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Univ. Psychol. Bogotá, colomBia V. 12 No. 4 PP. 1255-1267 oct-dic 2013 ISSN 1657-9267 1255
Gubernamentalidad, dispositivos de
género, raza y trabajo: la conducción de la
conducta de las mujeres trabajadoras
Governmentality, Gender and Race Devices and Work:
The Conduct of Conduct of Working Women
Recibido: mar zo 4 de 2013 | Revisado: agosto 1 de 2013 | Aceptado: septiembre 30 de 2013
LiLiana Vargas-Monroy *
Ponticia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
Margot PujaL i LLoMbart **
Universidad Autónoma de Barcelona,
España
re s u M e n
Este artículo se ocupa del problema del gobierno de las mujeres trabajadoras,
acercándose en particular a las formas de gubernamentalidad que operan
sobre las trabajadoras del llamado tercer mundo. Abordamos este objetivo,
delineando el campo de los estudios sobre la gubernamentalidad
(governmentality studies), continuando con discusiones sobre la utilización
del concepto, que se han hecho desde los estudios de las organizaciones
y el trabajo. Por último, consideramos las problematizaciones y críticas
que tanto el feminismo como el feminismo poscolonial han hecho a estas
aproximaciones, para acercamos a la delimitación del problema del gobierno
de las mujeres, dentro de los órdenes laborales contemporáneos.
Palabras claves autores
Gubernamentalidad, interseccionalidad, mujeres trabajadoras, mujeres del tercer
mundo.
Palabras clave descriptores
Estudios sobre la gubernamentalidad, género y trabajo.
ab s t r a c t
In this article we consider problems regarding the government of working
women. Specically, we focus on particular forms of governmentality that
operate on women of the third world. We tackle this objective, rstly, by
delineating the eld of governmentality studies, then we approach the
debate about how this concept has been used within the eld of work and
organization studies. Lastly, based on the problematizations and critiques
formulated by both feminism and postcolonial feminism to those approaches
we delimited the problem of the government of women within the contem-
porary work regimes.
Key words authors
Governmentality, intersectionality, working women.
Key words plus
Governmentality Studies, Gender and Work.
Doi: 10.1114 4/ Javeri ana.UPSY12-4.gdg t
Para citar este artículo: Vargas-Monroy, L. & Pujal,
M. (2013). Gubernamentalidad, dispositivos de gé-
nero, raza y trabajo: la conducción de la conducta de
las mujeres trabajadoras. Universitas Psychologica,
12(4), 1255-1267.
Doi: 10.11144/Javer iana.UPSY12-4.
gdgt
* Ponticia Universidad Javeriana, Bogotá, Colom-
bia. ResearcherID: M-6850-2013. Profesora Aso-
ciada e investigadora de la Universidad Javeriana
de Bogotá. E-mail: Liliana.vargas@javeriana.edu.
co
** Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona,
España. ResearcherID: M-2814-2013. Profesora
Titular e investigadora de la UAB. E- mail: Margot.
pujal@uab.cat
LiLia na Var ga s-Mo nroy , Ma rg ot Puj aL i LLo Mb art
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Introducción
Con la discusión del concepto de gubernamen-
talidad, Michel Foucault inaugura una particular
perspectiva dentro de la historia del presente que
abre paso a la pregunta por las diferentes formas
en que el arte de gobernar sujetos y poblaciones
se hace, en un momento dado, una acción pen-
sable y practicable (Gordon, 1991). La pregunta
genera todo un campo de pensamiento y discu-
sión teórica, hoy agrupado dentro de lo que se
ha denominado los governmentality studies. Al
interior de los estudios de las organizaciones y
el trabajo, los aportes de estas discusiones han
dado pie a exploraciones sobre las formas en
que es gobernada y conducida la conducta de
los sujetos trabajadores (Ibarra Colado, 2006a;
Pulido, 2013).
En esta línea de ideas, este artículo se cons-
truye pensando el problema del gobierno de las
mujeres, dentro de los órdenes labora les contem-
poráneos. Abordamos esta discusión asumiendo
el lugar central que ocupa el trabajo femenino
dentro del capitalismo global y reconociendo y
problematizando las situaciones de subalterni-
dad y explotación de las mujeres, al interior de
los nuevos ordenamientos laborales. Nuestra
discusión asume varias de las críticas que el fe-
minismo y el feminismo poscolonial le hacen a la
analítica foucaultiana, incorporando herramien-
tas y conceptos que, desde estas elaboraciones,
permiten la complejización de las propuestas del
autor fránces, para pensar desde ellas, algunas
de las formas de gubernamentalidad que operan
sobre las mujeres en los actuales contextos del
trabajo. .
Con este objetivo, nos dedicaremos en primera
instancia a la discusión del concepto de guberna-
mentalidad desde la tradición foucaultiana, para
continuar luego con su problematización y comple-
ji zación desde las propuestas feministas y femini stas
poscoloniales. Por último, a partir de propuestas que
nos permiten pensar el género como un dispositi-
vo de poder, que se despliega en intersección con
otros dispositivos, nos dirigiremos a la discusión
de las formas en que se conduce la conducta de las
mujeres trabajadoras, en particular en los espacios
de la periferia del sistema-mundo1.
Governmentality studies,
organizaciones y trabajo
Los estudios de la gubernamentalidad y de la guber-
namentalidad en el trabajo, tienen un claro origen
en las discusiones que se abren con las lecciones
que Michel Foucault dicta en el Collège de Fran-
ce, en el periodo comprendido entre 1976 y 1979.
