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Abstract

The South African Truth and Reconciliation Commission (TRC) has been presented as an exemplar tool related to subjects as memory reconstruction or reconciliation; none the less, several criticisms have been made in relation to its results. This essay focuses on the criticisms related to the exclusion of some discourses from the end results of the TRC, such as those from women, ex combatants and forced removals. Those discourses, whether they were absent form the conclusions of TRC, have found different ways to expose themselves, completing with this, the version of South African history and apartheid deduced from the Commissio
Vacíos y complementos*
Recibido: 18 de abril de 2010 - Revisado: 28 de abril de 2010 - Aceptado: 02 de junio de 2010
Resumen
La Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) de Sudáfrica ha sido
presentada como una herramienta ejemplar en temas de formación de memoria
y esfuerzos por lograr la reconciliación; sin embargo, varias críticas se han
formulado frente a sus resultados. En este ensayo se hace énfasis en la crítica
relacionada con la exclusión de ciertos discursos en el resultado nal de la
CVR, especialmente el discurso de las mujeres, el de los excombatientes y el
de los desplazados forzosamente.
Estos discursos, más allá de estar ausentes en los resultados de la CVR, han
encontrado diferentes herramientas para darse a conocer y, a través de esto,
han logrado generar una historia de Sudáfrica y una visión del apartheid más
completa que la que se dedujo solamente de la comisión.
Palabras clave
Comisión de la Verdad y Reconciliación, historia del apartheid, mujeres,
excombatientes, desplazados forzosos.
Abstract
The South African Truth and Reconciliation Commission (TRC) has been
presented as an exemplar tool related to subjects as memory reconstruction
or reconciliation; none the less, several criticisms have been made in relation
to its results. This essay focuses on the criticisms related to the exclusion of
some discourses from the end results of the TRC, such as those from women,
ex combatants and forced removals.
Those discourses, whether they were absent form the conclusions of TRC,
have found different ways to expose themselves, completing with this, the
version of South African history and apartheid deduced from the Commission.
Keywords
Truth and Reconciliation Commission, South African History, Women,
Excombatants, Forced removals.
Empties and complements
Civilizar 10 (19): 93-102, julio-diciembre de 2010
* “Vacíos y complementos” hace par-
te de una investigación desarrollada
sobre reconciliación en Sudáfrica y
Ruanda en el CEPI - Centro de Es-
tudios de política Internacional de
la Facultad de Ciencia Política de la
Universidad del Rosario.
** Abogado. Profesor de la Universi-
dad del Rosario. Investigador acadé-
mico del CESA.
Correo electrónico:
pedrolopezcue@gmail.com
Pedro Javier López**
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Pedro Javier LóPez
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Introducción
En el año 1994, la Comisión de la Verdad
y la Reconciliación (CVR) de Sudáfrica entregó
los resultados de su labor. Entre estos se encon-
traba la recolección de miles de testimonios de
víctimas, acompañados por otras miles de con-
fesiones de victimarios.
Con estos testimonios se pretendían al-
canzar dos objetivos que en ocasiones parecen
incompatibles: por un lado, dar respuesta a las
peticiones de las víctimas del apartheid que pe-
dían conocer la verdad y por otro, reconocer a
los victimarios de forma tal que no se pusieran
en peligro los acuerdos a los que se llegó por
medio de las negociaciones que pusieron n a
esta forma de gobierno.
Como resultado, la comisión de la verdad
generó un relato acerca de la historia de Su-
dáfrica entre 1964 y 1994, en el cual se con-
templaron los sufrimientos de la víctimas y las
actuaciones de los victimarios, hechos que tu-
vieron como consecuencia una eventual repara-
ción de las víctimas, y por otro lado, la conce-
sión de una amnistía para aquellos victimarios
que cumplían con los requisitos establecidos.
