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Introducción de especies invasoras
Montserrat Vilà, Núria Roura-Pascual, Jara Andreu, Pablo González-Moreno, Daniel Sol
Introducción
Las actividades humanas son responsables de la introducción de un gran número de
plantas y animales exóticos en áreas donde no habrían llegado por sus propios medios.
Estas introducciones son a menudo intencionadas, como la suelta de animales para la
caza o la pesca, pero también pueden producirse de forma accidental, como sucede con
especies escapadas desde granjas o jardines o con especies introducidas inadvertida-
mente mediante el transporte de mercancías. Una vez introducidas, algunas especies
establecen poblaciones que se mantienen por ellas mismas, sin necesidad de interven-
ción humana, y se consideran naturalizadas. Cuando las poblaciones de estas especies
aumentan en tamaño y se expanden ocupando grandes extensiones las denominamos
especies invasoras. Dado que en las últimas décadas se está produciendo una acelera-
ción del ritmo de introducción de especies invasoras, y que cada vez se conocen mejor
las consecuencias adversas de su expansión, en la actualidad, las invasiones biológicas
son consideradas un componente importante del cambio global.
Según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), las invasio-
nes biológicas son, junto a la destrucción de los hábitats naturales, el factor contempo-
ráneo que más ha influido en la extinción de especies a nivel mundial. Estas repercu-
siones están adquiriendo gran relevancia internacional y cada vez son más los países
que adoptan medidas de gestión para prevenir y/o minimizar sus impactos. La gestión
de estas especies invasoras se ha convertido en un reto y una prioridad para muchos
gestores ambientales, sobre todo en espacios protegidos o en casos donde las especies
son responsables de graves impactos económicos o que afectan a la salud humana.
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España alberga un gran número de especies exóti-
cas. Según el proyecto europeo DAISIE (2009), en los
ecosistemas terrestres peninsulares se han detec-
tado cerca de 850 especies vegetales, 80 vertebra-
dos y más de 350 invertebrados exóticos (Figura 1).
Este proyecto además ha puesto de manifiesto que
el número de especies exóticas introducidas va en
aumento. Según otras fuentes, el número de espe-
cies exóticas puede ser incluso mucho mayor. Por
ejemplo, la SEO (Sociedad Española de Ornitología;
http://www.seo.org/, consultado el 5 de noviem-
bre del 2010) reconoce un total de 337 especies de
aves exóticas presentes en territorio español, aun-
que de ellas sólo 14 se consideran establecidas y
de éstas sólo 10 son exclusivamente terrestres.
Las especies invasoras pueden causar alteracio-
nes importantes en la biodiversidad y los servi-
cios ambientales (Vilà et al., 2006). Por ejemplo,
muchos árboles exóticos son plantados por su
elevada producción maderera u otros productos
asociados. No obstante, algunos se expanden más
allá de su área de plantación y desplazan especies
nativas, reduciendo así la diversidad florística.
Además, su dominancia altera la estructura de la
vegetación y los hábitats que sirven de refugio a
los animales. En general, las especies con mayor
potencial invasor serían las capaces de invadir el
interior de las áreas forestales. Por ejemplo, las
especies leñosas y tolerantes a condiciones de
baja luminosidad utilizadas en jardinería tienen
una alta probabilidad de convertirse en invasoras
y establecerse en el interior de los fragmentos fo-
restales (González-Moreno et al., 2013).
Algunas especies invasoras pueden también al-
terar los ciclos de nutrientes y la disponibilidad
de agua tanto a escala local como de cuenca. Por
ejemplo, las especies fijadoras de N, como las aca-
cias o las robinias, modifican la fertilidad del suelo.
En regiones mediterráneas de Sudáfrica la inva-
sión por distintas especies de pinos modifica tanto
la disponibilidad de agua en el suelo como la hi-
drología de las cuencas, en España y en general en
los países europeos mediterráneos no hay casos
llamativos de invasiones por coníferas o bien han
sido poco estudiados (Carrillo-Gavilán y Vilà, 2010).