El término gubernamentalidad es inicialmente
introducido por Foucault en Seguridad, territorio y
población, usándolo para referirse a un régimen de
poder que se establece en el siglo XVIII y que tiene
como blanco principal la población. Originalmen-
te, la palabra designa las prácticas constitutivas de
un tipo de poder particular: el poder del Estado;
sin embargo, esta especicidad se borra en tanto
avanza su discusión para referirse con ella simple-
mente a “la manera como se conduce la conducta
de los hombres” (Foucault, 1976/2000, p. 192), con
lo cual, se amplía su acepción a diferentes tipos de
gobierno: el gobierno de los niños, el gobierno de
las almas o conciencias, el gobierno de una casa,
el gobierno del Estado o el gobierno de sí mismo
(Foucault citado por Rabinow, 1998, p. 82).
En este sentido, la última etapa de la obra de
Foucault es leída por diferentes autores como el
preámbulo a una parte de su trabajo que queda
inacabada con su muerte y que estaría dedicada a
la exploración de las formas de gubernamentali-
dad que se dan en las sociedades contemporáneas
(Castro-Gómez, 2009; Senellart, 2006). La publi-
cación relativamente reciente de tres de los cursos
dictados en el Collège de France, inéditos hasta
1 Utilizaremos de aquí en adelante el concepto de sistema–mundo,
desarrollado por Samir Amin, Inmanuel Wallerstein y Giovan-
ni Arrigni, entre otros. Wallerstein (2005), a quien seguiremos
en este trabajo, caracteriza el sistema-mundo como una serie de
mecanismos que redistribuyen los recursos desde la “periferia”
al “centro” del imperio, determinando una división internacio-
nal del trabajo. El trabajo de Wallerstein desplaza así la unidad
de análisis de “sociedad” (ligada a los Estados nación) a la de
“sistema-mundo” (de una escala espacial y temporal más amplia).
El concepto permitirá, entre otras cosas, interconectar distintas
regiones del planeta, en la discusión sobre el funcionamiento del
trabajo dentro del capitalismo contemporáneo.
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Guber na me ntalidad , disp os itivos de G én er o, r aza y trab aj o
hace algunos años, parece conrmar esta lectura.
En esos textos (correspondientes a la misma época
en que fueron escritos los tomos II y III de Histo-
ria de la sexualidad), Foucault inicia claramente
la exploración genealógica del Estado moderno2.
Defender la sociedad (1976), Seguridad, territorio
y población (1978) y El nacimiento de la biopolítica
(1979) se corresponden así, especícamente, con
un análisis de la gubernamentalidad y de la guber-
namentalidad liberal, a través del problema de la
biopolítica y del gobierno de las poblaciones. Así,
y a la luz de trabajos posteriores, es posible ver este
momento como la concreción de una inexión en
la obra foucaultiana dirigida a la exploración de la
problemática del gobierno de sí y de los ot ros (Sene-
llart, 2006), como formas de gobierno que llegarán
al mundo contemporáneo.
Asumiendo la denición ampliada del concep-
to de gubernamentalidad con la que se inició este
apartado, es posible decir que diferentes formas de
gubernamentalidad son desplegadas en diferentes
momentos históricos, en regímenes que pueden
ser denominados consecutivamente: soberanos,
disciplinares y de seguridad o control. Esta pers-
pectiva nos permite una distinción cronológica de
diferentes períodos y de las características que la
gubernamentalidad adquiere en cada uno de ellos.
A pesar de discusiones que declaran la crisis del
modelo disciplinario (Deleuze, 2006), podemos
argumentar que al menos dos de estas formas de gu-
bernamentalidad, continúan presentes en muchos
espacios laborales. En primer término, señalaremos
la gubernamentalidad disciplinar que se correspon-
de con tecnologías que se continúan centrando en
procedimientos, mediante los cuales se asegura la
distribución espacial de los cuerpos individuales
(su separación, su alineamiento, su puesta en serie
2 Después de Vigilar y Castigar, Foucault da inicio a dos proyectos
de investigación diferentes y aparentemente incompatibles: por
un lado, sus trabajos en torno a una genealogía del Estado mod-
erno (plasmados en los cursos que dicta entre 1977 y 1979 en el
Collège de France) y, por otro lado, su trabajo en torno a la ética
grecoromana que culminaría en los tomos II y III de Historia de
la sexual idad. El eslabón perdido entre estos dos proyectos parece
ser claramente el concepto de gubernamentalidad, ya que Fou cau lt
establecerá un vínculo directo entre las técnicas de conducción
de la conducta desplegadas en la antigüedad y las tecnologías de
gobierno utilizadas por el Estado moderno (Castro-Gómez, 2009).
bajo vigilancia) y la organización a su alrededor de
todo un campo de visibi lidad, que incluye técnicas
mediante las que cada trabajador es supervisado
pa ra incrementar su fuerza úti l a través del ejercicio
y el adiestramiento en una tarea, y/o a través de la
formación y vigilancia de algunos aspectos de su
conducta (Foucault, 1976/2000).
Diversos autores han señalado esta forma de
gubernamentalidad como la forma preponderan-
te de gobierno dentro de los órdenes industriales
(Brigg, 2002; Deleuze, 2006; Fraser, 2003); el siglo
XIX sería así un período de extensión de las dis-
ciplinas, que conduce al establecimiento de socie-
dades plenamente industrializadas en el siglo XX,
en particular en Europa y el mundo noratlántico.
