ArticlePDF Available

Figures

Content may be subject to copyright.
MUNIBE (Antropología y Arqueología) Suplemento N.º 6 45
-
64 SAN SEBASTIAN 1988 ISSN 0027
-
3414
Metodología para
la
investigación en arqueología territorial.
Methodology in regional archaeology.
G. RUIZ ZAPATERO *
F. BURILLO MOZOTA **
PALABRAS CLAVE: Metodología, Arqueología territorial, Prospección de superficie, Yacimiento arqueológico, Geoarqueología y Análisis
Espacial.
RESUMEN
La Metodología para la investigación en Arqueología territorial comprende tres aspectos básicos: la Prospección, la Geoarqueología
y el Análisis Espacial. Se discuten (1) los distintos procedimientos modernos de prospección de superficie, (2) las posibilidades de eva
-
luación de los contextos arqueológicos y (3) los medios analíticos para estudiar la distribución y relaciones entre asentamientos.
SUMMARY
Regional Archaeology includes three important issues: field surveys, Geoarchaeology and Spatial Analysis. The modern techniques
in field survey, the evaluation of archaeological contexts and the methods to analys the distribution and relations between settlements
are discussed.
Actualmente la Arqueología se encuentra en una
fase de clarificación metodológica de sus objetivos.
Es un ejemplo el variado número de términos que
se están acuñando para denominar distintos enfo
-
ques de la misma (COURBIN, 1982, 14; G
ALLAY
1986,
46
-
99). Esta parcelación terminológica conlleva el
peligro de crear la apariencia de encontrarnos ante
diversas Arqueologías
-
«falsas Arqueologías»
-
,
cada una con su entidad propia, aislada, que cum
-
ple en su desarrollo un fin completo, nada sería epis
-
temológicamente más peligroso. Y así como esas
«falsas Arqueologías» no son más que aproximacio
-
nes específicas a aspectos concretos del registro ar
-
queológico, el estudio del Territorio también debe en
-
focarse, simplemente, como uno de los temas a
investigar dentro de una concepción globalizadora
de la Arqueología.
*
Universidad Complutense (Madrid). Departamento de Prehistoria
28040 Madrid. ESPAÑA
** Colegio Universitario de Teruel, Departamento de Ciencias de
la Antigüedad
44002 Teruel. ESPAÑA
Es necesario delimitar conceptualmente la Ar
-
queología del Territorio, o Arqueología Territorial,
como enuncia la ponencia encomendada, ya que no
se corresponde exactamente con denominaciones
en otras tradiciones arqueológicas y apenas tiene un
contenido explícito en la nuestra propia.
En los estudios paleoeconómicos de la Escuela
de Cambridge (Site Catchment Analysis) «Territorio»
es el área habitualmente explotada desde un asen
-
tamiento (H
I
GG
S
y V
I
T
A
-
F
I
N
Z
I
1972, 30), aunque pos
-
teriormente ha sido calificado como «Territorio de ex
-
plotación» (B
AYLEY
y D
A
V
I
D
S
O
N
1983). Obviamente
este es un concepto muy limitado que, aunque como
veremos forma parte de la Arqueología Territorial, no
es relevante para la clasificación conceptual que pre
-
tendemos.
El término Espacio, como se ha señalado desde
una perspectiva antropológica (G
A
R
C
I
A
1976, 25),
constituye uno de esos conceptos polisémicos, que
por sólo, sin precisiones calificativas, se vacía a
causa de su generalidad. La territorialidad se asien
-
ta sobre un sustrato espacial, y cualifica el concep
-
to de espacio. Desde una óptica humana el territo
-
46 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
rio es un espacio socializado y culturizado donde
transcurren las relaciones de las sociedades huma
-
nas (P
ROUDFOOT
1981), y por lo tanto se convierte en
producto mismo de ellas, permitiendo con su análi
-
sis la lectura de las mismas (RUIZ y M
OLINOS
1984,
187).
Por otro lado el concepto de territorio hace refe
-
rencia a las características físicas y naturales de una
extensa superficie de tierra, siendo así, en cierta ma
-
nera, sinónimo de región, pero también al control hu
-
mano del mismo. Es pues un concepto más estricto
que el de espacio, cuya acepción es más amplia y
genérica, sin embargo la utilización de este término
por la Geografía y por la Arqueología, con un senti
-
do restrictivo, lo convierte en sinónimo de territorio
(R
ENFREW
1983). Desde esta perspectiva que juzga
-
mos la más adecuada, la Arqueología Territorial se
podría corresponder al Análisis Regional en Arqueo
-
logía o Arqueología Regional (J
OHNSON
1977).
La Arqueología Territorial o Regional incluye,
pues, una serie de aproximaciones relacionadas en
-
tre si (fig. 1). Previamente hay que seleccionar y de
-
limitar la región objeto de estudio y plantear los ob
-
jetivos e hipótesis de trabajo. La prospección de
superficie es el camino más importante para descu
-
brir yacimientos y acercarse a la Arqueología del pai
-
saje (landscape archaeology) (C
RAWFORD
1953; B
RAD
-
FORD 1957; F
OWLER
1972; A
STON
y R
OWLEY
1974)
como estudio del conjunto de rasgos del mundo real
-
natural, semi
-
natural o completamente artificial —
que dan carácter y diversidad a la superficie terres
-
tre sobre la que viven las comunidades humanas
(R
OBERTS
1987). En esta tarea de búsqueda y locali
-
zación de yacimientos y evaluación del paisaje jue
-
ga también un papel importante la Geoarqueología,
que a través de distintas ciencias de la tierra, espe
-
cialmente la geomorfología y la petrografía sedimen
-
taria, ayuda a la interpretación de los contextos ar
-
queológicos (G
LADFELTER
1977 y H
ASSAN
1979), y que
también encuentra otro tipo de ayuda en la denomi
-
nada environmental archaeology (S
HACKLEY
1985),
que a diferencia de la Arqueología del paisaje extien
-
de su dominio a aspectos como la reconstrucción
paleoclimática y paleoecológica (B
RADLEY
1985).
Una vez realizada la tarea de prospección, las evi
-
dencias conseguidas constituyen una Carta Arqueo
-
lógica bastante rigurosa y completa, lo que ya tiene
valor de por sí, pero no cabe duda que es el análisis
Figura 1. Esquema metodológico para una investigación en Arqueología Territorial.
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL 47
del poblamiento prehistórico la tarea que se abre a
continuación, como forma de comprender la distri
-
bución y relaciones entre los asentamientos. La ar
-
queología de los asentamientos o de los patrones
de asentamientos de los años 60 (C
HANG
1968 y
P
ARSONS
1972), dejó paso en los 70 a la Arqueolo
-
gía Espacial, que incorporó numerosos instrumen
-
tos analíticos de la Geografía, esencialmente de la
Geografía Locacional (H
AGGETT
1965), y dió nuevas
dimensiones a los patrones de asentamiento (H
OD
-
DER y O
RTON
1976, C
LARKE
1977, H
ODDER
1977, 1978,
1984 y H
ODGES
1987). En los 80 la Arqueología Es
-
pacial se ha extendido a nivel macro al estudio de
fronteras y límites culturales y a nivel micro ha pro
-
fundizado en el estudio de áreas de actividad espe
-
cífica, organización de conjuntos de artefactos y re
-
laciones entre ellos (H
IETALA
1984 y C
ARR
1984).
Como objetivos generales de la Arqueología Es
-
pacial cabe señalar uno estático, la visión sincróni
-
ca: el modelo de poblamiento de una época, y otro
dinámico, la visión diacrónica: la evolución del po
-
blamiento en una región. Los modelos de poblamien
-
to a su vez, pueden interpretarse como información
para el diseño de futuras prospecciones. Por último,
los resultados de la prospección posibilitan una me
-
jor selección de los yacimientos a excavar, de aque
-
llos a sondear, de aquellos a proteger y preservar
para la investigación futura (B
ARKER
1986). La pros
-
pección debe tener un estatus propio, aunque siem
-
pre debe complementarse con la excavación, que en
última instancia podrá aumentar siempre y confir
-
mar o refutar, según los casos, los datos de pros
-
pección.
En conclusión la metodología para la investiga
-
ción en Arqueología Territorial que va a abordar esta
ponencia concierne fundamentalmente al yacimien
-
to arqueológico y a la metodología para estudiar su
manifestación superficial: la prospección, al territo
-
rio y las variaciones a que puede estar sometido, y
a los instrumentos analíticos para su estudio: la Ar
-
queología Espacial. O lo que es lo mismo, la investi
-
gación regional a través de la búsqueda y localiza
-
ción de yacimientos, la evaluación de sus contextos
y el estudio de su distribución y relaciones.
1. EL YACIMIENTO ARQUEOLOGICO:
LOCALIZACION Y PROSPECCION DE SUPERFICIE
La investigación de un territorio debe partir de
una hipótesis de trabajo, a la que debe supeditarse
la estrategia de prospección. Una vez localizados y
valorados los yacimientos se establecen las vías de
análisis que nos proporciona la Arqueología Espa
-
cial. La prospección ha sido una constante en la Ar
-
queología tradicional, sin embargo ha estado rele
-
gada a una categoría inferior en el campo de las
investigaciones y subordinada a la excavación. Era
necesario valorar las grandes posibilidades que «per
-
se» proporciona la prospección y desarrollar un mar
-
co teórico y específico para ella. Esta tarea supuso
una ruptura con la Arqueología tradicional y se ini
-
ció en los años 60 dentro de la New Archeology
(B
INFORD
1964). Desde entonces ha conocido un
gran desarrollo en la tradición norteamericana
(S
CHIFFER
et alii 1978; P
LOG
eta alii 1978; A
MMERMAN
1981), británica (H
OGG
1981; H
ODDER
y M
ALONE
1984;
B
INTLIFF
y S
NODGRASS
1985; L
IDDLE
1985; M
ACREADY
y
T
HOMPSON
1985; S
HENNAN
1985), más tardíamente
en la escandinava (J
ACOBSEN
1984; V
ORTING
1984),
francesa (FERDIÉRE y Z
ADORA
-
R
IO
1986) y española
(Ruiz Z
APATERO
1983, en prensa a; F
ERNANDEZ
M
ARTINEZ
1985), en donde no es extraño que recibiera un tra
-
tamiento especialmente reivindicativo en el Coloquio
de Arqueología Espacial de Teruel de 1984. Este gran
desarrollo se ha debido tanto a su aspecto práctico,
de realización de inventarios de patrimonio arqueo
-
lógico, como al marco teórico que proporciona su ca
-
pacidad de ofrecer datos fundamentales para el es
-
tudio global de un territorio determinado.
A pesar de todo ello, falta todavía en la prospec
-
ción un mayor desarrollo metodológico adaptado a
las características de cada región. De hecho no re
-
sulta exagerado afirmar que hay tantas técnicas de
prospección como regiones (FERDIÈRE y Z
ADORA
-
R
IO
1986, 170). La próxima década verá, con toda se
-
guridad, un crecimiento e interés excepcional en el
nuevo enfoque de la prospección de superficie.
La técnica de prospección de superficie se pue
-
de complementar o sustituir, en determinadas con
-
diciones, por la fotografía aérea, cuya importancia
y análisis, aunque fuera meramente bibliográfico
alargaría enormemente esta ponencia, así como por
otras técnicas de prospección de subsuelo como los
medios instrumentales de magnetometría, resisten
-
cia eléctrica de suelos y radar de subsuelos, los test
químicos, especialmente los análisis de fosfatos y
por último los sondeos de subsuelo, en forma de ta
-
ladros o los llamados test
-
de pala.
1.1. Concepto de yacimiento
El objetivo inmediato de toda prospección es la
localización de yacimientos. Hasta hace pocos años
a nadie se le hubiera ocurrido que era necesario de
-
finir lo que es un yacimiento, por lo supuestamente
obvio del concepto, pero ha sido precisamente el de
-
sarrollo de la prospección moderna lo que ha pues
-
to de manifiesto la necesidad de definir el yacimiento
frente al hallazgo aislado (non
-
site) por las implica
-
ciones prácticas que tiene en la propia prospección
y en ese sentido es preciso recordar que «el reco
-
nocimiento y delimitación de un yacimiento es un
acto de interpretación y no de observación» (C
HERRY
1984, 119).
48 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
Algunos autores han argumentado que en reali
-
dad los yacimientos son sólo una parte de un conti
-
nuum de distribución de artefactos y que se definen
en relación a la visibilidad y al nivel de densidad de
restos en superficie a través de toda la región estu
-
diada (F
OLEY
1981; G
ALLANT
1986). Varias de las de
-
finiciones de yacimiento (J
UDGE
et alii 1975, 83;
S
ARG
1974, 110; K
ELLER
y R
UPP
1983, 26
-
7) coinci
-
den en líneas generales: lugares de concentración
de materiales arqueológicos y restos de actividad hu
-
mana en el pasado; así los elementos constituyen
-
tes de un yacimiento, y que por tanto hay que de
-
tectar, son, artefactos, elementos estructurales,
horizontes de suelos antrópicos y anomalías en el
suelo originadas por el hombre. De esos constitu
-
yentes los artefactos son los más visibles desde su
-
perficie y por eso las técnicas para detectarlos se
-
rán las técnicas de prospección más efectivas: la
prospección que venimos considerando.
