Centro-izquierda, los valores 3 y 4; Centro 1, el valor 5; Centro 2, el valor 6; Centro-derecha, los valores 7 y
8; y Derecha, los valores 9 y 10.
c
Unión de Centro Democrático (UCD) en 1979 y Centro Democrático y Social (CDS) en 1982.
Fuentes: Encuesta DATA, 1982, y Encuesta TNS/Demoscopia, 2004.
46 • JOSÉ RAMÓN MONTERO, KERMAN CALVO Y ÁLVARO MARTÍNEZ
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Tabla 8.
Religiosidad, partido votado e ideología en Portugal, 1983 y 2002 (en % horizontales)
Ideología b
Total Extrema Izquierda Centro- Centro Centro- Derecha Extrema
izquierda izquierda derecha derecha
Religiosidad a Voto 1983 2002 1983 2002 1983 2002 1983 2002 2002 1983 2002 1983 2002 1982 2002
Católicos
nucleares APU/BEc 4 3 46 17 31 -- 15 33 50 8 -- -- -- -- --
PS 48 37 3 5 12 19 47 13 42 19 5 9 9 9 5
PSD 31 46 -- -- 3 3 16 -- 15 25 8 40 41 17 31
CDS/PPd 16 13 2 -- -- 4 10 -- 8 14 11 42 35 32 42
Católicos
nominales APU/BEc 19 9 33 28 51 30 10 19 16 4 3 1 3 -- --
PS 51 44 4 5 18 15 43 32 30 20 8 11 5 4 4
PSD 21 42 -- 1 2 1 20 1 22 34 16 32 45 12 13
CDS/PPd 9 5 -- -- 6 6 11 -- 31 8 -- 57 25 17 37
No creyentes APU/BEc 32 16 42 48 37 30 15 9 9 2 4 2 -- 1 --
PS 44 42 8 5 24 17 50 33 29 13 5 1 9 3 2
PSD 18 37 -- -- 2 2 17 2 16 45 18 28 53 8 10
CDS/PPd 5 5 -- -- 7 -- -- -- 28 20 -- 47 28 27 43
a Ésta es una tabla de contingencia de tres entradas. En 1983, los “católicos nucleares” son quienes asisten a la iglesia “más de una vez a la semana” o “cada domingo”;
los “católicos nominales” quienes asisten a la iglesia “dos veces al mes” o “a veces”; y los “no creyentes” aquéllos que “nunca van a la iglesia”. En 2002, los “católicos
nucleares” asisten a la iglesia “una vez o más a la semana”; la categoría de “católicos nominales” agrupa a quienes van a la iglesia “dos o más veces al mes”, “una
vez al mes” o “de dos a once veces al año”; finalmente, la categoría de “no creyentes” integra a los que asisten a la iglesia “una vez al año” o “nunca”.
b En 1983, la ideología se ha construido de la misma forma que para España. Sin embargo, en 2002 existen ligeras diferencias porque la pregunta original establece
una escala de 11 valores del 0 al 10, con 5 como valor modal. Por esta razón hemos introducido una nueva categoría llamada “centro” para dicha posición. Las
categorías de la variable son: 0-1, Extrema izquierda; 2-3, Izquierda; 4, Centro-izquierda; 5, Centro; 6, Centro-derecha; 7-8, Derecha; 9-10, Extrema derecha.
c En las elecciones de 1983, la Aliança Povo Unido (APU) formó una coalición que incluía al Movimento Democrático Português (MDP) y al Partido Comunista
Português (PCP). En 2002, el Bloco de Esquerda (BE), un nuevo partido de izquierda alejado del PCP, se coligó con los comunistas en las elecciones.
d Centro Democrático Social/Partido Popular (CDS/PP), el partido más conservador de Portugal, formó también una coalición con otros partidos conservadores de
menor entidad en las elecciones de 2002.
Fuentes: Estudio de Cuatro Naciones, realizada por el CIS en 1985, y encuesta ICS, 2002.