Figura 1. Número de especies exóticas detectadas en ecosiste-
mas terrestres españoles según datos del proyecto DAISE (in-
formación extraída el 08/09/11; http://www.europe-aliens.org).
Las plantas y los insectos exóticos son los grupos con una ma-
yor presencia en ecosistemas terrestres
Efectos en los
bienes y servicios
forestales
Arácnidos
Nemátodos
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Los animales introducidos pueden producir impac-
tos parecidos asociados a la competencia, depreda-
ción, hibridación, parasitismo o alteración de rela-
ciones mutualistas como la dispersión de semillas.
Estos efectos a menudo no ocurren en la región
nativa, donde se encuentran en equilibrio con las
especies con las que coexisten. Por ejemplo, en su
región de origen, la hormiga argentina (Linepithema
humile) coexiste con otras especies nativas de la re-
gión de donde procede. Pero en las zonas en donde
ha sido introducida, entre ellas el litoral ibérico y en
islas, la especie se extiende rápidamente, compi-
tiendo por los recursos con las hormigas nativas,
hasta llegar a dominar la comunidad.
Interacciones con
otros componentes
del cambio global
Las invasiones biológicas son procesos dinámicos.
Desde hace tiempo se sabe que muchas especies
introducidas no se naturalizan o expanden hasta
que las condiciones ambientales les son propicias.
Las especies procedentes de áreas templadas o
más frías que la región mediterránea tenderán a
expandirse hacia áreas de mayor altitud, hacia las
umbrías o a latitudes más elevadas. Sin embargo,
si las proyecciones futuras son correctas, el cam-
bio climático puede conllevar un aumento de la
abundancia de especies exóticas procedentes de
áreas climáticas más cálidas que las mediterrá-
neas. Además, cada vez habrá más demanda para
introducir especies xerofíticas que posean carac-
terísticas fisiológicas y reproductivas adaptadas a
la sequía y a las temperaturas elevadas. Esto ya es
evidente en jardinería (xerojardinería) y puede que
también ocurra en la restauración de las cubiertas
de vegetación y en la silvicultura. Las expectati-
vas sobre la plantación a gran escala de especies
como biocombustible también pueden agravar la
problemática de las invasiones biológicas de for-
ma alarmante, sobre todo porque las especies que
actualmente están en el punto de mira, como por
ejemplo el ailanto (Ailanthus altísima) o el mijo pe-
renne (Panicum virgatum), son precisamente espe-
cies exóticas con alto potencial invasor, es decir,
con capacidad para que una vez introducidas se
establezcan y expandan.
Figura 2. Chumbera (Opuntia spp.) invadiendo un campo
abandonado de olivos. Montserrat Vilà.
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Las proyecciones futuras sobre cambios en el uso
del suelo ponen de manifiesto que la abundancia
de especies exóticas aumentará en áreas foresta-
les. Muchas de estas áreas forestales constituyen
áreas colonizadas por especies leñosas después
del abandono de tierras de cultivo. Durante la
transición de áreas agrícolas a forestales se puede
producir el establecimiento de especies exóticas
que antes quedaban relegadas a áreas muy mar-
ginales en los bordes de los cultivos, tal como en
el caso de las chumberas (Opuntia spp.)(Figura 2).
Otro cambio de uso de suelo que favorece las in-
vasiones son las transiciones hacia áreas urbani-
zadas. En estas circunstancias, las áreas de borde
entre las zonas urbanizadas y las zonas forestales
constituyen “puertas de entrada” de especies exó-
ticas, muchas de ellas ornamentales. Claramente,
los bosques más fragmentados y menos aislados
poseen un mayor grado de invasión que los bos-
ques más extensos y menos rodeados de áreas
agrícolas y urbanas. Finalmente, se espera que la
pérdida y alteración de los ecosistemas naturales
asociadas al creciente proceso de urbanización fa-
cilite la expansión de muchas especies invasoras.