No sobra decir que el resultado de esta
comisión fue el producto de negociaciones po-
líticas, y que en esa medida trajo como conse-
cuencia un discurso “negociado” de la historia
en el cual se intentaron reunir acontecimientos
distantes, diferentes y en ocasiones contradicto-
rios (Cejas, 2006).
Sobre este relato de la historia sudafri-
cana se han formulado algunas críticas: se ha
dicho, entre otras cosas, que genera una visión
del apartheid en la cual se omiten algunos ca-
sos de victimización, que por no ser conside-
rados como violaciones “extremas” de dere-
chos humanos quedan excluidos de la historia.
Entre estos se resalta el caso de las personas
que fueron desplazadas a la fuerza de sus te-
rritorios hacia townships o Bantustans (Cejas,
2007) y la victimización de las mujeres (Trevi-
ño Rangel, 2006).
También quedaron por fuera los relatos
de los guerrilleros del Umkhonto we Sizwe1 por
el hecho de que el combate armado no empata
con el discurso que resultó de la Comisión de la
Verdad y la Reconciliación, en el que se resalta
la negociación, la imagen del ubuntu y la de la
naciente Nación del arcoíris2.
Reubicaciones forzadas
Mónica Cejas presenta el caso del sufri-
miento y el rompimiento social generado por
las reubicaciones forzadas de los nativos hacia
los townships y bantustans o por el uso de pa-
ses3 para restringir la libertad de locomoción
entre los territorios ‘negros’ y los ‘blancos’.
El apartheid estuvo relacionado muy de
cerca con el desplazamiento y la reubicación de
los nativos sudafricanos, y después con sus ha-
bitantes indios y mestizos. Esta reubicación se
hizo bajo una falsa idea de autogobierno o de
“desarrollo separado” que después se mantuvo
por la fuerza, con lo cual se logró restringir la
posesión de tierras y el desplazamiento de los
nativos, quienes fueron ubicados en unos terri-
torios llamados bantustans, aislándolos así de
las ciudades y los territorios blancos, hacia los
cuales solo podían dirigirse con unos permisos
de tránsito, principalmente con el propósito de
trabajar en esos lugares sin poder residir allí.
Esto no solamente implicó una apropia-
ción de los territorios por parte de los sudafri-
canos blancos, sino también una restricción a la
libertad de locomoción y una negación de los
derechos de los nativos.
Además de los bantustans estaban los
townships, territorios para no-blancos (indios,
mestizos y bantú4) que se ubicaban en las afueras
de ciudades o pueblos designados para blancos y
donde se asentaban, principalmente, las personas
que se desplazaban a trabajar en la ciudad pero
que no tenían permitido vivir en ella.
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Lo que resalta Cejas es que, durante el de-
sarrollo de la CVR no se consideraron este tipo
de violaciones, las cuales hacían parte funda-
mental de lo que implicaba el apartheid como
forma de gobierno racista y como forma de ex-
plotación económica. En esta medida, se deja-
ron de lado una serie de violaciones que fueron
ampliamente extendidas, pero que no encajaban
dentro del tipo de atropellos que quería consi-
derar la comisión.
De esta manera, el discurso que se derivó
de la CVR dejó sin enjuiciar elementos esen-
ciales del periodo que consideró la comisión
(1964-1994). Aún más, según Mark Sanders se
intentó omitir el término apartheid, reempla-
zándolo por expresiones como “conictos del
pasado” o “graves violaciones de derechos hu-
manos”, dejando así a un lado el juicio al apar-
theid como sistema económico y de discrimina-
ción racial.
En esta medida, si volvemos a considerar
que la comisión se elaboró como una herramien-
ta para enjuiciar las actuaciones del pasado, for-
mando sobre ellas un discurso fundacional para
la Sudáfrica contemporánea, este discurso no
incluyó un análisis sobre la injusticia que impli-
caban los bantustans, los townships y las leyes
de tránsito5.