Pero en esa definición no queda claro como di
-
ferenciar un yacimiento de hallazgos más dispersos
o de lo que se ha llamado «ruido de fondo» (G
ALLANT
1986), para ello otros autores han recurrido a un cri
-
terio más rígido: una determinada densidad de arte
-
factos por m
2
(P
LOG
y H
ILL
1971, 8; D
OELLE
1977,
202) o por unidad de prospección, p.e. parcelas (AS-
TILL y D
AVIES
1982). Una definición más matizada y
menos rígida sería «un lugar con restos materiales
de actividad humana discreto y potencialmente in
-
terpretable. Entendiendo por discreto, limitado con
los bordes marcados al menos en cambios relativos
en la densidad de restos» (P
LOG
et alii 1976, 389).
En fin, una alternativa más radical a la definición de
yacimiento ha sido cambiar la orientación de la in
-
vestigación más allá del yacimiento y considerar el
elemento cultural (artefacto, lasca, etc.) como la uni
-
dad mínima e ignorar el concepto de yacimiento tra
-
dicional (T
HOMAS
1975, 62).
1.2. La planificación de la prospección de superficie.
Frente a la prospección tradicional las nuevas
tendencias están creando una metodología de pla
-
nificación de esta técnica de investigación arqueo
-
lógica, que vamos a tratar de resumir esquemática
-
mente (vid. fig. 2). El primer paso consiste en realizar
la elección del área de prospección. Los límites de
la misma pueden establecerse según criterios arbi
-
trarios, naturales y culturales. Como paso previo al
-
gunos proyectos efectúan un estudio geológico y
edafológico de la zona, que puede resultar de gran
interés para el diseño de la propia prospección (B
IN
-
TLIFF y S
NODGRASS
1985, 127 ss. y R
UPP
1984). Pos
-
teriormente se ha de determinar el tamaño o escala
del área de prospección, valorándose para ello la ac
-
cesibilidad del terreno y los recursos disponibles.
Una vez determinada la zona de prospección hay
que decidir que tipo de prospección se va a realizar,
y básicamente existen dos opciones, prospección de
cobertura total y de muestreo.
Aquí hay que introducir el concepto de intensi
-
dad de la prospección que se ha definido como la
cantidad de esfuerzo dedicado a la inspección del
área de estudio o el grado de detalle con que se ins
-
pecciona la superficie del área prospectada (S
CHIF
-
FER et alii 1978; P
LOG
et alii 1978). El grado de inten
-
sidad tiende últimamente a medirse directamente
por el intervalo o distancia que se deja entre los pros
-
pectores, estando demostrado que a medida que se
incrementa la intensidad aumenta el número de ya
-
cimientos descubiertos. Parece muy razonable que
un proyecto se inicie con una intensidad muy alta
y con la experiencia de cada campaña se vaya mo
-
dificando buscando la mejor relación esfuerzo
-
resultados (B
INTLIFF
y SNODGRASS 1985, 127-137). In
-
cluso recientemente se están desarrollando cálcu
-
los de probabilidad de localización de yacimientos
teniendo en cuenta las dimensiones de los mismos
y el intervalo de espaciamiento en la prospección,
pudiendo estimar así la probabilidad de localizar ya
-
cimientos de varios tamaños, según los diferentes
valores del intervalo de espaciamiento (K
RAKER
eta
alii 1983, 471
-
72; L
IGHTFOOT
1986, 491ss. y figs.
3
-
5). Queda claro que según la hipótesis que presi
-
da la investigación se hará la elección del tipo de
prospección. Para un estudio de patrones de asen
-
tamiento es preciso la prospección de cobertura to
-
tal de una zona, que constituya un bloque homogé
-
neo del territorio.
Pero es evidente que la investigación de muchas
áreas es impracticable por prospección de cobertu
-
ra total, ya que no se puede hacer todo por limita
-
ciones de tiempo y recursos, y entonces hay que re
-
currir al muestreo, tratando de elegir una fracción
que sea lo más representativa posible del todo. Aho
-
ra bien el muestreo puede ser dirigido o no
-
probabi
-
lístico, cuando intencionadamente se decide pros
-
pectar sólo un determinado medio, p.e. las terrazas
fluviales de un valle, y probabilístico, cuando se ins
-
peccionan ciertas unidades del área, mediante cua
-
drículas o secciones que se diseñan por mecanis
-
mos de azar.
El muestreo dirigido, intencional o no
-
probabilís
-
tico centra la búsqueda en aquellos medios en don
-
de la experiencia previa indica que pueden existir ya
-
cimientos, de esa forma se encuentran siempre los
mismos tipos de yacimientos y se obtiene una in
-
formación sesgada, no representativa de la zona
(R
EDMAN
1975, 149). Para superar esto, y trabajan
-
do con zonas extensas, la única alternativa son las
técnicas de muestreo probabilístico. De todas for
-
mas hay que ser conscientes de las limitaciones y
se empieza a considerar muy seriamente el proble
-
ma de la representatividad y efectividad de los pro
-
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL 49
cedimientos de muestreo en las prospecciones re
-
gionales (R
EAD
1986).
Los pasos fundamentales en su diseño son los
siguientes (F
ERNANDEZ
M
ARTINEZ
1985, 8
-
18):
1) La fracción de muestreo, que hace referencia
al porcentaje de superficie prospectada en relación
con el total del área elegida y ha de decidirse me
-
Figura 2. Esquema de planificación de la prospección de su
-
perficie.
diante un compromiso entre lo que se desea y lo que
se puede conseguir.
2) La unidad de muestreo, las más habituales son
los cuadrados o cuadrículas (quadrats) y las seccio
-
nes (transects), rectángulos alargados de longitud
bastante mayor que la anchura. En todo caso es re
-
comendable que las dimensiones de las unidades de
G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
50
muestreo sean tales que permitan su prospección
en medio día o día completo de trabajo. Tamaños
usuales son cuadrados de 1 km. de lado, y seccio
-
nes de 1
-
2 km. de anchura por 5-10 de longitud, pero
el contexto de cada situación es el que debe infor
-
mar esta toma de decisión.
3) La organización o esquema del muestreo, que
determina como se van a repartir las unidades de
prospección con la fracción elegida sobre la zona de
estudio. Los esquemas fundamentales de muestreo
son : 1) aleatoria simple, 2) estratificado sistemáti-
co regular, 3) estratificado sistemático no alineado.
En los proyectos de prospección amplios se tien-
de a plantear la investigación combinando varios de
los tipos de unidad y esquemas de muestreo, inclu
-
so se hacen estimaciones de la superficie cubierta,
el grado de intensidad con diferentes estrategias y
se examinan los resultados comparando los hallaz-
gos y los materiales recuperados en cada sistema,
para poder así evaluar la eficiencia de cada procedi-
miento (H
ODDER
y M
ALONE
1984).
En cuanto a los prospectores o equipo de pros-
pección (Ruiz Z
APATERO
1983, 20
-
21) se han señala-
do algunas normas prácticas para mejorar la efica-
cia de su trabajo: facilitar una orientación sobre el
terreno, tipos de yacimiento y materiales de la zona,
cambiar prospectores entre equipos o repetir la pros-
pección de una unidad para comprobar la eficiencia
de cada grupo (S
CHIFER
et alii 1978); se ha intenta-
do también controlar la subjetividad de los prospec
-
tores realizando estadísticas personales del núme-
ro y tipo de hallazgos realizados (H
ODDER
y M
ALONE
1984) y se ha sugerido que es importante en el fu-
turo señalar el grado de entrenamiento de los pros-
pectores y comparar resultados de miembros exper
-
tos y no
-
expertos.
La explicitación de todas las características de
una prospección de superficie es el requisito impres-
cindible, aunque por ahora no suficiente, para tratar
de establecer comparaciones entre proyectos de
prospección de diferentes áreas (FERDIÈRE y Z
ADORA
-
RIO 1986, 170-1) por ello estos aspectos deberán te-
nerse en cuenta y desarrollarse en actividades poste
-
riores. Algo se ha empezado a hacer en esa dirección
al establecer comparaciones de «productividad» de
yacimientos en relación a la superficie prospectada
entre los primeros surveys en Grecia y los de los 70,
y los grandes surveys italianos (C
HERRY
1983,
409
-
410). Los índices de productividad (número de
yacimientos por unidad de superficie) se deberán co-
rrelacionar también con otros factores y puede ser
la base para plantear comparaciones amplias y úti
-
les en el futuro.
1.3. La recogida de datos del yacimiento.
Se debe efectuar una recogida de información
del sitio intensiva. Se ha propuesto para ello distin-
tos modelos de fichas (B
URILLO
, 1979a; B
YRD
1981;
C
HOCLAN
et. alii 1984) que en esencia recogen cin-
co aspectos importantes: el contexto o entorno am-
biental del yacimiento, el tamaño, la muestra de ma-
teriales, la función y la cronología.
El material arqueológico que se observa en su-
perficie se recoge tradicionalmente de forma selec-
tiva y más o menos desordenada, por ello se han de
-
sarrollado algunas técnicas que tienden a racionali-
zar esta toma de muestras. En yacimientos peque-
ños se puede analizar toda la superficie mediante un
cuadriculado elemental (R
EDMAN
1975, 152) y en los
grandes se puede combinar una recogida selectiva
sobre todo el yacimiento de cara a conseguir elemen
-
tos diagnósticos para la atribución cronológico-cul-
tural y un muestreo de cuadrículas planteadas según
el sistema estratificado sistemático no-alineado o
simplemente establecer una malla general sobre el
yacimiento para muestras aleatorias (H
ESSE
1981, en
prensa). En cualquier recogida intensiva será mejor
pesar, contabilizar tipos, etc. en el terreno y sólo lle-
var los elementos diagnósticos para dibujo y estu-
dio posterior (F
ERNANDEZ
M
ARTINEZ
1985, 22-27).
Todo ello tiene como finalidad tratar de ver si
existe una relación sistemática y por tanto predicti-
va entre la distribución de materiales en superficie
y en subsuelo. Algunos trabajos pioneros (R
EDMAN
y
W
ATSON
1970) probaron en cierta medida esa rela
-
ción. La descripción de las superficies se ha hecho
utilizando una técnica de curvas de nivel en función
de las diferentes densidades o proporciones de ma-
terial, técnica que está recibiendo una mayor sofis-
ticación (H
AIGH
y K
ELLY
1987), y que ha sido aplica-
da en el yacimiento de Ecce Homo de Alcalá de
Henares (F
ERNANDEZ
M
ARTINEZ
y L
ORRIO
1986). Con
todo ello se abre un camino de investigación hacia
los procesos de formación de los depósitos arqueo-
lógicos (B
UTZER
1982, 77
-
97). En raras ocasiones se
ha podido comprobar la fiabilidad de las dataciones
de superficie, a través de materiales diagnósticos,
con los hallazgos de subsuelo. J
ACOBSEN
(1984) en
una interesante experiencia que pudo combinar un
proyecto de prospección intensivo con excavaciones
de control, comprobó que aunque en un gran por-
centaje había una buena correspondencia entre da-
tos de superficie y datos de excavación también exis-
tían desacuerdos, lo que supone desafortunadas
consecuencias para la prospección y el análisis es-
pacial. La única alternativa será la de practicar son-
deos de control en futuras prospecciones para eva-
luar el grado de desacuerdo superficie-subsuelo.
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL 51
1.4. Visibilidad y perceptibilidad del yacimiento.
Aparte de los factores controlables por el arqueó
-
logo en el desarrollo de cualquier tipo de prospec
-
ción, hay otros que quedan fuera de sus posibilida
-
des. Uno de ellos es evidentemente la naturaleza del
terreno. Se ha definido como «visibilidad» la varia
-
bilidad que ofrece el medio físico de cara a la locali
-
zación de yacimientos arqueológicos, p.e. en áreas
con abundantes depósitos aluviales la visibilidad
será muy próxima a 0, y en cambio en superficies
desérticas estabilizadas estará muy cerca de 1. Hay,
no obstante, una serie de fluctuaciones periódicas
en el medio que afectan a la «visibilidad» como cam
-
bios en vegetación, cultivos, precipitaciones, etc..
que hay que tener muy en cuenta a la hora de la
prospección y que hacen muy recomendable la ins
-
pección del terreno en diferentes épocas del año, su
-
giriendose las estaciones más adecuadas, p.e. oto
-
ño, (J
ACOBSEN
1984, P
OTTER
1982, 22). En otro caso
se ha comparado el porcentaje de yacimientos y su
densidad de materiales en superficie con la visibili
-
dad del terreno adaptando un esquema clasificato-
rio de 1 a 10, lo que puede resultar muy útil para de
-
cidir futuras estrategias de prospección (G
ALLANT
1986, 409, figs. 7 y 8).
Otro factor no controlable por el arqueólogo es
la «perceptibilidad» (obtrusiveness) de los yacimien
-
tos, esto es la probabilidad de que determinados
conjuntos de materiales arqueológicos puedan ser
descubiertos con una técnica específica. Obviamen
-
te no presenta la misma perceptibilidad un poblado
de varias Has. que un fondo de cabaña aislado, o las
evidencias superficiales de los hallazgos aislados
(non
-
sires), o lugares de actividad limitada que no
se corresponden con lo que usualmente se entien
-
de por yacimiento (P
OWELL
y K
LESERT
1980; N
ANCE
1981).
Algunos factores pueden afectar las observacio
-
nes en el yacimiento, como el tiempo y estación del
año, tipos de suelos y el grado de las pendientes y
erosión (J
ACOBSEN
1984), especialmente en lo que
concierne al tamaño, delimitación del yacimiento, y
los materiales expuestos en superficie. Aunque la vi
-
sibilidad es relativamente buena en áreas cultivadas
en la estación apropiada, hasta el punto de que al
-
gunos surveys se limitan a la inspección de campos
cultivados dentro del área elegida (G
ARWOOD
1985).