En las aves, por ejemplo, la mayor parte de espe-
cies invasoras sólo tiene éxito en hábitats urbani-
zados, en donde las especies nativas son menos
abundantes, lo que contribuye al fenómeno de la
homogeneización biótica (Case, 1996).
El fuego también constituye un motor de cambio
en el uso del suelo. Muchas especies forestales
exóticas, como los eucaliptos y las acacias, son
plantadas resistentes al fuego y además pueden
propiciar el riesgo de incendios. En Galicia y nor-
te de Portugal, después del fuego se produce una
germinación masiva de semillas de Eucalyptus
globulus y Acacia dealbata cuyos pies además po-
seen la capacidad de rebrotar. En algunos casos,
Indicadores y
mapas de riesgo
los eucaliptales se abandonan transformándose
en bosques mixtos donde el eucalipto persiste y
se expande. Por el contrario, en otros casos, des-
pués de los incendios existe un manejo activo para
transformar áreas agrícolas en nuevas plantacio-
nes de eucaliptales, aumentando así una retroali-
mentación positiva entre invasión, cambios de uso
de suelo y fuego.
Además de la introducción intencionada de espe-
cies, la llegada y establecimiento de especies exó-
ticas aumenta con las perturbaciones antrópicas
(Gassó et al., 2012). Estos patrones se ven refleja-
dos a escala regional. En la España peninsular, la
riqueza de especies vegetales invasoras es ma-
yor en las zonas próximas a las áreas metropo-
litanas, especialmente en la costa mediterránea,
y aumenta con la extensión de áreas urbanas y la
densidad de vías de comunicación (Gassó et al.,
2009). Las áreas forestales son en general poco
susceptibles a las invasiones. Sin embargo, se
debería hacer especial hincapié en la interfaz ur-
bano-forestal donde se espera un mayor riesgo
de invasión por el aumento de la fragmentación
y la frecuentación humana, y en bosques que po-
seen un régimen intrínseco de perturbación alto
como por ejemplo los bosques de ribera (Figura
3). Una intensa actividad humana facilita las inva-
siones porque aumenta la presión por propágulos
de especies exóticas y reduce la resistencia bióti-
ca de las comunidades naturales. Sin embargo, la
actividad humana no es el único factor que expli-
ca la diversidad de especies invasoras. La riqueza
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de especies vegetales invasoras disminuye con la
altitud y la precipitación, de lo que se deduce que
las áreas de clima moderado son las más vulne-
rables a la invasión.
Las invasiones biológicas son una de las causas
más importantes de la pérdida actual de biodi-
versidad. Por tanto, esperaríamos que en luga-
res con gran diversidad de especies exóticas, las
especies nativas fueran menos diversas. Pero a
Prevención
Detección rápida y erradicación
Mantenimiento, restauración y seguimiento
Contención y control
Introducción
Establecimiento
Expansión
Impacto
Figura 4. Estrategias de gestión
de especies exóticas invasoras en
función del estado del proceso de
invasión.
menudo encontramos lo opuesto: los lugares con
más especies exóticas también contienen más
especies nativas. Análisis recientes sugieren que
la correlación positiva entre la riqueza de plantas
exóticas y nativas se explica, por un lado, por la
heterogeneidad ambiental y factores que favore-
cen la diversidad biótica tanto de un grupo como
del otro y, por otro lado, por factores antrópicos
que reducen la resistencia de las comunidades
nativas a la invasión (Bartomeus et al., 2012).
La modelización de la distribución de las especies
exóticas en relación a las características ambien-
tales anteriormente descritas ha permitido la iden-
tificación de las áreas con mayor riesgo de inva-
sión antes de que la propia invasión tenga lugar.
Por ejemplo, el análisis de 78 especies vegetales
invasoras a nivel peninsular indica que la mayoría
de las especies no ha llegado a ocupar ni la mitad
de su distribución potencial (Gassó et al., 2012).