¿Acaso se podría deducir de esto que no
haberlo enjuiciado puede traer como conse-
cuencia la continuación de estos fenómenos?
Una respuesta armativa a esta pregunta puede
verse al considerar los altísimos niveles de po-
breza que sufre la Sudáfrica actual, problema
que continuó y que se reeja hoy día en los am-
plios asentamientos de chabolas6 que parecen
continuar el esquema de los townships en dife-
rentes distritos alrededor del país.
Mujeres
Frente al papel que jugó la victimización
de la mujer al interior de la CVR, Javier Treviño
Rangel considera que la comisión de la verdad
no logró establecer “la fotografía completa” so-
bre las violaciones de derechos humanos que
se vivieron dentro del apartheid. Esto sucedió,
en parte, porque la comisión estaba limitada a
examinar solamente las “graves violaciones”,
lo cual dejó por fuera numerosas formas de vio-
lencia.
Como “graves violaciones” se entendie-
ron: “Los asesinatos, la privación de la libertad,
la tortura y el maltrato de cualquier forma” (Re-
porte nal pp. 1- 60). Sin embargo, esta manera
de entender las violaciones dejó a un lado, en-
tre otras cosas, el enorme grado de desempleo
que sufrieron las mujeres, quienes quedaron en
muchas ocasiones a cargo de sus familias, sin
fuentes de ingresos y ubicadas por la fuerza en
townships estériles.
Además de esto, se encuentran los cons-
tantes casos de abuso sexual presentados bajo
el apartheid, frente a los cuales también quedó
un vacío, en la medida en la que testicar públi-
camente sobre estos resultaba deshonroso para
las víctimas (Treviño Rangel, 2006), quienes en
varios casos fueron presionadas social y polí-
ticamente para que no denunciaran los acosos
de algunos de los freedom ghters7 que después
del apartheid ya estaban en alguna posición del
gobierno.
A esto se suma el hecho de que las muje-
res que testicaron, en varias ocasiones, no se
presentaron directamente como víctimas sino
que se presentaron, solamente, como las repre-
sentantes del sufrimiento de sus familias o de
sus esposos. Esto no sucedió enteramente por
el hecho de que ellas no tuvieran en cuenta su
propio sufrimiento, sino porque la estructura
de CVR daba más espacio y más importancia a
otro tipo de testimonios8.
Así, las declaraciones que se presentaron
en la CVR parecieron estar enfocadas hacia las
graves violaciones que sufrieron los hombres,
dejando a un lado los sufrimientos, las luchas y
también los delitos cometidos contra las muje-
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res. Esto hace que la visión de la historia y de
la verdad que resultó de la CVR presentara al
apartheid como un modo de gobierno sufrido
y combatido solamente por hombres, dejando a
un lado otros sufrimientos.
Considerando de esta forma que gran
parte de las mujeres se quedaron por fuera del
discurso nacional, instituido por el gobierno su-
dafricano a través de la comisión de la verdad,
Treviño Rangel llega a la conclusión de que no
se podrá lograr la meta de crear un país demo-
crático si en el discurso fundacional “la mitad
de la población es ignorada” (Treviño, 2006).
Como muestra de esto, puede encontrarse
el alto nivel de violencia en contra de las muje-
res, que ha continuado después del apartheid, y
al cual se suma el alto porcentaje de violaciones
y el contagio de VIH9.
Excombatientes del MK
Otro discurso que se dejó al margen de
los resultados de la CVR es el que tienen algu-
nos excombatientes del brazo armado del ANC
(siglas en inglés para Congreso Nacional Afri-
cano), el Umkhonto we Sizwe (MK), quienes
durante la época del apartheid enfrentaron este
sistema por las armas, discurso que no empata
muy fácilmente con el emitido desde la Comi-
sión de la Verdad y la Reconciliación.
