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1
Ser daltónico para ver más.
Hipótesis para explicar las
ventajas evolutivas de ser
daltónico.
J. Ángel Menéndez Díaz
angelmd@incar.csic.es
Resumen
El que aproximadamente un 8% de la
población mundial sea daltónica, parece un
porcentaje demasiado elevado como para
considerar el daltonismo como un defecto
genético. En realidad, esta diferencia genética,
que conlleva el “problema” de tener una peor
visión, o una visión diferente del espectro de
colores; ha de tener, sin duda, algún tipo de
compensación y reportar algún tipo de
beneficio o ventaja a los individuos que la
presentan. De otra forma, el porcentaje de
daltónicos debiera ser mucho menor, al igual
que sucede con todas las anomalías genéticas
que no conllevan beneficios. Estas posibles
ventajas compensatorias, o las implicaciones
que el daltonismo pueda tener en los
individuos que lo padecen, apenas han sido
objeto de estudio. Los pocos trabajos que hay
al respecto aluden a la posibilidad de que los
daltónicos sean capaces de distinguir mejor el
camuflaje; lo que, en principio, tampoco
parece una compensación muy obvia. En este
artículo se apuntan algunas hipótesis (no
comprobadas) que podrían explicar donde
radica ese efecto de compensación y las
posibles ventajas evolutivas que el daltonismo
pudiera aportar a los individuos que lo
presentan.
A modo de introducción
El daltonismo es un “defecto” genético que
ocasiona dificultades para distinguir ciertos
colores. Su origen se encuentra en una
variación con respecto a los individuos
“normales” de los fotorreceptores de la retina.
Fue el químico inglés John Dalton, quien
publicó el primer artículo científico sobre el
tema en 1798 [1] al darse cuenta de su propia
dificultad para distinguir los colores. Debido a
este trabajo de Dalton, esta diferencia
genética se conoce como daltonismo.
Las células de la retina que reaccionan a la luz
son de dos tipos: bastones y conos. De forma
simplificada: la misión de los bastones es la de
percibir el contraste, mientras que los conos
hacen posible la visión de los colores. Existen
tres tipos de conos según la sensibilidad a la
luz de los fotorreceptores que poseen, siendo
éstos sensibles al rojo, verde y azul (RGB, del
inglés: red, green, blue) (Figura 1). Tanto
conos como bastones se conectan con el
cerebro, que es donde tiene lugar la
interpretación del color, mediante el nervio
óptico. Así, la combinación de estos tres
colores básicos permite diferenciar numerosos
tonos de colores. Sin embargo, hay que tener
en cuenta que los colores no son algo
objetivo, sino la interpretación que hace el
cerebro de los estímulos que reciben los conos
debido a las ondas electromagnéticas con
frecuencias máximas en torno a estos tres
colores primarios.
Figura 1. Espectros de respuesta normalizada de los
conos humanos. Los conos L (longitud de onda larga),
asociados a los receptores rojos, presentan un máximo
en la región de color amarillo verdoso del espectro. Del
mismo modo, los conos S (longitud de onda corta) y M
(longitud de onda media) no se corresponden
exactamente con el azul y el verde, a pesar de que se
asocien a estos colores. (Imagen adaptada de Wikimedia
Commons)
Existen diferentes tipos de individuos
daltónicos según el tipo de cono, o conos,
donde se presenten las diferencias. Los
individuos acromáticos no presentan, o tienen
anomalías en los tres tipos de conos, siendo
2
éstos un caso muy raro (1 de cada 100.000
personas). Los monocromáticos poseen
únicamente uno de los tres fotorreceptores
existentes en los conos por lo que la visión del
color es muy limitada. Este es otro tipo de
daltonismo también muy raro. Por otro, lado
el dicromatismo se da cuando no existe uno
de los tres tipos de fotorreceptores o la
disfunción en uno de ellos es importante. Esta
diferencia es hereditaria y se da en una
proporción mucho mayor. El dicromatismo se
divide a su vez en: protanopia, anomalías en
los fotorreceptores del rojo; deuteranopia,
anomalía en los fotorreceptores del verde y
tritanopia, anomalía en los fotorreceptores del
azul. Este último caso es mucho más raro que
los dos anteriores. Otro tipo de daltónicos son
los tricromáticos anómalos, que es el grupo
más abundante dentro de los daltónicos. En
este caso los individuos poseen los tres tipos
de conos pero con alguna disfunción
moderada en alguno de ellos, lo que les
dificulta la percepción de ciertos colores. De
forma similar a los dicromáticos, los
tricromáticos anómalos pueden dividirse en
protoanómalos, deuteroanómalos y
tritanómalos.