También hay que tener en cuenta las graves pertur
-
baciones que el arado puede introducir y que sólo
han empezado a considerarse muy recientemente
(H
INCHLIFFE
y S
CHADLA
-
H
ALL
1980). En esta línea se
pueden destacar los procedimientos establecidos
para inferir el grado de destrucción de materiales ar
-
queológicos a partir de análisis de fragmentos de ce
-
rámica obtenidos en la superficie de yacimientos, es
-
pecialmente yacimientos en llano y con escaso desa
-
rrollo estratigráfico vertical (M
AZUROWSKI
1980) o el
estudio experimental de los efectos del arado sobre
el material visto en superficie en un yacimiento (A
M
-
MERMAN 1985), lo cual ha permitido proponer, prime
-
ro, que la superficie del yacimiento opera de hecho
como un proceso de muestreo respecto al material
que circula en la zona arada y segundo, que facto
-
res locales de un sitio, como la pendiente, pueden
afectar a los patrones de desplazamiento lateral.
1.5. La ayuda interpretativa de la Geoarqueología.
La Geoarqueología, como señalamos más arri
-
ba, es una ayuda cada vez más necesaria para in
-
terpretar contextos arqueológicos e incluso para la
evaluación del factor «visibilidad». Su desarrollo ha
sido paralelo al creciente interés por el conocimien
-
to de los factores post
-
deposicionales que afectan
a los depósitos arqueológicos (B
UTZER
1982,
98
-
122) y la implicación de estos factores en las
prospecciones arqueológicas, fundamentalmente en
la destrucción de yacimientos y la reducción de sus
superficies (B
ROKES
et alii 1982).
Debe considerarse que todo yacimiento arqueo
-
lógico se asienta sobre un territorio, por lo que está
sujeto a transformaciones geomorfológicas, que
pueden incidir notablemente sobre el lugar concre
-
to en el que se sitúa dicho yacimiento.
La Geoarqueología desarrolla técnicas interpre
-
tativas con las que valorar si nos encontramos ante
materiales desplazados de su lugar originario o, con
-
trariamente nos hallamos ante un yacimiento in situ,
y en este caso si ha sufrido alteraciones que han po
-
dido dar lugar a una disminución de su tamaño.
En investigaciones recientes, centradas en el va
-
lle medio del Ebro y Sistema Ibérico (B
URILLO
y PEÑA,
1984 a), hemos podido observar como asentamien
-
tos de época ibérica ubicados en cimas de cerros
se ven sujetos a reducciones paulatinas de su tama
-
ño, y otros de la Edad del Bronce han sido ya des
-
truidos y desplazados sus materiales, apareciendo
estratificados, tanto en vertientes como en conos
de deyección y en rellenos de fondo de valle. Espe
-
cial virulencia tienen los procesos erosivos que ata
-
can a abrigos de pie de cornisa. Estudios realizados
en el valle medio del Segre (PEÑA 1983 a, b) y en la
zona de Mora de Rubielos (B
URILLO
et. al. 1985),
muestran como estos yacimientos datados entre el
Neolítico Final e inicios de la Edad del Bronce, han
visto desaparecer los abrigos, depositándose los ma
-
teriales en las laderas, formando parte de las acu
-
mulaciones de vertiente, sobre las que actuarán pro
-
cesos erosivos posteriores, que desplazaran los
materiales arqueológicos a zonas más alejadas. Por
ello es muy difícil la localización de un yacimiento
de estas características in situ, tan sólo aquellos en
que se haya producido un hundimiento de cornisa
52 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
que forma el abrigo, caso de la Cova del Segre (S
E
-
RRA VlLARÓ, 1918).
Contrariamente encontramos casos de fosiliza
-
ción de yacimientos situados en vertientes, así el po
-
blado del Bronce Medio de la Hoya Quemada (B
URI
-
LLO y P
ICAZO
, 1986), cubierto en gran parte por una
formación de ladera. Pero los ocultamientos de ya
-
cimientos más significativos los hallamos en las zo
-
nas bajas, por ser propicias para la acumulación se
-
dimentaria. Un ejemplo clásico es el que sufrió la
colonia griega de Sibari, que sepultada bajo un im
-
portante sedimento aluvial, a pesar de conocerse el
lugar donde debería localizarse, ello sólo fué posi
-
ble aplicando sistemas de prospección eléctrica y
magnética (L
ERICI
1965).
Es pues necesario realizar un estudio geoarqueo
-
lógico tanto en los lugares en los que se localizan
los materiales arqueológicos, como el medio físico
en general para poder determinar las alteraciones a
que pueden estar sujetos los yacimientos existen
-
tes en el territorio de estudio.
1.6. El tamaño y la función del yacimiento.
En la definición de yacimiento de P
LOG
et alii
(1978) se subrayaba la delimitación espacial del ya
-
cimiento como un requisito imprescindible. El tama
-
ño de un yacimiento proporciona datos muy impor
-
tantes para el análisis espacial y demográfico. En lo
que respecta a un asentamiento, si bien se puede
aceptar el principio de rango
-
tamaño, para estudios
sincrónicos se hace necesario desarrollar una estra
-
tegia investigadora para traducir tamaño o población,
y que deberá establecerse para cada territorio es
-
pecífico y cada cultura, contando, necesariamente,
con la información que proporcionen las excavacio
-
nes, que deberían trasladarse, analógicamente, el
resto de los asentamientos.
No obstante y siempre que el estudio se plantee
sincrónicamente y para un mismo territorio, el tama
-
ño del asentamiento puede utilizarse como un cri
-
terio para la ordenación del poblamiento, debiendo
salvarse en estos casos los problemas que pueden
suponer alteraciones en su tamaño, por factores geo
-
morfológicos, ya comentados, o por ocupaciones
posteriores.
Para reflejar las dimensiones de un yacimiento
lo más lógico sería dar el mismo tratamiento en pros
-
pección que en excavación, y realizar un levanta
-
miento topográfico y planimétrico de las estructu
-
ras y evidencias visibles, ya que pueden proporcionar
datos importantes sobre su tamaño y urbanismo
(B
URILLO
1983). Sin embargo el tiempo limitado que
normalmente se da a las tareas de prospección, las
numerosas localizaciones que se realizan y la exis
-
tencia de yacimientos que no evidencian estructu
-
ras, ha hecho desarrollar algunos procedimientos
simples y rápidos para establecer la extensión de los
yacimientos. Un sistema eficaz y sencillo, para ya
-
cimientos pequeños, consiste en marcar un punto
aproximadamente en el centro de la distribución del
material en superficie, y con una brújula, la ayuda
de jalones y cintas métricas largas se van tomando
distancias desde ese punto central a la periferia del
yacimiento cada 15º, proporcionando así un mapa
simple pero real del yacimiento (H
AIGH
1981). Otro
procedimiento rápido para establecer la periferia del
yacimiento, especialmente en aquellos que no ma
-
nifiestan estructuras al exterior, es el colocar una
cruz sobre el área y a lo largo de los dos ejes reco
-
ger el material por cuadrículas, aleatoria o sistemá
-
ticamente, hasta donde dejen de aparecer, con ello
se tiene a la vez una idea sobre la densidad de ma
-
teriales en superficie y se ha recuperado una colec
-
ción de materiales muestreada (O
HEL
1982, 83
-
84;
G
ALLANT
1986, 406
-
7). Otro sistema simple consis
-
te en dividir el yacimiento a lo largo de un eje longi
-
tudinal
-
una cuerda entre jalones
-
y tomar a uno
y otro lado ejes transversales, espaciados regular
-
mente, de 1 m. de anchura y los que sean precisos
de longitud hasta llegar a la periferia del sitio, así se
marca el contorno y tomando muestras en segmen
-
tos de los ejes transversales se obtienen valores de
densidades de materiales (B
INTLIFF
y S
NODGRASS
1985). Experiencias minuciosas y exhaustivas como
el Proyecto de las Univ. de Cambridge y Bradford en
Beocia han demostrado el interés de establecer ín
-
dices de densidad de materiales en superficie, p.e.
cerámica, porque así han comprobado la existencia
o no de un efecto «halo» alrededor de los yacimien
-
tos, deduciéndose valoraciones sobre la entidad de
los mismos (B
INTLIFF
y S
NODGRASS
1985). Esto abre
nuevas posibilidades a la prospección al poner las
figuras de densidad del material en superficie en re-
lación con rasgos topográficos, especialmente pen
-
dientes, rasgos geológicos y de uso de la tierra, ti
-
pos de suelos, etc.
Respecto a la funcionalidad de los yacimientos
se está empezando a conseguir buenos resultados
a partir de los rasgos de superficie, como estructu
-
ras y materiales (S
CHLANGER
y ORCUTT 1986). La in
-
vestigación etno
-
arqueológica ha mostrado también
su utilidad de cara a la funcionalidad de los yacimien
-
tos prehistóricos, al menos en un proyecto del Sur
de la Argólida (Grecia) se estudió la función moder
-
na de los habitats en relación a materiales, tamaño
y emplazamiento con el objetivo de recoger un cuer
-
po de datos que pudieran servir de base para gene
-
rar hipótesis sobre la funcionalidad de los hábitats
prehistóricos de esta misma zona (M
URRAY
y K
ARDU
-
LIAS 1986).
53
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL
EL TERRITORIO
Cualquier intento de análisis del territorio parte
de la reconstrucción de las características que pre
-
sentaba en el momento concreto que interesa estu
-
diar (B
URILLO
y PEÑA 1984 b). Un territorio está suje
-
to a una serie de procesos geomorfológicos, erosivos
sedimentarios, que actúan de una forma dinámi
-
ca de intensidad variable y con frecuencia alternan
-
te, que a veces producen transformaciones drásti
-
cas en la topografía y edafología del territorio, debido
a la interrelación de distintos factores, como geo
-
morfología, clima, flora, fauna y acción antrópica.
Un planteamiento incorrecto en la valoración de los
factores que intervienen, creará errores de base para
reconstruir las características de un territorio, por lo
que las conclusiones a las que se lleguen no serán
exactas.
Los intentos de reconstrucción deben entender
-
se como aproximaciones, que tendrán mayor valor
cuanto más intensos sean los estudios interdiscipli
-
nares que se realicen. Hemos de reconocer la falta
de formación científica que en este sentido recibe
el arqueólogo en nuestras universidades, lo cual obli
-
ga a que estos estudios debamos desarrollarlos con
otros especialistas, extrayendo la información tan
-
to del territorio (off
-
site), como del yacimiento ar
-
queológico (on
-
site).
Después de la hipotética reconstrucción territo
-
rial el arqueólogo deberá señalar la supuesta utiliza
-
ción que del territorio realizó la comunidad en estu
-
dio, a las valoraciones económicas habrá que añadir
otros aspectos, sociales, religiosos y políticos, para
lo cual la Arqueología Espacial está desarrollando he
-
rramientas de trabajo, que sintetizamos en el apar
-
tado 3.
2.1. La Geoarqueología y los cambios en el territorio.
Ya H
IGGS
y V
ITA
F
INZI
(1972, 33) hicieron especial
hincapié en señalar los cambios que han podido su
-
frir los territorios de explotación, con alteraciones
topográficas e hidrográficas que llegan a producir im
-
portantes modificaciones ecológicas, a lo que debe
unirse los cambios a que ha estado sujeto por el
clima.
A lo largo del Cuaternario los relieves y los sue
-
los se han visto sujetos a profundas alteraciones
(B
URILLO
y PEÑA 1984 b). Existen una serie de facto
-
res responsables, el más importante de los cuales
son los cambios climáticos y, a partir del Neolítico,
el hombre. Pero a ellos debe unirse otros como el mo
-
delado geomorfológico que va a servir de base al
proceso, la zonación climática en que se sitúa, va
-
riaciones del nivel del mar, la cubierta vegetal, la tec
-
tócnica, actividades volcánicas, seismos, la acción
de algunos animales, etc.
Todos aceptamos las profundas transformacio
-
nes geomorfológicas y de ecosistemas que se su
-
cedieron a lo largo del Paleolítico. Sin embargo exis
-
te una cierta concepción inmovilista en lo que
respecta al Holoceno, que las investigaciones desa
-
rrolladas demuestran como errónea. Si bien las va
-
riaciones climáticas fueron de escasa amplitud, en
zonas de media y alta montaña se crean unos con
-
trastes de temperatura, capaces de desencadenar
procesos morfogenéticos (TRICART 1977), que reper
-
cutiran en las zonas bajas, sin olvidar procesos es
-
pecíficos, p.e. deslizamiento de coladas de fango que
aparecen en ciertas zonas de clima mediterráneo
(R
OCA
1980). A ello debe unirse los cambios produ
-
cidos por causa antrópica que propicia, con su ac
-
ción deforestadora o con el abandono de zonas de
cultivo, los efectos de erosión
-
acumulación. Existen
diversos estudios sobre estas alteraciones, globales
para la región mediterránea (V
ITA
F
INZI
1969; J
ORDA
y V
ADOUR
1980), Grecia (B
INTLIFF
1976), Europa Cen
-
tral (B
UTZER
1980) y en la Península Ibérica en la
zona central de la cuenca del valle del Ebro (Z
UIDAM
1976, B
URILLO
et. alii 1985, 1986, P
ELLICER
et. alii
1986), sierras oscenses (R
ODRIGUEZ
1985), valle me
-
dio del Segre (PEÑA 1983), Sistema Ibérico central
(B
URILLO
et. alii 1981, 1983), Levante (F
UMANAL
1986,
F
UMANAL
y DUPRÉ 1986; V
ITA
F
INZI
1978, 39), Sures
-
te de España (C
UENCA
y W
ALKER
1986), que demues
-
tran los cambios erosivos
-
sedimentarios existen
-
tes durante el Holoceno incluso en períodos poste
-
riores al Sub
-
boreal.