Este ejercicio disciplinar, logrará denir a los sujetos
en términos de su capacidad para trabajar y de sus
funciones en el trabajo, provocando una división
entre los miembros “civilizados” y “productivos” de
la sociedad y aquellos que carecen de capacidades
para ser trabajadores y ciudadanos responsables.
A la segunda forma de gubernamentabilidad nos
dedicaremos en el punto siguiente.
Neoliberalismo y las nuevas formas
de gobierno en el trabajo
Con el ascenso del modelo neoliberal entra en
escena la forma de gubernamentalidad que carac-
terizará muchos de los órdenes postindustriales y
postfordistas del trabajo. Se trata de una propuesta
que determina que el proyecto del buen sujeto de
gobierno se fusione con obligaciones voluntaria-
mente asumidas por individuos “libres”, que deben
sacar provecho de su propia existencia, mediante
su (auto) gestión responsable (Rose, 1997, p. 37).
El neoliberalismo puede ser pensado así, como
un modelo económico, pero ante todo como una
forma de gobierno particular, que produce a los su-
jetos que requiere (Castro-Gómez, 2009; Foucault,
1978/2006; Rose, 1996). La última parte de la obra
Foucault parece dirigirse precisamente hacia el aná-
lisis de estas formas de gobierno que no se ocupan
ya solamente de la vigilancia y disciplinamiento
de los sujetos, sino que apuntan a una gestión de la
conducta a través de tecnologías de autogobierno.
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Esta parte del trabajo de Foucault, que queda
inconclusa con su muerte, es continuada por sus
discípulos y seguidores. Nikolas Rose y Jacques
Donzelot serán dos de los autores que trabajarán
más claramente el vínculo entre la gubernamenta-
lidad neoliberal y los nuevos órdenes del trabajo. En
su texto Pleasure at work, Donzelot (1981) explora la
introducción del discurso del placer y la autorreali-
zación en el trabajo, discut iendo su relación con las
transformaciones en las formas de producción que
conducen a una organización exible del trabajo en
Francia a partir de los años setenta, argumentando
que la promoción de la autonomía y de un sujeto
adaptable y exible se corresponde con el doble pro-
ceso de descualicación en el trabajo y con cierta
recualicación jurídica del trabajador, que se da a
partir de ese momento.
Por su parte Rose (1996, 1997) dialoga am-
pliamente con las discusiones que Foucault, ya en
1981, realiza sobre técnicas o tecnologías que ope-
ran sobre el sí mismo, donde la meta es, en buena
medida, tratar de construir un sujeto responsable
de sí, proponiendo que nuestros deseos, aspiracio-
nes, intereses y creencias son un blanco vital de
la gubernamentalidad contemporánea. Para Rose
(1996), los programas neoliberales de gobierno se
caracterizan de esta manera, por la esperanza de
ser una inversión rentable para los propios sujetos;
estas estrategias de gobierno se hacen por lo tan-
to dependientes de toda una serie de dispositivos
que prometen crear individuos que no necesitan
ser gobernados por otros, sino que se gobiernan y
controlan por sí mismos.
Dentro del neoliberalismo se dará, así, una
nueva pluralización de las tecnologías sociales
con una tendencia a la “desgubernamentaliza-
ción” que produce la implantación de formas de
gobierno que actúan a través de la conformación
de entidades autónomas: empresas, organizacio-
nes, comunidades, profesiones, individuos (Rose,
1997, p. 58). En concordancia, paulatinamente al
interior de los espacios de trabajo se despliega una
variedad de iniciativas que buscan de una u otra
manera mitigar las posibilidades de antagonismo
en la relación laboral, mediante la integración
del trabajador en redes de obligaciones “libres”,
a través de “participación democrática” en la in-
dustria. Proliferan, así, organizaciones y formas
de trabajo marcadas por el signo de la “autono-
mía” que asumirán funciones reguladoras (Rose,
1997). Así, el autogobierno será un componente
esencial de cualquier forma exitosa de gobierno
contemporáneo, convirtiéndose en uno de ele-
mentos que caracterizará las actuales formas de
trabajo. El sujeto trabajador inserto dentro de
este orden deberá convertirse en experto de sí
mismo y establecer relaciones de autocuidado y
autocreación, basadas en la preparación y forma-
ción de características particulares en su cuerpo,
mente y formas de conducta, para integrarse al
aparato productivo. El trabajador se constituye,
entonces, en un agente de su propio destino, este
será el a priori ético dentro de las nuevas formas
de trabajo (Rose, 1996).
Para cerrar este apartado, se puede decir que son
muchos los estudios que es posible ubicar dentro
del campo de exploración de este tipo de guberna-
mentalidad en los espacios laborales. En el mundo
noratlántico, podemos mencionar los trabajos de:
MacKinlay y Strakey (1998) en un texto que recoge
las relaciones entre gobierno y teorías organizacio-
nales y administrativas en la corporación moderna;
Alvesson y Willmott (20 02) en la exploración de la
regulación de la identidad en el trabajo como for-
ma de gobierno y Walkerdine (2002, 2006) quien
discute las relaciones entre gubernamentalidad,
globalización y transformaciones en la subjetividad
contemporánea
Por últi mo, al interior del número 78 de la revista
Ephemera, dedicado exclusivamente a la discusión
de la temática de la gubernamentalidad neoliberal
en los espacios laborales, se destacan los trabajos
de: Lopdrup-Hjorth, Gudmand-Hoyer, Bramming y
Pedersen (2012) sobre el gobierno del trabajo a tra-
vés del “automanejo”; Bjerg y Staunæs (2012) sobre
la administración de personal a través de la culpa
y Paulsson (2012) en el desarrollo de la interesante
pregunta sobre las posibilidades de resistencia a la
autogestión en los contextos laborales. A partir de
las discusiones de estos autores, en términos gene-
rales es posible proponer que a los dispositivos dis-
ciplinares se suman paulatinamente dispositivos de
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autocontrol, al interior de muchos de los espacios
laborales contemporáneos.