Durante los años del apartheid, uno de
los grupos que se dedicaron a enfrentar el sis-
tema fue el ANC. Este partido fue uno de los
personajes principales –junto a las asociaciones
sindicales, estudiantiles y la colaboración del
partido comunista– en la resistencia y en la ne-
gociación del desmantelamiento del apartheid.
De la actuación de este partido se re-
cuerdan principalmente sus actividades de re-
sistencia no violenta, pero, además de estas, el
combate armado tuvo un lugar relevante en su
lucha. Esta resistencia se dio a través del grupo
Umkhonto we Sizwe, nombre que podría ser
traducido al español como “la lanza de la na-
ción”.
Umkhonto we Sizwe se desplazó y se
entrenó en los territorios de Angola, Mozambi-
que y Namibia, aprovechando los movimientos
armados que estaban formados en estos países,
y empezó sus actuaciones a comienzos de los
sesenta con la detonación de bombas, con el ob-
jetivo de presionar a favor de la lucha en contra
del apartheid al encontrar cerrados los caminos
legales de acción. La actuación del MK se in-
tensicó en los ochenta y se suspendió como
parte de las negociaciones que se desarrollaron
en los primeros años de los noventa.
Alejandro Castillejo Cuéllar estudia el
caso de algunos de los reinsertados del MK y
concluye que los esfuerzos de estos, sus historias
de vida y sus luchas como grupo son dejadas a
un lado por el discurso imperante de la historia
sudafricana, lo cual hace que esta parte de la his-
toria y de la verdad siga siendo silenciada.
En su texto Entre los intersticios de las
palabras: memoria, posguerra y educación
para la paz en la Sudáfrica contemporánea,
Castillejo comienza haciendo alusión al hecho
de que gran parte de la opresión en los años del
apartheid se hizo a través del silenciamiento, y
que este silenciamiento intentó remediarse por
medio del uso de diferentes instituciones, entre
las cuales estaba incluida la Comisión de la Ver-
dad y la Reconciliación.
Esta comisión, además del establecimien-
to de la “fotografía completa” de la historia del
apartheid, también pretendía, como lo dijo Des-
mond Tutu: “Darle a la gente que había sido si-
lenciada durante tanto tiempo la oportunidad de
contar su historia en un escenario empático”10,
pero aún así, debido a las restricciones sobre
los testimonios y confesiones que se pudieron
expresar en la CVR, se continuaron silenciando
otras visiones, entre estas las de los exMK.
Más allá de esto, a los antiguos integran-
tes de Umkhonto we Sizwe se les ofreció ser
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recibidos por las fuerzas militares de la naciente
Sudáfrica democrática, sin embargo, las condi-
ciones desventajosas de este ofrecimiento (una
difícil homologación de rangos, racismo en el
interior de la institución, falta de claridad de la
aceptación) hicieron que la mayoría de excom-
batientes aceptaran un subsidio de retiro volun-
tario (Castillejo, 2005).
Aún así, su adaptación al sistema eco-
nómico de la Sudáfrica actual ha resultado su-
mamente complicado no solo por considerar
la situación general derivada de la calidad no-
tablemente inferior de la “educación bantú”11,
sino también por el hecho de que muchos de
estos excombatientes estuvieron recibiendo, so-
lamente, entrenamiento militar durante los años
del apartheid.
De esta forma, desprovistos de herra-
mientas para desempeñarse en el posapartheid,
muchos han usado sus habilidades en la delin-
cuencia o el tráco de armas, mientras otros
permanecen en silencio.
Tres casos de silencio y dos formas de
presentarlos
Sudáfrica, a diferencia de otros gobiernos
que pasaron por procesos de transición hacia la
democracia, ha prestado especial atención a la
memoria de los acontecimientos pasados. En
esta medida, estas fallas encontradas en el dis-
curso de la Comisión de la Verdad y la Recon-
ciliación han encontrado medios alternativos
para ser expresados, ya sea que se cuente con el
apoyo estatal o que se lleven a cabo con ánimos
y recursos particulares12.