Los genes que producen los fotorreceptores
radican en el cromosoma X. Por eso el
daltonismo en los hombres se da con una
probabilidad más alta que en las mujeres, ya
que los hombres sólo tienen un cromosoma X;
mientras que en las mujeres, que poseen dos,
un gen funcional en sólo uno de ellos es
suficiente para evitar el daltonismo.
El porcentaje de daltónicos en la población
mundial es de aproximadamente un 8% de la
población masculina y un 0,5% entre las
mujeres [2,3]. Además, este porcentaje se
encuentra en un claro ascenso, especialmente
en la población europea [3], lo que se atribuye
a una relajación en la selección natural debido
al progreso de la civilización. Sin embargo,
esto también podría considerarse como una
mejor adaptación al entorno tecnológico.
Argumento con el que no parece estar de
acuerdo uno de los artículos [2], donde el
autor pronostica una reversión en este
aumento de daltónicos debido a: “… los
peligros del trafico y a que la seguridad
depende de las luces rojas de freno y las
señales rojas, ámbar y verde de los
semáforos...”. Sin embargo, lo que el autor
parece obviar en esta argumentación es que
daltonismo y estupidez no necesariamente
han de ir unidos. Así, pese a que en algunos
países a los daltónicos no se les permite
obtener el permiso para conducir, saber la
posición de las luces de un semáforo o ver las
luces de freno no supone ningún tipo de
problema para un daltónico. De hecho, quizá
inconscientemente presten más atención a
estos códigos de colores que el resto de
población; precisamente por el hecho de
tener dificultad para distinguir los colores (ver
más adelante).
La cuestión es que, cualquier característica
genética recesiva que persiste en un nivel tan
alto, se considera que debe tener algún tipo
de ventaja evolutiva en el largo plazo. Es decir
los daltónicos debieran tener algún tipo de
ventaja evolutiva sobre el resto de individuos
“normales” ya que de no ser así se hubiesen
extinguido, o estarían prácticamente extintos,
y no podrían estar presentes en la población
en un porcentaje tan relativamente alto.
Ahora bien, ¿cuál es esa posible ventaja
evolutiva?, ¿qué ventaja puede tener el hecho
de no distinguir bien todos los colores?
Lo cierto es que existen pocos estudios donde
se aborde el daltonismo y sus implicaciones.
Puesto que se considera un “problema
menor”, no parece haber un gran interés por
estudiar cómo puede influir en los individuos
que lo presentan. La cuestión a plantear, sin
embargo, podría ser otra bien distinta. Si
realmente un 8% de daltónicos en el mundo, y
a lo que parece, con una mayor incidencia en
las sociedades más tecnológicas [2,3], es una
cifra demasiado elevada como para
considerarlo un simple azar genético y
realmente representa algún tipo de ventaja;
quizá sea de interés indagar en qué tipo de
ventaja puede aportar y si ésta (o éstas)
pudiera ser de interés para los individuos
“normales”.
De hecho, evolutivamente hablando, las
especies tetracromáticas (con cuatro tipos de
conos diferentes) como algunos pájaros,
3
reptiles, peces e insectos; son más antiguas
que las tricromáticas, como los humanos y
algunos primates; o las dicromáticas como la
mayoría de los mamíferos [3]. Así pues, la
pérdida de capacidad para distinguir una gran
cantidad de colores parece ser una
característica evolutiva y no al contrario.
En realidad, quizá la palabra ventaja no sea la
más apropiada; se trataría más bien de un
efecto de compensación. Es decir, no
distinguir un amplio espectro de colores
puede suponer un problema en determinadas
ocasiones, pero esto mismo podría suponer
una ventaja en según qué circunstancias. En
cualquier caso, se trata de no considerar al
daltonismo como una “enfermedad genética”
[5], sino como una diferencia genética que tal
vez pudiera aportar algún tipo de ventaja
genética.