Problematizaciones
feministas/poscoloniales a los
governmentality studies
Problematizando el campo de los estudios sobre
la gubernamentalidad, argumentaremos ahora que
los trabajos que hemos reseñado hasta aquí caen en
la mayoría de los casos en una exploración agené-
rica y que no consideran las diferencias entre los
centros y las periferias del sistema-mundo. En ese
sentido, podemos armar que los autores recogi-
dos hasta el momento, realizan una lectura de las
formas de gubernamentalidad claramente centrada
en el contexto europeo y en el análisis de un tipo de
sujeto que, en su indenición, parece claramente
masculino (Braidotti, 1991; Le Blanc, 2004).
Este sujeto explícitamente agenérico pero im-
plícitamente masculino, blanco, occidental, he-
terosexual, burgués y adulto, que prima en buena
pa r te de la investigación social, ha sido denunciado
por la crítica feminista ya desde la segunda ola del
feminismo, que se inicia en los años sesenta del
siglo XX. Tanto el feminismo de la igualdad (libe-
ral, socialista) como el feminismo de la diferencia
(radical, psicoanalítico, e incluso postestructura-
lista) contribuyen a mostrar que el uso y referente
agenérico del sujeto, tiene efectos en la naturaliza-
ción de la desigualdad, dominación y sujeción de
las mujeres a nivel social y subjetivo. A partir de las
conceptualizaciones del patriarcado como organi-
zación social especíca, de Kate Millet (1973), y del
sistema cultural sexo/género de naturaleza binaria y
jerárquica, de Gayle Rubin (1986), es posible se-
ñalar las diversas instituciones y discursos que es
necesario problematizar y transformar, dejando de
lado los análisis agenéricos y androcéntricos, con
el n de trabajar por la igualdad y la emancipación
en las relaciones sociales entre los sexos. Entre estas
instituciones, podemos mencionar la familia, la
esfera política o cultural y, por supuesto, la institu-
ción del trabajo.
Por otro lado, los governmentality studies tam-
bién han sido problematizados, a partir del descon-
certante silencio que Foucault guardó en relación
con el gobierno moderno fuera de los límites de
occidente (Inda, 2011). En este sentido, desde
ciertas interpretaciones, Foucault habría parecido
desplegar la noción de que existe un cont i nuo entre
regímenes de soberanía, disciplinarios y de control,
en lo que parecería una creciente racionalización
de las formas de gobierno (Lemke, 2013). Esta idea,
que alcanza a resultar válida para el contexto euro-
peo, puede conducir al metarrelato de un avance
histórico (Lyotard, 1994) que deja de lado la articu-
lación y codependencia, señalada insistentemente
por la teoría postcolonial, entre mundo moderno
y mundo colonial3 (véanse, Castro-Gómez, 2005;
Dussel, 1999; Quijano, 2000).
Este punto nos permite señalar el eurocentris-
mo de la mayoría de las discusiones alrededor del
tema de la gubernamentalidad, haciendo patente
la coexistencia (aún) en el mundo contemporáneo,
de diferentes formas de poder (soberanas, discipli-
nares y de control) que dependen unas de otras. Lo
cual remite al hecho de que si bien las sociedades
europeas y noratlánticas parecen transformarse
paulatinamente en sociedades de control, lo hacen
en íntima conexión con regímenes que pueden
incluso llegar a ser esclavistas, en las periferias
del sistema-mundo. Desde la crítica feminista y
postcolonial es posible puntualizar así, el proble-
ma de la lectura andro (y euro)centrada, que ha
primado también en las discusiones del problema
de la gubernamentalidad. En esta línea de ideas,
Gayatri Chakravorty Spivak (2009), señalaba ya
en su célebre ensayo Can the subaltern speak? que
Deleuze y Foucault parecían pensar las relacio-
nes entre deseo, poder y subjetividad de manera
“ligeramente desincronizada: dando la espalda
a la familia y al colonialismo” (Spivak, 2009, p.
51). La autora india precisaba de esta manera dos
3 Nos referimos en concreto, a algunas de las discusiones de la teo-
ría poscolonial latinoamericana. El concepto de colonialidad se
entiende, desde aquí, como uno de los elementos constitutivos y
especícos del patrón mundial de poder capitalista, que se funda
en la clasicación y jerarquización racial/étnica de la población
del mundo como piedra angular, funcionando en diferentes
planos y dimensiones, materiales y subjetivas de la existencia
social cotidiana, y que opera como la contracara necesaria de la
modernidad europea (Quijano, 2000).
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espacios fundamentales para la producción del
género y la raza, dejados de lado por los análisis
de estos autores.