Además, aquellas especies con una mayor ocupa-
ción son en general las que presentan un mayor
tiempo de residencia en la Península. De la misma
manera, con base en escenarios futuros de cam-
bios en el uso del suelo y predicciones climatoló-
gicas, se pueden establecer las áreas potenciales
de distribución de especies invasoras y usarlas
para prevenir su expansión (Chytrý et al., 2012).
Figura 3. Invasión de la hierba de la Pampa (Cortaderia selloana)
junto a Pinus pinea. Elías D. Dana
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Conservar Aprovechando
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Actualmente existen muchas bases de datos y
sistemas de información que pueden ayudarnos a
identificar las especies invasoras de mayor ries-
go, como por ejemplo el atlas de plantas invaso-
ras para España (Sanz-Elorza et al., 2004), USDA
(http://plants.usda.gov), DAISIE (http://www.eu-
rope-aliens.org/), CABI (http://www.cabi.org/isc),
NOBANIS (http://www.nobanis.org/) o GISP (http://
www.issg.org/database/welcome/).
Las actuaciones de gestión para especies exóticas
se pueden agrupar en cuatro grandes categorías:
(1) prevención (2) detección precoz y erradicación,
(3) contención y control, y (4) mantenimiento, res-
tauración y seguimiento. La adopción de una u otra
estrategia depende de la fase en que se encuentre
el proceso de invasión (Figura 4), así como de las
posibilidades reales de éxito de acuerdo con las
características del medio y de las especies gestio-
nadas, los recursos disponibles, el apoyo institu-
cional y social, y la distribución de los esfuerzos
de gestión a lo largo del tiempo (Dana y Rodríguez-
Luengo, 2008).
La prevención es la estrategia más eficaz y con
menor coste económico y ambiental. Incluye todas
aquellas políticas y medidas que se implementan
para evitar la entrada de una especie antes de su
llegada (en el país de origen o en la vía de entrada),
a su llegada (en la zona de intercepción) o como
reacción de emergencia una vez detectada para
proceder a su control inmediato (el Ejemplo 9 sir-
ve como muestra de este caso, ante la perdida de
Biomasa). Un aspecto crítico en la prevención es la
identificación de especies potencialmente invaso-
ras, la cual se realiza mediante protocolos de aná-
lisis de riesgo. Estos métodos utilizan información
sobre la distribución y abundancia actual y poten-
cial de las especies, sus características biológicas
y los impactos que puedan causar para estimar la
probabilidad de que una especie sea introducida
en un territorio, se establezca o genere efectos in-
deseados. Mediante estos protocolos, se han iden-
tificado 80 especies vegetales exóticas con poten-
cial invasor si se introdujeran en España (Andreu y
Vilà, 2010).
Una vez identificado el potencial invasor de las
especies, el paso siguiente es la instauración de
un sistema de vigilancia para detectar el estable-
cimiento de especies exóticas. Para ello, es impor-
tante disponer de un plan de detección precoz y
respuesta rápida que disponga de los recursos
personales y materiales necesarios para dar una
respuesta apropiada y eficaz cuando aún la espe-
cie no está establecida. En este proceso juegan un
papel muy importante los agentes rurales y guar-
das forestales, puesto que son los que más rápi-
damente pueden identificar las nuevas especies y
dar aviso para intentar erradicarlas (en el Ejemplo
2 se describen estas estrategias para la salva-
guarda de la Biodiversidad).
La erradicación definitiva de una especie invaso-
ra sólo es viable durante las primeras fases del
proceso de invasión o en poblaciones aisladas.
En el caso de especies invasoras ya establecidas,
las opciones más adecuadas son limitar su área
de distribución, lo que se conoce como contención,
o reducir su densidad (control). También es fun-
damental establecer un seguimiento continuo de
aquellas que poseen poblaciones pequeñas puesto
Fundamentos
ecológicos para
la gestión
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que para muchas es solo cuestión de tiempo para
que pasen a convertirse en invasoras.