En lo que sigue, me permitiré exponer algunas
hipótesis que podrían explicar donde radica
estas ventajas evolutivas que, de alguna
forma, compensarían la desventaja que
supone el no distinguir bien los colores.
Teoría de la mayor capacidad para distinguir
el camuflaje
Durante la Segunda Guerra Mundial se
desarrolló la teoría de que las personas
afectadas de daltonismo detectaban mejor el
camuflaje. Parce ser que aquella teoría no
estaba equivocada [6] y en el año 2005 un
grupo de investigadores de la universidad de
Cambridge descubrió que algunos daltónicos
tienen mayor sensibilidad para detectar
ciertos colores combinados [7]. El estudio
puso de manifiesto que, en situaciones donde
el color verde predomina y existen varios
tonos del mismo, los deuteroanómalos son
capaces de distinguir entre pares de colores
que para el resto de personas parecen
idénticos. Esto, teóricamente, podría suponer
una ventaja a la hora de descubrir presas o
depredadores en entornos de camuflaje, lo
cual podría haber supuesto una cierta ventaja
en las sociedades primitivas.
A raíz de este descubrimiento se han
desarrollado ciertos test inversos de
daltonismo (Figura 2), en los cuales los
individuos daltónicos son capaces de ver
figuras o letras que los individuos “normales”
no pueden distinguir. Esto resulta mucho
menos frustrante para los daltónicos que el
test tradicional de Ishihara [8], basado en
cartas compuestas de puntos de varios colores
en las que el individuo “normal” es capaz de
distinguir ciertos números que el individuo
daltónico es incapaz de ver. Posiblemente esta
haya sido una de las causas para considerar el
daltonismo como una desventaja general
respecto a la mayoría; en vez de explorar si
existe también algún aspecto ventajoso.
(a)
(b)
Figura 2. (a) Ejemplo de test inverso de daltonismo. Los
daltónicos ven un círculo, los individuos “normales” no
ven nada [9]. (b) Carta del test de Ishihara [8]. Los
individuos con visión “normal” deberian ver el número 74.
Los daltónicos tricromáticos el número 21; mientras que
los acromáticos no verían nada. (Imagen de Wikimedia
Commons)
En cualquier caso, la posibilidad de detectar
mejor el camuflaje se me antoja una ventaja
muy poco decisiva. Posiblemente deba de
haber alguna otra más y, quizá más
importante, que explique el “éxito” evolutivo
de los daltónicos.
Teoría de la mujer con súper-visión en
colores
Dado que el daltonismo implica alteraciones
en el cromosoma X se ha especulado que
algunas mujeres con un cromosoma X normal
y el otro alterado; es decir aquellas que son
portadoras del daltonismo, podrían ser
tetracromáticas y presentar, además de los
4
tres tipos de conos normales, un cuarto tipo
de cono funcional con la alteración que
portan. De ser esto cierto, el espectro de
colores que son capaces de distinguir estas
personas tetracromáticas sería mucho más
amplio que en el caso de las tricromáticas
pudiendo diferenciar millones de colores más
que los individuos “normales” [10]. Pese a
que se especula que hasta un 3% de mujeres
podrían presentar esta asombrosa capacidad
para ver millones de colores, lo cierto es que
solo se ha reportado un caso de una mujer
con visión tetracromática [11]. Por otro lado,
este particular tipo de “daltonismo a la
inversa” es difícil de detectar dado que, al
igual que en cualquier otro caso de
daltonismo, los individuos que lo presentan
ven el mundo de una manera perfectamente
normal y sin ser muy conscientes de que la
percepción de otros individuos pueda ser
diferente.
Esta posibilidad de que existan mujeres con
una inusitada capacidad para distinguir
millones de colores diferentes quizá sí
represente una compensación evolutiva. Sin
embargo, tampoco parece ser lo
suficientemente importante como para
justificar la importante población daltónica.
Sobre todo si el argumento es que el distinguir
una gran variedad de colores no es algo
realmente vital para la especie humana.
Las siguientes hipótesis, hasta donde yo
conozco, no se han comprobado y bien
pudieran ser completamente falsas.
Responden únicamente a un ejercicio de
imaginación, eso sí, no exento, pienso, de una
cierta lógica.