Dispositivos de género e
interseccionalidad
Frente al obstáculo que implica la visión andro
(y euro)céntrica, para el análisis del problema del
gobierno de las mujeres y en particular de las mu-
jeres subalternas, la idea de dispositivo nos ofrece
una salida. El concepto, que aparece precisamente
cuando Foucault comienza a discutir el problema
de la gubernamentalidad neoliberal (Agamben,
2005), es denido como “cierta manipulación de
las relaciones de fuerza, bien para desarrollarlas en
una dirección concreta, bien para bloquearlas o
para estabilizarlas y utilizarlas” (Foucault, 1985 p.
42). Parte de la crítica feminista asumirá esta no-
ción, para solventar el vacío por que la misma teoría
Foucaultiana deja frente al problema del gobierno
de las mujeres. Teresa De Lauretis (1987) y Judith
Butler (1990) serán dos de las primeras autoras
en pensar la relación entre género y dispositivos o
tecnologías de poder.
Así, desde una exploración de la producción
discursiva del género, Teresa De Lauretis (1987)
propone el análisis de las diferentes tecnologías
de género, como campo de trabajo del feminismo.
Estas tecnologías producirían formas discursivas y
visuales que operan produciendo representaciones y
autorrepresentaciones normalizadas de lo femenino
y lo masculino. Por su parte, Judith Butler (1990)
plantea que es la noción de genealogía la que se
acerca más claramente al ejercicio de politizar los
procesos históricos de constitución de los sujetos y
en este caso, de lo femenino y lo masculino. El gé-
nero sería en este sentido, ante todo, un dispositivo
para el control y conducción de la conducta. Los
análisis de la autora estadounidense desnaturalizan
la diferencia sexual y el género como expresión de
dicha diferencia. Se trata en sus propias palabras de
realizar el trabajo de una genealogía de la ontología
del género (p. 27).
Estas discusiones, permiten proponer explíci-
tamente una lectura del género como dispositivo
de poder. Los análisis que asuman esta denición
darán cuenta de la conformación del sujeto mujer
en los discursos médicos, psiquiátricos, educati-
vos, laborales y en las prácticas institucionales
con ellos relacionadas. En estos, la retórica acerca
de la naturaleza de las mujeres seria un elemento
especialmente relevante, para la conducción de su
conducta y, en suma, para la pro ducción de cuerpos
y subjetividades femeninas “adecuadas” (Amigot &
Pujal, 2009).
Para cerrar esta parte de nuestra discusión,
diremos que si bien el problema del género como
dispositivo es, desde hace algunos años, un tema
discutido dentro del feminismo blanco moderno o
posmoderno (tanto norteamericano como europeo),
el feminismo poscolonial se ocupará de elaborar
otra problemática: la problemática de la inter-
seccionalidad del género con dispositivos de otro
orden, que pueden ser entendidos más bien como
dispositivos de racialización. La crítica poscolonial
feminista señalará, así, la necesidad de comple-
mentar el análisis de género con un análisis que
permita comprender los ordenamientos moderno/
coloniales que determinan formas de gubernamen-
talidad particulares y se vinculan a la producción de
subjetividades racializadas en diferentes regiones del
planeta. Vinculando esta discusión con el problema
de la división del trabajo, María Lugones (2008)
propone la noción de colonialidad del trabajo para
denominar la división y organización de las formas
y lógicas laborales, a partir de estraticaciones y
construcciones que, propondremos, son a la vez
(dispositivos) de género y raza.
Dispositivo, feminización del trabajo y
gobierno de la mujeres trabajadoras
Después del recorrido que hemos realizado, nos
interesa ahora iniciar el análisis de aquellos disposi-
tivos que determinan y construyen el trabajo de las
mujeres y en particular el trabajo de las mujeres sub-
alternas. Sin olvidar el hecho de que los dispositivos
disciplinares y de control pueblan la organización
contemporánea del trabajo, tanto en los centros
como en las periferias del sistema-mundo, siendo
particularmente utilizados en el gobierno de las
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Guber na me ntalidad , disp os itivos de G én er o, r aza y trab aj o
mujeres trabajadoras (véanse, García & Carva-
jal, 2007; Vargas-Monroy, 2011) argumentaremos
que, para entender plenamente las formas en que
es conducida la conducta de las mujeres en el tra-
bajo, es necesario el análisis de otros dispositivos.
En palabras de Tapalde Mohanty (2003) intentar-
emos entonces, explorar la constr ucción ideológica
de ciertos trabajos, en términos de una apropiada
feminidad, domesticidad, (hetero)sexualidad, así
como de ciertos estereotipos culturales y raciales,
buscando mapear las operaciones del capitalismo
contemporáneo, en la denición y gobierno del
trabajo de las mujeres, en particular a partir de
parámetros relacionados con dispositivos de gé-
nero y raza.
Al acercarnos a pensar la interseccionalidad
de dispositivos que operan en el gobierno de la
conducta de las mujeres trabajadoras, debemos
discutir en primer término, un hecho que se ha
venido designando como la feminización del trabajo.
La denominación, ha sido utilizada en los últimos
años, para referirse al modo cómo el contenido
y las condiciones actuales del trabajo, impuestas
tras fuertes reestructuraciones locales y globales,
se corresponden con la extensión tendencial de
características del trabajo tanto asalariado como
no asalariado, históricamente asignado a las mu-
jeres, al trabajo en sentido genérico (Malo, 2001).