Las zonas costeras están sujetas a cambios de
-
bido a la confluencia de distintos factores, como os
-
cilaciones eustáticas e isostáticas, la dinamica eóli
-
ca y fluvial. Las evoluciones son más marcadas en
las zonas de desembocaduras de los ríos ya que a
dichos factores se unen, tal como indican M
AR
Q
UES
y J
ULIA
(1983), la redistribución de la carga sólida de
los ríos por la dinámica marina. Estudios realizados
en las desembocaduras de los ríos muestran impor
-
tantes avances durante el Holoceno, a los ya clásicos
que evidencian el avance del delta de Mesopotamia
en más de 100 kms. en los últimos dos mil años, se
han unido otros sobre distintas zonas del Mediterrá
-
neo (V
ITA
F
INZI
1969), con conclusiones importantes
para la zona del Egeo (B
INTLIFF
1981) y casos más
concretos en el delta del Ródano (H
OMER
1981), en
el del Padano (CIABATTI 1966), y dentro de la Penín
-
sula Ibérica, en el del Ebro (M
ALDONADO
1972), en el
Golfo de Rosas, con incidencia especial en el yaci
-
miento de Ampurias, (M
ARQUES
y J
ULIA
, 1977, N
IETO
y N
OLLA
, 1985). Investigaciones de mayor comple
-
jidad, han sido realizadas en el SO peninsular sobre
las alteraciones costeras debidas tanto a sedimen
-
tos como a sumergimiento, bajo el mar, de ciertas
zonas costeras, para ello se han combinado los es
-
tudios con técnicas tradicionales con la teledetec
-
ción (M
ENANTEAU
en prensa), demostrando las impor
-
54 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
Figura 3. Esquema de la incidencia de los procesos erosivos
-
sedimentarios en los yacimientos arqueológicos y en el territorio.
tantes transformaciones existentes desde época
tartéssica.
En las zonas del interior se constatan la existen
-
cia de procesos de erosión o de sedimentación que
inciden en la topografía y edafología del medio geo
-
gráfico de forma e intensidad cambiante (B
U
R
I
L
L
O
y
PEÑA 1984).
Los efectos erosivos producirán arrastres de sue
-
los en las zonas altas de los cursos fluviales y en
zonas de cierta pendiente, que dará lugar al aflora
-
miento de la roca subyacente, lo que implicará un
cambio drástico en el ecosistema que en él se de
-
sarrolla. Por otra parte el acarcavamiento de las zo
-
nas bajas puede llevar a destrucciones parciales o
55
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL
totales de suelos productivos. Las experiencias rea
-
lizadas en Mora de Rubielos (B
URILLO
et alii 1984)
nos muestran como la Loma del Coscojar, que ac
-
tualmente es una cantera caliza, estaba cubierta en
el Neolítico por un suelo de rendsinas, susceptible
de ser cultivado y que explicaría la ubicación del ya
-
cimiento localizado en su zona central. De igual ma
-
nera las investigaciones sobre la vertiente en la que
sitúa la Cova de l'Or (F
UMANAL
, C
ALVO
, 1981) mues
-
tran que ésta presentaba en el Neolítico una capa
de derrubios susceptibles de una explotación
agrícola
-
ganadera, sin embargo el proceso erosivo
la ha conducido a una denudación total.
También se han detectado alteraciones edafoló
-
gicas de menor intensidad pero que muestran un de
-
terio progresivo de su capacidad agrícola debido a
la desaparición de la vegetación climácica, caso de
estudios realizados en la zona cacereña (GÓMEZ
1986). Así mismo se ha podido datar transformacio
-
nes en los suelos por acumulación de carbonatos,
debido a la aridez climática del Holoceno, en suelos
del centro peninsular (JIMÉNEZ et alii 1986).
Los procesos sedimentarios pueden crear nue
-
vos suelos cultivables o ampliar los ya existentes,
aunque también puede producir el efecto contrario
de fosilizar suelos aluviales. En este campo pode
-
mos citar el surgimiento reciente de suelos por la de
-
saparición de formaciones lagunares. Estudios rea
-
lizados en el País valenciano (F
UMANAL
1986, 198)
muestran que tras la extensión de medios laguna
-
res en el período Atlántico, los cambios climáticos
del Subboreal unido a la acción antrópica provocan
un continuo relleno del espacio lagunar, detectán
-
dose en zonas concretas, como el Margal de Pego,
un relleno total, que permitió el asentamiento de po
-
blados del Bronce en un área anteriormente sumer
-
gida. También las investigaciones desarrolladas en
las zonas endorréicas aragonesas, muestran, a tra
-
vés de los análisis polínicos desarrollados en la Loma
de los Brunos (E
IROA
1981), que la próxima Hoya de
Navales, actualmente convertida en zona de culti
-
vo, era una zona pantanosa en los inicios de la iberi
-
zación. Estudios mas globales de la distribución del
poblamiento en el territorio bajoaragonés y abarcan
-
do los cursos bajos del Guadalope y Regallo (B
ENA
-
VENTE 1984) indican una mayor extensión del estan
-
camiento en época ibérica que en la actualidad,
explicándonos vacíos de poblamiento en tierras ac
-
tualmente productivas.
Para la determinación de los cambios se han de
-
sarrollado una serie de modelos causa
-
efecto (G
OY
et alii 1984; S
ELLEY
, 1970; W
ILSON
1969), por los que
se establece una triple relación: clima
-
procesos
geomorfológicos
-
formas de relieve, de manera que
a partir de una serie de datos de cualquiera de es
-
tos tres factores es posible saber como se compor
-
tan los otros dos. Con ello se puede deducir los pro
-
cesos morfogenéticos sufridos, las acciones
morfogenéticas dominantes, y a partir de ellos es
-
tablecer tanto los sistemas bioedáficos como los
morfoclimáticos. Los métodos desarrollados tienen
un doble valor operativo, ya que ante un proceso
geomorfológico concreto se puede determinar de
forma retrospectiva el paleoclima que le correspon
-
de, y por otra parte si conocemos las característi
-
cas climáticas de un momento concreto del pasado
y los cambios posteriores, se pueden construir mo
-
delos sobre las alteraciones a que se ha visto sujeto
un territorio determinado y por lo tanto acercarnos
a la realidad que presentaba con ese clima concre
-
to. No obstante no debe olvidarse el factor antrópi
-
co como elemento desencadenante (T
RICART
y CAI-
LLEUX, 1965), especialmente a partir del Neolítico,
debiendo desarrollarse investigaciones que desarro
-
llen esta variable.
2.1. Clima y territorio
En la reconstrucción del territorio de una época
concreta habrá que determinar el clima existente e,
íntimamente ligado con el mismo, la flora y fauna
correspondiente, así como a partir del Neolítico, las
posibilidades de explotación agrícola.
Los cambios climáticos se sucedieron de forma
intensa a lo largo del Paleolítico (L
AVILLE
1975) y con
ligeras fluctuaciones en el Holoceno (L
AMB
1977).
En este periodo encontramos una relevancia distin
-
ta entre distintos territorios, acusándose los cam
-
bios de forma más intensa en áreas de altitud y lati
-
tud marginal. La información histórica nos
proporciona datos sobre las distintas repercusiones,
según las zonas, en la economía y en el poblamien
-
to, el ejemplo más drástico lo podemos tener en el
avance actual del desierto en Africa. Se han realiza
-
do estudios que muestran en el último milenio los
retrocesos en el límite de los cultivos y el abandono
de ciertos asentamientos en Inglaterra (P
ARRY
1981)
y Groenlandia (M
CGOVERN
1981). Sin embargo no se
debe caer en un determinisrno causa
-
efecto, ya que
la respuesta que el grupo social puede hacer al cam
-
bio es impredecible, y en diferentes circunstancias
puede ser de: extinción, resistencia, migración,
adaptación o desarrollo técnico (A
NDERSON
1981).
Existe actualmente un gran desarrollo de técni
-
cas de estudio para determinar las características
climáticas y reconstrucción de ecosistemas, caso de
la paleobotánica y paleontología, así como los pro
-
cesos geomorfológicos anteriormente señalados, a
ellos debe unirse ciertos análisis físico
-
químicos, no
-
ticias históricas y observaciones regulares actuales.
Con esta información climatólogos, como L
AMB
(1978, 1982), han desarrollado métodos de recons
-
trucción paleoclimática, a partir de: 1) la interrela
-
ción que presentan las fluctuaciones climáticas que
56 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
permiten, conociendo las de una región, plantear re
-
construcciones globales de circulación atmosférica,
2) el desarrollo de modelos analógicos, que desde
situaciones climáticas actuales pueden servir para
reconstruir situaciones climáticas del pasado. Estos
modelos han sido aplicados de forma general para
Europa (M
AGNY
1982) y Este del Mediterráneo (B
IN
-
TLIFF 1982) durante el Holoceno.
3. ARQUEOLOGIA ESPACIAL.
Una vez que desde la perspectiva de una Arqueo
-
logía Territorial se cuenta con una base informativa,
obtenida en la prospección y adecuadamente valo
-
rada a través de la Geoarqueología y otras técnicas
de investigación, se puede plantear el análisis espa
-
cial (C
LARKE
1977; H
ODDER
y O
RTON
1976; B
AHRENBERG
1984 H
ODDER
1984), para estudiar toda una serie
de aspectos de las relaciones de los yacimientos con
su entorno (hombre
-
tierra) y de las relaciones de los
yacimientos entre (hombre
-
hombre).
Siguiendo los niveles de análisis de D. C
LARKE
(1977) se pueden diferenciar tres niveles de análi
-
sis: macro (región), semi
-
micro (yacimiento y entor
-
no inmediato) y micro (dentro del yacimiento). A
continuación vamos a comentar los principales ins
-
trumentos analíticos de la Arqueología Espacial, tra
-
tando simplemente de concretar la base metodoló
-
gica, las limitaciones y las principales aplicaciones
prácticas.
3.1. Nivel macro
El análisis del vecino más próximo (C
LARK
y E
VANS
1954), trata de establecer índices de agrupamiento
y dispersión en la distribución del poblamiento de
una zona (H
ODDER
y O
RTON
1976). Existen brillantes
estudios para Centro y Norteamérica (E
ARLE
1976;
W
ASHBURN
1974) y se ha tratado de determinar la
variante y efecto límite con simulaciones (D
ONNELLY
1978; McNUTT 1981), siendo un instrumento analíti
-
co que está perfeccionandose (P
INDER
et alii 1979).
Los polígonos de Thiessen, de construcción sen
-
cilla trazando perpendiculares en los puntos medios
entre los asentamientos, tratan de determinar terri
-
torios de influencia o servicio de los mismos. Ob
-
viamente es un método muy abstracto que sólo pue
-
de considerarse como meramente aproximativo en
el mejor de los casos; no faltando fuertes críticas
que coinciden en señalar que está mal fundamen
-
tado para poblaciones y formaciones socio
-
políticas
pre
-
estatales muy delimitadas. En cualquier caso ha
sido utilizado por R
ENFREW
(1976) en el análisis te
-
rritorial de comunidades megalíticas, especialmen
-
te en islas donde la territorialidad puede alcanzar su
mayor expresión. También para los famosos FÜRS-
TENSITZE del HALLSTATT centroeuropeo (HÄ
RKE
1979), el
poblamiento protohistórico del Lacio (P
INI
y S
ERIPA
1986), las ciudades romanas del centro
-
sur de In
-
glaterra (H
ODDER
y H
ASSALL
1971) o los asentamien
-
tos ibéricos de la Campiña de Jaen (Ruiz et alii,
1984) donde han servido para demostrar la evolu
-
ción en el sistema del poblamiento y control del te
-
rritorio. Las limitaciones más serias, aceptando la
asunción que subyace en el método, provienen de:
1) es preciso tener una buena prospección de la re
-
gión para así poder manejar datos los más próximos
a la realidad pasada, 2) hay que establecer una sin
-
cronía bastante rigurosa, no se pueden manejar
asentamientos que no sean contemporáneos, y da
-
taciones precisas pueden ser muy difíciles de obte
-
ner, especialmente contando sólo con datos de pros
-
pección y 3) teóricamente los asentamientos deben
ser del mismo tamaño, si no existe igualdad de ran
-
go hay que tratar de introducir correcciones con
«modelos de gravedad» (M
AYORAL
1984).