Hipótesis de la auto-cromoterapia
Esta es quizá una hipótesis menos plausible
que las teorías anteriormente expuestas, en
tanto y cuanto los efectos de la cromoterapia
son también discutibles. Sin embargo, podría
ser una posibilidad a considerar.
De acuerdo con la cromoterapia, los colores
ejercerían influencias emocionales en las
personas, permitiendo generar un estado que
facilite la sanación de enfermedades y
restablecer los desequilibrios que producen
dichos padecimientos. También pueden influir
en los estados de ánimo del individuo. De
hecho, se ha comprobado que el color rojo
tiene efectos excitantes o estimulantes,
mientras que el verde resulta más
tranquilizante y relajante [12].
La cuestión es que si los individuos daltónicos
perciben los colores de una forma diferente al
resto de individuos (Figura 3), la influencia
emocional que ejercen los colores en los
individuos daltónicos pudiera de ser diferente
a la que tienen en el resto de la población.
Ciertamente, resulta difícil de intuir que tipo
de ventaja podría tener esto. Sin embargo, si
se acepta la cromoterapia, tampoco se puede
descartar que no tenga ninguna.
Figura 3. Ejemplo de simulación de cómo son percibidos
los colores por individuos con visión “normal” (superior
izquierdo) y con distintos tipos de daltonismo [13].
Hipótesis de la cautela
Prácticamente casi todos los códigos de
colores están basados en el rojo y el verde.
Con muy poca consideración, por cierto, hacia
la población daltónica.
5
El hecho de asociar el rojo, y en ocasiones el
amarillo, con lo peligroso y el verde con lo
seguro es algo casi universal y posiblemente
ancestral. Probablemente esto se debe a que
además del fuego, existen muchas plantas y
animales que presentan estos colores
“peligrosos” y con los que conviene mantener
las distancias. De hecho, el aposematismo es
un fenómeno, bastante frecuente en la
naturaleza, que consiste en que algunos
organismos presenten rasgos llamativos a los
sentidos, destinados a alejar a sus
depredadores (Figura 4).
Figura 4. Arriba serpiente coral, venenosa; debajo,
culebra coral ratonera, inofensiva para los humanos.
(Imagenes de Wikimedia Commons)
Ahora bien, en algunas ocasiones, los
daltónicos no están seguros de poder decidir
si algo es rojo o verde, o incluso si es amarillo
o verde. Esta dificultad para distinguir entre
estos colores es mayor en los entornos
naturales. Así pues, esto haría que los
individuos daltónicos fuesen especialmente
cautos a la hora de tener que enfrentarse a
este tipo de señales de peligro que no son
capaces de distinguir muy bien. Si se prefiere:
los daltónicos incautos tendrían menos
probabilidades de sobrevivir, por lo que en la
actualidad daltonismo y precaución quizá
estén, en cierto modo, ligados. Por tanto, si la
cautela, precaución, prudencia, reserva, etc.
pueden ser una ventaja en determinadas
situaciones que se presentan con relativa
frecuencia y los daltónicos son, por
naturaleza, más precavidos; esta característica
podría ser una de las ventajas evolutivas de
ser daltónico.
Hipótesis de la ventaja perceptiva
Esta hipótesis se basa en el hecho demostrado
de que algunos insectos voladores, como el
abejorro (Figura 5), son capaces de cambiar su
visión de cromática a acromática para ganar
en velocidad de procesado de las imágenes y,
de esta forma, tener una “visión más rápida”
que les permite maniobrar con mayor
velocidad [14]. La cuestión, por tanto, es si en
los humanos pudiese darse algo parecido, de
forma que los individuos daltónicos, que
tienen que procesar menos colores, también
presentan una “visión más rápida”.
Figura 5. Bumbus, nombre común de abejorro o
moscardón. (Imagen de Wikimedia Commons)
La capacidad para procesar imágenes en
movimiento del cerebro humano es limitada,
de forma que no vemos un continuo, sino una
serie de imágenes secuenciales, a manera de
los fotogramas del cine, que una vez
procesadas en el cerebro nos dan la
percepción de movimiento. En el caso del cine
24 fotogramas por segundo son suficientes
para percibir el movimiento. Ahora bien, la
cantidad de información que recibimos en
cada imagen, y por tanto la información que
ha de procesar el cerebro, contiene muchos
datos, incluidos los datos correspondientes a
los colores de los objetos que percibimos.