Diversos autores han agrupado las particularidades
de esta feminización, en dos categorías: 1) En tér-
minos de condiciones, se ha señalado el carácter
informal –no reconocido–, la indeterminación y
falta de límites de los tiempos y espacios de traba-
jo y de no trabajo, etc. Elementos todos ellos que
han estado históricamente asociados en diverso
grado a los trabajos desarrollados por mujeres en
el ámbito doméstico, y también en las economías
informales y/o sumergidas, en los niveles más bajos
del mercado laboral. 2) En términos de sus carac-
terísticas, se señalan las cualidades “femeninas”
que se incorporan como deseables para muchos de
estos empleos; es el caso de la capacidad de ges-
tionar simultáneamente distintas tareas, tiempos
y espacios; la habilidad de improvisación y adap-
tación; la extensión de los modelos organizativos
basados en el equipo y no en el trabajo individual
e incluso una identicación íntima y afectiva con
el trabajo. Junto con estas cualidades, es posible
mencionar otras de tipo afectivo-relacional como
las habilidades y capacidades del cuidado y la co-
municación, que incluso tienen que ver con un
despliegue visible del cuerpo y la voz sexuados,
tanto dentro de nuevas formas de empleo como,
en general, dentro de todo trabajo que suponga
interacción personal (Ema, 2006; Precarias a la
Deriva, 2005; Sassen, 2003).
Con esto parecería claro que, bajo las condi-
ciones del capitalismo contemporáneo, el suje-
to trabajador que resulta más útil es el femenino
(Falquet, 2011; Haraway, 1991; Sassen 2003). La
feminización del trabajo implicaría, entonces, que
mientras las condiciones del trabajo contempo-
ráneo se hacen más violentas, la utilización de la
mano de obra femenina se extiende, pero también
que estas condiciones –que históricamente han sido
predominantemente soportadas por las mujeres–,
comienzan a desplegarse a otros grupos de la pobla-
ción trabajadora. Ahora bien, debemos recordar que
muchas de estas formas de trabajo (“feminizadas”)
son especialmente asignadas a mujeres subalternas,
bajo la tramitación, mantenimiento y formación
en labores que implican cualidades consideradas
“femeninas”, y que habitualmente no han sido re-
conocidas ni valoradas dentro del mercado laboral.
Las mujeres trabajadoras que realizan estas
tareas suelen ser subjetivadas bajo premisas que
desvalorizan su labor, lo cual facilita su baja retri-
bución, generando a la vez una necesidad de as-
censo social a partir de la búsqueda y “formación”
para otros trabajos. Señalaremos como ejemplos,
los trabajos domésticos y de cuidado, que en mu-
chos lugares se asignan a las mujeres campesinas
o inmigrantes y las labores de trabajo dentro de
maquilas textiles o de producción de or cortada,
que se conti núan for mulando desde requerimientos
de “delicadeza”, “habilidad manual”, “exibilidad
en el manejo del tiempo” y “responsabilidad por la
tarea”, adscritas también al trabajo de estas mu-
jeres. Proponemos, entonces, que la feminización
del trabajo también debe ser pensada, desde la
articulación de dispositivos de género y raza. Así
y antes de cerrar nuestra discusión, nos detendre-
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mos en dos fenómenos –que hoy constituyen dos
campos de exploración teórica–, donde el análisis
de las formas de gubernamentalidad en el trabajo
que operan sobre las mujeres trabajadoras subalter-
nizadas, resultan centrales. Con estas discusiones
visibilizaremos la intersección de dispositivos de
género y raza, al interior de ciertas formas contem-
poráneas de gobierno del trabajo femenino.
El trabajo para “el desarrollo” de
las mujeres del tercer mundo
La estrategia de Mujer y Desarrollo (MYD) puede
someterse al mismo tipo de análisis que aplicamos
al discurso del desarrollo en su conjunto. En otras
palabras, la práctica de MYD se caracteriza por
procesos de formación discursiva, profesionalización
e institucionalización. También produce efectos
instrumentales que afectan la vida de las mujeres
que son objeto de las intervenciones, y de quienes
planican estos programas.
(Arturo Escobar, La invención del tercer mundo)
Bajo la propuesta desarrollista que incluye la fábula
de los tres mundos (Escobar, 1995), diversas po-
blaciones del planeta han sido conducidas a partir
de imperativos de industrialización y crecimiento
económico, correspondientes a diseños globales que
operan desde los centros del sistema-mundo. Las
mujeres del llamado tercer mundo han sido uno de
los sujetos más intervenidos desde políticas y pla-
nes de gobierno que buscan su inserción dentro de
formas hegemónicas de economía (Escobar, 1995;
Nash, 2006). A pesar del señalamiento que hacen
diversos autores sobre el debilitamiento del discur-
so del desarrollo, con los estudios que reseñamos
a continuación, vericamos más bien, una muta-
ción y transformación del discurso desarrollista
hacia lógicas de “desarrollo sostenible”, “desarrollo
participativo” y/o “autodesarrollo”, que apelan a
conceptos como los de empoderamiento, autoges-
tión y emprendimiento, claramente vinculados a
componentes necesarios, dentro de las formas de
gobierno neoliberales.