Teoría del Lugar Central. (C
RUMLEY
1979; B
URILLO
1984). Los modelos geográficos de relaciones en
-
tre asentamientos de un territorio (C
HRISTALLER
1933)
determinaron la existencia de distintas categorías
entre los asentamientos y sistemas de jerarquiza
-
ción. La Geografía Locacional revitalizó estos plan
-
teamientos defendiendo la existencia de una estruc
-
tura interna en la organización del territorio (H
AGGET
1965) y por tanto no es extraño que estas ideas tu
-
vieran un reflejo arqueológico dentro de la New Ar
-
chaeology. El modelo ideal de malla hexagonal je
-
rarquizado, en virtud de necesidades de los
asentamientos, con relaciones de dependencia y dis
-
tancia, se ha aplicado a las etapas tardías de la Pre
-
historia como los inicios del urbanismo mesopotá
-
mico (J
OHNSON
1972). En España aplicaciones de
esta teoría se han hecho para sociedades urbanas,
caso de época ibérica, como las anteriormente ci
-
tadas de las Campiñas de Jaén, Ebro Medio (B
URI
-
LLO 1979 b, 1982), y para época romana en la zona
de Cáceres (C
ERRILLO
y F
ERN
A
NDEZ
1980). Reciente
-
mente H
ODDER
(1984) ha planteado que el modelo
no tiene en cuenta factores extra
-
económicos y que
su empleo en épocas anteriores a la Prehistoria fi
-
nal resulta mucho más problemático (G
RANT
1986).
El Site Catchment Analysis (V
ITA
F
INZI
y H
IGGS
1970; Ruiz Z
APATERO
en prensa b), aunque esencial
-
mente concebido como un método de análisis rela
-
ción hombre
-
tierra a nivel semi
-
micro, como veremos
más adelante, también puede utilizarse a nivel ma
-
cro para estudiar las relaciones hombre
-
hombre y
presenta básicamente los problemas de todas las re
-
laciones hombre
-
hombre: representatividad de los
datos, sincronía y rango de los asentamientos. A ni
-
vel regional se ha revelado útil para explorar la colo
-
nización neolítica en áreas del Centro y SO. de Euro
-
pa (B
ARKER
1975; D
ENNEL
y W
EBLEY
1975), o para el
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL 57
estudio de la Prehistoria final en el SE. peninsular
(G
ILMAN
y T
HORNES
1985 a, b). Otro planteamiento
interesante trata de buscar la relación entre el tama
-
ño del asentamiento y la productividad del territorio
y cuando se descubren algunos asentamientos por
encima de una relación lineal es posible inferir que
debieron recibir recursos y/o trabajo de otros infe
-
riores (S
TEPONAITIS
1981).
Los análisis de regresión (H
ODDER
Y O
RTON
1976,
98-197), estudian la distribución de productos ma
-
nufacturados para poder así establecer modelos de
comercio e intercambio prehistórico (R
ENFREW
1969,
E
ARLE
y E
RICSON
1977; E
RICSON
y E
ARLE
1982).
A nivel macro el estudio más reciente es el de
fronteras y límites culturales. Fronteras entre cultu
-
ras o subgrupos se empieza a explorar a través de
rigurosos análisis estadísticos de distribución de ele
-
mentos estílisticos, p.e. la decoración cerámica
(L
AMBRICK
1984), por la distribución de monedas, co
-
nociendo la localización de las cecas (S
ELLWOOD
1984). El estudio de casos etnoarqueológicos e his
-
tóricos está ayudando a generar modelos e hipóte
-
sis, en definitiva a construir teoría de alcance medio.
3.2. Nivel semi
-
micro.
El SCA es el instrumento analítico fundamental
(R
OPER
1979; F
INDLOW
y E
RICSON
1980; G
ILMANN
y
T
HORNES
1985 a, b; B
AILEY
y D
AVIDSON
1983; F
ERNAN
-
DEZ M
ARTINEZ
y RUIZ Z
APATERO
1984 y RUIZ Z
APATERO
, en
prensa b). El método se basa: 1) en trazar áreas cir
-
culares alrededor de los asentamientos con radios
de 10 y 5 kms. o marcar la zona que se recorre en
2 y 1 hora de camino, según se trate de economías
cazadoras
-
recolectoras y agriculturas, para determi
-
nar así el territorio de explotación habitualmente uti
-
lizado por los habitantes del asentamiento, 2) cate
-
gorizar el terreno para efectuar una calificación de
los recursos potenciales del territorio y 3) analizar
la distribución de recursos y su proporción relativa
para inferir la orientación económica. El método ha
sido ampliamente aplicado, criticado, discutido y me
-
jorado y es probablemente uno de los instrumentos
analíticos espaciales que más impacto ha tenido. Las
criticas o limitaciones fundamentales han sido que
el método tiene escasas consideraciones de los cam
-
bios ambientales (K
ING
y B
AILEY
1985), que no está
suficientemente demostrado el comportamiento ra
-
dial y estrictamente económico de las comunidades
humanas (B
INFORD
1982; W
HITE
1985), que por tan
-
to pueden existir factores extraeconómicos en el em
-
plazamiento de los asentamientos (B
INTLIFF
1977;
B
ARKER
1986) y que no contempla casos de econo
-
mías complejas, no necesariamente autosuficientes
(B
ARKER
y G
AMBLE
1985).
El análisis espacial en necrópolis también entra
dentro del nivel semi
-
micro, tratando de buscar es
-
tratigrafías horizontales que reflejen la organización
y el uso del espacio dentro del recinto funerario, y
agrupamientos específicos de tumbas aunque las
implicaciones más interesantes vienen del análisis
sociológico de las estructuras funerarias y de los
ajuares.
3.3. Nivel micro
Se emplean diversas técnicas estadísticas para
determinar áreas de actividad específica, organiza
-
ción en conjuntos de tipos de artefactos y relacio
-
nes entre diversos tipos. Se inició con suelos de ocu
-
pación paleolítica (L
UMLEY
, 1969; L
EROI
-
G
OURHAN
y
B
REZILLON
1973; W
HALLON
1973, 1974) y en estos úl
-
timos años apoyándose en desarrollos geográficos
(B
AHRENBERG
et alii 1984) ha llegado a constituir un
área específica (intrasite spatial archaeology) con
importante desarrollo metodológico (H
IETALA
1984,
C
ARR
1984, K
ENT
1987). Su aplicación a suelos de
ocupación (S
IMEK
1984; O
LANSSON
1986) o a espa
-
cios constructivos
-
casas y habitaciones
-
(S
ERRA
P
UCHE
1982) está empezando a completarse con es
-
tudios de procesos de formación arqueológica, for
-
mación de depósitos y perturbaciones postdeposi
-
cionales (S
CHIFFER
1987). En todo caso es un área
muy reciente que tendrá, sin lugar a dudas, un gran
desarrollo, a medida que se vaya construyendo más
teoría y aplicando a más casos prácticos, pero por
ahora no constituye un método muy usual en Ar
-
queología.
* * * * * * *
Por lo que se refiere al País Vasco, desde una
perspectiva de Arqueología Territorial hay que des
-
tacar dos hechos, en primer lugar que tiene ya una
base de datos muy importante y bien elaborada, en
las Cartas Arqueológicas de Guipúzcoa (A
LTUNA
et
alii 1982), Vizcaya (M
ARCOS
1982; G
ORROCHATEGUI
y
Y
ARRUTI
1984) y Alava (L
LANOS
1987), y en segundo
lugar que cuenta con experiencias interesantes,
como el proyecto dirigido por A. L
LANOS
sobre el po
-
blamiento del Bronce Final / Hierro en la Llanada Ala
-
vesa, que ha sido uno de los pioneros en abordar un
marco regional con objetivos a corto, medio y largo
plazo, el proyecto dirigido por I. B
ARANDIARAN
y J.I.
V
EGAS
(V
EGAS
1984) sobre el poblamiento prehistó
-
rico de las Sierras de Urbasa, Encia y Montes de Itu
-
rrieta y los estudios de A
LTUNA
y su equipo sobre
Ekain y Erralla (A
LTUNA
et alii 1984 y 1985). Asímis
-
mo hay que destacar los estudios específicos de
U
TRILLA
(1977), G
ALILEA
(1983), (B
ALDEON
y O
RTIZ
1984) y G
IL
Z
UBILLAGA
y F
ILLOY
(1986). Si a ello aña
-
dimos la prospección de superficie como una técni
-
ca importante de investigación y el manejo de los
medios analíticos que proporciona la Arqueología Es
-
pacial, se abrirán, con toda seguridad, para la Ar
-
58 G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
queología Territorial Vasca unas grandes posibilida
-
des, que tienen en el análisis de los yacimientos
paleolíticos y su entorno, la implantación megalíti
-
ca y el poblamiento del Bronce Final / Hierro, las me
-
jores perspectivas de futuro.
BIBLIOGRAFIA
ABREVIATURAS
AA American Antiquity
AE Arqueología Espacial
AAMT Advances in Archaeological Method and Theory
(M.B. SCHIFFER, ed.)
JAS Journal of Archaeological Science
JFA Journal of Field Archaeological
QCWM Quaternary Climate in Western Mediterranean (F.
LOPEZ
-
VERA, ed.)
SA Sampling in Archaeology (J.W. MUELLER, ed.)
WA World Archaeology
ALTUNA, J. et alii.
1982. Carta Arqueológica de Guipúzcoa. Munibe 34, 1
-
242 +
17 mapas desplegantes. San Sebastián.
ALTUNA, J. y MERINO, J.
1984. El yacimiento prehistórico de la Cueva de Ekaín (Deva,
Gipúzcoa). Sociedad de Estudios Vascos B1, 1
-
351. San
Sebastián.
ALTUNA, J., BALDEON A. y MARIEZKURRENA, K.
1985. Cazadores Magdalenienses en la Cueva de Erralla (Ces
-
tona, País Vasco). Munibe 37, 1
-
206. San Sebastián.
AMMERMAN, A.G.
1981. «Surveys and Archaeological research», Annual Review
of Anthropology 10, pp. 63
-
88.
1985. «Plow
-
Zone Experiments in Calabria, Italy», JFA 12 (1),
pp. 33
-
40.
ANDERSON, J.L.
1981. «History and climate: some economic models» en T.M.K.
WIGLEY, Climate and History, Cambridge, pp. 337
-
355.
ASTILL, G. G. y DAVIES, W.
1983. «Recherches sur le terrain dans l‘est de la Bretagne», Ar
-
cheol. Bretagne 39, pp. 13
-
23.
ASTON, M. y ROULEY, T.
1974. Landscape Archaeology, Newton Abbot.
BAHRENBERG, G. et alii, (Eds)
1984. Recent developments in spatial data analysis methodo
-
logy, measurement, models. Aldershot, Gowers.
BALDEON, A. y ORTIZ, L.
1984. Asentamientos Epipaleolíticos y Neolíticos en la cuen
-
ca media del río Bayas (Alava). AE, 3: 7
-
15. Teruel
BARKER, G.
1975. «Early neolithic land use in Yugoeslavia», Proceedings
of the Prehistoric Society 41, pp. 85
-
104.
1986. «Una indagine sulla sussistenza e sull’Economia delle So
-
cietà Prehistoriche», Disalogui di Archeologia, 1, pp.
51
-
60.
BARKER, G. y GAMBLE, C (Eds)
1985. Beyond Domestication: Subsitence Archaeology and So
-
cial Complesity in Ancient Europe, New York.
BARKER, Ph.
1986. Directing Archaeological Excavations, London.
BAYLEY, G. N. y DAVIDSON, I.
1983. «Site Exploitation Territoires and Topography: Two ca
-
ses studies from Paleolithic Spain» JAS, 10, pp. 87
-
115.
BENABENTE, J.A.
1984. «Cambios geomorfológicos y distribución del hábitat pre
-
histórico: Una aplicación en los focos endorréicos del
Bajo Aragón», AE 2, pp. 53
-
74. Teruel
BINFORD, L.R.
1964. «A consideration of Archaeological Research Desing»,
AA, 29, pp. 425
-
441.
1982. «The Archaeology of Place», Journal of Anthropological
Archaeology, 1, pp. 5
-
31.
BINTLIFF, J.
1976. «Sediments and settlement in southern Greece», in D.A.
DAVIDSON y M.L. SHACKLEY (Ed.), Geoarchaeology,
Duckworth.
1977. Natural Environment and Human Settle in Prehistoric
Greece, Oxford.
1981. «Archaeology and the Holocene evolution of coastal
plains in the Aegean and Circum
-
Mediterranean». en D.
BROTHWELL y G. DIMBLEBY, Environmental Aspects of
Coasts and islands, BAR 94, pp. 11
-
31. Oxford.
1982. «Palaeoclimatic modelling of environmental changes in
the East Mediterranean region since the last glaciation»,
en J.L. BINTLIFF y W.V. ZEISTM, Palaeoclimates, Pa
-
laeoenvironments and Human Communities in the Eas
-
tern Mediterranean Region in Later Prehistory, BAR 133,
pp. 485
-
527. Oxford.
BINTLIFF, J.L. y SNODGRASS, A.N.
1985. «The Cambridge / Bradford Beotian expedition: The firs
four years», JFA 12 (2). pp. 123
-
161.
BRADFORD, G.
1957. Ancient Landscapes, London.
BRADLEY, R. S.
1985. Quaternary Paleoclimatology: Method of Paleoclimatic
Reconstruction, Boston.
BROOKES, I.A. et alii.
1982. «Alluvial Sequence in Central West Iran and Inplication
for Archaeological Survey», JFA, 9, pp. 285
-
299.
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL
59
BURILLO, F.
1979.a «Localización y prospección de yacimientos arqueoló
-
gicos: Alcances y límites», I Jornadas sobre el estado
actual de los estudios sobre Aragón, pp. 186
-
190. Za
-
ragoza.