I. Frente a la omisión del discurso de las mu-
jeres en el resultado del la comisión de la ver-
dad, se han tomado caminos interesantes para
compensar esta ausencia. Frente a este tema,
Yissel Arce y Erin Mosely presentan el impor-
tante papel que ha desempeñado el arte en la
“negociación del trabajo de la CVR” (Mosely,
2007) gracias a la representación de las histo-
rias silenciadas.
En relación con este tema, Judith Mason
crea The Blue Dress (1995), obra que estuvo ex-
puesta en la entrada de la Corte Constitucional
Sudafricana y que presenta un vestido largo he-
cho de plástico, con el cual se pretende recordar
el sufrimiento de una activista sudafricana que
fue torturada, degradada y asesinada.
En el relato de la audiencia de amnistía se
dijo que esta activista fue obligada por el per-
sonal de seguridad a desnudarse, negándole la
posibilidad de usar alguna prenda. Sin embar-
go, después de estar desnuda, tomó una bolsa de
plástico azul y la usó como ropa interior, siendo
esto para Mason “su último acto desaante para
restaurar su dignidad” (Mosely, 2007).
De esta manera, una bolsa plástica se con-
vierte en un vestido de gala azul y a su vez en
un medio para recordar el ensombrecido sufri-
miento de las mujeres durante el apartheid.
Sin embargo, la violencia y el abuso con-
tra la mujer continúan. Como ya se mencionó
en páginas anteriores, uno de los casos emble-
máticos ha sido el que involucra al actual presi-
dente, Jacob Zuma, quien fue acusado de viola-
ción por una mujer seropositiva.
En este caso, Zuma se defendió con argu-
mentos que pretendían rescatar su herencia zulú
y el papel que desempeñaba en ella el hombre,
la mujer y el riesgo social que podría traer el
rechazo de una oferta sexual (Skeen, 2007).
Sin profundizar, Zuma armó que las actitudes
de Khwezi13 fueron incitadoras por usar falda
y sentarse de cierta forma y que en esta medi-
da no podría haber rechazado la ‘oferta’, pues
hacerlo implicaría que, según su interpretación
de la cultura zulú, ella lo acusaría de haberla
violado.
Resulta evidente que los argumentos no
eran sucientes, pero el contexto político y el
papel que cumplió Zuma dentro de la lucha y
las negociaciones en contra del apartheid cam-
biaron este panorama: Zuma es considerado uno
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de los padres de la nación posapartheid (Cejas,
2007) al haber sido prisionero en Roben Island,
exiliado, militante y negociador, todo esto, fun-
damental en la visión de la nueva nación. En
esta medida, llevar a Zuma ante los tribunales
implicó también llevar a juicio una visión pro-
minente sobre la historia de Sudáfrica.
Zuma no fue condenado.
II. Frente a la omisión de la historia de los ex-
combatientes, un caso excepcional que es resal-
tado por Castillejo Cuéllar es aquel de Western
Cape Action Tours Project (Wcat), en el cual un
grupo de exMK dirigen viajes alrededor de Ciu-
dad del Cabo analizando los lugares desde una
perspectiva en la que se recuerda la experiencia
de los excombatientes y también en la que se
muestra el sufrimiento de las poblaciones que
fueron reubicadas forzosamente. Esto contrasta
con los discursos desarrollados por otras enti-
dades que se centran en mostrar lo ‘pintoresco’
y lo ‘exótico’ de la situación de algunos grupos
sudafricanos actuales, dejando atrás el carácter
político e histórico de los lugares y las personas
con que conviven.