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columnas tercera y cuarta resumen las preferencias electorales de los diferentes grupos
religiosos. Pese a su carácter básico, esa información revela una vez más interesantes
diferencias entre España y Portugal. Si en el caso español los votantes religiosos han ido
adoptando con el paso del tiempo unas intenciones de voto cada vez más diferenciadas,
en el portugués la irrelevancia de la religión parece haberse reforzado, por así decir: en
2002, cada grupo religioso se distribuía similarmente entre los dos principales partidos.
En las elecciones españolas de 2004, en cambio, los católicos nucleares (que suponían
cerca de un 20 por ciento de la población) optaron por hacerlo por el PP, mientras que
los no creyentes (cerca de un 40 por ciento) prefirieron el PSOE.
Estos datos confirman también que en Portugal la religiosidad está vinculada con la
ideología de un modo diferente al de España. En ambas tablas se recoge asimismo la
distribución entre categorías ideológicas de los individuos según su nivel de religiosidad y
el partido al que han votado. Por ejemplo, lo porcentajes mostrados en la primera fila de la
tabla 7 representan la distribución ideológica de los católicos nucleares que votaron a AP
en 1982 (28 por ciento) y al PP en 2004 (40 por ciento). ¿En qué medida la distribución
adopta una forma distinta para cada partido, dependiendo de la religión del encuestado?
Si así ocurriera, podríamos concluir que la ideología se encuentra íntimamente ligada a la
religión. En caso contrario, la conclusión sería que las identidades ideológicas se forman
independientemente de las identidades religiosas, lo que a su vez estaría sugiriendo
una definición de la ideología libre de valores religiosos. De acuerdo con lo que cabe
esperar, los contrastes son notables. Mientras que en Portugal la distribución ideológica
de los votantes de cada partido responde a la misma pauta con independencia del grupo
religioso, en España la forma de esa distribución parece depender en gran medida del
nivel de religiosidad. Sirva como ejemplo el voto al PP. En el supuesto de los católicos
nucleares que votaron al PP, los conservadores (centro-derecha) copaban un 60 por
ciento de la categoría. Pero sólo el 47 por ciento de los no creyentes que habían votado
al PP se situaba en posiciones ideológicamente conservadoras, unas variaciones que no
pueden encontrarse en el caso portugués.
ConClusiones
En este artículo hemos identificado similitudes notables y a la vez diferencias llamativas
sobre la relación entre religión y política en España y en Portugal: utilizando los
conocidos términos de Arthur Schopenhauer, esa identificación ha tenido una cierta
lógica de eadem, sed aliter. Es probable que la similitud más importante radique en que,
a pesar de la tradición de conflictos crónicos alrededor de la religión en ambos países, el
potencial para el cleavage religioso no haya sido nunca realizado. A finales de los años
setenta, los procesos de transición democrática contenían factores que podrían haber
generado un profundo conflicto religioso. De modo más o menos implícito, en ambos
casos existían rescoldos de un virulento anticlericalismo asociado a experiencias de
regímenes republicanos que fracasaron y que fueron sustituidos por largos regímenes
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autoritarios, que a su vez disfrutaron del apoyo de la Iglesia. De haberlo querido, las
nuevas elites políticas de las nuevas democracias habrían podido polarizar el cleavage
religioso sobre la base a la politización de distintos conflictos religiosos que hubieran
podido fácilmente trasladarse a la arena electoral.
Las diferencias entre España y Portugal en cuanto a religiosidad tienen lugar a
distintos niveles. Por una parte, esas diferencias están vinculadas con divergencias
sustantivas, cifradas en los distintos mapas religiosos o en diferentes sistemas de
partidos. Por otra parte, existen también diferencias de sumo interés en los mecanismos
que canalizan las identidades religiosas hacia el voto a un partido. Si en España los
valores morales tienen un papel relevante en la formación de identidades ideológicas,
en Portugal el posicionamiento en el continuo izquierda-derecha depende mucho menos
de aquéllos. El análisis en profundidad de las razones que otorgan a la “izquierda” y a
la “derecha” significados diferentes en distintos países supera obviamente los límites
de este artículo. Sabemos, al menos, que gran parte de las diferencias entre nuestros
casos procede de las distintas formas de configuración de la ideología. En España, las
identidades religiosas se transforman en gran medida en identidades ideológicas. En
Portugal, pese a los muchos puntos comunes existentes, el proceso se ha desarrollado
de forma radicalmente diferente.