1979.b «Modelos sobre la utilización del medio geográfico en
época ibérica, en el valle medio del Ebro», Memorias de
Historia Antigua, III, pp. 31
-
45. Oviedo.
1982. «La jerarquización del hábitat en época ibérica en el va
-
lle medio del Ebro. Una aplicación de los modelos loca
-
cionales», IV Jornadas sobre el estudio actual de los Es
-
tudios sobre Aragón, pp. 215
-
228. Zaragoza.
1983. El poblado de época ibérica y yacimiento medieval: «Los
Castellares
-
Herrea de los Navarros (Zaragoza), Zaragoza.
1984. «La aplicación de los modelos del Lugar Central a la Ar
-
queología», Reunión de Metodología sobre Investigación
en Arqueología Prehistórica, pp. 431
-
441. Madrid.
BURILLO, F.; JUSTE, J.; PENA J.L.; PERALES, P. PORRO, J.; PI
-
CAZO, J.; RUIZ, E. y SANCHO, A.
1984. «Un estudio sincrónico y diacrónico del poblamiento y
el territorio: El Proyecto interdisciplinar de Mora de Ru
-
bielos (Teruel)», AE, 1, pp. 187
-
205. Teruel.
BURILLO, F.; GUTIERREZ, M. y PENA, J.L.
1981. «El cerro del Castillo de Alfambra (Teruel). Estudio in
-
terdisciplinar de Geomorfología y Arqueología», Kalat
-
hos 1 pp. 7
-
63.
1983. «La Geoarqueología como ciencia auxiliar: aplicación en
la Cordillera Ibérica Turolense, Arqueología, 26, pp. 5
-
13.
Madrid.
1985. «Las acumulaciones holocenas y su datación arqueoló
-
gica en Mediana de Aragón (Zaragoza)», Cuadernos de
Investigación Geográfica, XI. fasc. 1 y 2, pp. 193
-
207.
Logroño.
BURILLO, F.; GUTIERREZ, M.; PENA, J.L. y SANCHO, C.
1986. «Geomorphological processes as indicators of climatic
changes during the Holocene in the North
-
East Spain»
QCWM, pp. 31
-
44. Madrid.
BURILLO, F. y PEÑA, J.L.
1984.a «Modificaciones por factores geomorfológicos en el ta
-
maño y ubicación de los asentamientos primitivos» AE
1, pp. 91
-
105. Teruel.
1984.b «Clima, Geomorfología y ocupación humana. Introduc
-
ción a un planteamiento metodológico», Reunión de Me
-
todología sobre Investigación en Arqueología Prehistó
-
rica, pp. 91
-
102. Madrid.
BURILLO, F.; PEÑA, J.L. y PICAZO, J.
1985. «Acción del arroyamiento en yacimientos de Conjuntos
líticos y modelos de reconstrucción. Aplicación en Mora
de Rubielos (Teruel)», XVII Congreso Nacional de Ar
-
queología, pp. 81
-
88. Zaragoza.
BURILLO, F y PICAZO, J.
1986. El poblado del Bronce Medio de la Hoya Quemada (Mora
de Rubielos, Teruel). Teruel.
BUTZER, K.W.
1980. «HoIocene alluvial sequences: Problems of dating and
correlation», in R.A. CULLINGFOR et al.: Timescales in
geomophology, Willey and sons Ltd. pp. 131
-
12.
1982. Archaeology as Human Ecology, Ney York.
BYRD, B.
1981. «A Standardized System for Recording Survey
-
Project
Information», JFA 8 pp. 381
-
383.
CARR, C.
1984. «The nature of organisation of intrasite archaeological
records and spatial analysis approaches to their investi
-
gation», AAMT 7 pp. 103
-
222.
CERRILLO, E. y FERNANDEZ, J. M.ª
1980. «Contribución al estudio del asentamiento romano en
Extremadura. Análisis espacial al S. de Trujillo, Norba,
1, pp. 157
-
175. Cáceres.
CIABATTI, M.
1966. «Richerche sull evolucione del delta Padano», Gior, Geol,
XXXIV, fasc. II, pp. 381
-
410.
CLARKE, D.L.
1977. Spatial Archaeology. London.
CLARK, P.G. y EVANS, F.C.
1954. «Distance to nearest neighbour as a mesure of spatial
relationships in populations», Ecology 35, pp. 455
-
453.
COURBIN, P.
1982. Qu'est
-
ce que l'archéologie?, Paris.
CRAWFORD, O.G.S.
1953. Archaeology in the Field, London, Phoenix House.
CRUMLEY, L.C.
1979. «Three Locational Models: An Epistemological Assess
-
ment for Anthropology and Archaeology, en AAMT 2
pp. 141
-
173.
CUENCA
-
PAYA, A. y WALKER, M.J.
1986. «Palaeocological aspects and paleoeconomic interac
-
tions in southeastern Spanish prehistory», QCWM, pp.
377
-
391. Madrid.
CHANG, K
-
Ch.
1986. Settlement Archaeology, Palo Alto, National Press.
CHERRY, J.F.
1983. «Frogs round the pond: Perspectives on current Archaeo
-
logical survey projects in the Mediterranean Region», en
D.R. KELLER y D.W. RUPP, Archaeological Survey on the
Mediterranean Area, pp. 375
-
416. Oxford.
1984. Common sense in Mediterranean Archaeology?, JFA 11,
pp. 117
-
120.
60
G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
CHOCLAN, C.; HORNOS, F.; MOLINOS, M. y RUIZ, A.
1984. «Bases fundamentales para la elaboración de un mode
-
lo de ficha para la prospección sistemática», AE 1, pp.
149
-
165. Teruel.
CHRISTALLER, W.
1933. Die Zentralen Orte in Suddeutschland, Jena.
DENNELL, R. y WEBLEY, D.
1975. «Prehistoric land use and settlement in Southern Bul
-
garian, en E.S. HIGGS (Ed.), Palaeoeconomy, pp. 97
-
109.
Cambridge.
DOELLE, W.H.
1977. «A multiple survey strategy for cultural resource mana
-
gement studies», en M.B. SCHIFFER y G.J. GUMERMAN
(eds). Conservation Archaeology, New York.
DONNELLY, K.
1978. «Simulations to determine the variance and edge effect
of total nearest
-
neighbour distance», en I. HODDER (ed)
Simulation Studies in Archaeology, Cambridge.
EARLE, T.K.
1976. A nearest
-
neighbour analysis of two formative settle
-
ment systems», en K.V. FLANNERY (ed.), The Early Me
-
soamerican Village, Academic Press, pp. 196
-
223. New
York.
EARLE, T. y ERICSON, J. (eds)
1977. Exchange Systems in Prehistory, New York.
EIROA, J.J.
1982. La Loma de los Brunos y los Campos de Urnas del Bajo
Aragón, Zaragoza.
ERICSON, J. y EARLE, T. (Eds).
1982. Contexts for Prehistoric Exchange, New York.
FERDIERE, A. y ZADORA
-
RIO, E. (Dir).
1986. La prospection archéologique. Paysage et peuplement,
Documents d'Archéologie Française 3, Paris.
FERNANDEZ MARTINEZ, V.
1985. «Las técnicas de muestreo en prospección arqueológi
-
ca», Revista de Investigación. Colegio Universitario de
Soria IX. (3) pp. 7
-
47.
FERNANDEZ MARTINEZ, V. y LORRIO, A.
1986. «Relaciones entre datos de superficie y del subsuelo en
yacimientos arqueológicos: un caso práctico», AE 7, pp
183
-
198. Teruel.
FERNANDEZ MARTINEZ, V. y RUIZ ZAPATERO, G.
1984. «El análisis de territorios arqueológicos: Una introduc
-
ción critica», AE 1, pp. 55
-
71. Teruel.
FINDLOW, F.G. y ERICSON, G.E.
1980. Catchment Analysis: Essays on Prehistoric Resource
Space, Antrhropology, UCLA 10, Los Angeles.
FOLEY, R.
1981. «Off
-
site archaeology: an alternative approach for the
short
-
sited», en I. HODER et alii (eds.) Pattern of the Past,
Cambridge, pp 157
-
187.
FOWLER, P.J. (Ed)
1972. Archaeology and the Landscape, London.
FUMANAL, M.P.
1986. Sedimentología y clima en el País Valenciano. Las cue
-
vas habitadas en el Cuaternario reciente, Valencia.
FUMANAL, M.P. y CALVO, A.
1981. «Estudio de la tasa de retroceso de una vertiente Medi
-
terránea en los últimos 5.000 años», Saitabi XXXI, pp.
121
-
137. Valencia.
FUMANAL, M.P. Y DUPRE, M.
1986. «Aportaciones de la sedimentología y de la palinología
al conocimiento del paleoambiente valenciano durante
el Holoceno», QCWM, pp. 325
-
343. Madrid.
GALILEA, F.
1983. «Aproximación a la Demografía en Euskalherria Sur du
-
rante el II-II milenio, A.C.», Estudios de Arqueología Ala
-
vesa 11, pp 357
-
379.
GALLANT, T. W.
1986. «Bakground Noise and Site Definition: a Contribution to
Survey Methodology», JFA 13 (14), pp. 403
-
418.
GALLAY, A.
1986. L’Archéologie Demain, Paris.
GARCIA, J.L.
1976. Antropología del Territorio, Madrid.
GARWOOD, P.
1985. «The Cuckwere walley project Fieldwalking Programme
1982
-
83», Bull, Inst, of Archaeology, Univ. London,
21-22 pp. 49
-
68.
GIL ZUBILLAGA, E. y FILLOY, I.
1986. «El poblamiento durante la Edad del Hierro en Treviño
Occidental. Ordenación y Jerarquización del habitat», Es
-
tudios de Arqueología Alavesa 13 pp. 149
-
217.
GILMAN, A. y THORNES, J.B.
1985.a El uso del suelo en la Prehistoria del sureste de España,
Fundación Juan March, Madrid.
1985.b Land
-
use and prehistory in South
-
East Spain, Londres.
GLADFELTER, B.G.
1977. «Geoarchaeology: The geomorphologist and archaeo
-
logy», AA 42, pp. 519
-
538.
GOMEZ AMELIA, D.
1986. «Pedogénesis y crisis morfogenéticas cuaternarias en
la superficie de erosión Cacereña (Spain)», QCWM, Ma
-
drid, pp. 111
-
128.
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL
61
GORROCHATEGUI, J. y YARRITU, M.ª J.
1984. Carta arqueológica de Vizcaya 2. Materiales de Superfi
-
cie, Universidad de Deusto.
GOY, J.L.; PEREZ, A. y ZAZO. C.
1984. «Significado de la Geología y Geomorfología en la re
-
construcción Paleoambiental del Pleistoceno», V Reu
-
nión de Paleolitistas (Peñiscola) (Texto mecanografiado).
GRANT, E. (Ed.)
1986. Central Place, Archaeology and History, Sheffield.
HAGGETT, P.
1965. Locational Analysis in Human Geography, London.
HAIGH, J.G.B.
1981. «A Scheme for Regional Survey and Site Sampling», Rev.
Archeométrie, 5, pp. 1
-
10.
HAIGH, J.G.B. y KELLY, M.A.
1987. «Contourning techniques for Archaeological Distributio
-
nes», JAS 74, pp. 231
-
241.
H
Ä
RKE
, G.H.
1979. Settlement types and patterns in the West Hallstatt Pro
-
vince, BAR, International Series, 57. Oxford.
HASSAN, E.A.
1979. «Geoarchaeology: The Geologist and Archaeology», AA
44, pp. 267
-
270.
HESSE, A.
1981. «La reconnaissance des sites archéologiques à partir de
l'échantillonnage des vestiges de surface problèmes de
methode ete exemples, en Préhistorie du Levant, anou
-
logie et organisation de l'espace depuis les origens jus
-
qu'aun VI millenaire», Colloques Int. du C.N.R.S. 598,
pp. 513
-
521. Paris.
En prensa. La reconnaissance des témoins du passé. Introduc
-
tion a l'Archéologie prospective, Paris, Hachette.
HIETALA, H. (Ed.)
1984. Intrasite Spatial Archaeology. Cambridge.
HIGGS, E.S. and VITA
-
FINZI, C.
1972. «Prehistoric economies: A territorial approach», in
HIGGS, E.S. (ed.) Papers in Economic Prehistory, Cam
-
bridge, pp. 27
-
36.
HINCHLIFFE, J. y SCHADLA
-
HALL, R.T. (Eds.)
1980. The Past Under the Plough, London.
HODDER, I.
1977. «Spatial studies in archaeology», Progress in Human
Geography I pp. 33
-
65.
1978.(Ed.) The Spatial Organization of Culture, London.
1984. «New generations of spatial analysis in Archaeology»,
AE 1, pp. 7
-
24. Teruel.
HODDER, I. y HASSALL, M.
1971. «The non
-
random spacing of Romano
-
British walled
towns», Man 6, pp. 391
-
407.
HODDER, I. y MALONE, C.
1984. «Intensive Survey of prehistoric sites in the Stilo region
Calabria», Procedings of the Prehistoric Society, 50, pp.
121
-
150.
HODDER, I. y ORTON, D.
1976. Spatial Analysis in Archaeology, London.
HODGES, R.
1987. «Spatial Models, Anthropology and Archaeology», en
J.M. WAGSTAFF, (Ed.) Landscape
-
Culture. Geographi
-
cal
-
Archaeological Perspectives, pp. 118
-
133. Oxford.
HOGG, A.H.A.
1981. Surveying for Archaeologists and other Fieldworkers,
London.
L'HOMER, et al.
1981. «Principales étapes de l'édification du delta de Rhône de
7.000 B.P. á nos jóurs, variations du niveau marin» Ocea
-
nis, 7, pp. 398
-
408.