Los recorridos de Wcat comienzan en
el centro de Ciudad del Cabo, en un lugar lla-
mado Distrito 614, donde en vez de esforzarse
por crear la “cción de la cercanía” (Castillejo,
2006) entre los turistas y los habitantes del lu-
gar, lo que muestran es que este distrito fue uno
de tantos campos de reubicaciones forzadas, en
este caso particular, de la comunidad que den-
tro del apartheid fue considerada como mestiza
(coloured). El siguiente lugar visitado, llamado
Pinelands, también fue un espacio en el que se
reubicó a las personas por la fuerza, dejando el
espacio vacío para construir casas de sudafrica-
nos blancos (Castillejo, 2006).
Más allá de dejar en claro la existencia de
estas remociones forzadas, las guías de Wcat
muestran que estos fenómenos, en muchas oca-
siones, tienen ecos que todavía suenan y que
no pueden ser dejados fuera de la historia. De
esta forma, se ataca la visión de una historia
sudafricana en la cual después de las décadas
oscuras, entre 1964 y 1994, llegaron solamente
las luces de la reconciliación. Por el contrario,
se presentan los paisajes de los townships como
unas imágenes sobre las cuales se puede pensar
el pasado y la historia de Sudáfrica como he-
chos con consecuencias en el presente.
Además de servir como una herramienta
para recordar la historia de los desplazamientos
forzados, Wcat también sirve como plataforma
para que los excombatientes del Umkhonto we
Sizwe presenten los lugares en los que se desa-
rrollaron sus luchas en contra del apartheid y
los personajes que participaron en ellas. De esta
forma, se logra contribuir a la formación de una
historia reciente de Sudáfrica mucho más com-
pleja, en la cual no solamente se rescaten los
esfuerzos de los negociadores reconocidos (por
ejemplo Mandela, De Klerk, Tutu), sino que
además se presentan como personajes activos
a los combatientes y su lucha (MK, Sobukwe,
Kgosana, etcétera).
Estas guías crean un espacio en el que los
excombatientes pueden formar su propia histo-
ria, ubicándola como parte de la lucha contra
el apartheid, logrando así una inserción en el
discurso histórico que en un momento los había
dejado a un lado.
Consideración nal
El resultado de la comisión de la verdad
sirvió para crear un relato sobre la historia suda-
fricana. Este discurso se centró principalmente
en los esfuerzos de la reconciliación y la demo-
cracia, lo cual generó que otras disertaciones s
en las que se viera de forma evidente la di-
cultad de lograr estas metas quedaran por fuera.
Se presentaron como ejemplos el caso de las
mujeres, el de los excombatientes y el de las
reubicaciones forzosas, casos que son un pro-
blema evidente de la Sudáfrica actual, siendo
así una clara muestra de que bajo el discurso de
la Nación del arcoíris quedan muchas historias.
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Sin embargo, es importante resaltar, como
lo hace Mosely (2007), que las comisiones de la
verdad tienen susmites inherentes y que por eso
no son capaces de “contar la historia completa”.
Así, el hecho de que la CVR presente una imagen
incompleta del pasado solo responde a sus lími-
tes propios, pero esto no implica que no pueda
ser tomada como una plataforma desde la cual la
historia y las consecuencias del apartheid pueden
continuar siendo debatidas y reconstruidas.
A esto se suma el hecho de que el Estado
sudafricano apoye este tipo de iniciativas15, lo cual
presenta un panorama en el que parecería existir
un verdadero interés por la formación de una his-
toria incluyente que permita repensar la Sudáfrica
del pasado y estudiar sus problemas del presente.
Notas
1 Umkhonto we Sizwe es el nombre con el
que se conoció el brazo armado del ANC (Afri-
can National Congress).
2 Ubuntu es un principio de la cultura
sudafricana que se deduce de la máxima zulú
que dice umuntu ngumuntu ngabantu, lo cual
ha sido traducido como “una persona solo se
hace persona a través de las otras”, o “una per-
sona solo es persona por las otras”. El término
ubuntu fue muy usado durante el desarrollo de
la Comisión de la Verdad y la Reconciliación
y además fue incluido como un principio esen-
cial de la Sudáfrica posterior al apartheid. Sin
embargo, aceptar el ubuntu implicó, entre otras
cosas, aceptar la impunidad de algunos casos
de violencia cometidos bajo el apartheid y tam-
bién la preponderancia del discurso de reconci-
liación sobre otros como el de reparación.