Dentro de los estudios que se ocupan de ex-
plorar las formas del gobierno en el trabajo de las
mujeres del tercer mundo, a partir de las propuestas
desarrollistas en sus desplazamientos y mutaciones
en el mundo contemporáneo, podemos mencio-
nar, entre otros, los trabajos de Aradhna Sharma
(2006), quien utiliza la analítica foucaultiana para
investigar la emergencia de nuevos mecanismos de
autor regulación ligados al concepto de “empodera-
miento”, en los programas utilizados en la India para
guiar y formar a las mujeres trabajadoras, señalando
las continuidades del discurso del desarrollo con sus
diversas reconguracíones en las prácticas neolibe-
rales contemporáneas.
En el mismo sentido y dentro del contexto la-
tinoamericano, Sian Lazar (2009) ha explorado
las acciones de diferentes ONG que trabajan con
mujeres en El Alto (Bolivia), mostrando cómo los
programas de microcréditos de estas organizacio-
nes, operan dentro de una lógica empresarial y una
racionalidad de economía de mercado, combinada
con la idea de la construcción de capacidades labo-
rales a partir lógicas desarrollistas, y puntualizando
el tipo de mujer que muchas de estas agencias bus-
can crear en Bolivia: emprendedora, “empoderada”
y que asume responsabilidades sobre sí misma y
sobre su familia. Finalmente, el trabajo de Eliza-
beth Tzul Tzul (2010) ha utilizado el concepto de
gubernamentalidad para estudiar el desarrollo de
la economía de la posguerra en Centroamérica,
mostrando las intervenciones que se rea l i zan sobre
las mujeres de los contextos rurales guatemaltecos,
a través de procesos de conversión al protestan-
tismo y de técnicas de gobierno que propenden
por la generación de un ethos empresarial, ligado
a nociones de liberalización y “empoderamiento”
que propenden por un modelo particular de mujer
occidentalizada.
Es claro que en muchos de estos contextos, es-
tos procesos se desarrollan con la colaboración de
funcionarias europeas y norteamericanas (Federici,
2013), o nativas pero occidentalizadas. Explorando
este hecho, bajo la revisión y estudio del movimien-
to Women in Development, los trabajos ya clási-
cos de Adele Mueller (1986, 1991) han discutido
ampliamente el surgimiento de la burocracia de
mujeres vinculadas a las élites económicas mun-
diales, que a partir de las agendas de los países del
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centro del sistema se han dedicado a las tareas del
“desarrollo” y “cuidado” de las mujeres (“subdesa-
rrolladas”) del llamado tercer mundo.
Esto permite plantear que en diversos espacios
han sido las propias mujeres con un nivel de je-
rarquización diferente al de las trabajadoras más
subordinadas, las que han ejecutado intervencio-
nes sobre su conducta, siendo ellas mismas subje-
tivadas como instrumentos de una feminización
y racialización, bajo la premisa de formar con sus
acciones una mujer más civilizada/desarrollada, lo
que reproduce y mantiene binarismos cruzados de
género, raza y clase, en los espacios laborales (Mue-
ller, 1986; Vargas-Monroy, 2011), estableciendo or-
denamientos que, como Tapalde-Mohanty (2003)
plantea, reproducen construcciones ideológicas.
Una tensión entre la vict imización y la idealización/
exotización, de esta mujer trabajadora “otherizada” ,
en una búsqueda por su “normalización”, a partir
de parámetros occidentales, puede ser señalada en
la base de muchas de estas intervenciones y formas
de gobierno.
El gobierno y la producción de
la trabajadora inmigrante
Del mismo modo que hace un siglo la identidad
femenina estaba identicada con atributos como la
afectividad, la sensibilidad, la afección y dedicación a
los otros, actualmente proyectamos sobre las mujeres
de ciertas comunidades como las ecuatorianas o las
peruanas, at r ibuto s como afectividad, afe cción, amor
ser v icial y capacidad de cuidado, lo que les otorga un
perl hipotéticamente “natural” que las transforma
en personas aptas para realizar tareas de cuidado y
servicios de proximidad.
(Mary Nash, Identidades de género, subalternidad y
procesos de emancipación femenina)
Parece claro que la globalización económica ha
causado una enorme crisis social dentro de las
poblaciones de África, Asia y Latinoamérica; po-
demos armar que sobre esta crisis se asienta una
división internacional del trabajo que hoy en día
tiene como objeto principal a las mujeres de estas
regiones, en benecio de la reproducción de la mano
de obra “metropolitana” (Federici, 2013). En este
sentido, Saskia Sassen (2003) ha señalado la pre-
sencia creciente de mujeres en circuitos laborales
transfronterizos, que pueden tener características
diversas, pero que guardan en común el hecho de
ser tremendamente rentables, a partir del trabajo
de quienes están en situaciones de más vulnerabi-
lidad. Exportaciones organizadas de mujeres como
cuidadoras, enfermeras y servicio doméstico hacen
parte de este fenómeno.
Con la cita inicial que traemos en este aparta-
do, Mary Nash (2006) puntualiza, precisamente,
elementos de la producción discursiva que articula
el dispositivo de género con la operacionalización
del trabajo de las mujeres inmig ra ntes en el espacio
europeo. El discurso que destaca la aptitud de las
mujeres inmigrantes para la domesticidad y el cui-
dado, es así, un instrumento particular mente ecaz
en la adjudicación de un nicho de trabajo limitado
al servicio doméstico, o al cuidado de los niños o
personas mayores, que permite asignaciones y regu-
laciones especicas sobre el trabajo de las mujeres
inmigrantes (Nash, 2006).