España y Portugal presentan una interesante divergencia adicional en términos de
religiosidad y voto. A pesar de sus bien conocidas similitudes, fundamentadas en la
geografía, la cultura y la historia, ambos países han acabado desarrollando supuestos
diferentes para el desarrollo del voto religioso. Nuestros modelos parecen poner en
duda la existencia de un cleavage religioso que divida a los votantes y que incentive la
formulación por los partidos de estrategias basadas en la movilización de identidades
religiosas para maximizar sus posibilidades electorales. En los años setenta, las
primeras elecciones democráticas tuvieron lugar en el contexto de unos conflictos
religiosos que fueron deliberadamente amortiguados, cuando no silenciados. Tanto en
España como en Portugal, pero por distintos motivos, los líderes políticos excluyeron
deliberadamente la estrategia de re-creación de fuertes identidades religiosas durante la
formación de los nuevos sistemas de partidos. Durante los años ochenta, las identidades
religiosas quedaron así reducidas a desempeñar un papel secundario en la definición
de los posicionamientos electorales. Algún tiempo después, sin embargo, y en el marco
relativamente común de ausencia de un cleavage religioso, nuestros datos confirman
la aparición en España de un voto religioso de considerable fortaleza. Pese a no ser
decisivo, su presencia convierte a la religiosidad, a la hora de optar por un partido político,
en un factor relevante para reforzar las preferencias electorales de los españoles, en
especial las del por lo demás menguante grupo de los católicos nucleares.
Estas conclusiones apuntan a la necesidad de estudiar con mayor profundidad los
mecanismos que conectan la política con las decisiones de los votantes. Sobre todo
en el caso de España, el fortalecimiento del voto religioso está íntimamente ligado a
las transformaciones de los cálculos electorales de los principales partidos nacionales.
Las confrontaciones en torno a temas de carácter moral y religioso se han añadido,
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y a veces han reemplazado, a los debates en torno a cuestiones redistributivas y
económicas. Aunque todavía sea temprano para medirlo, algo similar puede estar
ocurriendo en Portugal al calor de la reciente reforma legal del aborto. Los dirigentes
partidistas emplean las cuestiones religiosas y morales para buscar nuevos espacios
de significación en contextos donde las estrategias basadas en políticas económicas
y sociales pueden mostrar signos de agotamiento, o cuando acuden a aquéllas para
disminuir los posibles castigos electorales tras una gestión gubernamental caracterizada
por rendimientos negativos. Los votantes, naturalmente, perciben las consecuencias: a
ambos lados de la frontera, se ven en la necesidad de elegir entre visiones morales y
religiosas contrapuestas, en un proceso que les lleva a incorporar a su comportamiento
como ciudadanos cuestiones esencialmente privadas ligadas a la fe, la moral o las
orientaciones acerca de lo que sea una sociedad justa.
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RECIBIDO: 20/06/07
ACEPTADO: 13/12/07
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Chapter
Full-text available
This chapter explores the explanatory power of the social cleavage model presented by Lipset and Rokkan in the 1960s. According to most of the dominant literature, the explanatory power of this model has declined over time. This trend is confirmed in this chapter. However, the findings in this chapter also show that social cleavage voting must be seen as the result of an interaction between groups in society on the one hand, and the political parties on the other. Changes in party appeal or party strategies are important factors to consider to understand the evolution of social cleavage voting.
Article
Polarisation is the best single explanatory variable for stable versus unstable, functioning versus non-functioning, successful versus immobile, and easy versus difficulty democracy. The most significant form is usually the left-right variety, largely because the spatial imagery subsumes under its ordering the issues that acquire political salience. -after Authors