La “nación arcoíris” es una expresión cuya
aplicación al caso sudafricano se adjudica a Des-
mond Tutu, y fue comúnmente usada para refe-
rirse a la convivencia democrática de diferentes
grupos dentro del territorio sudafricano. Al igual
que ubuntu, se ha dicho que el término “nación
arcoíris” no ha considerado los problemas que
persisten desde el apartheid hasta la actualidad.
3 Para circular entre los diferentes terri-
torios de Sudáfrica bajo el apartheid era ne-
cesario para los habitantes ‘negros’, ‘indios’ o
‘mestizos’, portar un pase en el que estuviera
especicado el lugar donde vivía, el lugardon-
de trabajaba y el tiempo que podía permanecer
en los territorios blancos. No portar estos pases
podía traer como consecuencia la privación de
la libertad. Por esto, esos permisos se volvieron
emblemas del apartheid, y su quema resultaba
un ejemplo de resistencia y desobediencia.
4 Bantú fue el término que se usó bajo el
apartheid para referirse a los nativos sudafrica-
nos. Por su signicado pasado, es considerado
un término despectivo.
5 Las leyes de tránsito eran regulaciones
legales que determinaban el uso de los pases y
las restricciones a la libre locomoción en el te-
rritorio sudafricano.
6 Los settlements son barrios de chabolas,
en los que se muestran enormes desigualdades
económicas con respecto de la Sudáfrica ore-
ciente. Son, en muchos casos, herencias direc-
tas de las desigualdades y los desplazamientos
implantados por el apartheid.
7 Este término es usado por Treviño Ran-
gel para referirse a los activistas antiapartheid.
Algunos de estos ocuparon posteriormente po-
siciones en el gobierno sudafricano. Si bien es
un evento posterior al apartheid, vale la pena
considerar el caso del actual presidente de Su-
dáfrica, Jacob Zuma, acusado de la violación
de una mujer seropositiva en un controversial
juicio. Zuma no fue condenado.
8 Ver al respecto Ross, 2003.
9 Mónica Cejas (2007) analiza la situación
de la mujer en Sudáfrica resaltando la forma en
la que se habló en la defensa de Jacob Zuma
contra los cargos de violación. Además, destaca
algunas fallas en la forma en la cual el gobierno
sudafricano ha abordado el problema del VIH
hasta los últimos años. Durante el año 2009 ha
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empezado a cambiar el discurso del gobierno
sudafricano frente a este tema, el cual, tomando
una posición controversial, se había negado a
proporcionar medicamentos.
10 South African Truth and Reconciliation
Comission. (1998). Truth and Reconciliation
Commission of South Africa. Cape Town: Final
Report, Juta and Co , vol 1.
11 Durante el apartheid, el tipo de educa-
ción estaba relacionado con la forma en la cual
el Estado había clasicado a la persona entre
los grupos de ‘blancos’, ‘indios’, ‘mestizos’ y
‘bantúes’. Esta última clasicación era la que
les correspondía a los nativos sudafricanos.
La educación bantú estaba ideada para
ofrecer una menor calidad y mantener los es-
quemas racistas.
12 En el caso ruandés es clara la diferencia
frente al caso sudafricano, considerando que en
Ruanda puede llegar a ser considerado como
ilegal y castigado con cárcel el hecho de contra-
decir el discurso imperante frente al genocidio.
13 Nombre con el que se reconoció a la
víctima.
14 En Distrito 6 también se encuentra un
museo del apartheid, District 6 Museum, en el
cual se hace especial énfasis en el tema de los
desplazamientos forzados. En este museo se
dispuso un mapa de Sudáfrica para que sobre
él los asistentes dibujaran los desplazamientos
que habían sufrido.