6
Una teoría que circula por internet, aunque
sin ninguna prueba que la corrobore, apunta a
que en situaciones de riesgo todo el mundo se
vuelve daltónico. Es decir, el cerebro deja de
procesar los colores para poder procesar más
imágenes por unidad de tiempo. De esta
forma, el tiempo parece ralentizarse y
tomamos una mayor consciencia de todo lo
que está sucediendo a nuestro alrededor; a
costa, parece ser, de sacrificar la capacidad de
distinguir múltiples colores.
La hipótesis es que, dado que las personas
daltónicas reciben menos estímulos
correspondientes a los diferentes tonos y
matices de los colores, el cerebro necesita
procesar menos datos. Por tanto, se puede
utilizar la capacidad restante para procesar
más imágenes o fotogramas por segundo. Esto
se traduciría en una visión mejor de los
objetos en movimiento. Mejores reflejos.
De ser cierta esta hipótesis, podría tener
consecuencias prácticas. Por ejemplo, el uso
de artefactos que limitasen la visión de los
colores en los individuos con visión “normal”
podría mejorar su percepción del movimiento,
de forma que reaccionen más rápido… ¿?.
Otra posibilidad sería la de obtener una mayor
resolución de las imágenes a costa de
sacrificar la información del color, de forma
análoga a la función del movimiento sacádico
[15].
Referencias
1. J. Dalton. "Extraordinary facts relating to the vision
of colours: with observations”. Memoirs of the
Literary and Philosophical Society of Manchester, 5
(1798) 28–45.
2. R. W. Pickford. “Natural selection and colour
blindness”. The eugenics Review, 55 (1963) 97-101.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC29
82522/pdf/eugenrev00022-0033.pdf
3. R.H. Posto. “Population differences in red and
green color vision deficiency: A review, and a query
on selection relaxation”. Biodemography and social
biology, 29 (1982) 299-315.
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vertebrates”. Eye, 12 (1998) 541–547.
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detect colour-camouflaged objects that are not
detected by trichromats". Proc. Biol. Sci. 248
(1992) 291–5.
7. J. Bosten, J.D. Robinson, G. joran, J.D. Mollon.
“Multidimensional sacling reveals a color
dimensión unique to color-deficient observers”.
Current Biology, 15 (2005) R950 - R952.
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9. https://www.cs.unm.edu/~aaron/creative/colorTe
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photopigment opsin genes”. Psychonomic Bulletin
and Review, 8 (2001) 244–261.
http://link.springer.com/article/10.3758/BF031961
59
11. G. Jordan, J.D. Mollon. “A study of women
heterozygous for colour deficiencies” Vision Res.,
33 (1993) 1495-1508.
http://vision.psychol.cam.ac.uk/jdmollon/papers/J
ordanMollon_Carriers.pdf
12. G.D. Wilson. “Arousal properties of red versus
green”. Perceptual and motor skills, 23 (1996) 947-
949.
http://www.amsciepub.com/doi/pdf/10.2466/pms
.1966.23.3.947
13. K. Asada. “The day I saw Van Gogh’s genious in a
new light”. Usando el software (Cromatic Vision
Simulator) del mismo autor.
http://asada0.tumblr.com/post/11517603099/the-
day-i-saw-van-goghs-genius-in-a-new-light
14. P. Skorupski, L. Chittka. “Differences in
Photoreceptor Processing Speed for Chromatic and
Achromatic Vision in the Bumblebee, Bombus
terrestris”. The Journal of Neuroscience, 30 (2010)
3896-3903.
15. http://es.wikipedia.org/wiki/Movimientos_sac%C3
%A1dicos
Aclaración
No soy oftalmólogo, ni neurólogo, ni psicólogo; sin
embargo soy daltónico y curioso (el hecho de que,
al igual que Dalton, también sea químico es una
mera coincidencia). Quizá todo lo anteriormente
expuesto no sean más que especulaciones; sin
embargo, estas reflexiones sobre las implicaciones
del daltonismo tal vez resulten inspiradoras para
alguien más ducho en el tema… Nunca se sabe.
Mi test de Farnsworth
Abril, 2014