En general, los métodos disponibles para erradi-
car, contener o controlar las especies invasoras
se clasifican en: manuales, mecánicos, químicos y
biológicos. Los métodos manuales se realizan en
zonas reducidas o susceptibles de ser dañadas por
actuaciones mecánicas o químicas. Estas a su vez
se basan en el uso de maquinaria o productos quí-
micos para gestionar extensiones mayores de es-
pecies exóticas invasoras (en esta línea, otra ma-
nera de conservar la Biodiversidad se explica en
el Ejemplo 3). En casos donde las poblaciones son
imposibles de erradicar, el control biológico utiliza
otros organismos para reducir la densidad de las
poblaciones establecidas o la capacidad competi-
tiva de las especies exóticas. Normalmente estos
organismos son enemigos naturales específicos
del huésped que se quiere controlar. Dado que
todos estos métodos tienen sus ventajas e incon-
venientes, deben ser atentamente evaluados para
poder identificar el más adecuado en cada situa-
ción. En Europa los permisos para poder realizar
control biológico son muy estrictos.
La erradicación o control de una especie invasora
raramente se consigue con actuaciones puntuales,
sino que requieren medidas a largo plazo que per-
mitan al ecosistema permanecer libre de especies
exóticas y recuperar su flora y fauna autóctonas.
Todo plan de gestión precisa, pues, de un programa
de mantenimiento y restauración del ecosistema
una vez finalizadas las actuaciones de erradica-
ción o control. Las actuaciones de mantenimiento
evitan la reaparición de la especie invasora pero
también de nuevas especies exóticas que puedan
aprovechar ese vacío ecológico para instalarse.
En cambio, las actuaciones de restauración están
encaminadas a facilitar el funcionamiento del eco-
sistema y la recuperación de las especies nativas.
La necesidad de estos programas de manteni-
miento y restauración depende de las caracte-
rísticas de la especie invasora y de los impactos
que haya causado sobre el ecosistema receptor.
Asimismo, el seguimiento a medio y largo plazo
tanto de la respuesta de las especies invasoras
gestionadas como de las especies nativas es nece-
sario para asegurar el éxito de la actuación, ya que
permite controlar la aparición de efectos secunda-
rios indeseados, determinar la duración de las ac-
tuaciones de mantenimiento y finalmente, evaluar
la necesidad de aplicar medidas de restauración
específicas, como por ejemplo la revegetación con
especies nativas. La información registrada duran-
te este seguimiento permite acumular información
para planificar futuros programas de gestión. El
uso de indicadores de eficacia es imprescindible
para controlar el estado del ecosistema y dar he-
rramientas a los gestores para seguir fácilmente
la evolución de sus actuaciones. Así, en el caso de
plantas exóticas, las comparaciones entre lugares
invadidos, lugares de referencia no invadidos y
lugares donde una determinada especie invasora
ha sido eliminada permiten a los gestores no sólo
determinar la eficacia de las medidas de control o
erradicación sino también cuantificar la recupera-
ción del ecosistema nativo.
En España la gestión de las especies exóticas se
ha centrado principalmente en la aplicación de
medidas de control mecánico o químico a esca-
las locales, en cambio la prevención y los planes
de detección precoz y respuesta rápida a esca-
las más globales han sido muy poco utilizados.
Además, normalmente las actuaciones de control
o erradicación han sido diseñadas con objetivos a
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corto plazo, sin medidas de mantenimiento, res-
tauración y seguimiento a largo plazo que permi-
tan evaluar y asegurar el éxito de dichas actua-
ciones. Las principales limitaciones a la hora de
hacer frente a las especies invasoras parecen ser
la falta de financiación, la descoordinación entre
administraciones y colectivos implicados, la poca
concienciación social, un marco legal insuficiente o
la falta de pautas para la priorización de la gestión
de especies invasoras (Andreu y Vilà, 2007).
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