JACOBSEN, J.A.
1984. A contribution to the Evaluation of Archaeological Field
-
Surveying», Journal o Danish Archaeology, 3. pp.
187
-
198.
JIMENEZ BALLESTA, R. el alii.
1986. «Paleoclimatic significance of some paleopedological for
-
mations in central Spain», QCWM, Madrid, pp. 133
-
151.
JOHNSON, G.A.
1972. A test of the utility of Central Place theory in Archaeo
-
logy», en P.J. UCKO et alii. (eds.) Man Settlement and
Urbanism, London, pp. 769
-
786.
1977. «Aspects of regional analysis in Archaeology», Annual
Review of Anthropology 6. pp. 479
-
508.
JORDA, M. y VAUDOUR, J.
1980. «Sols, Morphogénèse et actions anthropiques a l'épo
-
que historique s. I. sur les rives nord de la Méditerranée»,
Naturalia Monspeliensia, N.º Hors Série, pp. 173
-
184.
JUDGE, W.G. et alii.
1975. «Sampling in Regional Archaeological survey», Tucson,
pp. 82
-
123.
KELLER, D.R. y KUPP, D.W. (Eds.)
1983. Archaeological Survey in the Mediterranean Area, B.A.R.
155. Oxford.
KENT, S. (Ed.)
1987. Method and Theory for Activity Area Research. An Eth
-
noarchaeological Approach, New York.
62
G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
KING, G. y BAILEY, G.
1985. «The Paleoenvironment of some archaeological sites in
Greece: The influence of accumulated uplift in a seis
-
mically active region», Proceedings of Prehistoric Society
51, pp. 273
-
282.
KRAKER, J. et alii.
1983. «Desing and evaluation of shovel
-
test sampling in Re
-
gional Archaeological survey», JFA 10, pp. 469
-
480.
LAMBRICK, G.
1984. «Pit falls and possibilities in Iron Age pottery studies —
experiences in the Upper Thames Valley», en B. CUN
-
LIFFE y D. MILES (eds.) Aspects of the Iron age in Cen
-
tral Southern Britain, pp. 162
-
178. Oxford.
LAVILLE, H.
1975. Climatologie et chronologie du paléolithique en Périgord,
Université de Provence.
LAMB, H.H.
1977. Climate: present, past and future, Mathuen.
1978. «The variability of climate», en The Nordic Symposium
on Climatic Changes and Related Problems, pp. 181
-
204.
Copenhagen.
1982. «Reconstruction of the course of postglacial climate over
the world», en A. HARDING (ed.), Climatic Change in
Later Prehistory, pp. 11
-
32. Edinburgh.
LERICI, C.M.
1965. Una grande aventura della Archeologia Moderna, Roma.
LEROI
-
GOURHAN, A. y BREZILLON, M.
1973. Fouilles de Pincevent, essai d'analyse ethnographique
d'un habitat magdalénien, Paris.
LIDDLE, P.
1985. Community Archaeology: a Fieldworkers Handbook of
organisation and techniques, Leicester, Museum.
LIGHTFOOT, K.G.
1986. «Regional surveys in the Eastern Unites States: the
strengths and Weaknesses of implementing Subsurfa
-
ce Testing Programs», AA 51, pp. 484
-
504.
LUMLEY, H. de
1969. Une Cabane Acheuléene dans le Grotte du Lazaret, Paris.
LLANOS, A. (Dir.)
1987. Carta Arqueológica de Alava, Vitoria
-
Gasteiz.
MACREADY, S. y THOMPSON, F.J. (Eds.)
1985. Archaeological Field survey in Britain and abroad, Oc
-
casional Paper (New Serie), VI London, Society of Anti
-
quaries.
MAGNY, M.
1982. «Atlantic and Sub
-
boreal: dampness and dryness» en
A. HARDING (ed.) Climatic Change in Later Prehistory,
Edinburgh, pp. 33
-
43.
MALDONADO, A.
1972. El delta del Ebro: estudio sedimentológico y estratigrá
-
fico, Bol. Estrat. 1.
MARCOS MUÑOZ, J.L.,
1982. Carta Arqueológica de Vizcaya. I. Yacimientos en Cue
-
va, Universidad de Deusto.
MARQUES, M.A. y JULIA, R.
1983. «Características geomorfológicas y evolución del medio
litoral de la zona de Empuries (Girona)», VI Reunión do
Grupo Español de Traballo de Quaternario, pp. 155
-
165.
Santiago.
MAYORAL, F.
1984. «Contribución a la delimitación del territorio de los asen
-
tamientos protohistóricos. Aplicación de un modelo de
gravedad», AE 1, pp. 73
-
98. Teruel.
MAZUROWSKI, R.
1980. «Podstany wnioskowania o stopnin zuisczenia obiektów
arceologicznych, opartego na analizie materialn ceramicz
-
nego z ponievzchni stanowisck», (con resumen en in
-
glés), Przeglad Archeologiczny 27, pp. 145
-
183.
McGOVERN, T.H.
1981. «The economics of extinction in Norse Greenland», en
T.M.L. WIGLEY, Climate and History, pp. 404
-
433. Cam
-
bridge.
McNUTT, C.H.
1981. «Nearest Neighbors, Boundary Effect and the Old Flag
Trick: A General Solution», AA 46, (3), pp. 571
-
592.
MURRAY, P. y KARDULIAS, N.P.
1986. «A Modern
-
Site Survey in the Southern, Argolid, Gree
-
ce», JFA 13, pp. 21
-
41.
NANCE, J.D.
1981. «Statistical fact and archaeological faith: two models in
small sites sampling, JFA 8, pp. 151
-
165.
NIETO, F. y NOLLA, J. M.ª
1985. «El yacimiento arqueológico submarino de Riells
-
la Clota
y su relación con Ampurias», Cypsela V, pp. 143
-
146.
Girona.
OHEL, M.Y.
1982. «Procedure designing and inplementation: an example
from the Upper Dishon Basis intensive prehistoric Sur
-
vey», Anthropologie XX pp. 81
-
85.
OLANSSON, D.
1986. «Intransite spatial analysis in Scandinavian Stone Age
Research. A discussion of theory», Papers of the Ar
-
chaeological Institue University of Lund 6, pp. 127
-
150.
PARRY. M.L.
1981. «Climatic change and the agricultural frontier: a research
strategy», en T.M.L. WIGLEY et alii Climate and History,
pp. 319
-
336. Cambridge.
63
METODOLOGIA PARA LA INVESTIGACION EN ARQUEOLOGIA TERRITORIAL
PELLICER, F.; PEÑA, J. E.;
IBA
Ñ
EZ
, M.J.
1986. «Estudio geomorfológico del yacimiento de Burren y Bu
-
rrena (Depresión del Ebro): génesis del relieve y evolu
-
ción holocena», Estudios Homenaje Dr. A. Beltrán, pp.
33
-
45. Zaragoza.
PEÑA, J.L.
1983.a «Dinámica reciente de vertientes en el valle medio del
Segre (Zona de Anya
-
Artesa de Segre, prov. de Lérida)»,
Actas VIII Col. de Geografía, pp. 123
-
130. Barcelona.
1983.b La conca del Tremp y sierras prepirenaicas comprendi
-
das entre los ríos Segre y Noguera Ribagorzana: Estu
-
dio geomorfológico, Lérida.
PINDER, D.; SHIMADA, I. y GREGORY, D.
1979. «The nearest
-
neighbor statistic: archaeological implica
-
tions and new developments», AA 44, pp. 430
-
445.
PINI, E. y SERIPA, A.
1986. «Per un tentativo di reconstruzione dei territori dei Cen
-
tri Protostorici Laziali», Rivista di Archeologia, pp. 15
-
21.
PLOG, F. y HILL, J.
1971. «Explaning variability in the distribution of sites», en G.
J. GUMERMAN (ed), The distribution of Prehistoric Po
-
pulation Aggregates, 7
-
36. Prescott.
PLOG, S.; PLOG, F. y WAIT, W.
1978. «Decision making in modern surveys», AAMT, I, New
York, Academic Press, pp. 384
-
421.
POTTER, T.W.
1982. «Prospection en surface: theórie et pratique», en P.A.
FERRIER y P. LEVEAU (dir.) Villes et campagnes dans
l’Empire romain, pp. 19
-
41. Aix
-
en Provence.
POWELL, S. y KLESERT, A.L.
1980. «Predicting the presence of structures on small sites»,
Current Anthropology 21, pp. 367
-
369.
PROUDFOOT, V.B.
1981. «Archaeological space», Journal of Historical Geography
7, pp. 303
-
306.
READ, D.W.
1975. «Regional sampling», S.A., Tucson, University of Arizo
-
na Press, pp. 45
-
60.
1986. «Sampling procedure for regional surveys: a problem of
representativeness and effectiveness», JFA 13 pp.
477
-
491.
REDMAN, CH.L.
1975. «Productive Sampling Strategies for Archaeological Si
-
tes», SA, Tucson, pp. 147
-
154.
REDMAN, C.L. y WATSON, P.J.
1970. «Systematic, intensive surface collection», AA 35, pp.
279
-
291.
RENFREW, A.C.
1969. «Trade and Culture Process in European Prehistory», Cu
-
rrent Anthropology 10, pp. 151
-
169.
1976. «Megaliths, territories and populations», Dissertationes
Archaeologicae Gandenses 16, pp. 198
-
220.
1983. «Geography, archaeology and environment: I, Archaeo
-
logy». The Geographical Journal 149, pp. 316
-
323.
ROBERTS, B.K.
1987. «Landscape Archaeology», en J.M. WAGSTAFF, (ed.)
Landscape Culture. Geographical Archaeological Pers
-
pectives, pp. 77
-
95. Oxford.
RODRIGUEZ VIDAL, J.
1985. Geomorfología de las Sierras Exteriores oscenses y su
piedemonte, Huesca.
ROCA, N. La.
1980. «Deslizamiento rotacional
-
colada de fango en los valles
de Alcoi (Mas de Jorda, Benillup)», Cuad. de Geogr. 26,
pp. 23
-
40. Valencia.
ROPER, D.C.
1979. «The method and theory of site catchment analysis: a
review», AAMT II, pp. 119
-
140. New York.
RUIZ ZAPATERO, G.
1983. «Notas metodológicas sobre prospección en arqueolo
-
gía», Revista de Investigación Colegio Universitario de
Soria 7 (3), pp. 7
-
23.
En prensa.a «La prospección arqueológica en España; pasado,
presente y futuro», en Seminario Internacional sobre Ar
-
queología Espacial. Universidad Lusiada, 10
-
12 marzo,
1988. Lisboa.
En prensa.b «La escuela Paleoeconómica de Cambridge», Col
-
loqui sobre Els Corrents Teorics en Arqueología, Univer
-
sidad de Barcelona, 11
-
13 diciembre, 1986.
RUIZ, A y MOLINOS, M.
1984. «Elementos para un estudio del patrón de asentamien
-
to en las campiñas del Alto Guadalquivir durante el ho
-
rizonte pleno Ibérico (un caso de sociedad agrícola con
Estado)» AE 4, pp. 187
-
206.
RUPP, P.W.
1984. Canadian Palaipaphos (Cyprus). Survey Project: Second
Preliminary Report, 1980
-
82, JFA 11, pp. 133
-
154.
SARG
1974. «SARG: a Co
-
operative Approach towards understanding
the location of human settlement», WA 6, pp. 107
-
116.
SCHIFFER, M.B.
1987. Formation Processes of the Archaeological Record, Al
-
buquerque.
SCHIFFER, M.B.; SULLIVAN, A.P. y KLINGER, T.C.
1978. «The desing of archaeological surveys», WA 10, (1), pp.
1
-
28.
SCHLANGER, S.H. y ORCUTT, J.D.
1986. «Site surface characteristics and funtional inferences»,
AA 51, pp. 296
-
312.
64
G. RUIZ ZAPATERO & F. BURILLO MOZOTA
SELLEY, R.C.
1970. Ancient Sedimentary environments, Cahpamand Hall.
SELLWOOD, L.
1984. «Tribal boundaries viewed from the perspective of nu
-
mismatic evidence», en B. CUNLIFFE y D. MILES (eds.),
Aspects of the Iron Age in Central Southern Britain, pp.
191
-
204. Oxford.
SERRA PUCHE. M.C.
1982. «La unidad habitacional en Tenemote
-
Tlaltenco, D.F. Un
análisis de distribución espacial para definir áreas de ac
-
tividad: la cerámica: Anales de Antropología (México),
19, pp. 9
-
20.
SERRA VILARO, J.
1918. Excavaciones en la Cueva del Segre, Madrid.
SHACKLEY, M.
1985. Using Environmental Archaeology, London.
SHENNAN, S.
1985. Experiments in the collection and analysis of archaeo
-
logical survey data; The East Hampschire, Survey,
Sheffield.
SIMEK, J.F.
1984. «Integrating patern and context in spatial Archaeology»,
JAS 11, pp. 405
-
420.
STEPONAITIS, V. P.
1981. «Settlement hierarchies and political complexities in non
market societies: The formative period of the Valley of
Mexico», American Anthropologist 83, pp. 320
-
363.
THOMAS, D.H.
1975. Nonsite sampling in Archaeology: Up the Creek whithout
a site?, SA, pp. 61
-
81. Tucson.
TRICART, J.