15 Como se ve especialmente en el caso
de la promoción de exposiciones de arte rela-
cionadas con la historia.
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Article
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En el presente artículo se yuxtapone “verdad” y memoria en el análisis del funcionamiento de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica (1995-2001). Especialmente se exploran las “verdades” resultantes como producto de un proceso de redeinición de ciudadanía y nación (un proyecto político de construcción-reconstrucción nacional) con cierta particularidad que conviene tener presente para poder pensarlas a la luz de similares experiencias en América Latina.
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This article focuses on how Brazil dealt with and failed to deal with its authoritarian past, and what lessons this experience may hold for South Africa. The central focus is on victim support groups in both countries and examines their primary concerns: their need for the truth; and their demands for justice. The experiences of Brazil in these areas are examined, with references to equivalent experiences in Argentina and Chile, and lessons for South Africa are extracted. Finally the link between past human rights violations, impunity and rising crime is discussed. RESUMEN
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Persons who submitted applications to give testimony received very clear guidance on where their stories should begin, and where they should end; those who wanted to contextualize their experiences of loss were not allowed a platform to contemplate the wider causes of their suffering. Some who gave testimony before the trc recalled afterwards the acute pain brought on by the lack of closure which they experienced in this process. Capturing stories of traumatic experience demands that listeners are able and willing to follow the speaker into unanticipated places. But this requires time and resources, which truth commissions are not necessarily able to provide in adequate measure.
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El argumento de este artículo es que, si bien es cierto que la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica fue un loable intento ?sin precedentes? por enfrentar el pasado durante un complejo proceso de transición democrática, también lo es que su fracaso en cuanto a abordar o develar la verdad de las mujeres oscurece sus resultados e, incluso, pone en tela de juicio su razón de ser. Es posible que ninguna de las justificaciones morales o políticas esgrimidas para preferir ?la verdad oficial? de la Comisión fueran esencialmente diferentes de ?la verdad? que un tribunal o un juicio hubieran llevado a las mujeres, pues ellas, en realidad, fueron visiblemente invisibles; o, al menos, su invisibilidad en el trabajo de la Comisión enturbió ?la fotografía completa? que ésta pretendía construir acerca de las condiciones sociales y políticas de la era del apartheid.
Article
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This article examines contemporary art work in South Africa in orderto understand its role within the larger process of transitional justice taking place in the country. How has contemporary art contributed to and/or shaped the construction of a 'collective memory' about Apartheid? How has this art interacted with the Truth and Reconciliation Commission (TRC)? The author argues that South African artists have played a significant role in the overall social transformation of the country, undertaking projects which continue to negotiate the legacies of Apartheid.
Book
The book traces the emergence of 'women' as a category in South Africa's Truth and Reconciliation Commission.It draws from research conducted on the Commission's Human Rights Violations Hearings and in Zwelethemba, a small town in the Western Cape. It explores the production of gender difference in human rights work and examines the silences, gaps, elisions and possibilities that emerged from the Commission's process. It remains the only full length monograph on the topic and is widely cited.
Article
This article empirically assesses the effectiveness of the Truth and Reconciliation Commission (TRC) of South Africa as perceived by three ethnic groups in South Africa, namely, Xhosa, Afrikaners, and English. It examines whether the participants of each ethnic group viewed the TRC to be effective in bringing out the truth and bringing about reconciliation. The article also examines whether the TRCwas viewed as having had a positive effect on South Africa’s society, economy, politics, and image in the world. In addition, the perceived overall success of the TRC is assessed. The Afrikaner participants perceived the TRC to be less effective than the English participants and much less effective than the Xhosa participants. Finally, the article discusses potential future benefits that may be gained from the experiences of South Africa’s TRC to manage ethnic and racial conflicts in other parts of the world.