Así, para las estudiosas feministas, los concep-
tos de trabajo afectivo o de cuidado puede pro-
porcionar, entre otras cosas, una herramienta de
análisis útil para la exploración de nuevas vías de
explotación laboral (Federici, 2013), permitiendo
explorar las formas de gobierno que operan sobre
muchas de estas mujeres trabajadoras. Diversos
estudios pueden ser señalados en la indagación
de este hecho. Desde una perspectiva etnográ-
ca, Kesha Fikes (2008) ha estudiado las agendas
de trabajo que tienen las mujeres inmigrantes
africanas en Lisboa, para señalar las congura-
ciones generizadas que las asignan a labores de
servicio doméstico o de cuidado, reproduciendo
estereotipos que existen sobre sus comunidades.
En el mismo sentido, Renuka Sooknanan (2000)
estudia los programas que monitorizan el trabajo
de las inmigrantes en diferentes ciudades cana-
dienses, mostrando los procesos de burocrati-
zacíon y supervisión que enmarcan y vigilan su
actividad laboral y el nexo entre estos procesos y
las intervenciones que el Estado realiza sobre sus
comunidades.
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Finalmente, señalaremos los trabajos de Mari-
sela Montenegro, Catherine Galaz, Laura Yufra y
Karla Montenegro (2009) quienes han estudiado
las prácticas de educación e inclusión laboral eje-
cutadas en los servicios de inserción que atienden
a las mujeres inmigradas en diferentes ciudades
españolas, mostrando cómo en muchas de estas
intervenciones se reproducen dispositivos de género
y raza, que permiten ubicar a estas mujeres en tra-
bajos domésticos y de cuidados, que muchas veces
las mujeres españolas han dejado atrás para ocupar
el espacio público.
Estos estudios hacen evidente que en los discur-
sos y práct icas de los servicios de atención a mujeres
inmigrantes, el proceso de inserción sociolaboral
se produce con base en formas de diferenciación
y subjetivación ante un sujeto inmigrante “inade-
cuado” que debe ser “moldeado”, según las exigen-
cias tanto de un mercado laboral muy competitivo
como de un sistema legal restrictivo que regula las
posibilidades de inserción al mercado del trabajo.
Desde un mecanismo que recuerda elementos de
la colonialidad del poder, muchas de las mujeres
intervenidas en este proceso son construidas como
“necesitadas” de la intervención y, paradójicamente,
de una formación en las maneras de ejecutar “co-
rrectamente” las labores domésticas y de cuidado a
las que son naturalmente asignadas (Montenegro,
Galaz, Yufra & Montenegro, 2011).
Conclusión
Durante los últimos años, tanto los estudios de las
organizaciones y el trabajo como los estudios femi-
nistas y poscoloniales han señalado con insistencia
la necesidad de que las exploraciones sobre las for-
mas contemporáneas del trabajo se realicen a partir
de deniciones acordes a los contextos y sujetos
particulares a los que se reeren (Ibarra Colado,
2006a, 2006b; Pulido, 2013; Suárez Navaz, 2008).
El concepto de gubernamentalidad, en su particular
desarrollo al interior de los estudios de las orga-
nizaciones y el trabajo, ofrece claras posibilidades
para llevar a cabo este objetivo. En este artículo
hemos argumentado, sin embargo, que buena parte
de la literatura desarrollada en los govermentality
studies, ha tenido un sesgo euro y androcéntrico,
que no permite visibilizar, reconocer y comprender
la producción de la nueva sujeto del trabajo que las
formas del gobierno contemporáneo ha situado en
el centro y construido como objeto primordial de
sus dispositivos.
Zanjando esta problemática, retomamos apor-
tes del feminismo y el feminismo poscolonial que
han complejizado la lectura que desde muchas de
las aproximaciones de cuño foucaultiano se han
ocupado de las formas de gobierno en el mundo
contemporáneo. En concreto, desde estas discu-
siones, se ha abierto la posibilidad de pensar el
género como un dispositivo de poder que opera en
conjunción con otros dispositivos, entre los cuales
el dispositivo de racialización resulta central a la
hora de pensar algunas de las formas de guberna-
mentalidad en el mundo globalizado.
Con esta premisa de por medio, nos hemos ocu-
pado de delinear dos campos de exploración que
consideramos pertinentes para comprender fenó-
menos de feminización del trabajo en los espacios
laborales contemporáneos. Hemos argumentado,
entonces, que tanto la búsqueda del “desarrollo”
de las mujeres trabajadoras de los países del lla-
mado tercer mundo como el gobierno de aquellas
que son inmigrantes desde estos países, a países
del centro del sistema, rearticulan la diferencia
colonial desde formas de gubernamentalidad que
actúan precisamente con base en una “otherizacion”
y subalternización, reproduciendo de diferentes ma-
neras la búsqueda por “civilizar/incluir” a un sujeto
que se construye como símbolo de la alteridad, y
que suele ser considerado como débil y carente de
conocimientos.
Las preguntas y exploraciones de las formas de
gubernamentalidad que operan sobre las mujeres
trabajadoras “otherizadas”, pertenecientes a las peri-
ferias del sistema-mundo, generan así un campo de
exploración que permite profundizar las discusiones
que, desde una mirada euro y androcéntrica, se han
hecho sobre el problema del gobierno de los sujetos
trabajadores. Por último, desde ellas se posibilita
una exploración crítica y más radicalmente objetiva
de las jerarquizaciones que el capitalismo contem-
poráneo ejecuta, en conexión con ordenamientos
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