1977. «El concepto de pluvial», Actas III Reunión Nac. Grupo
Español Trabajo Cuaternario, pp. 7
-
20. Zaragoza.
UTRILLA, P.
1977. «Tipos de hábitat en
el
Magdaleniense cantábrico», Es
-
tudios, III, pp. 7
-
17. Zaragoza.
VEGAS, J.K.
1984. «Asentamientos en la altiplanicie de Encia (Alava)», EA
1, pp. 167
-
186.
VITA
-
FINZI, C.
1969. The Mediterranean valleys. Geological changes in his-
torical times, London.
1978. Archaeological Sires in their Setting, London.
VITA
-
FINZI, C. and HIGGS, E.S.
1970. «Prehistoric economy in the Mount Carmel area of Pa
-
lestine: site catchment analysis», Proc. prehist. Soc. 36,
pp. 1
-
37.
VORTING, H.C.
1984.
Projet», Journal of Danish Archaeology 3, pp. 199
-
203.
«Archaeological Field Survey and the Danish natural Gas
WASHBURSN, J.
1974. «Nearest Neighbour Analysis of Pueblo I-II Settlement
Patterns along the Rio Puerco of The East, New Mexi
-
co», AA 39, pp. 315
-
335.
WHALLON, R.
1973. «Spatial analysis of occupation floors, I: application of
dimensional analysis or variance», AA 38, pp. 266
-
278.
1974. «Spatial analysis of occupation floors. II: the application
of nearest neigaahbor analysis», AA 39, pp. 16
-
34.
WHITE, R.
1985. Upper Paleolithic land use in the Périgord, Oxford.
WILSON, L.
1969. «Les relations entre les processus geomorphologiques
ete le climat moderne comme méthode de paléoclima
-
tologie», Rev. Geogr. Phys. et Géol. Dyman, XI, pp.
303
-
314. Paris.
ZUIDAM, R.A. van.
1976. Geomorphological development of the Zaragoza region,
Spain, Enschede.
... Nuestra estrategia de investigación se basa en la búsqueda de lo más significativo y a la vez más probable de detectar mediante la prospección selectiva (Flannery;Burillo y Ruiz Zapatero, 1988;Ruiz Zapatero, 2004). Esta nos permite evaluar el potencial de un amplio territorio aplicando diferentes intensidades. ...
Article
Full-text available
Presentamos un proyecto de investigación independiente sobre la Prehistoria de unos valles del Prepirineo oscense. Comenzó, y continúa siendo, una forma de auto-aprendizaje para jóvenes investigadores, adaptando la estrategia de prospección selectiva a las posibilidades de autofinanciación. Los objetivos son encontrar y estudiar las huellas del poblamiento prehistórico y realizar una reconstrucción climática, medioambiental y paisajística. Tras varias intermitentes campañas, exponemos los primeros resultados del estudio del territorio que incluyen el hallazgo del abrigo de El Esplugón, un yacimiento que ha proporcionado una importante secuencia estratigráfica desde principios del VIII hasta el V milenio cal BC.
Article
Full-text available
Se presenta en este trabajo parte de los resultados preliminares de las prospecciones arqueológicas intensivas en el paraje de Los Batanes (Alcaraz, Albacete). Motivados por el desconocimiento arqueológico de esta comarca, pese a la importancia espacial de la que disfruta, tanto como cabecera del Alto Guadalquivir como en su papel de tránsito entre la Alta Andalucía y La Mancha Oriental a lo largo de la historia, desde los últimos años desarrollamos puntuales trabajos de revisión y de nuevas actividades de prospección y excavación arqueológicas con objeto de desempolvar este vacío arqueográfico. // García-López et al., 2024
Article
Full-text available
Se presentan los resultados de las primeras intervenciones desarrolladas en el marco del proyecto multidisciplinario de Arqueología Ferroviaria en la Provincia de Tucumán (Argentina), las cuales tuvieron lugar en el Sitio Estación Monteagudo (Departamento de Simoca), una de las primeras estaciones ferroviarias edificadas con la llegada del ferrocarril a esta región en 1876. Como consecuencia del sucesivo desmembramiento sufrido por el patrimonio documental ferroviario a lo largo de los años, la documentación oficial disponible para el estudio de casos específicos se hizo cada vez más escasa. Teniendo en cuenta esto, el objetivo principal del trabajo estuvo centrado en el registro de los vestigios arquitectónicos inmuebles, así como de los materiales constructivos que conformaron cada uno de los componentes del sitio. La metodología partió de un relevamiento de documentación histórica, gráfica y escrita, que sirvió como base para las tareas prospectivas y de lectura de paramentos que se desarrollaron posteriormente en el campo. De este modo, el análisis permitió aproximarnos a una tipología de estación cuyos criterios estilísticos y funcionales parecen haber sido una adaptación directa de los modelos ya conocidos para Inglaterra, denotando algunas modificaciones que se fueron gestando y adaptando como resultado de las condiciones del hábitat donde la estación fue emplazada.
Article
Full-text available
(ESPAÑOL ): En el año 2013, se llevó a cabo una campaña de prospección arqueológica superficial en el término municipal de El Cuervo (Sevilla). Esta intervención arqueológica tenía en origen una finalidad científica y académica. Su objetivo fue la revisión sobre el terreno de trabajos de campo anteriores, junto a la posible documentación de nuevos yacimientos, de cara a la comprensión evolutiva del poblamiento humano desde la gran diacronía y los parámetros de la arqueología del territorio. En este artículo nos centraremos, no obstante, en presentar los datos y analizar la evolución del poblamiento romano y tardoantiguo. (ENGLISH): In 2013, an archaeological survey was carried out in the municipality of El Cuervo (Seville). This archaeological fieldwork originally had a scientific and academic purpose. Its objective was the review of previous field work and the possible discovery and study of new archaeological sites. In line with this goals, we tried to understand the evolution of human settlement according to long diachrony and the parameters of the Landscape Archaeology. In this paper, we will focus on presenting the data and analyzing the evolution of the settlement of the Roman period and Late Antiquity.
Article
Full-text available
En este artículo se presenta el estado de avance de las investigaciones arqueológicas que se están realizando en las quebradas ubicadas sobre la vertiente occidental de la Sierra del Aguilar (Puna de Jujuy). Se exponen los resultados parciales de las prospecciones y relevamientos de arquitectura. Como estrategia metodológica se utiliza la categoría Modo Constructivo para la clasificación de rasgos arquitectónicos, la cual permite establecer comparaciones entre diferentes sitios. Otro criterio metodológico es que se aplica el concepto “persistent place” para comprender la utilización y reutilización recurrente de ciertos espacios en estas quebradas. En cuanto a la cronología, se plantean preguntas sobre la continuidad de ocupación humana de esta zona con posterioridad al siglo XIII.
Article
Full-text available
El presente trabajo recoge un análisis basado en arqueología espacial llevado a cabo en el Valle del río Onsella, en el límite entre Navarra y Aragón. Se establecen las pautas de ocupación del territorio desde la Segunda Edad del Hierro hasta la tardoantigüedad, prestando especial atención al periodo romano, que marca un momento de profunda transformación y fuerte dinamismo. El espacio se configura en torno al enclave de carácter urbano de Fillera/Campo Real (Sos del Rey Católico, Zaragoza) y en menor medida en torno al posible vicus de Cementerio de Gordún (Gordún, Zaragoza).
Article
Full-text available
En este trabajo se presenta un estudio de carácter territorial sobre los megalitos de la sierra de Illón-Leire, abordado desde la aplicación de Sistemas de Información Geográfica. En concreto se analiza la distribución megalítica, la potencialidad económica de diferentes áreas muestrales y las relaciones territoriales entre las mismas.
Article
Full-text available
Se ofrece el resultado de la investigación arqueológica en las Bardenas Reales de Navarra. Partiendo de una prospección exhaustiva del territorio, se esboza una evolución de la cultura material, modos de vida y rasgos ecológicos del entorno, desde el Bronce Antiguo hasta la Edad Media.
Article
Full-text available
Siho is an archaeological site located in the Northern Maya Lowlands, where a number of grinding tools have been documented, mostly metates made with local limestone that has petrological characteristics (physical and chemical) which may indicate a particular geological origin. The statistical treatment of data extracted by X-ray fluorescence allows us to discern limestone materials from different geological formations, based on the quantity of silicon (Si) and/or calcium (Ca) in the sample. This data shows a link between the limestone of the Sihó metates and the rocks from the geological formation known as Carrillo Puerto located in the Yucatan peninsula. Furthermore, the comparison by mean thin sections between geological and archaeological materials has been useful to characterise and identify lithic materials used to fabricate the metates. The complementarity between both archaeometrical techniques, together with ethnographic, historical and archaeological documentation, provide us with information that suggests an immediate exploitation of the limestone rocks used to make the metates and brings us closer to a better understanding of the quarrying strategies practiced by the ancient Mayans of Sihó.
Article
La Localidad de Nazareno se ubica en el Departamento de Santa Victoria, en el extremo norte de la Provincia de Salta. Es un ecotono de abruptas quebradas ubicadas entre los 3500 y 2500 msnm que vinculan la Puna con el ambiente selvático de las yungas y que fuera posiblemente un nodo caravanero y punto crucial para el intercambio entre andinos y chiriguanos durante siglos. Arqueológicamente el área es poco conocida, destacándose los trabajos pioneros de Márquez Miranda en las primeras décadas del siglo XX y en los últimos 30 años los trabajos de Beatriz Ventura y su equipo. En prospecciones realizadas en el área, en busca de evidencias de ocupación Incaica, se localizó un alero con pinturas rupestres que presenta motivos vinculados con el momento de influencia Inca en la zona. El mismo se encuentra en relación directa con los principales sitios arqueológicos y vías de comunicación entre el altiplano y la yunga o selva. The town of Nazareno is located in the Department of Santa Victoria, in the extreme North of the Province of Salta. It is a transitional landscape of abrupt gorges located between 3,500 and 2,500 meters above sea level, linking the Puna with the rainforest jungle environment of Yungas and possibly a caravanserais node and a crucial point for the exchange between Andean and Chiriguano people for centuries. Archaeologically the area is hardly known. The most outstanding works belong to the pioneer Márquez Miranda in the first decades of the twentieth century and to Beatriz Ventura and her team, who have been researching the area during the last 30 years. In investigations carried out in the area in search of Inca evidences a rock with cave paintings was located, which have some drawings related to the moment of Inca influence in the region and in direct relation with the main archaeological sites and communication routes between the Puna and the rainforest.
Book
Full-text available
Analysis of published evidence from excavated settlements of the West Hallstatt province (Early Iron Age in southwest Germany, northwest Switzerland and eastern France). Out of date now in terms of data and approach, but may still be of interest for the history of research on this subject.
Article
Full-text available
Human behavior has spatial corollaries of great importance to both geographers and archaeologists. Some of these corollaries can be expressed as point maps, and to describe them objectively it has become common-place to employ the nearest-neighbor analysis technique devised by ecologists. But recently it has been shown that "underestimation" is an inherent flaw of the technique. Initially, therefore, the attention of this paper focuses on elimination of this problem by modifying the traditional formulae. With the flaw corrected, the issues surrounding interpretation of the nearest-neighbor statistic are discussed, and a review is made of the special difficulties of applying the technique to archaeological data.
Article
Archaeologists would agree that the cultural debris lying on the surface of a site in some way reflects what is buried below. However, few attempts have been made to discover just how closely one can predict from detailed knowledge of surface distributions what he will find if he digs. In October and November, 1968, surface collections based on statistical sampling techniques were made at two mounds in Diyarbakir Vilayet, Turkey. The tabulated data were put into the form of contour maps. We find that study of these maps, singly or in combination as overlays, suggests numerous hypotheses that can be formulated much more precisely than those deriving from the usual intuitive method based on simple inspection of the site surface. Soundings were made to test some of the major hypotheses. The results of the soundings plus subsequent statistical analyses suggest that intensive, systematic surface collection is an extremely useful technique for determining where to dig. It is also highly productive of testable hypotheses relevant to the total interpretation of the site.
Article
Geoarchaeology is the contribution from earth sciences to the resolution of geology-related problems in archaeology. Its scope is wide, encompassing (1) locating archaeological sites, (2) evaluating the geomorphic land-scape for site catchment activities and site location, (3) studying regional stratigraphic and microstratigraphic materials for relative dating and recognition of lateral and vertical distribution of activity areas, (4) analyzing sediments for the elucidation of site-forming processes and quantification of microarchaeological (sub-macroscopic) remains, (5) analyzing paleoenvironments, (6) studying artifacts to determine manufacturing practices, procurement range, trade, and exchange networks, (7) modeling cultural/environmental interactions, (8) conserving archaeological resources, and (9) geochronology.
Article
The contributions of the earth sciences, particularly geomorphology and sedimentary petrography, to the interpretation and environmental reconstruction of archaeological contexts is called "geoarchaeology." The physical context provides a palaeo-environmental legacy liable to patterning and interpretation just as artifacts imply prehistoric cultural activity. Through field study and laboratory analyses, the geoarchaeologist elaborates the micro-, meso-, and macro-environments of a site, and provides input for erecting prehistoric human activity patterns in time and space. The categories of information that must be examined in the field, the range of interpretive problems that confront the field worker, and the laboratory techniques which corroborate field interpretations can be illustrated by examining archaeology in an alluvial site. These considerations emphasize the need to involve the geomorphologist in all aspects of the design and execution of an archaeological excavation.
Article
The abstract for this document is available on CSA Illumina.To view the Abstract, click the Abstract button above the document title.